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Naturaleza de la Tecnología
Resistencia a la tecnología, progreso social y tecnología como medio para nes superiores
Referencias
LECCIÓN 1 de 5
Naturaleza de la Tecnología
La humanidad tiene un impulso natural desde sus orígenes mismos: generar condiciones para adaptarse al
medio en el que debe vivir y buscar soluciones de forma permanente para sus necesidades de evolución y
progreso. Como de alguna forma la corriente filosófica del existencialismo francés proponía: hemos sido
arrojados al mundo sin cobertura y desde allí debemos construir nuestra existencia. Eso mismo que aplica
en la dimensión más personal y psicológica del ser humano, se traduce en la dinámica de las sociedades y
comunidades que habitamos. Debemos construir nuestra existencia, diseñar maneras de convivir y
autogenerarnos las soluciones que necesitamos para hacer cada vez más digno y satisfactorio nuestro
paso por el mundo.
Son muchos los instrumentos y las creaciones que la especie humana dispone para este recorrido de tan
largo aliento. Pero hay uno que adquiere especial dimensión: la tecnología. Podemos identificar bajo este
concepto tan presente en nuestras vidas a ese conjunto de conocimiento condensado para lograr una
aplicación concreta para resolver una problemática real. El término, tan usado en nuestras vidas
actualmente, proviene del griego tekne (que significa técnica u oficio) y logos (ciencia, conocimiento).
Es decir, hay tecnología, cualquiera sea el campo, la procedencia y el alcance, siempre que se ha logrado
producir y organizar un espacio de conocimiento para el diseño y construcción de instrumentos,
herramientas o modelos que permiten algún tipo de acción o movimiento para resolver problemas humanos.
El dispositivo con maderas para producir fuego, las ruedas para trasladar personas y mercaderías, los
molinos para generar harina, las computadoras para automatizar tareas y tantas otras manifestaciones de
esos procesos de generación de conocimiento aplicado constituyen tecnologías que la humanidad ha ido
consiguiendo y acopiando desde los tiempos más remotos.
Con el objeto de facilitar el proceso de aprendizaje de estos conceptos vinculados a la tecnología, vamos a
tomar el caso de las tecnologías de comunicación o información, comúnmente conocidas como TICs, cuyo
proceso de ideación y desarrollo viene de tiempos remotos y permanece en plena evolución hasta nuestros
días bajo el espíritu de resolver crecientes necesidades humanas en materia de producción y circulación de
contenidos y conocimientos, cuestión decisiva para la evolución de la humanidad.
La necesidad de disponer de una estructura con la información y contenidos que los humanos crean y
desarrollan en su devenir nos ha acompañado siempre como civilización. La forma que se crea y se
comparte conocimiento siempre está muy influida por las tecnologías disponibles para su almacenamiento y
comunicación. Siguiendo a Walter Ong (1982), en “Oralidad y Alfabetización”, podemos identificar cuatro
grandes fases en el recorrido por satisfacer esas necesidades, a partir de esas herramientas o
instrumentos de conocimiento condensado que son las tecnologías en el sentido más amplio del término:
Oralidad: la gran mayoría del tiempo que llevamos en existencia, los hombres nos hemos
valido del lenguaje como tecnología evolutiva para construir y entregar información y
conocimiento. Fue un instrumento eficaz, pero limitado al depender exclusivamente de la
memoria humana y el encuentro físico para su divulgación.
Escritura: de los 50 mil años aproximadamente desde el inicio del Homo Sappiens, recién en el
3500 a.C. pudimos generar tecnologías de escritura para plasmar en algún formato tangible
toda la información contenida en la oralidad. El salto tecnológico fue muy significativo, dado
que por primera vez el ser humano podía disponer de una memoria externa y artificial para
amplificar las capacidades propias.
El recorrido por estas fases nos permitirá comprender cuánto más difícil hubiera sido el camino de progreso
de la humanidad, si este despliegue de capacidad e ingenio plasmado en tecnologías evolutivas de
información y conocimiento no hubiera sido tan eficaz y potente. Como dato final para ilustrar esta reflexión,
podemos mencionar que los países con mayores índices de penetración de Internet en la sociedad son
también los países que mayores índices de alfabetización tienen, como Noruega, Dinamarca, etc.
Tecnologías de información y progreso humano siempre van de la mano en el curso de la historia.
LECCIÓN 2 de 5
Las creaciones y prácticas tecnológicas se manifiestan en la más absoluta diversidad, tanto en las
temáticas o los espacios en los que existen problemáticas a resolver, como en las modalidades o maneras
en que las tecnologías intervienen y operan. Usualmente, se utiliza una clasificación básica, pero muy
ilustrativa, para reflejar tres grandes tipologías de tecnologías en las que podríamos encuadrar casi todo lo
que responde a ese concepto:
T E C N O LO G Í A S D U RA S : T E C N O LO G Í A S BLA N D A S : T E C N O LO G Í A S I N T E RM E D I A S :
Provienen de las ciencias más duras o exactas, como la ingeniería, matemática, física o química. En
general, se plasman en aplicaciones y productos tangibles para campos como la informática, la bioquímica,
la electrónica. Por ejemplo, sensores que generan la vigencia en Internet de las cosas (IoT), computadoras
portátiles, autos de manejo autónomo, etc.
T E C N O LO G Í A S D U RA S : T E C N O LO G Í A S BLA N D A S : T E C N O LO G Í A S I N T E RM E D I A S :
Se vinculan a las ciencias más humanas, como sociología, psicología o economía. Suelen focalizarse en el
desarrollo de mejores prácticas y modelos que permiten resolver problemas y mejorar el funcionamiento de
organizaciones, empresas o sociedad en su conjunto. Sus desenlaces suelen ser elementos de mucho
valor, aunque generalmente intangibles. Por ejemplo: tecnologías para la creación y expansión de
emprendimientos por parte de personas y equipos; tecnologías para mejorar la productividad y la calidad del
trabajo en equipos de personas; tecnologías para la conversación y construcción de empatía entre
personas; tecnologías para la organización y gestión del comercio electrónico, etc.
T E C N O LO G Í A S D U RA S : T E C N O LO G Í A S BLA N D A S : T E C N O LO G Í A S I N T E RM E D I A S :
Aquellas que se manifiestan en el enorme campo del medio, en el que habitan temáticas y disciplinas con
componentes de rigurosidad, aunque sin la exactitud de las ciencias duras. Construcción, industria,
herramientas y muchos otros campos específicos integran este espacio de tecnologías intermedias, cuyos
productos pueden ser tanto tangibles como intangibles y tienen un enorme impacto en la vida de las
personas y las organizaciones. Por ejemplo: tecnología de construcción de viviendas en seco; tecnologías
para disposición de espacios y cadenas de trabajo (layout), etc.
En general, las tecnologías que se han ido creando en este incesante devenir, tenían vínculo directo con lo
que comúnmente se conoce como técnicas, que no son otra cosa que habilidades de aplicación que la
imaginación y la necesidad humana logran desarrollar en cada momento. Es a partir de ese flujo de
despliegue técnico que distintas tecnologías como, por ejemplo, la Imprenta mecánica, lograron cobrar vida
y expandirse. No todo esfuerzo de creación técnica ha tenido el desenlace de llegar a una nueva tecnología,
pero en general ha sido esa vocación por sofisticar el accionar humano a través de técnicas específicas lo
que, en etapas tempranas, fue generando las distintas tecnologías de las que como especie humana nos
hemos ido apropiando.
Progresivamente, el espacio de la técnica como origen de las nuevas tecnologías fue siendo reemplazado
por la ciencia y la creciente relevancia del método científico que la sustenta. Si bien la ciencia, como
actividad humana, tiene antecedentes en la antigüedad griega, es a partir de mediados del Siglo 19 cuando
comienza aceleradamente un camino de sistematización y profesionalización.
Esto se traduce en una constante mejora de lo que se conoce como método científico basado en la
comprobación empírica de hipótesis de conocimiento y, consecuentemente, en una vinculación estrecha
entre los objetos de estudio de la ciencia y la creación de tecnologías. La técnica cede ante el rigor
conceptual y metodológico de la ciencia, que trasciende su estado más puro (ciencia básica) para abordar
con fuerte ambición la misión de proveer soluciones tecnológicas concretas a problemáticas de la
humanidad.
Sería injusto no hacer un párrafo sobre un periodo que fue el verdadero caldo de cultivo para que este
florecimiento de la ciencia y su impacto en las tecnologías sucedieran y fueran generando las condiciones
para lo que conocemos como primera Revolución Industrial. Y ese periodo no fue otro que el Renacimiento
del Siglo 16, también conocido como Iluminismo, basado en el imperio de la razón, la creciente libertad de
pensamientos y el fin de los tabúes propios de la organización medieval de la vida y la autoridad.
Uniendo ese particular periodo de florecimiento de la razón y las artes que nos sacó del letargo propio de ese
largo interregno medieval, la aceleración de las técnicas que los humanos lograron implementar y el
progresivo auge de la ciencia como generadora de conocimientos y tecnologías, llegamos a lo que
habitualmente se conoce como la “sociedad del conocimiento” desde finales del siglo 20. La característica
principal de esta sociedad basada en el conocimiento es que el paradigma que explica el progreso es cada
vez más la gestión de los conocimientos acumulativos que logramos producir y poner a disposición para ser
usados en diversas actividades y proyectos.
Son innumerables los indicadores que explican la vigencia de esta sociedad del conocimiento, como la
duplicación cada 15 años de las revistas científicas en el mundo, la multiplicación de patentes, las nuevas
empresas basadas en el conocimiento que surgen de manera constante (startups de base científica) y el
acortamiento del tiempo que sucede entre la generación de ciencia básica y su aplicación a nuevas
tecnologías (mientras el teléfono demoró 56 años de 1820 a 1876, el transistor necesitó solo 5 años para
entrar en fase de efectiva implementación, de 1948 a 1953). Y en este marco, emerge el gran imperativo que
tal sociedad conlleva: la formación / educación permanente en virtud de la obsolescencia temprana de todo
lo que sabemos y creamos, a partir de la incesante dinámica de hallazgos y creación de nuevo / innovador
en cada momento.
Figura 2. Velocidad de adopción de las tecnologías más conocidas
A tal punto adquiere relevancia la tecnología en el presente y futuro de la especie humana, que, si
comparamos su evolución con la de nuestra propia biología, veremos que el verdadero salto cuántico que se
ha dado en nuestras posibilidades y progresos viene dado mucho más por las tecnologías que supimos
crear y desplegar que por cambios en la biología de nuestro ser.
Por supuesto que nuestro cerebros y cuerpos se han desarrollado y han cambiado significativamente desde
los orígenes, pero no es menos válido afirmar que los cambios disruptivos y los saltos cualitativos en
nuestra historia han estado más asociados a la evolución de las tecnologías y, especialmente, a las
distintas revoluciones tecnológicas. Más aún, son esas mismas tecnologías que vamos creando las que
nos permiten expandir las capacidades humanas funcionando como si fueran verdaderas “mentes
extendidas”. Nuestros cerebros, a los que tanto les pedimos y tanto pueden darnos, disponen de un gran y
permanente aliado: la tecnología que los complementa y expande, para producir, diseñar, clasificar,
memorizar, etc.
Siguiendo con el caso de aplicación de los conceptos de la presente lectura a las TICs, podemos comenzar
reconociendo la plena vigencia en su evolución desde las técnicas a los desarrollos científicos y al sistema
de sociedad del conocimiento que la tecnología ha venido protagonizando.
El campo de actuación de la ciencia se traduce de forma creciente en nuevos métodos y modelos aplicables
a las tecnologías de información y conocimiento. Siguiendo a Richard Susskind y Daniel Susskind en su libro
“El Futuro de las Profesiones”, podemos poner claridad en este asunto a través de cuatro aspectos en los
que está basada la expansión y desarrollo de las TICs, a partir de los hallazgos científicos en marcha y la
estructuración de la sociedad del conocimiento que no para de moldearse en todo el mundo:
Si bien este proceso de desarrollo tecnológico constante de la humanidad tiene un sentido positivo, portador
de soluciones y progreso, al amplificar la mirada podremos identificar que no se trata de algo lineal ni exento
de dificultades y contratiempos. El proceso de construcción tecnológica siempre conlleva tensiones entre
los actores, los valores y las posibilidades concretas de las sociedades en cada momento histórico. Hasta
las tecnologías que, luego del paso del tiempo, menos cuestionamientos y contrastes podríamos pensar que
han tenido, nos ofrecen evidencias de que efectivamente fueron pensadas, desarrolladas e introducidas
bajo circunstancias de deliberación y tensión en sus momentos históricos. Tomemos por caso la bicicleta,
como solución tecnológica de movilidad rápida y accesible a mediados del siglo 19. Veremos que esta
tecnología, ampliamente validada y aceptada tiempo después, tuvo que vencer prejuicios y una diversidad de
críticas en sus primeros pasos, especialmente relacionados a las limitaciones de un artefacto de dos
ruedas y los prejuicios que la moral pública de aquellos tiempos tenía sobre la mujer (lo que generaba
polémica en torno a su participación como usuaria de esta nueva tecnología de movilidad).
Los procesos de incorporación social de nuevas tecnologías permiten entender que, en definitiva, la
tecnología es un sistema interrelacionado de conocimientos, artefactos, habilidades, recursos naturales,
estimaciones económicas, valores éticos, pautas culturales y acuerdos sociales. Todo ello confluye en los
procesos de adopción de tecnologías, dándoles el tamiz de verdaderos entramados socio técnicos. Las
sociedades y sus actores individuales no constituyen espectadores pasivos de los procesos de innovación
tecnológica, sino protagonistas de complejas dinámicas que los impulsan, los condicionan y a veces los
combaten.
De esta forma, peca de reduccionista la visión de la tecnología como una suma de aparatos cada vez más
sofisticados e integrados para resolver problemas y satisfacer gustos e inclinaciones de las personas.
Estamos ante un fenómeno más complejo y variable, bajo una característica de tensión que siempre se
explica por la cantidad de elementos relacionados al desarrollo y adopción de tecnologías por parte de la
personas y organizaciones y, especialmente, por las distintas velocidades que suelen tener estos procesos
en distintos sectores (que siempre presentan distintas posibilidades de inicio y distintos niveles de
resistencia al cambio).
La tecnología es una práctica social que, según Pacey (1990) , tiene tres dimensiones:
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C U LT U RA L:
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Política administrativa y gestión, aspectos de mercado, economía e industria; agentes sociales:
empresarios, sindicatos, cuestiones relacionadas con la actividad profesional productiva, la distribución de
productos, usuarios y consumidores, etc. (Pacey, 1990).
Figura 4. Dimensión organizativa de la tecnología
Fuente: Oleoshop, 2016, https://bit.ly/36VG34i
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En el marco del enfoque sistémico que proponemos, adquiere especial relevancia lo que Leigh Hafrey
(experto del Loan School of Management del MIT) llama la danza entre tecnología y cultura, una relación
dialéctica entre estas dos actividades humanas que tienen como raíz común al poder de la imaginación de
las personas y las comunidades. La tecnología es producida, como vimos, para resolver problemáticas y
necesidades humanas, a partir de los códigos y prácticas culturales de cada tiempo histórico. Pero también,
son las creaciones tecnológicas, a partir de la búsqueda incesante de la ciencia y la técnica, las que
moldean la cultura de las sociedades generando nuevas prácticas, visiones y anhelos.
Esta dialéctica entre tecnología y cultura puede verse con claridad en distintos momentos de la historia de la
humanidad. Por ejemplo, a mediados del siglo 19, la novela gótica de Mary Shelley, Frankenstein, reflejó con
maestría ese mundo de la primera Revolución Industrial, en el que el desarrollo científico mostraba un
acelerado esplendor y se comenzaba a cultivar un temor generalizado ante la posibilidad de perder el control.
Eso generaba severas consecuencias para la condición humana. También encontramos el reflejo de dicha
dialéctica en la famosa campaña de lanzamiento de las Mackintosh de Apple de 1984, que interpretaba
genuinamente una corriente de pensamiento y sentimiento de ese tiempo previo a la caída del Muro de
Berlín: la libertad a partir de los talentos potenciados y la liberación de restricciones propias de la época
industrial. En ese marco, llegaban los ordenadores personales de bello diseño creados por la marca de la
manzana para capturar esa revitalizada cultura pro libertad de aquellos tiempos.
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Como ya hemos expresado, es tanto el impacto que suelen generar los desarrollos tecnológicos, que no
suelen ser amigos de procesos lineales y homogéneos. No han sido pocos los momentos en la historia de la
humanidad y no serán los últimos, en los que sectores sociales tomaron el camino de la resistencia y el
activismo en contra de las innovaciones tecnológicas por afectar prácticas, valores o beneficios, al menos a
corto plazo, de personas y organizaciones. Es emblemático el caso de los luditas, movimiento que a
principios del siglo 19 generó una reacción violenta contra las nuevas maquinarias en los procesos agrícolas
e industriales, especialmente contra la expansión de los telares mecánicos que reemplazan el trabajo
manual y artesanal, dominante hasta ese entonces. La convicción que los unía era la creencia de que las
máquinas degradaban el trabajo humano y, en gran medida, lo hacían prescindible masivamente. La
violencia que adoptaron como método generó pánico en terratenientes y comerciantes de la Inglaterra de
principios de siglo 19.
El 12 de abril de 1811, se produjo la primera destrucción de una instalación industrial, cuando trescientos
obreros atacaron la fábrica de hilados de William Cartwright en Nottinghamshire y destruyeron sus telares a
mazazos. La escalada posterior de este movimiento que públicamente defendía precios justos, salarios
adecuados y calidad del trabajo, generó mucho temor y la consecuente decisión del gobierno inglés de
combatirlos a través de fuerzas militares y la introducción de la pena de muerte a los responsables de los
ataques a las máquinas y procesos industriales. En definitiva, el miedo y la incertidumbre a las nuevas
tecnologías, que requieren cambios de paradigmas y tareas, fue la razón de fondo que inspiró a los famosos
luditas y a muchos otros grupos sociales en adelante.
Es un ejercicio contrafáctico que no deja de ser súperinteresante el preguntarse qué hubiera pasado en la
historia de la humanidad si expresiones de miedo y reacción a la innovación tecnológica hubieran triunfado a
punto tal de ponerle límites infranqueables a su avance. Todo intento de respuesta debería partir de la
evidencia que disponemos y afirmar que siempre, luego de las transiciones propias de la introducción de
nuevas tecnologías, dichos procesos terminan generando bienestar y progreso colectivo, fundamentalmente
a raíz de un proceso virtuoso que suele repetirse: nuevas tecnologías mejoran la productvidad de la
economía, lo que desencadena crecientes cantidades de bienes y servicios haciendo a su vez crecer la
economía de forma agregada o total. Y esto último se traduce en una expansión de la demanda (consumo) y
del empleo que se genera para las personas (en cantidad y calidad). El siglo 20 que hace pocos años ha
terminado es quizás el fiel testimonio de esta secuencia de extendido impacto positivo en la humanidad.
Aunque dicho esto y reconociendo la múltiple evidencia que explica por qué el mundo es mucho mejor a
partir de la introducción de nuevas tecnologías, no podemos dejar de reconocer que la confianza absoluta en
la tecnología suele degenerar en posturas acríticas y en mecanismos de autorregulación de sus progresos,
lo que termina afectando la capacidad humana para direccionar y moldear sus beneficios hacia el conjunto
de la sociedad.
De hecho, suele olvidarse que el fundamento central de aquellos luditas que atacaban instalaciones de
maquinarias a comienzos de siglo 19 tenía que ver con el incremento de las horas de trabajo de las personas
estando encadenados a una máquina, lo que, según ellos, afectaba la libertad y dignidad humana. Incluso,
se recuerda que buena parte de los ataques luditas eran direccionados a máquinas cuyos patrones
producían objetos de mala calidad, a precios bajos y malos salarios. Será una constante en la historia de la
humanidad esta tensión multifacética entre sociedad y tecnología, entre la concepción del “solucionismo
tecnológico” como dinámica imparable que suele erigirse en un fin en sí mismo y la concepción siempre
actualizada de que solo el bienestar de las personas puede y debe ser el fin de toda innovación tecnológica.
Puede interpretarse claramente en el cuadro anterior el recorrido de la tecnología desde una existencia más
instrumental hacia una etapa más basada en el conocimiento científico y una más actual de carácter
sistémico, en la que emerge el concepto sociotécnico como reflejo exacto de esta multiplicidad de
componentes, actores e impactos que entran en juego en todo proceso tecnológico. Es esta categoría de
sistema en la que debemos pararnos para profundizar el entendimiento de la tecnología y las enormes
oportunidades para el progreso de la humanidad que devienen de ella.
Todo el entramado que venimos relatando acerca de la tecnología y su tensión con la dinámica social, su
interacción dialéctica con la cultura y los movimientos de resistencia que se generan frente a su incesante
avance, tienen correlato muy directo en el mundo de las TICs que venimos trabajando como problemática en
la presente lectura.
Son diversos y persistentes los focos de tensión que los desarrollos de las TICs generan en sociedades y
comunidades. Por ejemplo, para nombrar solo algunos de alto impacto: la cuestión de la inclusión de
conectividad y dispositivos a los colectivos más alejados o vulnerables (siempre en desventaja frente a los
más opulentos y urbanos); el conflicto de la pérdida de intimidad que conllevan los procesos de redes y
plataformas digitales encabezados por los grandes jugadores del sector (Google, Facebook, Apple y
Amazon); el desplazamiento de industrias y empresas tradicionales que se ven superadas en costos y
acceso por nuevos jugadores propios del dominio de las TICs; y más recientemente las tensiones que
vienen dadas por la sobrecarga de información y contenidos que actualiza la necesidad de analistas y
curadores frente a aquel ideal de autonomía total del ser humano en materia de información y
conocimientos.
Por otro lado, es central la continua dialéctica entre TICs y prácticas culturales. Por ejemplo, si tomamos el
emergente cultural del aprendizaje a lo largo de la vida en un mundo con cambio acelerado y múltiples
disciplinas y necesidades, observamos cómo son las TICs las que claramente pueden ofrecer nuevas
oportunidades para que las personas puedan hacer realidad el aprendizaje permanente. Y, al mismo tiempo,
vemos cómo el avance de las TICs y otras tecnologías asociadas abonan la velocidad del cambio haciendo
cada vez más necesaria la cultura del aprendizaje para toda la vida. Siempre en estos procesos de impacto
social se manifiestan y regeneran procesos de resistencia y contratendencias, como voces y movimientos
en auge que proponen la revalorización de las relaciones físicas, las comunidades pequeñas o los procesos
educativos presenciales. Como siempre, el tiempo y la buena gestión de la tecnología, son los grandes
ordenadores de estos procesos sociotécnicos para beneficio de la humanidad.
En definitiva, siempre lo que hagamos con las tecnologías que inventamos será responsabilidad de
personas y sociedades, en el marco de las regulaciones y marcos institucionales que logran darse en el
sistema sociotécnico en el que se desarrollan, en permanente interacción con las prácticas y valoraciones
culturales de cada momento histórico. Debemos garantizar siempre, como civilización, que la tecnología
impulsada por la ciencia y el conocimiento exista para servirnos y ayudarnos a evolucionar, no solo a quienes
las protagonizan en sus procesos de creación y apropiación temprana, sino a las mayorías sociales que
demandan inclusión y progreso.
La tecnología como un gran medio para el fin de vivir mejor constituye una fuerza arrolladora que la
humanidad puede y debe aprovechar. Para ello, debemos aprender a adoptar la tecnología de forma integral,
sin correr detrás de ella como si fuera un fin en sí mismo. Si la convertimos en el más poderoso medio que
nos hemos dado y nos podemos dar a futuro, las perspectivas de la humanidad siempre serán florecientes.
El mejor indicador para corroborar si estamos caminando en esa dirección es medir, en nuestras
organizaciones, proyectos y comunidades, si estamos invirtiendo la misma cantidad de tiempo que
destinamos en las conversaciones relativas a todo lo que podemos hacer con las tecnologías a aquellas
concentradas en todo lo que deberíamos hacer para humanizarlas y las razones que fundamentan la
urgencia de porqué deberíamos hacerlo.
En esta carrera incesante de la ciencia y tecnología para proveernos de medios que nos lleven a fines
superiores, quizás pocas manifestaciones sean tan reveladoras como la apasionada y sostenida acción por
llevar al Hombre al espacio y encontrar oportunidades allí para instalar y expandir la vida humana. Quizás
esto refleja con claridad porqué nuestra especie no podría prescindir de la tecnología y la ciencia que la
origina. Siguiendo a Stephen Hawking, quizás no podamos asegurar el futuro de la humanidad si no
logramos sacarla al Espacio y liberarla de los crecientes riesgos que existen al depender de la salud y
estabilidad de nuestro único hogar por el momento, el Planeta Tierra.
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Referencias
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https://www.abc.es/cultura/libros/20131123/abci-biblioteca-nacional-maquina-vapor-201311221405.html
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https://tallerdelaspalabrasblog.files.wordpress.com/2016/08/ong-walter-j-oralidad-y-escritura.pdf