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ALTARES DE DÍA DE MUERTOS EN


MÉXICO

COLEGIO DE BACHILLERES DEL ESTADO DE


MICHOACÁN

SOCIOLOGÍA Y DERECHO

ACTIVIDAD 1.1.
Investigación de los altares de día de muertos en México

PRESENTADORES:
❖Fernando Rincón Abarca

❖Dalia Fernanda Morales Valencia

❖Víctor Manuel García Menera


❖Rubí Días Gallo
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INTRODUCCIÓN
En esta investigación proponemos una reflexión amplia y plural sobre los ritos,
tradiciones y festividades que se vinculan con los muertos y, de manera más
profunda, con la visión que diversas culturas tienen sobre la muerte. A propósito
de la festividad del Día de Muertos que cada año nos muestra el sincretismo
resultado de largos procesos culturales.
Su legado cultural, artístico y gastronómico, posicionan a la ciudad de Oaxaca
de Juárez, como uno de los destinos más importantes de México, ubicado en el
estado del mismo nombre. Su centro histórico es considerado Patrimonio de la
Humanidad y conocido como la “Verde Antequera”, por sus majestuosas
construcciones de cantera verde; tal es el caso del Centro Cultural Santo
Domingo, distinguido por su antiguo convento de orden dominica.
El 1 y 2 de noviembre, la ciudad se ilumina con velas de las múltiples ofrendas
que se montan en las casas, así como en diversos espacios públicos, como el
zócalo de la ciudad. De igual manera, el olor a incienso invade la atmósfera, al
tiempo que por las calles resuenan algunas de las melodías típicas de la región.
Por su parte, en la Alameda de León se realiza una exposición de mosaicos o
tapetes con flores, los cuales se acostumbra a realizar a los nueve días de haber
sepultado al difunto. Los panteones se llenan de luz y los habitantes adornan las
tumbas de sus difuntos.
Puntos como estos serán resaltados en esta investigación, puntos
gastronómicos, sociales y culturales tendrán gran presencia, partes resaltantes
como la intervención del derecho con esta tradición.
Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad que nos invita no sólo
a conocer y divulgar los valores culturales de esta tradición, sino también a
insistir en la necesidad de fortalecer políticas públicas para contribuir en la
preservación del patrimonio cultural inmaterial de las culturas que conforman la
nación mexicana.
Todas las culturas desarrollan una visión sobre la muerte que les determina su
propia vida y pensamiento. Las nociones de divinidades y de la cosmogonía
siempre estarán acompañadas por encontrarle un sentido a la muerte.
En esta diversidad de visiones, la manera en que nuestras culturas celebran el
reencuentro con sus muertos se conforma como una herencia cultural que nos
otorga identidad. Los estudios históricos y antropológicos han permitido
constatar que las celebraciones dedicadas a los muertos no sólo comparten en
México una profundidad histórica.

ORIGENES DEL DÍA DE MUERTOS


En la época prehispánica el culto a la muerte era uno de los elementos básicos
de la cultura, cuando alguien moría era enterrado envuelto en un petate y sus
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familiares organizaban una fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán.


De igual forma le colocaban comida que le agradaba en vida, con la creencia de
que podría llegar a sentir hambre.
El Día de Muertos en la visión indígena implica el retorno transitorio de las
ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para
convivir con los familiares y para nutrirse de la esencia del alimento que se les
ofrece en los altares puestos en su honor.
En esta celebración de Día de Muertos, la muerte no representa una ausencia
sino a una presencia viva; la muerte es un símbolo de la vida que se materializa
en el altar ofrecido. Su origen se ubica en la armonía entre la celebración de los
rituales religiosos católicos traídos por los españoles y la conmemoración del día
de muertos que los indígenas realizaban desde los tiempos prehispánicos; los
antiguos mexicas, mixtecas, texcocanos, zapotecas, tlaxcaltecas, totonacas y
otros pueblos originarios de nuestro país, trasladaron la veneración de sus
muertos al calendario cristiano, la cual coincidía con el final del ciclo agrícola del
maíz, principal cultivo alimentario del país.
La celebración del Día de Muertos se lleva a cabo los días 1 y 2 de noviembre
ya que esta se divide en categorías: De acuerdo con el calendario católico, el 1
de noviembre corresponde a Todos los Santos, día dedicado a los “muertos
chiquitos” o niños, y el día 2 de noviembre a los Fieles Difuntos, es decir, a los
adultos.
Las serias amenazas que se ciernen sobre numerosas culturas ancestrales y los
vertiginosos procesos de cambio y transformación social que muchos pueblos
viven en las últimas décadas, han motivado que la UNESCO haya colocado
actualmente entre sus más altas prioridades la identificación y puesta en valor
del patrimonio vivo que constituye la especificidad de miles de grupos sociales.

SIGNIFICADO DE CADA UNO DE LOS ELEMENTOS QUE


COMPONEN EL ALTAR
La tradición del altar de muertos está llena de significado y elementos simbólicos.
Conoce la anatomía de las exuberantes ofrendas con las que recordamos a
nuestros seres queridos.
Cada noviembre, las familias de México esperan a sus difuntos para recibirlos y
agasajarlos con los alimentos y bebidas que disfrutaban en vida. Esta costumbre
le da un cierto sabor de esperanza a la muerte, la cual nunca es definitiva ya
que, al menos una vez al año, se vale regresar al mundo de los vivos.
El altar de muertos es el centro de esta celebración y sus elementos son una
mezcla de tradiciones prehispánicas y católicas que se funden para celebrar la
muerte. Generalmente los altares son de dos, tres o hasta siete niveles. En todos
los casos, los niveles inferiores representan la tierra y el inframundo y los niveles
superiores representan las dimensiones celestiales.
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❖ El agua: Simboliza la fuente de la vida y es necesaria para saciar la sed del


difunto después de su largo viaje para volver al mundo de los vivos.

❖ La tierra: Son los frutos que nos dan de comer: maíz, calabaza, garbanzo y
frijol.

❖ Las flores: sirven para encontrar el camino hacia el altar, la más común, el
cempasúchil que, por su color como el sol y su fuerte aroma, sirve para mostrar
el camino. También la flor de terciopelo, mano de león o cresta de gallo, cuyo
color va desde el rojo carmín hasta el morado, que significa el duelo; y la nube,
flor blanca, es la preferida cuando se trata de un muerto “chiquito”, es decir de
un difunto niño.

❖ El aire: representado con el papel picado, que al moverse nos anuncia la


llegada de los difuntos. Da alegría y color a la ofrenda.

❖ El fuego: las velas, velas, cirios o veladoras, significan la fe y la esperanza e


iluminan el camino de las ánimas. Hay otros objetos que, según la tradición de
la región, el pueblo, la familia o la persona que lo monte suelen estar en una
ofrenda.

❖ Calaveras: recuerdan que la muerte es parte de la vida y que todos somos


mortales. Pueden ser de azúcar, chocolate, barro.

❖ Arcos: se elaboran con flores de cempasúchil o frutos para representar el


paso entre el mundo de los muertos y el de los vivos.

❖ Fotografía del difunto: las ofrendas pueden estar dedicada a una o a varias
personas, no importa el número.

❖ Imágenes religiosas: según la devoción que tenía el difunto o la familia que


lo recuerda.

❖ Sal: purifica y sirve para que el alma no se corrompa, en su viaje de ida y


vuelta. Se forma una cruz con ella, que en las culturas mesoamericanas señala
los cuatro puntos cardinales para orientar al difunto y para la cultura católica,
fruto de la influencia española, la cruz significa la resurrección que redime.

❖ Copal: se quema en un sahumerio y sirve para limpiar al lugar de los malos


espíritus para que el alma pueda llegar a la que fue su casa sin ningún peligro.

❖ Pan: el más común es el que tiene forma circular para referirse al ciclo de la
vida y la muerte. En medio tiene una bolita que simboliza el cráneo del difunto,
las tiras en cruz representan los huesos de los que todos estamos formados.

❖ Objetos personales: aquellas cosas materiales que alegraban al difunto: sus


alimentos favoritos, un libro, una copa de vino, tequila, una raqueta, chocolates,
cigarros o juguetes si se trata de un niño.
El Día de Muertos es una celebración ancestral que simboliza el encuentro entre
los vivos y los ya fallecidos. Durante esta celebración la tristeza y la nostalgia se
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convierten en fiesta, gozo y desparpajo, pues honramos a los queridos difuntos


que por unas horas regresan al mundo de los vivos para unirse a nuestras
familias. Para celebrar, las familias mexicanas construyen altares, elemento
fundamental que muestra el mestizaje de las religiones prehispánicas con la
religión católica.

CUALES SON LOS ESTADOS DE MÉXICO QUE MÁS


CELEBRAN ESTA ACTIVIDAD
El Día de Muertos en México tiene lugar en noviembre. Aunque su día grande es
el día 2, las celebraciones y rituales ya se empiezan a celebrar desde el primero
de mes. Es bastante común confundir esta celebración con el Día de todos los
Santos en España. Sin embargo, el Día de Muertos mexicano tiene más que ver
con el Día de los Fieles Difuntos en nuestro país que además coincide en fecha
con esta festividad mexicana.
Ciudad de México Esta es, sin duda, la mejor ciudad para disfrutar de toda la
magia del Día de Muertos. Aunque esta celebración tiene lugar los días 1 y 2 de
noviembre, en Ciudad de México los festejos se prolongan por dos meses. Aquí
podrás ver ofrendas en plazas públicas y personajes disfrazados por las calles a
la usanza de la Catrina. Una fiesta llena de color en la que no pueden faltar los
murales callejeros en honor a la muerte ni los papeles picados por toda la ciudad.
Puebla Esta ciudad ubicada al sudeste de Ciudad de México es famosa por su
tradición gastronómica. Un lugar perfecto para vivir el Día de Muertos entre su
arquitectura colonial y sus azulejos pintados que adornan gran parte de los
edificios. Y si hablamos de colorido nada como el templo de Sta. María
Tonantzintla. Una edificación de estilo barroco indígena que no deja indiferente
a nadie.
Oaxaca Si por algo es conocida la ciudad de Oaxaca es por sus culturas
indígenas y sus edificios construidos con piedra volcánica verde. En esta tierra
de jade y oro, el 1 de noviembre tiene lugar una costumbre llamada “llevar a los
muertos”. Este ritual consiste en regalar a la familia y amigos una parte de las
ofrendas que se incluyen en el altar de las ofrendas. Se entrega un obsequio por
casa y después se acude al cementerio para adornar las tumbas y compartir
tiempo con los antepasados.
Pátzcuaro, Michoacán Pátzcuaro y la Isla de Janitzio son dos lugares del estado
de Michoacán que han cobrado relevancia por sus festejos del Día de Muertos,
ya que en ambas comunidades Durante el 1 de noviembre los pobladores
colocan ofrendas sobre las tumbas de sus seres queridos y esperan su llegada
a la luz de las velas.
Es bastante común confundir esta celebración con el Día de todos los Santos en
España. Sin embargo, el Día de Muertos mexicano tiene más que ver con el Día
de los Fieles Difuntos en nuestro país que además coincide en fecha con esta
festividad mexicana. La continuidad de esta tradición y su coincidencia en el
calendario tienen que ver con la fusión de las costumbres mesoamericanas con
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las católicas. Durante estas fechas los mexicanos honran y celebran la vida de
sus antepasados con diferentes rituales.

ESTADÍSTICA DE CUANTOS HOGARES MEXÍCANOS


CELEBRAN ESTA ACTIVIDAD Y GASTOS APROXIMADOS
El Día de Muertos en México es una tradición que se vive con solemnidad y llena
de vida. Durante los primeros días de noviembre recibimos en casa a nuestros
difuntos para honrarlos.
De acuerdo con una encuesta realizada por el Gabinete de Comunicación
Estratégica (GCE), el Día de Muertos es la tradición más importante para los
mexicanos, ya que sólo el 26.4% de ellos no se suma a esta conmemoración.
Según la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), los mexicanos gastan
un total de 934.55 pesos, en promedio, para colocar su ofrenda. Por otra parte,
la empresa Kantar Worldpanel indicó que alrededor del 25% de las familias
mexicanas continúa con la tradición de comprar calaveritas de azúcar o
chocolate para las ofrendas del Día de Muertos.
Durante esta celebración, el pan de muerto es consumido en tres cuartas partes
de los hogares, mientras que 27% de las familias compra fruta para la ofrenda.
Finalmente, en el 63% de las casas se compran cirios y veladoras para iluminar
las ofrendas, según la empresa. A pesar de ser una tradición que se puede
rastrear desde la época prehispánica, en las últimas décadas se ha enfrentado
al embate de una cultura globalizada.
En el norte del país, el sondeo ¿Halloween o día de muertos? realizado por el
periódico el Siglo de Torreón, arrojó los siguientes resultados: Del total de
participantes, el 35.5% mencionó que prefería la fiesta de Halloween sobre el
Día de Muertos, con un 33.8 por ciento. De igual forma, el 57.8% señaló que sí
ha puesto un altar de muertos, y 76.4% acostumbra a asistir al panteón en estas
fechas. El 88.4% de los participantes de este ejercicio informativo cree que
Halloween es una fiesta gringa, mientras que el 86.8% considera que el Día de
Muertos está pasado de moda.
De acuerdo con los datos arrojados por el periódico, entre las tradiciones que
más disfrutan los mexicanos se encuentran: visitar el panteón, los altares, el pan
muerto y las calaveritas de azúcar

LA UNESCO DENTRO DE ESTE CONTEXTO CULTURAL


Como cada año en las diferentes regiones de México las comunidades celebran
el regreso temporal de sus familiares y seres queridos difuntos: el Día de
Muertos. Se trata de una festividad sincrética entre la cultura prehispánica y la
religión católica que, dado el carácter pluricultural y pluriétnico del país, ha dado
lugar a expresiones populares diversas, transmitidas de generación en
generación y a las que, con el paso del tiempo, se han añadido diferentes
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significados y evocaciones de acuerdo con el pueblo indígena, comunidad o


grupo que las llevan a cabo, en el campo o en la ciudad.
La UNESCO, único organismo especializado de las Naciones Unidas cuyo
mandato trata específicamente de la cultura, se asocia a esta celebración
recordando que las festividades indígenas por el Día de Muertos, como se le
conoce popularmente, forman parte de la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial,
al tiempo que enfatiza la importancia de su significado en tanto se trata de una
expresión tradicional contemporánea y viviente a un mismo tiempo-, integradora,
representativa y comunitaria.
El Día de Muertos en la cosmovisión indígena implica el retorno transitorio de las
ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para
convivir con los familiares y para nutrirse de la esencia del alimento que se les
ofrece en los altares puestos en su honor. La celebración del Día de Muertos se
lleva a cabo entre finales de octubre y los primeros días de noviembre, si bien
popularmente se asocia principalmente a los días 1 y 2 de noviembre. Esto es
así porque la celebración de los difuntos se divide en categorías y en un día
específico de culto en función de la edad y causa del fallecimiento. De acuerdo
con el calendario católico, el 1 de noviembre corresponde a Todos los Santos,
día dedicado a los muertos chiquitos o niños, y el día 2 de noviembre a los Fieles
Difuntos, es decir, a los adultos.
En algunos lugares del país el 28 de octubre se destina a las personas que
murieron a causa de un accidente o de manera trágica, y el día 30 se espera la
llegada de las almas de los limbos, los niños que murieron sin haber sido
bautizados. Las festividades indígenas del Día de Muertos incluyen prácticas
como el adorno de las tumbas o hacer altares sobre las lápidas, lo que tienen un
gran significado para las familias porque se piensa que ayudan a conducir a las
ánimas y a transitar por un buen camino tras la muerte. En este sentido se trata
de una celebración que conlleva una gran trascendencia popular en tanto
comprende diversos ámbitos de significación, desde los filosóficos hasta los
materiales. Por ello, el encuentro anual entre los pueblos indígenas y sus
ancestros cumple una función social considerable al afirmar el papel del individuo
dentro de la sociedad.
También contribuye a reforzar el estatuto cultural y social de las comunidades
indígenas de México. Asimismo, el Día de Muertos se considera también una
celebración a la memoria, un ritual que privilegia el recuerdo sobre el olvido.
La riqueza de esta manifestación de la cultura mexicana es tan basta, que
es por esta razón que la UNESCO la inscribió en su Lista del Patrimonio
Cultural Inmaterial de la Humanidad, definiéndola como una expresión
tradicional integradora, representativa y comunitaria.
Desde 2003, la UNESCO reconoce esta fecha como una expresión tradicional
integradora, representativa y comunitaria. El Día de Muertos fue declarado por
la UNESCO 'Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad' el siete de
noviembre de 2003.
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La Oficina de la UNESCO en México labora a través de sus sectores de


Educación, Ciencias (Naturales y Sociales) Cultura y Comunicación e
Información con un fuerte compromiso de transformar de manera positiva la
realidad mexicana y alcanzar el desarrollo sostenible en un entorno de paz.

EN QUE FECHA SE LE NOMBRO A ESTE ACTO COMO


PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD
Con la fiesta del Día de Muertos, tal como la practican las comunidades
indígenas, se celebra el retorno transitorio a la tierra de los familiares y seres
queridos fallecidos.
Las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) creó
un instrumento para respaldar múltiples iniciativas culturales en el ámbito
internacional: la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural
y Natural con el que lograron establecer diversos mecanismos de protección y
conservación del patrimonio material que hemos heredado.
De tal forma es que la conmemoración del Día de los Muertos en las
comunidades indígenas mexicanas, que se celebra el primer y segundo día
de onceavo mes, entró el 07 de noviembre de 2003, a formar parte de la lista
del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, que quiere
así que sus actores tengan clara conciencia de su valor y prevalencia.
En el imaginario colectivo, la celebración anual destinada a los muertos
representa un momento privilegiado de encuentro no sólo de los hombres con
sus antepasados, sino también de los integrantes de la propia comunidad entre
ellos, algo que, desde hace siglos, ha permanecido y el fin es que continué
siendo de esta forma para preservar las tradiciones.

CÓMO SE RELACIONA EL DÍA DE MUERTOS CON LA


CONSTUMBRE EN MÉXICO, ARTÍCULOS CONSTITUCIONALES
EN QUE SE FUNDAMENTA DESCRIBIRLOS
Es una celebración tradicional mexicana anterior a la conquista. Como cada año
en las diferentes regiones de México, las comunidades celebran el regreso
temporal de sus familiares y seres queridos difuntos. Se trata de una festividad
sincrética entre la cultura prehispánica y la religión católica que, dado el carácter
pluricultural y pluriétnico del país, ha dado lugar a expresiones populares
diversas, transmitidas de generación en generación y a las que, con el paso del
tiempo, se han añadido diferentes significados y evocaciones de acuerdo con el
pueblo indígena, comunidad o grupo que las llevan a cabo, en el campo o en la
ciudad.
El Día de Muertos en la cosmovisión indígena implica el retorno transitorio de las
ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para
convivir con los familiares y para nutrirse de la esencia del alimento que se les
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ofrece en los altares puestos en su honor. Su origen se ubica en el sincretismo


entre la celebración de los rituales religiosos católicos traídos por los españoles
y la conmemoración del día de muertos que los indígenas realizaban desde
tiempos prehispánicos. Los antiguos prehispánicos trasladaron la veneración de
sus muertos al calendario cristiano, la cual coincidía con el final del ciclo agrícola
del maíz, principal cultivo alimentario del país.
En la celebración del Día de Muertos, la muerte no remite a una ausencia sino a
una presencia viva; la muerte es una metáfora de la vida que se materializa en
el altar ofrecido: quienes hoy ofrendan a sus muertos serán en el futuro invitados
a la fiesta.
Considerada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (UNESCO) como parte de las Obras Maestras del
Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad desde 2003 e inscrita en la
lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en
2008.
Los españoles en un intento de convertir a los antiguos mexicanos, hicieron
coincidir la fiesta de los muertos de los indígenas con las celebraciones católicas
del Día de todos los Santos y los Fieles Difuntos. En la actualidad, la celebración
del Día de Muertos en México es el resultado del sincretismo religioso de estas
dos culturas. El significado de la muerte en ellas era muy diferente. Algunas
culturas prehispánicas en México creían que el lugar a donde iban las almas de
los difuntos estaba determinado por la manera en que había fallecido la persona,
y no por el comportamiento en vida como lo concibe la religión católica en la cual
la idea de infierno o paraíso significa castigo o premio.
La que suscribe María del Rosario Guzmán Avilés, Senadora de la LXIII
Legislatura, a nombre del Grupo Parlamentario del Partido Acción
Nacional, en ejercicio de la facultad que me otorga el artículo 71, fracción
II, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y en lo
dispuesto por los artículos 8 11 numeral 1, fracción II, 108 y 276 numeral 1,
fracción I, todos del Reglamento del Senado de la República, presento ante
esta Honorable Cámara de Senadores, la presente Iniciativa por la que se
declara la festividad de “Día de Muertos” una fiesta nacional
Por otra parte, al establecer la festividad de día de muertos como fiesta nacional,
contribuirá a mejorar la economía nacional y local de las regiones que festejan
de gran manera estas fechas, ya que se impulsará el turismo nacional e
internacional que gustan de admirar y disfrutar estas tradiciones, generando
importantes derramas económicas, que beneficiarán de manera directa a los
habitantes de zonas en la mayoría de los casos indígenas.
Con base en el artículo 4° Constitucional y la Ley General de Cultura y Derechos
Culturales, el Estado debe promover, respetar, proteger y asegurar el ejercicio
de los derechos culturales de los mexicanos, así como fortalecer el conocimiento
de la cultura del país en todas sus manifestaciones y expresiones.
A su vez el estado promoverá los medios para la difusión y desarrollo de la
cultura, atendiendo a la diversidad cultural en todas sus manifestaciones y
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expresiones con pleno respeto a la libertad creativa. La ley General de Cultura y


Derechos Culturales establecerá los mecanismos para el acceso y participación
a cualquier manifestación cultural.

CÓMO SE RELACIONA EL DÍA DE MUERTOS CON LA


SOCIOLOGÍA CULTURAL
El Día de Muertos combina las tradiciones católicas europeas del Día de Todos
los Santos y el Día de los Fieles Difuntos con los rituales aztecas de honrar a los
fallecidos. La tradición se originó al sur de México hace más de tres mil años con
las primeras celebraciones de almas difuntas.
De ese modo la UNESCO “informa a la sociedad global respecto a quiénes
somos como comunidad y ayuda a fortalecer la memoria colectiva de
nuestras sociedades”, pues las celebraciones y fiestas expresan los
imaginarios religiosos y cívicos comunitarios. Modo en el que se fortalece la vida
colectiva, se ejercen la identidad cultural y la creatividad local.
La investigación sobre la muerte evidencia la diversidad de las costumbres y
tradiciones anuales trascendentes para la vida comunitaria. Rituales que,
convertidos en tradición después de subsistir por generaciones, forman parte de
la “cosmovisión” de cada pueblo. Es decir, de su forma particular de concebir el
mundo de acuerdo con la cual realizan una infinidad de rituales.
El Día de Muertos es una tradición de origen prehispánico que ha pasado por un
proceso de “sincretismo” con la religión católica desde el siglo XVI, que ahora es
de observancia general en el país. Ha sobrevivido gracias a que se considera
que los rituales mortuorios guían el alma de quien fallece hacia el más allá, como
argumenta Patrick Johansson, referido por Ana María Salazar. Además, dichos
12 rituales permiten asimilar socialmente la muerte biológica, por lo que ayuda a
los deudos a enfrentar el vacío y el dolor por la pérdida de sus seres queridos.
Actualmente el Día de Muertos aún sufre transformaciones gracias a la influencia
de la globalización, reforzada por el modelo económico capitalista en todas las
esferas de la vida social.
La investigadora sostiene que lo anterior es observable en la presencia que el
Halloween tiene en México, junto con otras prácticas sociales que denotan la
importancia de la movilidad. “No solamente se mueven las personas, también se
mueven los objetos, se mueven las ideas y las formas de pensar”.
En cierta parte cultural la antropóloga reiteró que “en la lógica del capital tardío
todo es susceptible de convertirse en mercancía. Es por ello que las expresiones
culturales como los rituales del Día de Muertos entran en esta dinámica”. De
acuerdo con esa razón mercantil global todo puede comercializarse, lo que
fomenta procesos que estereotipan, homogenizan y des territorializan a los
bienes culturales para producirlos en serie y comercializarlos masivamente.
Aunque falta mucho por investigar, por ejemplo, cuáles aspectos son pasajeros
en el proceso de transformación cultural. Si realmente se está incidiendo en el
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contenido simbólico de las tradiciones o solo sobre aspectos superficiales,


abundó la académica; sin lugar a duda, hacen falta estudios para cuestionar
dichas hipótesis sin respuestas.
En la actualidad, el Día de Muertos mexicano es el resultado de una mezcla de
estas dos culturas, de tradiciones precolombinas y católicas. Aunque a juzgar
por lo diferente que son hoy en día las celebraciones en México y España,
pareciera que la primera cultura pesó mucho más que la segunda.
Algunas de estas tradiciones no son, sin embargo, exclusivos de México: algunas
también se pueden encontrar cada Día de Muertos en lugares de Bolivia, Perú,
Colombia o parte de Centroamérica, entre otros.
Lo que sí hace único el caso de México es cómo "nacionalizó" con orgullo estas
costumbres como símbolo del país. Para Lomnitz, esta visión ante la muerte
refleja la estrecha relación de los mexicanos con sus difuntos. "No con la muerte
en general, sino con sus fallecidos", subraya.
Y, por otro lado, cree que pone de manifiesto una sensibilidad y sentido del
humor macabro muy especial que el país muestra, por ejemplo, a la hora de
utilizar la muerte para hacer críticas político sociales a través de los textos
conocidos como "calaveritas literarias".

CUÁL ES LA RELACIÓN QUE TIENE EL DERECHO Y LA


SOCIOLOGÍA
Pensando en la relación tiene el derecho con el día de muertos, se me vino a la
mente pensar, ¿Qué hace a estos derechos, derechos humanos? Hay un par de
principios centrales que son recurrentes a lo largo de estas historias, códigos
legales y prácticas forenses que son relevantes. La “dignidad” y el “respeto”
aparecen constantemente. Permean, moldean y dominan los protocolos y
prácticas que gobiernan el tratamiento de los muertos. Estos principios nos dicen
algo sobre la importancia social de los muertos, y son reflexiones de normas
sociales generalizadas que son más antiguas y más dominantes que aquellas
que la ley y las disciplinas forenses han establecido.
El principio de “dignidad” es particularmente interesante porque es
absolutamente central para la idea de “lo humano” que se elabora en la
Declaración Universal de los Derechos Humanos. La Declaración “reconoce”
(es decir, constituye) “la dignidad intrínseca…de todos los miembros de la
familia humana” (Asamblea General de la ONU, 1948). La dignidad es el
concepto central de los derechos humanos y es el principio que define qué es
“ser humano”. Los protocolos legales y forenses que existen y que gobiernan el
tratamiento de los muertos requieren que los muertos sean tratados como si
tuvieran el derecho a la dignidad. Y requieren que los vivos se comporten de una
forma consecuente con estas creencias.
Con respecto a la ley, hay muchos principios legales que se relacionan con el
trato a los muertos. La forma como se trata a los muertos es central a actividades
humanitarias. El Derecho Internacional Humanitario (DIH), el cuerpo legal más
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importante y relevante, proporciona varias reglas que regulan cómo se deben


tratar los muertos (Reglas 112 a la 117). Específicamente regula la búsqueda,
recolección, tratamiento, retorno, disposición y la identificación de los muertos,
principalmente en el contexto de conflictos armados. Las reglas tienen un
distinguido y establecido linaje. Derivan de la Convención de la Haya de 1907,
de las Convenciones de Ginebra de 1929 y 1949, de los Protocolos Adicionales
de1977 y del Estatuto de Roma de 1998 que inauguró la Corte Penal
Internacional. Es interesante que apliquen algunas obligaciones a los muertos
como a los vivos. Por ejemplo, la obligación de buscar y recolectar a los enfermos
y náufragos también “se extiende a los muertos” (Norma 112). Se argumenta que
esta obligación se deriva del principio de “respeto a todos los muertos”
Específicamente, la prohibición de mutilar o despojar a los muertos está
categorizada como el crimen de guerra de “cometer atentados contra la dignidad
personal”’ (Norma 113).
La práctica de devolver los muertos y sus efectos personales está en
“consonancia con la obligación de respetar la vida familiar” (Norma 114). Aquí,
el DIH caracteriza a los muertos como miembros de una familia y su “trato digno”
se encima con el respeto asu vida familiar (Normas 105 y 117). El DIH también
estipula que “los muertos serán inhumados respetuosamente y sus tumbas 14
respetadas y mantenidas debidamente” (Norma 115). Esta regla “refleja un
principio general de derecho que requiere el respeto de los muertos y sus
sepulturas”.
Hay algunos detalles interesantes, incluidos los que requieren que los muertos
sean enterrados de acuerdo con los ritos que su religión exige; que no sean
incinerados más que en 5 circunstancias excepcionales y que sean enterrados
en tumbas individuales, no colectivas; y que las tumbas, si es posible, sean
agrupadas por nacionalidades. Estas estipulaciones sugieren respeto por las
costumbres y creencias que los muertos tenían en vida, por las creencias y las
costumbres de los miembros de la comunidad que les sobreviven y por las
identidades de los muertos.
Para concluir, sería un disparate sugerir que los muertos pueden ser totalmente
investidos con derechos humanos. Sobre todo, si la mayoría de los derechos
humanos son enteramente irrelevantes en la muerte. Sin embargo, se puede
argumentar que los muertos, dentro de los principios legales que existen, dentro
de los códigos legales y de las prácticas forenses, son concebidos como si
tuvieran al menos un derecho humano residual: el derecho humano a la dignidad.
Uso la palabra “residual” deliberadamente para referirme a dos cosas: primero,
con referencia al cuerpo muerto como lo que queda, o permanece, de lo humano
en vida, segundo, para referirme a lo que queda de los derechos humanos
después de la muerte.
Me parece que las familias y la sociedad tienen interés y son beneficiarios
cruciales de cualquier derecho que se conceda a los muertos. Ambos se podrían
beneficiar potencialmente de los efectos restaurativos y de rehabilitación que
traerían los derechos a los muertos. Al mismo tiempo, añadiría que aquellos que
podrían ser víctimas de desaparición forzada (migrantes de Centroamérica
cruzando por México, por ejemplo) o aquellas personas empezando viajes
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necesarios y peligrosos desde sus países de origen (como Siria, por ejemplo)
también tendrían interés en los derechos de los muertos porque podrían ser
beneficiarios de ellos. Los derechos humanos de los muertos –identificación,
regresar a sus familias, entierro digno—podrían proporcionarles consuelo en
vida. Es decir, me parece que las familias y la sociedad tienen interés en los
derechos humanos de los muertos y se beneficiarían de ellos. Se podrían
beneficiar potencialmente de los efectos restaurativos y rehabilitadores de que
se den derechos a los muertos de esta forma las personas que han perdido sus
seres queridos independientemente de la forma en que falleció se le dé un
entierro digno.
De otra forma en relación con la sociología existen diferentes etapas de la vida:
nacimiento, infancia, adolescencia y adultez. Todas ellas son vistas desde un
punto de vista positivo en la mayoría de ocasiones. Ritos de paso que simbolizan
el camino de la vida y el reconocimiento social de como prosperamos en el buen
sentido de lo socialmente prestablecido, que, aunque está muchas veces
traspasado por acontecimientos biológicos como el desarrollo sexual, realmente
está más influenciado si cabe por las construcciones de significados sociales que
hacemos alrededor de ellos.
Sin embargo, con la muerte existe una relación peculiar, pues por lo que ella
envuelve: la pérdida definitiva de existencia, se presenta en muchas ocasiones
como un tabú. Y es que, aunque nos empeñemos en negarlo, la muerte es el
acontecimiento que traspasa toda nuestra vida. Sin ella, seguramente no tendría
sentido levantarse cada mañana, amar, ser mejor persona, conseguir metas,
objetivos, aprovechar el tiempo y, en definitiva, vivir. Es muy posible que tener la
certeza de que cada momento no va a volver, de que cada día muere para que
nazca otro, pero que llegará un momento en que ya no habrá otro día sino una
calma eterna y oscura, sea el principal motor individual de cada persona, un
motor que en ocasiones puede ser visto como un tabú o una prisión.
La religión es una explicación sociológica de la muerte sí pues, desde la
sociología siempre se ha relacionado el acontecimiento de la muerte con el
origen de las religiones, entendiendo a estas últimas como cosmovisiones o
conjunto de creencias que intentan dar respuesta al hecho de morir. Como
hemos comentado antes, la muerte es un impulso vital que le da sentido a la vida
individual y social, pero también es el acto que más miedo e incertidumbre nos
suele dar. Morir da pavor, pensarlo detenidamente provoca una ligera presión en
la boca del estómago. Es por eso que las religiones, desde el principio de
los tiempos, se han encargado de paliar esa angustia, prácticamente todos
los relatos religiosos dan una explicación y, a su vez, otorgan una especie
de salvación frente a la muerte.
El origen de este ritual social que gira alrededor de la muerte se encuentra en
los antiguos pueblos mesoamericanos. Para estos antiguos pueblos la muerte
era vista de una manera muy diferente al punto de vista occidental, el cual,
básicamente se sostiene en las ideas de infierno o cielo, unos idearios ligados a
los actos en vida de las personas y el premio o el castigo que recibimos por ello.
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Sin embargo, para los pueblos latinoamericanos originarios el viaje del muerto
estaba determinado por el tipo de muerte que se tenía. Civilizaciones como los
aztecas o los mayas tenían una rica cosmovisión, simbología y significados que
componen el cuerpo y poso social del que se sustenta gran parte de los rituales
sociales llevados a cabo en el Día de Muertos.
Con la llegada de los españoles en 1492 y la imposición del cristianismo a los
pueblos originarios de Latinoamérica, se produjo una especie de fusión de
elementos, donde se hizo coincidir el Día de todos los Santos, la festividad
católica por excelencia sobre los difuntos, con los rituales sobre la muerte de los
pueblos mesoamericanos, surgiendo así el Día de Muertos.
La tradición de honrar y mostrar respeto a los muertos se ha mantenido a lo largo
de los siglos, pasando de generación en generación en las comunidades
indígenas. Se trata, no obstante, de una celebración católica que llegó con la
Colonia y se fue sincretizando con la cultura de los pueblos originarios; esta
práctica aun con las modificaciones que han pasado por el tiempo sigan teniendo
un motivo de celebración y armonía.

CONCLUSIÓN
La eutanasia voluntaria representa una vía contemporánea de búsqueda de una
muerte sin sufrimiento. Esta proposición se caracteriza por el rechazo a la muerte
prolongada y dolorosa, así como a la muerte prematura e imprevista. Se opta por
la muerte anunciada, pero se tiene miedo a que sea ansiosa, intolerable y
aislada. Tal preocupación empuja a la persona a insistir en el afán preventivo y
a adelantarse a la muerte.
La anticipación es una manera de preservar el control, o la ilusión de controlar el
pasaje, procurando quitar al acontecimiento lo que tiene de incierto, de
indescifrable y de misterioso. Tales determinaciones son consideradas
negativas, como una fuente más de ansiedad. La eutanasia busca acabar con la
muerte precediéndola y retirándole, por lo tanto, la iniciativa de la conclusión.
A menudo se tiende a presentar los cuidados paliativos y la eutanasia voluntaria
como dos opciones diferentes y hasta opuestas; sin embargo, comparten fuertes
rasgos comunes. Desde hace un cuarto de siglo se desarrollan paralelamente
como una puesta en tela de juicio del ensañamiento terapéutico y un rechazo de
la asociación entre muerte y sufrimiento. Se interesan por el enfermo más que
por sus enfermedades y consideran a la persona en el final de su vida como el
centro de su reflexión; la consideran como un sujeto de pleno derecho que debe
ser capaz de dar sentido a su existencia hasta su término.
Pueden considerarse como dos variantes del ideal contemporáneo del bien
morir, ideal que recupera las concepciones antiguas de la eutanasia, definidas
etimológicamente como la búsqueda de una buena muerte. Tras haber
privilegiado los resultados cuantitativos en materia de alargamiento de la
duración de la vida, nuestra época hace prevalecer una reivindicación cualitativa
hasta la última etapa de la existencia.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Baudrillard, Jean 1976 – L’échange symbolique et la mort. Gallimard, Paris.
Fecha de consulta: 30 de octubre del 2022
Durkheim, Émile 1930 – Le suicide. Presses Universitaires de France, Paris.
Fecha de consulta: 30 de octubre del 2022
Elias, Norbert 1998 – La solitude des mourants, suivi de Vieillir et mourir,
quelques problèmes sociologiques. Christian Bourgeois, Paris. Fecha de
consulta: 30 de octubre del 2022
Gorer, Geoffrey 1965 – Death, Grief and Mourning in Contemporary Britain.
Doubleday, New York. Fecha de consulta: 30 de octubre del 2022
Patrimonio Cultural y Turismo. Cuadernos 16. La festividad indígena dedicada a
los muertos en México. Consultado el 30 de octubre del 2022
https://www.cultura.gob.mx/turismocultural/publi/Cuadernos_19_num/cuaderno
16.pdf

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