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La sobreprotección parental puede promover el desarrollo del narcisismo en los niños y adolescentes de tres formas: dándoles constante atención y tratamiento especial, haciéndolos demasiado cuidadosos de sí mismos, y aislándolos de posibles peligros y necesidades de los demás.
La sobreprotección parental puede promover el desarrollo del narcisismo en los niños y adolescentes de tres formas: dándoles constante atención y tratamiento especial, haciéndolos demasiado cuidadosos de sí mismos, y aislándolos de posibles peligros y necesidades de los demás.
La sobreprotección parental puede promover el desarrollo del narcisismo en los niños y adolescentes de tres formas: dándoles constante atención y tratamiento especial, haciéndolos demasiado cuidadosos de sí mismos, y aislándolos de posibles peligros y necesidades de los demás.
La sobreprotección parental está asociada con el desarrollo del narcisismo en
los niños y adolescentes. Según Madero (2020) la sobrevaloración o sobreprotección
promueve el desarrollo de rasgos narcisistas en los hijos; este estilo de crianza consiste en brindar un nivel alto de apoyo a los menores, donde están presentes los elogios continuos y la tendencia a calificar a estos como “super especiales”, “merecedores de todo” o “mejores que otros”, entre otros calificativos.
Por otra parte, según De la Hoz (2020) el estilo de crianza basada en la
sobreprotección, puede generar el desarrollo del narcisismo de tres formas; la primera de ellas por la constante sobreprotección y atención por parte de los padres, ya que, el hijo puede tomarlo como que es merecedor de dicha atención y de un trato especial, por ello, siempre esperaría recibir ello por parte del resto. La segunda manera llega a ser por los constantes estados de alarma de los padres, ya que, el menor puede tornarse demasiado cuidadoso consigo mismo, priorizando su bienestar y propia seguridad. Por último, la tercera forma llega a ser por la tendencia de los padres a alejarlos de cualquier peligro y mantenerlos a salvo, ya que, estas acciones pueden desencadenar que los menores no tomen en cuenta las necesidades de los demás y se centren excesivamente en sí mismos, por el mismo hecho de estar aislados y no tener alguna interacción con los demás.