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Uno de los factores de riesgo desencadenantes del embarazo adolescente son los

psicológicos. En primer lugar, se encuentra presente como factor de riesgo psicológico


la pertenencia a una familia disfuncional. El adolescente, al encontrarse recién
construyendo su identidad, puede estar sujeto con mayor vulnerabilidad a situaciones de
riesgo, como el embarazo, por lo que desarrollarse en familias disfuncionales puede
aumentar las probabilidades de vivir este tipo de situaciones. Estas, a su vez, pueden ser
concurrentes en dos distintos casos. El primero hace referencia a la poca o falta de
comunicación entre los padres e hijos, debido a que los padres no incentivan un
ambiente de confianza y escucha activa. Según Rodríguez, los adolescentes se percatan
del poco interés y preocupación de sus padres por involucrarse con ellos, por lo que se
sienten obligados emocionalmente a buscar atención y comprensión en otros entornos
en los que también se desenvuelven, como en el grupo de amigos (2008: 53). Al señalar
esto, el autor sugiere que, en este caso, el adolescente se puede exponer a una situación
de riesgo porque pone en evidencia la necesidad de ser amado de manera imprudente y
en un entorno poco consolidado emocionalmente. El segundo, alude a familias
disfuncionales donde ninguno de los dos agentes (padres e hijos) se esfuerza por
entender al otro ni tomar en cuenta de que tienen diferentes formas de pensar y
reaccionar ante un determinado tema, razón por la cual surgen conflictos y
malentendidos que llevan a los padres a no responder a las necesidades emocionales de
sus hijos y a estos a sentirse incomprendidos y minimizados, de manera que, en ellos, se
generan inseguridades sobre sí mismos, lo que trae como consecuencia que busquen
aprobación en otros entornos, se dejen llevar por la presión de los miembros de estos y
se vean envueltos, al igual que en el primer caso de familia disfuncional, en una
situación de riesgo en las que se encuentra el embarazo adolescente.
Otra de las características de las familias disfuncionales que influye en el embarazo
adolescente, de la cual es importante mencionar que ya no repercute con la misma
magnitud en las dos personas involucradas en el proceso de concepción, sino más en la
madre adolescente, es la ausencia de uno de los padres, sobre todo de la figura paterna.
De acuerdo con Ávila-Navarrete, Salazar-Arango y Bernal-Velásquez, esta ausencia
puede ser calificada de una negligencia tanto económica como emocional por parte del
progenitor, la cual puede verse expresada en el nulo sentido de la responsabilidad de
cuidado y protección a la adolescente, además de la indiferencia a mostrar expresiones
de afectividad hacia esta y a la evidente falta de aprendizajes significativos para su vida
y su desarrollo sexual (2018: 68). La experiencia de esta situación puede implicar el
inicio temprano de la actividad sexual o el sometimiento orientado a complacer a la
pareja sentimental y sexual. porcentajes de embarazos en el Perú
En segundo lugar, se puede determinar como un factor de riesgo psicológico del
embarazo adolescente a la ausencia de un plan de vida. Dicho plan, según García, puede
realizarse en tres distintas dimensiones: a nivel personal, a nivel interpersonal y a nivel
mundial (2016: 74) La planificación del primer nivel está íntimamente ligada al bajo
nivel educativo del adolescente, ya que si este cuenta con un plan o proyecto de vida,
tendrá como uno de sus principales objetivos esforzarse en alcanzar un buen
rendimiento escolar y, por consiguiente, pensará en la maternidad y/o paternidad como
un rol y un deber que formaría parte de su adultez (Rodríguez 2008: 53). Si bien es
cierto que se encuentra en proceso de conocimiento y experimentación de su sexualidad,
se informaría adecuadamente sobre esta y tomaría las precauciones que la situación
exija. Sin embargo, cuando no se han visto motivados a fijar un plan de vida para ellos,
ya sea por darle poca relevancia a su nivel de educación o por ver constantemente
obstruido el camino para mejorarlo, consideran que la mejor manera de satisfacer ese
vacío es recurrir al embarazo y dedicarse al cuidado de sus hijos. Según la información
del INEI-ENDES 2017, el 44, 6% de las adolescentes que solo cuentan con educación
primaria ha estado embarazada, mientras que solo lo ha estado el 6,8% de las que tienen
educación superior, lo que demuestra que el porcentaje de embarazos varía
significativamente de acuerdo al nivel educativo. Con esto podemos deducir que la
educación es fundamental, especialmente para las adolescentes, para que puedan
elaborar un plan de vida; por lo tanto, también lo es para que estén más protegidas ante
situaciones de riesgo como el embarazo.
Además del bajo nivel educativo del adolescente, en lo referido a la ausencia de un
plan de vida y, evaluando en conjunto los tres niveles de García (2016: 74), se tiene que
considerar también la existencia de inestabilidad e inmadurez psicológica en la toma de
decisiones a largo plazo sin contar con una visión realista de su posición en su entorno y
en el mundo. Proyectarse en cada una de las tres dimensiones es de suma importancia
para la formación del adolescente en el hábito de la responsabilidad y la gradual
consolidación de su carácter. Sin embargo, la mayoría de los adolescentes, al tomar
decisiones día a día, visualizan de manera muy lejana, e incluso ajena, a ellos la
realización de esta proyección, razón por la cual no son conscientes de las
consecuencias que puedan tener cada una de sus acciones ni de cómo serán capaces de
afrontarlas. Tal es el caso del embarazo adolescente, en el cual ellos probablemente no
se percatan que, a nivel económico, dependen de sus padres o de sus apoderados para
satisfacer necesidades como la alimentación o vestido y que cumplir con las
obligaciones que demanda la maternidad y/o paternidad es una responsabilidad para la
cual ellos no están, en ningún sentido, preparados.

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