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Uno de los principales factores de riesgo psicológicos que contribuyen al embarazo adolescente son las familias disfuncionales, la ausencia de un plan de vida y la inmadurez psicológica. Las familias disfuncionales se caracterizan por la falta de comunicación entre padres e hijos y el poco esfuerzo por entenderse, lo que genera inseguridades en los adolescentes. Además, la ausencia de uno de los padres, especialmente el paterno, puede conducir a una negligencia emocional y económica.
Uno de los principales factores de riesgo psicológicos que contribuyen al embarazo adolescente son las familias disfuncionales, la ausencia de un plan de vida y la inmadurez psicológica. Las familias disfuncionales se caracterizan por la falta de comunicación entre padres e hijos y el poco esfuerzo por entenderse, lo que genera inseguridades en los adolescentes. Además, la ausencia de uno de los padres, especialmente el paterno, puede conducir a una negligencia emocional y económica.
Uno de los principales factores de riesgo psicológicos que contribuyen al embarazo adolescente son las familias disfuncionales, la ausencia de un plan de vida y la inmadurez psicológica. Las familias disfuncionales se caracterizan por la falta de comunicación entre padres e hijos y el poco esfuerzo por entenderse, lo que genera inseguridades en los adolescentes. Además, la ausencia de uno de los padres, especialmente el paterno, puede conducir a una negligencia emocional y económica.
Uno de los factores de riesgo desencadenantes del embarazo adolescente son los
psicológicos. En primer lugar, se encuentra presente como factor de riesgo psicológico
la pertenencia a una familia disfuncional. El adolescente, al encontrarse recién construyendo su identidad, puede estar sujeto con mayor vulnerabilidad a situaciones de riesgo, como el embarazo, por lo que desarrollarse en familias disfuncionales puede aumentar las probabilidades de vivir este tipo de situaciones. Estas, a su vez, pueden ser concurrentes en dos distintos casos. El primero hace referencia a la poca o falta de comunicación entre los padres e hijos, debido a que los padres no incentivan un ambiente de confianza y escucha activa. Según Rodríguez, los adolescentes se percatan del poco interés y preocupación de sus padres por involucrarse con ellos, por lo que se sienten obligados emocionalmente a buscar atención y comprensión en otros entornos en los que también se desenvuelven, como en el grupo de amigos (2008: 53). Al señalar esto, el autor sugiere que, en este caso, el adolescente se puede exponer a una situación de riesgo porque pone en evidencia la necesidad de ser amado de manera imprudente y en un entorno poco consolidado emocionalmente. El segundo, alude a familias disfuncionales donde ninguno de los dos agentes (padres e hijos) se esfuerza por entender al otro ni tomar en cuenta de que tienen diferentes formas de pensar y reaccionar ante un determinado tema, razón por la cual surgen conflictos y malentendidos que llevan a los padres a no responder a las necesidades emocionales de sus hijos y a estos a sentirse incomprendidos y minimizados, de manera que, en ellos, se generan inseguridades sobre sí mismos, lo que trae como consecuencia que busquen aprobación en otros entornos, se dejen llevar por la presión de los miembros de estos y se vean envueltos, al igual que en el primer caso de familia disfuncional, en una situación de riesgo en las que se encuentra el embarazo adolescente. Otra de las características de las familias disfuncionales que influye en el embarazo adolescente, de la cual es importante mencionar que ya no repercute con la misma magnitud en las dos personas involucradas en el proceso de concepción, sino más en la madre adolescente, es la ausencia de uno de los padres, sobre todo de la figura paterna. De acuerdo con Ávila-Navarrete, Salazar-Arango y Bernal-Velásquez, esta ausencia puede ser calificada de una negligencia tanto económica como emocional por parte del progenitor, la cual puede verse expresada en el nulo sentido de la responsabilidad de cuidado y protección a la adolescente, además de la indiferencia a mostrar expresiones de afectividad hacia esta y a la evidente falta de aprendizajes significativos para su vida y su desarrollo sexual (2018: 68). La experiencia de esta situación puede implicar el inicio temprano de la actividad sexual o el sometimiento orientado a complacer a la pareja sentimental y sexual. porcentajes de embarazos en el Perú En segundo lugar, se puede determinar como un factor de riesgo psicológico del embarazo adolescente a la ausencia de un plan de vida. Dicho plan, según García, puede realizarse en tres distintas dimensiones: a nivel personal, a nivel interpersonal y a nivel mundial (2016: 74) La planificación del primer nivel está íntimamente ligada al bajo nivel educativo del adolescente, ya que si este cuenta con un plan o proyecto de vida, tendrá como uno de sus principales objetivos esforzarse en alcanzar un buen rendimiento escolar y, por consiguiente, pensará en la maternidad y/o paternidad como un rol y un deber que formaría parte de su adultez (Rodríguez 2008: 53). Si bien es cierto que se encuentra en proceso de conocimiento y experimentación de su sexualidad, se informaría adecuadamente sobre esta y tomaría las precauciones que la situación exija. Sin embargo, cuando no se han visto motivados a fijar un plan de vida para ellos, ya sea por darle poca relevancia a su nivel de educación o por ver constantemente obstruido el camino para mejorarlo, consideran que la mejor manera de satisfacer ese vacío es recurrir al embarazo y dedicarse al cuidado de sus hijos. Según la información del INEI-ENDES 2017, el 44, 6% de las adolescentes que solo cuentan con educación primaria ha estado embarazada, mientras que solo lo ha estado el 6,8% de las que tienen educación superior, lo que demuestra que el porcentaje de embarazos varía significativamente de acuerdo al nivel educativo. Con esto podemos deducir que la educación es fundamental, especialmente para las adolescentes, para que puedan elaborar un plan de vida; por lo tanto, también lo es para que estén más protegidas ante situaciones de riesgo como el embarazo. Además del bajo nivel educativo del adolescente, en lo referido a la ausencia de un plan de vida y, evaluando en conjunto los tres niveles de García (2016: 74), se tiene que considerar también la existencia de inestabilidad e inmadurez psicológica en la toma de decisiones a largo plazo sin contar con una visión realista de su posición en su entorno y en el mundo. Proyectarse en cada una de las tres dimensiones es de suma importancia para la formación del adolescente en el hábito de la responsabilidad y la gradual consolidación de su carácter. Sin embargo, la mayoría de los adolescentes, al tomar decisiones día a día, visualizan de manera muy lejana, e incluso ajena, a ellos la realización de esta proyección, razón por la cual no son conscientes de las consecuencias que puedan tener cada una de sus acciones ni de cómo serán capaces de afrontarlas. Tal es el caso del embarazo adolescente, en el cual ellos probablemente no se percatan que, a nivel económico, dependen de sus padres o de sus apoderados para satisfacer necesidades como la alimentación o vestido y que cumplir con las obligaciones que demanda la maternidad y/o paternidad es una responsabilidad para la cual ellos no están, en ningún sentido, preparados.