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Producto Académico N° 3

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Comunicación y Argumentación

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PÁRRAFO INTRODUCTORIO

Si bien en el marco legislativo peruano no existe una ley que rechace abiertamente el alquiler
de vientres, una interpretación de esta realidad permite que exista esta figura en el país. Para
entender la complejidad de esta discusión, es necesario entender que esto implica una técnica
por la cual el material genético no se pierde en una fertilización en vitro que luego será
inoculada en una mujer portadora de la gestación (Allca, 2018). Con ello, la discusión de la
maternidad se desplaza de una perspectiva meramente biológica hacia una discusión social.
Dentro de este marco, se ha reavivado la discusión: ¿Es necesario legalizar la maternidad
subrogada en el Perú? Ante ello, un grupo conservador, liderado por la Iglesia católica, ha
levantado su voz para rechazar este tipo de prácticas justificándose en la capacidad
procreativa que Dios permite o niega, además de los posibles efectos negativos que produciría
este nuevo modelo de maternidad y paternidad sobre los “niños probeta”. Por otro lado,
grupos feministas y de la comunidad LTBI apoyan esta práctica, pues garantizaría el acceso a
la maternidad de grupos que no logran hacerlo y en los efectos positivos que garantiza el
reconocimiento de los niños que ya se engendraron con esta modalidad en países donde es
lícito. A nuestro juicio, legalizar la maternidad subrogada en lugar de mejoras perjudicará aún
más la sociedad peruana.

PÁRRAFO ARGUMENTATIVO (autoridad)

Hay que ser claros en que una medida como esta lo único que provocaría es minar los avances
de la sociedad peruana en función de la vindicación de la mujer, ya que supone mercantilizar
el cuerpo de esta. A pesar de que, en los últimos años, el Perú ha logrado avances importantes
en materia jurídica que mejoran la posición social de la mujer a través de leyes contra el acoso
callejero, penalizar el feminicidio con sanciones más duras y tener el periodo de descanso por
maternidad más largo en Latinoamérica (90 días), una medida como esta lo que haría es
entender el cuerpo de la mujer como una “vasija” que entra en una lógica comercial y de

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producción industrial. No solo porque hay una idea de línea de producción que empieza en la
fertilización de los óvulos en laboratorios y luego pasa al vientre receptor, sino porque,
además, en el proceso se puede ir determinando diversos aspectos esperados en el nuevo ser,
como el sexo, el color de ojos, incluso el color de piel. Al respecto, López comenta lo
siguiente:

En un proceso de subrogación en la India, los óvulos pueden obtenerse de las mujeres blancas en la
República de Georgia o de Sudáfrica si los padres desean tener hijos racialmente blancos, los
espermatozoides pueden ser enviados desde los Estados Unidos, y los embriones producidos se
implantan en las madres de alquiler de la India que representan los más bajos costos para futuros
padres en cualquier lugar en el mundo (2017, p. 208).

De esta manera, la mujer se entiende como un elemento parte de un proceso: nos alejamos del
objeto sexualizado de la publicidad para tener un objeto mercantilizado de la medicina.
Aceptar Por esta razón, este tipo de forma de lograr una familia ingresa en una lógica de
mercado con el cuerpo humano.

PÁRRAFO ARGUMENTATIVO (relaciones causales)

Además de ello, legalizar este tipo de prácticas serían perjudiciales en un país como Perú,
pues resulta ser una práctica que mantiene y profundiza las relaciones de desigualdad social
que ya existen. Hay que entender cómo funciona este tipo de reproducción asistida. A
diferencia de la fertilización in vitro por la cual la madre receptora y gestante es la misma que
aporta y recibe el óvulo fecundado, en la maternidad subrogada hay una “madre alquilada”
que participa en este modelo de fecundidad (Roa, 2017). Para ello, se suele contratar a una
madre que acepte ser la receptora del óvulo fecundado y mantenga la gestación. Este esquema
comercial no suele ser económico en lo absoluto. Es una práctica casi exclusiva para las
clases socioeconómicas mejor establecidas sobre las que no tienen poder económico: es una
práctica vertical entre quienes pueden pagarlo por sobre quienes no tienen más que su cuerpo.
Para comprobar esta relación piramidal, Martín Acosta estima que un alquiler de vientre
cuesta en promedio entre 40 y 70 mil soles, además de una pensión mensual por el tiempo de
embarazo de S/. 1 200, los exámenes de control de toda gestión y el costo del tratamiento de
fertilización que oscila entre los S/. 4 000 y S/. 5 000 (El Comercio, 2014). Evidentemente, es
un tipo de reproducción excluyente, pero, sobre todo, un modelo comercial para familias
pobres que aceptan utilizar su cuerpo para engendrar los hijos de clases socioeconómicas
mejor acomodadas. Por esta razón, me opongo a que el Estado legitime una práctica que
hunde aún más las raíces de la desigualdad social de un país donde la discriminación sigue
siendo un problema social vigente.

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PÁRRAFO ARGUMENTATIVO (generalizazión por inducción/deducción)

Evidencia 1: No se mide el impacto psicológico que implica el desprenderse de


un niño que has gestado.
Evidencia 2: No se puede garantizar el derecho de la madre gestante a no sufrir
las consecuencias psicológicas de un posible aborto.
Evidencia 3: Se han descubierto enfermedades asociadas a las madres bajo este
tipo de modalidad.
Argumento: Existen condiciones de desprotección de la madre receptora que no se pueden
controlar de manera efectiva.
Tampoco debería legalizarse este tipo de prácticas , debido a que existen condiciones de
desprotección de la madre receptora que no se pueden controlar de manera efectiva . Mientras
que quienes apoyan este medio basándose en el deseo de la paternidad/maternidad de quienes
no pueden lograrlo, no se llega a considerar los problemas emocionales y psicológicos que
supone el desprenderse de un niño que se ha gestado en el interior de la madre receptora por
los 8 o 9 meses de embarazo. Se piensa que no debería ser un problema, pero, como bien ha
señalado Bruton y Ruseel( 2008), en esta etapa se desarrolla la relación de apego que tiene
una dimensión afectiva y emocional:

Con el embarazo el cerebro de la mujer cambia, estructural y funcionalmente, al responder a las


consignas básicas que recibe del feto. Este vínculo se refuerza con el parto y la lactancia porque el
contacto cuerpo a cuerpo potencian los circuitos neuronales más fuertes de la naturaleza. El
conocido como vínculo de apego afectivo y emocional forma parte del proceso biológico natural
del embarazo (citado en López 2009: 307)

Ello no se mide de manera clara cuando se establece como una relación comercial, pues
supone una experiencia traumática el perder a quien has gestado. De forma similar, ocurre
cuando la gestación se interrumpe por un aborto espontáneo. Como bien ha señalado Ballester
(2018), esta forma de maternidad supone la implantación de un óvulo fecundado que debe ser
inoculado para que pueda ser recepcionado de forma exitosa en el cuello uterino. Sin
embargo, las probabilidades de que ocurran desprendimientos—puesto que no se ha fijado de
forma natural y progresiva—es más alta que en embarazos regulares. En casos más extremos,
llegan a producir la muerte de estas que, según OMS (2018), llegan a ser 830 mujeres por año.
Tampoco se mide el efecto físico en las mujeres receptoras que llegan a desarrollar
enfermedades asociadas a este tipo de prácticas, como diabetes gestacional, preeclampsia o

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clampsia (Ballester, 2018). Por ello, legalizar estas prácticas médicas significa realmente
hacer legal la desprotección de las “madres alquiladas” salvaguardando la integridad de
quienes las contratan.

PÁRRAFO ARGUMENTATIVO (por definición)

PÁRRAFO DE CIERRE

En conclusión, este tipo de propuestas legislativas que se dirigen a un reducido sector de la


población no tiene una justificación suficiente. Como se ha visto, una medida como esta
retrocedería años de lucha feminista por los derechos de las mujeres: manteniéndose las
relaciones de poder sobre el cuerpo femenino como objeto sexuado. Además de ello, se ha
logrado demostrar que la maternidad subrogada es un esquema comercial que no solo se
dirige a la población con más ingresos sino que reproduce una pirámide social de desigualdad.
Finalmente, se ha visto que no existen garantías suficientes para que la madre receptora
conserve su integridad física y psicológica luego de este proceso de gestación y “venta” de
“su hijo”. A partir de todas estas evidencias, es necesario que quienes apoyan este tipo de
prácticas no solo midan los beneficios que pueden lograr un reducido grupo social. Es
necesario cuestionar el problema en general para que, así, puedan tomar parte de una posición
más clara. La maternidad y la paternidad son eventos hermosos y de gran responsabilidad,
pero debemos evaluar los costes sociales que ello puede significar en este tipo de modelos.

REFERENCIAS

Acosta, M. (22 de junio de 2014). “Peruanas ofrecen alquiler su vientre a S/. 70 mil soles”. El
Comercio. Recuperado de https://elcomercio.pe/lima/peruanas-ofrecen-alquilar-vientre-s-70-
mil-internet-332746

Allcca, L. (2018). La maternidad subrogada gestacional altruista en el Perú: problemática y


desafíos actuales. Derecho & Sociedad, (51), 103-117.

De María Cáceres-Manrique, F., Molina-Marín, G., & Ruiz-Rodríguez, M. (2014).


Maternidad: un proceso con distintos matices y construcción de vínculos. Aquichan, 14(3),
3196-326. https://www.redalyc.org/pdf/741/74132361004.pdf
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López, J.(2017). <<Dimensión económica de la maternidad subrogada (“habitaciones en
alquiler”)>>. Cuadernos de Bioética, XXVIII (2), 199-218. Recuperado de

http://www.redalyc.org/pdf/875/87551223005.pdf

Roa, Y. (2017). Infertilidad y nuevas técnicas reproductivas en el Perú: un abordaje


psicosocial. Revista Peruana de Obstetricia y Enfermería, 3(1), pp. 73-79.

LÓPEZ, N. (2009). Comunicación materno-filial en el embarazo. Cuadernos de Bioética. 20


(3), 303-315. http://www.redalyc.org/pdf/875/87512342001.pdf

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