Está en la página 1de 2

Escuela del derecho natural o iusnaturalismo.

El derecho natural es un constructo filosófico destinado a manifestar un nuevo concepto de la


naturaleza humana cuando esta ya no esta dispuesta por Dios, sino como conjunto de condiciones
necesarias para regular la coexistencia entre los humanos.
La escuela del derecho natural incluye la mayor parte de los filósofos de los siglos XVII-XVIII.
Hobbes, Locke, Leibniz, Kant, Pufendorf son destacados autores iusnaturalistas. Todos ellos
comparten un método filosófico racional-deductivo con el objetivo de reducir el derecho y la moral a
una ciencia.
El esquema racionalista moderno se basa en el individuo, no en la sociedad. El zoon politicon
aristotélico abandona definitivamente la práctica política y sólo se mantiene como intento por parte
de algunos pensadores de reactivar el debate y la práctica de la ciudadanía. El ente político que se
impone en la modernidad es un individuo separado de Dios -por la reforma protestante- y no unido a
los demás individuos a partir de los lazos sociales como defienden autores comunitarista.
Toda la filosofía política moderna se encamina a demostrar que el poder sólo es legítimo si es
consentido por los individuos, pactado a partir de premisas racionales. Para la mayoría de autores, el
orden social racional por excelencia es el derivado del contrato social. En la medida en que se niega
a las mujeres su estatus de individuo y quedan excluidas del contrato social reivindicarán su derecho
natural a rebelarse contra la tiranía.

El pensamiento político ilustrado: contrato social y contrato sexual.

El siglo XVIII es conocido como el Siglo de las Luces, haciendo referencia al oscurantismo del
periodo medieval. Hobbes y Locke, dos grandes pensadores ingleses del siglo XVII, están en los
orígenes de la idea de contrato social. Según Hobbes, el contrato social nace de dos pulsiones
opuestas e intrínsecas en los hombres. Por un lado, la ambición de ser libre unida al miedo a la
muerte y, por otro, su racionalidad. La unión de ambas pulsiones provoca que para él sea una buena
opción pactar con sus semejantes y delegar el poder en un órgano central: el Estado o Leviatán.
Para Hobbes, el contrato social busca asegurar la integridad y la paz social.
La teoría contractual pone las bases teóricas de la sociedad civil moderna. Esta teoría presupone el
reconocimiento de que todos los miembros de la sociedad son individuos independientes e iguales.
Sobre este supuesto se construyen las ideas de universalidad, igualdad, libertad y fraternidad. Pero
para la mayoría de los ilustrados sólo los varones son individuos independientes portadores de todas
las capacidades necesarias para formar parte del contrato social, mientras las mujeres están fuera
de este proceso de individuación, sometidas al varón en el ámbito privado. Para ellos, la mujer
carece "por naturaleza" de los atributos y de las capacidades de los "individuos". La diferencia
sexual establece así la diferencia entre libertad y sujeción. Las mujeres no son parte del contrato
originario a través del cual los hombres transforman su libertad natural en la seguridad de la libertad
civil. El derecho liberal es así un derecho patriarcal que margina a las mujeres del contrato originario
que funda la modernidad.
En Francia, Rousseau, Voltaire y Montesquieu son autores destacados en este periodo con obras
sobre la educación como L'Emilie de Rousseau o sobre la moral, como Cándido o el optimismo y la
tolerancia en el Tratado sobre la tolerancia de Voltaire.

Declaración de "Droits de la Femme et de la Citoyenne" de Olympia de Gouges.

Todas estas reclamaciones encontraron su forma más radical en la Declaration des Droits de la
Femme et de la Citoyenne de Olympia de Gouges, publicada en septiembre de 1791 mientras el Rey
aprobaba la Constitución que dejaba pendientes las reivindicaciones femeninas. La Declaración, -
dirigida en carta a la reina- reclamaba la aplicación de los principios de libertad, igualdad y
fraternidad a todo el género humano, sin distinción de sexo ni de raza. Pero iba más allá de reclamar
la mera inclusión de las mujeres en los derechos universales para plantear una radicalización de la
concepción del derecho individual.
De Gouges afirmaba la diferencia sexual a la vez que reivindicaba la copresencia de los dos sexos
en el terreno social y político. Con ello cuestionaba el punto de vista masculino que tomaba la
diferencia sexual como fundamento de la desigualdad y de la exclusión de las mujeres de la
ciudadanía. Frente al universal-neutro de la declaración de derechos del hombre, De Gouges definía
la nación como reunión de la mujer y el hombre.
Y junto a los derechos civiles, reclamaba los derechos políticos, cuya negación implicaba para ella la
nulidad de toda constitución.
El texto de Olimpia de Gouges denunciaba el poder masculino en el ámbito público -exclusión de los
derechos civiles y cívicos- pero también en el ámbito privado. Por ello la Declaración se publicó junto
a otro escrito "Forma de Contrato social entre el Hombre y la mujer", en el cual se definían las
nuevas bases de un matrimonio igualitario: derecho de propiedad y de separación de bienes,
derecho al ejercicio de cualquier trabajo, reivindicación del amor libre y de la libre decisión sobre la
reproducción, derecho de la mujer a revelar a los hijos la identidad del padre, derecho al divorcio.
Dos textos, pues, que reivindicaban una transformación radical del poder en lo público y en lo
privado. Y reclamaba para las mujeres, como los hombres habían hecho para sí, el derecho a
rebelarse contra una tiranía -en este caso la de los hombres- que atentaba contra el derecho natural
que es, conforme a la ideología iusnaturalista, la medida del derecho justo. El texto de Olimpia de
Gouges cuestionaba así las bases de la ciudadanía moderna en un texto que sigue siendo clave en
la reflexión de la política contemporánea.

También podría gustarte