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3 GEOGRAFÍA FÍSICA DEL ESTADO MEXICANO

1.3.1 Extensión territorial de la Nueva España

La geografía física de México ha influido notoriamente en la forma de imaginar,


conceptualizar, ver y llevar a la práctica el ejercicio de la política y del poder, desde la
época virreinal hasta el estado mexicano actual.

Es en la etapa novohispana en donde el otrora reino de ultramar dependiente de la


corona española, ya se le comenzaba a denominar México en forma coloquial y cubría
una enorme extensión territorial que abarcaba hasta el actual estado de Alaska en los hoy
modernos Estados Unidos de América, esto por el norte del territorio. Aquí se dará una
explicación de porque se da la primicia de la exploración de estos territorios al ala
novohispana del entonces imperio español. El autor e historiador mexicano Enrique
Moreno Kegel en un artículo publicado y titulado “ALASKA FRONTERA NORTE DE LA
NUEVA ESPAÑA”. Explica como una gran porción del continente americano desde esta
región ya mencionada hasta la actual Centroamérica, era gobernada desde la Ciudad de
México, la capital virreinal. Y es a iniciativa de dos virreyes Antonio María de Bucareli y
Ursúa, y el segundo conde de Revilla-Gigedo, Juan Francisco Güemes se enviaron
expediciones con el objetivo de explorar y colonizar toda la zona costera de California y
para vigilar las incursiones rusas en esa zona.

Citando el artículo del historiador ya mencionado, se detallarán los territorios


explorados y la relación de su geografía física con los intereses políticos de la monarquía
española:

La efímera ocupación de este territorio se basaba en la -BULA INTER CAETERA-


emitida en 1493 por el papa Alejandro VI, la cual dividía y entregaba los territorios del
“Nuevo Mundo” a los españoles y portugueses, ese documento entregó casi por completo
el territorio a los españoles.

El virreinato de la Nueva España extendía entonces sus dominios al norte y fue


entonces que el marinero Juan Pérez, comisionado por el virrey Juan Antonio Bucareli,
alcanzó en 1774 los límites de Alaska, llegando al puerto de San Lorenzo, que cambiaría
su nombre a Nootka hoy Columbia Británica.
En viajes posteriores, Bodega y Cuadra en 1775 y 1779 alcanzó el paralelo 58° de
latitud norte, reclamando esos territorios para la corona española.

El 3 de febrero de 1790 zarpó de San Blas una flota con rumbo al norte del
pacífico, comandada por Francisco de Elisa cuyo objetivo era realizar un conocimiento
del área y ver si existían asentamientos rusos o ingleses. Salvador Fidalgo, quien estaba al
mando del barco “San Carlos” desembarcó en las costas de la isla Príncipe Guillermo,
tomó posesión del territorio en nombre de la corona española y bautizó ese territorio
como bahía de Córdova, hoy en día Puerto Córdova que aún existe en los mapas como
recuerdo de esa exploración.

Años después, George Vancouver realizó el mismo viaje y cambió el nombre de


Puerto Mazarredo a Puerto Fidalgo, nombre que se conserva en los mapas y se ubica en el
estado de Washington en los Estados Unidos, casi en la frontera con Vancouver Canadá.

Así como Puerto Fidalgo subsistió a las nuevas conquistas, Puerto Valdez
nombrado así por Fidalgo en 1790.

Sin embargo, su travesía se perdería en el tiempo, pues mientras surcaba los mares
del norte, la corona española firmaba la primera de las Convenciones de Nutka, que
terminaron con la renuncia de la corona a esos territorios a favor de Inglaterra en los
años posteriores.

Esteban José Martínez, también bajo la instrucción de Bucareli, llegó y estableció,


en el fuerte de San Miguel, lugar en que levantó la bandera española en 1795,
precisamente un año antes que las negociaciones del Rey Carlos IV entregase ese
territorio de manera definitiva a los ingleses.

Esto nos pone en perspectiva como el norte del océano pacífico territorialmente a
pesar de haber sido conocido y tomar posesión bajo instrucciones de la Nueva España, la
nula colonización y una geografía cargada de espesos bosques de coníferas montañas y
tundras no fue de interés para la corona en ese entonces, además sería difícil administrar
tan vasto territorio desde la Ciudad de México, una escasa población española desde
California, Colorado, Arizona, Utah, Nuevo , Tejas y demás sumado a poblaciones nativas
no asimiladas, serían blanco fácil de incursiones de otras potencias imperiales a esas
tierras además de contar con regiones naturales como desiertos, valles, y bosques que
dificultaban la simplicidad de los territorios conquistados de Mesoamérica que en su
mayoría eran llanuras, sierras y mesetas con climas no tan extremos como la de las otras
regiones,

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