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Rosenthal G. 1975 El Periodo de Latencia 1
Rosenthal G. 1975 El Periodo de Latencia 1
El período de latencia En: Revista de Psicoanálisis. -- Vol. 32, no. 2 (1975). -- Buenos Aires : Asociación
Psicoanalítica Argentina, 1975. -- p. 349-412
El período de latencia *
Gela Rosenthal **
"La latencia sexual no puede provocar una completa Interrup ción de la vida sexual, salvo en
las organizaciones culturales que han inscripto en sus programas una represión de la sexua
lidad infantil. Esto no se da en la mayoría de los pueblos primitivos."
Introducción
En este trabajo deseo presentar una visión panorámica sobre el período de latencia y sus
características. Realizare un breve enfoque de los psicodinamismos en la latencia y enfatizaré
la importancia de la repre sión como mecanismo de defensa por excelencia en este período y
las vicisitudes de sus resultados, diferenciando lo que se considera represión útil (funcional) de
una represión patológica. Estudio el interjuego de los mecanismos de defensa y algunos
conflictos característicos. Tomo en cuenta también los vínculos interpersonales.
Además, abordo algunas aproximaciones al problema de la pato logía y su ubicación
nosológica. Mostraré características del proceso analítico propias de este período, para lo cual
presento fragmentos de dos historiales clínicos.
Gela Rosenthal
El período de latencia
Gela- Rosenthal
esto surge con claridad del material clínico y de las investigaciones de distintos autores que han
estudiado este tema.
El papel de la cultura es enfatizado también por Lagache 24, que la señala como
determinante de la disminución del incremento pulsional. Ex presa este autor
que dadas las bases (hasta los 5 años) de la organización individual, las
tendencias futuras se dirigen a la organización de la especie. Fracasan las
tendencias asociales (incestuosas) y se hace el pasaje al período de latencia,
que representa una dilación de las pulsiones sexua les directas, que
reaparecen en la pubertad.
Fenichel? también reitera la disminución en número e intensidad de las manifestaciones
sexuales directas en la Jatencia y señala que de tiempo en tiempo una
fragmentaria manifestación de sexualidad evade la sublimación y que alguna
actividad sexual persiste durante todo el perío do de latencia, aludiendo a la
masturbación.
A. Freud 8 coincide con las características señaladas por S. Freud para el período de
latencia y describe su significado para el desarrollo del Yo. Este asume la
superioridad dirigiendo las acciones del niño. El Yo establece el principio de
realidad y efectúa la primera adaptación real a las exigencias del mundo
externo.
Algunas funciones yoicas ya están desarrolladas y diferenciadas antes de la latencia, por
ejemplo, el control instintivo, la prueba de la realidad y la capacidad de
síntesis, siendo estas funciones prerrequisitos para el advenimiento de la
latencia. ... Melanie Klein 21 caracteriza a este período por la limitación de la
vida imaginativa provocada por la represión y señala que la latencia no lo es
sólo respecto de la sexualidad sino también en relación a los temores
persecutorios, vinculados ambos con la lucha contra la masturbación..
Berta Bornstein 3 describe el período de latencia como una etapa de equilibrio precario
entre fuerzas opuestas (instintos y Superyó). Este equilibrio se establece con
la disolución del complejo de Edipo, en favor de la represión y en alianza con
los aspectos más benignos, desexualiza dos, de los padres internos, con
quienes la identificación toma el lugar
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El período de latencla
Psicodinamismos de la latencia
Gela Rosenthal.
prano a favor de una identificación con los aspectos más benignos de las
imagos parentales, que se transforman entonces en valores e ideales que
comienzan a regir la actividad del sujeto. Ello es consecuencia de la declinación
del complejo de Edipo y la consiguiente atenuación de los conflictos entre el
Superyó y los impulsos. Esta reestructuración en la organización del Superyó es
concomitante con una reorganización de las otras instancias psíquicas,
reorganización que comienza como un "pre cario equilibrio" que se va
consolidando paulatinamente.
- El Superyó de la latencia contiene un mandato distinto al de los períodos previos, porque
implica un reconocimiento del Self como tota lidad, y no en términos parciales
(oral, anal). Esta razón es una de las que explica por qué es experimentado
como un objeto extraño en el Self. A ello debemos agregar que la prohibición
que contiene se refiere a una conducta realmente irrealizable por el niño, que no
posee la maduración biológica suficiente.
Este proceso de consolidación progresiva incluye también al Ello, concebido como una
estructura disposicional, a partir de la cual surgirán las distintas tendencias a la
manifestación en conductas, tendencias que son inconscientes y que pueden
quedar coartadas en su desarrollo. En esta estructura disposicional el carácter
básico está dado por el interjuego entre las tendencias a la organización de
estructuras de complejidad cre ciente (Eros) y las tendencias a la
desorganización y la vuelta a lo ina nimado (Tánatos). Los distintos impulsos
parciales (oral, anal, fálico-ure tral) se expresan en cada uno de estos sectores
en conflicto, circunstancia que se observa en la latencia a través del desarrollo
de disposiciones per sonales en áreas relacionadas con el aprendizaje, la
sublimación, la mani festación de intereses y capacidades, o bien, por el
contrario, por su limi tación excesiva
Pasemos ahora al análisis del Yo como estructura, área en la cual se dan las mayores
modificaciones en el curso de la latencia. En efecto, el establecimiento de los
controles obsesivos determina un fortalecimien to en la capacidad para
discriminar, cuando estos controles son adaptati
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El período de latencia
Gela Rosenthal
El período de latencia
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Yo como.exigencias excesivas y, por lo tanto, la autoestima queda dismi
nuida en comparación con las metas que el Yo no puede alcanzar.
A partir de este período comienzan a hacerse más notables los
conflictos con respecto a la autoestima en la medida en que, una vez
internalizado el Ideal del Yo posterior al complejo de Edipo tardío, surgen
distintos mecanismos yoicos para regular su relación con esta instancia.
Cuando las defensas obsesivas, características de este período, no alcan zan
para este proceso de regulación de la autoestima, el Yo puede recu rrir a
mecanismos maníacos y, en último extremo, a las conductas psico páticas, con
una inversión sistemática de la situación en la cual el latente hace víctima a otro
de aquellas situaciones en las que él fue objeto del sadismo de otros (real o
fantaseado), con lo cual, según sus fantasías, realiza sólo un acto de justicia.
Los sentimientos de culpa, propios de la relación entre el Yo y el
Superyó, pueden determinar, en cierto momento, la emergencia de autorre
proches motivados por la ambivalencia con respecto a determinados ob jetos,
como es característico de la incorporación oral canibalista. Una de las defensas
habituales en la latencia es la de la proyección de la culpa, con lo cual el niño
se identifica con el Superyo criticando al Yo externa lizado en otras personas.
'Las relaciones entre el Yo y el Ello, mediadas a través del Superyó,
adquieren nuevas características, en la medida en que la motricidad, tal como
se ha señalado, permite el despliegue de conductas para obtener
gratificaciones sustitutivas en reemplazo de las tendencias incestuosas del
período previo. Sin embargo, una excesiva atracción por parte de lo in
consciente con respecto a las representaciones, atracción motivada por lo que
Freud denominó Tánatos, puede impedir la estructuración de orga nizaciones
de complejidad creciente dentro del aparato psíquico. Por el contrario, una
fuerte tendencia a la integración resulta un indicio del pre dominio de las
pulsiones libidinales.
i “En relación con el Superyó y con el Ello, uno de los mecanismos de
defensa obsesivos yoicos característicos es el de la formación reactiva,
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que ha sido descripto como la defensa maníaca del sistema obsesivo, co mo una inversión con
respecto a los impulsos que realmente se desean manifestar......
...... . ....... . .. . Pero es la represión el mecanismo por excelencia en este
período. Como se trata de un tema especialmente importante, prefiero
destacarlo en un apartado independiente.
Represión
escolaridad y aprendizaje, de modo que una buena latencia será la que facilite
el mismo. Tradicionalmente se da por sentado que el niño habrá realizado "una
represión exitosa".
La redefinición del uso del término represión referido a la latencia es un
requisito fundamental para sistematizar y conocer los dinamismos psíquicos de
este período del desarrollo. Comencemos señalando que es necesario diferenciar
entre la acción de un mecanismo y el éxito del mis mo. En efecto, una cosa es
que predominen mecanismos de represión y otra muy distinta es que la represión
sea exitosa. La represión es el me canismo característico de la latencia y
parecería determinar la amnesia infantil de los años previos a la declinación del
complejo de Edipo. Sin embargo, a pesar de ser su mecanismo más específico,
los demás me canismos operan en mayor o menor grado. En los casos en que
existen fuertes fijaciones en períodos previos, la acción de la represión fracasa
con relativa frecuencia y en su lugar pueden surgir mecanismos de los estadios
más tempranos, de carácter anal u oral. Estos remanentes de. períodos previos
son una constante y ocurren en los casos en que la represión funciona
normalmente, pero adquieren primacia cuando las fijaciones en periodos previos
son muy intensas. :. Además de estas fallas en la represión por ser este
mecanismo muy débil en los casos que acabamos de mencionar, puede darse el
extremo opuesto, cuando la represión opera masivamente, lo que da lugar a
cuadros de inhibición.
Una represión exitosa implica no la imposibilidad de las manifesta
ciones de la instintividad. La instintividad sigue estando vigente, puesto que la
represión no opera sobre el impulso sino sobre su representante, y sobre todo
sobre sus representantes directos, propios de la situación edípica. Existen
numerosos representantes del impulso que se mantienen fuera del campo de la
represión, y ello ocurre sobre todo en aquellos casos en que la represión,
siendo exitosa, facilita las posibilidades de simbolización. .
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La represión es un mecanismo yoico relacionado con las condi ciones y la habilidad para
contener el impulso a la realización inmediata del deseo *.
Partiendo del pasaje del objeto originario del deseo al objeto sus titutivo por los mecanismos de
distribución, se suceden nuevos pasajes que enriquecen al mundo objetal. Esta es la clave de
la simbolización que permite al niño repetir una y mil veces la fantasía del deseo al mismo
tiempo que lo aleja y protege de la realización incestuosa con el objeto original y sin tener que
renunciar a la realización simbólica de estos deseos con los objetos sustitutivos.
Los deseos buscan subrogados del objeto primario y formas para vehiculizarse a través de, por
ejemplo, fantasias diurnas, actividades y masturbación, en condiciones de seguridad frente al
Superyó.
Este conocido proceso de la simbolización es precisamente la base de la llamada represión
exitosa o evolutiva en la latencia. Justificarla ser llamada represión porque busca evitar realizar
el acto sexual pro piamente dicho, ya que es conocida la patología que se desencadena en un
latente cuando esto no se da.
La simbolización reaviva todo el desarrollo de la personalidad (motora, plástica, etcétera), y
cuando más rico es el desarrollo, más fór mulas tiene el niño para realizar, en la fantasía
diurna, sus deseos, an. gustias y defensas. Se basa en el complejo de Edipo y los medios que
utiliza están relacionados con todas las fases de la libido y las zonas erogenas.
Señalaremos así el período de latencia como una fase clave en el desarrollo de la
personalidad, por corresponder este período a la inmensa tarea del desarrollo pleno de la
simbolización, con la ejercitación de todas las capacidades intelectual, motora, emocional,
etcétera). Entre
. Comentando estas ideas, R. Grinberg señaló, siguiendo a diferentes autores, que la represión,
en su
funcionamiento normal, preserva de la psicosis al permitir organizar la memoria. Tal como lo
plantea Abraham, parecería ser que es el establecimiento de los mecanismos obses/vos en la
fase anal se cundarla el que adquiere tal carácter de preservador. Podrla concebirse que la
represión funcional sólo puede asentarse sobre el establecimiento de mecanismos igualmente
funcionales de control y que esta articulación entre ambos sistemas se logra habitualmente
durante la latencia.
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El período de latencia
: El período de latencia
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pecto a sus progenitores, como si éstos necesitaran ser auxiliados, apla cados,
y enorgullecerse con los logros del hijo. Los latentes satisfacen con actitud
servil las expectativas de los padres, conducta que resulta de una defensa
contra la dependencia y un intento de inversión de la situación..
Sin embargo, estas hipótesis, en las cuales el conflicto con res pecto a la masturbación
desempeña un papel fundamental, descuidan el hecho de que no siempre la
masturbación tiene el mismo significado. Quizás pueda aceptarse que en
términos generales tiene un contenido defensivo, de carácter maníaco, para no
reconocer la diferencia de sexos, la pérdida de las fantasías de bisexualidad, la
necesidad de una persona del sexo complementario para la realización genital.
Pero esta hipótesis de carácter genérico debe ser precisada. Por un lado
existen defensas maníacas contra ansiedades esquizoides (defensas que se
evidencian en la identificación con el perseguidor), y contra ansiedades
depresivas (defensas que se evidencian en la reparación patológica). Por otro
lado, según cada cuadro clínico la masturbación tiene significados específicos.
Veamos algunos ejemplos. En ciertos casos la masturbación puede ser el medio
con que cuenta el niño para restablecer el sentimiento de iden tidad frente a
fantasías de desrealización, de fin de mundo, de desperso nalización. Se trata,
evidentemente, de casos de gravedad extrema, que podríamos contraponer a
otros, en los cuales la masturbación tiene un claro significado de realización de
una fantasía agresiva contra el padre del mismo sexo y de posesión erótica del
padre del sexo opuesto. Pero inclusive en estos casos puede predominar,
según los factores inter vinientes, la erotización, en cuyo caso nos
encontraremos más cerca de las histerias de conversión, o bien el temor al
castigo, en cuyo caso. nos encontraremos más cerca de la fobia, que se
expresa en muchos de estos casos como fobia de contacto.
En otros niños la masturbación puede ser equiparada a la reali zación de un acto
culposo, en cuyo caso surgen fantasías de autorreproche frente a las meras
tendencias a llevarlas a cabo. En otros niños,'la mas
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El período de latencla
turbación puede tener un carácter vindicatorio, y ser la expresión de una conducta inductora por
parte de los padres, frente a la cual los hijos responden con fantasías de venganza, de
realización de "actos prohibi dos”, con la finalidad de inducir a su vez en terceros aquellas
acciones que el niño sintió que a su vez indujeron en él. En otros casos, por fin, la
masturbación puede tener el significado de un acto cruel y sucio, del cual el niño procura
defenderse, así como de sus posibles derivados, que pueden contaminar e invadir otros tipos
de actividades.
Si bien los períodos previos podían explicarse en su sucesión se gún el desarrollo de los
estadios libidinosos, no ocurrió lo mismo con el ingreso en la latencia, puesto que no había
ningún indicio de una evo lución equivalente en cuanto al nuevo predominio entre las zonas de
la libido. Es por ello que la explicación de la emergencia del período de latencia encontró
mayores dificultades.
Los estudios realizados en sociedades primitivas muestran que las características de los niños
de cinco años en adelante en dichas comunidades difiere marcadamente de lo que ocurre en
nuestra cultura. Se ha concluido 22, 31, como consecuencia de estudios antropológicos, que en
la latencia de dichas comunidades existen, sin embargo, aspectos co munes a los que
encontramos en nuestras culturas más avanzadas, Tales aspectos son la universalidad del
complejo de Edipo y del temor a la cas tración. A partir de allí pueden discriminarse diferencias,
inclusive entre las culturas estudiadas por Roheim, según que sean de tipo matriarcal o
patriarcal, llegándose a una distinción extrema entre culturas con o sin período de latencia.
En nuestra cultura podemos tomar diferentes factores, que pasaré a estudiar, para el ingreso
en la latencia.
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1) Ansiedad de castración
Uno de los factores fundamentales para el ingreso en la latencia, que constituye en realidad un
universal, es la fuerza de la ansiedad de castración. En efecto, el niño, ante la percepción de la
existencia de per sonas sin pene (aunque todavía ello no sea equiparado a la existencia
positiva de vagina), experimenta una agudización de sus ansiedades cas tratorias y, como
consecuencia, sufre un refuerzo de los mecanismos represivos. Estos mecanismos defensivos
son reforzados, a su vez, con técnicas de control obsesivo y, en caso de que estas fallen, con
defensas maníacas. La dentición tiene cierta importancia en relación con las an siedades de
castración en el pasaje a la latencia 32,
2) Inmadurez biológica
La equiparación entre el esquema corporal del niño y el de los adultos, incluso el de aquel que
es el objeto de su deseo (la madre en el varón), constituye otro factor que induce al niño a
establecer una demora con respecto a sus propios anhelos genitales.
3) Evolución del Yo
Otro factor más cuya importancia merece ser destacada, es el de la evolución del Yo que lleva
al niño a entregarse a nuevos intereses, entre ellos el de experimentar su propio crecimiento y
gozar con sus aprendizajes crecientes, en detrimento del vínculo de carácter edípico, que por
momentos es valorado como un obstáculo para las nuevas experiencias. Las vivencias de
control, retención, discriminación, cons
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El período de latencia
tituyen todo un universo, junto con las capacidades crecientes para mo dificar el ambiente a
través de actividades aloplásticas, que el niño desem peña por el intenso placer que le
producen. Por lo tanto, la demora en cuanto a la realización de los anhelos genitales tiene
también un matiz funcional en tanto nuevas disposiciones yoicas se ponen de mani
fiesto y requieren la mayor parte de la libido del niño.
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Relaciones interpersonales
El periodo de latencia
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Este aspecto de la bibliografía fue señalado por C. Robles Gorriti durante la discusión de este
trabajo.
El período de latencia
emisarios, sobre todo cuando se dan conflictos serios con otros grupos de pares,
con los adultos, o bien cuando el líder tiene características especialmente
sádicas.
Estos grupos permiten un primer nivel de socialización distinto del de la
familia y diferente inclusive del de la escuela, en la cual, si bien hay un cierto
grado de igualdad, existe la tendencia a agradar al adulto, en una lucha en la
cual los demás niños son los rivales. En este caso, la falta de un adulto por cuyo
amor competir da origen a una serie de experiencias que constituyen para el Yo
una nueva prueba de realidad en relación con sus propias posibilidades. El
desarrollo motriz suele alcanzar en estos casos un alto nivel de expresión y se
constituye en la base de las gratificaciones tanto libidinosas como agresivas.
También el desarrollo verbal e intelectual se constituye en una fuente de
expresión de los impulsos, cuando no se trata de una manifestación
estereotipada, y se pone al servicio del desarrollo de juegos de ingenio, del
paulatino establecimiento de normas, etcétera.
En síntesis, los grupos de pares constituyen un nivel en el cual el latente
va desplegando con mayor o menor fluidez su repertorio de con ductas y va
enriqueciendo su identidad al insertarse en contextos huma nos cualitativamente
distintos que poseen, por lo tanto, diferentes siste mas de valores e ideales.
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El período de latencia
Nosología en la latencia
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alcanzado hasta el momento una unidad de criterio suficiente. Por ejem plo, en la escuela
americana prevalecen los criterios relativos a una clasificación basada en la
evolución de los impulsos y del Yo en sus líneas de desarrollo ! Con este criterio
se toman en cuenta: 1) maduración de los impulsos y del Yo para la adaptación
al ambiente; 2) desarrollo de las relaciones objetales; 3) organización de la
estructura psíquica. Estos lineamientos permiten un enfoque longitudinal y están
en relación con cuatro tópicos: 1) nivel de tolerancia a la frustración; 2)
aceptación de la sustitución como satisfacción; 3) actitud del niño ante el miedo y
la angustia; 4) indice de progresión y regresión. Con esta base, A. Freud o
propuso la siguiente nosología de las perturbaciones infantiles: 1) alteraciones
de la normalidad; 2) síntomas transitorios, resultantes de la tensión evolutiva; 3)
regresiones permanentes, análogas a los puntos de fijación y al daño estructural
(Yo-Superyó): a) estructura de carácter (neurótica, psicótica, delincuente), o b)
sintomas (neuróticos, psicóticos, delictivos); 4). deficiencias primarias;
retardados defectuosos y persona lidades atípicas; naturaleza orgánica;
distorsiones del desarrollo y la es tructuración; 5) procesos destructivos
orgánicos, tóxicos y psíquicos o desconocidos, que produjeron o están a punto
de producir una interrup ción del crecimiento mental.
También, sobre esta base, Neubauer 27 planteó ordenar la patología según la relación con
el desarrollo a partir de cuatro enfoques: 1) el des arrollo evolutivo; 2) los
trastornos del desarrollo; 3) los trastornos en el continuo entre conflicto normal y
patología; 4) las perturbaciones pri marias y su efecto en el desarrollo.
Por su parte, Settlage 27 propuso la idea de que las variables prin cipales que deben
tomarse en cuenta en una nosologia infantil son directa o indirectamente
discernibles en el Yo y sus funciones. Afirmó que los traumas y problemas que
se producen durante el desarrollo psíquico, afectan adversamente la estructura
mental, la integración del equilibrio intrapsíquico; subsecuentemente estos
factores se manifiestan en la ac tividad del Yo y los intentos de adaptación. Por
lo tanto, el Yo es el eje
37.4
El período de latencia
a través del cual encuentran expresión todas las variables, y puede pro porcionar
una base para un sistema nosológico: Planteó los siguientes conceptos como la
base de la nosología: 1) el momento de la experien cia traumática en relación
con el estudio del desarrollo psíquico tem prano determinará si el trastorno se
debe realmente a la psicosis o la neurosis; 2) el trastorno de carácter neurótico
se debe a tipos neuróticos de psicopatología, y el trastorno de carácter psicótico,
a tipos psicóticos de psicopatología; 3) es posible además definir subtipos de las
categorías principales sobre la base de defensas y síntomas específicos y el
estado de desarrollo yoico y psicosexual del que deriva. Propuso más adelante
las siguientes categorías nosológicas, en orden creciente de gravedad del
trastorno psíquico: 1) trastornos del desarrollo; 2) trastornos situa cionales; 3)
neurosis; 4) trastornos neuróticos de carácter; 5) trastornos psicóticos; 6)
psicosis y 7) trastornos psicóticos asociados con tras
tornos orgánicos.
Como vemos, en la escuela americana existe una base teórica para
formular una nosología infantil, que entre nosotros no tiene un carácter tan
definido. .
En nuestro país R. Soifer 34 planteó un esquema para una nosología
infantil tomando en cuenta aspectos evolutivos y dinámicos. Distinguió entonces
entre: 1) neurosis, 2) situaciones críticas, 3) situaciones psico ticas, 4) psicosis
crónicas.
Entre otros item tomó en cuenta el carácter de las regresiones (re
cuperables o no; lentitud de la recuperación o no), las detenciones y los
defectos del desarrollo.
Ahora bien, la clasificación vigente hasta el momento con res pecto a la
nosología de la latencia se debe a Buxbaum", quien diferenció dos grupos, uno
obsesivo y otro agresivo, según que el latente se encon trara bajo el dominio del
Superyó o del Ello, respectivamente. En el caso del niño obsesivo dominarían
las defensas frente a los impulsos, mien
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Gela Rosenthal
tras en el segundo, el de los niños impulsivos, la realización de las ten dencias pulsionales
tendría predominio.
Cabe plantearse hasta qué punto esta diferenciación es válida en nuestros días, y ello por
varias razones.
Desde el punto de vista teórico, la diferenciación entre predominio del Superyó y predominio del
Ello puede ser cuestionada. Cuando pre domina la tendencia de carácter obsesivo, nos
encontraríamos con un niño cuyas conductas surgen de la obediencia a mandatos internos, de
carácter superyoico, pero debemos preguntarnos hasta qué punto estas conductas no son
simultáneamente la realización de un impulso.
Igualmente, con respecto a los niños con un predominio de la impulsividad en la latencia, el
concepto resulta difícilmente comprensible a menos que se considere la hipótesis, expuesta por
Johnson y Szurek 18, acerca de la existencia de un Superyó lacunar, que induce conductas de
carácter impulsivo y que tienen por finalidad el restablecimiento de la autoestima y al mismo
tiempo, una meta reivindicatorja. Planteamos, pues, el siguiente interrogante: ¿es pertinente
desde el punto de vista teórico tomar en cuenta para el establecimiento de una clasificación
nosológica sólo estos dos aspectos (al predominio del Ello o del Superyo)?
Además, desde el punto de vista clinico, encontramos que muy difícilmente la categorización
expuesta sirve para delinear una demar cación clara entre los distintos tipos de fenómenos
observables. En efecto, hemos tratado casos que parecen escapar claramente a esta diferencia
ción. Lo mismo podríamos decir de determinados trastornos organo neuróticos, etcétera.
Así, pues, parece necesario reconsiderar el problema de la noso logía en la latencia. Para ello,
dejando a un lado el capítulo de las psi cosis, nos parece útil tomar las clasificaciones
nosológicas clásicas puesto que, a partir del naufragio del complejo de Edipo, queda
estructurada la base para la consolidación de una organización de la personalidad. Por lo tanto
es pertinente tomar en cuenta que desde ese momento la es
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El período de latencia
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Hasta aqui he procurado realizar una síntesis de diferentes as pectos acerca de la latencia
desde el punto de vista evolutivo.
Considero que sólo teniendo claras estas nociones podemos operar con un parámetro
válido en nuestra labor clínica. A continuación habré de referirme a las
características de las manifestaciones de los latentes en el tratamiento
psicoanalítico.
Con respecto al encuadre en general podemos decir que el la tente, a diferencia del niño
pequeño, tiende a favorecer la inclusión de normas precisas. La ruptura de
estas normas por parte del terapeuta puede provocar diversas perturbaciones
en el curso del análisis. En efec to, el latente experimenta la ruptura de la norma
con una gran sensibi lidad. Es habitual en los latentes la necesidad de controlar
al terapeuta para ver si éste lo engaña, lo roba, le oculta algo. De tal manera, fre
cuentemente invierte la situación y asume la actitud del adulto frente a un
terapeuta al cual adjudica el papel del latente.
Exigen que el terapeuta respete las normas en el juego, pero no vacilan en variarlas ellos
mismos cuando se sienten perdidos en un juego de competencia.
A continuación me referire a aspectos relacionados con el en cuadre, aspectos que
constituyen cuatro de las cinco constantes que Zac 38 discriminó al aludir a este
concepto: tiempo, espacio, funciones y persona real del analista..
Los latentes suelen hacer un manejo muy peculiar del tiempo. Es característica la
puntualidad con que se presentan a las sesiones.
Realizan una distribución del tiempo en relación con el material que traen a la sesión
calculando sus posibilidades de realización a través de un juego. Suelen
distribuir distintos juegos en el curso de una sesión de una manera casi
calculada. Por otra parte, suelen distribuir la parte del tiempo que les
corresponde hablar o suministrar material a ellos y la parte que les corresponde
escuchar lo que dice el terapeuta, dándole
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a las dificultades y los fracasos del niño en las diferentes áreas, sobre todo la escuela, en que
se le exige. Estas entrevistas suelen ser resis tidas por el latente, lo cual conduce al análisis de
la situación.
Los latentes suelen hacer esfuerzos por captar cuáles son los de seos del terapeuta para tratar
de gratificarlos o bien de desafiarlos y esperar la sanción. Cuando ésta no llega, se
desconciertan.
Es habitual la idea de que el tratamiento psicoanalítico de un niño durante el período de
latencia es sumamente tedioso. Si bien en aparien cia las sesiones se suceden con la
repetición, durante lapsos prolongados, de un mismo juego, dibujo o material verbal, hay sin
embargo detalles, a veces infimos, que señalan cambios.
En estos niños es donde se evidencian con más claridad los me canismos de enmascaramiento
en cuanto tratan de poder pasar la cen sura y de contrabando lograr la gratificación de alguno
de los deseos. Detrás de esto hay un permanente desafío, hacia los padres o hacia el analista
en la situación transferencial, a descifrar un enigma.
Utilizan la técnica del aburrimiento o desinterés para tratar de dormir o "latentar" a quien intenta
introducirse detrás de su fachada tran quila o aburrida.
La monotonía del juego tiene un componente de fantasia mastur batoria y del conflicto y la
defensa frente a la misma, por lo cual la iucha se resuelve en una aparente inmovilización,
aunque la fantasía re torna por debajo de la defensa. Además, la monotonía aparente del juego
tiene el valor de una puesta de distancia por parte del latente para evitar o regular el contacto
con el analista y con sus propios contenidos emo cionales.
La estrategia que despliega el latente durante el proceso analítico obedece a su necesidad de
observar, espiar, controlar la conducta de los adultos (el analista) para de acuerdo con ello
saber cómo proceder y evitar así el peligro de castración. Al mismo tiempo le sirve para ir
dosificando cuánto puede mostrar de su tesoro oculto.
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sobre el cual adquieren poder y en el cual consuman sus fantasías eró ticas, puesto que
establecen una unión genital con una mujer idealizada (princesa), etcétera. En
este caso es interesante el hecho bastante habi tual del planteo del siguiente
problema: qué hacer con el país de origen, si volverán a él o no. Suelen
resolverlo a través de una "reunión final" con los padres, que vienen a visitarlos
a sus territorios conquistados. Otra posibilidad es que descubran que son hijos
de ese lugar al cual han llegado, fantasías que remiten, por supuesto, al mito del
nacimiento del héroe, al mito de los orígenes. Son comunes las anécdotas referi
das al robo por parte de gitanos, o bien la fantasía de haber sido en gendrados
por animales o criados por éstos, fantasías en las cuales aparecen contenidos
genitales que, al relacionarse con la "animalidad", parecen mucho más
permitidos.
Además, suelen aparecer componentes hipocondriacos en ambos sexos, como
consecuencia de un énfasis excesivo en las defensas ob sesivas (bloqueo
emocional). En otras ocasiones, y por la misma razón suelen presentarse
componentes organoneuróticos ya bien definidos: asmas, úlceras, trastornos en
la piel.
Este énfasis en las defensas obsesivas, por otra parte bastante habitual en estos
pacientes, les confiere en el análisis los rasgos y al gunas de las dificultades
inherentes al tratamiento de las caracteropatías.
Apéndico
El período de latencia
Andrés, 8 años
Gela Rosenthal
El período de latencia
Primer período
Durante un período bastante largo Andrés desarrolló una secuen cia típica. Comenzaba
dibujando, aproximadamente la primera mitad de la sesión, y luego repetía el
juego del corral con modificaciones mi nimas, pero que a lo largo de esta etapa
fueron desplegando las mo dificaciones de su ansiedad persecutoria. A veces
reforzaba la guardia agregando más soldados, en otras ocasiones escamoteaba
un animal que escondía de mi vista y de la vista de los soldados, solía responder
a mis interpretaciones con un movimiento brusco y vivaz de la cabeza diciendo:
"ipara qué me decís eso!" Inmediatamente volvía a su apatía anterior.
Después de varias semanas pasó a construir fuertes con solda dos por dentro y por fuera.
Decía que eran torres de control. Agre gaba y quitaba soldados o los desplazaba
de lugar. No peleaban. Los hacía desfilar y los contaba y recontaba para
asegurarse de que hu biera un número igual. De ese modo los inmovilizaba e
inmovilizaba la destrucción y los ataques entre ellos por angustia. Trataba de
evitar la guerra y cada vez que surgía este impulso de destrucción conseguía
detenerlo. Evitaba también la lucha, el encuentro y la competencia con su
hermano-padre por la posesión del castillo.
Considere que buena parte de este material era una clara re presentación de su bloqueo
emocional. Al mismo tiempo, pensé que in cluía también un progresivo
conocimiento de que era eso de estar en análisis, en qué consistía el encuadre,
al que a veces equiparaba con el estar encerrado dentro de un corral.
En una sesión hizo desplazar un soldado y dijo que era de noche y que la oscuridad lo
protegía para ir a espiar y no ser descubierto. En caso de verlo, se fingiría
muerto para evitar el castigo.
Le interpreté que por las noches se levantaba sonámbulo a es piar al padre y a la madre.
Ellos eran los enemigos que estaban juntos y planeaban la forma de atacarlo y
destruirlo. Agregué que ponía en
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...
El período do latencia
ellos toda su rabia, sus ganas de atacarlos y matarlos. Si lo descubrían, no podían hacerle
nada porque era un sonámbulo-muerto.
Agregué que ahora podía entender mejor lo que quiso mostrar me en la primera sesión con la
hoja dividida; en una parte, el dibujo como lo que podía o debía mostrar, la casa-fachada. La
otra mitad, vacía. Pero no era realmente un vacío, sino que contenía todo lo que debía
esconderme y esconderse, haciéndose el sonámbulo-muerto para que no lo conviertan en tal.
A partir de entonces abandonó este juego y usando el material de dibujo pudo manifestar todas
sus fantasias sádicas relacionadas con la escena primaria, presentes continuamente con su
actividad mas turbatoria.
Podemos inferir que mi interpretación tuvo un carácter mutativo, puesto que a partir de
entonces se modificó el tipo de material que su ministraba. En el mismo se habían expresado,
durante este primer pe ríodo, sus intentos de retener y controlar a una analista interna perse
cutoria, que a su vez lo retenía y controlaba a él. Otro material carac terístico de este primer
período podrá hacer más clara aún la com prensión de sus dinamismos. Junto con el material
referido a "hacerse el muerto", surgió la fantasía de que ciertos personajes utilizaban rayos
para controlar el pensamiento del otro. Estos rayos, cuando eran lumi nosos, abrían vías dentro
del cerebro del otro iluminándolo. Al mismo tiempo surgieron relatos relativos a robots que,
como se lo interpreté, parecerían ser una consecuencia de los rayos dirigidos por otros, que
habían atrapado su pensamiento. En reiteradas oportunidades le inter preté que él temía que
yo con mis interpretaciones me apoderara de su mente, y que al mismo tiempo lo iluminara. Se
trataba de dos fan tasías contrapuestas en constante interacción: una relacionada con la
curación y la otra con el temor a quedar esclavo de mí.
Sobre esta base pudimos comprender algunos de los dinamismos de su sonambulismo. En
efecto, éste había comenzado a los seis años, con posterioridad a la época "difícil", después
del último embarazo de
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Gela Rosenthal
Segundo período