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Introducción a la Historia de las religiones – Darío Flores

Reporte de lectura: San Martín, Joaquín, Serrano, José Miguel. “Introducción


General: El concepto de Oriente Antiguo” “I.-Introducción: Marco, cronología,
fuentes y constantes culturales” en Historia antigua del Próximo Oriente.
Mesopotamia y Egipto. España, 1998. Editorial AKAL; pp. 7-40.
Leonardo Almendariz Bolaños – 215486848

Para la historiografía el mundo antiguo en Oriente comenzó aproximadamente


entre el 5,000-4,000 a.C. El sistema cultural de esta área se ha agrupado en tres:
Lejano Oriente, China; Oriente Medio, India; y Próximo Oriente, Mesopotamia. La
cronología histórica de estas regiones es variable aunque ha sido segmentada en
igualdad: Periodo Formativo, Periodo Clásico y Periodo de disolución y
decadencia. En el caso de China y la India estos periodos podrían llegar a
definirse en relación a la incidencia que el mundo occidental tuvo sobre procesos
históricos. Sin embargo para el caso de Mesopotamia sus tres procesos
acontecieron en la Historia Antigua, es decir, para cuando llega la Edad Media
Mesopotamia dejó de existir como entorno político-cultural.

Mesopotamia estuvo interconectada con Egipto al Oeste y con India al Este. Los
centros políticos estuvieron distribuidos por una gran región, desde Siria hasta el
Golfo Pérsico, la Anatolia Occidental al Norte hasta el Mar Rojo al Sur. Esto aportó
una identidad cultural única a la región, un dinamismo económico, político y social
que hizo que la región cobrara una gran importancia. Los centros políticos
influyeron unos con otros para el desarrollo cultural y económico, la evidencia
material obtenida nos dice que son muchas las similitudes compartidas, desde el
lenguaje, la escritura cuneiforme, tecnología, expresiones artísticas, patrones de
asentamiento, mercancías comerciadas, etc.

Lo anterior ha propiciado a ignorar la heterogeneidad existente en la región.


Geoculturalmente Mesopotamia estuvo demarcada por grandes ejes durante sus
macroprocesos históricos, Sumer y Akkad, Babilonia y Asiria, Elam y Siria. Del IV
al III milenio Sumer y Akkad fueron las regiones que influyeron en Mesopotamia
transculturando los pueblos, haciendoles adoptar el lenguaje. Eridu, Ur, Uruk,
Lagas, Umma, Girsu y Nippur fueron ciudades sumerias con una larga tradición
cultural y que al finalizar el III milenio a.C. fueron absorbidas por semitas, entre
ellos los acadios. La lengua sumeria dejó de hablarse pero parte de su tradición
fue readaptada a las culturas semíticas como en las ciudades acadias de
Babilonia, Kis y Sippar. La fusión cultural de Sumer y Akkad fue el corazón de
Mesopotamia y la primera monarquía suprarregional.

Babilonia, capital acadia, tenía influencia mercantil, cultural y política sobre la


estepa occidental de Siria y el oriente de Elam mientras que su rival e hija política
Asiria actuó más como colonizadora de la Alta Mesopotamia, arriba de la cuenca
del Tigris. Del 2,500 a.C. al 1,500 Babilonia fue el núcleo de la civilización
mesopotámica y rival geocultural de otras regiones, como Elam, Siria, Anatolia y el
Cáucaso meridional. El semita acadio fue la lengua franca del comercio y la
diplomacia entre las regiones, préstamos lingüísticos, institucionales, rituales,
simbolismos y el uso de la escritura cuneiforme dejó su marca hasta tiempos del
Imperio Nuevo egipcio. Durante esta edad de la Historia mesopotámica se dieron
grandes disputas entre imperios para conformar la monarquía suprarregional
absoluta. Ante los monarcas Seléucidas del siglo IV a.C.- post-Alejandro Magno-
entra en crisis definitiva la civilización mesopotámica y da comienzo a la Historia
Antigua occidental, aunque hubo ciertos resquicios culturales sobre Siria e Irak
que perduraron hasta la conquista árabe del 650 de nuestra era.

Los textos mesopotámicos refieren al pasado y el devenir como producto de la


obra y voluntad de los dioses, y el presente existe sólo al estar garantizado por el
acto divino. Su sentido de la memoria y el recuerdo abarca tanto el terreno
mitológico como el real al punto de ser indiferenciables en ocasiones. A través de
sus relatos queda impreso también su medición del tiempo, una que es visión del
pasado como causa y fundamento del presente- ideológicamente manipulable-,
dirigida hacia los acontecimientos de larga duración, y la otra es visión del pasado
como garante político, jurídico, económico del presente. De la medición del tiempo
se desprende la creencia en presagios, maldiciones, profecías, la práctica
adivinatoria y la falsificación de acontecimientos con el propósito de legitimar el
presente. Era común que gobernantes o dinastías alteraran el pasado o
trascendieran su tiempo y espacio hacia una narrativa áurea, mítica.

Concretamente, Mesopotamia está dividida en cuatro macroperiodos:


Protohistoria, del 3,400 al 3,000 a.C.; Fase cultural I: simbiosis sumero-semita, del
3,000 al 2,000 a.C.; Fase cultural II: clasicismo babilónico, del 2,000 al 1,500 a.C.;
Fase cultural III: la época helenística del 400 al 100 a.C. y el periodo romano sirio
y el persa-sasánida iraní, del 100 a.C. al año 700.

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