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EN BUSCA DE UNOS APLAUSOS

17/07/2021
Siempre he tenido miedo de contar algunas de las cosas de mi vida, es lo que tiene no
confiar profunda y sinceramente con alguien. Eso, o que tenga miedo de mí mismo, de
lo que la gente importante para mí pueda pensar o incluso de que los valores o mi
manera de ser se puedan tambalear de tal modo que se derrumbe como un castillo de
naipes, de que todo sea una mentira, de que yo mismo sea una estafa.
Algo que me caracteriza y por lo que mas o menos se me ve, es como alguien que le
gusta escribir, que le gusta todo lo relacionado con las letras, expresar mis mas puros
sentimientos escribiendo. Y así es, todo lo relacionado con escritores, libros y tal me
apasiona, hasta tal punto que siempre que me entran ganas escribo unos párrafos sobre
algún tema interesante después de informarme adecuadamente. A pesar de eso, mi letra
no es bonita, y mis faltas de ortografía son como fantasmas que me persiguieron en mi
época de estudiante de instituto. Es en esta época, cuando ocurre el motivo por el cual
escribo ahora estas líneas. Estaba en tercero de secundaria, tendría sobre unos 15 años,
una edad problemática donde las hormonas y el acné toman el total control de tu cuerpo.
Y no solo eso, si no que mis notas estaban bastante mal en todos los ámbitos posibles.
Letras, ciencias artes… Todo mal. Es en este contexto cuando se me presento la
oportunidad de aprobar una asignatura mediante un sobresaliente en un trabajo que
consistía en hacer una especie de redacción/discurso sobre un tema a elegir. Pues bien,
en mi afán de dejar las mínimas asignaturas para el desastroso mes de septiembre, me
puse a hacer el trabajo para ver si así podía pasar de curso. Spoiler: al final repetí curso
y eso me ayudo a por fin definirme como persona y a conocer a las que fueron las dos
personas más importantes durante mi adolescencia, pero eso es otra historia.
Y allí estaba yo, delante del escritorio de mi habitación al que no me había dignado
sentarme durante el largo transcurso de año lectivo. Obviamente, y como era de esperar,
de mi lápiz no salió ni una sola palabra que pudiera servir de algo para buscar el ansiado
sobresaliente. Es en ese momento cuando viene a mi cabeza el nombre de un compañero
de clase con unas notas de infarto y una inteligencia abrumadora. Pensé “nadie se dará
cuenta, le pago unos 20 euros y solucionado”, y así fue, ese compañero me hizo el favor
también porque me llevaba bastante bien con él, y incluso ahora nunca me dice nada
sobre este tema.
Todo salió a pedir de boca, consiguió hacer un discurso maravilloso y logre ese
sobresaliente que necesitaba para al menos, quitarme una asignatura de encima. ¿Cuál
es el problema entonces? Esto cambio mi opinión sobre mi mismo, porque el día
siguiente en clase el profesor leyó el trabajo delante de toda la clase como ejemplo de
buena redacción y entonces toda la clase aplaudió, fue la primera vez que me aplaudían
en mi vida y fue como lo que a veces pienso de mi… un fraude. Ahí es cuando empecé
a cambiar, y a escribir, a escribir intentado ser tan bueno como todos creían, intentaba
ganarme esos aplausos, y de echo creo que lo sigo intentando, y creo que sin éxito.

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