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José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 1

INSTITUTO DEL PROFESORADO

“PEDRO GOYENA”

PROFESORADO EN CIENCIA SAGRADA

Primer año

Espacio de la orientación
Materia: INTRODUCCIÓN A LAS SAGRADAS ESCRITURAS

3 horas reloj semanales en los dos cuatrimestres.


2 horas presenciales y una semipresencial

Profesor: Pbro. Lic. José Luis Gergolet


Año Lectivo: 2010

Expectativas de logro
Que los alumnos:
 Logren descubrir la importancia de las Escrituras sagradas en la vida de la Iglesia, de modo
que puedan realizar una lectura creyente –en clave Buena Noticia de Salvación- y autónoma
de la Biblia.
 Posean un pantallaza de los estudios científicos actuales, tanto en el nivel de la historia sub-
yacente en la que se gestaron estas Escrituras, como en los métodos de análisis para que los
apliquen a la lectura espiritual y pastoral de la Biblia.
 Ser capacitados para realizar pequeños ensayos de comentarios bíblicos en clave espiritual y
pastoral/catequística.

Contenidos
1- Las Sagradas Escrituras en la Iglesia y en la catequesis (20 horas)

A)
 La Biblia, Palabra de Dios e instrumento de la transmisión de la divina Revelación.
 La Pedagogía de Dios.
 La relación entre Biblia y Catequesis

B)
 Pautas para la lectura e interpretación de la Biblia, emanadas de su naturaleza divino huma-
no.
 Conceptos y procedimientos interpretativos
 Trasfondos de fe: cristecentrimo trinitario, Pascua y Alianza
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C)
 Texto de la Biblia
 Verdad e inerrancia
 Elementos de geografía del Contexto Bíblico.

D)
 Método exegético “Histórico-Crítico”
 Nuevos Métodos de análisis literario, particularmente el Método semiótico

2- El Antiguo Testamento (40 horas)


a) Visión histórica global del Antiguo Testamento (línea histórica de acuerdo a los grandes rela-
tos de la Biblia: Pentateuco e historia deuteronomística).

b) En la corte salomónica se reflexiona sobre el pasado


 ¿De dónde venimos como pueblo? o la historia patriarcal que desemboca en Egipto el Exo-
do (Gen 12-50, Ex y Nm)
 ¿De dónde viene el mal? O la historia de los orígenes (gen 1-11)

c) En el Exilio (586- 538 a.C) el pueblo se pregunta ¿Qué nos pasó?


 Datos históricos
 Revisión de la historia desde los Jueces hasta el desastre de la ruina de Jerusalén
 Los profetas.

d) Luego de la vuelta del Exilio, el pueblo se pregunta ¿Y ahora?


 Datos históricos
 El surgimiento del Judaísmo,
 La revisión de la obra del Cronista
Literatura Sapiencial
3- El Nuevo Testamento (36 horas)
a) De Jesús a la Iglesia primitiva ¿De dónde venimos como pueblo?
 Jesús de Nazareth y los apóstoles
 La Pascua y el envío misionero
 Las constitución de las comunidades pospascuales
 Discursos kerigmáticos y catequísticos
 Himnos litúrgicos

b) La obra de Pablo
 Vocación y misión
 Viajes misioneros
 Epistolario

c) De las tradiciones de Jesús a los Evangelios


 Marcos, Mateo y Lucas-Hechos
 La literatura de Juan y el Apocalipsis

d) Los otros escritos del NT


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Metodología y estrategia didáctica


El curso es fundamentalmente presencial aunque tiene una hora prevista de tutorías y otras acti-
vidades semipresenciales, de naturaleza expositiva y práctica.
Adecuándose a la metodología catequística, la que , en un contexto de oración, parte de la vida,
cada clase procurará iniciarse con un plateo existencial de fe, que se iluminará con los textos
bíblicos, debidamente estudiados, con los recursos procedimentales de análisis que se irán apren-
dido paulatinamente (grillas, datos históricos, perspectivas teológicas), para terminar con una res-
puesta de fe pertinente y profunda, que capacite a los alumnos a brindar un testimonio creíble y
convincente en la catequesis y la educación religiosa.
Los alumnos realizarán varios trabajos prácticos en los que irán aprendiendo y consolidando pau-
latinamente una serie de recursos analíticos.
Además demostrarán que han asimilado los contenidos conceptuales mediante tres parciales al
cabo de cada una de las tres unidades.
Por último, crecerán en la espiritualidad, mediante una jornada de espiritualidad de todo un día
sábado, en la que se expondrán y vivirán los contenidos desde esta perspectiva.

Cronograma
Unidad I (Marzo- abril) 20 horas.
Unidad II (Mayo- julio) 40 horas
Unidad III (agosto- noviembre) 36 horas

Modo y criterio de evaluación


La promoción del curso supondrá:
 aprobar los 1 examen parcial en cada cuatrimestre;
 realizar las investigaciones referidas en las que se capacitarán y consolidarán las competen-
cias de los análisis diacrónico y sincrónico de los textos bíblicos,
 y presentar y defender una monografía final en la que realizarán un pequeño análisis de un
texto bíblico y una propuesta pastoral y/o catequística a partir del mismo.
Tal monografía se adecuará con los siguientes requisitos:
1. versará sobre un texto bíblico que se elegirá en acuerdo con el profesor;
2. tendrá que manifestar una verdadera lectura fiel y rigurosa del susodicho texto;
3. propondrá una actualización eclesial sugerente en clave evangélica (de Buena Noticia);
4. se presentará dactilografiada según la siguiente extensión: entre 6 y 9 carillas.
5. Terminará con una breve evaluación del curso: profesor, metodología, alcance de los objetivos
propuestos, constancia de haber desarrollado satisfactoriamente las competencias que el curso
se propuso, etc.

BIBLIOGRAFÍA
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1- Obligatoria.
Biblia
Constitución del Vaticano II sobre la Divina Revelación “Dei Verbum”
Documento de la PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, La Interpretación de la Biblia en la Iglesia. 1993..
DE VOS, Pensar la Catequesis. Ed. Claretiana, Buenos Aires, 1996
RIVAS, LUIS, Los libros y la historia de la Biblia, edit. San Benito, Buenos Aires, 2001.

2- Opcional
Se recomienda que los alumnos pueda leer algunas de las obras que aquí se mencionan, u otras que puedan
presentar al profesor.
En las Introducciones de las diferentes Biblias, encontramos hermoso material.

CASÁ, Feliz, Un Canto a la Vida, Aproximación a la Biblia. Edic. Don Bosco, Argentina, 1977 y ediciones
siguientes.

CROATTO, José Severino, Historia de la Salvación, Col. “Orientaciones bíblicas” 8, Buenos Aires, ed. Pau-
linas, 1966. Hay nuevas ediciones.

CHARPENTIER, Etienne, Para leer el Antiguo Testamento, Estela (Navarra), Edic. Verbo Divino, 199212

CHARPENTIER, Etienne: Para leer el Nuevo Testamento. Estella (Navarra), ed. Verbo Divino 1992 12.

GARCÍA, RUBÉN, La Iglesia, Pueblo del Espíritu. Buenos Aires, De. Don Bosco, 1983
DE VOS, Las fuentes o mediaciones de la catequesis. Ed. La Semilla. Lomas de Zamora. 1993.

DE VOS, La Quinta mediación. Didascalia, N° extrarodinario de agosto de 1996.

Otros libros serán sugeridos en el curso de la materia.


MANNUCI, Valerio, La Biblia como Palabra de Dios. Introducción General a la Sagrada Escritura. Bilbao, Descl-
ée de Brouwer, 19953.
RIVAS, LUIS. Qué es un Evangelio. Buenos Aires, ed. Patria Grande.

SICRE, José Luis, Introducción al Antiguo Testamento, edit. Verbo Divino, Estela (Navarra), 19996.

Sobre la Dei Verbum

Luis ALONSO SCHÖKEL y Antonio María ARTOLA (directores), La Palabra de Dios en la historia de los
hombres. Comentario temático a la Constitución Dei Verbum del Vaticano II, sobre la Divina Revelación. Col. Teología
Deusto 23, Bilbao, Univ. de Deusto y ed. Mensajero, 1991
B.-D. DUPUY, La Révélation Divine, col. Unam Sanctam 70 a y b. Paris, Cerf, T. I. Existe traducción en
español: La Revelación Divina.
R. LATOURELLE, Vatican II. Bilan et perspective. Vingt-cinq ans après (1962- 1987). Col. Recherches . Nou-
velle série, 15-17. Montréal-Paris. Bellarmin-Cerf, 1988. 3 vol. T. I. Existe traducción en español: Vaticano
II. Balance y Perspectivas
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1- Las Sagradas Escrituras en la Iglesia y en


la catequesis
A) ¿Qué es la Biblia?

1) La naturaleza de las Sagradas Escrituras en el contexto de la Divina Revelación


Comenzamos preguntándonos qué es la Biblia. Y afirmamos que es la Palabra de Dios. Es-
ta convicción brota de la fe de la comunidad judeocristiana que así lo profesa.
Fuente de información: (Aquí tendremos que presentar un documento de la Iglesia) Una expre-
sión preclara de dicha fe se da en los documentos del Concilio Vaticano II (1962-1965, ciudad
del Vaticano, Roma), particularmente en la Constitución sobre la Divina Revelación, llamada
comúnmente Dei Verbum (DV). Promulgada en 1965 luego de que fuera tratada durante más de
tres años en cada una de las sesiones de dicho Concilio, la DV ubica a las Escrituras justamente
en el contexto de la Revelación de Dios al hombre. Luego de afirmar que el Señor quiso manifes-
tarse al hombre y referir cuál es la naturaleza de esa misma Revelación (capítulo I), y pasando por
una serie de consideraciones que se refieren a los modos como la misma es transmitida (Biblia y
Tradición), en el capítulo III la DV se dedica a unos temas que serán centrales en la primera par-
te de este curso, a saber la “Inspiración” de las Escrituras (DV 11) y la “Interpretación” de las
mismas (DV 12).
Pues bien, la Constitución mencionada insiste en que la Biblia es la Palabra de Dios, la
transmite, vinculada por cierto a la otra fuente de la misma llamada “Tradición”. La automanifes-
tación de Dios, de su ser y de su misterio de salvación, de designio de bondad para con el hom-
bre y la humanidad, todo ello forma parte esencial del contenido de las sagradas Escrituras.
Palabra de Dios pero también palabra del hombre: Pero la Biblia no es sólo palabra
de Dios. También lo es del hombre. Esta verdad, a diferencia de la primera, no está tan presente
en el común sentir del pueblo de Dios de nuestro contexto. La experiencia de muchos profeso-
res de Biblia que hemos hablado reiteradas veces sobre el asunto lo demuestra con fuerza.
Un primer argumento acerca de la “humanidad”, del carácter verdaderamente humano de
las Escrituras, lo da el hecho de que si tal no fuese el caso, no podríamos entenderla. La palabra
de Dios se ha “humanado” justamente para poder comunicársenos. Pero este argumento, con ser
verdadero y eficaz, ha sido muchas veces mal entendido. Ha sugerido que la humanidad de las
Escrituras es formal y funcional, no esencial; su carácter humano sería algo así como una traduc-
ción. Para mostrarlo se realiza en clase una dinámica algo “tramposa”: preguntar si la Biblia es
palabra de Dios en un 50 % y del hombre en otro 50 % (fifty/fifty). En general se acepta esta
propuesta o se la matiza (sixty/forty). Y se crean sorpresas cuando se dice que la ecuación tendr-
ía que ser 100 % divina y 100 % humana. Al constatar que los números no cierran se recurre a la
analogía del Verbo encarnado1. Cristo es 100 % divino y 100 % humano. No es una mezcla de
ambas naturalezas. Tampoco, según lo creía el apolinarismo, sólo su cuerpo es humano siendo su
alma sólo divina. Cristo tuvo también alma humana, amó con corazón humano, pensó con inte-
ligencia humana, además de hacerlo con sus potencias divinas. Pues bien, esta dimensión divino-

1 Es bueno leer al respecto el discurso de Juan Pablo II como presentación del documento de la
Pontificia Comisión bíblica “La interpretación de la Biblia en la Iglesia”. En ese discurso el pa-
pa emplea como una analogía el misterio del Verbo encarnado, que expresa que Jesús sea ver-
dadero Dios y verdadero hombre, para sostener y explicar el misterio de las dos “naturalezas”
de las Sagradas Escrituras, la humana y la divina.
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humana del Verbo encarnado, mucho más presente en la fe del Pueblo de Dios de nuestro con-
texto social, puede servir para remontarnos al carácter divino-humano de la Biblia y situarnos
ante él con mayor apertura y realismo.
La DV 11, al presentar el tema de la Inspiración de las Sagradas Escrituras, brinda una
perspectiva interesante para entender la humanidad de las mismas. Vamos a detenernos en este
punto, analizándolo más en detalle, antes de entrar en un tema más práctico, el de la interpreta-
ción de la Biblia.

2) La inspiración divina de las Sagradas Escrituras

La palabra inspiración tiene la misma raíz que la palabra espíritu. Fácilmente se detecta en la
combinación de la “s” (sonido silvante) y la “p” (sonido labial) una forma onomatopéyica de alu-
dir al viento o soplo. Y, de hecho, ese es el significado primigenio de la palabra espíritu: soplo. La
palabra inspiración tiene además un prefijo: in. Notorio es que in significa adentro en su doble mo-
dalidad de “estar en un lugar” o “entrar en un lugar”: En el caso de inspiración¸ el sentido se
aproxima más a la segunda opción, es decir, al sentido de entrar. Surge así que el sentido etimoló-
gico más material de esta palabra es “que un soplo entre en una persona”. Un soplo o un viento
son realidades prácticamente inmateriales: al aire no se lo ve y casi ni se lo siente. De lo que se
trata, entonces, es de ser penetrados por un mundo que se sabe existente. Que se sabe -insisto-
pero no del que se tiene evidencia, porque es invisible e inasible.
Merced a la penetración de ese mundo invisible, el hombre es capaz de realizar cosas em-
parentadas con él. El hombre es capaz de acercarse a lo espiritual. Y concretar, volver visible -de
ese modo- lo que es de suyo invisible. De allí que tradicionalmente se haya comprendido que to-
da obra de arte exigía inspiración. Es decir, exigía, que el mundo de las realidades invisibles hubiera
irrumpido en un sujeto -el artista-; haciéndole concebir lo que luego habría de expresar a través
de las letras, la pintura, la escultura, etc: Este mundo de realidades invisibles se ha representado a
través de personajes mitológicos como las musas, las ninfas.
La fenomenología religiosa constata algo semejante: el mundo de lo invisible irrumpe de
alguna manera en el hombre. El hombre estaría, de lo contrario, condenado a su enclaustramien-
to en lo inmanente. Pero, por una misteriosa y no fácilmente comprensible penetración de lo
trascendente, el hombre asciende de lo inmanente al mundo de lo divino. Aquí entran en juego,
según las distintas tradiciones religiosas, misteriosos seres divinos o casi divinos: ángeles, arcánge-
les, demonios, espíritus... Incluso el mismo Dios: El fenómeno de la inspiración -con clara rai-
gambre humanística, como se ve- abarca una amplia dimensión de acontecimientos, entre los cua-
les se encuentra la comunicación de lo divino.
En la tradición judeo-cristiana se verifica también este fenómeno. La Biblia está llena de
relatos que intentan dar cuenta de este tipo de experiencias que son, de suyo, inefables. A veces es
Dios en persona quien habla a su creatura; en otras oportunidades, lo hace a través de su “ángel”:
Estas narraciones pretenden subrayar que el mensaje que se ha de transmitir no viene del mundo
visible sino del invisible; no viene de la tierra, sino del cielo; no viene del hombre, sino de Dios.
Muchos de los libros proféticos comienzan con el relato de la vocación del profeta. La inclusión
de este acontecimiento no es casual. Quiere legitimar el mensaje que el profeta transmite frente a
la incredulidad, la cerrazón o la maledicencia de los destinatarios del mensaje: Esta obra legitima-
dora de los relatos de vocación mira al origen de la misión y de la palabra transmitida por el pro-
feta enviado. Origen divino de una tarea y un mensaje: En todo caso, los relatos de vocación dan
cuenta de una experiencia de inspiración.
La fe de la Iglesia asumió, siguiendo a la fe del pueblo judío, como canónicos e inspirados
todos los libros del AT. Y les añadió los del Nuevo. Ya el credo de los concilios de Nicea y Cons-
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tantinopla rezaba, al hablar de la persona del Espíritu Santo: “habló por los profetas”. Como vi-
mos más arriba, el Concilio Vaticano II ratificó esta fe dos veces milenaria de la Iglesia.
La iconografía cristiana reflejó catequísticamente este fenómeno mostrando frecuente-
mente a uno de los profetas o evangelistas escribiendo con una pluma al dictado aquello que de-
cía el Espíritu Santo; representado Éste como una paloma, o una luz: En todo caso, el acento está
puesto sobre la intervención sobrenatural, que permite la comprensión del libro bíblico como li-
bro divinamente inspirado. Que es lo mismo de decir, como Palabra de Dios.
Soy de la opinión de que nuestro pueblo cristianos no tiene trabas mayores para aceptar la
verdad de que la Biblia sea Palabra de Dios. Por más que sea relativamente reciente, y aún no su-
ficientemente extendida, la lectura de las divinas Escrituras en el Pueblo cristiano católico, no es
difícil encontrar obstáculos serios para que se acepte sin más que ellas son verdaderamente Pala-
bra de Dios. Sobre este tema ha habido una verdadera Recepción. Además de que muchos colegas
comparten esta opinión, se podría argumentar para sostenerla la referencia a varios hechos
simbólicos: la práctica del abrir la Biblia al “tun-tun”, en busca del mensaje de Dios; el hambre
que el pueblo manifiesta por conocerla; la proliferación de grupos y movimientos que hacen de la
lectura de la Biblia el centro de su espiritualidad, etc.
Pero la inspiración no es sólo un fenómeno divino. Es también un fenómeno humano.
En la jerga de los teólogos, se califica a este tipo de fenómenos con el calificativo “teándricos”: Y
esto sí es difícil de entender. Porque aún no ha penetrado plenamente en la fe del pueblo católico.
Si vale, me permito una comparación con la cristología. Las grandes dificultades cristológicas a las
que la Iglesia ha debido enfrentarse durante estos dos milenios han sido los monofisismos. Mo-
nofisismo es una palabra que viene de mono (uno), fysis (naturaleza). Aplicada a la cristología es la
afirmación de que Cristo no tiene dos naturalezas, sino una: o bien la divina, o bien la humana.
Siendo la otra (la no aceptada) sólo aparente. La tentación del monofisismo surge de la necesidad
de simplificar lo que de hecho es complejo. Como las dos naturalezas parecen absolutamente in-
compatibles, el hereje monofisista termina negando una o la otra. Esta tentación llega también a
la Palabra de Dios inspirada de la Biblia: Se acepta que es palabra de Dios. ¿Se acepta con tanta
facilidad que sea también palabra del hombre?
Pareciera que no. Y, sin embargo, es tan clara la constitución conciliar sobre la Revelación
divina en el Número 11. Transcribámosla.
“...en la redacción de los libros sagrados Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus
propias facultades y medios, de forma que, obrando El en ellos y por ellos, escribieran
como verdaderos autores todo y sólo lo que El quería”. (DV 11).2

Esta es una de las frases de la Constitución Conciliar, cuya sutileza y precisión ha sido de
las más difíciles de lograr. Las abundantes notas a pié de página que comentan y justifican prácti-
camente cada una de las palabras que aquí se hallan consignadas nos dan a entender que los Pa-
dres conciliares no han querido que ninguno de sus matices se descolorara. Dios es el autor, pero
los hagiógrafos también son autores. Ellos fueron instrumentos de Dios, pero no autómatas pues
utilizaron sus facultades y medios. Pero haciéndolo así, obrando bajo su total responsabilidad, era
Dios quien en ellos y por ellos estaba obrando. Así, a pesar de ser autores verdaderos de lo que
estaban escribiendo, lo que escribieron fue todo y sólo lo que Dios quería.

2 Comentando este texto, Luis ALONSO SCHÖKEL en su artículo “La Interpretación de la Sagrada Escritura en la
Iglesia”, pag. (en la obra dirigida por él y por Antonio María ARTOLA, La Palabra de Dios en la historia de los hombres.
comentario temático a la Constitución Dei Verbum. Bilbao, Universidad de Deusto y Ediciones Mensajero, 1991)
decía que ya “la Divino Afflante Spiritu proclamaba la humanidad de las Escrituras contra posibles docetismos o
monosfisismos entre los católicos”.
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Tratemos de entenderlo mejor. Se afirma que Dios eligió y utilizó a hombres en la redac-
ción de los libros Sagrados: Esos hombres, en consecuencia, se hayan bajo un influjo que los pre-
cede (elección) y los trasciende (utilización). Esto se dice explícitamente a través de la expresión
según la cual Dios obró “en ellos y por ellos”. Se alude a una acción que Dios realiza “en” el
hombre elegido. El hombre es el ámbito de una acción divina. Pero también se alude a una ac-
ción que Dios realiza “por” el hombre. Es decir, a través de él. El hombre elegido se transforma
así en “puente” por medio del cual Dios realiza una acción cuyo destinatario es su Pueblo: Se sos-
tiene que al ocurrir todo esto, aquellos hombres escribieron “todo y solo lo que Dios quería”. Es-
to significa que en la Biblia no hay menos que lo que Dios quiso; ni tampoco hay más. No falta ni
sobra nada de lo que Dios quiso que se consignara por escrito. Todo esto claramente subraya el
origen divino de la Inspiración y el resultado también divino de la obra que se efectúa bajo el in-
flujo de esta misma Inspiración.
Pero sin embargo se dice de aquellos hombres que “usaron sus propias facultades y me-
dios”. Decíamos poco más arriba que esto implicaba que no fueron autómatas. Tratemos de ex-
plicarlo mejor. Por facultades se entiende a las facultades humanas. Las podemos deducir sin mu-
cho esfuerzo: inteligencia, voluntad, imaginación, memoria... Se trata de facultades naturales al
hombre, potencias inherentes a la naturaleza humana. Todo hombre las tiene: En algunos hom-
bres podrán ser más luminosas que en otros, pero es propio de todo hombre poseer tales faculta-
des. A la facultad, le es conexo el talento: Hay hombres que por el especial don que tienen, o que
han desarrollado merced al esfuerzo y la práctica, son más talentosos que otros. Todo esto está
implícito en la afirmación de que los autores elegidos por Dios usaron sus propias facultades. Y
esto se nota. Entre dos libros bíblicos de la misma época y del mismo horizonte cultural se pue-
den encontrar no pequeñas diferencias que revelan la diferencia de sus autores en lo concerniente
al talento. Si leemos, por ejemplo, los evangelios de Marcos y Lucas, desde esta perspectiva, en-
contraremos en Lucas una riqueza de vocabulario de la que notoriamente carece Marcos.
Pero el texto del Concilio no habla sólo de facultades, sino también de medios. Por medios,
se entiende una muy amplia variedad de recursos para escribir: desde el papiro y la pluma, hasta el
idioma, las fuentes escritas u orales, las maneras concretas de expresión, las técnicas literarias y
poéticas que se habían desarrollado en los distintos tiempos, las experiencias personales y del
pueblo que había marcado las ideas dominantes, etc... Se alude, entonces, a través de la palabra
medios a una muy amplia gama de realidades instrumentales y culturales. Y se afirma que también
de ellos se valieron los hombres elegidos por Dios para escribir.
Pero el texto va todavía mas lejos: llega a llamar a los aquellos hombres verdaderos autores.
Tal vez hubiera holgado esta palabra -autores- dado todo lo que se había dicho respecto de aque-
llos seres humanos que escribieron bajo la inspiración del Espíritu todo y sólo lo que Dios quiso.
Sin embargo, los Padres conciliares no lo consideraron así: tuvieron a bien ponerla. E incluso,
adjetivarla con un calificativo que la refuerza en un sentido muy claro; verdaderos. Aquellos hom-
bres fueron verdaderos autores. No fueron meros “secretarios” de Dios. A cada uno de ellos perte-
nece, en cuanto verdadero autor, lo que ha escrito.
Esto sí que cuesta entenderlo. Es tan grande el peso de la inercia de los siglos que ha des-
cuidado tanto al autor humano de las Sagradas Escrituras, que es difícil remontar la cuesta como
para que en el Pueblo de Dios, sin el más mínimo desmedro de la verdad del origen divino de las
Escrituras, se acepte su origen humano.
Concluimos afirmando que las Escrituras son todas de Dios. Pero, al mismo tiempo, to-
das del hombre. Son simultáneamente todo divinas y todo humanas. El parentesco con el miste-
rio de la Encarnación no puede aquí escapársenos.
“ La encíclica Divino afflante Spiritu ha expresado el vínculo estrecho que une a los textos bíblicos
inspirados con el misterio de la Encarnación, con las siguientes palabras: “Al igual que la palabra
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sustancial de dios se hizo semejante a los hombres en todo, excepto en el pecado, así las palabras
de dios expresadas en lenguas humanas, se han hecho en todo semejantes, excepto en el error”
(“Enchiridion biblicum, 559). Recogida casi al pie de la letra por la constitución conciliar Dei Ver-
bum (13), esta afirmación pone de relieve un paralelismo rico de significado”.3
Cualquier reduccionismo sería aberrante para la interpretación bíblica. Intentar entrar en
la dimensión divina de las Escrituras, sin pasar por su humanidad, injuriaría al Plan de Dios. Sería
una falsa pista que conduciría al error. Estas afirmaciones no son nuevas. Se remontan a mucho
antes del Concilio. Y éste las reafirmó con particular vigor. Lo veremos a continuación cuando
veamos cuáles son los criterios de interpretación que éste ha sugerido. Sin embargo, es importan-
te decirlo en este tiempo en el que, nuevos “espiritualismos” parecen pretender encontrar el sen-
tido divino, espiritual de las escrituras, de una manera inmediata, intuitiva, sin pasar para nada por
la mediación del trabajo crítico. Hermosamente, en una de las expresiones que considero de las
más lúcidas y felices de uno de los documentos salidos del ámbito de los colaboradores del papa,
al criticar la lectura fundamentalista, el mismo documento de la Pontificia comisión bíblica decía:
“El fundamentalismo invita tácitamente a una forma de suicidio del pensamiento” .4

B) La Interpretación de las Escrituras

b1) Introducción:
Luego de la pregunta sobre qué es la Biblia surge inmediatamente, en el contexto de un
curso de Introducción a la Biblia, la pregunta sobre cómo se la ha de interpretar. Y es lógico este
orden porque el acto hermenéutico ha de adecuarse a la naturaleza del objeto a interpretar.
Prácticamente todo el curso tendrá como parámetro fundamental esta cuestión. Será algo así co-
mo su respuesta in extenso. Pero se requiere, por razones pedagógicas, abordar primero la cues-
tión metodológica de la interpretación antes de realizar actos concretos de interpretación a fin de
ir enseñando un método que vuelva a los alumnos capaces de interpretar la Biblia sin la ayuda del
profesor. Apostamos a una independencia real de los alumnos, no absoluta porque el mundo de
los conocimiento de la Biblia es tan vasto que difícilmente pueda abarcárselo, en lo tocante a la
interpretación, a la lectura hermenéutica, a la lectura que discierne la Palabra de Dios y se apropia
de la misma. Para entrar en este tema iremos nuevamente a la DV para luego remontarnos a sus
“efectos” concretos en el, también ya mencionado, documento sobre la “Interpretación de la Bi-
blia en la Iglesia”.
b2) La DV 12
Ampliamente desarrollado el tema de la Interpretación de las Escrituras en la DV 12, es
aún fuente de estudio y profundización. Procuraremos comentar el texto conciliar.
b2a)Texto conciliar: “Habiendo, pues, hablado Dios en la Sagrada Escritura por hom-
bres y a la manera humana, para que el intérprete de la Sagrada Escritura comprenda lo que El
quiso comunicarnos, debe investigar con atención qué pretendieron expresar realmente los
hagiógrafos y plugo a Dios manifestar con las palabras de ellos.
Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas hay que atender a los
“géneros literarios”, puesto que la verdad se propone y se expresa ya de maneras diversas en los

3 JUAN PABLO II, Discurso de sobre la Interpretación de la Biblia en la Iglesia, 23-4-93, en PONTIFICIA COMISIÓN
BÍBLICA, La interpretación de la Biblia en la Iglesia, Buenos Aires, Ed.Paulinas. 1993, Nª 6.
4 Op. cit. pag. 67.
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textos de diverso género históricos, proféticos, poéticos o en otras formas de hablar. Conviene,
además, que el intérprete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo en
cada circunstancia, según la condición de su tiempo y de su cultura, según los géneros literarios
usados en su época. Pues para entender rectamente lo que el autor sagrado quiso afirmar en sus
escritos, hay que atender cuidadosamente tanto a las formas nativas usadas de pensar, de hablar,
o de narrar vigentes en los tiempos del hagiógrafo, como a las que en aquella época solían usarse
en el trato mutuo de los hombres.
Y como la Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que
se escribió para sacar el sentido exacto de los textos sagrados, hay que atender no menos diligen-
temente al contenido y a la unidad de toda la Sagrada Escritura, teniendo en cuenta la Tradición
viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe. Es deber de los exégetas el trabajar según estas reglas
para entender y exponer totalmente el sentido de la Sagrada Escritura, para que, como con un
estudio previo, vaya madurando el juicio de la Iglesia. Porque todo lo que se refiere a la interpre-
tación de la Sagrada Escritura está sometido en última instancia a la Iglesia, que tiene el mandato
y el ministerio divino de conservar y de interpretar la palabra de Dios.”

b2b) Comentario:
b2b1) Para entrar en tema veamos el esquema de la DV 12: Tanto la evidencia
emergente del texto, como el unánime testimonio de sus comentaristas, afirman que el esque-
ma de este número es bipolar. En el primero de sus polos se desarrollan los criterios de la
crítica científica (12b) y, en el segundo, los criterios teológicos de interpretación bíblica (12c)5.
El primer párrafo (12a) introduce los dos siguientes y anticipa lo que en ellos va a ser tratado .
De la Potterie6 propone una esquematización quiástica de este número:
12a: anuncio del tema,
12b: el hagiógrafo, normas racionales;
12b’: Spiritus Deus, normas teológicas,
12a’: Conclusión.

Siguiendo este esquema, nos ocuparemos, en primer término de las normas de la crítica
científica y luego, de la interpretación teológica de las Escrituras.

b2b2) Parte A, Introducción:


En la primera parte (A), se establece el concepto fundamental de la Biblia, concepto sobre el
cual se apoyarán los criterios básicos de su interpretación. Ese concepto fundamental es:
“Habiendo Dios hablado en la Sagrada Escritura a través de hombres...”. Dios podría haber
hablado a los hombres sin los hombres o, tal vez, de una manera diferente de la humana. El Con-
cilio, podría haber simplemente señalado que Dios habló, y que esto es la Biblia. Sin embargo, fue
otro el camino que siguió: Dios habló a través de hombres y de manera humana. La comunica-
ción de Dios a los hombres no se realizó sin los hombres. Al contrario, quiso el Señor que se

5 Más que referir una lista interminable de autores y publicaciones, me parece oportuno citar un testimonio. Más tar-
de volveremos sobre el mismo. En él, se conserva la distinción de ambos procedimientos, (crítica racional y crítica
teológica). Sin embargo, en él se insiste en su unidad inseparable: “No es lícito desde un punto de vista teológico
(y hermenéutico) el hablar de unas normas de interpretación racional y otras de interpretación teológica”. Ver José
M. SANCHEZ CARO, Escritura y Teología. En Luis ALONSO SCHÖKEL y Antonio María ARTOLA (direc-
tores), La Palabra de Dios en la historia de los hombres. Comentario temático a la Constitución Dei Verbum del Vaticano II, so-
bre la Divina Revelación. Col. Teología Deusto 23, Bilbao, Univ. de Deusto y ed. Mensajero, 1991, pag. 622.
6 En “L’interprétation de la Sainte Écriture dans l’Esprit où elle a été écrite (DV 12, 3)”, en R. LATOURELLE, Va-
tican II. Bilan et perspective. Vingt-cinq ans après (1962- 1987). Col. Recherches . Nouvelle série, 15-17. Montréal-Paris.
Bellarmin-Cerf, 1988. 3 vol: T. I. pag. 252-53.
José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 11

efectuara a través de los hombres y en lenguaje humano. Vuelve a reafirmarse la misma verdad de
la que se había hablado en el número anterior al hablar de la inspiración divina de las Sagradas
Escrituras donde se había sostenido que los hagiógrafos eran verdaderos autores. Pareciera que se
trata de una verdad nunca suficientemente bien ponderada. Como que la Iglesia tiene sus dificul-
tades para aceptarla y entenderla. De allí que se la repita. De allí que se insista en ella.
Una vez establecido ese concepto fundamental, se alude al fin, al objetivo último de la
tarea interpretativa: conocer qué quiso Dios comunicarnos. Digo se alude y no se define. En rea-
lidad, como lo veremos poco luego, lo que se define es el trabajo que al exégeta o intérprete le
compete realizar . No el para qué. Pero se lo alude con las palabras que nosotros acabamos de
referir. Se impone un comentario sobre esta finalidad. En primer lugar, la tarea interpretativa
busca llegar al mensaje de Dios mismo en persona. No puede detenerse antes. Si así lo hiciera,
renegaría de su sentido, de su finalidad, de su razón de ser. La tarea interpretativa no puede dete-
nerse en las meras coordenadas geográficas o históricas de un texto o libro de la sagrada Biblia.
Tampoco puede detenerse en las estructuras profundas subyacentes en un determinado texto
bíblico. Aunque deba pasar por estas instancias -y otras que no viene al caso mencionar en este
momento-, la interpretación de la Biblia busca saber qué quiso Dios comunicarnos. La interpreta-
ción es entonces una realidad profundamente teologal. Busca vincularnos con el mismo Dios y su
mensaje. Busca descubrir su comunicación con nosotros.
Es necesario tener en cuenta que esa realidad teologal está definida, ante todo, por un
verbo de voluntad: quiso. La búsqueda del intérprete lo lleva a la intención de Dios. Parece arro-
gante decirlo, pero así lo ha definido con sabiduría el texto conciliar. Entonces, de lo que se trata,
no es sólo de qué nos haya comunicado Dios de hecho sino qué quiso comunicarnos. Pues de
intenciones se trata.
Luis Alonso Schökel lo comentaba así:
“El texto promulgado establece la ecuación no entre el decir de Dios y el decir
humano, sino entre lo que Dios ‘quiere’ decir y lo que el hombre ‘quiere’ decir:
más allá de las palabras se sube a la intención”7.
Esta referencia a la intención comunicativa de Dios tiñe de un hermoso y entusiasmante
dinamismo la tarea interpretativa del Libro por antonomasia para la tradición occidental. Lo tiñe,
porque supone que -de alguna manera- no está todo dicho. La intención deja un dejo de apertura
a lo novedoso: Puesto que las intenciones siempre trascienden las realizaciones concretas.
Dicho esto, la pregunta pertinente que se desprende es cuál es la tarea que le compete
realizar al intérprete. Pues bien, el Documento del Concilio la define con los siguientes térmi-
nos: “debe investigar con atención qué pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y plugo a
Dios manifestar con las palabras de ellos.”
Antes de entrar en el objeto de la búsqueda del intérprete, detengámonos -aunque sea bre-
vemente- en el adverbio con atención. Luego diré la importancia de los adverbios en los documen-
tos conciliares. Baste aquí esta sola referencia: la manera de trabajar del intérprete no puede ser
descuidada. Lo que está en juego es muy importante como para que se lo tome a la chacota. El
intérprete entonces debe poner lo mejor de sí, lo más noble de sus energías, en esta trabajo. Este
adverbio con atención, está en paralelismo con el con no menor diligencia (non minus diligenter) de la se-
gunda parte de este número de la DV. Donde, vale la pena recordarlo, se afirmará que el exégeta
debe atender con no menor atención al contenido y unidad de todas las Sagradas Escrituras, a la
Tradición de la Iglesia y a la anología de la fe.

7 En Inspiración e interpretación, en SCHÖKEL-ARTOLA, op. cit, pag. 386.


José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 12

Pero vayamos ahora al objeto de la proposición que define la tarea del intérprete. Si se lee
con atención se constata que es doble: “lo que pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y
plugo a Dios manifestar con las palabras de ellos”. El primero de estos dos objetos de estudio de
los intérpretes es la intención del autor. El segundo lo que plugo a Dios manifestar a través de
las palabras de los hagiógrafos. Estudiemos, por ahora, el primero de los objetos, la intención de los
autores. El texto del Concilio, luego de haber dicho el concepto fundamental de Biblia que se ma-
neja (Habiendo Dios hablado a través de hombres y en lenguaje humano) y de haber establecido
que se ha de buscar lo que Dios ha querido comunicar, establece que el intérprete busque la in-
tención del autor. Para llegar a la intención de Dios, el intérprete debe pasar por la intención del
hagiógrafo. Conocer la intención del autor humano se revela entonces un paso ineludible para
conocer la intención de Dios. ¿Y qué se entiende por intención? Sin ánimo de dar una respuesta
exhaustiva a esta pregunta, se podría con todo afirmar que la intención es ese mensaje oculto, ese
contenido concebido en la mente y el corazón del autor, y que se decide comunicar a través de un
medio concreto, en este caso, la palabra escrita. Tarea entonces ímproba la que recae sobre el
intérprete. Tarea casi adivinatoria. ¿Quién puede, acaso, pretender conocer cabalmente la inten-
ción de alguien que a la postre vivió hace ya más de dos milenios? Tarea, entonces, casi de adivi-
nos, aunque -como veremos luego- también es científica. Puesto que hay métodos muy concretos
y precisos a través de los que se puede realizar ese “escalamiento” hasta la intención escondida
del autor humano; intención escondida que sólo se revela indirectamente a través de signos con-
vencionales: la palabra.
Abundemos aún más sobre el tema. El texto conciliar dice que es tarea del intérprete pro-
curar descubrir lo que los hagiógrafos quisieron realmente expresar. Subrayo aquí el adverbio real-
mente. Para cualquiera que conoce la literatura eclesiástica en general y la conciliar en particular, es
de notoria evidencia que no suela haber palabras de más. Tratándose -como de hecho se tratan-
de obras colectivas, consensuadas, discutidas, corregidas, fruto de muchas inteligencias que no
siempre piensan en todo de una manera idéntica, los documentos eclesiásticos reflejan los diver-
sos matices de quienes los compusieron. Y es de una manera particular, en los adverbios, adjeti-
vos, y las frases concesivas, en donde se vislumbra con más claridad la prehistoria de un texto que
antes de ser dado a luz ha sido el objeto de muchas discusiones, concesiones, correcciones, nego-
ciaciones: Pues bien, nos encontramos aquí ante un adverbio. Entonces, atención, no está de más.
Al contrario, expresa algo de importancia. El realmente significa certeza, precisión, exactitud. El
exégeta no puede quedarse en meras conjeturas. Sin negar que estas sean necesarias para el avan-
ce de la ciencia como hipótesis de trabajo, es necesario afirmar que no son ellas el objeto último
de su ciencia. Una ciencia hecha de conjeturas está incompleta. Una conjetura no es un punto de
apoyo válido para un trabajo posterior. Hace falta ir más lejos, hasta las certezas. Y, las certezas,
en este caso se definen por lo que realmente los autores quisieron decir. Al menos, con la certeza
que se pueda lograr. Que no siempre será en este ámbito tan delicado, tan plena como deseable.
Hay además -como dijimos- un segundo objeto, vinculado de manera meramente copulati-
va con el que acabamos de comentar: “y plugo a Dios manifestar a través de las palabras de
ellos”. Son varios los comentarios que sugieren estas palabras. El primero: no hay equiparación
absoluta entre el querer del hombre y el querer de Dios. En efecto, si lo que se definía como tarea
de la competencia del exégeta era que le correspondía buscar lo que los autores quisieron decir,
para así llegar a lo que Dios quiso comunicarnos, y aquí, copulativamente -es decir, unido a la
frase anterior por un simple y (et)- se refiere que además le atañe al exégeta buscar lo que plugo a
Dios manifestar a través de las palabras de los hagiógrafos, se sigue que hay un querer de Dios
que se manifiesta en la intención de los hagiógrafos, y a través de ésta hay que buscarla y hay un
querer de Dios que se manifiesta en las palabras de los hagiógrafos, y a través de ellas habrá que
inquirirlo.
¿Cómo entender que las palabras transmitan otra cosa que la intención?. Se impone aquí
una aclaración; de hecho, la misma que requirieron los Padres conciliares. Pues esta frase fue dis-
José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 13

cutida. Hubo Padres que propusieron que fuera quitada del esquema de trabajo. La comisión te-
ológica respondió negativamente a ese pedido diciendo que la sentencia implicaba otro principio
hermenéutico de carácter teológico8. Partiendo de Vannucci 9 - a los efectos de encontrar un sen-
tido a la expresión- propongo las siguientes reflexiones: el eorum verbis tiene la particularidad de
sacarnos del autor para centrarnos en el texto; hay algo que Dios quiso manifestar en las palabras
de los hagiógrafos y no en su intención.
Tratemos de entenderlo a través de la siguiente argumentación que procurará poner las
cosas en su lugar.
Primero: las palabras de los hagiógrafos comunican lo que ellos quieren manifestar. Negar una rela-
ción real entre las palabras de un hombre y el mensaje intentado manifestar por él a través de esas
palabras sería un absurdo que implicaría reducir el interior del hombre a una total incomunicabi-
lidad que no hace justicia a la realidad. El lenguaje, el idioma, es el más acabado medio de expre-
sión que la cultura humana ha ido elaborando a través de muchos milenios de historia. Negarle
esta propiedad, es decir, la capacidad de expresar una idea, un sentimiento, una intención, etc., es
una flagrante mentira que no se condice en absoluto con la verdad de los hechos. Esto que afir-
mamos en principio de toda expresión humana, lo sostenemos a fortiori respecto de la comunica-
ción sagrada de los hagiógrafos. En las palabras de ellos se manifiesta de alguna manera la inten-
ción que tuvieron, lo que pretendieron transmitir. Y, como fue dicho poco más arriba, la DV in-
siste en que la tarea del hagiógrafo debe buscar lo que ellos quisieron transmitir, puesto que en
esa intención hay un verdadero mensaje teológico.

Segundo, en sus palabras hay “menos” que lo que ellos quieren decir. El lenguaje humano es limita-
do. ¡Tantas veces expresa menos que lo que queremos decir! El mundo del espíritu encuentra en
él un canal de expresión. Pero que nunca es totalmente adecuado a sus requerimientos. En otros
términos, el lenguaje nunca alcanza a expresar todo aquello que se tiene adentro. Incluso en quien
mayor dominio tiene de él. Pensemos, por ejemplo, en un escritor o en un novelista. Difícilmente
se contente con publicar una sola obra. Escribirá normalmente otras; varias. No se recluirá en el
silencio luego de haber terminado una obra. Aunque sea una obra maestra. Y la razón es sencilla
de comprender: aún le quedan cosas por decir. Entre lo dicho y lo que se tiene por decir o se in-
tenta expresar, queda inevitablemente un hiato que las palabras posteriores tratarán de atravesar.
Este hecho obvio de la comunicación humana no es ajeno a la Escritura sagrada. Y, aunque el
Concilio no lo aluda directamente, no deja de ser interesante tenerlo en cuenta a la hora de arre-
meter con la tarea de interpretar las Sagradas Escrituras.

Tercero, las palabras de los hagiógrafos comunican más que lo que ellos intentaron manifestar. Hay en
las palabras, un mensaje, que no necesariamente quiso ser manifestado por el autor. Las palabras
exceden el ámbito de la intención de quién las profiere. Y, de hecho, comunican mucho más que
lo que el que las profiere quiso comunicar. Y esto se debe a que las palabras van ricas del sentido
que la historia y la cultura les han ido imprimiendo. Por ejemplo, cuando digo la palabra árbol,
pienso en un vegetal con tronco, ramas y hojas, y que -por otra parte- que tiene una envergadura
suficientemente grande como para llamarse así. Sin embargo, la palabra árbol, ha sido usada antes
de mí. Y no siempre en un sentido tan preciso. Por ejemplo, la han usado los poetas. La han usa-
do los historiadores. Hasta los físicos la han usado: “Newton estaba haciendo la siesta bajo un
árbol de manzanas”. Todo esto intenta mostrar que cada uno de los términos que usamos -aún
sin darnos cuenta- vienen cargados de una significación que les da la cultura: Un significado que
se evoca incluso más allá del querer, o de la intención de quien pronuncie la palabra: Todo esto es

8 Cf. Pierre GRELOT, Commentaire du Chapitre III, en B.-D. DUPUY, La Révélation Divine. pag. 370-71.
9 V. MANNUCCI, La Biblia como Palabra de Dios, Col. Biblioteca Manual Desclée 1, Bilbao, Desclée de Brou-
wer,19953, pag. 291-332.
José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 14

lo que lleva a que hoy en día se sostenga que una obra de arte, sea del género que sea, -en este
caso que nos ocupa, literaria- una vez lanzada al mundo, una vez “dada a luz” por su autor, de
alguna manera ya no le pertenece:

Cuando el documento conciliar evoca que hay un mensaje de Dios ya no en la intención


del autor sino en lo que a El le pareció bien manifestar en las palabras de los hagiógrafos, está -
entre otras cosas- significando esto: las palabras, incluso en el más burdo sentido humano, son
capaces de evocar mucho más que lo que sus autores son siquiera capaces de sospechar. No dig-
no que este sea el único sentido de la frase. Pero, en todo caso, esta perspectiva puede iluminar
claramente de lo que se trata.
Ahora bien, estas palabras del Concilio: “buscar en las palabras de los hagiógrafos lo que
plugo a Dios manifestar”, luego de pasar en parte inadvertidas en los primeros años del Posconci-
lio, comenzaron a cobrar su verdadra relevancia con el surgimiento y desarrollo ulterior de los
métodos exegéticos llamados sincrónicos. Métodos que encuentran su justificación teológica en esta
directiva tan austera del Concilio.

b2b3) Parte B, normas racionales de exégesis:


Vayamos ahora sí, a la parte (B). Una y otra vez se insiste en que se trata de llegar a la intención del
autor, es decir, a una dimensión de interioridad. Las expresiones de esta dimensión: encontrar la in-
tención, lo que intentó, lo que quiso. Para ello se sugieren medios que no se presentan como únicos:
tener en cuenta los géneros literarios, los modos acostumbrados de sentir, decir y narrar que esta-
ban vigentes en los tiempos de los hagiógrafos, y las formas que utilizaban también en aquellos
tiempos los hombres para comunicarse y tratarse.
Estos medios, necesarios, no son presentados como los únicos. Se dice, en efecto que to-
do esto ha de ser tenido en cuenta “entre otras cosas”. Se lo presenta casi como un ejemplo. Pero
precisemos: se le ha querido dar importancia a los géneros literarios porque, en la exégesis católi-
ca que se practicaba hasta los tiempos del Concilio, ocupaban un lugar preponderante.
Los medios que se sugieren están más cerca de los métodos diacrónicos de exégesis que de
los sincrónicos. Tratan, en efecto, de que el intérprete pueda contar con los instrumentos necesa-
rios como para leer el texto como si fuera él de la época en que fue escrito. A partir de la Divino
Afflante Spiritu y de estas pautas interpretativas conciliares, leer eclesialmente las Escrituras, supo-
ne contar con un bagaje de conocimientos que nos haga capaces -en la medida de lo posible- de
“trasladarnos” en el tiempo hasta entrar en las coordenadas temporo-espaciales originales y así
captarlos en su prístina diafanidad.
Ahora bien, la intención del autor no es la única dimensión de interioridad que aparece en
DV 12 B. Se supone una dimensión interior del texto (in textibus - sensum inquirat) y del intérpre-
te (inquirat- intelligendum). Digo que estas dimensiones se suponen pues no están directa y expre-
samente definidas. Pero aparecen claramente en la lógica del texto conciliar. Se reconoce así, en-
tonces, que en la misma “letra”, en su más patente dimensión humana, hay más; hay una riqueza
de sentido escondida en la misma, riqueza que ha de ser descubierta, desvelada, traída a la luz. Lo
deja entrever que los Padres Conciliares afirmen que los intérpretes han de buscar el sentido de lo
que el hagiógrafo “intentó expresar y expresó”. Valen aquí las reflexiones que hacíamos un poco
más arriba sobre la riqueza de sentido de los textos, allende el querer de sus autores.
Pero afirmábamos también que hay una dimensión de interioridad del intérprete. Este ha
de entender (intelligendum) lo que el autor ha querido manifestar. El diálogo se establece entre inte-
rioridades diferentes. Quien dialoga con las Escrituras, va a ellas, cargado de su mundo. No es un
ente aséptico o químicamente puro.
José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 15

b2b4) Parte C (o B’): normas espirituales, criterios hermenéuticos


En esta se establece un principio, se formulan tres pautas operativas y se dirige una exhortación a
los exégetas. Y, siempre en función de encontrar el sentido de los textos.
El principio es de una formulación particularmente densa: las Escrituras, puesto que han
sido escritas en el Espíritu, han de ser leídas e interpretadas también en ese mismo Espíritu. No-
tar que se utiliza la palabra Espíritu con mayúsculas. No se trata de una actitud psicológica sino
de la persona del Espíritu Santo.
Hay una clara congruencia con todo lo dicho sobre la Biblia, como testimonio del Espíri-
tu, como obra del Espíritu, como inspirada por el Espíritu.
Es interesante notar que las tres acciones vinculadas por el Espíritu (escribir, leer e inter-
pretar) están en pasiva. Y Sobre las tres se ejerce un influjo decisivo, de tipo causal-modal (Abla-
tivo) del Espíritu Santo. Se está tácitamente admitiendo de esa manera que no puede haber una
verdadera lectura e interpretación de la Biblia sino se abre el lector e intérprete a una acción del
Espíritu, que es semejante a la que Este ejerciera en el hagiógrafo.
Las tres pautas operativas: tener en cuenta el contenido de todas las Escrituras, la Tradi-
ción de la Iglesia y la analogía de la fe, implican también un cierto paso por una exterioridad. Son
como los medios para llegar al fin, que sería leer e interpretar en el Espíritu. Los tres implican un
contexto de interpretación. Son como un cauce que pone límites. Fuera del mismo, la interpreta-
ción se saldría del Espíritu cristiano.
La recomendación a los exégetas es un reconocimiento claro de su lugar en la misión de
la Iglesia. Gracias a ellos, a sus aportes, ha de madurar el juicio de la Iglesia. Notable es que en
este párrafo se utilice la palabra exégeta. Lo es, dado el hecho de que sea en él en el que se descri-
ban los criterios de índole teológica de interpretación. Y lo es, incluso, por el hecho de que en el
párrafo anterior, cuando se hablaba de los caminos propios de la crítica bíblica, o sea de la exége-
sis, se utilizara el término intérprete. Es como si a través de esta contraposición se nos quisiera de-
cir: la exégesis ha de ser fundamentalmente una tarea interpretativa, ha de procurar reconocer el
sentido espiritual de un texto; y la interpretación teológica ha de ser rigurosa desde el punto de
vista metodológico, libre de todo subjetivismo arbitrario.

b3) El documento de la “Interpretación de la Biblia en la Iglesia” (InterpBi - Pon-


tificia Comisión Bíblica –PCB- 1993)
El primero documento del Magisterio acerca de la investigación bíblica fue la Providentissi-
mus Deus (1893, León XIII). A los 50 años del anterior, surgió el documento Divino Afflante Spiritu
(Pío XII, 1943). No fue casual que se eligiera la fecha mencionada para que la Pontificia Comi-
sión bíblica (PCB), por expresa indicación de Juan Pablo II, abordara de una manera exhaustiva la
temática de la interpretación bíblica, asumiendo de forma positiva todo el esfuerzo realizado por
los estudiosos de las Escrituras en los últimos siglos, sin por ello obviar la cuestión de los límites
concretos de cada uno de los métodos de estudio.
La lectura de todo el documento es de sumo provecho. Pero a les efectos de la interpreta-
ción bíblica el primero de sus capítulos, “Métodos y acercamientos para la interpretación”, se re-
vela esencial. Teniendo en cuenta la naturaleza histórica del texto bíblico, el documento hace una
defensa vehemente del método histórico crítico. Muestra, luego de sus antecedentes históricos
más remotos, cómo se fue configurando en los últimos siglos hasta alcanzar su tipología actual.
Por fin hace una evaluación positiva del mismo, sin por ello obviar sus límites. Tal vez por ello se
comenzaron a realizar otras investigaciones en el campo bíblico, no tanto por vía de la historia
José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 16

cuanto por el de la consideración del texto como algo acabado, decidor de por sí más allá de su
historia. Todo ello es lo que se contiene bajo el rótulo de “Nuevos métodos de análisis literario”.
Métodos nuevos, tomados del campo de las ciencias que se aplican en la literatura moderna, han
comenzado a emplearse con provecho en el ámbito bíblico. Es todo esto lo que reconoce la PCB.
Subraya al respecto la existencia de tres método: la nueva retórica, el análisis narrativo y el análisis
semiótico. A cada uno de ellos le dedicada una explicación y una evaluación positiva con límites.
No es el cometido de estas líneas explicar lo que dice el documento sino simplemente in-
troducir a su lectura. Pero sí interesa aquí mostrar el vínculo entre DV 12 y dicho documento. En
la constitución conciliar se reconocía que el objeto de la investigación de los intérpretes era la in-
tentio autoris, la intención de los hagiógrafos. Y decíamos, al comentar este texto, que esta búsque-
da ha de efectuarse necesariamente a través de un remontarse a través de los siglos hasta el autor,
su situación personal y comunitaria, las características de su pensamiento, los avatares socio histó-
ricos de las Iglesias a las que dirigían sus respectivos escritos... Este camino ascendente hasta la
intención del autor ha de valerse de recursos históricos aptos a tal fin. Todo ello es el método
histórico crítico. En cierto sentido, dicho método está contenido así en la DV 12, aunque algo
más precisamente en el párrafo b del mismo documento, según cierta configuración del mismo
método.
Pero la DV 12, como lo vimos, entreveía que no sólo aparece y se manifiesta la palabra de
Dios en la intención de los hagiógrafos sino también en la letra, en las palabras que ellos escribie-
ron, sin advertir siempre lo que decían, o las últimas consecuencias de aquello que estaban di-
ciendo. Este plus de sentido de la palabra –vimos– justificaba la presencia de métodos que pres-
cindieran de la búsqueda histórica para concentrarse en el resultado final, en el texto tal como nos
llegaba a nuestros días, más allá de lo que su o sus autores hayan querido transmitir. A todo ello
lo llamábamos métodos sincrónicos. Pues bien, en InterpBi aparecen los métodos sincrónicos
que hoy se aplican a la Biblia, a su estudio científico, la nueva retórica, el análisis narrativo y el
análisis semiótico. Tal vez las ciencias sociales y del lenguaje nos provean en el futuro de otras
metodologías ricas en potencialidades hermenéuticas. A la espera de las mismas, el documento de
la PCB nos invita a incursionar estos caminos con confianza en el Espíritu Santo.
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C) La Biblia en la Iglesia
Al respecto, es sumamente iluminador el capítulo VI de la DV (Nros. 21-25). Haremos,
en este momento, una lectura más vale sintética del capítulo.
Si bien el ordenamiento de los números se puede discernir con bastante facilidad, no ocu-
rre lo mismo con el criterio subyacente a tal ordenamiento. Pues pareciera que hay más de uno.
En efecto, comienza el capítulo (21), como suele comenzar los documentos eclesiales: estable-
ciendo las bases de lo que se pretende tratar. En este caso concreto, diciendo qué sea la Biblia,
estableciendo el concepto básico de la relación Biblia-vida de la Iglesia, y manifestando las conse-
cuencias que de ello se siguen: Sigue el capítulo con un tema que lógicamente se desprende del
anterior (22): es necesario facilitar la lectura de la Biblia al Pueblo de Dios. Pero a continuación,
pareciera que el criterio cambia. Pues en los siguientes dos números se trata de la comprensión de
la Biblia, a la que contribuye el ministerio de los exégetas (23), y de la Biblia como fuente de la
Telología y la pastoral (24). El capítulo sigue con una clara exhortación a la lectura frecuente de
la Biblia, sobre todo, de los ministrosde la Palabra (25) . Y termina con la manifestación del deseo
de que resplandezca, merced a la Biblia, la Palabra de Dios (26).
Si analizamos número por número podemos constatar el siguiente esquema en cada uno
de ellos:
José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 17

21. PUESTO QUE la Iglesia venera las Escrituras


y la tiene como regla de su fe.
ES NECESARIO QUE la predicación
y la vida religiosa
se nutra de la Escritura,
y se rija por ella.
SE ABUNDA EN LAS SIGUIENTES RAZONES:
El Padre sale al encuentro en las Escrituras,
Ellas tienen eficacia, fuerza, vigor.

22. ES NECESARIO facilitar el acceso a las Escrituras.


De hecho, la Iglesia lo hizo desde antiguo...
HOY: háganse nuevas traducciones...
con notas explicativas.
Incluso con los hermanos separados.

23. La Iglesia se esfuerza en COMPRENDER MÁS PROFUNDAMENTE las Escrituras.


En ésto, trabajen unidos BIBLISTAS y TEÓLOGOS.
Al servicio de los MINISTROS DE LA PALABRA.
Para que éstos la transmitan al PUEBLO.
¡ÁNIMO, EXÉGETAS!

24. La TEOLOGÍA, se nutre de la Escritura.


EL MINISTERIO DE LA PALABRA, también se nutre de la Escritura.
25 ES NECESARIO QUE clérigos (sacerdotes, diáconos, catequistas)
lean frecuentemente y estudien asiduamente las Escrituras.
LO MISMO TODOS LOS CRISTIANOS, especialmente los religiosos, lean frecuente-
mente a través de la lectura espiritual y otras instituciones...
Pero, ¡sin olvidar la oración!
ES INCUMBENCIA DE LOS PRELADOS instruir a los fieles para:
usen correctamente la Biblia (sobre todo los Evangelios),
por medio de traducciones con notas.
HÁGANSE TRADUCCIONES con notas adecuadas a los no cristianos.

26 SE FORMULA EL SIGUIENTE DESEO: Gracias a la lectura de la Biblia,


José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 18

La Palabra de Dios se difunda y resplandezca.


SE HACE ESTA PROFESIÓN DE ESPERANZA: Así como la Iglesia crece y se renueva por la Euca-
ristía,
Esperamos lo mismo de este volver a las Escrituras.

E) Biblia y Catequesis
El tema es ciertamente amplio. Haremos una investigación10 divididos en distintos grupos,
a partir de diferentes temas.
1. En el orden de los principios: ¿Cuál es la relación entre Biblia y catequesis? - DV cap. VI.;
DCG; CT.; La Interpretación de la Biblia en la Vida de la Iglesia, Medellín, Puebla, Santo
Domingo, Primer Congreso Catequístico, JEP, Semana de Estudios 87.
2. En el orden histórico, notar la evolución del tema.
3. En el orden de las propuestas o desafíos pastorales.
TRABAJOS CONCRETOS:
EQUIPO 1: Leerá el DCG. Subrayará todas las veces que aparecen las palabras Biblia, Sagradas Escritu-
ras, Sagradas Escrituras, Evangelio, Evangelios, Palabra de Dios, (y otras posibles que tengan que ver di-
rectamente con el asunto). Luego reubicará en el contexto las palabras subrayadas, tratando de responder a
las preguntas: ¿qué dice de la Biblia, de las Sagradas Escrituras, de los Evangelios. etc.?
Por ejemplo, en el N° 9 aparece la palabra Evangelio. Si la leemos en su contexto encontramos lo siguien-
te:
“El Evangelio con su ley de amor exige, sí, que los fieles cristianos colaboren según sus fuerzas -
desempeñando tareas y cargos seculares- en la instauración cada vez más plena de la justicia y fraternidad
entre los hombres.”
O sea, al trabajo de fichaje seguirá el de transcripción. (No es necesario copiar todo el trozo. El criterio
básico es que se entienda de qué se está hablando)
Procurará luego de sintetizar y redactar un pequeño informe de dos carillas aproximadamente (dactilogra-
fiado). Prestar atención a que en él se presente las referencias claras al lugar donde aparecían estas pala-
bras. Y la síntesis de las grandes e importantes insistencias.
EQUIPO 2: Leerá la Catechesi Tradendae. Y procederá igual que en el caso anterior.
EQUIPO 3: Leerá y analizará el Documento de la PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, La Interpretación
de la Biblia en la Iglesia. 1993. Capítulo IV. La Interpretación de la Biblia en la vida de la Iglesia. Subtítulo C:

10 RECORDAR LA MANERA DE CITAR.


- Si se trata de un libro, se procede así:
Nombre, APELLIDO, título: subtítulo, colección (nombre) y número (siempre que el libro pertenezca a una colec-
ción), editora, ciudad, fecha, página.
Por ejemplo, el último libro del Padre Frans se cita así:
Francisco DE VOS, Pensar la Catequesis. Ed. Claretiana, Buenos Aires, 1996, pag...
(En el caso de no tener letra cursiva se cita así: Pensar la Catequesis). El apellido siempre se pone todo en mayúscula.
EN EL CASO DE UN DOCUMENTO DE LA IGLESIA, ESTE SE CITA CON EL NOMBRE O BIEN CON
SU ABREVIATURA GENERALIZADA.
José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 19

Uso de la Biblia. Nº 3: En el ministerio pastoral. (Pag. 116-19). Escribir un pequeño informe con lo que
consideren relevante respecto del tema de la relación Biblia y Catequesis.
EQUIPO 4: Leer JEP, y proceder como en equipo 1.
EQUIPO 5: Leer Medellín, (Documento sobre Catequesis), y proceder como en equipo 3.
EQUIPO 6: Leer de la JUNTA CATEQUÍSTICA CENTRAL 2do. Congreso catequístico nacional 1987.
SEMANA DE ESTUDIOS. ed. Don Bosco y ed. Guadalupe, Bs. As. 1987. Informe de la Comisión 1:
Biblia y Catequesis. Pag. 257-59. Y procederá como equipo 3.
EQUIPO 7: Leer el DCG97, primera parte, capítulo I (34-59) y leer también segunda parte, capítulo I (92-
118). Proceder como en equipo 1.
ANEXOS A UNIDAD I
Del Documento de la PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, La Interpretación de la Biblia en la Iglesia. 1993.
Capítulo IV. La Interpretación de la Biblia en la vida de la Iglesia.
Subtítulo C: Uso de la Biblia.
Nº 3: En el ministerio pastoral. (Pag. 116-19)

“Recomendado por DV 24 el recurso frecuente a la Biblia en el ministerio pastoral toma diversas


formas, siguiendo el género de hermenéutica del cual se sirven los pastores y que pueden comprender los
fieles. Se pueden distinguir tres situaciones principales: la catequesis, la predicación y el apostolado bíblico.
Numerosos factores intervienen, en relación con el nivel general de vida cristiana.
La explicación de la palabra de Dios en la catequesis -Sacrosanctum Concilium, 35; Direct. catec. Gen.,
1971, 16-, tiene como primera fuente la Sagrada Escritura, que explicada en el contexto de la Tradición,
proporciona el punto de partida, el fundamento y la norma de la enseñanza catequística. La catequesis de-
bería introducir a una justa comprensión de la Biblia y a su lectura fructuosa, que permite descubrir la ver-
dad divina que contiene y que suscita una respuesta, la más generosa posible, al mensaje que Dios dirige
por su palabra a la humanidad.
La catequesis debe partir del contexto histórico de la revelación divina, para presentar personajes
y acontecimientos del Antiguo y del Nuevo Testamento a la luz del designo de Dios.
Para pasar del texto bíblico a su significación salvífica para el tiempo presente, se utilizan hermen-
éuticas variadas, que inspiran diversos géneros de comentarios. La fecundidad de la catequesis depende del
valor de la hermenéutica empleada. Existe el peligro de contentarse con un comentario superficial, que se
queda en una consideración cronológica de la sucesión de acontecimientos y de personajes de la Biblia.
La catequesis no puede, evidentemente, explotar sino una pequeña parte de los textos bíblicos. En
general, utiliza sobre todo los relatos, tanto del nuevo como del Antiguo Testamento e insiste en el Decá-
logo. Pero debería emplear igualmente los oráculos de los profetas, la enseñanza sapiencial y los grandes
discursos evangélicos, como el Sermón de la montaña.
La presentación de los evangelios se debe hacer de modo que provoque un encuentro con Cristo,
que da la clave de toda la revelación bíblica y trasmite la llamada de Dios, a la cual cada uno debe respon-
der. La palabra de los profetas y la de los “servidores de la Palabra” (Lc. 1,2) deben aparecer como dirigi-
das ahora a los cristianos.
Observaciones análogas se aplican al ministerio de la predicación, que debe sacar de los textos
antiguos un alimento espiritual adaptado a las necesidades actuales de la comunidad cristiana.
Actualmente, este ministerio se ejerce sobre todo por la homilía, que sigue a la proclamación de la
palabra de Dios en la celebración eucarística.
La explicación de los textos bíblicos durante la homilía no puede entrar en muchos detalles. Con-
viene, pues, poner a la luz los aportes principales de estos textos que sean más esclarecedores para la fe y
más estimulantes para el progreso de la vida cristiana, comunitaria o personal. Presentados estos aportes,
es necesario hacer obra de actualización e inculturación, según cuanto ha sido dicho antes. Para esta finali-
José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 20

dad, son necesarios principios hermenéuticos válidos. Una falta de preparación en este campo tiene como
consecuencias la tentación de renunciar a profundizar las lecturas bíblicas, contentándose con moralizar o
hablar de cuestiones actuales, sin iluminarlas con la palabra de Dios.
En diversos países, se han hecho publicaciones con la colaboración de exégetas, para ayudar a los
responsables pastorales a interpretar correctamente las lecturas bíblicas de la liturgia y a actualizarlas de
manera válida. Es deseable que esfuerzos semejantes se generalicen.
Seguramente se debería evitar una insistencia unilateral sobre las obligaciones que se imponen a
los creyentes. El mensaje bíblico debe conservar su carácter principal de buena noticia de salvación ofreci-
da por Dios. La predicación será más útil y conforme a la Biblia si ayuda a los fieles, primero a “conocer el
don de Dios” (Jn. 4,10), tal como ha sido revelado en la Escritura, y luego a comprender de modo positivo
las exigencias que de allí derivan.
El apostolado bíblico tiene como objetivo hacer conocer la Biblia como palabra de Dios y fuen-
te de vida. En primer lugar favorece la traducción de la Biblia en las diversas lenguas y la difusión de esas
traducciones. Suscita y sostiene numerosas iniciativas: formación de grupos bíblicos, conferencias sobre la
Biblia, semanas bíblicas, publicación de revistas y libros, etc.
Una importante contribución es la de asociaciones y movimientos eclesiales que ponen en primer
plano la lectura de la Biblia en una perspectiva de fe y de compromiso cristiano. Numerosas “comunida-
des de base” centran sobre la Biblia sus reuniones y se proponen un triple objetivo: conocer la Biblia,
construir la comunidad y servir al pueblo. También aquí la ayuda de los exégetas es útil, para evitar actuali-
zaciones mal fundadas. Pero hay que alegrarse de ver que gente humilde y pobre, toma la Biblia en sus
manos y puede aportar a su interpretación y actualización una luz más penetrante, desde el punto de vista
espiritual y existencial, que la que viene de una ciencia segura de sí misma (Cf. Mt. 11,25).
La importancia siempre creciente de los medios de comunicación de masa, diarios, radio, televi-
sión, exige que el anuncio de la palabra de Dios y el conocimiento de la Biblia sean propagados activa-
mente por estos medios. Las exigencias muy particulares de estos, y por otra parte, su influjo sobre un vas-
to público, requieren para su utilización una preparación específica, que permita evitar las improvisaciones
penosas, así como los efectos espectaculares de mal gusto.
Se trate de la catequesis, la predicación o el apostolado bíblico, el texto de la Biblia debe ser pre-
sentado siempre con el respeto que merece.”

Documento de Puebla (Introducción y Nº 1001)

“ La catequesis, para cumplir su misión evangelizadora en AL. , deberá tener presente lo


siguiente:
....
b) Tomar como fuente principal la Sagrada Escritura, leída en el contexto de la vida a la luz de la
Tradición y del Magisterio de la Iglesia, transmitiendo, además, el Símbolo de la fe; por lo tanto,
dará importancia al apostolado bíblico, difundiendo la Palabra de Dios, formando grupos bíbli-
cos, etc.”.

do
DE LA JUNTA CATEQUÍSTICA CENTRAL2 . CONGRESO CATEQUÍSTICO NACIONAL 1987.
SEMANA DE ESTUDIOS. ed. Don Bosco y ed. Guadalupe, Bs. As. 1987

Informe de la Comisión 1: Biblia y Catequesis.


Pag. 257-59

A. VEMOS:
1. Desafíos de orden histórico:
a. Notamos aún resabios del largo período en que la Biblia era “libro cerrado” para el pueblo;
así
también, una primacía de las formulaciones dogmáticas en algunos catecismos.
José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 21

b. A pesar de los esfuerzos de grupos de catequistas no fueron del todo aprovechados los
aportes:
• del Primer Congreso Catequístico Nacional (1962) que impulsó una catequesis
bíblica.
• del Concilio Vaticano II y documentos posteriores.
2. Desafíos de orden eclesiológico:
En nuestra Iglesia nos hace falta vivir la fe en pequeñas comunidades, por eso se nos hace
difícil penetrar en Libro inspirado por Dios que nace del pueblo y es para el pueblo.
3. Desafío desde la Biblia misma:
La Revelación está expresada en una cultura lejana a la nuestra, en el tiempo y en el espa-
cio.
4. Desafíos de orden existencial y cultural:
a. Constatamos que el hombre de hoy vive en una encrucijada de desarraigo, ya sea por la
misma movilidad humana, ya por las nuevas formas culturales (pérdida de identidad, con-
ciencia histórica, etc.).
b. Dificultades para acceder a la Palabra-escrita desde una “cultura-de-la-imagen”.
c. Nuestra “cultura-del-ruido” dificulta la actitud de escucha y contemplación.
d. El hombre de hoy manifiesta hambre y sed de descubrir la Biblia.
5. Desafíos de orden metodológico:
Aún está presente entre nosotros:
a. el miedo a una interpretación errónea.
b. ciertas exigencias de intelectualidad.
y estos elementos obstaculizan el poner con sencillez, en manos del pueblo, la Palabra de
Dios.

B. ASUMIMOS (ILUMINACIÓN):
La necesidad de educarnos desde la Palabra de Dios
Para construir auténticas comunidades cristianas (Hch 2,42-47; DP 992).
Para vivir nuestra historia personal y comunitaria como Historia de Salvación. (No hay
Palabra de Dios sin comunidad eclesial ni comunidad eclesial sin Palabra de Dios. “En los
Libros Sagrados, el Padre que está en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus
hijos para conversar con ellos. Y es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de Dios,
que constituye sustento y vigor de la Iglesia...” (DV 21).
Porque aún dentro de esta cultura de la imagen y del ruido, tenemos fe en la eficacia trans-
formadora de la Palabra de Dios orada, contemplada y vivida en comunidad.
Para responder con fidelidad a las opciones preferenciales (los pobres y los jóvenes)
propuestas por el Espíritu Santo y asumidas por nuestros pastores.

C. PROPUESTAS:
1. Implementar catecumenados de jóvenes y adultos para que puedan vivir la fe alimen-
tada por la Palabra de Dios.
2. Catequesis familiar.
3. Fomentar grupos de oración y meditación.
4. Promover una pastoral Bíblico-diocesana:
- orientaciones episcopales
-predicaciones y homilías.
- cursos de Biblia
- catequesis Cristocéntrica desde la Biblia.
5. Cursos bíblicos para distintos niveles y asociaciones de apostolado y oración.
6. Hacer accesible el Mensaje a través de medios audiovisuales y con lenguaje sencillo y
usando los medios de comunicación social.
José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 22

7. Posibilitar el abaratamiento de Biblias y material bíblico.


8. Promover la lectura de la vida a la luz de la Palabra ( Biblia) y de la Biblia a la luz de la
vida de los grupos.
9. Brindar la posibilidad de usar y aprovechar el material bíblico existente que orienta al
crecimiento de la fe en comunidad.
10. Que a nivel agentes de pastoral nos hagamos un examen de conciencia cuestionán-
donos por qué sigue existiendo una separación entre la Biblia y la vida del pueblo.
11. Así como los escritores sagrados plasmaron la Revelación de Dios en su lenguaje co-
tidiano, que los agentes de pastoral asuman el lenguaje popular en la tarea de llevar la
Biblia al pueblo.
Proponemos que este aspecto sea tenido en cuenta en:
a - la catequesis,
b - la formación de catequistas,
c - las homilías,
d - etc.
12. Proponemos que a cada familia llegue una MUY BUENA EDICIÓN de la Biblia,
sin sacrificios, sino con el aporte de toda la comunidad.
Ej.: que cada miembro de la comunidad done su ofrecimiento para que cada día lle-
gue la Palabra de Dios a un nuevo hogar (donación: el valor de un litro de nafta u otro
valor).
13. Que desde la Junta Catequística Central se implemente un Equipo “Biblia y Cate-
quesis”.

C’. PRIORIZAMOS las opciones 4, 13. Como pregunta, la 10.


José Luis Gergolet 23
Período de los patriarc Permanencia en Egipto Exodo Período de la conquista Período de la monarquía unida Período de la monarquía divida
y de los Jueces
-1800 -1500 1250 1200 -1020 -931 -722

CISMA POLÍTICO CAÍDA DE SAMARÍA


Y RELIGIOSO
(FIN DEL REINO DEL NORTE)

Personajes: Abrham, Moisés, Aarón Josué, Sansón, Jefté, Samuel, Saúl, David y Salomón Reyes del norte: Jeroboám I, Omrí, Ajab,
Isaac, Jacob, José y Débora, Barak Jehú, Joás, Heroboam II.
sus hermanos
. Reyes del Sur: Roboam, Josafat, Atalía, Osías,
Ajáz, Ezequías, Manasés, Josías, Joaquín ...
Profetas del norte: Elías, Eliseo, Amós, Oseas ...
Del Sur: Miquias, Isaías, Jeremías ...

Hechos: Salida de Jarán, Éxodo, Alianza Conquista de la tierra de Canaán Transición de la alianza tribal (anfictionía) Cisma, oscilación entre fidelidad e infidelidad a la
peregrinación y primera Peregrinación por Líderes carismáticos que liberan a la monarquía Benjaminita (Saúl), por Alianza, fundación de Samaría, guerra Siro-
instalación en Canaán el desierto. a Israel cuando sus enemigos los oficios de Samuel. efraimita, predicación de los profetas, etc.
prevalecen. Transición e inicio de la monarquía judaítica
de David. Conquista de Jerusalén y traslado del
Arca a la Ciudad.
Esplendor del imperio bajo Salomón:
Construcción del Templo.

Libros: Génesis Éxodo, Lv, Nm, DT. Jos y Jueces. 1 y 2 Sam, y 1 Re 2 Re

Período del Exilio en Babilonia Período de la Dominación Persa Período de la Dominación griega Bajo Roma
586 -538 -331 -68

DESTRUCCIÓN EDICTO DE CIRO ALEJANDRO PONE FIN POMPEYO TOMA CRISTO


DE JERUSALÉN; DE PERSIA AL IMPERIO PERSA JERUSALÉN
INCENDIO DEL TEMPLO,
FIN DEL REINO DE JUDÁ
Personas: Godolías, Ezequiel, DtIs. Zorobabel, Ageo y Zacarías,
Nehemías y Esdras
Hechos: El Pueblo permanece en Babilonia Reconstrucción del templo (520-15) Judea sometida a los Lágidas (hasta el -200)
En el campo y en torno a Jerusalén han que- Misiones de Nehermías: reconstrucción de las Judea sometida a los Seléucidas
dado algunos qu esperan: murallas de Jerusalén y reformas inspiradas (-200 al -142)
Período de purificación del templo. en el Dt (445-430) Luchas Macabeas en respuesta al fuerte proceso
Misión de Esdras: compilación del Pentateuco Helenización.
Renovación de la Alianza, Nacimiento de
la teocracia y del Judaísmo.
Libros: Ez, Dt Is, Jer, algunos sal. Esdras y Nehemías 1 y 2 Macabeos
Unidad2: Primera parte
En la corte salomónica se reflexiona sobre el pasado
a. ¿De dónde venimos como pueblo? o la historia patriarcal que desemboca en Egipto el Exo-
do (Gen 12-50, Ex y Nm)

b. ¿De dónde viene el mal? O la historia de los orígenes (gen 1-11)

a. ¿De dónde venimos como pueblo? o la historia


patriarcal que desemboca en Egipto el Exodo (Gen
12-50, Ex y Nm): Abraham y los demás patriarcas

Objetivo:
1. Descubrir cómo Dios elige, promete, se compromete, y se alía con el hombre.
Descubrir la respuesta del hombre a ese llamado divino, respuesta en las más variadas circunstan-
cias y avatares.

1. CONTENIDOS FUNDAMENTALES
Habíamos visto en la unidad anterior que Israel se constituyó en estado monárquico en el
siglo -XI y que esta nueva organización social y política fue el marco propicio en el que se inició
decididamente la labor de los escribas-teólogos. Estos abordaron una cuestión fundamental: ¿de
dónde venimos nosotros como pueblo? Y, un escriba o un grupo de escribas, al que los especialistas de los
estudios bíblicos conocen comúnmente con el nombre de “El Yahivista” (sigla = Y) porque en su
documento a Dios se lo llama precisamente con el nombre de Yahveh, elaboró un largo relato que
va desde la vocación de Abraham hasta la entrada en la Tierra prometida. Fácilmente aquel que
tiene un mínimo conocimiento del Pentateuco se da cuenta de que este documento es sin lugar a
dudas la base de toda esta parte de la Biblia, es decir, se ha trasnformado en algo así como es es-
queleto que articula los distintos relatos que componen esta obra monumental de la literatura reli-
giosa universal.
Es necesario decir que la obra del Y tiene sus antecedentes en las creencias de los israeli-
tas. Estos profesaban su fe diciendo:

“Mi padre era un arameo errante que bajó a Egipto y se refugió allí con unos pocos
hombres, pero luego se convirtió en una nación grande fuerte y numerosa. Los egipcios
nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura servidumbre. Entonces pe-
dimos auxilio al Señor, el Dios de nuestros padres, y él escuchó nuestra voz. El vio
nuestra miseria, nuestro cansancio y nuestra opresión, y nos hizo salir de Egipto con el
poder de su mano y la fuerza de subrazo, en medio de un gran terror, de singos y pro-
digios. El nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra que mana leche y miel. Por eso
ofrezco ahora las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me diste”. (Dt, 26, 5-
10; cf también Jos 24).

Esta profesión de fe que el israelita profesaba en los templos de Yahvéh, anualmente, con
ocasión de la entrega de las primicias, es un reconocimiento del obrar de Dios en la historia del
propio pueblo. Este obrar de Dios se desglosa -en este credo israelita- en varias etapas:

• mi padre era un arameo errante,


Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 25

• bajó a Egipto,
• los egipcios nos oprimieron ... y el Señor nos hizo salir,
• el nos trajo a este lugar.

Este orden de las acciones salvíficas de Yahvéh en la historia de los antepasados de Israel
es más teológico que histórico. Su objetivo nos es tanto decir “lo que pasó” sino “cómo vio lo que
pasó la fe de un pueblo”. De allí que este esquema de la historia de la salvación sea conocido por
algunos autores relevantes, como Gerhard Von Rad, como un esquema “teológico-cultual”11.
Ahora bien, este esquema de fe, a la hora de elaborar una respuesta coherente a la cuestión
que se plantea en las cortes de David y Salomón, sirvió sin duda de base ordenadora para la obra
de síntesis del Y. Este debió consultar la memoria del pueblo, y también de los otros pueblos, para
recabar información respecto de un pasado de Israel que condujera lenta, pero inexorablemente, a
la organización política-estatal que en aquel entonces aquel pueblo había alcanzado. Pero los resul-
tados de estas investigaciones no fueron meramente yuxtapuestos, el uno junto al otro, sin orden,
sin seguir un plan. El plan lo impuso la fe secular de Israel; esa fe que se expresaba tan parca y so-
lemnemente a través de estos “credos” que los píos miembros del pueblo de Yahveh recibatan
con ocasión de la ofrenda de las primicias del suelo.
De esta manera quedaron perfiladas las grandes etapas de la lectura que Israel -guiado por
su fe yahvista- hizo de su historia, a saber:
• mi padre era un arameo errante: = período de los patriarcas;
• que bajó a Egipto: = fin del período de los patriarcas con la historia de José y la bajada a Egip-
to de Jacob y sus demás hijos;
• los egipcios nos oprimieron ... el Señor nos liberó: =Período del Exodo:
• él nos trajo a este lugar: = entrega de la tierra prometida bajo Josué.

--------------------------------------------------

2. La experiencia espiritual de Abraham y de los demás Patriarcas:


a. La Microhistoria

Toda la historia de Abraham (ca. 1700 a.C.) está vinculada a dos


grandes temas: la tierra y el hijo. Abraham deja su tierra obedeciendo a ese llamado divino
que Dios le dirigiera. Las promesas de Dios son magníficas: “Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré;
engrandeceré tu nombre y serás una bendición. Bendeciré a los que bendigan y maldeciré al que maldiga, y
por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra” ( Gen 12,2-3). Pero el cumplimiento es incierto. La tie-
rra Dios la ha de mostrar. No le anticipa cuál es. El hijo, como veremos luego, aquel por quien Abraham
devendría una gran nación, aquel por quien la bendición a todas las naciones de la tierra pasaría un día,
tardará en llegar, hasta quebrar su paciencia (Cf. 15, 1-6; 16,1-3; 17, 15-22).
Y Abraham se lanza a la aventura. La mención de la edad (vs 4) no es tampoco sin sentido. Abra-
ham tenía setenta y cinco años. Los cambios de la vida no están reservados a la juventud. Grandes cam-
bios, verdaderos giros copernicanos, Dios puede sugerir o pedir casi en el ocaso de la vida. Cuando ya un
hombre adulto pueda pensar que tenga su vida hecha. Para salvar, Dios puede sugerir un cambio importan-
te, cuando ya todos desesperan de él.
Y Abraham, al llegar a la tierra prometida, que Dios habría de mostrarle, la consagra (12,6-9). Erige
dos altares. El primero en aquel lugar donde Dios rompe el silencio luego de su peregrinación hasta la tie-
rra, para confirmarle que la tierra que está pisando es la que Él le habría de dar, como también le habría de
dar a su descendencia. El segundo en Betel, casa de Dios. Abraham consagra la tierra de Dios. Actúa como

11 Cf Teología del Antiguo Tesamento, I, col. Biblioteca de estudios bíblicos 11, ed. Sígueme, Salamanca 19866, pag 168 y
sigs.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 26
un sacerdote. Es en este sentido un anticipo de Cristo, quien habría de ofrecer el mundo entero al Padre.
El amigo Dios, se lo merece.
Pero Abraham no está libre de preocupaciones y dificultades que le tocan muy de cerca. Al bajar a
Egipto sabe que su esposa, hermosa, va ser codiciada (12,10-20). ¿Gesto de debilidad? ¿Prudencia necesa-
ria? ¿Mentira descarada? Estas y otras preguntas nos podemos plantear respecto del famoso episodio en el
que él se hace pasar por mero hermano de Sara. Episodio que volverá a repetirse (Cf. 20,1 y sigs.; 26,6-11).
En todo caso, la memoria del Pueblo de Dios, que venera a Abraham, no ha considerado vergonzoso re-
cordarlo. Y mostrar, que aún en esa situación tan ambigua, Dios no lo abandonó.
Entre las dificultades, también están la que surgen por pequeñas querellas familiares (13,1-13). Y
Abraham deja elegir a Lot. Esto no significa que haya que dejar elegir siempre a los demás y renunciar a su
propio querer de una manera permanente y constante, como por regla general. Abraham está, en esta situa-
ción, más allá. El que le había prometido la tierra, se encargaría de mostrársela y de dársela. Y, en efecto, la
respuesta no tarda en hacerse oír: “Levanta los ojos, y desde el lugar donde estás, mira hacia el norte y el
sur, hacia el este y el oeste, porque toda la tierra que alcances a ver, te la daré a ti y a tu descendencia para
siempre. Yo haré que tu descendencia sea numerosa como el polvo de la tierra.” (Gen 13,14-15).
Aún por otras pruebas tiene que pasar Abraham. El mundo político de aquel tiempo, tan cambian-
te y sujeto a pequeñas guerras de conquista y reyertas, se convierte en una situación que le obliga a “tomar
las armas” para rescatar a Lot, que a causa de la campaña de aquellos 4 reyezuelos, había quedado cautivo
(Cf. 14,1-16). Y Abraham no le esquiva al bulto. Un hombre de paz se ve obligado a empuñar la espada. Y
ahí nuevamente vuelve a encontrar a Dios. ¡Son tan variadas y diferentes las circunstancias en que pode-
mos encontrar a Dios, o en las que Dios se nos manifiesta! Prácticamente ninguna circunstancia humana es
maldita de Dios. El que había optado por la paz, y que se había encontrado personalmente implicado en
una situación que le exigía su compromiso y su lucha contra la injusticia, termina recibiendo nuevamente la
bendición. Esta vez de manos de aquel misterioso Melquisedec (14,17-24).
Y allí vendrá la Alianza y la promesa (15,1-21). Justamente cuando la impaciencia comienza a
hacerse sentir: “para qué me vas a dar algo, si yo sigo sin tener hijos...” (15,2). Dios pasará por el medio de
las bestias destrozadas. Sobre él caerá la maldición si no cumple con lo prometido. La iniciativa de Dios es
única e irrepetible. Abraham ya no puede albergar dudas.
Con todo, su esperanza vuelve a vacilar (16,1-6). Y se hace un hijo, se da a sí mismo un hijo. Un
hijo de la impaciencia. Dios le mandará que lo despida. Quiere para él el hijo de la promesa. Hijo que lle-
gará en el contexto en que se manifiesta su exquisita hospitalidad oriental (18, 1- 15).
Mientras tanto, vuelve a mostrarse la altura espiritual que se juega su amistad con Dios, a fuerza de
ser repetitivo e insistente, para salvar a un pueblo de pecadores (18,16-33).
Pero Dios, cuando Abraham, ya padre del hijo de la promesa se hubiera creído que ya está, que ya
cumplió que ya nada nuevo puede sucederle, le tenía reservada una nueva prueba. Porque quería que Abra-
ham ganara. El famoso sacrificio de Isaac (22,1-19).

b. ISAAC
Isaac es el patriarca sandwich. Aparece como el hijo de Abraham, por quien la bendición de Dios
habría de pasar a la humanidad entera. Pero su entidad es inferior. Su identidad se define como hijo de
Abraham y como Padre de Jacob. Ambos, su padre y su hijo lo sacan del anonimato. De allí que se estime
que posiblemente haya sido una suerte de patriarca inventado para unir las dos grandes tradiciones patriar-
cales que subyacían en el inconsciente colectivo de los hebreos: Abraham y Jacob o Israel. El Génesis le
dedica a penas algunas páginas. Pocas, si se las compara con los otros patriarcas.

c. JACOB

La historia de Jacob (Gen 25-36, con algunos complementos posteriores) dista bastante
de la historia de Abraham: Queda claro en sus páginas que a través de él pasa la bendición que
Dios quería derramar sobre el mundo. ¡Pero su colaboración es tan precaria! Tal vez sería más
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 27
propio decir que es “a pesar” de él que la bendición de Dios pasa a la historia. Pues Jacob es el
vivo, el aprovechador, el que cree en las metodologías humanas. El que no espera mucho en las
promesas de Dios y quiere ser él el que consiga las cosas. Aunque sea haciendo trampa. Así,
aprovechándose de la debilidad de su hermano, le compra a vil precio el derecho de primogenitura
(25,26-34). Suplantará con una verdadera estratagema montada por su madre, a su hermano,
cuando Isaac le imparta la bendición (27).

Más tarde, sin embargo, sufrirá en su propia carne lo que significan esas metodologías
humanas. Cuando su suegro le suplante a Lía por Raquel, la amada (29,15-30) y cuando sus hijos
le traigan el manto que le había hecho a José, para probarle su muerte (37,31 ss.).

Es a este Jacob, sin embargo, a quien Dios le sale al encuentro. En dos ocasiones funda-
mentales: cuando huía de la cólera de su hermano, a quien había “robado” la bendición (28,10-22)
y cuando regresa a su tierra, colmado de bienes y de hijos, pero con el miedo de reencontrarse con
un hermano de quien ignoraban si ya había sido perdonado (32,23-32):

d. LA HISTORIA DE JOSÉ (Gen 37-50)

d. 1. CRITERIO DE INTERPRETACIÓN:
No pensar al leer la historia de José en un Dios enemigo de la libertad del hombre; en un
Dios que le juega una pulseada al hombre; en un Dios que se complace en ganarle al hombre.

Se trata de un Dios que va sanando la historia valiéndose de los pecados y de las heridas
de la historia, para -desde ellos- realizar su designio de bondad y salvación.

Así Dios no aparece como alguien que “permite” el mal ... porque se le antoja ... aunque
hubiera podido impedirlo. Dios aparece como el gran “médico” que sana el mal, y de él, saca el
bien.

De esa manera, la pregunta frente al mal que acontece y nos golpea ... y lastima... es:
¿cómo sanará (en futuro) Dios esta realidad sacando de ella un bien para mi y para mi pueblo ...
un bien mayor que el que este mal está destruyendo?

La pregunta es entonces no sobre el pasado sino sobre el futuro. La mirada de fe sobre la


historia, mirada para la cual nos capacita el relato de la hisotira de José, nos abre a la confianza y a
la esperanza de un acontecer asombroso e inesperado, sorpresivo y promisorio, “que supera todo
lo que podemos pensar e imaginar”, pero que ocurrirá al cabo de los años y de los tiempos.

La realización de ese acontecer auspicioso que narra el ciclo de José se ubican en el tiem-
po. Y nada nos hace pensar que haya de ser vaciado de su contenido histórico-inmanente. Es de-
cir, Dios sana la historia antes de que la historia muera. La revelación ulterior, sin embargo, nos
permite descubrir una dimensión escatológica-trascendente. Una dimensión cuyo auténtico alcan-
ce va más allá de la historia.

d. 2. GUÍA DE ESTUDIO DE LA HISTORIA DE JOSÉ

1- Presentación del personaje:

Ver Gen 37,2-11.


• El hijo de la ancianidad.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 28

• El preferido: “que supo escapar de ese tibio halago de niño preferido”12.


Le había hecho una túnica especial. Era un lujo que solo cuadraba en quien no tenía que traba-
jar”. De esa túnica será despojado cuando sea vendido como esclavo a Egipo. Esa misma túnica
será luego presentada al padre, ensangrentada, como prueba de la muerte de José, fruto del salva-
jismo de alguna bestial.

• El odiado: (Ver 37,4; 37,5; 37,8; 37,11)


El odio tiene dos razones: la preferencia de su padre Y sus sueños.
• José es un hombre capaz de soñar: A partir de lo que ve estrellas y gavillas, es capaz de en-
trever los misterios escondidos (37,7-10). Es un hombre abierto a los sueños, un soñador. Es
decir, un hombre capaz de ver más allá que la realidad presente. Es un hombre “no-
conforme; es un hombre que empuja la historia hacia adelante; es un Quijote (pero no en el
sentido de que haya perido la lealtad al presente. (Ver 37,19.20).
• Es también un Ingenuo:
- Desconoce la maldad de los hombres;
- que sabe ser “él mismo” más allá de las dificultades humanas;
- hijo de un ingenuo (37,4: hace demasiado notoria su preferencia.... 37,13: lo manda a la bo-
ca del lobo.)

2- José Vendido por sus hermanos (Gen 37,12ss.)


En ese episodio se manifiesta el odio y también cierta clemencia que atempera el ansia de
venganza.

“Varias veces en su vida la trama de su misterio se interrumpió, para comenzar otro capítulo en
otra geografía. Aparentemente el pasado quedaba truncado, sin sentido, Su infancia nómade es
cerrada brutalmente al ser vendido por sus hermanos. Quedaban atrás, vacías de sentido, las carp-
tas paternas, las majadas familiares, la rompa multicolor que lo distinguía entre sus hermanos, los
arenales queridos que le habían regalado un cielo límpido con estrellas brillantes para soñar, la
tumbas de su madre en Efratá”.13

3- José en Egipto (Gen 39)

Síntesis: Una nueva realidad. Un nuevo compromiso. Una nueva lealtad.14

4- Nuevamente desnudo (39,7-23)

Hubiera sido fácil para José comercializar sus sueños; creer que ese era su presente defini-
tivo. Pero es fiel, leal al presente, porque tiene su mirada puesta en el avenir. Así queda nuevamen-
te desnudo y ahora revestido de presidiario.

5- Su lealtad en la cárcel (Gen 40)

José no es un narcisista, se muestra nuevamente leal a un presente, aunque adverso. Así es


capaz de descubrir que hay también angustias y posibilidad de servir incluso en su nueva situación.

12 .MENAPACE, Un Dios rico de tiempo, pag. 53.


13 MENAPACE, 54.
14 Ibidem
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 29
6- José, revestido de lino (Gen 41)

Nuevamente, José es despojado de vestido y revestido de uno nuevo, en este caso, el del
primer ministro.

7- José salva a sus familia (Gen 42-45)

Ahora sí José, el hombre que se ha mantenido fiel a su presente, sin guardar rencor a su
pasado porque tenía su mirada puesta en el futuro, entiende el misterio de su historia: Dios quería
que su familia fuera salvada del hambre.

8- José, un hombre sensible:

Ver: 42,24; 43,30. 31; 45,1-2; 46,29; 50,10; 50, 17:


-------------------------------------------------------------

3. El Exodo

Con el término Éxodo, que significa “Salida”, se designa un amplio número de acontecimientos
cuyo centro es la salida del pueblo hebreo (si es que en este estado de la historia merece el nombre
de pueblo) pero que está precedido por el diseño de la situación en que se hallaba Israel en Egipo, y
seguido por la narración de la Alianza en el Sinaí y la larga peregrinación por el desierto del nuevo
pueblo de Dios. El grueso de esos acontecimientos se haya narrado en el libro homónimo; libro
que en la tradición hebrea recibía el nombre de Shemôt (los nombres), por que en su versículo ini-
cial el libro reza así: “Y estos son los nombres...”. En lo que respecta a la peregrinación por el de-
sierto, mucho del material narrativo que le pertenece se halla ya no en el libro del Ex. sino en el de
los Números.

Desde el punto de vista histórico, en lo relativo a la historicidad de los acontecimientos


relatados en las fuentes bíblicas, las opiniones son variadas. Ya no hay prácticamente quien afirme
que los hechos ocurrieron tal como nos lo narran las fuentes de la Sagrada Escritura. Se discute
sin embargo cuál fue el verdadero alcance de la esclavitud de los “israelitas” en Egipto, cómo y
por dónde se realizó el Exódo, cuáles fueron las tribus que intervinieron, etc.

Se admite, en general, lo siguiente: algunas tribus (Efraín y Manasés, ligadas al clan de


José, muy probablemente también Benjamín -ligado a José por su origen común en Raquel y tal
vez Leví, Judá y Simeón, aunque con menos probabilidad) participaron de aquel acontecimiento15.
Atravesaron en su escapada de algunas de las huestes Egipcias por el “mar de las cañas” , zona de
marismas. Un viento fuerte favoreció su huida puesto que secó ampliamente la región. Los egip-
cios que los perseguían tuvieron serias dificultades, y muchos murieron. De estos acontecimien-
tos, aquellos fugitivos hicieron un interpretación religiosa: vieron un signo de la protección espe-
cial con que Dios los trataba.

Esta interpretación es la que ha trascendido: “¡Si Israel vio en esto la mano de Dios, el
historiador no tiene ciertamente pruebas para contradcirlo! No es sorprendente que los relatos
egipcios no lo mencionen. No solamente los faraones no acostumbraban celebrar sus fracasos,
sino que un asunto que atañía tan sólo a una partida de vagabundos fugitivos dbió haber sido para
15 Ver Gerhard VON RAD, Teología del Antiguo Testamento vol. 1 Salamanca, Edic. Sígueme, 1986, pag. 37 y ss., ver
también Addison G. WRIGHT, Roland E. MURPHY, y Jostph A. FITZMYER, Historia de Israel, en BROWN,
FITZMYER, MURPHY, Comentario Bíblico San Jerónimo, vol V., edic. Cristiandad, Madrid, 1972, pag 460. Ver tam-
bién John BRIGHT, La Historia de Israel, Desclée de Brouwer, Bilbao, 1966, pag. 127 ss.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 30
ellos de escasa importancia. Esperaríamos una narración de ellos en los anales egipcios con tan
escasa esperanza como una descripción de la Semana Santa en los anales de César.”16

He aquí, en aquella interpretación religioso-teológica de aquella sorprendente liberación de


la que habían sido objeto algunos israelitas, lo medular. “Quienes habían sido salvados vivieron
una experiencia que trscendía el destino individual de los interesados. De este modo la liberación
de Egipto y el paso del mar Rojo entraron en la profesión de fe de Israel, más a´pun, se convier-
tieron de hecho en el credo primitivo de este pueblo en torno al cual fue creciendo la historia en-
tera del Hexateuco”17.

• Esta intepretación devendrá el mensaje perenne del Exodo: en el Israel verá definitivamente su origen como
pueblo de Dios; en él verá el modo constante de obrar de Dios, la matriz de las obras de Dios; obra de Dios de la
que guardará memoria perenne en sus fiestas y en sus libros religiosos; obra de Dios que servirá de criterio para
reinterpreta las distintas etapas que habrá de transcurrir en su azarosa y compleja historia.

Israel leerá y releerá el Exodo viendo en El a Dios y a su fe. Israel cantará y reflexionará
sobre el Exodo de una manera constante. Muchos salmos y textos sapienciales son una clara me-
ditación sobre aquel acontecimiento fundamental para la Fe israelita.

Los acontecimientos del Exodo se nos narran en el libro homónimo, como ya lo


hemos mencionado, pero también en los siguientes libros de la Torah, a saber, el Levítico, el libro
de los Números y el Deuteronomio. Nos ocuparemos en en esta unidad especialmente del libro
del Exodo, cuya importancia es tal que se lo llama “el Evangelio del AT”. Nos ocuparemos tam-
bién del libro de los Nm, cuyo carácter narrativo nos ofrecerá la posibilidad de ver relatos repeti-
dos e inéditos, que forman parte de lo que se denomina el “ciclo del Exodo”.

b. ¿De dónde viene el mal? O la historia de los orí-


genes (gen 1-11)

Objetivo:
Apropiarse del mensaje fundamental leído desde Cristo, que se esconde bajo el ropaje del lenguaje
simbólico de los capítulos primeros del Génesis.

CONTENIDOS BÁSICOS FUNDAMENTALES

En el siglo -X la monarquía Israelita alcanza el máximo esplendor de su historia. Corren


los tiempos de Salomón: Es un tiempo propicio para la obra de los pensadores y escribas. Nacen
así las primeras síntesis de la historia del Pueblo de Israel.
Quienes la llevan adelante son un grupo de pensadores al que los estudiosos de la Biblia
llaman El Yahvista porque suele llamar Yahvéh a Dios. Procurándose responder a la pregunta de
dónde venimos elaboran la historia patriarcal. A grosso modo la respuesta a esa pregunta tan trascen-
dental es: “venimos de Dios, que ha elegido a Abraham”.
El Yahvista (Y) se confronta con otro problema durante el reinado de Salomón. Recordé-
mos que el “santo” rey David había hecho asesinar a Urías, el hitita, para esconder su adulterio
con Betsabé, quien era la mujer de aquel militar (Cf 2Sm 11). Al sabio rey Salomón tampoco le fue

16 John BRIGHT, op. cit. pag. 129


17 VON RAD. op cit. pag. 36-37.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 31
mucho mejor que a David en lo referente a su fidelidad a Dios. El libro de los Reyes nos revela
que sus numerosas mujeres extranjeras desviaron su corazón del cumplimiento de la fe israelita
pura (cf 1Re 11). El Y se confronta entonces con el dramático tema del pecado; y no de cualquier
pecado, sino del de los amigos de Dios. Se plantea algo así como: “¿de dónde viene el mal, y -
particularmente- el mal de los amigos de Dios?”: Para responder a este cuestionamiento elabora la
sabia historia de los orígenes. Se basa según los estudiosos en historias y relatos preexistentes, que
se transmitían oralmente. Aunque los ordena para que signifiquen que el mal viene desde los orí-
genes de la historia humana por la desobediencia del hombre y que, una vez entrado en el tiempo,
se transmite creciente de generación en generación, generando algo así como el efecto que provo-
ca una bola de nieve.
Los relatos de la historia de los orígenes se articulan para significar aproximadamente que:
1. todo comienza con la rebelión inicial de la primera pareja humana contra Dios, cuando aún
estaban en el paraíso (pecado contra Dios) en Gen 2 y 3;
2. sigue con el primer homicidio -en este caso el fratricio que perpetra Caín contra Abel- en Gen
4;
3. la historia se transforma en el campo en el que corre la sed insaciable de venganza (Gen 4, 23-
24);
4. hay aberraciones como los incomprensibles matrimonios entre los hijos de Dios y las hijas de
los hombres (Gen 6, 1-4);
5. y la corrupción se generaliza de un modo que ya resulta a Dios totalmente insoportable (Gen
6,5ss);
6. esta historia de pecado y violencia termina con el insensato empeño de los hombres de llegar al
cielo por sí mismos, sustituyendo a Dios de este modo, tal como lo ejemplifica Babel (Gen 11).
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 32

Unidad 2: Segunda parte


• En el Exilio (586- 538 a.C) el pueblo se pregunta ¿Qué nos pasó?

• Datos históricos

• Revisión de la historia desde los Jueces hasta el desastre de la ruina de Jerusalén

• Los profetas.

¿Qué nos pasó?


• Nabucodonosor ha destruido Jerusalén con su Templo y ha deportado al Pueblo de Israel a
Babilonia. Comienza en el –587 el período más triste de la historia de Israel. Pero, paradójicamen-
te, uno de los más fecundos en los que la Biblia se refieren. Porque el lacerante Exilio obliga al
pueblo a reflexionar. La pregunta ¿qué nos pasó? esconde otras:
• ¿Dios nos abandonó? ¿No se había acaso aliando con nosotros en la Al del Sinaí?
• ¿No éramos acaso inexpugnables porque contábamos con la presencia de Dios, cuya garantía
era la presencia del Templo de Yahveh en Jerusalén?
• ¿Dios dejó de ser fiel a la alianza con la dinastía davídica, a la que había prometido estabilidad
perpetua?
• Teniendo en cuenta la creencia común de que los dioses de los pueblos vencedores eran los
más poderosos, poderosos, ¿ponía en evidencia aquel Exilio la victoria definitiva sobre Yahveh del
prestigioso panteón babilónico?
• Teniendo en cuenta además la creencia de que cada dios tenía su tierra, en la que atendía, es-
cuchando las oraciones de su pueblo, ¿los más de mil Km que separaban Babilonia de Jerusalén,
serían una distancia que exiliaría al pueblo también de su Dios?

A estos interrogantes de honda significación existencial se intenta responder con una nueva lectu-
ra global de la historia de Israel que se suele llamar historia profética o deuteronomística. El pue-
blo revisa su historia desde esta convicción fundamental: fuimos infieles a Dios y el Exilio es el
justo castigo que Yahveh nos infligió Esta perspectiva, que para nosotros es una aparente mala
noticia, no lo fue para ellos. Porque implicaba la serena convicción de que lo que había ocurrido
no era ni un mero accidente en la historia, ni la victoria de los dioses babilónicos, ni el quebranta-
miento de la fidelidad divina para con su pueblo y la dinastía de David. Lo acontecido era la res-
puesta de Dios a una infidelidad constante y creciente de pueblo a su alianza, hasta una medida
insoportable. Respondiendo Dios de esta manera, volvía a manifestarse fiel a sí mismo y al pue-
blo. El castigo era como el de un padre a su hijo rebelde. No la venganza de un enemigo. Con lo
que quedaba abierta la puerta a la futura restauración y, por este camino, a la esperanza.

La historia deuteronomística o profética, pretende mostrar esta tesis fundamental releyen-


do la historia de Israel desde la implantación en Canaán hasta la destrucción de Jerusalén. Se basa
en muchísimos elementos previos. Desde los legendarios relatos de los jueces, los hechos de los
profetas, los anales de la historia de los dos reinos, etc. Pero ligados entre sí por una mano que
reiteradamente intenta poner de manifiesto la pertinaz cerrazón a la gracia de un pueblo mimado
por el Señor de muchísimas maneras.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 33
Esta historia abarca los libros de Josué, Jueces, 1y 2 Samuel, y 1 y 2 Reyes.

Excursus: ¿Por qué llamamos historia profética o deuteronomística a esta


historia? Leer teológicamente la historia.

De todo lo anterior dan testimonio los libros de JOSUÉ y JUECES. Con ellos comienza
lo que se denomina HISTORIA PROFÉTICA. Esta historia es parte de lo que en la Biblia
hebrea se llama con el nombre de LOS PROFETAS: Abarca los dos libros mencionados, y los
libros de Samuel y Reyes.

Introducirmos ahora al tema, pues de él nos ocuparemos en estas unidades. Una primera
pregunta: por qué llamamos a estos libros “proféticos”?

Que se dé el nombre de profética a las colecciones que guardan el grueso de los oráculos
de los profetas predicadores no nos suena raro. Entendemos, en general, al profeta, como el
hombre de la Palabra. Pero de una Palabra insertada en la historia. Iluminadora de la historia. No,
la palabra que adivina mágicamente el futuro. Sino la Palabra que -desde Dios- da un sentido al
tiempo presente al predicador.

Pero, he aquí, que se le da el nombre de profética a una historia. Tratemos de entender las
razones.

1. Marco de acción de los profetas

Son muchos los profetas de los que se nos habla en estos libros:
a) el mismo Moisés había sido llamado profeta en el Dt (18,15-22);
b) Hay muchos otros anónimos (Jc 6,7-10; 1 Re 13,1-34; 18,4; 19,14);
c) Hay incluso algunos que pertenecían a países vecinos (1 Re 18,19-29)
d) En ocasiones, los mismos reyes Saúl (1 Sam 1,1-16) y David (Cfr. Hech 2,30 y Mc 12,35-37 y
paralelos18 )reciben esta misma apelación;
e) Están también los grandes profetas:
- Samuel (1 Sam passim);
- Natán (2 Sam 7,1-17; 12,1-15)
- Elías (1 Re 17 ss.)
- Eliseo (2 Re 2 ss.)

2. El trabajo de Escribir la historia es una “profecía”.


Historia, en la Biblia, no es la mera presentación de los hechos ocurridos en forma aislada
los unos de los otros sino, la manifestación del sentido de los mismos. Ahora bien, ese sentido, que
unifica los hechos acaecidos, no es encontrado sino a la luz de una visión de fe, de una visión teo-
logal de los acontecimientos. Vale decir, no es posible establecer nexos que permitan descubrir la
trama profunda de los hechos, dándoles así sentido, sino a partir de un punto de vista religioso, te-
ológico. Cuando se escribe la historia, se lo hace a partir de ese punto de vista.

Todo esto nos lleva a afirmar que el mismísimo acto de escribir la historia es de por sí una
profecía, es la elaboración de una palabra profética. Es, en efecto, esa misma escritura, ese mismo

18 Hago notar aquí que las citas son neotestamentarias. En ellas se llama a David profeta, ora de una manera directa
ora indirecta. Entendemos que se consolidó en el judaísmo la tendencia a llamar profecía la tarea de componer sal-
mos que había realizado David, y a éste último, profeta.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 34
acto de escribir, el que está iluminando, desde Dios, el sentido más profundo que los aconteci-
mientos tienen. Es ese escribir el que va develando las opciones de Dios en la maraña de los suce-
sos humanos.

Ese acto de escribir es también profético puesto que está ubicado en el tiempo y en el es-
pacio de una manera bien concreta. De esa manera, la “escritura” es una palabra dirigida a interlo-
cutores bien concretos. Y ésta es una de las características de la profecía bíblica.
3. Inspirada en la predicación de los profetas y del Deuteronomio

Esta historia es también profética puesto que su fuente de inspiración es la corriente espi-
ritual nacida a partir de la predicación de los profetas. Esta predicación no es una simple palabra
aislada, sino el fruto de todo un movimiento de gente que comparte una suerte de sintonía y fami-
liaridad espiritual.

Este movimiento, tiene, entre otras características, que se atribuya la primacía a la Palabra.
Primacía sobre la ceguera de los hechos. Esto es muy importante de subrayarlo. Los hechos, pre-
sentados sin su vinculación estrecha, “ciegos”, sostienen el statu quo, el orden imperante. Los
hechos se presentan como un montón desorganizado y casi caótico. De ello, sacan provecho los
poderosos. La Palabra, en cambio, porque provee de una interpretación de esos hechos, les da un
sentido, que hace posible un cierto dominio de los mismos. Dominio que, a la larga se vuelve fa-
vorable a los débiles.

“A río revuelto, ganancia de pescadores” dice un famoso dicho de la lengua española. No


son los pequeños quienes sacan provecho de las situaciones ambiguas, sino los grandes. El orden
engendra la equidad.

Hay quienes dicen que la clave para comprender los profetas, es descubrir en ellos el tra-
bajo para pasar de las categorías de puro-impuro a las categoría de justo-injusto. Lo propio de las
categorías de puro-impuro, es que se apele a regiones muy profundas de la personalidad, frente a
las que hay muy poca objetividad posible. Por lo cual, en este ámbito, es muy difícil pensar realizar
cualquier cambio social. Lo que existe, el orden imperante, es sostenido por categorías arcaicas: un
sistema tabú, el antiguo régimen ... Salir de las mismas se muestra como un paso necesario para
construir una nueva sociedad. Sino, nada puede ser cambiado. Es en el esquema de “justo-injusto”
que esas nuevas condiciones se dan.

Otra de las vetas a desarrollar tiene que ver con la importancia de la expresión por medio
de la palabra en la vida. Sin palabra, hay violencia. Es un hecho, en la medida en que nuestra ex-
presión se torna más fluida y verdadera, en esa misma medida, la violencia decrece. San Juan Bos-
co hablaba del “demonio mudo” que asolaba la vida de los jóvenes que educaban en sus institu-
tos. Realidad que es totalmente actual en la vida de hoy. Se decía, en la revista L’Express del 30-3-
95, en un artículo sobre la violencia de los adolescentes, que es necesario enseñarles la lengua (en
este caso, el francés) “pues los jóvenes más violentos son aquellos que poseen un vocabulario
mínimo” (pag.32). El psicoanálisis y otros tipos de “logoterapia” muestran la importancia de la
palabra en la vida. Sin ella hay muerte. Las fuerzas mortíferas quedan libradas a sus propias fuer-
zas destructivas, provocando lo que pueden, muerte y destrucción indiscriminada.

Vemos, entonces, la importancia de la palabra. Saca del Caos, creando el cosmos. Favore-
ce así un cambio social, en favor de los más pobres e indefensos. Sana. Todas estas son caracterís-
ticas de la “palabra profética” y del movimiento espiritual nacido a partir de ella. Movimiento que
precisamente otorga es primacía a la palabra. Movimiento espiritual que -como dijimos- se halla
en la raíz de la escritura de esta historia.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 35

1. La entrada en Canaán y el libro de Josué


Luego de la larga peregrinación por el desierto, al rededor del año 1300 a C. Israel entra en
la Tierra prometida. Comienza a hacerse realidad la promesa hecha a los patriarcas. Se entra a to-
mar posesión de la tierra. Pero a la gloria y entusiasmo de los inicios, gloria y entusiasmo del que
nos da testimonio el libro de Josué, sigue un período difícil. Israel no es fiel. Los enemigos preva-
lecen sobre él. De tanto en tanto, un Dios que parece haberse olvidado de su Pueblo, vuelve a in-
tevenir prodigiosamente en la historia a través de un Juez, suerte de caudillo, que Él mismo susci-
ta, llama y envía para una misión liberadora. Este período de más de 150 años, es el que denomi-
namos período de los Jueces y del que da testimonio el libro bíblico homónimo.

Los gráficos son elocuentes para entender el camino recorrido.

-1800 -1700 - 1250 1200

Período patriarcal Israel permanece en Egipto Exodo Período de los Jueces

1- El libro de Josué

El libro de Jos narra la entra y la conquista de Canaán por parte de las huestes israelitas,
bajo la guía del caudillo, sucesor de Moisés, que diera su nombre a esta obra literaria. Enella se
dibuja aquella conquista con características muy particulares:
- todas las tribus que componen el pueblo de Israel actúa mancomunadamente, como un bloque
monolítico, bajo la guía de un único jefe, Josué;
- los pueblo cananeos, en su totalidad, no ofrecen casi ninguna resistencia eficaz ante la masa
humana de los israelitas que avanza avasalladoramente;
- por último, esos pueblos -luego de conquistados, son reducidos a la nada o -dicho en otros
términos- son consagrados al extermoinio.

El sabor de haber estado frente a una verdadera epopeya -única, inaudita- que queda en el
alma del lector es, sin lugar a dudas, uno de los objetivos buscados por el libro. Pero muy difícil-
mente pueda atribuirse, desde el punto de vista histórico a la conbquista de Canaán por el Israel,
el término de epopeya. La realidad histórica debió ser bien diferente. Algunas de las huellas de
esas diferencias aparecen el mismo libro de Josué. Por una parte, se deja ver que la conquista no
estaba completa en el ocaso de la vida de josué (13,1-6).
Por otra, aparece que algunos grupos actuaron por cuenta propia (14,6-15), o, incluso, retrocedie-
ron (19,47).

Sin embargo, estas referencias, que obligan a matizar la imagen de la conquista que el libro
de Josué dibuja, son el mismo detalles casi insignificantes. Los argumentos convincentes, que exi-
gen un replanteo global del tenor de la conquista según Josué, provienen de otros escritos bíbli-
cos. Fundamentalmente, de Jueces y Samuel. Ellos atestiguan que la penetración en Canán y su
dominación se hizo por varios caminos; que los pueblos que allí residían ofrecieron una resistencia
eficanz y de hecho -cohabitaron con los hebreos en la Tierra prometida durante siglos. Además,
sólo en el período davídico habría de consolidarse la hegemonía de Israel en la Palestina y la uni-
dad política.

La realidad de los hechos fue entonces muy diferente a como los pintara Josué. ¿Por qué?
Según los autores de la introducción al libro del Josué en el LPD. esta presentación idealizada
obedece a un objetivo claro: sostener una enseñanza teológica fundamental a través de la narra-
ción histórica. Esa enseñanza es que Dios actúa en la historia para entregar a sus Pueblo la Tierra
que El mismo le había prometido. Así queda también de manifiesto la autocomprensión del ingre-
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 36
so y la posesión de Canaán que aquel pueblo manejaba: éste no fue obra de los hombres sino de
Dios (23,9-10).

El libro está dividido en dos martes principales:


1- La conquista del país (1-12)
2- La división entre las doce tribus (13-21).

El final del libro presenta algunos temas, de los cuales los principales son: el retorno de las
tribus de la Transjordania a sus propios terrritorios, el testamento Espiritual de Josué, la asamblea
de Siquén con la alianza de las doce tribus (22-24).

2. El libro de los Jueces

Este libro nos presenta este período de la historia de una manera mucho más realista que
el libro de Josué. No se nos dibuja un perfil glorioso de las tribus instaladas en Canaán. Por el
contrario, se nos revelan los datos que nos llevan a descubrir la dificultosa situación en que se en-
contraban. Pero la gran preocupación no es escribir cronología, sino teología. Se procura mostrar
que las dificultades que el Pueblo tiene son fruto de su infidelidad a la Alianza con Yahveh. Dios,
sin embargo, no permanece distante. Sigue preocupado por su pueblo. Señal de lo cual es que en-
vía Jueces liberadores.

Hay hermosas narraciones en libro de los Jueces. Que se pueden leer con mucho prove-
cho espiritual.
Destaco los ciclos de Débora y Barak (4-5), Gedeón y Abimelek (6-9), Jefté (10,6-12-7) y Sansón
(13-16).
3. La Monarquía unida.
El Reinado esplendoroso de Dios manifestado en sus lugartenientes.

Cristo reina desde la cruz. En la cruz se lo reconoce como Mesías. “Verdaderamente este
hombre era el Mesías, el Hijo de Dios”, confiesa el pagano centurión ante la del todo singular muerte del
Señor. Así lo viene celebrando la Iglesia desde siempre. Reconocerlo rey, significa, reconocerlo Mesías, es
decir, ungido del Señor. Pero no en función del poder, sino del servicio humilde. Cristo tiene como trono
de gloria, la Cruz. Esa es su gloria. Ese es su cetro. No hay otro.
Cierto es que la gloria del reinado de Cristo aparecerá plenamente al final de los tiempos, cuando el
vuelva lleno de majestad. Pero no será otro Cristo que el que reina desde la cruz.
La esperanza en un Cristo Rey, en un Mesías rey, está muy arraigada en la historia de Israel. Se re-
monta a este período que nos toca estudiar, período al que hemos denominado, de la Monarquía unida. An-
tes de analizarlo, nos será útil recomponer el camino recorrido.

La Anfictionía no alcanzaba a mediados del siglo XI para asegurar la paz de las tribus dada
la irrupción en Canaán de los Filisteos. Hacía falta un ejército estable. Para lo cuál se necesitaba
como conditio sine qua non un monarca.
Samuel acompaña este pasaje. Hombre elegido por Dios para tal misión, aparacerá en los libros
que llevan su nombre como aquel que ungirá a los dos primeros reyes de Israel, Saúl y David.
Los reyes son lugartenientes de Dios. Su misión es hacer presente la realeza de Dios en medio del
pueblo. De allí que se inaugura un nuevo estilo de reinado. El rey no ha de buscar ni su propio
poder ni su propia gloria, sino hacer justicia de parte de Yahveh, sobre todo a los débiles y pobres.
Por eso, será siempre un fausto acontecimiento el advenimiento de un nuevo rey (Cf. Sal 72).
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 37
Los tres primeros reyes serán Saúl, David y Salomón. Saúl es el rey guerrero. Así transcurren sus
años de reinado. David, será el rey que inaugure la dinastía de la cuál vendrá Cristo, nuestro Señor
(Cf 2 Sm 7). Y Salomón será el rey sabio.
Analizando brevemente un texto (1Sm 17,38 ss.), el combate con Goliat, podemos descu-
brir varias cosas interesantes. David pone su confianza en Dios. Rechaza pertrecharse para la gue-
rra de una manera que le dificultaría su acción. Confiado en Dios, sin embargo, no rechaza utilizar
los intrumentos sencillos a los que está habituado, guijarros bien escogidos. Vence así la soberbia
con sus propias armas. Confianza ilimitada y preparación mínima adecuada para las guerras de
Dios. ¿No se podría aplicar esto a la evangelización?

4. La monarquía dividida
• El fracaso histórico del proyecto de Israel como imperio a la usanza de los impe-
rios de Medio Oriente.
• Dios realiza su obra en un pueblo humilda y sencillo
• Los profetas de los siglos IX-VII
Objetivos:
Descubrir al Dios fiel que exhorta a la fidelidad.
Revalorizar la relación vertical-horizontal de la religión
Descubrir cómo los fracasos históricos, más que azarosos, son un camino de conversión en el que
hay lugar para la esperanza.

5. Los profetas

En el Reino del NORTE (Israel), durante el reinado de JEROBOÁM II (783-743) tenemos la


acción de los profetas AMÓS y poco después, OSEAS.

En el Reino del Sur (Judá), durante el reinado de OZIAS (781-740) comienza el ministerio de
ISAÍAS, ministerio que se extiende durante los reinados de JOTAM (740-736), AJAZ (736- 716)
y hasta en parte EZEQUÍAS (716-687). Se puede datar el ministerio de MIQUEAS, también en
el reino del sur, a los reinados de los mencionados JOTAM y AJAZ. Ambos profetas, ISAÍAS y
MIQUEAS son contemporáneos.

Al siglo siguiente, sobre todo al reinado de JOSÍAS (640-609), pertenece el ministerio profético de
SOFONÍAS y NAHÚM. De este período es datable el inicio del profeta JEREMÍAS, quien sin
embargo trascendió al Exilio.

Habría que mencionar en este mismo período de crisis “Exílica” a HABACUC y a


EZEQUIEL.

LOS PROFETAS DEL REINO DEL NORTE: AMÓS Y OSEAS

Ambos profetas comienzan su ministerio durante el reinado de JEROBOAM II. En el caso de


AMÓS, dicho ministerio se comienza y se termina, es decir, su ministerio fue muy breve. En el
caso de OSEAS, en cambio, se extiende más allá de la muerte de aquel rey, durante el breve reina-
do de cuatro sucesores, reinado que terminara por sangrientos golpes de estado.

AMÓS, es el profeta de la JUSTICIA. El lujo de las clases dirigentes se había convertido en un


verdadero insulto para el pueblo sencillo -lujo que se mantenía a costillas de los pobres, a través
de un clarísimo sistema de apropiación. Por otra parte, el culto que se practicaba en el santuario
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 38
de Betel, era un culto meramente exterior, que no llevaba al compromiso del corazón. Amós, un
hombre del “SUR” arremete contra ambas realidades: furibundo denuncia las injusticias; indigna-
do lanza sus invectivas contra el falso culto.

LEER el famoso oráculo contra Israel (2,6-16)


Notar cuáles son los pecados de los que se acusa a Israel de una manera directa.
Notar la memoria de lo que Yahveh había obrado: ¿qué sentido tiene? ¿para qué se la trae a cola-
ción?
¿Cuáles son los pecados contra los “hombres religiosos” , nazireos y profetas? ¿Qué sentido tie-
nen?
¿Cuáles son las consecuencias-castigos anunciados? Hay una palabra-concepto que se repite varias
veces: ¿cuál es?.

OSEAS es el profeta del AMOR. Ciertamente que en su predicación influye la situación que ve
vivirse en su pueblo, situación que por otra parte, no difería en mucho de aquella que nos había
pintado el profeta Amós. Sin embargo, su lectura de la situación está profundamente marcada por
su experiencia personal ligada al matrimonio. Padece la infedilidad de su cónyuge. Luego de “po-
ner a prueba” sin embargo a su esposa, la acepta y se resuelve amarla nuevamente. El ve en esta
experiencia un signo claro de las relaciones de Dios con su pueblo. El es el esposo abandonado y
traicionado que acepta seguir amando.

LEER la sección sobre su experiencia matrimonial.(1,2-3,5).


Notar quién da la orden sobre con quién ha de casarse Oseas;
Notar el nombre que se le da a los hijos;
¿La esposa es rechazada para siempre?
¿Qué sentido tienen los vs. 2,16 ss?.
¿Cómo podríamos actualizar esta historia?

LOS PROFETAS DEL REINO DEL SUR


1- MIQUEAS E ISAÍAS.

Difícil es caracterizar en una sola palabra al profeta MIQUEAS, como lo habíamos hecho con
Am y Os. Su mensaje, sin embargo, tiene muchos puntos en común con Am en lo que respecta a
sus invectivas contra las injusticias que el pequeño pueblo, en especial el campesinado, sufría por
parte de los grandes y poderosos de Judá. Pues, la geografía aquí ha cambiado. No así la situación.
Situación que incluso ha empeorado por el hecho del asedio de Asiria que hizo emigrar hacia al
sur a muchos campesinos Israelitas. Emigrados explotados!

LEER el oráculo de 3,9-12.


¿A quién se dirige el oráculo? ¿Cuál es la situación de esos destinatarios dentro de la sociedad?
¿Cuáles son los “pecados” que se aducen?
¿Cuál es el castigo que se anuncia?.

ISAÍAS es evidentemente un libro mucho más difícil de sintetizar. Podemos decir que consta
fundamentalmente de tres partes:
a) los cap 1- 39 que pertenecen propiamente hablando a esta etapa,
b) los cap 40-55 que anuncian la salvación durante el destierro.
c) los cap. 56-66 que alientan al pueblo en el dura reconstrucción de la nación en el período po-
sexílico.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 39
Nos detendremos brevemente en los primeros capítulos pues se refieren a nuestra etapa. Durante
casi 40 años, (desde ca. 740 aC) el profeta ejerce su ministerio en el ámbito de Jerusalén. La expe-
riencia matriz de su mensaje profético lo recibe en su vocación: Dios es santo. Terriblemente San-
to. Esto marca su ministerio con un cuño caracterizado por el esfuerzo constante de hacer perci-
bir entre sus contemporáneos esa santidad de Dios. Y hacer percibir todo “triunfo” político basa-
do en la astucia como una traición al Señor y a la fe que se le debe. Pues de eso se trataba. Judá se
hallaba entre dos fuegos: por un parte Asiria y sus aspiraciones expansionistas. Por otra, Egipto,
que no quería perder su hegemonía ni sobre Siria ni sobre Palestina. La política de los reyes israeli-
tas oscilaba ora por un imperio ora por otra. Con toda vehemencia Isaías reacciona haciendo ver
que estas actitudes implicaban una falta de confianza.

Isaías el “El” profeta del mesianismo davídico. El manteniemiento de la dinastía es para el todo
un símbolo: el de la fidelidad de Dios a sus promesas. Por eso no vacila en anunciar al “Emma-
nuel”, que ciertamente era un descendiente del rey que habría de reinar.

La inteligencia cristiana vio en estos oráculos un anuncio del salvador definitivo de la humanidad:
Cristo, Dios con nosotros.

LEER 6,1-13 (La vocación de Isaías)


Notar el lugar de la experiencia de Dios de Isaías
¿Cómo se narra la aparición del Señor?
¿Cuál es la reacción de Is?
Notar el rito de purificación

6. El exilio
• Israel purificado en su fe
• Israel, abierto a los otros pueblos.
Objetivos:
Descubrir que:
1: Dios no ha abandanoda a su pueblo en la prueba;
2: no son los “dioses” de otros países más poderosos que el Dios de Israel;
3: que el plan de Dios es justo, sabio y misericordioso.

LEER 2 Cro 36,11-22- (Leer también las Lamentaciones)

El Pueblo de Dios es deportado a Babilonia en el 587, en primero lugar y luego, de una manera
definitiva en el 581. La política expancionista de Babilonia es la razón. Ellos vieron, en aquella de-
portación, un motivo teológico: habían sido infieles a la Alianza. Lo habían sido incluso a pesar de
las múltiples advertencias de los profetas. Ahora tenían su justo merecido.

Interpretar el destierro como un castigo de Dios, lejos de ser para ellos una mala noticia, era evi-
dentemente un Buena noticia. Significaba que Dios no había perdido el control de la situación.
Que había lugar para la justicia. Y que, por tanto, así como ahora ellos aparecían castigados y
humillados, habría lugar para la restauración. Había, entonces, lugar para la esperanza.

El exilio fue duro. Un eco del estado del alma de los israelitas en Babilonia lo encontramos en el
famoso Sal 137. Fue un período en que creció y se purifició la fe del Pueblo.

Gracias a los profetas JEREMÍAS y EZEQUIEL, descubrieron que Dios era Justo. Gracias al
DEUTEROISAÍAS, descubrieron que Dios era UNO. Gracias a este último profeta, descubrie-
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 40
ron que Dios preparaba secretamente la restauración de su pueblo. Restauración que habría de ser
como un “Nuevo-Exodo” hacia la tierra. Así como Dios había hecho salir a los hijos de Israel de
Egipto, así haría también salir de su esclavitud a los hijos de Israel que estaban en el destierro, y
los haría volver.

De JEREMÍAS, subrayar que es el profeta que mejor nos ha revelado el drama interior de la vo-
cación profética: Leer las confesiones de Jeremías.

De EZEQUIEL, subrayar que ha sido el profeta de las “acciones proféticas”. El hombre llamado
a “hacer” antes que a “hablar”. A vivir anticipadamente en su carne lo que el pueblo habría de vi-
vir.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 41

Unidad III

LA FORMACIÓN DEL NUEVO TESTAMENTO


a) De Jesús a la Iglesia primitiva ¿De dónde venimos como pueblo?
 Jesús de Nazareth y los apóstoles
 La Pascua y el envío misionero
 Las constitución de las comunidades pospascuales
 Discursos kerigmáticos y catequísticos
 Himnos litúrgicos

Sumario:
a) Conceptos de la Dei Verbum sobre el NT.

b) Intento de reconstrucción histórica del proceso de formación del NT.

Situación respecto de los temas

• A la hora de elaborar una síntesis de lo que es el NT, y su contenido, los católicos sentimos
una cierta perplejidad.
• Ignoramos qué es lo esencial, o en qué términos se puede manifestar.
• Nos hallamos perdidos frente a una masa de datos.
• La historia, con sus múltiples y tan variados intentos de síntesis en clave moralista, nos
condiciona.
• Hemos escuchado mucho al NT. Es lo que más conocemos. Nos falta una visión de
conjunto.
• Corremos el riesgo de darle a todo un valor idéntico, sin distinguir que hay partes más
importantes, porque más cercanas al núcleo de la fe que otras.
• Dentro de nuestro trasfondo imaginario, el NT se nos presenta como un todo entregado por
Dios simultáneamente, a la manera de un paquete.
• Esto implica, que en la práctica, los conceptos referidos a la inspiración -acto de Dios y el
hombre, y que lo implica totalmente a este último- no han penetrado aún estas dimensiones de
la vivencia práctica de la fe.
• Nos imaginamos, por ejemplo, a los Evangelistas, escribiendo como cronistas de lo que ven
hacer y decir a Jesús.
• Nos imaginamos a los apóstoles, escribiéndonos a nosotros mismos, sin tener en cuenta nues-
tras situaciones. Como quienes hablan en general, en abstracto.

Ante todo esto es necesario afirmar:

• El Magisterio de la Iglesia ha procurado presentar sintéticamente el contenido del NT en la


DV.
• Y ha logrado, de hecho, una síntesis soberbia.
• Que el proceso de formación del NT, es profundamente complejo porque totalmente humano-
divino.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 42

Pero vayamos por partes:

1- Estudiemos la síntesis que el Magisterio nos propone en la DV.


2- Estudiemos luego el hermoso proceso de formación del NT, en lo que
nos es dable conocer.

1- Estudio de la DV, Capítulo V

a) Esquema general del capítulo.


b) Contenido y esquema del Nº 17.
c) Reflexiones a partir de ese número.

----------------------------------------

a) Esquema general del capítulo

• Consta de 4 puntos.
• En el primero se propone una definición del contenido fundamental del NT.
• Los puntos segundo y tercero se refieren a los Evangelios.
• En el segundo, se insiste sobre la importancia de los mismos.
• En el tercero, sobre su historicidad y se alude a cómo fueron escritos.
• El cuarto punto se refiere a los demás escritos que componen el NT.

b) Contenido y esquema del Nº 17.

- Hay una afirmación de “principio” desde el que se parte:


Hay un modo especial de manifestación y de ejercicio de poder de la Palabra de Dios en el
NT.

- Se refiere luego, de una manera sintética el Misterio de Cristo. Del cual se subrayan:
1. Encarnación en el Tiempo que es cumplimiento y plenitud de ese miemo tiempo de la historia.
2. Del ministerio público de Jesús sólo se manifiesta que instauró el Reino y que anunció al Padre.
3. Se habla, al final, del Misterio Pascual, incluyendo a Pentecostés.

- Se dice cuáles son las repercusiones que este misterio ha tenido para iene la humanidad: “atrae a
todos hacia sí” (Cf. Jn 12,32), o sea, ese proceso de seducción que por la vía del amor actúa en lo
más profundo de las conciencias de los hombres.

- Que es novedoso en la historia del mundo.


Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 43
- Que fue dado a conocer para que se transmita a los hombres y así se forme y se congregue la
Iglesia.

- Todo termina con la afirmación de que de todo esto dan testimonio perenne y divino los libros
del NT.

En el principio...

...hay que subrayar que se trata en todo esto de la Palabra divina.


Esta se transmite no sólo en los libros del NT.
Con esto se da a entender que también está en el AT.

Esta Divina Palabra, se dice se presenta y manifiesta su vigor en el NT de una manera


ESPECIAL.
De lo que se trata, entonces, es del modo como esta palabra está y se muestra en los libros neo-
testamentarios.

Pero esta Palabra estaba calificada: “es poder de Dios para la salvación de todo el
que cree”.
- La Palabra se presenta no como un mero contenido noético.
- Sino como un PODER.
- Y, un poder que se ejerce, antes que nada en la SALVACIÓN.

Hay aquí, un criterio de interpretación que se desprende con claridad: al leer el NT, antes
que nada, hemos de dejar abrazarnos en la fe por ese PODER SALUTÍFERO que en él está ope-
rante y vivo de una manera totalmente especial.

Y, de hecho, en dos ocasiones estaba presente el tema del PODER. Se lo decía con los
términos PODER (virtus) y VIGOR (vis).

El misterio de Cristo...

- Sigue un esquema temporal.


- Parte de la Encarnación, en la Plenitud de los Tiempos, con lo que se alude al plan divino de sal-
vación y
a su realización plena.
- Sigue con su vida pública: Se subraya la Instauración del Reino y la Revelación del Padre y de sí
mismo.
- El MISTERIO PASCUAL, se presenta con:
= Muerte,
= Resurrección,
= Ascensión,
= Misión del Espíritu Santo.

a= Entre las cualidades de la ENCARNACIÓN se señalan las dos plenitudes que refiere
el prólogo del Evangelio de Juan: “lleno de Gracia y de Verdad”. Estas plenitudes se suman a la
plenitud de los tiempos de la que antes se había hablado. Así aparece un Jesús pleno y plenifican-
te. Pues de su plenitud todos hemos recibido Gracia por Gracia. En la plenitud de los tiempos,
entonces, la humanidad llega a su plenitud en Cristo: Plenitud de Gracia, es decir, de favor, de be-
nevolencia de Dios.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 44

El habitó entre nosotros es también elocuente. La imagen que se diseña es la de un Dios


cercano, la de un vecino más, que pone su tienda de campaña entre nosotros. Casi que se hace
huésped de la humanidad.

b= LA VIDA PUBLICA del Señor es a penas aludida a través de la referencia a la Instaura-


ción del Reino de Dios y la Manifestación del Padre y de sí mismo por parte de Jesús.

- La Centralidad del Reino de Dios en el ministerio de Jesús queda así plenamente subrayada.
- Lo mismo que la tarea reveladora.
- Tarea reveladora, hetero y automanifestativa en obras y palabras. El mismo estilo con que siempre
se reveló Dios!.

c= El MISTERIO PASCUAL se presenta como la tarea con la que acaba Jesús su obra:
COMPLETÓ...

No se omite ninguno de los términos con los que se refiere este Misterio de la Pascua de Cristo.
Tan grande es su importancia.

Los EFECTOS EN LA HUMANIDAD ...

....de la obra de Cristo:


- Levantado en tierra, atrae a todos a sí mismo ...
- el único que tiene palabras de vida eterna.

Fenómeno de atracción no compulsiva, de seducción suave, no de imposición dominado-


ra.

Su fuerza atrae de manera discreta a todos.

Novedoso en la historia del Mundo

Esto no había sido revelado Antes.


Nos encontramos ante algo nuevo, ante algo inaudito.

Quienes reciben el conocimiento, la revelación de este misterio, lo reciben en el Espíritu


(apóstoles y profetas). Pero no lo reciben para sí mismos, sino para comunicarlos generosamente
a todos los hombres, de manera tal, que por la fe que susciten en sus corazones, se congregue la
Iglesia.

“De todo esto los Escritos del NT son un testimonio perenne y divino”.

Es decir, un testimonio que dure para siempre.


Y que tiene en Dios su Origen.

De todo esto: lo que se ha presentado es el contenido fundamental. Lo demás es complemento.


Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 45

c) Reflexiones a partir de ese número.

Los siguientes, son solo esbozos de reflexión a partir de este número:

• A partir de lo referido a la PLENITUD DE LOS TIEMPOS se podría pensar en la dimensión


temporal de las Sagradas Escrituras, en particular del NT, como un gesto particular del Dios de
la historia, que respeta la temporalidad del hombre y de la humanidad. Con esto se quiere afir-
mar particularmente lo siguiente: Dios es un gran pedagogo. No exige que la humanidad lo
comprenda desde el vamos. Al contrario, se le va manifestando paulatinamente. Como alguien
que se adapta metódicamente a las capacidades de sus oyentes. Sólamente cuando llegó la
humanidad a la madurez mínima requerida para no “indigestarse” con la Encarnación de su
propio Hijo, determinó que esta acaeciera.
• Hay una veta interesante de reflexión en aquello de que la Palabra es FUERZA DE
SALVACIÓN, que tiene además VIGOR. Esto implica la efectividad normal de toda palabra
humana. ¡Pues la tiene! Y no sólo la palabra hecha “orden” en labios de un superior para con
sus subalternos. Sino también en cuanto protadora de un mensaje verdadero. ¿Quién puede ig-
norar el influjo auspicioso o pernicioso de una buena o de una mala palabra respectivamente?
Pero este VIGOR implica mucho más. Pues se trata de la PALABRA de Dios.
• Podría pensarse en una fuerza que SOSTIENE y que LEVANTA.
• En una palabra que ABRAZA y CUBRE.
• En una palabra que SALVA realmente.
• La síntesis nos abre un cuadro, un casillero , nos da categorías, dentro de las que nos es posible
poner las partes: fuera de este cuadro, difícilmente pueda entenderse adecuadamente alguna pa-
labra que pertenece al NT:

2- El Proceso de Formación del Nuevo Testamento19

Para introducirnos en el tema procederemos de la siguiente manera:


a) Estudiaremos la DV 19
b) Trataremos de lograr una visión de Conjunto más orgánica sobre el
tema
---------------------------
a) DV 19
Habíamos dicho que este número nos insistían en el carácter histórico de los Evangelios:

“La santa Madre Iglesia, firme y constantemente, ha creído y cree que los cuatro referidos Evan-
gelios, cuya historicidad afirma sin vacilar, comunican fielmente lo que Jesús Hijo de Dios, vivien-
do entre los hombres, hizo y enseñó realmente para la salvación de ellos, hasta el día en que fue
levantado al cielo (cf. Hech 1,1-2). Los apóstoles ciertamente después de la ascención del Señor
predicaron a sus oyentes lo que El había dicho y obrado, con aquella crecida inteligencia de que
ellos gozaban, amaestrados por los acontecimientos gloriosos de Cristo y por la luz del Espíritu de
verdad. Los autores sagrados escribieron los cuatro Evangelios escogiendo algunas cosas de las
muchas que ya se transmitían de palabra o por escrito, sintetizando otras, o explicándolas aten-

19 Me baso en toda esta sección, de manera especial en Etienne CHARPENTIER, Para leer el Nuevo Testamento, Edit.
Verbo Divino, Estella (Navarra) 199212, pag. 9-16.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 46
diendo a la condición de las Iglesias, reteniendo por fin la forma de proclamación, de manera que
siempre nos comunicaban la verdad sincera acerca de Jesús. Escribieron, pues sacándolo ya de su
memoria o recuerdos, ya del testimonio de quienes “desde el principio fueron testigos oculares y
ministros de la palabra” para que conozcamos “la verdad” de las palabras que nos enseñan (cf. Lc
1,2-4).”

Ahora bien, si se lee con atención se descubre que el centro de interés de este número está
en el PROCESO DE COMPOSICIÓN DE LOS EVANGELIOS: Aparecen tres sujetos:
1. JESÚS, EL SEÑOR,
2. LOS APÓSTOLES;
3. LOS AUTORES SAGRADOS.

1- JESÚS EL SEÑOR, durante su vida terrena, hasta su Ascención a los Cielos, obró diversos
signos de poder y misericordia y enseñó los misterios del Reino de los Cielos.

2- LOS APÓSTOLES, predicaron a Cristo. Y se subraya que su predicación tuvo una luz espe-
cial: los acontecimientos gloriosos de los cuáles fueron testigos (Resurrección y Ascención) y la
Luz del Espíritu de la Verdad.

3- LOS AUTORES SAGRADOS. Aquí el discurso es más largo y detallado.


Hay supuestos:
• cosas que ya se transmitían antes que ellos a través de diversos medios; de los cuales se men-
cionan dos, de palabra y por escrito;
• no todas las iglesias eran iguales; cada una tenía una “condición” que le era propia, dentro de
su común fe en el Señor Jesús.
Habida cuenta de estos supuestos se explica que:
• escribieron los cuatro evangelios;
• escogieron de entre el material preexistente para hacerlo;
• a veces sintentizaron, y otras ampliaron o explicaron;
• estuvieron atentos a la índole propia de sus destinatarios (las iglesias a las que escribían);
• retuvieron la forma de proclamación (Kerigma).

Este número, en su sobriedad, nos abre fantásticamente al tema de la consideración de la


formación del NT.

B) Visión de Conjunto más orgánica sobre la formación del NT.

Habíamos comenzado planteando la siguiente SITUACIÓN COGNOSCITIVA frente


al tema:

• Dentro de nuestro trasfondo imaginario, el NT se nos presenta como un todo entregado por
Dios simultáneamente, a la manera de un paquete.
• Esto implica, que en la práctica, los conceptos referidos a la inspiración -acto de Dios y el
hombre, y que lo implica totalmente a este último- no han penetrado aún estas dimensiones de
la vivencia práctica de la fe.
• Nos imaginamos, por ejemplo, a los Evangelistas, escribiendo como cronistas de lo que ven
hacer y decir a Jesús.
• Nos imaginamos a los apóstoles, escribiéndonos a nosotros mismos, sin tener en cuenta nues-
tras situaciones. Como quienes hablan en general, en abstracto.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 47
Ver, entonces, que la Iglesia, sabiamente no solo oculta sino manifiesta el complejo proce-
so de la Formación del NT, nos obliga, en primer lugar a estudiarlo en más detalla. Y, más adelan-
te, no obligará a tenerlo en cuenta a los efectos de interpretarlo fielmente...

PARA COMENZAR PODEMOS AFIRMAR LO SIGUIENTE:

Tres etapas pueden distinguirse en la formación del NT:


1- Jesús (6 a.C. - 30 d.C.)
2- Las Comunidades (alrededor de los años 30 - 70 d.C.)
3- Redacción de los Escritos (alrededor de los años 70 al 100 de nuestra era).

1- Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret nació alrededor del año 6 antes de nuestra era, bajo el reinado de Hero-
des. Bautizado por Juan el Bautista en el Jordán, alrededor del año 27-28 de la era cristiana, inició
un ministerio público de predicador, taumaturgo y rabino itinerante. Reunió varios discípulos en
torno suyo. Acabó sin embargo, ajusticiado por el concurso de las autoridades romanas y judías de
su tiempo luego de dos o tres años de ministerio público.

Lo verdaderamente extraordinario es que -luego de tres días de muerto- resucitó. Signo de


lo cual fue el sepulcro vacío que encontraron quienes allí se dirijeron. Y prueba, sus diversas apa-
riciones a quienes eran sus discípulos.

Ese Jesús de Nazaret -el que había resucitado- no sólo que no había escrito nada, sino que
tampoco había ordenado a sus discípulos que escribieran algo ya acerca de él, ya acerca de sus en-
señanzas. Nos encontramos sin embargo con el voluminoso libro al que denominamos NT.
¿Cómo se formó? Habría que referise a las Comunidades (entre los años 30 y 70) y a la Redac-
ción de los escritos (alrededor del 70-100).

2- Las Comunidades

Quienes habían sido discípulos de Jesús, ante el deslumbrante acontecimiento pascual, se-
guido de la efusión del Espíritu Santo en Pentecostés, se vieron obligados a continuar su vida en
la tensión fecunda pero dura, que surge de la necesidad de una doble fidelidad: a Jesús y a la vida.

Esta fidelidad exigió que remitieran a los recuerdos de las vivencias que habían tenido con
Jesús antes de su Pascua. Pero lo hicieron a la luz de la Resurrección.

Estos recuerdos fueron tomando forma en torno a tres centros principales de interés:
• los discípulos predican, anuncian a Cristo a los Judíos y -más tarde- a los paganos;
• celebran al resucitado, principalmente, en la Cena;
• enseñan a los nuevos bautizados lo que Jesús había hecho y enseñado.

Un hecho que determinó gran parte de la configuración de nuestro NT. fue la conversión
del rabino Saulo (San Pablo), alrededor del año 36. Durante muchos años misionó formando co-
munidades, a las que más tarde escribiría abundantes cartas que nos han llegado hasta hoy.

En el año 70 los romanos destruyen Jerusalén. Las tensiones que se habían ido gestando
entre los que profesaban el judaísmo oficial y aquellos judíos “nazarenos”, terminaron en una ex-
comunión masiva de los mismos. Ocurrió poco después de la destrucción de Jerusalén. En Yam-
nia, los fariseos, determinaron su canon escriturario. Y determinaron que los “nazarenos” o “cris-
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 48
tianos”, no estaban más en comunión con la sinagoga, que era por entonces, la única institución
viva del judaísmo.

3- La Redacción de los escritos

Luego del año 70, cuatro grandes teólogos que la tradición ha llamado con el nombre de
Mateo, Marcos, Lucas y Juan, elaboran grandes síntesis. En diálogo, evidentemente con la realidad
que les tocaba vivir. Pero también, profundizando el misterio de Jesús.

Entretanto, JUAN, PEDRO, SANTIAGO, JUDAS y otros discípulos, escriben diversas


cartas a las comunidades.
II. La Elaboración de los recuerdos sobre Jesús por parte de las comuni-
dades

Debió ser impactante Jesús de Nazaret para sus contemporáneos. Debió ser asombroso.
Habrá, sin duda alguna, engendrado mil y un cuestionamientos acerca de su identidad profunda.
Lo atestigua entre otras cosas, que se haya reunido en torno suyo un considerable número de
discípulos, que iniciaron el largo proceso de seguirlo.

No obstante, nuestro imaginario puede jugarnos aquí una mala pasada. Imaginario engen-
drado no por lo que ocurrió sino por lo que se narró. Entre lo ocurrido y lo narrado puede haber
en efecto, diferencias. Y de hecho las hay. Con esto no estamos llamando mentirosos a los narra-
dores - en este caso, los evangelistas. Sino que estamos simplemente admitiendo que ellos no tu-
vieron la intención de decir las cosas “tal cual” ocurrieron. Su intención no era fundamentalmente
histórica sino kerigmática. Más tarde volveremos sobre el tema. Decía, al principio de este párrafo
que nuestro imaginario puede jugarnos una mala pasada, porque nos puede hacer creer que el mi-
nisterio itinerante de Jesús, con todo su peso taumatúrgico, debió imponerse sin vacilaciones entre
sus contemporáneos. Los debió encandilar. Los debió desarmar de toda resistencia a la Gracia.
Gracia que -creemos- habrá resultado de una extraodinaria evidencia ante los ojos de los coetáne-
os de Jesús.

Sabemos, sin embargo, que las cosas no fueron así. Los mismos evangelistas no nos lo
ocultan. Si Jesús terminó crucificado por las autoridades, abucheado por el pueblo y abandonado
por sus discípulos no fue, precisamente, porque su ministerio hubiera alcanzado un éxito estruen-
doso entre los suyos. En su cruz desembocaron la resistencia y la animadverción que se habían
ido engendrando ya casi desde el inicio de su vida pública. Para nosotros tal odio nos resulta in-
comprensible. No sólo injustificable, sino también incomprensible. ¿Cómo se puede reaccionar
con odio ante tanta bondad? ¿Cómo se puede permanecer escéptico ante tantos signos de poder?
He aquí nuestras preguntas. Preguntas legítimas y comprensibles desde nuestro punto de vista.
Punto de vista que se basa en la fe. ¡Somos discípulos de Jesús! Y punto de vista marcado por una
imagen de lo que “debió ser” el ministerio jesuánico. Imagen engendrada a partir de los relatos de
los evangelios.

Pero, si somos intelectualmente un poquito honestos, no podemos creer que a todos los
judíos de la época de Jesús, y que tuvieron acceso a él, les aquejó una ceguera supina. O que fue a
causa del Diablo que no creyeron en Jesús. Estas afirmaciones son generalizaciones injustas; son
simplificaciones que deforman gravemente la realidad.

Es a la “humanidad” de Jesús a la que tenemos que remitirnos si queremos entender el


fracaso histórico del Señor. Humanidad a través de la cual se transparentó su divinidad. Pero
humanidad que fue también un obstáculo para que esa divinidad apareciera más patentemente.
Dios al hacerse hombre corrió este riesgo.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 49

Lo dicho respecto al fracaso puede aplicarse también a la ambigua relación de Jesús con
sus discípulos. Creer que para sus discípulos estaba tan claro que Jesús era el Mesías, sería iluso-
rio. No lo estuvo, seguramente, ni al comienzo de su ministerio -cuando comenzaron su discipu-
lado- ni al fin. Jesús -sin lugar a dudas- los impactó; los hizo interrogarse sobre su identidad; los
deslumbró... Pero de esto a afirmar que no les quedaban dudas acerca de él hay un larguísimo tre-
cho.

Fue la Pascua lo que hizo cambiar todo; lo que convenció más allá de toda duda. Fue el
Espíritu el que “llevó a la verdad plena de Jesús” a los discípulos. Fue entonces, luego de estos
acontecimientos, que los discípulos se empeñaron en la tarea de recordar lo vivido junto a Jesús.
Cuando él ya no estaba. Fue luego y a la luz de la Pascua.

Ahora bien, decir que fue lugo y a la luz de la Pascua que los discípulos elaboraron los re-
cuerdos de Jesús tiene sus implicancias insorteables. La Pascua brindó nueva inteligibilidad al pa-
sado. El pasado de Jesús ya no apareció tan objetivo: Es decir, tan preciso y concreto como un
cronista o un historiador lo hubiera deseado. El pasado de Jesús quedó teñido por la luz pascual.
En muchas de sus palabras y de sus gestos -que hasta antes de la Pascua, no habían sido sino un
gran signo de pregunta para los discípulos- aparecieron signos anticipatorios de su Pascua. “Apa-
recieron”. Tal vez sería más preciso decir, que ellos “vieron”.

Esta centralidad de la Pascua en la elaboración de los recuerdos de Jesús marca los evange-
lios con un sello indeleble: Ellos existen fundamentalmente como testimonios de esta Pascua
triunfante de Jesús. Sirven para anunciarla. Son anuncios explícitos de esa Pascua salvadora. Son
proclamaciones. Y no, como muchos parecieran entenderlos, crónicas de lo que Jesús hizo y en-
señó.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 50

Unidad III b- LAS CARTAS DE PABLO


Sumario

Pablo, ¿quién eres?


Pablo, misionero.
Comunidades vivas
Cartas
Cuatro etapas del itenerario epistolar paulino.
Las cartas de Pablo en la catequesis: fuente de inspiración, pedagogía ca-
tequística, anuncio kerigmático
_______________________________

1. Pablo, ¿quién eres?


Al rededor del año 36 de nuestra era tiene lugar un acontecimiento que marcará sin lugar a
dudas definitivamente la fe cristiana: la conversión-vocación de Saulo (Pablo) de Tarso. Judío y
fariseo, o sea de aquellos que se tomaban muy en serio la fe recibida de los Padres, en medio de su
encono, recibe la visión del Señor resucitado, que le revela que es en realidad a El a quien está
persiguiendo cuando cree perseguir a los cristianos, y lo envía a Damasco, donde será bautizado
por un discípulo del camino de Jesús, llamado Ananías (Hech 9).

2. Pablo, misionero
Este nuevo discípulo realizará durante los años 46 al 57 tres grandes misiones. Sus itinera-
rios se nos describen con bastante minuciosidad en el libro de los Hechos de los Apóstoles.

La primera misión (años 46-49; hech 13,3-14,26) comienza an Antioquía bajo el impulso
del Espíritu Santo, a dónde luego terminará. Las numerosos conversiones logradas por Pablo,
plantearán un nuevo problema a la Iglesia: ¿es necesario circuncidar a los nuevos cristianos prove-
nientes del paganismo, y, con ello, obligarlos a cumplir la Ley de Moisés? La disputa es seria. Pa-
blo sube a Jerusalén a debatir la cuestión con los otros. Allí el “Concilio” (año 49) en el cuál se
decide no obligar a los paganos a hacerse judíos para devenir cristianos. Ese mismo lugar tiene
lugar el llamado incidente de Antioquía (año 49, Gal 2,12). Pedro había subido a Antioquía.
Compartía la mesa con los paganos. Cuando llegaron algunos del grupo de Santiago -judaizantes-
Pedro deja de participar con los cristianos provenientes del paganismo. Pablo le enrostra la incon-
gruencia de su gesto:
La segunda misión (años 49-52; Hch 15,40-18,22) hace que Pablo llegue a Europa y funde
allí algunas de las más importantes Iglesias de la Antigüedad: Filipos, Corinto. Es la época de sus
primeros escritos epistolares. La tercera misión (años 54-57; Hech 18,23-21,17) tiene como cen-
tro de predicación la que sería la importantísima Iglesia de Efeso, en la capital del Asia. Entre tan-
to, Pablo venía pensando en regresar a Jerusalén. Consciente del mandato del “concilio” en el sen-
tido de que era preciso no olvidarse de los pobres, Pablo procuró que sus iglesias gentiles hicieran
una colecta para los pobres de Jerusalén. Planeó llevarla a Jerusalén y terminar al mismo tiempo su
tarea de evangelización en el Meditarráneo oriental. Su proyecto era a continuación vistar Roma (
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 51
Rom 15,22-24) y desde allí marchar a España y el Occidente. Vuelve entonces en su última visita a
Jerusalén, donde es detenido el año 58.

3. Comunidades vivas
Una de las constantes de los viajes misioneros paulinos fue la de fundar comunidades, o
sea, Iglesias. Pero, el “impaciente” Pablo, no siempre espera la madurez de aquellas antes de
abandonarlas. Su modo de obrar pareciera ser más bien el contrario. Urgido por hacer llegar cada
vez más lejos y a más personas el mensaje evangélico, Pablo no abandona su ruta; se lo ve siempre
en camino. Pero el ritmo de crecimiento de las comunidades no siempre es el ideal para un Após-
tol así. Pues las comunidades -vivas ciertamente- tienen problemas. Tal vez, precisamente por es-
to: porque están vivas. Y el Pablo que se ha marchado para fundar otras comunidades cristianas
no está allí para resolverlos.
A veces, los problemas son divisiones. Otras, son dudas. A veces, confusiones. No todo
está previsto de antemano. E, insisto, Pablo no está allí, para contestar las dudas, u orientar sobre
la manera más adecuada de enfrentar tal o cual situación. ¿Qué medio usar sino el epistolar?

4. Cartas
Pablo, entonces, emplea este medio para comunicarse con las comunidades que ha funda-
do y de las cuales se ha ausentado. Y una carta es una carta. No es un libro de catequesis, aunque
-indudablemente- las cartas paulinas tengan riquísimos elementos catequísticos. No es un tratado
de teología, aunque en ellas desarrolle intuiciones de altísimo valor teológico. No es un manual de
moral cristiano, aunque abunden en ellas las exhortaciones que muestran la identidad de la vida
en Cristo.
Una carta es un mensaje bien concreto a una persona o a una comunidad bien concreta.
Medio que supone -y por eso emplea- códigos que se comprenderán por el interlocutor. Que alu-
de a problemas sin desarrollarlos, porque se suponen conocidos por el destinatario de la carta.
Siendo, incluso, como muchas veces es, que la carta surge como respuesta a un problema plantea-
do.
Pablo, además, al escribir cartas, no es estrictamente un innovador. Emplea los estilos
epistolares que se usaban en su tiempo. Así, si nos tomamos el trabajo de revisar los encabezados
de sus cartas, encontraremos un esquema semejante: saludo inicial y acción de Gracias. Saludo ini-
cial en el cuál el remitente se presenta y manifiesta a quién se dirige. Acción de Gracias, en la cual
revela los motivos que la comunidad ha provocado para que él pueda dar gracias a Dios.
Tener en cuenta que Pablo se expresa así, y que “una carta es una carta” es relevante a la
hora de interpretar. El intérprete no puede desconocer ni quiénes eran los destinatarios de la carta,
ni cuál era la situación por la que estaban pasando. Para ello es importante la datación de las mis-
mas (tema sobre el que volveremos después).

5. Cuatro etapas del itenerario epistolar paulino


Los estudiosos reconocen, en general, cuatro grandes etapas.
A) Primera etapa (51)
La expectativa del pronto regreso del Señor dominaba la vida de las primitivas comunida-
des cristianas. La Parusía habría de ser pronto. A causa de esto, la joven Iglesia de Tesalónica es-
taba turbada. ¿Qué pasaría con los que habían muerto antes del regreso del Señor? Y, además, pa-
ra qué trabajar, si el Señor ya llega. ¿No es mejor, en ese caso, dedicarse a la oración, y a la espera
vigilante? Con todo, esta vigilancia, degeneraba en intempestiva intromisión de muchos ociosos
en asuntos que no les correspondía. Pablo responde a ambos problemas. Así, en el Año 51, tene-
mos las cartas a los Tesalonicenses.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 52
B) Segunda Etapa (56-58)
El grupo de los de Santiago de Jerusalén ha enviado a las jóvenes Iglesias provenientes del
paganismo misioneros que insisten en que es necesario estar circuncidado y cumplir la ley mosaica
para devenir cristiano. Pablo claramente que si para salvarse hay que añadir esta condición, a la
esencial, que es Cristo, la salvación que ha realizado Cristo es incompleta. De una manera polémi-
ca responde en la carta a los Gálatas a los detentores de esta tesitura. Mucho más mesurada y equi-
libradamente, desarrolla esta idea en Romanos. A esta época pertenece también su carta a los ami-
gos filipenses. Y, por supuesto, a los Corintios. Aunque estos últimos le hayan planteado muchos
otros problemas más a Pablo que el que acaba de mencionarse.
C) Tercera Etapa (58-63)

Entre los años 58 y 63 pasa Pablo varios años en prisión. Primero en Cesarea, luego en
Roma. Tiene tiempo de reflexionar. Y de escribir. A este tiempo pertenecen las cartas de Colosen-
ses, Efesios y Filemón, conocidas como Cartas de la Cautividad, por haber sido escritas durante ese
período de la vida de Pablo.

Afronta Pablo una nueva dificultad que antes había ignorado: los colosenses se hallan ten-
tados de creer que Cristo es una de las creaturas celestiales que mediatizan el diálogo y la relación
entre Dios y los hombres. Pero que no es Dios.

Elabora entonces una cristología profunda aludiendo al lugar de Cristo en la Creación y la


Redención y situándolo en el corazón del universo y de la Iglesia. Esta visión de Cristo, el Señor,
ha servido de base a la reflexión teológica de Theillard de Chardin, quien ha descubierto a Cristo
en la evolución de todos los seres, que tienden hacia la Cristosfera.

El pensamiento de Pablo en estas cartas es uno de los más difíciles de proponer en cate-
quesis y pastoral. Supone una problemática bastante distinta a la nuestra. Cristo es elocuente para
la vida, como respuesta para los problemas existenciales. La visión que aquí nos propone Pablo
parece más teórica. Sin embargo, sus conceptos son de una profundidad tal, que difícilmente
podríamos contemplar a Cristo, sin tener en cuenta lo que en estos escritos Pablos desarrolló.

Antes de entrar en la carta a los Colosenses, una breve mirada de la carta a FILEMÓN se
impone.
Es una carta personal, como ninguna otra. Alude al problema de la esclavitud dándole una solu-
ción práctica: leámosla.

Pablo aboga por Onésimo, antiguo esclavo de Filemón. Pide que este lo reciba, aunque
antes no le había sido un esclavo fiel. Lo hace a través de varios argumentos: algunos más teóri-
cos, otros más incisivos. Los Teóricos: ya no es un esclavo, es un hermano. Los Incisivos: “Tú mis-
mos estás en deuda conmigo”.

Reflexionando sobre esta carta puede chocarnos que Pablo no abogue por la abolición de
la esclavitud. Pablo se mueve dentro de un sistema imperante, ciertamente injusto e indigno de la
dignidad humana, pero sin proponer su abolición. Con todo, va mucho más lejos que si pidiera
que este sistema cesara de existir. Afirma que la vida en Cristo hace que incluso los muros que se-
paran las clases sociales no existen, porque todos son hermanos. Y, por supuesto, han de vivir
como tales.

Cuántas veces, se propugna un cambio de estructuras y no de corazones. Si cambian las


estructuras y no los corazones, los que lleguen “arriba” repetirán los patrones opresivos que su-
frieron cuando estaban “abajo”. Nacerán así nuevas esclavitudes tan indignas como las anteriores.
Pablo va más lejos. Sienta las bases de un cambio mucho más hondo y digno.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 53
CRISTO, EL SEÑOR DEL MUNDO Y DE LA IGLESIA, tal es la afirmación fun-
damental del himno de la carta a los Colosenses que hemos de estudiar. Leámos con atención Col
1,15-20. Señalemos las expresiones que están relacionadas entre sí, las repeticiones, las preposicio-
nes que se utilizan, los títulos que se le dan a Cristo.

“La primera estrofa presenta el lugar y el papel de Cristo en el universo: ¿cuáles son?. La
segunda, el lugar y el papel de Cristo en lahumanidad reconciliada con Dios, en la Iglesia: ¿cuáles
son?”20
d) Cuarta Etapa
Nos encontramos ahora bien hacia fines del siglo I. La Iglesia comienza a organizarse y
estructurarse. Un discípulo de Pablo -cuyo nombre ignoramos- utilizando el antiguo recurso de la
seudonimia, pone en la pluma del Doctor de las Gentes tres escritos que han pasado a la posteri-
dad como las cartas a Timoteo y la carta a Tito. Estos tres escritos reciben el nombre de Cartas
Pastorales por la gran importancia que en ellas su autor atribuye a la organización de la Iglesia para
la tarea pastoral.

El mensaje fundamental de estas cartas, mensaje que refleja indudablemente la gran pre-
ocupación de su autor, es el mantener intacta la doctrina recibida del Señor a través de Pablo. Pa-
ra que ese mensaje no sea tergiversado ni adulterado están los ministros de la Iglesia, que son sus
pastores.

Dos son los principales peligros que atentaban contra la fe y que se vislumbran a través
de estos escritos, y que el autor ha querido contener: los que quieren volver al judaísmo y los
gnósticos. Que hubiera nostálgicos del judaísmo no era una novedad en la Iglesia del Siglo pri-
mero. Contra esta problemática ya había reaccionado Pablo vehementemente unos 30 años antes.
A pesar de su ardorosa y a la vez fundada defensa de la novedad cristiana -que tuvo indudable-
mente eco favorable en las Iglesias por él fundadas- la postura judaizante, como tendencia casi
imposible de desarraigar, sobrevivió a su muerte y adquirió nuevas formas y matices. A fines del
siglo 1, cuando la Iglesia se organizaba, y jerarquizaba, muchos sintieron la nostalgia de la organi-
zación judía y vieron con desconfianza la libertad cristiana que había predicado Pablo. El autor de
la carta reacciona invitando a la fidelidad y constancia en la doctrina recibida. Esto es, de Pablo.
La fidelidad, es fidelidad al evangelio de libertad que tan preclaramente había predicado Pablo y
del que con tanta lucidez había escrito en su correspondencia con las Iglesias. Su exhortación a la
fidelidad, entonces, lejos está de ser una postura tradicionalista, según el sentido que nosotros le
atribuiríamos hoy a la palabra. Se inscribe, más vale, en otro proyecto, mucho más abierto y
evangélico. Se equivocan entonces quienes al leer fidelidad, sana doctrina, etc., entienden que todo
esto se refiere a una necesidad de no cambiar nada.

Los gnósticos en cambio, pretendiendo una salvación a través de un conocimiento esoté-


rico, incorporal, tienden a negar tanto la humanidad de Cristo como la necesidad de las estructuras
eclesiales, humanas. Las cartas Pastorales son una respuesta, un antídoto. Su defenza de las estruc-
turas y jerarquías eclesiales nos hablan de una dimensión humana y social de la Iglesia que no
puede desconocerse.

Un último punto que merece atención es el relativo al ministerio. La afirmación del autor
de las cartas pastorales es dobled: por una parte, el ministerio es necesario a la iglesia; la Iglesia no
puede concebirse sin una realidad ministerial.. Por otra parte, sus formas pueden cambiar. Por
ejemplo, en 1 Tim 3,1-8 se dice que los pastores han de ser casados. La Iglesia, a lo largo de los
siglos estableció una condición opuesta. Hay, por lo tanto, una relatividad de las formas.

20 Etienne CHARPENTIER, Para leer el Nuevo Testamento, pag. 67.


Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 54

6. Las cartas de Pablo en la catequesis: fuente de inspiración, pe-


dagogía catequística, anuncio kerigmático
Las cartas de Pablo presentan indudables dificultades para su uso en la catequesis pues -
como decíamos- no son ni libros de catequesis, ni tratados de teología o moral. Sin embargo, po-
seen fragmentos cuyo valor kerigmático y catequístico es indudable. Pablo habla con pasión de
Cristo, por quien vive. La Iglesia no es para él una abstracción, sino una realidad viviente. Vivir en
Cristo tiene una meta muy clara, la santidad y pautas muy sabias.
Pero la selección de los textos más adecuados para la catequesis no puede hacerse si se ig-
nora el contenido de las cartas. Se impone, entonces, leerlas de manera regular. La liturgia nos
ayuda a tal efecto pues, como lo sabemos, la segunda lectura de las misas dominicales es un frag-
mento de una epístola paulina que se va leyendo de manera continua. Pero además de esta lectura
litúrgica está la personal. Es de suma importancia ir proveyéndose de textos paulinos iluminadores
mediante una lectura continua de sus cartas. Por ejemplo, comienzo leyendo la carta a los Roma-
nos. Encuentro una sección que me parece útil para un determinado tema catequístico, por ejem-
plo la Gracia de Dios, o Jesús que muere y resucita para salvarnos, o cualquier otro. Me hago una
ficha con la cita. Elaboro un pequeñímo comentario de lo que dice y lo que me motivó e inspiró a
seleccionarlo. Y así me voy haciendo un repertorio de citas paulinas que me será sumamente ricas
para el empleo catequístico y pastoral. Evidentemente, esta pauta no es un deber. Es simplemente
una sugerencia práctica y -creo- útil.
Ahora bien, al margen de este uso catequístico-pastoral de las cartas de San Pablo, hay otra
consideración que se impone, relativa a su índole catequístico-pastoral. Habíamos dicho que las
cartas eran “cartas” y que, por ende, poseían interlocutores bien determinados. Habíamos insisti-
do, incluso, en que lo concreto de los destinatarios implicaba problemas o situaciones también
particulares. En otros términos, afirmábamos que las cartas no eran palabras tiradas al viento sino
respuestas a interrogantes implícitos o explícitos de una comunidad: Si a esta realidad la cotejamos
con aquella según la cual la catequesis tiene como punto de partida la vida y las situaciones que
atraviesan los catequizandos, no cabe sino afirmar que las cartas de Pablo suponen una determi-
nada pedagogía catequística que concuerda indudablemente con aquella que la reflexión catequís-
tica que se viene realizando en nuestro siglo sugiere como no sólo la prácticamente más adecuada
sino la que más concuerda con la pedagogía del mismo Señor y, por tanto, la teológicamente, más jus-
ta. Reflexión catequística que parte de la praxis catequística que realiza la Iglesia. Pero también de
sus fuentes. Y, entre otras las Sagradas Escrituras. Podríamos, a partir de lo afirmado, sostener
que la pedagogía catequística que enseñamos hunde sus raíces en la pedagogía catequística subya-
cente en el epistolario paulino.
Pero Pablo responde a la situaciones con criterios que no brotan de la situación sino de
otra fuente: Cristo, la Revelación, las Escrituras Sagradas, la enseñanza de Jesús que otros apósto-
les han transmitido antes que él ... Pablo hace entonces entrar en diálogo la vida -representada a
través de esa simbólica expresión evocada por la palabra situación- con la Revelación. Allí encuen-
tra los principios y criterios con los cuales enfrentar e iluminar las situaciones vitales. En esto Pa-
blo también se muestra un catequista y un pastor tal como la Iglesia hoy lo entiende. No sólo fiel a
la vida, sino también a la Palabra. En esa tensión dinámica a la cual la fidelidad a la propia misión
lo impulsa. Lo hermoso es que la Palabra siempre viva de Dios cobra nueva vida en diálogo con
las realidades humanas. Pues la Palabra no es palabra en abstracto; es Palabra dirigida al hombre.
Y el hombre no es un ser abstracto. Así, la Palabra siempre viva e inmutable de Dios se va “recre-
ando” en ese incesante diálogo con el hombre concreto en sus situaciones y cultura concretas.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 55

Los grandes ejes de la predicación y la Enseñanza


de Pablo

SUMARIO
1. Presupuesto necesario
2. Pablo habla de Jesús
3. Pablo habla de la Iglesia
4. Pablo habla de la Salvación

1- Presupuesto necesario
No es posible comprender la predicación paulina al margen de la experiencia espiritual de
vocación-conversión del fariseo Pablo. Recordarla aunque sea en breves líneas se impone a los efectos de
entrar pertinenentemente en el tema.

Pablo era perseguidor de la Iglesia. Son varios los textos en los que se evidencia el carácter de
perseguidor de la Iglesia que tenía Pablo: Cf. Hech 7,58; 8,1,3; 9,1,21; 22,19-20; 26,10-11; 1 Co 15,9; Ga
1,13,23; Flp 3,6; 1 Tm 1,13. En ellos aparece claramente la saña, el empecinamiento e incluso la intoleran-
cia fanática del Apóstol respecto de los cristianos. Pero no su motivo explícito. Aunque su historia, es de-
cir, su formación de rabino y sus opciones personales dentro del judaísmo, pueden sugerírnoslo: En cuanto
rabino, instruido en su fe judía, percibe mejor que Pedro que la nueva predicación corre el riesgo de pro-
vocar la destrucción de la esencia de la religión judía21. Pura y simplemente porque el anuncio de que un
hombre condenado por la Ley de Dios hubiera resucitado implicaría de hecho una aprobación divina de
ese mismo hombre que es, en su lógica, totalmente inconcebible. En cuanto fariseo, miembro de una de
las sectas más rigurosamente fanáticas en su apego a la Ley y a las tradiciones de los antepasados, podemos
suponer con cierto fundamento resistió aquella manera “arbitraria”, “demasiado libre” para la concepción
farisaica, de Jesús y sus seguidores, respecto de la Ley. Las múltiples disputas entre Jesús y los fariseos que
los evangelios evocan, es cierto, reflejan en su virulencia las polémicas posteriores de los cristianos y los
judíos en los tiempos cercanos a Yamnia. Con todo, es prácticamente innegable su raigambre jesuánica, y
por ende, su historicidad. Los fariseos entonces discutieron con Jesús a propósito de su actitud frente a la
Ley. Pablo, con los cristianos:

La experiencia en el Camino a Damasco le cambió la vida. El mismo Señor resucitado se le


aparece. Lo que antes era para Pablo un mero anuncio subversivo se convierte en evidencia contundente.
De allí que quede convencido de que la predicación de los apóstoles era cierta. Y, en consecuencia, todo lo
que había dado sentido a su vida quede reducido a vanidad y mentira. En efecto, reflexiona Pablo, lo in-
aceptable era un Mesías crucificado y resucitado. Inaceptable porque la Ley había declarado maldito al que
pende de una cruz (Dt 21,23, Cf. Gal 3,13). Pero he aquí que el que había pendido de una cruz, el “maldi-
to”, ha sido resucitado por Dios. Gesto que lo acredita como el Mesías verdadero que Israel esperaba. Si
Jesús, entonces, que había muerto a causa de la Ley que Dios había dado a Israel, y que incluso así había
llegado a ser considerado un maldito, ha sido resucitado, El que lo resucito está declarando “maldita” la
Ley por la cual este había sido crucificado. La ley ya no vale.
De esta manera, aquello que había sido el fundamento de su existencia humana y religiosa, el ju-
daísmo y la Ley de Moisés, reducido a cenizas. Puesto que el judaísmo no puede entenderse sin la Ley.
Evidentemente, Pablo no es capaz de formularse con estas palabras todo el significado de su expe-
riencia espiritual acaecida en el camino a Damasco en aquel año 36. Con todo, ella encerrará en germen las

21 Cfr. Etienne CHARPENTIER, Para leer el Nuevo Testamento, Colec. “Para leer..”, Estela (Navarra), Ed. Verbo Divi-
no, 199212, pag. 56-57.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 56
potencialidades que a lo largo de su vida irá desarrollando, a partir del cumplimiento de su misión y de las
dificultades con que habrá de encontrarse.

3- Pablo habla de la Iglesia

Nuevamente es en la experiencia de la conversión de Pablo donde se halla la base de su


eclesiología.
• Leer Hech 9,1-8.
• ¿Con qué palabras se dirige Jesús resucitado a Pablo? (9,4)
• ¿A quién perseguía Pablo? (Cfr Hech 7,59; 8,1.3; 9,1-2)
• ¿Qué implica, entonces esa identificación (“tu me persigues”) de Jesús con sus discípulos?

La Iglesia como Cuerpo


La identificación de Cristo con los discípulos perseguidos hizo nacer que entre el Maestro
y sus discípulos hay una unidad “corporal”. Los discípulos están unidos a Cristo puesto que for-
man un cuerpo con Él. Pablo desarrollará esta idea en dos etapas.
1ra. Etapa
La representa el capítulo 12 de la carta a los Corintios. No hay buen orden en las Asam-
bleas. Los diversos dones o carismas se utilizan para sobresalir y no para complementarse armo-
niosamente. Si la Iglesia es un cuerpo, la diversidad tiene que enriquecer la unidad y ésta, darle su
justa medida.

LEER 1 CO 12,12-30.

PARA RESPONDER Y DIALOGAR:


• La Iglesia, es decir, nosotros, somo el Cuerpo de Cristo. ¿Cómo hemos entrado a formar parte
de ese Cuerpo?
• La Categoría “Cuerpo” salva la tensión entre la unidad y la diversidad. Notar en el texto todas las
expresiones que Pablo utiliza para referir la unidad por un lado y la multiplicidad diversa por el otro.
¿Cuáles son las tensiones que se viven en nuestras comunidades entre la unidad y la diversidad?
¿Cómo se resuelven (o no se resuelven) esas tensiones? ¿En qué nos ayuda este texto de San Pa-
blo?
2DA. Etapa
En las cartas de la cautividad (tercera etapa del episotalario paulino) las preocupaciones
son otras. ¿Cuál es el lugar de Cristo entre las potencias angélicas? Cristo es parte del Cuerpo. Pe-
ro no cualquier parte: ¡el es la cabeza!

• LEER Efesios 1.
• Fijarse bien las veces que se habla de Cristo en términos de cabeza, jefe, u otros términos se-
mejantes.
• Dios quiso que todo tuviese a Cristo por Cabeza, o que todo quedara reunido bajo un sólo Jefe
que es Cristo. Todo, es decir, todo el mundo creado, tanto el celestial como el terrestre. ¿Cómo
nos ayuda a redescubrir la realidad de tanto la Iglesia como del mundo creado, el hecho de que
todo tenga a Cristo por cabeza?
• “...Lo constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo y la Plenitud de
aquel que llena completamente todas las cosas” (1,22). ¿Qué relación existe entre Cristo y la Igle-
sia, y entre Cristo y el Cosmos? ¿Cómo, les parece, ejerce ese poder, esa autoridad, el Señor Jesu-
cristo?.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 57

4- Pablo habla de la Salvación


La justificación por la fe

a) Aspectos introductorios
b) El concepto de la justificación
c) Las situaciones coyunturales que dieron origen a la reflexión de Pablo
d) La respuesta de Pablo: la justificación viene por la fe
e) Actualidad de soteriología paulina

A- Aspectos introductorios

Decir que “este” o “aquel” sea el gran tema de la vasta reflexión teológica paulina puede
parecer osado. Pablo, empujado por los diversos acontecimientos acaecidos en als comunidades
que fundara, debió no sólo madurar su reflexión sino también diversificarla sobremanera.
Sin embargo, el tema de la justificación ocupa un lugar que no es nada desdeñable ni en el pensamien-
to paulino ni en la masa de sus escritos. La carta a los Romanos, la obra maestra y serena en la que
expone sus principales tesis teológicas, está consagrada al tema. La carta a los Gálatas, polémica, apresu-
rada, poco pensada, en su ardor nos revela cuál es la concepción de Pablo sobre este preciso tema. Las
cartas a los Corintios y a los Filipenses, contienen también varias alusiones al mismo.
Es necesario notar que el lugar importante que el tema de la justificación ocupa en ele pensamiento
paulino no siempre se expresa con esta categoría. Hay también otros términos equivalentes con los
cuales Pablo expresa esta realidad. Términos que añaden matices enriquecedores y que hacen rica a la
soteriología paulina. Pablo habla también de reconciliación, expiación, liberación redentora...
Con todo, a mi entender, se puede considerar la categoría justificación como clave para entrar en el
pensamiento soteriológico del Apóstol.
Además, ésta fue la piedra de la discordia en la polémica luterana. De allí la importancia que se le haya
dado en la teología protestante y contrareformista de los siglos XVI y XVII.
Estos datos permiten atreverme a afirmar que el gran tema de Pablo es el de la justificación. Entendi-
do por supuesto éste , dentro de la teoría que Pablo desarrolla sobre la salvación cristiana. No he podi-
do confrontar con otros estudios que indudablemente le darán a este tema su importancia. Aunque no
sé si se atreverían a caraturarlo como “el gran tema del Apóstol”. Con todo, los datos vertidos son sufi-
cientemente elocuentes como para que la afirmación pueda sostenerse.

B- Qué se entiende por justificación?

Justificación, justicia, etc tienen en nuestros oídos una inmediata resonancia jurídico-moral. Justo es
quien da a cada uno lo suyo. Justicia es la virtud que fortalece al justo para que dé a cada uno lo suyo.
Justificación es el proceso por el que una persona llega a ser justa o es declarada justa o, por el que
ciertas acciones -sospechosas de una cierta no-justicia- a través de una consideración imparcial más
precisa y matizada, son reconocidas como justas.
La significación del concepto es bastante amplia. En todas estas alusiones se puede descubrir, sin
embargo, un común denominador: la perspectiva moral. No es sino en este registro en el que se entien-
de la justificación.
Y, valga la explicitación de este matiz, en una moral que es, ante todo, horizontal. Es decir, que regula
las relaciones entre los hombres. Justificación no evoca -en la cultura del Gran Buenos Aires- a Dios.
Sino a las relaciones entre los hombres. Para que evocara a Dios, habría que hacer explícito su nombre.
Por ejemplo: “ser justo ante Dios” o expresiones semejantes, en las que Dios estuviera ineluctablemen-
te presente.
Cuando Pablo habla de justicia (dikaiosúne), lo hace en otro registro de significación más cercano al
último recién referido. El concepto de justo, justicia, justificación es, en él, antes que nada, teologal. Se
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 58
refiere a las relaciones del hombre con Dios. La perspectiva no es tanto horizontal - como en nuestra
cultura- sino vertical.
En esto Pablo no innova sino que retoma una tradición bastante arraigada en el AT. Ser justo en la
mentalidad bíblica es tener una buena relación con Dios; es ser su amigo, su servidor fiel; es cumplir sus
mandamientos y realizar el culto de acuerdo a las pautas de los sacerdotes. El concepto de Justo es,
entonces, fundamentalmente teologal. En la esfera de lo sagrado se halla su condición de inteligibilidad.

Es prácticamente imposible medir el verdadero alcance que tenía en los israelitas esta categoría de
justo, justicia, justificación. Hoy, ciertamente, nos es importante ser justos. Pero esa importancia es casi
nula si se la compara con la que los israelitas le daban. Todo parangón se revelaría paupérrimo. Para
ellos, ser justos era una cuestión absolutamente vital; de vida o muerte. Lo que estaba en juego era lo
más importante de la existencia humana: estar bien con Dios. Ser injusto era tranformar la propia exis-
tencia en una condena, sin esperanza. Con la única certeza de que esa condena sería definitiva. Ser in-
justo era reducir la vida a sólo sombras y oscuridad. De allí que la justificación constituyera una verda-
dera, acuciante, angustiante preocupación. La justificación era, si vale la expresión, el gran fantasma que
los perseguía.

¿Cómo se llegaba a ser justo? En el AT llega a ser justo quien cumplía la Ley. Había otros medios,
pero éste era el fundamental. Y, por Ley, se entienden tanto las leyes morales como las rituales.
En los tiempos postreros del AT y en el Intertestamento, fueron los fariseos quienes más insitieron
en que la justificación se llegaba por el cumplimiento fiel, meticuloso, escrupuloso de la Ley. Y, por Ley,
no entendía sólo a los mandamientos del Decálogo, sino a una serie varias veces centenaria (cerca de
seis cientos) de preceptos concernientes a todo el espectro de actividades posibles, de las que se consti-
tuye la vida de cualquier mortal.
Pablo, el “super-fariseo” reconoce haber buscado la Justicia de Dios por ese camino (Ver Flp 3, 4-6).
La experiencia de la conversión, tal como lo vimos, lo había marcado para entender que no era la Ley
en la que había que confiar, sino en la Gracia. Por otra parte, lo novedoso de la extraordinaria acogida
de la fe de los paganos, había demostrado que Dios no hacía acepción de personas (Cfr Hech 10, 34 ss)
y que ser judío no era la conditio sine qua non para ser cristiano (Hech 15).

C- Las situaciones coyunturales que dieron origen a la reflexión de Pablo

Pablo había comprendido que el verdarero camino de la justificación no era el que proponían los
fariseos. Pero esto, no todos lo comprendieron tan rápido como él. Ecos numerosos de la gravedad de
conflicto que suscitara la Iglesia primitiva esta disparidad grave de pareceres teológico-pastorales se
notan en prácticamente todo el libro de los Hechos. Y es allí Pablo el gran representante de la postura
“antijudaizante”. Si atendemos al libro de los Hechos vemos esta constante: Pablo predica a los judíos
en las sinagogas, no es aceptado, predica luego a los paganos donde sí es aceptado. Pablo es el testigo
privilegiado de la obstinación de Israel con respecto a la predicación cristiana. Es También el testigo de
la misteriosa y calurosa apertura de los paganos con respecto a esa fe. ¡Cómo no solidarizarse con aque-
llos cristianos de raíz no judía, que con tanto entusiasmo acogían la Buena Noticia! Y, ¡cómo no hacerlo
cuando, a aquellos nuevos discípulos, se les quería imponer el ser judíos! Esta es la situación coyuntural
que desemboca en que él escriba a los Gálatas.

“Esos gálatas un poco locos son primos hermanos de los “galos”; impulsivos como ellos, agitados, enamo-
rados de la libertad, acogieron con entusiasmo la predicación de Pablo y se entregaron a Cristo. Pero pasaron por
allí otros predicadores y se pusieron a “judaizar”; ellos, antiguos paganos, se colocan entonces bajo el yugo de la ley
judía. Sin duda creían que obraban bien, pero Pablo siente el peligro: si hay que añadir algo (aquí las prácticas jud-
ías) a la fe cristiana, es señal de que la fe en Jesús no es suficiente para salvarnos.”22

22 Etienne CHARPENTIER, Para leer el NT, Estela (Navarra), Ed Verbo Divino, 1992 (12° ed), pág 63.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 59
He aquí el verdadero alcance de la polémica: es a la vez cristológica y soteriológica. Si para salvarse
hace falta ser judío, Cristo no es tanto como aprece. Esta es la dimensión cristológica. Por otra parte, el
influjo en las personas de la obra de Cristo queda desdibujado. Esta es su dimensión soteriológica.

D- La respuesta de Pablo: la justificación viene por la fe

Pablo sale al encuentro de la concepción judía sobre la manera de alcanzar la justificación, negándole
validez. Niega que el medio a tal efecto sea cumplir la Ley. No es entonces, según su concepción que un
estilo de vida por más noble y loable que sea, sea capaz de instaurar esa relación nueva con Dios a la
que se denomina justicia. Estima que esto negaría valor al sacrificio redentor de Cristo y a su Resurre-
ción, como los gestos que Dios realizara para salvar a la humanidad. No es la humanidad la que salva.
Ella es salvada.
Para Pablo, entonces, al justificación es totalmente gratuita. Es un Don, un regalo de Dios, una
Gracia. Ahora bien, desarrolla ampliamente lo que ella, la justificación, es. Dice que consiste en una
transformación interior que eleva al hombre, lo hace nueva criatura, lo hace salvo. En la justificación
interviene la fe. La fe en Cristo es la manera de apropiarse ( no por un esfuerzo de la voluntad) esa
Justificación. Es la fe -aceptación gozosa de la Gracia. Interviene también el Bautismo, como sacramen-
to-signo de esa fe. Esa transformación se opera por la potencia de la Muerte y Resurrección de Cristo.
La justificación comporta una nueva vida. Esta última es como el resultado, su efecto. Insisto no su
causa.
Además, Pablo, como buen fariseo, sintió la necesidad de argumentar -para probar su doctrina- a
partir de la Escritura. Relee así la historia de Abraham ( Rom 4 y Gal 3,6-9) y trata de comprender el
sentido de la Ley que Dios diera (Gal 3,10 ss).

E- Actualidad de la Soteriología paulina

Tal vez el término de justificación -por el horizonte cultural que se refería poco más arriba - no
evoque en nuestros días toda la riqueza de la soteriología paulina. Es, sin embargo, capital que la Iglesia
no pierda esta riqueza. Para mostrar que este es un peligro latente real y que se puede recaer en actitu-
des “judaizantes” dentro de la Iglesia me permito transcribir algunas líneas de un teólogo psicoanalista
que muestra cómo en la praxis se verifican tergiverzaciones de hecho de la doctrina de la Gracia:

“Hace ya setecientos años Tomás de Aquino había declarado que la Gracia supone naturaleza, que la eleva y la
completa23. Si es así, ¿por qué el sacerdote -o el religioso- que viene a la consulta porque tiene serias dudas sobre su mi-
nisterio o sobre su identidad personal, no se sentirá llevado por esta gracia como por los brazos de Dios? ¿Por qué no
estaría persuadido que su yo se justifica plenamente y que Dios quiere antes que todo su felicidad personal, es decir, una
vida que le pertenezca en tanto que propia? Ahora bien, ¿qué se ve regularmente y sin excepción en la práctica terapeúti-
ca? A pacientes que resisten violentamente, a menudo durante años, a toda forma de existencia personal, a través del
justificarse, por un sistema de racionalización aparentemente sin falla. A medida que el tratamiento avanza, más sale con
evidencia una especie de ideología y de moral petrificadas en la represión y la negación de sí. Cada vez que se perfile para
ellos una chance de salir de su ghetto, de experimentar la mínima pequeña satisfacción personal y de abrirse a la sensa-
ción más ínfima de placer, resurge en seguida la serie de objeciones estereotipadas: “Eso sería demasiado fácil”; “eso no
tendría nada que ver con mi vida”; “sería indecente pensar en mi placer en un mundo que sufre hambre”. A Angela de
Foligno, Cristo le dijo: “Yo no te amé para que rías”. O incluso, a propósito de sentimiemtos concretos: “Yo me siento
terriblemente miserable, con todos mis deseos locos”; “Yo me doy asco”; “los otros (sacerdotes, religiosos) llegan, ¿por
qué no yo?”.
Investigando un poco más en profundidad , detrás de esas excusas, se encuentra siempre infaliblemente la ima-
gen de un Dios cruel, en contraste abierto con el Dios de amor y de perdón confesado verbalmente...”24

23 Suma Teológica I, 2,2 ad 1


24 Eugen DREWERMANn, Kleriker, Psychogramm eines ideals, Olten, Walter-Verlag, 1989, traducido de la ed francesa,
Fonctionnaires de Dieu, Paris. Albin Michel, 1993, pag 89-90.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 60

Unidad 3 C

LOS EVANGELIOS
Significado de la Palabra Evangelio
La Palabra Evangelio significa Buena Noticia. En ese sentido era usado en el lenguaje y la
literatura helenista. No era sin embargo una categoría exclusiva de la cultura helenista pues tam-
bién era conocida en el mundo bíblico. Había en él quienes anunciaban buenas noticias al pueblo.
Estas consistían fundamentalmente en que Dios instaura su reinado.

“Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae bue-
nas noticias, que anuncia la salvación, que dice en Sión: “Ya reina tu Dios”. (Is 52,7).

En clara continuidad con la tradición bíblica, Jesús inicia su vida pública proclamando: “El
tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca: conviértanse y crean en la Buena Noticia”
(Mc 1,15).

Origen de los Evangelios

Poseemos cuatro Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Todos se remontan a Jesús.
Lo tienen como protagonista. Son un anuncio de su persona y de lo que hizo y enseñó. Es a Él a
quien hay que remontarse si se desea saber cuál es el origen del Evangelio. No hay Evangelio sin
la predicación y la acción del Señor. Para nosotros Él es nuestro Evangelio, nuestra Buena noticia.
El y sólo El es la fuente y el origen de la vida que subyace en los escritos.

Pero Jesús no escribió nada. Y en ninguna parte se dice que hubiera ordenado a sus discí-
pulos que hicieran otro tanto. Ya hemos visto en la unidad relativa a la formación del NT que pa-
ra que se llegara a la existencia del Evangelio quadriforme (San Ireneo) fue necesario un largo de-
rrotero. Del cual el primer paso fue la transmisión de los hechos y dichos de Jesús en las comuni-
dades pospascuales que habían asumido la fe. Proceso que duró al rededor de 30 años.

Sólo luego vino la composición final de los cuatro Evangelios. Discípulos cultos que in-
tentan consolidar la memoria de Jesús en las comunidades de la tercera parte del siglo I de nuestra
era.

Decir memoria no quiere decir historia. Aunque entre una y otra haya una estrecha relación,
no significan lo mismo. Memoria es el intento de mantener vivo aquello que da vida, que es fuente
de vida. Historia tiene un sentido más culto, más intelectual. Cierto es que no hay memoria sino de
la historia. Pero son distintas. Persiguen objetivos distintos.

Los Evangelios están más cerca de la Memoria que de la Historia. Son un anuncio de Jesús y
no su simple biografía. Son una predicación: Y como tal hay que entenderlos. Pretender encontrar
en ellos lo dicho y actuado por el Señor con precisión matemática, nos induciría en una falsa pista.
Esto no será nunca suficientemente dicho y subrayado. Una visión excesivamente historicista gra-
va nuestro acceso a los Evangelios, dificultándonos encontrar en ellos su verdadero sentido. Es un
prejuicio equivocado que se impone con urgencia demoler hasta que de él no queden rastros.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 61
Todo lo dicho lleva como de la mano a afirmar que los Evangelios son un Género literariol
con identidad propia. No son una historia, son un anuncio y una predicación que intentan guardar
la memoria del misterio a través de una estructura bien concreta a la que denominamos género lite-
rario evangelio.

Un Evangelio - Cuatro Evangelios

La Iglesia acepta como santos y canónicos cuatro Evangelios. No uno. El alcance de este
hecho aparentemente tan banal es extraordinario.

Por una parte, descubrimos la riqueza del misterio cristiano. Ningún escrito es capaz de
agotarlo. Su exhuberancia desborda cualquier molde dentro del que se lo pretenda encerrar.
Por otra, vemos en él la riqueza de la vida de la Iglesia, que es capaz de predicar el único
misterio de diferentes y complementarias formas. En los Evangelios descubrimos las diferentes
respuestas que el Evangelio ha ido suscitando a lo largo del primer siglo de cristianismo en las dife-
rentes comunidades. Los Evangelios son un espejo en el que se vislumbran comunidades diferen-
tes, con vidas, indudablemente, también diferentes.
En el mismo sentido, pero visto desde el tema de la inculturación, que haya diferentes evan-
gelios sugiere que haya la posibilidad de inculturar la fe y el Evangelio único de Nuestro Señor de
maneras diferentes. Canonizar una forma cultural, en el sentido de volverla dogmática, absoluta y
totalmente intocable es una locura; es el vano intento de esclerotizar la fe.
Que exista no uno sino cuatro evangelios es por último el sí claro a la diversidad. Es el voto
de confianza de Dios a la diversidad. Es por lo tanto el no claro a toda pretensión de unidad a la
manera de los totalitarismos que se procure imponer en la Iglesia.

Cuatro Evangelios y no uno, es una fuente hermosa para nuestra vida eclesial y para
nuestra praxis catequística. Es la confianza en lo diferente. Es el impulso para creer en el diferente
y dejarse enriquecer por él. Es el sí claro a la búsqueda compartida de la verdad. Es la confianza
en la palabra que la Palabra hace nacer en nosotros, “balbucear” en nosotros. Es el osar hablar de
la fe sabiendo del auxilio del Espíritu. Es el perder el miedo a equivocarnos. En última instancia,
caer en la cuenta de la verdad de la siguiente cuestión: ¿qué palabra podrá decir adecuadamente el
misterio de Dios? “¿Qué templo podrá contener a quien ni los Cielos pueden contener?”

Fichas de Identidad de los cuatro evangelistas

Ya San Ireneo de Lyon en el siglo II decía los siguiente a propósito de los evangelistas:

“De esta manera Mateo publicó entre los hebreos, en su propia lengua, una forma escrita del
Evangelio, en la época en que Pedro y Pablo evangelizaban Roma y fundaban allí la Iglesia. A
la muerte de estos últimos, Marcos, el discípulo e intérprete de Pedro, nos transmitió también
él por escrito lo que predicaba Pedro. Por su parte Lucas, el compañero de Pablo, consgnó en
un libro el Evangelio que éste predicaba . Después Juan, el disciúlo del Señor, el mismo que
había reposado sobre su pecho, publicó también él el Evangelio, mientras que permanecía en
Éfeso, en Asia” . (Contra las Herejías, III, 1,1).

Algunas de los datos referidos a los evangelistas que Ireneo afirma en este pasaje son hoy,
sino puestos en duda, al menos afirmados de una manera no dogmática. Con todo, estas informa-
ciones nos dan una base sólida sobre la cual construir. Podemos así decir lo siguiente:
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 62

El Primero = MARCOS ( hacia el 65/70) El Último = JUAN (95/100)


El león, voz que grita en el desierto - el más El águila, con el gran prólogo - El Evangelio
corto, “espiri-
muy vivo, estilo popular/directo - tema del tual”, aproximación simbólica, profunda -
secreto temas de la
mesiánico. hora, la Elevación.
De origen judío (¿Jerusalén?), marcos escribe De origen judío (¿Galilea?, Juan escribe en
para los romanos de Roma (cfr. latinismos). los medios de Efeso unificando bien las in-
MARCUS = un martillo. fluencias ...: YOHANAN = Dios hace gracia!
Como un cuadro de Chagall, o un dibujo de niños. Como un Cristo de Rouault, o un mosaico bizantino.
quién es Jesús? Dónde va? Pregunta y cues- Jesús el el Enviado del Padre. “El Verbo
tiona; revelación en claroscuro de su secreto hecho carne”. Juan arraiga la obra de Jesús en
mesiánico. su relación con el Padre.
(Releer Mc 14,51). (Releer Jn 13,23ss y 19,26ss.)

“El Evangelio del catecúmeno” (CT 11)

En el medio, MATEO (80/85) Y LUCAS ( 80/85)


El hombre, con la genealogía - el más eclesial El toro, sacrificio de Zacarías, - el más “histo-
(16,18; 18,17) de estilo litúrgico - 130 huellas riador”, culto, de estilo distinguido pero in-
del AT. constante - sensible a la presencia de las mu-
De origen judío ( ¿publicano?, Mt escribe pa- jeres.
ra judío-cristianos, en Siria, sin duda. De origen pagano (¿médico?), Lc escribe para
cristianos provenientes del paganismo, en un
buen griego - “Nueva Alianza”.
MATTATYAH = Don de Dios (YHWH). LUCANUS- LUCIUS = Claro, luminosos.
Como el Bello Dios de Amiens, Jesús Señor y Nuevo Como un Giotto o un Rafaél, Jesús: bondad y
Moisés. perdón...
El Evangelio del Reino de dios, el don de la El Evangelio de la ternura de Dios, para con
Ley nueva, la “Justicia” de vida cristiana todos, y de los débiles (mujeres, niños, po-
(“comoha sido anunciado”) bres, etc.) María y el Espíritu Santo...
(Releer Mt 13 52.) (Releer Lc 1,1-4; 3,1-2)

El evangelio del Catequista (CT 11)


Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 63

Los Evangelios Sinópticos


Sentido de la palabra sinóptico
Óptico significa perteneciente o relativo a la visión. Sinóptico, por lo tanto, es lo que se
puede ver de una sóla mirada: Cuando se habla de Evangelios Sinópticos se refiere precisamente esta
realidad: si se los coloca paralelamente en tres columnas pueden ser leídos de una sóla mirada:
Pues los tres evangelios siguen el mismo esquema, más allá de las diferencias que se verifican entre
ellos.
Hemos hablado de tres evagenlios; pues bien, ¿cuáles son? MATEO, MARCOS y
LUCAS: Los tres siguen el mismo esquema: Jesús comienza su ministerio en Galilea y lo culmina
en Judea, más precisamente, en Jerusalén. A un período de éxito apostólico -al que los especialis-
tas llaman la “primavera de Galilea”- sigue el fracaso en la Capital. Todo el ministerio jesuánico no
es comprendido sino como una peregrinación misionera hacia Jerusalén. Este desplazamiento ge-
ográfico constituye el hilo conductor de estos tres evangelios. Y por ende, su esquema básico.
Aquel que -decíamos- nos permite colocarlos en tres columnas paralelas y leerlos de una sola mi-
rada (sinópticos).

Iguales y diferentes

Reconocemos un esquema básico común a los tres evangelios. ¿De dónde viene? Pero a su
vez hay entre ellos diferencias. ¿A qué se deben? Este es, en breves términos, el problema sinópti-
co. Dicho en otros términos, el origen de las similitudes y las razones de las diferencias.
Y lo que se busca, no son respuestas mágicas. “Dios lo quiso así”. Cosa que es, por otra
parte, verdad. Verdad que, sin embargo, no satisface las legítimas inquietudes intelectuales de
quienes se plantean desde el punto de vista humano estas igualdades y diferencias. Para decirlo
con más precisión, el problema sinóptico es el del origen histórico concreto del hecho de que los
tres primeros evangelios sigan el mismo esquema y que, por otra parte sean diferentes.

¿Cómo se ha resuelto este problema? El primer


hecho llamativo el del “hecho sinóptico” en sí, o sea, que haya tres evangelios que siguen el mis-
mo esquema. Es entonces más difícil interpretar la identidad de esquema de estos tres escritos que
sus diferencias. Este problema no existió en la era precrítica de los estudios bíblicos. Pues se pen-
saba que los evangelios eran prácticamente espejos de la vida de Jesús. Que reflejaban fidedigna-
mente la vida de Jesús. Entonces se resolvía la identidad de esquema de una manera bastante sim-
ple: se debía a su fundamento histórico. Así habían sido las cosas. Era entonces totalmente natural
que los evangelios las presentaran de esa manera. Claro, había problemas que se suscitaban:
¿cómo entender las diferencias entre los distintos evangelios? ¿Acaso alguno sería veraz y otro no?
Cosa que, por otra parte, no era aceptable pues Dios es veraz; no se engaña ni nos engaña. Y si los
evangelios fueron escritos bajo la Inspiración del Espíritu Santo, y tienen a Dios por autor, no
pueden albergar la más mínima huella de imprecisión y mentira. Para responder al problema plan-
teado por las diferencias entre los evangelios, se elaboraron ciertas “vidas de Jesús”: Procuraban
hacer coincidir todos los datos. Creando una síntesis armónica. Lástima que no siempre satisfacto-
ria.
Pero este no es nuestro caso. Somos conscientes de que los Evangelios son fruto de una
larga elaboración por parte de las comunidades apostólicas e inmediatamente postapostólicas: De
allí que no nos sorprendan tanto la diversidad y las diferencias. No así una unidad de esquema tan
notoria como la que se evidencia en los tres primeros evangelios. ¿De dónde viene?
Ya desde hace bastante tiempo se barajaron dos posibilidades: que el más corto de los tres
evangelios y, a su vez, el que sea el más antiguo, haya servido de matriz de los otros; o que haya
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 64
habido un documento maestro previo a los tres, sobre el que se hayan basado los tres evangelistas.
En general se admite hoy que MARCOS es el evangelio más simple y más antiguo. Y que más allá
de sus fuentes, es en Marcos donde hunde sus raíces la unidad esquemática de los tres primeros
escritos neotestamentarios. El esquema comienzo en Galilea y culminación en Judea, es propio de
Marcos y de él lo han copiado los otros dos evangelistas. Así se resolvería más o menos satisfacto-
riamente la primera de las preguntas: ¿de dónde viene la unidad?

Pero hay una segunda pregunta: ¿cómo entender las diferencias? Se podría responder tal
vez de una manera simplista a esta pregunta: del genio propio de cada uno de los otros dos evan-
gelistas, a saber, Mateo y Lucas. Y de las diversas situaciones comunitarias a las que ellos debieron
enfrentar. No negamos validez a estas respuestas. Las caratulamos simplemente de excesivamente
simplistas. Pues dejan en la penumbra ciertos aspectos que son sumamente llamativos: las coinci-
dencias entre Mateo y Lucas:
Esto merece una aclaración. Además de las coincidencias fundamentales entre los tres
evangelios sinópticos, existen coincidencias parciales. Coincidencias que no se pueden explicar en
que los tres tengan a uno de ellos, Marcos, como fuente común. Pues son elementos comunes so-
lamente a Mateo y Lucas. Y por tanto, de quienes se habrían “copiado” de Marcos: Esas coinci-
dencias parciales son fundamentalmente relativas a los “discursos” de Jesús. En la jerga de los bi-
blistas se los llama logion o logia (literalmente: palabra o palabras, en el sentido de palabras dichas):
Por ejemplo, el largo sermón de la montaña de Mt 5-7, tiene un paralelo bastante próximo en el
sermón de la planicie de Lc 6. Y así también en otros discursos o palabras sueltas de Jesús, que se di-
cen ora por allí ora por acá.
Estas observaciones han llevado a postular que Mateo y Lucas, debieron tener, además de
Marcos, una segunda fuente común de la que se nutrieron. En esa fuente se habrían conservado
principalmente discursos del Señor y algunos de sus breves aforismos sabios sin mucha vincula-
ción entre ellos. Esa fuente es denominada Q. Puesto que en alemán la palabra que significa fuen-
te se dice Quelle: Y son principalmente los estudiosos alemanes quienes forjaron esta teoría.
Algunos estudiosos han ido incluso mucho más lejos. Han elaborado una teoría mucho
más compleja que permite entender algunos otros elementos que tienen relevancia en el problema
sinóptico. Pero la complejidad de la teoría hace desestimable su presentación en estas páginas.
Baste hacer saber que existe. En todo caso, no niega, sino que confirma la teoría de las dos fuen-
tes: Marcos y Q. Y se apoya en ella para ir más lejos.
Sólo en este momento, luego de haber afirmado las dos fuentes, e incluso, luego de haber
aludido que hay teorías aún más complejas que intentan responder lo más satisfactoriamente po-
sible a la cuestión sinóptica, puede comenzar a hablarse del genio particular de cada evangelista y
de las situaciones eclesiales con las que tuvieron que vérselas, como razón última de las diferencias
de sus obras.

Sintetizando, la unidad fundamental entre los tres evangelios sinópticos se debería a Mar-
cos, cuyo esquema habrían copiado Mateo y Lucas. Las coincidencias parciales entre Mateo y Lu-
cas, se deberían a una segunda fuente, la Q: Y lo propio de cada uno, o bien a fuentes particulares,
o bien, a reflexiones personales. Que habrían utilizado para expresar sus respectivas visiones del
misterio cristiano, en clara relación con las comunidades destinatarias de sus obras.

Un esquema podría mostrarlo más claramente:

MARCOS QUELLE
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 65

MATEO LUCAS

Ejercicio: La tempestad calmada25


Con este segundo ejercicio, abordamos un texto muy conocido, pero que plantea ciertas
cuestiones difíciles. Fieles a nuestra manera de proceder en esta etapa vamos a centrarnos sobre la
perspectiva redaccional de Mt 8,18-27; Mc 4,35-41; Lc 8,22-25. Se trata de reparar en las aproxi-
maciones diferentes y en las insistencias diversas de cada Sinóptico.

Es sumamente útil valerse de lápices de distintos colores. Particularmente los de los colo-
res fundamentales: AZUL, ROJO y AMARILLO. Según lo que propusiera Xavier LÉON-
DUFOUR en su Concordance des Évangile Synoptiques (Desclée 1956) podría procederse de la siguien-
te manera:
• lo común a los tres, negro,
• lo propio de MATEO, rojo,
• lo propio de MARCOS, azul,
• lo propio de LUCAS, amarillo;
• lo común a Mt-Mc, violeta,
• lo común a Mc-Lc, verde,
• lo común a Mt-Lc, anaranjado26
Algunos elementos para partir

a) El lago de Galilea (o de Genesareth: Mt 14,34; Mc 6, 33; Lc 5,1; o incluso de Tibería-


des: Jn 6, 1. 13; 21, 1) es un lugar fácilmente situable merced a un mapa, y es un lugar importante
para los pescadores y sus barcas de pesca, incluso hoy. Tiene la forma de una lira (en hebreo kinné-
ret), cuya longitud más grande tiene 21 Km y su anchura máxima es de 12 km. Situado en una de-
presión, bajo el nivel del Mediterráneo (-200 m), se comprende que conozca tempestades y brus-
cos ventarrones, cuando se encuentra tomado entre los vientos del Mediterráneo al Oeste y los
del desierto de Siria al Este.

b) Es importante subrayar que la rivera oeste se halla en tierra galilea, mientras que la cos-
ta este se abre a los territorios paganos con la Gerasa / Gadara y la Decápolis (= 10 ciudades).
“Atravesar a la otra orilla” toma siempre entonces un sentido preciso y significativo, que no hay
que perder de vista. Ver el episodio que se sigue en cada caso: el endemoniado de Gerasa.

c) En el mundo bíblico el “mar” es un lugar peligroso ligado a los abismos caóticos del
origen del mundo; es un lugar donde viven y obran las potencias demoníacas; por eso dice el
Apocalipsis (21,1) que un día será destruido: “el mar ya no existe más”. Una de las consecuencias
de todo esto es que sólo Dios tiene poder sobre el mar y sobre los elementos desencadenados; es
fácil enviar a varios textos del AT referidos al tema (Sal 65,8; 89, 10; 107, 29-30; Jb 26, 12; Is 27,1;

25 Transcribo las notas de Pierre MOURLON BEERNAERT, Lire les Évangiles, Méthodes et exercices, Cahiers Lumen
Vitae, Lumen Vitae, Bruselas, 1991, pag. 25-27.
26 Notar que en la perspectiva de las “Dos fuentes” de la que hemos hablado, los puntos comunes de Mt-Lc (color
naranja) plantearía aquí algunos problemas particulares.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 66
2 Mac 9,8). Si Jesús muestra su autoridad sobre las olas enfurecidas, no puede sino plantearse la
ruda cuestión sobre la relación entre Jesús y Dios: ¿será su enviado?...

d) Por último, cada uno conoce la historia de Jonás, aquella parábola llena de teología y
de humor (J. P. Charlier), que invita a Israel a una fe misionera y abierta a las naciones paganas;
hasta en el vocabulario la historia de Jonás ofrece no pocos trazos comunes con este pasaje sinóp-
tico: “Jonás encontró un barco y lo abordó para navegar; y hubo una gran tempestad en el mar,
hasta el punto de que el barco estaba en peligro ... y Jonás dormía. El jefe se aproxima a él y le di-
ce: “¡Levántate! Puede ser que Dios nos salvará y que nosotros no perezcamos”...Y el mar aplacó
su furor, y los hombres fueron presa de un gran temor” (Jon 1,3-16). (El NT habla de Jonás en Mt
12,39-41; Lc 11,29-32).

Este mismo vocabulario vamos a reencontrarlo en el texto en Sinopsis que sigue; estemos
atentos a las insistencias propias de cada uno de los tres relatos, por ejemplo, a la manera de nom-
brar el mar o el lago, de nombrar a Jesús, de designar al peligro, de llamar a la “tempestad”, en fin,
de sacar las consecuencias del episodio.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 67
Mateo 8, 18-27 Marcos 4,35-41 Lucas 8,22-25
Jesús viendo Llegó
una multitud uno de esos días:
alrededor de él subió en una barca,

ordenó El les dijo, y él les dijo:


ese día, llegado el anochecer
irse “Atravesemos “Atravesemos
a la otra orilla. a la otra orilla”. a la otra orilla del lago”.
Y Y dejando a la multitud,
habiendo subido ellos lo llevan,
como estaba
a la barca a la barca,
sus discípulos
lo acompañaron. Y se hicieron a la mar.
y otras barcas
estaban con él.
Mientras navegaban
el se adormeció.
Y he aquí que sobrevino y sobrevino Y se abatió
un gran sismo una gran borrasca una borrasca
de viento de viento
en el mar sobre el lago,
y las olas
irrumpían en la barca
de suerte que de suerte que ya
la barca la barca
estaba cubierta se llenaba y ellos estaban llenos de agua
por las olas y estaban en peligro.
Pero El Y El estaba en la popa
sobre el cabezal
dormía. durmiendo.
Aproximándose Aproximándose
ellos lo despertaron, Y ellos lo despiertan ellos lo despertaron,
diciendo: y le dicen: diciendo:
“Señor, “Maestro “Maestro, Maestro,
salva! ¡¿no te preocupas de que

Perecemos”. perecemos?!” perecemos!”


****vs.26****
El les dijo:
“¿Por qué temen
hombres de poca fe?”
Entonces, enderezándose Y habiéndose despertado Y habiéndose despertado,
amenazó los vientos amenazó el viento amenazó el viento
y el mar. y dice al mar: y al tumulto del agua.
“¡Cállate. Silencio!”
Y el viento cayó, Y ellos cesaron
Y sobrevino Y sobrevino Y sobrevino
una gran calma. una gran calma. una calma.
****vs.40****
Y El les dice: Ahora, El les dice:
“¿Por qué tienen miedo?
¿No tienen aún fe? “¿Dónde está vuestra fe?”
Los hombres
Y ellos temieron de un Y presas del temor,
de un gran temor y
admiraron, admiraron,
diciendo: decían entre ellos: diciendo entre ellos:
“¿Cuál es éste “¿Quién pues es éste “¿Quién pues es éste
que manda
que incluso los vientos que incluso el viento incluso a los vientos
y el mar y el mar y al agua?”
le obedecen?” le obedece (sic)?” ¡ Y ellos le obedecen!”.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 68
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 69

Algunas constataciones de vocabulario:

el mar (3 x) el mar (2 x) el lago (2 x limnê)


la barca (2 x) la barca (4 x) la barca (1 x)
sismo la borrasca la borrasca
Señor... Maestro... Maestro (Jefe) (2 x).
poca fe no fe ¿dónde está la fe?
admiración gran temor temor + admiración.

Algunas preguntas (ver el contexto)

1. Relato de Mc: ¿cuándo ocurre la escena? ¿A qué cosas llama Mc grande (3 x)? ¿Quién tiene la ini-
ciativa? ¿Por qué otras barcas? Leer sin el v 40: relato clásico de milagro - releer con el v 40: as-
pecto catequístico neto!
2. Relato de Lc: ¿qué episodio precede inmediatamente a este relato? ¿A quién se interesa más, a la
barca o a sus ocupantes? ¿Por qué? El reto de Jesús está suavizado, ¿en qué sentido? Lucas es el
único en servirse del término “Maestro / Jefe” (en griego epi-statês 7 x, y Lc solo).
3. Relato de Mt: ¿en qué la inserción de los vs 19-22 orienta el sentido? ¿por qué hablar de un sismo
(temblor de mar)? (ver Mt 8,24; 21,10; 24,7; 27,51.54; 28,2.4). ¿Cómo escuchar el grito litúrgico :
Kyrie, sôson (Señor, salva)? El reproche del vs 26 está en el centro: ¿cuál es su alcance?

1- SEGÚN MARCOS
Después de la jornada en que Jesús había pronunciado el discurso parabólico, cuando llegó la
noche, muchas barcas se fueron a pescar. Jesús (fatigado?) va a dormirse, en la parte de atrás de la
barca, “sobre el cabezal” reservado ordinariamente al timonero (sólo Marcos nota este detalle); no se
trata de la “proa” del barco. El hecho de que la tempestad se desate en plena noche la vuelve aún
más inquietante y peligrosa. Pero, Jesús manifiesta luego su autoridad, cuando los discípulos lo
apremian. Incluso el viento y el mar le obedecen. Y el relato termina con una verdadera pregunta, sin
respuesta, al menos por el momento.
Cierto es que Marcos, al escribir, conace la verdadera respuesta; y por otra parte, a este rela-
to que se articula según el género literario “milagro”, Marcos le añade un versículo (40) que traslada
el acento del episodio: se trata no tanto de un exorcismo (comparar a Mc 1,23-27) sino de una cate-
quesis “existencial” dirigida a creyentes que no tienen aún (suficiente) fe en el poder y la auroridad
de Jesús sobre las fuerzas del mal.
Hay que remarcar ciertas insistencias: el estilo vivo y concreto -como de costumbre en Mar-
cos- presenta un carácter oral pronunciado: gran borrasca, gral calma, y sobre todo gran temor (en el
sentido religioso del término). El arte del narrador es real! Y la invitación a no tener miedo (en grie-
go deiloi, como en Mt; ver también Jn 14,27) sino a tener confianza en el Maestro Jesús está fuerte-
mente remarcada. En fin, el relato progresa de contrate en contraste, entre la agitación y el reposo.
∗ El mar agitado y la calma de Jesús que duerme;
∗ el miedo de los discípulos y la seguridad de Jesús despierto;
∗ la calma de las olas y el temor de los discípulos (¿no esperaríamos que estuvieran contentos de
haber salvado la vida?).
Subrayemos por último el lugar de semejante tempestad (que pasa del mar agitado a los cora-
zones de los discípulos): el mar de Galilea que se atraviesa para ir de la orilla judía a un país pagano.
Para el redactor Marcos, la alusión a la muerte de Jesús (dormido y como ausente) y a su resurrec-
ción (el verbo egeirô, por dos veces) hacer percibir mejor aún que la barca de los discípulos (=la co-
munidad eclesiale de los creyentes) está llamada a través de las tempestades a volverse hacia las Na-
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 70

ciones paganas, abandonando las orillas del judaísmo: El Maestro es y permanece como quien pue-
de apaciguar las olas peligrosas y ... los corazones temerosos.

2- Según Lucas
Luego de haber planteado la cuestión sobre la “verdadera familia de Jesús”, en un cuadro
temporal bastante vago, el relato de Lc parece interesarse fundamentalmente a los discípulos en difi-
cultad, más que a la barca en sí misma. Ellos se hicieron a la mar; ellos navegaban; ellos estaban
llenos de agua; ellos estaban en peligro. Pero estos discípulos tienen un “maestro-señor poderoso”m
un “jefe” que les brinda seguridad y los interroga acerca de su fe (¿dónde está?). El reproche aparece
claramente suavizado; y la escena, de manera choqueante, concluye en el temor (con Mc) y en la ad-
miración (con Mt) de esos mismos discípulos.
Si bien el orden general del relato es bastante cercano del de Mc, Lc no habla más que de
una sola barca. Y sobre todo, no habla de una tempestad de noche: Su relato es indudablemente
más ordenado (ver Lc 1,4): subir a la barca; hacerse a la mar; Jesús que dormita (se le señala antes de
evocar la tempestad). Y, claro está, ese Lucas que ha conocido bien otros “mares” se contenta con
hablar de “lago”, de “borrasca”, de “peligro”, de “aguas tumultuosas”...
La narrración de Lc, entonces, está más centrada sobre los ocupantes de la barca que sobre
los acontecimientos. De esa manera, se refiere mucho más claramente a los misioneros, que van a las
tierras paganas a anunciar el Evangelio, que a la barca de la Iglesia. Se nota también que en su relato
Jesús es mucho más respetado por sus discípulos y se muestra mucho más suave con ellos. Lucas los
muestra unidos a Jesús: tanto en la travesía como en los peligros; en la bondad que les manifesta
como en la estupefacción que despierta en ellos su maravilloso poder.

3. Según Mateo
Ubicado dentro del contexto de los 10 milagros, o 10 gestos de poder, justamente luego del
episodio de la curación de la suegra de Pedro, el relato de Mt tiene otros acentos que es necesario
resaltar en la perspectiva que le es propia. El hecho de insertar, luego del anuncio de la partida “hacia
la otra orilla” (orden de Jesús!) algunos versículos sobre el seguimiento de Jesús (relatos de voca-
ción”!) le da a todo el conjunto otro tono. ¿Quién va a subir a la barca de la Iglesia con Jesús, el Se-
ñor? ¿Y los discípulos que le seguirán tendrán una fe suficientemente grande?
∗ Hombres de poca fe es un tema típico de Mt (Mt 6,30; 8,26; 14,31; 16,8; 17,20 y Lc 12,28).
∗ En cuanto al verbo del discípulo: acompañar/seguir (akoloutheo), aparece 9 veces en Mt 8-9, y en
otras partes, aún más.

De manera significativa, en lugar de hablar de tempestad o de borrasca, Mt habla de “sismo”


(sacudón o temblor). El término es típicamente apocalíptico y tienen una clara resonancia escatoló-
gica. De alguna manera, se cierne sobre la barca una grave amenaza. ¡La Iglesia está amenazada!. Se
entiende entonces el grito litúrgico de los discípulos, sumidos en ese sismo: no estamos lejos de
nuestro Kyrie, eleison. De aquí también se desprende el lugar central de la palabra del Señor a los
discípulos: les habla en medio de la agitación que los aqueja, en una barca cubierta por las olas, antes
de levantarse (egertheis, siembre el verbo de resurrección).
En la barca de la Iglesia, con aquellos que sigen al Señor, la fe-confianza indudablemente no
aumentará salvo que progrese también el descubrimiento de la persona de Jesús, el Mesías, quien se
revela de una manera creciente por sus palabras y sus obras de sanación y salvación. Al término de
su relato, Mt puede concluir con la admiración “de los hombres” quienes (como desde la orilla del
mar) ven la barca de la Iglesia mantenerse en las tempestadas y sismos del mundo. Este tema será
retomado con fecuencia por los Padres de la Iglesia.
En efecto, en Mt el términos los hombres se refiere fundamentalmente a los no creyentes (Mt
4,19; 5,13.16; 8,27; 10,17.33; etc.). El Resucitado empero continúa velando con cuidado de la barca
de la Iglesia; y todos nosotros somos invitados a la fe total en el Señor resucitado.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 71

FICHA TEÓRICA SOBRE EL EVANGELIO DE MARCOS


BIBLIOGRAFÍA
Ver la Bibliografía general y estudiar en ellos el tema Marcos.
Se puede consultar también:
DELORME, Jean, El Evangelio según san Marcos, col. Cuadernos bíblicos 15-16, ed. Verbo Divino,
Estela (Navarra), 1997. (Título original: Lecture de l’Evangile selon saint Marc)
MATEOS, Juan - CAMACHO, Fernando, El Evangelio de Marcos; Análisis lingüístico y comentario exegéti-
co. Ed. Almendro -Fundación Epsilón, Córdoba-Madrid, 1993. Vol 1.
MOURLON BEERNAERT, Pierre, Saint Marc, col. “Le temps de lire”, Lumen Vitae, Bruselas,
1985.
TAYLOR, Vincent, El Evangelio según san Marcos. Ed. Cristiandad, Madrid, 1979.

1. CARACTERÍSTICAS GENERALES
• De lejos aparece como el Evangelio más breve;
• su estilo es sencillo (casi oral). Hay quien llegó a pensar que casi se adivina la textual predicación
de Pedro detrás de sus relatos breves. Se repiten muchos términos, y se utiliza a menudo el presente
histórico.
• Hay expresiones curiosas: palabras latinas transcritas en griego, palabras hebreas y arameas.

2. AUTOR, COMPOSICIÓN, DESTINATARIOS


No hay razones suficientemente definitorias como para poner seriamente en duda el dato
tradicional de la autoría de Marcos del segundo evangelio, mantenida unánimente en las Iglesias
cristianas desde el famoso testimonio de Papías (125-130) . Hélo aquí: “Marcos, que había sido
intérprete (hermeneutés) de Pedro, escribió exactamente, aunque no con orden (ou méntoi táxei),
todo lo que recordaba de las palabras o acciones del Señor.”27
El argumento fundamental que lleva a que en nuestra etapa crítica de los estudios bíblicos
se mantenga el nombre tradicional es aparentemente poco brillante, pero convincente: de haberse
empleado el antiguo y común recurso de la pseudonimia en el caso de este escrito evangélico, lo
lógico hubiera sido que se recurriera a un nombre de mayor prestancia en la antigüedad cristiana
(tal vez, un apóstol) y no el de un evangelizador de segundo orden como había sido Juan Marcos.
A pesar de la hipótesis del origen Galileo del Evangelio de Marcos28, existe entre los es-
pecialistas el gran acuerdo de que el Evangelio según san Marcos fue escrito en Roma entre los
años 65-70. Y que, por lo tanto, se dirige a cristianos de origen pagano. Cristianos que viven en
la cosmopolita capital del Imperio; y que han sido testigos de la traumática persecusión que
Nerón había dirigido contra ellos, y que, entre otros efectos, había acarreado la muerte de los
Apóstoles Pedro y Pablo. Y se admite también de manera general que aquel incomprensible mar-
tirio, habría sido el factor desencadenante del empeño de escribir este Evangelio29.

27 Tomado de Léon-Dufour, Introducción crítica al NT, pag. 288.


28 Ver W. H. KELBER, Mark’s Story of Jesus. Filadelfia, 1979, pag. 13; The Kingdom in Mark. A New Place and a New Time,
Filadelfia 1974. Autores citados por Joseph AUNEAU, El Evangelio de Marcos. En AAVV., Evangelios sinópiticos y Hechos
de los Apóstoles. Col. Introducción a la lectura de la Biblia 9. Ed. Cristiandad, Madrid 1983. Pag. 105-106
29 Esta opinión tiene apoyatura antigua. La suscribieron Clemente de Alejandría, Jerónimo, Eusebio y Efrén. Entre los
modernos se puede ver:
Joseph SCHMID, El Evangelio según san Marcos. Col. Biblioteca Herder, Sección de Sagrada Escritura voumen 93. Barce-
lona, Herder, 1981.

Pag. 22: El segundo Evangelio fue escrito para lectores cristianos procedentes del paganismo, que necesitaban explica-
ción de expresiones arameas (3,17; 5,41; 7,11.34; 14,36; 15,22. 24) y de usos y costumbres judías (7,3s; 14,12; 15, 42).

Etienne CHARPENTIER, Para leer el Nuevo Testamento. Col. “Para leer...” Ed. Verbo Divino, Estella (Navarra) 1992.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 72

PERSPECTIVA DOCTRINAL
Hay muchos elementos que aún se dictuten en el ámbito de la perspectiva doctrinal del
segundo evangelio. Nos centraremos aquí en los elementos comúnmente admitidos, aunque no
siempre valorados de la misma manera por los especialistas.
1. Se admite que Mc 1,1 es una suerte de prólogo teológico en el que se plantean las hipótesis
cristológicas esenciales que habrán de probarse a lo largo del escrito de Mc; fundamentalmen-
te en el acontecimiento de Cesarea de Filipo (8,29) y en la crucifixión (15,39). Aunque tam-
bién Jesús lo admitirá como respuesta al Sumo Sacerdote que lo interpelará precisamente en
lo relativo a estos dos títulos (14,61).
2. Sin embargo, toda la importantísima significatividad que la aparición del título de Hijo de
Dios en boca del pagano centurión romano que asiste a la crucifixión, debe completarse con la
ocurrencia anterior de este título en las teofanías bautismales y de la Transfiguración.
3. Toda la primera parte, sin embargo, muestra la recurrente insistencia del silencio que Jesús
impone a los curados (que se llamó desde W. Wrede en 1901, el “Secreto Mesiánico”30). A
partir de la profesión de fe de Pedro, comienza sin embargo la insistente mención de la pasión
referida al Hijo del hombre. De allí que se la considere como la manifestación del secreto o
del misterio del Hijo del hombre: Que habrá de realizarse en plenitud cuando venga a juzgar
(cf. 14, 61ss) realizando así las profecías de Daniel.
4. No puede dejar de señalarse también la oposición radical entre Galilea en la primera parte del
Evangelio y Jerusalén en la conclusión de éste. Una y otra son lugares teológicos más que ge-
ográficos. Transcribamos la hermosa síntesis de Etienne CHARPENTIER31: “La Galilea de las
naciones o de los paganos, como se decía entonces, había conocido muchas invasiones, y la fe
no era all´tan pura a los ojos de los responsables judíos; no podía salir de all´nada bueno, y me-
nos aún un profeta (cf. Jn 1, 46; 7, 52). Pero Isaías (8, 23) habhía anunciado que un día Dios se
manifestaría allí a los paganos; por tanto, era también símbolo de esperanza y de apertura. Fue
allí donde Jesús vivió y predicó y donde las gentes lo acogieron con entusiasmo. Es una región
abierta: de allí Jesús va a los paganos, a Tiro y a Sidón (7, 24.31): ... Jerusalén aparece por el
contrario como la ci8udad cerrada sobre sí misma, refugio de la “gente decente”, segura de su
verdad y que no acepta la crítica. Desde el principio del ministerio de Jesús en Galilea, es de Je-
rusalén de donde parten los ataques más terribles (3,22.).”
5. Pero hay en el Evangelio otra clara oposición: país donde hay judíos versus país donde hay
paganos. En los capítulos 4 y 5 es clarísimo que la orilla occidental del lago es judía y la orien-
tal, pagana. Jesús obliga a sus discípulos a trasponer la fronteral. En los capítulos 6 al 8 Jesús va
y viene entre uno y otro país. En el 7, en el país de los judíos, rompe con las tradiciones. Y el 8,
abundan las alusiones a regiones donde viven los paganos (Tiro, Sidón, la Decápolis...). Trans-
cribo a continuación a J. DELORME32: “Así, la Galilea de Marcos no tiene fronteras. En ella se
oponen dos espacios: uno es el de los fariseos y letrados, que se cierra sobre sí mismo; el otro es

Pag 76 - 77: “Se admite comúnmente que el primer evangelio fue escrito en Roma, hacia el año 70, para recoger la predi-
caciòn de Pedro.... Su comunidad está compuesta de antiguos paganos: Mc se ve obligado a traducir las palabras arameas y
a explicar ciertascostumbres judías.
Esta comunidad se siente amenazada por las persecuciones. La fe que propone Mc no es una fe tranquila; se enfrente con
contradicciones y supone no pocos riesgos. Esto corresponde con lo que sabemos de la iglesia de Roma bajo Nerón:
Pedro fue martirizado en el año 64”

Pierre MOURLON BEERNAERT, Saint Marc, col. “Le temps de lire”, Lumen Vitae, Bruselas, 1985.
Pag. 17: Parece que la muerte de Pedro fue un factor súmamente determinante para la redacción de Marcos.

30 En Das Messiasgeheimnis in den Evangelien; zugleich ein Beitrag zum Verständnis des Marckusevangeiliums, Gotinga.
31 Etienne CHARPENTIER, Para leer el NT. Estella (Navarra), ed. Verbo Divino 1992 12, pag. 78

32 El evangelio según san Marcos. Col. Cuadernos Bíblicos 15-16. Ed. Verbo Divino, Estella (Navarra) 199714.,, pag. 14-15
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 73

el que Jesús abre delante de sí al pasar a los paganos. Marcos insiste en ello, ya que ve allí la
preparación de la misión entre los paganos. ... Por consiguiente, esta geografía tiene un sentido.
La forma como Jesús se mueve dentreo de ella muestra ya su dirección, inaugura ese movimien-
to que tiene que impedir para siempre al evangelio dejarse encerra dentro de cualquier tipo de
Jerusalén.”
6. El evangelio de Mc es también el escenario de un drama humano que tiene a Jesús como protago-
nista. Es el proceso por el que él se va quedando cada vez más solo. Si bien elige un grupo de discípu-
los al que luego constituye en apóstoles para ser enviados a predicar y estar con él (cap. 3), la ceguera
de éstos será creciente y culminará en la traición de uno y el abandono de todos (pasión). Al mismo
tiempo, sus mismos compatriotas y familiares (incluso con María) no lo comprenderán y lo reputarán de
exaltado (cap 3 y 6). La gente está presente por todas parte, a veces adhriéndose fervorosamente y
otras renegando de él. Todo esto, bajo la constante y permanente insidia de los adversarios, fariseos
venidos de Jerusalén, que ya desde el principio del drama sentenciarán a muerte al Señor, y al final,
con el concurso del Sanedrín y las autoridades romanas, la ejecutarán..

FICHAS SOBRE MATEO

INTRODUCCION
La lectura del Evangelio Mateo deja a su lector ante una duda: ¿estamos ante Jesús en Palestina en el
año 30 o ante Él en las comunidades de Siria y Palestina en el año 80? Pues el mensaje es impreciso, desde
este punto de vista,. Pareciera que ex profeso se hubiera querido conservar esta ambigüedad cuyo objetivo es, a
la vez que anunciar los recuerdos de Jesús, manifestar la presencia del Señor resucitado en medio de los cre-
yentes.

Respecto de su autor verdadero poco sabemos. La tradición desde el siglo II lo ha atribuido a Mt, uno
de los Doce, el publicano. Probablemente éste haya sido el autor de un texto cuya existencia no se puede
probar fehacientemente, pero que en el ámbito de los estudios críticos ha sido apelado el Mt-arameo. En todo
caso, este Mt griego, pudo haberse basado en aquel. Y haberlo completado. El autor de esta obra aun nos
permanece desconocido.

Ignoramos también con precisión tanto su fecha de composición como sus destinatarios. No obstante
esto, el evangelio nos brinda ciertos indicios que nos permiten circunscribir este problema: el evangelio no fue
escrito antes de la destrucción de Jerusalén (año 70), sino que la supone (24, 15-20). Además, las referencias a
la mentira del robo del cadáver del Señor, sus esfuerzos por contradecir las calumnias relativas al nacimiento
de Jesús y las alusiones a “rabinos”, etc., se encuadran perfectamente en la polémica contra el judaísmo que se
recompone luego de Yamnia (entre el 70 y el 80). Tampoco fue escrito para cristianos provenientes del paga-
nismo. Múltiples señales lo muestran: fundamentalmente el muy abultado recurso a las escrituras veterotesta-
mentarias que revelan un background palestinense, la prescindencia de explicar usos y costumbres judías que sí
se hallan en Mc, y la múltiple referencia a otros rituales y expresiones netamente judías que tampoco se en-
cuentran en los demás Sinópticos. Estos datos permiten afirmar lo siguiente: el evangelio fue escrito no antes
del 70 de nuestra era y más probablemente aún, no antes del 80. En cuanto al término ad quem hay que tener
otros parámetros. Uno muy significativo es el hecho de que San Ignacio de Antioquía lo cite. Merced a lo
cual no habría que datarlo más allá del año 100. Muchos críticos sugieren que la fecha de composición debe
ubicarse la década del 80 de nuestra era.

En cuanto a los destinatarios, podemos afirmar al menos que se tratan de cristianos provenientes del
judaísmo y ligados al horizonte cultural Palestino. Habría que entender aquí Palestina en sentido amplio, es
decir tanto la Judea y Galilea como incluso la Siria.

ALGUNAS CARACTERISTICAS
En cuanto al vocabulario el Evangelio de Mt es más rico que el de Mc. Conserva semitismos pero em-
plea recursos más ricos de la lengua griega.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 74

Los relatos se hallan en general estilizados, si se los compara con Mc. Dibujan un perfil hierático del
Maestro.
Como sus paralelos, también supone agrupaciones previas de relatos. Los capítulos octavo y noveno
son un claro indicio (9 milagros agrupados).
Pero si hay algo que descuella en la composición de este texto son sus discursos: cinco grandes dis-
cursos jalonan toda su obra. Ciertos críticos han interpretado el hecho como un intento de construir una nue-
va Torah, o Pentateuco (= 5 rollos).

A fin de discernir el esquema de Mt, los críticos se han visto obligados a interpretar estos indicios. No lo han
hecho de modo idéntico. Algunos se basaron en los desplazamientos geográficos; otros, en los discursos; otros, en los
personajes: Algunos vincularon los discursos a las secciones narrativas antecedentes intentando evidenciar que explica-
ban como palabra al hecho realizado. Otros los vincularon a las secciones subsecuentes asignándoles un valor profético
que luego se realizaría. En fin, no ha habido unanimidad.

Esta discrepancia sugiere que se adopte como procedimiento alguno que se base en un criterio am-
plio, que abarque la mayor cantidad posible de hechos textuales observables: Procedimiento que no pierda de
vista la importancia doctrinal del escrito, pero que tampoco desdeñe su hilo dramático.

ANUNCIO Y TEOLOGIA
Como Mc, Mt es también evangelio del Reino. Aunque en el se lo llama “Reino de los Cielos”. Jesús
anuncia que ha llegado la soberanía de Dios. Y la realiza en un drama en siete actos33. De los cuales 5, como
vimos en el titulo “características”, se articulan con una estructura común: sección narrativa y discurso:

Pero, ¿cual es el desarrollo del drama en siete actos? Helo aquí:


1ro. Los preparativos del Reino en la persona del Mesías niño (1-2).
2do. La promulgación de su programa, ante los discípulos y la gente (3-7).
3ro. Su predicación por medio de misioneros (8-10).
4to. Los obstáculos con los que debe tropezar por parte de los hombres (11, 1-13,52).
5to. Sus comienzos en un grupo de discípulos (13,53-18,15).
6to. La crisis que prepara su advenimiento definitivo (19-25).
7mo. El advenimiento mismo, en dolor y triunfo, por la pasión y Resurrección (26/28)

Estructura del Evangelio


La estructura de Mt según o B. W. Bacon34 es la siguiente:

Preámbulo 1-2
Libro primero: Sobre el discipulado
A: Introducción narrativa 3-4
B: Primer discurso 5-7
Libro segundo: Sobre el apostolado
A: introducción narrativa 8-9
B: el discurso 10
Libro tercero: Sobre el ocultamiento de la Revelación
A: Israel tropieza 11-12
B: enseñanza en parábolas 13

33Cf Biblia de Jerusalem, edic anterior, pag 1301.


34 The five books of the New Testament. Edimburgo, 1923. Lo ha seguido, entre otros W.D. DAVIES, The Setting of the Sermon
of the Mount, Cambridge, 1963.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 75

Libro cuarto: Sobre la administración de la Iglesia


A: Jesús y la fraternidad 14-17
B: el discurso 18
Libro quinto: Sobre el juicio
A: Jesús en Judea 19-22
B: Discurso sobre el juicio final 23-25
Epílogo 26-2835

En cambio, según H. J. B. Combrink36, la estructura quiástica del Evangelio sería la siguiente:

A 1,1-4,17 Narración: nacimiento y preparación de Jesús.


B 4,18-7,29 Material introductorio: Primer discurso: Jesús enseña con autoridad.
C 8,1,9,35 Narración: Jesús actúa con autoridad. Diez milagros
D 9,36-11,1 Segundo discurso: los Doce enviados con autoridad.
E 11,2-12,50 Narración: la invitación de Jesús rechazada por esta generación.
F 13,1-53 Tercer discurso: las parábolas del Reino.
E’ 13,54-16,20 Narración: Jesús, rechazado y confesado, actúa compasivo con judíos y gentiles.
D’ 16,21-20,34 Cuarto discurso con narración: anuncio de la pasión, falta de comprensión de los
discípulos.
C’ 21,1-22-46 Narración: la autoridad de Jesús cuestionada en Jerusalén.
B’ 23,1-25-46 Quinto discurso: Juicio a Israel y a los falsos profetas, la venida del Reino.
A’ 26,1-25,20 Narración: la pasión, muerte y resurrección de Jesús.

La cuestión sobre la estructura de Mt no está cerrada. No se pueden negar ni los discursos ni que entre ellos
existan secciones narrativas. No sabemos con total precisión si estas -en la intención del evangelista- anteceden a los
discursos, brindándole un horizonte de comprensión pleno, o los siguen, mostrando la realización de aquello que se
anunciaba en ellos. Hoy se tiende a pensar en la conveniencia de no establecer límites tan netos entre las diversas grandes
secciones del Evangelio37.

FICHA SINTÉTICA DEL CAPÍTULO VII (DIMENSIÓN TEOLÓGICA DEL EVANGELIO


SEGÚN SAN MATEO) DEL LIBRO DE Rafael AGUIRRE MONASTERIO - Antonio
RODRÍGUEZ CARMONA, Evangelios Sinópticos y Hechos de los Apóstoles, Col. “Introducciòn al Es-
tudio de la Biblia” vol. 6, Ed. Verbo Divino, Estela (Navarra) 1994, PAG. 231-256.

Se desarrolla la dimensión teológica del Evangelio de San Mateo en 6 capítulos:

35 Cf. Rafael AGUIRRE MONASTARIO, El Evangelio según San Mateo, en la obra conjunta del mismo autor y Antonio
RODRÍGUEZ CARMONA, Evangelio sinópticos y Hechos de los Apóstoles, Col. Introducción al Estudio de la Biblia Vol.
6, Ed. Verbo Divino, Estella (Navarra), 1994, pag. 222-3.
36 cf The Structure of the Gospel of Matthew as Narrative, en Tyndale Bulletin, 34 (1983) pag 61-90. Citado por AGUIRRE
MONASTERIO, op.cit.pag. 224-5.
37 Ibid.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 76

1. El rechazo de Israel y la Iglesia cristiana.


2. Jesucristo.
3. Teología de la historia.
4. La Iglesia.
5. Las obras y la ley.
6. Escatología y vigilancia.

1. El rechazo de Israel y la Iglesia cristiana

Como en el resto del Nuevo Testamento, se refleja en el Evangelio de Mt la polémica con el judaís-
mo, pero en este caso con una particularidad significativa: es el texto más judío desde varios puntos de vista y,
a la vez, es aquél en el que la polémica alcanza ribetes más agudos.

Se parte del dato central de que el Mesías ha sido enviado a Israel. Son varios los datos que lo confirman:
la genealogía lo inserta en la historia judía, el evangelio de la infancia interpreta a Jesús con las figuras de
Moisés e Israel, se insiste en que Jesús es “hijo de David”, su ministerio queda restringido en vida (cf. 10,6;
15, 24), las citas de cumplimiento lo presentan a la luz del Antiguo Testamento. Además, como telón de fon-
do, está la importancia de la problemática propia judía (obras piadosas, cuestiones de interpretación de la ley,
expresiones semíticas como “atar y desatar”, “la ciudad santa”, “gehena”, “Reino de los Cielos”, etc.

Pero ese Mesías ha sido rechazado. Ya se esboza este rechazo en el relato de la visita de los Magos (2,1-
12): Aparece con claridad más tarde de la siguiente manera:
En la polémica contra “esa generación malvada y adúltera” (11-12).
En la reelaboración de las tres parábolas (21,28- 23,14).
En la comparecencia de Jesús ante Pilato cuando el Pueblo (laós = designación técnica de Israel como pueblo
elegido) pide que su sangre caiga sobre él.
Incluso después de la muerte de Jesús, perpetúan el rumor mentiroso del robo de su cuerpo (cf. 27, 62 – 66 y
28, 11 – 15).

Esto hace que surja un nuevo pueblo de Dios. Está abierto a los paganos y judíos sin discriminación. Se
basa en la aceptación de Jesús y en el cumplimiento de sus enseñanzas.
Este universalismo, programáticamente proclamado al final, se anuncia continuamente a lo largo del
evangelio: en la visita de los Magos, en 8, 10 – 12, donde se contrapone la suerte de los hijos del Reino y
aquellos que vendrán de Oriente y Occidente; en 10, 18 se prevé una misión en ambientes paganos; en 24, 14
se cuenta con el anuncio del evangelio al mundo.

La polémica antijudía. Los especialistas la interpretan de modo diferente. Hay quienes la consideran una
polémica dentro del judaísmo y están quienes, desde la opinión que se trata de un texto pagano-cristiano, la
estiman un resabio del pasado. No obstante, prima la opinión de que hay que entenderla en el contexto de
una comunidad judeocristiana que necesita delimitar claramente su situación respecto del judaísmo de cuño
fariseo: En esta perspectiva se entrevé que hubo cruce de palabras duros entre la Iglesia y la sinagoga. Sería
arbitrario utilizarlos de modo antisemita, como de hecho ocurrió en la historia del cristianismo, olvidando que
las palabras duras puestas en labios de Jesús también son una interpelación a la Iglesia cristiana. Se ha intenta-
do calificar a la Iglesia naciente como el “Nuevo Israel” o el “Verdadero Israel”. Estos calificativos no alcan-
zan para expresar claramente la relación entre Iglesia y pueblo de Israel según Mateo, para quién entre ambos
no sólo hay ruptura sino continuidad.

2. Jesucristo
Es ante todo el Mesías y el Hijo de David. Estos títulos aparecen claramente a lo largo de todo evangelio, a
través de distintos recursos (en la narrativa y en la boca de la gente). Aparece incluso cuando no aparecen en
los paralelos. Su uso confirma el carácter judeocristiano de Mt. Pero, dada su ambigüedad, Mt quiere evitar
interpretaciones triunfalistas y meramente humanas de éstos.

Es también el Hijo de Dios. Este título revela el misterio de su persona: A diferencia de Mc, la confesión
de su filiación no se reserva para el final (14,33, 16,16). Es también significativo el texto de la Pasión de 27,39
– 43, comparado con su paralelo de Mc y en clara consonancia con el relato de las tentaciones. Se puede decir
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 77

a partir de él que Jesús no es Hijo de Dios demostrando poder sino aceptando la cruz y la humanidad: De
hecho, la actitud de Jesús encuentra la respuesta del Padre (fenómenos cósmicos de 27, 45. 51- 53).
En 28, 16-20 (texto final en el que convergen las líneas teológicas del evangelio) se proclama a J como
Hijo de Dios. Otro dato literario: Jesús habla de “mi” Padre (18 veces). Mt también subraya la obediencia de
Jesús a la voluntad del Padre (6, 10 y 26, 39 - 42).

Jesús es el Señor. Con el título de Kyrios traducían los LXX el nombre divino. Mt sigue este modo de obrar
al citar las sagradas páginas veterotestamentarias: Pero lo interesante es la frecuencia con que Mt pone esta
expresión en labios de interlocutores diversos de Jesús: Siempre en vocativo, y con sentido de respeto, de so-
licitud de ayuda y de fe. Nunca está en boca de los adversarios ni como designación narrativa en tercera per-
sonal.
Jesús es llamado Señor por sus discípulos (8, 21. 25; 26,22); por Pedro (14, 28. 30; 16, 22; 17, 4); por
quienes recurren a él (9,28; 20, 30. 31; 8, 2.6.8; 15, 22. 25. 27). Es notable que los discípulo no se dirigen nun-
ca a Jesús llamándole “Maestro”, aunque sí sus adversarios: El título se encuentra además en el contexto del
juicio (7, 21- 22; 25, 11. 37. 44).
La designación podría ser meramente honorífica. Pero en Mt es una invocación a Jesús resucitado, pre-
sente en la Iglesia.

“Dios con nosotros”. La inclusión literaria de “Dios con nosotros” (1,23 – 28, 20) tiene importancia teológi-
ca. La fórmula es una reinterpretación cristológica de la fórmula de la alianza. En 18, 20, Jesús funda el poder
de la comunidad y la eficacia de su oración en la promesa de que “donde estén dos o más reunidos en mi
nombre, allí estoy en medio de ellos”: Jesús, que por su nacimiento era “Dios con nosotros”, continúa des-
empeñando este papel más allá de su vida terrestre. Y, si es correcto interpretar el pasaje a la luz del dicho
rabínico “si dos están juntos ocupados en las palabras de la Ley, la Shekina habita entre ellos”, las implicancias
cristológicas son enormes, porque Jesús toma el puesto de la Shekina (=la presencia de Dios).
Para Mt, a diferencia de Lc, no hay distinción entre el tiempo de Jesús y el tiempo de la Iglesia. Es una
misma época de la historia de la salvación caracterizada por la presencia del Señor en medio de los suyos.
Además, sin decir explícitamente que sea Dios, Mt habla de Jesús insinuando su pertenencia especial a la
esfera de la divinidad (Cf 9,2, 11,28-30; 10,37- 39, etc.)

Jesús es el “Hijo del hombre”. En los sinópticos hay tres clases de dichos sobre el Hijo del hombre: los que se
refieren al ministerio terrestre de Jesús (Mt 8,20), los que dicen su relación a su pasión y muerte (17, 22; 20,
18; 26, 2) y los que hablan de la parusía. Todos estos dichos siempre se encuentran en boca de Jesús y como
una autodesignación.
Es peculiar del Mt hablar de “el Reino del Hijo del hombre” (cf 13, 41; 17, 28; 19, 28, 25, 31- 34). Se
habla de “sus ángeles” (13, 41; 17, 27; 24, 31). Lo más característico son sus dichos del Hijo del hombre futu-
ro como juez (19, 28; 13, 41; 25, 31-33).
Se trata entonces de un título rico de sentidos. En él se alude a la Pasión y a la Parusía. Y, por otra parte,
con él los cristianos pueden relacionarse en su presente histórico, sabiendo que tiene todo poder, porque lo
ha recibido (cf. Mt 28, 18).

1. Teología de la historia
Para Mt, Juan Bautista, Jesús y los enviados pospascuales pertenecen a la misma época de la historia de la
salvación: todos predican lo mismo y encuentran el mismo rechazo.
A diferencia de Lc, Mt no diferencia un tiempo de Jesús y otro de la Iglesia. El primero lo realizaba inter-
calando el relato de la Ascención. Mt en cambio proyecta sobre el relato de Jesús todo lo que tiene que decir
sobre la Iglesia, de modo que su evangelio resulta especialmente transparente de preocupaciones eclesiales.
La Iglesia sustituye a Israel dentro de la época del cumplimiento. Mt describe este proceso: desde el re-
chazo de los enviados divinos, al del Hijo, que le acarreará la pérdida de sus prerrogativas y de lo cual la des-
trucción de Jerusalén será expresión histórica visible.

2. La Iglesia
Mt es el gran evangelio eclesial. 1) Es el único en el que aparece el término ekklesía (una vez referida a la
comunidad local – 18,17 – y otra al nuevo pueblo de Dios – 16, 18). 2) La obra entera, sobre todo en los dis-
cursos, transparenta preocupaciones eclesiales: conflictos, ministerios...
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 78

La Iglesia es de Jesús. Así se la denomina en 16, 18 (su Iglesia). La Iglesia surge luego del rechazo de Jesús.
Quienes lo aceptan, la forman. Por tanto, esta Iglesia está cualificada cristológicamente.

Fundamento cristológico de la Iglesia de Mt. Cristo está siempre en su Iglesia (recordar la fórmula “Dios
con nosotros”). No sólo lo expresan los textos claves sino una serie muy importante de expresiones: “con
ustedes”, “con ellos”, “con Jesús”. Es claro que Mt quiere subrayar la presencia permanente de Jesús con los
suyos.
Además Mt establece una continuidad muy estricta entre Jesús y la comunidad: continuidad de men-
saje de obras, de comportamientos y hasta de conflictos (10 y sobre todo respecto de las obras 11,2- 6).
Es también una fraternidad que cuenta siempre con la presencia del Señor. Jesús llama a sus discípu-
los “mis hermanos”, los que cumplen la voluntad del Padre son sus parientes (12, 46 – 50). Entre los discípu-
los deben abolirse todas las desigualdades porque son todos hermanos (23, 8-10).

Los discípulos. Esta palabra se repite mucho en Mt y caracteriza su pensamiento. Los discípulos son
ante todo ciertas personas que se vincularon de una forma especial con Jesús terrestre; pero su realidad está
actualizada eclesiológicamente, de modo que “ser discípulo” es un concepto transparente para dar a entender
lo que significa ser cristiano.
Esta actualización eclesial del término discípulo se ve con claridad en dos textos típicos de Mt:
• 27, 57 “José de Arimatea se había hecho discípulo”, contra Mc 15, 43 “esperaba el Reino de Dios”; y
• 28, 19 “hacer discípulos” (mathetéuein) .
Los discípulos entienden (no así en Mc). Esta inteligencia se refiere a la enseñanza de Jesús terreno y es
un presupuesto de la fe. Esta última se expresa como confianza en el poder salvador del Señor exaltado (8, 5-
13. 23- 27; 9, 20-22.27- 31; 14, 22- 33; 15, 21- 28). Entendimiento y fe son dos aspectos complementarios e
inseparables del discípulo según Mt.
Mt ve en los discípulos como un arquetipo de todos los cristianos. Por eso, si bien mejora su imagen
respecto de Mc, no los idealiza: Sobre todo, los llama “hombres de poca fe” (oligopistós) – 6,30; 8, 26; 14, 31;
16, 8; 17, 20.
Los discípulos son creyentes, pero su fe se encuentra amenazada. Ante las preocupaciones y dificul-
tades de la vida, titubean y piensan que el Señor los ha abandonado, se hunden, pierden la calma... Se percibe
en esta elaboración que el problema que afronta Mt no es cómo acceder a la fe sino cómo permanecer en ella;
su perspectiva no es tanto kerigmática cuanto catequística.

La figura de Pedro. Mt hace afirmaciones positivas acerca de Pedro: fundamento de la Iglesia (16, 20),
es el primero que reconoce al Señor y va hacia él (14, 28), es el primer llamado (4, 18-19; 10, 2). Pero también
acentúa sus rasgos negativos:
16, 22- 23: endurece los reproches de Jesús a Pedro por no comprender el camino de la cruz;
26, 70. 72: niega conocer a Jesús ante todos y con juramento.
Pedro es portavoz de sus compañeros (16, 15-16; 19, 27), con particularidad en cuestiones referidas a
la moral (halaká): (15, 15; 18, 21; 17, 24- 27).
Pedro es el prototipo de los discípulos. Este papel es muy claro en 14, 28- 33. De él se dicen muchas
cosas que son características de todos:
Llama Señor a Jesús (cf. 8, 25);
Tiene miedo (cf. 8, 26);
Duda (cf. 28, 17);
Jesús le reprueba su poca fe (cf. 8, 26).
Además, todos confiesan que Jesús es el Hijo de Dios (8, 33) y Pedro en 16, 16.
Su carácter de prototipo queda muy claro en los textos en los que hace portavoz porque o bien la
pregunta o bien la respuesta afecta a todos. Es muy esclarecedor al efecto cotejar también las escenas de la
comparencia de Jesús ante el Sanedrín con la de las negaciones de Pedro. Ambas en paralelo: Así aparece un
aspecto importante del discípulo y de su relación con el Maestro proyectado en la figura de Pedro.
¿Y qué hay respecto de ser “piedra”? Se ve que esta misión está íntimamente ligada a la de “atar y
desatar”. Pedro es entonces fundamento ( = piedra) a través del asegurar una enseñanza doctrinal relativa a la
moral (recordar sus preguntas referidas a la halaká). Se interpreta el hecho desde la perspectiva de la Iglesia en
Antioquía: recurriendo al ministerio petrino, único e irrepetible, supo componer tradiciones cristianas más
extremistas (el paulinismo y el juedeocristianismo).
El “atar y desatar” del capítulo 18 es en cambio una función otorgada a la comunidad (y tal vez a al-
gunos ministros dentro de ella) que no repite al ministerio de Pedro sino lo complementa. Su alcance es más
vale disciplinar.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 79

Profetas y escribas. Con estos nombres se aluden a dos ministerios de la Iglesia de Mt. Eran comunes en
la antigüedad cristiana la presencia de profetas itinerantes (cf. 23, 34, Didakhé XI, 3- 6). En cuanto a los escribas
el desarrollo en este evangelio es más detallado. En 13, 51- 52 se afirma explícitamente la existencia de escri-
bas cristianos. La acción disciplinar de 18, 15- 20 supone las sentencias de los escribas de la comunidad.
Vuelven a aparecer en 23, 8- 10: “No os dejéis llamar Rabí ... ni padres, ... ni preceptores”. Estos títulos se
aplicaban a los escribas.
En este contexto y habida cuenta de que lo sucedido a Israel es advertencia para la Iglesia cristiana,
las invectivas contra los escribas y fariseos hipócritas (23) son una admonición para quienes desempeñan un
ministerio semejante.
El evangelio de Mt refleja un medio eclesial organizado y estable, en el que pierden importancia los
profetas itinerantes y gana relieve el ministerio sedentario de los escribas.

Conflictos en la Iglesia. Mt polemiza con sectores de la comunidad por sus defectos morales, que proba-
blemente se basan en desviaciones doctrinales. Se trata de cristianos muy carismáticos (profetizan, hacen mi-
lagros y expulsan demonios) pero a quienes éste no reconocerá, porque son “agentes de iniquidad” (anomía)
(7, 21-23). Son falsos profetas, que dan malos frutos (7, 15-20). 24, 9- 13 aclara la naturaleza del problema: en
el momento difícil (9-10) crecen los malos comportamientos, la iniquidad y la falta de amor; los falsos profe-
tas engañan (planao) (11-12). Este verbo parece sugerir desviaciones doctrinales ( cf 22, 29; 24, 4. 5. 24). El
Hijo del hombre, el día del juicio, extirpará de su Reino a todos los agentes de iniquidad ( 13, 41; cf. 7, 23; 24,
12).
La polémica es entonces con cristianos que son agentes de la iniquidad, los cuales, por otra parte, rei-
vindican grandes dones carismáticos. Parece que detrás de estos graves defectos prácticos se encuentran des-
viaciones doctrinales que hayan consistido probablemente en un entusiasmo espiritual que les llevaba a consi-
derarse por encima de la Ley y a promover actitudes libertinas.

5. Las obras y la ley


Mt insiste en la dimensión moral del mensaje cristiano (justicia, obras, dar buenos frutos, etc.). Son
sugestivos en este contexto tanto el apéndice a la parábola del banquete de bodas (22, 11-14) como la reinter-
pretación moralizante de las bienaventuranzas (5, 3 –12).
Combate también la autoseguridad de la Iglesia (muchos son los llamados y pocos los escogidos). Le
recuerda a la Iglesia que le puede acontecer lo que a Israel: ser rechazada.
En Mt se reflejan las preocupaciones de una comunidad judeocristiana que le asigna gran importancia
a la Ley. El texto programático es 5, 17- 20. En él Mt combate dos desviaciones opuestas: un antinomismo
que prescinde de la Ley (vs. 18-19) y un legalismo del estilo de los escribas y fariseos (vs. 16. 20).
Jesús pide un cumplimiento de la Ley que salga del corazón (5, 27-30). Redescubre la voluntad origi-
naria de Dios, traicionada tantas veces por doctrinas humanas. Y sobre todo concentra toda la Ley, en el
amor. En ese sentido, el programa de 5, 17-20 culmina con el amor a los enemigos y la no violencia 85, 38-
48): Esto hace al discípulo semejante a Dios. Y éste es, en definitiva, la pauta suprema de la perfección.
La crítica decisiva a los escribas y fariseos radica en que su religiosidad es falsa e hipócrita y con su
legalismo usan la Ley para encubrir su falta de justicia, de misericordia y de fe (23, 23). Por último, el
destino último del hombre ante Dios se juega según sea su misericordia con los pobres y necesitados (25).

6. Escatología y vigilancia

Se ha señalado que Mt habla explícitamente de la Venida definitiva del Hijo del hombre y de su Pa-
rusía. Todos los discursos tienen alusiones al Juicio. Es parte importante de este evangelio la doctrina sobre el
fin y el juicio.
Pero la comunidad no se halla expectante como si este fin fuera a ocurrir pronto. La Parusía se retar-
da lo que exige vigilancia. El mayordomo infiel no esperó ante la tardanza (24, 48) y las vírgenes necias no
contaron con la demora (25, 5). Mt insiste en que hay que vigilar, estar atentos, esperar.
Por otra parte, este evangelista subraya el carácter amenazador del juicio para quienes no hayan obra-
do justamente. Reitera la expresión “allí será el llanto y el crujir de dientes” (13, 42. 50; 22, 13; 24, 51; 25, 30).
Este carácter urge a la conversión y a la vigilancia. Así pretende poner la vida cristiana y a la Iglesia misma
bajo la instancia crítica del juicio futuro de Dios, evitando toda falsa seguridad.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 80

Curación de la suegra de Simón


MT 8, 14-15 (·85) MC 1 29- 31 LC 4, 38-39

14 Y 29 Y, al momento, 38 Ahora bien,

saliendo de la sinagoga, levantándose de la sinagoga,

habiendo ido Jesús fue entró

a la casa de Pedro, a la casa de Simón a la casa de Simón.


y de Andrés,
con Santiago y Juan.
vió a su suegra 39 Ahora bien, la suegra Ahora bien, (la) suegra

de Simón de Simón

echada yacía era presa


(beblemènen) (katekeito)

y febricitante. febricitante, de una fiebre grande,


(pyréssousan) (pyréssousa) (synechoméne pyretô megale)

y, al momento, y

le hablan en favor de ella. le rogaron en favor de ella.


(Kai euthys légousin autô peri autês) Eròtesan autòn perè autês)
15 Y 31 Y, llegándose, 39E, inclinándose encima de ella,
la levantó (Epistas epano autês)
tocó su mano cogiéndo(le) la mano
(epsato) (Kratèsas) conminó a la fiebre
(epetímesen)
y la dejó la fiebre. y la dejó la fiebre, y la dejó.
(Afêken autèn ho pyretos) (Afêken autèn ho pyretos) (Afêken autèn)

Y Ahora bien, al instante,


se levantó levantándose,
(Kai egerthê) (anastasa)

y le servía. y les servía. les servía.


(Diekonei) (diekonei) (diekonei)

FICHAS SOBRE EL RELATO DE LA CURACIÓN DE LA SUEGRA DE PEDRO


Procederemos de la siguiente manera: procuraremos identificar los elementos comunes a la tradición sinópti-
ca y a dos de sus recensiones, para luego sí, centrarnos en lo propio de cada uno de los evangelistas. En se-
gundo lugar propondremos ciertos elementos desde los que podríamos encarar una lectura de índole hermen-
éutica del texto.

Discernimiento de los elementos comunes


Lo común es fácilmente constatable. Jesús en la casa de Simón cura a la suegra de éste, que padecía fiebre.
Esta, una vez restablecida, sirve.
Mc y Lc aluden a una salida de la sinagoga. Aluden -aunque con términos diferentes- a una súplica que los
circunstantes le dirigieron a Jesús: La mujer, además sirve a todos (no sólo a Jesús) como en Mt.
Mc y Mt tienen en común la referencia al lecho en que se encontraba la mujer, el tomar de la mano, y el uso
del verbo levantar -aunque en contextos diferentes. Esto es significativo en el NT dada la importancia de este
verbo que se usa también para la Resurrección.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 81

Lo propio de cada evangelista


Marcos tiene los siguientes elementos propios: la referencia a los cuatro primeros discípulos que
Jesús había acabado de llamar. El milagro comienza merced a la palabra de los que simplemente in-
teresan a Jesús por el problema que aquejaba a aquella mujer. Jesús lo realiza, en primer lugar, rom-
piendo el alejamiento que lo distanciaba de la mujer. Porque se acerca. La manera de describir es so-
bria: la mujer no tuvo más fiebre. Se recalca así el nuevo estado de la mujer y no tanto la manera
como el milagro acaece. La mujer se levanta no tanto por sí misma. Se subraya que es Jesús quien la
hizo levantar.
El contexto es también fácilmente discernible. Es la primera jornada en Cafarnaún. Luego de haber
elegido y llamado a sus primeros discípulos, Jesús había ido a la sinagoga. Donde había impactado
porque enseñaba con autoridad y había demostrado su poder sobre los espíritus impuros. Como co-
rolario, al atardecer de aquel mismo día, toda la ciudad se reunirá junto a las puertas de la casa para
hacer curar a los enfermos.

Mateo, el más breve de los tres relatos, se ubica dentro del contextos de los diez signos de poder y
misericordia que se hallan en los capítulos 8 y 9: Desaparecen todos los personajes aledaños: no hay
discípulos mencionados. Y la mujer sirve solo a Jesús al ser curada. Jesús encuentra a la mujer. Es
decir, él sólo conoce el problema. Y su gesto es extremadamente sobrio: la toma de la mano, y nada
más. La fiebre aparece más personificada que en Mc: pues abandona a la mujer (casi como un espíri-
tu impuro).

Lucas tiene varios elementos propios fácilmente reconocibles: se enfatiza la gravedad del mal (tenía
mucha fiebre); la buena voluntad ciega de los presentes (le pidieron que hiciera algo por ella); Jesús
se inclina sobre la mujer (= se abaja) y exorcisa (increpa) a la fiebre (como si se tratara de un espíritu
impuro). La manera de referir el milagro es también llamativa. Pues según Lc la fiebre “desapareció”.
Es también una manera de atribuir a ese mal una entidad casi personal, cuyo poder se desmaterializa
frente a la presencia de Jesús. El contexto es prácticamente el mismo que Mc.

Hacia una o varias lecturas hermenéuticas


Una vez realizado este trabajo viene el de la búsqueda de la significación actual. Para él
podemos proceder de lo común a toda la tradición sinóptica a lo propio de cada evangelista.
Es bueno, para encarar este proceso de ir a lo común, dejarse ayudar. Buscar por ejemplo
qué significaba la fiebre; cuál es el sentido de levantar, de servir, de tomar de la mano, de sanar, de
servir... Algo ya podemos intuir casi sin consultar ningún diccionario bíblico. Porque muchos de es-
tos elementos son símbolos casi universales.
De esta manera podemos descubrir entre otras cosas, lo siguiente:
estamos frente a una mujer madura aquejada por una fiebre que la postra, es decir, no sólo la vuelve
inválida, sino acentúa las actitudes histéricas de necesidad de ser el centro. Estamos frente a una di-
mensión psicológica de la enfermedad. E insisto sobre ésto: las fiebres que se abaten en la edad ma-
dura, si bien no suelen ser tan vehementes como en los años mosos, suelen no obstante ser súma-
mente incisivas, a causa de su pertinacia. ¡La carne está más dura! Y Jesús cura esa fiebre. Aparece
esto claramente en su doble aspecto: el de la acción del Señor sobre la enferma y en el de la victoria
sobre el enemigo invisible. La fiebre se va y la enferma se encuentra bien. Ambos aspectos son
igualmente válidos.
Y la mujer sirve. Se le da una nueva oportunidad de tener un sentido válido por el cual vivir. Libera-
da de su egocentrismo, la mujer tiene ahora la mirada limpia para ver de nuevo la realidad. Y descu-
brir en ella las necesidades que con su trabajo puede remediar. Servir es además diaconar. Es decir, es
realizar un servicio concreto que tiene un claro valor religioso. En otros términos, la diaconía es la
vocación y el estado propio de la mujer discípula de Jesús.

Pero podemos ir aún más lejos valiéndonos de ciertos elementos comunes a los dos de los
evangelistas: Si tenemos en cuentas los elementos comunes a Mc y Lc, podemos inferir varias cosas:
Si partirmos, por ejemplo, del explícito nombramiento de la salida de la singagoga, podemos deter-
nos ya en las circunstancia material de la salida de ese edificio o bien, entrar en la significación de lo
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 82

que fue la conflictiva salida (expulsión) que padecieron los judeo cristianos de la sinagoga al rededor
del año 70.
Si partimos en cambio de la intercesión de los discípulos en favor de la mujer, podemos re-
descubrir allí la realización de su vocación. Acababan de ser elegidos para ser pescadores de hombres
según el relato de Mc. Pescar hombres para Dios. Aquí, comienzan a interesar a Dios sobre los pro-
blemas de los hombres. No se puede pescar hombres para Dios sin antes constatar su pobreza y su-
frimiento. No se puede pescar hombres para Dios sin antes interesar a Dios sobre los problemas de
los hombres que nos desbordan.
Si partimos del servicio general que la suegra de Simón emprendió luego de ser curada, po-
demos inferir que en la comunidad naciente del Reino, que Jesús había comenzado a anunciar, to-
dos, aún los miembros más débiles e inútiles, tienen una vocación de servicio (no de servidumbre)
que realizar. Todos son valiosos. Es más, todos son necesarios. Y el mismo Jesús honra este servicio
dejándose servir. No quiere mantener ningún monopolio sobre nada. Ni siquiera aquel que podría
pensarse del servicio.

Teniendo en cuenta los elementos comunes de Mc y Mt también podemos avanzar más le-
jos. De la misma manera que antes, hay que fijarse en qué vetas explotar. En ambos aparece una re-
ferencia común a la mano. Recordémos que en Mc Jesús toma de la mano y en Mt le toca la mano.
Podemos preguntarnos qué significa la mano en uno y otro evangelio. Para esto es últil recurrir a
una concordancia bíblica. El mismo procedimiento, lo podemos aplicar al verbo levantar, que tam-
bién es común a estas dos recenciones.

Marcas para la interpretación38


1. No se mencional el nombre de Jesús,
2. No aparecen palabras como enferma, enfermedad, curar,
3. los adverbios kay euthys aparecen dos veces, como en el caso de la curación del poseso en la sinagoga de Ca-
farnaún, lo que indica que ambos pasajes están en relación.
4. La fiebre se menciona dos veces, ambas con palabras que derivan de fuego (vs. 30, febricitante, ardiente; vs.
31: fiebre, ardor): Era proverbial el fuego (celo de Elías, “el profeta de fuego” (cf. Ecclo 48,1.3.9; 1 Re 19, 10.14;
2 Re 1, 10.12.14.)
5. La fiebre/fuego impide el servicio a los demás, que se ejerce apenas la fiebre desaparece (vs. 31). Al sentido
teológico del servicio debe corresponder un sentido teológico de la fiebre.
6. “Le hablaron de ella”, plural impersonal (cf 1, 32; 7,32; 8,22), presente histórico (lit. “Le hablan”)
7. La frase “tomar de la mano” aparece tres veces en Mc, siempre en contexto judío (1,32; 5,41, y 9,27).
8. “Servir”, término técnico para indicar la actitud y actividad del seguidor de Jesús (9,35; 10,43.45).

PARA EL EXAMEN FINAL


1. Constituirse en equipos entre 3 y 5 personas (máximo)
2. Elegir un texto del Evangelio que tenga los paralelos.
3. Elaborar el encolumnamiento sinóptico (ver para ello pautas de página 42)
4. Reparar en los elementos que son comunes a los tres relatos y a dos de ellos merced al subrayado o a los
coleres (cf pag 32-33 y/ abajo).
5. Notar lo propio de cada evangelista.
6. Luego elegir uno en particular: Leerlo y analizarlo. Proponer un comentario, homilía, relfexión, o pautas
para un encuentro catequístico.
7. La presentación es dactilografiada. Entre 4 y 8 carillas.

38
CFR. MATEOS, Juan - CAMACHO, Fernando, El Evangelio de Marcos; Análisis lingüístico y comentario exegético. Ed. Al-
mendro -Fundación Epsilón, Córdoba-Madrid, 1993. Vol 1., pag. 154-55
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 83

Ficha de la Fundamentación teórica del proceso de encolumnamiento


La posibilidad de encolumnar paralelamente los tres relatos evangélicos ha sido, desde hace
ya varios siglos, fuente de un trabajo exegético provechoso, e incluso lo sigue siendo hoy no sólo
para la exégesis sino para la lectura espiritual y la predicación: Ese trabajo procuraba, en un primer
momento de las ciencias histórico críticas, desentrañar la historia de Jesús. Se partía entonces de esta
base: lo que era absolutamente común entre los tres relatos, era histórico. Cuando había diferencias,
se imponía un discernimiento de las mismas.
Cuando con el tiempo fue desapareciendo la idea de que los evangelios eran un relato histó-
rico -en el sentido de la historiografía moderna- este procedimiento entró en crisis. Puesto que, si no
servía para remontarnos hacia la historia de Jesús, ¿para qué servía? -se preguntaban los estudiosos.
Era necesario encontrarle ese nuevo para qué. El avance de las ciencias exegéticas lo encontró: este
encolumnamiento paralelo de las perícopas evangélicas serviría para procurar reconstruir la historia
de las tradiciones subyacentes: A nadie ya se le ocultaba que el proceso histórico merced al que con-
tamos con los evangelios implicaba una larga tradición oral. Parte importante de la exégesis científica
de la Biblia era procurar remontarnos a esas tradiciones para descubrir el sitz im lebem (la situación
existencial-vital) en que tales narraciones se habían gestado y transmitido. A tales fines se puso este
procedimiento metodológico.
Con el tiempo la exégesis cambió. La Formsgeschichte se encontró con no pocos vericuetos. Y
tuvo que aceptar sus limitaciones. Entre las principales, que muchos de los resultados a los que llega-
ra no pudieran recibir -tal vez nunca- el título de verdades probadas. O sea, que fueran sólo conjetu-
ras: Es así como surgió otro método: el de la historia de la redacción (Redaktionsgeschichte). Los libros
bíblicos ya no podían explicarse como la mera escritura -en un momento dado- de las tradiciones
orales anteriores: Había una obra redaccional propia de cada uno de los redactores finales. En este
caso, los evangelistas. Y para procurar descubrir esta historia, el ya clásico procedimiento de enco-
lumnar los relatos paralelos, era muy útil. Porque permitía sobre todo poner en evidencia la tarea re-
daccional de Mateo y Lucas, que se distinguían de su fuente, el evangelio de san Marcos:
Hoy se sigue practicando esta exégesis. Aunque procura dar aún un paso más: ir hacia el sig-
nificado teológico-existencial. Pues crece en la Iglesia la conciencia de que si no, la exégesis queda
truncada, incompleta. Y este es propiamente nuestro ámbito, el de los agentes de pastoral. No nos
toca hacer una exégesis científica: Aunque sí aquella que nos permita escuchar más vivamente la Pa-
labra de Dios. Y nos capacite para transmitirla con más competencia. Para esto, el ya antiguo camino
de encolumnar paralelamente los textos sigue sindo útil. Porque nos ayuda a descubrir las palabras
claves de cada evangelista. Y, de esa manera, reconstruir más fácilmente su mensaje teológico.

Modo de Proceder para realizar el encolumnamiento paralelo


El procedimiento de encolumnar es relativamente sencillo. Aunque exige, como todo proce-
dimiento, cierta práctica: Hay que procurar, en primer lugar elegir un texto. Procurando que tenga
versiones paralelas en los otros evangelios sinópticos, o -al menos- en uno de ellos: Nuestras biblias
nos ayudan a encontrar las perícopas paralelas, pues suelen citarlas, o bien bajo los títulos, o bien en
los márgenes.
En segundo lugar hay que transcribir. Conviene empezar por Marcos, el más antiguo, que se
ha de colocar en la columna central. Al ir transcribiendo, es menester evitar el riesgo de compactar
demasiado la presentación. El análisis es más difícil en un texto asaz compacto. Suelo aconsejar que
se deje, al menos, un reglón en blanco entre líneas escritas. Además, como a menudo ocurre que los
textos paralelos no transcriben todos los elementos textuales en el mismo orden, pueden llegar a ser
necesarios más espacios vacíos en la presentación del relato más corto. Porque tiene que notarse que
en el relato más corto hay elementos que faltan y que están en cambio en los otros.
En tercer lugar hay que transcribir los otros paralelos. Para esto hay que tener en cuenta va-
rias cosas. En primer lugar, que hay que colocar en la misma línea lo que corresponde o equivale a
los otros relatos: Y en consecuencia -en segundo lugar- no colocar en la misma línea lo que no co-
rresponde. En el caso de que no de los relatos tuviera un orden muy propio y particular, es conve-
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 84

niente, al colocar en la misma línea los elementos comunes que tenga con los demás, mencionar que
se está alterando el orden de la perícopa, a través de la sencilla indicación del número del versículo.
En cuarto lugar hay que empezar a discernir lo común a la tradición sinóptica de lo propio
de cada uno de los evangelistas. Para esto se pueden emplear colores que ayuden a visualizar. Es su-
mamente útil valerse de lápices de distintos colores. Particularmente los colores fundamentales:
AZUL, ROJO y AMARILLO. Según lo que propusiera Xavier LÉON-DUFOUR en su Concordance
des Évangile Synoptiques (Desclée 1956) podría procederse de la siguiente manera:
• lo común a los tres, negro,
• lo propio de MATEO, rojo,
• lo propio de MARCOS, azul,
• lo propio de LUCAS, amarillo;
• lo común a Mt-Mc, violeta,
• lo común a Mc-Lc, verde,
• lo común a Mt-Lc, anaranjado39
Emplear estos colores es una sugerencia pedagógica, y no una conditio sine quan non: Útil, pero
no absolutamente necesaria.

FICHA PRÁCTICA SOBRE JUAN

Juan 1, 35- 42: “Los primeros discípulos de Jesús”


Notas
• Juan ve pasar a Jesús y dice que se trata del Cordero de Dios (v. 35). Su mirada (emblepo) impli-
ca penetración discernimiento40. Esa mirada es la que le permite ese nuevo decir sobre Jesús,
que va más allá de las apariencias.

• Juan dice de Jesús que es el Cordero de Dios (amnós toû theoû) (v. 35). Andrés dirá luego de
Jesús a su hermano Simón: Mesías – Cristo (v 41). Sin entrar en una valoración exhaustiva de
ambos títulos cristológicos, puede afirmarse el carácter más simbólico o poético del primero y más
real del segundo. En cada caso, Andrés no repite a Juan Bautista. Luego de su permanencia junto
a Jesús se distancia del que había sido su maestro. Como, de hecho, antes también se había dis-
tanciado físicamente de él.

• “Escucharon... y siguieron” (v. 37. 40). Al seguimiento lo precede la escucha y por ende un acto de
fe en la palabra que se ha oído y escuchado. La repetición de esta estructura pareciera sugerir
que se trata de una característica constitutiva esencial del discipulado.

• “Dándose vuelta y viéndolos, les dice: ¿qué buscan?” (v. 37). Jesús advierte el tímido seguimiento
de esos dos discípulos anónimos. No está distraído. Los interpela por lo esencial (buscar puede
significar querer)41.

• “Vengan y verán” (v.39). Jesús invita a los discípulos a participar de su comunión. No les da res-
puestas prefabricadas. Los lleva a hacer su experiencia.

• “Fueron, vieron dónde permanecía y permanecieron (meino)”. Accedieron a la invitación. Vivieron


con él.

• “Andrés, el hermano de Simón, era uno de los dos...” (v. 40). Se dibujan los contornos personales,
anónimos hasta entonces.

39 Notar que en la perspectiva de las “Dos fuentes” de la que hemos hablado, los puntos comunes de Mt-Lc (color na-
ranja) plantearía aquí algunos problemas particulares.
40 Cf. Raymond E. BROWN, El Evangelio según San Juan. Ed. Cristiandad, Madrid, 1979, T. I, p. 256.
41 Ibidem
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 85

• “Encuentra a su propio hermano Simón y dice: ‘Hemos encontrado...” El que ha hallado refiere un
hallazgo. Del hallazgo del Mesías al de su hermano.

Llamados a un descubrimiento que se comparte

La fe cristiana, ¿será mera repetición de la tradición? En el ámbito de la iniciación cristiana se


suele emplear la dupla traditio y redditio (entrega y devolución)cuando se entrega el símbolo de la fe: el
catecúmeno debe devolver la profesión recibida recitando él también el credo. Devolver sin adulterar
puesto que la fe de la Iglesia es un tesoro común. Nadie tiene el derecho de tergiversarlo. Aunque sí,
el de enriquecerlo a partir de la propia experiencia de fe. En efecto, la tradición es un tesoro vivo.
No está de ninguna manera en un museo. Y este proceso dinámico de recepción, de experiencia y de
devolución de la fe, en la que ésta se profundiza, se verifica desde la vocación de los primeros discí-
pulos del Señor Jesús. Lo podemos leer en la perícopa evangélica de hoy.

De Cordero de Dios al Mesías o una experiencia del Señor transformadora


de la existencia

Nos detendremos en la siguiente transformación: Juan anuncia la presencia del Cordero de


Dios, cuando ve pasar a Jesús, y Andrés – uno de los dos discípulos que lo escuchan y siguen al Na-
zareno– lo anuncia a su hermano Simón con el título Mesías (que traducido significa “Cristo”). De
Cordero de Dios se pasa a Mesías.
Ambos extremos de esta transformación, el punto de partida y la meta, suponen un acto de
fe, una mirada más allá de las apariencias: Lo sugiere el narrador al emplear el término emblepo (v. 36.
42) que significa una mirada con discernimiento. Juan ve andar a Jesús. Y afirma: “este es el Cordero
de Dios”. Su mirada intuye el misterio de ese hombre que deambula cerca de él. Y sus labios lo ex-
presan con categorías del Antiguo Testamento: “Cordero de Dios”. Pero Andrés también va más
allá de las apariencias cuando reporta su hallazgo a su hermano Simón. Ha compartido una jornada
con Jesús de Nazaret y le anuncia haber hallado al Mesías. Este término también implica una profe-
sión de fe.
Andrés, ¿no podría haber anunciado a Simón que había encontrado al Cordero de Dios? Ex-
presar así su fe, ¿no habría estado bien? ¿No habría sido algo más seguro, habida cuenta de que – si
así se manifestaba– lo hubiera hecho amparado en la autoridad de Juan el Bautista, que había sido su
“maestro” hasta ese entonces? Obviamente sí. Sin embargo, al obrar de esta manera, Andrés no sólo
repitió la fe sino la recreó. No sólo conservó el patrimonio, lo incrementó.
¿Qué pasó entre tanto? ¿Cómo llegó Andrés a pronunciar su fe en Jesús Mesías cuando la
había recibido en Jesús Cordero de Dios? Son varios los pasos, aunque el principal es la experiencia de
Jesús.
1- “Escucharon y siguieron”. Esta dupla – escuchar y seguir- vuelve a repetirse al precisarse que uno de
aquellos discípulos era Andrés. Así se sugiere que ambos movimientos son constitutivos del acto
discipular. Escuchar es recibir la fe que otro profesa y de la manera como la profesa. Se trata en-
tonces de un acto fundamentalmente pasivo. A lo sumo exige, por parte del escucha, darle crédi-
to al que testimonia. Seguir en cambio implica movilizarse, desplazarse. Es entonces una realidad
activa. Se expresa así el momento inicial de la fe. Pablo decía que la fe viene del oír (cf. Rm 10,
17). Siempre hay una mediación humana en el despertar de la fe. Mediación que luego habrá de
afrontar un momento de ruptura puesto que el seguimiento del Señor que le es anejo supone
distanciamiento. Esa separación que luego se hará más patente cuando se confiese la fe de un
modo diferente al que se la había recibido.
2- “Jesús, dándose vuelta y viéndolos seguirlo les dice: ¿qué buscan?”. Ese giro del Maestro supone atención y
condescendencia para quienes lo siguen. Hay aquí todo menos indiferencia. Se muestra así su
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 86

exquisita delicadeza, su tierna actitud paternal. Algo semejante a la actitud del pastor que va a
buscar a la oveja que se le había perdido. ¡Qué consolador sabe este gesto del Hijo de María para
todo cristiano que, sabedor de su propia indignidad, busca de lejos a ese Maestro, lo sigue a dis-
tancia, consciente de su grandeza! Le cabe también a él esperar que ese Señor – del modo como
quiera realizarlo- también se dé vuelta y fije en él su mirada condescendiente.
Pero su palabra interpela: “¿qué buscan?” Va a lo esencial, a las búsquedas más profundas del
alma humana. El discípulo que espera ese giro del Maestro ha de estar dispuesto a afrontar una
pregunta semejante. Una cuestión que lo remite a sus deseos más profundos, a lo que realmente
quiere en la vida.
3- “Rabí, dónde permaneces... Vengan y lo verán”. El Maestro no informa dónde permanece o vive, no da
las coordenadas para encontrarlo geográficamente, sino incluye a esos discípulos potenciales en el
ámbito de su propia existencia. Les brinda así la posibilidad de entrar en comunión con él y efec-
tuar así su propia experiencia.
El estilo pedagógico de Jesús vuelve a ser aleccionador para quienes lo buscan hoy. Más que ati-
borrarlos de informaciones, Éste los incluye en su comunión para que realicen su propia expe-
riencia del Maestro y de la fe que éste anuncia.
4- “Fueron, vieron dónde permanecía y permanecieron con él todo aquel día”. Aceptaron la invitación de Jesús.
Realizaron tres acciones. La primera – ir- es profundizar la anterior, seguir-. Ver implica conocer. Y
permanecer es compartir la comunión. En el evangelio de Juan este término tiene un alcance místi-
co muy importante que alude a la mutua permanencia del Padre en el Hijo y de Éste en el Padre,
como también a la permanencia del discípulo en Jesús (cf. capítulos 14- 17).
Permanecer es entonces mucho más que un estar quedos en un determinado lugar. Es caminar
en el surco elegido y mantenerse en él. Es una realidad dinámica y amorosa. Implica fidelidad.
5- “Encuentra a Simón y le dice: hemos encontrado...” Dos veces el término encontrar. Antes Andrés había
encontrado al Mesías, hallazgo fundamental y transformador de su existencia acontecido merced
a su experiencia de él. Pero ahora encuentra a su hermano. Puede tratarse de un hallazgo ocasio-
nal, banal; pero la repetición del mismo término sugiere un sentido mucho más profundo. Como
si se insinuara que quien encuentra a Dios se vuelve capaz de encontrar verdaderamente al hom-
bre, a su hermano. Encontrarlo como para anunciarle la fe que se profesa adultamente.
Este doble encuentro de Andrés – primero el de Jesús y luego el de Simón- sugiere que el hallaz-
go de Dios permite el verdadero hallazgo del hermano, que no es mero cruce azaroso sino crea-
ción de ámbitos vitales que permiten la emergencia de novedades transformadoras de la existen-
cia, focos generadores de sentidos válidos para vivir...
Fue esta experiencia del Maestro la que favoreció la nueva expresión de la fe con que Andrés
la compartió a su hermano Simón, que luego devendría Pedro.

De la fe infantil a la fe adulta o enriquecer el patrimonio común

En este relato puede leerse un paradigma de la transformación de la fe inicial a la fe adulta.


La fe inicial, o la fe infantil, supone el crédito a un testigo que conduce, que lleva de la mano. Es el
momento de la recepción de la fe. La fe adulta, en cambio, es aquella en la que el creyente se vuelve
mediación para que otro acceda también a esa fe que constituye el sentido de la existencia. Es el
momento de la asunción de esa misma fe.
En la fe infantil el creyente es repetidor de las fórmulas (palabras, oraciones, gestos creyentes)
conque el testigo que lo ha llevado a la fe, la expresaba. En la fe adulta el creyente es recreador de esas
mismas fórmulas. Recreador porque les imprime un nuevo sentido y porque incluso es capaz de no-
vedades. Los fundadores de órdenes religiosas, por ejemplo, recibieron carismas que renovaron el
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 87

perfil de la Iglesia entera: En la fe infantil, el creyente “consume” la fe de la Iglesia; en la fe adulta, enri-


quece ese patrimonio haciendo trabajar el talento recibido... (cf. la parábola de los talentos en Mt 25,
14- 30).
Difícil es afirmar que el ámbito de una sola celebración eucarística puede transformar al creyente
medio en un creyente adulto. Pero sí es viable afirmar que el proceso de la vida de fe tiene en las eu-
caristías dominicales jalones profundos que marcan los pasos del desarrollo de esa misma fe. ¡Quiera
el Señor concedernos que, como Andrés - luego de la escucha de la profesión de fe de Juan -, por la
experiencia de Jesús seamos capaces de llegar a la fe adulta! ¡Amén!
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 88

PLANICACIÓN DE LA UNIDAD III, Parte C

De las tradiciones de Jesús a los Evangelios


 Marcos, Mateo y Lucas-Hechos
La literatura de Juan y el Apocalipsis

Expectativas de Logro

Que los alumnos...


• reconozcan la originalidad de la literatura evangélica;
• estén al tanto de los conocimientos básicos e incontroveridos de cada evangelio;
• consoliden el dominio de los instrumentos de análisis sincrónico aprendidos hasta el mo-
mento;
• incorporen en su haber el recurso al cotejo sinóptico;
• profundicen y gusten un poco más de la lectura espiritual.

Contenidos

Conceptuales

La originalidad de la literatura evangélica.


Los Evangelios Sinópticos: denominación y sentido.
Mateo, Marcos y Lucas: autor, fecha de composición, destinatarios y acentos de cada evangelio.
Juan: esquema y teología
Apocalipsis: Presentación.

Procedimentales

Grillas de personajes, lugares, tiempos, movimientos y comunicacón.


Cotejo Sinóptico: (comparación de los tres textos de Mt Mc y Lc).

Actitudinales

La búsqueda de la Buena Noticia y la superación de una visión meramente moralista.


Apertura al testimonio de fe de las comunidades.

Planificación de las clases

Clase 1 (3 horas con 1 hora y ½ de exposición y la otra mitad de tutoría)


Exposición dialogada sobre los Evangelios Sinópticos partiendo de la recapitulación del Concepto
de Biblia vertido al principio de la materia: “La Biblia es lo que Dios hace para salvarnos” y extrac-
ción de sus consecuencias de cara a la literatura evangélica.
Evaluación de la propia experiencia respecto a homilías y catequesis recibidas, en si han experimen-
tado la Buena Noticia.
Enseñanza del hecho Sinóptico y presentación de sus explicaciones históricas.
Presentación de los contenidos básicos de Mateo, Marco y Lucas.
Práctica inicial del recurso del cotejo sinóptico mediante las fotocopias de las Sinopsis evangélica.

Clase 2 (3 horas con 1 hora y ½ de exposición y la otra mitad de tutoría)

Desarrollo exhaustivo de la técnica del cotejo Sinóptico aplicado al texto de la tempestad Calmada.
Práctica de las demás grillas ya aprendidas en esta misma perícopa.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 89

Exposición dialogada con dimensión teológica y espiritual.

Clase 3 (3 horas con 1 hora y ½ de exposición y la otra mitad de tutoría)

Exposición dialogada sobre el Evangelio de Juan, en la que se expondrá su esquema y mensaje fun-
damental.
Trabajo sobre la vocación de los primeros discípulos (Jn 1, 35- 42) aplicando los recursos aprendidos
y cotejando con el escrito presentado por el profesor

.
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 90

MEMORIA DE LOS PRIMEROS DÍAS Y GUÍA INICIAL DE LECTURA DE LOS APUNTES

a) Esta “Introducción a las Sagradas Escrituras” pretende:


1- motivar a los alumnos a que realicen una lectura creyente –en clave de Buena
Noticia de Salvación– y autónoma de la Biblia,
2- brindarles un pantallazo de los estudios bíblicos actuales para que puedan
descubrir su género y aplicarlos tanto en la lectura personal como pastoral,
3- irlos capacitando para que realicen pequeños ensayos de comentarios bíblicos
en clave espiritual y pastoral/catequístico.

b) Para ello y teniendo en cuenta como diagnóstico situacional (cómo están los alumnos
con respecto a la Biblia al iniciar estos estudios superiores), se parte de una “definición”
de la Biblia: ¿qué son las Sagradas Escrituras? (págs. 5-9).

c) La primera perspectiva sobre el tema desarrollada en clase no está en los apuntes,


pero tiene que ver con la actitud con que el creyente se sitúa ante ella. Se refiere a la
temática que aborda la Biblia, al mensaje fundamental de la misma. Nos planteamos si
era cierta la siguiente afirmación: “La Biblia es lo que yo tengo que hacer para
salvarme”. En general los alumnos manifiestan su acuerdo con la misma. Esto es in-
terpretado como un eco de la fuerte actitud moral con que se suelen abordar estos tex-
tos en muchas comunidades eclesiales. Se propone otra definición “temática”: “La Bi-
blia es lo que Dios hace para salvarnos”. El acento de esta definición está en lo
que Dios hace y no en lo que yo tengo que hacer. El énfasis se desliza así de lo moral a
lo kerigmático. Esta definición es buena porque alivia el corazón de muchas cargas y,
además, porque si se mira el contenido de las Sagradas Escrituras con criterio se des-
cubre que el grueso del mismo es, incluso en el Antiguo Testamento, fundamentalmen-
te divino, esto es, centrado en la obra de Dios. Asumir esta perspectiva implica un largo
camino que se irá viendo durante el año. Esencial para los agentes de pastoral.

Para mostrar plásticamente la tendencia moralizante de la interpretación, se realiza un


pequeño análisis de Gn 2-3 (la creación del hombre y la caída). Se parte de la base de
mandamiento fundamental de Dios: “Pueden comer de todos los árboles…” y de cómo,
al ser referido por Eva a la serpiente, es cambiado, no sólo porque la muerte que sigue
a la transgresión es vista como “pena de muerte” sino porque a la sobria advertencia de
“no comer”- Eva añade “no tocar”, amén de ubicar el árbol en el medio del jardín. Este
ejemplo muestra que en general, al menos por lo que se ve comúnmente, existe la ten-
dencia a “aumentar” el rigor de las exigencias divinas, tal vez por el miedo a no cum-
plirlas adecuadamente y quedar expuesto a algún tipo de castigo. Al respecto afirma-
mos que la imagen de Dios que aquí aparece lejos está de la imagen que nos reveló Je-
sucristo: un Dios de amor, de ternura y de compasión, que no tiene segundas intencio-
nes respecto de la humanidad, que no está esperando que el hombre peque para casti-
garlo.

d) Es generalmente aceptada en los medios creyentes el carácter de Palabra inspirada


de Dios que tiene la Biblia, pero no tanto su carácter humano. Para reafirmarlo con la
autoridad de la Iglesia se ve en detalle el Nro. 11 de la DV (págs. 6-9). Entre las activi-
dades en clase sobre el tema se dieron dos testeos:
- la pregunta sobre si es verdad la sentencia de que la Biblia es “palabra del
hombre”,
Pbro. José Luis Gergolet Introducción a las Sagradas Escrituras 2000 91

- la pregunta sobre si es palabra de Dios en un 50 % y del hombre en el otro 50


%.
Se interpretan las dificultades para integrar ambas naturalezas de la Biblia, la divina y la
humana, como una limitación intelectual/espiritual, ligada a los “monofisismos cristoló-
gicos” (cf. Documento de la Pontificia Comisión Bíblica, “La interpretación de la Biblia en
la Iglesia” –InterpBi-, discurso del papa) que siempre fueron difíciles de superar.

e) Luego de ver la naturaleza de las Escrituras se pasa a la temática de su interpreta-


ción. Interpretar es comprender el sentido de un texto, descubrir su actualidad, ver qué
me/nos quiere decir Dios. Es en el acto interpretativo, entonces, donde se juego el sen-
tido, el para qué de la Biblia. Leemos la Biblia no para leerla sino para interpretarla y así
descubrir el mensaje de Dios. Pero evidentemente la interpretación tiene sus leyes. La
primera, tal vez la más obvia, es que el acto de interpretación debe adecuarse a la na-
turaleza del objeto a interpretar. En este caso la Biblia, siendo a la vez totalmente pala-
bra de Dios y totalmente palabra del hombre, ha de interpretarse teniendo en cuenta
este carácter único en la historia de la literatura. Esta temática la aborda la DV 12. Vi-
mos en clase el primer párrafo teniendo en cuenta 4 preguntas: 1- ¿qué concepto de
Sagradas Escrituras subyace en dicho párrafo, 2- ¿cuál es la finalidad de la interpreta-
ción bíblica?, 3- ¿cuál es la tarea del intérprete? y 4- ¿cuáles son los objetos que ha de
investigar con atención?.

f) Sobre cada uno de estos temas se da una explicación que se reitera en los apuntes
(págs. 9.16). Aunque en estos, la explicación se alarga a los otros dos párrafos del do-
cumento.

g) Partiendo de los dos objetos sobre los que versa la investigación a realizar por el
intérprete (la intención de los hagiógrafos y las palabras de los hagiógrafos) y en orden
a ir presentando las dos grandes familias de estudios bíblicos, se afirma que en función
del primero de los objetos se desarrolla una serie de metodologías hoy englobadas bajo
el rótulo “método histórico crítico”. Se llama a este tipo de métodos con la palabra “dia-
crónicos” (dia ‘a través’, crónos ‘tiempo’), porque implican un remontarse “a través del
tiempo” hasta el autor original (tema desarrollado en clase, ver también InterpBi, capí-
tulo I). En cuanto al segundo de los objetos a estudiar por el exégeta, las palabras de
los hagiógrafos, vimos que en ello se funda toda una larga serie de metodologías
exegéticas caratuladas con el adjetivo “sincrónicas” (de syn, “con, simultáneamente,
conjuntamente, junto”, y crónos). “Sincrónico” significa que aborda al texto sin preocu-
parse de los procesos históricos, y por tanto temporales, que condujeron a su constitu-
ción en cuanto tal, sino que se centra en el mismo como una realidad acabada que nos
llega como un todo, desafiándonos desde su mismidad e identidad.

h) Para presentar dichos métodos se vuelve a citar InterpBi (capítulo I, Nuevos méto-
dos de análisis literario, pág. 13) indicando la lectura de los mismos. La explicación más
detallada de estos métodos se irá viendo a medida se vayan analizando textos. Motiva
el orden de este procedimiento la convicción de que la asimilación de las metodologías
no depende sólo del conocimiento sino también de la práctica; pero admitiéndose que
es necesario tener una visión de las mismas con anterioridad.

i) En las págs. 16-22 de los apuntes, bajo el título de la “Biblia en la Iglesia” se abordan
temáticas al “uso” de la Biblia, a partir de DV 24 y otros documentos. Por razones de
tiempo no se tratarán estos temas en clase dejando los mismos a la lectura personal.

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