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Rev. Febrero 2021

Autor:
David Cruz

La Conducción: Una Tarea de Toma de Decisiones

1 Las Decisiones Durante la Conducción

Cuando conducimos estamos integrando una máquina, que se maneja de una


manera relativamente sencilla y casi siempre con la misma técnica, en un
entorno bastante complejo y cambiante. Es el conductor el que debe de adaptar
sus decisiones, constantemente, en función de las distintas situaciones que se
encuentre en el tráfico.

Para tomar una u otra decisión contamos con una serie de recursos psicofísicos
tales como: la percepción, el pensamiento, el razonamiento, la actitud y las
reacciones emocionales.

2 La Toma de Decisiones

En el proceso de toma de decisiones podemos distinguir varias fases claramente


diferenciadas:

• La percepción: durante la conducción percibimos infinidad de estímulos a


través de casi todos los sentidos, pero sin duda el que más cantidad de
información recoge es la vista. A la hora de interpretar estos estímulos es
básico que estemos prestando atención, si esta fuera insuficiente
tardaríamos más en captar el estímulo. (ejemplo: ver la luz de freno del
vehículo que va delante de nosotros)

• La previsión: una vez captado el estímulo, tendremos que prever que va


a ocurrir a continuación. A menudo los estímulos percibidos son muy
ambiguos, lo que dificulta la previsión. (eje.: prever si ha frenado para
detenerse completamente o porque había un resalto y solo va a aminorar
su velocidad)

• La decisión: una vez hemos previsto, lo que creemos que va a suceder, y en


base a nuestros conocimientos, motivaciones y a nuestra experiencia,
tendremos que decidir cómo actuar ante esta situación concreta. (ejemplo.:
voy a frenar yo también, porque si no voy a colisionar con el)

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• Actuación: por último tendremos que realizar la acción concreta que


hayamos decidido, aquí entra en juego nuestra capacidad motora, la
respuesta física de nuestro organismo. (ejemplo: pasar el pie del acelerador
al freno)

3 Motivación, Emociones Y Riesgo

Aunque no seamos conscientes, cada vez que conducimos estamos aceptado un


determinado nivel de riesgo, este nivel lo determina una serie de motivos y
emociones. No estás dispuesto a aceptar el mismo nivel de riesgo el día que
viajas, en plena “Operación Salida”, acompañado de tu familia, que el día que
llegas tarde a una importante cita de trabajo.

Nuestra conducta al volante también se puede ver influenciada por


determinadas emociones tales como: euforia, enfado, necesidad de exhibirnos y,
entre otras, el experimentar ciertas sensaciones.

En una misma situación de trafico cada uno de nosotros percibe una


peligrosidad diferente (riesgo subjetivo). De manera subconsciente, cuando
conducimos, estamos constantemente equilibrando el riesgo que percibimos
con el que estamos dispuestos a aceptar.

En cada situación hay siempre una peligrosidad determinada, que depende de


factores como la densidad de tráfico, el tipo de trazado de la vía o la
meteorología (riesgo objetivo).

El riesgo siempre está presente y puede ser alterado por la conducta del
conductor.

Existen, también, factores externos que pueden influir de manera muy clara en
nuestra actitud en la conducción y por lo tanto en las decisiones que tomamos.
El calor, el ruido irritante, la fácil posibilidad de huida tras un incidente e
incluso el hecho de sentirnos más anónimos dentro del vehículo, pueden traer
consigo actitudes más violentas e incívicas de las que tomamos en otros ámbitos
de la vida.


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4 El Resto de Usuarios

El fenómeno circulatorio tiene un fuerte componente social, mientras


conducimos estamos rodeados de otros usuarios, cada uno de ellos con una
motivaciones y actitudes distintas. Una de los mayores retos que tiene la
formación en seguridad vial es hacernos comprender que el riesgo es
compartido, los comportamientos que se tienen durante la conducción pueden
afectar gravemente a otros usuarios.

En este juego social, tenemos que estar interpretando, constantemente, las


intenciones de los que nos rodean. A la hora de hacer este tipo de
interpretaciones a menudo echamos mano de una especie de atajos mentales
que se conocen como atribuciones. Normalmente intentamos explicarnos los
motivos y razones de actuar en base a una atribución: propia (le he tocado el
claxon para que aprenda) o ajena (seguro que es un novato). Las atribuciones
hacia el resto de usuarios suelen ser negativas, solemos pensar que los demás
conducen peor que nosotros.

La respuesta más o menos violenta a la acción de otro conductor a menudo se


ve influenciada por una serie de factores tales como: el disculparse o no tras el
incidente, la edad o el sexo del otro conductor, el tipo de vehículo que conduce
y la importancia de la molestia que nos ha ocasionado.

Aptitudes y Capacidades Básicas en la Conducción Segura


1 El Entorno

Quizás porque la conducción se desarrolla, en la mayoría de los casos, por


trayectos habituales y conocidos, no reparamos en la cantidad de estímulos que
nos rodean. La densidad del tráfico, determinada señalización, las obras, la
meteorología hacen que estos estímulos varíen constantemente. A todo esto,
habría que sumarle que el significado de lo que percibimos no siempre está claro.

La principal tarea de un conductor es dar respuesta a las exigencias que nos


propone el entorno y para ello contamos con una serie de capacidades:
perceptivas, atencionales y motoras. Para que la conducción sea segura
debemos mantener nuestras capacidades a un nivel superior a las exigencias
que nos propone el entorno. Cuando se rompe este equilibrio lo normal es que
se produzca el accidente.


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2 Capacidades Perceptivas

Casi la mitad de los accidentes debidos al factor humano, son debidos a fallos
perceptivos. Mediante nuestros sentidos estamos captando una gran cantidad
de información, que luego hay que procesar. Si esta información nos llegase
tarde o fuera incompleta, el tiempo que tendríamos para darle respuesta
disminuiría sensiblemente, pudiendo ser insuficiente para evitar el accidente.

Una de los mayores retos que nos encontramos al conducir es la dificultad para
percibir, con precisión, el movimiento y la velocidad, tanto propios como de los
demás usuarios. En el cálculo de la velocidad de nuestro vehículo seremos
menos precisos cuando carezcamos de referencias. En vías anchas y con pocos
objetos a nuestro alrededor habrá que mirar más constantemente el
cuentakilómetros, por ejemplo, en autopistas o autovías.

La mayoría de los estímulos, casi un 90%, los captamos a través de la vista,


pero no hay que olvidar que otros sentidos tienen una importancia crucial.

A través de la capacidad auditiva percibiremos sonidos provenientes tanto del


entorno, como del resto de usuarios, y lo que no es menos importante de
nuestro propio vehículo. Hoy en día los vehículos vienen de serie con una
amplia serie de avisos de seguridad, que muchos casos son sonoros.

El tacto nos va a proporcionar información sobre aspectos como la velocidad, la


calzada y sobre el estado de nuestro vehículo.

Pero como ya hemos comentado antes la mayoría de la información que recoge


el conductor lo hace a través de la vista. Esta información debe recibirse a
tiempo y con la menor distorsión posible.

Cualquier deterioro en la capacidad visual puede aumentar el riesgo de sufrir


un accidente, por lo que debe ser diagnosticado y corregido. Aun con
deficiencias leves corremos el riesgo de ni apreciar bien, ni a tiempo,
determinados estímulos, además de favorecer la aparición de la fatiga.

Las principales capacidades visuales son:

• Campo visual: todo lo que abarca nuestra vista a partir de un punto fijo
o central.

• Visión periférica: o lateral, la visión alrededor del punto central.

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• Agudeza visual: es la que nos permite diferenciar detalles en los estímulos


que percibimos.

• Sensibilidad al contraste: es la que nos permite diferenciar los objetos o


personas y el fondo sobre el que está situados.

• Sensibilidad al deslumbramiento: la que nos permite adaptarnos


rápidamente a los cambios en la luminosidad. En determinadas situaciones
podemos tardar casi un minuto en volver a recuperar totalmente nuestra
agudeza visual.

Es importante saber que conforme aumentamos la velocidad la visión periférica


va desapareciendo, comenzando a producirse lo que se conoce como visión
tipo túnel. Tenemos que tener en cuenta que gran parte de la información
relevante para conducir se encuentra en los bordes de nuestro campo visual, y
en este caso pasara desapercibida. La visión periférica también se ve alterada
por otras circunstancias tales como: la edad, el alcohol, el cansancio, la
somnolencia y determinadas enfermedades. Durante la conducción nocturna,
tenemos que tener en cuenta que mucha de la información importante puede
quedar fuera de la zona iluminada por nuestro vehículo.

3 La Atención Durante la Conducción

La atención te permite organizar y coordinar la información obtenida durante


la conducción. No es lo mismo oír que escuchar.

Al conducir debemos de mantener una atención constante, la que se conoce


como atención sostenida. Esta puede verse alterada por un sinfín de
interferencias, tales como la monotonía, la fatiga o la propia duración del viaje.

Otra de las capacidades básicas que tenemos los conductores es la atención


dividida, que nos permite atender a varios estímulos a la vez.

Pero sin duda la más importante de nuestras capacidades atencionales es la


atención selectiva, la cual nos permite priorizar entre los distintos estímulos
que recibimos, para desechar aquellos que en este momento tienen menos
importancia y céntranos en aquellos más relevantes en cada momento concreto.

4 Las Distracciones

Si tenemos en cuenta que una de las principales causas de accidentabilidad


dentro de poblado es colisionar con el vehículo que tenemos delante, y que

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fuera de poblado los siniestros más son las salidas de la vía y que la mayoría de
estas salidas se producen en rectas, es fácil suponer que las distracciones son
una de las principales causas de los siniestros viales.

Hay cuatro tipos de distracciones básicas: visuales, cognitivas (pensar en otra


cosa), físicas (manipular cualquier cosa que no sean los mandos principales del
vehículo) y auditivas.

Las altas temperaturas, la baja luminosidad ambiental, la monotonía,


situaciones de tráfico saturadas y el exceso de señalización, son entre otros,
factores de la vía y su entorno que pueden favorecer las distracciones.

El conductor también sufre de factores interferentes de la atención, que


ayudan a que aparezca la distracción. El cansancio, la somnolencia, el estrés, la
edad y determinadas sustancias favorecen claramente a las distracciones.

Al observar las estadísticas una de las distracciones que aparecen, cada vez con
más frecuencia, en los accidentes de tráfico son las relacionadas con el uso del
teléfono móvil. No solo por el uso físico del mismo y la distracción visual que
conlleva, sino por la distracción cognitiva (del pensamiento) que pueden
producir determinadas conversaciones.

5 Capacidades Motoras

Una vez que hemos captado y procesado la información que nos rodea,
tenemos que ejecutar las acciones que den respuesta a las exigencias planteadas.

Para poder ejecutar estas maniobras contamos con unos recursos físicos, que
pueden verse alterados, en mayor o menor medida, por una serie de factores,
entre otros:

• El consumo de determinadas sustancias (alcohol, drogas y medicamentos)

• La fatiga y la somnolencia

• La inexperiencia

• El manejo deficiente del vehículo

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