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Los cambios en el suelo presentan escalas de tiempo muy diferentes. Algunas propiedades y características cam-
bian de forma significativa:
A lo largo del día: la temperatura y la humedad de la superficie del suelo, el contenido de anhídr ido carbóni-
co, la actividad biológica, e ntre otros.
A lo largo del año: el contenido de humedad dentro del suelo e n distintas estaciones del año, la tempe-
ratura del suelo a 50 c m de profundidad, el contenido de sales solubles a diferentes profundidades, e ntre
otros.
A lo largo de años, decenios o siglos: debido a factores antrópicos ligados al uso y manejo del suelo, como
pueden ser la agricultura, las transformaciones en regadío, el aporte continuado de camas de ganado, entre
otros; o derivados del uso del territorio para implantaciones urbanas, entre otros. Algunos de estos cambios
pueden tener efectos positivos en relación a la formación del suelo, como ha sido la construcción de banca-
les, el ganar tierras al mar para su puesta en cultivo o el estercolado durante siglos.
En otros casos pueden haber provocado procesos edafogénicos regresivos acelerados, que conducen a la de-
gradación del suelo, como por ejemplo, la pérdida de suelo por erosión; la transformación de un bosque de sel-
va en una zona de sabana degradada en África; la salinización de tierras regadas de manera inadecuada, cosa que
está sucediendo e n muchos de los perímetros de riego del mundo la disminución del contenido de materia orgá-
nica tras el cultivo continuado y el cambio de tipo de uso de suelo e n la Pampa argentina. Los cambios en pro-
piedades dinámicas del suelo afectan desfavorablemente a las funciones y servicios que puede prestar el suelo.
A lo largo de miles de años: esta dimensión temporal tan dilatada es a la que se hace referencia cuando se
habla del tiempo como factor formador del suelo. En este caso los cam bios resultan imperceptibles a esca-
la hu mana, ya que la formación del suelo es un proceso le nto y muy prolongado. Por ejemplo, la degradación
del material originario, la diferenciación de horizontes en un suelo, e ntre otros.
No todas las clases de suelos requieren el mismo tiempo para formarse, ni dentro de un mismo suelo todos los
horizontes son el resultado de procesos que han durado el mismo número de años. Así, por ejemplo, los horizon-
tes O y A se forman muy rápidamente, mientras que los horizontes subsuperficiales se diferencian más lentamen-
te y pueden requerir de miles de años (horizontes de acumulación de arcilla, Bt, por ejemplo), o millones de años
(horizontes de suelos tropicales muy meteorizados, B0 x), en estos casos estos procesos solo son posibles en super-
ficies geomorfológicas muy estables y muy antiguas.
Edad de un suelo y duración del desarrollo del perfil de un suelo
En relación al tiempo, cabe distinguir dos conceptos: la edad de un suelo y la duración del desarrollo del per-
fil de un suelo.
Una vez el suelo ha alcanzado el estadio de equilibrio dinámico, si los factores formadores no cambian, la du-
ración del desarrollo del perfil del suelo no aumentará, a pesar del transcurso de los años, con lo que la edad del
suelo sí sigue aumentando. El grado de desarrollo alcanzado se puede estab lecer estudiando los caracteres mor-
fológicos y los componentes del suelo.
En la área mediterránea, por ejemplo, resulta frecuente que los suelos presenten acumulaciones de carbonato
de calcio, horizonte Bk, resultado de un proceso edafogénico que ha alcanzado su duración ecológica. La calci-
ta es un mineral que tiene una estabilidad relativamente baja, pero el clima mediterráneo no permite que sea eli-
minada por lavado, a pesar de que aumente la edad del suelo. Si el clima cambiase a más húmedo, estos suelos
tenderían a pasar de este estadio de desarro11o a otro más avanzado, hasta alcanzar un nuevo equilibrio dinámico,
caracterizado por la pérdida total del carbonato de calcio y una posible acidificación de los suelos. El tiempo ne-
cesario para alcanzar el nuevo estadio definirá la duración ecológica del nuevo proceso.
Un suelo policíclico presenta características que no se pueden interpretar a partir de los factores formadores
actuales, ni, por consiguiente, de los procesos edafogénicos actuales. La morfología del perfil del suelo presenta
rasgos cuya formación se puede explicar con el clima actual , mientras que otros solo son explicables a partir de
condiciones del pasado, se trata de rasgos heredados o relictos.
Los cambios climáticos habidos a lo largo del Pleistoceno han incidido sobre la edafogénesis. Uno de los
cambios más importantes ha sido la existencia de períodos glaciares y de períodos interglaciares en algunos mo-
mentos, y de períodos pluviales, cambiando a períodos más secos en otros momentos según la parte de la Tierra.
Un cambio gradual en las condiciones ambientales, por ejemplo, de un clima húmedo a otro progresivamen-
te más seco, o un incremento en las temperaturas habrá afectado al desarrollo de los suelos preexistentes en una
zona. Un suelo se puede transformar gradualmente en un suelo diferente, aunque puede conservar algunos carac-
teres heredados. Un suelo natural de zona semiárida puede presentar un contenido de materia orgánica en el ho-
rizonte de superficie, A, muy superior al que sería previsible atendiendo al clima y a la vegetación actuales. Una
explicación posible reside en que haya habido cambios en el régimen de lluvias, que hayan provocado unas con-
diciones de mayor aridez y un cambio en la vegetación.
Paleosuelo fósil (formado por un horizon- Almagre (del árabe, tierra roja). Suelo fosilizado al haber sido en/errado por una
re rojo, 281 que se halla encima de un hori- colada basáflica. Fuen evemura, Islas Canarias, España. J. Porta
zonte blancuzco, 2Bk). enterrado por el suelo
actual (formado por un horizonte A y un hori-
zonte Bk). J. P01ta
Se di stinguen diferentes tipos de paleosuelos: i) paleosuelos relictos, que son aquellos que han persistido en
superficie si n haber sido enterrados de forma significativa en ningún momento, con lo que los horizontes superio-
res pueden presentar rasgos relictos y rasgos debidos a procesos edafogénicos actuales; ii) paleosuelos exhuma-
dos, que son aquellos que han estado enterrados y, posteriormente han sido expuestos de nuevo en superfici e por
erosión de l manto que los recubría; iii) paleosuelos fósiles, que son aquellos que, tras haber sido enterrados, han
permanecido e n esta situación, por lo que no se han visto afectados posteriormente por factores externos y han
preservado información del pasado del sitio en el que se formaron; pueden ser identificados en una columna es-
tratigráfica a gran profundidad; y iv) paleosuelos enterrados, término impreciso, ya que si la capa que recubre el
suelo es muy delgada, se puede tratar de un paleosuelo relicto, mientras que, si la capa que lo recubre tiene un es-
pesor considerable, se tratará de un paleosuelo fósil.
SUELO ENTERRADO
Sue lo que se halla recubierto por un depósito de materiales más recientes (material alóctono) y que se identifi-
ca en el campo por una disposición anómala de horizontes genéticos, ate ndiendo a los principios de la edafo-
génesis. La capa superficial debe tener como mínimo 50 cm de espesor.
El material que recubre el suelo enterrado puede ser: i) un material depositado de forma natural (aluvi al,
coluvial, piroclástico o loéssico) que, si presenta desarrollo de horizontes, debe suponer una discontinuidad o
estar inalterado por lo menos en su parte inferior; ii) un material aportado de forma continuada a lo largo de años
por acción antrópica (materiales terrosos, cepellones de césped y hojarasca utilizados como cama de ganado y el
estiércol resultante); o iii) material aportado mecánicamente por acción antrópica. En Soil Taxonomy (2014), si el
espesor del depósito es inferior a 50 cm, se clasifica el suelo subyacente.
Datación de suelos
La datación de suelos se basa en observaciones indirectas que requieren investigaciones específicas, difíciles de lle-
var a cabo. Se trata de técnicas históricas, arqueológicas, geomorfológicas y estratigráficas; en el estudio de erupcio-
nes volcánicas, en análisis palinológicos (Dupré, 1992), en trabajos con isótopos radioactivos y en investigaciones
que simulen los procesos edafogénicos.