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Oscuridad Desgarrada
ALEXIS MORGAN
SERIE PALADINES DE LA OSCURIDAD # 9.7

EL PALADÍN

Argumento
La sexy y paranormal serie de Los Paladines continúa donde
“Oscuridad Encendida” la dejó. Esta original e-novela te ofrece a los
guerreros más grandes con su ejército secreto luchando contra el mal
en el mundo moderno.

Quince años después de que Emmett Stone fuera encarcelado


injustamente por un ataque brutal, el verdadero agresor llega para decir la
verdad acerca de esa noche fatal. Poco antes de su liberación es visitado
por dos hombres que entienden su extraña habilidad de sanar
rápidamente de cualquier cosa y el por qué tiende a proteger a los que le
rodean.
Y recibe una oferta de trabajo muy inusual...
Cuando Emmett se hiere la mano en el trabajo, su jefe insiste en que
vaya a saturársela. Así que para mantener la farsa de normalidad, Emmett
va a la clínica gratuita, donde conoce a Jana. Instantáneamente le atrae su
belleza tranquila y naturaleza solidaria, por lo que se compromete a
protegerla a toda costa. ¿Pero será su feroz proteccionismo y sus secretos
ocultos la causa de que Jana huya?

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Agradecimientos

Agradecemos a todas las que participaron y dieron su tiempo a este


proyecto; Moderadoras, traductoras, correctoras y diseñadora, gracias por este
excelente trabajo. Sobre todo gracias a todas nuestras lectoras.
MODERADORA
Alhana

TRADUCTORAS
Alhana; Arhiel, Fangtasy, Maxiluna, Rihano.

CORRECTORAS
Alhana; Anaizher; Bibliotecaria70; Nyx; Sigrún.

LECTURA FINAL
Maxiluna.

DISEÑO

Esta traducción fue hecha por fans para fans, sin ningún fin de Lucro.
No te olvides de comprar a nuestros autores favoritos, si esta dentro de tus posibilidades económicas. Y
publicados en tu idioma. Sin ellos no podríamos disfrutar de todas estas maravillosas historias.

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Índice
Oscuridad Desgarrada ........................................................ 2
Agradecimientos ................................................................. 3
Capítulo 1 ........................................................................... 5
Capítulo 2 ......................................................................... 11
Capítulo 3 ......................................................................... 18
Capítulo 4 ......................................................................... 27
Capítulo 5 ......................................................................... 36
Capítulo 6 ......................................................................... 46
Capítulo 7 ......................................................................... 50
Capítulo 8 ......................................................................... 59
Capítulo 9 ......................................................................... 63
Capítulo 10 ....................................................................... 70
Capítulo 11 ....................................................................... 76

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Capítulo 1
Traducido Por Alhana
Corregido Por Anaizher

—¡H ey, Sloan! Mueve tu culo para acá. Tienes visitas.

Parece que quieren hablar con nuestra celebridad local.


Emmett murmuró una obscenidad, manteniéndola entre dientes. Su
tiempo tras las rejas estaba terminando y fanfarronear contra uno de los
guardias de la prisión pondría en peligro su oportunidad de libertad.
Desde que la noticia de su inocencia había brincado, los periodistas lo
estaban acosando para una entrevista. Había dejado a su abogado tratar
con ellos, esperando que otra historia llamara su atención antes de que las
lentas ruedas de la justicia terminaran de girar y lo pusieran en libertad.
Contó las últimas repeticiones antes de dejar caer las pesas sobre el
estante con la facilidad de la familiar rutina. Después de limpiarse el sudor
con una toalla, se giró hacia Josh, uno de los guardias más tolerantes. —
Prefiero no hablar con los periodistas.
—No te culpo por no querer hablar con esos chacales. Sin embargo,
estos chicos no son periodistas, —Josh abrió la puerta para dejarlo pasar,
—y teniendo en cuenta las pocas visitas que has tenido, pensé que estarías
feliz de ver a alguien, solo para romper la monotonía.
Emmett se encogió de hombros y empezó a bajar por el pasillo que
conducía a la sala de visitas. Josh tomó la delantera mientras un segundo
guardia lo seguía unos pasos atrás, manteniendo su distancia. Aunque
Emmett nunca se salía del camino causando problemas, todo el mundo
sabía que el hacinamiento no era una buena idea.
Recorrieron una corta distancia y Josh se detuvo ante una puerta
cerrada. —Me dijeron que tu visita fue autorizada por el alcaide. Algo sobre
un trabajo después de que salgas.
Bueno, eso era inesperado. Emmett estudió a los dos desconocidos a
través del vidrio reforzado, mientras que Josh sujetaba las restricciones

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alrededor de sus muñecas y cintura. Emmett odiaba ser atado como un
animal enloquecido, pero mantuvo la boca cerrada. Cada minuto que se
controlaba lo ponía mucho más cerca de salir por la puerta principal como
un hombre libre. La esperanza era una emoción peligrosa, una que no
había sentido en más de quince largos años. No perdería su oportunidad
ahora.
—Estaremos aquí afuera cuando estés listo para volver a tu celda.
Espero que no estén dándole un tirón a tu cadena con ese trabajo.
Emmett asintió. —Yo también.
Cuando entró en la habitación, sus dos visitantes se pusieron de pie.
Ambos eran fornidos, sobre el metro ochenta, con el tipo de músculos que
venían junto con un trabajo duro y no solo por competencias de
fisiculturismo. Le gustaba que ambos fueran capaces de mirarlo
directamente a los ojos. Elevándose sobre cada uno de ellos se sintió
envejecer malditamente rápido.
El que tenía cabello negro y penetrantes ojos verdes le dio una
rápida sonrisa.
—Señor Sloan, mi nombre es Devlin Bane y este es mi socio, Blake
Trahern.
Ninguno de los dos le ofreció la mano. Ninguna sorpresa. Josh o uno
de los otros guardias les habrían aclarado las reglas antes de dejarlos
acercarse a él. Aun así, no pudo resistir el extraño impulso de jugar al
anfitrión. —¿Deberíamos tomar asiento?
Esperó hasta que se sentaron en las sillas al lado opuesto de la
mesa.
—Entonces, ¿qué es eso sobre un trabajo? Y ¿por qué yo?
El llamado Trahern se reclinó en su silla y cruzó los brazos sobre el
pecho, su dura mirada se quedó fija directamente en la de Emmett.
—Comenzaré con la segunda pregunta. No envejeces como la
mayoría de la gente, por lo que eres más viejo de lo que pareces. Cualquier
lesión que tengas desaparece en cuestión de horas, a menos que sea
mortal. Entonces te toma un día, tal vez dos a lo sumo. No te gusta mucho
estar con la gente o incluso ser tocado. —Una pequeña sonrisa jugueteó en
los bordes de su boca. —Y tienes un jodido temperamento, junto con un
fuerte deseo de proteger a aquellos que ves más débiles o inocentes.
La evaluación del hombre era acertada, pero la mayor parte de esa
información pudo haber salido directamente de la transcripción del juicio.
Esa última parte era lo que le había puesto en la cárcel en primer lugar.
Miró a la derecha a la pareja. —No estoy impresionado.

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Bane se echó a reír. —Está bien, Duro-del-culo, entiendo que no
tengas ninguna razón para confiar en alguien, mucho menos en nosotros.
Para hacerte saber que somos sinceros, he aquí una carta de tu abogado.
Emmett leyó la única página, que no indicaba nada más allá del
hecho de que su abogado daba fe por ambos hombres y su empleador.
Interesante. —¿Por qué no vino hoy con ustedes?
Trahern resopló. —A decir verdad, creo que lo asustamos.
Bane se rio junto con su amigo, pero su sonrisa se desvaneció
cuando miró hacia el cristal. Josh aún estaba ahí, hablando por su
teléfono celular. Bane bajó la voz, como si no supiera si en la habitación
había micrófonos y la conversación se estaba grabando. —Esto es lo que
puedo decir, señor Sloan. La organización para la que trabajamos siempre
está a la caza de tipos con nuestros talentos particulares. No estoy en
libertad de decir más en este momento, o lo que el trabajo implica en
realidad. Te aseguro que es legítimo, la paga es buena y el paquete de
beneficios es el más alto del mercado.
El medidor-anti-mierda de Emmett empezó a pitar a todo volumen.
¿A quién demonios le importaba que un ex convicto tuviera seguro dental y
un fondo de pensión?
—Una vez más, ¿por qué yo?
Bane se puso de pie. —Te diremos todo lo que quieras saber cuándo
estés en libertad. Di la palabra y uno de nosotros te estará esperando
cuando camines fuera de aquí.
¿Qué tenía que perder? Además, tal vez ellos entendían lo que le
hacía tictac. Si era así, tenía preguntas que solo ellos podían responder.
Se puso de pie y se acercó para llamar por el cristal. Josh asintió y
puso fin a su llamada. Mientras Emmett esperaba a que se abriera la
puerta, se giró para mirar a Bane y Trahern. —Mi abogado puede hacerles
saber cuándo llegue mi liberación.
—Estaremos aquí, señor Sloan. Y por si te sirve de algo, me alegro de
que ese bastardo finalmente se atreviera a limpiar tu nombre.
—Yo también. —Aunque nada le regresaría los quince años que
había perdido cumpliendo una condena por un crimen que no había
cometido. —Gracias por venir.
Aunque terminaron dándole largas, Josh tenía razón en una cosa.
Hablar con ellos había roto la monotonía pudre-cerebro que había sido su
vida desde que había sido encerrado en una celda.

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Dos semanas más tarde, Emmett traspasó la puerta de la prisión
con una bolsa de papel donde se encontraban todos sus bienes terrenales.
Su abogado se había ofrecido a recogerlo, pero Emmett le había dicho que
ya lo tenía resuelto. Si Bane o su amigo no estaban, encontraría el camino
para regresar a su antiguo barrio. No tenía ninguna conexión emocional
con el lugar, pero por lo menos le sería familiar, incluso después de una
ausencia de quince años.
A partir de ahí, bueno, tendría que decidir. Dependía de si realmente
tenía un trabajo esperándolo, o si tendría que empezar a buscar uno.
Parpadeó contra el resplandor del sol y trató de protegerse los ojos con la
mano. Siempre había tenido sensibilidad a las luces brillantes, pero sus
gafas de sol parecían haber desaparecido de sus pertenencias. Había
decidido empezar a caminar cuando una camioneta rugió en el
estacionamiento y se detuvo abruptamente unos pasos delante de él.
La ventana tintada del copiloto bajó y Trahern se inclinó para mirar
a Emmett.
—Siento la tardanza. Hubo un accidente en la carretera y el tráfico
se detuvo a lo largo de una milla.
—No hay problema.
—Entra y dejemos este lugar en el polvo.
Después de que Emmett se metió y se instaló en el asiento del
copiloto, Trahern lo miró y señaló hacia la consola. —Hay un par de gafas
de sol allí si quieres usarlas.
Emmett las sacó y cerró la tapa. —Gracias.
Mientras tanto, Trahern puso la camioneta en marcha y cumplió su
promesa de llevar a Emmett lejos del infierno que había sido su casa
durante una década y media. Habían pasado varias millas cuando Trahern
le arrojó a Emmett una tarjeta de crédito.
—Bane quiere reunirse contigo esta tarde. Mientras tanto, te reservó
en un motel cerca de donde trabajamos y pagó dos semanas por
adelantado. Dijo que la habitación es tuya durante ese tiempo, incluso si
decides rechazar el trabajo. Sin ataduras. Esa tarjeta esta precargada con
dos mil quinientos dólares. Puedes utilizarla para lo que necesites: ropa,
comida, o el depósito de un apartamento. Aplican las mismas reglas.

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De acuerdo, esto se estaba poniendo más raro cada segundo. Nadie
arrojaba dinero sin esperar nada a cambio y lo más probable es que fuera
algo ilegal. Le arrojó la tarjeta de vuelta. —Déjame en la siguiente salida.
Trahern siguió conduciendo. —No lo saques de contexto. Dale al
hombre la oportunidad de explicarte todo y luego decide. Probablemente
no estés listo para escuchar esto, pero nosotros nos encargamos de los
nuestros. Si aceptas el trabajo, puedes devolver el dinero con el sueldo de
tu primer mes, si quieres. Si lo rechazas, puedes tratar de elaborar un
plan de pagos con Devlin. Pero te lo digo desde ahora, tendrás un
momento difícil convenciéndolo para que te deje hacerlo.
—No hay nada que diga que tengo que usar la tarjeta, en absoluto.
—Sí, buena suerte con eso. El hombre es astuto y tiene un grado de
obstinación de una milla de ancho para lograr lo que quiere. También es
un cabeza dura, tiene mal genio y es famoso por conseguir su punto con
un fuerte gancho de izquierda, pero no encontrarás a un amigo más leal.
Si dice que cuida tu espalda, lo dice en serio. En pocas palabras, él es el
mejor hombre que he conocido, —lo miró un momento —y si le dices que
yo dije eso, te patearé el culo. ¿Lo tienes?
—Lo tengo.
Y lo hacía. Tal vez estos tipos tenían mucho en común con él. Solo el
tiempo demostraría si quería engancharse con ellos a largo plazo.

Seis horas más tarde Emmett entró en la habitación del motel,


hambriento, cansado y muy cabreado. Resistió el impulso de golpear la
pared. No resolvería nada y había trabajado duro los últimos quince años
en controlar su temperamento.
¡Pero maldición si no se fue todo al infierno! Debería haberlo sabido
mejor. El razonar con Bane y sus compañeros solo logró que todo se
pusiera más y más descabellado. Estaban de lleno en su trabajo-anormal.
Su única pregunta era por qué lo habían invitado a su pequeña fiesta loca,
en primer lugar.
Tras hacerle jurar que guardaría el secreto, Bane le había mostrado
los alrededores de su sede ubicada en el subsuelo de Seattle, y lo abarcaba
completamente. Le había explicado todo sobre Regentes y Paladines. A
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continuación lo había llevado a un enorme gimnasio donde había visto a
un montón de tipos trabajando con espadas. Bueno, tal vez no estaban en
la línea de las artes marciales. Podría tratar con eso, incluso sería
divertido.
Entonces Devlin le presentó a tres tipos de cabello largo con
extraños ojos pálidos y anunció que eran indocumentados. Y no del tipo
que venía de la frontera mexicana. No. Habían entrado en Seattle desde
otro mundo al cruzar una barrera de energía. Para probar su punto, Devlin
había llevado a Emmett a un ascensor, bajaron de una forma que le
retorció las tripas, llegaron directo al infierno. Pasaron por algunos túneles
profundos por debajo de las calles. Una vez allí, Devlin y sus amigos
habían montado un jodido espectáculo de luces solo en beneficio de
Emmett. Incluso ahora, horas más tarde, podría jurar que sentía el
zumbido de esa lámina brillante de energía directamente en sus huesos.
Había seguido el juego del hombre, fingiendo creer cada escandalosa
mentira que le había dicho.
Al final del paseo, la esposa de Devlin, una especie de médico-guion-
científico, había tomado muestras de sangre y un exudado del interior de
su mejilla. Algo para tratar de localizar quién de los Paladines podría estar
relacionado con él. Pero en el caso de que lo encontraran, ¿realmente
esperaban que tuviera una reunión familiar? Estaba acostumbrado a vivir
solo, ya que su madre había muerto cuando era un adolescente.
Así que Emmett había terminado el tour con un: —Gracias, pero no
gracias.
Devlin no discutió y Trahern había escoltado a Emmett de regreso al
complejo. Antes de dejarlo en el motel, le había dado una tarjeta de visita
en blanco con un número de teléfono escrito a mano e instrucciones para
llamar a cualquier hora del día o de la noche si cambiaba de opinión, o
simplemente si quería hablar. También le dijo que le informaría si las
pruebas mostraban algo interesante.
De regreso a su habitación, Emmett consideró tirar la tarjeta, pero al
final la metió en su cartera. Por ahora se conformaría con una ducha y
una buena noche de sueño. Mañana usaría el dinero que Devlin le había
dado para comprar algo de ropa decente y algunas cosas necesarias.
Después empezaría la búsqueda de un lugar para vivir y un trabajo. Uno
que no implicara chiflados entrenando con espadas.

~ 10 ~
Capítulo 2
Traducido Por Maxiluna
Corregido Por Anaizher

ara Jana había sido un largo día y los pies le dolían, pero el
P timbre le avisaba que alguien la necesitaba. Las horas para
atender pacientes en la clínica gratuita habían terminado hacía
cuarenta y cinco minutos, pero los lugareños sabían que a
menudo se quedaba un rato por los alrededores después de que las
puertas se cerraban. Esta vez, sin embargo, ella ya tenía el abrigo y las
llaves en la mano. Otros dos minutos y se habría ido.
Se asomó a través de las persianas. No estaba en ella dar la espalda
a alguien que la necesitara, pero no abriría la puerta a ciegas, sobre todo
con el resto del personal ausente. Si tenía alguna duda sobre la verdadera
intención de la persona, llamaría al 911 y pediría una patrulla para que
pasara por allí.
Pero una mirada le bastó para abrir la puerta con rapidez. El goteo
de sangre le avisaba que era un caso urgente. Dan, el dueño del bar de la
cuadra, entró con otro hombre cuya mano estaba envuelta en una toalla
de bar empapada en sangre. No era la primera vez que uno de los clientes
de Dan tenía una emergencia. Él hacía todo lo posible para que fuera un
bar tranquilo, pero aun así, a veces atraía a una multitud bastante ruda.
—Llévalo al primer cuarto de la izquierda mientras guardo mis
cosas.
Jana se quitó el abrigo y dejó el bolso y las llaves en el mostrador
antes de unirse a los dos hombres en la pequeña sala de examen. Cuando
entró, Dan se puso de pie.
—Perdón pero tengo que irme, Jana, prefiero no dejar el bar
desatendido. Considerando lo mucho que sangra mi amigo, no me dio
tiempo de espantar a todo el mundo y cerrar, especialmente si queríamos
atraparte antes de que te fueras. Este es Emmett Sloan, mi nuevo
cantinero, y doy fe de su buen comportamiento.
Ella estudió brevemente a su paciente antes de asentir. —Lo
suficientemente bueno para mí. Solo asegúrate de echar el seguro al salir.
Dan se detuvo frente a Emmett. —Llámame si no puedes terminar tu
turno. El bar se hará cargo de pagar la cuenta por los servicios de Jana, y
si necesitas una receta o cualquier otra cosa, me traes los recibos.

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—Está bien jefe, pero realmente odio causar todo este alboroto. Es
solo un pequeño corte.
Dan señaló la sangrienta toalla en la mano de Emmett. —Eso no es
pequeño. —Le lanzó una mirada de disgusto a Jana. —Sálvame de los
tontos nobles. Quería llamar a los paramédicos, pero no me dejó. Casi tuve
que noquearlo y arrastrarlo hasta aquí.
Considerando la diferencia de tamaño entre los dos hombres, le
hubiera gustado verlo. Dan era un hueso duro, pero medía un metro
setenta y probablemente pesaba unos setenta y dos kilos, máximo. El
cantinero casi alcanzaba los dos metros y probablemente pesaba unos
buenos cuarenta kilos más que su jefe, todo de músculos.
—Lo mandaré pronto de vuelta, Dan. —Entonces le sonrió a su
paciente. —Siento conocerte bajo estas circunstancias, señor Sloan, pero
cuidaré bien de ti.
Hizo una mueca mientras se acomodaba en la silla del rincón. —
Gracias por recibirme en tan poco tiempo, sobre todo porque estabas de
camino a casa.
—No hay problema. No tengo ningún lugar en el que necesite estar
esta noche. Siento hacer que te muevas de nuevo, pero sube a la camilla y
acuéstate. —Jana le dedicó una rápida sonrisa, cortando su inmediata
protesta. —Sé que prefieres sentarte en la silla mientras te suturo. Pero en
la remota posibilidad de que te marees por la pérdida de sangre, sería más
fácil para los dos si no tengo que recoger del piso a un hombre de tu
tamaño.
No se veía muy feliz, pero al menos no discutió. Tan pronto como lo
hubo acomodado, cogió un registro en blanco y empezó a hacerle el
número mínimo de preguntas necesarias antes de darle un tratamiento
seguro. A diferencia de muchos de sus pacientes, tenía una dirección y un
trabajo. También era mayor de lo que esperaba. Lucía como si tuviera
alrededor de veinticinco años, pero tenía más de diez años por encima de
eso. Hablando de buenos genes.
—Una última pregunta, señor Sloan, y entonces podemos empezar a
remendarte. ¿Cualquier alergia a los medicamentos o al látex?
Emmett frunció el ceño antes de responder. —No tengo problemas
con el látex, que yo sepa, pero no te molestes con cualquier analgésico,
Doc. No surten efecto en mí.
Jana levantó la vista de sus notas. —¿Qué quieres decir? ¿Qué tipo
de síntomas te dan?

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Se encogió de hombros. —No hay nada malo, pero los metabolizo
diferente a la mayoría de la gente. Da lo mismo que me inyectes agua
destilada que lidocaína, hacen el mismo efecto.
Jana consideró sus opciones. —Puedo suturar la herida si crees que
puedes quedarte quieto, a pesar de que va a dolerte como el infierno. De lo
contrario, te llevaré a la sala de emergencias más cercana. Están mejor
equipados para manejar lesiones cuando el paciente tiene reacciones
inusuales a los medicamentos.
—Sin hospitales. Me dan escalofríos. —Él puso su otro brazo detrás
de la cabeza para apoyarla. —Puedo aguantar el dolor, Doc. Lo he hecho
antes.
—Correcto. Trataré de que sea rápido. Y para que quede claro, soy
enfermera, no doctora. Puedo informar al médico que está a cargo de la
clínica, pero hago la mayor parte del trabajo pesado. Y no seamos tan
formales. ¿Te parece que me llames Jana y yo te llame Emmett?
—Me parece bien.
Sacó una bandeja esterilizada que contenía todo lo que necesitaría,
se desinfectó las manos, se puso los guantes y desprendió la toalla. Hizo
una mueca mientras limpiaba un poco la sangre para tener una mejor
vista. El corte en la palma de la mano era irregular y largo. Aunque no
lucía lo suficientemente profundo como para haberle causado ningún daño
muscular o nervioso.
Desinfectó la mano, limpió el flujo lento de la sangre, y comenzó a
cerrar la herida. Mientras trabajaba, era consciente de que sus oscuros
ojos grises seguían cada movimiento. Normalmente no le gustaba ser
observada, pero tal vez lo ayudaba a ignorar el dolor. Por supuesto, ella le
dio a Emmett puntos completos por su estoicismo. Apenas se estremeció
cuando la aguja atravesó su piel.
—Dos más y habremos terminado.
Unos momentos después, Jana ataba la última puntada. Limpió el
área alrededor de la herida por última vez y miró para ver si el sangrado se
había detenido finalmente. Satisfecha con los resultados, le vendó la
herida.
—Esto deberá ser suficiente, Emmett. Has tenido suerte. —Dejó a un
lado su bandeja. —¿Cómo sucedió?
Él levantó la mano como si revisara su trabajo. —No fue gran cosa.
Un par de botellas cayeron en la parte de atrás de la barra. Cuando fui a
coger una de ellas, le di al borde del mostrador y se rompió justo cuando la
tenía en la mano. No sé qué me dolió más, el vidrio cortando mi mano o el
whisky barato que cayó en la herida abierta.

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Su sonrisa la hizo mostrar una de las suyas. —Por lo menos el
alcohol habrá acabado con cualquier germen.
—Así es.
Ella lo tomó por su mano buena para ayudarlo a sentarse. —
Siéntate ahí por un minuto para asegurarnos de que no te sientes
mareado.
Mientras mantenía un ojo sobre él, añadió una receta para
antibiótico en la nota de su registro. —Haré una receta para una semana
de antibiótico, lo pediré a la farmacia que abre durante toda la noche a dos
cuadras al sur de aquí. Deberá estar lista para cuando salgas del trabajo.
No había manera delicada de decir la siguiente parte. Se ofendiera o
no, necesitaba decírselo. —Pedí la versión genérica, por lo que no debe ser
demasiado caro. Pero si no tienes el dinero para pagarlo, dile al
farmacéutico que lo cargue a mi cuenta. Dan dijo que te reembolsará el
costo, así que cualquiera de ustedes puede pagarme cuando llegue la
oportunidad.
Emmett solo dijo: —No hay problema. Tengo dinero en efectivo.
—Bien. Asegúrate de tomar todo según lo prescrito. No corras el
riesgo de una infección. —Ella le entregó una bolsa de plástico con algunos
paquetes de gasa estéril, un rollo de cinta quirúrgica y un puñado de
bandas adhesivas. —Siempre y cuando te sientas bien, puedes regresar a
trabajar. Mantén la herida limpia y seca. Cambia el vendaje mañana y
observa si hay signos de infección: enrojecimiento, hinchazón, aumento del
dolor. De lo contrario, vuelve en una semana, así podré sacarte los puntos
de sutura. Hay turnos durante el día conforme van llegando, pero
trabajamos por cita previa el último par de horas.
—Suena bien.
Cuando se levantó, Jana tuvo que retirarse un par de pasos para
darle suficiente espacio. Sabía que era un hombre grande, pero wow.
Aunque medía uno setenta y cinco, este chico la hizo sentirse pequeña,
algo que no sucedía muy a menudo. Esos ojos grises piedra y el corte de
cabello al rape le daban un aire indefinido. Tampoco se había perdido los
tatuajes de prisión que se asomaban de los puños enrollados de su camisa
de franela. Normalmente hubiera estado nerviosa por estar a solas con un
hombre como él, pero no lo estaba. Tal vez porque había permanecido tan
tranquilo todo el tiempo. Además, Dan no la hubiera dejado sola con
Emmett si hubiera pensado que planteaba cualquier tipo de amenaza.
En verdad, si tuviera que poner un nombre a lo que estaba sintiendo
en este momento, tendría que ser algo entre intrigada y atraída. Asociaba
la extraña reacción al cansancio.

~ 14 ~
Jana siguió a Emmett fuera de la sala de examen. Cuando llegó a la
puerta principal de la clínica, él se detuvo. —Esperaré hasta que estés lista
para salir y acompañarte hasta tu coche.
Bien, ahora estaba nerviosa. ¿Cómo sabía que había conducido
hasta al trabajo en lugar de tomar el autobús? Antes de que pudiera
preguntar, él asintió hacia el mostrador donde había arrojado el abrigo, el
bolso y las llaves de su coche.
Oh, está bien.
—No hace falta. Mi coche está en el estacionamiento justo después
del bar de Dan. Estaré bien. Camino todo el tiempo.
Estaba claro que no le gustaba dejarla sola, pero al menos no
discutió.
Una vez que se fue, ordenó todo en la sala de examen y caminó por
el resto de la pequeña clínica una vez más para asegurarse de que todo
estaba cerrado a cal y canto. Después, recogió sus cosas y salió a la noche.
Solo había dado unos pasos cuando vio a Emmett cerca, bajo la sombra de
un edificio.
Cuando se dio cuenta que había sido visto, dejó el callejón y se
dirigió directamente hacia ella, deteniéndose a unos pies de distancia. —
Mira, Jana, no estoy acechándote. Solo me estoy asegurando de que
llegues bien a tu coche. Sé que estás acostumbrada a caminar hasta el
coche sola, pero es mucho más tarde de lo habitual porque te quedaste
para suturarme.
Se notaba verdadera preocupación en su voz. —Está bien, Emmett,
pero solo por esta vez. He estado trabajando en la clínica durante mucho
tiempo y nunca he tenido ningún problema. La gente de por aquí me
conoce.
Él se puso a caminar a su lado, acortando el paso para que
coincidiera con el de ella. Parecía contento de caminar en silencio, pero
Jana cedió a la tentación de hacer conversación. —No te he visto por aquí
antes. ¿Cuánto tiempo llevas trabajando para Dan?
—Alrededor de un mes. —Él la miró. —Antes de eso estaba en la
cárcel. Acabo de salir después de quince años.
La etiqueta de ex convicto hacía tiempo que había perdido la
capacidad de sorprenderla. Un buen número de sus pacientes regulares
había pasado tiempo en la cárcel, o por lo menos un tramo o dos en la
cárcel. —Bueno, aterrizaste en el lugar correcto. Dan es un buen tipo.
—Así parece.

~ 15 ~
Emmett se detuvo bajo la tenue luz de la ventana de una tienda. —
No has preguntado por qué estuve en la cárcel, Jana. Parece algo que tal
vez desees saber acerca de un tipo que está caminando contigo por una
calle oscura en la noche. —Parecía genuinamente perplejo por su falta de
curiosidad.
Muchas personas lo rechazaban, sin duda debido a su tamaño y su
récord policiaco, pero Jana levantó una mano para tocarle el brazo, para
hacerle saber que ninguna de esas cosas importaba. —Si fueras un peligro
para mí, Dan nunca me habría dejado a solas contigo. Incluso con el bar
abierto, habría permanecido allí hasta que hubiéramos acabado. Ya lo ha
hecho antes, cuando un par de sus clientes se pusieron alborotadores.
Emmett no estaba claramente feliz con su evaluación de la situación.
—Dan solo me ha conocido por poco tiempo. Ninguno de los dos sabe de lo
que soy capaz.
¿Quería que tuviera miedo de él? Eso no tenía sentido. —Está bien,
Emmett, quieres verme preguntar, así que lo haré. ¿Por qué estuviste en la
cárcel?
Se quedó junto a ella, sus ojos se perdieron en algún lugar en el
pasado. —Cuando era joven y estúpido, me metí en una pelea en la que los
miembros de una pandilla estaban golpeando a un adolescente. Mientras
estaba quitándole de encima a los otros, el chico y el líder de la banda se
dieron una buena. El líder de la banda terminó golpeándose la cabeza en
la esquina de un edificio de ladrillo y cayó noqueado. Nunca despertó. El
adolescente se escapó antes de que la policía llegara y la pandilla estaba
sedienta de sangre. Me señalaron y le dijeron a la policía que había
empezado la pelea y que deliberadamente había matado a su amigo. Sin
testigos a mi favor, la condena fue más o menos un juego de niños. Porque
tenía veintidós años y el chico muerto era menor de edad, me dieron
veinticinco años.
—¿Así que estás en libertad condicional?
Finalmente se giró hacia ella. —No realmente, fui exonerado cuando
el chico al que estaba tratando de ayudar finalmente apareció y dijo la
verdad sobre lo que pasó. Parece que encontró una religión o algo así. El
fiscal y la policía no fueron muy fáciles de convencer; no les gustó
enterarse de que habían condenado a la persona equivocada. Por suerte
para mí, el abogado de oficio que me fue asignado hace años se había
mantenido en contacto y bateó para mí.
Historias como la de Emmett pocas veces tenían finales felices. —
Siento que el chico haya esperado tanto tiempo, pero me alegro de que tu
nombre haya quedado limpio. ¡Bien por ti!

~ 16 ~
Se metió las manos en los bolsillos. —Sí. Es bueno. Todo está bien,
aunque todavía estoy tratando de acostumbrarse a estar en el exterior.
Mucho ha cambiado desde que me fui.
Mientras hablaba, exploraba los alrededores. Se preguntó si siempre
había sido tan cauteloso, o si se trataba de remanentes de su tiempo en la
cárcel. Parecía inusualmente tranquilo para haber perdido quince años de
su vida por un crimen que no cometió, pero tal vez era bueno en ocultar
sus emociones.
—Bueno, este es mi coche, así que aquí nos separamos. Gracias por
caminar conmigo, Emmett. Te veo en una semana o antes, si tienes
cualquier problema. —Le sonrió. —Probablemente nos crucemos de vez en
cuando ya que este es un barrio muy unido. Esperemos que la próxima vez
no implique sangre y puntos de sutura.
Su risa fue un estruendo profundo. —Sí. Gracias de nuevo por todo,
Jana.
Él esperó hasta que se retiró del estacionamiento. Agitó la mano una
última vez y se dirigió calle arriba hacia su casa. Antes de doblar la
esquina miró por el espejo retrovisor una última vez. Emmett había llegado
al bar de Dan, pero se había detenido para observar hasta que ella
desapareciera de su vista.
Qué hombre tan interesante. Lo vería nuevamente. Por alguna razón,
ese pensamiento la hizo sonreír todo el camino a casa.

~ 17 ~
Capítulo 3
Traducido Por Fangtasy
Corregido Por Nyx

mmett limpió la barra y miró la hora. Cinco minutos antes de


E que su jefe lo relevara para su descanso. Hasta el momento,
había resultado ser fácil trabajar para Dan. Lo único que
pedía a sus empleados era que llegaran a tiempo y le dieran un día de
trabajo justo a cambio del salario. El puñado de personas que trabajaban
en el bar parecían todos bastante agradables, pero Emmett no tenía ganas
de verlos fuera del trabajo.
Era más fácil ir en solitario que preocuparse por tener que ocultar
sus secretos a la gente que lo rodeaba. Si nadie se le acercaba, no podían
descubrir la clase de bicho raro que realmente era. Echando la vista atrás,
siempre había sido más o menos un solitario, y tras quince años habiendo
sido obligado a vivir encerrado, con algunos que eran la escoria más
violenta de los alrededores, sólo lo hizo ser más así. Por ahora, él se sentía
feliz de poder pasar sus horas libres solo. Trataba a los clientes de Dan
con cortesía pero no hacía ningún esfuerzo para llegar a saber algo más
acerca de éstos, más allá de su marca favorita de cerveza y de la forma en
que le gustaban sus hamburguesas.
Dan salió de su pequeña oficina y se dirigió directo hacia él. Emmett
terminó con el pedido que había estado preparando cuando Dan llegó. —
Estos son para la mesa de allá, en la esquina.
—Entendido. Te veo en unos minutos.
Si Dan se había dado cuenta de que Emmett sincronizaba sus
descansos para que coincidieran cuando Jana generalmente se dirigía
caminando a su coche, no había dicho nada. Tal vez era lo suficientemente
inteligente como para saber que no era de su incumbencia. Emmett agarró
su chaqueta antes de salir hacia la oscuridad. Llenar sus pulmones de aire
fresco nunca estaba de más, y su visión se adaptó rápidamente a la
oscuridad. Los médicos nunca habían sido capaces de darle una
explicación de por qué sus ojos eran tan sensibles a la luz. Su único
consejo fue que llevara buenas gafas de sol. Éstos encontraron su extraña
habilidad para curarse aún más desconcertante.
Para evitar que Jana descubriera lo rápido que sanaba, Emmett se
había sacado sus propios puntos de sutura dos días después de haber sido
herido, en lugar de regresar a la clínica. Ahora, escasamente una semana

~ 18 ~
más tarde, incluso la cicatriz era apenas visible. Si Jana venía a buscarlo,
planeaba mentir y decirle que su médico de cabecera se había encargado
de su herida.
Se metió en su escondite habitual en el callejón, dos edificios más
arriba del bar, lo que le proporcionaba una panorámica de toda la ruta de
Jana desde la clínica hasta su coche. Él era lo suficientemente alto para
echar un vistazo por encima de un enorme contenedor de basura,
haciendo que fuera poco probable que lo divisara, mientras ella pasaba de
largo. Apoyado en la pared, se acomodó para esperar. No pasó mucho
tiempo antes de oír el sonido familiar de sus pasos.
Pensaba que Jana era ingenua por pensar que esta zona era segura
para una mujer sola, pero él no iba a ser el que hiciese estallar su
burbuja. Igual que siempre, ella venía caminando a lo largo de la
manzana, con el cabello color chocolate acariciándole los hombros y las
largas piernas de ésta atrayendo su mirada al igual que lo hacían cada
noche. Esta vez, llevaba dos grandes cajas y parecía dichosamente ajena a
cualquier peligro potencial que pudiera estar al acecho en la zona. Sin
embargo, cuando Jana llegó a la altura del callejón, se volvió para mirar
directamente hacia él. Mierda, lo había pillado.
Después de una rápida mirada hacia arriba y abajo del bloque, dejó
las cajas en la acera y se dirigió justo hacia él. En lugar de atacarlo, se
puso las manos en las caderas y le dirigió una mirada con los ojos
entornados suavizada con el más indisimulado indicio de una sonrisa. —
Emmett Sloan, me gustaría recordarte que soy una chica grande y capaz
de cuidar de mí misma. Sin embargo, si vas a insistir en asegurarte de
que llego a mi coche a salvo, bien podrías hacer algo útil también y llevar
esas cajas por mí. Hay cuatro más justo como esas junto a la puerta de la
clínica.
Él levantó las manos en señal de rendición y dejó su escondite atrás.
—Sí, señora.
De regreso al otro lado de la calle, cogió las cajas y le permitió que lo
guiara. Después de que las metió en la parte trasera de su coche, los dos
se dirigieron hacia la clínica. Mientras caminaban, ella le preguntó: —
¿Cómo está tu mano?
Emmett la puso con la palma hacia arriba. Por lo menos había sido
lo suficientemente inteligente como para mantener un vendaje sobre ella
como camuflaje. —No hay ningún problema, no hay dolor.
—Eso es bueno. Y, ¿te estás tomando tu antibiótico?
En lugar de admitir que no se había molestado en hacerlo, le hizo
una pregunta. —¿Prestas a menudo atención de seguimiento en la calle?

~ 19 ~
—A veces. Puede que te resulte difícil de creer, pero algunos de mis
pacientes no siempre siguen mi consejo. Cuando eso sucede, los persigo.
Emmett esperaba que estuviera bromeando, pero una mirada a su
cara le dejó claro que estaba hablando muy en serio. —Dime que no
rondas sola estas calles, no por la noche, en cualquier caso.
Ella le dirigió una sonrisa traviesa. —Podría decirte eso, pero trato
de no mentir a mis amigos.
No sabía qué le sorprendió más: que hubiera arriesgado su propia
seguridad de ese modo o que pudiera considerarlo un amigo. Sólo habían
pasado unos minutos en compañía el uno del otro, aunque había algo en
esta mujer en particular que realmente lo atraía. Por supuesto, había
pasado una década y media desde que había tenido una relación física con
alguien que no fuera su propia mano derecha, pero era más que eso.
Demonios, ni siquiera sabía casi nada acerca de ella, a excepción de
las pocas cositas que había conseguido escuchar a hurtadillas a la gente
que hablaba en el bar. Jana había estado trabajando en la clínica durante
cuatro años, y no había escuchado nada negativo sobre ella o sobre los
servicios que prestaba. Por otro lado, un par de personas habían
expresado su preocupación por cuánto tiempo la clínica podría permitirse
el lujo de mantener las puertas abiertas a menos que encontraran una
nueva fuente de financiamiento. Emmett apostaba que Jana odiaba tener
esa preocupación cerniéndose sobre su cabeza todo el tiempo.
Llegaron a la puerta de la clínica y recogieron las últimas cuatro
cajas. Ella protestó cuando él insistió en llevar tres a la vez, lo cual dejaba
sólo una para que la llevara ella. Éstas no eran tan pesadas, especialmente
para él, pero no pudo resistirse a chincharla un poco. —Si tuviera que
adivinar, diría que llenaste estas cosas con rocas.
Jana asintió. —Has acertado a la primera. Resulta que un buen
golpe en la cabeza consigue que me presten atención incluso mis pacientes
más rebeldes. Digamos, por ejemplo, cierto tipo que aún no ha respondido
a mi pregunta acerca de tomar sus antibióticos.
¿Debería mentir o dejaría que supiera que no era exactamente
normal? Al final, la respuesta era fácil. Esperó hasta después de que
hubieran llegado a su coche y metiera las cajas en el interior. —No, no me
molesté en tomar los antibióticos, por la sencilla razón de que nunca los
necesito. No sólo mi cuerpo quema los medicamentos para el dolor,
también me curo mucho más rápido de lo que lo hacen otras personas.
Para mostrar lo que quería decir, se trasladó directamente bajo una
farola cercana y se arrancó el vendaje. Era difícil no meter la mano en el
bolsillo fuera de su vista, pero finalmente la sostuvo en alto para su
inspección. Ella bajó la mirada hacia su palma, casi en perfecto estado,

~ 20 ~
durante un buen rato antes de alzar sus ojos oscuros para encontrarse de
nuevo con los de él. —Si no te hubiera suturado yo misma, creería que
nunca te habías tropezado con esa botella rota en absoluto. Esto es…
Cuando ella vaciló, él llenó el espacio en blanco por ella. —
Espeluznante, extraño, sobrenatural.
Ella le dio un cachete en el brazo. —¡Emmett! Para. Yo no iba a decir
ninguna de esas cosas horribles.
—¿Por qué habrías de ser diferente? Es lo que he escuchado toda mi
vida. —Él cerró su mano en un puño mientras los recuerdos afloraban de
golpe. —Demonios, en parte esa es la razón por la que fui condenado, en
primer lugar. Incluso a mi propio abogado le costaba creer que esos
gamberros con los que luché recibieron su parte justa de buenos golpes y
patadas. Al día siguiente, aún tenían moretones y estaban heridos
mientras yo parecía como si no hubiera sido ni tan siquiera tocado. Si
algún periodista no hubiera sacado un par de fotos in situ1, yo habría
estado totalmente jodido.
Ella se le acercó para cubrir su puño con sus manos, su tacto suave
y cálido. —Déjame mirar de nuevo. Por favor.
Poco a poco aflojó los dedos, conteniendo su aliento en su garganta
mientras ella trazaba la línea débil de la cicatriz con la punta de su dedo.
—¿No sientes dolor ni nada?
—Estuvo sensible durante un par de días, pero eso es todo.
Finalmente, ella entrelazó sus dedos con los de él. —Siempre llevo
un par de vendas extra en mi bolso. ¿Quieres una para cubrirla de nuevo
antes de volver al trabajo?
No había pensado en eso. Dan se daría cuenta a ciencia cierta
puesto que había prohibido a Emmett lavar cualquier plato hasta que
Jana le diera un parte médico favorable. —Puede que sea una buena idea.
Le diré a Dan que dijiste que podía volver a tareas regulares el lunes.
—Hazme saber si necesitas un parte de alta médica firmado o algo
así. Mientras tanto, creo que voy a dirigirme al bar contigo. He tenido
ganas de una de las hamburguesas dobles con queso de Dan, y de una
gran cantidad de patatas fritas, durante toda la semana.
Cruzaron la calle juntos, pero Emmett se detuvo poco antes de
entrar en el bar. —Esperaré un par de minutos antes de entrar. Así la
gente no pensará que estuvimos juntos.

1 in situ es una expresión latina que significa «en el sitio» o «en el lugar», y que suele utilizarse para designar un
fenómeno observado en el lugar, o una manipulación realizada en el lugar.

~ 21 ~
Ella inmediatamente enroscó su brazo en torno al suyo. —¿Y por qué
habría de importarme eso? Ahora, entremos antes de que Dan reclame mi
cabeza por mantenerte fuera de aquí tanto tiempo.
Emmett dejó que tirase de él para cruzar la puerta. Mientras
caminaba para situarse tras la barra para reincorporarse a sus funciones,
observó a Jana saludar a varias personas en el bar antes de encaramarse
a uno de los taburetes de la barra justo en frente de Dan.
Su jefe limpió la barra ante ella. —¿Lo de siempre, Jana?
Ella suspiró dramáticamente. —Trato de mantenerme lejos, Dan,
pero puedo escuchar a tus perversas hamburguesas llamándome por mi
nombre cada noche mientras camino hacia mi coche. Aun a sabiendas de
que son malas para mis arterias, a veces simplemente no puedo
resistirme. Es una debilidad.
Dan se rio. —Y yo te digo cada vez que te quejas de mi cocina que
podías pedir sólo una hamburguesa envuelta en lechuga, sin queso, y una
ensalada en vez de las patatas fritas.
Jana parecía horrorizada. —¿Y destruir la perfección de ese manjar?
—Está bien, pero no digas que no te ofrecí el lado más sano de mi
cocina. —Mientras hablaba, abrió la tapa de una cerveza artesanal local y
la colocó frente a ella. —Esta corre a cuenta de la casa. Es una marca
nueva que acabo de empezar a encargar, y me gustaría tener tu opinión.
Emmett la observó mientras ésta tomaba un largo trago antes de
dejar la botella sobre la barra. Jana hacía que el simple acto de beber una
cerveza pareciese casi sensual. Como si sintiera su atención, ella miró en
su dirección y sonrió. —Hey, jefe. Una cosa más. Si Emmett regresa tarde
de su descanso, échame la culpa a mí. Cuando nos encontramos el uno
con el otro afuera, le hice llevar unas cajas pesadas de la clínica a mi
coche por mí.
La mirada de Dan pivotó de Jana a Emmett, y viceversa. —No hay
problema. Es hora de que permitas que alguien te eche una mano amiga.
Todos sabemos que trabajas demasiado duro. Ahora iré a preparar esa
hamburguesa para ti.
—Gracias, Dan.
Emmett esperó hasta que su jefe estuvo de vuelta en la cocina antes
de acercarse a Jana. —No tenías que encubrirme. Si él hubiera tenido
problemas conmigo por haber estado fuera un par de minutos de más, me
hubiera encargado de arreglarlo.
—Hubiera hecho lo mismo por cualquiera, Emmett. No le des
importancia.

~ 22 ~
Antes de que pudiera responder, Meg, la camarera de turno, le trajo
una pila de pedidos para servir. Mientras preparaba un par de copas
sofisticadas y metía algunas de esas sombrillas estúpidas en ellas, Jana
abandonó su lugar en la barra para hablar con algunas de las personas
que había en el local. La mayoría parecían contentos de verla, pero unos
pocos agacharon la cabeza y parecían sentirse culpables. Si tuviera que
adivinar, eran más de sus pacientes que no se habían pasado por la clínica
últimamente. Incluso éstos terminaron charlando con ella. Está bien, así
que tal vez ella tenía razón, y él estaba exagerando. No la conocía lo
suficiente como para darse cuenta de que trataba a todos con la misma
calidez y amabilidad, así que no lo estaba distinguiendo para recibir una
atención especial.
Debería sentirse aliviado. En vez de eso, le molestó. Apartó la mirada
de ella y llenó un par de cervezas de barril para algunos clientes
habituales que habían venido y se habían sentado en su lugar habitual en
el extremo más alejado de la barra. Cuando terminó de entregar las
bebidas, Dan había regresado con el pedido de Jana. De hecho, portaba
dos cestas llenas con enormes hamburguesas y patatas fritas apiladas.
Empujó una hacia Emmett. —Tómate tu descanso para cenar.
¿Qué demonios? —Acabo de regresar de mi descanso. Mi cena no
será hasta dentro de una hora.
—Sé lo que dice el cuadrante de horarios, pero Meg tiene que acabar
temprano esta noche por algún evento en la escuela de su hijo. Tendremos
que cubrir sus mesas después de que ella se vaya.
Emmett miró hacia la camarera en la esquina del fondo del bar.
Tenía que ser difícil trabajar por las noches cuando tenía niños en casa,
aunque nunca la había oído quejarse por ello. Se sirvió para sí mismo un
refresco y agarró su cesta para dirigirse a la esquina del fondo del bar
donde él solía sentarse. La mayoría de las noches la gente lo dejaba solo
para tomar su comida en paz, pero evidentemente esta no era como la
mayoría de las noches. Apenas se había instalado cuando una sombra
cayó sobre su mesa.
—¿Te importa si tienes compañía? No me gusta comer sola.
Emmett normalmente prefería comer solo, pero empujó la silla de
enfrente apartándola de la mesa con el pie. —Toma asiento.
Jana se sentó y agarró la botella de kétchup y se sirvió un lago de
éste sobre sus patatas fritas. Luego añadió un par de buenos chorros de
salsa picante por encima, en generosa cantidad. Emmett se rio. —¿Le
gustaría tomar algunas patatas fritas con tu sopa de kétchup con salsa
picante, señorita?

~ 23 ~
Ella le dirigió una mirada de superioridad mientras pescaba una
patata frita de la pila y la mordisqueaba. —Resulta que me gusta una
mezcla al cincuenta por ciento de patatas fritas y de kétchup. No lo
descartes si no lo has probado.
Él observó el desagradable aspecto con recelo. —Lo siento, creo que
voy a pasar.
Durante los próximos minutos, los dos se concentraron en su
comida. La cocina de Dan no era nada lujosa, pero hacía una
hamburguesa aceptable. Algunas noches, Emmett devoraba dos de las
enormes hamburguesas dobles con queso, pero pensó que Jana no sería
capaz de terminarse ni siquiera una. Él habría perdido la apuesta, sin
embargo. Ella, en realidad, le ganó llegando a la línea de meta y se comió
lo que quedaba de la salsa de tomate en sus dedos cuando él tragó el
último bocado de su hamburguesa.
—Dios, estaba buena. —Jana se recostó en su silla pareciendo
malditamente satisfecha con la vida. Entonces sus ojos se centraron en la
cesta de él mientras éste la dejaba a un lado. —Oye, no vas a dejar que
esas últimas patatas fritas se desperdicien, ¿verdad?
Emmett empujó la canasta a través de la mesa hacia el lado de ella.
—Noquéate tú solita.
Ella comenzó a ir a por una, pero retiró la mano. —No, no debería
comportarme como un cerdo, sobre todo cuando es sólo la primera vez que
hemos compartido una comida. No me gustaría causarte una mala
impresión.
Emmett sospechaba que sólo estaba bromeando, pero eso dejaba
una pregunta sin respuesta. Si esto era sólo su primera comida, ¿estaba
suponiendo que habría otras? Interesante, pero sólo había una forma de
averiguarlo. Miró la hora y vio que su descanso para cenar estaba a punto
de terminar. Era el momento de actuar como un hombre y hacer su
movimiento a pesar de que las palabras que quería decir estaban
apiñadas, sin orden ni concierto, en su garganta formando un gran nudo.
Finalmente, las obligó a salir, su normalmente profunda voz sonó como un
paseo por una carretera con grava de cinco millas de longitud mientras
hablaba.
—Mira, libro este fin de semana. ¿Quieres salir a cenar el sábado por
la noche?
Jana había estado a punto de tomar un trago de su cerveza. En
cambio, cuidadosamente colocó la botella de nuevo sobre la mesa. —Lo
siento, Emmett, pero no puedo. Ya tengo planes.
Bien, lo había intentado. Debería haber sabido que habría alguien en
su vida. Una mujer como ella no andaría corta de admiradores
~ 24 ~
masculinos. Él se puso de pie, listo para retirarse a la seguridad de la
barra. Ella lo agarró del brazo antes de que pudiera escapar. —Me
encantaría cenar contigo, pero les prometí a mis padres que iría a la fiesta
de cumpleaños de mi sobrina. Podrías venir conmigo, pero supongo que no
estarás por la labor, sobre todo teniendo en cuenta que mis cinco
hermanos y su progenie estarán allí. Los adoro a todos, pero
definitivamente son un gusto adquirido.
Ella tenía razón en eso. Realmente no había esperado que aceptara.
—Tal vez en otro momento entonces.
Jana se mordió el labio inferior brevemente y luego dijo: —¿Qué tal
el domingo? Estoy libre entonces, aunque no puedo quedarme hasta
demasiado tarde. Tengo trabajo en la clínica el lunes temprano.
Wow, en realidad dijo que sí. Emmett se dejó caer de nuevo en su
silla. ¿Ahora, qué? No es como si tuviera algún tipo de plan en mente. No
había salido con una cita en casi dieciséis años, y dudaba que a ella le
gustara un rally de monster trucks incluso si hubiera alguno por los
alrededores. —El domingo estaría genial, Jana. ¿Alguna preferencia sobre
a dónde quieres que vayamos?
Él bajó la voz. —Teniendo en cuenta donde he vivido hasta hace
poco, no estoy al día respecto a los restaurantes de la zona.
¿El recordatorio de que él era un ex-convicto, exonerado o no, la
haría cambiar de opinión? Evidentemente no, porque ella estaba
definitivamente pensando algo acerca de ese asunto.
—Hago el papeleo en la clínica los domingos por la tarde. ¿Por qué
no te encuentras allí conmigo a las seis? Mi restaurante italiano favorito
está lo suficientemente cerca así que podemos ir caminando si el clima es
agradable.
¿Pensaba que no podía recogerla en coche? O más probablemente,
tal vez no estaba segura de si quería que él supiera donde vivía. En lugar
de ponerse paranoico por nada, dijo, —Suena como un plan, y puedo
recogerte en coche si llueve.
Su sonrisa fue todo lo que podía haber esperado. —Perfecto. Estoy
deseando que llegue. Asegúrate de traer un apetito saludable. La comida
es muy buena y abundante.
Era el momento de volver al trabajo. —Te veo el domingo.
—¿Quieres decir que no me vas a ver mañana cuando camine de
regreso a mi coche? No sabré qué hacer sin esos magníficos ojos tuyos
siguiendo cada uno de mis pasos.

~ 25 ~
Teniendo en cuenta que eso era exactamente lo que estaba
planeando hacer, sus mejillas ardieron calientes. —Bueno, sí, te veré
mañana y luego el domingo.
—¡Qué tengas una buena noche, grandullón!
Ella le guiñó un ojo y salió por la puerta mientras Emmett volvía a
trabajar detrás de la barra. Y si Dan se preguntó qué tenía a Emmett
sonriendo de vez en cuando, no hizo preguntas.

~ 26 ~
Capítulo 4
Traducido Por Fangtasy
Corregido Por Nyx

ra difícil saber si la gran multitud reunida en el bar era debido


E al clima lluvioso de afuera o si era que los viernes estaba
siempre tan lleno. De cualquier manera, Emmett no había
tenido ni un minuto para tomarse un respiro desde que comenzó a
trabajar. No ayudaba que hubiera estado ansioso todo el día y no sabía por
qué. A pesar de haber trabajado hasta tarde la noche anterior, se había
despertado mucho antes de la salida del sol y pasó todo el día paseando
por las calles, rodeando los mismos bloques, una y otra vez. Había perdido
la cuenta de cuántas veces había terminado de pie ante la entrada secreta
de la sede de los Paladines con una compulsión extraña de golpear la
puerta.
La extraña sensación duró hasta mucho después de la hora en que
tenía que estar en el trabajo. Entre pedidos, se había sorprendido a sí
mismo apretando los puños y mirando por encima del hombro como si
alguien lo estuviera acechando. No se había sentido acosado... no así de
acosado desde justo después de haber sido enviado a la cárcel. En aquel
entonces había protagonizado un par de peleas sangrientas para
convencer a los depredadores en su bloque de celdas de que vivirían más
tiempo si buscaban una presa más fácil. Aquellos recuerdos nunca se
habían desvanecido, y todavía se despertaba algunas mañanas
sorprendido de que estuviera en su apartamento y no en su vieja celda.
Sin embargo, esta compulsión superaba a cualquier otra, como una
pesadilla siendo vivida en tiempo real.
Por último, se produjo un momento de calma en la recepción de
nuevos pedidos y la multitud se redujo. No estando seguro de cuánto
tiempo duraría la tregua, Emmett se apoyó contra la parte posterior de la
barra para recuperar el aliento. No fue hasta entonces que se dio cuenta
de que la extraña tensión que había estado acosándolo durante todo el día
se había ido. Movió los hombros y torció el cuello de lado a lado, feliz de
encontrar que sus músculos, finalmente se habían relajado.
Unos segundos después, una ráfaga de aire fresco atravesó la sala
cuando un grupo de hombres entraron desfilando por la puerta. Se
dirigieron hacia una de las largas mesas a lo largo de la pared del fondo, y
liderando el desfile estaba Devlin Bane y su amigo Trahern. Ambos

~ 27 ~
hombres tenían por norma hacer contacto visual con él antes de sentarse.
Desde donde Emmett permanecía de pie, todos tenían un aspecto horrible,
como si hubieran vivido unas largas y duras horas. Incluso si estaban
locos, todavía recordaba lo que le habían dicho sobre el desarrollo de una
conexión con la barrera cuanto más vivían en las proximidades de la
misma. Ellos probablemente afirmarían que eso era lo que había estado
sintiendo todo el día.
Sólo había una forma de averiguarlo. Emmett le indicó a la camarera
que cubría esa esquina que él iba a encargarse de ellos. Se movió a lo largo
de la barra hacia donde el segundo cantinero permanecía de pie. —Voy a
tomarme mi descanso para cenar. Hazme saber si se pone demasiado
intenso para que no puedas solo. Estaré en esa mesa del fondo con
algunos tipos que conozco.
—Lo haré.
Emmett puso siete cervezas y vasos en una bandeja, e hizo un
pedido para el mismo número de hamburguesas con patatas fritas.
Después de lanzar el dinero suficiente en la caja para cubrir la cuenta,
llevó la bandeja a la mesa. Trahern inmediatamente se desplazó a un lado
e hizo espacio para que Emmett colocara una silla a su lado.
Miró las cervezas sobre la bandeja. —No me acuerdo de haber
pedido.
Emmett se sentó. —Sí, bueno, esta ronda corre por mi cuenta. Así
como las hamburguesas que deberían estar aquí en unos minutos.
—Gracias, Emmett. —Devlin se reclinó en su silla y cerró los ojos. —
Una de las hamburguesas de Dan nos sabrá bien ahora mismo. Ha sido
un día de perros. Yo no sé el resto de los chicos, pero apenas me quedaba
energía suficiente para llegar hasta aquí.
Muy bien, esto le daba pie a Emmett. —¿Podría tu día de perros
tener algo que ver con el porqué he estado ansioso y con ganas de darle un
puñetazo a algo desde que me levanté esta mañana?
Trahern ya estaba asintiendo. —No hay duda. La barrera ha estado
hoy subiendo y bajando como un jodido yo-yo. Tan pronto como habíamos
empujado a los Otros de regreso al otro lado y restaurado la barrera, ésta
fallaba de nuevo. Supongo que es eso lo que has estado sintiendo. Sucede
todo el tiempo, hasta cierto punto, pero algunos días son definitivamente
peores que otros. La buena noticia es que está de nuevo arriba y lo
suficientemente estable como para permanecer así por un tiempo.
Emmett no quería oír nada más, y seguro que no quería creerlo. En
lugar de decir nada, volvió al bar para recoger la comida. Repartió las
cestas alrededor de la mesa y se sentó de nuevo. Por la forma en que sus
compañeros se lanzaron a por sus comidas, una ronda de hamburguesas
~ 28 ~
no iba a ser suficiente. Él se encontró con los ojos de Dan y le señaló su
cerveza y su cesta vacías antes de dibujar un circulo con su dedo en el aire
para indicar que necesitaban otra ronda.
—Acabo de pedir más de todo. Si quieren algo además de las
hamburguesas, háganmelo saber.
El Paladín al otro lado de Trahern lo miró y sonrió. Emmett estaba
bastante seguro de que habían sido presentados, pero no podía ponerle
nombre a su rostro. El otro hombre debió haber captado sus pensamientos
porque se señaló a sí mismo, y luego a cada hombre por turnos, mientras
decía en voz alta sus nombres. —Yo soy Lonzo, este es D.J., y Cullen está
en la esquina opuesta. Ya conoces a Devlin y a Trahern. El mocoso
escuálido en el extremo de la mesa es Chase.
El chico levantó la vista y le disparó a Lonzo una mirada asesina. —
Estabas poderosamente contento de que estuviera en la ciudad, Lonzo. La
próxima vez simplemente me sentaré y observaré como tú me muestras
cómo se hace. Por supuesto, eso sería como ver una repetición a cámara
lenta que se prolonga eternamente, pero eso es de esperar de un anciano
como tú.
Lonzo arrojó una patata frita a Chase. —Oye, cuidado, chico.
Deberías tener cuidado con a quién insultas por aquí. No olvides que
Trahern es mayor que yo. Tal vez te gustaría enfrentarte a él en la práctica
de mañana. O mejor aún, a Devlin. Él es más viejo que la tierra.
Esa última pulla atrajo la plena atención de Bane. —Dios, pero
seran idiotas, ¿no pueden aguantar treinta segundos sin comenzar algo?
Creo que pedí que hicieran alarde de su mejor comportamiento ante
Emmett.
D. J. se unió a la conversación con una gran sonrisa en su rostro. —
Caramba, este es nuestro mejor comportamiento, Dev. Por lo menos todos
nos duchamos y cambiamos nuestros zapatos y ropa ensangrentados
antes de venir. Eso debería contar para algo.
—Y dejamos nuestras armas en los coches. —Cullen tomó un largo
trago de su cerveza. —Además, estoy pensando que Emmett no es tan fácil
de asustar.
Sorprendentemente, tenía razón en eso. Incluso si estos chicos
estaban chiflados, había algo en ellos que le gustaba. Tal vez era porque
todos ellos eran hombres grandes como él, un poco rudos de aspecto y
formas. También les creyó cuando dijeron que tenían un montón de otras
características en común, sobre todo aquellas que siempre lo habían
distinguido de los demás.
Dan apareció con la nueva ronda de bebidas y comida. Devlin lo
saludó inclinando la cabeza, —Hola, Dan. ¿Cómo te va?
~ 29 ~
—Las cosas me van bien. Ha pasado bastante tiempo desde la
última vez que los vi aquí, chicos. —Miró en dirección a Emmett. —Veo
que han conocido a Emmett. Díganme que no están tratando de
convencerlo para que se vaya a trabajar con ustedes.
Trahern miró en dirección a Emmett antes de contestar. —Eso aún
está por verse.
Así que Trahern no había renunciado a él todavía. Emmett no estaba
seguro de cómo se sentía acerca de eso. Halagado tal vez, pero eso no
quería decir que estuviera listo para saltar en su extremo de la piscina
para chiflados en cualquier momento inmediato.
—Es uno de los mejores cantinero que he tenido en mucho tiempo.
No me sentiré feliz si lo engatusan para que se marche. Por el momento,
disfruten de sus hamburguesas. —Dan palmeó a Emmett en el hombro. —
Tómate tu tiempo para comer. Has trabajado durante tu descanso, así que
te debo algo más de tiempo.
Emmett lo vio alejarse, decidiendo que se terminaría su segunda
hamburguesa y luego volvería al trabajo. La única razón por la que Dan
sabía que se había perdido su descanso era que éste había estado de pie
junto a Emmett a la par con él, mientras servían pedido tras pedido. No
había manera de que se aprovechara del buen carácter de su jefe. Mientras
comía, él era muy consciente de Devlin observándolo. Por último, se limpió
las manos en una servilleta y empujó su cesta de hamburguesa,
apartándola.
—Escúpelo, Bane. Tengo que volver detrás de la barra en un par de
minutos.
Devlin se inclinó hacia delante para apoyar sus codos sobre la mesa.
Trahern hizo lo mismo, poniéndose ambos más cerca de lo que a Emmett
le gustaba. Ellos sabían que lo estaban atosigando y no les importaba. Por
último, Devlin dijo, —Yo no estoy aquí para incordiarte sobre que te unas a
nosotros, pero no estaba tomándote el pelo respecto a tu conexión innata
con la barrera. Este sentimiento que has tenido todo el día sólo se va a
poner peor para ti cuanto más larga sea tu estancia en la zona.
Trahern se unió. —Nuestro geólogo local te podría dar la explicación
larga acerca de todas las placas tectónicas que confluyen en la zona y de
por qué todos los volcanes son parte del sistema. La conclusión es que
cada vez que las placas se deslizan o los volcanes comienzan a retumbar,
la barrera cae. Todas esas galimatías científicas no significa que te vaya a
explicar qué te dispara esas ganas de acercarte a la barrera y defenderla
con todo lo que tienes. No te dirá por qué, sólo que lo hace. No estoy
seguro de que alguien sepa mucho más que el hecho de que está cableado
en nuestros genes.

~ 30 ~
La segunda cerveza no hizo absolutamente nada para quitar el sabor
amargo de lo que le estaban diciendo. Emmett quería decirles que cerrasen
la puta boca, pero su instinto le decía que necesitaba escucharlos. Devlin
siguió desde donde Trahern lo dejó.
—La única manera de evitarlo es mudarte a alguna parte lejos de la
barrera. Podemos darte una lista de las áreas que son relativamente
seguras para los de nuestra clase.
Excelente. Si quería conservar su sano juicio, tendría que alejarse
del único hogar que había conocido en toda su vida. Eso significaría
renunciar a un trabajo que le gustaba, al apartamento por el que acababa
de firmar un contrato de arrendamiento de un año, y a Jana. Esto último
era el factor decisivo. No había manera de que fuera a alejarse de ella un
minuto antes de lo que fuera absolutamente necesario.
Dejó el vaso sobre la mesa un poco más bruscamente de lo que era
su intención, pero estos tipos ya sabían que tenía su temperamento. —
Gracias por el consejo. Déjenme saber si necesitan algo más.
Cuando se fueron un poco más tarde, Trahern se quedó atrás. —Si
no has encontrado un gimnasio donde puedas hacer ejercicio, deberías
buscarlo. El ejercicio físico puede ayudar a reducir la tensión. Serías
bienvenido si decidieras usar nuestras instalaciones, pero supongo que no
estás listo para eso.
—Tienes razón en eso. —Emmett arrojó su trapo sobre la barra y se
inclinó más cerca para asegurarse de que no fueran escuchados. —No
quiero ser un ingrato ni nada parecido, pero tienes que saber lo demencial
que suena todo eso. Quiero decir, ¿quién alguna vez ha oído hablar de
alienígenas asesinos con espadas y hachas?
Trahern dejó escapar un gran suspiro. —Sé cómo te sientes. Yo
estaba viviendo en las calles y volviéndome salvaje cuando uno de los
Regentes me encontró y me dio un hogar. Cuando me gradué de la escuela
secundaria, me presentó a mi primer paladín, quien me enseñó todo lo que
sé. Ahora él está a cargo del contingente de Paladines de Missouri.
Muy bien, así que Emmett no era el único que llegó a la fiesta tarde.
—¿Cuánto tiempo le llevó a tu cabeza hacerse a la idea?
Trahern se echó a reír y se dirigió hacia la puerta. —Cuando lo haga,
te lo haré saber.
—Cuida tu espalda, —dijo Emmett mientras el Paladín desapareció
en la noche.
Y mientras él comenzó a llenar el siguiente pedido de bebidas, tuvo
la más extraña sensación de que debería haber ido con Trahern y los
demás.

~ 31 ~
Dan se unió a él. —No me había dado cuenta de que conocías a
Devlin y a sus amigos.
Estaba bastante seguro de que Bane no apreciaría que Emmett le
contara a nadie acerca de su encuentro en la cárcel y de la visita de
Emmett a su sede. —Lo conocí a él y a Trahern justo en el momento en
que salí de la cárcel. Pensaron que podría querer trabajar con ellos en
algún momento.
Lo cual era lo suficientemente aproximado a la verdad.
Dan le dirigió una larga mirada como si sospechara que había más
historia de la que Emmett estaba compartiendo. —Quería decir lo que dije
antes. Estás haciendo un buen trabajo aquí. Odiaría que te marcharas.
¿Qué podría decir Emmett a eso? Nunca había tenido a nadie que le
importara un pimiento si se marchaba o se quedaba, y ahora tenía a dos
hombres diferentes interesados en mantenerlo alrededor. Mantuvo su
respuesta simple. —Gracias, aprecio tus palabras.
Por suerte alguien voceó el nombre de Dan, y éste se dirigió a hablar
con un par de clientes habituales. Las conversaciones con Dan y Trahern
dejaron a Emmett sintiéndose inquieto. Se mantuvo ocupado, comprobó
los insumos. Tomando nota de lo que andaban escasos, cruzó la cocina
hacia el almacén para coger un par de cajas de cervezas. En el momento
en que tenía todo repuesto, era la hora de cierre.
Saludó con la mano a Dan mientras salía, pero fue un alivio estar
afuera y a solas. Tal vez daría una vuelta en coche por el paseo marítimo
antes de regresar a su apartamento. Mientras conducía, dejó de lado todos
los pensamientos acerca de los paladines y del mundo en que vivían. En
cambio, contó las horas que faltaban hasta que, supuestamente, se
encontraría con Jana para cenar.
Una mujer como ella se merecía a un hombre mejor que Emmett,
pero seguro como el infierno que no iba a ser él quien se lo señalara. Sí, él
planeaba salir con ella durante tanto tiempo como ésta se lo permitiera.
Jana era una mujer inteligente. No le llevaría mucho tiempo darse cuenta
de que Emmett no era el tipo de hombre para siempre, especialmente para
una mujer como ella. Tal vez no sería hoy o incluso la próxima semana,
pero con el tiempo lo descubriría. Por ahora, ya era hora de volver a casa e
irse a la cama solo y desolado.

~ 32 ~
Jana cerró el último archivo y lo dejó a un lado. Todo este
mantenimiento de historiales sería más fácil si la clínica pudiera
permitirse el lujo de actualizar su sistema informático e instalar uno de
esos nuevos programas de software que permitía que todo se hiciera por
vía electrónica. Por desgracia, el presupuesto ya estaba estirado hasta el
punto de ruptura. Necesitaban cada centavo que tenían sólo para
proporcionar lo básico a sus pacientes.
Había noches que no podía dormir de la preocupación por eso, pero
lo único que podía hacer era seguir adelante día a día. Durante el tiempo
que pudieran mantener las puertas de la clínica abiertas, sus pacientes
iban a recibir el mejor cuidado que pudiera darles.
Ella recogió los historiales y los puso sobre el escritorio de su
asistente para que fueran archivados de nuevo por la mañana. En este
momento Jana tenía un poco de acicalamiento de última hora que
hacerse. No era como si Emmett no la hubiera visto en el extremo final de
su jornada de trabajo toda desarreglada y con su maquillaje desvanecido.
Además, el restaurante que había elegido era sin duda informal, algo que
ella pensó que Emmett agradecería. Había mantenido casual su elección
de ropa –jeans y un suéter de punto de pescador de color crema. La parte
divertida era que podía usar las botas con tacones de diez centímetros
porque él era tan alto. Con la mayoría de los hombres, tenía que
conformarse con usar tacones bajos o incluso zapatos planos.
A decir verdad, estaba un poco nerviosa por la velada que tenía por
delante. Tal vez era simplemente un caso de nerviosismo de primera cita o,
más probablemente, porque no tenía práctica. No salía mucho ya que no
conocía a muchos hombres adecuados a través de su trabajo, el cual
ocupaba la mayor parte de su tiempo. De hecho, esa era la verdadera
razón por la que no había querido llevar a Emmett a la reunión familiar.
Su madre y sus hermanas estaban siempre mortificándola por trabajar
demasiadas horas en detrimento de su vida social. Si hubiera aparecido en
la reunión familiar con un acompañante le habrían dado demasiada
importancia. Ella no le haría eso a Emmett, sobre todo en su primera cita.
Para ser honesta, no estaba muy segura de por qué había aceptado
la invitación de Emmett para cenar en primer lugar. A pesar de que su
condena, evidentemente, había sido anulada, no era el tipo de hombre que
su familia aprobaría para salir con ella. Había un algo en él que no les
gustaría, sin mencionar que era un cantinero, y no el médico o abogado
con el que siempre habían esperado que se casara. De todos modos, había
algo en Emmett que la atraía como ningún hombre lo había hecho en
mucho, mucho tiempo. Cuando estaba con él, se sentía... segura. No sólo
físicamente, aunque eso era parte de ello. Pero a algún nivel sentía que
sería cuidadoso con ella. Y le gustaba la idea.

~ 33 ~
También entendía lo difícil que era empezar de nuevo cuando los
planes de vida de alguien se salían seriamente del carril. Las segundas
oportunidades no siempre aparecían, y respetaba los esfuerzos de Emmett
para sacar lo más posible de sí mismo.
En el pequeño baño, se retocó su lápiz de labios y se pasó un cepillo
por el cabello. El golpe en la puerta principal se produjo justo cuando
había terminado. Cuando abrió la puerta, Emmett dio un paso atrás y le
brindó una mirada de admiración desde la cabeza hasta los pies y dio otro
paso atrás de nuevo. Cuando su mirada se encontró con la de ella otra vez,
sus ojos eran cálidos e irradiaban su aprobación.
Ella le devolvió el favor, le gustaba cómo le quedaban los jeans
negros y una camisa Henley de color gris metálico oscuro que hacía juego
con el color de sus ojos. —Te ves bien, Sr. Sloan. Estás muy guapo
desempolvado.
—Gracias. —Su profunda risa resonó en todo el pequeño vestíbulo.
—Al menos creo que eso era un cumplido.
—Lo era.
A ella le gustaba hacerlo reír. Sospechaba que no lo hacía con la
suficiente frecuencia. Cuando Jana cogió su chaqueta, él se la arrebató y
la sostuvo para ella, un gesto anticuado que encontró sorprendente, pero
que apreció. —Voy a cerrar con llave, y podemos irnos.
Emmett se interpuso entre ella y la puerta, bloqueando su camino.
—En un segundo, Jana. Hay algo que quiero hacer primero.
Antes de que pudiera preguntarle qué era eso, envolvió a Jana en
sus brazos y la besó. Fue dulce y sencillo, sus labios rozando suavemente
los de ella, un saludo más que un reclamo. Aun así, una oleada de calor
famélica ardía directo a través de su centro. Sin aliento y un poco
temblorosa, Jana levantó la mirada hacia Emmett y se sintió aliviada al ver
que él también parecía un poco aturdido por el poder contenido en ese
pequeño beso. No sabía él, pero ella tenía que saber si era algo casual o si
había sido sólo el comienzo de algo mucho más.
Esta vez fue Jana quien inició el beso, pero Emmett era claramente
un hombre de acción. Al segundo de que sus labios se tocaron, sus brazos
se apretaron alrededor de ella, atrayéndola al ras contra los duros planos
de su cuerpo mientras su boca se instalaba firmemente sobre la de ella. Él
profundizó el beso, su lengua se adentró como organizando una audaz
incursión. Emmett sabía a café con un toque de pasta de dientes de menta
y una generosa dosis de una especia que era masculina y sexy como el
diablo.
Jana quería más, pero su habitual prudencia en torno a los hombres
ya clamaba para que la escuchara. Muy bien, pero ella se alejó lentamente
~ 34 ~
con la esperanza de que Emmett reconociera que su renuencia no
significaba rechazo.
Él aflojó su feroz agarre sobre ella, dándole el espacio que
necesitaba, y espacio a ambos para respirar. Emmett apoyó su frente
contra la de ella. —Me disculparía por permitir que esto se me fuera de las
manos, pero estaría mintiendo si dijera que tengo remordimientos por
besarte. He estado deseándolo desde el momento en que nos conocimos.
Sus palabras le agradaron. Como lo hizo el suave toque de sus dedos
mientras acariciaban su mejilla y luego remontaron la línea de su
mandíbula. Ella cerró los ojos y saboreó el pequeño momento antes de
decir: —Creo que deberíamos dirigirnos al restaurante. No sé tú, pero ha
pasado ya un buen rato desde mi almuerzo.
Emmett de inmediato dio un paso atrás y abrió la puerta. —Seguro.
Todavía puedo llevarte en coche si prefieres no caminar. No está
exactamente lloviendo, pero está bastante húmedo ahí afuera.
Ella lo siguió afuera y cerró la puerta. —He estado encerrada en el
interior todo el día, así que prefiero caminar si no te importa.
—Está bien para mí. Después de estar encerrado durante tanto
tiempo, me gusta pasar tanto tiempo fuera como me sea posible.
Jana no podía imaginar lo que había sido para Emmett. Si alguna
vez quería hablar de su tiempo encerrado, ella lo escucharía, pero no lo
presionaría para obtener los detalles. Era su historia, él decidía si
compartirla o no. No era como si ella tuviera un impulso incontrolable de
derramar todos los sórdidos detalles sobre los errores que había cometido
en su propia vida.
Ahora no era el momento para este tipo de pensamientos sombríos,
por lo que los empujó a los recovecos más remotos de su mente, a donde
pertenecían. Envolviendo su brazo en torno al de Emmett mientras
caminaban, ella saboreó el aire húmedo del mar, los jirones de niebla que
suavizaban los ásperos matices de la noche, y la fuerza sólida del hombre
a su lado.

~ 35 ~
Capítulo 5
Traducido Por Fangtasy
Corregido Por Bibliotecaria70

a cena había sido tan deliciosa como Jana había prometido.


L Emmett no podía recordar la última vez que había comido
lasaña y pan recién horneado. Independientemente, dudaba
que hubiera sido ni de lejos tan bueno. También habían compartido una
botella de vino tinto y una ración de tiramisú. Por último, alargaron la
cena tomándo café con algunos biscotti de chocolate.
Por desgracia, incluso las mejores ocasiones tenían que llegar a su
fin. Emmett trabajaba por las noches y podía dormir hasta tarde, pero
Jana tenía que estar en la clínica muy temprano por la mañana. Mientras
se dirigían fuera del restaurante, ella tomó la mano de Emmett entre las
suyas, esa pequeña conexión haciéndolo aún más reacio a permitir que la
velada llegara a su término.
Jana se detuvo para sonreír hacia el cielo nocturno. —Es una noche
tan agradable a pesar del clima.
Emmett haría cualquier cosa para pasar más tiempo en su
compañía, incluso si eso significaba caminar bajo la lluvia. —No me
importaría tomar el camino largo de regreso a tu coche.
La sonrisa de Jana se desvaneció mientras le apretaba la mano. —
Me gustaría eso, también, pero realmente debería volver a casa. La
mañana comienza muy temprano para mí.
Obedientemente se dirigió de vuelta por donde habían venido.
Ninguno de los dos habló mucho mientras caminaban, pero el silencio
entre ellos era cómodo. Habían hablado mucho durante la cena,
manteniéndose en temas seguros como los deportes y la música. A ella le
gustaba el béisbol más que el fútbol americano; a él le gustaba el blues
más que el country. No había mucho en el camino respecto a oscuros
secretos, pero Emmett absorbió cada pedazo de información que compartió
con él.
Llegaron a su coche demasiado rápido, pero al menos Jana no
actuaba como si tuviera prisa por marcharse. Probablemente debería decir
algo memorable, pero en este momento en lo único que podía pensar era
en besarla otra vez.
Y otra vez.

~ 36 ~
Bajó la mirada hacia su hermoso rostro, le gustaba la forma en que
la niebla del atardecer centelleaba como brillantina en su oscuro cabello.
—Gracias por esta noche, Jana. He disfrutado mucho.
—Yo también, Emmett. Supongo que te veré mañana por la noche
cuando estés de guardia tras el contenedor de basura.
Le llevó un segundo encontrarle sentido a lo que quería decir.
Sospechaba que sus mejillas se sonrojaron un poco. —Créeme, sé que eres
una mujer adulta, pero aún así no me gusta que camines por la calle sola.
Le dio unas palmaditas en la mejilla. —Eres un hombre dulce,
Emmett, pero no tienes que permanecer de guardia cada noche. —Antes
de que pudiera protestar, Jana añadió: —Pero si te toca estar en tu
descanso cuando yo salga del trabajo, siempre puedes acompañarme
hasta mi coche. Estaría encantada por la compañía.
Apostaba a que su sonrisa era de un kilómetro de ancho. —Está
bien, entonces, es una cita.
Jana tomó su mano entre las suyas de nuevo y le giró la muñeca
para así poder leer la hora en su reloj. —De verdad tengo que volver a
casa, pero, ¿no hay algo que quieras hacer primero?
¿Estaba insinuando que deberían terminar la noche de la misma
manera en que la habían comenzado? Dios, eso esperaba. Su mente al
instante se llenó de imágenes de todas las otras formas en que le gustaría
que terminara su noche, la mayoría de las cuales implicaban algún lugar
mucho más privado que una calle de la ciudad y con ellos llevando mucha
menos ropa. Solo podía imaginarse el dulce deslizamiento de la piel de
Jana contra la suya cuando la tomara duro y rápidamente. Maldita sea,
daría cualquier cosa para enredar sus dedos en la seda de su cabello
mientras esas largas piernas se envolvían alrededor de su cintura.
Apostaba a que era una amante exigente. A él le gustaría eso.
Y si no dejaba de pensar de esa manera, iba a perder el poco control
que aún le quedaba.
La tomó en sus brazos, encantado de que no dudara en dejarle
abrazarla muy apretadamente a pesar de que el abultamiento en sus
pantalones tenía que ser evidente cuando sus cuerpos entraron en
contacto.
Sus labios se unieron precipitadamente sin vacilación, sin tentarse,
y yendo de cero a cien en un instante mientras sus lenguas se apareaban
con un ritmo salvaje y perverso que le robó el aliento. Apretó sus brazos
alrededor de su cintura el tiempo suficiente para levantarla sobre el
guardabarros de su coche. Bendita sea esta mujer, inmediatamente separó
las rodillas para que él pudiera acercarse más.

~ 37 ~
Jana susurró su nombre, la llamada de una sirena en el aire de la
noche, mientras la besaba de nuevo. Esta vez la exploró un poco mediante
el tacto, descubriendo la curva de su cintura y la forma en que su trasero
tenía un ajuste perfecto con sus manos. Presionando su espalda sobre el
capó del coche, Emmett adoró el suave aplastamiento de sus pechos
contra su tórax y la forma en que ella mecía sus caderas para lograr un
contacto sólido con su erección. Teniendo en cuenta el calor que
generaban, no se habría sorprendido si ambos estallaban en llamas.
Y si no se refrenaban, no estaba seguro de que fuese capaz de
detenerse. Emmett interrumpió el beso y puso sus manos firmemente
sobre el capó del coche, una a cada lado de Jana, respirando con dificultad
mientras arrastraba su culo reacio lejos del precipicio.
El aire de la noche no era lo único que se estaba enfriando. Jana lo
miró con algo parecido a sorpresa en sus oscuros ojos. Al menos no estaba
gritando pidiendo ayuda o abofeteándolo tontamente por manosearla como
un adolescente.
Cuando hubo restablecido cierto control, la levantó del capó y la dejó
de pie sobre el suelo, cuidandose de mantener cierta distancia entre ellos.
—Bueno, supongo que ese beso fue un poco más lejos de lo que debería.
Lo siento por eso. Mis habilidades sociales están un poco oxidadas.
Ella ya estaba negando con la cabeza. —No hay necesidad de
excusas, Emmett. Creo que debería haber sido bastante evidente que he
disfrutado cada segundo de lo que estabas... de lo que estábamos... bueno,
ya sabes.
—Sí, lo sé. —Se arriesgó a un pequeño toque, empujando un
mechón de su cabello detrás de su oreja. —Disfruté cada segundo,
también. Ahora, será mejor que entres en el coche antes de que todas mis
buenas intenciones se vayan al infierno.
Jana giró la cabeza para besar la palma de su mano antes de entrar
en su coche. Tan pronto como estuvo dentro, encendió el motor y salió
marcha atrás de su lugar de estacionamiento. Antes de marcharse, sin
embargo, bajó la ventanilla. —¿Cuándo es tu próxima noche libre?
Su cerebro estaba casi frito, así que tuvo que pensar en ello. —El
jueves.
—¿Qué tal si cenamos en mi casa?
¿Los dos solos detrás de puertas cerradas? ¡Oh, demonios, sí!
—Suena bien. Déjame saber si puedo llevar algo.
—Vino estaría bien. —Luego, con una mirada malvada, añadió, —Y
tu cepillo de dientes, ya sabes, por si acaso.

~ 38 ~
Entonces Jana lo dejó mientras la seguía con la vista y con la lengua
fuera mientras ella se alejaba riéndose.

Jana sostenía el teléfono en su oreja y suspiró mientras miraba por


la ventana de la cocina. —Sí, mamá, vi el reportaje sobre alguien siendo
apuñalado cerca de donde trabajo, pero no he oído si la policía tiene
alguna pista. Y antes de que preguntes, siempre tengo cuidado, y la
mayoría de las noches voy caminando hasta mi coche con un amigo.
Bien, eso debería tranquilizarla. El reciente asesinato era solo otra
en una larga lista de razones que sus padres tenían por las que Jana
necesitaba encontrar otro trabajo. Si no estaban perseverando acerca de
cuánto más dinero podría ganar en cualquier otro lugar, entonces le
recordaban cada crimen que ocurría dentro de un radio de ocho kilómetros
en torno a la clínica. Ya no se molestaba en discutir con ellos, no cuando
nada de lo que dijera alguna vez cambiaría nada.
Nunca habían entendido por qué le encantaba trabajar en la clínica.
Todo había empezado tiempo atrás cuando Jana había estado en la
universidad. Felicia había sido su compañera de cuarto, y habían estado
muy unidas desde el momento en que se conocieron. Pero a medida que el
tiempo pasaba, entre las clases y los puestos de trabajo, no se veían
mucho la una a la otra. De alguna manera, por el camino, Felicia comenzó
a usar drogas, al principio solo de vez en cuando para aliviar el estrés de la
gran carga de trabajo. A partir de ahí, fue una pendiente resbaladiza hacia
la adicción en toda regla.
Jana intentó todo para conseguirle a su amiga la ayuda que
necesitaba. Pero sin seguro o dinero, las opciones eran bastante limitadas.
Finalmente, un médico en una clínica gratuita logró mover algunos hilos y
consiguió meter a Felicia en un programa a largo plazo que resultó exitoso.
Cuando iba a ser puesta en libertad, Felicia convenció a su familia para
que la dejaran volver a casa y que le dieran una oportunidad más para
empezar de nuevo en otro lugar. Estuvieron de acuerdo, con una
condición: tenía que cortar todos los lazos con cualquier persona
conectada a esa parte oscura de su vida. Por desgracia, eso incluía a Jana.
Jana extrañaba a su amiga hasta el día de hoy, pero siempre le
estaría agradecida a ese médico por salvar la vida de su amiga. Si no fuera

~ 39 ~
por él, Felicia podría no estar viva hoy; él también había tenido un efecto
duradero en la vida de Jana. Terminó su educación centrada en un
objetivo: ser quien marcara una diferencia real en la vida de una persona,
especialmente alguien que no tuviera los recursos que tantos otros dan por
sentado.
Era una vocación, una que nunca había lamentado asumir.
Mientras tanto, Jana miró el reloj y se preguntó cuán rápido podría
terminar la llamada sin ofender a su madre. —Mira, mamá, odio cortarte
así, pero alguien que conocí en el trabajo va a venir a cenar esta noche.
Dile a papá que lo quiero.
Luego colgó antes de que su madre pudiera comenzar la habitual
inquisición sobre cualquiera con el que Jana salía últimamente.
Normalmente, sería feliz de saber que Jana estaba saliendo con alguien,
pero no estaría en absoluto encantada de saber que Emmett era un
cantinero y mucho menos de que hubiera pasado quince años en la cárcel.
No importaría lo más mínimo que hubiera sido condenado erróneamente.
Teniendo en cuenta que esta era solo su segunda cita oficial, no había
ninguna razón para agitar ese particular nido de avispones todavía.
Hablando de cosas que sus padres no aprobarían, Jana tenía
algunas ideas definidas sobre cómo esperaba que esta noche finalizara.
Cuatro días -y cuatro noches solitarias-habían pasado desde que ella y
Emmett se habían permitido esa sesión de besos, abrasadora y reveladora,
sobre el capó de su coche. Incluso ahora, su cuerpo le dolía por la
necesidad de terminar lo que habían empezado. No podía recordar la
última vez que el toque de un hombre la había afectado tan fuertemente, y
había intentado sin éxito averiguar qué tenía Emmett que la atraía. Tal vez
era porque había sido arrastrado por todo el infierno y salió por el otro
lado con su decencia básica y su honor intactos.
Por supuesto, esos anchos hombros y ese gran culo no hacían daño,
tampoco. Bueno, ya estaba bien de fantasear por ahora. El hombre estaría
aquí pronto, y necesitaba echarle un ojo a la cena. Una mirada al horno le
mostró que las chuletas de cerdo rellenas estaban saliendo muy bien, y la
tarta de arándanos que había hecho antes estaba enfriándose en la
encimera.
Jana estaba dando los toques finales a la ensalada cuando sonó el
timbre. Emmett llegaba unos pocos minutos antes de la hora. Se detuvo en
la entrada para ver su aspecto en el espejo. Tan pronto como abrió la
puerta, deseó haberse tomado el tiempo para mirar por la mirilla en vez de
abrir directamente. Si hubiera sabido que era su hermana, no hubiera
abierto la puerta.

~ 40 ~
Bueno, sí, tendría que hacerlo, pero podría haberse tomado unos
segundos más para pensar en una excusa para impedir que entrara. Pegó
en su cara lo que esperaba que fuera una sonrisa y dijo: —Hola, hermana,
¿qué pasa?
—Estaba conduciendo por la zona y pensé en detenerme. —Marta
trató de empujarla para entrar. Cuando Jana se mantuvo firme, Marta
trató de ver a su alrededor. —¿No vas a invitarme a entrar?
Jana se plantó justo en la puerta y se negó a ceder un centímetro. —
No, y supongo que mamá te llamó y te pidió que te apresuraras a venir
aquí para espiarme.
Su hermana mayor tuvo la gracia de sonrojarse. —Dijo que ibas a
tener a alguien aquí para cenar, alguien del que, obviamente, no querías
hablarle.
Su madre tenía razón. —Les recuerdo a ambas que soy una mujer
adulta y capaz de elegir mis propios amigos. También tengo derecho a mi
privacidad.
El propio temperamento de Marta se hizo notar un poco. —Y sabes
que ella se preocupa porque nos excluiste de gran parte de tu vida.
Eso podría ser cierto, pero ¿qué podían esperar cuando lo único que
hacían era criticar? Incluso si sus corazones estaban en el lugar correcto,
resultaba cansino. —Lo entiendo, Marta, y lo siento, pero tienes que
marcharte. Tengo la cena en el horno y un invitado a punto de llegar en
cualquier momento.
Antes de que Marta pudiera responder, una camioneta familiar se
detuvo delante de la casa. Maldita sea, realmente esperaba espantar a su
hermana antes de que Emmett llegara, pero ya había empezado a recorrer
la acera, con una botella de vino en la mano. Sus pasos se desaceleraron
mientras su mirada pivotaba entre ella y su hermana. Sin duda estaba
captando la tensión que brillaba entre ellas. Jana empezó a decir algo,
pero dejó que Marta se inmiscuyera y tomara la iniciativa.
Ella le tendió la mano. —Hola, soy Marta, la hermana mayor de
Jana. No creo que nos hayamos conocido.
Emmett cambió el vino a la mano izquierda para estrechar la mano
de Marta. —No, no lo hemos hecho. Soy Emmett, un amigo de Jana.
—Puedo verlo. —Marta le dirigió al vino una mirada curiosa antes de
volverse hacia Jana. —Bueno, no voy a entrometerme en sus planes para
esta noche por más tiempo. ¿Qué tal si nos reunimos en la cafetería a las
diez el sábado? Tenemos que ponernos al día con algo de charla de chicas.
Genial, nada como una inquisición. —Estaré allí.

~ 41 ~
Marta, al menos, tuvo buenos modales como para sonreír a Emmett
mientras se marchaba. —Fue un placer conocerte, Emmett. Espero verte
de nuevo. Tienes que hacer que Jana te traiga la próxima vez que la familia
se reúna. Entonces puedes conocer a todo el clan.
Jana notó que su sonrisa en respuesta tenía un matiz cortante. —
Fue un placer conocerte, pero voy a dejar eso en manos de tu hermana, si
alguna vez quiere invitarme. Que tengas una buena noche.
Luego se trasladó para estar junto a Jana mientras su hermana se
alejaba. No hizo ningún esfuerzo por tocarla, pero agradeció su sólida
presencia a su lado. Le dijo adiós a Marta con la mano por última vez
antes de entrar en la casa. Emmett cerró la puerta y echó el cerrojo.
—Lo siento. Se preocupan por mí, porque no les gusta demasiado
donde trabajo.
Emmett dejó la botella en una mesa cercana, e inmediatamente la
envolvió en sus brazos. —No es necesario que te disculpes. Puede haber
pasado algún tiempo desde que tuve que enfrentarme a la familia de una
chica, pero supongo que los fundamentos no han cambiado. Se sienten
protectores contigo, y quizás tengan el derecho a serlo. Nadie quiere que
su hija salga con un ex convicto.
Está bien, eso la cabreó. Le permitió que viera un poco de su
temperamento clavándole el dedo en el pecho. —Un par de cosas, señor.
En primer lugar, no son solo protectores, son más que protectores. En
segundo lugar, no voy a dejar que nadie desacredite mi opinión acerca de
ti, ni siquiera tú. ¿Entendido?
Le tomó la mano antes de que pudiera clavarle el dedo en el pecho
de nuevo y llevó su dedo a los labios para besarlo. —Entendido.
Él le ofreció una sonrisa ladeada. —Así que, ¿sigue en pie lo de la
cena? Espero que sí, porque algo huele increíblemente bien.
—Sí, vamos a cenar. —Lo llevó a la cocina. —Al menos lo haremos si
no dejé que las chuletas de cerdo se quemaran. Mientras coloco todo sobre
la mesa, ¿por qué no abres el vino? No sé tú, pero me vendría bien una
copa ahora.
Mientras descorchaba la botella, ella revolvió la ensalada, cortó el
pan en rebanadas, y sacó las chuletas del horno. Para cuando ambos
estaban sentados a la mesa, su pulso había vuelto a la normalidad y su
buen humor estaba prácticamente restaurado.
—Espero que te guste el pastel de arándanos.
Los ojos de Emmett se iluminaron. —¿En serio? ¿Después de
afrontar un largo día en la clínica, preparaste todo esto e hiciste un pastel
para mí?

~ 42 ~
Su evidente placer alejó lo que quedaba de las sombras. —Lo hice
ciertamente.
Le dirigió una mirada lo suficientemente caliente como para fundir el
acero. —Me encantaría mostrarte mi sincero agradecimiento, varias veces.
Muy bien, entonces. Con el profundo retumbar de su voz, podría
haber jurado que cada palabra que había dicho le acarició la piel. Por
supuesto, su cuerpo respondió de esa manera, dejando sus pechos
sintiéndose pesados y un dolor húmedo entre sus piernas. Había invertido
un gran esfuerzo en esta comida y no quería acelerar la cena. Por otro
lado, si la afectaba tan fuertemente con una mirada caliente y unas pocas
palabras, no podía esperar para experimentar su agradecimiento de
primera mano.

Emmett esperaba como el infierno que le hubiera hecho justicia a la


comida, pero no podía estar seguro. Por el momento, quería empujar los
platos a un lado y tomar a Jana allí mismo, sobre la mesa. También tenía
algunas ideas que implicaban el sofá de la sala de estar, la gran ducha que
había visto en el baño, y para el gran final, su dormitorio al fondo del
pasillo. Teniendo en cuenta que no había tenido una amante en una
década y media, no estaba tan seguro acerca de su resistencia, pero un
hombre podía soñar. En cualquier caso, había requerido de toda su
concentración poder seguir incluso una simple conversación mientras
comían.
Había traído su cepillo de dientes, pero lo había dejado en el coche
junto con la caja de condones que había comprado por si acaso. Tan
pronto como había visto que Jana no estaba sola, había escondido la bolsa
de papel debajo del asiento de la camioneta. No había forma de que
hubiera llegado paseándose por la acera con estos artículos en la mano.
A fin de cuentas, no iba a suponer que el resto de la noche iba a
resultar de la manera que había esperado. Podría, no obstante. Había
habido un destello definitivo en los ojos oscuros de Jana cuando se había
ofrecido para mostrarle su agradecimiento. A pesar de la larga sequía en
su vida amorosa, no había olvidado el aspecto del deseo femenino.

~ 43 ~
Si él no se levantaba y se movía un poco, temía que su cabeza iba a
explotar. Vació su copa de vino. —Disfruta de eso mientras me ocupo de
los platos.
—No tienes que hacer eso, Emmett. Los lavaré más tarde.
Pero tenía planes para más tarde. —No me llevará mucho tiempo.
Además, solo sería justo que yo limpiara puesto que tú te encargaste de
cocinar.
Jana finalmente cedió, pero era muy consciente de sus ojos
siguiendo todos sus movimientos mientras cargaba el lavavajillas y lavaba
un par de cosas a mano. Cuando terminó, se secó las manos y se apoyó
contra el fregadero mientras consideraba su próximo movimiento. Tenía
que haber algo que les facilitara pasar a la fase dos del entretenimiento de
la noche.
Una idea se le ocurrió. —¿Bailas?
Jana parpadeó y parecía confusa. —¿Quieres bailar?
Se acercó rodeando la mesa y tiró de ella para que se pusiera en pie.
—No, quiero que bailemos, preferentemente algo lento y sexy.
Sus ojos se iluminaron de alegría. —Vayamos a la otra habitación.
La televisión de allí tiene mejor sonido.
La siguió tratando de dar sentido a lo que ella había dicho. ¿En
serio, la televisión? Pero, efectivamente, la encendió poniendo un canal que
emitía pop suave. Tuvieron suerte y la primera canción era algo que
sonaba bajo y suave, con letra que hablaba de corazones rotos logrando
una segunda oportunidad en el amor. Jana se deslizó en sus brazos, como
siempre un ajuste perfecto. Los dos se balancearon de un lado para el otro,
su cabeza metida debajo de su barbilla y sus brazos envueltos alrededor de
su cuello. Inhaló profundamente el aroma de Jana y se empapó en el calor
de su piel. Maldita sea, esto podría ser lo más cercano a estar en el cielo de
lo que jamás podría llegar a estar.
Una canción se desvaneció dando entrada a la siguiente. Cuando
llegaron a la tercera, se habían detenido. Emmett le presionó un beso
suave en la sien. Jana se echó hacia atrás, pero se quedó en el círculo que
formaban sus brazos. Le tocó la mejilla y luego arrastró sus dedos a lo
largo de la línea de su mandíbula y bajando por su cuello hasta sus
hombros. Entonces ella puso su mano sobre su acelerado corazón y luego
la dejó vagar a todos los puntos hacia el sur. —¿Quieres bailar toda la
noche o deberíamos llevar esto a mi habitación?
Emmett siempre había encontrado la acción más fácil que las
palabras; la tomó en sus brazos y la llevó por el pasillo. Jana chilló por la
sorpresa, pero luego acomodó su cabeza contra su pecho.

~ 44 ~
—Buena respuesta, grandullón.

~ 45 ~
Capítulo 6
Traducido Por Maxiluna
Corregido Por Bibliotecaria70

J ana se sentó en el borde de su cama y contó los segundos


hasta que Emmett regresó. Tan pronto como él la había
llevado al dormitorio, murmuró una maldición y algo sobre
tener que hacer un viaje a su camioneta. Solo podía deducir
que había traído protección con él, otro ejemplo de su consideración.
Oyó la puerta abrirse y cerrarse de nuevo, por lo que ya estaba en su
camino de regreso. Bien. Sentada allí esperando a un amante por primera
vez era un poco aterrador. Este era un gran salto adelante en su relación,
algo que nunca había hecho de manera tan rápida con cualquier hombre
con el que hubiera salido. Emmett volvió a aparecer, sus anchos hombros
llenaban la puerta, sus ojos grises mirando directo al corazón de ella. Se
puso de pie, con ganas de reunirse con él en igualdad de terreno.
—Dime que todavía quieres esto. —Emmett dejó la bolsa sobre la
mesa junto a la cama antes de volver a envolverla en sus brazos. Con su
toque, sus temores se desvanecieron.
Jana dejó que respondiera por ella, un lento y profundo beso. Dios,
amaba la sensación de sus manos grandes, mientras la tocaban, probaban
y provocaban, lentamente persuadiendo a las brasas de la pasión de
regreso hacia una llama total. El tejido suave de la camisa de él moldeaba
su cuerpo en perfecto detalle, pero quería sentir el calor de su piel. Cuando
tiró del dobladillo de su camisa, Emmett tomó la indirecta y se la sacó,
arrojándola sobre la mecedora en la esquina. Jana sonrió y extendió sus
manos sobre su pecho, amando el juego de los poderosos músculos bajo
su piel caliente.
Después de dejarla explorar durante varios segundos, cogió sus
manos entre las suyas. —Tu turno.
Ella lo obligó, a añadir primero su suéter y luego el sujetador a la
pila en la mecedora. Ambos gimieron cuando lograron darse su primer
beso piel con piel. La sensación sedosa le robó la fuerza a las piernas de
Jana, dejándola agarrarse a Emmett como apoyo. Le encantaba saber que
su fuerza sería suficiente para ambos. Una vez más, la levantó, esta vez
para llevarla en pocos pasos a la cama y dejándola en el borde. Su aliento
quedó atrapado en su garganta, mientras se arrodillaba delante de ella,
haciendo que sus ojos quedaran al mismo nivel de los de ella.

~ 46 ~
—Me encantan los tacones puntiagudos en una mujer,
especialmente una con tan grandiosas piernas.
Ella observó mientras tomaba uno de sus pies en sus manos y
lentamente le quitaba la bota y luego hizo lo mismo con el otro. Después
de dejarlas a un lado, Emmett cogió el broche de presión en sus jeans; sus
ojos grises eran del color de la plata fundida cuando se echó hacia atrás
para dejarlo deslizarle los pantalones por las piernas, llevándose sus
bragas de encaje con ellos. Sin embargo, se quedó dónde estaba,
mirándola mientras pasaba sus manos por la parte interior de sus muslos,
empujándolos suavemente para separarlos. Ella se apoyó en los codos
mientras miraba y esperaba a ver lo que iba a hacer a continuación.
Emmett murmuró: —Nunca he visto nada tan hermoso.
Ella se sonrojó ardientemente todavía estremeciéndose bajo el
impacto de su escrutinio. Entonces tomó sus dos pechos en las palmas de
sus manos. —Estos son perfectos, y apuesto a que saben dulces.
Cuando capturó uno con su lengua y sus labios, él sonrió mientras
su pezón se convertía en una apretada cuenta en respuesta a su suave
asalto. Cada tirón de su lengua en su pezón hacía eco en su núcleo, por lo
que era casi imposible permanecer quieta. Cuando volvió su atención
hacia el otro, deslizó la otra mano entre sus piernas. Olas de placer en
cascada atravesaron su cuerpo mientras su boca se daba un festín con
sus pechos y sus dedos acariciaban suavemente sus resbaladizos pliegues.
Era a la vez demasiado y no lo suficiente.
Volvió a tumbarse en la cama. —Te quiero aquí conmigo, y sin los
jeans.
Emmett se levantó en toda su estatura, proyectando una sombra
sobre la cama mientras se quitaba los zapatos. Sus dedos se enredaron
mientras trataba de deshacer los botones de sus jeans; a ella le gustaba
que no fuera la única que estaba temblando de necesidad. Finalmente,
tomó una respiración profunda y flexionó sus manos como tratando de
recuperar el control. Esta vez tuvo más éxito, tanto sus jeans y bóxer
salieron volando. Obtuvo su primer vistazo de su amante totalmente
excitado y ronroneó. ¿Era todo eso solo para ella?
Antes de unirse a ella en la cama, agarró varios de los paquetes de
aluminio de la caja. Después de ponerse uno, dejó el resto cerca para un
fácil acceso.
La cama se hundió cuando por fin se acostó a su lado, rodando a la
derecha hacia sus brazos que la esperaban. Se levantó sobre ella, su
expresión seria. —Estoy un poco fuera de práctica con todo esto. No
tengo... No desde... bueno, digamos que ha sido un largo, largo tiempo.

~ 47 ~
Amaba su honestidad, pero no estaba segura de cómo responder.
Finalmente, se decidió por alguna acción directa y tomó el asunto en sus
propias manos.

Emmett no estaba seguro de cómo iba a reaccionar a su confesión,


pero un segundo después ella se agachó para acariciar su erección una
vez, dos veces, tres veces. La sensación casi lo mandó por encima del
borde, pero su siguiente comentario le sacó una risa. —Bueno, Emmett,
todo lo que puedo decir es que seguro que parece que todo está todavía en
un buen estado de funcionamiento.
De acuerdo entonces. No podía recordar alguna de las pocas chicas
con las que había dormido y hubiera sido juguetona. Le devolvió la
sonrisa. —Creo que sólo hay una manera de salir de dudas.
Con esto en mente, fácilmente puso a Jana sobre su espalda y se
movió para cubrir su exuberante cuerpo con el suyo. Ella recompensó sus
esfuerzos rodeando sus piernas alrededor de sus caderas. Se meció contra
ella, amando los pequeños ruidos que hacía cuando la cabeza de su
erección se frotaba contra su clítoris. En el momento en que estaba
enterrando sus uñas en sus hombros, estaba más que listo para llevarlo al
siguiente nivel.
Tomó varias embestidas cortas antes de que el cuerpo de ella tomara
la mayor parte de él. Dios, estaba tan condenadamente apretada, pero el
ajuste era perfecto. Ella se quedó sin aliento, sin embargo, cuando se
impulsó hacía adelante por ese último pequeño pedazo de profundidad.
Tomó la poca cordura que le quedaba para mantenerse quieto el tiempo
suficiente para que su cuerpo se ajustara a su repentina invasión. —Lo
siento, Jana. ¿Te lastimé?
Ella negó con la cabeza. —Ha pasado un tiempo para mí, también.
Un segundo después, la sintió relajarse lentamente debajo de él. Aun
así, no había necesidad de apresurar las cosas. La besó de nuevo, su
lengua se movió en el mismo ritmo lento de sus caderas. ¿Alguna vez
había conocido cualquier cosa tan perfecta como la forma del cuerpo de
esta mujer empuñándolo? No es que lo recordara.

~ 48 ~
—¡Emmett! ¡Por favor, necesito más! —Los labios hinchados por los
besos de Jana hicieron un puchero mientras su cuerpo se levantaba para
recibirlo. Acarició con las palmas de sus manos su espalda para apretar su
culo, lo que lo hizo flexionarse duro y profundo.
Se mantuvo lento de nuevo. —¿Más de qué? Dime lo que quieres,
Jana.
Mirándole con un hambre tan increíble en los ojos, ella deslizó una
mano entre ellos, buscando el punto donde se unían sus cuerpos. —Lo
que quiero es que me des todo lo que tienes, Emmett. Ahora.
Asintió, dispuesto a tomarle la palabra. Se echó hacia atrás hasta
que casi se había retirado por completo, luego empujó hacia adelante con
fuerza y rapidez, sin dudarlo. Cuando cantó su aprobación, lo hizo de
nuevo. Esta vez su control se rompió mientras la sensación de sus cuerpos
golpeando juntos una y otra vez lo alejaba de todo pensamiento coherente.
Jana se arqueó y gritó su nombre cuando su orgasmo la atravesó. Eso fue
todo lo que le tomó para tenerlo jadeando de placer desesperado mientras
su cuerpo se ponía rígido mientras él se estremecía por su liberación.
Después, tuvo presente en su mente el tiempo suficiente para darse
la vuelta para acostarse al lado de Jana antes de que colapsara por
completo. Ambos respiraban con fuerza; su pulso se aceleró como si
hubiera ganado un maratón, y la victoria fuera dulce.
Le pasó los dedos por el cabello, empujándolo de su rostro. —¿Estás
bien?
Su sonrisa como respuesta fue todo lo que podía haber deseado. —
Todo lo que puedo decir es que si es así lo mucho que aprecias la tarta de
arándanos, también haré una tarta de manzana.
Su cuerpo ya estaba despertando a la vida. —Teniendo en cuenta
que es mi segundo favorito tipo de tarta, ¿Piensas que te mostraré un poco
de aprecio por adelantado?
En un movimiento rápido, Jana se tendió sobre su pecho, sus
piernas en horcajadas sobre sus caderas. —En absoluto. Podría incluso
considerar intentar una tarta de durazno, si tienes suerte.
Se rio y tornó las tablas en ella, girándola sobre su estómago e
inmovilizándola con su peso. —Hay una cosa que he aprendido, Jana, y
eso es que un hombre hace su propia suerte.
Y luego se dedicó a hacer exactamente eso.

~ 49 ~
Capítulo 7
Traducido Por Maxiluna
Corregido Por Sigrún

ra viernes y casi la hora de salir. ¿Podía la vida ser mejor?


E Bueno, sí, fuera posible. Su último paciente podría irse y Jana
estaría de camino hacia el bar de Dan para reunirse con
Emmett. Con sus horarios de trabajo, era difícil encontrar tiempo para
estar juntos, pero le gustaba que él hiciera el esfuerzo para pasar cada
minuto que podía en su compañía.
Habían pasado tres semanas desde aquella primera noche que
habían pasado en su cama. Habían logrado pasar un puñado de noches
juntos, un par de cenas compartidas en el bar de Dan y un desayuno en
una cafetería de la zona que destacaba por sus tortillas. Ella apreciaba
cada momento, cada recuerdo que habían construido, y expresó su deseo
de hacer muchos más. A veces, sin embargo, había pillado a Emmett
mirándola de una manera tan extraña, casi como si no pudiera creer que
ella fuera real. Su temor era que no creyera que pudieran durar juntos.
Y tal vez tenía buenas razones para recelar. Parecía tan sólido como
una roca la mayor parte del tiempo, que le resultaba difícil recordar que
había perdido quince años de su vida debido a la traición de otro hombre.
La confianza era algo muy difícil de conseguir para una persona después
de ese tipo de traición. Lo único que podía hacer era ser paciente. ¿Qué
otra cosa podía hacer cuando el hombre estaba convirtiéndose
rápidamente en el centro de su mundo?
Pero también estaba aquella noche cuando habían estado viendo
una película en la televisión y Emmett había comenzado a frotar su pecho.
En cuestión de segundos, había pasado de relajado a agitado, no podía
quedarse quieto. Cuando le había preguntado si estaba bien, había
insistido en que no pasaba nada. Luego, unos minutos más tarde, le
anunció que tenía que dar un paseo y se adentró en la noche. Aunque no
la había invitado, agarró una chaqueta y fue tras él. Se esforzó para
mantener el ritmo que él estableció hasta que abruptamente se detuvo en
algún lugar cerca del metro de Seattle.
Se quedó observando silenciosamente hacia una puerta sin ningún
distintivo al final de un callejón durante mucho tiempo. Estuvo a punto de
insistirle en que fueran a la clínica para poder chequearlo cuando su
extraña agitación desapareció tan rápido como había llegado. Se disculpó

~ 50 ~
por haberla arrastrado por toda esa infernal distancia y llamó a un taxi
para llevarlos a casa. Una vez que estuvieron de regreso en su casa, le
había dado un rápido beso de despedida y se dirigió a su casa sin más
explicaciones. Al día siguiente había actuado como si nada inusual y en
absoluto hubiera ocurrido.
Considerando todas las cosas, no debería sorprenderse si tenía una
mala racha ocasional para adaptarse a la vida en el exterior. Aquello no la
molestaba. Lo que lo hacía, sin embargo, era el hecho de que no le dijera lo
que estaba pasando. ¿Pensaba que no podía manejar lo que fuera que le
hubiera ocurrido esa noche?
Ese preocupante tren de pensamientos se descarriló cuando su
asistente médico llamó a la puerta de su oficina.
—El Señor May está en la sala dos. Es el último.
Cruzando los dedos para que no hubiera ningún paciente más,
recogió su cartilla y se dirigió por el pasillo hacia la sala de examen. En
más o menos en treinta minutos, estaría caminando por la cuadra hacia
Emmett y una hamburguesa doble con queso de Dan estarían
esperándola.
Sí, hoy la vida era buena.

Jana había medio esperado que Emmett estuviera fuera vigilándola


mientras dejaba la clínica. Aunque estaba decepcionada, tal vez eso
significaba que había llegado a aceptar que era una mujer adulta capaz de
caminar unas pocas cuadras por su cuenta. Apresuró sus pasos,
dispuesta a disfrutar de una cena con Emmett.
Entró en el bar y colgó su abrigo en uno de los ganchos de la pared.
Antes de que viera a Emmett, una fuerte discusión estalló en el lado
opuesto de la sala. Como todo el mundo allí, se dio la vuelta para ver lo
que estaba pasando. Un hombre al que nunca había visto antes bramó con
furia mientras acercaba a la mujer agarrándola del pelo. Ella gritó de
miedo mientras pedía clemencia.
—¡No, Ray! ¡No estaba coqueteando con nadie!
—¡Estás mintiendo puta! Te vi hablando con ese chico.

~ 51 ~
Para horror de Jana, él retrocedió y le dio un revés a la mujer con
tanta fuerza que el golpe se oyó por encima del resto del ruido en el bar.
Jana comenzó a avanzar, sin saber lo que podía hacer, pero no podía estar
ahí y ver a la mujer sufrir más abusos. Antes de que hubiera avanzado dos
pasos, Emmett saltó por encima de la barra y atravesó el cuarto para
hacer frente a la pareja. Con las manos apretadas en puños, se alzó sobre
el otro hombre.
—No permitimos ese tipo de mierda aquí. Suéltala, y podrás salir
caminando de aquí solo, pero de una sola pieza.
Jana contuvo el aliento, esperando contra toda esperanza que el
hombre atendiera a razones, pero era un estúpido y un matón. Miró a
Emmett y gruñó.
—Quédate fuera de esto, imbécil. Tanya se lo merecía. Además, ella
es mi esposa y puedo golpearla si quiero.
Levantó la mano como si fuera a golpear a la mujer por segunda vez,
y Emmett lo tiró en el piso en una ráfaga de brazos y piernas. Libre, la
mujer retrocedió unos pasos. Dan la condujo a la seguridad de su oficina,
luego se volvió inmediatamente al bar para ayudar a sus otros clientes a
desalojar el área. Jana debió seguir a la mujer en caso de que necesitara
tratamiento médico, pero no podía apartar los ojos de la feroz lucha en el
suelo.
Evidentemente Ray tenía un amigo con él, porque de la nada otro
hombre saltó sobre la pila de cuerpos que rodaban por el suelo. Jana se
estremeció ante el sonido de los puños golpeando carne, la expresión
salvaje en el rostro de Emmett la asustaba. Aun así, podía decir que
estaba tratando de someter a sus oponentes mientras les hacía la menor
cantidad de daños. Cuando Emmett sometió al segundo hombre
poniéndolo sobre su espalda, Dan y otro camarero inmediatamente
pelearon con el chico llevándolo hacia una alejada esquina y apartándolo
de la lucha.
Con una mirada de fiera determinación en su rostro, Emmett
finalmente sometió a Ray poniéndolo sobre su estómago. Luego sacudió las
muñecas de Ray hacia su espalda y se sentó sobre él. Emmett estaba
respirando con dificultad, pero parecía estar ileso. Jana no lamentaba el
floreciente moretón en el ojo izquierdo de Ray, que coincidía con el que le
había hecho a su pobre esposa. La sala se quedó en silencio mientras
todos esperaban a ver lo que sucedería después.
El ulular de las sirenas que se acercaban se oía ahora que las cosas
estaban calmadas. Bueno, alguien había tenido el buen sentido de llamar
a la policía. Tan pronto como los primeros oficiales aparecieron fuera en el

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bar, Jana abrió la puerta para dejarlos entrar. Reconoció a ambos
hombres y sabía que eran sensatos y justos.
—Entren, oficiales. Gracias por llegar tan rápido. —Señaló hacia
donde Emmett seguía sentado sobre Ray. —Ese tipo que está de bruces en
el suelo se llama Ray. Justo después de llegar aquí, empezó a golpear a su
esposa. Ese es Emmett, uno de los cantineros de Dan, el que está sentado
sobre el marido. El chico en el suelo sometido por Dan entró en la pelea
sin razón. El ataque a Emmett fue completamente sin provocación.
El primer oficial dijo:
—Gracias, Señorita York. Nos los llevaremos de aquí.

Emmett arrojó la bolsa de hielo que Dan le había dado en el bar. La


mandíbula todavía le dolía, pero el dolor se desvanecería pronto. Habían
pasado treinta minutos desde que toda la noche se había ido al infierno. Al
menos Ray y su amigo estaban esposados y de camino a la cárcel. Había
estado un poco asustado de que los policías se lo llevaran en parte porque
era un ex convicto. Por supuesto, sus antecedentes habían sido borrados,
pero aquello podría no haberles importado.
Lo peor fue que a medida que la adrenalina se desvanecía, se dio
cuenta de que una pequeña parte de él deseaba que su culo hubiera sido
acarreado en ese viaje. Una noche en la cárcel habría sido más fácil que
tener que tratar de enfrentarse a Jana. Pensó que tanto la lucha como su
parte en ello la habían aterrorizado. Había hecho todo lo posible por
ocultarlo, pero la preocupación no había desaparecido de sus ojos oscuros
cuando le había preguntado si se encontraba bien.
Diablos, no, no se encontraba bien. Pero no tenía nada que ver con
los pocos golpes que Ray le había acertado antes de que Emmett lo
hubiera aplastado. ¿De alguna manera había percibido lo mucho que de
verdad quería impartir algo de justicia de vigilante sobre Ray y su amigo?
Si no fuera porque lo hubiera hecho aterrizar de vuelta tras las rejas, a
Emmett le hubiera dado mucho gusto golpear sus cabezas juntas un par
de veces para llamar su atención y luego tal vez romperles algunos huesos
sólo para hacerlos entender su punto. Tal vez entonces se lo pensarían
mucho antes de levantarle la mano a otra mujer.

~ 53 ~
La puerta de la oficina de Dan se abrió de nuevo. Los paramédicos
debían de haber finalizado el chequeo a la esposa de Ray. Cuando salió de
la oficina, Jana estaba con ella. Las dos mujeres estaban hablando en voz
baja, pero Tanya retrocedió cuando Jana le tendió una tarjeta de visita.
—No puedo ir a ningún refugio. A Ray no le gustará nada si no estoy
en casa cuando llegue allí.
Emmett se tragó una maldición. ¿Por qué demonios iba a importarle
lo que pensara Ray? Por la resignación en el rostro de Jana, la actitud de
la mujer no era una sorpresa para ella.
—Por lo menos no vayas a casa esta noche, Tanya. ¿Qué pasa si la
policía no logra mantener a Ray en la cárcel el tiempo suficiente para que
se enfríe?
Emmett tomó su cartera y sacó un fajo de billetes. Cruzó la
habitación hacia las dos mujeres, moviéndose lentamente para que Tanya
no se asustara. Tenía una buena razón para no confiar en los hombres en
este momento.
—Señora, entiendo el por qué es posible que no quiera pasar esta
noche en un refugio con un montón de extraños, pero Jana tiene razón.
Ray necesitará un poco de espacio cuando salga. —Le tendió el dinero en
efectivo. —Tome esto y regístrese en un motel. Por la mañana puede llamar
al número que Jana le dio y al menos ver lo que tienen que decir.
—Tal vez lo haga. —Pero ya estaba sacudiendo la cabeza. —Aun así,
no puedo tomar su dinero, señor. Ya ha hecho suficiente.
Él le sonrió.
—Sí puede. Entiendo todo acerca de a veces necesitar una mano
amiga. Déjeme hacer esto por usted.
Finalmente, tomó el dinero y se lo metió en el bolsillo de sus jeans
cuando el jefe de Emmett se unió a ellos.
—Creo que esto debe ser tuyo, Tanya. —Dan le tendió un bolso. —Si
ya has terminado aquí, te daré un aventón a tu casa para recoger algunas
cosas y luego te llevaré a donde quieras ir.
Miró hacia Emmett.
—¿Puedes cerrar?
—Lo haré.
Emmett y Jana permanecieron en silencio hasta que Dan y Tanya se
fueron. Tan pronto como se cerró la puerta, Jana golpeó la barra con las
manos.

~ 54 ~
—No me gusta saber que va a ir derecha hacia ese hijo de puta otra
vez.
Jana probablemente tenía razón, pero trató de darle al menos un
poco de esperanza.
—Eso no lo sabes. Tomó el dinero y planea ir a un motel. Tal vez
mañana haga esa llamada.
—Realmente espero que sí, pero lo veo muy a menudo. Cuando Ray
la vea otra vez, le jurará que no quiso decir todo aquello y será agradable y
se disculpará. Entonces la próxima vez que tenga demasiadas cervezas
encima o su equipo favorito pierda o ella mire al hombre equivocado, Ray
la tirará al piso y le dirá que es todo culpa suya. Todo lo que podemos
hacer es rezar para que encuentre el coraje de alejarse de él antes de que
la mate.
Emmett quería abrazar a Jana, pero tenía sus propios puentes para
quemar.
—Siento haberte asustado esta noche, Jana, pero no puedo soportar
ver a un hombre golpear a una mujer. Te advierto que tengo un
temperamento asqueroso cuando veo algún bastardo meterse con alguien
más pequeño de que él.
Ella inclinó la cabeza un poco hacia un lado mientras lo estudiaba.
—Así que lo tienes.
—No pediré disculpas por someterlo y no ser todo suave al respecto.
Su barbilla sobresalió mientras los ojos de ella se estrecharon.
—Es curioso, no recuerdo pedirte que te disculparas. Si no hubieras
intervenido, Tanya habría sido herida con mayor gravedad.
Bien podía ponerlo todo sobre el tapete.
—Bien, pero una parte de mí realmente disfrutó golpeando a esos
tipos. Sí, tal vez se lo merecían, pero eso fue sólo una excusa. Te lo digo
directamente: he tenido ganas de una pelea desde que me levanté esta
mañana. Si no hubieran sido esos dos los que me sacaron de quicio, algo
más lo hubiera hecho.
Ahora ella pareció sorprendida.
—¡Emmett Sloan, no hables de esa manera! Sé que eres mejor que
eso.
Él resopló.
—No, no lo haces. Te dije cómo terminé en la cárcel. El hecho de que
en realidad no matara a ese pandillero no cambia que me metí en la pelea

~ 55 ~
con una sonrisa en la cara. Diablos, cuando estaba en la cárcel, incluso
los guardias se lo pensaban dos veces antes de meterme en hacinamiento.
—¿Por qué estás actuando de esta manera, Emmett? ¿Estás
tratando de hacer que tenga miedo de ti?
Obviamente ella no lo entendía. Él odiaba ¡odiaba! la sensación de
estar fuera de control, como si algún poder externo, lo condujera hacia
algún lugar al que no quería ir. Al menos en la cárcel podía refugiarse en
su celda, seguro tras las rejas, donde nadie podía llegar a él.
—Sí, señora, eso es exactamente lo que estoy tratando de hacer.
Mierda, me asusto a mí mismo.
Cuando se dirigió hacia él con una mirada de preocupación en el
rostro, retrocedió y levantó las manos.
—¡Quédate ahí, Jana! Estoy fuera de control. He estado así todo el
día y no está mejorando.
Ella se congeló a medio paso.
—Es como la noche en la que te fuiste a caminar, ¿no es así?
—Sí, lo es. —Sólo que peor. Se pasó las manos por encima de su
corte de pelo, deseando poder darle sentido a lo que estaba sintiendo. —Va
y viene, a veces no me pasa en días y días y tal vez incluso entonces sólo
por un corto tiempo. Otros días me rodea durante horas y horas. Lo único
que sé con certeza es que es cada vez es peor, y justo ahora mi control se
disparó.
—Creo que debo programarte un examen físico completo y luego
seguir a partir de allí.
Maldición, parecía intrigada, no asustada. Emmett sospechaba que
usaría la misma expresión mientras un paciente le daba un conjunto
confuso de síntomas. Bueno, no quería ser una especie de interesante
muestra de laboratorio. Quería ser normal. Quería saber que podía confiar
en él mismo al estar alrededor de gente. Y, sobre todo, la quería. Por su
bien, eso no podía suceder, no otra vez, no ahora.
¿Qué más podía decirle para que lo comprendiera?
Se le estaba haciendo más difícil hablar por el nudo de vergüenza
encajado en su garganta.
—Vamos, te acompaño a tu coche, luego tengo cosas que hacer aquí.
—Puedo esperar.
—No, debes irte a casa, Jana.
Comenzó a caminar hacia la puerta y esperó que lo siguiera sin
discutir. Cuando le tendió su abrigo, obedientemente le permitió ayudarla
~ 56 ~
a ponérselo, pero claramente no estaba dispuesta a levantar la bandera
blanca. Se volvió hacia él y le puso la mano en el pecho. No tenía la fuerza
para negarse a sí mismo un último toque.
—Escucha, Emmett, ha sido una noche infernal, y ninguno de los
dos consiguió cenar. ¿Por qué no recojo algo de camino a casa mientras
terminas aquí? Podemos comer allí.
Se dijo a sí mismo que era mejor tratar la situación como al
arrancarse rápidamente una venda. Dolería como el infierno, pero
conseguiría que el dolor pasara más rápido.
—Jana, creo que no deberíamos vernos nunca más.
Su jadeo lo cortó directamente, atravesándolo. Ella sacudió su mano
alejándola, sus ojos oscuros llenándose de lágrimas.
—¿Por qué? ¿Porque vi como golpeabas a ese tipo? No puedes estar
hablando en serio.
—Tan serio como la muerte, Jana. Ahora, déjame verte subir al
coche.
Ella le dirigió una mirada compasiva que le cuajó la sangre.
—Esto sí que es graciosísimo, Emmett. Cruzarías la calle conmigo
para asegurarte de que nadie me lastime, sin embargo, estás parado allí y
rompes mi corazón sin vacilar.
Si era cierto, le parecía justo, porque su corazón se sentía muy muy
maltratado y magullado en ese momento. Luchó duro para mantener su
pretexto.
—¿No crees que eso es un poco exagerado, Jana?
—No, no lo creo.
La observó mientras se erguía, los hombros hacia atrás y la cabeza
bien alta. Maldita sea, era magnífica. Jana lo estudió de pies a cabeza,
claramente sin impresionarse con lo que veía.
—Puedo caminar sola hacia mi coche. No necesito que me vigiles,
Emmett Sloan.
Dio un portazo y salió. La dejó irse, sabiendo que podía verla desde
la ventana del frente. Antes de llegar a la mitad de la calle, cambio de
actitud y volvió marchando al bar.
—Una cosa más, sólo para asegurarme de que sabes exactamente lo
que estás tirando. Te quiero, incluso si eres un gran idiota. Lo que
tenemos juntos es algo por lo que vale la pena luchar, pero obviamente
eres demasiado cobarde para siquiera intentarlo. —Entonces ella agarró el

~ 57 ~
cuello de su camisa y tiró para acercar su boca y darle un rudo beso. —
Piensa en eso cuando camines por estas calles solo.
Esa breve conexión dejó su cuerpo en llamas, tenía ganas de
desnudarla y tomarla allí mismo, en el bar. Pero se fue de nuevo, viéndola
alejarse, herido, caliente, y preguntándose si alguna vez volvería a sentir
nuevamente eso.

~ 58 ~
Capítulo 8
Traducido Por Alhana
Corregido Por Sigrún

J ana estaba de vuelta. Emmett, deliberadamente le dio la


espalda a la puerta, negándose a reconocer su presencia.
Habían pasado tres semanas desde que le había dicho que todo
había terminado entre ellos. Evidentemente era el único que
creía que era cierto. Mientras observaba el reflejo de Jana en el espejo
detrás de la barra, su jefe se acercó a donde estaba Emmett de pie. Tomó
nota del hecho de que Dan aún mantenía una distancia saludable entre
ellos. Hombre inteligente.
—Cuéntame, Emmett. ¿Vas a seguir ignorándola, o tendrás la
suficiente sensatez y tomarás lo que te está ofreciendo?
Emmett luchó contra una oleada caliente de frustración. Puso sus
manos sobre la barra y contó hasta diez antes de confiar en sí mismo para
hablar.
—Hombre, sé que eres mi jefe y todo eso, pero cierra la maldita boca.
Dan se alejó lo suficiente para telefonear a un cliente, pero regresó.
—Una cosa más, y luego prometo que me callaré. No sé lo que pasó
entre ustedes dos, y no me importa. No es de mi incumbencia. Todo lo que
quiero decir es que si una mujer con clase como Jana me mirara como te
mira, me arrastraría de regreso sobre vidrio roto y me arrastraría con todo
lo que tengo, si eso es lo necesario para conseguir que ella me perdone.
Emmett tenía que hablar con alguien o explotaría. Agarró el brazo de
Dan, arrastró su entrometido culo al almacén y cerró la puerta. Al menos
su jefe lo acompañó de buen grado y no comenzó inmediatamente a
balancearse o a gritar pidiendo ayuda.
—No es lo que parece. No está enojada conmigo. —Emmett cerró los
ojos y se apoyó en una pila de cajas. —No, eso no es verdad. Jana está
enojada, pero no porque hice algo mal, —y eso tampoco estaba bien. —
Está bien, hice algo, pero no creo que fuera un error. Ella lo cree.
En lugar de ofrecer un sabio consejo o incluso simpatía, la rata
bastarda de su jefe se rio. En serio, la vida de Emmett estaba jodida todo
el camino al infierno y de regreso, y Dan pensaba que era divertido. Por

~ 59 ~
suerte este no era uno de los días en que Emmett tenía un aplastante
deseo de golpear a alguien.
—No es divertido, Dan. Está lastimada porque le dije que lo nuestro
no podía funcionar. He sabido todo el tiempo que se merece algo mejor que
un ex convicto con pocas perspectivas, pero ese no es el problema, —se dio
cuenta de que se estaba frotando el pecho de nuevo y se obligó a parar. —
Hay algo enrollado furiosamente dentro de mí, algo que me parece que no
puedo controlar, y no quiero que Jana este en el camino si alguna vez se
desata.
—Bueno, mierda, —el rostro de su amigo se volvió serio. —Pido
disculpas por la risa, ella no es la única herida, Emmett. Es sólo que
suenas como yo hace unos diez años. Dejé que una buena mujer se alejara
de mí, porque pensé que no podía manejar la vida con un ex soldado
jodido.
—¿Qué pasó? —Porque si las cosas habían funcionado para Dan, tal
vez también había esperanza para Emmett.
—Encontró a alguien más antes de que yo espabilara y consiguiera
la ayuda que necesitaba. Lo último que supe fue que tenían tres hijos y
estaba haciéndolo bien. Es feliz, y eso es todo lo que importa ahora, —miró
más allá de Emmett, viendo claramente algo que no era el muro de
concreto agrietado. Cuando por fin se arrastró fuera del pasado para mirar
a Emmett directamente, dejó escapar un profundo suspiro. —Espero que
seas más inteligente que yo. ¿Mi consejo? Arregla lo que está roto mientras
puedas. Mujeres como Jana no aparecen muy a menudo.
—¿Y si no puedo arreglarlo?
—Entonces hiciste lo correcto al alejarte, —le dio una palmada en el
brazo antes de abrir la puerta. —Pero hay un montón de grupos de apoyo
ahí fuera que se ocupan de todo tipo de temas, incluyendo el manejo de la
ira. Hazte un favor y busca a alguien que entienda exactamente por lo que
estás pasando.
Emmett se quedó en el almacén para darse tiempo de considerar el
consejo de Dan. Lo que había dicho tenía sentido, incluso si no necesitaba
el tipo de grupo de apoyo del que Dan había estado hablando. Sin
embargo, había un hombre que podría tener respuestas para él. Se lo
debía, no sólo a Jana, sino a sí mismo para averiguar de una vez por todas
si Trahern y su amigo Devlin Bane habían estado contándole sandeces
acerca de todo eso de los Paladines.
Antes de que pudiera acobardarse, sacó la tarjeta de Trahern de su
billetera, luego envió un texto breve. ¿Nos podemos reunir mañana? Tengo
preguntas. Golpeó enviar y metió el teléfono en el bolsillo en su camino de

~ 60 ~
regreso al bar. Estaba empezando a llenar una orden cuando sintió el
teléfono vibrar.
El mensaje en la pantalla fue breve y al grano: 8 p.m. Tengo
respuestas.

Jana observó a Emmett y a Dan desaparecer en el almacén. Tenía la


sensación de que ella sería el tema de conversación una vez que cerraron
la puerta. Sería mejor si Emmett hablara directamente con ella, pero tal
vez Dan podía llegar a él. Lo esperaba, porque no estaba segura de cuánto
tiempo más podría seguir viniendo aquí si continuaba ignorándola.
Dolía demasiado.
Realmente había pensado que si seguía viniendo, él finalmente
admitiría que se había equivocado al renunciar a ellos tan pronto. Incluso
teniendo en cuenta su firme creencia de darle a la gente una segunda
oportunidad o incluso una tercera o cuarta, habían pasado tres semanas.
En algún momento tenía que aceptar que no estaba siendo paciente, sino
ridícula. Una mujer debería tener cierto sentido del orgullo.
Mientras trataba de lidiar con ello, la puerta del almacén se abrió.
Dan salió solo, pero la miró directamente y le guiñó un ojo. ¿Qué
significaba eso? ¿Había ido a abogar por ella? ¿De algún modo convenció a
Emmett que merecía más que la completa soledad que parecía decidido a
aceptar como su merecido en la vida?
¿Debería ir a preguntarle? No, era demasiado tarde para eso.
Emmett estaba de regreso y, evidentemente, seguía decidido a actuar como
si ella fuera invisible. Ya era hora de irse. Llamó a la camarera y pagó la
cuenta. Por una vez, Emmett no salió pitando inmediatamente del otro
extremo de la barra para evitarla mientras se dirigía a la puerta. ¿Cuán
patético era que lo tomara como una buena señal?
—Buenas noches, Dan. Como siempre la hamburguesa fue perfecta.
El dueño del bar agitó la mano mientras desaparecía en su oficina.
—Me alegro de que te haya gustado, Jana. Hasta pronto.

~ 61 ~
Cuando estuvo fuera de la vista, volvió su atención al hombre que
estaba abrillantando la barra lo suficiente como para hacer desaparecer el
acabado, otra señal de que era dolorosamente consciente de ella.
—Buenas noches, Emmett.
Se detuvo frente a él el tiempo suficiente para señalar un pequeño
charco de agua justo delante.
—Omitiste un lugar, tipo grande. Hasta pronto. Por alguna razón,
simplemente no tengo suficiente de la buena cocina de Dan.
No consiguió entender lo que Emmett murmuró mientras se alejaba,
pero no importaba. Por lo menos había empezado a hablar con ella otra
vez.

~ 62 ~
Capítulo 9
Traducido Por Rihano
Corregido Por Alhana

ntes de que llegara la noche, el dolor en el pecho de Emmett


A había regresado y peor que nunca. Más temprano durante el
día había estado bien, pero el problema había empezado de
repente y continúo empeorando mientras el día avanzaba. Durante la
última media hora, se había dedicado a pasear a lo largo de la barra del
bar incapaz de sacudirse la sensación de que había algo importante que
debería estar haciendo. Menos mal que tenía el primer turno y saldría
pronto. La presión de un ajetreado viernes por la noche podría probar su
ya inestable control. La mayoría de los clientes regulares de Dan eran
geniales, pero siempre había la oportunidad de que algún imbécil decidiera
que esta noche era la noche en que quería tomar al mundo. Emmett
flexionó sus puños, deseando que la idea de golpear a alguien no pareciera
tan atractiva.
Se había escabullido por un ratito durante su descanso para vigilar
a Jana. Ella debía haber tenido algunos pacientes rezagados, porque las
luces todavía habían estado encendidas en la clínica. Si las cosas no se
desaceleraban lo suficiente para que él fuera a verla otra vez, le pediría a
Dan que lo hiciera.
Otros cinco minutos pasaron y luego otros. Con cada segundo que
pasaba, el zumbido bailando a lo largo de sus nervios se volvió más fuerte.
Esto era una locura, pero algo estaba mal ahí fuera en la calle. Al final,
lanzó su toalla y se encaminó a la oficina, donde Dan estaba sentado
frunciendo el ceño a algunos números en la pantalla de su computadora.
Levantó la mirada tan pronto como Emmett entró.
Incapaz de quedarse quieto incluso algunos segundos, Emmett
cambió su peso de uno pie al otro y de regreso. —Lo siento por
interrumpir, jefe, pero en verdad necesito chequear a Jana. No tardaré
mucho tiempo.
El otro hombre se reclino en su silla y le dio a Emmett una mirada
dura. —¿Hay algo malo o es solo tu costumbre de asegurarte que ella
llegue a su coche a salvo?
Dan era la única persona con la que podía ser honesto. —Es parte
de eso, pero ese problema del que hablamos anoche está funcionando en
grande. Y antes de que digas algo, he conseguido que un tipo venga

~ 63 ~
después de que salga esta noche para hablar de ello. — Extendió su mano
para mostrarle a Dan como estaba temblando. —Tal vez no sea nada, pero
mi instinto me está diciendo otra cosa.
Dan dudó solo lo suficiente para guardar el archivo en la pantalla. —
Ve a ver como esta Jana y no te apresures en regresar. Casi has terminado
con tus obligaciones de todas formas.
—Gracias, jefe.
Emmett salió corriendo del bar hacia la acera. Mirando arriba por la
calle, pudo ver que las ventanas en la clínica ahora estaban oscuras.
Maldición, Jana ya había dejado el trabajo. Peor aún, ella no estaba en
ninguna parte a la vista, y su auto todavía estaba en el estacionamiento
con la puerta del conductor abierta y la luz del techo encendida. Maldijo
mientras empezaba a avanzar para buscarla. Antes de que hubiera
cruzado la calle, su teléfono celular sonó.
Resultaba tentador ignorar la llamada y dejarla ir al correo de voz.
Siguió moviéndose mientras revisaba el nombre en la pantalla: Trahern.
Eso fue todo lo que le tomo para impulsar su miedo por Jana.
Respondió la llamada. —¿Qué pasa, Trahern?
Había mucho ruido de fondo, gritos y el choque de metal, haciendo
malditamente difícil oír lo que Trahern estaba tratando de decir. —¡Maldita
sea, habla! No puedo oírte.
El ruido de fondo se desvaneció un poco, lo suficiente para que la
voz de Trahern llegara más claramente. —Dije que no puedo ir esta noche.
La barrera ha estado cayendo la mayor parte de la tarde. Está de nuevo
arriba, pero ahora tenemos que hacer limpieza. Algunos de los locos
consiguieron pasarnos.
¡Hijo de puta! Las piezas del rompecabezas comenzaron a caer en su
lugar, y a Emmett no le gustó la imagen que estaba comenzando a
formarse. Antes de que pudiera pedirle a Trahern que se explicara, la voz
furiosa de una mujer sonó desde algún lugar al otro lado de la calle.
Emmett habría reconocido ese sonido en cualquier parte. Una tormenta
helada de miedo pasó a través de sus venas cuando oyó a Jana gritar una
segunda vez, esta vez seguido por el sonido áspero de una risa masculina.
Emmett se congeló en el borde de la calle para rastrear el sonido. Tenía
que venir del callejón detrás del edificio abajo por la calle.
Mientras se lanzaba a toda velocidad, gritó al teléfono, —Trahern,
me dirijo hacia el callejón bajando por la calle del bar. Dime que esos locos
bastardos no pudieron haber llegado tan lejos.
Esta vez la voz de Trahern llegó, a través del teléfono, fría y clara. Su
respuesta fue aterrorizante por su simplicidad. —Estamos en camino.

~ 64 ~
Emmett metió el teléfono en su bolsillo y corrió. Ahora mismo daría
cualquier cosa por una pistola o incluso un pedazo de madera. Demonios,
cualquier tipo de arma funcionaría. Mataría con sus manos desnudas si
eso es lo que hacía falta para salvar a Jana.
Arremeter sin un plan podría conseguir que los mataran a ambos,
pero cada instinto que tenía quería que hiciera exactamente eso. Le tomó
cada pizca de resolución que pudo reunir detenerse en la esquina del
edificio de ladrillos para echar una ojeada. Tres hombres vestidos todos de
negro tenían a Jana acorralada contra la pared. Mierda, él los reconoció de
las descripciones que Bane y Trahern habían usado cuando ellos hablaron
de los alienígenas que llamaban Otros. Al menos sus espadas aún estaban
en sus fundas. Por el momento, parecían contentos con azuzar a Jana
como predadores jugando con su presa prometida. Emmett no podía
comprender lo que ellos estaban diciendo desde esta distancia, pero no
necesitaba saber cosas específicas. Sus intenciones eran claras.
Emmett localizó un trozo oxidado de varilla corrugada en el suelo y
lo recogió junto con un pedazo de concreto roto del tamaño de un puño.
Primitivo pero mejor que nada. Los tres Otros todavía no se habían dado
cuenta de que ya no estaban solos en el callejón. Emmett se movió
lentamente para evitar impulsar al enemigo hacia una acción precipitada.
Cuando Jana lo vislumbró llegando, sus ojos se ampliaron, pero ella no
gritó. Dios, amaba la forma en que la mujer mantenía la cabeza tranquila
en una crisis. De hecho, la amaba, punto, aunque ahora no era el
momento para ponerse todo embrollado por las emociones más suaves.
Mejor abrazar la fría furia asesina, hirviendo dentro de él.
Emmett dio un paso despacio hacia adelante y luego otro. Mientras
la distancia entre él y el enemigo se cerraba, finalmente entendió la
extraña sensación que había estado experimentando por semanas. Como a
Trahern y a Bane, la naturaleza lo había preparado para este único
momento, cuando estos Otros se atrevían a amenazar la pieza central de
su mundo.
La única pregunta era porque continuaban cerniéndose a la misma
distancia de ella. Obtuvo su respuesta cuando uno de ellos cargó hacia
ella, y Jana lo roció en los ojos con spray de pimienta. El Otro gruñó
mientras limpiaba sus ojos con la manga de su camisa de apariencia
extraña. Uno de los dos restantes debía haber estado sintiéndose

~ 65 ~
afortunado, porque hizo un movimiento para agarrar su brazo. Con su
espalda hacia la pared, ella tenía poco espacio para maniobrar, pero
todavía se las arregló para deslizarse fuera de su alcance. Él y sus amigos
la seguían paso a paso.
El tiempo estaba acabándose. Emmett renunció al sigilo y lanzó el
fragmento de concreto a la parte de atrás de la cabeza del Otro más
cercano, lo suficientemente duro para derribar al hijo de puta al suelo.
Una anotación para la mejor bola rápida de Emmett. Sosteniendo la varilla
como un palo, se internó en el callejón, ignorando los olores y la basura,
enfocándose solo en la batalla adelante. —¡Aléjense jodidamente de ella!
Se abrió pasó entre los dos hombres restantes, plantándose entre
ellos y Jana. Ellos inmediatamente sacaron sus espadas, sus pálidos ojos
iluminados con intenciones asesinas. Tan pronto como tuvo su atención,
Emmett gritó, —¡Corre, Jana! No te detengas.
Conocía el corazón de su mujer. No querría abandonarlo, pero rezó
porque lo hiciera. La muerte estaba llegando a este callejón, muy
probablemente la suya, y no quería que fuera parte de esto. Arriesgó un
rápido vistazo hacia ella, para asegurarse de que era capaz de moverse.
Sus miradas se encontraron por el más breve latido, la conexión real y
tangible. Entonces hizo lo que él le pidió y echó a correr. Rezó como
poseído para que ella lograra llegar a la seguridad. Eso era todo lo que
importaba.

En el momento en que Jana llegó al final del callejón, estaba sin


aliento y tragándose su miedo. ¿Cómo pudo haber abandonado a Emmett
para encarar a esos tres… a esos bastardos, solo? La lógica le decía que si
se hubiera quedado, solo habría hecho más difícil que Emmett se
defendiera. Necesitaba conseguir ayuda, ¿pero de dónde? No había policías
a la vista, y ella había perdido su teléfono celular cuando la arrinconaron
junto al coche y luego la arrastraron hacia el callejón.
Todos los comercios locales ya estaban cerrados excepto el lugar de
Dan. Estaba a punto de salir corriendo hacia el bar cuando un todo
terreno negro entró rugiendo por la calle. Agitó los brazos sobre su cabeza,
esperando que el conductor se detuviera el tiempo suficiente para que
pidiera prestado un teléfono. El conductor giró bruscamente en su

~ 66 ~
dirección y pisó los frenos. En lugar de preguntarle que estaba mal, cinco
hombres, todos tan grandes como Emmett, salieron del vehículo con sus
manos llenas con espadas y pistolas.
¿Todo el mundo se había vuelto loco? Comenzó a retroceder, tan
aterrorizada de estos tipos como había estado de los del callejón.
Un rubio de mirada fría colocó sus armas en el suelo y luego levantó
las manos. —Eres Jana York, ¿verdad? ¿Dónde está Emmett?
Tenía que confiar en alguien. —Abajo por el callejón. Él está
peleando con tres hombres con espadas. Todo lo que tiene es un tubo.
Los otros cuatro hombres echaron a correr mientras el rubio se
quedaba con ella. Su compañero no les prestó atención y no hizo ningún
movimiento para ir detrás de ellos. —Dudo que Emmett me haya
mencionado, pero mi nombre es Blake Trahern. Se suponía que él y yo nos
reuniríamos esta noche, pero las cosas se pusieron…, —él se detuvo para
hacer un gesto en dirección del callejón, —―…complicadas‖.
El choque de acero contra acero resonó por el callejón. Ella habría
esperado más ruido, hombres gritando, al menos algo. Por alguna razón el
relativo silencio era más aterrador. Y ¿qué clase de fuerzas del orden o
incluso militares venían armados con espadas?
Ella ignoró los estremecimientos inducidos por la adrenalina y
apretó las rodillas para evitar que sus piernas colapsaran. Envolviendo sus
brazos alrededor de su cintura, preguntó, —¿Qué pasa aquí? Y no te
preocupes en endulzarlo. Quiero la verdad.
Para su sorpresa, la expresión sombría de Trahern se disolvió en
una pequeña sonrisa. —Suenas como mi esposa. A ella no le gusta mucho
la mierda, tampoco. Todo lo que puedo decirte justo ahora es que somos
los tipos buenos, y Emmett está destinado a ser uno de nosotros. Una vez
que pongamos las cosas bajo control, todos iremos a algún sitio donde
podamos explicar las cosas.
Un movimiento junto a la entrada del callejón atrapó su atención.
Era uno de los hombres que habían llegado con Trahern. Él hizo señas con
su mano por encima de su cabeza y luego desapareció de nuevo por el
camino en que había venido.
Corrió detrás de él antes de que Trahern pudiera detenerla. Se
emparejó con ella unos pasos más adelante. —Déjame ir primero, Jana.
Puedes no querer ver lo que está esperando en ese callejón.
Él sonaba melancólico, como si las batallas sangrientas fueran algo
con lo que él viviera todos los días. —Soy enfermera. Puedo ayudar.
Trahern señaló lo obvio. —A Emmett no le gustará.

~ 67 ~
—¿Tú esposa esperaría aquí o se encaminaría al callejón sin
importarle qué?
Cuando no respondió, ella dijo, —Eso es lo que pensé. Emmett me
necesita incluso si él es la última persona sobre la tierra en admitirlo.
Contuvo el aliento mientras entraban al callejón. Los hombres que
habían venido con Trahern estaban parados hombro a hombro con sus
espaldas hacia ellos, bloqueando cualquier vista clara de lo que yacía más
allá. Pudo ver a uno de sus atacantes en el piso, sin moverse, más
probablemente al que Emmett derribó con una roca.
Trahern deliberadamente se detuvo frente a ella mientras sus
hombres lo dejaban atravesar su línea. Sus otros dos atacantes estaban
desplomados contra el edificio, ambos con sangre goteando de las heridas.
A ella no le importó. Era el hombre extendido sobre el suelo quien
mantenía toda su atención. Alguien había lanzado una chaqueta sobre
Emmett, haciendo imposible ver su rostro. A pesar de todo, él no se movía,
y el áspero pavimento a su alrededor estaba resbaladizo con un charco de
sangre.
Jana gritó el nombre de Emmett pero no obtuvo respuesta. Empujó
para pasar la línea de hombres y se arrodilló junto al cuerpo. Con manos
temblorosas, gentilmente levantó la chaqueta lo suficiente para confirmar
lo que ella ya sabía. Sus ojos miraban fijos a la distancia, sin parpadear,
sin ver, muertos.
Cuando su corazón se destrozó, sus fragmentos dentados
desgarraron a través de ella, y el dolor era paralizante por su intensidad.
Jana apenas fue consciente de Trahern y los otros moviéndose detrás de
ella. Ninguno de ellos se le acercó, dejando a Jana a solas con su pena.
Emmett había muerto por ella. ¿Cómo se suponía que viviría con eso?
Finalmente, un par de vehículos se detuvieron detrás de ellos en el
callejón. Alguien debió haber llamado a la policía, pero parecía extraño que
no hubiera sirenas. Tal vez Trahern les había dicho que tenían a los
culpables inmovilizados y su víctima más allá de la ayuda.
Cuando alguien apareció en el borde de su visión, Jana levantó la
mirada. Sin duda tendría que dar una declaración y todo antes de que la
dejaran irse a casa, donde ella podría llorar en privado. En lugar de un
oficial de policía, una mujer usando una bata de laboratorio se detuvo
bajando la mirada hacia ella. La simpatía en los ojos oscuros de la mujer
casi fue la ruina de Jana.
—Debes ser Jana York. Soy la Dra. Laurel Young-Bane. —Ella le
tendió su mano, no dejándole a Jana más opción que levantarse para
estrechar su mano. —Sé que has pasado por mucho, Srta. York, y que
estás atravesando por mucho. Sería mejor si vienes con nosotros.

~ 68 ~
Había algo que la mujer no estaba diciéndole. Jana se obligó a
concentrarse en lo que estaba pasando a su alrededor. Si los vehículos en
el callejón pertenecían a la policía, todos estaban sin marcar, lo cual
parecía poco probable. Los hombres que habían llegado con Trahern
estaban ocupados cargando a los hombres que la habían atacado en la
parte trasera del vehículo más cercano. Otros dos estaban envolviendo
gentilmente el cuerpo de Emmett en una lona.
Las alarmas sonaron dentro de la cabeza de Jana. —Ustedes no son
la policía. ¿Quiénes son? Y que están haciendo con el… Emmett. —Jana
casi se ahogó, incapaz de completar esa frase. Ella trató de nuevo. —¿A
dónde están llevando a Emmett?
Trahern se les unió. —Srta. York, prometo que te explicaremos todo.
Dos de mis hombres llevaran tu coche de regreso a tu casa por ti mientras
vienes con nosotros. En este momento es muy importante que los llevemos
a ti y a Emmett a algún lugar seguro.
No era como si Emmett pudiera ser más lastimado. Sabía que
debería protestar. Lo correcto sería llamar a la policía e insistir en que
todos se quedaran justo donde estaban, hasta que las autoridades
apropiadas llegaran y se ocuparan de procesar la escena del crimen.
Ahora, sin embargo, Jana estaba demasiado entumecida para discutir.
Dejó que Laurel la llevara al otro coche, sin importar a donde la llevaban o
que tenían que decirle cuando llegaran ahí. Después de todo, en un
mundo sin Emmett, nada más importaba.

~ 69 ~
Capítulo 10
Traducido Por Arhiel
Corregido Por Alhana

D ios, dolía hasta respirar. Los pulmones de Emmett


estaban en llamas, y cada nuevo aliento solamente las
avivaba. Cambió de posición sobre la fría y dura
superficie debajo de él e inmediatamente deseó no
haberse movido. Si hubiera podido encontrar la fuerza, habría desatado
una sarta de maldiciones de una milla de largo.
Una mano cálida tomó el lado de su cara. ―Quieto allí, Emmett. El
médico dice que es mejor que lo tomes con calma.
Reconoció esa voz. Jana. Estaba viva. Él la había salvado de esos
bastardos. Los recuerdos comenzaron a rodar lentamente como una
película desarticulada. Había habido tres de ellos. Recordó que golpeó a
uno con una roca. ¿Los otros dos habían llegado a él con espadas, y lo
extraño fue eso? Todo lo que había tenido era una pieza de acero oxidado y
su determinación para comprarle a Jana el suficiente tiempo para escapar.
Gracias a Dios, ella lo había hecho, porque si ellos la hubieran destripado,
de la forma en que lo hicieron...
Él gimió de dolor recordado como una última imagen jugó en la
pantalla de su cabeza. Ellos habían cargado en varias ocasiones, bailando
dentro y fuera de su alcance, turnándose para rebanarlo y cortarlo en
cubitos con sus espadas. El dolor casi había destruido su valor antes de
que finalmente lo destruyeran. Entonces ellos habían estado de pie sobre
él riéndose mientras la sangre de su vida se derramaba sobre el suelo.
Emmett recordaba vagamente a otros hombres aproximándose y sus
asesinos se dieron vuelta para enfrentarlos. Fue entonces cuando el
mundo se había vuelto oscuro.
―Lo estás haciendo bien, Emmett. No apresures las cosas.
Jana sonaba gracioso, como si estuviera en el extremo de un túnel.
Luchó para acortar la distancia, siguiendo el sonido de su voz. Necesitaba
su tacto y su calor. Después de algunos segundos, la opresión en su pecho
se desvaneció cuando sus pulmones encontraron su ritmo. Se las arregló
para levantar la mano y capturar la de Jana. Esa pequeña conexión fue
suficiente para calmar el último toque de dolor.

~ 70 ~
Una voz profunda se unió a la discusión. ―Emmett, no tenías que
ser asesinado sólo para convencerte a ti mismo de que todo lo que te
habíamos dicho acerca de ser un Paladín era verdad.
El cerebro brumoso de Emmett puso un nombre a la voz: Trahern.
Tal vez debería haber estado enojado, pero había demasiado pesar en las
palabras del hombre. Era el momento de ver si podía hablar.
―Siempre testarudo. Tenía que verlo por mí mismo.
La risa áspera provino de todos a su alrededor. Más que Trahern y
Jana estaban de pie cerca. Incluso Jana logró una breve risa, pero era
inestable. No era de extrañar. Ella nunca pidió ser metida en este lío.
Él susurró: ―¿Esos hijos de puta?
La gran mano de Trahern se asentó suavemente en el hombro de
Emmett. ―Uno muerto. Eso lo hiciste tú. Nosotros empujamos a los otros
dos de regreso a su propio mundo.
―Bien.
Personalmente, habría estado igual de feliz de escuchar que el
marcador era de tres muertos y cero vivos que probaran otro día. No hay
segundas oportunidades para cualquier persona que amenazara a la mujer
que amaba. Apretó la mano de Jana, contento de que ella estuviera allí con
él.
Sus ojos finalmente cooperaron y se abrieron. Parpadeó hasta que
su enfoque se aclaró lo suficiente para encontrar a Jana en el círculo de
rostros que estaban mirándolo. ―¿Cuánto tiempo he estado... fuera?
Jana le sonrió, con sus ojos brillantes de lágrimas.
―Aproximadamente veinticuatro horas. Veinticuatro realmente largas
horas.
Él consiguió decir. ―Siento haberte asustado.
―Está bien. ―Ella se inclinó para presionar un beso suave sobre sus
labios y luego susurró: ―Esperaría por siempre para qué volvieras de
nuevo a mí.
Trahern se aclaró la garganta, recordándoles que tenían audiencia.
―Está bien, todo el mundo de vuelta a trabajar. Emmett necesita
descansar.
Una fila de hombres se presentó, cada uno de ellos tomándose su
tiempo para darle una palmadita en el brazo o simplemente asintiendo
cuando ellos pasaban. Trahern fue el último en salir. ―Pasaran un par de
días antes que estés de vuelta a la normalidad, o tan normal como un
Paladín alguna vez llega a estar. Una vez que estés levantado y andando, lo
que debería ser mañana, Devlin quiere hablar contigo.

~ 71 ~
Miró más allá de Emmett hacia Jana. ―En realidad, con los dos.
Laurel también dijo que les hiciera saber que uno de nuestros médicos
continuará de turno en la clínica para que puedas permanecer aquí
mientras Emmett se recupera.
―Dale las gracias a todos por mí, Blake. Todos ustedes han sido muy
amables. ―Ella sostuvo la mano de Emmett en un apretón de muerte. ―Yo
no sé lo que habría hecho sin todos ustedes.
La habitual expresión sombría de Trahern se suavizó un poco.
―Nunca dudes de que nos ocupamos de los nuestros. Y hablando de la
experiencia, significa mucho tener a nuestras mujeres de pie junto a
nosotros cuando uno de nosotros está en esa mesa de acero. Ahora, ambos
deben dormir un poco. Lo necesitan.
Cuando se marchó, Jana le dio a Emmett un pequeño empujón. ―Ya
has oído al hombre, Emmett. Córrete un poco y haz un espacio para mí.
Emmett hizo lo que le pidió, suspirando de placer cuando ella se
estiro a lo largo de su lado y posó la cabeza en su hombro. Dos IV se
vertían en su brazo mientras que las máquinas sonaban y zumbaban a su
alrededor, pero lo que realmente necesitaba era el toque sanador de Jana.

A la mañana siguiente, Jana observó a Emmett mientras se dejaba


caer lentamente en una silla en la oficina de Devlin Bane. Todavía no
estaba al cien por cien, pero el que él estuviera caminando por si solo era
nada menos que un milagro. La imagen de él yaciendo muerto en el
callejón nunca estuvo lejos de su mente. Por lo que había aprendido de
Laurel, el milagro se debía a su increíble fisiología Paladín. Eso explicaba
gran parte de lo que él había vivido en su vida entera.
Emmett miró en su dirección y sonrió. No alcanzó sus ojos, lo que
significaba que no era la única que tenía dudas acerca de esta reunión con
el líder de los Paladines. Aun así, si Devlin Bane era el hombre con las
respuestas, ella quería oír lo que tenía que decir.
Deslizó su silla más cerca de Emmett para que él pudiera sostener
su mano. Puede que él no necesitara esa pequeña conexión, pero ella sí.
―Pareces estar manejando todo esto sorprendentemente bien, Jana.
Pienso que, incluso mejor que yo.
~ 72 ~
―No te olvides de que tuve todo el tiempo que estuviste inconsciente,
-muerto, en realidad- para acostumbrarme a esa idea de que los hombres
pueden curarse incluso de heridas mortales.
Las líneas que enmarcaban su boca parecían más pronunciadas que
las que tenía hace tan sólo unos días. Podría haber vuelto de la muerte,
pero la experiencia lo había cambiado. Él le ofreció una pequeña sonrisa.
―¿Y eso no te asusta? Porque te lo digo ahora. Todavía estoy luchando
para conseguir que mi cabeza acepte el concepto.
―En lo personal. Estoy teniendo más dificultad para aceptar eso que
sólo hay una delgada barrera separando nuestro mundo de otro, y del
hecho de que ya tenemos extranjeros viviendo entre nosotros. ¿Sabías que
Trahern y algunos de los otros chicos realmente han pasado tiempo en ese
mundo? ¿Cómo de extraño es eso?
―Wow, él no me dijo esa parte.
Antes de que Emmett dijera algo más, la puerta se abrió, y Devlin
entró. Todos los Paladines que Jana había conocido hasta ahora eran
hombres grandes, pero Devlin se destacaba incluso en esa multitud.
―Srta. York, Emmett, gracias por reunirse conmigo.
Se sentó en su escritorio y a cada uno le dio una larga mirada.
―Permítanme comenzar diciendo cuánto siento que su introducción a
nuestro mundo fuera tan escabrosa, señorita York. Hay una razón por la
que tratamos de operar bajo el radar de los civiles por ahí.
Ella entendía eso. Sin embargo, si Emmett iba a ser parte del mundo
de Devlin, ese tendría que ser su mundo, también. Al menos eso esperaba.
Ella y Emmett aún no había hablado de donde se encontraban cuando se
trataba de su relación actualmente. Teniendo en cuenta todo lo que había
pasado, ella no había querido presionarlo.
Pronto, sin embargo.
―Por favor, llámame Jana, y nada de esto fue tu culpa. Si Trahern y
los otros no hubieran llegado tan rápido, Emmett no habría sido el único
muerto en el callejón.
―Me gustaría decir que eso no es verdad, pero trato de no mentir a
los amigos. ―Devlin se reclinó en su silla y giró su atención a Emmett.
―Así que, ahora llegamos a lo que sucede a continuación. Trahern me ha
dicho que has estado teniendo algunos problemas últimamente.
Emmett asintió. ―Ha sido como la noche que ustedes entraron al
bar. Tengo este sentimiento inquieto y un dolor en el pecho que no puedo
explicar. Supongo que es la afinidad Paladín a la barrera de la que me
advertiste. Además es cada vez peor, como dijiste que lo sería.

~ 73 ~
Más temprano, Emmett había compartido con ella lo que había
estado sucediendo con él últimamente. Era como si ambos estuvieran
viviendo en una película de ciencia ficción, pero no se podía negar la
verdad de lo que el líder Paladín les había dicho. Ellos habían visto, los
efectos de primera mano.
―Tú sabes que no te deja mucho en cuanto a opciones, Emmett, ya
que sólo va a seguir empeorando. Si tú perdieras el control... bien, no
vamos a dejar que eso suceda. Entiende que no estoy diciendo que tienes
que recoger inmediatamente una espada y empezar a luchar. Estoy
diciendo que lo que necesitas es la disciplina que nuestro entrenamiento te
dará. Por ahora, puedes mantener tu trabajo con Dan si eso es lo que
quieres, o incluso terminar ese título universitario, note que lo habías
empezado a trabajar en la cárcel. Independientemente, estarás en nuestra
nómina, y tendrás todo el tiempo que necesitas para entender las cosas.
Emmett se veía mucho más relajado de lo que había estado hacia un
par de minutos antes. ―Lo aprecio. Ya le he pedido a Trahern que me
prepare un programa de entrenamiento para comenzar tan pronto como tu
esposa me libere de sus cuidados.
La sonrisa de Devlin se iluminó ante la mención de Laurel. ―Me dijo
que viniste a través de tu primera muerte con gran éxito. Ella también
estuvo de acuerdo con no apresurar las cosas. Vamos a empezar con el
entrenamiento básico e ir desde allí. ¿Entonces, estamos bien?
Emmett asintió. ―Estamos bien.
Jana comenzó a ponerse de pie, calculando que la reunión había
terminado, pero Devlin la detuvo. ―Jana, tengo algo para ti también.
Ella le lanzó a Emmett una mirada inquisitiva, pero él sólo se
encogió de hombros. Evidentemente, él no sabía lo que Devlin quería,
tampoco.
―Entiendo que tu clínica está luchando financieramente, a pesar de
que proporciona muchos de los servicios necesarios para las personas en
los alrededores.
―Es verdad. No sabemos cuánto tiempo más vamos a ser capaces de
mantener las puertas abiertas.
Sacó un sobre del cajón de su escritorio y lo tendió hacia ella. ―Pido
disculpas por poner a un par de mis muchachos a hackear sus registros,
pero necesitaba algunos números para trabajar. Los Regentes financiarán
tu clínica con esta cantidad este año. Después de este, revisaremos la
situación de cada año y ajustaremos nuestro apoyo cuando sea necesario.
Ella no podía creer lo que estaba escuchando, o el número de ceros
en la cantidad escrita en el cheque. ¿Qué podía decir?

~ 74 ~
―No sé por qué estás haciendo esto, pero gracias, Devlin. Infórmales
a los Regentes que su generosidad hará una enorme diferencia en la vida
de las personas.
―No te olvides que yo mismo estoy casado con una sanadora.
―Devlin la miró con esos ojos verdes que parecían ver a través de ella.
―Eres tú quien hace la diferencia en la vida de tus pacientes. Todo lo que
vamos a hacer es pagar por las herramientas que necesitas para hacer el
trabajo.
―Bueno, todavía estoy agradecida. ―Quería abrazarlo, pero no
estaba segura de cómo iba a reaccionar.
―Así pues, creo que hemos terminado por ahora. ―Devlin se dirigió
hacia la puerta. ―Si necesitas algo más, mi número está en el sobre,
también. Una cosa más, si pasado algún tiempo quieres cambiar de
trabajo, Laurel dijo que te hiciera saber que siempre puede usar otro par
de manos en su laboratorio.
Emmett se apartó para dejar que Jana fuera por delante de él al salir
de la oficina. ―Te llevaré a casa, Jana. Después de eso, tengo algunos
recados que hacer, y necesito hacer una parada en el bar y avisar a Dan
que no he desaparecido de la faz de la tierra.
Ella había estado esperando un poco de tiempo a solas con él, pero
entendió que Emmett necesitaba asegurarse de que todavía tenía un
trabajo. Sospecha que no pasaría mucho tiempo antes de que él fuera a
trabajar para los Paladines de tiempo completo, ella se alegró de que ellos
le estuvieran dando a él tiempo para hacer esa transición. Era un
pensamiento aterrador eso de que estaría luchando junto a todos los otros
hombres, pero también entendía como se sentía él por fin al descubrir
donde pertenecía. Ella se había sentido de la misma forma cuando
comenzó a trabajar en la clínica.
Cuando llegaron a su casa, Emmett la besó lenta y suavemente. Él
la abrazó mientras preguntaba, ―¿Puedes encontrarte conmigo a cenar
esta noche en el bar? Hablaremos entonces.
Cualquier cosa, siempre y cuando él no estuviera tratando de
empujarla fuera de su vida de nuevo. ―Allí estaré.

~ 75 ~
Capítulo 11
Traducido Por Arhiel
Corregido Por Alhana

mmett era un atado de nudos. Hacer frente a su verdadera


E naturaleza como Paladín fue pan comido comparado con lo que
tenía en mente para la noche. Había pasado el resto del día
haciendo planes y luego haciendo todo lo posible para asegurarse de que
todo jugaba de la manera correcta. Dan había aceptado a regañadientes la
renuncia de Emmett, pero él había dejado claro que lo contrataría de
nuevo en un latido del corazón si el nuevo trabajo de Emmett no resultaba.
La oferta de Dan significaba mucho para él, pero Emmett sabía que
no había muchas posibilidades de que eso ocurriera. Después de haber
conocido a los Otros de cerca y personalmente, Emmett no podría vivir
consigo mismo si él no hacia todo lo posible para evitar que mataran a otra
persona, alguien que no tuviera genes Paladín y que se quedaría muerto.
Sospechaba que Jana podía aceptar su decisión. Ella comprendía todo
acerca de no tomar el camino fácil a la hora de cuidar de aquellos que
necesitaban ayuda.
Tal vez podría haber elegido un lugar más romántico para llevar
Jana a cenar, pero la cómoda familiaridad del bar reforzaría su coraje. No
iba exactamente a la batalla, pero él tenía una misión difícil por delante.
Había recolocado la mesa en la esquina trasera del bar, poniéndola en
orden para su cena, y se instaló de nuevo a esperar que Jana llegara.
La puerta se abrió, dejando entrar una ráfaga de lluvia, el clima
estaba fresco. Dan movió la cabeza en un gesto rápido, haciéndole saber
que Jana había llegado. Emmett se levantó y se limpió las manos
sudorosas en los jeans antes de ir al frente para saludarla. Le dijo algo a
Dan antes de girarse hacia Emmett, sus ojos se iluminaron tan pronto
como ella lo vio. Él se apresuró a tomar su abrigo y lo colgó en un gancho
antes de darle un beso rápido.
Poniendo su brazo alrededor de sus hombros, la condujo de vuelta a
su mesa. ―Ya tengo un pedido de hamburguesas dobles con queso y papas
fritas. Espero que eso este bien.
Su sonrisa era traviesa. ―¿Alguna vez me has visto rechazar lo que
cocina Dan?

~ 76 ~
Sacó una silla para ella, desempolvando aún más sus buenos
modales casi olvidados. Cuando estuvo sentada, él tomó la silla junto a la
de ella. ―¿Conseguiste algo de descanso hoy?
―Algo. Tenía un par de tareas para ponerme al día, pero luego tomé
una larga siesta. Realmente se sintió bien dormir en mi propia cama. ―Ella
utilizó su dedo para trazar un patrón a lo largo de su antebrazo. ―Hubiera
dormido mejor contigo a mi lado.
Tragó saliva cuando sus ojos oscuros se levantaron para encontrarse
con su mirada. El calor en sus profundidades marrón, sobre coció su
cerebro. Ella también lo sabía. Bueno, dos podían jugar a ese juego.
―Si yo hubiera estado allí, no hubieras dormido mucho, o tal vez
nada en absoluto.
Capturó su mano y se la llevó hasta los labios para presionar un
beso en la palma de su mano, sonriendo cuando su aliento quedó atrapado
en su garganta. Habían llegado donde su mente la llevaría muy pronto, si
sus planes se desarrollaban de la manera que esperaba. Él le soltó la
mano cuando Dan llegó con su cena y un par de cervezas. Dan dejó su
comida y se fue sin decir una palabra.
Aplazaron la conversación hasta después de la comida. Jana jamás
insultaría la comida de Dan dejando que se enfriara. Por suerte, no les
llevó mucho tiempo comerse una hamburguesa y las papas fritas. Emmett
no estaba seguro de cuánto tiempo podría sentarse allí y pretender que
esta no era la noche más importante de su vida. Finalmente, Jana empujó
su plato vacío lejos con una sonrisa de satisfacción.
―¡Menos mal¡ Necesitaba eso.
Emmett apartó el suyo a un lado y respiró lentamente. Ahora que el
momento estaba sobre ellos, él no podía recordar una sola cosa de las que
había planeado decirle a pesar de haber ensayado las palabras una y otra
vez.
Finalmente, dijo lo primero que se le ocurrió. ―Le di mi aviso a Dan
de dos semanas. Aunque Devlin dijo que podía tomar mi tiempo para
convertirme en un Paladín en toda regla, creo que ya es demasiado tarde
para eso. ―Jana no parecía sorprendida.
―Eso tiene sentido, después de todo lo que pasó.
Bueno, no estaba tratando de convencerlo de lo contrario. Tal vez
ella entendía que ya había sido arrastrado a su mundo demasiado
profundamente para pisar el freno ahora. ―Por lo que Trahern me dijo,
solía ser insólito que los Paladines tuvieran mujeres en sus vidas.
Demasiados secretos para mantener; demasiadas mentiras para encubrir
lo que estaba pasando.

~ 77 ~
Ella se enderezó un poco más. ―¿Solía ser? ¿Significa esto que las
cosas han cambiado para ellos?
Su expresión era cuidadosamente neutral, haciendo imposible para
él adivinar sus pensamientos. Metió la mano en el bolsillo del pantalón y
se aferró a la pequeña caja allí, esperando que le diera el valor para seguir
adelante. ―Sí. Evidentemente Devlin causó un gran revuelo hace unos
años cuando él y Laurel conectaron. Sólo puedo imaginar lo que los
Regentes pensaron de un Paladín enamorándose del médico que tomaría la
decisión final sobre cuando él había ido demasiado lejos y era un peligro
para todos a su alrededor.
Jana hizo una mueca. ―Pero parecen felices juntos.
―Sí, lo son. Y eso abrió las compuertas para el resto de los
Paladines. ―Él se acercó más. ―Hay incluso un par de Paladines casados
con mujeres de Kalithia, ese mundo alienígeno. Y la hermana de uno de
ellos está casada con uno de los guerreros Kalith que conocí.
―¿De verdad? Eso es increíble.
Era el momento de dejar salir todo. Sacó la caja de su bolsillo y la
deslizó sobre la mesa delante de Jana. Ella dudó durante mucho tiempo
antes de alcanzarla y levantar la tapa para mirar fijamente al simple anillo
enclavado en el terciopelo. ―Así que estoy pensando que si la organización
pudo sobrevivir a todo eso, entonces un Paladín casándose con su
enfermera particular no debería ser un problema para ellos. Es decir, si
ella lo ama lo suficiente como para tomar el trabajo.
Jana no le respondió de inmediato, y sus ojos se llenaron de
lágrimas. Volver de sus heridas fatales había sido más fácil de manejar
que observarla en su intento de tratar de encontrar una manera de no
defraudarlo. Agarró una servilleta y se la metió en la mano. ―No llores,
Jana. Lo entenderé si todo es demasiado para ti.
Ella se secó los ojos y se rio. ―No lloro por eso, Emmett. Pasé gran
parte de la tarde escribiendo una larga lista de razones por las que serías
un tonto para alejarte de lo que tenemos juntos. Todo ese trabajo para
nada.
Emmett se acercó lo suficiente para besarla. ―No si te ayudo a
convencerte de que debemos estar juntos. ―Él tomó el anillo de la caja y lo
deslizó en su dedo. No fue fácil, no con los dos temblando como hojas. ―Te
amo, Jana, y yo estoy tomando eso como un sí.
―Es un sí, y te amo, Emmett.
Una vez que el anillo estuvo de forma segura en su dedo,
marcándola como suya, él la besó. Evidentemente Dan interpretó

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correctamente lo que eso significaba, porque él empezó a gritar,
―¡Champagne para todos! ¡Ella dijo que sí!
Demasiado para un momento privado, pero a Emmett no le importó.
Ya habría tiempo de sobra para mostrarle a Jana lo mucho que la amaba
más tarde, cuando estuvieran a solas. Se levantó y tiró de ella para un
abrazo rompe huesos. Ella se echó a reír cuando él la hizo girar en
circulos. En el momento en que él la bajó, Dan estaba allí sosteniendo dos
copas de champán.
Emmett tomó la suya y la sostuvo en alto para hacer un brindis.
―Por ti, Jana York.
Jana chocó su copa contra la suya. ―No, Emmett Sloan: ¡por
nosotros!

Fin

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SERIE PALADINES DE LA OSCURIDAD

ALEXIS MORGAN
1. Dark Protector (2006)
2. Dark Defender (2006)
3. In Darkness Reborn (2007)
4. Redeemed in Darkness (2007)
5. Darkness Unknown (2009)
6. Defeat the Darkness (2010)
7. Bound by Darkness (2011)
8. The Darkness Beyond (2011)
9. Darkness on Fire (2011)
9.5. Short Stories I Paladins of Darkness (2015)
9.6. Short Stories II Paladins of Darkness (2015)
9.7. Darkness Torn Asunder (2015)

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