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Los compositores en instituciones académicas deben, cada vez más definir sus actividades en
términos de "investigación", formulando "preguntas de investigación", "narrativas de
investigación", "objetivos" y "resultados". Los planes de investigación y las solicitudes de
financiación exigen especificar la naturaleza de la contribución original que hará una pieza
musical, incluso antes de que sea compuesta. Estos requisitos conducen a un énfasis en el
trabajo colaborativo, la tecnología y novedad superficial de formato. Sin embargo, la idea misma
de que la composición musical es una forma de investigación es un error de categoría: la música
es un dominio del pensamiento cuya dimensión cognitiva radica en la encarnación, revelación o
presentación, pero no en investigación y descripción. Se argumenta aquí que la idea de
composición como investigación no solo es objetivamente falso, es también perjudicial o
adversa a la originalidad musical genuina.
Hay, en general, dos tipos de compositores en el mundo académico actual: aquellos que trabajan
bajo la ilusión de que están haciendo una especie de ‘investigación’, y aquellos que reconocen
lo absurdo de esta idea, pero que continúan supervisando a los estudiantes de doctorado,
presentan solicitudes de financiación, y documentan sus actividades como si lo fuera.
Componer, por supuesto, podría, en ocasiones, depender de la investigación: ¿cómo hago que
una orquesta suene como una campana? ¿Cómo sostengo electrónicamente un sonido de un
instrumento para que no suene mecánico/artificial? ¿Cuál es la mejor manera de representar
gráficamente microtonos o ritmos complejos para que puedan ser ejecutados con precisión?
Pero ninguno de estos casos representa a la composición musical en sí. La teoría armónica de
Rameau fue una investigación y seguramente influyó en su música (y en la música en general),
pero el “Traité de l’harmonie” no es una composición musical. El desarrollo del pianoforte
involucró investigación e influyó en la música de maneras profundas, pero tampoco lo era. Se
podría argumentar que al menos la construcción de sistemas compositivos es investigación.
Ahora, incluso haciendo esta concesión, sigue siendo factible hacer buena y mala música desde
cualquier sistema, así que, después de todas las explicaciones de la técnica, “la cuestión
compositiva” continuaría sin explicación y sin abordar. Pero en realidad incluso los sistemas
compositivos no son investigación en sentido estricto. Esto es porque la respuesta a cualquier
"pregunta de investigación" concebible que pueda estar involucrado se conoce de antemano.
Imagina, si quieres, una solicitud de financiación para una investigación sobre Schoenberg;
Pregunta de investigación: ¿Puedo hacer una composición musical donde todos los “pitch
classes” se ejecuten idénticamente cada vez? Respuesta: ¡Si! O uno sobre Grisey: '¿puedo hacer
acordes fuera de los tonos de un análisis espectral?’ Respuesta: ¡Sí!; Puedo escribir una pieza
sonorizando el genoma humano? ¡De hecho, si! Si la respuesta a su 'pregunta de investigación'
es siempre (trivialmente) 'sí', entonces no hay investigación en curso.
Pero, de hecho, es esto lo que tienden a tener en común las “solicitudes de aplicación”,
“abstracts posdoctorales en composición”, “narrativas de investigación”, que debemos escribir
para el Marco de excelencia en investigación (o su equivalente, en un número cada vez mayor
de países). A veces, como si fueramos conscientes del problema, insertamos un término
evaluativo: '¿puede desarrollarse una estructura musical coherente a partir de la sonificación
del genoma humano?’ Sin la palabra ‘coherente’, la respuesta es, por supuesto que sí. Así que
ponemos algo para que parezca que el resultado no es una conclusión ineludible. Pero, por
supuesto que lo es, porque lo que uno generalmente quiere decir con tal pregunta es '¿puedo
escribir música convincente con esta técnica?’ donde la persona a convencer es a uno mismo.
¿Puedo escribir música que creo que es buena? Resulta que puedo. Ahora, por supuesto,
podríamos realizar una investigación sobre preguntas como esta: ¿podría, por ejemplo, probar
empíricamente la cohesión percibida de la música construida de cierta manera? Pero la
composición en ese caso sería el estímulo de prueba para un experimento de psicología musical,
no la investigación en sí misma. Alternativamente, podríamos ver con qué frecuencia los
compositores han decidido usar ciertas técnicas, pero en ese caso las composiciones son datos,
nuevamente no sus propias investigaciones. Además, si el trabajo pre-composicional y la
construcción de sistemas no pueden clasificarse como investigación, entonces no es posible
evitar este problema afirmando que las composiciones son, en cierto sentido, los "hallazgos" de
un proceso de investigación. De hecho, la extraña idea de que el propósito de una composición
musical es reportar hallazgos pone de relieve el error de categoría que está en juego aquí.
Supongamos que alguien le hubiera preguntado a Beethoven cuáles eran sus preguntas de
investigación en la Novena Sinfonía. Para empezar, Beethoven se guramente se habría sentido
desconcertado ante tal demanda. Pero tratemos de imaginar lo que se le habría ocurrido si
hubiera estado bien dispuesto. Tal vez uno podría ser, "¿cómo se pueden introducir voces en la
sinfonía?" La respuesta resultante sería, con un recitativo de barítono. Ahora bien, en un sentido
trivial, esto es, por supuesto, una respuesta a la pregunta "¿cómo se pueden introducir voces en
la sinfonía?", en el sentido de que cualquier cosa vocal podría ser una respuesta. Pero en un
sentido significativo, no es precisamente una respuesta a la pregunta de cómo introducir voces
en la sinfonía; más bien, es una respuesta a la pregunta de cómo se van a introducir las voces en
esta sinfonía, (en este punto particular, después de todo viene antes de este momento). Es decir,
es una pregunta musical, no discursiva, y la hace la música, no una propuesta de investigación.
Esto no quiere decir que la música no pueda discutirse en lenguaje (por supuesto que sí, y existen
vocabularios y formas de hablar sobre música que nos ayudan a entenderla, los lenguajes de la
estética musical, la crítica y el análisis, por ejemplo), pero estos están muy alejados del lenguaje
de la composición como investigación. Por un lado, tenemos escritura que intenta, aunque sea
imperfectamente, articular algo sobre la música existente, en toda su complejidad y
ambigüedad; por el otro, tenemos un lenguaje destinado a “calzar” la música, a menudo música
que aún no existe, en una categoría inapropiada. La investigación sobre música que ya existe es
una actividad real; la composición como investigación no lo es. Las cosas más originales que
suceden en la música no suelen ser "ideas" que se tengan de antemano, sino soluciones
musicales llamativas o idiosincrásicas a problemas del material musical que surgen solo durante
el proceso de composición. Beethoven es nuevamente un buen ejemplo: lo escuchamos
recomponerse en un rincón, lo que requiere una salida radical del impasse musical resultante.
(Intente poner algo así en su solicitud de subvención de investigación).
Podría objetarse que la idea de que la composición es un tipo de investigación, a pesar de ser
estrictamente falsa, sigue siendo aplicable en un sentido más amplio, o incluso metafórico. Pero
el valor de una analogía o metáfora está seguramente en su utilidad- ¿ayuda a nuestra
comprensión o proporciona una visión fructífera? Así que tenemos que preguntarnos: cuando
un compositor está trabajando en una pieza, ¿este trabajo se ve ayudado de alguna manera por
la idea de que es una investigación o por la presentación de los "hallazgos" de la investigación?
Si bien me resulta difícil ver que este pensamiento marque una gran diferencia en cualquier
decisión de composición, es muy posible que algunos compositores lo encuentren útil de alguna
manera. Todo tipo de cosas pueden ser sugerentes después de todo, pero ese es precisamente
el punto: igualmente sugerente podría ser la metáfora de la composición como jardinería, ó
alquimia, ó la pesca. La imposición institucional de la metáfora de la investigación es apenas
menos perversa que la imposición de una metáfora de la jardinería, y bastante más destructiva.
Es una señal del instrumentalismo vaciado de la academia actual que la descripción de la
composición como investigación se vea como el logro de algún tipo de estatus.