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LAS INTERACCIONES DE LOS ESTUDIANTES DEL NIVEL PRIMARIA Y SECUNDARIA

El término "interacción" en los servicios educativos se refiere a cómo


la docente realiza su labor como mediadora del aprendizaje con
los estudiantes, en el momento en que está intercambiando acciones
y palabras con ellos, durante la jornada pedagógica, lo que genera una
influencia recíproca que incide en el aprendizaje y desarrollo de los
NNA. Así mismo, se refiere a cómo los niños se relacionan entre sí
cuando usan los materiales y cuando usan las actividades propuestas
para y por ellos.

La interacción se rige como objeto básico de la psicología social y se define como la acción
recíproca de comportamientos entre individuos al relacionarse, teniendo en cuenta el contexto
en el que lo hacen. "El centro del análisis es pues la relación entre sistemas de comunicación
(Galindo et al., 2009, p. 485).

Goffman, en su teoría, sitúa en primer lugar el estudio de


la interacción social, que puede ser estrechamente identificada con
la que surge únicamente en las situaciones sociales; es decir, en los
contextos en los que dos o más individuos están físicamente en
mutua presencia.

La interacción didáctica refiere a la comunicación intencional, estructurada y especializada para


la enseñanza y el aprendizaje de conocimientos escolares. El análisis de la
interacción didáctica en el aula ha sido abordado desde diferentes perspectivas teóricas y
metodológicas (Villalta y Martinic, 2009).

Las relaciones positivas entre maestros y alumnos son los fundamentos para interesar y
profundizar en el conocimiento. A su vez, estas relaciones positivas consideran vínculos inter-
personales basados en el respeto y la confianza, mismos que, a partir de ello, configuran
relaciones en donde los participantes se sienten reconocidos -vistos, escuchados, tomados en
cuenta-, seguros y libres para expresar sus puntos de vista sin miedo a ser rechazados o
excluidos.

Las interacciones son condiciones exclusivas para la socialización de los niños, mediante
relaciones establecidas por sus miembros, que posteriormente se reproducen en el medio
social. La escuela, como elemento importante de la sociedad en la formación educativa del
estudiante, está en la obligación de apoyar a la familia en la socialización de los estudiantes
(niños, adolescentes y jóvenes), por cuanto el acelerado desarrollo social contemporáneo exige
de mayor preparación calificada de los jóvenes en su inserción social, la familia no puede
acceder, por sí sola, a tamaña demanda y es la Escuela que mejora esta tarea impredecible con
el apoyo de otros agentes comunales y de la sociedad en general. (Lama, 2007) En ese entender,
la educación es muy importante para todo ser humano, por lo que los padres están en la
obligación de ser agentes bastante activos en el proceso educativo de sus roles. Es necesario
entender y comprender que esta dinámica educativa involucra a toda la sociedad, en cuanto
que es una actividad permanente donde participan hijos, maestros, padres de familia y
comunidad en su conjunto.

Las interacciones educativas significativas involucran varios ámbitos de la experiencia en el aula.


Es decir, no se trata solamente de los vínculos emocionales. Se trata también de las relaciones
expresadas en la administración del trabajo en el aula y de las estrategias que se utilizan para
atraer y profundizar en el conocimiento.
NIÑO DESDE LOS 6 AÑOS HASTA LA ADOLESCENCIA
- DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD

Antes de los 6 años las relaciones sociales fundamentalmente giran en torno a la familia más
cercana, pero a medida que pasan los años el niño empieza a relacionarse ampliamente también
en la escuela con sus profesores y su grupo de iguales (Padres, profesores e iguales son las
personas más importantes en esta etapa). Estas personas y los contextos en los que interacciona
con ellas van a dar lugar a nuevas influencias sobre el desarrollo de la personalidad. De estas
personas recibe las influencias para consolidar o modificar aspectos de la personalidad que
habían empezado a construirse.

- EL AUTOCONCEPTO Y LA AUTOESTIMA

Se producen cambios importantes con respecto al auto concepto y a la autoestima:

El AUTOCONCEPTO: se refiere al conocimiento que el niño va teniendo de las capacidades y


competencia que va adquiriendo.

6-8 AÑOS

Primeras conexiones entre distintos rasgos o aspectos. Por ejemplo, si antes el niño decía “juego
a la pelota” como una forma de describirse a sí mismo, ahora hablará de varias características y
dirá “Se me da bien jugar a la pelota y al pilla-pilla”.

Uso frecuente de características opuestas del tipo todo o nada. Por ejemplo, antes el niño decía
“juego mucho a la pelota” como forma de describirse a sí mismo, ahora “juego mucho a la pelota
pero nada al escondite”

Comparación con uno mismo en otro momento o en el pasado. Por ejemplo, antes diría “jugué
a la pelota”, ahora se comparará con respecto a otro momento y dirá “hoy jugué mucho a la
pelota pero ayer no jugué nada”.

Inclusión de aspectos internos o psicológicos del tipo: “me gusta”, “prefiero”

8-12 AÑOS

Generalizaciones que empiezan a integrar un conjunto de conductas, por ejemplo si


anteriormente decía “Se me da bien jugar a la pelota y al pilla-pilla”, ahora dirá “se me dan bien
los deportes”.

Capacidad para integrar conceptos opuestos: “se da bien las matemáticas, pero no la música”
(integración de conceptos listo-tonto)

Rasgos referidos a destrezas y a relaciones interpersonales. Profundización en rasgos internos.


Por ejemplo: “Me gusta jugar a la pelota con mi amigo”, “me pongo muy contento cuando juego
con él”.

Comparación con otros niños: “juego mejor a la pelota que mi amigo” Este auto concepto sobre
lo que tiene o sabe hacer será además valorado por él. Es decir, apreciará si se siente o no
satisfecho con lo que tiene o sabe hacer. Se trata de una dimensión valorativa y enriquecedora
del yo. Me siento respecto a cómo soy. Esta valoración que se hace del auto concepto es
la AUTOESTIMA.
Las dos dimensiones importantes con respecto a la autoestima en estas
edades son:

- La autoestima en relación con el aspecto físico

- La autoestima en relación a las competencias académicas, sociales y


físicas.

La autoestima hay que entenderla en relación con las metas que uno se propone, y con la
importancia que les da a determinados contenidos, así, por ejemplo, si un niño aspira a sacar la
mejor nota de la clase, quedarse en segunda posición puede hacerle sentir un fracasado. Del
mismo modo si el niño le da mucha importancia a ser habilidoso en un determinado deporte y
no lo consigue, se sentirá frustrado.

En último término, si la distancia entre el yo real (lo que soy) y el yo ideal (lo que me gustaría
ser) es demasiado grande se produce la insatisfacción personal.

Los padres son los responsables de fijar un yo real pero también un yo ideal, de esta forma si se
fomenta que un niño tenga un buen yo real pero los padres colocan su yo ideal demasiado lejos,
el niño sentirá que no es capaz a llegar donde sus padres desean y se sentirá inadecuado. Por
ejemplo una madre le dice a su hijo: “has sacado muy buena nota en el examen, estoy muy
contenta contigo pero lo mejor sería que sacases un sobresaliente, eso sí estaría perfecto”.

La valoración que realiza de 6 a 8 años es típicamente positiva, no siempre coincidente con la


realidad. De 8 a 11 años la valoración sobre sí mismo incluye tanto aspectos positivos como
negativos. La autoestima se va convirtiendo en un concepto mucho más global en torno a los 7-
8 años. Las evaluaciones de estos niños ya no serán de situaciones concretas sino más abstractas
y generalizadas. El niño no dirá ya que juega bien a la pelota sino que dirá: “soy bueno en los
deportes (y por ello se encontrará satisfecho)”.

Además es más realista a la hora de reconocer sus capacidades más fuertes frente a las menos
fuertes. A partir de los 8 años, el auto concepto y autoestima se mantendrá estable hasta la
adolescencia donde bajará debido a los nuevos cambios a los que ha de adaptarse el niño.

La autoestima cada vez será más global hasta convertirse en la suma de la autoestima física
(aspecto físico), la académica (lengua, matemáticas, otras materias) y la social (relaciones con
los padres, relaciones con sus amigos).

La autoestima influye enormemente en el desarrollo de la personalidad y en el estado de


ánimo. Los niños con alta autoestima son más alegres, independientes y curiosos, confiados, les
gustan las relaciones sociales y disfrutan con ellas. Son niños más independientes. Toleran mejor
la frustración y las bromas de los demás. Son sensibles pero no hipersensibles.

No olvidemos la enorme influencia que siguen teniendo los padres sobre la consolidación de la
autoestima de sus hijos aunque ahora participen otros agentes sociales como profesores y
amigos.

- LA INTEGRACIÓN DE LAS EMOCIONES

Muchas situaciones nos provocan sentimientos contradictorios (por


ejemplo sentimos amor por la pareja aunque en ocasiones nos enfade).
Ambos sentimientos (el amor y el enfado) son integrados con normalidad.

Antes de los 7-8 años estos sentimientos contradictorios no se pueden


integrar, si están enfadados con un amigo sienten solo enfado hacia él.
A este aprendizaje contribuyen enormemente las interacciones cotidianas con sus padres, que
le ayudan a interpretar los distintos estados emocionales y a integrarlos, los padres están
promoviendo el desarrollo emocional y de la personalidad del niño.

- LA REGULACIÓN DE LAS EMOCIONES

El niño a partir de los 6 o 7 años comienza a utilizar estrategias para regular sus emociones, por
ejemplo, si se distrae pensando en otras cosas o haciendo algo alternativo, pero a esa edad el
niño aún es muy inestable, es muy sensible a todo lo que le rodea.

A partir de los 7 años ya se exalta menos ante los acontecimientos.

La progresiva regulación de las emociones depende del aprendizaje y observación de sus padres.
Es importante enseñar al niño a regularse emocionalmente con una adecuada participación del
adulto.

A esta edad el niño ya no usará el llanto como lo hacía el bebé sino que su repuesta estará
condicionada por la respuesta que ha ido obteniendo de sus padres a lo largo de su vida, es decir
que si sus padres no han reaccionado a sus peticiones de consuelo el niño no mostrará sus
emociones delante de sus padres pero las tendrá y no podrá recurrir a éstos para que le ayuden
a regularse emocionalmente. Si, por el contrario los padres responden demasiado pronto a las
demandas de sus hijos, tampoco aprenderán estrategias de regulación emocional porque
siempre son los padres los que calman al niño y éste no tiene oportunidad de regularse por sí
mismo.

El aprendizaje de la regulación de las emociones es fundamental puesto que, de no ser así, el


niño aprende a regularse emocionalmente de forma incorrecta, por ejemplo, recurriendo a los
demás para que le regulen y le calmen.

Tanto a la hora de aprender una adecuada integración de las emociones como la regulación
emocional es indispensable la labor educativa de los padres, cómo estos se enfrentan a la difícil
tarea de enseñar emocionalmente a sus hijos.

A los 10 años es un niño dócil y cariñoso puesto que habrá aprendido a regularse efectivamente,
pero al llegar a los 11 y comenzar a experimentar cambios propios de la pubertad, vuelven los
estados emocionales como la ira y la impulsividad. Conforme va adaptándose a la nueva etapa
dentro de la adolescencia, el niño comienza a suavizar las relaciones con los demás y se calma
mucho más rápido que en años anteriores. Se siente mayor y reivindica los beneficios de serlo
con un deseo de mayor autonomía que sus padres han de saber gestionar de nuevo con un estilo
democrático donde se usen métodos dialogantes, razonados pero firmes decisiones para el
menor con límites muy bien establecidos.

- DESARROLLO SOCIAL

Relacionarse con los iguales cumple funciones muy importantes dentro del desarrollo. Los
amigos sirven para seguir practicando toda una serie de áreas que ha ido aprendiendo en el
entorno familiar. Así con los amigos pone en práctica: El compartir intimidad, compañía,
diversión, son fuente de seguridad y apoyo ante situaciones novedosas y estresantes

Facilitan que el niño reflexione sobre sí mismo al ver la influencia que sus acciones ejercen sobre
los demás Practican competencia sociales como proteger, asumir responsabilidades, ser
corteses, aprender a interpretar las señales del otro y aplicarle intenciones, desenvolverse
adecuadamente con la emisión de las señales que quiere transmitir y la actitud adecuada.
Se resuelven infinidad de conflictos interpersonales, se practica la asertividad y la defensa de
derechos, se aprende a usar conductas prosociales (compartir, cooperar).

- LAS CONDUCTAS PROSOCIALES

De los 6 a los 12 años se experimenta un avance en el desarrollo moral puesto que se empiezan
a interiorizar las normas morales que rigen en una sociedad.

Las conductas prosociales de los niños se ven facilitadas el razonamiento moral y la adopción de
diferentes perspectivas. Con respecto al razonamiento moral, las capacidades cognitivas en
general de los niños van en aumento permitiendo que se pueda razonar sobre cuestiones
relativas a las normas y las reglas. Además la capacidad para adoptar diferentes perspectivas les
permite el desarrollo de la capacidad de la empatía, que junto a un mayor desarrollo de la
atención permiten al niño desenvolverse adecuadamente en los entornos sociales.

Los niños aprenden de sus padres y de su entorno a respetar normas y valores, a razonar
adecuadamente ante una situación social en la que se puede aplicar la generosidad y el
altruismo, así como enseñar a un niño a ser empático colocándole ante los sentimientos del otro
que puede estar experimentando una emoción.

El desarrollo cognitivo de los niños en esta etapa nos deja la puerta abierta para practicar con
ellos estas habilidades tan importantes puesto que suponen un buen predictor de ajuste social
en el futuro.

A partir de los 11 años el número de buenos amigos en ambos casos se reduce puesto que el
grado de implicación es mucho mayor entre ellos. El grupo de amigos empieza a ejercer una
gran influencia sobre los niños, tanto positiva como negativa.

La autoestima que el niño ha desarrollado hasta el momento es importante para la selección


que un niño hace de sus amigos; si un niño tiene una buena autoestima, tiene conductas
altruistas, y es maduro cognitivamente, es más fácil que se relaciones con niños con los que
comparte esas mismas características, beneficiándose de la relación con dicho grupo. Es muy
importante cómo un niño se relaciona con sus iguales puesto que puede ser un niño popular
que vaya ganando en autoestima y confianza social a lo largo de su desarrollo, o todo lo
contrario, un niño rechazado por el grupo lo cual le llevará a un número menor de contactos
sociales y de ello se deriven menores oportunidades para aprender nuevas habilidades sociales.

Características de los comportamientos de los diferentes niños:

Los niños populares son aquellos que manifiestan las siguientes características:

- Son cálidos, cooperativos, prosociales

- No utilizan la agresividad, resuelven conflictos de manera amigable.

- Se comunican con los demás de forma madura y sensible, son empáticos

- Cuando tratan de integrarse en un grupo lo hacen lentamente y una vez dentro son activos,
llevan la iniciativa, se adaptan fácilmente a los cambios propuestos dentro del grupo, no se
quedan en segundo plano a la hora de tomar decisiones con respecto al juego, participan
activamente, pero lo hacen con habilidad y no con agresividad tratando de imponerse.

- Son niños que ayudan a los otros, les apoyan emocionalmente y el resto del grupo confía en
ellos.

- Estos niños tiene más posibilidades de convertirse en adolescentes más adaptados socialmente
y con menos problemas en general (personales, académicos, familiares, …)
Por el contrario, los niños olvidados por sus compañeros:

- Se relacionan menos con los otros niños, son menos sociables

- No son agresivos, pero hacen muy pocos intentos por ingresar en el grupo, juegan solos,
rechazan la participación en los juegos si son invitados.

- Cuando esta característica se mantiene en el tiempo acaban siendo niños que son calificados
como extraños por sus compañeros.

- Son niños ansiosos, con una evidente baja autoestima, hipersensibles, con poco sentido del
humor ante las bromas de los demás, bromas que suelen interpretar como burlas.

- Estos niños tienen más riesgo de convertirse en víctimas de maltrato entre iguales.

- Son niños que no cuentan con las habilidades sociales necesarias para integrarse en un grupo
o que piensan que no van a ser aceptados por los demás y no ponen en práctica las habilidades
que puedan tener.

Los niños rechazados por sus compañeros:

- Manifiestas conductas temidas por sus compañeros.

- Pretende usar la violencia para dominar a sus compañeros, es una violencia que el grupo no
percibe como justificada y no es aceptada.

- Son niños que no cooperan, son rígidos ante los juegos, no suelen tener buenas habilidades
para solucionar problemas, y sus conductas prosociales son mínimas.

- DESARROLLO INTELECTUAL

En esta etapa los niños razonan de una forma más lógica, su atención es más selectiva y su
memoria más estratégica. Del mismo modo aumentan enormemente la cantidad, calidad y
organización de los conocimientos. El cambio cognitivo que ocurre en estos niños no es un
cambio brusco sino que existe cierto grado de continuidad entre las capacidades de los niños
pequeños y los mayores de 6 años. Es un cambio cognitivo que también repercutirá en el
comportamiento puesto que será más fácil reflexionar con ellos, entenderán lo que se les dice y
sabrán pensar en consecuencia. Entenderán las intenciones del otro y sabrán planificar en
consecuencia

Con respecto a la atención, aumenta la capacidad de los niños para fijar la atención en los datos
relevantes despreciando los irrelevantes, es decir, se concentran en la información con más
precisión filtrando las distracciones. Ya no necesitan de la ayuda externa para controlar su
atención. Este hecho es muy importante a la hora de planificar una acción; sería imposible
cualquier planificación si no fuésemos capaces de deshacernos de datos que no son relevantes.
Por ejemplo para resolver un problema matemático tenemos que centrarnos en los datos
oportunos y no atender a datos que no son necesarios para resolverlo. Del mismo modo evitarán
tomar una decisión precipitada basada en una selección insuficiente o innecesaria de la
información.

Con respecto a la memoria, lo que cambia realmente es el uso que hace de ella, puesto que a
partir de los 6 años utiliza estrategias de almacenamiento (procedimientos para retener nuevas
informaciones) como la estrategia de repaso (repetir el material que desean recordar), agrupar
el material antes de estudiarlo por categorías (por ejemplo antes de estudiar una serie de
animales primeros los categorizan en domésticos o salvajes) y elaborar el material (relacionar
dos o más elementos creando una relación entre ellos), por ejemplo mediante la creación de
una imagen en la que se imagina una escena en la selva con todos los animales salvajes en ella.
Cada vez será capaz de crear más y mejores categorías y elaborar el material de una forma
mucho más compleja entre diferentes temáticas; y estrategias de recuperación (procedimiento
para recuperar la información) buscando y reflexionando de una forma más activa en su
memoria, por ejemplo imaginando la última vez que vio un juguete perdido.

Para que un niño llegue a un uso espontáneo de estas estrategias, primero habrá pasado por
una etapa de gran potencialidad para poder aprenderla. De ahí la importancia que desde la
escuela y desde la familia se enseñe al niño a utilizarlas eficientemente. Las estrategias necesitan
ser inducidas por los adultos para que el niño haga un buen uso espontáneo y llegue a usar las
estrategias de forma madura.

Otra de las capacidades que se desarrollan es la metacognición, es decir, la capacidad de


reflexionar y tomar conciencia de las propias acciones cognitivas (los niños saben lo que deben
hacer y cómo hacerlo, planifican sus acciones y hacen un seguimiento de ellas, las evalúan y las
corrigen si fuese necesario). En definitiva saben lo que piensan, cómo lo piensan, de ahí la mayor
capacidad para regular y controlar la propia conducta. A partir de este momento y gracias a la
capacidad de la metacognición es más fácil saber cómo piensa un niño puesto que al preguntarle
es capaz a saber cuál es su forma de pensar y por consiguiente ayudarle a reflexionar.

Todas estas posibilidades para prestar mayor atención, aumento de la velocidad y capacidad de
procesamiento, desarrollo y mejor uso de la memoria, aumento del número de conocimientos
y desarrollo de la metacognición está muy influenciado por la ayuda que otras personas le
puedan dar al niño para mejorar todas estas estrategias cognitivas.

- LAS INTERACCIONES EDUCATIVAS

Las interacciones educativas pueden pensarse como procesos de intercambio de intereses,


conocimientos, costumbres y formas de pensar entre los actores escolares que promueven el
enriquecimiento cultural, social, emocional e intelectual de los alumnos y los maestros. En este
mismo sentido, es importante resaltar que la influencia de las interacciones educativas va
mucho más allá del salón de clases. Dicho de otra manera, los efectos de las interacciones
educativas van moldeando el interés y disposición de los alumnos por aprender fuera de la
escuela y a lo largo de la vida, es decir, tienen gran efecto en el desarrollo profesional y personal
de los estudiantes.

Las interacciones educativas describen las conductas, actividades y relaciones entre docente y
estudiantes al interior del aula. Es decir, los vínculos y actividades que se desarrollan en el salón
de clases, en las que participan dos o más individuos, y que tienen como objetivo estimular el
aprendizaje, así como el desarrollo de habilidades y capacidades creativas, sociales e
intelectuales (Alcázar, 2015; Thurmond y Wambach, 2004; Tirri y Kuusisto, 2013).
Generalmente, estas interacciones se llevan a cabo durante la experiencia educativa dentro del
aula, aunque estudios recientes agregan que hay ciertos tipos de interacciones educativas que
pueden llevarse a cabo a distancia, gracias al uso creciente de las tecnologías de la información
y comunicación en las actividades educativas (Billings, et al., 2001; Boyle y Wambach, 2001;
Dzakiria, et al., 2013; King y Doerfert, 2000; Sherry, 1996; Su et al., 2005; Tuovinen, 2000). Las
interacciones educativas construyen experiencias que definen la manera en que los individuos
aprenden los contenidos vistos en el aula. En el salón de clases se desarrollan distintos tipos de
actividades –no sólo académicas– que contribuyen a la formación educativa de los estudiantes
(De Vargas, 2006). Aunque existen diversos tipos de interacciones, la calidad de las relaciones
interpersonales y el nivel de compromiso que existe entre los involucrados son los factores
principales que promueven el desarrollo y la generación de conocimiento en los estudiantes
(Dzaquira, et al., 2013; Reyes et al., 2012; Teachstone, 2014).
La calidad de las interacciones sociales y emocionales entre
maestro y alumnos, o entre compañeros de clase, propician
ambientes favorables para el aprendizaje en la escuela. Evidencia
en la investigación educativa señala que una sólida relación
maestro-estudiante es una de las claves para lograr buenos
desempeños académicos, mayor motivación escolar y resultados
positivos en el comportamiento de los estudiantes (Roeser et al.,
1998), y también en el bienestar de los alumnos en la escuela
(Hattie y Yates, 2014). Respaldando esta idea, los estudios
educativos enfocados en el desarrollo y los aprendizajes
argumentan que la interacción diaria con adultos y con los propios compañeros es el mecanismo
fundamental para impulsar el aprendizaje de los estudiantes (Bronfenbrenner y Morris, 1998).

Las relaciones positivas que entablan los estudiantes con el maestro, mejoran las habilidades y
el desenvolvimiento de los estudiantes en su entorno académico y social, pero también les da
oportunidades de pensar y analizar situaciones del contexto, generar conocimiento nuevo y
reforzar el conocimiento existente (Rimm-Kaufman y Sandilos, 2005). Las interacciones
significativas entre alumno y maestro permiten impulsar y reforzar el conocimiento a través de
interpretaciones profundas de los conceptos, términos e ideas (Thurmond y Wambach, 2004).
Sin embargo, las interacciones educativas que se llevan a cabo en el aula no sólo infuyen en el
aprendizaje y modelamiento de las habilidades cognitivas de los estudiantes, sino también de
las habilidades afectivas y las psicomotoras (Tirri y Kuusisto, 2013; Smith, 2002). El salón de
clases es el espacio para las interacciones entre los principales actores escolares: alumnos y
maestros, y de éstos con todos los materiales, recursos y contenidos educativos disponibles para
el aprendizaje. Es en el aula donde ambos actores negocian el aprendizaje de destrezas múltiples
a través de distintas clases de interacciones (Rosa, 2004). Las interacciones educativas
significativas entre maestro y alumnos están basadas en la confianza (Fisher, Frey y Hattie,
2016). Por el lado de los alumnos, hablamos de confianza para cometer errores, para pedir
ayuda, para intentar de nuevo, y para que los estudiantes sepan que no serán considerados
tontos si no entienden a la primera explicación (Hattie y Yates, 2014). Por otro lado, confianza
basada en el reconocimiento y el respeto por parte del profesor, certeza de que éste no se
burlará de las respuestas, no hará preguntas hostiles, no castigará los errores, y brindará apoyo
paciente cuando sea necesario; pero sabrá, también, orientar y promover altos niveles de
confianza en el grupo, entre los alumnos, para evitar la ridiculización y el desbalance en la
participación.

De igual modo, el fortalecimiento de buenas interacciones educativas entre pares es un efecto


deseado de la acción del profesor en el aula. En estas relaciones alumno-alumno se enfatiza el
respeto, la colaboración y la cooperación, pues permite a los estudiantes compartir
responsabilidades, generar discusiones y observar distintas perspectivas de un mismo tema. Las
ventajas de tener una clase con buenas interacciones de este tipo son diversas, entre ellas la
profundización en la comprensión de ideas, la construcción de conceptos desde diversas
aproximaciones, el aprendizaje colectivo y cooperativo, además de la participación de los
estudiantes dentro de la organización y las responsabilidades de la clase.

Por otro lado, existe otra vinculación igualmente importante en la escuela. Se trata de las
interacciones maestro-maestro, las cuales tienen como principal objetivo la retroalimentación
de estrategias y procedimientos de enseñanza (Álvarez y Cuesta, 2011; Lalli y Feger, 2005). Este
tipo de intercambios resultan fundamentales, pues promueven el intercambio de información y
maneras de abordar temas –tanto académicos como no-académicos– entre los profesores. Ello
impulsa la confianza en las habilidades docentes y el enriquecimiento de las estrategias para el
aprendizaje de los estudiantes. Las interacciones maestro-maestro consiguen mejorar el
desempeño escolar de los estudiantes, pues el intercambio de estrategias y conocimientos
genera valor agregado en el proceso de aprendizaje (Teachstone, 2014; Grossman et al. 2010).

Los tipos de interacciones que impulsan en cierta medida la participación activa y el interés de
los estudiantes: La existencia de un Clima positivo en el aula, la Sensibilidad del docente en el
entendimiento de las necesidades de los alumnos, el Manejo eficiente de la conducta, las
acciones que incrementan la Productividad de la clase, y el interés del docente en desarrollar
el Análisis y el cuestionamiento de sus estudiantes.

- INTERACCIÓN EN EL AULA

Las interacciones en el aula, entendidas como los intercambios y relaciones entre los sujetos de
los procesos de enseñanza y aprendizaje, se suceden en diferentes intensidades y
características. Estas interacciones han sido investigadas desde principios de los 70 del siglo
pasado hasta la actualidad, buscando descubrir y comprender las intencionalidades que
subyacen en las acciones, los roles del profesor y del alumno, los discursos del docente y los
tipos de interacción que se dan en el salón de clases.

Algunas de las interacciones que se dan en el aula pueden ser de cooperación o competencia,
de empatía o rechazo, de autonomía o dependencia, de actividad o pasividad y finalmente de
igualdad o desigualdad; el profesor en buena medida genera los tipos de interacción a partir de
sus estilos de enseñanza y de su estilo de relación con los sujetos de la clase. Sin embargo, los
alumnos también juegan su rol y pueden modificar, estructurar e imponer un tipo de interacción
en el aula que caracteriza los intercambios en el proceso de enseñanza.
Medina Rivilla (1980) dice que “lo que caracteriza la interacción en el aula es el esfuerzo
relacional en las más diversas situaciones propias de la vida, que se generan en la clase. La
interacción acontecida en la clase viene determinada por el sentido de la propia tarea que
concita al profesor y al alumno”. De la misma manera Medina citando a Brophy y Good (1974)
considera que según las interacciones que genera el profesor en el aula se puede hablar de
profesores proactivos, profesores reactivos y profesores sobreactivos. Los profesores proactivos
serían aquellos que tienen una amplia relación con el grupo y con cada alumno, tiene
expectativas flexibles y precisas sobre los alumnos y esta visión permite individualizar la
enseñanza. Los profesores reactivos serían los que conceden una gran participación y
protagonismo a sus alumnos y finalmente los profesores sobreactivos serían aquellos que
clasifican excesivamente a sus alumnos y tienen altas expectativas sobre sus tareas, destacando
la relación con los alumnos más preparados o que mejor responden a sus expectativas y
marginando a los alumnos menos dotados cognitivamente o con problemas de aprendizaje.
Así, los estudios sobre las interacciones en el aula nos permiten conocer cómo se da la
enseñanza a través de los intercambios verbales y no verbales y permite descubrir cómo se
construye la comunicación en el aula, paso a paso. También a través de estas investigaciones
podemos darnos cuenta como la interacción entre alumnos puede ser beneficiosa para los
aprendizajes.

La interacción entre alumnos de Alain Baudrit (2012), por ejemplo, nos permite conocer y
comprender las dinámicas que se establecen entre alumnos y alumnas con el objeto de ayudarse
mutuamente para resolver problemas, aclarar conceptos, dudas o llenar un vacío de
comprensión. Baudrit responde en este estudio a las preguntas ¿qué papeles asumen los
alumnos más aventajados? ¿Cómo se distribuyen los roles de ayudante y ayudado? ¿Influyen las
relaciones de amistad en las interacciones de ayuda entre estudiantes?
Conocer estos estudios nos permitirá comprender más puntualmente cómo son las prácticas
educativas en el salón de clase y cómo poder mejorarlas desde la perspectiva de las
interacciones para hacer más significativo el aprendizaje en el aula

Rol del docente en el aula: La interacción entre alumnos y maestros en clases es de gran
importancia para el fortalecimiento del proceso enseñanza-aprendizaje, esta interacción debe
tener como base la comunicación, por ser esta la que posibilita en gran medida que el proceso
de enseñanza-aprendizaje avance y se obtengan buenos resultados, para que los alumnos
puedan desarrollar su sentido crítico y reflexivo, pero que además de ello, obtengan habilidades
y destrezas para desenvolverse socialmente.

Es importante resaltar que no se puede establecer una interacción entre los alumnos y los
maestros si esta se basa en el autoritarismo, como si fueran adversarios con actitudes apáticas
que le restan valor a la calidad de la educación.

Sin embargo, esta interacción debe contar con más elementos, es decir, con una convivencia
que tenga como principios básicos, la confianza, el respeto y la aceptación de ambas partes, por
lo tanto, la relación entre docente alumno debe ser amigable y cálida, que facilite la proximidad
con el conocimiento.

- IMPORTANCIA DE LA CONEXIÓN VERBAL ENTRE ALUMNOS Y MAESTROS.

El adecuado desenvolvimiento de la labor docente, depende, en gran parte, del manejo de las
habilidades psicológicas por parte del maestro, especialmente de habilidades sociales como la
comunicación, el autocontrol y la solución de problemas.

La comunicación verbal entre alumnos y maestros dentro del aula es de suma importancia
porque esta permite fortalecer el proceso de enseñanza y aprendizaje y la formación de alumnos
independientes y autónomos.

Por esta razón, la interacción de alumnos y maestros debe tener como base la comunicación
verbal porque esta es la que posibilita en mayor medida que aprendizaje progrese y se logre,
logrando además que los alumnos sean críticos y reflexivos. En ese sentido la comunicación
entre alumnos y maestros juega un papel de mucha importancia, debe ser clara, afectiva y
horizontal.

Uno de los principales aspectos del rol del docente es hacer que se cumplan las normas
establecidas con respeto y sin autoritarismo para que exista una comunicación fluida con los
alumnos, pero también deben tratar de escuchar con empatía, es decir, prestar atención a la
intención detrás de lo que el alumno quiere expresar, ya que la comunicación y la enseñanza
forman parte de un misma realidad en el proceso educativo.

La comunicación verbal constante entre alumnos y maestros crea un ambiente dentro del aula
en el que la comunicación y el diálogo son prioritarios, abriendo paso a relaciones
interpersonales entre maestros-alumnos y alumnos-alumnos lo cual contribuirá en la mejora del
nivel de confianza entre todos los involucrados.

Además de ello, se evita que los alumnos se sientan temerosos pensando que todo lo
que expresen en clases es equivocado, con una buena conexión se sentirán libres de compartir
experiencias y opiniones acerca de cualquier temática, creando un espacio de aprendizaje
cooperativo, participativo y comunicativo.

- RECURSOS PARA LA INTERACCIÓN ENTRE ALUMNOS Y MAESTROS

La interacción entre alumnos y maestros es un proceso dinámico que comprende la intervención


de dos personas cuyo comportamiento se orienta entre sí, pero la conversación no es la única
forma de interacción dentro del aula, existen otras técnicas que permiten potenciar y trabajar
la interacción en el aula para conseguir un mayor grado de empatía entre los alumnos y maestros
e incluso entre los alumnos. Estas son las actividades más recomendadas para fomentar la
confianza participativa en el aula:

 Juego de roles o Role playing: En este juego unos de los miembros el grupo representan
ante los demás una situación, un problema o un hecho, que entre todos deben estudiar,
para buscar soluciones y entender mejor de que se trata, esta actividad servirá como
una forma de posibilitar la realización de un debate ya que una vez finalizada se iniciará
una discusión entre todos para entender con más profundidad el tema, hecho o
problema y diseñar las mejores estrategias para afrontarlo. El juego de roles creará un
ambiente de interés y de estudio, acerca a la clase a problemas de la vida real y
constituye una forma de expresión, trabajo e investigación.
 Técnicas de dinámica de grupos: Una de las técnicas de dinámica de grupos más
efectivas para facilitar la interacción son las técnicas de presentación, que permiten al
maestro presentarse como un integrante más del grupo, de estas técnicas el maestro
puede extraer mucha información sobre las características de las interacciones y de la
comunicación del grupo. Además permitirá que los miembros del grupo se conozcan y
se integren, es recomendable que se inicie esta actividad con un grupo que se haya
integrado recientemente junto al maestro, esto ayudará a fomentar la confianza
participativa.
 Lluvia de ideas: Con esta actividad se pueden unificar las ideas y los conocimientos que
cada uno de los participantes tiene sobre un tema, incluyendo al maestro, con la
finalidad de llegar a una síntesis, acuerdos comunes o conclusiones, sólo debe
plantearse una temática y cada uno aportará su idea respecto al tema.
Bibliografía:
Colvin, C.R. y Mayer, R.E. (2003). E-learning and the science of instruction. San Francisco:
Pfeiffer.
Slavin, R.E. (1990). Cooperative learning: Theory, research, and practice. Trenton, NJ: Prentice
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Revista de divulgación científica y tecnológica de la universidad veracruzana

(Enero•Abril de 2011, Volumen XXIV . Número 1

INTERACCION EN EL AULA. Mario Ramos Carmona Mario Ramos Carmona

EL PODER DE LAS INTERACCIONES EDUCATIVAS EN EL APRENDIZAJE

Ana Razo Itzel Cabrero Iriberri Junio 2016

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