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Tribunal : 15º Juzgado Civil de Santiago

Caratulado : CHAIT/IGLESIS
Rol : C-8026-2017

EN LO PRINCIPAL: Contesta demanda; EN EL PRIMER OTROSÍ: Demanda


reconvencional. EN EL SEGUNDO OTROSÍ: Objeta documentos.

S.J.L. de Santiago (15º)

Luis Roberto Peredo Cárdenas, abogado, por los demandados señores


Sebastián Iglesis Portaluppi, Javier Iglesis Buchanan y por la señora Andrea
Portaluppi Fernández, en adelante conjuntamente “los demandados”, todos
domiciliados para estos efectos en La Represa Nº4848, casa Nº 2, La Dehesa,
comuna de Lo Barnechea, Región Metropolitana de Santiago, en estos autos
caratulados “CHAIT MATTE, SANTIAGO ANDRÉS Y OTROS con IGLESIS
PORTALUPPI, SEBASTIÁN LUIS Y OTROS ”, Rol Nº C-8026-2017, a SS. digo:

Que, en la representación que invisto y en la oportunidad legal


correspondiente, contesto la demanda entablada en juicio ordinario de mayor
cuantía -bajo el estatuto de responsabilidad civil extracontractual- en contra de
mis representados. La acción judicial ha sido interpuesta por don Santiago Chait
Matte, en su supuesta calidad de víctima directa, y por don Christian Chait Mujica
y doña Teruca Matte Pérez, en su supuesta calidad de víctimas por repercusión,
solicitando el total rechazo de la demanda por no ser efectivos los hechos en que
se fundamenta, con la sola excepción de aquellos que serán expresamente
reconocidos.

1. CONTEXTO DE LA DEMANDA. OMISIÓN Y TERGIVERSACIÓN DE LO


OCURRIDO POR PARTE DE LOS DEMANDANTES.

1.1. La versión de los demandantes: En su demanda, los actores sostienen


básicamente lo siguiente:

1.1.1. Que el día 8 de agosto de 2015, la supuesta víctima -Santiago Andrés Chait
Matte- se encontraba en la salida de la discoteque ubicada en calle Raúl
Labbé Nº 12.931, Lo Barnechea;

1.1.2. Que en ese momento la supuesta víctima -Chait Matte- habría sido
agredida por el demandado Sebastián Luis Iglesis Portaluppi;
1.1.3. Que la agresión habría consistido en un golpe en el rostro con una
manopla;

1.1.4 Que el golpe en cuestión habría causado a la víctima una lesión bucal,
consistente en la pérdida de tres dientes;

1.1.5. Que la agresión habría sido dolosa;

1.1.6. Que luego de la agresión, amigos del supuesto agresor -Iglesis Portaluppi-
habrían golpeado con pies y manos a la supuesta víctima, hasta que ésta
fue rescatada por un amigo;

1.1.7. Que la situación descrita dio lugar a una investigación de carácter penal, la
que terminó con una salida alternativa para el supuesto agresor.

1.2. Defectos en la versión de los demandantes: El relato resumido


precedentemente posee dos defectos que es importante que SS tenga en cuenta
desde el principio, sin perjuicio de los detalles que se suministrarán más adelante.
Esos defectos son los siguientes:

1.2.1. En primer lugar, el relato de los demandantes omite describir ciertas


circunstancias que son necesarias para entender adecuadamente lo ocurrido.
Estas son las que se indican a continuación:

a) Algunas semanas antes del incidente, durante las vacaciones de


invierno de 2015 en la comuna de Puchuncaví (sector comprendido
entre Maitencillo y Zapallar), el demandado Sebastián Luis Iglesis
Portaluppi fue agredido brutalmente por 4 personas;

b) Entre los agresores se encontraba el demandante Santiago Andrés


Chait Matte;

c) Los agresores del menor Sebastián Luis Iglesis Portaluppi lo dejaron


tirado en el sueldo, seminconsciente, en la laguna del sector, con
diversas lesiones producto de los golpes sufridos. Iglesis Portaluppi fue
rescatado por amigos, quienes lo llevaron a un lugar seguro; y

d) Lo anterior, como veremos, explica la reacción que Iglesis Portaluppi


tuvo respecto de Chait Matte la madrugada del 9 de agosto de 2015,
cuando vio a su agresor por primera vez después de la paliza recibida
en la comuna de Puchuncaví. Según demostraré más adelante, Iglesis
Portaluppi, lejos de agredir a Chait Matte, se defendió instintivamente
de una nueva agresión que éste estaba a punto de ejecutar.
1.2.2. En segundo lugar, el relato de los demandantes tergiversa lo acontecido
el día de los hechos, según paso a describir y sin perjuicio de lo que se dirá más
adelante:

a) No es efectivo que Iglesis Portaluppi haya agredido de manera artera a


Chait Matte “con un objeto contundente tipo manopla”. Esa es una
invención de los demandantes que, como se verá, es sencillo
desacreditar;

b) No es efectivo tampoco que Iglesis Portaluppi haya agredido de manera


“sorpresiva” a Chait Matte sin que éste haya alcanzado a percatarse,
pues antecedió a la disputa un intercambio verbal entre Iglesis
Portaluppi y Chait Matte, en el cual el primero representó y reprochó al
segundo la cobardía con que éste y sus amigos lo habían golpeado
injustificada y abusivamente en Puchuncaví; y

c) No es efectivo que Iglesis Portaluppi haya agredido a Chait Matte sin


mediar provocación alguna, ya que Chait Matte, siendo interpelado por
Iglesis Portaluppi por lo ocurrido en Puchuncaví, procedió a burlarse
públicamente de él, abalanzándose sobre éste con la intensión de
agredirle nuevamente.

Como es sencillo observar de lo expuesto, el día de los hechos, el entonces


menor y demandante Santiago Andrés Chait Matte, lejos de ser una víctima
indefensa de un agresor compulsivo, debió enfrentar, en cambio, las
consecuencias de lo que él mismo había generado semanas atrás en Puchuncaví,
al haber agredido con violencia al menor Sebastián Luis Iglesis Portaluppi, un
joven menor que él. De hecho, así lo reconoce expresamente Chait Matte cuando,
declarando ante la Brigada de Investigación Criminal de Lo Barnechea, asevera:
“…asumiendo yo en ese momento que me estaban pasando la cuenta por lo
que había sucedido en vacaciones de invierno”.

2. RELATO DE LO EFECTIVAMENTE OCURRIDO.

2.1. La madrugada del 9 de agosto de 2015, Sebastián Luis Iglesis Portaluppi,


a la sazón de 16 años, fue a pasar un buen rato con sus amigos Pedro
Pablo López, Felipe Serrano y Giancarlo Nicolis, a la discoteque London
Bar Club La Dehesa;

2.2. En la entrada de la discoteque indicada, Iglesis Portaluppi identifica a Chait


Matte, quien bajaba por la escalera de ingreso al recinto. Ambos se
reconocen, ocasión en que Chait Matte le hace un gesto provocativo a
Iglesis Portaluppi;

2.3. Ambos intercambian fuertes palabras, aludiendo a lo ocurrido en


Puchuncaví durante las vacaciones de invierno, en las que Chait Matte y
sus amigos habían propinado una paliza a Iglesis Portaluppi, dejándolo
inconsciente y con lesiones en todo el cuerpo;

2.4. De improviso, Santiago Chait Matte se abalanza sobre Sebastián Iglesis


Portaluppi, quien -para evitar ser dañado nuevamente- reacciona
instintivamente golpeándolo en el rostro;

2.5. Chait Matte queda, como consecuencia del golpe, sentado en el suelo.
Iglesis Portaluppi intenta retirarse del lugar, sin éxito, ya que los amigos de
Chait Matte lo empujan y lo hacen caer, para proceder a patearlo
brutalmente en el rostro, lesionándole un ojo.

2.6. Gente del lugar separa a los agresores de Iglesis Portaluppi, permitiendo
que éste se fuera del lugar. En las cercanías, y minutos más tarde, fue
recogido por su padre Javier Iglesis Buchanan, quien fue llamado por
celular desde el lugar de los hechos;

2.7. Esa misma noche, Chait Matte, quien se encontraba bajo la influencia del
alcohol, siguió -pese a lo ocurrido- festejando con sus amigos, como si
nada hubiere ocurrido. Así lo grafica la siguiente fotografía que fue
obtenida de redes sociales, y que se inserta a continuación:

Fotografía de Santiago Chait Matte instantes después de la riña de acontecida el día 9


de agosto de 2015, extraída de Redes Sociales.
2.8 Finalmente, cabe señalar que, como se anunció, no es efectivo que Iglesis
Portaluppi hubiere agredido a Chait Matte con una manopla u otro objeto
contundente, como lo evidencia la fotografía que se inserta a continuación
y que da cuenta de las lesiones sufridas por Iglesis Portaluppi al defenderse
instintivamente de la agresión de Chait Matte. El análisis de la fotografía
da cuenta de que es físicamente imposible que ese tipo de lesiones se
hubieren generado, si el golpe hubiere sido ejecutado con una manopla:

Fotografía de la mano de Sebastián Iglesis Portaluppi luego de la riña de acontecida el día 9 de


agosto de 2015, adjunta a carpeta investigativa a que el dio lugar el hecho disputado.

2.9 El relato expuesto evidencia que Iglesis Portaluppi, ante el justo temor de
ser nuevamente víctima de una agresión por parte de Chait Matte y sus
amigos, procedió a defenderse instintivamente, cuando Chait Matte se
abalanzaba sobre él. Aún así, recibió una nueva paliza de los amigos de
Chait Matte, con lesiones de mediana gravedad.

2.10 En suma, los demandantes faltan a la verdad en su relato, todo lo cual


demuestra que esta demanda no tiene por objeto sino obtener beneficios
económicos que en derecho no corresponden y que, por cierto, constituyen
un enriquecimiento sin causa.

2. EXCEPCIÓN DE LEGÍTIMA DEFENSA.-

3.1. Como se sabe, no todo acto que provoque daño debe ser reparado por
quien lo causa. El deber de reparar sólo nace una vez que se determine la
responsabilidad civil del sujeto, la que requiere, entre sus elementos, la presencia
de un acto ilícito1.

3.2. El “acto ilícito” ha sido definido como “un hecho del hombre, antijurídico
(en cuanto contrario al sistema normativo), imputable, que causa daño y ejecutado
con intención de injuriar a otro o faltando a la diligencia debida” 2.

3.3. La legítima defensa constituye, como lo ha señalado la doctrina y la


jurisprudencia, una “causa de justificación de lo ilícito” 3 , pues se trata de una
conducta que “prima facie puede parecer ilícita, es tenida por correcta atendidos
los otros bienes o intereses en juego” 4.

3.4. Para la procedencia de la legítima defensa se requiere: (i) agresión


ilegítima o injusta por parte del ofensor; (ii) actualidad o inminencia del ataque; (iii)
falta o ausencia de provocación por parte del defensor; (iv) proporcionalidad entre
la defensa y la agresión; y (v) necesidad racional del medio empleado5.

3.5. Sobre el particular, se ha sostenido que la legítima defensa en sede civil


requiere -al igual que en materia penal- la agresión ilegítima y la falta de
provocación, pero la racionalidad del medio empleado debe ser sustituida por la
proporcionalidad del daño que se evita6.

3.6. Sostenidamente han señalado nuestros tribunales de justicia que la


necesidad racional del medio empleado no obedece a un asunto de identidades

1 “El daño lícito se caracteriza por ser un daño permitido y tolerado por el ordenamiento. El sistema
normativo, sea expresa, sea tácitamente, al autorizar el ejercicio de determinados derechos o facultades,
acepta como posible la causación de un daño, atendidas diversas razones de política legislativa.
Normalmente se identifica con la existencia de una norma autorizante o permisiva que permite la
realización de un comportamiento dañoso (…) Esta norma autorizante va desde la más genérica que pone
como límite al ejercicio de los derechos el no causar daño a los demás hasta aquellas previsiones expresas
que la ley autorizan a causar un daño legítimamente (v.gr. estado de necesidad o legítima defensa)”. En
CÉSPEDES MUÑOZ, Carlos, El daño lícito, Ed. La Ley, Salamanca, 2016, p. 28. GARCÍA-RIPOLL
MONTIJANO, Martín. “La antijuricidad como requisito de la responsabilidad civil”, en Anuario de
Derecho Civil, vil. 66, nº4, 2013, pp. 1503-1604.
2 RODRÍGUEZ GREZ, Pablo, Responsabilidad Extracontractual, 2ª edición, Ed. Jurídica de Chile, Santiago,

2014, p. 117.
3 CORRAL TALCIANI, Hernán, Lecciones de Responsabilidad Civil Extracontractual, 2ª edición, Ed.

Thompson Reuters, 2013, p. 113- 122; GARCÍA-RIPOLL MONTIJANO, Martín, (nº 1), pp. 1526 y ss. No
obstante, otros autores sostienen que dichas causales de justificación, en sede civil, actuarían sobre la
culpa, sirviendo de excusa razonable para el hombre prudente. Por todos, véase a BARROS BOURIE,
Enrique, Tratado de Responsabilidad Civil Extracontractual, Ed. Jurídica de Chile, Santiago, 2010, pp.
132 y 139-140.
4 ORGAZ, Alfredo, La Ilicitud (extracontractual), Ed. Lerner, Buenos Aires, 1975, p. 107. En el mismo

sentido, BARROS BOURIE, Enrique (nº3), p. 133.


5 SANTOS BALLESTEROS, Jorge, Instituciones de Responsabilidad Civil, t. III, vol. 3º, Ed. Ciencias

Jurídicas, Colombia, 2006, p. 132; BARROS BOURIE, (Nº3) pp. 139-140.


6 CORRAL TALCIANI, Hernán, (nº3), p. 122.
aritméticas entre la agresión y la defensa, más aún si se considera que no es
posible esperar de quien es agredido un razonamiento sereno y objetivo que le
permita escoger entre los distintos medios disponibles, sino a la utilización de un
medio que sea eficaz para repeler el daño7.

3.7. Pues bien, como se desprende del relato realizado precedentemente, se


satisfacen en este caso todos los requisitos exigidos por la dogmática civil para
configurar una legítima defensa. El menor Chait Matte, luego de encontrarse con
Iglesis Portaluppi, le provoca, abalanzándose sobre él. Éste, ante el eventual daño
que una nueva golpiza le podría producir, se defiende instintivamente, utilizando
el único medio a su alcance: un golpe en el rostro de su agresor, sin utilizar para
ello arma u objeto alguno.

3.7. Por lo expresado, opongo formalmente en este acto EXCEPCIÓN DE


LEGÍTIMA DEFENSA de Sebastián Luis Iglesis Portaluppi respecto del
demandante Santiago Andrés Chait Matte. La legítima defensa invocada exime a
Iglesis Portaluppi de toda responsabilidad en los hechos que se le imputan.

4.- AUSENCIA DE DOLO Y CULPA.-

4.1. Como sabe SS., el sistema de responsabilidad civil chileno se estructura


bajo un factor de imputación subjetivo, esto es, debe concurrir dolo o culpa de
quien produce el daño.

4.2. Los demandantes, en su escrito de demanda, sostienen que Iglesis


Portaluppi habría actuado con dolo, pues éste habría golpeado a Chait Matte con
la intención de producir los efectos dañinos que allí se describen.

4.3. Ahora bien, como SS. podrá apreciar de los hechos relatados por esta parte,
el demandado Iglesis Portaluppi no actuó con la intención referida, sino que
motivado por resguardar su propia seguridad e integridad física.

4.4. Dicha conducta, además de no ser dolosa, tampoco puede ser considerada
negligente. En efecto, atendido el estándar de conducta exigido por la ley en
materia de responsabilidad extracontractual, configurado por la culpa leve -de
acuerdo a los términos del artículo 44 del Código Civil, en relación con los artículos
2314 y 2329 del mismo código- el actuar debe ser cotejado con la figura abstracta
de un buen padre de familia8. En este sentido, se debe determinar cómo habría
actuado un hombre promedio razonable ante una agresión ilegítima. En la especie,

7 ETCHEBERRY, Alfredo, Derecho Penal en la Jurisprudencia, cit. nota n° 31, pp. 166-167.
8 BARROS BOURIE, Enrique (nº3), p. 82.
además, se debe considerar que dicha agresión tendría como antecedente otra
agresión previa de similares características.

4.5. Pues bien, el ordenamiento jurídico no exige - ni pretende exigir - que los
particulares actúen como héroes, sino, como personas razonables. Así, no puede
exigírseles soportar un daño ilegítimo respecto a sus bienes o persona9. De esta
forma, como SS. podrá apreciar, no es dable sostener que, ante una agresión
inminente, una persona actúe negligentemente por el mero hecho de defenderse.
Es más, como he venido insistiendo, la defensa es una reacción instintiva frente
a una agresión, en la que, por lo mismo, la voluntad de quien se defiende juega
un rol mínimo o secundario.

4.6. Opongo, en consecuencia, formalmente en este acto EXCEPCIÓN DE


FALTA DE DOLO O DE CULPA, según sea el caso, de Sebastián Luis Iglesis
Portaluppi en los hechos de que se le acusa.

5.- EXCEPCIÓN DE EXPOSICIÓN IMPRUDENTE O TEMERARIA AL


DAÑO.-

5.1. En subsidio, y para el caso en que se desestimen las defensas y


excepciones planteadas precedentemente, opongo formalmente en este acto la
excepción de responsabilidad contemplada en el artículo 2330 del Código Civil. En
efecto, dicho precepto establece que “La apreciación del daño está sujeta a
reducción, si el que lo ha sufrido se expuso a él imprudentemente”. Opongo, pues,
EXCEPCIÓN DE EXPOSICIÓN IMPRUDENTE AL DAÑO por parte de Santiago
Andrés Chait Matte.

5.2. En efecto, el precepto citado se estructura a partir del deber más elemental
que un sujeto tiene para consigo mismo, a saber, el deber de autocuidado. Las
personas, asume el texto legal, deben actuar con prudencia, evitando exponerse a
riesgos que podrían dañar su persona o patrimonio. Adicionalmente, la ley asume

9 Sobre el particular, se ha sostenido que “(...) en el ámbito civil la culpa cubre los requisitos objetivos
que debe cumplir el acto del demandado para que haya lugar a la responsabilidad (infracción al deber
de cuidado). Por eso, quien dice que un acto es culpable, dice también que es antijurídico. Y en
circunstancias que las causales de justificación han sido construidas como excusas (..) su lugar sistemático
más correcto en el derecho civil es precisamente dentro de los factores excluyentes de culpa. (…). Las
causales de justificación no están reguladas por la ley civil, como ocurre en el derecho penal (Código Penal,
artículo 10). En verdad, su reconocimiento se desprende de los principios generales de nuestro derecho,
según los cuales se responde de los daños causados con dolo o culpa. En el derecho civil, sin embargo, debe
considerarse que las causales de justificación no excluyen la pena, sino la obligación indemnizatoria, con
el efecto de que es la víctima quien debe soportar el daño sin derecho a indemnización (…) Las causales
de justificación no son sino excusas típicas que el derecho acepta precisamente porque las valora como
superiores al juicio de reproche, que de lo contrario recaerá sobre la acción. BARROS BOURIE, Enrique
(nº3), pp. 132-134.
que el actuar imprudente de una persona elimina no sólo la imputabilidad, sino que
también la causalidad (ya que la exposición imprudente al daño es una con-causa
del daño, al contribuir a que éste se produzca)10.

5.3. Por otro lado, hay que recordar que la aplicación del artículo 2330 es
imperativa para el tribunal una vez acreditada la circunstancia que le da lugar.

5.4. En la especie, el entonces menor Chait Matte no sólo provocó, a través de


gestos y burlas a Iglesis Portaluppi, sino que también se abalanzó sobre él con la
intención de agredirlo, dando origen, de forma voluntaria, al conflicto. Al actuar de
esta manera antisocial e imprudente, el menor Chait Matte se expuso a una
reacción por parte de su eventual víctima, motivo por el cual debe soportar él, y
sólo él, las consecuencias de su actuar.

6. AUSENCIA DE RESPONSABILIDAD DE LOS PADRES.-

6.1. La demanda se interpone solidariamente en contra del menor Sebastián


Luis Iglesis Portaluppi y en contra de sus padres, Javier Iglesis Buchanan y
Andrea Portaluppi Fernández. Sin perjuicio que, como se ha sostenido, no se
configuran los requisitos necesarios respecto del demandado Sebastián Luis
Iglesis Portaluppi para atribuirle responsabilidad civil por lo ocurrido, cabe señalar
que, en caso de que SS estimare lo contrario, los padres del menor no serían
civilmente responsables, según se explica en los números siguientes.

6.2. En primer lugar, cabe señalar que la demanda no puede dirigirse en


contra de la madre, señora Andrea Portaluppi Fernández, por cuanto el artículo
2320 del Código Civil dispone expresamente que: “[1º] Toda persona es
responsable no sólo de sus propias acciones, sino del hecho de aquellos que
estuvieren bajo su cuidado. [2º] Así, el padre, y a falta de éste la madre, es
responsable del hecho de los hijos menores que habiten en la misma casa”.

6.2.1. Como se desprende de su sola lectura, la responsabilidad de la madre sólo


procede en ausencia del padre. Luego, a la luz del artículo 19 del Código Civil,
que dispone que cuando el sentido de la ley es claro, no se desatenderá su tenor
literal a pretexto de consultar su espíritu, resulta evidente que la demanda no
puede dirigirse, de la manera planteada, en contra de la madre.

6.2.2. Por otro lado, si la intensión del legislador hubiese sido configurar, para los
efectos de la responsabilidad civil, la co-responsabilidad parental, lo habría

10BAHAMONDE OYARZÚN, Claudia, PIZARRO WILSON, Carlos, “La exposición de la víctima al daño.
Desde la culpabilidad a la causalidad”, en Revista de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de
Valparaíso, vol. 39º, Valparaíso, 2013, pp.42-43.
señalado expresamente, modificando el artículo en cuestión11. Por consiguiente,
opongo formalmente en este acto EXCEPCIÓN DE FALTA DE LEGITIMIDAD
PASIVA de la acción judicial deducida respecto de doña Andrea Portaluppi
Fernández, quien debe ser eximida en todo caso de responsabilidad civil.

6.3. En segundo lugar, la demanda se ha interpuesto respecto de los


demandados en forma solidaria. Para fundar la solidaridad -respecto de la cual
los propios demandantes tienen dudas acerca de su procedencia, como se
desprende de la sola lectura del libelo12- invocan artificiosamente el artículo 2317
del Código Civil. Pues bien, dicho precepto legal no resulta aplicable en la especie,
porque los demandados no son autores de un mismo delito o cuasidelito. En
caso que SS. considere que existe responsabilidad del padre, ésta se fundaría en
su falta de cuidado o vigilancia, configurándose a su respecto un cuasi delito civil,
distinto al delito civil imputado al menor Iglesis Portaluppi13-14. En efecto, una cosa
es el golpe que Iglesis Portaluppi propinó a Chait Matte y otra cosa, muy distinta,
es la supuesta falta de cuidado o vigilancia de él o los padres. En el primer caso,

11 Acuña San Martín, al analizar la actual estructura de titularidad en el ejercicio de la patria potestad
establecida por la Ley nº 20.680 de 2013, concluye sosteniendo que “Revisado los aspectos
configuradores básicos de la patria potestad, parece razonable entender que (…) las reglas referidas a la
forma de actuar en tal modalidad incorporadas por la Ley 20.680 se refieren solo a la administración de
bienes y a la representación legal. Se desprende también del análisis previo, que en la representación legal
las reformas que se introducen están referidas al ámbito extrajudicial, pues no se modifican las normas
que regulan el ámbito judicial de la representación del hijo. A partir de ahí, resulta que el alcance de la
reforma en cuanto a la forma de actuar en un ejercicio conjunto de la patria potestad, es más restringido
de lo que pudiere entenderse inicialmente”. ACUÑA SAN MARTÍN, Marcela “Cambios en la patria
potestad en especial de su ejercicio conjunto”, en Revista de Derecho, vol. 28, nº 1, Talca, 2015, p. 72.
12 Véase página 3 del escrito de demanda.
13 El artículo 2320 del Código Civil establece una presunción general de culpabilidad por el hecho de

las personas que se encuentran bajo la dependencia de otra. Se trata de una responsabilidad directa y
exclusiva del tercero, que no elimina o extingue la responsabilidad directa del autor directo del daño,
quien responde frente a la víctima del resarcimiento por una causa distinta, su culpa propia, de acuerdo
con el artículo 2314 del Código Civil. Esto es así porque la responsabilidad de ambos son
independientes y emanan de hechos distintos: la del tercero civilmente responsable de su falta de
cuidado o dependencia; y la del menor civilmente responsable, por el hecho doloso o culpable
cometido directamente por él.
14 Lo anterior ha sido ratificado por nuestros más altos tribunales. Sólo a modo ilustrativo, la Excma.

Corte Suprema, en sentencia de fecha 23 de junio de 2014, Rol Nº 14854-2013, a sostenido que:
“TRIGÉSIMO SEGUNDO: Que correspondiendo a hechos distintos aquellos de los que surge la
responsabilidad de cada una de las demandadas, no se puede estimar concurrentes las exigencias
previstas en el artículo 2317 del Código Civil para declarar que éstas deben responder solidariamente por
los daños causados. El inciso primero del señalado artículo 2317 prescribe que “Si un delito o cuasidelito
ha sido cometido por dos o más personas, cada una de ellas será solidariamente responsable de todo
perjuicio procedente del mismo o cuasidelito, salvas las excepciones de los artículos 2323 y 2328” y de su
texto sólo se puede deducir que el legislador ha estimado como necesaria para calificar de solidaria la
responsabilidad de los culpables que se haya cometido un solo delito o cuasidelito y, como se ha destacado
más arriba, en la especie no existe un hecho único, sino que la responsabilidad perseguida encuentra su
fundamento en dos distintos, provenientes de dos personas jurídicas, de manera que no ha podido
condenarse solidariamente a las demandadas sin infringir el indicado artículo 2317”.
estaríamos en presencia de un delito, en cambio, en el segundo, estaríamos en
presencia de un cuasidelito, y los hechos constitutivos del delito y el cuasidelito
no serían los mismos. En consecuencia, no resulta aplicable el artículo 2317,
razón por la cual la responsabilidad de los demandados no puede ser solidaria.

6.4. En tercer lugar, los demandantes pretenden fundar la responsabilidad de


los padres en el artículo 2320 del Código Civil y, subsidiariamente, en el artículo
2321 del mismo código. Analizo en lo que sigue la procedencia de esta pretensión.

6.4.1. El artículo 2320, en su parte pertinente, establece: “[1º] Toda persona es


responsable no sólo de sus propias acciones, sino del hecho de aquellos que
estuvieren bajo su cuidado. [2º] Así, el padre, y a falta de éste la madre, es
responsable del hecho de los hijos menores que habiten en la misma casa [5º]
Pero cesará la obligación de esas personas si con la autoridad y el cuidado que
su respectiva calidad le confiere y prescribe, no hubieren podido impedir el hecho”.

a) Como se sabe, la norma del artículo 2320 del Código Civil responde a la
hipótesis en que el hijo menor de edad viva en casa de sus padres. La
responsabilidad de los padres se basa en la transgresión al deber de
vigilancia o cuidado (negligencia) que todo padre o madre debe tener
respecto de los hijos que viven en su casa, hasta que no cumplan la
mayoría de edad.

b) Por esto, el inciso final del artículo 2320 del mismo código establece una
causal de exoneración de responsabilidad, estableciendo que ésta cesará
si las personas que tienen a su cargo a otra, con la autoridad y el cuidado
que sus respectivas calidades les confiere y prescribe, no hubieren podido
impedir el hecho.

c) La culpa ha sido definida como “la inobservancia del cuidado debido en la


conducta susceptible de causar daños a otros”.

d) Por su parte, y de acuerdo a lo prescrito en los artículos 2314, 2329 y 44


inciso 3º, todos del Código Civil, el estándar de conducta exigido o nivel de
cuidado esperado en materia de responsabilidad civil extracontractual es el
de la culpa leve. En este orden de ideas, es la falta de diligencia la que
permite atribuir responsabilidad.

e) Ahora bien, sólo se es responsable respecto de los actos u hechos que se


encuentran comprendidos dentro de la esfera de control del sujeto a
quien se le reprocha la causación de un daño. Los padres tienen
derechos y deberes respecto de sus hijos. Dentro de los deberes está el
cuidado de los mismos, resguardando que sus conductas no produzcan
daños ilegítimos a terceros. Los hijos menores, desde luego, tienen la
libertad de deambular, decidir y actuar, y los padres deben cuidar que ese
deambular no cause daño a terceros.

Sin embargo, el deber de los padres se va atenuando en la medida en


que los hijos van adquiriendo gradualmente mayor autonomía con la
edad. En efecto, la Convención de los Derechos de los Niños en su Artículo
5° reconoce lo que se ha denominado el principio de “autonomía progresiva”
del niño en el ejercicio de sus derechos. Ejercicio que, se torna efectivo de
ejercer al niño que se transforma en púber y luego en adolescente, del
mismo modo que se atenúan las prerrogativas de tutela de los padres
conforme pasa el tiempo15.

f) La forma que adoptará esa tarea de dirección y orientación por parte de los
padres irá variando conforme evolucionen las facultades del niño: no tiene
la misma intensidad el deber de cuidado del padre respecto de un hijo de
5 años en comparación con ese mismo deber respecto de un hijo de 15, 16
o 17 años. La autonomía de los hijos menores de edad, pero que están
cercanos a la mayoría de edad, es ostensiblemente mayor que la de los
infantes. Si un padre entra a una tienda con un hijo de 4 años debe tener
extremo cuidado de que no toque cosas que puedan dañarse, pero sería
ridículo exigirle el mismo nivel de cuidado si quien entra a la misma tienda
tiene 16 años. Este último es literalmente inmanejable.

g) Lo anterior resulta todavía más obvio en aquellos casos en que el hijo


menor de edad puede salir de la casa solo, sin la vigilancia directa de los
padres. El padre podrá solicitarle o incluso exigirle que se comporte
adecuadamente, pero carece de todo control respecto de lo que el hijo
efectivamente haga una vez que haya salido de la casa. Pretender
sancionar a los padres en estas circunstancias implica establecer una
suerte de estatuto de responsabilidad objetiva, cuestión que no es admitida
por el Código Civil (desde luego, la hipótesis de impedir al hijo que salga
de la casa hasta que sea mayor de edad debe descartarse por absurda).

h) Por lo expuesto, NO puede considerarse negligente el actuar del


demandado Javier Iglesis Buchanan (o eventualmente el de doña Andrea

15CILLERO BRUÑOL, Miguel, “Infancia, Autonomía y Derechos: una Cuestión de Principios”, en


UNICEF-IIN, Derecho a Tener Derechos Tomo IV, Montevideo, 1999.
Portaluppi Fernández) consistente en dejar salir a su hijo, pues éste, en
virtud de su edad, posee mayor autonomía, lo que se traduce en mayor
libertad. Mantener encerrado a su hijo hasta la mayoría de edad vulneraría
necesariamente la libertad del menor, infringiendo sus derechos. Así, no
pueden los padres responsabilizarse por la conducta desplegada por su
hijo fuera de su hogar, pues carecen de todo control respecto de lo que
éste ejecute una vez que ello ocurre. Para decirlo de una manera diversa:
los actos que el hijo haya cometido fuera del hogar, en ausencia del padre
y sin su conocimiento, no pueden serle imputados, pues, con motivo del
desconocimiento e imposibilidad física (lejanía material), se encuentran
fuera de su esfera de control16.

i) En este sentido, se ha sostenido que “el inciso final del artículo 2320 obliga
al presunto responsable a acreditar que no ha podido impedir el hecho,
cuestión que supone que ha contado con todos los medios para hacerlo y,
entre ellos, la proximidad física del autor del daño”.17

j) En este orden de ideas, en el caso de autos resulta plenamente aplicable


el inciso final del artículo 2320 del Código Civil, pues los actos dañosos del
joven Iglesis Portaluppi se materializaron fuera de la esfera de control de
sus padres.

k) A su vez, los daños producidos por el menor Iglesis Portaluppi


resultaban, al momento de los hechos, imprevisibles para su padres. En
efecto, el modelo del hombre prudente y diligente nos remite a una persona
que delibera y actúa razonablemente. Como lo imprevisible no puede ser
objeto de la deliberación, no existe diligencia que pueda comprenderlo. Así,
la previsibilidad constituye un requisito elemental de la culpa, porque la
prudencia comprende sólo lo que es posible precaver18.

16 Así lo han resuelto nuestros tribunales. Sólo a modo ilustrativo, la Ilma. CORTE DE APELACIONES
DE ANTOFAGASTA, en sentencia de fecha 27 de septiembre de 2010, Rol Nº 466-2010, ha sostenido
que” SÉPTIMO: (…) Esta última situación demuestra en terminus lógicos y obvios que la autoridad o
cuidado de cualquier padre se hacía imposible impeder a esa hora y ene sas condiciones el hecho, que fue
product de discusiones, amenazas e insultos de grupos de jóvenes de las cuales no puede inferirse
inequívocamente que sus respectivos padres pudieron o debieron, con la autoridad y el cuidado inherente
impeder la situacion; razonamiento que indefectiblemente lleva a rechazar la pretension de los actos.”
17 RODRIGUEZ GREZ, Pablo, Responsabilidad Extracontractual, 2ª edición, Ed. Jurídica de Chile, 2014,

p. 215. El mismo autor, continúa sosteniendo que “Por último, resultaría claramente injusto imponer a
una persona por el solo hecho de ser padre, tutor o curador, jefe de colegio o empresario, responsabilidad
por actos que ejecuta la persona entregada a su cuidado al margen de la dependencia física que permite
ejercer la autoridad que se le confiere”.
18 BARROS BOURIE, Enrique, (nº3) pp. 91-92.
l) En suma, no cabe atribuir responsabilidad a los padres de Iglesis Portaluppi
con base en el artículo 2320 del Código Civil, porque éstos cumplieron con
su deber de cuidado de la única manera en que ese deber puede
razonablemente concebirse. Sostener lo contrario es exigir lo imposible y,
como es bien sabido, a lo imposible nadie está obligado.

6.4.2. Por su parte, el artículo 2321 -que los demandantes alegan de manera
subsidiaria al artículo 2320 para atribuir responsabilidad a los demandados-
establece que: “Los padres serán siempre responsables de los delitos o
cuasidelitos cometidos por sus hijos menores, y que conocidamente provengan
de mala educación, o de los hábitos viciosos que le han dejado adquirir”. En la
especie, tampoco se cumplen las condiciones de aplicación de este precepto,
como paso a exponer.

a) La norma transcrita requiere que el delito o cuasidelito civil cometido por el


menor provenga “conocidamente” de la mala educación o de los hábitos
viciosos que le han dejado adquirir. Si esto último no se acredita, entonces
no es posible atribuir responsabilidad a los padres.

b) En este contexto la ley asume que una mala educación o los hábitos
viciosos que se han dejado arraigar pueden ser causantes de malos
comportamientos productores de daño. No obstante, debe recordarse que
para que la condena sea procedente bajo este estatuto, debe probarse que
“conocidamente” los daños causados por el hijo provienen de mala
educación o de hábitos viciosos que sus padres le han dejado adquirir. Es
decir, la mala educación del hijo debe ser un hecho conocido, público
y evidetente por el vencindario y cuantos rodean al menor19. En otros
términos, es una mala educación o un compotamiento extremo, manifiesto
y grave.

c) Pues bien, don Javier Iglesis Buchanan y doña Andrea Portaluppi


Fernández han desplegado todo cuanto ha estado a su alcance por otorgar
una educación de calidad a sus hijos, tanto formal como éticamente.

d) En efecto, desde que el menor Sebastián Iglesis nació, sus padres le han
entregado todas las herramientas tendientes a proveerle una correcta
educación. Se le matriculó desde kinder en el colegio Craighouse,
fundándose para ello en los sólidos principios éticos defendidos por dicha

19 RODRIGUEZ GREZ, Pablo, (nº17), p. 222.


institución. Sin embargo, el camino no ha sido fácil. En efecto, al principiar
la adolescencia el menor Sebastián Iglesis Portaluppi comenzó,
gradualmente, a presentar síntomas de depresión. Sus padres, ante esta
situación compleja, lo guiaron y apoyaron con afecto, derivándolo a
diversos especialistas para explorar soluciones ante esta dura enfermedad.
No obstante, no hubo progresos significativos. De hecho, el menor tuvo un
intento de suicidio, el que afortunadamente se frustró a tiempo. Javier
Iglesis y Andrea Portaluppi han invertido esfuerzo, tiempo y dinero en
restablecer la salud de su hijo, lo que a esta fecha siguen haciendo.

e) A lo largo de los años, lo han internado en un centro especializado, lo han


cambiado de colegio, lo han mantenido y mantienen con terapia psiquiátrica,
todo ello con un único objetivo: sacarlo adelante y lograr que pueda superar
su enfermedad. Sin embargo, a veces la vida se ensaña más de la cuenta
con ciertas personas. Los padres del menor Sebastián Iglesis, ambos,
padecían cáncer a la época de los hechos que originan este juicio. Como
SS comprenderá, esta situación ha afectado a la familia completa,
incluyendo al menor demandado en estos autos.

f) Es por lo expuesto (una descripción general que intenta evitar explicitar los
detalles íntimos de la familia) que resulta a lo menos ofensivo -cuando no
derechamente un acto de maldad- el que la contraparte sugiera o insinúe
que los padres del menor demandado no han hecho lo imposible para
educarlo como es debido. Luchar contra estados depresivos de un hijo ya
es un gran desafío. Hacerlo sufriendo los dolores y angustias propias del
cáncer es de por sí una gran hazaña.

g) Por ende, no puede sostenerse seriamente que los demandados Javier


Iglesis Buchanan y Andrea Portaluppi Fernández hayan mal educado a su
hijo. Tampoco, puede afirmarse, sin mala intención, que le hayan permitido
adquirir hábitos viciosos. Menos aún, puede sostenerse que la supuesta
mala educación o hábitos viciosos sean hechos públicos, conocidos y
evidentes.

h) Por último, cabe hacer presente a SS que no es efectivo, como se señala


en la demanda, que Javier Iglesis Buchanan sea un “empresario”. Es un
empleado en una compañía vinícola, que con esfuerzo y dedicación ha
tratado de progresar en la vida.
i) En conclusión, no puede fundarse la responsabilidad de los padres de
Sebastián Iglesis Portaluppi en el artículo 2321 del Código Civil, pues -
como ya se dijo y demostró- no se dan sus supuestos fácticos de aplicación.

7. DAÑOS.-

7.1. En primer lugar, el demandante, señor Christian Chait Mujica, reclama que
se le indemnice el daño emergente derivado de los gastos médicos y dentales
incurridos para mejorar la dentadura de su hijo. Demanda la cantidad de
$7.404.623.- por este concepto. Al respecto cabe decir que:

a) No existe el deber de reparar este daño por parte de los demandados, pues
no se cumplen los requisitos exigidos para imputarles responsabilidad civil,
según ya se ha expuesto precedentemente.

b) En subsidio, el demandante deberá acreditar el monto que reclama,


mostrando con exactitud cómo se vincula cada gasto con el daño que se
pretende reparar, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 1698 del
Código Civil y con las reglas del onus probandi establecidas por la
legislación común.

7.2. En segundo lugar, el demandante Santiago Andrés Chait Matte, reclama


que se le indemnice el daño moral sufrido, en calidad de supuesta víctima directa.
Demanda la suma de $80.000.000.- Sobre el particular, cabe señalar que:

a) No existe el deber de reparar este daño por parte de los demandados, pues
no se cumplen los requisitos exigidos para imputarles responsabilidad civil,
según ya se ha expuesto precedentemente.

b) En subsidio, no existe el deber de reparar el daño estético en que el


demandante funda parte del daño moral, por encontrarse este reparado 20.

c) Conjuntamente a lo anterior, el monto indemnizatorio solicitado es


manifiestamente excesivo, exagerado, desmedido, desproporcional, y
arbitrario. La suma solicitada es contraria al principio de reparación integral

20 Sobre el perjuicio estético, ZAVALA DE GONZÁLEZ ha sostenido que “el perjuicio estético se
caracteriza por la exterioridad, habiendo de ser visualmente perceptible” continúa señalando que su
reparación procede “sólo si es exterior y perceptible; y por eso hay que entender que, en la actualidad, la
sustitución de las piezas dentarias sufridas en el accidente, mediante prótesis que ofrecen el mismo
aspecto, si no mejor, que el de las genuinas, impide la apreciación de un perjuicio de tal índole”. Citado en
MEDINA CRESPO, Mariano, “El resarcimiento del perjuicio estético. Consideraciones doctrinales y
legales, a la luz del sistema de la Ley 230/1995”, en Actas del II Congreso Nacional de Responsabilidad
Civil y Seguro, España, 2001, p. 15. Disponible en: http://civil.udg.edu/cordoba/pon/medina.htm
del daño. La indemnización no puede ser nunca fuente de lucro o
enriquecimiento, sino una estricta reparación de los perjuicios directos
causados. Por ello es que este principio es conceptualizado a través del
aforismo “todo el daño, nada más que el daño”. La jurisprudencia en
materia de accidentes en general, y en materia de accidentes del trabajo
en particular, adjudica sumas ostensiblemente menores para este tipo de
daños que, por lo demás, ni siquiera producen incapacidad laboral. A su
vez, SS debe observar el criterio básico de justicia formal, fundado en el
principio de igualdad, en cuya virtud a iguales daños le deben ser atribuidos
indemnizaciones semejantes. En este sentido, ante daños de similares
características (pérdidas dentales), los tribunales nacionales no han
otorgado por concepto de daño moral sumas superiores, en promedio, a
los $4.000.00021.-

7.3. En tercer lugar, los demandantes Christian Chait Mujica y Teruca Matte
Pérez, reclaman que se les indemnice por daño moral, en calidad de supuestas
víctimas por rebote, por una suma ascendente a $25.000.000.- para cada uno.
Sobre el particular, cabe señalar que:

a) No existe el deber de reparar este daño por parte de los demandados, pues
no se cumplen los requisitos exigidos para imputarles responsabilidad civil,
según ya se ha expuesto precedentemente.

b) En subsidio, el monto indemnizatorio solicitado es manifiestamente


excesivo, exagerado, desmedido, desproporcional, y arbitrario. La suma
solicitada es contraria al principio de reparación integral del daño. La
indemnización no puede ser nunca fuente de lucro o enriquecimiento, sino
una estricta reparación de los perjuicios directos causados. Por ello es que
este principio es conceptualizado a través del aforismo “todo el daño, nada
más que el daño”. En este sentido, las víctimas por repercusión no pueden
obtener más de aquello que le corresponde a la víctima directa, motivo por

21Sólo a modo ilustrativo, (i) CORTE DE APELACIONES DE ANTOFAGASTA, en sentencia de fecha 19


de mayo de 2004, Rol Nº 16873-2003, en autos caratulados “Silva Carvacho, Alejandro con Tapia
Castillo, Doris”. En este caso, la Ilustrísima Corte otorgó al demandante la suma de $2.000.000 por
concepto de daño moral.; (ii) CORTE DE APELACIONES DE SANTIAGO, en sentencia de fecha 20 de
octubre de 2006, Rol Nº 10487-2001, en autos caratulados “Larrea Flores, Jorge Fernando con Collao
Huper, Julio César y Otro”. En este caso, la Ilustrísima Corte otorgó la suma de $300.000 por concepto
de daño moral.; (iii) JUZGADO DE LETRAS DE VILLA ALEMANA, en sentencia de fecha 20 de julio de
2012, Rol Nº 52327-2010, en autos caratulados “Emparan/Larenas”. En este caso, el tribunal otorgó al
demandante la suma de $2.000.000.- por este concepto; (iv) 11 JUZGADO DE LETRAS DE BUIN, en
sentencia de fecha 30 de diciembre de 2011, Rol Nº 41590-2009, en autos caratulados “Del Campo/
González”. En este caso, el tribunal otorgó al demandante la suma de $4.000.000.
el que, aún de existir daño reparable, éste debe ser ostensiblemente menor
que aquél que del mérito del proceso se otorgue al menor Chait Matte.

POR TANTO, en virtud de los artículos 19, 2314, 2320, 2321,2329, 2330,
todos del Código Civil, y de los artículos 258 y ss. y 308 del Código de
Procedimiento Civil y todas aquellas disposiciones que S.S. estime pertinentes
para fallar conforme a Derecho,

SOLICITO A SS.: tener por contestada la demanda de autos, por opuestas las
excepciones y defensas indicadas en el cuerpo de este escrito, y, en definitiva,
rechazar la demanda en todas sus partes, con expresa condenación en costas.
En subsidio, acoger la excepción de exposición imprudente al daño, rebajando
ostensiblemente las sumas acreditadas conforme al mérito del proceso, o a lo que
SS estime de justicia.

PRIMER OTROSÍ: Luis Roberto Peredo Cárdenas, abogado, en representación


de Sebastián Luis Iglesis Portaluppi, Javier Iglesis Buchanan y Andrea Portaluppi
Fernández, en adelante conjuntamente “los demandantes reconvencionales”,
todos domiciliados para estos efectos en calle Los Dominicos Nº 8630, oficina
Nº706, comuna de Las Condes, Región Metropolitana de Santiago, en virtud de lo
expuesto por el Art. 314 del Código de Procedimiento Civil, interpongo demanda
reconvencional de indemnización de perjuicios conforme al estatuto de
responsabilidad civil extracontractual, artículos 2314 y siguientes del Código Civil,
en contra de Christian Chait Mujica, abogado, Teruca Matte Pérez, diseñadora y
Santiago Andrés Chait Matte, estudiante, todos domiciliados en Camino Otoñal
Nº1.080, casa E, comuna de Las Condes, Region Metropolitana de Santiago, a fin
de que S.S. los condene, en forma simplemente conjunta, al pago de las
indemnizaciones de perjuicios que se reclamarán, con costas, conforme a los
siguientes antecedentes de hecho y fundamentos de derecho que a continuación
expongo:

1.- LOS HECHOS

1.1.- Por razones de economía procesal, en este capítulo doy por reproducidos
todos los hechos expuestos en lo principal de esta presentación, sin perjuicio de
los que a continuación expongo:

1.1.1. Hacia finales de julio, durante las vacaciones de invierno del año 2015, en
horas de la tarde, Sebastián Luis Iglesis Portaluppi decendió a a orillas de
la laguna ubicada en la comuna de Puchuncaví (sector comprendido entre
Maitencillo y Zapallar);
1.1.2. Horas más tarde, se unió a otros 5 jóvenes, entre éstos, Santiago Andrés
Chait Matte. El joven se integraró al grupo ya que una de ellos, doña Sofía
Silva Paredes –única mujer del grupo- era la mejor amiga de la entonces
“polola” de Sebastián Iglesis Portaluppi.

1.1.3. Los jóvenes estuvieron varias horas en aquél sector, compartiendo


historias y cervezas. Durante el transcurso de la noche, doña Sofía Silva
Paredes se despidió, debido a los planes familiares que tenían para el día
siguiente.

1.1.4. Sebastián Iglesis Portaluppi continuó compartiendo con Santiago Chait


Matte y sus amigos, hablando de diversos temas, entre ellos, uno de sus
favoritos: las adolescentes de un colegio municipal ubicado en la comuna
de las Condes.

1.1.5. Santiago Chait Matte y sus amigos reinteraban usualmente los términos de
“chanas” o “caras de nana”. A su vez, sostenían que dichas adolecentes
sólo serían para “el rato” y que nadie que se respetase podría tomarse en
serio una relación con ellas.

1.1.6. La situación no agradó a Iglesis Portaluppi, quien reprochó a sus


interlocutores, imputándoles arribismo, clasismo y machismo en sus
comentarios. Éstos se rieron, llamándolo “maricón”.

1.1.7. El intercambio de fuertes palabras se mantuvo, por lo que Iglesis Portaluppi


se retiró, vertiendo lo que le quedaba de cerveza sobre uno de los amigos
de Chait Matte. Éstos, en un arrebato de cólera, propinaron arteros golpes
en el cráneo de Iglesis. Sin poder rehusar tal ofensiva, Iglesis sucumbió
inconsciente.

1.1.8. Horas más tarde, un irreconocible Sebastián Iglesis fue encontrado


inconsciente por dos amigos, quienes habían decendido al sector de la
laguna en horas de la madrugada.

1.1.9. Como consecuencia de los golpes recibidos, el menor Iglesis Portaluppi


sufrió una serie de lesiones en todo su cuerpo, entre éstas, hematomas,
contusiones y cortes de diversa profundidad. El dolor físico le impidió
moverse con normalidad durante semanas. Sin embargo, peor aún, el
stress post traumático generado a partir de este hecho le impide llevar con
normalidad sus relaciones sociales hasta el día de hoy.
1.1.10. Sebastián ya no es el joven desenvuelto de siempre: teme decir lo que
piensa y en ocasiones le horroriza salir de su hogar, pues Chait Matte y su
grupo suele frecuentar los lugares a los que Iglesis Portaluppi solía asistir,
de modo que ha preferido el confinamiento antes de la exposición. En la
actualidad, el menor se siente – y es - objeto de persecusión, pues el grupo
de agresores sigue envíandole mensajes amenazantes a través de
intermediarios.

2.- EL DERECHO

2.1. Por los hechos expuestos en lo principal de esta presentación y los


descritos previamente en este Primer Otrosí, interpongo acción de indemnización
de perjuicios por los daños ocasionados al menor Sebastián Luis Iglesis Portaluppi,
en su calidad de víctima directa y la indemnización de perjucios ocasionados a
sus padres, Javier Iglesis Buchanan y Andrea Portaluppi Fernández, en calidad
de víctimas por reflejo (en adelante, conjuntamente denominados como los
“Demandantes reconvencionales”), en contra de los demandantes, Santiago
Andrés Chait Matte, en su calidad de agente directo del daño y a sus padres,
Christian Chait Mujica y Teruca Matte Pérez, en su calidad de terceros civilmente
responsables (en adelante, denominados conjuntamente como los “Demandados
reconvencionales”), de forma simplemente conjunta, conforme a lo dispuesto en
los artículos 2314 y 2321 del Código Civil. En subsidio, se interpone acción de
indemnización de perjuicios en contra de los Demandados, conforme lo dispuesto
en los artículos 2314 y 2320 del Código Civil.

2.2. DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL POR EL HECHO PROPIO DE


SANTIAGO ANDRÉS CHAIT MATTE, DE CONFORMIDAD A LO
DISPUESTO EN EL ARTÍCULO 2314 DEL CÓDIGO CIVIL.

2.2.1. Como es de conocimiento de SS, el artículo 2314 del Código Civil establece
la regla general de nuestro sistema de responsabilidad civil, en virtud de la cual
“El que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido daño a otro, es obligado
a la indemnización; sin perjuicio de la pena que le impongan las leyes por el delito
o cuasidelito”.

2.2.2. Pues bien, de la disposición transcrita previamente y de los hechos


relatados a lo largo de esta presentación –en lo Principal y en este Primer Otrosí-
se desprende inequívocamente que la conducta desplegada por el entonces
menor Santiago Andrés Chait Matte satisface los requisitos para imputarle
responsabilidad en los términos de nuestro estatuto nacional de responsabilidad
civil.

2.2.3. En efecto, en la especie, (i) La conducta ilícita de Chait Matte se encuentra


constituída por la agresión ilegítima que éste, junto a sus camaradas, propinaron
al menor Iglesis Portaluppi la noche los hechos; (ii) El daño, se encuentra
configurado por las diversas lesiones –de diversa gravedad- que el menor Iglesis
Portaluppi debió soportar, además del transtorno psicológico que la mentada
golpiza generó; (iii) La conducta desplegada por el entonces menor Chait Matte y
sus amigos, consistente en golpes de pies y manos, se ejerció con la intensión
positiva de perpetrar los daños efectivamente producidos, es decir, estamos frente
a una intención dolosa, directa e indesmentible; (iv) Consecuentemente, los
victimarios se valieron de medios idóneos para cometer las lesiones, esto es sus
propias extremidades. Ello constituye un antecedente calificado de la existencia
del dolo de herir a su interlocutor; (v) Todo ello se encuentra indefectiblemente
unido por una relación de causa-efecto, es decir un nexo causal que, de forma
lógica, nos permite llegar a la conclusión que las lesiones sufridas por mi
representado son consecuencia directa del actuar criminal del demandado
reconvencional.

2.2.4. Por lo anterior, interpongo, en forma y oportunidad, la presente ACCIÓN DE


INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS EN CONTRA DE SANTIAGO ANDRÉS
CHAIT MATTE, bajo el estatuto de la responsabilidad civil extracontractual por el
hecho propio, por los daños irrogados en forma directa al menor Sebastián Luis
Iglesis Portaluppi Y POR LOS PERJUICIOS POR REPERCUSIÓN
PROVOCADOS A LOS PADRES DE ÉSTE, DON JAVIER IGLESIS BUCHANAN
Y DOÑA ANDREA PORTALUPPI FERNÁNDEZ.

3.- DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL DE DON CHRISTIAN CHAIT MUJICA


Y DOÑA TERUCA MATTE PÉREZ, DE CONFORMIDAD A LO
DISPUESTO EN EL ARTÍCULO 2321 DEL CÓDIGO CIVIL

3.1. Por su parte, el artículo 2321 del Código Civil establece que “Los padres
serán siempre responsables de los delitos o cuasidelitos cometidos por sus hijos
menores, y que conocidamente provengan de mala educación, o de los hábitos
viciosos que les han dejado adquirir”.

3.2. Como sabe SS., el precepto en análisis establece una presunción de


derecho, en virtud de la cual se presume la responsabilidad de los padres por los
delitos y cuasidelitos cometidos por sus hijos menores, cuando éstos provengan
conocidamente de la mala educación, o bien, de los hábitos viciosos que aquellos
le han dejado adquirir.

3.3. Dicha presunción de responsabilidad se estructura sobre la base de que


los padres han dejado de cumplir el deber de educación –tanto formal como ético-
respecto a sus hijos. Así, lo que interesa es que, en cualquier tiempo, se haya
descuidado la educación del menor o se le haya dejado adquirir hábitos viciosos22.

3.4. En este orden de ideas, la norma presenta las siguientes caracerísticas:


a) No se refiere ni está fundada en el deber de vigilancia y cuidado que
los padres ejercen sobre el autor del ilícito civil;
b) Sólo es aplicable al menor de 18 años;
c) Subsiste la responsabilidad de los padres si al tiempo de cometerse
el delito o cuasidelito, éstos no viven junto al hijo o han sido privados
de su tuición y cuidado;
d) La responsabilidad está fundada en una conocida mala educación o
hábitos vicios que se han dejado adquirir al menor, lo cual significa
que estos factores son públicos y evidentes, o que se trata de un
comportamiento impropio que los padres han tolerado a la vista de
su vecindario;
e) La presunción de culpa consignada constituye una sanción civil a los
padres que han incumplido el deber de educación de sus hijos,
ejerciendo la autoridad y las facultades que les confiere la ley;
f) Afecta la responsabilidad del padre y de la madre, conjuntamente,
pues donde la ley no distingue, no es lícito distinguir al intérprete.

3.5. Pues bien, en la especie el delito cometido por el entonces menor Chait
Matte, consistente en la agresión ilegítima intencional dirigida en contra del menor
Iglesis Portaluppi deriva de la mala educación que sus padres, Christian Chait
Mujica y Teruca Matte Pérez, le han dejado adquirir, siendo ésta pública, conocida
y, por cierto, evidente a la luz de los actos ilegales cometidos por su hijo.

3.6. En efecto, los padres de los menores Chait Matte han incumplido de forma
evidente y pública con el deber de educación que tienen para sus hijos,
específicamente en cuanto a otorgar una educación ética respecto a éstos. Sus
hijos, entre ellos, Santiago Andrés Chait Matte, son conocidos por su entorno
escolar como adolecentes conflictivos, quienes, abusando de sus respectivas
posiciones de poder, humillan, acosan y maltratan al resto de sus compañeros, de
forma reiterada.

22 RODRÍGUEZ GREZ, Pablo, (nº17), p. 222.


3.7. Los comportamientos descritos se han reiterado en diversos colegios. Así,
han sido expulsados de diversas instituciones educativas, por las malas conductas
que suelen desplegar entre y en contra de sus pares. Situación conocida por sus
padres, quienes en vez de ejercer sobre éste las facultades correctoras que brinda
el ordenamiento, han optado por silenciarlos, apoyándolos en éstos vandálicos
hechos.

3.8. No sólo ello, el entonces menor Santiago Andrés Chait Matte ha participado
en diversas peleas, dirigidas principalmente en contra de menores vulnerables y
físicamente más débiles. Agresiones que, en su gran mayoría, ha ejecutado
conjuntamente con sus amistades.

3.8. Como SS. podrá apreciar en la etapa procesal correspondiente, Santiago


Chait Matte es un adolecente que gusta de diversos actos violentos. No sólo ha
ejecutado bullying de forma reiterada en contra de sus compañeros de colegio y
golpeado a otros menores en la clandestinidad que le brinda la agresión en grupo.

3.9. Pues bien, todo ello obedece a la displicencia con que sus padres han
omitido importantes lecciones en la vida de Santiago. Dichos padres han sido los
principales artífices de esta irresponsabilidad sustancial, entregados a los
caprichos y actuares pandilleros recurrentes de su hijo, lo que constituye una mala
educación.

3.10. Por lo anteriormente expuesto, interpongo, en forma y oportunidad, la


presente ACCIÓN DE INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS EN CONTRA DE los
padres del menor, don CHRISTIAN CHAIT MUJICA Y TERUCA MATTE PÉREZ,
por la responsabilidad que les corresponde de conformidad al artículo 2321 del
Código Civil.

4.- EN SUBSIDIO, RECLAMO LA RESPONSABILIDAD CIVIL DE DON


CHRISTIAN CHAIT MUJICA Y DOÑA TERUCA MATTE PÉREZ, DE
CONFORMIDAD A LO DISPUESTO EN EL ARTÍCULO 2320 INC. 2º DEL
CÓDIGO CIVIL.

4.1. Como es de conocimiento de SS., el artículo 2320 del Código Civil


establece, en cuanto aquello que nos interesa, que “[1º] Toda persona es
responsable no sólo de sus propias acciones, sino del hecho de aquellos que
estuvieren bajo su cuidado. [2º] Así, el padre, y a falta de éste la madre, es
responsable del hecho de los hijos menores que habiten en su casa.”

4.2. El artículo transcrito establece una presunción de culpabilidad de los


padres respecto de los actos ilícitos cometidos por sus hijos, siempre que éstos
habiten, al momento del ilícito, su misma casa.
4.3. Dicho precepto se estructura sobre el deber de cuidado o vigilancia que
todo padre tiene para con sus hijos. En la especie, al momento de la agresión
ilegítima que ha dado lugar a esta acción, el entonces menor Chait Matte vivía -y
sigue viviendo -, en el hogar de sus padres.

4.4. Éstos, pese al conocido prontuario configurado por las reiteradas prácticas
agresivas de su hijo, Santiago Chait Matte, continúan protegiéndolo, sin ejercer la
autoridad que su respectivas calidad de padres les confiere. En efecto, la paliza
propinada por éste y sus amigos al menor Iglesis Portaluppi no es el primer ni el
segundo altercado en el que el demandado Chait Matte se ve involucrado. Las
prácticas agresivas son conocidas por éstos, siendo para ellos del todo previsible
la probabilidad que su hijo, junto con sus camaradas, ataquen ilegítimamente a
otros jóvenes inocentes.

4.5. Al ser una conducta previsible y vivir con ellos, los daños producidos por el
demandado Santiago Chait Matte se encontraban comprendidos dentro de su
esfera de control, incurriendo de esta forma en un actuar negligente.

4.6. Por lo anterior, INTERPONGO FORMALMENTE, EN SUBSIDIO DE LO


ANTERIOR, ACCIÓN DE INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS EN CONTRA DEL
DEMANDADO CHRISTIAN CHAIT MUJICA, EN SU CALIDAD DE TERCERO
CIVILMENTE RESPONSABLE del delito cometido por su hijo, Santiago Chait
Matte, EN FORMA SIMPLEMENTE CONJUNTA.

5.- DEL DAÑO RECLAMADO

5.1. Los daños solicitados por medio de ésta acción indemnizatoria


corresponden a los perjuicios extrapatrimoniales provocados al menor Sebastián
Luis Iglesis Portaluppi, en su calidad de víctima directa, y a sus padres, Javier
Iglesis Buchanan y Andrea Portaluppi Fernández, en su calidad de víctimas por
repercusión.

5.2. Los perjuicios extrapatrimoniales ocasionados a Sebastián Iglesis


Portaluppi se encuentran configurados por el pretium doloris, manifestados en el
padecimiento interno, temor y angustia que la agresión ilegítima de Chait Matte y
sus amigos le produjo. Éste se traduce en el estrés post traumático que el menor
Iglesis Portaluppi sufrió durante más de un año, a consecuencia de los golpiza
referida. Así, el menor actualmente sigue sufriendo pesadillas por las noches,
reviviendo una y otra vez el trágico episodio que vivió.

Asimismo, agudizó la depresión que, durante años, sus padres han intentado curar.
A su vez, las secuelas psicológicas derivadas de la agresión le han vuelto más
retraido, ensimismado, desconfiado y huraño. Antes, pese a su depresión, se le
veía reír y disfrutar regularmente en compañía de amigos. Nada de ello ocurre ya.
Por otro lado, dentro de los perjuicios extrapatrimoniales reclamamos el dolor físico
sufrido con ocasión de la paliza sufrida. El menor Iglesis Portaluppi no sólo debió
soportar los ingentes dolores provocados por los múltiples impactos de puño y pie
–que, cabe recordar, le dejaron inconsciente- sino también por el dolor que debió
soportar durante las semanas siguientes, en las que éste apenas podía moverse.
Por lo anterior, por este acto solicitamos por concepto de indemnizacion de
perjuicios extrapatrimoniales la suma de $12.000.000.- (doce millones de pesos).

5.3. Los perjuicios extrapatrimoniales ocasionados a los padres del menor


Iglesis Portaluppi, don Javier Iglesis Buchanan y doña Andrea Portaluppi
Fernández se encuentran configurados por el pretium doloris que, a consecuencia
de la golpiza ilegítima proferida a su hijo, éstos debieron soportar. En la especie,
éste se materializa no sólo en la angustia y dolor que vivieron al enterarse de los
hechos largamente relatados en esta presentación, sino también por el dolor que
para éstos representa el cambio de actitud de su hijo. Como se ha señalado, éstos
durante años han luchado para que Sebastián Iglesis pudiera superar la
enfermedad que hace años padece. No obstante, sus esfuerzos se han visto
frustrados con ocasión de la conducta ilegítima de los demandados.

En efecto, éstos padres han debido evidenciar cómo su hijo ha revivido el peor
momento de su enfermedad. Los gritos cotidianos por las noches los abruman. Los
llantos cotidianos del menor les pesan. Por otro lado, la conducta antijurídica y
dolosa del grupo liderado por Chait Matte les ha provocado un perjuicio de agrado.
El placer de convivir continuamente con su hijo y ver como éste mejoraba con los
tratamientos médicos hoy es cosa del pasado. En síntesis, la golpiza relatada, de
manos de Chait Matte y sus amigos, ha cambiado sus vidas, situación que se
mantiene en la actualidad. Por ello, por este acto solicitan se les indemnice por
este concepto la suma de $10.000.000.- (diez millones de pesos), para cada uno.
POR TANTO, en virtud de lo expuesto y de conformidad a lo dispuesto por los Arts.
2320 y 2321 del Código Civil y los Arts. 314 y siguientes del Código de
Procedimiento Civil, así como todas aquellas que SS. estime pertinentes a fin de
fallar acorde a derecho;

SOLICITO A SS tener por interpuesta demanda reconvencional de indemnización


de perjuicios derivada del estatuto de responsabilidad extracontractual, en contra
de Santiago Andrés Chait Matte y sus padres, don Christian Chait Mujica y doña
Teruca Matte Pérez, ya individualizados, acogerla a tramitación y en definitiva
condenarlos en forma simplemente conjunta al pago de las indemnizaciones de
perjuicios demandadas, con reajustes e intereses según sea el caso, y a las costas
de la causa, según se específica a continuación:

a) Daño moral en favor de la víctima directa, don Sebastián Luis Iglesis


Portaluppi, ascendente a la suma de $12.000.000.- (doce millones de
pesos). Lo anterior, más reajustes e intereses desde la fecha de
interposición de esta demanda reconvencional;

b) Daño moral en favor de la víctima por repercusión, don Javier Iglesis


Buchanan, ascendente a la suma de $10.000.000.- (diez millones de
pesos). Lo anterior, más reajustes e intereses desde la fecha de
interposición de esta demanda reconvencional;

c) Daño moral en favor de la víctima por repercusión, doña Andrea Portaluppi


Fernández, ascendente a la suma de $10.000.000.- (diez millones de
pesos). Lo anterior, más reajustes e intereses desde la fecha de
interposición de esta demanda reconvencional;

d) Que se ordene a los demandados reconvencionales que, como medida


reparatoria de la conducta lesiva realizada en contra de mis representados,
extiendan una carta de disculpas públicas, mediante la cual se reconozcan
los hechos aquí expuestos y exista un compromiso de parte de los
demandados a adoptar todas las medidas posibles para que ello no vuelva
a repetirse.

e) Que se ordene publicar un extracto de la sentencia condenatoria que dicte


SS. en el diario de circulación nacional “El Mercurio”, de no menos de
media carilla, a expensas de los demandados.
f) Se condene a los demandados al pago de las costas del juicio.

SEGUNDO OTROSÍ: Solicito a S.S. tener presente que por este acto objeto los
documentos acompañados por los demandantes en el primer otrosí de su escrito
de demanda, singularizados entre los números 1) al 12) (ambos inclusive); por no
constarme su autenticidad ni que los mismos estén asociados con los hechos
debatidos en el presente juicio.

Luis Peredo Cárdenas


Abogado

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