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ampliando a la mayoría de las regiones del país con el paso de los días, durando
entre 5 a 9 días dependiendo de la región.
En vez de apaciguarse, la protesta social continuó al mismo tiempo que la violencia
estatal aumentaba, debido a las medidas adoptadas por el presidente, el ministro
del Interior y el General jefe de la Defensa Nacional. Circularon por las calles
militares armados con tenida de combate, así como tanquetas. Como en los peores
tiempos de la dictadura de Pinochet hubo disparos y manifestantes muertos y
heridos por armas de guerra. Las manifestaciones, a pesar del gobierno, se hicieron
masivas y se fueron extendieron a todo el país.
El 25 de octubre se convocó a una nueva manifestación, llegando a reunirse más
de 1.2 millones de personas sólo en la Región Metropolitana de Santiago y otras
decenas de miles de personas en regiones del país.
2. Los hechos delictivos constitutivos de crímenes de lesa humanidad.
Frente a las multitudinarias movilizaciones sociales realizadas durante semanas por
el pueblo Chile que exigía cambios profundos y demandas concretas, en vez de
escuchar a su mandante, el Gobierno -a través de su Presidente-, declaró que
estaba en guerra “contra un enemigo poderoso e implacable, impuso un Estado de
Excepción constitucional (Estado de Emergencia), sacó al Ejército a las calles y optó
por la aplicación de una política de violaciones masivas, graves y sistemáticas de
los derechos humanos, muchas de ellas constitutivas de crímenes contra la
Humanidad. Al mismo tiempo, frente a las múltiples denuncias de violaciones de
derechos humanos, negó su existencia, las calificó de eventuales excesos, respaldó
el actuar de las fuerzas policiales (Carabineros) manteniendo en sus cargos a los
mandos superiores, y continuó reprimiendo (la última de las 464 víctimas de trauma
ocular, se produjo el 19 de febrero de 2021), a pesar de lo señalado por distintos
organismos internacionales que no sólo constataron la violación a los derechos
humanos sino que a través de su Informes, hicieron un conjunto de
recomendaciones al Gobierno, especialmente en la necesidad de adecuar el
comportamiento de las fuerzas policiales respecto del uso de la fuerza a los
estándares internacionales de Derechos Humanos.
3. La actividad encubridora de Sergio Micco Aguayo
a) El día 3 de noviembre de 2019, en entrevista concedida ante Teletrece (Canal
13 de televisión) el entonces director del INDH Sergio Micco señaló lo siguiente:
“(…) conceptualmente, la violación sistemática de los Derechos Humanos, supone
una concertación entre distintas instituciones donde se crean leyes o se hacen
políticas públicas que directamente, intencionadamente, tiene el objetivo de violar
los Derechos Humanos. Si tú me preguntas a mí, como director del Instituto te diría
que no”
En primer lugar, la conceptualización que señala en esa entrevista el entonces
director del INDH dista mucho de ser cierta, siendo no menos que problemático que
la máxima autoridad de la organización destinada por mandato legal a la promoción
y protección de los derechos humanos de las personas que habitan en el territorio
de Chile tergiverse en público y en uno de los momentos más relevantes en materia
de violación a los derechos humanos, una conceptualización de suma importancia
para dicho momento, como es lo que se debe entender por violación sistemática de
los Derechos Humanos. En ese sentido, el director del INDH no podía ignorar que
el concepto sistematicidad está recogido en la ley, específicamente en la ley 20.357
en su artículo 2° número 2: “Por "ataque sistemático", una serie de actos sucesivos
que se extienden por un cierto período de tiempo y que afectan o son dirigidos a un
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laboral que acoge la demanda de Osvaldo Torres contra Sergio Micco, RIT: T-1023-
2020 del Primer Juzgado del Trabajo.
Como recoge el fallo de tutela señalado y lo expresa el señor Torres respecto del
conflicto interno en el INDH acerca del Informe : “En ese contexto y en el desarrollo
de las funciones establecidas por ley, la situación se fue tensionando por las
distintas opiniones relativas a las violaciones a los derechos humanos cometidas en
parte del país, específicamente en cuanto a calificar o no de sistemáticas y masivas,
las violentas agresiones cometidas por Carabineros, y si existían patrones de
represión que la fundamentaban, con todas las redes sociales mostrando imágenes
como prueba.” Y agrega el fallo que justamente “el informe inicial que su unidad
emitió (la Unidad de Estudios), fundado en los antecedentes recabados por el propio
INDH, en su rol de veedor, planteaba derechamente que existía una clara
vulneración masiva y sistemática de derechos humanos, con patrones represivos
de violencia sexual y daños oculares, respaldadas por una serie de denuncias
hechas por los afectados, por la constatación en terreno por parte del INDH y por
los datos procesados por la Unidad de Estudios. Este texto presentado al Consejo
no logró consenso.”
Esto condujo al ex director Micco a contratar un equipo paralelo afines a sus
posiciones políticas y sobre todo a su posición personal para elaborar un informe
distinto. Señala el señor Torres que “el Director, no quería oír opiniones contrarias,
ni disidencias a sus planteamientos”.
El Primer Juzgado de Letras del Trabajo tuvo por acreditados como indicios de un
despido discriminatorio, como consecuencia de la opinión divergente entre el
denunciante y el Director del Instituto Nacional de Derechos Humanos, la existencia
de una tensión en el interior del INDH, generada por el rol que debía cumplir el
Instituto, ante las violaciones de derechos humanos, como consecuencia del
estallido social, respecto a si las mismas debían ser catalogadas de sistemáticas, y
del rol que debían cumplir los funcionarios del INDH, frente al momento institucional
que se estaba viviendo, y que frente a ello, se produjo una disconformidad del
Director del Instituto con el trabajo de la Unidad de Estudios, respecto al informe
anual de derechos humanos, relativo a las violaciones ocasionadas durante el
estallido social y que derivó en contratación de personal externo ad honorem,
efectuada por el Director del Instituto, para la elaboración del informe anual de
derechos humanos del año 2019, sin facultad legal para realizarlo, sin registro
alguno de un proceso de selección, ni de discusión o propuesta en el interior del
Consejo y que dichos indicios permiten concluir que justamente desde el 18 de
octubre de 2019, existieron profundas diferencias con la concepción en que la
Unidad de Estudios (a cargo del denunciante Osvaldo Torres), interpretaba las
violaciones a los derechos humanos durante el estallido social y la forma en que ello
quedaba plasmado en el proyecto de informe anual.
Es decir, ante la opinión técnica desarrollada por los profesionales del INDH cuya
función es precisamente desarrollar dicha opinión de manera objetiva y plasmarla
en uno de los instrumentos más importantes no sólo del Instituto, sino del país en la
materia, el ex director Micco no sólo ocultó dicha información de la opinión pública
sino que alteró el resultado del Informe Final mediante la contratación de personas
inidóneas pero afines con su posición respecto a la inexistencia de sistematicidad
de las violaciones a los DDHH cometidas durante el período, lo cual no puede sino
entenderse en el interés de proteger a los violadores de derechos humanos ante
posibles acusaciones e investigaciones respecto a lo que constituyen las más
graves vulneraciones en la materia, la comisión de Crímenes de Lesa Humanidad.
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expresa del exdirector Micco se ha negado a cumplir con dicha función especial. Lo
anterior no es baladí, puesto que, existiendo violaciones a los derechos humanos
debidas a acciones de agentes del Estado, no es prerrogativa del director de la
Institución simplemente negar sus características, lo cual en los términos que el ex
director Micco decidió negar la existencia de patrones represivos, y de calificarlos
como ataques sistemáticos, pese a la evidencia que le fue presentada, sólo puede
responder a una intencionalidad clara de evitar que se produzca la persecución, y
la que según se señala en la presente querella, reviste las características de
encubrimiento.
De esta manera, el ex director Micco -incluso trasgrediendo la propia ley del Instituto
del cual era director-, y contra lo que le señalaron los funcionarios encargados de la
elaboración de los informes pertinentes, contando con la información recabada por
toda la estructura del INDH, decidió de manera unipersonal que el Instituto no debía
cumplir con su misión institucional, favoreciendo de esa manera la impunidad de
quienes han sido reiteradamente señalados como responsables de los ataques
contra la población civil y que son los principales imputados en la presente causa.
2. Ley 20.357 que Tipifica Crímenes de Lesa Humanidad y Genocidio
En el derecho interno chileno, las normas específicamente relacionadas con la
persecución y sanción de los llamados “crímenes de lesa humanidad”, si bien
responden a tipos penales contenidos en el Código Penal, se encuentran contenidas
en la Ley 20.357 de julio 2009, que tipifica Crímenes de Lesa Humanidad, Genocidio
y Crímenes de Guerra. Respecto de el origen de dicha ley, es necesario señalar
algunos aspectos de relevancia:
En primer lugar, mediante la promulgación de la Ley 20.352 que autoriza al Estado
de Chile para reconocer el estatuto de Roma, que crea la Corte Penal Internacional,
se modifica la Constitución de 1980, estableciendo un artículo vigesimocuarto
transitorio, con el objeto de aprobar el Estatuto y reconocer la competencia de la
Corte Penal Internacional para juzgar crímenes de Guerra, Lesa Humanidad y
Genocidio, con una importante limitación: Se establece que la Corte poseerá
competencia sólo para conocer causas futuras, disponiendo que: “La jurisdicción de
la Corte Penal Internacional, en los términos previstos en su Estatuto, sólo se podrá
ejercer respecto de los crímenes de su competencia cuyo principio de ejecución sea
posterior a la entrada en vigor en Chile del Estatuto de Roma."
En segundo lugar, la ratificación del Estatuto de Roma se produjo por parte de Chile
con fecha 29 de junio de 2009, y en concordancia con lo anterior, la Corte sólo
puede conocer situaciones ocurridas con posterioridad a dicha fecha. Sin perjuicio
de ello, Chile al haber firmado el Estatuto de Roma el 11 de septiembre de 1998, en
conformidad a lo establecido en el artículo 18 de la Convención de Viena sobre
Derecho de los Tratados (que Chile es Parte desde el 9 de abril de 1981), se
encontraba en la obligación antes de su entrada en vigor, de no frustrar el objeto y
fin del mismo, desde la fecha de su suscripción.
Por último, con la finalidad de adecuar la legislación interna a las prescripciones del
Estatuto de Roma, el 26 de junio de 2009 se promulgó la Ley 20.357, que tipificó los
crímenes de lesa humanidad, genocidio y crímenes de guerra.
Señalamos esto, por cuanto la Ley 20357 que tipifica Crímenes de Lesa Humanidad,
Genocidio y Crímenes de Guerra, así como el Estatuto de Roma y la jurisdicción de
la Corte Penal Internacional, se encuentran plenamente vigentes en la normativa
integrante del ordenamiento jurídico chileno.
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derechos humanos, sobre todo en comparación con los períodos anteriores. A modo
de ejemplo, el entonces vocero de la Corte Suprema, ministro Lamberto Cisternas,
señaló en entrevista del 11 de noviembre de 2019 que “(…) durante este período se
ha declarado ilegal la aprehensión en contra de 977 imputados, lo que representa
el 4,4% del total. De acuerdo al estudio, este porcentaje está por sobre el 0,8% de
controles de detención que se declararon en promedio ilegales en el periodo 2010 -
junio 2018.”.
Siendo los principales organismos involucrados en la materia, cuyas cifras oficiales
son imposibles de desconocer por parte de las autoridades civiles y de orden y
seguridad, es que a priori se puede tener por establecido el nivel de conocimiento
respecto de los ataques a la población civil y de su intensidad, sin considerar los
informes de las entidades internacionales como Amnistía Internacional o la CIDH,
los reportes de prensa para el período o las constataciones realizadas por
organizaciones de la sociedad civil como los colegios profesionales – Colegio
Médico, Colegio de Enfermeras, etc. – y organismos de DDHH como la propia
Comisión Chilena de Derechos Humanos.
Respecto de la existencia de una “política de Estado o de sus agentes” como
elemento de contexto para la comisión de los crímenes de lesa humanidad, es
razonable suponer que, concentrándose los daños a la población civil, en particular
las pérdidas oculares, las lesiones graves generadas por uso de perdigones y
lacrimógenas, y las detenciones ilegales desde el inicio de la situación, y por sobre
todo durante la vigencia del estado de excepción constitucional denominado “Estado
de Emergencia”, existe una constatación de una política de Estado reconocible a
partir de la actividad de sus agentes.
Existen reveladoras declaraciones de parte del Presidente de la República que
ilustran cómo el comportamiento de las Fuerzas Armadas y de Orden se encuentran
en perfecta sintonía con la idea de orden público impulsada desde el poder
ejecutivo. “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no
respeta a nada ni a nadie” señala en comunicado oficial mediante cadena nacional
el día 21 de octubre de 2019, un día particularmente afectado por una fuerte
represión policial, contabilizándose 1894 personas detenidas, 269 personas heridas
– de los cuales 137 son personas heridas por armas de fuego – y 5 personas
muertas por agentes del Estado, según cifras oficiales del INDH. Otras
desafortunadas expresiones, pero que dan cuenta del control del Presidente de la
República respecto del accionar de los agentes del Estado han sido: “He decidido
decretar Estado de Emergencia, militares a la calle y Toque de Queda” y “Tuvimos
que decretar el Estado de Emergencia, para restituir el orden público”, asociando a
la acción militar el resguardo del orden público, contrariamente a lo que establece
el Estado de Derecho que se supone impera en el país.
De esta manera, la emisión pública de información por parte del Gobierno y de los
organismos competentes, durante la vigencia del estado de emergencia, y con
posterioridad a ella, dan cuenta de que, bajo su conocimiento, y más aún, bajo su
subordinación, los agentes del estado que son parte de las Fuerzas Armadas y de
Orden y Seguridad han cometido delitos punibles bajo la Ley 20.357: homicidio (art.
4º), tortura (art. 7º Nº 1), mutilaciones y lesiones graves gravísima (art. 5º Nº 1 y 2),
privación ilegal de libertad por más de cinco días o secuestro calificado (art. 5º Nº
7), así como de abuso sexual calificado (art. 5º Nº 8).
Para resolver la relación entre poder civil y Fuerzas Armadas, debemos referirnos
en concreto a la Constitución Política de la República, que en su artículo 101 plasma
el principio de subordinación y no deliberación:
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imprescriptibles:
a) Los crímenes de guerra. Según la definición del Estatuto del Tribunal de
Nüremberg, los principios de derecho internacional de Nüremberg confirmados por
la Asamblea General de las Naciones Unidas y las Convenciones de Ginebra de
1949
b) Los crímenes de lesa humanidad. Cometidos tanto en tiempo de guerra como en
tiempo de paz, según la definición del Estatuto del Tribunal de Nüremberg, los
principios de Derecho Internacional de Nüremberg confirmados por la Asamblea
General de las Naciones Unidas, así como el apartheid y el genocidio.
En su artículo 2º declara que la Convención se aplica, sin distinción, a las
autoridades del estado y a particulares ya sea que hayan participado como autores,
cómplices o hayan incitado directamente a la perpetración de esos crímenes y
cualquier sea su grado de desarrollo y los artículos 3° y 4°, establecen que las partes
se obligan a adoptar las medidas legislativas o de otra índole que fueran necesarias
para hacer posible la extradición y para que la prescripción de la acción penal o de
la pena no se aplique a estos crímenes.
En síntesis, cuando el Estado despliega una práctica sistemática de persecución y
exterminio de grupos o personas, en desprecio a normas internacionales que se ha
comprometido respetar, hay un germen de crimen de lesa humanidad. Los hechos
ilícitos en la presente causa deben ser considerados crímenes contra la humanidad
por las características materiales de su ejecución y por el conjunto de bienes
jurídicos que afectaron.
8. El encubrimiento como forma de participación
El artículo 17 del Código Penal establece que:
“Son encubridores los que con conocimiento de la perpetración de un crimen o de
un simple delito o de los actos ejecutados para llevarlo a cabo, sin haber tenido
participación en él como autores ni como cómplices, intervienen, con posterioridad
a su ejecución, de alguno de los modos siguientes:
4.° Acogiendo, receptando o protegiendo habitualmente a los malhechores,
sabiendo que lo son, aun sin conocimiento de los crímenes o simples delitos
determinados que hayan cometido, o facilitándoles los medios de reunirse u ocultar
sus armas o efectos, o suministrándoles auxilios o noticias para que se guarden,
precavan o salven.
Dado que la actividad de Sergio Micco ha tenido como clara intención la protección
y la ocultación de los malhechores, mediante la negación de la calidad de crímenes
de lesa humanidad por la vía de negar directamente uno de los elementos de
contexto, conducta que realizó a través de entrevistas y declaraciones públicas,
impidiendo la difusión de Informes veraces, y adoptando posturas personales
incumpliendo gravemente su deber institucional, es que se configura la participación
del ex director Micco bajo estos términos.
POR TANTO, en mérito a lo expuesto y a lo establecido en los artículos 7°, 14, 15,
y 391 N°2 en relación con el 397 N°1; 297 y 298 del Código Penal; 1°, 4° 35 y 37 de
la ley 20.357, 111, 172 y 173 inciso primero del Código Procesal Penal y demás
disposiciones legales que sean pertinentes.
SOLICITO A S.S., tener por interpuesta querella criminal en calidad de encubridor
por los distintos delitos investigados y denunciados en la presente causa respecto
de Sergio Micco Aguayo y remitirla al Ministerio Público ordenándole seguir
adelante con la investigación.
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PRIMER OTROSÍ: Ruego a S.S. tener presente que me valdré de todos los medios
de prueba que me franquea la ley, y que aparezcan de la investigación en el
presente juicio. Sin perjuicio de lo anterior, en este acto vengo a acompañar los
siguientes documentos:
1. Certificado de Vigencia de Comisión Chilena de Derechos Humanos,
Inscripción N°34883 con fecha 12-06-1991, emitida por el Servicio de Registro Civil
e Identificación con fecha 18 de diciembre de 2019.
2. Certificado de Directorio de Comisión Chilena de Derechos Humanos,
Inscripción N°34883 con fecha de última elección 24-05-2018, emitida por el
Servicio de Registro Civil e Identificación con fecha 18 de diciembre de 2019.
SEGUNDO OTROSÍ: Solicito a S.S., tener presente que designo patrocinante y
confiero poder al abogado habilitados para el ejercicio de la profesión a don Yuri
Vásquez Santander, cédula de identidad número: 13.338.574-6; domiciliado en
Santa Lucía 162, Santiago, Región Metropolitana.
TERCER OTROSI: Solicito a US. que la presente querella se remita al Ministerio
Público y acceda a la solicitud de las siguientes diligencias de investigación:
1. En virtud del artículo 183 del Código Procesal Penal, y para un completo
esclarecimiento de los hechos denunciados, solicito se le tome declaración al ex
jefe de la Unidad de Estudios del Instituto Nacional de Derechos Humanos, Osvaldo
Torres.
CUARTO OTROSÍ: Ruego a S.S. tener presente que señalo para efecto de
notificaciones las siguientes direcciones de correo electrónico:
yuri.vasquez.santander@gmail.com y cmargotta@cchdh.cl