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Biblioteca Abierta La presente obra indaga las diversas maneras y formas cómo Un mundo digital Jeffer Chaparro Mendivelso

Extractivismos y postconflicto en Colombia:


retos para la paz territorial
las tecnologías digitales de la información y la comunicación
(tdic) han moldeado, de manera esencial e irreversible, el mundo
Territorio, segregación Geógrafo de la Universidad Nacional de Colombia,
mágister y doctor en geografía de la Universidad
Astrid Ulloa y Sergio Coronado contemporáneo. A varios lustros de su surgimiento, las tdic y control a inicios de Barcelona. Ha recibido diversas distinciones
académicas, entre las que se destacan el Grado de

· G eog rafí a ·
(editores) han afectado las formas de organización social y las actividades
Serie Perspectivas Ambientales en coedición con el cinep
productivas, modificando de manera definitiva la configuración del siglo xxi Honor de la Universidad Nacional de Colombia
(2000), la Medalla de los 40 años de la Facultad de
Semillas de historia ambiental territorial del planeta en diferentes escalas e influyendo Ciencias Humanas de la misma universidad (2006)
Stefania Gallini incluso los imaginarios individual y colectivo. En efecto, es un Co l e cc i ó n   g e n e r a l y el Premi Extraordinari de Doctorat (2009-2010)
(editora) ISBN 978-958-775-949-5 biblioteca abier ta de la Universidad de Barcelona. Ha escrito alrededor
fenómeno de tan enorme magnitud que se puede afirmar que
Serie Perspectivas Ambientales de 60 productos académicos e investigativos —
las tdic contribuyeron a la instalación y entronización de un principalmente artículos y capítulos de libros— sobre
Títulos en preparación mundo digital. La globalización, que para nada es homogénea y diversos temas geográficos tales como: cambio

Un mundo digital
Territorio, segregación
y control a inicios del siglo xxi
equitativa, se alimenta decididamente de la difusión y el uso de climático, dinámica fluvial y costera, educación,
Los límites de la triple frontera amazónica: encuentros 9 789587 759495 ciudad, patrimonio, cibergeografía, turismo,
tecnologías digitales, las cuales son la “punta de lanza” de la
y desencuentros entre Brasil, Colombia y Perú
Daniel Esteban Unigarro actual revolución tecno-científica-cultural. Su autor, el geógrafo Jeffer Chaparro Mendivelso comunidades alternativas, neorruralidad
y cine. Ha sido secretario de la Asociación Colombiana
Serie Antropología y docente universitario Jeffer Chaparro, presenta esta obra como de Geógrafos (acoge), miembro de la Asociación de
un desarrollo ulterior de su tesis doctoral, la cual fue dirigida Egresadas y Egresados de Geografía de la Universidad
De la ciudad hidalga a la metrópolis globalizada
Nacional de Colombia (aggun) y presidente del
John Williams Montoya por el connotado ensayista Horacio Capel, siendo este trabajo
Colegio Profesional de Geógrafos (cpg) de Colombia.
Colección Imago Mundi
acreedor al Premi Extraordinari de Doctorat de la Universidad Desde el 2003 es secretario del portal Geocrítica de
de Barcelona en 2011. la Universidad de Barcelona y a partir del 2006 es
Colección CES
director, junto con Horacio Capel, de Ar@cne. Revista
electrónica de recursos en Internet sobre Geografía
Cambio ambiental global, Estado y valor público: la cuestión
y Ciencias Sociales, de la misma universidad. En
socio-ecológica en América Latina, entre justicia ambiental
la actualidad es profesor asociado en dedicación
y “legítima depredación”
exclusiva del Departamento de Geografía de la
Andrea Lampis
Universidad Nacional de Colombia, en el cual es
(editor)

Jeffer Chaparro Mendivelso


director y líder del grupo de investigación Territorios,
Aprendizajes y Ciberespacios (tac); además,
Otros títulos
es el director de la línea de Ciencias Sociales del
Colombia. Bosquejo de su geografía tropical Instituto de Investigación en Educación de la Facultad
Ernesto Gulh de Ciencias Humanas.
2a. Edición, Vols. 1 y 2

Ordenar los territorios. Perspectivas críticas


Departamento de Geografía
desde América Latina
Facultad de Ciencias Humanas
Patricia Rincón Avellaneda y Alice Beuf
Sede Bogotá
(editoras)
En coedición con Ediciones Uniandes

caratula_un_mundo_digital.indd Todas las páginas 10/04/2017 07:03:56 p.m.


biblioteca abier ta
colección general geografía
Un mundo digital
Territorio, segregación y
control a inicios del siglo xxi
Un mundo digital
Territorio, segregación y
control a inicios del siglo xxi

Jeffer Chaparro Mendivelso

2017
Catalogación en la publicación Universidad Nacional de Colombia

Chaparro Mendivelso, Jeffer Ángel, 1977-


Un mundo digital: territorio, segregación, y control a inicios del siglo xxi / Jeffer Chaparro Mendivelso --
Primera edición. -- Bogotá: Universidad Nacional de Colombia (Sede Bogotá). Facultad de Ciencias Humanas.
Departamento de Geografía, 2017.
358 páginas: ilustraciones. -- (Biblioteca abierta. Serie geografía; 415)

Incluye referencias bibliográficas


ISBN 978-958-775-949-5.

1. Tecnologías de la información y la comunicación -- Aspectos sociales 2. Cibergeografía 3. Brecha digital


4. Sociedad de la información 5. Geografía -- Innovaciones tecnológicas 6. Ciberespacio 7. Comunicaciones
digitales 8. Territorialidad humana -- Innovaciones tecnológicas 9. Tecnología y globalización I. Título

CDD-21 303.4833 / 2017

© Biblioteca Abierta
Colección General, serie Geografía

© 2017, Universidad Nacional de Colombia,


Sede Bogotá, Facultad de Ciencias Humanas,
Departamento de Geografía

© 2017, Jeffer Chaparro Mendivelso

Primera edición, 2017


ISBN: 978-958-775-949-5

Comité editorial Facultad de Ciencias Humanas

Luz Amparo Fajardo Uribe


Decana

Nohra León Rodríguez


Vicedecana Académica

Constanza Moya Pardo


Vicedecana de Investigación y Extensión

Carlo Tognato
Director del Centro de Estudios Sociales -CES-

Jorge Aurelio Díaz


Director de Ideas y Valores, representante de las revistas
académicas

Rodolfo Suárez Ortega


Representante de la Unidades Académicas Básicas

Preparación editorial
Centro Editorial, Facultad de Ciencias Humanas
editorial_fch@unal.edu.co
www.humanas.unal.edu.co
Te. 316 5000 ext. 16259

Camilo Baquero Castellanos


Director y coordinador editorial

Camilo Umaña
Diseño original de la colección

Proceditor Ltda.
Corrección de estilo, armada electrónica,
finalización de arte e impresión

Impreso en Colombia

Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio, sin la autorización


escrita del titular de los derechos patrimoniales.
A mi padre Ángel,
por enseñarme el camino de la fuerza,
por vencer las adversidades de la vida,
por su cariño.
Contenido

Presentación 11

Capítulo 1
Un mundo digital: a modo de introducción 13

Capítulo 2
La segregación digital desde una perspectiva
multiescalar, multisectorial y multiestadial 37

Capítulo 3
La dispersión urbana y las tecnologías digitales
de la información y la comunicación 91

Capítulo 4
La innovación tecnológica y los medios
innovadores en la era digital 135

Capítulo 5
Formas digitales de control territorial: domótica,
urbamótica y ruramótica 187

Capítulo 6
La sociedad y el ascenso del mundo digital 227

Capítulo 7
La geografía y las tecnologías digitales de la información
y la comunicación: ¿hacia la cibergeografía? 265
Capítulo 8
Ideas finales y líneas de investigación futuras
en torno a la instalación del mundo digital 309

Referencias 317
Presentación

El libro que aquí presento indaga, desde una perspectiva ex-


ploratoria, el macrofenómeno asociado a las tecnologías digitales
de la información y la comunicación (tdic). Lo asumo como un
macrofenómeno porque las tdic están afectando, de manera fuerte
pero diferencial, las formas de organización social, las actividades
productivas y hasta los imaginarios, entre otros aspectos. Las tdic
están participando decididamente en la reconfiguración territorial
de nuestro planeta, de la Tierra del hombre, de la ecúmene, a di-
versas escalas y desde vertientes diferentes. Por tanto, las tdic están
contribuyendo a la instalación de un mundo digital. La globali-
zación, que para nada es homogénea, está siendo alimentada fuer-
temente por la difusión y el uso de las tecnologías digitales, que son
la punta de lanza de la actual revolución tecno-científica-cultural.
El texto de la investigación se deriva parcialmente de la Tesis
Doctoral, dirigida por Horacio Capel, que defendí a inicios del 2009,
la cual, además de obtener la máxima calificación, fue acreedora del
Premi Extraordinari de Doctorat (2009-2010) de la Universidad
de Barcelona, concedido a la mejor Tesis Doctoral defendida en la Fa-
cultad de Geografía e Historia en el período académico 2009-2010,
y que fue otorgado por el Consell de Govern el 7 de junio del 2011.

11
Jeffer Chaparro Mendivelso

Parte de las secciones que conforman esta obra han sido publicadas
en diversas revistas y capítulos de libros, y aquí aparecen revisadas,
ajustadas, mejoradas y ampliadas.
La investigación fue elaborada principalmente entre el 2002
y 2008, marco que define el horizonte temporal de la indagación.
Las tdic están avanzando de una forma vertiginosa, por ello in-
tenté actualizar la información con la que contaba para conformar
un libro más actual; pero esa no fue una decisión adecuada, pues
luego noté que en realidad estaba escribiendo otro libro. Dicho
de otra manera: esta investigación da cuenta del macrofenómeno de
las tdic en la primera década del siglo xxi; lo que está ocurriendo
en la segunda década forma parte de uno o más libros que están en
gestación y que me comprometo a publicar en los próximos años.
Pese a que centro las reflexiones en la primera década del tercer
milenio, sin duda las apuestas rebasan ese límite temporal. Gran
parte de los fenómenos explorados aquí son completamente vigentes
en el 2017, y otros que se anuncian forman o formarán parte de la
remodelación del mundo en las próximas décadas. En este sentido,
puedo señalar que el libro tiene una perspectiva actual y proyección
hacia adelante en el tiempo.
Las tdic están sentando las bases de un mundo altamente con-
trolado, jerarquizado y segregado. Hoy día no es extraño encontrar
en la cotidianidad referencias diversas respecto a drones, cámaras de
vigilancia, filtraciones de información digital, sabotaje a sitios web,
escándalos de espionaje, pérdida de intimidad, abuso en redes so-
ciales, ciber-adicciones, agricultura informatizada, estados corruptos
y asesinos, persecución a activistas, uso de dispositivos biométricos
de reconocimiento, lanzamiento de sondas espaciales y más. Con-
viene no perder de vista que estas situaciones no funcionan de forma
aislada, y que de no generar alternativas reales para limitar el poder
de las tdic, el mundo que conocemos se convertirá paulatinamente
en un entorno asfixiante, manipulado y controlado en exceso. Lasti-
mosamente vamos en esa dirección. ¿Será posible corregir o modi-
ficar ese rumbo? El futuro no está escrito.

Jeffer Chaparro M.

12
Capítulo 1
Un mundo digital: a modo de introducción

Un mundo digital se está instalando. La punta de lanza de ese


macrofenómeno son las tecnologías digitales de la información y la
comunicación (tdic)1, las cuales están compuestas por conjuntos
de objetos técnicos que funcionan de forma articulada y cuyo de-
nominador común es una nueva unidad de medida: el bit 2 . Tales

1 En adelante utilizo la abreviatura tdic. Es adecuado aclarar que la noción


de tecnologías digitales de la información y la comunicación (tdic) ha sido
propuesta y acuñada en el contexto de la investigación que aquí se presenta.
Por lo general se utiliza —incluso la he empleado con anterioridad— la
noción de nuevas tecnologías de la información y la comunicación (ntic),
pero he considerado que ella no es del todo clara, ya que mantiene cierta
ambigüedad en el sentido de que siempre hay, y habrá, nuevas tecnologías
de la información y la comunicación, de tal manera que se genera un
círculo vicioso conceptual poco saludable desde la perspectiva investigativa
y académica. Como se verá más adelante, la noción de tdic implica su
diferenciación de las técnicas precedentes. Sobre las técnicas véase en este
mismo capítulo el apartado: Los estadios técnicos comunicativos.
2 “bit. (Del ingl. bit, acrón. de binary digit, dígito binario). 1. m. Inform.
Unidad de medida de información equivalente a la elección entre dos
posibilidades igualmente probables”. Real Academia Española de la Lengua
(2008), http://www.rae.es/. Según Dormido y Mellado (1981, p. 11): “Bit

13
Jeffer Chaparro Mendivelso

objetos técnicos se están difundiendo de manera diferencial, si-


tuación que puede abordarse y evidenciarse desde dos perspectivas
complementarias: la social y la espacial, las cuales se conjugan y
materializan en el territorio. La instalación del mundo3 digital
afecta gentes y espacios diversos, y todo lo que ello implica, es
decir, desde actividades productivas concretas hasta imaginarios.
La investigación que aquí presento pretende dar cuenta de
las primeras fases de instalación del mundo digital y, en términos
temporales, pone énfasis en la década inicial del siglo xxi. Algunas
alusiones a las últimas décadas del siglo xx —incluso anteriores—
también se incluyen puntualmente como contexto. Esta delimi-
tación temporal se explica porque no pretendo una aproximación
diacrónica, de corte reconstructivo, sobre la difusión de las tdic.

(contracción de binary digit): elemento de información que representa


una elección entre dos posibilidades, tal como 0 y 1. La información
está en forma binaria cuando se codifica en forma de unas cadenas de
bits”. En Wikipedia, la enciclopedia digital de acceso libre (2008), http://
es.wikipedia.org, se señala: “El bit es la unidad mínima de información
empleada en informática, en cualquier dispositivo digital, o en la teoría
de la información. Con él, podemos representar dos valores cualesquiera,
como verdadero o falso, abierto o cerrado, blanco o negro, norte o sur,
masculino o femenino, amarillo o azul, etc. Basta con asignar uno de esos
valores al estado de ‘apagado’ (0), y el otro al estado de ‘encendido’ (1)”. Para
Kuhlmann y Alonso (2002, p. 133): “bits: palabra que significa símbolos
o dígitos binarios; proviene de binary digits; es también una medida de
la cantidad de información contenida en un mensaje, definida por C. E.
Shannon”.
3 Asumo la noción de mundo desde una perspectiva genérica, amplia y
comprehensiva. Como se verá en el conjunto de esta investigación, las tdic
están generando impactos y modificaciones en todas las esferas sociales
y espaciales, es decir territoriales, de tal manera que considero adecuado y
acertado referirme a mundo digital. Para la rae: “mundo. (Del lat. mundus,
y este es calco del gr. κόσμος). 1. m. Conjunto de todo lo existente.
2. m. Planeta que habitamos. 3. m. Esfera con que se representa el globo
terráqueo. 4. m. Totalidad de los hombres, género humano. 5. m. Sociedad
humana. 6. m. Parte de la sociedad humana, caracterizada por alguna
cualidad o circunstancia común a todos sus individuos. 7. m. Experiencia
de la vida y del trato social. 8. m. Ambiente en el que vive o trabaja una
persona. 9. m. Ámbito o parte determinada de la naturaleza”. Real Academia
Española de la Lengua (2008), http://www.rae.es/.

14
Un mundo digital: a modo de introducción

Algunas disciplinas, entre ellas la filosofía, la historia y la so-


ciología de la ciencia y la técnica, han hecho investigaciones sobre
este tema, planteando cuestiones muy interesantes y relevantes4 .
Mi énfasis se podría catalogar como un diagnóstico exploratorio
de la mediación digital del territorio a partir de las tdic, la cual
está transformando a un ritmo rápido, pero selectivo y no homo-
géneo, la Tierra del hombre, el ecúmene5, la Pachamama6.
El presente capítulo debe considerarse como una introducción
panorámica y general a toda la investigación que exhibo en el libro,
ya que sienta parte de las bases conceptuales y metodológicas que, en
gran medida, han participado en su construcción. No obstante,
en la mayoría de los capítulos profundizo y desarrollo aspectos más
relacionados con el interés particular de cada uno y con el papel que
desempeñan en el conjunto de la investigación, de tal manera
que también incluyen aspectos teóricos más puntuales. En otros
términos, cada capítulo participa y dialoga con los demás para
tratar de explicar la instalación del mundo digital desde diferentes
frentes y énfasis.
Este capítulo está dividido en seis apartados. El primero ofrece
algunas conjeturas iniciales sobre el macrofenómeno de las tdic
en el marco de la actual revolución tecnológica. El segundo sitúa
la cuestión de la instalación del mundo digital como problema de
investigación. En el tercero se enfatizan los diferentes aspectos que
han incidido para que las tdic se constituyan en un asunto de in-
terés investigativo. El cuarto, a modo de breve marco teórico y con-
ceptual, ubica la actual revolución tecnológica y la cuestión de las
tdic en un contexto más amplio, que dimensiona las implicaciones
de las técnicas comunicativas en el territorio. El quinto apartado es
un anticipo de la formulación del resto de la indagación. El último,
se puede considerar una invitación a las discusiones y a los interro-
gantes derivados del conjunto de la investigación.

4 Véanse, por ejemplo: Sahagún (1998) y Norman (2005).


5 “ecúmene. (Del gr. οἰκουμένη [γῆ], [tierra] habitada). 1. f. Comunidad
humana que habita una porción extensa de la Tierra”. Real Academia
Española de la Lengua (2008), http://www.rae.es/.
6 Madre Tierra para algunas comunidades aborígenes de América del Sur.

15
Jeffer Chaparro Mendivelso

Conjeturas iniciales
La actual revolución tecnológica asociada a la informática, en la
que se impone una nueva unidad de medida, el bit, está generando
grandes cambios en términos sociales y espaciales, que oscilan
entre alternativas inéditas de comunicación y formas emergentes
de concepción, gestión y control del mundo y del lugar, de lo macro
y lo micro. Si el bit está produciendo modificaciones sociales y es-
paciales, entonces estas son territoriales7.
La imbricación ya observable de las tdic en el territorio8 se
está acentuando y está derivando, con posibilidades y alterna-
tivas diferentes, en nuevos o modificados modelos de articulación
e interacción social, con fuertes implicaciones en las dinámicas y
prácticas políticas —relaciones de poder y ejercicio del poder—,
económicas —producción, distribución y consumo— y culturales
—prácticas, representaciones e imaginarios—. Aunque la impre-
visibilidad es inherente a la instalación del mundo digital, puedo
señalar que algunas posibilidades y tendencias futuras ya se están
perfilando. No se trata de predecir sino de detectar algunos ca-
minos, tendencias y alternativas que se vislumbran, ya que el de-
venir del fenómeno tendrá que ver precisamente con la apropiación
y uso social de las posibilidades tecnológicas asociadas. El mañana
no está escrito, pero lo que suceda en la morada del hombre tendrá
mucho que ver con lo que ya se está construyendo y diseñando en
torno a las tdic y a la instalación del mundo digital.

La instalación del mundo digital


Nos adentramos en un mundo mediado fuertemente por los
bits y la información digital. Prácticamente todas las actividades

7 Asumo la noción de territorio como soporte físico y, a la vez, como


construcción social, reflejo de la modificación y apropiación de la
naturaleza o el medio por parte de alguna sociedad o comunidad humana.
Asimismo, acepto el territorio como palimpsesto que vincula objetos
técnicos y acciones de diversa temporalidad y con vínculos diversos con
otros lugares. Véase sobre ello: Santos (2000).
8 Visto desde una perspectiva coevolutiva, retroactiva y sinérgica, e incluso
dialéctica.

16
Un mundo digital: a modo de introducción

del hombre están vinculadas a esa realidad emergente en mayor


o menor grado, de forma directa o indirecta, factual o potencial,
y al considerar las marcadas diferencias entre contextos territo-
riales específicos. Prueba de ello es el surgimiento de términos,
conceptos y acepciones, como sociedad de la información, sociedad
del conocimiento, comercio electrónico (e-commerce), ciberdemo-
cracia (cyberdemocracy), teletrabajo (teleworking), educación virtual
(e-learning), gobierno electrónico (e-government), domótica, comu-
nidad virtual, cibercultura (cyberculture), inteligencia en red, divisoria
digital (digital divide), mundo virtual y ciberespacio (cyberspace),
entre muchos otros.
El territorio, entendido como soporte físico y a la vez como
construcción social, también se ve afectado por la producción, al-
macenamiento y flujo de los bits. Mediante la vinculación espe-
cífica entre lugares a diferentes escalas espaciales, muchas veces de
manera simultánea, el planeta tiende, aunque diferencialmente, a
funcionar como un todo fragmentado y segregado pero articulado.
En realidad, el escenario asociado a las tdic es coevolutivo en tér-
minos sociales y espaciales, es decir, territoriales.
Abordar la imbricación del modelo digital en el territorio no
es una tarea simple, puesto que están implicadas ciencia y utopía,
innovaciones tecnológicas y ficciones, esperanzas y miedos, res-
tricción y libertad. Por eso, el recorrido debe tener presente también
los discursos, la estética, la representación y los imaginarios. La
situación no solo es interesante como fenómeno emergente para la
geografía —y por supuesto, para las ciencias sociales y humanas,
al igual que para el agregado diverso del conocimiento humano—,
dado que ella misma está mutando en su forma de trabajar y en sus
presupuestos teóricos y metodológicos.
En este libro apunto a estas situaciones derivadas de la insta-
lación del mundo digital. Analizo algunas de sus manifestaciones,
referidas principalmente al territorio, la sociedad y la geografía
como disciplina o campo de conocimiento. También se abordan, de
forma más bien tangencial e indirecta, otros aspectos interesantes
y necesarios para entender las mutaciones, como el arte, la música
electrónica, la imagen digital, los videojuegos, la realidad virtual,

17
Jeffer Chaparro Mendivelso

la simulación, la literatura y el cine de ciencia ficción. Aunque en la


investigación enfatizo en aspectos geográficos y territoriales, con-
sidero que, para aproximarse a la instalación del mundo digital,
es necesario el diálogo entre diferentes aproximaciones al conoci-
miento y saberes, precisamente porque el macrofenómeno de las
tdic es transversal en cuanto a sus implicaciones y efectos.
Pretendo dar cuenta de la instalación del mundo digital desde
una perspectiva amplia e inclusiva, que tenga como eje de reflexión
central el territorio y su desdoblamiento en el ciberespacio. Intento
hacer aportes para develar algunas de las principales caracterís-
ticas e implicaciones que esa nueva unidad de medida, el bit, im-
prime en el espacio del hombre mediante las tdic.
Considero necesario aclarar que de ninguna manera pretendo
ofrecer una monografía de las tdic en un entorno concreto y de-
limitado, puesto que esencialmente apunto a establecer algunas
cuestiones centrales que subyacen al fenómeno y que diferencial-
mente se materializan en contextos territoriales concretos.
El mundo digital que se está empezando a instalar ha iniciado
diversos y disímiles procesos de cambio social y espacial. Solo estas
dos dimensiones permitirían definir las tdic como problema de in-
vestigación mayúsculo. Pero la cuestión va más allá, ya que se está
modificando, nada más y nada menos, la comunicación y su tra-
ducción en la construcción de territorio, la imagen y la percepción
del mundo y del lugar, la forma de razonar, la efectividad de la infor-
mación para modificar la naturaleza —ahora en segunda y tercera
naturaleza9—, hasta la misma noción de lo humano —como sucede
a partir del concepto de cyborg (Hakken, 1999)—. Aunque para al-
gunos académicos e investigadores ortodoxos, o desinformados,
suene a palabras mayores, puedo asegurar —y considero que esta
investigación contribuye en ese sentido— que estamos asistiendo a
toda una revolución tecnológica que aportará, junto con el cambio
climático global y la biotecnología, a la modificación sustancial de la
morada del hombre.

9 La noción de tercera naturaleza, la digitalizada y virtualizada, ha sido


planteada recientemente. Al respecto, consúltese: Wark (2006).

18
Un mundo digital: a modo de introducción

Los caminos hacia el mundo digital:


¿por qué el interés hacia las tdic?

La actual revolución tecnológica, asociada a los ordenadores


y las redes de telecomunicaciones, está generando fuertes cambios
en las relaciones sociales, la economía, la política y los procesos terri-
toriales a diferentes escalas, desde la macro o global hasta la micro
o local. Aunque desde la geografía, las humanidades y las ciencias
sociales ya se está prestando alguna atención a este macrofenóme-
no emergente, las aproximaciones recurrentemente son restrictivas
—y tal vez hasta reduccionistas—, lo que devela algunas cuestiones
asociadas a aspectos muy puntuales y concretos, como en el caso del
estudio de comunidades virtuales y de la extensión de las redes
de Internet en las ciudades y los entornos metropolitanos; sin em-
bargo, no se está procurando una aproximación al fenómeno desde
una perspectiva conjunta y amplia, como un todo, que intente esta-
blecer correlaciones entre diferentes manifestaciones territoriales.
Al menos desde la geografía, son más recurrentes los trabajos
puntuales que las perspectivas generales. Por ese motivo considero
adecuado y pertinente intentar escudriñar en esos aspectos estruc-
turales, tal como se ha hecho con la revolución científica de los siglos
xiii al xvii, en la que se denota el paso de un modelo cualitativo de
concebir la realidad —tiempo y espacio— a uno cuantitativo10, re-
flejado en el surgimiento de la notación musical, la perspectiva en
la pintura y, en definitiva, una mentalidad basada en aproximarse
a la realidad midiendo cuántos iguales —peso, distancia, volumen
y hora, entre otros—. Ese hábito de cuantificación derivó en el au-
mento de la distancia entre la sociedad occidental y las demás, si-
tuación que, a la postre, condujo a la Revolución Industrial, con las
consecuentes implicaciones en términos territoriales.
En la actualidad, como ya he anotado, estamos presencian-
do otra trascendente revolución, sustentada en gran medida en los
microprocesadores y la informática, que ha dado a luz una nueva

10 Como se plantea en tantas investigaciones dedicadas esta revolución


científica (por ejemplo, la extensa obra de Alexandre Koyré) y,
recientemente, a partir de un trabajo de Alfred Crosby (1998): La medida de
la realidad: la cuantificación y la sociedad occidental, 1250-1600.

19
Jeffer Chaparro Mendivelso

unidad de medida: el bit. Mediante esta se pueden empaquetar


o almacenar, al igual que procesar e intercambiar, diversos tipos
de información relativa a nuestra realidad: texto, imagen, sonido,
localización, estructura, modelo de realidad virtual. Uno de los
aspectos más importantes de esta nueva medida es la posibili-
dad de incluir a las demás, ya que permite, por ejemplo, que en
un computador se almacenen grandes volúmenes de información
cuantitativa asociada a múltiples variables relativas a una ciudad
—población, cantidad de vehículos, número de cibercafés, superfi-
cie de los jardines públicos—, donde datos sobre tiempos de despla-
zamiento, distancias entre lugares, temperaturas de la superficie,
albedos o áreas por usos del territorio pueden ser analizadas e in-
terpretadas, mediante los sistemas de información geográfica (sig),
por ejemplo.
Cada vez más la aproximación a la realidad se basa en las uni-
dades de medida originadas desde la Edad Media y consolidadas
en la Edad Moderna —modelo cuantitativo—. Pero lo interesante
ahora es que estas unidades pueden digitalizarse y ser procesadas
o intercambiadas posteriormente mediante bits, lo cual constituye
el factor fundamental en la actual revolución: la comunicación 11,
que es la base de las relaciones sociales y las acciones espaciales
del hombre. Si los bits fluyen entre un lugar y otro, no solo viajan
impulsos electromagnéticos, sino que también pueden fluir datos

11 Asumida desde una perspectiva genérica y amplia. “comunicación. (Del


lat. communicatĭo, -ōnis). 1. f. Acción y efecto de comunicar o comunicarse.
2. f. Trato, correspondencia entre dos o más personas. 3. f. Transmisión
de señales mediante un código común al emisor y al receptor. 4. f. Unión
que se establece entre ciertas cosas, tales como mares, pueblos, casas o
habitaciones, mediante pasos, crujías, escaleras, vías, canales, cables y otros
recursos. 5. f. Cada uno de estos medios de unión entre dichas cosas.
6. f. Papel escrito en que se comunica algo oficialmente. 7. f. Escrito sobre
un tema determinado que el autor presenta a un congreso o reunión de
especialistas para su conocimiento y discusión. 8. f. Ret. Figura que consiste
en consultar la persona que habla el parecer de aquella o aquellas a quienes
se dirige, amigas o contrarias, manifestándose convencida de que no puede
ser distinto del suyo propio. 9. f. pl. Correos, telégrafos, teléfonos, etc.”. Real
Academia Española de la Lengua (2008), http://www.rae.es/.

20
Un mundo digital: a modo de introducción

entre personas, empresas, universidades, centros de innovación tec-


nológica, gobiernos, militares, narcotraficantes, grupos contracul-
turales y artistas, delincuentes y organizaciones criminales. Y ese
movimiento se da entre lugares concretos donde se ubican quien
o quienes se comunican; por ejemplo, el cibercafé de la Avenida Ji-
ménez con carrera 6ª de Bogotá o el Parque Científico de la Univer-
sidad de Barcelona.
El flujo de bits mediante diversas redes de comunicación, ya
sea por impulsos u ondas —en el caso de las tecnologías inalám-
bricas—, conecta a gentes entre lugares concretos, a sujetos que se
encuentran inmersos en la dinámica de la hipermovilidad terri-
torial, pero a la vez deja excluidos a muchos otros que no tienen
acceso, sea cual fuere la razón. Se alternan o generan, entonces, di-
námicas territoriales que no están sustentadas necesariamente en
la contigüidad espacial, situación que ya se había empezado a ex-
perimentar desde la invención del telégrafo y, luego, del teléfono12 .
Con el avance en los diferentes sensores que hoy toman datos re-
lativos a la realidad —por emplear el término de Alfred Crosby—,
como los satélites, las estaciones meteorológicas, los telescopios y
las sondas espaciales, no necesariamente fluye información entre
y desde lugares donde hay personas. Ahora se conectan lugares
con lugares, máquinas con máquinas, objetos técnicos entre sí, y
algunas personas o grupos utilizan esa información a su antojo,
para socializarla o, por el contrario, con el objetivo de procesarla
y analizarla privada e independientemente. Esto último puede de-
rivar en investigación y, de manera consecuente, en poder factual
o potencial sobre el territorio y todo lo que ello implica: análisis de
preferencias de consumo, espionaje militar, control social, inter-
pretación de prácticas y comportamientos cotidianos de la gente.
Los anteriores aspectos son una ínfima muestra de los cambios
asociados a las tdic, donde se entrecruzan posibilidades de aproxi-
marse a la realidad, formas de organización social y estructuración
espacial, que se traducen en fenómenos económicos —comer-
cio electrónico o digital—, políticos —ciberdemocracia, gobierno

12 Al respecto véanse, entre otros: Capel (1994); Capel y Tatjer (1994a, 1994b).

21
Jeffer Chaparro Mendivelso

electrónico, grupos antiglobalización— o culturales —música elec-


trónica, netart, ciberpunk, ciberhardcore—. Si todos estos aspectos,
y muchos otros, están siendo alterados por las tdic mediante los
bits y su flujo, definiendo las primeras fases de instalación del
mundo digital, considero muy pertinente intentar escudriñar sus
impactos y manifestaciones diferenciales en el territorio.

La técnica y el territorio: algunas


consideraciones teóricas y conceptuales
Aunque en cada capítulo se tratan aspectos teóricos y concep-
tuales de acuerdo con énfasis específicos, en este apartado se sitúan
de manera sucinta los rasgos centrales que definen la postura inves-
tigativa. Los intereses giran en torno a la técnica, la comunicación
y el territorio, el actual estadio digital, la nueva unidad de medida
que es el bit, el ciberespacio y, en definitiva, las implicaciones de las
tdic en el espacio del hombre.

Las técnicas comunicativas


La técnica 13 permite construir territorio, ya que sin ella la natu-
raleza no podría ser convertida en segunda naturaleza, naturaleza
humanizada, naturaleza mediada. La comunicación es básica para
poder definir cambios en la naturaleza que deriven en la cons-
trucción de territorio. La comunicación, que puede asumirse como
técnica en sí misma, es la base de formas diversas de organización
social 14, las cuales, con fines variados, materializan su trabajo de-
jando huellas espaciales.
A cada período histórico corresponden formas comunicativas
y organizativas que, mediante las técnicas de la época, transforman y
definen el espacio del hombre. El territorio puede asumirse, pues,
como un palimpsesto que pone de manifiesto formas de organi-
zación social correlativas con posibilidades técnicas que solo se
pueden materializar a partir del ejercicio de la comunicación. En

13 En el sentido que ofrece Milton Santos en La naturaleza del espacio; Santos


(2000). Véase también: Santos (1996), Metamorfosis del espacio habitado.
14 Como se ha expuesto ampliamente en Castells (1996): La era de la
información: economía, sociedad y cultura. Volumen 1. La Sociedad Red.

22
Un mundo digital: a modo de introducción

consecuencia, frente a cada cambio en las posibilidades comuni-


cativas, que lógicamente también pueden asumirse como técnicas,
emergen configuraciones territoriales específicas.
La comunicación y el uso de los materiales de la naturaleza,
como base ambiental, permiten el ejercicio del poder, ya sea fac-
tual o potencial; las formas de comunicación y organización son
también formas de ejercicio del poder. Cada cambio en las técni-
cas comunicativas redunda en modificaciones del ejercicio del po-
der y, en consecuencia, en transformaciones territoriales15, tanto en
cuanto a su estructura como a su dinámica.

Aproximación sucinta a los estadios técnicos comunicativos


A las diferentes fases técnicas del mundo, que siempre se di-
funden de manera desigual, les corresponden distintos ritmos tem-
porales, con los cuales la dinámica del territorio adquiere cambios
en la velocidad con que la comunicación permite el ejercicio del
poder. Cada modificación en las técnicas comunicativas es al mis-
mo tiempo una posibilidad de alteración territorial. El cambio en
las técnicas comunicativas define, a la vez, variaciones de régimen
temporal y la modificación territorial es, por su parte, manifesta-
ción del cambio espacial.
Por los procesos retroactivos y la indivisibilidad de la ma-
nifestación de las técnicas en espacio y tiempo, los cambios co-
municativos ejercen su influencia en los regímenes territoriales,
incluyendo la sociedad y la base natural de la cual depende. El
territorio, como expresión de la mediación y la transformación
humana del ambiente, ha pasado por diferentes fases correlativas
a las posibilidades técnicas comunicativas, asumiendo incluso el
transporte físico de materiales como expresión de la comunicación
que deriva en organización social. Propongo, entonces, asumir
cuatro estadios territoriales genéricos en función de las técnicas

15 En esta línea de ideas se sitúa el aporte de Sánchez (1981). Véase también:


Sánchez (1979). Específicamente, sobre la relación entre espacio y nuevas
tecnologías consúltese: Sánchez (1988).

23
Jeffer Chaparro Mendivelso

comunicativas16: a) pretécnico, b) técnico físico, c) técnico eléctrico


y analógico y d) técnico digital.

Estadio pretécnico
El hombre estaba inserto directamente en las dinámicas eco-
sistémicas del ambiente. Poco a poco fue entendiendo los ritmos
de la naturaleza y llegó, al final de este período, al punto de do-
mesticar plantas y animales y también a ser sedentario. En esa fase
el control territorial fue local y, como mucho, subregional. Su du-
ración podría considerarse muy amplia, ya que va desde el origen
del hombre moderno hasta hace apenas unos doce o diez mil años,
es decir, hasta la revolución del Neolítico.
A partir de ese momento el hombre decide, de forma más fe-
haciente, ser sedentario y construir para ello entornos complejos:
las ciudades y demás sistemas de asentamientos humanos. Llega a
crear redes de centros poblados y ciudades. El control territorial
oscila entre local y regional.

Estadio técnico físico


En esta fase la comunicación y el transporte físico eran lo
mismo17. El uso de caballos, carretas y barcos permaneció casi inva-
riable por varios siglos e, incluso, algunos milenios. Hasta entonces
para la comunicación era necesario el transporte físico factual.
Comunicación y transporte son correlativos. Los imperios se ex-
tendían hasta donde podían llegar físicamente para ejercer el poder
factual sobre el territorio. El control territorial, en general, deja

16 Santos maneja tres fases que reflejan la mediación de la técnica: medio pre-
técnico, medio técnico y medio técnico-científico-informacional; Santos
(2000). Parto de estas fases para proponer —y acuñar— los cuatro estadios
territoriales asociados a las técnicas comunicativas. Este es un aporte
propio de mi investigación, el cual, en un futuro, podría derivar en líneas
de investigación que asocien las técnicas comunicativas de cierto momento
histórico con las estructuras territoriales derivadas.
17 Excepto para las señales de humo y los sonidos derivados de la percusión
y el viento, como los tambores, el silbido y el cuerno, que se pueden
considerar como los primeros sistemas remotos de comunicación.

24
Un mundo digital: a modo de introducción

de ser regional para pasar a ser continental o supracontinental, al


menos potencialmente.
Este período se puede ubicar de un modo genérico desde la re-
volución del Neolítico hasta la Revolución Industrial. El modelo de
interpretación de la realidad es básicamente cualitativo en tendencia
y, hacia el final de la fase, se convierte en cuantitativo, aunque hay
algunas excepciones. El espacio-tiempo humano se contrae18, de tal
manera que se presentan deformaciones en función de la velocidad
de desplazamiento —no es lo mismo caminar que ir a caballo o en
barco, por ejemplo—.

Estadio técnico eléctrico y analógico


Su hito fundamental es el telégrafo y luego el teléfono, los cuales
deben asumirse en el contexto de la Revolución Industrial. Tam-
bién se pueden añadir consecutivamente la radio y la televisión
(Castells, 2006). Después del surgimiento del telégrafo hacia fina-
les del siglo xviii e inicios del xix, primero el óptico19 y después
el eléctrico, ocurrió una gran ruptura, ya que la comunicación y el
transporte dejan de ser lo mismo. Para que se difundiera una idea
o una orden que pudiera ejercer cambios territoriales20 ya no era
necesario el transporte físico —mediante una carta o emisario, por
ejemplo—. Surgen así los protociberespacios, por llamarlos de al-
guna manera.
No hay que dejar de lado que este período es, en gran me-
dida, correlativo con la invención del motor de vapor, el eléctri-
co y, posteriormente, el de combustión 21. El modelo de medida de
la realidad, y todo lo que ello implica tiende a ser eminentemente

18 También puede asumirse como compresión. Esta noción de contracción


del espacio-tiempo se apoya en la perspectiva que se encuentra en la obra:
Justice, nature and the geography of difference. Harvey (1996).
19 Respecto a las implicaciones políticas y territoriales de la instalación
telégrafo óptico en Cataluña, véanse: Aguilar y Martínez (2003).
20 Dirigir tropas al frente de batalla o enviar un grupo de trabajadores a la
mina, por ejemplo.
21 Aunque muchos autores hablan, con toda razón, de una Primera y Segunda
Revolución Industrial, para los objetivos de la presente diferenciación
genérica las asumí dentro de un mismo estadio técnico.

25
Jeffer Chaparro Mendivelso

cuantitativo. El espacio-tiempo se contrae de nuevo, pero esta vez


de forma más aguda, sobre todo para la comunicación, y en segun-
da instancia para el trasporte.

Estadio técnico digital


Su hito fundamental es la invención del microprocesador, que
posteriormente permite la construcción de ordenadores hacia
mediados del siglo xx. En una segunda etapa surge Internet, un
sistema que permite la comunicación entre varios ordenadores co-
nectados en red (Castells, 1996). El modelo de medida de la rea-
lidad muta o pasa de ser cuantitativo a digital 22, en el que la unidad
de medida estrella es el bit.
El cero (0) y el uno (1), que parecen inofensivos e inocuos, son
responsables de las telecomunicaciones actuales, la coordinación de
los aviones y la transmisión de imágenes de los telescopios y sondas
que se encuentran a varios miles e incluso a millones de kilómetros
de la Tierra. También son responsables del espionaje global luego
del 11 de septiembre de 200123, al igual que del modelamiento del
subsuelo que permite —con el uso de máquinas potentes también
diseñadas por ordenador— explotar a los supuestos países pobres
por medio de las compañías y corporaciones transnacionales de los
países supuestamente ricos24.

22 Lo cual no implica estrictamente dejar de lado los números y la


cuantificación. Lo que ocurre es que esa cuantificación pasa a ser digital
mediante el bit.
23 Después del 11 de septiembre son especialmente relevantes los sistemas
Carnivore, del fbi, y Echelon, de la Agencia de Seguridad Nacional (nsa)
de los Estados Unidos de América. Este último fue diseñado, al parecer,
hacia mediados de la década de 1970. Respecto a la geografía después de los
atentados del 11 de septiembre consúltese: Capel (2003a).
24 Los supuestos “países pobres” son limitados en gente con alta formación
académica y científico-técnica, mas no en recursos naturales, cosa que se
sabe bien en Europa y Norteamérica. Considero que la noción de países
pobres y ricos es un sofisma, una distinción muy limitada, que se ampara
en una visión centrada en Europa y Norteamérica. Lo que hoy es Estados
Unidos no era nada en el siglo xvi, y en gran parte de la Edad Media,
Europa estaba por debajo de los avances técnicos de China.

26
Un mundo digital: a modo de introducción

En realidad, en un territorio pueden coexistir diferentes esta-


dios técnicos al mismo tiempo. En una zona rural, por ejemplo, po-
drían estar presentes en la actualidad: a) caminar para desplazarse de
un lugar a otro (estadio pretécnico), b) usar el caballo o la carreta
(estadio técnico físico), c) utilizar el teléfono y ver la televisión (es-
tadio técnico eléctrico y analógico) y d) comunicarse mediante telé-
fonos móviles e Internet (estadio técnico digital). Dependiendo del
caso específico puede que las técnicas nuevas no eliminen del todo a
las precedentes; las técnicas mutan y coexisten y generan palimpses-
tos territoriales.
Si los anteriores estadios territoriales vinculados a las técnicas
comunicativas produjeron desastres ambientales y sociales, como
la extinción de varias especies animales y el asesinato de millones
de seres humanos en infinidad de guerras, ¿qué se puede esperar de
esta fase digital, la cual ya se está empleando para intentar dominar
el mundo y sus gentes?25.
No deseo, para nada, ser pesimista. El mundo digital que se
está abriendo puede derivar en una alternativa de cambio estructu-
ral vinculado a la educación y la conciencia global y local de nues-
tros problemas comunes. Pero el mundo actual, de por sí ya bastante
decadente —aunque muchos deseen negarlo o ignorarlo—, puede
convertirse en algo infinitamente peor de lo que se pueda imaginar,
donde dominen la segregación digital —y es posible que más ade-
lante la segregación genética— y el control social. Como es lógico, el
control digital del territorio26 ya se está instaurando.

Bits, ciberespacio y tecnologías digitales


de la información y la comunicación
La nueva unidad de medida, que es sumamente abstracta,
puede emplearse en muchos objetos técnicos y en la articulación
entre ellos. Define el estándar básico en función de la producción,

25 Se ha comentado bastante que Estados Unidos utilizó la bomba


electromagnética al inicio de la guerra de Irak. Respecto al uso de la
tecnología de vanguardia en las confrontaciones bélicas, véase el artículo de
Tomás Gisbert (2003).
26 Como puede observarse en el capítulo 5.

27
Jeffer Chaparro Mendivelso

almacenamiento y flujo de la información. Las formas que adquie-


ren los bits son varias (imagen, sonido, video), pero por ello no de-
jan de ser ceros y unos. Esto permite hoy hablar de convergencia
tecnológica, de tal manera que un teléfono móvil puede ser prác-
ticamente un ordenador personal, con global positioning system
(gps), reproductor de videos, lector de infrarrojos, cámara foto-
gráfica, videocámara y agenda 27. Esa misma convergencia permite
que ese objeto técnico se comunique con otros artefactos, un orde-
nador más complejo y potente, por ejemplo, una impresora u otro
móvil en la penumbra de una discoteca.
La convergencia tecnológica basada en el bit, como unidad de
medida estándar del mundo digital que está empezando a insta-
larse, es la que permite hablar de tecnologías digitales de la infor-
mación y la comunicación (tdic). Es recurrente encontrar en la
literatura la denominación “nuevas tecnologías de la información
y la comunicación” (ntic). Esa propuesta, que ha sido ampliamente
difundida y aceptada —incluso en trabajos propios anteriores—,
posee cierta inconsistencia y ambigüedad a causa de la excesiva
generalización en torno a lo que implica “información y comuni-
cación” pero, sobre todo, con relación a la noción de “nuevas tecno-
logías”, puesto que toda posibilidad tecnológica emergente es nueva
—lo nuevo con respecto a la innovación tecnológica es práctica-
mente infinito—. Si lo nuevo es asumido como el paso del modelo
analógico de comunicación al digital, es mejor pensar entonces en
tdic, tal como lo propongo en esta investigación. En realidad, el
cero y el uno, es decir el bit, soporta las tecnologías digitales, las
cuales son muy diferentes a las analógicas.
Los fijos y los flujos que ha propuesto Manuel Castells, que en
alguna medida son correlativos a los sistemas de objetos y los siste-
mas de acciones de Milton Santos, permiten asumir como realidad
tanto la noción de sociedad red (Castells, 1996, 2006), propuesta por
el primero, como el medio técnico-científico-informacional (Santos,
1996), formulado por el segundo. Por ello, aunque las posibilidades

27 Un ejemplo lo constituyen los actuales modelos de teléfonos inteligentes,


que más bien son pdas con teléfono.

28
Un mundo digital: a modo de introducción

tecnológicas más visibles del cambio de régimen territorial son el


ordenador e Internet, el asunto de la instalación del mundo digi-
tal va más allá, e incluye desde las actividades productivas hasta los
imaginarios de la gente, pasando por la innovación tecnológica, la
ficción y las utopías —algunas de las cuales antes lo eran y ahora se
constituyen en distopías—.
En la actualidad el mundo digital está instalándose, lo cual no
debe restarle importancia como fenómeno relevante. No obstante,
ya han surgido términos y acepciones que delinean retos amplios
para la geografía y las ciencias sociales. De ellos el más escurridizo
y complejo es el ciberespacio. ¿Qué es el ciberespacio? ¿Redes in-
formáticas, experiencias mentales, dinámicas relacionales, una ex-
presión de la contracción del espacio-tiempo? ¿Todo ello o nada?
Es más, si supuestamente la geografía estudia la espacialidad de la
sociedad, es decir, el territorio, el ecúmene, ¿qué implicaciones se
derivan de la instalación del mundo digital?
Si la geografía y otras líneas de conocimiento interesadas en el
territorio se han ocupado —y siguen trabajando directa o indirec-
tamente— en comprender y explicar los estadios territoriales aso-
ciados a las técnicas comunicativas —aunque no necesariamente
desde esta noción—, es evidente que deban prestar atención a la
morada del hombre mediada digitalmente, mediada por los bits.

Calentando bits
Las tdic están imbricándose considerablemente en el terri-
torio. Afectan y delinean parte de su dinámica y su estructura.
Median cada vez más en los procesos económicos y las decisiones
políticas, definiendo acciones o intervenciones que se gestan y se
manifiestan espacialmente. Estructuran el territorio y, a la vez, in-
ducen cambios a modo de catalizadores.
En estos tiempos caracterizados por la tendencia fragmentaria
a la globalización de todo tipo —productiva, cultural, militar—,
las tdic desempeñan un papel protagónico y trascendental. Podría
señalar que nunca en la historia social del planeta los territorios han
estado tan íntimamente interrelacionados y que la interdependencia

29
Jeffer Chaparro Mendivelso

diferencial no había sido tan fuerte, marcada y polarizada 28. Las


nuevas posibilidades tecnológicas están aportando bastante a la
reconfiguración de nuestro planeta. El modelo digital asociado
a las tdic contribuye a la globalización y esta, a su vez, retroali-
menta la difusión de tales tecnologías. Es bastante probable que
hoy no se pudiera hablar de globalización —y más recientemente
de glocalización 29— sin reconocer el papel de los bits30.
Paralelamente se están propiciando intensas alteraciones en
la concepción del mundo y del lugar, de lo material y lo inmate-
rial, de lo real y lo virtual, de lo utópico y lo imaginario, de lo or-
gánico y lo artificial. Emergen nociones y conceptos diversos pero
complementarios, que van desde la idea de ciberespacio hasta la de
Internet como un actante31 con propiedades emergentes inquietan-
tes, pasando por la inteligencia colectiva en red y los cyborg como
nuevo estadio del devenir humano32 . Las implicaciones derivadas

28 Respecto a algunas de las situaciones asociadas a la inserción de las tdic


en el territorio sugiero consultar: Sánchez (2000a) —sobre las escalas
territoriales en las que las innovaciones tecnológicas tienen impacto—;
Beaverstock, Smith y Taylor (2000); Taylor y Walker (2001); Taylor, Hoyler,
Walker y Szegner (2001); Terceiro y Matías (2001); Buzai (2002); Barceló y
Oliva (2002); Tambini (2002); Chaparro (2002); Chaparro (2003a, 2003b).
29 Este concepto puede asumirse como la relación compleja, íntima,
bidireccional y multiescalar entre lo global y lo local, que se materializa
físicamente en el paisaje y relacionalmente en el ciberespacio.
30 Es conveniente remarcar que gran parte de los académicos e investigadores
que abordan la globalización no incluyen mención alguna al papel estructural
y trascendental que ejercen las tdic.
31 A partir del trabajo de Latour. La alusión a Internet como actante ha sido
comentada por la profesora María Jesús Buxó en su asignatura Noves
tecnologíes i relacións socials que formaba parte del programa de Doctorado
en Antropología Social y Cultural de la Universidad de Barcelona, bienio
2003-2004, a la cual tuve la oportunidad de asistir. Respecto a la mediación
técnica, véase: Latour (2007). Sobre la noción de actante, véanse, entre
otros: García y Romero (2002).
32 Ciertos aspectos vinculados a la imbricación de las tdic en la sociedad
se pueden examinar en Roszak (1988); Castells (1996, 2001); Turkle (1997);
Cebrián (1998); Maldonado (1998); Buxó (1999); Hakken (1999);
Kerckhove (1999a, 1999b); Negroponte (1999); Rifkin (2000);
Wolton (2000); Graham (2001); Chaparro (2003c, 2004).

30
Un mundo digital: a modo de introducción

de las tdic se perfilan como una línea interesante, promisoria y aún


poco explorada de trabajo e investigación desde la perspectiva so-
cial y espacial.
También se perciben modificaciones en los entornos urbanos,
específicamente en cuanto a la relación entre la dispersión urbana
y las tecnologías digitales, ya que las telecomunicaciones actúan
como reguladores y uno de los principales factores dinámicos y de
cambio33. La inserción de las técnicas comunicativas se puede asociar
a pautas de difusión espacial que dejan improntas territoriales.
Otro aspecto fundamental para entender el ascenso del modelo
digital es la innovación tecnológica. Esta involucra nuevos o me-
jores productos, procesos o servicios y, prácticamente, se aplica a
todas las áreas científicas. Pero todos los territorios no ofrecen las
condiciones necesarias para que un medio innovador se desarrolle
o sostenga adecuadamente. Este, como lugar donde se gesta la inno-
vación, produce o influencia cambios que van desde el mercado la-
boral hasta la estructura del territorio que lo sustenta. La industria
de alta tecnología está asociada al medio innovador porque sus pro-
ductos son muy especializados, bastante diferentes a los que ofrece
la industria tradicional.
El entorno innovador requiere de ciertas características que in-
cluyen la cooperación con universidades y centros de investigación, la
disponibilidad de infraestructuras de transporte y telecomuni-
caciones, la fuerza laboral adecuada para cada una de las funcio-
nes, el capital o los recursos que permitan su sostenimiento, una
línea de productos innovadores, el mercado para estos y la genera-
ción continua de sinergias. Por estas y otras razones, la innovación
tecnológica y el territorio están fuertemente ligados, por lo cual
muchas políticas de intervención y planificación consideran perti-
nente incluir la potenciación de los medios innovadores y la indus-
tria de alta tecnología. De igual manera, los medios innovadores,

33 Se puede consultar: Fielding (1986); Champion (1988); Monclús (1998);


Dematteis (1998); Nel-lo (1998); Dupuy (1998); Graham y Marvin (2000,
2001); Ferrás (2000); Arroyo (2001); Chaparro (2003a).

31
Jeffer Chaparro Mendivelso

creadores de tecnología de punta, se retroalimentan de la produc-


ción de tdic34 .
Por otro lado, se puede señalar que las innovaciones tecnológicas
siempre han sido aplicadas y utilizadas en las viviendas. Su incor-
poración ha contribuido a cambiar desde las relaciones familiares
hasta la estructura de la ciudad. Recientemente la domótica, o el
uso y adopción de tdic en el hogar, está empezando a inducir
cambios en el uso y la función de la vivienda, acentuando las al-
teraciones en la percepción del espacio-tiempo que ya se detectan
en otras instancias de la vida cotidiana35. Se puede señalar entonces
que la naturaleza y función de la vivienda está mutando considera-
blemente, lo cual plantea retos en la medida que constituye una de
las instancias primarias de las relaciones sociales, de la interacción
familiar, de la vida cotidiana y de la estructura de la ciudad. Pero
la importancia de la redes digitales en las construcciones humanas
van más allá, ya que hoy es posible referirse al surgimiento de la
inmótica (Chaparro, 2003a), vinculada al uso de tdic en la gestión
y control de grandes construcciones —edificios inteligentes, aero-
puertos, plataformas petroleras, plantas de distribución de agua y
bases militares, por ejemplo—.
De manera consecuente, propongo —y soporto— el nacimiento
de la urbamótica36, relacionada con la factibilidad del control infor-
matizado de gran parte de las infraestructuras de servicios en las
ciudades —energía, agua, gas, metro, bus, estaciones de tren, tele-
visión por suscripción— y, seguramente en algún tiempo, también
en torno al control de redes de ciudades. Incluso me aventuro a
proponer la ruramótica37 como una realidad hoy ya disponible,

34 Sobre la relación entre innovación tecnológica y territorio, se pueden


examinar: Benko (1991, 1999); Castells y Hall (1994); Sánchez (1998); Capel
(1998, 2003a); Méndez (2000); Sassen (2001); Caravaca, González, Méndez
y Silva (2002); Chaparro (2003b).
35 Algunos rasgos de la domótica y su inserción en las viviendas se pueden
encontrar en Gibson (1992); Fisher y Unwin (2002); Chaparro (2003a);
Casadomo (2003); Junestrand (2003).
36 Término propuesto por Chaparro (2003a).
37 Como ha sido propuesto por Chaparro. Véanse: Chaparro y Locatel (2004).

32
Un mundo digital: a modo de introducción

e implementada en ciertos contextos, que permite manejar de


manera informatizada diferentes aspectos asociados a la pro-
ducción agropecuaria —agricultura de precisión, sistemas de re-
gadío digitales, comercialización en línea, simulación de cultivos,
maquinaria informatizada—. Todos estos neologismos expresan
desarrollos que redundan en el control factual y potencial del terri-
torio. Y, por supuesto, en el peligro del control social.
Desde hace algunos años, las tdic inciden de forma más in-
tensa en nuestras vidas y en nuestro trabajo. Cada vez el número de
actividades sociales que no están relacionadas de alguna manera
con los avances tecnológicos es menor. Y la geografía no ha sido
impermeable a los nuevos desarrollos tecnológicos, pero su uso en
el tratamiento de la información, la interpretación y la producción
de conocimiento al parecer no está del todo consolidado en las di-
versas líneas de investigación. Para una disciplina científica que
se preocupa por analizar múltiples variables interrelacionadas, por
tratar de dar cuenta de las fuerzas y los actores que estructuran
y definen las configuraciones territoriales, los recientes avances
pueden favorecer mejores resultados y mayor rigurosidad al mo-
mento de lanzar interpretaciones y de proponer alternativas en
ciertos contextos.
¿Cuál es y será la incidencia de las nuevas tecnologías en el
trabajo de los científicos y, en particular, del geógrafo? En esta
línea se distinguen preliminarmente dos situaciones de cambio: las
posibilidades para el geógrafo en términos del manejo de las tdic
que permiten tratar información geográfica, por un lado, y el sur-
gimiento o modificación de algunos conceptos —ciberespacio— y
paradigmas geográficos, asociados a la dinámica de la red mundial
de comunicaciones y especialmente al emergente campo de la ci-
bergeografía y la geografía virtual38.
Es evidente la imbricación de las tdic en la sociedad y el terri-
torio. La velocidad de cambio inherente es un gran desafío, pues las

38 Al respecto recomiendo examinar: Bagg (1997); Batty (1997); Wright,


Goodchild y Proctor (1997); Goodchild (2000); Capel (2001); Chaparro
(2002); Dodge (2002).

33
Jeffer Chaparro Mendivelso

aproximaciones disciplinares no se han acercado adecuadamente


al fenómeno cuando ya emergen situaciones contrastadas, impre-
visibles y complejas. Las tdic tienen muchas caras y facetas, razón
por la cual las aproximaciones deberían, en lo posible, considerar
la naturaleza cambiante y multifactorial tanto de las mismas posi-
bilidades técnicas como sus efectos y manifestaciones territoriales.
Uno de los aspectos trascendentales y que reviste mayor aten-
ción es el acceso a las tdic, ya que podrían mejorar las condiciones
sociales, así como constituirse en un factor de segregación, discri-
minación y ahondamiento de las disparidades, ya de por sí profun-
das, en el mundo. Esta es una de las líneas interesantes en la relación
tecnología-territorio, pues en buena medida lo que suceda en los
próximos años y décadas estará soportado en las situaciones que hoy
ya se perfilan. Por tanto, la planificación y la noción de desarrollo
deberían incorporar, en su justa medida, el ascenso del modelo di-
gital, asumiendo su significativo papel como catalizador.
La tecnología por sí misma no implica un uso perverso o bon-
dadoso, aunque ciertamente muchas investigaciones demuestran
que la guerra ha sido un factor jalonador fundamental; la cuestión
está estrechamente vinculada a su apropiación y difusión, y en las
tdic la subversión de los poderes establecidos, los caminos alter-
nativos, los atajos y el autoaprendizaje han sido y son motores. Este
último aspecto introduce uno de los asuntos más interesantes: la
absorción y la asimilación tecnológica. Por ejemplo, en la cultura
informática hacker, especialmente en lo referente a Internet y los or-
denadores, siempre ha estado presente la colaboración entusiasta y la
idea de socializar el conocimiento y las posibilidades tecnológicas39.
No se han evaluado adecuada y asiduamente los impactos terri-
toriales de las tdic cuando se están abriendo ante nosotros otras si-
tuaciones, muy entrelazadas e interrelacionadas, que contribuirán
profundamente al cambio a escala planetaria de ciertos procesos.
Esto es: la biotecnología y la bioinformática, principalmente; aun-

39 Sobre este aspecto, consúltese: Himanen (2001): La ética del hacker y


el espíritu de la era de la información. Véase también: Wark (2006): Un
manifiesto hacker.

34
Un mundo digital: a modo de introducción

que no hay que restarle atención a la creciente problemática del cam-


bio climático y ambiental planetario. En conjunto, estos factores de
cambio, además de los económicos y políticos inherentes, remodela-
rán fuertemente muestro planeta. ¿Qué papel están desempeñando
las tdic en todo ello? ¿Cómo podrá la geografía abordar el reto que
tiene frente a sus ojos en términos disciplinares y técnicos? Estas son
preguntas que se abordan en la investigación. Es seguro que no llego
a ofrecer respuestas definitivas, ya que no existen, pero considero
que perfilo algunas posibles líneas de trabajo que planteen nuevas
preguntas e interrogantes.
Por ahora, solo resta señalar que el mundo digital no es una
mera utopía, una ficción, pues ya lo estamos viviendo, aunque de
manera diferencial dependiendo del contexto territorial en el que
cada quien se encuentre. Los bits están ingresando y fluyendo en el
mundo. Estamos en las primeras fases de instalación del mundo di-
gital. El mundo del mañana, un planeta mediado de forma enérgica
e intensa por las tdic, puede ser el escenario en el cual las utopías
más fantásticas o los horrores más fuertes y dantescos pueden ser
posibles. ¿Qué mundo digital estamos empezando a modelar?

35
Capítulo 2
La segregación digital desde una perspectiva
multiescalar, multisectorial y multiestadial

La comunicación es la base de las relaciones humanas. Esta


permite que el hombre se asocie, que emerja la sociedad y que
pueda modificar su entorno. La organización social, mediada por
la comunicación y la técnica, construye territorio a partir de la
transformación de la naturaleza en segunda naturaleza. El terri-
torio mediado por la comunicación, a su vez, se traduce en infor-
mación digital a modo de una tercera naturaleza (Wark, 2006) —la
naturaleza digitalizada, abstraída digitalmente— y se convierte en
el escenario del devenir de la humanidad a inicios del siglo xxi.
Todas las actividades humanas, en mayor o menor grado, de forma
directa o indirecta, de manera factual o potencial, son afectadas
por el actual establecimiento del mundo digital.
Ese mundo digital, que está en las primeras fases de instalación,
tiende a funcionar como un todo articulado, pero a la vez diferen-
ciado y fragmentado. Este proceso, que se rige por las normas del
modelo económico y político actual, deriva en formas heterogéneas
de disyunción. La segregación digital emergente posee diversos es-
tadios o fases, y es posible identificarla, caracterizarla y visualizarla
a diferentes escalas geográficas. En conjunto, la segregación digital

37
Jeffer Chaparro Mendivelso

asociada a las tecnologías digitales de la información y la comuni-


cación (tdic), que ya es evidente y marcada, es a la vez multisec-
torial, multiescalar y multiestadial.
Ante tal situación, han surgido propuestas alternativas a la ac-
tual segregación digital, y su objetivo central es la libre creación y
difusión de la información, sin las ataduras de la mercantilización
y de la manipulación por parte de diferentes formas y mecanismos
de poder. La segregación digital se constituye en un gran reto para
la sociedad y el territorio. Forma parte de las tensiones que cons-
truirán y tejerán el mundo del mañana.
Este capítulo constituye el sustrato analítico necesario para
examinar la instalación del mundo digital desde la perspectiva de la
segregación digital. Puede considerarse, asimismo, como una pro-
puesta teórico-metodológica para abordar la segregación digital, que
tiene presentes las escalas espaciales, los sectores productivos y los
estadios inmersos en el fenómeno.
El capítulo está dividido en tres grandes bloques y una coda.
El primero1, que contextualiza la segregación digital, parte de re-
flexionar sobre las múltiples denominaciones del fenómeno para
proseguir con la identificación de sus características centrales. El
segundo se centra en la tipificación de los estadios de la divisoria
digital que definen la propuesta interpretativa. El tercer bloque2 se
centra en los lineamientos para el análisis de la segregación digital
desde las actividades productivas. Inicia con la ilustración de los
rasgos centrales de la producción extractiva y agropecuaria infor-
matizada, para proseguir con la industria de alta tecnología; luego
enfatiza en los servicios y el comercio electrónico. Posteriormente,
se analizan las implicaciones para la educación y la alfabetización
digital, al igual que para la innovación tecnológica y la producción de
conocimiento de punta. Finalizo con una aproximación al papel
de los discursos público, privado y disidente, los cuales se constituyen
en catalizadores especialmente relevantes de la divisoria digital.

1 El primer y el segundo bloque se publicaron previamente, con algunas


variaciones, en forma de artículo. Véase: Chaparro (2007).
2 Este segmento se publicó con anterioridad, con ciertos cambios, como
artículo. Consúltese: Chaparro (2008).

38
La segregación digital…

La segregación digital en contexto


La segregación digital puede definirse como la diferencia aso-
ciada al acceso y el uso de las tdic. Esa diferencia se traduce en
alternativas y restricciones factuales y potenciales de inserción en la
sociedad de la información y en la sociedad del conocimiento, que
son conceptos diferentes pero complementarios.
La inserción debe acotarse territorialmente, ya que no es lo
mismo referirse a la segregación digital planetaria que a la segre-
gación digital en una ciudad —Barcelona o Bogotá, por ejemplo—.
La escala geográfica de análisis es muy importante, tal vez más hoy
en día cuando la globalización, precisamente reforzada y ampliada
por las tdic, genera serias confusiones respecto a las escalas global,
regional y local.

La instalación del mundo digital y la segregación emergente


Han surgido diferentes alternativas para denominar la segre-
gación digital. Algunos se inclinan por divisoria digital, otros por
inequidad digital, exclusión digital o brecha digital. Incluso, han
brotado términos como inforricos e infopobres, para definir otras
aristas del fenómeno emergente. Aunque el léxico ha aumentado a
propósito del ascenso diferencial de las tdic, un aspecto que es ne-
cesario destacar, y no dejar pasar por alto, es que la segregación di-
gital implica la doble expresión social y espacial, que se traduce en
la segregación territorial —asumiendo el territorio precisamente
como una construcción humana—. Si bien, por razones analíticas,
disciplinarias o de intereses, las formas de segregación pueden
asumirse de manera independiente, lo cierto es que en la realidad
actúan de forma conjunta en el territorio.
A las diferentes formas de segregación social y espacial pre-
existentes se ha unido la digital. Uno de los aspectos más relevantes
en el actual proceso de instalación del mundo digital consiste en
que la segregación digital puede coexistir y coevolucionar al igual que
incidir y retroalimentar las demás formas de segregación terri-
torial. De la misma manera, las expresiones territoriales de la
segregación también pueden ser reforzadas e incrementadas por
la inclusión o exclusión asociada a las tdic. Por sus propiedades

39
Jeffer Chaparro Mendivelso

sinérgicas, las tdic se constituyen en catalizadores de formas emer-


gentes de segregación territorial.
Cuando se encuentra alguna referencia a la segregación di-
gital, lo más común es tropezarse con la premisa que simplifica la
situación y la asocia a la distinción entre quienes tienen y quienes
no tienen ordenador e Internet (Bertot, 2003). Esta perspectiva es
bastante ligera, ya que el acceso, uso y apropiación de las tdic invo-
lucra muchos aspectos que van más allá de tener o no tener un objeto
técnico, y cuyas implicaciones también van más allá del ámbito me-
ramente personal y local. La divisoria digital se ha convertido en
un tópico cada vez más relevante, tanto por la segmentación social
que implica poder usar o no usar las tdic, como por los impactos
económicos asociados (Boyd, 2002). En la promocionada era de la
información —y del conocimiento—, estar en desventaja, es decir,
del lado de la inaccesibilidad factual o cualitativa, puede derivar en
graves implicaciones para la vida de los sujetos (Butler, 2002). No
solo es una cuestión de posesión, sino también de oportunidades
de crecimiento personal y colectivo, vistos no únicamente bajo la
lógica económica y material, como tampoco exclusivamente en
la escala local y regional.
Para poder formar parte de lo que comúnmente se denomina
como la sociedad de la información y la sociedad del conocimiento,
hace falta tener en consideración la fuerte brecha en torno a la acce-
sibilidad, puesto que de lo contrario se estarían dando por sentado
situaciones que no son reales, y tal vez ni siquiera factibles. La ac-
cesibilidad a las tdic puede implicar adherirse a la sociedad de la
información, que se ubica más del lado del consumo, pero no ga-
rantiza el ingreso a la sociedad del conocimiento. Tener ordenador
o computador en casa no implica, por sí mismo, utilizar un pro-
grama informático para crear música, para elaborar un mapa, o
para modelar el subsuelo. Acceder a un ordenador por unas horas
al día en un cibercafé no permite crear nuevo software para el uso
en alguna actividad productiva compleja. Ser alfabeto no garantiza
comprender El Quijote, aunque se pueda acceder a uno en versión

40
La segregación digital…

de lujo; disponer de acceso a Internet desde la casa o el trabajo no


motiva visitar la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes3.

Algunas características de la segregación digital


La segregación digital puede asumirse como manifestación de
diferencias socioterritoriales, vinculadas a aspectos como los in-
gresos económicos, la formación educativa, la inversión pública,
el acceso a infraestructuras y la adopción tecnológica, entre mu-
chos otros. Por tanto, la divisoria digital debe considerarse como
producto, más que como un fenómeno aislado que se vincula solo
al número de ordenadores conectados a Internet. La exclusión di-
gital refleja las contradicciones, o más bien la lógica, del sistema
económico-político predominante que tiende a favorecer la dife-
renciación socioterritorial. Sin duda alguna, hay un gran peso de
las variables demográficas en la adopción y uso de ordenadores e
Internet, situación que obviamente posee expresiones espaciales4. In-
ternet, como toda innovación tecnológica, no es la excepción en
cuanto a la difusión diferenciada en la sociedad y el territorio, aun-
que su expansión ha sido más rápida en comparación con otras in-
novaciones comunicativas 5.
Internet, como exponente central de la propagación de las
tdic, surgió bajo la idea de generar una posibilidad de libertad
en relación con la información (Castells, 2001, 2003a, 2003b)6; por
consiguiente, libertad comunicativa y todo lo que ello implica, que
no es poco —sobre todo en relación con la organización social y la
estructura territorial—. Lo anterior forma parte de lo que Manuel

3 Fundación Biblioteca Miguel de Cervantes, http://www.cervantesvirtual.


com
4 Como lo sugieren Chaudhuria, Flamma y Horriganb (2005).
5 Por ejemplo, en el caso del telégrafo y del teléfono.
6 Aunque las fases iniciales de desarrollo de redes de información
descentralizadas estuvieron vinculadas a intereses militares, su posterior
evolución hacia Internet estuvo vinculada a la idea de compartir
información libremente.

41
Jeffer Chaparro Mendivelso

Castells ha denominado “la cultura de Internet”. Pero la libertad en


torno a Internet no está para nada garantizada7, ya que:
Al efecto Gilmore se contrapone el efecto Microsoft. Según el
primero, Internet interpreta cualquier censura como un obstáculo
técnico y tiende a rodearlo. Según el segundo, Microsoft interpreta
cualquier proceso de comunicación como oportunidad de negocio
y tiende a monopolizarlo. A las aspiraciones de libertad se contra-
ponen los instintos básicos de las burocracias políticas, cualesquiera
que sean sus ideologías. Y a [la] liberación de la humanidad por la
tecnología de la información se contrapone la realidad presente de
una humanidad mayoritariamente desinformada y marginada de la
tecnología. (Castells, 2003a, p. 26)

Si bien la libertad en torno a Internet está en entredicho, al me-


nos parcialmente, es posible señalar que el entramado de implica-
ciones asociadas a la difusión de las tdic delinea muchos efectos en
varios campos, que redundan en nuevas formas de segregación8. En-
tre algunas de las dimensiones principales que se manejan y abordan
en torno a la divisoria digital que aflora, se encuentran las siguien-
tes (Bertot, 2003):
• Tecnológica: acceso a ordenadores.
• Telecomunicaciones: acceso a Internet.
• Económica: infraestructura tecnológica.
• Información: acceso a diversas fuentes —acceso universal—.
• Educación y uso de la información: ¿qué hacer con los con-
tenidos?

7 Los gobiernos tienen especial interés en el control de Internet, y la amenaza


terrorista sirve hoy como argumento y excusa para mermar las libertades
individuales y colectivas.
8 No es conveniente olvidar que el analfabetismo y la marginación de la
educación en la actualidad, con todo y sus problemas, es sustancialmente
menor que en el pasado reciente —con ello no deseo dejar la impresión de
que todo va bien en el mundo de hoy—. El contraste entre inicios del siglo
xx e inicios del xxi es bastante acentuado, incluso al interior de los estados
supuestamente desarrollados.

42
La segregación digital…

Aunque perspectivas como la anterior intentan incluir la mul-


tidimensionalidad inherente al uso y apropiación de los objetos téc-
nicos, en realidad no reflejan la complejidad e interacción entre los
diferentes exponentes de las tdic que definen la segregación digital.
La espacialidad de la segregación digital es importante y matiza bas-
tante las apreciaciones con relación al ascenso del mundo digital.
Por ejemplo, la divisoria digital también está vinculada a la posibi-
lidad de la múltiple conexión y uso de ordenadores e Internet desde
diferentes lugares (Nephew, 2006). No es lo mismo poder acceder
a Internet solo desde el telecentro comunitario, que poder hacerlo
desde casa, el trabajo y los cibercafés. Por su trabajo o su actividad
social, algunas personas están hiperconectadas desde diferentes lu-
gares, mientras que otras se dedican a labores que no implican o no
promueven la conexión o uso de las tdic.
Además de las implicaciones de las variables sociodemográ-
ficas como edad, género, educación y los ingresos, la divisoria digital
posee vínculos con aspectos psicológicos (Akhter, 2003; Broos y Roe,
2006), específicamente porque estas variables pueden definir dife-
rentes perspectivas, motivaciones y habilidades de uso de las tdic. La
segregación digital también se manifiesta en los imaginarios de los
sujetos, hasta tal punto que los ordenadores o computadores pueden
ser considerados como estrategia de inclusión social en ciertas capas
de la población9. Sin embargo, la segregación no solo es cuestión de
imaginarios —aunque evidentemente esta es una perspectiva impor-
tante—, ya que factualmente la diferenciación entre quienes tienen y
no tienen acceso a las tdic es una realidad inocultable.
Desde el punto de vista socioeconómico, el acceso diferenciado
a los ordenadores ha despertado de nuevo el interés por el uso de
aproximaciones que algunos denominarían en desuso, como es el
caso de la noción de clase (Grabill, 2003)10. A pesar de los múltiples

9 Esta situación ha sido analizada para el caso mexicano, donde la


segregación digital es bastante aguda, al igual que en el resto de América
Latina. Consúltese: Winocur (2005).
10 Para el contexto latinoamericano, se han realizado estudios recientes que
muestran que la noción de clases sociales es vigente para entender

43
Jeffer Chaparro Mendivelso

reparos que pueda tener, desde una perspectiva genérica —y no


ortodoxa—, pareciera que la noción de clase como categoría de
análisis puede ofrecer algunas luces sobre el fenómeno actual
de la segregación digital, incluso en cuanto a su expresión espacial.
Aunque el sistema educativo posee un papel de gran respon-
sabilidad en el acceso a las potencialidades asociadas al ascenso
del modelo digital, el compromiso también recae sobre las insti-
tuciones que de una u otra forma desempeñan un papel trascen-
dente11. El Estado debería ser un garante de acceso a la educación de
calidad y a las tdic desde la democratización, no desde la apertura
normativa y legislativa al negocio, como tiende a ocurrir en gran
parte del mundo. Por tal razón, las políticas de conectividad son
de vital importancia en el contexto del modelo digital que está
empezando a instaurarse. No hay que restarle importancia, como
muchos quieren hacer. El impacto y la trascendencia de Internet en
la sociedad son tan serios, que en varios contextos se ha propuesto
asumirlos desde la normatividad como un servicio público12, con
todo lo que ello implica en asuntos de responsabilidad social.
La inclusión digital y su opuesta, la divisoria digital, afectan,
además, las formas de participación ciudadana 13, en especial a partir
de los vínculos que se pueden tender con la administración pú-
blica 14 . Las redes ciudadanas basadas en Internet, incluso la misma
noción de gobierno electrónico15 y de democracia electrónica16, están

la estructura socioeconómica en la fase neoliberal. En este sentido,


consúltense: Portes y Hoffman (2003).
11 Como puede apreciarse en Butler (2002).
12 En relación con este tema, véanse: Casas y Jácome (2000).
13 Sobre el tema puede consultarse: Goldstein (2004). También a Llistar (2001).
14 En esta línea de ideas se ubica el trabajo de Jääskeläinen y Savolainen (2003).
15 En cuanto a la noción de gobierno electrónico, y todos los complejos
aspectos que involucra, consúltese el sitio web del Institute for e-Government
de la Universidad de Potsdam en Alemania, http://www.uni-potsdam.de/
db/elogo/ifgcc/index.php.
16 Respecto a la ciberdemocracia, consúltense: Bryan, Tsagarousianou y
Tambini (2002); Tsagarousianou (2002); Francissen y Brants (2002);
Schmidtke (2002); Tambini (2002); Schwartz (2002); Docter y Dutton
(2002); Bryan (2002).

44
La segregación digital…

sujetas a las formas diversas de segregación y exclusión digital. Los


esfuerzos en torno al gobierno electrónico, con todo y los reparos
que se puedan hacer, no deben pasar por alto las formas de divi-
soria digital, puesto que ello implicaría dejar a un lado factores
estructurales que podrían impedir o desviar la consecución de ob-
jetivos de corte participativo y democrático.
Sin perder de vista lo comentado, se hace necesario ir más
allá de la segregación factual vinculada al acceso a las tdic, ya
que, luego de sortear este estadio, surgen otros tipos de divisorias
o formas de segregación, como las barreras de aprendizaje y de
alfabetización, los conflictos asociados al idioma y la diversidad
cultural (Schloman, 2004), entre otros más específicos —como los
que se empiezan a presentar en los contextos familiares: cibera-
dicción de los adolescentes, enajenación de la realidad, excesiva de-
pendencia de Internet—.
En la tendencia anterior, también se sitúan los servicios de gran
impacto social, como la telemedicina o medicina electrónica, los
cuales develan problemas asociados a la divisoria digital, puesto
que no incluyen a gran parte de la población excluida de las tdic
(Hsu et al., 2005). En potencia, los beneficios de las tdic son
muchos —en algunos contextos territoriales ya se goza de ellos—,
pero la exclusión digital puede retroalimentar otras formas de
exclusión, incluso incrementar y reforzar las precedentes, como en
el caso de la educación.
En contraposición al uso social de las tdic se encuentra el no
uso, situación que abre posibilidades analíticas interesantes para
evaluar los efectos de las tecnologías digitales17. Al extrapolar la au-
sencia de las tdic a un contexto territorial específico, también podría
asumirse que se abre una línea importante en cuanto a evaluar el
impacto de su carencia en espacios concretos. ¿Qué sucede en los
territorios desvinculados de las tdic? ¿Son más repulsivos al neo-
liberalismo? ¿Son más humanos? ¿Están fuera de la globalización?
¿Sus gentes poseen estrategias mentales ajenas y diferentes a la de-
nominada sociedad red? Aunque esta línea no la abordo, considero

17 Respecto al no uso de las tdic, véase: Selwyn (2003, 2006).

45
Jeffer Chaparro Mendivelso

que, paralelamente, la segregación digital abre vetas de análisis re-


levantes en torno a la no articulación a las tdic, a la emergencia de
territorios marginados del ascenso digital. Aunque para algunos
sea un poco difícil de creer, hay territorios que están quedando por
fuera del mundo digital que se está instalando.
La segregación digital se constituye en una perspectiva rele-
vante para contextualizar las limitaciones vinculadas al acceso a
las tdic. Pero no hay que dejar a un lado que, cuando es posible el
uso de las tdic, se presenta una distinción inherente, que se podría
denominar como diferenciación18. Esta diferenciación digital
explica los diversos caminos de uso de las tdic, en ella la historia
y los rumbos azarosos de las innovaciones técnicas son relevantes,
pero ese no es el objetivo de nuestro aporte. Deseo contribuir desde
los vínculos entre la posibilidad factual de acceso a las tdic, su uso
en diversas actividades humanas, su relevancia para generar nuevo
conocimiento y la expresión territorial de dichas diferencias. En
realidad, la diferenciación es muy diferente a la segregación, ya
que la primera es inherente a cualquier sujeto o grupo humano,
mientras que la segunda responde a factores específicos que afectan
y alteran las posibilidades y potencialidades respecto al uso y apro-
piación de cualquier objeto técnico19.

18 Aunque Peter y Valkenburg (2006) utilizan el término “diferenciación”


para el contexto escolar de uso de tdic en adolescentes, considero que es
posible emplearlo para otro tipo de divergencias vinculadas a la variedad de
actividades socioeconómicas mediadas digitalmente.
19 Dos niños, por ejemplo, en condiciones económicas y sociales similares,
pueden diferenciarse en cuanto al uso que dan a un ordenador. Uno puede
ser más ágil o competente para los videojuegos, mientras el otro puede que
lo sea más para escribir y diseñar figuras. Lo anterior sería diferenciación.
La segregación es algo diferente, ya que estaría más relacionada con los
factores que alteran, de forma estructural, las posibilidades de acceso y uso
del mismo ordenador. Un niño, potencialmente, puede empezar temprano
a programar en un ordenador, pero si no forma parte de una familia
que tenga la capacidad económica para adquirirlo, puede que su potencial
en torno a la informática se vea estropeado por dicha razón. Esto último, de
forma clara, es segregación.

46
La segregación digital…

La revolución digital que está en marcha, además de haber ge-


nerado lo que algunos denominan como la economía digital, está
afectando diferencialmente a todas las actividades humanas vincu-
ladas a los procesos económicos20. No solo hay que considerar que ha
surgido la economía electrónica o la nueva economía, sino también
los múltiples efectos en la sociedad y el territorio. Estamos presen-
ciando modificaciones disímiles y misceláneas en las prácticas pro-
ductivas, las actividades humanas (Chaparro, 2004) y las estructuras
territoriales, debido a la mediación digital.
En el contexto planetario, aunque el acceso físico parece am-
pliarse en los países —supuestamente— desarrollados, todo indica
que la segregación alrededor de las formas de uso se está ampliando
(Van Dijk, 2006). Mientras, en el caso de los países de economías
emergentes, también denominados como países en desarrollo21,
la pobreza y las particularidades socioculturales mediadas por la
introducción de las tdic están dividiendo la sociedad, a grandes
rasgos, en dos grupos genéricos: los conectados o incluidos, y los
desconectados o excluidos, es decir, los segregados (Moura y Cas-
tillo, 2006). Si en el mundo de hoy se reclama por mayor equilibrio
de oportunidades entre estados supuestamente desarrollados o
ricos y estados supuestamente pobres o subdesarrollados —con-
ceptos sumamente cuestionables al analizar la posesión y locali-
zación de riquezas naturales—, se podría asumir, citando a Dubois
(2005), que:
La brecha digital es, como se señalaba, un reflejo de otras brechas
sociales y económicas, pero, a su vez, ella misma puede llegar a con-
vertirse en una nueva causa de exclusión, retroalimentando a las
otras brechas y haciendo que la disparidad sea cada vez mayor. (p. 9)

La segregación digital que ha emergido en el proceso de insta-


lación del mundo digital es múltiple. Vincula actividades humanas
diversas, territorios con dinámicas y procesos de construcción di-
ferentes, fenómenos a múltiples escalas. Lo que está en juego no

20 Sobre el tema, véase: Antonelli (2003).


21 Conceptos que pueden ser seriamente discutibles.

47
Jeffer Chaparro Mendivelso

solo es cuántos ordenadores están conectados a Internet en cierto


marco espacial, o cuál es su potencial de penetración de mercado
acorde con la población, sino también el modelo socioterritorial
que se está instalando. El territorio mediado digitalmente es des-
igual, incluso más segregado que el asociado al modelo cuanti-
tativo precedente —capitalista—, con el cual aún coexiste. En el
contexto de la globalización diferencial, la segregación digital debe
asumirse con total responsabilidad, tal como lo ha señalado Fin-
quelievich (2002):
Lenin reclamaba: “Toda la electricidad a los sóviets”, soste-
niendo que la tecnología contribuiría al desarrollo del pueblo. Casi
un siglo después, el lema “Internet para todos” está a la orden del
día. Sus defensores argumentan que las tic, tarde o temprano, sa-
tisfarán el ideal democrático del acceso universal al conocimiento,
y el logro de sociedades genuinamente democráticas, basadas en la
transparencia, la solidaridad, la participación de los ciudadanos y
los derechos humanos. Un punto de vista menos utópico plantea
que estas tecnologías pueden ser utilizadas para imponer hege-
monías que tenderían a beneficiar a las élites ya existentes, agravar
las brechas sociales, acentuar las relaciones de inequidad y domi-
nación, y en consecuencia, a debilitar a las economías pequeñas o
marginales, y a los países más frágiles […].
Ambas situaciones (y varias otras entre ambos polos) son fac-
tibles y posibles por medio de las tecnologías de información y comu-
nicación (tic). Cómo se usen estas tecnologías, en la consecución de
cuáles objetivos, con qué resultados, depende de los actores sociales
que participen en estos procesos, de la correlación de fuerzas, y de
las estructuras sociales en las cuales se empleen. Es cierto que en el
mundo actual, el consumo de tic regido solo por las normas im-
puestas por los mercados contribuye a agravar las contradicciones
sociales preexistentes. Pero a esto se oponen otras tendencias: la
apropiación de las tic por la sociedad civil, tanto como medios de
organización como en tanto que reivindicación social, al conside-
rarlas herramientas para el desarrollo socioeconómico. (pp. 3-4)

48
La segregación digital…

El análisis de la segregación digital requiere de una perspectiva


amplia, integral y multiescalar. En el siguiente apartado, realizo
un esfuerzo inicial por perfilar algunas alternativas analíticas para
abordar la problemática.

Escalas, actividades productivas y estadios


Las características multiescalares y multisectoriales de la se-
gregación digital asociadas a las tdic se evidencian en interpreta-
ciones como la siguiente, propuesta por Finquelievich (2002):
Las redes comunitarias sostenidas por redes informáticas,
además de usar el Internet como una herramienta para el desarrollo,
son también un nuevo tipo de asociación de la era digital, una nueva
entidad que pone en red (y en La Red) al barrio, pueblo, ciudad,
y a sus organizaciones. Al hacerlo a través de Internet, se liberan
de sus anclajes locales para proyectarse globalmente a través de la
interacción con otras comunidades y redes de la ciudad, del país y
del mundo. Estas organizaciones, a diferencia de los movimientos
llamados “antiglobales”, no cuestionan el capitalismo: tienden a
conformar redes globales dirigidas a integrar a los ciudadanos a la
sociedad de información y disminuir o abolir la divisoria digital, a
estimular el desarrollo local mediante el uso de las herramientas de
la sociedad informacional, y a estimular nuevas fuentes de trabajo
y de estudio, acceder a informaciones que faciliten el diálogo con
las autoridades gubernamentales, así como a la información cien-
tífica. Un caso significativo es el movimiento global antineolibe-
ralismo (también llamado “globalifóbico”). Otro es el de las Redes
Comunitarias Globales (Global CN Partnership), que reúne redes de
los ciudadanos de Europa, EE. UU., América Latina y el Caribe,
África, Asia y Oceanía. (pp. 1-2)

Si las tdic articulan varios lugares, comunidades, mercados,


por consiguiente generan retos de todo tipo: educativos, económicos,
políticos. ¿Cómo abordar la situación? Considero que la clave está
en utilizar una perspectiva amplia, que 1) abarque múltiples escalas
y que vincule las tdic con 2) las actividades productivas involu-
cradas de una u otra forma en el cambio de modelo al que estamos

49
Jeffer Chaparro Mendivelso

asistiendo, y que 3) reconozca los diversos estadios o tipos de segre-


gación o divisoria digital —esa es mi propuesta—.

Escalaridad y multiescalaridad
Al cruzar la instalación del modelo digital, basado de forma
sustancial en las tdic, con las escalas de análisis geográfico —macro,
meso y micro—, es posible asumir que la divisora digital mani-
fiesta un comportamiento que se replica diferencialmente en los
niveles escalares y que hay lógicas territoriales de segregación di-
gital. Es posible encontrar una gran diferenciación en términos del
acceso y uso de las tdic, tanto a escala continental como en el caso
de un entorno urbano de apenas unos cuantos miles de habitantes.
Todas las escalas de análisis de las tdic son importantes, porque,
en conjunto, permiten comprender las implicaciones de la insta-
lación del modelo digital. Las escalas geográficas de análisis que se
deberían utilizar son las siguientes:
• Planetaria
• Continental
• Estatal
• Regional
• Local

El modelo digital posee una dimensión multiescalar, ya que la


articulación derivada no es necesariamente jerárquica. Los nodos,
aunque siguen estando concentrados, sobre todo en las ciudades
globales, abren las posibilidades a otros vértices. En el mundo en
red hay permanencias y cambios, tanto arquitecturales como di-
námicos. Conceptos emergentes, como glocal, sugieren la coexis-
tencia de verticalidades y horizontalidades en el mundo digital que
se está perfilando.

Actividades productivas
La divisoria digital es multiescalar y multifactorial, asimismo
sus impactos son multisectoriales —producción agropecuaria, in-
dustria de alta tecnología, servicios informatizados, educación y
alfabetización, e innovación tecnológica—. Por tanto, es adecuado

50
La segregación digital…

utilizar una perspectiva amplia en cuanto a los sectores productivos


que considere los grandes grupos de actividades humanas y que no
partan exclusivamente desde una noción meramente económica.
En otras palabras, me intereso por las principales actividades pro-
ductivas que desempeña y delimita la sociedad, las cuales asumo
más allá de un fin económico, aunque innegablemente lo tengan.
Desde la geografía económica, los intereses recientes, en es-
pecial a partir de la década de 1990, tienden a involucrar visiones
que conjugan los sectores productivos “clásicos” —primario, secun-
dario, terciario— con nuevas realidades —sector cuaternario22—.
Estas últimas se asocian directamente con las tdic, en especial
desde las nociones de nueva economía, economía digital, innovación
tecnológica y medios innovadores, entre otras23. También se incluyen
facetas asociadas a otros fenómenos, situaciones o temas problema,
como la globalización, los clusters, los flujos económicos, la inte-
gración económica, los tratados multilaterales, la localización de la
innovación, los distritos industriales, la división internacional del
trabajo, la reconversión industrial, el desarrollo desigual e inequi-
tativo y hasta el nuevo imperialismo productivo.
Aunque hay quienes no desean reconocerlo de manera directa,
la actividad académica y la investigación en torno a la producción
económica aún se preocupan, en parte, por los tres sectores clásicos
u ortodoxos, pero a estos se les ha añadido uno más que ha entrado a
dinamizar y renovar los discursos y los análisis. Esa nueva realidad
está vinculada directamente con la instalación del modelo digital.
En este plano de ideas, las actividades productivas que considero
relevantes, y que propongo, para dar cuenta de la segregación digital
son las siguientes:

22 Una alusión desde la perspectiva de la informática y las telecomunicaciones


respecto al sector cuaternario de la economía, puede encontrarse en
Dormido y Mellado (1981). Según los autores, el sector cuaternario, o
dedicado a la información, en Estados Unidos de América pasó de poseer
aproximadamente el 12% en 1900 al 48% hacia la década de 1980, respecto a
la participación de la población activa en dicha actividad.
23 Véanse, por ejemplo: Castells y Hall (1994); Méndez (1997); Clark, Feldman
y Gertler (2003); Chaparro (2004).

51
Jeffer Chaparro Mendivelso

• Extracción de materias primas, agroindustria y producción agro-


pecuaria informatizada.
• Industria automatizada e industria de alta tecnología.
• Servicios informatizados y comercio electrónico.
• Educación y alfabetización digital 24 .
• Innovación tecnológica e investigación de punta.

Es lógico asumir que las actividades productivas no se realizan


de manera homogénea en el territorio, de tal manera que el cruce
con las escalas geográficas permite clarificar y caracterizar mejor
su comportamiento y su expresión dentro de la segregación digital.
Asimismo, el análisis desde la noción de las actividades produc-
tivas, permite comprender mejor el entramado que existe entre la
difusión de las tdic y la generación de nuevo conocimiento.

Estadios de la segregación digital


El análisis de la brecha o segregación digital no debe centrarse
únicamente en los aspectos físicos o materiales (Dubois, 2005), debe
sobrepasar esa noción para ir más allá, sobre todo en función de
las capacidades de uso de las tdic y la aplicación del conocimiento.
El paso de la sociedad de la información hacia la sociedad del co-
nocimiento no es una cuestión de poseer ordenador con conexión
a Internet en casa, en el colegio o en el trabajo. La accesibilidad y
uso de las tdic que precisan formas de segregación digital pueden
dividirse en cuatro grandes grupos o estadios (Van Dijk, 2006)25:
1. Motivación al acceso: querer usar un objeto técnico, motiva-
ción y deseo.

24 Deseo resaltar que por el impacto retroactivo, retroalimentador y sinérgico


que tiene la educación en todos los demás sectores productivos, he decidido
asumirla —en especial, la educación superior y la actividad investigativa—
dentro de un grupo diferente. La educación no debería considerarse como
una industria en la que se producen sujetos preparados para desempeñar
ciertas labores, a modo de un autómata. La educación es uno de los
principales pilares de desarrollo y construcción de los sujetos, de tal manera
que no debe asumirse bajo una lógica meramente económica.
25 También son relevantes los tres grupos que proponen Moura y Castillo
(2006).

52
La segregación digital…

2. Acceso material: recursos, financiación, accesibilidad a las


redes.
3. Acceso a las habilidades: estratégica, informativa, instrumen-
tal —educación formal, educación informal, experticia—.
4. Uso real: formas de uso y aplicación, diferenciado dependiendo
de múltiples factores —personales, sociales, organizativos—.

A los anteriores grupos quiero añadir la utilización del acceso


digital para generar innovaciones, a modo de un uso experto y pro-
yectivo, de diversos tipos —organizacionales, recreativas, lúdicas,
comunicativas—, que, incluso, pueden retroalimentar los procesos
de inclusión digital de forma sinérgica. Sería algo así como el uso de
las tdic para generar nuevo conocimiento y nueva información
—una obra musical, un video de animación en 3D, un software
educativo, un mapa sintético, un libro—.

Propuesta analítica e interpretativa


Partiendo de 1) la noción de multiescalaridad, de 2) las acti-
vidades productivas y de 3) los estadios de la divisoria digital, he
construido y formulado una propuesta analítica e interpretativa que
articula estas tres dimensiones para aproximarse a la segregación di-
gital desde una perspectiva territorial y multisectorial (véase tabla 1).
Como propuesta analítica, los aspectos que trato en el pre-
sente capítulo son genéricos, pero ofrecen las principales líneas de
base a partir de las cuales se pueden realizar las interpretaciones
específicas para cada una de las escalas alrededor de la instalación
del mundo digital: planetaria, continental, estatal, regional y local.
Por tanto, cada grupo de actividad productiva, cruzada por escala
y por estadio de divisoria digital —en la medida de mis posibili-
dades—, la abordaré en libros posteriores.
Resalto que hasta el momento no he encontrado ninguna propues-
ta asociada a la segregación digital que vincule una triple perspectiva
territorial, productiva y estadial, de tal manera que mi propuesta de
aproximación puede asumirse como novedosa e inédita.

53
Jeffer Chaparro Mendivelso

Tabla 1. Propuesta analítica para aproximarse a la segregación digital

Estadios de la segregación digital


ACTIVIDADES
Tercera
PRODUCTIVAS Motivación por
Segunda segregación
Escalas: local, Primera acceder a la
segregación digital:
regional, estatal, segregación digital: técnica (tdic):
digital: creación de nueva
continental y acceso a la técnica discursos e
uso de la técnica técnica y nuevo
planetaria imaginarios
conocimiento
Producción Redes informáticas Aumento de la Investigación en Es posible ser
extractiva y para asistir la productividad, nuevos procesos más eficientes
agropecuaria producción disminución y productos. con menos mano
informatizada (agricultura de de los costos. Vínculos con de obra. Nuevas
precisión, por ej.). Conexiones con la innovación opciones técnicas
Internet rural. los mercados a tecnológica. generan mayor
Telecentros rurales. múltiples escalas. productividad.
Industria Redes informáticas Producción de Investigación en La tecnología
informatizada para asistir la objetos técnicos nuevos materiales, de punta genera
producción (control digitales, de procesos y mayor valor
digital de procesos). consumo masivo productos. añadido. Los
Nueva maquinaria o exclusivo. Vínculos con objetos técnicos se
automatizada la innovación abren al consumo
(robots). tecnológica. masivo (mercado).
Redes de empresas.
Servicios Redes informáticas Prestación Investigación en Es posible ser más
informatizados para asistir la de servicios nuevas aplicaciones eficientes y abarcar
prestación de avanzados informáticas y más segmentos
Comercio servicios. digitales (banca de gestión. de mercado. Las
electrónico Nuevos modelos de electrónica, Vínculos con transacciones
gestión y control. telemedicina, la innovación electrónicas
teletrabajo). tecnológica. son el futuro
del comercio.
Educación Ordenadores e Investigación Articulación con El acceso universal
Internet para desde la la investigación en es posible.
Alfabetización las actividades academia. diferentes líneas. Hay que acceder
digital docentes y Conocimiento Vínculos con a la sociedad de
académicas. de punta, con la innovación la información y
Bibliotecas digitales posibilidades tecnológica. a la sociedad del
y bases de datos. de ser aplicado conocimiento.
y generar
innovaciones.
(Continúa)

54
La segregación digital…

Tabla 1. Propuesta analítica para aproximarse a la segregación digital (continuación)

Estadios de la segregación digital


ACTIVIDADES
Tercera
PRODUCTIVAS Motivación por
Segunda segregación
Escalas: local, Primera acceder a la
segregación digital:
regional, estatal, segregación digital: técnica (tdic):
digital: creación de nueva
continental y acceso a la técnica discursos e
uso de la técnica técnica y nuevo
planetaria imaginarios
conocimiento
Innovación Apuesta por los Puesta en marcha Vínculos con las La tecnología
tecnológica medios innovadores de medios demás actividades de punta
y los parques innovadores productivas. retroalimenta las
Investigación científicos como y parques Innovación demás actividades
de punta estrategia de científicos. tecnológica productivas
desarrollo territorial Redes de centros retroalimentada. (planificación
(construcción de innovación Patentes. territorial).
física). tecnológica. La innovación
tecnológica es la
punta de lanza de
la sociedad del
conocimiento.

Fuente: elaboración propia.

Lineamientos para el análisis


de la segregación digital
Algunas interpretaciones respecto al desarrollo o implanta-
ción de la sociedad de la información y la sociedad del conocimiento
parten de fundamentos etéreos, sin contextualización y sin cone-
xión con otros elementos. Como si el uso de algunas tdic se diera
de forma aislada de otros objetos técnicos digitales y de contextos
territoriales particulares. Dentro de los datos más comunes que se
utilizan se encuentran: 1) cantidad de ordenadores, 2) número de
suscriptores a Internet y 3) número de suscripciones a telefonía ce-
lular. Aunque estos datos son ciertamente relevantes —incluso los
he utilizado—, su riqueza interpretativa está asociada a lo que im-
plican como indicador general de la imbricación de las tdic. El
paso posterior de establecer asociaciones y correlaciones con las
actividades productivas permite generar un panorama más amplio
y congruente sobre la segregación digital.

55
Jeffer Chaparro Mendivelso

¿Por qué en un estado o en una ciudad la proporción de po-


blación que usa ordenadores e Internet es más elevada que en otro
estado o que en otra ciudad? Como primera medida, la historia de
la difusión de la técnica permitiría decir bastante al respecto. Pero
esa es una dimensión. Otras posibilidades de interpretación se
vinculan con las condiciones sincrónicas en diferentes contextos
territoriales que, en conjunto, permiten entender la diferenciación
en cierto lapso, a modo de una fotografía o una radiografía. Sin
omitir algunos matices básicos diacrónicos de la instalación del
mundo digital, en mi interpretación hago énfasis en las diferencias
ya evidentes, como prisma para develar aspectos notables de la
fractura digital.
Los tres indicadores básicos antes citados adquieren especial
relevancia cuando se cruzan con las actividades productivas, ya
que permiten trascender en la interpretación conjunta. Por ejem-
plo, el hecho de que el comercio electrónico esté más acentuado
en un país europeo que en uno africano, puede explicarse en gran
medida por la accesibilidad a ordenadores e Internet. Pero la dife-
rencia de uso al interior de los estados europeos puede responder
más a las políticas estatales y al ajuste de los sistemas productivos a
las demandas de la nueva economía. Por su parte, los índices con-
siderables de suscripciones a telefonía celular o móvil en Améri-
ca Latina, pueden vincularse a la participación de la terciarización
económica, al fuerte auge de las actividades informales y a su rela-
tivo bajo costo en comparación a otras tdic, aunque también pue-
de influir su facilidad de uso respecto a un ordenador.
Los indicadores básicos pueden decir mucho al contextuali-
zarlos en cierto marco territorial, asociarlos a ciertas actividades pro-
ductivas y enmarcarlos dentro de los estadios de segregación digital.

La producción extractiva y agropecuaria informatizada


Las actividades extractivas, como la producción de petróleo y
la minería, así como las agropecuarias, en especial las diversas for-
mas de agroindustria, han sido permeadas por las tdic.
En las actividades extractivas de gran valor económico, como
la explotación petrolera, el uso de tecnología digital de punta es una

56
La segregación digital…

constante en la actualidad. En gran medida, esa es una de las estra-


tegias que utilizan las compañías transnacionales, y sus aliados de
las políticas neoliberales, para validar su presencia y la necesidad
de su intervención para explotar la riqueza de la naturaleza. Se ha
convertido en un lugar común la idea de que solo es posible sacar
provecho de ciertos minerales con el uso de la técnica extranjera,
en especial, la generada en los países desarrollados. Ello es una
realidad, ya que, por ejemplo, hoy en día es imposible que una co-
munidad aborigen pueda explotar un yacimiento petrolero en el
piedemonte llanero colombiano. Imposible no porque no tengan la
capacidad de razonamiento necesaria —la cual se puede adquirir
con educación—, sino porque no poseen los potentes ordenadores
y los sofisticados programas informáticos necesarios para integrar
la información digital del subsuelo, reconstruir paleoambientes y
modelar en tres dimensiones lo que está bajo sus pies. A ello habría
que añadir, lógicamente, la maquinaria que se controla y gestiona
con software y hardware de punta 26.
En el sector agropecuario están ocurriendo situaciones si-
milares en relación con la inserción de las tdic 27. La cantidad de
sistemas de control informatizados y los dispositivos que se uti-
lizan han experimentado un crecimiento y desarrollo muy agudo.
Ello está generando cada vez más diferencias entre las zonas que
producen de forma asistida con alta tecnología digital y las que pro-
ducen de forma tradicional. Todo esto se refuerza con la tendencia
—o locura— del sistema económico mundial de sacar el mayor be-
neficio económico posible de la capacidad biológica de la Tierra,
sin importar la contaminación, la desertificación, la desaparición
de especies por la introducción de otras —por lo general, modi-
ficadas genéticamente—, y menos importan sus habitantes y los
problemas sociales y de salud a los que se enfrentan en zonas de
alta productividad agroindustrial. Desde esa lógica perversa,

26 En este ejemplo específico, otras razones también deberían evaluarse, como


las vinculadas a cosmogonías ancestrales.
27 Un balance puede encontrarse en Chaparro y Locatel (2004); Locatel y
Chaparro (2004).

57
Jeffer Chaparro Mendivelso

preocupan poco los desbalances alimentarios en el planeta y la se-


guridad alimentaria de las comunidades en riesgo.
Estas situaciones han derivado en el afloramiento de conceptos
como el de divisoria digital rural28. Aunque necesariamente no
puedan establecerse paralelismos entre los entornos rurales y la
producción agropecuaria y extractiva, en parte por lo complicado
que se ha convertido definir lo rural con la irrupción del modelo
urbano, sí existe una clara diferenciación entre zonas de actividad
no urbana pero con gran conectividad y actividad asociada a las
tdic. La agricultura de precisión, la cotización en bolsa de los cul-
tivos antes de las cosechas y el comercio electrónico de los pro-
ductos agropecuarios, así lo evidencian.
La conexión o desconexión de las zonas de producción agro-
pecuaria, en el contexto de una tendencia hacia la globalización, en
gran medida impulsada por las tecnologías comunicativas, se cons-
tituye, pues, en un reto serio. Una de las contrapartes de la irrupción
de las tdic en las zonas de producción agropecuaria que debería re-
visarse, se relaciona con la puesta a disposición del mercado —local,
regional, global— de parte de su integridad como territorio, que no
solo se define por la producción de frutas, verduras, pollos o ganado,
sino también por gentes y culturas. Aunque, desde el punto de vista
de la comercialización de la producción agropecuaria, puede que sea
una ventaja estar conectado o desconectado, las cuestiones que sur-
gen son varias, diversas y no del todo esperanzadoras.
Son muchos y variados los desafíos que las tdic imprimen a
las áreas rurales que han entrado en la dinámica de la economía
globalizada. Desde perspectivas neoliberales, que por lo general
son muy optimistas, algunas implicaciones y requerimientos des-
tacables son (Akca, Sayili y Kemal, 2006):
• Comercio electrónico —multidireccional—.
• Entrenamiento de los habitantes de las zonas rurales.
• Identificación y visibilidad de los productos asociados al tu-
rismo rural.

28 Como lo han planteado Malecki (2003); Chaparro y Locatel (2004).

58
La segregación digital…

• Transferencia de conocimientos entre las zonas urbanas y


rurales.
• Incentivos y garantías estatales y gubernamentales.
• Uso de los sistemas de información geográfica (sig) para el
manejo y gestión de las riquezas naturales.

Como puede leerse, bajo la lupa de las tdic, los entornos ru-
rales son presentados como un gran negocio desde ciertas perspec-
tivas que no evalúan otros aspectos más amplios.
El dinamismo asociado a las tdic en las áreas rurales depende,
en principio, de un factor clave: la densidad poblacional y el factor
demográfico29. Pero, además de las implicaciones demográficas, la
introducción del modelo digital tiene, entre otras, repercusiones
ambientales y productivas diversas (Colom, 2004). Se podría decir
que las tdic están empezando a actuar como catalizadoras de las
zonas rurales. En las áreas donde las actividades asociadas al sector
agropecuario no son dinámicas, es difícil considerar que las tdic
por sí solas puedan incrementar su vinculación a otros territorios.
Aunque las tdic puedan dinamizar áreas rurales desde di-
ferentes perspectivas30, se hace necesario también sentar una po-
sición crítica y reflexiva sobre sus múltiples impactos, puesto que
el aumento de la dinámica económica de un contexto territorial no
implica necesariamente que sus gentes se vean beneficiadas en la
misma proporción. Esto ocurre con el turismo rural y la informa-
tización de la agroindustria, por ejemplo.
En otro orden de ideas, la noción de desarrollo rural desde la
perspectiva de la inclusión digital está tomando cada vez más fuer-
za31, ya que la incorporación de las tdic implica mayor conexión con
otros contextos espaciales con los cuales se pueden crear nuevos
vínculos o reforzar los precedentes. Ello abarca desde el turismo
rural hasta la incorporación de la producción agropecuaria en los

29 Respecto al tema de la población y las tdic en los entornos rurales, véanse:


Hollifield y Donnermeyer (2003).
30 Una perspectiva que considera como viables las tdic para el desarrollo
rural, puede encontrarse en Mathur y Ambani (2005).
31 En esta línea de ideas se sitúa el trabajo de Malecki (2003).

59
Jeffer Chaparro Mendivelso

mercados regionales, nacionales e incluso internacionales. No hay


que perder de vista que la segregación digital conforma una parte
importante para pensar y repensar el papel de las áreas rurales en un
mundo interconectado y articulado digitalmente de manera dife-
rencial. Aún los humanos consumimos alimentos, aunque muchos
no sepan ni dónde ni cómo se producen.

La industria informatizada y que utiliza tecnología de punta


Como industria informatizada y que utiliza tecnología de pun-
ta, considero las actividades de producción de bienes materiales que
usan y generan objetos técnicos, pero con la distinción de incor-
porar innovaciones tecnológicas relacionadas con las tdic. Una
ensambladora de vehículos en un país latinoamericano puede uti-
lizar robots controlados por programas informáticos para ciertas
partes del proceso —es decir, utiliza tecnología de punta—, pero
de ninguna manera produce por sí misma productos de alta tecno-
logía, como los mismos robots que usa, los cuales suelen llegar de
Alemania, Estados Unidos o Japón —donde sí hay innovación tec-
nológica—. La industria que realmente produce alta tecnología e
innovación tecnológica está fuertemente concentrada en algunas
zonas del planeta32, aunque en las últimas décadas algunos países
asiáticos están generando cambios en el panorama, sobre todo en
torno a la producción de hardware y software.
Las industrias, de todo tipo, cada vez más tienden a incorpo-
rar sistemas informatizados. Ello evidencia una de las vertientes de
la segregación digital. La industria que utiliza tecnología de punta y
que produce objetos técnicos digitales, es indicadora de otro subti-
po de segregación digital. Es bien conocido el proceso de relocaliza-
ción de las fábricas, pero ciertas piezas siguen produciéndose solo en
contextos territoriales particulares; es más, la producción de ideas
—innovación tecnológica— sigue teniendo un patrón de excesiva
concentración en el planeta. En este sentido, cada vez toma mayor
peso las diferencias en cuanto a cómo, qué y dónde se produce, y la
carga de las tdic en los procesos.

32 Consúltense, entre otros: Benko (1991); Castells y Hall (1994); Chaparro


(2003b).

60
La segregación digital…

Hay que distinguir la producción industrial de objetos de alta


tecnología —como los teléfonos móviles— de la creación del co-
nocimiento para llegar a producirla. Esta última se vincula con la
innovación tecnológica, que forma parte de otro estadio de la se-
gregación digital vinculada a las actividades productivas, aunque
evidentemente está relacionada con su producción a escala masiva,
es decir, industrial. Si bien, hasta hace algunas décadas —especial-
mente a mediados del siglo xx—, la producción industrial era con-
siderada sinónimo de estar en la punta tecnológica; hoy en día no se
puede decir lo mismo. Esa es la diferencia entre las economías que
despiertan a la industrialización y las que han entrado de lleno a la
fase posindustrial —en varios casos sin omitir la fase anterior—.

Los servicios y el comercio electrónico


Las tdic generan efectos considerables para los procesos de
producción y distribución de 1) objetos materiales, como las mer-
cancías, y de 2) productos digitales, como la música, los periódicos,
los artículos científicos y los videos caseros, entre muchos otros.
Materialidad e inmaterialidad se articulan sólidamente a partir de
las tdic. Esta dimensión también evidencia y caracteriza la segre-
gación digital.
Respecto al primer aspecto, lejos de contribuir a disminuir el
transporte físico de mercancías, los negocios electrónicos han fa-
vorecido incrementos sustanciales de la comercialización factual
de diversos objetos. El comercio electrónico, asociado en parte a lo
que se denomina como nueva economía, refleja en gran medida la
inclusión de las tdic en aspectos como la logística, situación que
ha afectado las pautas y las dinámicas del transporte físico.
Para aquellos que consideran que las tdic van en la vía de dismi-
nuir la materialidad de las relaciones, las noticias no son alentadoras,
ya que, en realidad, lo que está presentándose es la modificación de las
pautas de transporte afiliadas al aumento del consumo de bienes ma-
teriales33. Ello se evidencia en el uso de sistemas informáticos avan-
zados para la organización, reparto, rastreo y control informatizado

33 Sobre el tema del transporte y las tdic, véase: Lasserre (2004).

61
Jeffer Chaparro Mendivelso

de mercancías. Cada día crece el número de compañías que usan


sistemas de información geográfica (sig) y dispositivos satelitales
de localización (gps) en su quehacer cotidiano34 . La difusión de es-
tas posibilidades tecnológicas es completamente diferencial y para
nada homogénea.
En relación con la segunda dimensión, es posible señalar que
el comercio electrónico, como puede esperarse, se encuentra con-
centrado en las zonas del planeta donde el uso de ordenadores y
la conexión a Internet es más intensa (Tangkitvanich, 2001). Se
generan así nuevas divisorias, especialmente asociadas a la inte-
gración comercial y al descenso de costos en varias actividades,
desde las vinculadas al sector privado —como en el caso de la banca
electrónica— hasta las relacionadas con los servicios públicos a los
ciudadanos —gobierno electrónico—. En este plano, y lejos de la
subvaloración que se le tiende a atribuir, la infraestructura física
de telecomunicaciones —antenas, fibra óptica, líneas telefónicas— es
indispensable para el comercio electrónico y los servicios digitales.
Desde una perspectiva diacrónica, el comercio electrónico ha
estado relacionado directamente con la evolución de Internet. Así,
han sido identificadas cuatro fases principales (Chu, Leung, Hui y
Cheung, 2006). Algunas de sus características centrales son:
1) Pre-web: antes de 1990, con dinámica de relación uno a uno.
2) Web reactiva: primeros años de la década de 1990, con rela-
ciones también uno a uno.
3) Web interactiva: mediados de 1990, con viro hacia las rela-
ciones uno a muchos.
4) Web integrativa: finales de la década de 1990 e inicios de la
década del tercer milenio, en la que predomina el modelo
muchos a muchos.

Uno de los grandes retos para los países que están entrando
en la dinámica de la masificación de las tdic de consumo genera-
lizado —ordenadores, Internet y teléfonos móviles—, es la irrup-
ción paralela del comercio electrónico y del gobierno digital. Es de

34 Véase: Chaparro (2002).

62
La segregación digital…

esperarse que en los años venideros, las dinámicas económicas


asociadas sigan modificándose en función a las posibilidades téc-
nicas inherentes a la difusión de las tdic.
Pero la cuestión tiene más aristas. El comercio electrónico posee
facetas bastante intrincadas, como en el caso del turismo, ya que su
articulación a través de Internet se convierte en un potenciador de la
capacidad de consumo y de desplazamiento físico en el territorio35.
Aunque este tipo de dinámicas pueden verse como ventajosas para
ciertos contextos territoriales, en realidad pueden convertirse en todo
un generador de problemas para las zonas con limitaciones en el
control de los efectos del consumo turístico, ya que las implicaciones
sociales y ambientales pueden no ser del todo deseables, sobre todo,
en contextos con legislaciones débiles y permisivas. Haciendo para-
lelismos con otras actividades que implican desplazamiento físico,
las tdic pueden convertirse en todo un dolor de cabeza.

La educación y la alfabetización digital


La educación, en el contexto del ascenso del mundo digital,
es el mayor de los grandes temas que debería asumirse con total
seriedad, si es que realmente se desea que la sociedad mejore en
conjunto. Una de las opciones más sólidas para intentar sobre-
llevar la segregación electrónica asociada a la educación, es la al-
fabetización digital36. No es alarmista plantear que la educación se
enfrenta a varios desafíos, entre los que se destacan (Soto y Fer-
nández, 2005): la diversidad de información y de habilidades para
usarla; la inclusión digital; las estrategias específicas para usuarios
con requerimientos y necesidades particulares; y la articulación de
la educación con el avance de los multimedios.
Luego de la invención de la imprenta hacia el siglo xv y, en
especial, a partir de la Revolución Industrial, muchos “optimistas”
creían que la posibilidad de educar a la población era completamente
factible. Pero las cosas no resultaron así. Es más, hoy en día, con

35 Respecto al comercio electrónico y al turismo, véanse: Maswera, Dawson y


Edwards (2008).
36 Al respecto, véase: Castro (2005).

63
Jeffer Chaparro Mendivelso

todo e Internet, existe gran proporción de población que no sabe


leer. Peor aún, luego de medio milenio de invención de la imprenta
aún hay personas que no saben qué es un libro, o que ni siquiera han
tenido uno en sus manos. ¿Es un problema meramente vinculado
a la difusión de la técnica? ¿En realidad existe serio interés en que
la gente “del común” se eduque? ¿Los tecno-optimistas están des-
fasados? ¿Hay que tirar la toalla y dejar de pensar en la utopía del
acceso libre al conocimiento para todos?
La gran ruptura introducida por las tdic en torno a la edu-
cación debe asumirse con total seriedad37. El modelo decimonónico
—incluso medieval—, que en ciertos contextos territoriales aún
persiste desde la escuela hasta la universidad, en el que el libro y el
papel son centrales —además del docente—, requiere repensarse y
contextualizarse bajo la irrupción de modelo digital (Prats, 2005).
El problema no es navegar en Internet, es saber qué hacer cuando
se ha accedido a la red. La situación es análoga al qué hacer en una
biblioteca inmensa repleta de libros. Sin una orientación adecuada,
es bastante probable que quien entre a la biblioteca o entre a In-
ternet no sepa qué hacer, o no pueda aprovechar la posibilidad de
acceder a la información y sacarle el jugo. “Las tic e Internet en
particular son como el Oráculo de Delfos: pueden informar, pero
no pueden cambiar el destino” (Menou, 2001, p. 105).
La mera disposición de la información en Internet puede con-
vertirse en un factor de segregación educativa, ya que los procesos
de enseñanza y aprendizaje poseen pautas que en muchas oportuni-
dades no son incluidas ni incorporadas en los sitios web38. En otras
palabras, hay sitios web poco amigables y desorganizados pero
con información valiosa. Los portales electrónicos, al igual que los
maestros de “carne y hueso”, pueden ser antipedagógicos.
Aunque la diferenciación en cuanto a la apropiación de las op-
ciones digitales es evidente en el contexto escolar (Peter y Valkenburg,
2006), no hay que dejar a un lado que esa distinción es aceptable,

37 Para hacerse una idea general respecto a la incorporación de Internet en la


educación, véanse: Tesouro y Puiggallí (2004).
38 Para profundizar sobre el tema de las páginas web educativas, véase: Torres
(2005).

64
La segregación digital…

e incluso necesaria. Lo que de ninguna manera es aceptable, es que


la diferenciación esté basada en la imposibilidad de acceso, muchas
veces impuesta por diferentes mecanismos, puesto que son dimen-
siones completamente distintas.

El sistema educativo
Los ajustes necesarios del sistema educativo frente a las tdic
se relacionan con muchos aspectos, entre los cuales destaco los
siguientes:
• Repensar las formas de aprendizaje de los estudiantes y definir
alternativas viables.
• Crear dispositivos prácticos para que los estudiantes puedan
explotar de forma adecuada la cantidad de información que se
encuentra en la biblioteca universal de Internet.
• Revisar las estrategias pedagógicas y de actualización de los
docentes.
• Potenciar las técnicas para el trabajo pedagógico en el aula.
• Disminuir, o al menos manejar, la diferencia generacional en-
tre maestros y estudiantes en razón del uso y la apropiación
de las tdic.
• Establecer mecanismos de articulación entre la escuela, el co-
legio o la universidad, por un lado, y el avance vertiginoso de
la técnica, por otro.
• Evaluar la necesidad de la presencia física de maestros y estu-
diantes en el acto educativo. Valorar las potencialidades, y las
debilidades, de la docencia virtual.
• Discutir el papel de la escuela, en especial la pública —porque
la privada de inicio segrega—, en el estrechamiento de la divi-
soria digital existente entre los niños y jóvenes que no pueden
acceder a las ventajas de las tdic.

Los maestros y los planteles educativos tienen el fuerte reto de


incluir las tdic en sus planes de estudio (Berríos, 2000); situación
que no es sencilla, porque muchos educadores recién están empe-
zando a adentrarse y adaptarse a la irrupción del modelo digital
educativo. Casi se ha convertido en una exigencia en los contextos

65
Jeffer Chaparro Mendivelso

educativos donde existe algún grado de accesibilidad. Los maestros


deben, por un lado, actualizarse y asumir la revolución tecnológica
y, por otro, diseñar estrategias para incorporar la irrupción de la
tdic en su quehacer cotidiano. El reto no es sencillo de enfrentar.
En el contexto educativo —como en todos—, las tdic poseen
un gran potencial, lo cual no debe dejarnos cegar frente a los pro-
blemas que también pueden conllevar. La alfabetización digital
puede permitir el acceso a mucha información, pero no garantiza
calidad en los procesos de aprendizaje ni en su aplicación en el
mundo real39. No garantiza la reflexión y la toma de posición crítica
frente al mundo. La adaptación rápida a las nuevas circunstancias y
el cambio acelerado de las tdic pueden desembocar en ausencia de
profundidad reflexiva, con lo cual las potencialidades del modelo
digital podrían traducirse en herramienta que facilite la pérdida de
sentido frente a la vida, la sociedad y el ambiente.
La educación de calidad, reflexiva y crítica debe estar siempre
por delante de cualquier incorporación de las tdic. La novedad
no es sinónimo de mejoría de la calidad instructiva. La pérdida de
sentido en los procesos educativos —incluso, los que se dan al in-
terior del núcleo familiar— y la lobotomía educativa podrían estar
a la vuelta de la esquina (véase figura 1).

Los modelos pedagógicos


El uso de ordenadores o computadores e Internet está forjando
serios desafíos para los modelos pedagógicos existentes: “La apro-
piación e integración de las tic en el campo educativo desde una
perspectiva sociocultural debe considerarse dentro de los nuevos
entornos que superen los roles tradicionales del docente, del es-
tudiante y, por supuesto, de la planificación curricular” (Tinajei-
ro, 2006, p. 103). Ello no implica tirar por la borda los avances en
pedagogía y en enseñanza. Pero sí se hace necesario pensarlos o re-
pensarlos bajo la irrupción del modelo digital que está empezan-
do a instaurarse.

39 Sobre la perspectiva crítica y reflexiva de la alfabetización digital, consúltese:


Menou (2001).

66
La segregación digital…

Figura 1. Ciberniño.
Fuente: A. Boligan (2007). Bajo licencia Creative Commons y con
autorización del autor.

Entre los problemas actuales generales más destacables en el


aula, en cuanto a la relación docente-alumno, se encuentran los
siguientes:
• Los estudiantes —por el momento— tienden a saber más de
tecnología que sus maestros.
• Todos los estudiantes no tienen claridad sobre cómo usar de
forma adecuada la Internet —y el software específico— para
las actividades escolares.
• Algunos maestros son resistentes al uso de la tecnología en el
aula de clase (Henry, 2005).

Desgloso un poco los tres puntos anteriores. Se ha detectado


que los maestros jóvenes poseen mayor preparación y menor di-
ficultad para el uso de las herramientas tecnológicas en las acti-
vidades académicas de las escuelas. Por el contrario, los maestros
mayores tienden a estar menos preparados y se sienten inseguros
con sus estudiantes (Domingo, 2005). La brecha digital del aula y
del sistema educativo es compleja, y la divisoria digital asociada

67
Jeffer Chaparro Mendivelso

a la edad de los docentes —brecha generacional— es un asunto


que debería tomarse en serio y formar parte del debate académico
—aunque es probable que en algunos años pueda superarse
parcialmente—.
Algunas investigaciones sobre la divisoria digital escolar de
uso —no de acceso—, han encontrado que uno de los factores
más importantes para evaluar el impacto de los ordenadores en el
proceso de aprendizaje está íntimamente asociado al conocimiento
del software o de los programas informáticos (Tien y Fu, 2008),
tanto por parte de los docentes como de los estudiantes. El uso
adecuado de Internet y de programas informáticos específicos de-
bería formar parte de las preocupaciones docentes, tanto en la ver-
tiente de actualizarse continuamente como en la de estrechar los
vínculos con los estudiantes.
Los ordenadores e Internet no solo sirven para que los estu-
diantes consulten información, sino también para evaluar el pro-
ceso mismo de aprendizaje. En conjunto, este aspecto incluye varios
objetivos, entre los que se destacan: fortalecer el aprendizaje de
los estudiantes; contribuir al continuo ajuste de los docentes; hacer
más dinámicos los contenidos y los programas y, en definitiva, ayu-
dar a mejorar la propia dinámica y calidad de los planteles educati-
vos (Fontán, 2004). Por tanto, la evaluación mediante ordenadores
e Internet es trasversal a todos los estadios educativos, desde la pri-
maria hasta la universidad. Por otro lado, se ha develado que existen
vínculos sinérgicos entre la innovación tecnológica y la innovación
educativa, en especial al momento de introducir y utilizar nuevos
objetos técnicos en el aula (Domingo, 2005).
Otros de los retos pedagógicos se refieren a la educación a dis-
tancia y al e-learning, que no son lo mismo. En los contextos donde
la educación a distancia que utiliza Internet está tomando fuerza, la
preocupación por este modelo educativo ha derivado en la defi-
nición de algunos indicadores básicos de calidad (Correa, 2004).
Entre estos se destacan:
• Apoyo institucional y estímulo para la educación digital.
• Desarrollo de los cursos y los contenidos.
• Proceso de enseñanza-aprendizaje e interacción.

68
La segregación digital…

• Estructura de los cursos.


• Apoyo y asistencia a los estudiantes.
• Apoyo y asistencia al profesorado.
• Sistemas de evaluación y retroalimentación.

Por su parte, el aprendizaje electrónico, o e-learning, es una


de las grandes líneas potenciales en las que el modelo digital puede
participar en el mejoramiento de la sociedad y, en general, de la con-
dición humana. Cursos en línea, contenidos digitales innovadores,
actividades interactivas, clases pregrabadas y asistencia sincrónica o
diferida, pueden formar parte de estrategias pedagógicas que ofrezcan
resultados interesantes40. De todas maneras, no hay que perder
de vista que la inmediatez puede ser un grave problema para los pro-
cesos de aprendizaje, ya que puede generar tanto indigestión de in-
formación como confusión informativa.
Además de los factores socioeconómicos estructurales que ge-
neran diferenciaciones en cuanto al uso y adopción de las tdic en
el ámbito de los jóvenes, también existen razones sicológicas que
imprimen gran diferenciación entre conjuntos poblacionales relati-
vamente homogéneos. Este es el caso de lo que se ha estudiado para
la generación playstation41. Es bastante seguro que parte de los pro-
blemas de comunicación e interacción entre docentes y estudiantes
estén mediados por aspectos sicológicos asociados al mundo que
perciben e interpretan, donde el modelo digital que se está insta-
lando tiene mucho que ver.
Aunque la difusión mundial de las tdic está en las primeras
fases, el problema con el aprendizaje digital no es únicamente tec-
nológico. El problema refleja las fuertes contradicciones actuales
en muchos ámbitos de la vida humana.
La gran pregunta que surge es la siguiente: ¿por qué en este
contexto de gran avance tecnológico y comunicativo, aún las posi-
bilidades de acceso a la educación, y muchas veces a la educación
de calidad, son tan limitadas? La respuesta, al menos en parte, llega

40 El modelo de la Universitat Oberta de Catalunya es pionero en esta materia.


41 Recomiendo consultar: Bross y Roe (2006).

69
Jeffer Chaparro Mendivelso

a la misma conclusión que cuando se analizan otros problemas del


mundo a inicios del siglo xxi: gran parte del conflicto responde
al actual modelo político y económico, sobre todo, al favorecer la
concentración de poder y de rentas económicas en pocas manos
—o más bien, compañías—, lo cual alimenta y refuerza las dife-
rentes formas de segregación digital. Los modelos pedagógicos
trasladados y aplicados sin asumir las diferencias locales y pun-
tuales son un grave problema, pero también lo es asumir la edu-
cación como un negocio, como un negocio digital.

De las bibliotecas de papel a las


bibliotecas digitales o virtuales
La brecha digital responde a otras brechas, a otras formas de
segregación, y las bibliotecas públicas están empezando a desem-
peñar un papel importante en este entramado (García, 2004). Lo
intrincado de la situación en torno al acceso a las tdic no es un
problema de las bibliotecas, es un problema generalizado que toca
prácticamente a todas las actividades humanas.
El asunto de las bibliotecas públicas es amplio y complejo,
pero puede diferenciarse en dos grandes vertientes, por supuesto
interrelacionadas: 1) las bibliotecas físicas con acceso a Internet y
2) las bibliotecas virtuales a las que se accede mediante Internet
desde cualquier parte del mundo con conexión a la red.
Paso al primer grupo. La importancia de las bibliotecas públicas
con acceso a Internet es amplia, y una línea importante de trabajo
tiene que ver con la orientación respecto a la consulta de bases de da-
tos relevantes por parte de los ciudadanos, no solo de los que forman
parte del sistema educativo formal. En realidad, las bibliotecas públi-
cas que prestan servicios digitales avanzados reflejan líneas políticas
en torno a la inclusión digital y a la apuesta por el gobierno electró-
nico (Jaeger et al., 2006). La biblioteca pública digital42, que ahora
puede consultarse desde cualquier lugar del mundo con conexión

42 Ya existen varias bibliotecas y hemerotecas digitales de acceso libre en el


contexto iberoamericano. Entre ellas se destacan: Biblioteca Virtual Miguel
de Cervantes, latindex y redalyc.

70
La segregación digital…

a Internet, está llamada a desempeñar un papel primordial en la


transición hacia un mundo digital.
Dentro de las aplicaciones más importantes de las bibliotecas
públicas físicas, se encuentran los servicios de información para la
comunidad (sic) o los servicios de información local (sil)43. Estos
nuevos servicios están derivando en mayor conexión de las biblio-
tecas con las comunidades locales, ya que aumenta la posibilidad
de manejar diferentes tipos de información de interés general.
Aquí un ejemplo: en una investigación realizada desde una bi-
blioteca municipal de Murcia, España, respecto a los servicios sil
o sic ofrecidos por varias bibliotecas públicas de diferentes partes
del mundo, se han identificado las siguientes temáticas que están
formando parte de la oferta de las bibliotecas digitales (García y
Díaz, 2003):
Turismo;
Negocios y comercio;
Genealogía, patrimonio e historia local;
Sectores productivos;
Eventos culturales y artísticos;
Bases de datos de información local; y
Redes de información ciudadana.

Pero las implicaciones van más allá, así que paso al segundo
grupo. El uso de las bibliotecas digitales —documentos electró-
nicos—, así como en su época ocurrió con las bibliotecas de papel
—documentos impresos—, está generando cambios en la forma en
que se efectúan algunos procesos de adquisición del conocimiento44 .
Esto se debe a varias razones, entre las cuales se destaca la modi-
ficación que implica pasar de hojear a buscar asistidamente en un
ordenador, al igual que es pasar de buscar información en un texto
a hacerlo en muchos a la vez. Dichos cambios, que en ocasiones
se podrían tildar apenas de modificaciones técnicas, poseen serias
repercusiones en los procesos cognitivos vinculados a la búsqueda

43 Véanse: García y Díaz (2003).


44 Sobre el tema, consúltense: Feng, Jeusfeld y Hoppenbrouwers (2006).

71
Jeffer Chaparro Mendivelso

y procesamiento de la información por parte de los humanos. La


dupla humano-ordenador puede estar constituyéndose en un po-
tenciador de las capacidades cognitivas básicas de los sujetos45.
Además de lo anterior, es pertinente señalar que las estrategias
de búsqueda de información están resultando en conflictos inéditos
en el marco del ascenso del modelo digital en el plano educativo
(Henry, 2005). La alfabetización en papel está empezando a dar
paso también a la digital —una y otra no se excluyen, se comple-
mentan—. No obstante, la búsqueda de información no solo es un
problema creciente en la educación básica y media, ya que se pone
de relieve con cierta intensidad en el contexto de la educación su-
perior. Es bastante probable que el sistema educativo formal deba
entrar en diálogo directo con las bibliotecas digitales, tanto para
articular sus estrategias pedagógicas como para perfilar, de forma
conjunta, las líneas deseables para la educación digital.

El papel de la educación superior


Dentro de los ámbitos o estadios educativos, la universidad
desempeña un papel decisivo, dado que es el intermedio entre la
educación media y la investigación; es una especie de entorno selec-
tivo de transición. El acceso a la universidad puede y, evidentemen-
te, tiene impactos en la transformación conjunta de la sociedad. La
universidad implica reflexión, conocimiento, aplicación del conoci-
miento, e incluso generación de nuevo conocimiento cuando se liga
a la investigación.
Se está abriendo el debate sobre la educación a distancia y su
modificación a partir de la difusión y uso de las potencialidades
de las tdic. En este plano de ideas, el aprendizaje electrónico o
e-learning enfrenta tensiones, que van más allá de los aspectos
técnicos46. El desarrollo de contenidos que demandan el uso de la
dupla conformada por el ordenador e Internet ha abierto un mundo
de posibilidades para las formas tradicionales de educación que

45 Respecto a este tema, consúltese: Kerckhove (1999a, 1999b).


46 En cuanto a los problemas que enfrenta el e-learning, véanse: Planella y
Rodríguez (2004).

72
La segregación digital…

sobrepasan, de manera sólida, los avances conseguidos por la radio


y la televisión. Pero el debate también requiere redimensionar la
importancia de la presencia física y la distinción en torno al lugar
desde donde se conectan quienes forman parte del nuevo modelo
educativo a distancia. Algunas investigaciones han denotado dife-
rencias entre quienes acceden a la enseñanza digital desde zonas
urbanas y quienes lo hacen desde las rurales, a lo cual habría que
añadir los efectos de la sincronía y la asincronía 47.
El uso de las tdic por parte de los docentes universitarios,
puede abrir grandes posibilidades para los procesos de enseñanza
y aprendizaje. Ante el miedo de que los docentes desaparezcan, en
realidad, lo que está ocurriendo es la necesitad de adoptar y adap-
tar las posibilidades técnicas a las tareas docentes. Las presiones
relativas a las innovaciones tecnológicas, dado su desarrollo verti-
ginoso, no dejarán de ser una coacción por algún tiempo para los
maestros. La solución no es llenar las aulas con computadores, sino
más bien abrirse y explorar; además, que los docentes estén dis-
puestos a la actualización continua (Benvenuto, 2003).
Sin duda alguna, los docentes son necesarios en este contexto
de confusión y cambio acelerado, pero no hay que olvidar la brecha
generacional digital. Los mismos maestros deberían reconocerla y
tratar de atacarla desde su cotidianidad y sus posibilidades, no ig-
norarla, como muchos lo están haciendo. Debería pensarse más en
la calidad de la educación mediada por las tdic, lo cual demanda
redireccionar las estrategias pedagógicas de muchos docentes, in-
cluyendo su actualización paulatina pero constante.
El contexto actual envuelve varios aspectos relacionados con la
información: el incremento del volumen de datos, las posibilidades
de discriminar la calidad de la información y el distanciamiento
respecto al ritmo de producción de nuevo conocimiento (Angulo,
2004). El sistema educativo está en proceso de cambio, por lo que
las tdic demandan tomar con sensatez y responsabilidad los retos
que todo ello plantea, tanto para los docentes universitarios como
para los estudiantes. La educación superior de calidad, es la que

47 Sobre el tema, consúltense: Irons, Jung y Keel (2002).

73
Jeffer Chaparro Mendivelso

permitiría pensar en conocimiento de punta y en innovación, tanto


tecnológica como social.

La innovación tecnológica: investigadores, tecnópolis,


medios innovadores, patentes y derechos de autor
La innovación tecnológica 48 —la verdadera punta de lanza de
la sociedad del conocimiento— posee características tan específi-
cas en cuanto a los requisitos socioterritoriales para su puesta en
marcha, que es completamente segregada en el planeta, incluso
al interior de los supuestos estados desarrollados. La innovación
tecnológica, en su sentido más amplio, involucra varios aspectos:
1) los investigadores, 2) las tecnópolis o medios innovadores y 3) las
patentes y los derechos de autor.
Los investigadores, trabajando en forma de red —ya sea de
manera colaborativa o dislocada—, son los que sostienen a los me-
dios innovadores; son los trabajadores que crean innovaciones, sin
ellos no existirían ni las tecnópolis mismas. Los resultados de los
medios innovadores se traducen en nuevos productos, procesos, e
incluso mercados, pero estos se miden, acumulan y negocian me-
diante las patentes y los derechos de autor.
Las tdic están, y han estado, involucradas en todos los aspec-
tos de la innovación tecnológica en las últimas décadas. Sin ellas
no sería posible pensar en los procesos de innovación tal como los
conocemos hoy en día. Por ejemplo, los sistemas de tdic que más
se utilizaban hacia inicios de la década de 1990 en los procesos de
investigación y desarrollo (I+D), es decir, en innovación tecnológi-
ca pueden observarse en la tabla 2.
En los años siguientes, estos sistemas de tdic han mejorado y se
han afianzado como herramientas que facilitan y se articulan deci-
didamente a la investigación de punta y a la innovación tecnológica.

48 No hay que perder de vista que, para que las innovaciones deriven
en impactos sociales y territoriales reales, hay que pasar a las fases de
aplicación y difusión.

74
La segregación digital…

Tabla 2. Sistemas de tdic más utilizados a inicios de la década de 1990 en


investigación y desarrollo (I+D)

Sistemas – servicio Ventajas

Computadores de Disponibilidad de sistemas de cómputo


alto rendimiento de gran capacidad de procesamiento.
Estaciones de trabajo y servidores.

Correo electrónico Uso sencillo y ágil. Posibilidad de trabajo asincrónico.

Hardware y Acceso a equipamiento y programas


software remotos informáticos especializados sin la
necesidad de desplazamiento físico.

Bases de datos Acceso a grandes volúmenes de


información especializada.

Transferencia Posibilidad de transferencia de grandes


de archivos paquetes de información a diferentes
puntos de la red de investigación.

Videoconferencia Reuniones sincrónicas sin la necesidad


de desplazamiento físico.
Fuente: Howells (1995).

Los investigadores y el nuevo conocimiento


Los ordenadores y la Internet han impactado, y seguirán im-
pactando, la actividad científica. La creación de nuevo conocimiento
en el planeta ya es bastante desequilibrada; vale la pena reflexio-
nar sobre los impactos que la irrupción de las tdic, y del mode-
lo digital en general, puedan promover en los años y las décadas
venideras.
La “sociedad red” es muy desigual 49. Los procesos de inno-
vación, ya sea desde la perspectiva cultural como tecnológica,
requieren del flujo de la información. Para que exista ese flujo, la
información —ojalá de calidad— debe ser accesible; con el fin de
que sea accesible, se debe disponer como mínimo de los objetos
técnicos básicos, es decir, ordenador e Internet. La relación entre
difusión y producción de conocimiento es de carácter sinérgico en
el marco del modelo digital que se está emplazando. Sin embargo,

49 Desde la perspectiva del cambio histórico, véase: Castells (2003b).

75
Jeffer Chaparro Mendivelso

poseer ordenador o computador e Internet por sí mismo no im-


plica la posibilidad de innovar.
Algunas experiencias exitosas de innovación tecnológica han
permitido constatar el fuerte impacto de las políticas educativas
(Hafner, 2002). Dichas políticas deben centrarse en la educación su-
perior, pero, ciertamente, deberían iniciarse desde la educación pri-
maria. Esto requiere pensar de forma prudente la noción de capital
humano desde la perspectiva de formación académica vinculada
a las tdic, que también se puede asumir desde el punto de vista de
la alfabetización digital.
Al igual que la educación básica, media y superior, las hemero-
tecas digitales pueden transformarse en nodos de vital relevancia
para el flujo de la información de interés académico y científico de
alto nivel, incluso asociado a la investigación de punta. Podemos
estar a las puertas del surgimiento de entornos relacionales y de
interacción que van más allá del rol de la biblioteca basada en el
modelo de papel. La biblioteca física que alberga libros y docu-
mentos diversos, de la cual se tienen noticias desde la Antigüedad
—por ejemplo, la Biblioteca de Alejandría—, podría estar mutando
o evolucionando hacia la biblioteca universal que algunos han ima-
ginado —como Jorge Luis Borges—. Una biblioteca universal que
tendría cabida para la investigación de punta y la innovación tec-
nológica. La innovación tecnológica, en potencia, puede ser libre50.

Los medios innovadores


Desde inicios de la década de 1990, varios autores han consi-
derado de vital importancia el papel de las tdic en el proceso de
innovación tecnológica y en la organización de redes de investi-
gación (Howells, 1995). Los medios innovadores, también denomi-
nados tecnópolis, parques tecnológicos o parques científicos, son
los entornos territoriales donde se concentra la innovación tecno-
lógica de punta. Los primeros nacieron de forma esporádica, dada
la confluencia de factores clave estructurales y coyunturales, pero

50 En la actualidad hay muchas limitantes y ralentizadores, como el acceso


mismo a la información, los derechos de autor y las patentes.

76
La segregación digital…

cada vez más forman parte de las políticas de desarrollo territorial51.


Los parques científicos planificados son los mejores exponentes
de políticas que articulan los intereses públicos y los intereses pri-
vados, que apuntan a la innovación tecnológica como factor de di-
namización y desarrollo económico y territorial52 .
La gran paradoja con los medios innovadores es que son bas-
tante selectivos en cuanto a las características socioterritoriales
en las cuales se instalan (Chaparro, 2004). Una tecnópolis no se
localiza en cualquier lugar, así existan superordenadores y redes
de telecomunicaciones de gran capacidad. Dado su fuerte poder
asociado a la generación y el flujo del conocimiento, sobre todo,
del valor añadido que representan, sus efectos tienden a ser polari-
zados; por tanto, inducen, de manera considerable, la segregación
social y territorial.
Aunque existen algunas excepciones, una constante de los
medios innovadores es la sobresaliente concentración de investi-
gadores de alta formación, muchos de los cuales están vinculados
a actividades académicas universitarias, sobre todo a nivel de doc-
torado y posdoctorado. Es por ello por lo que las universidades
desempeñan un papel trascendental en la innovación, ya que sin
investigadores, sin cerebros, es imposible crear un objeto técnico, o
un proceso para llegar a él, que tenga relevancia social o económica
en el marco del ascenso del mundo digital.
Lastimosamente, la empresa privada, y su afán de lucro impa-
rable e insaciable, ha entrado de lleno —y ahora más que antes— a
financiar la innovación tecnológica. En muchas oportunidades, las
universidades se convierten en universidades-empresa que proveen
de cerebros a las tecnópolis para que creen y diseñen innova-
ciones que luego definirán patentes de gran valor monetario. Pese
a ello, hay investigadores y universidades que están cambiando de
modelo, puesto que se han percatado de la perversión y contra-
dicción que implica la apropiación privada del conocimiento que,

51 Sobre este tema hay una amplia bibliografía. Entre otros, pueden
consultarse: Benko (1991); Castells y Hall (1994); Chaparro (2004).
52 Las cuestiones territoriales de la innovación tecnológica en la era digital se
tratan en detalle en el capítulo 4.

77
Jeffer Chaparro Mendivelso

de una u otra forma, es generado con recursos colectivos no pri-


vados —bajo la vía de los impuestos que sustentan a las universi-
dades públicas, por ejemplo—.

Las patentes y los derechos de autor


Las patentes y los derechos de autor son protagonistas, tanto
de la innovación tecnológica como de la segregación digital. Ya sea
en la vertiente de 1) patentes para efectuar procesos o construir
objetos técnicos, o en la de 2) los derechos de autor —copyright—,
la concentración e inaccesibilidad libre al conocimiento forman
parte de los frentes de batalla en el mundo digital en instalación53.
En la actualidad, las patentes 54 se constituyen en un exabrupto
cuando se analiza la forma en que se produce el conocimiento y
cómo se mercantiliza55. Una idea, o un conjunto de ideas, no surgen
de la nada; siempre existe algún referente inicial, directo o indi-
recto, factual o intangible. La figura del gran inventor desde hace
ya algún tiempo se ha desvirtuado, precisamente porque se ha
constatado que las innovaciones, incluso las más puntuales y apa-
rentemente aisladas, se dan en contextos sociales y territoriales que
implican el flujo del conocimiento a cierta escala y el trabajo sobre

53 Perspectivas interesantes y esperanzadoras sobre el acceso libre a la


información pueden hallarse en Stallman (2004); Lessig (2005); Wark
(2006); Vercelli (2004, 2006).
54 No deseo desvalorar el papel que las patentes han tenido como estímulo a la
innovación y como privilegio de invención, en especial desde el siglo xviii.
El problema consiste en que en la actualidad han derivado en mecanismos
de poder muy potentes que generan situaciones, en algunas ocasiones,
inaceptables. Este es el caso, por ejemplo, de que grandes compañías
privadas han patentado formas de vida de animales y vegetales.
55 Dubois (2005) señala:
El derecho al acceso y al uso de la información se puede bloquear fácilmente
utilizando de manera interesada los precios, las patentes o las políticas de
censura. Por otra parte, los equipos de alta tecnología sin duda tienen un
potencial de uso grande, pero pueden resultar inútiles si las personas no
tienen la educación y formación necesarias para operar con esos aparatos;
y, sobre todo, para utilizarlos de manera que hagan uso pleno del
conocimiento o información al que acceden. (p. 9)

78
La segregación digital…

el trabajo de otros, o el conocimiento a partir del conocimiento de


otros (Lessig, 2005).
Cuando al conocimiento se le pone el sello de la patente, se
le clausura y ello es perverso, ya que la potencialidad del cono-
cimiento termina siendo definida por compañías —y ahora uni-
versidades-empresa— que pueden direccionar su desarrollo futuro
o terminar por enterrarlo si no satisface sus deseos inmediatos
(Lessig, 2005; Wark, 2006). La potencialidad del conocimiento de
punta debería formar parte de la carrera por mejorar la vida de la
humanidad56. El actual modelo de patentes es completamente in-
adecuado, lesivo y dañino, tanto para quienes innovan como para
quienes podrían beneficiarse del nuevo conocimiento. En la fase
más reciente del desarrollo investigativo, las tdic han estado pre-
sentes, e incluso ahora están participando, en la redefinición de las
prácticas abusivas de las grandes compañías. Pero hay esperanzas
al respecto, precisamente porque los ordenadores y la Internet,
junto con el software libre, son protagonistas.
No hay que olvidar que Internet nació con el ideal del libre
flujo de información, pero esta característica ha ido virando hacia
el modelo de pago por la información relevante, lo cual se traduce
en formas de segregación en el contexto científico y de generación
de nuevo conocimiento57. Las grandes compañías que utilizan la
información con fines de lucro, están utilizando el copyright —y,
por supuesto, las patentes— para controlar y direccionar el flujo de
información. Lo paradójico es que gran parte de la investigación
de punta está vinculada con las universidades, muchas de las cuales
son públicas y, por tanto, la financiación con recursos públicos
termina convirtiéndose en un negocio para quienes catalizan el
flujo de información mediante las publicaciones de pago.
Los costos de acceso y difusión de la información científica
han bajado sustancialmente a medida que las publicaciones digi-
tales han aumentado. Ello puede tener impactos formidables en

56 Véase: Wark (2006).


57 Sobre el debate en torno a la difusión del conocimiento científico en
relación con las tensiones entre el libre acceso y el acceso restringido,
véanse: Barañón (2002); Chaparro (2006).

79
Jeffer Chaparro Mendivelso

otros aspectos, como la mayor motivación para iniciar o continuar


actividades de investigación, en especial, por la disminución de las
restricciones de consulta, y la diversificación de los temas de interés;
puesto que ahora, no necesariamente en todos los casos, los tópicos
están directamente vinculados a los presupuestos para las pesquisas
(Barañón, 2002).
El rumbo que tome la investigación en los próximos años y
décadas estará vinculado, en gran medida, al libre acceso de la
información científica. Las licencias abiertas, como las Creative
Commons, desempeñarán —y ya lo están haciendo— un papel
central en el futuro de la actividad científica en el mundo (Cha-
parro, 2006). De todas formas, no hay que omitir el análisis de las
restricciones técnicas y socioeconómicas que actúan como regula-
dores del flujo de la información electrónica. Las inercias en torno
a la desigualdad de producción de conocimiento no cambiarán de
la noche a la mañana.
La segregación digital representa, incluso, problemas para
quienes tienen acceso a la red. El modelo de pago por la infor-
mación científica relevante favorece la divisoria digital, pero a
ella se contraponen la cultura del libre acceso, el hacktivismo y
la cultura hacker (Himanen, 2001; Wark, 2006). La pugna, que
apenas empieza, está mediada y permeada por los discursos pú-
blico y privado, al igual que por las ideas disidentes, alternativas,
críticas y libertarias.

Las políticas, el discurso y la acción como catalizadores:


discurso público, discurso privado y discurso disidente
La segregación digital está tomando cada vez más fuerza en la
esfera discursiva, la cual actúa como otro gran factor catalizador o
mediador de la instalación del mundo digital. Adoptar o no adoptar
desde el discurso, las tdic pueden incidir en la segregación digital.
En estos momentos, no solo hay iniciativas para frenar la exclusión
y la brecha digital en los grupos de jóvenes —que se constituye
en uno de los lugares comunes de análisis—, sino que, además, se

80
La segregación digital…

están utilizando las tdic para tratar de disminuir la segregación en


general58, es decir, las otras formas de segregación.
En un mundo segregado que tiende a la interconexión dife-
rencial, donde se promueve la sociedad del conocimiento, pero en
el que en realidad está instalada la sociedad de la desinformación
o de la mal-información —radio, prensa, revistas, televisión, In-
ternet de masas—, los discursos son protagonistas. Aunque existen
matices, hibridaciones, acuerdos, consensos y disensos, los dis-
cursos centrales en torno a las tdic y, por consiguiente, a la se-
gregación digital, se pueden agrupar en tres grandes grupos: 1) el
público, 2) el privado y 3) el disidente. Los dos primeros, por lo
general, han establecido fuertes acuerdos —y más en la actual fase
neoliberal—, mientras que el tercero circula en contravía.

El discurso público: ¿realmente público?


El discurso público, dirigido esencialmente por los estados,
pero permeado fuertemente por las compañías privadas que pro-
mueven la penetración y expansión de las tdic, reconoce que la
brecha o segregación digital es uno de los grandes temas del nuevo
milenio. El reconocimiento se ha configurado desde diferentes en-
tradas, entre las que resaltan dos: 1) como eje relevante dentro de
los objetivos de desarrollo del milenio (odm) y 2) como catalizador
hacia la supuesta sociedad de la información.
El 17 de mayo de 2006 se celebró el primer Día Mundial de la
Sociedad de la Información, como resultado de la propuesta rea-
lizada por las Naciones Unidas (un, por sus siglas en inglés) y la
Unión Internacional de las Telecomunicaciones (itu, por sus siglas
en inglés) —donde, precisamente, tienen gran influencia y repre-
sentación las compañías privadas de telecomunicaciones—. Una de
las principales razones para la celebración fue justamente la idea
de llamar la atención del mundo respecto a la brecha digital, para
involucrar a los diferentes actores de la sociedad en la consecución
de los objetivos de desarrollo del milenio.

58 Sobre este tema, que cada vez toma más importancia desde la perspectiva
política, consúltese: García (2005).

81
Jeffer Chaparro Mendivelso

En el Informe sobre el desarrollo mundial de las telecomuni-


caciones 2006. Evaluación de las tic para el desarrollo económico
y social, la itu hace un llamado de atención contundente para
asumir con total seriedad la divisoria o brecha digital (itu, 2006).
Las conclusiones del informe se condensan en tres grandes frentes:
1) coexisten antiguas y nuevas brechas digitales, tanto en el acceso
material como en el uso social de las tdic, 2) aunque se han lo-
grado avances, aún existen problemas asociados a los indicadores
estadísticos que permitan medir los diversos efectos de las tdic
y 3) si bien ha aumentado el acceso a las tdic, sus repercusiones
son tangibles y heterogéneas, se manifiestan de forma clara en el
comportamiento económico y productivo, desde las economías de
carácter local hasta las dinámicas globales.
En realidad, es lamentable que, aunque suene a nobles y trans-
parentes intenciones —incluso de tinte algo utópico, lo cual es po-
sitivo—, el discurso de la onu frente a la segregación digital esté más
dirigido a promover el negocio de las grandes compañías transna-
cionales de las telecomunicaciones, que a crear líneas de acción para
constituir realmente la sociedad de la información. Aquí un ejemplo
de ese discurso:
Los procesos económicos mundiales, incluido el comercio in-
ternacional, están cada vez más influidos por la creación, difusión,
acumulación y aplicación de información y conocimientos. El de-
sarrollo ya no puede entenderse sin tener plenamente en cuenta
los efectos generalizados de las tecnologías de la información y las
comunicaciones (tic) y su aplicación en las actividades empresa-
riales. El Informe sobre la Economía de la Información 2006, de la
Unctad, ha sido preparado, como los anteriores de la serie Comercio
Electrónico y Desarrollo, con la finalidad de interesar a la comu-
nidad internacional en las consecuencias que tienen para los países
en desarrollo los cambios que están produciendo las tic en la pro-
ducción, el comercio y las finanzas. El presente informe también se
propone apoyar los esfuerzos de los países en desarrollo para su-
perar los problemas que entraña la reducción de la brecha digital y
lograr que sus empresas sean más competitivas gracias a las tic y el
comercio electrónico. Con tal fin, el informe analiza concretamente

82
La segregación digital…

los problemas normativos de los países en desarrollo, propone po-


sibles soluciones y expone y explica las mejores prácticas interna-
cionales actuales. (un, 2006, p. 1)

Para reforzar la visión de negocio que ya he mencionado, y


que está ampliamente difundida, expongo los puntos centrales que
trata el Informe sobre la Economía de la Información 2006, de las
Naciones Unidas (un, 2006)59, los cuales son bastante elocuentes:
• Indicadores de las tic para la promoción del desarrollo: ten-
dencias y efectos.
• Examen de las políticas nacionales en materia de tic para la
economía de la información.
• Políticas y prácticas sobre tic en beneficio de los pobres.
• Las tic en el sector petrolero: consecuencias para las economías
en desarrollo.
• tic, empresas y empleo: políticas adecuadas.
• Arquitectura orientada a servicios y tecnologías de servicios
web: tendencias y consecuencias para el comercio electrónico
en los países en desarrollo.
• La arquitectura en capas de Internet: principios y políticas de
gobernanza. La capa física —cable, fibra óptica—; la capa lógica
—donde se encuentra el protocolo—; la capa de aplicación
—donde se encuentran las funciones que utilizan los usuarios—,
y la capa de contenido —texto, gráficos, audio, video—.
• Leyes y contratos en el contexto del comercio electrónico.

Las políticas que intentan mejorar la cobertura o el acceso a


las tdic mediante innovaciones tecnológicas —como con Internet
inalámbrico (Wareham, Levy y Shi, 2004)— son importantes y re-
levantes, pero omiten el problema del uso, que se constituye en la
siguiente fase de la segregación digital. Menos se hace énfasis en
la utilización de la información para crear nuevo conocimiento,
de tal manera que el círculo político tiende a cerrarse en torno al

59 Para ampliar la información, véase: un (2006). Information Economy


Report…

83
Jeffer Chaparro Mendivelso

negocio asociado a las capas de la población que, en potencia,


pueden constituirse en mercado para las tdic de consumo masivo
—ordenadores, Internet y teléfonos móviles—. Aunque hay algunas
excepciones, el discurso público respecto a la segregación digital
se alinea fuertemente con los intereses de la empresa privada, a
la cual, realmente, no le interesa que la gente forme parte de la
sociedad del conocimiento, pero sí que entre en el círculo de la so-
ciedad de la información —o mejor, de la desinformación—.
Aunque la tendencia general desde lo público tiende a favo-
recer lo privado, se vislumbran algunos cambios de rumbo. Existen
países y administraciones públicas locales que están optando por
el software libre. Incluso, la itu, que defiende el neoliberalismo,
denota algún pequeño cambio en su discurso general. Al respecto
es de destacar que en el World Information Society Report 2006 se
considera como adecuado propiciar el uso de software libre como
mecanismo que permite ofrecer oportunidades en el marco de la
sociedad de la información (itu, 2006a)60.

El discurso privado: la perspectiva neoliberal


Las tdic han empezado a dinamizar y articular, de una u otra
forma, todas las actividades productivas. Puesto que la instalación
del mundo digital está en las primeras fases, las posibilidades de
ingresar con objetos técnicos digitales a todos los segmentos del
mercado, y de la vida de las personas, es, en potencia, la gran mina
de dinero —y de poder— que los comerciantes de las telecomunica-
ciones y de la información tienen en la mira. El problema no es solo
la cuestión de la difusión de la técnica, sino también las profundas
implicaciones en todos los aspectos de la sociedad y del territorio61.
Hoy en día, nadie discutiría el radical impacto que se derivó de la di-
fusión de la energía eléctrica, el telégrafo o del teléfono62 . Si queremos

60 Mayor información en itu (2006b).


61 Para adentrarse en el tema del territorio y las tdic desde la perspectiva
del negocio privado, recomiendo visitar el sitio web de la empresa
Telegeography, http://www.telegeography.com/.
62 Que, precisamente, fueron impulsados por actores privados, claro que bajo
una lógica diferente a la actual.

84
La segregación digital…

un mundo mejor para todos, es necesario darle el valor que me-


recen las tdic y la actual segregación digital.
Hacia finales del 2008, alrededor del 16% de la población del
planeta tenía acceso a Internet 63. Esta cifra, bastante reveladora en
torno a la segregación digital macro o planetaria, es vista por las
multinacionales de la comunicación64 y por los pequeños nuevos
empresarios de las tdic como la gran oportunidad de negocio. Ello
se refleja en las denominaciones de banca electrónica, gobierno
electrónico, educación virtual, comercio electrónico, teletrabajo,
telemedicina, seguridad informática, domótica, acceso digital a
contenidos de pago —televisión y cine a la carta mediante In-
ternet 65—, consumo virtual, mundos virtuales66, videojuegos, entre
muchos otros servicios y productos. Las posibilidades de ingreso
económico que ofrecen los bits que sustentan la instalación del
mundo digital no son algo minúsculo ni despreciable67.
La segregación digital que está instalada, perfilada en los ca-
pítulos de la primera parte, constituye una gran motivación para
las compañías, empresas u organizaciones relacionadas con las
tdic, desde las que diseñan —asociadas a la innovación tecno-
lógica— hasta las que llegan al hogar de las personas —comercia-
lizadores y mercaderes de los bits68—. Aunque las posibilidades
de cambio social y territorial son inmensas, incluso mayores de
lo que pudiésemos imaginar ahora, el curso que está tomando la
difusión y el uso de las posibilidades tecnológicas emergentes no es
del todo esperanzador. En las masas se incentiva el simulacro y el

63 Según la International Telecommunication Union (itu).


64 El tema de la excesiva concentración de poder que ostentan las compañías
dueñas de los medios de comunicación, es una línea de trabajo y análisis
bastante adelantada. Véanse, por ejemplo: Chomsky y Ramonet (1995).
65 Este servicio ya está funcionando en España, y es ofrecido por la compañía
Telefónica, http://www.telefonica.es/particulares.shtml.
66 Recomiendo darse un paseo por Second Life, en http://secondlife.com/.
67 A propósito del tema de la inserción de los bits y lo digital en las actividades
humanas y el sistema productivo, véanse: Terceiro y Matías (2001);
Chaparro (2004).
68 Como ejemplo se puede proporcionar el de la transnacional prisa, http://
www.prisa.com/es.

85
Jeffer Chaparro Mendivelso

consumo diferencial, pero no se promueve la construcción de sujetos


enterados de la realidad del mundo y críticos frente a su propia con-
dición (véase figura 2).

Figura 2. Cable TV. La (des)información


puede enajenar al sujeto.
Fuente: A. Boligan (2007). Bajo licencia Creative Commons
y con autorización del autor.

El discurso disidente: la perspectiva hacker


Existe una gran esperanza, el movimiento contracultural,
alternativo y disidente del software libre y de la libre circulación
de la información. Es la cultura hacker (Wark, 2006)69. Como su

69 Según el prefacio de Himanen (2001) a su libro La ética del hacker y el


espíritu de la era de la información:
En el centro de nuestra era tecnológica se halla un grupo fascinante de
personas que se autodenominan hackers. No se trata de celebridades
televisivas con amplia fama y reconocimiento, pero todos conocen sus
logros, que constituyen la nueva base tecnológica de la sociedad emergente:
Internet y la Red de redes (lo que en conjunto podríamos llamar la Red), el
ordenador personal, así como una parte importante del software utilizado
para que todo ello funcione. El diccionario del argot hacker, el ‘jargon file’,
compilado de forma colectiva en la Red, define a los hackers como personas
que se dedican a ‘programar de forma entusiasta’ y creen que ‘poner en

86
La segregación digital…

gran interés es romper las cadenas que imprime la propiedad, bajo


patentes y derechos de autor (Himanen, 2001; Lessig, 2005), sus po-
sibilidades de éxito podrían ser formidables. Nos encontramos en
ese punto de inflexión histórico, donde se arrecian las tensiones
entre quienes defienden a ultranza la propiedad de la información
—los dueños del mundo o de una parcela de él— y los que abogan
por que sea libre.
En definitiva, no puede dejarse en manos del mercado con-
seguir que el desarrollo tecnológico se dirija hacia las necesidades
humanas. El mercado reacciona frente a las demandas que vienen
apoyadas por el potencial adquisitivo y así la enorme oferta de
nuevos productos destinados al ocio, pero por su propia forma
de actuación no puede tener la misma sensibilidad para eliminar la
mala salud, la desnutrición, el aislamiento y la carencia de conoci-
mientos que padecen los pobres. La difusión de las nuevas tecnologías
a lo largo del siglo xx no se consiguió dejando sin más actuar a las
fuerzas del mercado, sino que requirió de esfuerzos específicos para
desarrollar soluciones tecnológicas de problemas humanos, adap-
tarlas a los países en desarrollo y divulgarlas ampliamente entre los
pobres. Hacer de las tic un instrumento al servicio del desarrollo
humano exigirá un compromiso político decidido y universal que
garantice las suficientes inversiones públicas y cambio de las reglas
de juego a fin de crear y diseminar ampliamente las innovaciones.
(Dubois, 2005, p. 10)

común la información constituye un extraordinario bien, y que además


para ellos es un deber de naturaleza ética compartir su competencia y
pericia elaborando software gratuito y facilitando el acceso a la información
y a los recursos de computación siempre que ello sea posible’. Esta ha
sido la ética hacker desde que un grupo de apasionados programadores
del mit empezaron a llamarse hacker a principios de la década de 1960.
(Con posterioridad, a mediados de la década de 1980, los medios de
comunicación empezaron a aplicar el término a los criminales informáticos.
A fin de evitar la confusión con aquellos que dedican su tiempo a escribir
virus informáticos y a colarse en los sistemas de información, los hackers
empezaron a denominar crakers a estos usuarios destructivos o piratas
informáticos. En este libro, utilizamos esta distinción entre hackers y
crackers). (pp. 9-10)

87
Jeffer Chaparro Mendivelso

Los que defienden la propiedad llevan la ventaja, ya que el


modelo económico neoliberal y las normas de los estados así lo es-
tipulan, pero los que defienden el cambio tienen algunos comodines
bajo la manga: trabajan en forma colaborativa, hacen circular la in-
formación y el conocimiento, producen innovaciones tecnológicas
y culturales, les interesa descubrir la virtualidad de la naturaleza y
la sociedad mediante los bits, no le temen al autoaprendizaje y han
logrado posicionar normativamente la cultura del regalo y la
colaboración franca mediante las licencias abiertas —como las
creative commons—. Aunque por ahora pesan relativamente poco
en el contexto macro de la segregación digital, está sembrada la se-
milla para el cambio. El rumbo que tome la instalación del mundo
digital depende más de cuestiones geopolíticas e ideológicas que
de las técnicas.
Abstracción

[001] Un doble atemoriza al mundo, el doble de la abstracción.


El destino de estados y ejércitos, empresas y comunidades depende
de él. Todas las clases contendientes, sea las dominantes, sea las
que son dominadas, lo veneran… pese a temerlo. El nuestro es un
mundo que se aventura a ciegas en lo nuevo con los dedos cruzados.
[002] Todas las clases temen esa implacable abstracción del
mundo, de la que, no obstante, depende su destino. Todas las clases
salvo una: la clase hacker. Nosotros hackeamos la abstracción.
Producimos nuevos conceptos, nuevas percepciones, nuevas sensa-
ciones hackeadas a partir de datos en bruto. Sea cual sea el código
que hackeamos, ya sea lenguaje de programación, lenguaje poético,
matemáticas o música, curvas o colores, somos nosotros quienes
abstraemos nuevos mundos. Aunque nos presentemos como inves-
tigadores o autores, artistas o biólogos, químicos o músicos, filó-
sofos o programadores, cada una de estas subjetividades no es más
que un fragmento de una clase que, punto a punto, todavía está co-
brando consciencia de sí misma como tal. (Wark, 2006, p. 15)

La utopía, por más que muchos se empecinen en enterrarla,


no ha muerto, se resiste. Los ideales de la Revolución Francesa no

88
La segregación digital…

se instalaron realmente. El mundo está por diseñarse, y requiere


tomar lo mejor de las ideas del pasado —no olvidar—, pero también
tener los pies sobre la tierra para reconocer los problemas del pre-
sente y los fenómenos conflictivos que vendrán, que incluso ya son
visibles, como el cambio climático, el diseño del mundo genético y
la instalación del mundo digital. El excesivo poder que han tomado
los grupos vectorialistas70 —por usar el término de Wark— debe
atajarse. No para llegar a ostentar el poder de facto que tienen —ese
sería un grave error—, sino para rediseñar el mundo desde pers-
pectivas realmente libres, responsables, éticas y justas. El futuro
no está escrito.

El camino hacia el análisis de


la segregación digital
La segregación asociada a la instalación del mundo digital se
constituye en un fenómeno de relevancia especial a inicios del siglo
xxi. Esta segregación afecta, de manera diferencial, a las diversas es-
calas geográficas y a las actividades productivas. Pero la segregación
misma es heterogénea y se caracteriza por estadios, que van desde el

70 En las mismas palabras de Wark (2006):


[318] Una vez que la información se ha convertido en el objeto de un
régimen de propiedad, surge una clase vectorial que extrae su margen
a partir de la propiedad de la información. Los miembros de esta clase
compiten entre sí por las formas más lucrativas de mercantilizar la
información como recurso. Con la mercantilización de la información
llega su vectorialización. Extraer un excedente de la información requiere
tecnologías capaces de transportar información a través del espacio,
pero también a través del tiempo. El almacenaje de la información puede
ser tan valioso como su transmisión, y el archivo es un vector del tiempo
igual que la telestesia es un vector del espacio. Todo el potencial del
espacio y del tiempo se convierte en un objeto de la clase vectorial. [319]
La clase vectorial surge como tal una vez está en posesión de tecnologías
poderosas para vectorializar la información. La información se convierte
en algo diferente a las condiciones materiales de su producción y su
circulación. Se extrae de localidades, culturas y formas concretas, y se
distribuye en círculos cada vez más amplios bajo el signo de la propiedad.
La abstracción de la información del mundo se convierte, a su vez, en el
medio de abstraer al mundo de sí mismo. (p. 149)

89
Jeffer Chaparro Mendivelso

deseo de posesión y uso de las tdic hasta la posibilidad de creación


de nuevo conocimiento a partir de las técnicas digitales. En todo
ello, los discursos, como mecanismos ideológicos y de poder, se
constituyen en catalizadores de la segregación digital emergente.
La propuesta teórico-metodológica que aquí he perfilado, debe
asumirse como un punto inicial, como un aporte, como una in-
vitación al análisis de las formas de segregación emergentes en el
marco de la instalación de las tdic en el territorio y en la sociedad.

90
Capítulo 3
La dispersión urbana y las tecnologías digitales
de la información y la comunicación

¿Concentración o desconcentración?, ¿crecimiento o


decrecimiento?, ¿agrupación o dispersión? Estas son algunas de las
preguntas que muchos interesados en los procesos y las dinámicas
urbanas y rurales se han hecho aproximadamente en las últimas
cuatro décadas. La preocupación ha surgido fundamentalmente
porque los patrones de crecimiento poblacional y de urbanización
han cambiado en función de varios factores como el modelo eco-
nómico y productivo, las posibilidades de comunicación y de
transporte y las expectativas emergentes de la población en cuanto
al lugar de vivienda y el estilo de vida. En efecto, “el interés por los
procesos de suburbanización y la eventual ‘disolución’ de la ciudad
compacta tradicional en una ciudad cada vez más dispersa y frag-
mentada resulta ya una constante en la reflexión urbanística de las
últimas décadas” (Monclús, 1998, p. 5).
A la vez, especialmente en el último decenio, las nuevas teleco-
municaciones han influenciado importantes impactos económicos
y sociales que se han materializado en el territorio. Internet puede
considerarse su mejor exponente y hoy forma parte fundamental

91
Jeffer Chaparro Mendivelso

de la convergencia tecnológica que estamos viviendo. Así, como


lo plantea Castells (2001): “de los procesos simultáneos de con-
centración espacial, descentralización y conexión, continuamente
reelaborados por la geometría variable de los flujos globales de in-
formación, surgen nuevas configuraciones territoriales” (p. 235).
La idea central, desarrollada en tres apartados y una coda, es
explorar el fenómeno de la dispersión urbana y el impacto de las
tecnologías digitales de la información y la comunicación (tdic)
en el territorio. Para ello presento una parte inicial en la que se
hace un recuento de algunas de las ideas que han surgido alrededor
de la dispersión urbana, incluyendo el análisis de sus caracterís-
ticas fundamentales, de las razones que la podrían explicar y de los
efectos sociales y territoriales derivados. El siguiente apartado se
centra en la articulación entre la ciudad y las nuevas telecomuni-
caciones, donde trato algunos puntos como las infraestructuras, la
planificación urbana y la ciudad del mañana. La última sección se
ocupa de la dispersión urbana desde la perspectiva de las tdic, in-
cluyendo fenómenos emergentes como la ciberdemocracia, el tele-
trabajo y la simultaneidad en la concentración y desconcentración
territorial. Finalizo con algunas reflexiones sobre lo que se podría
esperar para la ciudad en el marco de las realidades emergentes
asociadas a las nuevas telecomunicaciones.
Es adecuado aclarar que principalmente me refiero a los en-
tornos urbanos de los estados que están a la vanguardia en las
tdic1, lo cual no implica que se excluyan algunas inferencias al
hecho urbano y al fenómeno en otros contextos.
Considero que más que respuestas, quedan interrogantes e in-
quietudes. Además, el tema se perfila como fuertemente sugestivo, ya
que a cada momento los procesos socioterritoriales y las nuevas tele-
comunicaciones se imbrican más. Estamos asistiendo a los inicios
de algo trascendental para la ciudad y la sociedad del mañana 2.

1 Algunos denominan a estos estados como industrializados o


posindustrializados, y otros como desarrollados.
2 Este texto se publicó como un capítulo dentro del libro El desafío de las
áreas metropolitanas en un mundo globalizado: una mirada a Europa y
América Latina. Barcelona: Institut Catalá de Cooperació Iberoamericana,

92
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

Algunas ideas sobre la dispersión urbana


El fenómeno relativamente reciente de desconcentración urbana
y de migración poblacional hacia las zonas rurales o menos densas,
especialmente en los países altamente industrializados, ha sido de-
nominado de diversas formas por varios autores, aunque podría
decirse que la idea central es la misma. Para sostener esta alusión,
refiero algunas de las formas cómo el fenómeno ha sido denominado
y las nociones que en torno a él se han construido.
En buena medida, la discusión sobre este fenómeno tiene sus
inicios en las décadas de 1950 y 1960, cuando se comienzan a re-
conocer neologismos asociados a las nuevas realidades urbanas
(Monclús, 1998). En la década de 1970, en Europa se empieza a
hablar de ciudad difusa, metápolis o de hiperciudad, mientras que
el concepto de área metropolitana empieza a ser considerado como
poco adecuado. Fielding (1986) señala que en la década de 1950, el
patrón general de migración en los países de Europa Occidental se
caracterizó por la correlación entre la migración neta y el tamaño
de los centros de población. Pero esta tendencia cambió hacia la
década de 1970, cuando se observó que la correlación era a la in-
versa, ya que los centros principales experimentaron una dismi-
nución de la migración mientras que en las poblaciones pequeñas
y medias aumentaba, lo que marcaría el paso de la urbanización
dominante a lo que él denominó como contraurbanización. Para el
caso de Francia, Fielding (1986) muestra, con datos censales entre
1954 y 1982, que gradualmente la tendencia a la urbanización le va
dando paso a la contraurbanización, situación que también sería
observada en otros estados de Europa Occidental.
El término ‘contraurbanización’, introducido por Berry
(Arroyo, 2001) en 1976, se refiere fundamentalmente a la tendencia
de crecimiento observada en los sectores no metropolitanos de las
ciudades norteamericanas más antiguas, con la consecuente dis-
minución poblacional en los centros urbanos principales. Para
otros autores (Champion, 1988), el término ‘contraurbanización’

Institut d’ Estudis Territorials, Pontificia Universidad Católica de Chile,


2003a, pp. 567-591.

93
Jeffer Chaparro Mendivelso

envuelve la noción de cambio en los patrones sociales de distri-


bución, especialmente desde la perspectiva de la relación inversa
entre el tamaño de la población de un lugar y la tendencia mi-
gratoria, donde las áreas rurales se constituyen en las principales
zonas de atracción.
Según Dematteis (1998), en Norteamérica este comportamiento
ha sido denominado preferencialmente contraurbanización. Para
Kontuly (1988), el término ‘contraurbanización’ se usa en Europa
Occidental para señalar un fenómeno similar al norteamericano,
caracterizado por una tendencia migratoria hacia las áreas rurales;
además, es común en los países altamente industrializados. Este
término —denominado originalmente también como “desconcen-
tración demográfica espacial”—, empleado para definir los fuertes
cambios migratorios observados fundamentalmente en las dé-
cadas de 1970 y 1980, ha suscitado todo un debate sobre cuál es el
más adecuado, aunque continúa siendo empleado para describir y
caracterizar el fenómeno.
En esta línea de observar cómo se ha denominado el fenómeno,
Dematteis (1998) expone que
[…] los recientes procesos de periurbanización y de difusión
reticular de la ciudad (“ciudad difusa”) están dando origen a pe-
riferias urbanas de un tipo muy distinto de aquellas que se han
formado en Europa desde la Revolución Industrial hasta la década
de 1960. (p. 17)

Además, añade que el fenómeno de la ciudad difusa tiende a


ser similar en el ámbito latino-mediterráneo y en el anglosajón,
los cuales llevaban caminos distintos. En el mismo sentido, otros
autores (Ferrás, 2000) asumen que
[…] la ciudad desconcentrada se caracteriza por la dispersión
en el espacio de la población urbana, entendiendo por tal la que no se
encuentra funcionalmente vinculada a las actividades propias de las
áreas rurales, es decir, a la población que reside en las áreas rurales
—o poco densas— y que no se encuentran ocupadas en las activi-
dades agrarias. (p. 6)

94
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

Como se ha podido observar rápidamente, existen diversas


aproximaciones al fenómeno de la urbanización dispersa o con-
traurbanización. Algunos consideran que esencialmente puede
asumirse como la continuación de la suburbanización, mientras
que otras posiciones asumen pertinente su inscripción como un
fenómeno completamente nuevo (Arroyo, 2001). Se podría decir,
entonces, que existen varios términos para denominar el mismo fe-
nómeno. De allí que, muy probablemente, la confusión conceptual
esté asociada a la escala con la que se mire y al contexto territorial
donde se genere la reflexión (Monclús, 1998).
Redondeando esta parte, se puede asumir que aunque en el
fondo el fenómeno responde esencialmente a la dispersión espacial
del crecimiento de las áreas urbanas, este ha sido llamado o aso-
ciado diferencialmente (Monclús, 1998) a conceptos o procesos
como el de suburbanización —en la literatura anglosajona, es-
pañola e italiana—, rurbanización y periurbanización —literatura
francesa y española—. Mientras en Norteamérica —y también
parte de Europa— se ha denominado preferencialmente como con-
traurbanización (Dematteis, 1998). A esta altura, se puede asumir
que las nociones de dispersión urbana y de contraurbanización
pretenden referirse al mismo fenómeno, pero pueden hacer más
énfasis en uno u otro aspecto.

¿Cuáles son las características fundamentales


de la dispersión urbana?
Ya señalé que el fenómeno de la dispersión urbana ha sido de-
nominado de forma diferente. Ahora me referiré a algunas de sus
características fundamentales. La dispersión física de la ciudad, o la
discontinuidad de las construcciones asociadas al ámbito urbano,
se manifiesta o se puede apreciar en las áreas rurales cuando en
cierto período al crecimiento poblacional le corresponden incre-
mentos fuertes y sustanciales en el área urbanizada, donde los lí-
mites tienden a ser muy difusos y transicionales. Por otra parte,
en los centros urbanos se presenta, complementaria y simultánea-
mente, una tendencia contraria.

95
Jeffer Chaparro Mendivelso

La dispersión urbana se manifiesta, sobre todo, en la pérdida


de población de las ciudades densas como producto de su despla-
zamiento hacia las periferias o zonas alejadas físicamente pero
bien comunicadas; aunque también influye el crecimiento pobla-
cional y su ubicación fuera de los centros urbanos principales. Se
caracteriza, en esencia, por el predominio de bajas densidades po-
blacionales o de construcciones de diversos tipos (Monclús, 1998)
como industrias, universidades o centros comerciales, fuertemente
vinculados a infraestructuras viales adecuadas y a la presencia
recurrente de espacios libres o sin disposición de edificaciones.
“Estamos asistiendo a la explosión de la ciudad sobre la región,
por la cual las actividades económicas, población y vivienda se
expanden y fluyen hacia las áreas rurales próximas a la ciudad”
(Ferrás, 2000, p. 2), presentándose un cambio de sentido de los
flujos migratorios, pasando de ser campo-ciudad a ciudad-campo,
predominantemente. Aquí, la definición de campo o de área rural
empieza a generar conflictos.
Al precisar la contraurbanización —o la urbanización dis-
persa—, es adecuado tener en cuenta dos criterios o características
fundamentales (Butzin, 1988): el primero es estructural, asociado a
un tipo de proceso de descentralización que muestra mayores tasas
de crecimiento en unidades espaciales pequeñas y de menor je-
rarquía urbana; el otro es espacial y está asociado a la redistribución
de la población y del trabajo en un contexto interregional más allá
de las zonas del contacto habituales de las grandes ciudades. La dis-
persión está fuertemente ligada al ciclo de vida urbano (Dematteis,
1998), que presenta en orden los estadios de urbanización, subur-
banización, desurbanización y reurbanización. Se puede asumir,
de manera complementaria, que también los mercados del suelo y
de vivienda, al igual que la posibilidad de prestación de servicios
públicos básicos, se constituyen como reguladores y catalizadores
de la desconcentración y de la “ciudad fragmentada social y admi-
nistrativamente” (Nel-lo, 1998, pp. 49, 36).
Las actividades urbanas también definen y caracterizan la dis-
persión, ya que el espacio urbano es una red de relaciones de “geo-
metría variable”, que lleva a pensar que sus funciones influyen

96
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

de forma decisiva en la difusión territorial de las actividades pro-


ductivas y de servicios (Nel-lo, 1998). Influye también el mercado de
trabajo, en cuanto a su movilidad, y los adelantos tecnológicos y
de comunicación.
Como otra característica fundamental de la dispersión urbana,
se destaca que la población que ocupa estas áreas, en general, es
heterogénea en relación con sus motivaciones (Ferrás, 2000), ya
que las personas pueden buscar desde un ambiente más tranquilo
y menos convulsionado hasta el reencuentro con la naturaleza aso-
ciado a algunas posturas ecologistas o ambientalistas, tanto com-
partidas como discutidas desde diferentes perspectivas. De ahí que
pueda asumirse que la dispersión también refleja la estructura eco-
nómica y las formas de vida asociadas (Nel-lo, 1998).
Recogiendo algunas de las características del fenómeno, Arroyo
(2001) asume que existen tres tendencias que abordan el fenómeno
de la contraurbanización —o dispersión urbana—. Una se centra
en el desarrollo del medio rural, trabajada fundamentalmente en
Francia y España; otra se preocupa esencialmente por la saturación
de las áreas centrales y su influencia en la percepción del medio
rural como idealización de un mejor lugar de vivienda; y la última,
abordada de manera predominante en los estudios anglosajones, se
ubica en relación con los cambios en las funciones territoriales.
A esta altura surgen varias preguntas. Aquí de manera somera
una: ¿quiénes pueden acceder a estas nuevas áreas de urbanización
dispersa? Seguramente, los que tienen las posibilidades económicas
para sostener el nuevo ritmo de vida asociado, lo que incluye la
capacidad de adquirir propiedades —que pueden ser de precio
considerable—, los que asumen que sus comodidades serán iguales
o superiores en calidad de vida urbana y quienes necesariamente
pueden y hacen intensivo uso del automóvil como principal medio
de transporte, entre otros aspectos. Los que pueden sostener la
vinculación a la ciudad estando en el campo —para cierto tipo
de dispersión— son quienes poseen posibilidades económicas, lo
cual manifiesta y refleja cierto tipo de segregación o diferenciación
social, que correlativamente es también territorial.

97
Jeffer Chaparro Mendivelso

Pero ¿dónde se podrían sostener estas y otras posibilidades?


Para algunos, el concepto de contraurbanización solo es aplicable
a estados altamente industrializados y no a los que se encuentran
—aparentemente— en vías de desarrollo (Arroyo, 2001), porque allí
todavía los centros urbanos principales crecen a expensas de las pe-
riferias. Sin embargo, considero que aunque en dichos estados no se
está presentando disminución poblacional de los centros urbanos
principales, sí están empezando a presentarse paralelamente fenó-
menos de dispersión urbana, claro que protagonizados por ciertos
sectores de la población, favorecidos, entre otros factores, por la
mayor movilidad, el aumento del valor de los predios en los centros
principales y la —supuesta y discutida— búsqueda de “seguridad” y
condiciones ambientales diferentes y “mejores” a las urbanas3.
En las grandes ciudades de Latinoamérica, a mi juicio, se pre-
sentan simultáneamente los dos procesos: 1) concentración po-
blacional en los centros principales y 2) dispersión selectiva hacia
ciertas zonas y por ciertos grupos poblacionales. Esto se genera
fundamentalmente porque no todos los habitantes de los centros
urbanos principales, ni de las áreas rurales, poseen pocos recursos
que impidan su asentamiento disperso y desconcentrado.
También influye el hecho de que, aunque no de la misma forma
que ocurre en los países altamente industrializados, las posibili-
dades de comunicación se ven favorecidas por la ampliación de
los ejes viales y la cada vez mayor accesibilidad al automóvil; esto
junto con la difusión que se está experimentando de los medios de
comunicación como la telefonía móvil y el acceso a Internet.
Tomando como referencia una ciudad latinoamericana, para
el caso de Bogotá, Colombia (Noriega, 2001), se ha señalado que
algunos de los aspectos considerados en el Plan de Ordenamiento
Territorial apuntan a controlar el proceso de dispersión urbana que

3 Un caso de estudio interesante, entre muchos otros, para América Latina,


específicamente para la Región de Espíritu Santo en Brasil, es el elaborado
por Campos y Bergamim (2007), http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-24509.
htm. Desde una perspectiva más general sobre estas nuevas formas de
segregación espacial, consúltese: Bellet (2007), http://www.ub.es/geocrit/sn/
sn-24508.htm.

98
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

está experimentando la Sabana de Bogotá, en especial porque las


zonas rurales están sufriendo procesos de especulación y de cambio
de uso; además, porque esta tendencia conlleva inconvenientes
para la planificación. Un ejemplo concreto de esta situación, es el
que se presenta entre la ciudad de Bogotá y el corredor Norte con-
formado por los municipios de Chía, Cajicá y Zipaquirá, ya que el
patrón de urbanización cada vez tiende a ser más disperso, aunque
alternado con núcleos concentrados.

¿Por qué la ciudad tiende a dispersarse?


Como primera medida, es conveniente considerar que no hay
un único factor que ofrezca una razón adecuada sobre la dispersión
urbana. Más bien debe asumirse como multicausal, considerando
factores estructurales que se entrecruzan y refuerzan, entre los
cuales se destacan: los cambios socioeconómicos, el mejoramiento
de las posibilidades de transporte y comunicación y la búsqueda de
confort y tranquilidad. Así (Dematteis, 1998):
[…] estas nuevas periferias son el resultado de profundos cambios
en las estructuras territoriales urbanas (desurbanización, contraur-
banización), en las tecnologías de la comunicación y de la infor-
mación (telemática), en la organización y en la regulación social
(posfordismo) que han transformado a los países industrializados
a partir de finales de la década de 1960. (p. 17)

Sobre los cambios socioeconómicos que han contribuido a la


dispersión, se puede asumir que los límites de la ciudad, en términos
físicos —presencia de murallas— y administrativos —jurídicos—, en
Europa Occidental empiezan a desvanecerse luego de la Revolución
Francesa y de los procesos posteriores derivados (Nel-lo, 1998). Esta
situación de eliminación o liberación de los límites se presentó
también por la necesidad de espacio, dado que muchas de las ciu-
dades amuralladas se caracterizaban por el hacinamiento y por
condiciones sanitarias poco favorables. Desde ese momento, acen-
tuado con la Revolución Industrial y el crecimiento poblacional del
siglo xix, la ciudad —en el marco espacial y social, ya referidos—

99
Jeffer Chaparro Mendivelso

empieza a crecer, inicialmente de forma concentrada, luego siguió


con el proceso de dispersión originado a mediados del siglo xx.
Este marco socioeconómico general debe ser complementado
con la alusión sobre los avances en los medios de comunicación y
de transporte, que influyeron de manera decisiva para que, a me-
diados del siglo pasado, la dispersión de la ciudad se consolidara.
Especialmente, es adecuado considerar el papel de la ampliación
y extensión de las redes viales, el uso cada vez más acentuado del
automóvil, la posibilidad de disponer de electrodomésticos como
la nevera, y el papel de las formas o medios de comunicación aso-
ciados al teléfono, la televisión y recientemente la telefonía móvil e
Internet; aspectos facilitadores para que una persona pueda despla-
zarse a diario hacia la ciudad a realizar sus actividades cotidianas,
mientras su residencia se encuentra en un área poco densa o —re-
lativamente— alejada de los centros urbanos principales.
Desde una perspectiva histórica más amplia, es posible se-
ñalar que la extensión y difusión de las redes técnicas, desde los
acueductos hasta el teléfono y la televisión, han sido factores im-
portantes de cambio urbano que no conviene desestimar. Hacia
mediados del siglo xix, muchas de las redes que hoy consideramos
como básicas, no se habían implementado en las ciudades de los
contextos más dinámicos —Europa y Norteamérica—.
Paulatinamente, las redes técnicas se han diseminado, hasta el
punto de constituirse en factores estructurales e indispensables para
la dinámica urbana actual (véase figura 3). De forma paralela, los
servicios de telecomunicaciones han acompañado dicho proceso,
derivando en los complejos urbanos interconectados que hoy de-
finen el hecho urbano en los contextos más avanzados en la imple-
mentación de las innovaciones técnicas (véase figura 4).
La correlación temporal entre el crecimiento del transporte de
pasajeros y de los diversos sistemas de comunicaciones, tomando
como ejemplo el caso de Francia, sugieren que la estructura y la
dinámica territorial, en especial la urbana y la regional, están ínti-
mamente ligadas a las redes técnicas (véase figura 5).

100
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

100%

80%

60%

40%

20%

1850 60 70 80 90 1900 10 20 30 40 1950 60 70 80 1990


Agua Electricidad
Alcantarillado (saneamiento) Automóvil
Transporte masivo Teléfono
Gas Televisión

Figura 3. La extensión de las redes técnicas urbanas entre


mediados del siglo xix y finales del xx.
Fuente: Dupuy (1998).

Desde inicios del siglo xx, y fundamentalmente después de la Se-


gunda Guerra Mundial, las redes viales fueron acondicionadas ne-
cesariamente a las nuevas realidades impuestas por la utilización
del automóvil (Dupuy, 1998). Es de resaltar el papel de las vías de
comunicación y la masificación del automóvil como mediadores
de la dispersión urbana, ya que “tráfico e infraestructura se em-
pujan mutuamente” (Vester, 1997, pp. 30-31). El aumento de la
movilidad urbana, en especial asociada al uso y flexibilidad que
ofrece el coche, se pone de relieve en la correlación existente entre
las pautas de urbanización y los niveles de motorización (Monclús,
1998). Este último aspecto es fundamental, ya que entre 1910 y 1950
el parque mundial de automóviles crece hasta llegar a 75 millones
de unidades, punto de inflexión en el que se presenta el inicio de
un incremento sustancial, puesto que se alcanzan un poco más de
los 400 millones de vehículos en 1980 (Monclús, 1998). Comporta-
miento que, a la par, puede explicar el declive relativo del uso del
transporte público (Monclús, 1998) (véanse tabla 3 y figuras 6 y 7).

101
Telegrafía
Telex
Banda ancha

102
Conmutación de datos
Telegrafía por paquetes
Conmutación de datos
Telex por circuitos
Telegrafía Conmutación de datos Telemetría
por paquetes Teletex
Telex Fax de texto
Datos de alta velocidad Fax a color
Telegrafía
Correo electrónico
Telegrafía Telex
Datos de velocidad media Conmutación de datos Teleperiódicos
Datos de baja velocidad por circuitos Videotex
Jeffer Chaparro Mendivelso

Telegrafía Telex Datos Telemetría Fax de voz


Telegrafía Fotografía Fotografía Fotografía Telefax
Telegrafía Telefax Telefax Telefonía
Telefonía Telefonía Telefax Telefax Teletex Telefonía de alta fidelidad
Telefonía Telefonía Telefax Videotex
Telefonía Teleconferencia
Sonido Sonido Telefonía Videoconferencia
Sonido estéreo de alta fidelidad Videoconferencia
Videotelefonía
Televisión a color Sonido estéreo de alta fidelidad Sonido estéreo de alta fidelidad
Televisión a color Cuadrafonía
Telefonía móvil Telefonía móvil Televisión a color
Telefonía móvil Televisión a color Televisión estéreo
Paginación Televisión estéreo Televisión en alta definición
Telefonía móvil Videotelefonía móvil
Paginación Telefonía móvil
Mensajería de texto
Fax móvil
Datos móviles
Videotexto móvil
Paginación

1847 1877 1920 1930 1960 1975 1984 2000

Figura 4. La expansión de los servicios de telecomunicaciones entre mediados


del siglo xix y finales del xx.
Fuente: Graham y Marvin (2001).
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

100 102

10 101

1,0 100

0,1 10-1

0,01 10-2
1800 1825 1850 1875 1900 1925 1950 1975 2000
Comunicación Transporte

Figura 5. Crecimiento correlativo del transporte de pasajeros


y de diversos sistemas de comunicaciones en Francia
entre inicios del siglo xix y finales del xx.
Fuente: Graham y Marvin (2001).

Pero el uso del automóvil implica aspectos más de fondo en


la dispersión urbana o contraurbanización, especialmente en la
relación espacio-tiempo de desplazamiento. En su intervención
en el Coloquio Transnacional sobre la Extensión Urbana, La ur-
banización dispersa en perspectivas, Fouchier (2002) presentó,
para el caso francés, datos que muestran que el tiempo de des-
plazamiento diario en automóvil no varía significativamente en
función de la distancia y de la densidad de las construcciones
urbanas. Sin embargo, sí encontró una fuerte correlación entre
mayor densidad urbana y menor porcentaje de personas que
utilizan el automóvil para su desplazamiento. Estos hallazgos
sugieren que el automóvil permite vivir lejos de los centros ur-
banos principales, sin que ello implique un aumento conside-
rable del tiempo de desplazamiento y que, a medida que aumenta
la densidad urbana, las personas tienden menos a utilizar este
modo para transportarse, lo que consecuentemente refleja la im-
portancia del papel del automóvil en la dispersión de la ciudad.

103
Jeffer Chaparro Mendivelso

Tabla 3. Densidad de automóviles por cada 1.000 habitantes en algunos


países del mundo entre 1902 y 1986

Año 1902 1913 1927 1950 1960 1970 1982 1986


Estados
1,6 13 189 260 340 430 537 552
Unidos
Alemania 0,3 1,1 5,1 40 90 227 387 446
Francia 1 3,1 22,7 40 110 240 369 383
Italia 0,2 0,5 15 30 180 337 392
Reino Unido 1,6 6,1 22,7 50 110 213 284 310
Japón 76 212 235
Brasil 23 65

Fuente: Dupuy (1995).

450
420 (1981)
Total de
400 vehículos
a motor
350
Automóviles
300

250

200

150

100

50

1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980

Figura 6. Parque mundial de vehículos a motor (1900-1981)


y parque mundial de automóviles (1960-1980).
Los datos están expresados en millones de unidades.
Fuente: Dupuy (1995).

104
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

Estados Unidos

500

450
Canadá
Australia
400
Alemania Federal
Número de vehículos por cada 1.000 habitantes

Suiza
Francia
350 Suecia

Países Bajos
Bélgica
Italia
300 Noruega
Reino Unido
Dinamarca
Finlandia
250

Irlanda Japón
200 España

150

100
Grecia

50

1955 1960 1965 1970 1975 1980 1985


Años

Figura 7. Evolución de la tasa de motorización en el mundo


entre finales de la década de 1940 e inicios de la de 1980. Los datos están
expresados en número de automóviles por cada 1.000 habitantes.
Fuente: Dupuy (1995).

105
Jeffer Chaparro Mendivelso

Retomando la idea de que cada vez existe mayor posibilidad


de acceso al automóvil, puede asumirse que la dispersión urbana
ha sido jalonada, en parte, por la posibilidad de disponer en las
zonas rurales de las mismas o similares comodidades que ofrece
la ciudad. Por tanto, en la construcción de nuevos territorios par-
ticipan, además del automóvil, la extensión de redes como las de
electricidad, teléfono y agua (Dupuy, 1995).
Las preferencias también ejercen su influencia. Por ejemplo,
Ferrás (2000), basándose en una encuesta del Instituto Gallup, co-
menta que alrededor del 35% de los españoles preferirían vivir en
poblaciones inferiores a 10.000 habitantes, el 55% se inclinaría por
las de menos de 50.000 y apenas el 9% se sienten a gusto en las
metrópolis. Se le ha atribuido la situación a decisiones individuales
asociadas a los beneficios y atractivos ambientales que ofrece el
vivir en zonas no muy congestionas y algo alejadas de las ciudades,
donde se puede encontrar confort y mejor calidad de vida. Por el
contrario, al mismo tiempo, otros consideran que existen razones
más estructurales, como el aumento del precio de la vivienda en los
centros urbanos principales o, mejor aún, el cambio que sufrió el
sistema productivo asociado al fordismo (Arroyo, 2001). Tampoco
se debe dejar a un lado otros factores fundamentales: el medio
físico —como limitante o no— y la herencia territorial asociada a
los poblados o asentamientos humanos preexistentes, que poste-
riormente sirven de sustento a la dispersión y la desconcentración.
La localización dispersa de las actividades económicas ha sido
influenciada por las innovaciones de carácter tecnológico y orga-
nizativo (Dematteis, 1998) y las nuevas posibilidades tecnológicas
han favorecido el cambio en los patrones urbanos de localización
(Monclús, 1998). En esta línea, basándose en información empírica
para Canadá, Butzin (1988) refiere dos aspectos fundamentales
que explican el fenómeno de la contraurbanización —o dispersión
urbana—. Por una parte, el ciclo de vida de las regiones centrales
oscila respecto a la capacidad tecnológica de transformación; por
otra, el ciclo de vida de la periferia permanece en el sector donde
estructural y funcionalmente hay desventajas potenciales para
el crecimiento.

106
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

¿Cuál es el papel de las tecnologías digitales de la información


y la comunicación? En los últimos años, las nuevas posibilidades
emergentes que ofrecen las nuevas tecnologías de la comunicación,
desde mi punto de vista, refuerzan la tendencia a la dispersión de
la ciudad por varias razones. El caso más relevante es la conver-
gencia de los medios de comunicación hacia Internet (Terceiro y
Matías, 2001), ya que favorece cambios sustanciales en términos
de redefinir el espacio y el tiempo en que las relaciones sociales
se enmarcan.
Muchas de las actividades que requerían necesariamente des-
plazamiento —por ejemplo, en automóvil—, ahora pueden reali-
zarse desde cualquier lugar que cuente con la infraestructura de
comunicación necesaria, que puede coincidir con un área donde
se manifieste la dispersión urbana. Un caso específico se presenta
en los trámites administrativos municipales de ciudades españolas
como Barcelona (Ajuntament de Barcelona, 2008), Madrid, Sevilla
y Zaragoza (García, 2002), ya que, en la actualidad, muchos pueden
ser realizados visitando las páginas web de los ayuntamientos sin
necesidad de acercarse físicamente a ellos. Además, las nuevas
oportunidades de consumir o trabajar —claro está que para ciertos
oficios— desde el hogar mediante Internet, está configurando todo
un tipo de nuevas relaciones que implican la prestación de servicios
desde o hacia zonas con baja densidad poblacional. Tal es el caso
de la posibilidad de adquirir música, libros y hasta el mercado del
hogar por la red, al igual que un médico ya puede realizar algunas
consultas virtuales a sus pacientes empleando las tdic4.
Para Castells (2001), aunque las principales áreas metropoli-
tanas o poblaciones del mundo concentran gran cantidad de po-
blación, allí se
[…] diluyen las distinciones tradicionales entre la ciudad y el
campo y la ciudad y la periferia. En ellas se incluyen, en discon-
tinuidad espacial, zonas construidas de diversa densidad, espacios

4 Véase: Observatorio para la Cibersociedad (ocs) (2008), http://www.


cibersociedad.net. Allí hay gran cantidad de investigaciones sobre las
múltiples dimensiones sociales asociadas al uso de las tdic. Véase también:
Estalella (2002).

107
Jeffer Chaparro Mendivelso

abiertos, actividades agrícolas, reservas naturales, extensiones resi-


denciales y concentraciones de servicios y actividades industriales,
repartidos a lo largo de ejes de transporte constituidos por autopistas
y sistemas de transporte público. No existe una verdadera división
en zonas, ya que los lugares de trabajo y las áreas residenciales y co-
merciales están dispersas en varias direcciones. Es más, aunque estas
regiones suelen estar centradas en torno a una gran ciudad central,
los centros urbanos menores quedan gradualmente absorbidos en
redes intrametropolitanas. Se forman nuevos nodos constantemente
[…]. Esta estructura metropolitana regional depende totalmente del
transporte y las comunicaciones y estos sistemas de comunicación
e información están siendo organizados por Internet y en torno a
Internet. El trabajo a distancia, desde casa, o entre lugares espa-
cialmente disgregados está aumentando considerablemente […].
En lugar del teletrabajo, lo que estamos observando es el surgi-
miento de una movilidad metropolitana multimodal. (pp. 258-259)
Por tanto, en la era Internet las regiones metropolitanas se ca-
racterizarán, simultáneamente, por la dispersión espacial y la con-
centración espacial, por la mezcla de los modelos de uso del suelo,
por la hipermovilidad y la dependencia de las comunicaciones y el
transporte, tanto intrametropolitanos como internodales. (p. 263)

En esta misma línea de articulación entre las tdic, el Plan Info


xxi de España, orientado fundamentalmente a municipios que po-
seen poca población (Reventós, 2001)5, es una clara muestra de que
los procesos urbanos, que incluyen la planificación estatal, están
considerando la implementación de las redes de información basa-
das en Internet para potenciar algunas actividades económicas y so-
ciales en zonas con urbanización poco densa. ¿Qué pasaría si planes
de este tipo se implementaran masivamente en zonas que presentan
procesos consolidados de dispersión urbana? ¿Será que podría refor-
zar la tendencia a la dispersión?

5 En la actualidad, este plan ha sido modificado y se ha articulado de manera


sustancial a la línea interés sobre la sociedad de la información en la Unión
Europea. Europa, 2008, http://europa.eu/index_es.htm.

108
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

Como ya he apuntado, un único factor no podría explicar ade-


cuadamente el proceso de dispersión urbana. Entre otros aspectos,
porque en el caso del uso del automóvil, por ejemplo, confluyen ra-
zones, tanto de corte económico estructural como de preferencias
personales. En la misma línea de las multicausalidades (Dematteis,
1998), en los países anglosajones, la dispersión urbana se deriva de
la Revolución Industrial y se asocia fundamentalmente a la posi-
bilidad de que las clases medias y obreras accedieran a la vivienda
individual, acentuándose con el posterior acceso al automóvil.
También se ha argumentado (Ferrás, 2000) que el fenómeno está
fuertemente asociado a dos factores: el surgimiento de la sociedad
postindustrial y la tercera revolución tecnológica —sobre todo,
aunque no exclusivamente, en las telecomunicaciones— que afecta
las formas en que la sociedad se apropia del territorio.

¿Qué se puede esperar de la dispersión urbana?


En primera instancia, podría señalar qué ha generado este fe-
nómeno. Se tiende a resaltar los conflictos, especialmente en re-
lación con los choques que surgen entre los usos urbanos y rurales,
las fuertes modificaciones del paisaje y los problemas ambientales
—donde resalta especialmente la contaminación—, el esfuerzo por
la prestación adecuada de servicios públicos, los inconvenientes
administrativos y fiscales, el aumento de los costos de las infraes-
tructuras, la creación del estereotipo de la vivienda dispersa como
indicadora de mejor calidad de vida y confort y la fuerte depen-
dencia del automóvil (véase figura 8).
También se deben considerar los aspectos positivos, ya que
la desconcentración de las áreas centrales puede asumirse como
posibilitadora de mejora de las condiciones de vida (Nel-lo, 1998),
permitiendo en ocasiones el resurgimiento de la dinámica de al-
gunas áreas rurales deprimidas y la utilización de algunas que no
tenían un uso aparente; al igual que puede favorecer la redistri-
bución de actividades económicas y de población en el territorio
(Ferrás, 2000).

109
Jeffer Chaparro Mendivelso

España

Escenario 1993 Escenario 2007

Figura 8. Accesibilidad territorial asociada a la infraestructura


de vías en España. Las zonas sombreadas representan
las zonas de accesibilidad reducida o limitada.
Fuente: Dupuy (1995).

Entonces, si la dispersión urbana tiene varias caras, se podría


esperar algo similar para su desenvolvimiento futuro. Por una
parte, parece claro que la ciudad, como mayor expresión del es-
pacio construido y modificado por el hombre, no va a desaparecer
—esto en contraposición a algunas visiones apocalípticas sobre la
dispersión urbana—. También se puede señalar que las tdic, así
como en algún momento lo ejerció predominantemente el acceso al
automóvil, están empezando a afectar los patrones de localización
y distribución, tanto de la población como de las actividades.
Si en las principales ciudades de los estados posindustriales,
la dispersión parece consolidarse, en las grandes conglomera-
ciones que muchos ubican por fuera del primer mundo, a la par
de la inercia o tendencia a la concentración, también se pueden
esperar fenómenos de desconcentración favorecidos principal-
mente por la flexibilidad asociada a las posibilidades emergentes
de comunicación.
Este panorama contribuye a considerar que el fenómeno de
la dispersión urbana abre muchas preguntas, motivando la in-
vestigación, no solo en los lugares en que ya se ha manifestado y
consolidado, sino también donde puede presentarse, o donde ya
está empezando a manifestarse. Coincido, para terminar este

110
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

apartado, con Ferrás (2000), cuando comenta sobre la dispersión


urbana que “falta saber sus implicaciones en los países en vías de
desarrollo” (p. 6).
Para pensar de una mejor forma qué puede advenir en las
ciudades, es adecuado reflexionar sobre el papel de las nuevas
telecomunicaciones y las tdic en la configuración y desenvolvi-
miento territorial de las áreas urbanas. Por eso vale preguntarse:
¿qué podemos esperar de la dispersión urbana en el marco de las
nuevas telecomunicaciones?

La ciudad y las nuevas telecomunicaciones


Como se ha visto, en el proceso de dispersión urbana han par-
ticipado varios factores, entre los que se cuentan las tdic. Hoy, la
revolución en la informática y las comunicaciones mediadas elec-
trónicamente son un elemento central para entender los procesos
y las dinámicas que están ocurriendo en las ciudades. Se puede
señalar que “el actual desarrollo de las telecomunicaciones tiene
importantes implicaciones para la forma física de las ciudades
contemporáneas” (Graham y Marvin, 2001, p. 312). Es pertinente
reflexionar sobre las implicaciones del fenómeno, ya que, en geo-
grafía y en las disciplinas preocupadas por la ciudad, las tecnologías
digitales han sido incorporadas apenas desde hace un poco más de
una década (Wheeler, Aoyama y Warf, 2000), constituyéndose en
campo promisorio para la investigación y la planificación.
Si por alguna razón, el término ‘ciudad global’ cada vez es más
utilizado para designar importantes áreas urbanas, es porque las
telecomunicaciones han permitido que los flujos económicos y de
poder encuentren en ellos el medio o la vía posible para hacer más
intensas las interrelaciones precedentes. Al respecto, se encuentran
algunas propuestas de un nuevo mapa del globo (Taylor et al., 2001)
que se deriva o surge de los flujos de conexiones de comunicaciones
entre las principales ciudades del mundo proveedoras de servicios,
en el que las configuraciones distan fuertemente de su ubicación ma-
terial o física. Las redes de relaciones entre estas ciudades globales
constituyen la nueva metageografía. Lo anterior no sería posible a

111
Jeffer Chaparro Mendivelso

esta escala, de no existir la transmisión electrónica de información


como la conocemos hoy (Beaverstock et al., 2000).
El interés por los efectos de las telecomunicaciones en la
ciudad ha surgido recientemente por la combinación de fenómenos
asociados a la globalización, la fusión y la generación de alianzas
productivas, la regulación y el cambio tecnológico, que en conjunto
enmarcan el ascenso de nuevas configuraciones geográficas y la re-
definición de los lugares y espacios urbanos (Wheeler et al., 2000).
Para Graham y Marvin (2001), la estrecha relación entre el sistema
productivo y las redes de telecomunicaciones están afectando y
reestructurando las ciudades y los sistemas urbanos, porque se
encuentran fuertemente vinculadas a los cambios sociales y eco-
nómicos. Pero el uso de las telecomunicaciones, como en el caso
de la conexión a Internet, al ser un producto social, no está des-
ligado de aspectos demográficos (Wheeler et al., 2000) como el
nivel de ingresos, el género, la formación académica, la edad y las
expectativas personales. De allí que tengamos enfrente un rico e
importante reto: aproximarse e investigar cómo las tdic están re-
estructurando las ciudades y la vida de sus habitantes. Ello puede
llevar, de forma consecuente, a analizar mecanismos de inclusión
y de segregación territorial.
En este apartado trato algunos aspectos clave asociados a la
articulación entre la ciudad y las redes de telecomunicaciones, es-
pecíficamente me refiero a las infraestructuras, la planificación
urbana y las expectativas que surgen de su impacto en las configu-
raciones territoriales y la vida urbana.

Las telecomunicaciones: infraestructuras más


allá de los servicios públicos y las vías
Las demandas de transporte y de telecomunicaciones crecen
fuertemente en las aglomeraciones urbanas. Las tecnologías de la
información permiten la agilización del desplazamiento físico o
material, mientras que la necesidad de transporte se incrementa
por los flujos electrónicos de información, que incluyen el comercio
y la toma de decisiones de diversa índole —ir al cine, comprar un
libro en la red o tomar vacaciones—. Tenemos aquí una relación

112
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

biunívoca, complementaria y en doble dirección entre la materia-


lidad y la no materialidad, entre los lugares físicos y los espacios
electrónicos. En efecto, las formas de transporte físico —aérea,
ferroviaria, de carretera— cada vez se apoyan más en las posibili-
dades que ofrecen las telecomunicaciones y los flujos electrónicos
(Graham y Marvin, 2001), tanto para la planificación y coordi-
nación como para la supervisión y asistencia en tiempo real.
Las infraestructuras de telecomunicaciones, como las que
soportan los servicios de telefonía y televisión, han sufrido
fuertes cambios en los últimos años. ¿Por qué? Podría apuntarse
que como producto de dos factores principales: 1) la desregulari-
zación-competencia de proveedores de servicios y 2) la conver-
gencia tecnológica (Grant y Berquist, 2000). En conjunto, estos
aspectos promueven la tendencia a la desaparición de las distin-
ciones marcadas entre los servicios y quienes los prestan o sumi-
nistran, ya que, por lo general, las compañías desean —o tienden
a desear— ofrecer simultáneamente las posibilidades de tele-
visión, radio, telefonía y recientemente Internet.
Estamos asistiendo a la fusión de posibilidades de comu-
nicación que antes eran independientes. Ahora, un ordenador,
además de poder conectarse a Internet por la línea telefónica con-
vencional, por fibra óptica o por redes locales inalámbricas, a la
vez, es un televisor, un terminal de servicios bancarios y médicos,
una consola de videojuegos, un reproductor multimedia, un pe-
riódico digital y un receptor de señales de radio. Hasta sirve para
redactar y llevar nuestra contabilidad. Se ha convertido en un ar-
tefacto que permite comunicarnos a diversas escalas territoriales,
desde el vecindario hasta cualquier punto sobre el planeta que se
encuentre en red, y en diferentes tiempos, desde el diferido, como
el correo electrónico, hasta en tiempo real, como el chat, la video-
conferencia y los mundos virtuales. No es posible comunicarse con
todos ni llegar materialmente, aunque sí virtualmente, a todos los
lugares, pero el espectro de posibilidades se ha ensanchado y am-
pliado considerablemente.
Al parecer, algunos de los discursos actuales sobre las ciudades
contemporáneas se quedaron asumiendo que las infraestructuras

113
Jeffer Chaparro Mendivelso

relevantes para comprender e interpretar los cambios y la evo-


lución de las aglomeraciones urbanas son únicamente las redes de
transporte y de servicios públicos básicos. Desde una perspectiva
histórica, en ocasiones parece que se ha olvidado, o que no se con-
sidera, el fuerte y trascendental impacto que generó el teléfono en
la morfología de las ciudades, de las relaciones económicas, de la
estructura social y de la relación entre los individuos (Wheeler
et al., 2000). Sin embargo —y esto es de lo que más se podría re-
sentir dado el relativo, incluso escaso, interés que puede suscitar—,
dichas alteraciones no son comparables a las que se han presentado
recientemente en el marco de la emergencia de las tdic. Las or-
ganizaciones o comunidades virtuales, las ciudades en línea y la
ciberdemocracia, que se tratarán más adelante, son apenas algunos
de los rasgos que, apoyados en las infraestructuras de telecomu-
nicaciones, delinean las nuevas relaciones y las dinámicas de los
ciudadanos y las personas.

Planificación urbana: entre la calle para el automóvil


y la vía para la información
Hay quienes señalan que las teorías y políticas poco tienen
presente el papel de las telecomunicaciones en el desarrollo y cre-
cimiento urbano (Moss y Townsend, 2000). Una manifestación
de ello son las discusiones populares y académicas, que frecuen-
temente oscilan entre el determinismo tecnológico y las posturas
utópicas, donde se pasa por alto recurrentemente el papel de la po-
lítica y la planeación urbana y local (Graham y Marvin, 2000), en
el marco de las tdic y de las innovaciones tecnológicas.
Otros, más optimistas, asumen que la planeación urbana, en
la era digital o de la información, está empezando a considerar las
tdic como punto importante para proyectar las intervenciones
que sostendrán el desenvolvimiento futuro de las ciudades. Dada
la tendencia policéntrica en las regiones metropolitanas —que es
una manifestación de la dispersión urbana—, algunas interven-
ciones están siendo orientadas a la integración, actualización y so-
fisticación de las redes tecnológicas (Graham y Marvin, 2000) que
soportan el devenir y el desarrollo de las ciudades. Ahora, las áreas

114
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

urbanas tienden a atraer redes y adoptar sistemas de telecomuni-


caciones avanzados, porque los consideran como la base de las ac-
tuales posibilidades económicas y de desarrollo (Grant y Berquist,
2000), así como eje primordial para mejorar la calidad de vida de
sus habitantes.
Varias dinámicas de las ciudades están reflejando la necesidad
de articulación entre las directrices políticas y las redes avanzadas de
telecomunicaciones. Aquí un caso referido por Leigh (2000): el uso
del territorio en las zonas centrales de las ciudades dedicadas a
servicios avanzados está mediado e influido fuertemente por las
infraestructuras de telecomunicaciones que puedan soportar los
requerimientos actuales de las empresas. Junto a esto, el avance en
las tecnologías de la información ha permitido la flexibilización
y la descentralización vertical que, en conjunto, ha redundado en
una tendencia a reducir la fuerza laboral, especialmente en aquellos
cargos de poca preparación académica, y a promover la búsqueda de
otros lugares de trabajo de menores dimensiones.
La relación entre las posibilidades tecnológicas y las formas
organizativas de la producción ha favorecido el incremento de la
movilidad espacial y, en otros casos, la desconcentración hacia las
periferias o hacia otras zonas de las áreas metropolitanas. A pesar
de esto, en otros casos, la revitalización y renovación ha permitido
el retorno de las empresas de servicios avanzados a las zonas cen-
trales de la ciudad. Situaciones como esta reflejan la necesidad de
orientar y delinear políticas e intervenciones que contemplen las
redes de telecomunicaciones.
En un mundo donde las ciudades se mueven y sostienen en
gran medida por los flujos de información, la planificación debe
plantearse su papel como catalizador y regulador, para no permitir
que las áreas urbanas y sus habitantes respondan y se expandan o
dispersen como estímulo único del mercado o de los grupos eco-
nómicos hegemónicos —aunque ellos son, en gran medida, los que
manejan las telecomunicaciones—.
Situaciones intrincadas y problemas surgen de estas nuevas
realidades que involucran a las redes electrónicas de comuni-
cación. La última década, por ejemplo, se ha caracterizado por dos

115
Jeffer Chaparro Mendivelso

tendencias sociales opuestas (Sanyal, 2000): por un lado, el gran


auge de las tecnologías avanzadas de la información; por otro, la
pobreza y marginalidad urbana. Curiosamente, las recientes in-
novaciones tecnológicas permiten, potencialmente, aumentar el
nivel de oportunidades pero, a la vez, favorecen la ampliación de
las desigualdades sociales existentes, especialmente para quienes
no tienen acceso o no pueden conectarse a las posibilidades que
ofrecen las redes de hoy. Este último aspecto es uno de los que más
preocupa, dado el aumento de lo que hoy se denomina la brecha
electrónica, la divisoria digital (Castells, 2001) o la segregación
digital que, en términos generales, implica que la centralidad
ofrecida por Internet para unos se convierte en marginalidad y ex-
clusión para otros. Es la desigual accesibilidad a la red6.
La planificación y la regulación urbana deben tener presente
las situaciones que emergen de la utilización individual y colectiva
de las tdic. En la actualidad, las telecomunicaciones permiten que
un caminante de la calle —un alto empresario, por ejemplo— esté
dentro de la industria en-línea (Moss y Townsend, 2000), pero
también que un joven asesine a otro porque fingió ser una mujer en
un chat (El Tiempo, 2002); además, cada vez con mayor frecuencia
las redes delincuenciales se organizan y le sacan mayor provecho
a las tdic.
Las nuevas redes de telecomunicaciones tienen implicaciones
territoriales variadas e importantes, puesto que pueden incidir en
la generación o promoción de nuevos asentamientos, en la expansión
de las ciudades, porque están permitiendo el surgimiento de redes de
colaboración y participación ciudadana, porque actúan como
factor importante en la localización industrial —especialmente
de alta tecnología, como muestro en el siguiente capítulo— y
porque inciden en la prestación de servicios básicos y avanzados.
Los medios innovadores, como uno de los mayores exponentes
recientes y actuales de las tendencias en las políticas de desarrollo
territorial (Benko, 1991; Bunnell y Coe, 2001; Castells y Hall, 1994;

6 No sobra recordar que la cuestión de la segregación digital es el eje principal


de reflexión del segundo capítulo de esta obra.

116
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

Méndez, 2000), requieren de estas infraestructuras para su génesis,


desarrollo y consolidación.

La ciudad del mañana y las telecomunicaciones


El análisis de los posibles impactos de las nuevas telecomuni-
caciones en la ciudad es relevante, en la medida que pueden alterar
o renovar las infraestructuras y redes físicas, porque inciden en la
dinámica económica y porque pueden afectar la calidad de vida
(Grant y Berquist, 2000) en aspectos como la educación, el am-
biente y la accesibilidad territorial, entre otros.
Pero pensar la ciudad del mañana también genera ideas qui-
méricas. Para Gillespie y Richardson, tres de los mitos asociados
al impacto de los avances en las telecomunicaciones y sus efectos
en la ciudad del futuro son: 1) la no necesidad de un lugar de
trabajo, 2) la no necesidad de la ciudad y 3) la no necesidad de des-
plazamiento físico (Gillespie y Richardson, 2000). Sin embargo,
también se ha escrito que las aglomeraciones o concentraciones
de lugares de trabajo son una forma de organización social que
han tenido, y que tienen, importantes consecuencias para el de-
sarrollo y el avance económico. En verdad, al menos por ahora,
no sería muy adecuado y acertado considerar que la dispersión
urbana podría llegar al punto de impulsar la desaparición de las
aglomeraciones urbanas.
Los que han trabajado recientemente la temática, señalan que
los patrones complejos de centralización y descentralización son
el resultado de los fenómenos que están ocurriendo paralelamente
y, al mismo tiempo, en las ciudades (Graham y Marvin, 2001). Se
ha escrito que las aglomeraciones urbanas se intensificarán por las
telecomunicaciones (Wheeler et al., 2000), también que las tele-
comunicaciones están acelerando el proceso de descentralización
de los lugares de trabajo y de servicios (Graham y Marvin, 2001),
animando la dispersión en el territorio. En el siguiente apartado,
la complementariedad entre la dispersión urbana y la concen-
tración de ciertas actividades —principalmente industriales y de
servicios— que se están manifestando y desarrollando en las áreas

117
Jeffer Chaparro Mendivelso

urbanas de las principales ciudades como producto de la mediación


de las tdic.
Finalizando este apartado, puedo aludir que la investigación
urbana de corte crítico debería centrar la mirada en las interre-
laciones derivadas de las redes, los flujos electrónicos y las confi-
guraciones materiales de la ciudad o, como mínimo, tenerlas en
cuenta en los análisis. Internet, la red de redes, es un buen punto
de referencia, dados los complejos e intrincados fenómenos a los
que está dando cabida. Y, en especial, por los que potencialmente
puede generar.

Más allá de la dispersión urbana…


El primer apartado de este capítulo se centró en la génesis
y las características del fenómeno de la dispersión urbana. En el
segundo, el enfoque fue la articulación entre la ciudad y las tele-
comunicaciones. Ahora me refiero, con el ánimo de ver conjun-
tamente el proceso de dispersión y la incidencia de las nuevas
telecomunicaciones, a lo que está sucediendo y a lo que se puede
avecinar para las áreas urbanas y metropolitanas en este sentido.
Presento algunas ideas sobre las comunidades y ciudades virtuales,
las nuevas formas de participación y organización —ciberdemo-
cracia—, el lugar de residencia y el teletrabajo, y la simultaneidad
en la dispersión y la concentración en las zonas urbanas.
En principio, considero que no se debe restringir el proceso de
dispersión urbana a lo observado en las áreas metropolitanas de los
países —supuestamente— desarrollados, aunque hasta ahora ese
haya sido su escenario y teatro principal. En buena medida, porque
no es un fenómeno estático, como todos los eventos geográficos.
Sería adecuado pensar en el futuro de la dispersión urbana y las
nuevas telecomunicaciones en las zonas donde el fenómeno está
consolidado, al igual que su evolución en los posibles escenarios
urbanos que ofrecerán las grandes concentraciones urbanas y las
megalópolis —São Paulo o Ciudad de México— de los países no
desarrollados o —aparentemente— pobres.
Si “nuestro tiempo histórico es definido por la transformación
de nuestro espacio geográfico” (Castells, 2001, p. 18), y se asume

118
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

que existen estrechos nexos entre el transporte, las telecomunica-


ciones y la forma urbana (Wheeler et al., 2000), se puede pensar
que efectivamente:
Los nuevos sistemas de telecomunicaciones están redefinien-
do los elementos fundamentales de la sociedad urbana moderna
—como la oficina, el automóvil, la casa y la calle— y están gene-
rando la necesidad de un nuevo marco conceptual —y metodológi-
co— para entender cómo los sistemas de telecomunicaciones están
influenciando las características de las actividades en las ciudades y
las áreas metropolitanas. (Moss y Townsend, 2000, p. 33)

Se ha comentado también que el hecho de hacer posible la co-


nexión masiva de ordenadores en red ha desembocado en la mayor
explosión y revolución de las comunicaciones en la historia del
hombre (Wheeler et al., 2000). Ideas como estas refuerzan la noción
general de que la manifestación de los fenómenos derivados de las
innovaciones tecnológicas se le adelanta a los marcos que puedan
interpretar y explicar su impacto e incidencia social, lo que con-
secuentemente se traduce en la necesidad de trabajar por aproxi-
marse a esas realidades emergentes.
Para entender y explicar, por ejemplo, la descentralización de
las firmas y las empresas desde el centro de las ciudades hacia las
periferias, se ha encontrado, desde diversas perspectivas, varios
factores asociados; más que solo la distribución de la población y
los lugares de trabajo (Hackler, 2000). Las formas actuales de te-
lecomunicaciones requieren de infraestructuras menos rígidas y
monumentales que las precedentes, pero que en definitiva implican
actuaciones e intervenciones físicas en el territorio en general, no
únicamente en las ciudades, aunque allí se concentren o converjan
más. Y la Internet móvil o inalámbrica, posible por las comunica-
ciones de nueva generación y por los satélites, se erige como una
nueva fase o estadio de las telecomunicaciones que tendrá impactos
territoriales variados. Estos tres elementos: 1) la descentralización
de las firmas, 2) las nuevas infraestructuras de telecomunicaciones
más flexibles y 3) la aparición de nuevas posibilidades de comu-
nicación y transmisión de datos, en conjunto, deberían servir de

119
Jeffer Chaparro Mendivelso

pretexto y motivación para intentar pensar en las nuevas carac-


terísticas y manifestaciones de la dispersión urbana y de las áreas
urbanas.
La ciudad contemporánea debe considerarse como una amal-
gama o producto, donde se presenta una compleja interrelación
entre lugares urbanos —calles, plazas, edificios— y espacios elec-
trónicos (Graham y Marvin, 2001) —flujos de información, tran-
sacciones electrónicas, servicios avanzados—. La disolución de la
ciudad no puede verse únicamente como efecto directo de las te-
lecomunicaciones, aunque sean un factor fundamental para en-
tender y explicar su génesis y dinámica. De ahí la necesidad de
reflexionar, porque sin ello la participación, la planificación y las
actuaciones físicas pueden carecer de concordancia con el devenir
de las áreas urbanas de hoy y de mañana.

¿Ciberdemocracia? Nuevas formas de participación y


organización: comunidades, asociaciones y ciudades virtuales
Los sistemas de comunicación están generando fuertes
cambios en la organización espacial de las actividades dentro de
las ciudades y las áreas metropolitanas (Moss y Townsend, 2000);
entre otros aspectos, porque se constituyen —incrementándose
casi exponencialmente— en elementos fundamentales de la vida
urbana. Hasta hace poco tiempo, las relaciones interpersonales es-
taban limitadas a la proximidad física. En la actualidad, cada vez
más nuestras actividades cotidianas están mediadas por los orde-
nadores y las redes electrónicas, hasta el punto que la interacción
social hoy puede hacerse, para quienes tienen las posibilidades tec-
nológicas, casi desde cualquier punto del planeta; a la vez que, con
rapidez, se están desarrollando y consolidando diversos grupos o
comunidades virtuales con intereses comunes. Esto sin mencionar
los mundos virtuales (Batty y Smith, 2002; Chessman et al., 2002;
Dodge, 2002; Doel y Clarke, 1999) que pululan en el ciberespacio.
En efecto, las telecomunicaciones están estrechamente vinculadas
al surgimiento de las ciudades virtuales (Graham y Marvin, 2001).
Como respuesta a estas nuevas posibilidades ofrecidas por In-
ternet, existe una corriente que considera que van en detrimento

120
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

de los espacios públicos y de la interacción real, en la que los lu-


gares físicos están siendo reemplazados por ámbitos virtuales; es
la declinación de la realidad por la simulación. Las nociones ne-
fastas sobre la ciudad y las nuevas tecnologías son recurrentes en
la literatura, donde el género de la ciencia-ficción ocupa un papel
importante, aunque no el único. Un tema común en esas represen-
taciones, es la idea de que las ciudades son dispersas físicamente y
que, de manera simultánea, son cada vez más desmaterializadas en
la imaginación de las personas (Light, 1999).
Pero estas ideas negativas no responden solo a la ficción, ya que
varios autores, entre los que se cuentan Umberto Eco y Edward Soja
(Light, 1999), resienten la tendencia de favorecer lo irreal y virtual
en las ciudades, en detrimento de lo real. Pero Internet y la simu-
lación en las ciudades no solo generan sombras y oscuridades. Los
ejemplos de asociaciones y agrupaciones vecinales y municipales,
de ámbitos electrónicos de interacción social en pro de mejorar sus
condiciones de vida, y variados y abundantes sitios web de ciudades
simuladas donde se invita a viajar allá para conocerlas algún día
real y físicamente. Por muchas razones, lejos de las ideas radical-
mente negativas, Internet puede considerarse como un mecanismo
que, en potencia, permite la organización social para mejorar los
espacios físicos reales de las ciudades (Light, 1999).
Podría señalar que el problema no es Internet, es lo que se haga
con la red. ¿Puede calificarse una calle como nefasta y negativa so-
cialmente porque ha sido el escenario en el que alguna persona ha
cometido un crimen? Las calles son utilizadas de diversas formas
por la gente, al igual que se hace con Internet. No todos entran
a Internet para ver pornografía ni para chatear tratando de ligar
o conseguir una aventura virtual que pueda convertirse en real
—lo cual no implica descalificar ciertos usos de forma simple—.
A mi criterio, es hora de dejar un poco a un lado la satanización, la
resistencia per se a las nuevas tecnologías y el desprestigio que
muchos quieren difundir. ¿Será verdad que, como muchos pregonan,
todo lo pasado fue mejor? Tal vez algunas cosas sí, quizá otras no;
depende del punto de vista y de los referentes utilizados. Estamos
asistiendo a realidades que cambian muy rápido, y deberíamos

121
Jeffer Chaparro Mendivelso

asumir esa situación. Internet no es neutro, ni social ni territorial-


mente7, pero tampoco es el infierno —bueno, aunque para algunos
creyentes y religiosos pueda que sí—.
Uno de los impactos interesantes de las nuevas telecomunica-
ciones en las ciudades, ha sido la posibilidad de generar redes cívicas
y de participación, con importantes resultados para el ejercicio del
poder y la planificación. Tomando cierta distancia de la noción que
señala como divergente la evolución de las ciudades y de las formas
de autoridad, las nuevas posibilidades de las telecomunicaciones
introducen la idea de democracia electrónica (Bryan et al., 2002)8.
De esta manera, surgen nuevas posibilidades para la participación
y acción ciudadana en las esferas políticas locales y nacionales. Los
medios masivos clásicos hoy tienden a dar cabida a unos más ágiles,
interactivos y menos permeados por la publicidad y el mercado.
Hay quienes lo califican como una especie de renacimiento de la
vida democrática de oportunidad histórica trascendental (Bryan
et al., 2002) que debería ser aprovechada ventajosamente. El pro-
blema de la democracia electrónica podría ser el uso y apropiación
de las posibilidades de participación y no las alternativas técnicas
en sí mismas.
Hacia inicios de la década de 2000, ya había varias experiencias
relativamente consolidadas de redes cívicas, de participación y de
acción democrática que se desarrollaron en ciudades como Ámsterdam
(Francissen y Brants, 2002) —la Ciudad Digital de Ámsterdam—,
Berlín (Schmidtke, 2002), Bolonia (Tambini, 2002) —IperBolE—,
Filadelfia (Schwartz, 2002, pp. 110-124), Santa Mónica (Docter y
Dutton, 2002) —pen— y Mánchester (Bryan, 2002) —la Ciudad

7 Como se pudo constatar en toda la primera parte de esta obra.


8 Para 1998, aproximadamente mil pueblos y ciudades norteamericanas
tenían páginas en Internet, y alrededor de 200 tenían proyectos concretos
de redes cívicas donde existía la posibilidad de acceder a canales sobre
información política, discusión y toma de decisiones —en la actualidad,
esa cifra es bastante mayor—. En la Unión Europea también se están
explotando las posibilidades de la ciberdemocracia con proyectos en
diversos niveles, especialmente vinculando redes sociales y cívicas con las
administraciones, ayuntamientos y gobiernos municipales.

122
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

de la Información—; así como a nivel estatal en Grecia (Tsagarou-


sianou, 2002) —la Democracia Directa—.
Sobre las posibilidades democráticas asistidas por las nuevas
telecomunicaciones, que para el caso del voto en papel son menos
costosas cuando se cuenta con la infraestructura electrónica re-
querida —por ejemplo, al implementar el voto electrónico—, es
pertinente preguntarse de nuevo: ¿y qué pasa con quienes no tienen
acceso?, ¿cómo manejar la manipulación mediática?, ¿cómo superar
el voto de opinión con desinformación? Pese a lo complicado y com-
plejo del asunto, también se puede señalar de nuevo que el problema
no es Internet en sí mismo, y que la segregación digital existe —es
real—, cosa que no le resta mérito a lo que hacen quienes afortu-
nadamente pueden utilizar las tdic para algo más que consultar el
correo electrónico. La participación en la toma de decisiones puede
ahora hacerse potencialmente casi desde cualquier lugar, lo cual no
implica que las decisiones sean aterritoriales.
El asunto de la democracia digital, con novedades como el
voto electrónico, no es un asunto meramente técnico. No implica
o alienación o compromiso político total. La mediación de las tdic
en este plano es importante, también lo es el ejercicio mismo de
la ciudadanía, que los habitantes de cualquier territorio se sientan
sujetos políticos, que haya interés por informarse y generarse una
perspectiva crítica y responsable de la cotidianidad en términos del
ejercicio del poder.

Teletrabajo: entre el lugar de residencia y el de trabajo


Una de las ideas recurrentes que surgen en el marco de las tdic,
es la aparición de la ciudad dominada por el teletrabajo, en la que,
supuestamente, los patrones y las dinámicas urbanas serán fuerte-
mente afectadas, permitiendo la desconcentración de muchas activi-
dades cotidianas de la sociedad y favoreciendo aún más los procesos
de dispersión urbana.
Aunque hay múltiples interpretaciones, entusiastas y detrac-
tores, es evidente que las tdic hacen cada vez menos clara la dife-
rencia entre el lugar de trabajo y de residencia. Si uno de los factores
fundamentales que explica la dispersión urbana es la posibilidad de

123
Jeffer Chaparro Mendivelso

desplazarse fácil y ágilmente de la residencia al lugar de trabajo,


¿qué se puede esperar de las estructuras urbanas cuando la mo-
vilidad para ciertas actividades no es del todo necesaria? Es fac-
tible pensar que algunas actividades no requieren necesariamente
de relaciones personales físicas directas. Sin embargo, se ha en-
contrado que las grandes decisiones requieren de las interacciones
cara a cara (Wheeler et al., 2000) y que, en ocasiones, los medios
informatizados no pueden reemplazar un almuerzo o una comida
de altos negocios, por ejemplo.
Ya se están poniendo en marcha diversas estrategias inte-
gradas de transporte y telecomunicaciones que tienen como prin-
cipales exponentes las iniciativas del teletrabajo urbano y regional,
los corredores de comunicación y el transporte informatizado por
carretera, entre otros, para atender la forma y el manejo de las rela-
ciones entre el movimiento y la movilidad física (Graham y Marvin,
2000), mediante la aplicación e implementación de nuevas posibili-
dades combinadas y coordinadas dentro de formas particulares de
desarrollo físico urbano. Las formas emergentes de trabajo están,
al igual que las necesidades físicas de la ciudad, siendo conside-
radas dentro de la planificación y el desarrollo de algunos entornos
urbanos de los países a la vanguardia en tdic.
Los defensores del teletrabajo, o del trabajo desde casa, argu-
mentan que esta modalidad permitiría, entre otros aspectos, dis-
minuir los niveles de contaminación asociados al flujo de vehículos
y reducir el número de accidentes de tránsito. Para otros, el lugar
de trabajo y el lugar de residencia necesariamente deben diferen-
ciarse por razones tanto materiales —disponibilidad de lo nece-
sario para desempeñar una labor— como sociales —requerimiento
de interacción directa—. De todas maneras, cada vez se confunde
más el lugar de trabajo con el de residencia. Una manifestación de
ello es el aumento de trabajos desde el hogar, en los que alguien
recibe y realiza tareas específicas con su ordenador conectado a la
red, las envía y luego cobra —mediante una cuenta en una entidad
bancaria— sin ver el rostro de su jefe o contratante.
Lógicamente, la posibilidad de trabajar desde casa o desde
cualquier lugar conectado a Internet, es posible solo para ciertas

124
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

franjas de trabajo que así lo permitan. Un profesor universitario


puede preparar su clase y escribir un artículo científico desde casa,
pero una mujer que trabaje en la cocina de un restaurante necesa-
riamente tendrá que estar allí para desempeñar su labor.
Se ha sostenido que si el fenómeno del teletrabajo crece al
ritmo esperado, puede favorecer la descentralización de las acti-
vidades económicas hacia áreas suburbanas (Wheeler et al., 2000).
También se ha aludido que las telecomunicaciones demandan
mayor movilidad y, por consiguiente, mayor necesidad de trans-
porte físico. En efecto, el acceso a la información de ocio y turística
en la red puede favorecer o inducir un desplazamiento real pos-
terior, al igual que lo puede promover la prestación de los servicios
a domicilio —como en el caso de la boletería de espectáculos que
llega a casa o a la oficina—.
Gillespie y Richardson comentan que la idea del teletrabajo
no se restringe a la noción de laborar desde el hogar, va más allá
en la medida que las tdic favorecen o permiten que algunas acti-
vidades se desarrollen casi desde cualquier lugar, impulsando real-
mente la modificación de algunas de las características y prácticas
asociadas al trabajo (Gillespie y Richardson, 2000). Para el Reino
Unido, especialmente en Londres, se ha detectado que las tdic han
extendido el sistema urbano cotidiano de vida, ligado principal-
mente al incremento de las distancias al trabajo, y han favorecido
la reducción de la nodalidad en la región respecto a los patrones
de desplazamiento; en parte, porque las formas emergentes de
trabajo individual cambian en dirección de una mayor depen-
dencia del automóvil, aspecto que consecuentemente tiene impli-
caciones para el transporte público porque con el incremento de
la necesidad de flexibilidad de desplazamiento es difícil cubrir las
necesidades emergentes. También se ha detectado una tendencia
de cambio de lugares de trabajo, ya que disminuye la demanda de
las tradicionales oficinas en el centro de la ciudad y se sustituyen
o cambian por parques de oficinas con altos niveles de accesibi-
lidad a las autopistas. Así, con la emergencia de las teleactividades
y del teletrabajo, los espacios de actividad son, cada vez, menos no-
dales y más difusos, favoreciendo el aumento de la dependencia del

125
Jeffer Chaparro Mendivelso

automóvil y dificultando al transporte público llegar a todas partes.


Estamos asistiendo a lo que se ha denominado hipermobilidad (Gi-
llespie y Richardson, 2000).
Entonces, se puede pensar que los entornos urbanos no respon-
derán en una única dirección a las nuevas realidades y dinámicas
que favorecerán e impondrán las nuevas telecomunicaciones. Por
un lado, cada vez toman más fuerza las opciones de trabajo a dis-
tancia, que no están atadas a un lugar fijo y que pueden hacerse
desde casa o casi desde cualquier lugar.
Las corrientes que aluden que un lugar de trabajo específico
es necesario y que debe diferenciarse del residencial tienen argu-
mentos sólidos. Además, para ciertas actividades, como el trabajo
individual, el aumento de la necesidad de movilidad marca e indica
otras facetas. Estos aspectos, y otros que seguramente no he tenido
presentes, delinean las múltiples posibilidades que emergen de las
nuevas telecomunicaciones.
Todos no dejarán de trabajar en lugares específicos —como
los edificios de oficinas—, pero muchos podrán hacerlo desde su
hogar o desde otro espacio que no necesariamente sea una oficina.
El tipo y condiciones de cada actividad influirán en el lugar desde
el cual se trabaje. Las tdic permiten que los lugares de trabajo sean
bastante flexibles, lo cual, sin duda alguna, se reflejará territorial-
mente, tal vez en la continuación de la dispersión de la ciudad; lo
que de ningún modo implica la desconcentración de ciertas acti-
vidades muy específicas —como las de innovación tecnológica—.
Innegablemente, para ciertos trabajos, las posibilidades se mul-
tiplican en términos del lugar desde el que se puede desempeñar
cierta labor. Y ello, de una u otra forma, se vincula con pautas de
segregación territorial y social.

Las tdic y la simultaneidad: ¿dispersión y


concentración en las áreas urbanas?
Se ha señalado que las tdic están reforzando el desplaza-
miento hacia fuera de las ciudades —situación iniciada por el uso
del automóvil—, al igual que están fomentando una tendencia a la
localización de los sitios de trabajo y de residencia en lugares algo

126
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

retirados de las ciudades centrales (Moss y Townsend, 2000). Si bien


esto es cierto, de la misma manera,
[…] la evidencia empírica ha mostrado y muestra que las tecno-
logías digitales de la información y la comunicación encajan dentro
de los patrones de producción flexible y las redes organizacionales, fa-
voreciendo simultáneamente la centralización y la descentralización
de las actividades y asentamientos humanos. (Castells, 2001, p. 18)

¿Cómo así, concentración y desconcentración? La cuestión


aquí es pensar que los impactos de las redes de telecomunicaciones
no son homogéneos ni social ni territorialmente. No es nada con-
tradictorio pensar a la vez en dispersión y concentración cuando se
busca qué tiende a dispersarse y qué a concentrarse.
La dispersión esencialmente se asocia a los patrones domi-
nantes de urbanización y a la desconcentración de cierto tipo de
actividades de servicios e industriales. Así como el coche indi-
vidual ha favorecido la dispersión en cuanto al lugar de residencia,
las nuevas telecomunicaciones le han posibilitado a las empresas
facilitar sus flujos de información mediante las posibilidades de
consulta en las terminales de las redes, permitiéndole a las orga-
nizaciones cubrir importantes áreas, diseminarse en el territorio
(Bertaut, 2000) y disminuir algunos costos. De forma comple-
mentaria, las telecomunicaciones permiten la descentralización y
dispersión de ciertos servicios y actividades, mientras refuerzan
el poder y el control ejercido por las ciudades globales (Graham y
Marvin, 2001).
Las tdic también generan cambios en la movilidad. Trabajos
empíricos muestran que las premisas asociadas a la disminución de
la necesidad de movilizarse o transportarse y de la sostenibilidad
de las formas urbanas no son del todo adecuadas (Gillespie y Ri-
chardson, 2000), ya que se ha detectado que las nuevas tecnologías
de la comunicación favorecen el aumento de la movilidad y de los
patrones dispersos de las actividades. En la demanda de movilidad,
tanto cotidiana como de los viajeros, cada vez se hace más necesaria
la inclusión e implementación de los desarrollos en la telemática
para hacer más ágil y eficiente el transporte. En la misma línea,

127
Jeffer Chaparro Mendivelso

Hourcade (1999) ha escrito que la accesibilidad a la información aso-


ciada a todo tipo de desplazamiento deberá mejorarse empleando la
asistencia de las últimas tecnologías de la comunicación.
Ahora bien, pero en este marco, ¿qué tiende a concentrarse?
Me he referido fundamentalmente a la dispersión, pero las tdic
también favorecen lo contrario. De forma general, se puede se-
ñalar que la innovación tecnológica es centralizada mientras que
su aplicación tiende a ser dispersa. El nuevo espacio industrial se
caracteriza por la dispersión de las actividades económicas y por
la concentración de los procesos de innovación tecnológica y de las
decisiones estratégicas. Este doble proceso, que ha definido cambios
territoriales y que se enmarca en la era de la información, es lo que
Castells ha denominado el espacio de los flujos (Castells, 2001), en-
tendido como las disposiciones materiales que permiten prácticas
sociales simultáneas sin la necesidad de contigüidad territorial,
donde la capacidad y la organización de las infraestructuras esta-
blecen la función del espacio de los flujos y de sus relaciones con
otras formas y procesos espaciales.
Si en algún momento se consideraba que la dinámica industrial
respondía a factores como la jerarquía urbana, hoy el panorama se
torna más enmarañado. Las redes industriales apropian y usan de
forma más intensa las posibilidades que ofrecen las actuales teleco-
municaciones para la coordinación y la descentralización. A la vez,
favorecen la emergencia de medios innovadores que concentran la
investigación y el desarrollo (I+D), especialmente de productos de
alta tecnología (Wheeler et al., 2000). También la idea de potenciar
y generar medios innovadores, como estrategia de desarrollo terri-
torial, está frecuentemente a la orden del día desde hace algunos
años —como se verá en el siguiente capítulo—.
La inclusión de las tdic en la planeación de la ciudad responde
a tres razones básicas (Graham y Marvin, 2000): 1) al creciente am-
biente de debate y discusión en torno a la era de la información,
2) a reconocer que la vida metropolitana contemporánea está ligada
fuertemente a las diversas posibilidades de las telecomunicaciones y
3) a la idea que propone la articulación de las tdic con los espacios ur-
banos como necesaria para los procesos de innovación tecnológica.

128
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

La pregunta que surge ahora es la siguiente: ¿qué pasará con los


territorios, en muchos casos marginales o segregados, rurales o
intersticiales urbanos, que no se encuentran vinculados o que no
pueden participar de la articulación a las tdic? Si todos los territorios
no ofrecen las posibilidades necesarias para los procesos de inno-
vación tecnológica, entonces, ¿será pertinente pensar en la solida-
ridad territorial?
El hecho de que la revolución en las telecomunicaciones haya
permitido disminuir de manera drástica algunos costos en las ac-
tividades económicas, especialmente por el mínimo valor en la
transmisión de la información casi independientemente del es-
pacio —lo cual podría aplicar para el caso de los territorios in-
terconectados—, ha generado la idea de muerte de la distancia
(Audretsch y Feldman, 2000), y ha impulsado una tendencia que
considera mínima la importancia de la proximidad y de la loca-
lización geográfica. Esto no es del todo cierto. A la par, las acti-
vidades innovadoras no responden del todo a dicha tendencia,
ya que se ha observado que para la innovación es fundamental la
proximidad y la aglomeración geográfica. Simultáneamente, esta
situación genera dos efectos: 1) que los planificadores urbanos y re-
gionales se confundan al considerar necesaria o no la proximidad
y la concentración y 2) que muchos planteen el fallecimiento de la
región como unidad trascendente de análisis económico. Conviven
y coevolucionan dos fenómenos territoriales complementarios aso-
ciados a las tdic: la desconcentración o dispersión urbana y la con-
centración de la innovación tecnológica.

¿Qué se puede esperar de la ciudad en el marco de las tdic?


Como ya se ha visto, las redes de telecomunicaciones han re-
configurado el espacio urbano. Es de esperar que lo sigan haciendo.
El automóvil cumplió un papel trascendental, con efectos urbanos
considerables, en el siglo xx (Grant y Berquist, 2000), pero las tdic
probablemente promoverán efectos más amplios y diversos. Estas
señales ya han sido detectadas, razón por la cual la preocupación
por las nuevas telecomunicaciones está tomando cada vez más

129
Jeffer Chaparro Mendivelso

fuerza en el plano académico de varias disciplinas preocupadas por


lo urbano (Graham y Marvin, 2000).
¿Cuál será el futuro de las áreas urbanas? ¿La concentración
seguirá siendo necesaria? Sería adecuado pensar una ciudad del
futuro con mayor accesibilidad a Internet y a las nuevas teleco-
municaciones —que tal vez ni imaginamos cómo serán—, donde
muchas de las actividades cotidianas cada vez estarán más me-
diadas electrónicamente. Se puede también pensar que si la base
económica actual está estructurada en función del conocimiento y
la información, no desligada pero algo diferente de la producción
material tradicional, el desenvolvimiento próximo de las zonas
urbanas igualmente será afectado por las nuevas relaciones, ge-
nerando configuraciones territoriales que, tal vez, apenas están
emergiendo. Si ahora los flujos de comunicación son potencial-
mente independientes de las distancias, aunque no de las infraes-
tructuras, ¿qué podemos esperar de las estructuras territoriales?
Ya que las tdic están influenciando la reestructuración de
las ciudades, no solo en asuntos económicos, los políticos, plani-
ficadores y académicos deberían tener presente las ideas que con-
templen el desarrollo desde la perspectiva informacional, como ya
se está haciendo en algunas ciudades europeas9 y norteamericanas.
No solo es cuestión de infraestructuras físicas, sino también de
inversión que recaiga en el soporte social que genera y reproduce
el conocimiento, pudiendo permitir así aumentar tanto en calidad
de vida como en el potencial de las oportunidades que ofrecen las
nuevas tecnologías para los entornos locales y su articulación y de-
sarrollo económico en otras escalas. Las tdic son catalizadoras de
procesos urbanos de corte incluyente o excluyente, integradores o
segregadores, lo cual depende de qué perspectiva se asuma y de
cómo se conciban el urbanismo y la planificación territorial.
Los delitos callejeros se han desplazado a las sombras del cibe-
respacio (Moss y Townsend, 2000). Cada vez más, se sabe de oficinas
de policía especializadas en delitos informáticos, cometidos prin-
cipalmente mediante Internet. La asistencia médica, como en uno

9 Sunderland en el Reino Unido, por ejemplo. Southern (2000).

130
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

de los proyectos de alguna cárcel colombiana, está orientándose


poco a poco a las consultas con videocámaras conectadas a orde-
nadores cuando la situación lo permite o lo facilita. Las redes y aso-
ciaciones virtuales cada vez más se organizan y actúan favorecidas
por Internet —que es el caso de los grupos antiglobalización—.
Cada día los transportes terrestres, aéreos y marítimos incor-
poran nuevas innovaciones asociadas al manejo, coordinación, al-
macenamiento y consulta de información digital. Los colegios y
universidades que ofrecen cursos en línea aumentan considerable-
mente. Los trámites administrativos se están llevando de las filas
tediosas a las consultas en páginas web. Ahora, es posible comprar
víveres, ropa, libros y música por medio de la red. Los mundos vir-
tuales cada vez están más habitados10. La telefonía móvil cada día
está llegando a más personas. La información turística y de ocio
aumenta abismalmente e incita al desplazamiento físico y a con-
sumir. La convergencia tecnológica está acercando artefactos y ob-
jetos que parecían radicalmente distintos. Todas estas situaciones,
y otras que se me escapan, tienen variados efectos territoriales en
las áreas urbanas. Y están configurando una noción o idea social
diferente, o modificada, del espacio y del tiempo.
Las consecuencias geográficas de las tdic son variadas y con-
siderables. Y tal vez lo sean más dentro de poco. En general, es-
tamos acostumbrados a la presencia física y a la relación cara a
cara, y tal vez por eso han fracasado, parcialmente, algunas pro-
puestas como la teleconferencia. Las actuales telecomunicaciones
permiten una relación no directa, más bien mediada electrónica-
mente, pero algunas personas se resisten en cierta medida a esta
forma de relación.
Pero está la otra cara de la moneda. No es raro ver por varias
horas, en ocasiones por todo un día, a nuestros jóvenes delante de
una consola de videojuegos o frente a Internet. ¿Será que los niños
y jóvenes de hoy, los que tomarán decisiones económicas y polí-
ticas mañana, se adaptarán o ajustarán más fácilmente a las inte-
racciones no físicas, a las relaciones personales y sociales virtuales,

10 Lo cual se analiza en el capítulo 7.

131
Jeffer Chaparro Mendivelso

a la simulación? ¿Estamos en un estadio en el que nos habituamos


necesariamente a la presencia material o física?
En las ciudades aumentan los flujos de información y de inte-
racción social mediante Internet. Mientras, no se debería olvidar
que se ha detectado un aumento considerable de los hogares uni-
personales —una única persona viviendo en algún sector de cierta
área urbana— en muchos de los estados posindustriales. Estamos
asistiendo a cambios rápidos y trascendentales en la interacción
social —trabajo, vivienda, ocio, educación— y en las actividades
económicas y productivas, que sin duda se están manifestando y
que se traducirán, o se están traduciendo, territorialmente en las
áreas urbanas.
Pero todo lo anterior no implica necesariamente una desma-
terialización de los espacios urbanos y una sociedad que solo inte-
ractúe electrónicamente mediante la red. Considero que este tipo
de interacción cada vez será más común, abriendo nuevas posi-
bilidades. Es necesario tenerlo presente para planificar y pensar
las formas de urbanización venideras. En este sentido, quedan más
preguntas e inquietudes que repuestas. Por ahora, estamos asis-
tiendo a una tendencia a la dispersión de la urbanización y de
algunas actividades productivas y de servicios, pero a la vez la in-
novación tecnológica está bastante concentrada en algunos lugares
o medios específicos11.

Los retos que surgen


Vuelvo a la pregunta inicial: ¿concentración o desconcentración?
El recorrido transitado, referido principalmente a las dinámicas de
los estados que comúnmente se denominan como desarrollados,
permite señalar que las actuales posibilidades de las telecomuni-
caciones favorecen de manera simultánea la desconcentración
urbana y de algunas actividades productivas en el territorio, mien-
tras influencia la concentración de la innovación tecnológica en

11 Recuérdese que estas alusiones están enmarcadas dentro del contexto


de los estados que comúnmente se denominan como desarrollados,
industrializados o posindustrializados. En ellos, la dispersión urbana es una
realidad y el uso de las tdic cada vez es más agudo.

132
La dispersión urbana y las tecnologías digitales de la información y la comunicación

lugares específicos. A la par, las alteraciones espaciotemporales que


generan las nuevas telecomunicaciones afectan la interacción so-
cial y la concepción que las personas tienen de la ciudad. Se podría
decir que estamos asistiendo a nuevos tiempos y espacios urbanos.
De forma macro, puedo referir dos retos amplios que quedan
y que se pueden traducir en la necesaria investigación empírica.
Primero: las inequidades y disparidades en términos del acceso a
las nuevas posibilidades de las telecomunicaciones. Las inequidades
en el acceso a la red se manifiestan en diferentes niveles, desde las
empresas o industrias de bajo perfil tecnológico hasta en las per-
sonas que no cuentan con los recursos para adquirir un ordenador
o computador; es más, si todavía en el mundo hay quienes no co-
nocen o han tenido un libro en sus manos, mucho menos les será
accesible un ordenador. Segundo: ¿cómo el fenómeno evolucionará
tanto en las ciudades de los estados posindustriales así como en
los medios urbanos de los estados rezagados y dependientes
tecnológicamente? Todo ello pensado bajo la luz de la planificación,
la participación y la proyección de los medios urbanos, claro que
sin olvidar los entornos rurales —que por cierto también están
siendo influenciados fuertemente por las tdic—.
El tema es bastante interesante, entre otros aspectos, porque
las nuevas telecomunicaciones tienen múltiples facetas y mani-
festaciones, incluyendo peligros, riesgos y sombras. Más que res-
puestas, quedan inquietudes e ideas para trabajar, porque hasta
ahora estamos viviendo y experimentando los primeros estadios
de las sociedades y territorios mediados fuertemente por las tecno-
logías digitales de la información y la comunicación.

133
Jeffer Chaparro Mendivelso

134
Capítulo 4
La innovación tecnológica y los medios
innovadores en la era digital

La ciudad puede considerarse como “el lugar de la creati-


vidad y de la innovación” (Capel, 1998) por varios factores, desde los
asociados a la producción y reproducción del conocimiento hasta
los relacionados con el ambiente cultural estimulante. Muchas in-
vestigaciones de corte histórico demuestran el importante y de-
cisivo papel de los entornos urbanos en los procesos de desarrollo
tecnológico y científico. Por ello, no es del todo adecuado consi-
derar como nueva la asociación entre las áreas urbanas y la inno-
vación, entre la génesis y la adopción de lo nuevo.
En los últimos años, especialmente desde el último cuarto del
siglo xx, lo diferente es la forma de interrelación entre los factores
propiciadores de la innovación —incluyendo el territorio como so-
porte y a la vez producto—, las estrategias políticas que intentan
impulsar el proceso, el marco económico en el que se inscribe y
los impactos derivados de la actividad, por señalar algunos de los
aspectos más destacables. En este marco de referencia, inscribo mi
exploración de la relación entre la innovación tecnológica y el terri-
torio, asumiendo este vínculo como uno de los fenómenos rele-
vantes inmersos en el contexto de la instalación del mundo digital.

135
Jeffer Chaparro Mendivelso

Podría asumirse que existe una fuerte asociación coevolutiva


entre la producción de las tecnologías digitales a mediados del siglo
xx, su uso en los grandes laboratorios de investigación —primeros
medios innovadores— y la consolidación de los medios innova-
dores como tal, que utilizan y potencian gran parte de las inno-
vaciones que producen. Este asunto podría llevar al dilema sobre
si fue primero el huevo o la gallina, pero la salida precisamente
está en asumir el fenómeno como coevolutivo o dialéctico. Es bas-
tante probable que los medios innovadores de hoy en día no exis-
tieran sin la potencia que han inyectado las tdic; lógicamente, la
situación inversa inclina a la misma conclusión.
Es de resaltar que la discusión en torno a la innovación tecno-
lógica y a los medios innovadores está mucho más avanzada —y di-
gerida— en el contexto europeo que en el latinoamericano. Ello se
replica, por ejemplo, en los trabajos producidos por los académicos
e investigadores españoles y colombianos. Esta diferencia también
se evidencia en las perspectivas públicas —y en alguna medida
privadas— ligadas al ordenamiento territorial y a los mecanismos
específicos que pretenden apostarle a la innovación tecnológica
como mecanismo de desarrollo territorial.
Mientras en una ciudad como Barcelona, la noción de medios
innovadores, parques científicos o tecnópolis forma parte desde
hace varios años de las políticas de desarrollo territorial 1 —con
todo y sus aciertos y desaciertos—; en el caso de Bogotá, hasta
ahora se pretenden implementar estas perspectivas2 . Aunque en

1 Al respecto, véanse: Barceló y Oliva (2002). Entre las iniciativas


referenciadas por los autores, las cuales están fuertemente ligadas a la
noción de sociedad del conocimiento ligada a las tecnologías digitales, se
encuentran: Tecno Campus, Mataró; Gran Vía Digital, Sabadell; Parque
de los Negocios, Viladecans; La Ciudad de la Imagen, Terrassa; Granvía,
L’Hospitalet; y Distrito de Actividades 22@BCN, Barcelona. También puede
consultarse: Bosch y Capel Tatjer (2004), http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-
170-19.htm; Boixader (2004), http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-170-34.htm.
2 Secretaría Distrital de Planeación (2003). En la Revisión del Plan de
Ordenamiento Territorial de Bogotá se plantea como estrategia central de
desarrollo territorial —de forma bastante ilusa y cándida— la creación del
Anillo de Innovación de Bogotá, el cual está ínfimamente ligado a la noción
de medios innovadores y tecnópolis.

136
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

este capítulo no me refiero a casos concretos y puntuales, considero


que la reflexión en torno a este tema en el marco de las tecnologías
digitales de la información y la comunicación (tdic), es relevante
en la medida que se constituye en un tópico de actualidad para al-
gunos territorios, mientras que para otros forma parte de las pers-
pectivas futuras en cuanto a la planificación. En otras palabras,
posiblemente para el caso español, parte de lo que abordo se haya
discutido en alguna medida3, pero para el caso colombiano4 —y la-
tinoamericano5— el tema es bastante nuevo, y ofrece grandes retos
dada la apuesta, en gran medida a ciegas, que se hace frente a la
complejidad inherente a la innovación tecnológica y a la creación
de conocimiento de punta.
En todo caso, y teniendo presente lo antes mencionado, el
asunto de la innovación tecnológica es uno de los grandes refe-
rentes vigentes del mundo digital que se está instalando. Prueba
de ello, es la temática específica propuesta en la XXV Conferencia
Mundial de Parques Científicos y Tecnológicos (International Asso-
ciation of Science Parks —iasp—, 2007b) de la iasp, celebrada en
septiembre de 2008 en Johannesburgo, Sudáfrica. Y su tema central
fue el siguiente: El rol de los parques científicos en la aceleración
del crecimiento de la economía del conocimiento. El contraste entre

3 En una conferencia realizada en la Facultad de Geografía e Historia de la


Universidad de Barcelona, el 17 de mayo de 2007, el profesor e investigador
Ricardo Méndez comentó la importancia de hacer pesquisas bajo la noción
de “innovación territorial”, más allá de la perspectiva de la innovación
tecnológica. Ello sugiere que aunque aún no se puede señalar que se ha
abandonado en su totalidad la perspectiva de la innovación tecnológica,
para ciertas líneas de investigación de punta es adecuado pasar a la noción
de Innovación Territorial desde una concepción más amplia ligada a la
planificación.
4 Como puede evidenciarse en el Plan de ciencia, tecnología e innovación
Bogotá D. C., 2007-2019. “Bogotá, sociedad del conocimiento”. Alcaldía Mayor
de Bogotá (2007).
5 En torno al análisis del rezago y el atraso de América Latina en cuanto
a la innovación tecnológica, la creación de conocimiento de punta y la
industria de alta tecnología, véanse, entre otros: Sutz (2000); Zárate (2000);
Katz (2001); Arocena y Sutz (2001, 2002); Vonortas (2002); Chong y Micco
(2003); Maloney y Perry (2005).

137
Jeffer Chaparro Mendivelso

economías emergentes y economías más desarrolladas (Interna-


tional Association of Science Parks —iasp—, 2007a). Como puede
apreciarse, el asunto de los medios innovadores y de los parques
científicos y tecnológicos es un asunto de gran relevancia para la
economía mundial.
La idea central de este capítulo es abordar algunos de los as-
pectos asociados al medio innovador y a la relación entre el territorio
y la innovación tecnológica en el ámbito del ascenso de las tdic.
Para ello, comento sus características y repercusiones principales
partiendo de algunas reflexiones sobre el territorio y la innovación,
la localización de la industria de alta tecnología, el medio inno-
vador y sus tipologías, los efectos e impactos derivados y lo que
puede esperarse del conocimiento en torno a la innovación tecno-
lógica jalonada y mediada por las tdic.
Aunque las reflexiones están basadas principalmente en tra-
bajos europeos y norteamericanos, de ninguna manera pretendo
señalar que las experiencias o postulados de esos contextos deban
asumirse como una receta aplicable al contexto bogotano, colom-
biano o latinoamericano, ya que son bastante diferentes. No obstante,
considero que es especialmente notable reconocer los elementos
centrales respecto al fenómeno, para así poder hacer un juicio frente
a sus potencialidades y sus limitaciones, a su aplicabilidad o inapli-
cabilidad como mecanismo particular de desarrollo territorial.
¿Cuáles son las características principales de los medios inno-
vadores? ¿Cómo afectan al territorio? ¿Qué implicaciones sociales
se pueden esperar? Estas son algunas de las cuestiones que contrasto
y abordo en relación con la innovación tecnológica en la era digital6.

6 Un segmento de este capítulo se elaboró en el marco del curso de Doctorado


“Políticas y estrategias de desarrollo territorial”, impartido por el profesor
Joan Eugeni Sánchez en la Universidad de Barcelona durante el 2002. Parte
del presente capítulo se publicó previamente como artículo en la revista
Cuadernos de Geografía, editada por el Departamento de Geografía de la
Universidad Nacional de Colombia; véase: Chaparro (2003b). En razón
a lo anterior, la mayoría de la bibliografía aquí utilizada abarca la década
de 1990 e inicios de la de 2000; no obstante, considero que los elementos
básicos y centrales en torno a la temática se sostienen con vigencia hasta la
actualidad.

138
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

La innovación tecnológica
Desde la década de 1970, se ha considerado que el cambio tec-
nológico es importante para promover estrategias de desarrollo
local y regional (Méndez, 2000), mientras el estudio de los factores
que intervienen en la localización industrial empezó a incorporar
la velocidad de las modificaciones tecnológicas y de los procesos
de innovación en su análisis (Benko, 1999). La preocupación por
los espacios innovadores que estimulan la concentración, ya sea
de forma espontánea o inducida, de empresas o actividades de alto
nivel tecnológico —que muchos señalan como auspiciadas en sus
inicios principalmente por las actividades militares—, se ha cen-
trado en conocer cuáles son sus requisitos territoriales.
Esta situación ha generado inquietud por establecer el impacto
territorial de la innovación tecnológica y por fijar el papel de las polí-
ticas tecnológicas en las prácticas industriales y en el desarrollo re-
gional y local (Méndez, 2000). El sistema de producción también ha
sufrido serias reestructuraciones desde ese período, asociadas a la
fuerte incorporación de tecnologías productivas ligadas a las tdic,
a las nuevas relaciones de trabajo y a la organización territorial
—modificada— que marca el paso del sistema de producción for-
dista al que se ha denominado como ‘posfordista’ (Benko, 1991),
caracterizado por la flexibilidad en términos del cambio rápido en
métodos, procedimientos y productos.
Los procesos de innovación tecnológica, asociados fundamen-
talmente a la creación de nuevo conocimiento, no se desarrollan en
cualquier lugar. La innovación es un evento colectivo en el que las
empresas o actores tienden a concentrarse espacialmente, situación
que afecta su gestación y su difusión o adopción tanto corporativa
como social. Esta concentración tiene dos razones o motivos prin-
cipales (Méndez, 2000): la existencia de precondiciones sociales
y territoriales asociadas a recursos humanos formados, la acu-
mulación del saber-hacer, la disponibilidad de infraestructuras
adecuadas y la presencia de universidades o centros de investi-
gación; paralelamente se hace necesario sostener proximidad es-
pacial entre las entidades o empresas potencialmente innovadoras,

139
Jeffer Chaparro Mendivelso

manteniendo, a la vez, los intercambios de información y los flujos


de externalidades —relaciones hacia fuera—.
Abordo ahora el contexto general en el que se han desarro-
llado las ideas sobre la innovación tecnológica, en especial desde
mediados del siglo xx. En las décadas de 1950 y 1960, el creci-
miento económico, sobre todo en Europa y Norteamérica, presentó
una relativa aceleración en comparación con los años anteriores,
pero hacia 1974 se registró una disminución del crecimiento, es-
trechamente vinculada al aumento de las tasas de inflación y de
desempleo (Benko, 1999), donde la crisis petrolera de 1973 fue un
factor estructural. Existía una inadecuación entre los modelos
neoclásicos de economías de mercado y las estructuras de las eco-
nomías industriales avanzadas, situación que condujo a que, en la
mayoría de los casos, las estrategias neoliberales sustituyeran a las
perspectivas del Estado de corte keynesiano.
Hasta 1850, las actividades industriales se caracterizaban por
una tendencia a localizarse dispersamente (Precedo y Villarino,
1992, citando a Aydalot, 1985, pp. 10-11), en especial hacia sectores
urbanos periféricos y hacia áreas rurales. Luego se produjo un
proceso continuo de concentración territorial especialmente en al-
gunos polos. Después de 1950, y sobre todo a partir de 1960, la loca-
lización industrial tiende a dejar la concentración para dispersarse
territorialmente, favorecida por “una concentración creciente del
capital en grandes organizaciones… que se comportan con mayor
indiferencia con respecto a las condiciones locales, alcanzando
una mayor flexibilidad locacional”. Los avances en las comuni-
caciones y los transportes incidieron de forma sustancial en este
comportamiento, especialmente porque la localización cada vez
dependía menos de la cercanía de las fuentes de materias primas.
Es el impacto de la tecnología poco restrictiva desde el punto de
vista locacional. En esta medida, esta especie de descentralización
productiva se torna recurrente en los estados industrializados
y permite que desde ellos algunas actividades se trasladen a los
estados que, supuestamente, se encuentran en vías de desarrollo,

140
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

donde existen ciertas ventajas que principalmente son de costos


—de todo tipo, incluyendo el ambiental y el laboral7 —.
Entre 1960 y 1970 empezaron a notarse diferencias sectoriales
persistentes en las tasas de producción, productividad, empleo y
precios; situación que se evidenciaba en el desbalance entre las
empresas que sobrepasaban fuertemente la media en comparación
con el total y las que tenían una producción muy baja. Luego se
estableció que esas diferencias tan marcadas estaban íntimamente
correlacionadas con los cambios en las tecnologías de fabricación
y de productos.
Hay quienes se inclinaron por asumir que la clave de la si-
tuación radicaba en el aumento de la demanda para diversas in-
dustrias y, por consiguiente, en el incremento de la producción a
causa de las economías de escala y de la utilización de nuevas ge-
neraciones de máquinas (Benko, 1999). Otros asumieron que los
cambios técnicos generan nuevos cambios, incidiendo en la pro-
ductividad, en los precios relativos de bienes y servicios, en la
demanda y en los volúmenes producidos. Lo importante de esta si-
tuación es que se empieza a detectar o reconocer que el factor tec-
nológico es fundamental para explicar los procesos productivos y
su comportamiento.
Durante el período comprendido entre la posguerra y 1970, la
política territorial se centró preferencialmente en la idea de los polos
de crecimiento, que luego le dio paso a la noción de desarrollo local.
Consecutivamente, las nuevas estrategias pretendieron aumentar
la capacidad de innovación y de adaptación de las regiones porque
el —supuesto— fin de la intervención del Estado había dejado el
espacio para el movimiento “tecnopolitano” (Benko, 1999), que en
definitiva se constituyó en una especie de reencauche de la idea de
polos de desarrollo.
Hacia 1970, los estados experimentaron fuertes gastos que
impulsaron la toma de medidas fiscales mediante préstamos o el
financiamiento del déficit, medidas para las que muchos sectores
de la economía y de la población no estaban preparados, y que a

7 Por lo general, favorecidos por legislaciones permisivas y débiles.

141
Jeffer Chaparro Mendivelso

la postre propiciaron que hacia finales de la década las corrientes


neoliberales lograran concentrar el apoyo y los adeptos necesarios
para que fueran elegidos en los gobiernos, con la bandera prin-
cipal de reducir la intervención del Estado. Sin pretender perder
de vista las particularidades, las principales medidas incluyeron
la inclinación por reducir los presupuestos y los gastos públicos, con la
consecuente menor intervención en aspectos sociales y económicos,
lo cual no ocurrió con el sector militar. Se iniciaron entonces pro-
cesos de privatización y de contratación de servicios para el sector
público, y la asistencia a los grupos menos favorecidos disminuyó
sustancialmente, de tal forma que ahora se dependería en gran
medida de las posibilidades individuales para costear ciertos ser-
vicios (Benko, 1999)8.
Esta situación, en la que se detectó el importante papel de la
innovación tecnológica en los procesos productivos mientras dis-
minuía la intervención del Estado, la dinámica económica asociada
al cambio tecnológico, la internacionalización de la economía y la
terciarización impulsaron la concepción cualitativa de la locali-
zación industrial (Precedo y Villarino, 1992). Desde entonces, se
asume de manera corriente que la innovación es un proceso di-
námico que expresa una evolución positiva de la competitividad
empresarial y que lleva implícito tres conceptos fundamentales:
“tecnología, estrategia y organización” (Somoza, 2000).
A partir de los años ochenta, las teorías sobre el desarrollo
territorial se han centrado en cuatro factores o elementos clave que
explican, en buena medida, las desigualdades en diferentes escalas
territoriales: el capital territorial, el esfuerzo por innovar, la or-
ganización de las relaciones de producción en forma de redes que
sostienen diversos flujos y la relación complementaria entre coope-
ración y competencia (Caravaca et al., 2002). En definitiva, se re-
conoce que la base territorial no es estática ni neutra, y que influye
decisivamente en la innovación.

8 Por otro lado, es conveniente aclarar que esta situación asociada al ascenso
de la lógica neoliberal llegó primero al contexto de las economías más
avanzadas, y luego se extendió hacia los estados no industrializados —por
ejemplo, en América Latina— hacia la década de 1990.

142
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

Para Méndez (2000):


Los parques tecnológicos y científicos se convirtieron durante
la década de los 80 en los protagonistas fundamentales de los es-
tudios dedicados a establecer las interrelaciones existentes entre in-
novación tecnológica, desarrollo regional y ordenación del territorio,
al ser espacios delimitados y urbanizados para albergar empresas e
instituciones que hiciesen posible la promoción de actividades in-
novadoras y la consecución de una efectiva sinergia positiva entre la
ciencia, la tecnología y la industria. (p. 171)

En una línea similar, Somoza (2000) expresa:


La globalización de la economía y sobre todo la reducción
de las distancias que produce la evolución de las tecnologías de
la información obligan al empresario a innovar constantemente
para hacer frente a un mercado cada vez más competitivo. En este
ámbito, la concentración de firmas innovadoras y la transferencia
de conocimientos entre ellas parece ser un buen instrumento para
facilitar el desarrollo endógeno de las tecnologías empleadas. Este
es básicamente el objetivo de los parques tecnológicos nacionales,
que intentan contribuir al desarrollo regional potenciando la inno-
vación tecnológica. (p. 315)

Se puede indicar que en las dos ideas anteriores se encuen-


tra la noción general que se utiliza para realizar o justificar una
intervención orientada a generar un parque tecnológico o un
medio innovador.
En la teoría geográfica los estudios sobre la innovación tec-
nológica se han abordado desde tres perspectivas principales: la
primera reconoce el papel de los procesos de investigación y desa-
rrollo en la base tecnológica de las industrias; la segunda línea se ha
centrado en reflexionar, basándose en estudios de caso específicos,
sobre el origen y las características de los complejos regionales de
innovación; y la tercera considera principalmente la función de las
aglomeraciones en la innovación tecnológica y el desarrollo eco-
nómico (Feldman y Florida, 1994). Según Méndez (2000), son
cuatro las temáticas centrales e interrelacionadas que delinean las

143
Jeffer Chaparro Mendivelso

investigaciones sobre los medios de innovación: la teoría de la in-


novación, los distritos industriales y los sistemas productivos lo-
cales, las redes empresariales y el desarrollo local. Se puede decir
que estas dos líneas, que tienen varios aspectos en común, son re-
presentativas de los enfoques con los que se parte al momento de
abordar la innovación tecnológica y los medios innovadores.
Para finalizar este apartado, la tabla 4 condensa los aspectos
fundamentales que se hallan inmersos en el proceso de innovación
tecnológica, algunos de los cuales trato más adelante.

Tabla 4. Principales aspectos del proceso de innovación

Espacios de innovación
1. Espontáneos:
- Complejos de alta tecnología
- Medios innovadores
2. Planificados:
Procesos de innovación

- Tecnópolis
- Parques tecnológicos y científicos

Impactos territoriales de la innovación tecnológica


1. Relocalización de actividades industriales
2. Espacio y economía de redes
3. Nueva división espacial del trabajo
4. Contrastes según esfuerzo tecnológico

Política tecnológica y desarrollo regional


1. Objetivos y tipos de políticas
2. Instrumentos de intervención
3. Efectos sobre el desarrollo regional y local
Fuente: Méndez (2000).

Localización de la industria de alta tecnología


¿Qué factores influyen en la localización de la industria de alta
tecnología? ¿Su localización es más autónoma? ¿Su localización es
más interdependiente?
Tomo como punto de partida y de reflexión la siguiente alusión
sobre la industria de alta tecnología: “[…] la innovación tecnológica
trae consigo principalmente una teórica mayor independencia
a la hora de buscar una localización concreta para los centros pro-
ductivos” (Alonso, 2000, p. 300). A partir de la idea anterior, en

144
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

este apartado reflexiono sobre lo acertado o no de ella; además,


examino varios de los aspectos involucrados en la localización de
los medios innovadores.
Vale la pena ubicar primero el panorama general en torno a
la localización industrial. El desarrollo reciente —en las últimas
décadas— de las ideas en cuanto a la localización económica e in-
dustrial, puede condensarse en las siguientes vertientes teóricas
(Precedo y Villarino, 1992): la teoría normativa, asociada a la idea
de racionalidad, objetividad y máximo beneficio de las decisiones
económicas, donde se destacan las líneas de mínimo costo (Weber),
optimización de la demanda (Fetter), interdependencia espacial
(Hotelling) y mínimo costo e interdependencia espacial integrados
(Lösch, Greenhut, Isard); la teoría comportamental, que enfatiza en
la racionalidad limitada; las estrategias de grandes organizaciones,
donde el concepto de empresas multiplanta, el papel de la terciari-
zación industrial y la innovación tecnológica son fundamentales y
decisivas; y la teoría ecotecnológica, que involucra aspectos cualita-
tivos, destacándose el potencial de innovación, de creatividad y la
calidad ambiental, en función de la formación de redes internacio-
nales competitivas y estratégicas, de fuerte inclinación ecológica.
Las dos últimas corrientes son las que pueden caracterizar, en gran
medida, la localización de la industria de alta tecnología en la ac-
tualidad. Pero ¿qué aspectos consideran?
Tres puntos pueden caracterizar de forma general los pro-
cesos de localización industrial en las últimas décadas (Precedo y
Villarino, 1992): la mayor flexibilidad al elegir el emplazamiento,
generando una especie de “ubicuidad espacial” favorecida funda-
mentalmente por el factor tecnológico; la menor influencia de los
“factores clásicos de producción” junto con la tendencia a la ter-
ciarización en la producción industrial; y el peso de los factores
cualitativos, como la mano de obra cualificada, las redes de teleco-
municaciones y la capacidad de innovación e investigación. Todos
estos aspectos, asociados al “nuevo sistema económico posindus-
trial”, influyen en las nociones que se manejan en términos de las
políticas de desarrollo. La localización productiva ahora se inclina
por aspectos como las posibilidades territoriales de competencia, el

145
Jeffer Chaparro Mendivelso

mercado desde las perspectivas económica y espacial, la presencia de


actividades complementarias de investigación-tecnología y servicios
avanzados, junto con la capacidad de gestión tanto pública como
privada. Por su parte, Benko (1999) resume las teorías de locali-
zación de las industrias de alta tecnología de la siguiente manera
(véase tabla 5).

Tabla 5. Clasificación de las teorías de localización de la industria


de alta tecnología

Teorías parciales Teorías globales


Enumeración de los factores Organización industrial
Teoría del ciclo de vida Mercado de trabajo
Complejos territoriales Economía y deseconomía de aglomeración
de innovación
Fuente: Benko (1999).

Dentro de las teorías parciales, el autor asume para los factores


de localización que los de mayor importancia son la fuerza de tra-
bajo o capital humano, la cercanía e interrelación con las universi-
dades, institutos o centros de investigación, el atractivo paisajístico
o ambiente agradable, el clima político y de negocios y las econo-
mías de aglomeración. Sobre el ciclo de vida del producto, consi-
dera que es fundamental hacer la distinción entre las industrias que
utilizan tecnología de nivel medio y las de alta tecnología o high-
tech —aunque también se debe asumir que es una generalización
que no vislumbra las diversas líneas que se presentan en la produc-
ción—. Para las primeras, que poseen un ciclo de vida productivo
de aproximadamente treinta años, tiene presente las tres fases por
las que pasa el proceso industrial: la de desarrollo o innovación,
caracterizada por una fuerte inversión de capital; la de madura-
ción o crecimiento, en la que las ventas llegan al máximo, el pro-
ducto está perfeccionado y desciende la cantidad de mano de obra;
y la fase de estandarización, en la que la producción, dado que ya
se maneja el mercado, se torna móvil en términos de su fabrica-
ción y puede ser transferida a zonas periféricas fuera del tecnópolo
con la posibilidad de reducir costos. Pero este comportamiento no
es aplicable a las del segundo tipo, esencialmente constituido por

146
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

pequeñas —y medianas— empresas, porque el ciclo de vida de sus


productos está alrededor de cinco a siete años y en ellas no se pre-
senta la fase de estandarización característica de la alta tecnología.
Con relación al punto de los complejos territoriales de inno-
vación, referido fundamentalmente a las condiciones geográficas
de producción, el autor comenta el papel de la tecnología en la
región asumiendo, en primera medida, que la empresa innovadora
no preexiste a los medios locales, sino que los medios son los que
permiten o favorecen su desarrollo en la medida de su receptividad
asociada al acceso al conocimiento, al saber-hacer, a las infraes-
tructuras de diverso tipo y al mercado de trabajo, entre otros fac-
tores de convergencia importantes.
Pasando a la segunda línea, la de las teorías globales, Benko
maneja la noción de unificación de la organización industrial y la
localización. Asume que la fuerte concurrencia económica puede
promover a las firmas a cambiar o reestructurar frecuentemente la
configuración de sus métodos de producción y la variedad de sus pro-
ductos, lo que implica modificaciones en el sistema de conexiones que
ha establecido. La inestabilidad del mercado, los elevados costos de
la información y la investigación, y el ciclo de vida de los productos,
que se constituyen en un conjunto de factores de riesgo, hacen ne-
cesaria la estrategia de mutualizarlos o compartirlos, situación que
conduce a la tendencia de desconcentración de las empresas en redes
de firmas especializadas y a la generación de alianzas estratégicas,
transferencia de tecnología, colaboración continua y otras tácticas
que forman parte de la innovación.
A mí modo de ver, en conjunto las dos corrientes de locali-
zación de la industria de alta tecnología ofrecen nociones similares
en función de los factores o actores que intervienen en el proceso;
se diferencian porque la primera se centra más en algunos aspectos
específicos, sin descuidar otros relevantes, mientras que la segunda
intenta partir de la globalidad y de la visión de conjunto para des-
cender —aumentar de escala o de detalle— en la búsqueda de ex-
plicaciones para la localización de la industria de alta tecnología.
Hasta este momento, se puede decir que los aspectos medu-
lares generales de la localización de la industria de alta tecnología

147
Jeffer Chaparro Mendivelso

están abordados. Ahora vale la pena centrarse en ejemplos de in-


vestigaciones empíricas para contrastar algunos de esos aspectos.
A partir de un trabajo empírico sobre Estados Unidos (Feld-
man y Florida, 1994), se ha asumido que la distribución geográfica
de la innovación está en función del área de traslape o superposi-
ción de la infraestructura tecnológica, asociada a las concentracio-
nes de universidades e industrias que pueden soportar y generar
nuevos productos e ideas que en algún momento pueden conver-
tirse en realidades para el mercado. En el modelo para compren-
der el proceso de innovación tecnológica parten, esencialmente,
de asumir que las variables dependientes que lo explican son los
productos con carga innovadora, mientras las variables indepen-
dientes son las firmas o empresas; las industrias de investigación y
desarrollo (I+D); las universidades que participan en I+D y los ser-
vicios de negocios; las cuales son suplementadas por una serie de
variables de control. En conjunto, los autores concluyen que estos
factores permiten la sinergia y la capacidad para producir innova-
ción, además de explicar su localización.
En otro caso de estudio para Estados Unidos, se ha señalado
que la dinámica asociada a la irrupción de industrias de alta tec-
nología dedicadas a las tdic en el área metropolitana de Austin,
Texas, en la década de 1990, estuvo asociada paralelamente al des-
censo de la participación de las industrias tradicionales, incluyendo
el segmento energético ligado al petróleo. En razón a la coyuntura
de cambio productivo, desde los sectores privado y público se in-
centivó decididamente el ingreso de compañías ligadas a las tecno-
logías digitales, situación que derivó en la constitución de un área
muy dinámica, denominada Colinas de Silicio (Silicon Hills) (Tu,
Sui y Gavinha, 2004). Aunque los resultados en términos de la pro-
ducción de la innovación son bastante elocuentes, se ha establecido
que también es conveniente analizar las implicaciones ambien-
tales de las Colinas de Silicio, ya que no está del todo claro que la
economía digital sea menos lesiva para el ambiente que la eco-
nomía industrial.
Por otra parte, varios estudios han intentado encontrar o esta-
blecer las razones que impulsan a las industrias de alta tecnología

148
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

a localizarse en cierto lugar, ya que su elección es completamente


diferente de las industrias tradicionales. Aquellas tienden a lo-
calizarse cerca de los centros de investigación, donde a la vez las
posibilidades de penetración en el mercado sean adecuadas. Los
estudios empíricos que toman el curso espacio-temporal de las
nuevas empresas señalan que usualmente eligen las áreas metro-
politanas, ya que las asumen como incubadoras urbanas, mientras
que las áreas periféricas poseen bajo potencial de innovación.
A modo de hipótesis, Frenkel (2001) considera que las empre-
sas son motivadas por la maximización de las ganancias, de tal
manera que la localización óptima es establecida por la firma que
posee las capacidades tecnológicas como factor autónomo, los atri-
butos del producto y la producción del medio. En este último punto
intervienen aspectos como la concentración de empresas y de ins-
tituciones, la estructura y el tamaño de la fuerza laboral, la infraes-
tructura física regional, la infraestructura de telecomunicaciones
digitales, la disponibilidad de fuentes de información para desarrollar
y adoptar innovaciones, la concentración de conocimiento como
masa crítica para la innovación, el prestigio de la región o del lugar
y los incentivos y políticas regionales gubernamentales que hagan
atractiva la localización.
Los anteriores serían algo así como los factores externos,
mientras que dentro de los inherentes a la misma empresa se con-
sideran fundamentales la capacidad de desarrollo y adopción de
información, al igual que su tamaño, porque se constituye en indi-
cador de la escala de efecto e impacto de su potencial de innovación.
En una especie de interface entre lo interno y lo externo se
encuentran los atributos asociados al ciclo de vida del producto o
productos de la empresa, aspecto a la vez relacionado con el mercado.
También interviene la naturaleza de la empresa en el sentido de si es
joven, si es pequeña o si funciona a partir de multiplantas. En con-
junto, estos tres aspectos —la producción del medio, los atributos
de la firma asociados al ciclo de vida del producto y la capacidad de
la empresa— son asumidos por Frenkel como las tres principales
variables que intervienen en la localización de las industrias de
alta tecnología.

149
Jeffer Chaparro Mendivelso

En un estudio empírico sobre la localización de industrias


de alta tecnología en la zona norte de Israel, que se podría consi-
derar como una situación atípica por el contexto geopolítico que
le subyace, Frenkel encontró comportamientos que consideramos
adecuado referir por ser interesantes. Primero, véase la tabla 6 que
contiene los valores de probabilidad del nivel de importancia de
los factores de localización de industrias de alta tecnología en el
norte de Israel.

Tabla 6. Cambios en los valores de probabilidad acorde con el nivel de


importancia de los factores de localización de las industrias de alta tecnología

Media Nivel de importancia


Factores de de la Muy
localización planta o No Importancia
Importante impor-
empresa importante marginal tante
Incentivos
0,435 0,755 0,571 0,365 0,199
gubernamentales
Proximidad para
agrupar mano 0,398 0,280 0,364 0,457 0,554
de obra muy
experimentada
Estatus o prestigio 0,464 0,329 0,457 0,591 0,713
de la región
Alto nivel de 0,451 0,306 0,451 0,605 0,740
telecomunicaciones
Fuente: Frenkel (2001).

Varios aspectos hacen que los datos que contiene la tabla sean
interesantes, aunque hay que tener presente la especificidad de la
situación israelí. En primer lugar, se puede señalar que el valor
medio de la empresa no varía significativamente en relación con los
factores de localización de las industrias de alta tecnología. Pero la
interpretación cambia al observar el nivel de importancia, porque
hay dos tendencias: a medida que aumenta el nivel de importancia
disminuye la probabilidad de que la elección tenga presente los in-
centivos gubernamentales, lo que denota una correlación negativa;
mientras que los otros tres factores manifiestan una correlación
positiva entre el nivel de importancia y la probabilidad, siendo en

150
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

orden de mayor peso el alto nivel de telecomunicaciones, seguido


por el prestigio de la región y luego por la proximidad a la mano de
obra muy experimentada.
Se puede señalar que, para el caso de los incentivos, probable-
mente este comportamiento responde a que las empresas de alta
tecnología cuentan con el capital de riesgo suficiente para apostar
por invertir en una localización sin que existan necesariamente
este tipo de apoyos —aunque es conveniente considerar que el
comportamiento es diferente para las empresas que esperan loca-
lizarse fuera de las áreas metropolitanas—. El comportamiento del
factor proximidad de la mano de obra, aunque tiene un nivel de
importancia considerable, se puede explicar al asumir que parte
de la fuerza de trabajo especializada ya se encuentra inscrita por
defecto en los fichajes que trae la nueva industria. La fuerte im-
portancia de las infraestructuras de telecomunicaciones se explica
por la intensa vinculación entre la innovación y las tecnologías di-
gitales de la información y la comunicación (tdic); mientras que el
prestigio de la región, segundo factor en importancia y que podría
considerarse a priori como poco relevante, parece que se convierte,
para este caso, en punto central para la localización de la industria
de alta tecnología.
Estos aspectos contrastan con las ideas que manejan otros
autores. Por ejemplo, Castells y Hall (1994), en su estudio sobre
las tecnópolis del mundo, encontraron que la gran mayoría de los
principales centros de innovación se localizan en las viejas metró-
polis. Para Precedo y Villarino (1992), asociados a las funciones de
investigación y desarrollo (I+D), los centros de investigación sobre
procesos, productos o mercados son clave en la distribución es-
pacial de las actividades industriales. Tienden a localizarse donde
existan centros educativos de nivel superior, porque cumplen la
doble función de potenciar la investigación y de proveer personal
altamente calificado, en lugares donde la oferta de servicios de alto
nivel sea adecuada y preferencialmente en entornos de buena ca-
lidad ambiental.
Por su parte, Benko (1991) asume que, en conjunto, las in-
dustrias de alta tecnología se caracterizan por una concentración

151
Jeffer Chaparro Mendivelso

geográfica concretizada en la reaparición de los distritos indus-


triales 9 que presentan una considerable fragmentación organiza-
cional —y, a la vez, coordinación—, y ventajas para ciertos costos y
para el sostenimiento de un ambiente en el que la información de
punta cumple un papel fundamental.
Es posible observar que los puntos centrales para explicar la
localización de la industria de alta tecnología más o menos se sos-
tienen con ciertas variaciones. ¿Será que aunque los factores que
explican la localización son similares, cada medio innovador tiene
unas características muy particulares? Considero que sí, por eso es
muy arriesgado establecer fórmulas y recetas para forzar la inno-
vación tecnológica en cierto territorio.
Abordando nuevamente el trabajo de Frenkel (2001), él finaliza
su investigación concluyendo que las empresas tienden a locali-
zarse en las zonas metropolitanas, especialmente en las que cuen-
tan con una adecuada infraestructura de telecomunicaciones, una
buena imagen y poseen disponibilidad de mano de obra calificada.
Aunque, curiosamente, en su elección no se considera como pri-
mordial la cercanía a los centros académicos y de investigación,
aspecto que contrasta con fuerza con las ideas que, de manera re-
currente, se encuentran en la literatura sobre medios innovadores.
Retomo de nuevo la alusión con la que se inicia este apartado. ¿Será
que la innovación tecnológica conlleva una teórica mayor libertad
o independencia al momento de localizar los centros productivos
de alta tecnología? Considero que los factores asumidos por di-
ferentes autores como importantes son similares en el momento
de abordar el fenómeno, pero su conjunción es diferente para las
distintas experiencias de los medios innovadores. Más que inde-
pendencia al momento de la localización de la industria de alta
tecnología o de la generación de un medio innovador, lo que se
presenta se puede denominar como posibilidades flexibles de lo-
calización, lo cual de ninguna forma implica que los procesos de

9 Aunque esta denominación fundamentalmente se asocia al concepto


desarrollado hacia la década de 1970, corresponde a la teoría del crecimiento
endógeno. Cuadrado (1995).

152
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

innovación estén desligados de un marco territorial que cumpla o


posea lo necesario para convertirse en un medio innovador.

El medio innovador
El inicio de los estudios sobre los medios innovadores se atri-
buye frecuentemente al economista francés Philippe Aydalot, quien,
en 1986, publicó un trabajo sobre los entornos innovadores en Eu-
ropa. Posteriormente, otros autores se han interesado por el tema
bajo nociones como la de distritos tecnológicos (Storper, 1993) o la
de redes de innovación (Méndez, 2000).
Pero ¿cómo definir un medio innovador o un parque científico
o tecnológico? Castells y Hall (1994) lo hacen de la siguiente forma:
Por medio innovador entendemos el sistema de estructuras so-
ciales, institucionales, organizativas, económicas y territoriales que
crean las condiciones para una generación continua de sinergias y
su inversión en un proceso de producción que se origina a partir
de esta capacidad sinérgica, tanto para las unidades de producción
que son parte de este medio innovador como para el medio en su
conjunto. (p. 30)

Para la Asociación de Parques Científicos y Tecnológicos de


España (apte) (2007):
¿Qué es un parque científico y tecnológico?
Según la apte, se trata de un proyecto, generalmente asociado
a un espacio físico, que:
1) Mantiene relaciones formales y operativas con las universi-
dades, centros de investigación y otras instituciones de edu-
cación superior.
2) Está diseñado para alentar la formación y el crecimiento de
empresas basadas en el conocimiento y de otras organizacio-
nes de alto valor añadido pertenecientes al sector terciario,
normalmente residentes en el propio parque.
3) Posee un organismo estable de gestión que impulsa la trans-
ferencia de tecnología y fomenta la innovación entre las em-
presas y organizaciones usuarias del parque.

153
Jeffer Chaparro Mendivelso

Y para la Asociación Internacional de Parques Científicos


(iasp) (International Association of Science Parks —iasp—, 2007a):
Un Parque Científico es una organización gestionada por
profesionales especializados, cuyo objetivo fundamental es incre-
mentar la riqueza de su comunidad promoviendo la cultura de la
innovación y la competitividad de las empresas e instituciones ge-
neradoras de saber instaladas en el Parque o asociadas a él.
A tal fin, un Parque Científico estimula y gestiona el flujo de co-
nocimiento y tecnología entre universidades, instituciones de investi-
gación, empresas y mercados; impulsa la creación y el crecimiento de
empresas innovadoras mediante mecanismos de incubación y de ge-
neración centrífuga (spin-off ), y proporciona otros servicios de valor
añadido así como espacio e instalaciones de gran calidad.
La expresión “Parque Científico” puede sustituirse en esta de-
finición por “Parque Tecnológico” o “Tecnópolis”.
La iasp es una red mundial. Su definición debe abarcar los di-
ferentes modelos existentes en el mundo. A tal fin, se ha hecho un
esfuerzo para identificar los principales denominadores comunes
de los distintos modelos, así como para fijar los mínimos requisitos
y estándares que cualquier proyecto debe reunir para poder ser con-
siderado como un Parque Tecnológico o Científico.
La iasp ha realizado un análisis comparativo de los modelos y
experiencias de Parques Tecnológicos y Científicos en los 63 países
en los que está presente, asegurando así el carácter auténticamente
global de su definición.
La definición de Parque Tecnológico de la iasp abarca otros
términos y expresiones tales como “Parque Científico”, “Tecnópolis”,
etc. Aunque puede haber ciertas diferencias entre ellos, los proyectos
definidos con estas expresiones comparten muchos objetivos, ele-
mentos y métodos y están, por ende, comprendidos en esta defi-
nición. La iasp no excluye que pueda haber otras definiciones más
específicas para cada uno de estos términos, pero no reconocerá
como “Parque Tecnológico” o “Parque Científico” ningún proyecto
que no encaje en la definición aquí propuesta.

154
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

Desde otra perspectiva, se señala que el medio innovador, más


que mero soporte, debe ser entendido como proceso y como terri-
torio formado por redes materiales e inmateriales integradas que
favorecen el surgimiento de innovaciones (Caetano y Gama, 2000).
Sus principales cualidades están referidas a una dimensión terri-
torial, a los actores que pueden ser empresas o universidades, a los
elementos materiales como las infraestructuras —incluyendo las
de transporte y las de telecomunicaciones digitales avanzadas—,
a elementos inmateriales asociados fundamentalmente al cono-
cimiento y al saber-hacer, a las instituciones involucradas, a las
formas de interacción relacionadas principalmente con la coope-
ración y la formación de redes de innovación, todo dentro de una
dinámica permanente de aprendizaje.
El desarrollo de un medio innovador puede asociarse a las
etapas de creación inicial, expansión de las interrelaciones y des-
pegue (Cuadrado, 1995), en la que las sinergias actúan de tal forma
que las conexiones se extienden cada vez a más territorios y mer-
cados. La figura 9 ilustra de forma general los aspectos asociados
al medio innovador.
La noción de medio innovador es asumida de forma genérica
por algunos autores, mientras otros establecen diferencias y tipo-
logías que resaltan ciertos aspectos. Así, a los nuevos medios o es-
pacios de la innovación Benko los denomina tecnópolos (Benko,
1999), donde lo fundamental para caracterizarlos son las activi-
dades industriales de alta tecnología. Son lugares con una organi-
zación económica nueva, con una lógica de producción diferente
que integra la investigación pública y privada, y la formación su-
perior o universitaria. También es la oferta particular de un sitio
o lugar que ofrezca calidad arquitectónica y una forma territorial
de polarización (Benko, 1999). Para Cuadrado, los elementos eco-
nómicos que definen el medio o entorno innovador se pueden
sintetizar en las economías externas y las economías de distrito
(Cuadrado, 1995), que conforman, en parte, el “clima industrial”;
las economías de proximidad, que reducen costos y favorecen la
circulación de la información; además, los elementos sinérgicos,

155
Jeffer Chaparro Mendivelso

Distritos industriales y
sistemas de producción
locales

Teoría de MEDIO Redes de empresas


la innovación INNOVADOR

Desarrollo local

Figura 9. Conceptos relacionados con el medio innovador.


Fuente: Méndez (2000).

que involucran, entre otros, la rapidez con la que las empresas


deciden adoptar las innovaciones. Sin desconocer la diversidad de
alusiones —que trato en el próximo apartado—, la figura 10 pre-
senta los aspectos fundamentales sobre el medio innovador.
Uno de los aspectos fundamentales de los medios innovado-
res es su íntima relación con los centros de investigación y con las
universidades, que a la vez desempeñan un papel importante en el
desarrollo regional. En este plano, se identifican dos tendencias o
grupos de teorías sobre la innovación como promotora de desarrollo
regional (Cuadrado, 1995). La primera se ubica en el contexto de los
procesos de innovación y la distribución espacial de las actividades
de I+D, aludiendo, por una parte, que la innovación tiende a con-
centrarse espacialmente a favor de las sinergias y, por otra, que los
procesos de innovación se distinguen por su carácter acumulativo.

156
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

Inputs

Bancos Empresas
Sociedad Recursos Investigación
y capital Entrenamiento industriales
de servicios humanos interna
riesgo internas

TECNÓPOLO
Organización
Animación
Comunicación interna y externa
Marketing, cultura tecnopolitana
(arquitectura, medioambiente, relación salarial…)

Outputs directos

Nuevos Nuevas Nuevas Imagen Nueva


productos, empresas tecnologías dinámica organización
procesos y y nuevos y nuevas o farol social
servicios empleos profesiones tecnológico

Outputs indirectos

Nueva Desarrollo Industria Crecimiento Formación


regulación regional regional urbano de culturas
económica adaptativas
y social

Figura 10. Esquema teórico funcional de un tecnópolo.


Fuente: Benko (1999).

Además de la tendencia a la concentración, los medios inno-


vadores, en general, se asocian a las regiones centrales, donde las
posibilidades de avance son mejores. La capacidad generadora de in-
novación, para las regiones involucradas, permite establecer tres tipos
principales: las que innovan en todo el sentido de la palabra; las que
adaptan innovaciones con el fin de partir de esa base para conseguir
un desarrollo local sostenido; por último, las que son dependientes de
las tecnologías externas para jalonar su desarrollo local.
La segunda tendencia se orienta hacia la evaluación de los pro-
cesos de difusión de la innovación, considerando factores como las
conexiones que favorecen el intercambio, el papel de las jerarquías
urbanas, la rentabilidad y los costos que acarrea cualquier adop-
ción. Esta tendencia también incorpora la noción de incubación,

157
Jeffer Chaparro Mendivelso

caracterizada por tres fases10: la de incubación o despegue del sis-


tema tecnológico; la de explotación o expansión creativa que presta
más atención a los procesos y productos; y la de creciente com-
petencia, en la que esta se incrementa y las posibilidades de in-
novación disminuyen. Pero en esta tendencia ya se han detectado
ciertos problemas de confrontación, ya que los ciclos de vida de
los productos de alta base tecnológica se han acortado sustancial-
mente, impidiendo, de manera consecuente, dar el tiempo necesa-
rio para su difusión. Además, muchas empresas tradicionales se
han renovado con los avances tecnológicos más recientes, mien-
tras que las sinergias innovadoras participan en todas las etapas
del proceso productivo.
Ya se ha establecido que varios actores y factores intervienen en
la generación y desarrollo de un medio innovador, los cuales, en la
medida que se relacionan y entrecruzan en cada caso específico, ge-
neran y se constituyen en medios innovadores de naturaleza diversa.
Por tanto, proseguiré ahora con los tipos de medios innovadores.

Tipologías de medios innovadores


Para iniciar, conviene abordar algunos de los aspectos que
están involucrados en los medios innovadores, teniendo presente
que, en general, son denominados de forma diferente, aunque pre-
sentan aspectos a la vez comunes y distintos. Las tecnópolis se po-
drían definir como “intentos deliberados de planificar y promover,
dentro de un área concentrada, una producción relacionada con
la industria y tecnológicamente innovadora: parques tecnológicos,
ciudades de la ciencia […]) y similares” (Castells y Hall, 1994). Son
proyectos planificados que cuentan en muchos casos con la coope-
ración entre el sector público y el privado. Son promovidos por los
gobiernos locales, regionales o centrales en asociación con univer-
sidades y entidades privadas. Allí, con el fin principal de generar
nueva información y de innovar, funcionan institutos o centros de
investigación (Castells y Hall, 1994). Por su parte, la Asociación
Europea de Parques Tecnológicos los define como iniciativas

10 Lo cual es asumido por Cuadrado, citando a Cadelaar y Nijkamp (1990).

158
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

localizadas en polígonos industriales poco densos que sostienen


relaciones con universidades y centros de investigación (Somoza,
2000), diseñados para asistir al nacimiento y desarrollo de em-
presas u organizaciones de énfasis tecnológico, que cuentan con los
mecanismos de gestión para transferir y promocionar la tecnología.
Un parque tecnológico implica fundamentalmente la noción
de un espacio donde se genera innovación dirigida esencialmente
a la industria, jalonado, impulsado o asumido como una estrategia
de política regional (Precedo y Villarino, 1992) —y por supuesto
local—. La identificación de los tecnópolos se puede hacer a partir
de indicadores como el porcentaje de científicos o técnicos con-
tratados, el volumen de gastos en la investigación y el desarrollo y
el nivel de perfeccionamiento del producto (Benko, 1999). En tér-
minos de su infraestructura física, los parques tecnológicos deben
cumplir con poseer edificios incubadores de empresas, edificios de
alquiler para las incubandas y las empresas que deseen ubicarse
allí, además de predios que cumplan ciertas normas para la venta
(Somoza, 2000). Las características que debe cumplir un parque
tecnológico para generar sinergias creativas se asocian fundamen-
talmente a su cercanía a universidades importantes, la presencia
de infraestructuras adecuadas de comunicaciones y telecomuni-
caciones —y de tdic, en general—, su localización en un entorno
que disponga de servicios de toda índole, oferta de terrenos, zonas
verdes y diseño de calidad.
Como se ha podido reconocer, la evaluación de los lugares
donde se genera la innovación suscita varios inconvenientes (Mén-
dez, 2000; Ondátegui, 2001), empezando por la forma diversa
como han sido denominados —parques de la ciencia, parques tec-
nológicos, tecnópolis, parques de investigación, tecnópolos, incu-
badoras, parques científico-tecnológicos; ello puede inducir cierta
indigestión de términos—, al igual que por características como
su naturaleza —pública, privada, mixta—, dimensión física, mor-
fología, funciones y entorno —industrializado, urbanizado—, en-
tre otros aspectos. La revisión hecha por Bunell y Coe (2001) sobre
las aglomeraciones dinámicas de innovación, denota la variedad de
terminologías utilizadas para denominarlas: distritos industriales,

159
Jeffer Chaparro Mendivelso

clusters, medios innovadores, nodos neomarshalianos, distritos


tecnológicos y tecnópolis. En definitiva, existen diversos tipos de
medios innovadores en función del conjunto de elementos que los
explican y caracterizan y, consecuentemente, en general los autores
se refieren a ellos o los definen de forma diferente.
Autores, como Castells y Hall (1994, pp. 31-32), han realizado ti-
pologías de los medios innovadores. Ellos han distinguido cinco tipos
principales de tecnópolis —así denominan a los medios innovado-
res—. El primero “consiste en complejos industriales de empresas de
alta tecnología que han sido construidos sobre la base de un medio
innovador”, que tiene como mejor exponente a Silicon Valley. El se-
gundo corresponde a las “ciudades de la ciencia”, que son comple-
jos de investigación científica aislados y concentrados sin relación
territorial directa con la fabricación. El tercero corresponde a los de-
nominados “parques tecnológicos”, que intentan atraer empresas de
alta tecnología hacia lugares privilegiados para inducir un nuevo
crecimiento industrial, donde se presenta una fuerte iniciativa gu-
bernamental o asociada a las universidades. El cuarto atañe a in-
tentos “completos de tecnópolis como instrumentos del desarrollo
regional y de descentralización industrial”, como es el caso del pro-
grama de tecnópolis de Japón. El quinto serían las asociadas a “las
zonas metropolitanas del mundo industrializado”, y se subdivide en
las viejas metrópolis que mantienen liderazgo tecnológico, las que lo
han perdido y las que han surgido o reemplazado a otras.
Otro de los intentos por tipificar los medios innovadores es
la clasificación propuesta por Higgins (citado por Precedo y Vi-
llarino, 1992), donde los parques tecnológicos —medios— pueden
ser clasificados en cuatro tipos: centros de innovación o incuba-
doras de empresas, orientados a la renovación económica del territorio
mediante la potenciación de empresas, por lo general de pymes
—pequeñas y medianas empresas— en medios deprimidos; los
parques científicos y de investigación, caracterizados por su ubi-
cación privilegiada asociada a centros académicos de investi-
gación, tienen como objetivo central las etapas de I+D previas a
la producción; los parques tecnológicos o complejos orientados
desde un enfoque tecnológico, que fundamentalmente son zonas

160
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

con empresas de alta tecnología —high-tech—, las cuales poseen


un acumulado de experiencia y recorrido en ciertas tecnologías;
y las ciudades científicas o tecnópolis, producto de una política
voluntarista, en general pública pero con intervención privada, de
generación o reconversión industrial principalmente destinada o
centrada en una tecnología concreta.
Las anteriores aproximaciones a la interpretación de los me-
dios innovadores, en el fondo sustentan sus tipificaciones en fun-
ción de la configuración o disposición de los elementos o factores
que lo estructuran y, a la vez, lo definen. Lo importante no es la
forma o el rótulo que se le asigne, sino la manera en que esos agen-
tes se conjugan para permitir la existencia de un medio innovador.
En algunos tipos se le da más peso al papel de las universidades y
a los centros de investigación; además, al papel de las iniciativas
gubernamentales o a la forma de organización. Lo importante es
considerar los factores fundamentales que subyacen al medio inno-
vador y establecer, para los casos que se pretenda abordar, su confi-
guración y dinámica que lo hace diferente o similar a otro u otros.
Para aclarar lo anterior, la figura 11 presenta la estructura general
de un parque tecnológico —o medio innovador—, que incluye los
actores o agentes que participan en la innovación, los procesos de-
rivados y unos indicadores que permiten establecer complemen-
tariamente su actividad específica al igual que la relación intra y
extrasistema que, en conjunto, pueden permitir un acercamiento a
los tipos y naturaleza de los medios innovadores.
El nombre que recibe un medio innovador no garantiza su
éxito. Llámese parque científico o tecnópolis, lo central es que ese
medio innovador realmente participe generando innovación en el
sistema productivo en conjunto y en sus etapas en particular. Por
esta razón, proseguiré abordando la innovación en términos de los
procesos, productos y mercados.

Innovación: procesos, productos y mercados


La idea de que la concentración de actividades en un territorio
favorece articular las etapas del proceso productivo y la posibili-
dad de aprendizaje continuo —noción básica para la innovación—

161
Jeffer Chaparro Mendivelso

Universidades y Centros de I+D y


centros de transferencia
formación tecnológica

Investigación Desarrollo
científica. tecnológico.
Básica y Procesos
aplicada productos

Parque tecnológico

Producción y
aplicación de
nuevas
Instituciones tecnologías
públicas Empresas
regionales y regionales
locales

Inmateriales Indicadores Inmateriales externos


internos
• Potencial innovador Materiales
• Intercambios con la
de las empresas economía
• Patentes y • Número y estructura • Local/regional
transferencia de empresas • Colaboración con
tecnológica • Nueva creación vs. universidades y
• Atracción de empresas relocalizaciones centros de I+D
high-tech • Empleo generado • Tasa de generación de
• Creación de nuevas • Ocupación de spin-offs
empresas parcelas e inmuebles • Efectos demostración
• Acuerdos de en el entorno
cooperación entre • Relación con
empresas instituciones públicas

Figura 11. Estructura de un parque tecnológico


e indicadores para su evaluación.
Fuente: modificado a partir de Méndez (2000).

no es del todo reciente, ya que hacia 1919 Marshall la incluyó en su


concepto de distrito industrial (Precedo y Villarino, 1992), en el
que involucra la importancia de las interrelaciones, intercambios
y complementariedades, al igual que el factor proximidad, en la
estructuración del sistema productivo.

162
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

La innovación se puede asociar a los cambios en los productos,


los procesos o los mercados, etapas inmersas en las posibilidades
de organización de la producción en forma de sistemas. El con-
cepto de innovación también se relaciona con los procesos de in-
vestigación y desarrollo (I+D) en la dinámica productiva. De esta
manera, la innovación se produce mediante redes de relaciones
sociales, lejos de eventos o esfuerzos meramente aislados de cientí-
ficos o empresarios “heroicos” (Bunell y Coe, 2001).
No es adecuado entender el territorio únicamente como so-
porte de las actividades, porque en realidad él es un integrante
del proceso (Precedo y Villarino, 1992). La dinámica económica
mundial que involucra la tendencia hacia la globalización de los
mercados y la internacionalización de los procesos productivos
ha incidido en las estrategias de las empresas, llamándolas a com-
petir y, por consiguiente, a innovar, aspecto que consecuentemente
se asume como fundamental en el ámbito local. Las políticas de
desarrollo territorial contemplan la creación de empresas que ela-
boren nuevos productos y maneras de producir, participando de
forma activa en la generación de empleo y de contextos organiza-
tivos favorables para su sostenimiento (Caetano y Gama, 2000). En
consecuencia, una de las estrategias que las empresas utilizan para
sostenerse en el mercado es la innovación, que implica ser competi-
tivas y proceder continuamente sobre la calidad, el precio y el tipo
de producto que ofrece (Sánchez, 2000a).
La innovación tecnológica es uno de los factores que más está
generando modificaciones en el sistema productivo y su aplicación
se convierte en soporte de la capacidad para competir (Alonso,
2000). En este marco, la producción involucra, entre otros as-
pectos, la capacidad para implementar las tdic y la terciarización
misma de los procesos productivos. En cierta medida esto se ex-
plica porque “la aplicación de innovación tecnológica al proceso
productivo se muestra como un factor fundamental para explicar
los incrementos de productividad” (Sánchez, 2000a, p. 53). De la
misma manera, en el surgimiento de un parque tecnológico —o
medio innovador— la relación entre los centros de investigación
y las empresas es fundamental, porque los procesos sinérgicos

163
Jeffer Chaparro Mendivelso

derivados se revierten, tanto en los procesos como en los productos


(Precedo y Villarino, 1992).
En este contexto, existen tres grandes posibilidades para aumen-
tar la productividad en función de sus etapas. Primero: que aumente
la capacidad de cada individuo asociada al mayor esfuerzo, a la
calificación o al aumento de la experiencia individual o colectiva
—uso de redes digitales, software y hardware específicos—, lo cual
no implica necesariamente innovación técnica; segundo: imple-
mentando innovaciones de proceso, fundamentalmente en los
medios de producción —máquinas digitales o instalaciones infor-
matizadas, por ejemplo— o en la organización de la producción;
tercero: incrementando la penetración en el mercado mediante la
innovación de productos —nuevos productos—, como el software o
hardware (Sánchez, 2000a). En estas tres vertientes, el papel de las
tdic es fundamental.
Pero ¿qué características tiene el proceso innovador y qué con-
secuencias deriva en el mercado de trabajo? La tabla 7 presenta una
síntesis de esta situación discriminando entre la innovación en las
empresas y en el sistema productivo en conjunto, que permite ha-
cerse una idea de los aspectos más representativos que esto involucra.
Todos estos aspectos involucrados en los procesos de inno-
vación se constituyen en un reto para las empresas que se adaptan
y adoptan las tdic. Un aspecto para resaltar es su impacto en el
mercado de trabajo, ya que la innovación implica, por lo general,
un menor volumen de empleados, con lo que pueden variar las
condiciones laborales de cierta región o zona más que beneficiarse.
Puede descender de nivel de empleo al menos para la fuerza de
trabajo poco o nada especializada.
Además de pretender incrementar la calidad de la producción
mediante el mejoramiento en los procesos, las instalaciones o la ma-
quinaria, la innovación genera la disminución del empleo o lo que
puede denominarse como “destrucción de empleo por innovación
técnica” (Sánchez, 2000a, pp. 53, 67). En alguna medida esta si-
tuación se asocia al factor externalidad, ya que influye en los costos
por tres vías principales: las materias básicas, los bienes o ser-
vicios que no pueden ser producidos por la empresa y los bienes o

164
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

servicios que puede producir la empresa pero que contrata


(Sánchez, 2000a). Este último aspecto presenta una doble carac-
terística, porque en la medida que disminuye la necesidad de per-
sonal para algunas labores, para otras tareas que se prestan afuera
puede ser favorable, aunque acá la cuestión es si los servicios con-
tratados involucran fuerza laboral local o foránea y si los beneficios
se revierten de alguna forma al territorio.

Tabla 7. Impactos de la innovación en las empresas


y en el sistema productivo

Efectos en los
Características
mercados de trabajo
1. Cambios en la importancia de 1. Reducción del tiempo de
los factores productivos: trabajo por unidad
• Relativa menor necesidad de producto:
de recursos materiales • Disminución del
• Mayor necesidad de trabajo volumen de empleo
cualificado, inversión, y aumento del paro
conocimiento e información • Reducción del
2. Mayores posibilidades de flexibilización: tiempo de trabajo
• Menor costo de coordinación
intra e interempresas (redes)
• Aumento de empresas
multiplanta (disociación de
Innovación
Empresas

tareas y aprovechamiento de
ventajas comparativas)
• Densificación de relaciones
interempresariales (descentralización
de actividades, necesidad de
servicios especializados y
de tareas de bajo valor)
• Cambio de escala productiva óptima
y mayor gama de productos
3. Terciarización de empresas industriales:
• Ampliación de cadenas
pre y posproducción
• Proliferación de oficinas industriales
• Crecimiento de servicios a la
producción (externos)
• Continuo de bienes-servicios
(Continúa)

165
Jeffer Chaparro Mendivelso

Tabla 7. Impactos de la innovación en las empresas


y en el sistema productivo (continuación)

Efectos en los
Características
mercados de trabajo
1. Creciente globalización económica: 2. Cambios cualitativos en
• Acceso a mercados internacionales los puestos de trabajo:
de factores y productos • Expansión del empleo
• Aumento de la competencia indirecto y dualización
interempresarial ocupacional
• Nueva división internacional • Flexibilización
del trabajo - precarización
2. Desarrollo de ventajas competitivas: del empleo
• Mejora de la productividad
y de los procesos
Sistema productivo

• Mejora de la calidad de los productos


• Mejora de la eficiencia del
Innovación

entorno (actividades conexas)


3. Procesos de centralización-
descentralización:
• Segmentación productiva: aumento
de la subcontratación y de las pymes
• Creciente importancia de
las redes empresariales
• Centralización de las
decisiones estratégicas
4. Nuevas formas de jerarquización
y dependencia:
• Sectores industriales
nuevos vs. maduros
• Empresas innovadoras vs. tradicionales
• Dependencia exterior
(importaciones, balanza de pago)
Fuente: modificado a partir de Méndez (2000).

Por otra parte, el papel de la tecnología en la empresa se ve


ahora desde una perspectiva que asume que ella misma está in-
volucrada en el proceso continuo de innovación tecnológica, de
productos y organizativa, que conlleva la transformación de su en-
torno, la diversificación (Precedo y Villarino, 1992) y la capacidad
de gestionar la I+D. Consecuentemente con la I+D,
[…] aparecen nuevas ramas de la producción, vinculadas a la in-
novación técnica que generan la formación de centros industriales,

166
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

donde resulta difícil discernir si lo que se está haciendo allí es una


actividad de servicios o industrial (terciarización de los procesos).
(Alonso, 2000, p. 300)

Estas nuevas ramas de la producción cada vez son más di-


versas y activas en cuanto a su incidencia social. La alta tecnología
no está definida únicamente por la microelectrónica, aunque sea su
núcleo original, ya que envuelve todos los campos de producción
avanzada y de punta (Castells y Hall, 1994) —las tdic y la biotec-
nología, por ejemplo—. Entonces, puede hacerse la siguiente pre-
gunta: ¿qué se produce en un medio innovador o en una industria
de alta tecnología? La tabla 8 muestra el caso francés, el cual puede
ofrecer un panorama general.
Esta lista —que tiene más de una década— no contempla otras
innovaciones, como las asociadas al manejo biotecnológico, a la tec-
nología de punta aplicada a las armas para la guerra y al desarrollo de
nuevas arquitecturas informáticas más avanzadas y sofisticadas.
En todo caso, los productos derivados de las actividades en los
medios innovadores afectan, o podrían afectar, de manera dife-
rencial, al común de la gente.
Para contrastar con la tabla 8, es relevante señalar que, en la
actualidad, para la Unión Europea las líneas prioritarias del Pro-
grama marco de la investigación científica y la innovación tecno-
lógica apuntan hacia siete ejes principales que inciden en la vida
cotidiana de las personas (Unión Europea, 2005):
1. Ciencias de la vida: genoma humano.
2. Tecnologías de la sociedad de la información: comunicacio-
nes digitales.
3. N anotecnología: aplicaciones múltiples de las nanociencias.
4. Aeronáutica y espacio: nuevas aeronaves.
5. S eguridad alimentaria: especies modificadas genéticamente y
riesgos alimentarios.
6. Desarrollo sostenible: biodiversidad, contaminación y energía.
7. Ciudadanos y gobernanza: gobierno digital y participación
democrática en línea.

167
Jeffer Chaparro Mendivelso

Tabla 8. Lista de actividades de alta tecnología en la nomenclatura NAP 600


del Ministerio de Industria de Francia

Química
1722 Materias “corantes” (colorantes) de síntesis
1724 Productos de base para farmacia
1727 Materiales plásticos
1728 “Borracha” sintética y otros elastómeros
1729 Aceites esenciales, aromáticos, naturales y sintéticos
Paraquímica
1808 Productos fitosanitarios
1810 Carbones artificiales, tierras activas y productos
químicos para uso metalúrgico y mecánico
Farmacia
1901 Especialidades farmacéuticas
Mecánica
2404 Motor de combustión interna para automóvil y aeronáutica
2407 Turbinas térmicas e hidráulicas, equipamientos de barragens
Informática
2701 Material de tratamiento de información
2702 Máquinas de escritorio
Material eléctrico
Equipamiento de distribución, de conducción de baja
2810
tensión de aplicación en la electrónica de potencia
2811 Material eléctrico de grande potencia y de alta tensión
2812 Aparatos industriales de baja tensión, materiales de señalización
2815 Fabricación de equipamientos de automatización de procesos
Electrónica
2911 Material telegráfico y telefónico
2912 Aparatos de radiología y electrónica médica
Aparatos de control y regulación específicamente
2913 continuas para automatismo industrial, instrumentos
y aparatos eléctricos y electrónicos de medición
2914 Material profesional electrónico y radioeléctrico
2915 Componentes pasivos y condensadores fijos
2916 Tubos electrónicos y semiconductores
(Continúa)

168
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

Tabla 8. Lista de actividades de alta tecnología en la nomenclatura NAP 600


del Ministerio de Industria de Francia (continuación)

Electrónica
Aparatos de grabación y reproducción de
2922
sonido e imagen, soporte de grabación
Aeronáutica
3301 Células de aeronaves
3302 Propulsores de aeronaves y equipamientos propulsores
3303 Equipamientos específicos para aeronaves
3304 Lanzadores espaciales
Mecánica de precisión
3401 Productos de relojería
3402 Aparatos de peso, medidores e instrumentos de metrología
3404 Instrumentos de óptica de precisión
3405 Material fotográfico y cinematográfico
Fuente: Benko (1991).

Ligado a lo anterior, debe tenerse presente que la innovación


tecnológica repercute, directa o indirectamente, en las instancias
habituales de la sociedad; especialmente, al referirse a la sociedad
y el territorio mediados por las tdic. La multiplicación y dife-
renciación de los modos de vida —en función a los ingresos y al
cambio de la estructura familiar caracterizada por la disminución
del tamaño al tiempo que aumenta el número de hogares— alte-
raron las prácticas de consumo con la consecuente influencia en
la diferenciación, en el ciclo de vida y en la innovación de los pro-
ductos (Benko, 1999). De allí que los objetos técnicos de consumo
masivo ligados a las tdic sean protagonistas —teléfonos móviles,
reproductores de música, televisores de plasma, etc.—.
Por su parte, las redes de comunicación, soportes y a la vez ex-
ponentes de la innovación, alteran la racionalidad de quienes es-
tablecen la relación, además de los productos y los procesos. La
integración de las tdic —Internet, por ejemplo— a una creciente
variedad de aparatos que apoyan muchas de las actividades sociales,
desde las cotidianas hasta las que están estrechamente relacionadas

169
Jeffer Chaparro Mendivelso

a la producción de conocimiento, favorecen nuevas relaciones in-


dividuo-individuo, individuo-lugar y lugar-lugar. De la misma ma-
nera, las relaciones bidireccionales pueden ser uno a uno, uno a
muchos, o muchos a muchos. Redes sociales y territoriales se imbri-
can mediante innovaciones ligadas a las tdic.
Una de las innovaciones que se asocian al sector servicios y
que está completamente articulada a Internet, es la posibilidad de
trabajo a distancia —tal como se analizó en el capítulo anterior—,
lo cual no implica la disminución de la movilidad metropolitana,
sino que sugiere nuevas formas “multimodales” (Castells, 2001) de
desplazamiento y de comunicación. Estos últimos puntos intro-
ducen a los siguientes apartados a tratar: los impactos del medio
innovador, asociados principalmente al territorio, y los efectos de
la innovación tecnológica, referidos fundamentalmente a las impli-
caciones sociales.

Impactos del medio innovador


Ya referí que el medio innovador lo conforma un conjunto
de factores y situaciones que permiten generar sinergias; además,
aludí que se sustenta territorialmente. Asumo, por tanto, que el
medio innovador genera diversos impactos y efectos territoriales
que rebasan los ámbitos relacionados exclusivamente a la produc-
ción. Paso a tratar algunos de esos aspectos.
La innovación tecnológica se constituye en un factor producti-
vo y estratégico fundamental porque posibilita aumentar las venta-
jas competitivas de las empresas, al mismo tiempo que incide en la
organización del trabajo y del territorio (Méndez, 2000). También
[…] puede considerarse uno de los ejes fundamentales del
proceso de reestructuración que el sistema productivo experimenta
durante las últimas décadas, convirtiéndose en una cuestión clave
para entender las transformaciones que afectan la economía, la so-
ciedad y el territorio. En este último sentido, la innovación, entendida
actualmente como un recurso básico de competitividad empresarial,
se está erigiendo como un nuevo factor de desigualdad territorial,
al contribuir a que se produzca una redistribución de actividades
entre áreas centrales innovadoras, competitivas y dinámicas y áreas

170
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

periféricas con escasa o nula capacidad de innovación. (Caravaca et


al., 2000, p. 205)

De la misma forma, “el proceso de metropolización caracte-


rístico de las grandes ciudades mundiales y propio de este siglo11
se ha visto fuertemente influido por los procesos de innovación
técnica que, de forma acelerada, se han desarrollado en la sociedad
mundial” (Sánchez, 1998).
Dada la variedad de factores y actores que intervienen en la
producción de innovación, parece conveniente contemplar aproxi-
maciones al estudio de los medios innovadores que permitan esta-
blecer los impactos derivados. Méndez (2000) hace una propuesta
metodológica para estudiar los medios innovadores, donde con-
templa las fuentes de financiación —inversión, capital, destino— y
las razones y métodos —impulso, información, recursos humanos,
cooperación e infraestructuras— como pasos previos a la identi-
ficación del tipo de función de innovación —de procesos, de pro-
ductos o gerencial— que se asocia a la etapa del proceso en que
se implementa —previa, durante o posterior a la fabricación—. En
conjunto, estos aspectos pueden tomarse como insumo base con
el fin de identificar los impactos territoriales de la innovación, que
incluyen la competitividad empresarial, la formación de redes, el
sistema regional y la evolución del empleo, entre otros.
En gran medida, el éxito de los medios innovadores se ha
tomado como referencia para algunas intervenciones territoriales.
Las experiencias exitosas de Silicon Valley y la carretera 128 de Bos-
ton, fechadas en los primeros años de la década de 1950 (Castells y
Hall, 1994), se constituyeron en modelo a seguir por países como
Japón, Reino Unido, Alemania y Francia, hasta el punto de que,
hoy día, muchos de los estados que, supuestamente, se encuen-
tran en vías de desarrollo han apostado por los parques tecnoló-
gicos (Somoza, 2000) como lugares estratégicos para potenciar el

11 El autor se refiere al siglo xx.

171
Jeffer Chaparro Mendivelso

desarrollo a partir de la innovación 12 . Principalmente, esta situa-


ción se ha presentado porque, desde sus inicios, las reflexiones en
torno a los parques tecnológicos —científicos o tecnópolis— sos-
tuvieron vicios relacionados con el fuerte afán publicitario y de
promoción, que crearon un relativo falso ambiente sobre lo que
realmente podría requerir u ofrecer un proyecto de este tipo, lo
que generó frustraciones y fracasos (Méndez, 2000). Esta es la idea
general que ha inundado muchos procesos de planificación territo-
rial que, en varios casos, han pretendido imitar o copiar las expe-
riencias exitosas de otros lugares del mundo (Ondátegui, 2001).
Sánchez comenta que “abordar la relación entre innovación
técnica y organización de un espacio concreto en el momento actual
presenta diversos e importantes problemas, tanto prácticos, como
analíticos y metodológicos, los cuales deben asumirse antes de
adentrarse en análisis concretos” (Sánchez, 2000b, p. 219). A par-
tir de esta reflexión, y adelantando un análisis de los efectos socio-
territoriales de la innovación técnica en España, él propone y aplica
una “matriz de análisis innovación-efectos socioterritoriales”, que
se puede observar en la tabla 9. Contempla aspectos fundamentales
como el tipo de técnica, los campos de aplicación, y, a su vez, exa-
mina la afectación sobre los elementos socioespaciales, las relacio-
nes espaciales de poder, los tipos de espacios y la escala. Luego, en
función de las técnicas de mayor importancia, establece sus efectos
interrelacionados sobre la movilidad, la relación espacio-tiempo, la
evolución de las funciones del espacio-territorio y la localización-
relocalización (Sánchez, 2000b).
Sobre los elementos socioespaciales afectados por las inno-
vaciones tecnológicas, el autor presenta varios puntos centrales
(Sánchez, 2000b). Para la movilidad espacial, comenta especial-
mente la importancia de las innovaciones en los medios de comu-
nicación, la escala a la que se manifiesta y el papel de las redes;
en todos estos, las tdic desempeñan un papel central. Sobre los

12 Para Colombia, específicamente en Bogotá, se ha propuesto un Anillo de


Innovación Tecnológica que en realidad está muy lejos de constituirse en
una apuesta factible de tecnópolis. Sobre esta iniciativa véanse: Secretaría
Distrital de Planeación (2003); Alcaldía Mayor de Bogotá (2007).

172
Tabla 9. Matriz de análisis tecnología-territorio

Relaciones
Campos de Elementos socioespaciales Tipos de espacio
Tipo de técnica espaciales de Escala afectada
aplicación afectados afectados
poder afectadas

Sociales
1. Microelectrónica,
Territoriales
microprocesadores,
A. Movilidad espacial
optoelectrónica
De las personas Productivo
2. Informática, prodúctica,
De los objetos De distribución
burótica u ofimática,
De la información y de intercambio
inteligencia artificial,
B. Relaciones espacio-tiempo De consumo y
sistemas expertos
De producto C. Funciones del espacio-territorio Dominio de reproducción
3. Automática, robótica Vivencial
De proceso Espacio como soporte económico De excedente
4. Comunicaciones Local
Producción Espacio como medio Dominio Mercado de
y tecnología de Regional
Distribución Espacio como recurso político trabajo
los transportes Nacional
Comercialización Espacio como medio Dominio Vivencial
5. Telecomunicaciones Planetaria
Gestión de producción espacial De residencia
6. Telemática, telepresencia Interplanetaria
uso-consumo Producción de espacio De trabajo
7. Láser
División espacial Convivenciales
8. Biotecnología,
Articulación del espacio De servicios
agrotecnología
Jerarquización del espacio Educativos
9. Tecnología de materiales
D. Localización-relocalización De ocio
10. Tecnologías energéticas
Localización productiva
11. De gestión
Localización de los servicios
12. De organización
Asentamiento de la población

173
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

Fuente: Sánchez (2000b).


Jeffer Chaparro Mendivelso

cambios en la relación espacio-tiempo, destaca el papel del auto-


móvil y de algunos electrodomésticos como el televisor, la lavadora
y el frigorífico-congelador, con relación al consumo-cambio de las
prácticas cotidianas. Acerca de la modificación de las funciones
del espacio-territorio, anota los variados efectos en las áreas ur-
banas y metropolitanas, y sobre los usos del suelo industrial y de
servicios. Respecto a la localización-relocalización de usos y activi-
dades, aborda aspectos como la saturación territorial, la expansión
territorial del mercado de trabajo, los efectos en las empresas y la
producción. Además, la idea de la innovación en el propio terri-
torio, especialmente considerando que la ciudad debe ser el lugar
creador y dinamizador de la innovación.
En el plano regional, los tecnópolos se constituyen en una po-
sibilidad para el desarrollo, además de ser —supuestamente— una
alternativa para salir de la crisis; aunque, al parecer, no es del todo
eficaz en términos de la capacidad de polarización y de generación
de empleo, a la vez que favorece una mayor diferenciación espacial
y social (Benko, 1999). Los esfuerzos de innovación tecnológica y de
modernización industrial en todos los países occidentales indus-
trializados —y en los del resto del mundo que están incorporando
políticas territoriales de este corte— generan fuertes y diversos
cambios en los patrones económicos regionales (Hilpert, 1991).
La creación de áreas de alta tecnología está en el centro de pre-
ocupación de las estrategias de política urbana y regional. Por todo
ello, el factor tecnológico posee también una dimensión espacial,
de tal modo que determinadas áreas concentran las nuevas tecno-
logías. (Precedo y Villarino, 1992, p. 230)

Esto incidiría en la jerarquía urbana y en la organización


territorial 13.
La concentración de industria tecnológica en un pequeño
número de regiones incrementa e induce la demanda de trabajo
cualificado, buena parte del cual tiende, por lo general, a ser bas-
tante especializado (Hilpert, 1991). Ello también puede favorecer el

13 Para el caso de Japón, véase: Ondátegui (2006).

174
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

crecimiento físico de la zona, ya que se genera desde la demanda


de vivienda hasta la agregación paulatina de otras empresas e in-
dustrias. Se puede pensar que todo esto intensifica y fortalece un
estadio económico que se podría denominar: “industrialización de
innovación” (Ondátegui, 2001, p. 117).
Pero la innovación ha generado también otros tipos de efec-
tos territoriales. La estructura económica presentó serios cambios
en las décadas de 1970 y 1980, de los que la ciudad y la región no
podían estar exentas, ya que “una fase de urbanización daba lugar
a una fase de contra-urbanización14, las antiguas regiones y ciuda-
des estaban en declinación y nuevos espacios industriales habían
aparecido”. “Esas constataciones permitieron identificar tenden-
cias importantes” como el surgimiento de nuevas áreas de creci-
miento —tecnologías de transporte y comunicación— y la mayor
competitividad de ciertas zonas industriales, donde se pueden
distinguir tres formas principales. Una asociada a regiones que
vieron revitalizadas sus actividades “artesanales” —con relativo
poco nivel tecnológico—; otra de complejos industriales de punta
—como Silicon Valley— tanto en Estados Unidos como en Europa;
y una última relacionada con las metrópolis que ofrecen agrupa-
ciones de servicios a las empresas e industrias (Benko, 1999). La
innovación puede aumentar las disparidades regionales a partir de
la generación de islas de crecimiento, mientras que, a la vez, pro-
mueve en otros sectores el surgimiento de regiones con tendencia
hacia la declinación industrial (Hilpert, 1991).
En los últimos años, entre los factores clave para entender y
explicar las dinámicas territoriales de la innovación tecnológica,
se hallan las nuevas tecnologías para producir y difundir la infor-
mación (Caravaca et al., 2002). Para Terceiro y Matías (2001), en
general, hoy las políticas de desarrollo regional, al igual que las lo-
cales, se articulan a unas redes de mayor alcance en términos de su
inserción en los procesos económicos mundiales. El relevante papel
de las redes asociadas a las tdic se puede observar en los planes
económicos y sociales de los países desarrollados que se basan y

14 Sobre este aspecto en concreto, véase el capítulo 7.

175
Jeffer Chaparro Mendivelso

sustentan en las infraestructuras avanzadas de telecomunicaciones


(Terceiro y Matías, 2001), las cuales, como ya he referido, forman
parte primordial de los medios innovadores.
Es más, se considera que las tdic han promovido el mayor
crecimiento de la productividad registrado en la historia (Terceiro
y Matías, 2001). Las tdic, innovaciones derivadas principalmente
de los avances en la informática, se constituyen en un factor de
primera línea para generar innovación, actuando como retroali-
mentador del proceso y como producto del mismo. Internet, como
punto de encuentro y convergencia de las tdic, se constituye en-
tonces en una herramienta potencial para los procesos de inno-
vación y para el funcionamiento del medio innovador.

Efectos de la innovación tecnológica


Además de los impactos territoriales, los medios innovadores
y las innovaciones generan efectos que se pueden denominar,
genéricamente, como sociales. Cada innovación tiene una pro-
yección social en relación con su concepción y aplicación práctica
y se coordina con otras innovaciones, pero no todas generan los
mismos resultados.
Los medios innovadores se concentran en pocos estados y re-
giones del mundo. En 1999, Norteamérica contaba con el mayor
número de medios innovadores —por no hablar de parques tec-
nológicos, científicos, etc.—, seguido de cerca por el total de los
estados europeos, mientras Asia no alcanzaba a la mitad de los an-
teriores y el resto del mundo, en conjunto, ni siquiera alcanzaba a
los asiáticos (Ondátegui, 2001). Para el 2007, la distribución mun-
dial de sincrotrones15, que se puede utilizar como indicadora de los
procesos de innovación tecnológica y de creación de conocimiento
de punta, denotó un comportamiento muy polarizado en el pla-
neta, aunque un poco diferente al comportamiento específico del
continente asiático. En todo caso, esta situación refleja una desigual
actividad innovadora que revierte sobre las relaciones establecidas

15 Los sincrotrones son aceleradores de partículas. Respecto a los sincrotrones,


consúltense: Lightsources (2007) y Alba (2007).

176
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

entre los territorios, y que se puede detectar, entre otros, en la co-


rrelación existente, discriminada por estados, entre las actividades
de I+D, la cantidad de científicos, el número de patentes registra-
das y la conectividad a Internet.
Cada innovación tiende a aumentar la productividad pero im-
plica cierta disminución de los requerimientos humanos (Sánchez,
2000a). Los cambios tecnológicos en los procesos productivos tam-
bién ejercen su influencia en la fuerza laboral y en las desigual-
dades territoriales, especialmente en aspectos como el aumento o
la disminución selectiva de los empleos industriales o de servicios; la
distribución de las plazas de trabajo por ocupaciones y cualifica-
ción; la diferenciación entre empleo directo e indirecto, tanto en la
producción como en los servicios; el tamaño de las empresas; los ti-
pos de contratación y la precariedad de las plazas de trabajo; e in-
cluso las diferencias de género, entre otros aspectos (Méndez, 2000).
Para las pequeñas empresas, de forma recurrente, incor-
porar las tdic en sus procesos productivos no es una tarea fácil,
especialmente por los costos que implica su implantación, requi-
riendo entonces de apoyo (Alonso, 2000), que no se da de la misma
forma en todos los contextos y marcos donde la producción lo
precisa. Esta situación se puede apreciar en los estados rezagados
donde la brecha tecnológica aumenta, además de otros factores,
porque allí se presenta más traslado de tecnología, no de punta
en general, que producción propia de innovación; son estados tec-
nológicamente dependientes. La producción y la difusión tecno-
lógica son procesos interconectados e interdependientes. La base
tecnológica de los estados y las regiones es un factor fundamental,
porque define los desequilibrios entre los productores de alta tec-
nología con alto valor añadido y los de baja tecnología con bajo
valor añadido (Castells y Hall, 1994)16.
El progreso tecnológico, el capital humano y el crecimiento
económico se relacionan, ya que en los períodos de mayor invención
o desarrollo tecnológico se refuerza la movilidad de personal y se

16 Para hacerse una idea del panorama mundial a inicios del siglo xxi, véase el
capítulo 3.

177
Jeffer Chaparro Mendivelso

genera posteriormente una concentración mayor de individuos de


alta capacidad en los sectores tecnológicamente avanzados (Galor
y Tsiddon, 1997). Pero cuando las tecnologías se vuelven más ac-
cesibles —o se ha llegado a un punto de estancamiento relativo—,
la movilidad decrece, lo cual conduce a una disminución de la
concentración de habilidad profesional en los sectores tecnológi-
camente avanzados, lo que, a su vez, disminuye la probabilidad
de descubrimiento o innovación tecnológica y puede retardar o
afectar el futuro crecimiento económico. Por tal razón, en los pro-
cesos innovadores, la renovación y movilidad del personal puede
ser importante en alguna medida.
Si los impactos espaciales de la innovación están relacionados
con el desigual acceso a las tecnologías digitales y a la conexión a
las redes de telecomunicaciones que posibilitan la generación de
sinergias, se puede asumir, precisamente, que las tdic asociadas
a Internet desempeñan una importante función en las relaciones
sociales y las dinámicas territoriales que hoy se establecen, y que se
perfilan para mañana. En efecto, como ya ha sido comentado, “el
cambio técnico tendrá en la microelectrónica y la telemática dos de
los campos con más incidencia territorial” (Sánchez, 1998, p. 60).
Además, la estructura metropolitana y regional —que sustenta los
medios innovadores— requiere de formas de transporte y de co-
municación que cada vez más se organizan y articulan mediante
Internet (Castells, 2001) y las tdic en general.
La economía informacional se caracteriza por formas organi-
zativas de tendencia horizontal, donde la especialización flexible,
a modo de sistemas de redes, tiende a reemplazar a la producción
en masa (Terceiro y Matías, 2001), al menos para ciertas franjas
productivas. Además, “las tecnologías de la información y las te-
lecomunicaciones actúan como un auténtico catalizador para toda
una serie de transformaciones económicas estructurales” (Cua-
drado, 1995), ya que el flujo de la información se presenta como
una posibilidad estratégica de la que el proceso productivo y las
empresas dependen, en alguna medida, para lograr innovar. Por
tanto, “la innovación tecnológica debe ser utilizada por los centros

178
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

productivos como una herramienta para alcanzar su competiti-


vidad” (Alonso, 2000, p. 302).
Antes la información viajaba de forma física, ahora se trans-
mite electromagnéticamente: “Este desplazamiento de lo tangible a
lo intangible nos lleva de una economía basada principalmente en
la materia y la energía a otra economía centrada en la información”
(Terceiro y Matías, 2001, p. 52); por tanto, Internet hoy se consti-
tuye en uno de los pilares que sustentan los procesos productivos
y las relaciones sociales a diversos niveles, entre otros factores por-
que posibilita la integración de diversos medios de información.
La imagen del ordenador como una calculadora gigantesca
resulta hoy pintoresca y desfasada. La enseñanza actual de la in-
formática tiene menos que ver con el cálculo y mucho más con la
simulación, la navegación y la interacción. Han cambiado los va-
lores. Hemos pasado de creer que los ordenadores proyectan y am-
plían nuestro intelecto a darnos cuenta de que también amplían
nuestra presencia física, como en la videoconferencia o el cibersexo.
Actividad, esta última, que confirma lo que todavía no nos aca-
bamos de creer del todo: el 90% del sexo tiene lugar en la mente.
(Terceiro y Matías, 2001, p. 106)

Internet favorece al mismo tiempo fenómenos de concen-


tración metropolitana y de interconexión global, íntimamente ar-
ticulados a los procesos económicos que cada vez más funcionan
en forma de red. La generación y el procesamiento de la infor-
mación y del conocimiento dependen de la innovación y de su po-
sibilidad para ser difundida en redes que inducen sinergias. A su
vez, los medios innovadores están fuertemente enlazados a dichas
sinergias mediados por las tdic. En consecuencia, surgen ventajas
competitivas que permiten trascender la innovación de las indus-
trias de tecnología llegando, incluso, a otras instancias económicas
importantes como el sector servicios (Castells, 2001). Este sector,
de por sí muy dinámico y diferencial, funciona en torno a ciertas
redes de centros que, si los analizáramos de forma individual,
territorialmente se encontrarían concentrados en forma de nodos
interconectados.

179
Jeffer Chaparro Mendivelso

La difusión y el acceso a las tdic están generando un aumento


sustancial de las diferencias entre quienes tienen un buen acceso,
los que pueden acceder de forma marginal y los que no tienen
ninguna posibilidad. Estas diferencias que están empezando a ma-
nifestarse en las ciudades, resaltando especialmente las empresas,
las instituciones y los grupos sociales que se encuentran “superco-
nectados”, es una situación que podrían asumirse como indicador
de la “divisoria urbana digital” (Graham, 2002) o la segregación
digital local. Las personas o agrupaciones que no tienen acceso a
Internet están en desventaja frente a quienes sí lo poseen, lo que
refleja cierta forma de exclusión y marginalización en diferentes
escalas geográficas —esto, en parte, porque el acceso a Internet
rebasa el ámbito local, siendo más bien multiescalar—.
Se ha visto que las innovaciones tecnológicas cada día se invo-
lucran más en nuestras vidas, directa o indirectamente. También
que generan significativos efectos territoriales y económicos que no
se restringen al ámbito local, porque, precisamente, su naturaleza
favorece su repercusión a varias escalas. En esta medida, las polí-
ticas y directrices orientadas a impulsar la actividad de los medios
innovadores, y la innovación tecnológica en general, deberían con-
siderar sus implicaciones para el desarrollo, reconociendo que,
en cierta medida, promueven el aumento de las desigualdades
territoriales y sociales. Por tanto, ¿será que la innovación tecno-
lógica realmente trae consigo la posibilidad de desarrollo?, ¿en qué
medida son compatibles?, ¿qué podemos esperar de la tecnología
como mediadora o posibilitadora del desarrollo?

¿Territorio, innovación tecnológica y desarrollo?


Hasta ahora he realizado un recorrido por algunas de las
características e implicaciones asociadas a los procesos de inno-
vación tecnológica. El panorama muestra que las incidencias de los
medios innovadores pueden ser fuertes e importantes al regular,
en gran medida y a modo de catalizador, la posibilidad de insertar
o de excluir territorios de sus beneficios. En esa medida, se han de-
tectado cuatro aspectos que reúnen en buena forma las reflexiones
recientes, y potencialmente futuras, convenientes de considerar en

180
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

los procesos de innovación tecnológica. Estos son: la idea de reunir


elementos y factores para generar un medio innovador; la multies-
calaridad de los procesos innovadores; el análisis de los sistemas de
redes; y el papel de las tdic en la segregación territorial.
A esta altura se puede aludir que cada territorio posee una
capacidad diferente para propiciar, gestar, producir o incorporar
innovaciones tecnológicas en función de múltiples factores estre-
chamente interrelacionados. También se puede señalar que sus
efectos son más bien sectorizados y particularizados y que no lle-
gan a todas las instancias que se esperaría. Benko (1999, pp. 155-156)
se pregunta: ¿realmente los tecnópolos —medios innovadores—
son instrumentos de una política territorial de desarrollo que tie-
nen un papel específico en la reestructuración de las actividades
económicas? Luego comenta que operacionalmente presentan una
continuidad con las ideas “tradicionales de urbanización, aplica-
dos a un contexto nuevo que se aprovecha de las oportunidades
ofrecidas por la evolución rápida e intensa de las tecnologías”; pro-
sigue aludiendo al carácter mitológico de los discursos “sobre el
futuro (económico y social) fabricados por los actores de diferen-
tes niveles (político y económico, nacionales y locales)” en un mo-
mento delicado de crisis en el que la salida está lejos de encontrarse.
Así, la tendencia general creyente de que, con ciertos elementos
y un empujoncito, la sinergia contribuirá a que la innovación tec-
nológica empiece a ofrecer frutos, muchos de los cuales podrían
revertirse en desarrollo local o regional; es un espejismo sobre el
que algunos de los actores de la planificación están empezando a
reflexionar. Si bien esto no significa que no se pueda generar la in-
novación tecnológica, lo que quiero sugerir es que su consecución
es un proceso complejo que en ocasiones no admite ser forzado ar-
bitrariamente, porque todos los territorios no poseen la capacidad
para originarla. Dependiendo desde qué punto de vista se mire,
la innovación tecnológica genera desarrollo y crecimiento eco-
nómico, o discriminación, polarización y segregación territorial.
Otro aspecto importante para tener en cuenta, es que, en ge-
neral, los trabajos sobre innovación tienen presente la escala local-
regional, pero otras aproximaciones sugieren que los límites en

181
Jeffer Chaparro Mendivelso

la interpretación de los procesos de innovación no son fáciles de


establecer, porque tienen en conjunto componentes de procesos
a escala global, regional y local —y hasta individual—; en otras
palabras, porque operan simultáneamente entre y a través de dife-
rentes escalas. La innovación tecnológica y la generación de cono-
cimiento de punta poseen un fuerte componente de interrelación
entre varias escalas geográficas. En este sentido, la escala debería
ser considerada como un concepto fluido y multidimensional que
abarca las complejas interrelaciones entre el espacio físico, los ám-
bitos institucionales y de regulación y el cambio de niveles donde
los actores de la innovación se organizan en sistemas.
En razón a lo anterior, los trabajos sobre innovación tecno-
lógica deberían contemplar aproximaciones multiescalares (Bunell
y Coe, 2001), lo que no implica el desconocimiento de procesos
característicos a nivel local, regional o global. Por ejemplo, en la
escala nacional se reconoce el papel y la intervención del Estado
en las estrategias y políticas que pretenden estimular la innovación
mediante la investigación y el desarrollo.
En la escala internacional, vale la pena referir el caso de la
Unión Europea, caracterizado por el estímulo a la colaboración
entre firmas y empresas, que no responde únicamente al papel es-
tatal individual. A su vez, no sería adecuado hablar de procesos glo-
bales de innovación cuando la investigación y el desarrollo ocurren
en y entre la triada de regiones Norteamérica - Europa Occidental
- Asia Oriental.
En la escala local se puede reconocer la doble dimensión de
la empresa o industria de alta tecnología, en el sentido de lugar
o sitio de innovación y en el de lugar perteneciente a las redes de
innovación (Bunell y Coe, 2001). En definitiva, dada la multiesca-
laridad que involucra a la innovación y sus implicaciones, es fun-
damental asumirla de esta forma al momento de delinear políticas
y estrategias que tengan como objetivo generarla o impulsarla. De
la manera como hoy se establecen las relaciones mediadas por las
posibilidades que ofrecen las nuevas formas de vinculación y de
producción, la innovación favorece más el desigual acceso al cono-
cimiento y la información, además de constituirse en mecanismo

182
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

de segregación excesiva para quienes no tienen acceso a ella y para


las regiones que no pueden sustentarla o sostenerla; en ello las tdic
son centrales.
En una línea distinta pero complementaria, se puede reco-
nocer que las redes —tanto en su perspectiva organizacional como
técnica— son fundamentales para la innovación; por tanto, sería
adecuado abordar los medios innovadores desde una perspectiva
que las examine como sistemas que evolucionan y se modifican,
incluyendo formas organizacionales como las estrategias, las es-
tructuras y los comportamientos. Staber conceptualiza estos pro-
cesos evolutivos de las redes en términos de variación, selección,
retención y competencia dentro de una población de organiza-
ciones (Staber, 2001). La variación se asocia a procesos de diversi-
ficación y modificación. La selección se refiere a la presión externa
o influencia para optar por una estructura más efectiva dentro de
varias formas alternativas. La retención es asumida como los me-
canismos y procesos que facilitan la persistencia de las redes y es-
tructuras seleccionadas. Y la competencia como las ventajas y la
efectividad de cierta red para permitir el crecimiento. También es
pertinente trabajar otros conceptos como el acoplamiento o grado
de enlace a otras redes, la diversidad de componentes interdepen-
dientes —resaltando el problema de la homogeneidad organiza-
cional y la capacidad innovativa— y la redundancia o el traslape de
redes que favorece la duplicación de la información y del esfuerzo.
Dada la importancia de las redes técnicas, como Internet, en el
proceso innovador y de su incidencia social, el análisis de su rol,
su dinámica y sus modificaciones, se considera como punto fun-
damental de reflexión para las políticas que pretenden impulsar o
generar medios innovadores.
El otro punto importante se refiere al papel de Internet y las
tecnologías digitales de la información y la comunicación (tdic).
Puede asumirse que la información potencialmente permite la in-
novación, y que las nuevas tecnologías digitales influyen decisiva-
mente en los procesos económicos porque forman parte de su base
material y organizativa —infraestructura integrada de telecomu-
nicaciones—, dado que han permitido que los sectores industriales

183
Jeffer Chaparro Mendivelso

de producción de nuevas tecnologías hayan crecido sustancial-


mente y porque promueven la transformación y modernización de
la economía (Castells y Hall, 1994). Hasta la noción de centralidad
ha sido modificada por las tdic, y la organización espacial de la
economía responde a esta situación (Sassen, 2001).
En gran medida, “la centralidad —o multicentralidad— de
Internet en muchas áreas de la actividad social, económica y po-
lítica se convierte en marginalidad para aquellos que no tienen o
que tienen un acceso limitado a la red, así como para los que no son
capaces de sacarle partido” (Castells, 2001, p. 275); es la desigualdad
propiciada por Internet y que se constituye en parte de la divisoria
o la segregación digital. Las tdic facilitan la dispersión geográfica
de las actividades económicas sin desprenderse de la integración al
sistema. La globalización de la economía y las telecomunicaciones
han participado en la construcción de espacialidad para la ciudad a
partir de puntos de pívot sustancialmente flexibles —e igualmente
dinámicos— y de la fuerte concentración de recursos en ciertos
lugares que se hallan conectados en red. Aunque estas interco-
nexiones a diferentes escalas existen desde hace varios siglos, lo
importante de la situación actual es su complejidad e intensidad,
que favorecen el “viaje” de los recursos económicos desmateriali-
zados y digitalizados a una velocidad impresionante a través de las
redes (Sassen, 2001) —como en el caso del sistema financiero—.
Por tanto, es adecuado que las tdic, especialmente Internet, formen
parte fundamental de las propuestas y planes que intenten favorecer
las sinergias y el proceso innovador conjunto. Además, Internet,
como una de las innovaciones de mayor impacto social, puede se-
gregar o integrar, por lo que los lineamientos del desarrollo serán
los que, en buena medida, permitan o restrinjan el acceso a la in-
formación y el conocimiento asociado a la red mundial.
Sumado a lo anterior, y para finalizar, considero pertinente
que los procesos de planificación territorial asuman que cada terri-
torio es específico y en esa medida las políticas orientadas a ge-
nerar, impulsar, desarrollar o potenciar los medios innovadores
deben contemplar dicha diferencia y planificar en la dirección más
acorde con las posibilidades y potencialidades, al igual que con las

184
La innovación tecnológica y los medios innovadores en la era digital

limitaciones y restricciones inherentes. En esta medida, las re-


cetas o la copia para generar medios innovadores que potencien
el desarrollo deben verse de forma crítica, porque, aunque ya se ha
establecido el impacto de algunos elementos y factores clave deto-
nantes, la innovación tecnológica no es la simple adición y cruce de
condiciones que favorezcan la sinergia.
Por su naturaleza, los medios innovadores y las innovaciones
tecnológicas, no pueden generarse en todos los lugares, ni llegar
de la misma forma a todos los territorios y todos los grupos so-
ciales; pero las políticas territoriales, precisamente, deben tratar
o intentar hacer menos fuertes y contrastadas esas diferencias, al
tiempo de favorecer la solidaridad territorial. En este último as-
pecto, considero pertinente dejar aparte las asociaciones lineales
entre la producción, la innovación y el desarrollo, para prestar
atención a los procesos de difusión, absorción y asimilación social
de las tdic y las innovaciones, especialmente, porque pueden in-
tegrar o segregar.
Aunque la modernización tecnológica puede hacerse sin tener
que producir y diseñar equipos avanzados, es decir, adoptando tec-
nologías ya existentes —en la vertiente de la transferencia tecno-
lógica, en unos casos, o de dependencia tecnológica, en otros—, la
realidad es que los grupos o actores que potencialmente están en
la capacidad de innovar, en todo el sentido de la palabra, son los que
en algún momento pueden mejorar —proponer y experimentar—
tanto productos como procesos. Por tanto, el acceso a la información,
la tecnología y el conocimiento, en fuerte vínculo a las tdic, debe-
ría ser un punto clave para los planes y políticas de innovación, ya
que tienen una considerable incidencia territorial y social.

185
Jeffer Chaparro Mendivelso

186
Capítulo 5
Formas digitales de control territorial:
domótica, urbamótica y ruramótica

En la literatura de ciencia ficción, las alusiones a las vivien-


das del futuro han llegado hasta el punto de considerar posible que
puedan entablar una conversación con las personas que las habi-
tan. En la novela Mona Lisa Overdrive (1988), William Gibson —a
quien por cierto se le atribuye la invención del término ‘ciberespa-
cio’— imagina, o tal vez sugiere, una relación un tanto diferente y
fantástica entre un humano y una casa:
—Ángela —dijo la casa con voz serena pero imperativa—, ten-
go una llamada de Hilton Swift…
—¿Prioridad ejecutiva? —Ángela estaba comiendo judías hor-
neadas con una tostada en el mostrador de la cocina.
—No —dijo la casa, confidente.
—Cambia de tono —dijo Ángela, masticando un bocado de ju-
días—. Pon algo de ansiedad.
—El señor Swift está esperando —dijo la casa, nerviosa.
—Así está mejor —dijo ella, llevando el plato y la bandeja al
fregadero—, pero quiero algo más cercano a la histeria verdadera…

187
Jeffer Chaparro Mendivelso

—¿Vas a atender la llamada? —La voz estaba ahogada en tensión.


—No —dijo Ángela—, pero sigue manteniendo esa voz, me
gusta.
Entró en la sala contando para sus adentros. Doce, trece…1.

Sin duda, lo más interesante de este tipo de interacciones fan-


tásticas es que no son tan inimaginables, como se podría pensar a
priori. Un equipo de investigación en Procesamiento del Lenguaje
Natural —proyecto Julieta (Julietta Research Group, 2008)—, de
la Universidad de Sevilla, ha creado un sistema de diálogo para un
entorno domótico que permite dar órdenes orales a ciertos dispo-
sitivos del hogar y programar funciones verbalmente sin la nece-
sidad de emplear comandos artificiales. La investigación ha sido
apoyada por el proyecto DHomme, que es uno de los planes del
V Programa Marco Europeo. La arquitectura del sistema se basa
en agentes inteligentes distribuidos e interconectados que usan la
red eléctrica de la vivienda, lo cual implica que no se requiere un
nuevo cableado, soportándose en sistemas informáticos, princi-
palmente los estándares o lenguajes X10 y Lonworks. El ordenador
que controla el sistema se encarga de la operación del lenguaje na-
tural; es decir, de la identificación de la voz, la comprensión de la
o las órdenes, la generación de la respuesta y la síntesis del habla.
El sistema también se ocupa de la manipulación, configuración y
ejecución de las exigencias del usuario; bajar el volumen de la te-
levisión cuando suena el teléfono, por ejemplo. El sistema acepta
órdenes múltiples y complejas como las siguientes:
Usuario: Sube la luz del comedor y baja la luz del salón.
Sistema: ¿A qué porcentaje quiere que suba la luz del comedor?
Usuario: Al 85 por ciento.
Sistema: (Sube la luz del comedor al 85 por ciento)
Sistema: ¿A qué porcentaje quiere que baje la luz del salón?
Usuario: Al 50 por ciento.

1 Fragmento del capítulo 7: “Allí no hay un dónde”, de la obra Mona Lisa


acelerada. (Gibson, 1992, pp. 61-62).

188
Formas digitales de control territorial: domótica, urbamótica y ruramótica

Sistema: (Baja la luz del salón al 50 por ciento). (Junestrand,


2003)

Esta interfaz de voz es bastante flexible y tiene numerosas ven-


tajas, como la posibilidad de mayor libertad para impartir órdenes
y la innecesaria memorización de comandos que, en ocasiones,
son complejos y en otro idioma. Otro aspecto importante es que
permitiría eliminar o reemplazar los engorrosos sistemas de ór-
denes pregrabadas, como los existentes en algunos conmutadores
telefónicos. Pero esto no se queda aquí, ya que los investigadores
están pensando utilizarlos en teléfonos y cajeros automáticos (Ju-
nestrand, 2003), al menos por ahora. Pero este tipo de sistemas
domóticos que utilizan la voz no son solo proyectos, ya que en el
mercado se consiguen productos como el sistema Hal2000 que
puede, por ejemplo, recibir órdenes como las siguientes: “Atenúa
la luz del salón en un 65 por ciento; pon el termostato a 21º grados;
todos los días de la semana a las 5 p.m., enciende la luz de la entrada
durante dos horas; o [también], hoy a las 8 p.m., graba en video las
noticias” (Servitel, 2008a).
Lo anterior, sin duda, sugiere que la vivienda está mutando,
que la relación con ella y los objetos que la definen pueden, poten-
cialmente, modificarse. Aunque para algunas capas sociales esto
ya es todo un hecho, para la mayoría de la población del mundo,
el problema de la vivienda sigue siendo prioritario. No obstante,
considero pertinente explorar la imbricación de las tdic en la vi-
vienda, ya que ello ofrece luces sobre las dimensiones territoriales
que están inmersas en la irrupción de las tdic, sabiendo que el
proceso de instalación del mundo digital es aún embrionario.
En el presente capítulo pongo énfasis en las formas digitales de
control territorial. Para adentrar embrionariamente esos cambios,
empiezo por caracterizar la domótica, luego señalo algunos rasgos
asociados a las nuevas nociones espacio-temporales vinculadas, y
prosigo con reflexiones que llevan hacia la inmótica y la urbamótica.
En el siguiente apartado hago un viro hacia las zonas rurales y
de producción agropecuaria, y en él caracterizo la ruramótica o

189
Jeffer Chaparro Mendivelso

agromótica. Finalizo con algunas reflexiones sobre las serias impli-


caciones de las tdic en términos del control territorial 2 .

Domótica: ¿la mutación de la vivienda?


Tras la entrada de la electricidad en las ciudades, convirtién-
dose en parte de su sistema nervioso, los múltiples electrodomésti-
cos que surgieron solamente llegaban a unos pocos. Aquellos bellos
y mágicos artefactos para planchar, para tostar el pan y para lavar
la ropa fueron considerados durante mucho tiempo como inase-
quibles para casi todos, especialmente, para las capas sociales de
bajos recursos. Pero, con el tiempo, la situación cambió. Y con el
tiempo, a pesar de los matices que ello sugiere, cambiará la propor-
ción de hogares que utilicen sistemas domóticos.
La penetración e inserción de las tdic en la sociedad y el territorio
tiene sus raíces, como ya lo he comentado, en el reciente proceso
de convergencia tecnológica3, facilitado, en buena medida, por la
estandarización de la unidad básica con que hoy se mide la infor-
mación y su flujo: el bit4 . Nacida en Francia bajo la denominación
de domotique, la idea de aplicar nuevas tecnologías al hogar tiene
alrededor de dos décadas de rápida génesis, desarrollo y evolución.
En la actualidad, se tiene poca idea de lo que implica la interface
entre la informática y la vivienda, y se conocen aún menos algunas
de sus aplicaciones. Con la domesticación de las tecnologías di-
gitales, la vivienda ya no será la misma, especialmente debido al
cambio en su estructura y función, generando nuevas visiones de
la vida en el hogar.

2 Parte de este capítulo ha sido presentado como comunicación en el


“V Coloquio Internacional de Geocrítica: la vivienda urbana y la
construcción del espacio social de la ciudad”, celebrado entre el 26 y el 30
de mayo de 2003 en la Universidad de Barcelona. Un segmento ha sido
publicado en el número especial de la revista Scripta Nova, correspondiente
al 1º de agosto de 2003.
3 Sobre la relación entre las tdic y la actual convergencia tecnológica
destacamos el texto de Terceiro y Matías, “Digitalismo: el nuevo horizonte
sociocultural” (2001, p. 319).
4 Respecto al bit, véase el capítulo 1.

190
Formas digitales de control territorial: domótica, urbamótica y ruramótica

La domótica, casa inteligente (Govetto, 2002) o smart home,


está al alcance solo de algunos bolsillos 5, aunque la tendencia ha
virado un poco por el efecto que, sobre el precio, tiene el ciclo de
vida de los productos de alta tecnología 6. Algunas de sus implica-
ciones sociales más tangibles son las nuevas formas de entender la
vivienda —y el habitar—, pues ya no funciona únicamente como
dormitorio; ahora es lugar de ocio y trabajo, a la vez. Ofrece po-
sibilidades convergentes pero diferentes: es aislamiento térmico y
acústico, al mismo tiempo nodo de interconexión con otros luga-
res; es la casa en red —internamente interconectada— y en la red
—accesible desde fuera—.
Algunas de las preguntas que surgen tienen que ver con múlti-
ples y trascendentales aspectos: ¿cómo esto puede afectar o generar
cambios en la movilidad de la fuerza laboral?, ¿qué implicaciones
tendrá la inserción de sistemas de inteligencia artificial en las vi-
viendas?, ¿será posible pensar en redes de viviendas interconecta-
das?, ¿redes de barrios?, ¿redes de ciudades? La detección de esta
metamorfosis no es del todo nueva, ya que geógrafos como Milton
Santos, entre algunos otros, sensibles a los fuertes cambios de la
tierra humanizada, ya han divisado de forma embrionaria dichas
mutaciones e hibridaciones territoriales7, aunque a otra escala y en
un plano casi exclusivamente teórico y, por cierto, con una pers-
pectiva algo crítica.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra
‘domótica’ (rae, 2008)8 proviene del latín domus —casa— y del
término ‘informática’, siendo el “conjunto de sistemas que auto-
matizan las diferentes instalaciones de la vivienda”. De manera

5 Es necesario tener presente que en los actuales proyectos de casas que


desde su diseño y construcción incorporan sistemas domóticos, tan solo
se incrementa el precio en alrededor del 1% respecto al total del valor de la
vivienda en Europa.
6 Sobre ello, consúltese el capítulo 4.
7 En este sentido, de la obra de Milton Santos destaco especialmente la
Metamorfosis del espacio habitado (1996) y La naturaleza del espacio (2000).
8 Este diccionario, y las versiones anteriores, puede consultarse en línea en
<http://www.rae.es/>.

191
Jeffer Chaparro Mendivelso

amplia, la definición es adecuada, pero en realidad la cuestión va


más allá de la mera automatización.
La domótica puede definirse como la adopción, integración
y aplicación de las nuevas tecnologías informáticas y comunica-
tivas al hogar. Incluye, principalmente, el uso de electricidad,
dispositivos electrónicos, sistemas informáticos y diferentes dis-
positivos de telecomunicaciones, incorporando la telefonía móvil
e Internet. Algunas de sus principales características son: inte-
racción, interrelación, facilidad de uso, teleoperación o manejo a
distancia, fiabilidad y capacidad de programación y actualización.
Su arquitectura puede ser centralizada o distribuida, aunque en
realidad, por las ventajas de intercomunicación y ante los fallos,
se emplea más la descentralizada. Los protocolos pueden ser es-
tándar, es decir, compatibles entre sí, y propietarios, los creados
exclusivamente para un cliente o aplicación única. La configu-
ración estándar cuenta con un sistema compuesto por ordenador
u ordenadores, módem, tarjeta de sonido, dispositivos de ampli-
ficación de audio, baterías de emergencia, sondas de temperatura
—exterior e interior—, detectores de humo, gas y agua (Aldea Do-
mótica, 2008), videoportero, censores magnéticos para puertas y
ventanas, detectores de presencia, mandos a distancia y emisores-
receptores de señal (véase figura 12).
Los principales protocolos o lenguajes informáticos de co-
municación entre el usuario y los artefactos domóticos, y de ellos
entre sí, que están disponibles desde hace algunos años son: X10,
CEBus, Bacnet, TCP/IP, Konnex, Lonworks, SCP, HAVi, Jini, UpnP
y HAPI. Existen tres tipos de redes domóticas en el hogar según la
infraestructura necesaria: las que utilizan nuevos cables, las que
emplean los ya existentes —principalmente las redes eléctricas
preexistentes— y las que se basan en sistemas inalámbricos o sin
cables. Sus principales prestaciones o funciones son: mayor segu-
ridad, la automatización y el telecontrol de los electrodomésticos y
de otros dispositivos, el acceso a los nuevos sistemas de telecomu-
nicaciones y la superior disponibilidad de ocio y entretenimiento

192
Sondas de Sensor Detectores Control Control Riego de
temperatura de humedad aire ac. de jardín y
ext. e int. iluminación jardín Gestión frío y calor persianas maceteros
˚C y
control
informático
Detectores de Control Simulación Alumbrado
Detectores Sensores apertura electro- vivienda de
fugas de agua humo y gas puertas viviendas domésticos habitada emergencia

Unidad central
Detectores Detectores Detectores Alumbrado Servicio
apertura presencia presencia automático despertador Urgencia
ventanas en jardín en interior jardín semanal médica

Detector Detector Detector Aviso Avisador


Seguridad telefónico acústico
fallo corresp. llamadas centralizada hablado luminoso
E. eléctrica en buzón videoportero
ALARMA

220v

Video p. y Grabador
cámaras Monitor Tv video Conexión remota desde otro PC

Con todas las


funciones locales

193
Formas digitales de control territorial: domótica, urbamótica y ruramótica

Figura 12. Esquema funcional de un sistema domótico.


Fuente: Romero (2003).
Jeffer Chaparro Mendivelso

en casa9. En todos los casos, existe una fuerte tendencia a hacer más
cómoda y versátil la estancia en el lugar de vivienda, al igual que se
espera tener una mayor capacidad de gestión y monitoreo, tanto de
los electrodomésticos como de los servicios públicos, donde se des-
tacan aspectos como el consumo, el gasto y el ahorro energético.
En ciertos casos se ha pretendido hacer pasar por sistema do-
mótico algunas aplicaciones a distancia en el hogar (Energuía,
1998), pero la realidad es que hoy se considera como domótico un
sistema que integre múltiples servicios y prestaciones, no solo al-
gunos y por separado. Uno de los principales avances en la mate-
ria es la articulación entre los sistemas de telecomunicaciones y los
sistemas domóticos (aida, 2002), que en sus inicios estaban cen-
trados fundamentalmente en los electrodomésticos y los servicios
básicos del hogar. Prueba de ello es la producción de teléfonos mó-
viles que incluyen, desde hace algunos años, aplicaciones para fun-
ciones domóticas remotas10.
Suele considerarse que la domótica es una especie de disciplina
emergente de interface, en la que conjuntamente están implicados
arquitectos, ingenieros eléctricos, electrónicos y civiles, programa-
dores de sistemas y diseñadores. En su formación, es recurrente
que estos profesionales utilicen modelos de vivienda a escala, cons-
tituyéndose en un aspecto clave para aplicar y verificar las ventajas
y posibilidades de los sistemas11. La formación en domótica (aida,
2002), dirigida a arquitectos, ingenieros y hasta promotores inmo-
biliarios, considera recurrentemente en su aplicación práctica las
características sociodemográficas emergentes en términos de la es-
tructura de la familia, incluyendo desde el cambio de papel de la
mujer en el hogar, la cantidad de habitantes, hasta las condiciones

9 Se puede consultar un proyecto de sistema domótico para una vivienda


unifamiliar en el sitio http://www.nova.es/~mromero/domotica/domotica.
htm. Romero (2003). Recomendamos ver las figuras que muestran las
posibilidades de telecontrol de los diferentes dispositivos del hogar.
10 Este es el caso del Siemens S45. WMLClub (Wireless Markup Language
Club) (2001).
11 Este es el caso, entre otros, del grupo genia (Grupo de Entornos Integrados
de Automatización) del área de Ingeniería de Sistemas y Automática de la
Universidad de Oviedo. Martín et al. (2000).

194
Formas digitales de control territorial: domótica, urbamótica y ruramótica

económicas de sus ocupantes. Aunque predominantemente se con-


sidera que los sistemas domóticos únicamente los poseen los gran-
des magnates12, cada vez aparecen en el mercado más dispositivos
no muy costosos o inasequibles13.

Nuevas nociones espacio-temporales


Más allá de la novedad que implica la domótica, se encuen-
tran los cambios que puede inducir, especialmente los asociados
a la función de la vivienda, al control a distancia o teleoperación, a
la concepción del lugar y del mundo y, en definitiva, a las nuevas no-
ciones sociales del espacio-tiempo. David Harvey ha argumentado
que estamos asistiendo a un nuevo régimen espacio-temporal que
define nuevas y diferentes experiencias, caracterizadas fuertemente
por la reducción de las barreras espaciales (Harvey, 1996). Estos
cambios, también detectados por Milton Santos, están fuerte-
mente vinculados a los avances y las innovaciones científico-téc-
nicas, en especial las que implican mayor eficiencia al momento de
transmitir y almacenar información digital. En el caso específico
de la domótica, las alteraciones incluyen cambios drásticos asocia-
dos al surgimiento de redes de electrodomésticos, viviendas inter-
conectadas accesibles desde Internet y nuevas funciones del lugar
de residencia; junto con la presencia virtual y la incorporación de
nuevos objetos-sistemas, como los robots. Se podría decir que es-
tamos en las primeras fases de las viviendas mediadas fuertemente
por las tdic.

Más allá de los electrodomésticos en red


Algunos de los cambios derivados de la relación entre las per-
sonas que componen un hogar y los electrodomésticos, especial-
mente cuando se incorporan innovaciones tecnológicas, han sido
detectados por investigadores como el sociólogo italiano Francesco
Morace, presidente del Future Concept Lab de Milán, quien dirigió

12 Para ello, visítese la casa de Bill Gates en el sitio http://www.usnews.com/


usnews/nycu/tech/billgate/gates.htm.
13 Los precios de diferentes sistemas domóticos se pueden consultar
fácilmente en las páginas de Internet que comercializan los servicios.

195
Jeffer Chaparro Mendivelso

el estudio New domesticity14 para Whirlpool y que tomó como mar-


co seis países europeos (Junestrand, 2002a). Los resultados sugie-
ren transformaciones recientes en la vida doméstica asociados a
factores como el cambio del papel de la mujer en el hogar, las mo-
dificaciones en la estructura y cantidad de personas que cohabitan
—con una tendencia fuerte hacia familias conformadas por parejas
sin hijos—, las alteraciones en los códigos de convivencia y los ro-
les cotidianos, al igual que las emergentes posibilidades de confort,
tranquilidad y comunicación. Estos aspectos podrían alterarse aún
más si se tiene presente la paulatina incorporación de la interope-
ratividad entre electrodomésticos y demás sistemas en el hogar.
Las redes de electrodomésticos para la vivienda son toda una
realidad 15. Permiten la comunicación remota y en doble sentido,
entre el usuario y cada artefacto desde cualquier lugar del mundo
con acceso a la red, de los aparatos entre sí y de ellos con Internet.
Las funciones pueden ser variadas, desde el refrigerador que hace
automáticamente pedidos para disponer siempre de los productos
favoritos del dueño —además de ser un televisor, ordenador y vi-
deoportero—, con cargo automático a la cuenta bancaria, hasta el
lavavajillas o el horno que definen cuál es el mejor programa de
autolimpieza, pasando por el televisor que puede controlar todos
los demás electrodomésticos y los dispositivos que en tiempo real
avisan del consumo de energía y de su costo.
Además, existen sistemas de control de edificios y de indus-
trias . Pero esto no es del todo nuevo, porque desde hace varios años
16

existen sistemas de control de acueductos, de sistemas de energía


y gas para las ciudades, algunos aún más complejos, como los de
control de aeropuertos y redes ferroviarias, por no mencionar los
de satélites de comunicaciones, los que operan el telescopio Hubble
y las sondas espaciales como la Pathfinder17 —por cierto, el proyecto

14 Realizado en diciembre de 2001.


15 Sobre las redes de electrodomésticos, incluyendo algunos con conexión
a Internet, se puede visitar el sitio http://www.lge.com/index.jsp. LG
Electronics (2008).
16 Se puede consultar el sitio http://www.honeywell.es/.
17 Recomendamos visitar la página principal del proyecto: http://mpfwww.jpl.
nasa.gov/. nasa (2008a).

196
Formas digitales de control territorial: domótica, urbamótica y ruramótica

de la nasa para conquistar Marte contempla crear redes de robots


intercomunicados, encargados de desempeñar ciertos experimentos
y actividades—. Todo ello tiene un gran sabor a ciencia ficción,
pero evidentemente las posibilidades de las redes para el telecontrol
y la gestión informática a distancia están bastante adelantadas, más
de lo que se piensa.

La vivienda en red y la casa en la red


Por varias razones, entre las que destacan las asociadas al
trabajo y el ocio, Internet se erige como un servicio fundamental
para el hogar. En algunos estados, especialmente los que se autode-
nominan como desarrollados, ya que se plantea como un servicio
básico equiparable a la electricidad, al agua, al gas y al teléfono. La
forma en que la interconexión a la red mundial llega a la vivienda está
cambiando considerablemente, dado que a las conexiones tradicio-
nales vía telefónica y fibra óptica se están añadiendo otras como la
inalámbrica local, la satelital —como el sistema Neosky—18 y la que
utiliza la red eléctrica de la casa empleando un modem especial 19.
A cada momento aumentan las alternativas técnicas de co-
nexión a Internet, aunque evidentemente las posibilidades no son
las mismas en todos los contextos territoriales. A las formas con-
vencionales de conexión por fibra óptica o mediante línea telefó-
nica, les está saliendo al paso un gran competidor: la posibilidad
de Internet mediante las redes de electricidad convencionales
—proyecto plc (Power Line Communications)—. Esta innova-
ción permitiría facilitar tanto la instalación de sistemas domóti-
cos como el acceso a la red —mundial y local— desde cualquier
enchufe o tomacorriente de la vivienda. Ya se han hecho pruebas en
ciudades españolas como Barcelona, Madrid y Sevilla, con muy
buenos resultados; incluso, desde el 2001, la compañía rwe está
prestando el servicio en Alemania (Díaz, 2002a). Sin duda alguna,
la masificación de esta tecnología podría tener grandes implicacio-
nes sociales y territoriales.

18 Sobre la posibilidad del servicio de Internet satelital en España, se puede


consultar el sitio http://www.neo.es/. Neo Sky (2008).
19 Véase, por ejemplo, Díaz (2002a, 2002b).

197
Jeffer Chaparro Mendivelso

Ya se está manejando el concepto de vivienda en red, donde


el sistema de control y gestión de las funciones se asemeja al del
sistema nervioso de un organismo vivo, como el cerebro humano.
Para Junestrand (2002c), el producto de todo ello es “una relación
con nuestra vivienda más natural y hasta humana”, en contrapo-
sición a las ideas de quienes asumen que estas tecnologías des-
humanizan. Desde luego habría que matizar y contextualizar
cualquier apreciación al respecto.
A todo lo anterior, habría que añadir que el ordenador se está
consolidando como uno de los principales terminales de progra-
mación para controlar los dispositivos domóticos. El acceso ina-
lámbrico a Internet potenciará aún más estas posibilidades, aspecto
que concuerda con quienes auguran, basados en la tendencia tec-
nológica, un aumento sustancial de los sistemas interconectados.
Internet y el teléfono móvil se convierten en el cordón umbilical
que uniría al usuario con el sistema domótico, virtual y desde cual-
quier parte del mundo en red. Serían como un mando a distancia
para la casa, análogo al control remoto para el televisor.
Es adecuado considerar, como referencia, que hace varios años
se hizo un acuerdo entre Ericsson y Hutchison para poner a punto
un sistema de nueva generación que permita la transmisión de
datos entre los teléfonos móviles y los personal communication
sistems (pcs) (Casadomo, 2003; Ericsson, 2003); varias pruebas
fueron realizadas exitosamente en Reino Unido, Italia y Hong
Kong. Las posibilidades de acceder desde un teléfono móvil, pda
u ordenador de bolsillo —Pocket PC— al sistema de control do-
mótico del hogar implica dos ventajas principales (Alcántara y
Pérez, 2002)20: recibir reportes del estado del hogar, como la fuga
de agua o la presencia de un intruso, y gestionar algunas aplica-
ciones, como la simulación de presencia y el telecontrol de algunos
dispositivos específicos, que sería el caso de la regadera del césped
y la calefacción.

20 Recomendamos ver todo en la web: CONECtrónica 2008, http://www.


conectronica.com/.

198
Formas digitales de control territorial: domótica, urbamótica y ruramótica

Pero toda esta maraña de tecnologías digitales podría desem-


bocar en diversos conflictos de intereses y en la saturación, por
ejemplo, del rango del espectro electromagnético en el que los te-
léfonos móviles y las redes inalámbricas de Internet operan. ¿Sería
desfasado plantear un escenario en el que se desate una guerra o
disputa por el espectro electromagnético? No se sabe. Lo cierto es
que las redes y los objetos interconectados están inundando tanto
el suelo como la atmósfera, pasando por el fondo marino, como en el
caso de los ya veteranos cables interoceánicos.

La vivienda para algo más que dormir:


entre la teleasistencia y los videojuegos
La función es uno de los principales distintivos entre lugares
diferentes: la casa de la oficina, el consultorio médico, de la bi-
blioteca universitaria. Pero esta diferenciación también está cam-
biando, incluyendo la del hogar. La incorporación de las tdic en
la vivienda, además de fortalecer la noción de trabajo en o desde
casa, tiene derivaciones en otros aspectos interesantes e interre-
lacionados como la teleasistencia, el cine en casa y la simulación.

La teleasistencia
Una de las manifestaciones de la mutación de las funciones de
la vivienda la constituye el surgimiento de la teleasistencia o teleme-
dicina 21, en la que ya existen especializaciones como telepsiquiatría,
telecardiología, teledermatología, teleoftalmología y teleradiología.
Estas opciones permiten, desde casa, hacer consultas que no requie-
ren desplazamiento físico.
Debe tenerse presente que ya se han diseñado y se están uti-
lizando varios dispositivos y periféricos como sensores, sondas y
scanners, para que algunos exámenes específicos puedan hacerse
desde la vivienda o desde cualquier lugar con conexión a Internet.
La teleasistencia tiene muchas implicaciones para los ancianos,
los niños, los ciegos y los minusválidos, incluso, para los presos de las

21 Sobre las especialidades en telemedicina, se puede consultar: Telemedicine


Information Exchange (2008).

199
Jeffer Chaparro Mendivelso

cárceles. Un caso llamativo es el uso y aplicación de las nuevas te-


lecomunicaciones al seguimiento de la salud mental, definiendo lo
que se denomina como telemental health22 . Otra situación emer-
gente es la posibilidad de realización de algunas cirugías a distancia
sin que el médico interventor esté frente al quirófano23, siempre y
cuando esté asistido por otros en el mismo lugar de la cirugía.

El cine en casa
Otra de las principales vertientes de cambio se enmarca en una
las opciones de ocio más desarrolladas y demandadas: el cine en el
hogar o home cinema24, que apenas está penetrando y, en algunos
años, desplazará, en buena medida, a la tecnología anterior basa-
da en el televisor convencional 25 y la videograbadora —por cierto,
primero fue Beta, luego Vhs y ahora Dvd y Blu-ray—. El sonido de
alta calidad junto con el tamaño y resolución de imagen son algu-
nos de los principales aspectos que se consideran. Para el prime-
ro, se puede citar el music communications systems (Díaz, 2002c)26,
que ofrece la posibilidad de distribuir estética y estratégicamente
hasta alrededor de 60 altavoces por una casa o apartamento. Para
el segundo aspecto, las opciones se centran en dos posibilidades:
los televisores planos de gran formato de plasma y los proyectores,
cañones o video beam caseros. Desde hace algunos años, por po-
cos euros, es posible la descarga de cine en casa mediante Internet.
Las tradicionales salas de cine tal vez deberían estar un poco
alerta, ya que innovaciones como el sistema Matrix (vixs, 2008)
permiten transmitir video en tiempo real a diferentes artefactos
inalámbricos del hogar, como ordenadores y agendas personales,
aumentando así las posibilidades que la domótica ofrece para el

22 Se recomienda visitar la dirección http://www.telehealthconference.org/


telehealthconference.htm. Teleheathconference 2008.
23 Ya hay muchas experiencias al respecto. Entre otros, véase: Díaz (2003).
24 Al respecto, se puede visitar: Panasonic 2008, http://www.panasonic-
europe.com/home.aspx.
25 Es pertinente también considerar los impactos derivados de la irrupción de
la televisión digital.
26 Se puede ampliar la información sobre este tipo de productos en direcciones
como www.bose.com y www.safesound.com.

200
Formas digitales de control territorial: domótica, urbamótica y ruramótica

entretenimiento en casa. Además de todo esto, ya están disponibles


unas gafas, incluso dispositivos de sonido, que pueden reemplazar
a un televisor o la pantalla del ordenador27. En las i-Glasses se
puede ver desde una película hasta trabajar con el ordenador, pa-
sando por la inmersión en un videojuego.
¿Hay quienes están acostumbrados a ir al cine por la imagen,
por ver más personas, por pasear, por las palomitas? Tal vez sea
algo así como una tradición, pero ello puede cambiar, no para no-
sotros, pero sí para las nuevas generaciones —no segregadas digi-
talmente—, para los niños que hoy juegan en red mediante Internet
con su consola sin tener al compañero —de batalla, carrera o cons-
trucción de edificaciones— al frente. Ellos serán los que construi-
rán, aplicarán y apropiarán las nuevas tecnologías. Serán quienes
tomen las decisiones que modificarán el territorio, que redefinirán
la estructura y función de la ciudad, incluyendo la percepción y los
imaginarios sociales; al igual que participarán y vivirán la altera-
ción de las formas cómo se establecen las relaciones personales: el
trabajo, la familia y el hogar, por ejemplo.

El asunto de los videojuegos


El entretenimiento en el hogar involucra otra vertiente im-
portante en las experiencias digitales: la simulación y la realidad
virtual. Una de estas posibilidades se accede mediante los video-
juegos, muchos de los cuales ya se pueden ejecutar desde el hogar28
en red mediante Internet 29.

27 Para más información, visítese: Smarthome 2008a, http://www.smarthome.


com/8085.HTML.
28 Es pertinente señalar que, en el caso de Europa, Norteamérica y Asia, buena
parte del acceso a los videojuegos se realiza desde la vivienda, mientras
que para otros contextos, como el de América Latina, desde casa solo
acceden quienes poseen condiciones económicas favorables, de tal manera
que los niños y jóvenes segregados lo hacen —cuando es posible— en
lugares privados donde alquilan las videoconsolas por tiempos específicos
—15 minutos, 1 hora—. Este fenómeno denota otra forma de segregación
tecnológica, esta vez ligada al ocio y al entretenimiento.
29 Véanse, por ejemplo, los títulos recientes para la Xbox de Microsoft. Xbox
(2008).

201
Jeffer Chaparro Mendivelso

La industria de los juegos de video está dando cabida a grandes


eventos mundiales, como el Electronic Entertainment Expo (E3)30,
que ya ha tenido varias ediciones, donde no solo se ofrecen nuevos
títulos, sino también innovaciones tecnológicas en simulación, in-
teractividad, calidad de imagen y sonido, además de la aplicación
del arte y la ciencia al entretenimiento. Sin duda, los videojuegos se
convierten en una de las primeras interfaces entre lo real y lo irreal,
entre lo material y lo virtual, entre el mundo real y los mundos
creados; aunque esta inmersión ciertamente también puede sen-
tirse con el cine, especialmente en el de tres dimensiones.
Pero el asunto de los videojuegos no queda ahí. Existe una di-
mensión que poco se aborda y se discute, que, a su vez, posee im-
plicaciones sociales bastante serias: los contenidos o temas de los
videojuegos y la carga ética que, por lo general, está ausente.
Al hacer un recorrido panorámico por los títulos más vendi-
dos de videojuegos, es posible establecer que la gran mayoría co-
rresponde a los temas de guerra, seguido por los de deportes; en
los últimos lugares de difusión se encuentran los relacionados a
perspectivas pedagógicas. ¿Será que parte de la violencia escolar
infantil y juvenil conseguiría explicarse a partir de los contenidos
de los videojuegos? Esto solo podría responderse con un estudio
sistemático, pero es bastante sugestivo que gran parte de los niños
y jóvenes de hoy, que tienen fuerte contacto con los juegos de video,
posean pautas de comportamiento algo agresivas y reaccionarias.
Existe otra instancia de los videojuegos que convendría va-
lorarse. Como ya he mencionado, las innovaciones tecnológicas
permiten que hoy estos sean accesibles mediante Internet, de tal
manera que cientos, miles y hasta millones de niños y jóvenes pue-
dan acceder a ellos e interactuar de forma sincrónica en extensos
mundos simulados. Este es el caso de World of Warcraft, un video-
juego de gran aceptación en jóvenes de todo el mundo —especí-
ficamente los que poseen acceso a ordenador e Internet de banda
ancha— (véanse figuras 13, 14, 15). La idea es que los participantes

30 Para información sobre lo último en avances, se puede visitar la página del


The Electronic Entertainment Expo (E3), http://www.e3expo.com/.

202
Formas digitales de control territorial: domótica, urbamótica y ruramótica

asumen roles en un mundo simulado, que podría asumirse tam-


bién como un mundo virtual31:
World of Warcraft es una marca comercial de Blizzard basada
en el universo de Warcraft, que, a diferencia de Warcraft, deja a un
lado la estrategia de campañas bélicas y explora las posibilidades del
rol y la configuración personalizada de personajes ficticios desde el
primer producto nacido bajo este título, el juego de video mmorpg
World of Warcraft. Desde finales de julio de 2007 se habla de más
de nueve millones de suscriptores activos, sobretodo [sic] en China,
Norteamérica y Europa, situándose a la cabeza de los juegos de este
tipo. Esta también galardonada marca, compite con el mercado de
The Lord of the Rings Online, Warhammer Online y Dungeons &
Dragons Online, que prometen posibilidades muy semejantes a los

Figura 13. El videojuego World Warcraft en el XII Salón del


Manga de Barcelona 2006.
Un cartel que muestra la estética paisajística del mundo simulado, en el que
los personajes son controlados en tiempo real por niños y jóvenes —incluso
algunos adultos— desde diferentes lugares del planeta.
Fotografía: Jeffer Chaparro, octubre de 2006.

31 Sobre los mundos virtuales, véase el capítulo 7.

203
Jeffer Chaparro Mendivelso

Figura 14. El videojuego World Warcraft en el XII Salón del


Manga de Barcelona 2006.
Varios jugadores se encuentran inmersos en el mundo simulado, el cual
es accesible en tiempo real mediante Internet. Fotografía: Jeffer Chaparro,
octubre de 2006.

Figura 15. El videojuego World Warcraft en el XII Salón del


Manga de Barcelona 2006.
Un jugador demuestra su destreza en el manejo de la complejidad inherente
al control de su personaje en el videojuego en línea.
Fotografía: Jeffer Chaparro, octubre de 2006.

204
Formas digitales de control territorial: domótica, urbamótica y ruramótica

jugadores de mmorpg. El éxito de este juego ha abierto las puertas


a otros tipos de productos de entretenimiento y accesorios; encon-
tramos cartas (tcg), rol (rpg) y novelas que han reemplazado lenta-
mente a la marca originaria, Warcraft. (Wikipedia, 2008)32

Aunque no puede desconocerse la relevancia y compleji-


dad tecnológica involucrada en este tipo de juegos de video en lí-
nea, sus implicaciones sociales deberían evaluarse de forma seria.
¿Cómo se regulan normativamente los contenidos?, ¿importan las
cuestiones éticas asociadas a los roles que desempeñan los partici-
pantes —guerreros, mercenarios, asesinos, ladrones…—?, ¿prima
la lógica economicista de las grandes compañías productoras —en-
tre ellas Microsoft—?, ¿qué influencia tienen estos mundos simula-
dos en los procesos cognitivos de los niños y jóvenes?, ¿podríamos
estar a la puerta de una especie de lobotomía tecnológica en red?,
¿los padres y adultos están enterados de las perspectivas ideológi-
cas de los contenidos de los videojuegos?, ¿en qué medida habitar
un mundo virtual en red altera el comportamiento social y espacial
de los participantes en el mundo real?, ¿qué distinciones establecen
los jugadores entre lo real y lo virtual?
El asunto de los videojuegos va más allá en la medida que se
relaciona fuertemente con otras formas de consumo y otras alter-
nativas de ocio. Por ello, las tdic permiten la conformación de una
especie de sinergia entre diversas opciones de entretenimiento en
casa, aspecto que también se erige en un tema interesante.
En este plano de ideas, para establecer la íntima y múltiple rela-
ción entre el cine y los videojuegos —y, por supuesto, la literatura de
ciencia ficción—, se podría visitar la oferta de títulos para las conso-
las más vendidas33. En ocasiones, los videojuegos dan origen a pelí-
culas; mientras que en otros casos sucede lo contrario. Un ejemplo
de interface entre el cine y los videojuegos podría ser el título, ya clá-
sico, para ordenador personal de Blade Runner —basado en el libro
de Philip K. Dick (1968) que, posteriormente, dio origen a la película

32 http://es.wikipedia.org/wiki/Warcraft.
33 Al respecto, puede visitarse: Sony (2008).

205
Jeffer Chaparro Mendivelso

(Dick, 2000)34—, donde el jugador es un agente novato al que le es


asignado un interesante caso sobre replicantes. En cada partida la
historia cambia en función de las decisiones tomadas y del compor-
tamiento diferencial de los demás personajes (Westwood, 1997)35.
Es adecuado considerar que los sistemas de programación y
ejecución de actividades en los sistemas domóticos son sencillos,
especialmente para los niños y jóvenes que ya están muy familia-
rizados con las videoconsolas y los juegos en red; a los niños de
hoy en fuerte contacto con las tdic tal vez les sea muy familiar la
domótica cuando sean adultos.

Teleoperación y presencia virtual


Las posibilidades de la teleoperación transgreden las nociones
corrientes de distancia y, por tanto, de escala. Como el tiempo de
comunicación —o de relación— entre un punto y otro es, en cierta
manera, mediado por la distancia, las nociones de tiempo también
se pueden modificar radicalmente. La teleoperación altera nuestra
noción del espacio-tiempo, incluyendo tanto la percepción como
las posibilidades reales de acción36.
Los sistemas domóticos ofrecen la posibilidad de programar
diferentes funciones de acuerdo con los perfiles de preferencias de
cada uno de los habitantes del hogar, como la emisora preferida
para despertarle cada uno de los días de la semana —la programa-
ción del martes será muy diferente a la del domingo—, la intensi-
dad de la luz, los titulares de noticias que imprimirá el ordenador
automáticamente cada mañana o el nivel preferido de seguridad

34 La versión en castellano se titula: “¿Sueñan los androides con ovejas


eléctricas?”. La obra original fue escrita en 1968.
35 Este videojuego se constituye en una experiencia de interacción y
simulación interesante; debe considerarse que, en la actualidad, muchos
títulos han avanzado de manera impresionante en términos técnicos.
36 Todo ello formaría parte del fenómeno que David Harvey denominó
como “contracción del espacio-tiempo”, alusión que guarda cierta
correspondencia con “los sistemas de objetos y los sistemas de acciones” en
el período “técnico-científico-informacional” planteados por Milton Santos.

206
Formas digitales de control territorial: domótica, urbamótica y ruramótica

cuando el sistema central de presencia detecta que no hay nadie


en casa.
Las posibilidades que ofrece la convergencia entre domótica,
telefonía móvil e Internet, permite hablar de presencia virtual o de
teleoperación, destacándose aspectos asociados a la vigilancia del
hogar y la gestión de muchas de sus funciones.
La seguridad37 es uno de los factores fundamentales para quie-
nes diseñan y adoptan los sistemas domóticos y las innovaciones
involucran varias posibilidades ya disponibles. Son destacables
tres aspectos: los sensores y periféricos utilizados, el almacena-
miento de la información —por ejemplo, la de video— y las posibi-
lidades de control y ajuste del sistema38. En el primero, además de
las imágenes convencionales de las cámaras de vigilancia, se desta-
can los avances recientes en la detección de volúmenes, la discrimi-
nación térmica de los objetos y la percepción del movimiento. En
el segundo, resalta la existencia de dos nuevas posibilidades para
reemplazar las clásicas cintas de Vhs: 1) el almacenamiento com-
primido en discos duros, utilizando muy poco espacio de memoria
y 2) la transmisión de imagen en tiempo real sin almacenamiento,
al menos cuando no sea necesario. En el último aspecto se destaca
la viabilidad de controlar el sistema desde el hogar, desde cualquier
sitio que posea conexión a Internet o donde exista cobertura de te-
lefonía móvil, lo cual tiene serias implicaciones en términos de las
escalas geográficas de acción.
Existen muchas aplicaciones domóticas interesantes e inquie-
tantes para la seguridad. Los sistemas de televigilancia han llegado
a tal desarrollo que permiten ver y capturar imágenes de lo que
ocurre en cualquier parte del mundo que disponga de algún tipo
de conexión. Mediante el sistema e-netcam (Domotica.Net., 2002),
además de visualizar, se pueden almacenar las imágenes en un disco

37 La carga mediática y discursiva de la seguridad en el hogar, se ha


constituido en un tema de reflexión desde las ciencias sociales y humanas
en los últimos años.
38 Sobre los sistemas de seguridad se pueden consultar los siguientes sitios
web: http://www.visonic.com/ y http://www.axis.com/es/index.htm.

207
Jeffer Chaparro Mendivelso

duro y grabarlas posteriormente, si así se desea, en formato Cd-


Rom tradicional.
La “Alarma Perro Electrónico” (Servitel, 2008b) simula la pre-
sencia de alguien en casa cuando en realidad no hay nadie. Fun-
damentalmente, el sistema funciona de la siguiente manera: un
sensor de movimiento reconoce que hay alguien fuera de la casa
—en la entrada, por ejemplo—, luego de un rato activa unos al-
tavoces que emiten el sonido de un feroz perro ladrando y, pos-
teriormente, encienden las luces de una habitación o de la sala.
Aplicaciones como esta permiten simular que hay personas en casa
para intentar disuadir a un posible intruso, a la vez que pueden
contactar automáticamente al dueño y a la policía.
También es posible que un sistema, como el Izaxon Presence,
informe sobre cuántas personas se encuentran en cierto momento
en una vivienda (Junestrand, 2002b). Incluso, en el mercado exis-
ten dispositivos inteligentes de recepción y almacenamiento de
envíos, como comida a domicilio y objetos de valor, con la —apa-
rente— seguridad que implicaría recibirlos personalmente, según
lo sugieren sus diseñadores39.
La teleoperación también permite construir viviendas virtua-
les en espacios digitales paralelos o espacios contenidos en el mun-
do real, manifestando su íntima relación con la realidad virtual
y la simulación (Fisher y Unwin, 2002)40. Un caso sorprendente y
fascinante es el de Alpha World (Chaparro, 2002), donde, en tiem-
po real, se puede interactuar y construir, socialmente, en espacios
tridimensionales no materiales que solo existen en medios infor-
máticos y digitales (Dodge, 2002). Esta fue la razón por la que Wi-
lliam Gibson creó el término ‘ciberespacio’, aunque en su momento
(1984) era apenas una posibilidad, una idea, una ficción 41.

39 Este dispositivo se denomina BearBox. Pueden consultarse sus prestaciones


en el sitio http://www.bearbox.com/.
40 Esa obra es sumamente importante para entender la relación entre la
geografía y la realidad virtual, al igual que para empezar a vislumbrar
nuevos horizontes en la investigación geográfica.
41 Estos asuntos se tratan en el capítulo 7.

208
Formas digitales de control territorial: domótica, urbamótica y ruramótica

En la película Resident Evil (2002) (Sony Pictures, 2008), ins-


pirada, por cierto, en un videojuego, un sistema de inteligencia
artificial que controla la seguridad en un centro subterráneo de
investigación en bioingeniería, decide tomar algunas medidas in-
ternas frente a un problema de contaminación por un material
altamente peligroso. Con la domótica, y especialmente con la in-
mótica —que trato más adelante—, estamos sin duda a las puertas
de algo que conceptualmente podría ser muy similar. ¿En qué des-
embocará todo esto?
Una línea de necesaria meditación e investigación es la cre-
ciente demanda de seguridad en el hogar, en los edificios y en las
ciudades. ¿Hasta qué punto se dará capacidad de decisión a los
sistemas informatizados, a la inteligencia artificial?, ¿cuál será el
papel de los agentes policivos del Estado?, ¿en qué medida se de-
legará la seguridad a las compañías privadas?
Para algunos, la cuestión de la seguridad es algo así como una
especie de esquizofrenia colectiva, no les hace falta en realidad;
mientras que para otros, es totalmente necesaria, más cuando hay
quienes irrumpen en una vivienda para robar, violar y hasta para
asesinar42 —claro que ello sería reflejo de problemas sociales de
base—. Sin duda, con los matices que todo esto implica, la cuestión
de la seguridad en el hogar plantea aspectos de fondo, desde psi-
cológicos hasta legales, que requieren ante todo amplia indagación
y reflexión.

Mascotas artificiales y robots en casa


Las mascotas artificiales ya han surgido. Una de las primeras
fue el tamaguchi43, que más que una mascota parece un reloj que
requiere atención. Se encuentra entre los primitivos colonizadores
del cuidado de un humano, modificando la milenaria naturaleza

42 Lo cual ocurre, de forma no generalizada, en las grandes ciudades de América


Latina. Este es un tema que amerita una amplia discusión.
43 Una de estas mascotas artificiales avanzadas es el Pocket Pikachu, lanzado
en Japón hacia 1999, que además posee su propia serie de televisión para
niños. Esta situación manifiesta la íntima relación entre la virtualización y el
componente generacional.

209
Jeffer Chaparro Mendivelso

animal y biológica de nuestros acompañantes. Los niños y jóvenes


son quienes más acceden a este tipo de compañía —junto con los
videojuegos, Internet, los reproductores portátiles de música y
los teléfonos móviles—, lo cual, de manera gradual y en cierto tiem-
po, sobre todo cuando sean adultos, probablemente les generará
una noción algo diferente de la compañía. Aunque en realidad, tal
vez los cambios radicales surjan luego de dos o tres generaciones.
Es paradójico que mientras muchos perros —domesticados, por
cierto, hace alrededor de unos 15.000 años— están deambulando en
la calle o no tengan dueño, otros perros, en este caso electrónicos,
deleiten a sus amos. Es el caso de Aibo44, el primer perro artificial
—aunque es más robot que mascota—, el cual interactúa con
humanos mediante sistemas informáticos que le permiten aprender,
madurar o rebelarse cuando no se le presta atención; además, ex-
presar emociones, incluso, enviar imágenes del hogar a la oficina por
medio de Internet, lo que lo convertiría en todo un perro —o gato,
o pollo, o lo que sea— guardián45. No sobra señalar que Aibo utiliza
avances importantes en la línea de la inteligencia artificial (ai).
Otro caso, algo diferente, es el de Cye46, robot diseñado para
algunas tareas domésticas sencillas como traer el café o aspirar.
Uno más es el Robomow (Smarthome, 2008b)47, facultado para
cortar el césped con la mínima asistencia humana, ya que tan solo
es necesario demarcar con unos sensores el área para que él trabaje.
Antes era ciencia ficción pensar en tener un robot en el hogar, pero
en la actualidad ya es posible.

44 Aibo fue presentado al público en 1999. Para más detalles, se puede


consultar: Sony (2006).
45 Actualmente, el más sofisticado, el modelo ERS-220A, puede adquirirse por
2.300 euros. También existen modelos más económicos, como el Latte o el
Macaron, que cuestan alrededor de 1.000 euros.
46 Cye se puede comprar por alrededor de 3.000 euros. Su sitio web es http://
www.personalrobots.com/home.html.
47 Más información en http://www.smarthome.com/3256.html.

210
Formas digitales de control territorial: domótica, urbamótica y ruramótica

Otro ejemplo de robot en casa, por cierto muy interesante y


sugestivo, es Mindstorms48, lanzado recientemente por una em-
presa que por tradición ofrece juegos de bloques para niños. Su
principal innovación consiste en ofrecer la posibilidad de diseñar y
armar un robot que pueda desplazarse, agarrar objetos y moverse
con ayuda de sus sensores, asistido por control a distancia y con-
figurado mediante un paquete informático diseñado para quienes
no saben de programación. De esta manera, los niños pueden crear
desde un robot que cumpla las funciones de un coche, una plata-
forma de construcción de edificios, hasta una especie de dinosaurio
mecánico. En definitiva, los niños de las próximas generaciones no
verán el mundo igual que nosotros, ni jugarán como lo hicimos. Es
posible, más bien seguramente, que interactúen con otros niños y
con robots o mascotas artificiales.
Al adentrarse en el tema, no sería extraño asombrarse del nú-
mero y complejidad de robots que actualmente desempeñan fun-
ciones específicas en distintas fábricas e industrias; entre ellas, las
más conocidas serían las de montaje de microcomponentes elec-
trónicos y de ensamblaje de automóviles. Máquinas que hacen má-
quinas… Esto podría asumirse como una distopía de la ciencia
ficción. ¿Se podría decir entonces que los robots están migrando
de las industrias que utilizan alta tecnología hacia el hogar?
Todo este panorama que se empieza a abrir camino en el ho-
gar, es muy inquietante. Quién sabe si se podrá asimilar y manejar
adecuadamente —no adaptar, porque ello es completamente inhe-
rente al hombre— tanta artificialización y virtualización. La dife-
renciación entre los electrodomésticos ya no será la misma, al igual
que nuestra relación con ellos, la de ellos entre sí y la de nosotros
con nuestro lugar de vivienda. Pero la cuestión no se queda única-
mente en términos de la relación con la vivienda.

48 El sitio web del robot de construcción para niños Mindstorms es


http://mindstorms.lego.com/eng/default.asp.lego (2008).

211
Jeffer Chaparro Mendivelso

La vivienda del futuro hoy, o el inicio de su mutación


Mientras todo esto surge, todavía hay personas que no tienen
dónde dormir, personas que probablemente no se han enterado,
porque no tienen cómo, de las comodidades y experiencias espa-
cio-temporales que otros ya viven. Indudablemente, se debe pres-
tar gran atención al surgimiento de la vivienda digital o en red,
pero de ninguna manera conviene descuidar el interés por la falta
de vivienda, de una vivienda real y digna para muchos. Tal vez,
este sea el gran reto que todo esto pone de manifiesto: la gran bre-
cha y distancia entre quienes ya han entrado en la vivienda digital
y quienes ni siquiera tienen vivienda. Estoy convencido de la nece-
sidad de no descuidar ninguno de esos frentes.
Indudablemente, en la actualidad, la vivienda es uno de los
grandes temas que preocupa tanto a científicos sociales como a ar-
quitectos e ingenieros. La cuestión es paradójica porque tal vez
nunca en la historia de la humanidad se habían presentado tantas
posibilidades técnicas para disfrutar de una vivienda cómoda y
digna, pero tampoco se había alcanzado una distancia tan amplia
entre quienes la poseen, con sus comodidades y ventajas, y quienes
apenas disponen de un lugar para dormir o, peor aún, frente a
quienes no tienen techo.
A esta altura, podría surgir la siguiente pregunta: ¿por qué pensar
en estas cosas, sobre todo cuando mucha gente no tiene ni dónde
dormir? Frente a ello se podría decir que existe una fuerte retroa-
limentación entre pensar lo que viene, o puede venir, y el presente,
precisamente porque lo primero podría ofrecer un referente, una
pista para actuar hoy y planificar el mañana; de manera similar
a como ocurre con el análisis del pasado, ya que ofrece información
para entender el presente y pensar el futuro. Lo que se haga de-
pende del mismo hombre; los marginados y pobres del futuro —los
estratos bajos de la era digital—, que de seguro existirán, tal vez
reclamen o pregunten el porqué de su ausencia en la planificación
que hoy se está haciendo, o que tal vez no se está considerando.

212
Formas digitales de control territorial: domótica, urbamótica y ruramótica

Lógicamente no todas las capas sociales pueden hoy acceder a


las innovaciones tecnológicas asociadas a la domótica 49, pero hay
que considerar que los costos están bajando sustancialmente, en
buena medida por la competencia y por la naturaleza del ciclo de
vida de los productos de alta tecnología. Cada vez se hace más ex-
tensiva la población que puede pagar por sistemas domóticos al
alcance de su presupuesto. Podría imaginar las comodidades y
facilidades que la domótica representaría para limitados físicos,
como los ciegos y los cuadripléjicos… También habría que consi-
derar que, tal vez en los próximos años, la gran discriminación, o
forma de segregación, esté asociada a no saber manejar un orde-
nador y no tener acceso a la red. Hay quienes podrían afirmar que
ello sería toda una ventaja y una posibilidad de libertad individual,
de no control, pero ese es un aspecto sobre el que se debe iniciar un
debate serio, con información, con investigaciones, y alejados de
los juicios de valor.
Se abre una gran línea de investigación social: la relación entre
las tdic y la vivienda. Algunos senderos de investigación intere-
santes podrían ser: la difusión y adopción de la domótica, tanto en
países a la vanguardia tecnológica como en los menos avanzados;
su impacto en las áreas urbanas y rurales, aunque en ocasiones sea
difícil su distinción, precisamente por el cambio en los modos de
vida; y los efectos en el cambio de las nociones e imaginarios socia-
les, en la percepción y la apropiación del espacio-tiempo. En otros
términos, sería pertinente preocuparse por proponer métodos y
aproximaciones teóricas y metodológicas para atender y abordar
el ascenso del mundo digital. Modestamente pretendo aportar algo
en ese sentido.

De la domótica a la inmótica y
el nacimiento de la urbamótica
La incorporación de las tdic a la vivienda no incluye única-
mente sistemas domóticos, también innovaciones en el diseño, la

49 Ya vimos en la primera parte de esta investigación, que la actual


segregación digital es real y que es muy marcada, también que posee claras
manifestaciones territoriales.

213
Jeffer Chaparro Mendivelso

resistencia y los materiales. Este es el caso del proyecto Domespace


(Domespace, 2008), ya a la venta en muchos estados desde hace
varios años, que ha incorporado al lugar de vivienda nuevos con-
ceptos como la bioclimática, específicamente la posibilidad de giro
de la estructura en busca del Sol, la resistencia ante ciclones y te-
rremotos, además, la forma de domo, con las consecuentes ventajas
en ahorro energético.
También existen varias experiencias de pueblos donde las ca-
sas poseen sistemas avanzados de telecomunicaciones conectados
en red, es decir, viviendas en red. Este es el caso del pueblo noruego
de Modalen. Allí, muchas de las casas de sus habitantes poseen in-
tercomunicaciones inalámbricas, con sistemas innovadores de vi-
deotelefonía, entre muchas otras innovaciones ligadas a las tdic.
En la actualidad, la posibilidad de redes de electrodomésticos
está derivando en viviendas en red y en edificios automatizados,
aunque el orden de implementación no es necesariamente el mismo.
Las tdic están transgrediendo el territorio en términos efectivos,
reales, materiales y potenciales. De allí que la naturaleza misma del
territorio y de nuestra percepción se esté alterando. Creo que las
aproximaciones teóricas y conceptuales deberían prestar la debida
atención. Sería adecuado empezar a atender ese macrofenómeno.

Los barrios domóticos


Los sistemas domóticos ya se han incorporado a algunos con-
juntos de viviendas; los casos son múltiples y variados. En ese sen-
tido, es pertinente considerar las implicaciones de las tdic ya no en
viviendas aisladas, sino en conjuntos de viviendas.
Cerca de Barcelona, en la Granja del Pas Residencial, frente al
Parc Central del Vallès, el sistema domótico Aike (2008) controla y
gestiona la seguridad —intrusos, fugas—, el confort —la calefac-
ción— y el acceso remoto por teléfono de las viviendas que confor-
man este conjunto habitacional. El mismo sistema ha sido utilizado
en otros lugares de España, tanto en viviendas, conjuntos residen-
ciales, como en oficinas y grandes construcciones (Aike, 2008).
Incluso, hace algunos años, la empresa Vallehermoso inició la
construcción de unas 500 casas inteligentes que han surgido de su

214
Formas digitales de control territorial: domótica, urbamótica y ruramótica

proyecto —que ya he comentado— denominado “casa Internet” y


que están a la venta desde el 2004 (CincoRed, 2002).
En Suecia ya existen proyectos de viviendas inteligentes en
red para estudiantes que utilizan sistemas domóticos y que contie-
nen lo básico e indispensable para conectarse eficientemente con el
mundo en un área de apenas 22 m2.
Podría dar más ejemplos, pero lo que quería resaltar es el he-
cho de que los barrios domóticos son toda una realidad en algunos
contextos territoriales, con todo y los matices, que no es adecuado
pasar por alto50. Por supuesto, este fenómeno ocurre en espacios en
los que las innovaciones asociadas a las tdic están más difundidas
y apropiadas.

La inmótica
Actualmente, los sistemas domóticos también son aplicados
a grandes edificios y recintos empresariales e industriales. Este
tipo de vertiente es mejor denominarla como inmótica, es decir, la
aplicación de los sistemas informáticos y las nuevas tecnologías a
las grandes construcciones. Sus prestaciones son prácticamente las
mismas que las ofrecidas para una vivienda: sensores de todo tipo,
acceso desde cualquier terminal a todo el sistema, acceso remoto,
preconfiguraciones de funcionamiento de ciertos dispositivos, alerta
de seguridad, gestión y eficiencia de la energía eléctrica; todo a una
escala de acción más amplia que la de una vivienda, por tanto, un
poco más compleja.
Los sistemas inmóticos son utilizados en muchos edificios de
diferentes partes del mundo. Un ejemplo que involucra la auto-
matización a gran escala, es el de un ambicioso hotel, uno de los
más grandes de Europa, en la costa mediterránea española de Cas-
tellón51, donde la automatización permite, entre otras posibilidades,
acondicionar automáticamente las habitaciones en función de las
reservas, que por cierto se pueden hacer por Internet.

50 Por ejemplo, no es lo mismo referirse al caso de Estados Unidos de América


que a España.
51 Se puede visitar la página de promoción del hotel, donde puede hacerse un
tour virtual con imágenes de 360° http://www.marinador.com/.

215
Jeffer Chaparro Mendivelso

Pero no hay que ir tan lejos, ya que varios de estos sistemas


son muy comunes en muchos centros comerciales: puertas que se
abren al detectar un cliente, cámaras de video teleoperadas, dis-
positivos de intercomunicaciones, sensores de humo y artefactos
inalámbricos. Incluso, allí se podría comprar o adquirir algunos
de esos sistemas.
También pensemos en algunos aeropuertos, en las estaciones
de trenes, los terminales marítimos y las plataformas petroleras. Y,
si la reflexión se aleja de la superficie terrestre, habría que incor-
porar la Estación Espacial Internacional.

¿Ciudades teleoperadas? La factibilidad de la urbamótica


Los sistemas domóticos y automatizados pueden controlar desde
una casa hasta todo un edificio, como es el caso de las torres ge-
melas de Viena en Austria ¿En algún momento se creará un sistema
que controle y vigile toda una ciudad, o un conjunto de ciudades?
Lo cierto es que los niños y jóvenes han respondido muy satisfac-
toriamente a un videojuego llamado Sim City —para algunos, en
un principio, no tenía aceptación comercial, pero ha sido uno de
los más exitosos de la historia—, en el que la misión es controlar
y gestionar una ciudad, con todo y sus habitantes, en función de
las necesidades de servicios públicos básicos, crecimiento, plani-
ficación y atención frente a infortunios, como los producidos por
un terremoto.
Esos niños —o tal vez sus hijos, nietos o bisnietos— que hoy
juegan con estos tipos de simulaciones, de por sí bastante sugesti-
vas en cuanto al cambio de concepción del mundo, del lugar, de la
espacialidad y la temporalidad, serán los que mañana ocupen car-
gos importantes en la planificación de la ciudad, en la gestión y con-
trol de los servicios básicos, en la educación, en la investigación y, en
definitiva, definirán buena parte del futuro de las áreas urbanas del
planeta, o mejor aún, del devenir de la superficie terrestre. Serán los
ricos y los pobres del mañana. Los alienados, los resistentes o los re-
volucionarios. ¿Qué posición asumirán frente a la mediación tecno-
lógica del territorio?

216
Formas digitales de control territorial: domótica, urbamótica y ruramótica

La posibilidad de gestionar viviendas en red podría derivar


en la idea de controlar ciudades completas y, tal vez, redes de ciu-
dades. Múltiples posibilidades se están abriendo, desde planes de
ciudades rascacielos hasta ciudades subterráneas —en Montreal,
un considerable sector de la ciudad ya se ha extendido bajo tierra,
albergando calles, tiendas y restaurantes—.
Todo esto ilustra algunas de las implicaciones sociales y terri-
toriales, a diferentes escalas, que pueden llegar a impulsar los sis-
temas automatizados de control domótico, que, a su vez, podrían
derivar en sistemas de control urbamóticos52 —que denomino así
intentando contribuir con los neologismos que están emergiendo—.
¿Se podría pensar en sistemas urbamóticos que asistan la
gestión y administración de ciudades como Tokio, Bombay o Ciudad
de México? Por un lado, ya hay millones de ordenadores conectados
en red, donde la teleoperación, como ya comenté, es completamente
posible y real. Los electrodomésticos ya empiezan a comunicarse
entre sí. También existen barrios y edificios completos donde los sis-
temas de funcionamiento y control son totalmente automatizados.
¿Qué se puede esperar para las próximas décadas, para los próximos
siglos: redes de ciudades interconectadas y gestionadas por sistemas
automatizados?
El asunto de la urbamótica no es solo cuestión de los video-
juegos. En la actualidad, muchas funciones de las grandes ciudades
son controladas mediante sistemas informatizados que, en algunos
casos, incluyen los sistemas de información geográfica (sig) y los
sistemas de geoposicionamiento (gps). Entre ellos, se encuentran
las redes de agua, de energía eléctrica, el transporte público masivo
—metros sin operadores humanos—, los aeropuertos y los con-
troles de aeronavegación, entre muchos otros. Ello sin mencionar
los sistemas militares de defensa.

52 Propongo el neologismo ‘urbamótica’. Esta palabra no existe y no la he


encontrado referenciada por nadie en ningún lugar, pero considero que es
potencialmente posible su reconocimiento como neologismo, aunque tal
vez no por ahora.

217
Jeffer Chaparro Mendivelso

El paso de estos sistemas aislados a unos sistemas integra-


dos podrían derivar, factualmente, en sistemas urbamóticos. Por
ahora, películas de ciencia ficción como Minority Report53 y I, Ro-
bot54, entre otras, plantean en sus utopías urbanas el control del
territorio y, por supuesto, el control social.

La ruramótica o la agromótica
Las tdic están generando, como lo he comentado, profundos
cambios con relación al control territorial. Y las áreas rurales no
son la excepción. En algunas zonas dedicadas a la producción agro-
pecuaria, sobre todo en el contexto de los estados a la vanguardia
tecnológica, se están empezando a introducir diversas tdic, en especial
las vinculadas 1) a diversos programas informáticos —software—
y 2) a artefactos controlados digitalmente —instrumentos y
dispositivos—.
La naturaleza diferencial de la difusión y uso de las tdic en el
plano agropecuario, sugiere el afloramiento del fenómeno de la se-
gregación digital rural55. Esta segregación rural se vincula no solo
al acceso a ordenadores e Internet, sino también a la posibilidad de
utilización de diversos artefactos y objetos técnicos digitales desti-
nados a la producción misma.
Siguiendo la línea de la vivienda y de los entornos urbanos, la
inserción de las tdic en el campo de la producción agropecuaria,
puede definirse como ruramótica o agromótica. No sobra men-
cionar que estos dos conceptos o términos no han sido planteados
en la literatura especializada sobre el tema. Han sido propuestos,

53 Escrita por Philip K. Dick en 1956. El título de la película en español es


Reporte minoritario.
54 Cuya historia fue elaborada por Isaac Asimov en 1950. La película fue
traducida al castellano como Yo, Robot.
55 La noción ligada a la segregación digital rural ha sido planteada por
nosotros en el marco de la investigación que aquí se presenta. No obstante,
alguna literatura trata el tema desde la perspectiva de divisoria digital rural.
Véanse: Chaparro y Locatel (2004); Locatel y Chaparro (2004).

218
Formas digitales de control territorial: domótica, urbamótica y ruramótica

acuñados y definidos de forma original en el marco de la investi-


gación que aquí se presenta56.
Entre los temas o líneas de investigación de mayor interés
respecto a la irrupción digital en el marco rural y agropecuario,
que han sido tratados por revistas especializadas 57, se encuentran
los siguientes:
• Agricultura de precisión.
• Inteligencia artificial en la agricultura.
• Sistemas de inspección de cultivos.
• Control climático en invernaderos.
• Sistemas integrados de producción de pollos.
• Análisis del comportamiento de máquinas que aprenden de la
experiencia.
• Tecnologías de visión automatizada para aplicaciones agrícolas.
• Sistemas multicriterio de apoyo a la toma de decisiones.
• Sistemas para el seguimiento del movimiento y comporta-
miento de los insectos.
• Uso de la realidad virtual y la simulación en los procesos
agropecuarios.
• Mejoramiento de entornos de almacenamiento.
• Simulación del transporte y retención de contaminantes di-
sueltos en el suelo.
• Inspección multiespectral de cultivos en tiempo real.
• Programación para la planificación de la irrigación.
• Simulación para ayudar a manejar los desechos animales.
• Seguimiento del bienestar de los animales.
• Estimación de la producción de leche usando redes neurales
artificiales.

56 La única referencia previa a la ruramótica o agromótica fue propuesta


por nosotros en un artículo previamente publicado, en el cual colaboró
el profesor e investigador brasilero Celso Locatel. Consúltense: Chaparro
y Locatel (2004). No obstante, el profesor Locatel está de acuerdo con los
conceptos de ruramótica y agromótica propuestos y acuñados de forma
original e inédita por Chaparro.
57 Específicamente, en la revista Computers and Electronics in Agriculture,
editada por Elsevier. A ella puede accederse mediante el sistema de pago de
ScienceDirect. Véase: ScienceDirect, en http://sciencedirect.com.

219
Jeffer Chaparro Mendivelso

• Mecanismos electrónicos para ordeñar.


• Biosensores y sus aplicaciones potenciales en el sector del
diagnóstico agrícola.
• Uso de la geometría y modelamiento fractal en el análisis de
la producción.
• Sistemas de colección de datos espaciales del terreno en tiempo
real.
• Impactos de la modernización agrícola.
• Adopción de agricultura de precisión para los países en vías de
desarrollo. (Chaparro y Locatel, 2004)

El listado anterior denota la gran diversidad y complejidad


que ha adquirido el tema. No conviene perder de vista que esas
líneas de investigación han derivado de su aplicación factual a la
producción, de tal manera que deben asumirse como toda una
realidad que, poco a poco, se está difundiendo, utilizando y apli-
cando. En razón a lo anterior, la diferenciación entre territorios ru-
rales podrá denotar contrastes extremadamente marcados, incluso
mayores a los que se podría imaginar a priori.
Los sistemas informáticos y los artefactos digitales que sopor-
tan la ruramótica o agromótica funcionan de manera articulada.
Sin embargo, consideramos pertinente comentar y diferenciar al-
gunas de sus implicaciones.

Los programas informáticos: software


Los programas informáticos son de vital importancia para la
automatización y el control, pues ellos son los que permiten el fun-
cionamiento de los aparatos y máquinas, en este caso, destinados
a actividades agropecuarias. Además, son imprescindibles para la
captura, procesamiento e interpretación de la información com-
pilada, lo cual incide directamente en las posibilidades asociadas
a la investigación y a la retroalimentación de todos los procesos y
las actividades 58.

58 Como se plantea en los trabajos de Halachmi et al. (1998); Sigrimis,


Arvanitis, Pasgianos y Ferentinos (2001); Gustafson y Rasmussen (2002);

220
Formas digitales de control territorial: domótica, urbamótica y ruramótica

Dependiendo de la naturaleza del software utilizado, es posi-


ble controlar y gestionar desde un pequeño invernadero hasta una
finca de considerable extensión y, por qué no, hasta una vasta zona
agropecuaria o una red de fincas (Chaparro y Locatel, 2004). Este
aspecto replica la naturaleza multiescalar que define los dispositi-
vos domóticos e inmóticos en términos de su articulación y posible
evolución hacia sistemas urbamóticos.
En la medida que los programas informáticos están ligados al
control territorial, los sistemas de información geográfica (sig) y
los sistemas de geoposicionamiento global (global positioning sys-
tem, gps) hacen su aparición —lo cual también ocurre para las zo-
nas urbanas—. La función de estos sistemas está muy ligada a la
línea de la agricultura de precisión —tractores teleoperados, por
ejemplo—, para el caso de los gps y de la planificación de activida-
des e integración de la información territorial, en lo que se refiere a
los sig —planes de siembra y fertilización, evaluación de condicio-
nes ambientales que afectan las cosechas, entre otros—.
Los sig, y en menor medida los gps, se erigen en herramientas
importantes para la toma de decisiones ligadas a la producción
agropecuaria. Sin embargo, su aplicación y utilización aún siguen
siendo bastante limitadas en el mundo, aunque con excepciones en
algunas regiones de los estados a la vanguardia en tdic59.
Algunos ejemplos de sistemas informáticos o software60 para
la producción agropecuaria son los siguientes61:

Tantau y Lange (2003); Fisher, Sonka y Westgren (2003); Xia, Stinner,


Brinkman y Bennett (2003).
59 Incluso, existen algunas experiencias en el contexto de estados no
desarrollados, como Brasil. Consúltense: Locatel y Chaparro (2004).
60 Que trabajan articuladamente con algunos dispositivos físicos.
61 En el marco del Globalgeo 2007, Salón Internacional de la Geomática
y la Geotelemática, celebrado en la ciudad de Barcelona en febrero, y
en el cual participamos como asistentes. La compañía gnv Innovation
Soluctions presentó varios sistemas informáticos destinados a la producción
agropecuaria. Véanse: Globalgeo (2007); gmv (2008). No sobra mencionar
que la compañía gmv trabaja en muchas líneas estratégicas ligadas a las
tdic: administración pública, aeronáutica, banca y seguros, espacio, sanidad,
seguridad informática, telecomunicaciones y transporte. En cuanto a la
línea específica de espacio, la compañía ofrece servicios en aspectos como:

221
Jeffer Chaparro Mendivelso

• Agrosoft. Es un aparato electrónico agrícola que utiliza los sis-


temas de geoposicionamiento por satélite gps y egnos62 para
definir patrones o rutas de trabajo. Brinda apoyo en la apli-
cación de herbicidas, fertilizantes y agroquímicos.
• Conan. Está orientado al control y la localización de ganado
utilizando el sistema gps. Permite monitorear los desplaza-
mientos y recorridos del ganado, contribuyendo, además, a es-
tablecer los hábitos comportamentales de desplazamiento de
los animales.
• Viriatus. Se ha diseñado para el pastoreo virtual. Ello implica la
construcción de espacios virtuales de pastoreo que permiten con-
trolar por gps la entrada y salida de ganado de áreas definidas
(ver figura 16).

Los artefactos digitales de control:


instrumentos y dispositivos
En la introducción de las tdic en las actividades agrope-
cuarias, los instrumentos y dispositivos de monitoreo y gestión
son un asunto clave. Las principales líneas de uso de los artefactos
digitales están ligadas 1) a la automatización de la producción, 2) al
control-monitoreo de actividades y procesos y 3) al seguimiento
mediante dispositivos y sensores (Chaparro y Locatel, 2004).
En el primer grupo, se encuentran aparatos destinados, por
ejemplo, al ordeño de vacas, la clasificación de huevos, la esquila de
ovejas, el corte de frutas y hasta para la matanza o el sacrificio de
animales. En este conjunto también pueden incorporarse diversos
artefactos-vehículos destinados a la mecanización agrícola 63. En el

“análisis de misión, centros de control de satélites, centros de operaciones


científicas, dinámica del vuelo, ingeniería de sistemas, planificación de
misión, segmento de carga de pago, segmento de usuario y aplicaciones
espaciales, simulación, sistemas de navegación, software embarcado”, http://
www.gmv.es/espacio/productos.htm.
62 European Geostationary Navigation Overlay Service está diseñado
para apoyar al sistema gps, ofreciendo mayor precisión en el
geoposicionamiento. Fue desarrollado por la Agencia Espacial
Europea (esa).
63 Véase, por ejemplo: Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (2007).

222
Formas digitales de control territorial: domótica, urbamótica y ruramótica

Figura 16. Algunos sistemas informáticos destinados a las actividades


agropecuarias expuestos en el Globalgeo 2007, celebrado en Barcelona.
Fotografía: Jeffer Chaparro, febrero de 2007.

segundo, se hallan máquinas en dos grandes frentes: destinadas al


control y el monitoreo de las condiciones ambientales o atmosféri-
cas de los cultivos —invernaderos— y lugares de almacenamiento,

223
Jeffer Chaparro Mendivelso

orientadas a la vigilancia de condiciones fisiológicas de animales 64 .


De manera agregada, se podría decir que estos artefactos están des-
tinados tanto a plantas como a animales. Y, en el tercer conjunto, se
pueden identificar objetos técnicos destinados al seguimiento des-
de opciones como la visión teleoperada 65, los biosensores (Tothill,
2001) —los cuales están en la interface entre las tdic y la ingeniería
genética— y el sensoramiento o la percepción remota 66.
Como puede inferirse, líneas como la robótica están entrando
de lleno a participar de actividades que hasta hace algunos años se
consideraban que eran de dominio exclusivo de la industria —por
ejemplo, en el caso del ensamblaje de automóviles—.

¿Hacia el control territorial mediante las tdic?

Desde una perspectiva histórica, la comunicación siempre ha


implicado la posibilidad del control territorial. La comunicación di-
gital no es la excepción. Es más, podría afirmar que esta incremen-
ta las opciones y las formas de ejercer el control espacial a diversas
escalas. Las tdic permiten que se comuniquen sujetos con sujetos,
sujetos con objetos técnicos, objetos técnicos con objetos técnicos y
redes con redes. Lugares con lugares. Territorios con territorios.
En la fase embrionaria donde nos encontramos, en cuanto a
la instalación del mundo digital, el control del territorio a partir
de diversos dispositivos digitales y programas informáticos es una
realidad, aunque de forma fragmentada y algo desarticulada. El
paso hacia la articulación implicaría muchas posibilidades de ges-
tión y de control, lo cual puede ser beneficioso en algunos campos
—por ejemplo, en el caso del transporte urbano—, pero de manera
intrínseca implica, a la vez, riesgos muy serios.

64 Consúltense, por ejemplo: Harris, Schaare, Cook y Henderson (2001);


Markarian, Vigneault, Gariepy y Rennie (2003).
65 Como se señala en Panigrahi, Misra y Willson (1998); Lines et al. (2001);
Chapman, Smith, Woiwod, Reynolds y Riley (2002); Drake, Wang y
Harman (2002); Kohler, Skaga, Hjelme y Skarpeid (2002); Noldus, Spink y
Tegelenbosch (2002).
66 Al respecto, véanse, por ejemplo: Morais et al. (2008).

224
Formas digitales de control territorial: domótica, urbamótica y ruramótica

El control del territorio deriva, de una u otra forma, y de ma-


nera biunívoca y retroactiva, en el control social. Este es uno de los
puntos de disputa al que nos enfrentamos con el ascenso de las tdic,
aunque ello no sea muy evidente en la actualidad. La seguridad es
un derecho, pero ¿hasta qué punto la obsesión por la seguridad y
el control de todo tipo —en la vivienda, en el transporte, en la pro-
ducción, en los estados— podría derivar en la limitación de la li-
bertad individual y colectiva —si es que realmente esta existe en
el mundo actual—? O visto de otra manera, ¿en qué medida el po-
der establecido podría ostentar aún más poder? Por ahora no hay
respuestas, solo interrogantes, pero llamamos la atención sobre las
serias implicaciones que conlleva el control territorial que se está
instalando y que está fuertemente soportado en las actuales tdic.
Tal vez, el asunto del control territorial no lo vivamos de lleno
nosotros a inicios del siglo xxi, pero ¿qué ocurrirá con las nuevas
generaciones de humanos que habiten la Tierra?, ¿qué ocurrirá en
dos o tres siglos? En este momento de inflexión ligado a la revo-
lución de las tdic, algunos aspectos apenas pueden vislumbrarse.
No obstante, los niños y jóvenes de hoy, aunque de manera dife-
rencial y en muchos casos mediados por las diversas formas que
adquiere la segregación digital, están adentrándose en ese mundo
digital de la simulación y del control.
Los retos son muchos. Las esperanzas variadas. Y los riesgos
serios. ¿Qué mundo apenas se está configurando ante nuestros
ojos? ¿Lo vemos o no lo advertimos? ¿Lo percibimos o no lo divi-
samos? ¿Lo soñamos o no lo imaginamos?

225
Capítulo 6
La sociedad y el ascenso del mundo digital

La sociedad está mutando. Y, tal vez, de manera más pro-


funda y rápida de lo que se podría asumir. Existen premisas lan-
zadas hace más de un siglo que parecen muy apropiadas para estos
tiempos:
Hay que tener una fuerza de predilección para los problemas
que hoy asustan a todos; el valor de las cosas prohibidas; es preciso
estar predestinado al laberinto. De estas soledades hay que hacer
una experiencia. Hay que tener nuevos oídos para una nueva música;
nuevos ojos para las cosas más lejanas; una nueva conciencia para
verdades hasta ahora mudas […]. (Nietzsche, 1998, pp. 9-10)

Las tecnologías digitales de la información y la comunicación


(tdic) están generando cambios trascendentales en la sociedad y en
el territorio. Se están imbricando diferencialmente en todas las ac-
tividades de la vida humana, mediando desde los flujos económicos
globales hasta las relaciones personales individuales. Pero, como
se ha visto, la inserción adquiere diversas configuraciones respecto
a la escala territorial, de tal forma que se traduce en estructuras y
dinámicas características tanto para el marco macro o global como
para el micro o local, tanto para las áreas metropolitanas como para

227
Jeffer Chaparro Mendivelso

zonas rurales. Paralelamente están propiciando profundas altera-


ciones en la concepción del mundo y del lugar, de lo material y lo
inmaterial, de lo real y lo virtual, de lo utópico y lo imaginario, de
lo orgánico y lo artificial. Emergen nociones y conceptos diversos
pero complementarios, que van desde la idea de ciberespacio hasta
la de Internet como un actante con propiedades emergentes in-
quietantes, pasando por la inteligencia colectiva en red y los cyborg
como nuevo estadio del devenir humano. Las implicaciones deri-
vadas de las tdic se perfilan como una línea interesante —y poco
explorada— de trabajo e investigación en geografía y en las áreas
de conocimiento interesadas en el espacio del hombre, ya que, evi-
dentemente, los procesos y las dinámicas socioterritoriales cada
vez se median más por el mundo digital.
Los procesos y las relaciones sociales empiezan a reflejar se-
rios cambios y mutaciones. En ese marco se mueve este capítulo.
Abordo algunas acepciones como sociedad del conocimiento, socie-
dad de la información, nueva economía, economía electrónica y ci-
berdemocracia. También aludo a la virtualización, la inteligencia
en red y los cyborg, para terminar con algunas reflexiones en torno
a los cambios en las nociones de espacio-tiempo junto con los retos
sociales implicados en el ascenso del mundo digital 1.

Sociedad y redes informáticas


Desde hace más de una década, se ha percibido que la actual
revolución digital está mediada por múltiples factores que definen
situaciones que trascienden las opciones y posibilidades técnicas.
El problema no es la técnica en sí misma, sino acceder y definir qué
hacer con ella: “Nos acercamos a pasos agigantados a un mundo
fundamentalmente digital. Los obstáculos que se oponen no son

1 Parte de este texto se presentó como ponencia en el xviii Congreso de la


Asociación de Geógrafos Españoles, “Geografías para una sociedad global:
diversidad, identidad y exclusión social”, que se celebró en la Universidad
Autónoma de Barcelona del 24 al 27 de septiembre de 2003. Una versión
ajustada de la ponencia fue publicada posteriormente como un artículo,
titulado Sociedad y posibilidades tecnológicas emergentes. Véase: Chaparro
(2004).

228
La sociedad y el ascenso del mundo digital

de naturaleza tecnológica, sino económicos, sociales, políticos y


humanos” (Cebrián, 1998, p. 183).
De forma genérica, una red está compuesta fundamentalmente
por nodos y flujos de relaciones diferenciales que se traduce en ac-
tores y vínculos2 . La sociedad funciona y se articula en forma de
red (Castells, 1996)3. Los nodos podrían ser las personas, las em-
presas, las universidades o las entidades estatales, mientras que las
relaciones estarían conformadas por el intercambio de ideas, de
datos o incluso de bienes materiales que, en definitiva, constituyen
diversos tipos de información. Desde hace algunas décadas, fun-
damentalmente, esta interrelación es posible por su articulación a
las redes de telecomunicaciones4 . Las redes de relaciones constitu-
yen la forma básica de asociación para los procesos productivos, la
innovación tecnológica, la difusión de las ideas y el cambio social.
Ya que, en la actualidad, la comunicación está fuertemente li-
gada a Internet —aunque de manera diferencial y polarizada—,
y la comunicación es inherente a todas las actividades humanas y
sociales; la red mundial se constituye en un elemento o factor clave
para entender las formas emergentes y las modificaciones que ata-
ñen a la sociedad. Internet es fundamental para entender el ascenso
de la sociedad red (Castells, 2001) desde la perspectiva digital.
La aproximación a Internet involucra cuestionamientos e inte-
rrogantes filosóficos (Graham, 2001) variados que van más allá del
asombro por una novedad tecnológica. La complejidad inherente a la
red se manifiesta en las múltiples posturas asumidas, oscilando entre
el negativismo desaforado y la tecnofilia o confianza excesiva en las
posibilidades subyacentes de mejoramiento social. Las proyecciones,
aunque ciertamente necesarias y difíciles de eludir en este ámbito,

2 Sobre el tema del análisis de redes sociales (ars), recomiendo de forma


especial el sitio web Redes-Sociales.net, 2008, http://www.redes-sociales.
net/ y su publicación redes: Revista Hispana para el Análisis de Redes
Sociales, 2008, http://revista-redes.rediris.es/.
3 La era de la información vol. 1: La sociedad red. Véanse también el vol. 2: El
poder de la identidad (1998) y el vol. 3: Fin de milenio (1999).
4 Se debería pensar en un poco más de un siglo y medio si se considera el
impacto de las redes telegráficas eléctricas.

229
Jeffer Chaparro Mendivelso

se tornan escurridizas e inciertas por varios factores, resaltando el


uso o apropiación social de la tecnología y el acelerado e inexorable
cambio en la misma tecnología.
Dentro de la teoría cultural contemporánea, la web también
ha sido examinada como esfera donde el poder, la metáfora y la
magia convergen de manera sustancial, dando cabida a interpre-
taciones que varían entre las utopías y las distopías narrativas, y la
factibilidad catastrófica de implosión de la sociedad en un mundo
simulado virtualmente (Herman y Swiss, 2000). Para los próximos
100 o 200 años, ¿qué podrá esperarse de las tdic?, ¿cuál será el
papel de la inevitable revolución biotecnológica y bioinformática?
Hay tres aspectos interesantes y relevantes que deben ser con-
siderados en el marco de la historia y la teoría de la comunicación:
la interacción entre tecnología, sociedad y cultura. Una revolución
real se presenta cuando existe un encuentro entre las innovaciones
tecnológicas y las mutaciones sociales y culturales en los modelos
de comunicación. Las nuevas tecnologías no ofrecen per se las con-
diciones necesarias para que se modifique la organización social
y el modelo cultural asociado a la comunicación (Wolton, 2000),
razón por la cual se hace necesario indagar el grado de imbricación
entre las dimensiones sociales y las técnicas digitales, con especial
énfasis en las mutaciones y las hibridaciones derivadas. Asumo,
por muchas razones que expongo más adelante5, que estamos asis-
tiendo a un gran cambio.

Sociedad del conocimiento, sociedad


de la información e Internet
El conocimiento, o su ausencia, siempre ha formado parte de
las relaciones establecidas en la sociedad. Conocimiento para inno-
var o para hacer más eficiente y rentable la producción económica;
para viajar o para tomar cualquier tipo de decisión. Conocimiento
para controlar y para hacer más ignorantes a grandes grupos so-
ciales, a las masas. Manipulación del conocimiento para que otros

5 Y por las que he expuesto en los capítulos precedentes.

230
La sociedad y el ascenso del mundo digital

no puedan acceder a él. Direccionamiento del conocimiento para


pensar o para no pensar.
Actualmente, el conocimiento genera un alto valor añadido,
en ocasiones muy por encima de la producción primaria e indus-
trial6. Las patentes y las innovaciones tecnológicas de todo tipo son
las que tienden mayoritariamente a marcar y delinear los procesos
investigativos en estrecha relación con la producción. Estos pro-
cesos, que funcionan y se articulan en forma de redes selectivas
de colaboración y coordinación, están presentes en la investiga-
ción del genoma humano, de la estructura y dinámica del Uni-
verso, en el trabajo sobre inteligencia artificial, nanotecnología y
nuevas telecomunicaciones.
La dinámica de inclinación hacia el conocimiento en la pro-
ducción y en las actividades económicas es muy reciente7, ya que,
apenas, hacia mediados de la década de 1980 se empezó a co-
mentar sobre la “economía de la información” y la “sociedad de la
información” (Roszak, 1988, p. 8). Dicha situación está, en alguna
medida, definida y mediada por la tendencia a la masiva desregu-
lación de las telecomunicaciones en el mundo, aproximadamente,
desde inicios de la década de 1990 —neoliberalismo—.
La noción de sociedad del conocimiento comparte algunos ele-
mentos con la sociedad de la información, pero no son lo mismo. La
sociedad de la información es una acepción genérica que designa
la inserción de las tdic en la sociedad, principalmente en términos
de la posibilidad de acceso y uso para socializar el conocimiento.
Mientras que la sociedad del conocimiento está conformada, sobre
todo, aunque no exclusivamente, por un número reducido de enti-
dades, empresas, institutos y personas, la sociedad de la infor-
mación la conforma —en teoría— la sociedad en conjunto.

6 Como se señala en el capítulo 4.


7 Aunque es obvio que el conocimiento siempre ha estado presente en todas
las épocas anteriores, lo asumo desde su reconocimiento directo en las
actividades productivas; en ello las patentes y los derechos de autor han
marcado cierto cambio, fundamentalmente desde mediados del siglo xx
—aunque no hay que olvidar los precedentes en el contexto del siglo xix—.

231
Jeffer Chaparro Mendivelso

Sin embargo, obviamente8, no todas las sociedades ni las perso-


nas disponen de los mismos medios y las posibilidades para acceder
a la información, más cuando esta ha tomado un viro importante al
surgir Internet. Cuando se ojean los planes y proyectos asociados
al fortalecimiento de la —renombrada— sociedad de la informa-
ción9, se encuentra que están dirigidos principalmente a potenciar y
hacer posible el uso del ordenador, Internet, la telefonía móvil y, en
general, los pcs —personal communication systems—, mediante es-
trategias como la adecuación de la infraestructura necesaria, la ca-
pacitación de técnicos y profesionales para su gestión y desarrollo, la
concesión de préstamos tanto para la gente como para las empresas
e industrias, al mismo tiempo que se intenta potenciar su utiliza-
ción en las diversas fases de la educación, principalmente en la se-
cundaria y la universitaria.
La carrera por entrar en la —supuesta— sociedad del conoci-
miento y de la información es algo paradigmática. Existe la idea,
y en algunos casos el imaginario, de suponer que ello contribuirá
al mejoramiento de las capacidades productivas de un Estado, una
región o una ciudad; mientras que, socialmente, los beneficios serán
igualmente tangibles, traducidos en una población más educada,
crítica, autorreflexiva, consciente de su realidad, comprometida y
formada para la inevitable competitividad que casi impone necesa-
riamente la actual tendencia a la globalización.
Es posible estar de acuerdo con que las tdic pueden favorecer
un mejoramiento sustancial de las condiciones socioeconómicas
en cierto marco territorial, pero esto no ocurre per se ni esporádi-
camente, porque ello requiere de todo un sistema amplio y com-
plejo relacionado con aspectos que van desde el mejoramiento de

8 Como se ha visto en los capítulos que conforman la primera parte de la


investigación.
9 Dos casos concretos y, lógicamente, diferentes son: los planes de desarrollo
de estados como España y Colombia; en el primero se denomina Plan Info
xxi, 2003, mientras que para el segundo se ha designado como Agenda de
Conectividad, 2008, http://www.agenda.gov.co/. Es conveniente aclarar que
el plan de España ha sido modificado, al menos en su denominación, en los
últimos años.

232
La sociedad y el ascenso del mundo digital

la calidad de vida de las personas en términos de empleo y sanidad


hasta la creación del ambiente propicio y favorable para la inno-
vación tecnológica 10 y la investigación. De no ser así, se puede es-
perar una sociedad más conectada a Internet, pero que no verá los
beneficios reales de ingresar en la sociedad de la información. Lo
más importante no es simplemente tener acceso a la información,
a cualquier tipo de información, sino lo que se haga con ella y las
posibilidades reales de materialización en dimensiones sociales,
económicas y políticas. Tal como van las cosas, el mundo se está
acercando más a la sociedad de la desinformación y a la sociedad
del desconocimiento11.
La inserción de las tdic en las políticas estatales de desa-
rrollo se están traduciendo en diversos programas y proyectos,
situación que plantea grandes retos, especialmente para los esta-
dos no desarrollados y rezagados, ya que, detrás de la adopción
de las nuevas posibilidades de comunicación digital, está la nece-
sidad de adquirir los insumos para ello: los ordenadores, el soft-
ware, las líneas ópticas, los sistemas de interconexión inalámbrica,
los aparatos digitales —que paulatinamente están reemplazando a
los analógicos—, los artefactos para la gestión del espectro electro-
magnético, el acceso a los satélites de comunicaciones y, en general,
la gran posibilidad de seguir con la fuerte dependencia tecnológica.
No obstante, la situación anterior no sugiere necesariamente
un determinismo tecnológico. Ahí está el gran reto: generar reales
procesos innovadores en el conocimiento, la producción, la gestión
y la organización, que redunden en un estrechamiento de la se-
gregación digital y de las marcadas disparidades socioeconómicas.
Para ello, la libertad de la información —los contenidos— y la li-
bertad en las herramientas del conocimiento —las patentes, los
derechos de autor, los programas informáticos— son claves para
darle un giro a la situación.

10 Véase el capítulo 4.
11 Como ya lo he mencionado en capítulos anteriores.

233
Jeffer Chaparro Mendivelso

Internet, redes y la sociedad red


Como se ha visto a vuelo de pájaro, las tdic —principalmente
Internet— se están constituyendo en un elemento fundamental de
la organización económica y social. Pero la red mundial tuvo una
génesis y desarrollo particular no debería perderse de vista. Como
gran parte de las innovaciones tecnológicas, Internet, o mejor sus
precursores, nació con fines eminentemente militares. Aunque
esto es cierto, también se debería considerar el trascendental papel
de los hackers y su idea de colaboración abierta y reticular, tanto
para el desarrollo de la red mundial como para el nacimiento del
ordenador personal 12 .
El inicio de Internet está estrechamente vinculado al desa-
rrollo de Arpanet en la década de 1960, que culminó luego de un
largo recorrido en los primeros años del decenio de 1990 con la
aparición de la World Wide Web (www) (Castells, 2001). Ello no
implica que el fenómeno quede allí, ya que los padres de la actual
red consideran que, apenas, sus posibilidades y aplicaciones están
desarrollándose13 y que falta mucho por ver su evolución y apli-
cación. Todavía no está claro el fuerte impacto que tendrá la In-
ternet inalámbrica, la Internet satelital 14 y la Internet por vía
eléctrica 15. Tampoco es posible definir las implicaciones de las po-
sibilidades cuánticas aplicadas a la informática —ordenadores o
computadores cuánticos y moleculares16—.
Por extraño que parezca, estructural e históricamente Internet
tiene fuertes vínculos con la libertad, aunque también puede servir
para lo contrario, para el control. Desde el punto de vista estructu-
ral, porque hasta ahora es la máxima expresión de la posibilidad de

12 Para apreciar el importante papel de los hackers en el desarrollo de la


informática, se puede consultar el trabajo de Himanen (2001).
13 En el correo electrónico, una de las aplicaciones más importantes de
Internet, desde hace algunos años se han perfilado grandes cambios.
Hafner (2002).
14 Sobre el sistema de Internet satelital Neosky, disponible ya en España,
puede consultarse el sitio web http://www.neo.es/.
15 Como lo comenté en el capítulo 5, desde hace varios años esta opción está
disponible; al respecto se puede consultar a Díaz (2002a, 2002b).
16 Véanse, entre otros: Barro, Alberto y Diz (2002).

234
La sociedad y el ascenso del mundo digital

descentralización de la información, ya que posee una arquitectura


diseñada precisamente para que un problema en uno de sus nodos
no implique de manera necesaria el colapso de todo el sistema o de
gran parte de él, y porque el flujo de datos e información, es decir
de bits17, puede tomar diversas rutas favorecido por la disposi-
ción reticular. Ello no implica que la red sea invulnerable, pero en
cuanto a su arquitectura organizativa, las posibilidades de fragili-
dad son inmensamente menores a las de un sistema centralizado o
excesivamente jerárquico.
Históricamente, en su diseño y desarrollo, han estado presentes
grupos de tendencia libertaria, o más bien, que han pretendido
buscar la libertad desde su visión y punto de vista particular18. De
allí que se pueden distinguir dos agrupaciones: 1) los que producen
y, a la vez, utilizan Internet y sus aplicaciones, retroalimentando
el sistema y 2) quienes apenas consumen y son usuarios de la red,
pero que, a la larga, también inciden de alguna manera en su evo-
lución (Castells, 2001).
La “cultura de Internet”, como la ha denominado Castells, está
conformada por cuatro capas interrelacionadas: 1) las tecno-élites,
2) los hackers, 3) las comunidades virtuales y 4) los emprendedores.
Cada una de ellas cumple un papel específico en la innovación y la
evolución de la red, al igual que en las aplicaciones y utilidades que
se pueden derivar, ya que Internet no funciona solo alrededor de
los iluminados tecnológicos o de los usuarios profanos, es el todo
y va más allá de la infraestructura y los programas informáticos.
Más bien formaría parte de lo que se ha denominado como la so-
ciedad red, caracterizada por algunos comportamientos nuevos o

17 Los bits son una unidad de medida de todo tipo de información digital
en la que los microprocesadores tienen un papel fundamental, porque
realizan muchas operaciones en poco tiempo a modo de una especie
de minicerebros artificiales. Los bits son una medida de información,
independientemente de si es sonido, imagen o cualquier otro tipo de dato.
Sobre el tema véase la parte inicial del capítulo 1.
18 Tal como lo muestra Peca Himanen (2001) en su texto: La ética del hacker y
el espíritu de la era de la información.

235
Jeffer Chaparro Mendivelso

recombinados (Castells, 2001)19 donde la limitación territorial para


la interacción social es superada en gran medida. En palabras del
propio Castells (2006):
Una sociedad red es aquella cuya estructura social está com-
puesta de redes potenciadas por tecnologías de la información y de
la comunicación basadas en la microelectrónica. Entiendo por es-
tructura social aquellos acuerdos organizativos humanos en relación
con la producción, el consumo, la reproducción, la experiencia y el
poder, expresados mediante una comunicación significativa codi-
ficada por la cultura. Una red es un conjunto de nodos interconec-
tados. Un nodo es el punto de intersección de una curva. Una red
no posee ningún centro, solo nodos. Los nodos pueden tener mayor
o menor relevancia para el conjunto de la red: aumentan su impor-
tancia cuando absorben más información relevante y la procesan
más eficientemente. La importancia relativa de un nodo no proviene
de sus características especiales, sino de su capacidad para con-
tribuir a los objetos de la red. No obstante, todos los nodos de la red
son necesarios para la actuación de la propia red. Cuando los nodos
se hacen redundantes o pierden su función, las redes tienden a re-
configurarse, eliminando algunos de ellos y añadiendo otros nuevos.
Los nodos existen y funcionan exclusivamente como componentes
de las redes: la red es la unidad, no el nodo. (p. 27)20

Adentrándose un poco más en esos grupos de tendencia liber-


taria, se podría comentar que, en la médula de la era tecnológica,
hay unos personajes, algo extraños para el común de la gente, que
se han autobautizado como hackers21 —diferentes a los crackers,
los piratas, vándalos o criminales informáticos—. Son entusiastas
de la informática y están sentando los pilares de nuevas prácticas de
colaboración en red basadas en compartir y tratar de hacer más
accesibles las tecnologías asociadas a los ordenadores e Internet,
situación que deriva en la génesis de una nueva ética del trabajo o

19 Sobre la noción de sociedad red, véase también: Castells (2006).


20 Informacionalismo, redes y sociedad red: una propuesta teórica, en La
sociedad red: una visión global. Castells (2006).
21 Entre otros, véase: Wark (2006).

236
La sociedad y el ascenso del mundo digital

nética (Himanen, 2001)22 . La nética también conformaría parte del


cambio de las relaciones sociales mediadas tecnológicamente. Para
los hackers, uno de los cimientos fundamentales de la colaboración
es la libertad, aspecto por el cual han librado bastantes batallas con
sus opositores, materializados esencialmente en los gobiernos y la
empresa privada 23.
Internet plantea aspectos de fondo en asuntos sociales. En este
sentido, Wolton (2000) comenta:
El objetivo de Internet no es entonces saber si todo el mundo se
beneficiará de él ni sorprenderse de lo que permite hacer, sino más
bien comprender si existe alguna relación entre este sistema técnico
y un cambio de modelo cultural y social de la comunicación. Si esta
relación entre los tres ámbitos se produce, estaremos ante una ver-
dadera revolución de la comunicación, como la que Occidente ha
conocido ya al menos en dos ocasiones desde el Renacimiento. (p. 19)

Por muchas razones, considero que la pregunta debería ir más


allá de Internet, ya que lo que se empieza a percibir es la imbri-
cación de las tdic en un gran número de procesos y prácticas so-
ciales, tal como lo muestro más adelante.

La nueva economía y el nacimiento de


la economía electrónica o digital
Podría considerarse que la nueva economía y la economía
electrónica son sinónimos. En la literatura sobre el tema, se suele
considerar que la irrupción de lo electrónico, especialmente de In-
ternet, en los procesos y dinámicas económicas es el factor clave
para entender la nueva economía. No obstante, considero perti-
nente señalar que esta noción no es del todo adecuada, más bien
ambigua, ya que los procesos económicos se renuevan y modifican
constantemente. En otros tiempos, también los cambios econó-
micos o políticos, las coyunturas sociales o las interpretaciones

22 Esta obra es bastante importante para aproximarse a la complejidad


inherente al hacktivismo, incluyendo sus implicaciones sociales derivadas.
23 Consúltese los apartados finales del capítulo 2.

237
Jeffer Chaparro Mendivelso

académicas han asumido como nueva economía una situación


para entonces actual. Han surgido, entonces, muchas nuevas eco-
nomías. Se pueden encontrar algunas ejemplificaciones en los tra-
bajos de Preobrazhenskii sobre “La nueva economía” (1926)24, con
Bordaz en “La nueva economía soviética” (1962)25, con Sardà en
“Una nueva economía de mercado” (1980)26 o en las alusiones de
Beltrán sobre “La nueva economía liberal” (1982)27. Por tanto, en
la actualidad, más que referirse a una nueva economía se debería
hablar de la génesis de la economía electrónica o la e-economy.
La noción de economía electrónica hace referencia, funda-
mentalmente, a dos aspectos principales: la producción de bienes o
servicios vinculados a las tdic y su uso en los procesos productivos
o en la organización de las empresas. La situación, en estrecho
vínculo con los avances tecnológicos, se remonta apenas al último
cuarto del siglo xx, aproximadamente, y ha desembocado en el
nacimiento de la también denominada economía informacional;
algunos de sus principales rasgos son la organización en red y la
gran importancia del conocimiento como motor y como producto
(Castells, 1996).
Se puede señalar que Internet está afectando la dinámica de la
empresa privada, la mayor generadora de riqueza y plusvalía 28, ya
que se vinculó con los clientes y proveedores; además, porque ha
permitido reestructurar el proceso productivo y la cooperación con
otras empresas (Castells, 2001). En este último plano se desatacan
cuatro grupos de empresas vinculadas fuertemente a Internet:
1) las que proporcionan infraestructura, 2) las que desarrollan apli-
caciones y software, 3) las que centran su acción en la publicidad
sin sostenerse por las transacciones económicas y 4) las que de-
penden fuertemente de la red para sus actividades (Castells, 1996),
como es el caso de Amazon (2008)29.

24 Véase: Preobrazhenskii (1926).


25 Véase: Bordaz (1962).
26 Véase: Sardà (1980).
27 Véase: Beltrán (1982).
28 Aunque bajo otros modelos, el Estado podría ostentar ese papel.
29 Amazon es una empresa que trabaja empleando exclusivamente la red

238
La sociedad y el ascenso del mundo digital

En la actualidad —y desde hace algunos años— es frecuente


encontrar que los gobiernos consideren que estas posibilidades
emergentes afectan el potencial de crecimiento económico30. El
discurso habitual afirma que la aceleración inducida por las tdic
y las acciones estatales asociadas estimularán las empresas a adap-
tarse a la dinámica emergente y a generar nuevas propuestas pro-
ductivas. Pero, en el proceso de inserción a la economía electrónica
o digital, generalmente, se considera adecuado liberalizar las tele-
comunicaciones y diseñar el marco legal y normativo necesario31,
aspecto que, en conjunto, suscita serios retos, como los derivados
de la creación de grandes monopolios, o de sus precursores —como
America On Line en Estados Unidos, Vodafone en Europa, Telefó-
nica en Europa y Latinoamérica, y Telmex en América Latina—, y
las diversas operaciones o intervenciones territoriales para dispo-
ner de la infraestructura necesaria.
La Comisión de las Comunidades Europeas (2001) ha utilizado,
desde hace algunos años, el término ‘economía electrónica’ “para
englobar las modificaciones del comportamiento de los agentes
económicos y de los ciudadanos como consecuencia de las posibi-
lidades que ofrece el espectacular desarrollo y asequibilidad de las
tdic y, sobre todo, el desarrollo de Internet” (p. 4). Asume también
que la situación involucra aspectos tanto macroeconómicos como
microeconómicos. En el primer caso, porque interviene de manera
considerable en el crecimiento de la productividad y del empleo,
puesto que incide en la organización empresarial y plantea preguntas
clave para el futuro, especialmente en términos del posible sosteni-
miento del crecimiento. En el segundo, la situación está vinculada
a la creciente competencia, los nuevos modelos empresariales, las

mundial para ofrecer en venta diversos productos, desde libros y cd de


música hasta artículos para bebé y videojuegos.
30 Por ejemplo: en marzo de 2000, en Lisboa, la Unión Europea se trazó como
meta a diez años ser la mayor economía competitiva y dinámica sustentada
en el conocimiento. Aunque es un poco aventurado creer que ello se haya
materializado, es indudable que la Unión Europea está tomando un peso
cada vez más importante en la economía global.
31 Véase, por ejemplo: Comisión de las Comunidades Europeas (2001).

239
Jeffer Chaparro Mendivelso

necesidades que todo ello implica en la cualificación profesional


y las formas emergentes de comprar y vender. En este último as-
pecto resaltan, entre otras, dos posibilidades nacientes: los ciber-
mercados, caracterizados por la formación de agrupaciones de
vendedores y compradores que generan estrategias para ingresar
de manera rentable en los mercados globales, y la dimensión móvil,
que consiste en la factibilidad de utilizar los sistemas de comuni-
cación móviles, en especial los teléfonos, para vincularlos tanto al
consumo como a los entornos empresariales32 .
El fenómeno tiene muchas caras. Como sucede en general con
todos los procesos económicos, la situación es muy desigual para
ciertos contextos socioterritoriales, ya que contribuye, en muchos
casos, al aumento de las diferencias y de la excesiva dependencia
tecnológica; aunque, por otro lado, se podría constituir en una po-
sibilidad de mejoramiento de las condiciones y en un mecanismo
para iniciar y jalonar procesos de innovación tecnológica.
En torno a este último aspecto, en el centro de la producción
de conocimiento se encuentran los medios innovadores o tecnó-
polis33, caracterizados fundamentalmente por la convergencia de
universidades que alientan la investigación, la industria de alta tec-
nología y la participación de instituciones públicas que apoyen e
inviertan, en un ambiente propicio para la colaboración y la trans-
ferencia de conocimiento (Benko, 1999; Caetano y Gama, 2000;
Castells y Hall, 1994; Cuadrado, 1995). Por otro lado, esta dinámi-
ca económica puede impulsar la fuerte entrada de otras activida-
des emergentes y de potencial gran impacto, como la ingeniería
genética —genoma humano, clonación, terapia génica, células ma-
dre—, originando la denominada “g-economía” o economía de los
genes, la nanotecnología y la exploración o conocimiento del Uni-
verso, derivando la “s-economía” o economía del espacio (Terceiro
y Matías, 2001, pp. 43-49).
Evidentemente, los cambios en términos de la naturaleza y la
dinámica que marcan buena parte de las relaciones económicas

32 Ibidem.
33 Como ya lo he comentado en el capítulo 4.

240
La sociedad y el ascenso del mundo digital

actuales, se constituyen en un aspecto coyuntural y clave para


los gobiernos en todos los niveles, desde el supranacional hasta el
local, al igual que para la sociedad en general.
Esta intrincada imbricación de las tdic en la sociedad y, es-
pecíficamente, “la utilización masiva de la tecnología digital en
los sistemas de información, educación, salud y entretenimiento
contribuye a acelerar los procesos de globalización y mundiali-
zación a los que nuestras sociedades se ven compelidos”; además,
“la complejidad constituye uno de los rasgos más evidentes de este
panorama” (Cebrián, 1998, pp. 39-40). Al mismo tiempo, en la ac-
tualidad se está discutiendo el paso de la era industrial a la in-
formacional o posindustrial. Se piensa en posinformación cuando
se vislumbra la tendencia a personalizar o individualizar los datos
objeto de consumo, cuando los bits viajan y circulan casi por cual-
quier lugar —en forma de ondas electromagnéticas o de impulsos
eléctricos—, mientras el lugar de trabajo es más flexible en espacio
y la asincronía complementariamente con la sincronía alteran las
pautas temporales de interacción social (Negroponte, 1999).
Otro de los senderos que empiezan a ser abordados es el
problema del acceso a la información (Rifkin, 2000) como rasgo
fundamental que caracteriza las relaciones económicas actuales,
delineando modificaciones sustanciales en la noción de propiedad,
en las prácticas culturales y en la misma experiencia humana. Por
tanto, existiría la tendencia por pasar de pagar bienes materiales
a poder acceder a experiencias de todo tipo, en las que no queda
lugar al objeto físico34 . Los problemas y riesgos asociados oscilarían
entre los grandes monopolios, de ideas y servicios, hasta la gran
fractura que implica el estar conectado o desconectado.
Esta maraña de situaciones, entre otras, ha permitido consi-
derar la emergencia o el surgimiento del digitalismo (Terceiro y
Matías, 2001), un estadio nuevo y distinto al capitalismo, que in-
volucraría, conjuntamente, fuertes cambios —además de los eco-
nómicos— de corte político, científico y cultural, contribuyendo a

34 Este es el caso de la música digital, los videojuegos y hasta el cine a la carta


en el hogar.

241
Jeffer Chaparro Mendivelso

pasar de la globalización a la universalización35. Para muchos, estas


alusiones podrían considerarse algo exageradas, pero lo cierto es
que los cambios a los que estamos asistiendo son variados, com-
plejos y llegan a muchas instancias de la vida del hombre, como
comento en los siguientes apartados.

Poder, participación, organización social


y ciberdemocracia: posibilidades y riesgos
Maldonado (1998) considera que las posibilidades tecnológicas
ofrecidas por la democracia realmente participativa se desdibujan,
porque el capitalismo —más bien el informacionalismo o el digita-
lismo— ha puesto en marcha todo un aparato que, aparentemente,
anuncia la llegada de la república electrónica, siendo otra de sus
estrategias mediadas por una metanarración para ocupar los espacios
susceptibles de dominación. No obstante, el mismo autor sugiere,
tímidamente, que las nuevas tecnologías pueden contribuir a me-
jorar la calidad de vida y favorecer la participación democrática.
Las tdic han suscitado un candente debate en cuanto a sus
implicaciones para la actividad democrática, para el ejercicio
del poder y la participación social en todas sus dimensiones. Las
posiciones extremas están a la orden de día, desde las que consi-
deran estar al servicio de la alienación hasta las que se inclinan
por su idealización como paraíso para la toma de conciencia sobre
las complejas problemáticas locales y globales. También se ha
señalado que, potencialmente, son la primera oportunidad his-
tórica para desdibujar las excesivas condiciones de desigualdad e
inequidad. En contraposición, otros se adscriben a resaltar su
trascendental papel para el fortalecimiento de la imposición ca-
pitalista y de la lógica político-económica neoliberal —y ahora
neoconservadora—.
Las tdic son, y serán, lo que socialmente se haga con ellas. Sus
características emergentes se traducen en muchas dimensiones,

35 La Estación Espacial Internacional y las innumerables sondas espaciales,


incluyendo las que orbitan planetas como Marte, serían pioneras en esta
dimensión.

242
La sociedad y el ascenso del mundo digital

no solo en tonalidades claras y oscuras, sino también en todos los


intermedios de los colores posibles. Serían, más bien, como un
círculo cromático y no la materialización del determinismo tecno-
lógico. De todas maneras, no hay que desestimar el hecho de que
hoy en día las tdic están del lado de la desigualdad y de la segre-
gación social y territorial.
También se ha sugerido la emergencia de la democracia elec-
trónica o digital, algo así como el ejercicio de la participación me-
diada por las redes electrónicas (Bryan et al., 2002). Los ejemplos
son bastantes y variados, aunque, fundamentalmente, se refieren
al contexto de países desarrollados o a la vanguardia tecnológica,
tales como los escenarios norteamericano y europeo donde se han
podido ensayar y evaluar (Tsagarousianou, 2002), con algunos
casos exitosos en ciudades como Ámsterdam (Francissen y Brants,
2002), Berlín (Schmidtke, 2002), Bolonia (Tambini, 2002), Filadelfia
(Schwartz, 2002), Santa Mónica (Docter y Dutton, 2002) y Mán-
chester (Bryan, 2002) —tal como lo comenté en el capítulo 336—.
Se puede plantear que, aunque ya son posibles las relaciones
interpersonales sin la necesidad de estar cara a cara y han dismi-
nuido drásticamente las limitaciones ligadas a la contigüidad y
proximidad física, en gran medida el problema es generacional. En
general, las personas adultas y mayores están menos familiarizadas
con la virtualización a diferencia de los jóvenes y los niños, lógica-
mente con todos los matices y reparos suscitados en función de las
posibilidades socioeconómicas diferenciales. En todo caso, ya se ha
planteado que los ordenadores y las redes están permitiendo una
especie de revolución de los jóvenes (Cebrián, 1998), aspecto que
debería tenerse muy presente al hacer alusión a la estructuración y
la dinámica social del mañana.
En términos de la organización social, otra de las vertientes la
constituye la utilización de los medios electrónicos, especialmente
Internet, por parte de grupos de resistencia ante diversas situaciones.

36 Es de resaltar que las ideas en torno a la democracia electrónica y al


gobierno electrónico se han difundido mucho en contextos rezagados
en tdic. Para el caso colombiano, consúltese: Observatorio de Sociedad,
Gobierno y Tecnologías de Información (2008).

243
Jeffer Chaparro Mendivelso

Entre los casos podían señalarse los zapatistas mexicanos, los gru-
pos de izquierda y los movimientos antiglobalización37. Curiosa-
mente, estos últimos han organizado y coordinado muchos de sus
encuentros, como el que se realizó en Barcelona en marzo de 2002
dentro del marco de la Cumbre Europea, empleando las posibili-
dades de flexibilidad y convocatoria que ofrece Internet. La red se
constituye, a la vez, en manifestación y en mediadora de la globali-
zación38. Muchas experiencias de movilización social han sido or-
ganizadas en buena parte del mundo mediante la utilización de
Internet39 e, incluso, de la telefonía móvil.

37 Por ejemplo: Rebelión (2008); Mundubat (2008).


38 Lo mismo ha ocurrido prácticamente en todas las cumbres europeas, y
también en los encuentros del G-8.
39 Este es el caso de la marcha contra las farc, convocada para el 4 de
febrero de 2008, mediante Internet utilizando Facebook. También es el
caso de la respuesta, en la que se organizó una marcha en contra de los
crímenes de Estado, el paramilitarismo y la parapolítica en Colombia,
para el 6 de marzo de 2008, también con una respuesta mundial. Aunque
las opciones de organización y movilización social mediante Internet
son muy importantes y no tienen precedentes históricos, en parte por la
escala geográfica de acción y por la posibilidad de la sincronía temporal,
también pueden constituirse en un mecanismo de manipulación, de
confusión y de desinformación. Este fue el caso de la marcha convocada
para el 4 de febrero, ya que fue evidente que los grandes grupos mediáticos
y de comunicación, tanto colombianos como extranjeros —aunque con
los monopolios es difícil hacer esta distinción— la apoyaron desde una
perspectiva reaccionaria y con tintes fascistas y de ultraderecha, mientras
que estos mismos tildaron, descarada y falsamente, la marcha del 6 de
marzo como promovida por la guerrilla. Luego de las declaraciones de los
voceros del Gobierno de Colombia, en especial de José Obdulio Gaviria
—primo comprobado del extinto narcotraficante Pablo Escobar Gaviria—,
fueron amenazados y asesinados varios líderes de la marcha del 6 de marzo.
Los asesinatos se los autoatribuyeron los grupos paramilitares emergentes
—o no desmovilizados en la farsa montada en el Gobierno de Álvaro
Uribe Vélez—. Es pertinente aclarar que la marcha del 4 de febrero fue
convocada por un ciudadano que no tiene clara ni la historia ni la geografía
de Colombia, ni el funcionamiento de los sistemas sociales, y mucho menos
conoce en lo mínimo las dimensiones de la guerra en Colombia; es por
ello que fácilmente la derecha y la ultraderecha en Colombia —y de gran
parte del mundo— se sintió alagada con esa convocatoria mediante el

244
La sociedad y el ascenso del mundo digital

Podría considerarse contradictorio, en apariencia, utilizar


un medio al servicio de la globalización para manifestarse en su
contra, ya sea total o parcialmente; pero esto más bien es el reflejo
de la apropiación social de las posibilidades tecnológicas para la
organización y la coordinación. De la misma manera, los grupos
ambientalistas y ecologistas han encontrado en la red una vía con
posibilidades alternativas ante el incremento de los problemas am-
bientales, enmarcados especialmente en las prácticas económicas
no sostenibles40. Pero la red está siendo utilizada para cometer todo
tipo de actos delictivos, desde los fraudes informáticos, las extor-
siones por información, las violaciones a la intimidad —en parte,
auspiciados por los gobiernos41—, hasta la pornografía infantil, el
tráfico de drogas y la organización armada de grupos diversos.
Indudablemente, las posibilidades que ofrecen las tdic para la
participación y la organización social —en todo sentido— son va-
riopintas42, a pesar de que la instalación del mundo digital lleva
apenas pocos años.
Aunque las posibilidades de organización social y de partici-
pación pueden ser muy potenciadas por las tdic, lo cual es positivo,
también hay que considerar que son factibles las posibilidades de
manipulación, de desinformación y de generación de confusión. La
sociedad del espectáculo y la sociedad del simulacro encuentran
en las tdic, especialmente en la vertiente de los medios masivos de

sistema Facebook. Los ciudadanos ignorantes y desinformados, así como


los reaccionarios, pueden encontrar en Internet un paraíso muy peligroso
para el conjunto de la sociedad. En Colombia hay que rechazar todos
los crímenes, los de las guerrillas, los de los paramilitares, y también los
perpetrados directamente por el Estado —que no son pocos—.
40 Este sería el caso de Greenpeace (2008).
41 Luego de los atentados en Nueva York, el gobierno norteamericano y la
Unión Europea están grabando y escudriñando todos los mensajes de
correo electrónico que consideren peligrosos.
42 Para contrastar algunas de las diferentes posiciones suscitadas en torno a la
política y las redes electrónicas, recomiendo consultar el N.o 2 de la revista
Ambits (1996), especialmente los artículos de Barceló (1996, pp. 6-8); Partal
(1996, pp. 9-10); López (1996, pp. 11-14); Serra (1996, pp. 15-19) y Font (1996,
pp. 20-21).

245
Jeffer Chaparro Mendivelso

comunicación, parte de su génesis. Gran segmento del peligro


surge de la posibilidad de la participación mediatizada ligada a los
discursos definidos por las grandes compañías multinacionales
de la información —o desinformación— y la receptividad poco o
nada crítica y contextualizada de buena parte de las masas.
Casos como los siguientes son apenas una pequeña muestra
de las inmensas opciones derivadas de la mediación de las tdic en
la toma de decisiones —de forma manipulada— por parte de las
masas: la reelección de George Bush, luego de los atentados del 11
de septiembre —con la consecuente pérdida de libertades colec-
tivas e individuales para los estadounidenses—, bajo la excusa de
la seguridad nacional —y mundial—; el intento por vincular di-
rectamente y sin investigaciones a eta en los atentados de Madrid
(11-M) por parte del Gobierno de derecha de José María Aznar, en
España; y la reelección mediatizada de Álvaro Uribe Vélez
en Colombia, con el apoyo de los dueños de los medios masivos
de comunicación que forman parte del Gobierno, al igual que con
la colaboración de los terratenientes y con la asquerosa venia de los
grupos paramilitares43.
El problema no son las tdic. El problema es qué tan preparada
está la sociedad para tomar decisiones y para organizarse en red,
muchas veces sin ni siquiera digerir la información y sin generarse
una perspectiva distanciada, reposada y crítica. Las terapias de cho-
que a las que son expuestas las masas —por ejemplo, mediante la te-
levisión— pueden ser muy peligrosas en la toma de decisiones. De
todas formas, con todos los reparos y matices que se podrían deri-
var, las tdic empiezan a convertirse en un potente mediador de las
formas de organización social y de toma de decisiones. El gobierno
digital ofrece esperanzas y, a su vez, grandes temores.

43 En muchos casos se ha comprobado su alianza con las fuerzas armadas y


militares, de tal forma que parte del Estado se constituye en violador de los
derechos humanos y en parte del aparato criminal colombiano.

246
La sociedad y el ascenso del mundo digital

Nuevas formas de interacción o la


virtualización de las relaciones sociales
En todo sentido, las tdic se han traducido en un gran cam-
bio para la comunicación, para la sociedad y el individuo. Hoy día
no es extraño que se hable de comunidades virtuales44, teletrabajo
(Gillespie y Richardson, 2000), educación virtual 45 e investigación
en red 46. Tampoco de las diferentes, y en ocasiones divergentes, for-
mas en que los jóvenes, los adultos y los ancianos ven y asumen el
mundo y el lugar acorde con el uso de las posibilidades tecnoló-
gicas. Hasta hay quienes consideran que Internet favorece el in-
dividualismo como nueva forma de sociabilidad (Castells, 2001),
mientras otras vertientes resaltan los fenómenos de mutabilidad
de la personalidad, de cambio en la noción de intimidad y la trans-
culturalidad en la red que, en conjunto, podría derivar en la reafir-
mación del sentido de identidad en el camino hacia una especie de
cultura global —heterogénea y fragmentada a la vez—, sin que ello
sea necesariamente contradictorio y antagónico, aunque sí bastan-
te tenso y complejo.
Hace varios años, Pierre Lévy acuñó el término ‘cibercultura’
para designar la expresión de las mutaciones en aspectos esenciales
de la cultura, marcado en buena medida por la noción de universa-
lidad (Lévy, 1998), en la que la virtualidad desempeña un papel pro-
tagónico. Allí, un papel fundamental lo cumplen los nuevos medios
digitales, ya que con la actual convergencia tecnológica, se entre-
cruzan y refuerzan, modificando su naturaleza y posibilidad de al-
cance. La variedad abarca el cine, los juegos de video, la televisión,

44 Se pueden encontrar ejemplos de comunidades virtuales por doquier. Un


caso de comunidad académica virtual es Geocrítica (2008), dirigida por
Horacio Capel, www.ub.es/geocrit/menu.htm, y otro The Club of Rome
(2008) —Club de Roma—, tal como lo señala Hochleitner en el trabajo de
Cebrián sobre “La red” (1998).
45 Sobre la inserción de las tdic en la educación, se pueden consultar los
siguiente trabajos: Olson (1997, p. 578); Ruterford y Lloid (2001, pp. 341-355);
Mitchell y Reed (2001, pp. 145-153); Solem (2001a, pp. 87-94; 2001b, pp. 195-
206); Grossman (2001, pp. 164-173).
46 Como es el caso de la investigación en torno al genoma humano. Human
Genome Proyect (2008); The Human Genome Organization (2008).

247
Jeffer Chaparro Mendivelso

la radio, la fotografía digital, Internet y la realidad virtual (Bolter


y Grusin, 2001), por lo que complejiza el análisis de sus implica-
ciones en la imagen social del mundo y del lugar, de la misma ma-
nera que ello incide diferencial y considerablemente en las pautas y
prácticas de consumo.
Wolton (2000) ha comentado que “podemos afirmar también
que el objetivo de las nuevas técnicas de comunicación es socia-
lizarlas, y no tecnificar al hombre o la sociedad: en una palabra,
separar la comunicación del problema de la productividad” (p. 19).
Si bien se pueden tener muchos reparos a esta alusión, es factible
encontrar algunas de las principales señales de la cibercultura en
la música tecno —y electrónica—, al igual que en el tratamiento
digital de la imagen (Lévy, 1998), aspectos difícilmente desvincu-
lables de las prácticas de consumo.
Durante las décadas de 1960 y 1970, Marshall McLuhan mostró
la fuerte influencia de los medios masivos de comunicación, prin-
cipalmente la televisión, en el cambio de la estructura mental de las
personas (McLuhan, 1996). McLuhan murió en 1980 teniendo muy
claro dichos efectos, pero no conoció el nacimiento de la World
Wide Web de hoy. Quizá su análisis nos habría hecho reflexionar
sobre las cualidades derivadas de este tipo de sistemas. Sobre esta
última condición, se puede apuntar que la noción asociada a las
propiedades emergentes se asume corrientemente como la pro-
ducción de fenómenos o situaciones que, aunque forman parte de
las interrelaciones y de la dinámica de un conjunto de elementos,
dan origen a algo que es bastante más complejo que la simple suma
de las partes.
Desde hace varios años, se considera que Internet está gene-
rando muchas de estas propiedades emergentes y que empieza a
funcionar como actante47, aunque sería adecuado pensar que la red
apenas se está desarrollando tanto en infraestructura como en uso

47 La alusión de Internet como actante ha sido comentada por la profesora


María Jesús Buxó en su asignatura Noves tecnologíes i relacións socials,
que forma parte del programa de Doctorado en Antropología Social y
Cultural de la Universidad de Barcelona, bienio 2003-2004, a la cual tuve la
oportunidad de asistir.

248
La sociedad y el ascenso del mundo digital

y que estos dos factores están cambiando a un ritmo bastante ace-


lerado. En términos infraestructurales, estamos asistiendo, como
ya lo he comentado, a dos grandes cambios: el acceso a Internet por
las líneas eléctricas y la conexión sin cables, ya sea por redes ina-
lámbricas locales, por los sistemas de gran cobertura WiMax o por
vía satelital. Sin duda lo anterior, sumado a la vaticinada mutación
del ordenador personal y su paso hacia dispositivos más pequeños
y ágiles —junto con la nanotecnología, la bioinformática 48, la inte-
ligencia artificial y la vida artificial 49—, están delineando cambios
radicales no solo para la sociedad, sino también para nuestra espe-
cie como tal.

¿Inteligencia en red?
Retomo la idea de Internet como actante. Según Tesnière,
“los actantes son los seres o las cosas que, a cualquier título y de
cualquier manera que sea, incluso a título de simples figurantes y
de la manera más pasiva, participan en el proceso”50. Esta noción,
apoyada en la teoría del lenguaje y en la semiótica, sugiere que en
un acto comunicativo un actante puede ser individual, dual o co-
lectivo y que:
El actor queda instituido por la proyección de los actantes de
la sintaxis narrativa de superficie en las estructuras discursivas me-
diante el procedimiento de actoralización. Un actante puede proyec-
tarse sobre varios actores e inversamente un solo actor puede ser el
lugar de proyección de varios actantes. Existe entre actantes y ac-
tores una relación general de tipo co-ocurrencia que no es término a
término sino que concierne al conjunto de los actantes y al conjunto
de los actores, el primero da cuenta de la estructura narrativa de su-
perficie, el segundo de las estructuras discursivas51.

48 Recomiendo consultar: http://bioinf.ibun.unal.edu.co/index.


php#Aplicaciones y http://www.ubi.ca/.
49 Sugiero visitar el sitio http://kal-el.ugr.es/VidArt/VidaArti.html.
50 Tesnière, en Centre de Resources Informatiques (2005).
51 Ibidem.

249
Jeffer Chaparro Mendivelso

Si estas ideas se tienen muy presentes, Internet no debería ser


considerado simple y llanamente como una tecnología que usa la
gente, que responde y es producto de la globalización económica,
la encarnación del capitalismo voraz que únicamente llevará a la
sociedad al colapso y la pérdida de identidad y de libertad52 . No.
Internet, la Internet que hoy conocemos, y la de mañana —que
probablemente ni imaginemos—, es y será lo que socialmente ha-
gamos o dejemos de hacer con ella y, al mismo tiempo, lo que la
red-actante haga con nosotros —sobre todo con los conectados53—.
No existe una predeterminación y por tanto tampoco un determi-
nismo tecnológico. En todo caso, asumir a Internet como actante
se perfila como una de las líneas teóricas más sugestivas e intere-
santes para abordar la complejidad inherente a la red.
Por otra parte —aunque a mí modo de ver en concordancia
con la línea teórica antes comentada—, se ha considerado la po-
sibilidad de gestación embrionaria de algo que se podría deno-
minar como conciencia universal (Cebrián, 1998). Para Kerckhove,
las comunicaciones digitales tienen mayor trascendencia cuando
están interconectadas o en red, más cuando muchas inteligencias
humanas pueden trabajar articuladas en tiempo real, suscitando
una nueva condición cognitiva que él denomina Webness —conec-
tividad— y que está íntimamente vinculada a la esencia de toda la
red; conectividad como estado humano similar a la colectividad o
a la individualidad. A esta cualidad habría que añadirle otras dos
que, en conjunto, terminarían por redondear las condiciones sub-
yacentes: la hipertextualidad o el enlace de contenidos —conoci-
miento— y la interactividad o enlace físico de los agentes o actores

52 Ello no riñe con la evidencia de la segregación digital multiescalar. Esta y


los múltiples problemas del mundo actual en los que las tdic actúan como
mediadores y catalizadores, pueden modificarse dependiendo del rumbo
que tome la instalación del mundo digital. En todo ello, la apropiación
social de las tdic puede derivar en situaciones imprevisibles. El caos y la
aleatoriedad forman parte del rumbo del mundo digital que apenas está
en las primeras fases de instalación. Los mundos posibles son muchos. El
actual apenas es uno de ellos.
53 Aunque de manera indirecta los desconectados, es decir los segregados,
también pueden ser impactados diferencialmente.

250
La sociedad y el ascenso del mundo digital

—personas, industrias, universidades— (Kerckhove, 1999b). El


hombre nómada que andaba en comunidades pequeñas no es com-
parable al que grupalmente domesticó plantas y animales coevolu-
tivamente a su sedentarización, al igual que la inteligencia humana
individual potenciada por los ordenadores dista mucho de lo que
implicaría si actuara en red de forma sincrónica y en tiempo real.
¿Por qué considerar la posibilidad de inteligencia en red aso-
ciada al uso de ordenadores e Internet? En gran medida, la alusión
se relaciona con la idea de considerar al ordenador como una
memoria exosomática54; es decir, como un artefacto creado que
permite al humano almacenar información de su interés. Pero la
cuestión no se queda ahí, ya que está tomando fuerza la idea que
sugiere que los sistemas informáticos están ampliando las capaci-
dades de la mente del hombre, de la cognición, lo cual no debería
extrañarnos si se escudriña en el papel del ordenador en la bioin-
geniería, la física, la astronomía y hasta en la geografía —como con
el caso de los sig55—. Asumiendo la expansión de las capacidades
de la mente humana y su mediación por la red, no es nada descabe-
llado pensar en la inteligencia en red. A esto se debería añadir otras
cuestiones, tal como lo comentó hace varios años María Buxó:
Les evolucions en paral-lel específica de la ia [inteligencia ar-
tificial] i el connexionisme van més anllà de les representacions del
món i, com aquestes, sorgeixen de les interpretacions, per actuar
com un extensor de la memòria i un modulador interactiu que
amplifica las habilitats cognitives, teòriques i experimentals, i pro-
dueix una cognició corporeïtzada que es mou entre la intel-ligéncia
natural i l’artificial. Així, en mapificar i conectar en paral-lel una
xarxa neoronal sobre l’altra, sorgeixen estructuracions analògiques
noves que permeten explorar aspectes del raonament abstractiu
com versions metafòriques del raonament espacial. D’això sorgeix

54 Algunas nociones más amplias sobre las memorias exosomáticas analógicas,


que incluyen los textos escritos, pueden encontrarse en Olmeda (1995).
No sobra aclarar que pueden existir memorias exosomáticas analógicas y
digitales. http://dialnet.unirioja.es/.
55 Sobre el desarrollo e impacto de los Sistemas de Información Geográfica
(sig) se puede consultar: Chaparro (2002).

251
Jeffer Chaparro Mendivelso

immediatament la qüestió de la distinció entre intel-ligència natural


i artificial. De la primera només cal dir que natural no fa refèrencia a
una ment abstracta descorporeïtzada amb representacions internes,
imatges fetes de símbols i estructures, d’una realitat externa. Per na-
tural s’entén del cos i del cervell en forma de sistemes cognitius, per-
ceptuals i motors, amb espais i connexions fetes amb l’expèriencia
de la memòria i l’aprenentatge. D’ací resulten, per exemple, els pri-
mitius de la ment que són les imatges i els conceptes, les analogies i
les metàfores qie són centrals en la construcció del significat, en la
formació de conceptes sensorials i categories temporals, espacials i
causals, i en la virtualització de l’imaginari. (Buxó, 1999, p. 16)

Este último aspecto, el de la virtualización, suscita especial in-


terés. El término virtual debería ser revaluado o modificado, porque
ya no implica necesariamente la noción de “existencia aparente y no
real”, ni tampoco se halla “en oposición a efectivo o real”, tal como
lo define la Real Academia Española (2008).

La virtualización
Más allá, o mejor además, de las alteraciones en la práctica de la
escritura, asociadas al cortar y pegar y al uso del correo electrónico,
estamos asistiendo a un gran cambio en la noción social del espacio-
tiempo, donde la virtualización tiene un papel trascendental. Vir-
tualización en todo sentido, desde la conformación de comunidades
virtuales con intereses comunes, como sería el caso de los grupos de
investigación o discusión, hasta el desdoblamiento de la personali-
dad en un mundo electrónico paralelo mediante la digitalización del
‘yo’ en un Avatar56, palabra que significa el descenso o encarnación
de un dios57 y que en este caso sería la traducción o proyección de un

56 Recomiendo muy especialmente entrar en el mundo virtual de Active


Worlds e interactuar en tiempo real con otros avatars en un entorno digital,
o ¿todo un universo paralelo?; Activeworlds (2008). También puede
visitarse el mundo virtual de Second Life (2008), http://secondlife.com/.
57 Real Academia Española (2008), http://www.rae.es/: “avatar. (Del fr. avatar,
y este del sánscr. avatâra, descenso o encarnación de un dios). 1. m. Fase,
cambio, vicisitud. U. m. en pl. 2. m. En la religión hindú, encarnación

252
La sociedad y el ascenso del mundo digital

humano en un mundo digital. ¿Será una posibilidad de experimen-


tar la alteridad? Los mundos virtuales tienen trascendentales y on-
tológicas implicaciones filosóficas, ya que evidencian la posibilidad
de existencia de universos autocontenidos —uno dentro, o fuera, de
otro u otros— y de la creación artificial de entornos complejos
de interacción social. Asimismo, hay noticias de vida electrónica
que está mutando y evolucionando en medios informáticos 58.
La serie cinematográfica The Matrix59 debería tomarse como
ejemplificación, o mejor como metáfora, de la paradoja de autocen-
tramiento de la conexión a la red y de la desconexión social de la
realidad 60. De esta manera, las innovaciones tecnológicas referen-
tes a la realidad virtual deberían constituirse en un punto de re-
flexión social y de análisis filosófico importante. En este plano de
ideas, Cebrián (1998) señala:
La evolución biológica sobre la Tierra duró millones de años
frente al puñado de siglos en los que se llevó a cabo el desarrollo
técnico. La aparición de la inteligencia humana supuso la capacidad
de inventar e imaginar, con lo que imprimió velocidad al proceso. La
tecnología digital lo acelera de manera formidable, pues nos adentra
en el mundo de la realidad virtual. Los expertos definen a esta como
la simulación informática en el espacio tridimensional, pero a mi
juicio la realidad virtual es algo mucho más amplio y se confunde con
la vida en el ciberespacio. Lo característico de esta es que se encuentra
fuera de nuestra realidad vigente. No es que no exista, y tampoco
existe solo porque la imaginemos, sino que integra a la vez el mundo
de la imaginación con el real, eliminando entre ambos las distancias
físicas y aún las temporales, ya que transporta la información a la

terrestre de alguna deidad, en especial Visnú. 3. m. Reencarnación,


transformación”.
58 Recomiendo visitar el sitio web: http://www.biota.org/. Biota.org (2008).
59 Visítese la página oficial, especialmente el apartado sobre filosofía y The
Matrix. http://whatisthematrix.warnerbros.com/ (Wachowski y
Wachowski, 2008).
60 Aunque la serie de las tres películas está fuertemente influenciada por la
espectacularidad del cine de masas, considero que la esencia de la historia es
de corte ontológico.

253
Jeffer Chaparro Mendivelso

velocidad de la luz. La ciencia ficción y las películas para adoles-


centes han especulado mucho sobre la constatación de una exis-
tencia objetiva y autónoma de esa especie de nuevos cuerpos celestes
que son los bites. Las unidades convencionales de energía o de in-
formación se parecen mucho, desde luego, a los espíritus puros, que
en la tradición cristiana merecen el apelativo de ángeles. No me
atrevo yo a atribuirles tan excelsa condición, pero es imposible abrir
un debate sobre la realidad virtual que no reconozca los aspectos de
alteridad existencial que todo el proceso implica. (p. 46)

Desde cierta perspectiva puede que la simulación cree una rea-


lidad, otra realidad. Dicha idea se podría apoyar, claro que de for-
ma embrionaria, en los proyectos que simulan desde la vida61 hasta
del origen y evolución del Universo62 . Retrospectivamente, se puede
aludir que, desde su nacimiento, los ordenadores se aplicaron al
juego (Roszak, 1988) —como el ajedrez y el póker, aunque tam-
bién se percibió su utilidad en las finanzas y, de modo lastimoso,
en la guerra—, derivando en la simulación que, recientemente, ha
sido retroalimentada en buena medida por el diseño de videojue-
gos. ¿Se tendrá presente que lo generacional cuenta bastante, pri-
mordialmente porque los niños y jóvenes que hoy se sumergen en
la simulación tomarán las decisiones que construirán el mañana y
el pasado mañana?
La virtualización está estrechamente asociada a la disyunción
entre lo material y lo inmaterial, entre lo físico y los datos. Cuando
la comunicación puede hacerse en diferentes ámbitos, desde los
personales hasta los empresariales, sin la necesidad de la presencia
física —incluyendo la información materializada en forma de libros
y cd de música, por ejemplo—, los bit se convierten en una unidad
de medida casi mágica que soporta desde la posibilidad de ubi-
cuidad hasta la efectividad territorial, denotando que la virtualidad
es una especie de desdoblamiento de lo que podría denominarse
como realidad. La virtualidad puede que sea una forma de escisión

61 Por ejemplo: Cases (2003).


62 Se puede consultar: ncsa (1995).

254
La sociedad y el ascenso del mundo digital

o de proyección de la realidad misma, con lo cual podría asumirse


como otra forma de realidad.
La virtualidad tiene diferentes connotaciones y significados
dependiendo del marco desde donde se mire (Lévy, 1998). Indu-
dablemente, se erige como todo un reto para los investigadores63,
ya que pone de relieve dilemas variados, como considerar com-
pletamente fiable la información que se adquiere en la interacción
con otro u otros desmaterializados o digitalizados —por llamarlo
de alguna forma—, de la misma manera que es inquietante e im-
pactante involucrarse con los participantes de las interacciones
electrónicas, como en los mundos virtuales que nombré antes.
Asociado a todo lo anterior, dentro del discurso posmoderno,
el evolucionismo y el cibertopianismo han sido adoptados porque
delinean el colapso —o más bien el inicio de una mutación— de los
límites entre el humano y la máquina, entre lo real y lo virtual. Para
el discurso tecno-evolucionista, las tecnologías digitales pueden
propulsarnos hacia situaciones posnacionales, posespaciales, pos-
corpóreas e incluso poshumanas (Berland, 2000). Y desde perspec-
tivas biológicas y culturales hasta las emociones son alteradas por
las tdic64 .
La red global de comunicaciones ha llegado a ser considerada
como un cyborg colectivo de individuos y máquinas inmersos en
dinámicas evolutivas (Terranova, 1996, citado por Berland, 2000).
Ello sugiere considerar, seriamente, la relación entre los discursos
asociados a la evolución tecnológica, biológica y social, ya que de
una u otra forma pueden permear los deseos y las acciones fac-
tuales ante los procesos sociales y las dinámicas territoriales. De
ninguna manera estamos en posibilidad de prescindir de nuestros
cuerpos, de las ciudades y del campo, es decir del territorio; pero
ello tampoco sugiere que seamos ajenos e inmutables a los cambios
que ya se están vislumbrando, entre otros factores, porque el futuro

63 Para Turkle (1997), el estudio de las implicaciones sociales de la realidad


virtual sugiere serios retos, destacándose los metodológicos.
64 Sobre los efectos emocionales de las tecnologías digitales, véase: Gubern
(2000, p. 225).

255
Jeffer Chaparro Mendivelso

tendrá mucho que ver con nuestras acciones y nuestros sueños.


Con utopías y distopías.
Como se ha visto sucintamente, los cambios derivados de la
irrupción del mundo digital, además de involucrar las dinámicas
sociales en conjunto —productivas, culturales—, también están
incidiendo a escala individual, especialmente en referencia a la ar-
tificialización del cuerpo y al cambio experiencial en los sujetos.

De humanos a cyborgs
Existe cierta tendencia a no reconocer nuestra artificialidad 65.
Los factores pueden ser múltiples, desde la imagen del mundo que
se construye y hereda en el transcurso de la vida, ya que nacemos
en un planeta en el que ciertas cosas ya están establecidas —como
el niño para quien en la actualidad un ordenador es lo más fami-
liar porque siempre lo ha visto—, hasta el imaginario que señala lo
—aparentemente— natural como mejor, alusión ciertamente con-
trovertible si se considera que la cultura 66 es nuestro mecanismo
primordial de mediación con los demás y con el entorno —técnica,
conocimiento, alteración, predicción—.
La artificialidad abarca muchos aspectos, desde la ropa hasta
los corazones mecánicos para implantes, pasando por la comida que
se ingiere —pollos manipulados genéticamente que jamás ven la
luz del Sol, por ejemplo— y las máquinas o artefactos de transporte
creadas —como la bicicleta, el avión y el transbordador espacial—.
Hoy día, prácticamente todo es artificial y lo que supuestamente
es natural debe mirarse con bastante detenimiento. La alteración es
inmensa, solo hay que mirar el cambio en los registros de la
composición de la atmósfera desde el inicio de la revolución in-
dustrial y los mapas de distribución de satélites que rodean, trans-
miten, vigilan y observan la superficie de la Tierra —incluyendo
el subsuelo— y el espacio exterior. Pero esta artificialidad se está

65 Algunas ideas al respecto se encuentran en Maldonado (1998, pp. 151-163).


66 Para Kerckhove (1999a) las tecnologías permiten rediseñar lo que se podría
llamar “realidad”. Y también inclinan la balanza hacia la cultura sobre
la naturaleza, ya que administran parte de nuestro “tiempo, espacio e
identidad”.

256
La sociedad y el ascenso del mundo digital

acentuando cada vez más, y las tdic tienen mucho que ver en ello.
Están a nuestro alrededor y, en gran medida, dentro de nosotros.
Es frecuente encontrar referencias alusivas a que estamos
en los albores de algo que puede derivar en el surgimiento de los
cyborgs, aunque para algunos antropólogos (Hakken, 1999) ya lo
somos desde hace varios años. En dimensiones profanas, un cyborg
(Clark, 2003) es producto de la interface hombre-máquina, de lo
orgánico —que perece— y lo inorgánico —que no muere—. La
cuestión va más allá porque su definición incluye la acción efectiva
en otro lugar sin estar presente físicamente.
El chat es tan real como la conversación cara a cara en la
medida que se transmiten ideas. La televisión ofrece imágenes de
muchos lugares, reales e imaginarios, en tiempo real o diferido. El
ordenador es nuestra memoria exosomática, y un ejemplo sencillo
de ello sería cuando oímos: “¡Espera!, tengo la información en el
computador”; o, “Los datos están en mi correo electrónico”. Las
grandes decisiones económicas no siempre se hacen en reuniones
donde las personas se miran a los ojos, y mientras tanto las bolsas
de valores fluctúan como si estuvieras midiendo el torrente san-
guíneo de un gran organismo vivo.
Sin olvidar la fuerte segregación, una franja considerable de
la población del mundo está llena de extensiones que, recurren-
temente, lleva consigo —relojes, walkman, consolas portátiles de
videojuegos, disquetes de ordenador, teléfonos móviles, reproduc-
tores de música, agendas electrónicas… imágenes mentales me-
diadas digitalmente— o visitan los terminales de otras —cajeros
automáticos, cibercafés, la taquilla automática del metro, Internet—.
En estos términos, muchos de nosotros ya somos protocyborgs,
es decir, los modelos más primitivos de un cyborg en todo el sentido
de la palabra o unos humanos de transición.
La ingeniería genética, la microelectrónica y la bioinformática
—como ya lo he señalado— pueden llevarnos hacia la poshuma-
nidad o quizá al superhombre de Nietzsche. Es cuestión de mejo-
rar las limitaciones actuales de la interfaz (Kerckhove, 1999a). ¿El
hombre seguirá con la idea de superar sus imperfecciones —me-
diante la medicina, por ejemplo—?; ¿querrá cada vez más estar en

257
Jeffer Chaparro Mendivelso

muchos lugares al tiempo?; ¿profundizará en cuanto a conocer más


sobre lo micro y lo macro?; ¿ejercerá más su poder sobre los demás?;
¿deseará hacerse menos animal, menos orgánico? Mientras tanto
algunos humanos nos peleamos con un computador tonto y lento,
nos enfada que no funcione la red —en parte porque nos quedarnos
casi incomunicados— y se recombinan nuestros hábitos mentales
—se advierte información y datos en todo, posibilitando imaginar
sus conexiones—. Se puede ver, modificando de tonalidad, una no-
ticia en una pantalla que comenta: “En Asia ya se venden peces mo-
dificados biotecnológicamente que cambian de color”67.
Paralelamente a la sensación de extensión del cuerpo también
están emergiendo sentimientos de cuidado y respeto por nuestro
soporte orgánico, ya que se asume como frágil (Kerckhove, 1999a).
No solo es cuestión del estereotipo sugerido por la moda y las ad-
vertencias médicas que aumentan con los avances científicos, sino
también de reconocer que el tiempo humano es corto y que, en al-
guna medida, somos efímeros. Pero, por otra parte, también sería
adecuado considerar las prótesis o implantes digitales, que están
a la orden del día. Precisamente, en un artículo (Chaparro, 2002)
propuse la posibilidad de implantación de chips en humanos, pero
inmediatamente después de publicarlo encontré noticias de dispo-
sitivos situados bajo la piel de algunos voluntarios que formaban
parte de investigaciones destinadas a rastrear y localizar humanos 68.
Desde que aparecieron las máquinas para calcular, y funda-
mentalmente luego del nacimiento de los ordenadores hacia la
década de 1950, esas construcciones que guardan información,
que recuerdan y almacenan muchos datos, que procesan, han
inquietado bastante por sus implicaciones en la comprensión de
los mecanismos funcionales de la mente (Roszak, 1988), al igual

67 Vi esta noticia en una pantalla de televisión en diciembre de 2002, mientras


esperaba en una estación el metro que me conduciría a la Universidad de
Barcelona.
68 A esto habría que añadir todos los avances en biométrica. En Colombia, hay
muchas personas que se han introducido dispositivos digitales de rastreo
como mecanismo de “seguridad” frente a un posible secuestro. Sobre el
implante de chips en humanos, véase la noticia de la revista Enter (2004).

258
La sociedad y el ascenso del mundo digital

que propiciaron el nacimiento de la cibernética y la inteligencia


artificial como líneas de investigación. Rápidamente el desarrollo
de los ordenadores impactó en la biología, en especial porque, al
igual que en esos artefactos, los procesos de la vida parecían estar
regidos por el almacenamiento y procesamiento de información
(Roszak, 1988), como en el adn.
En un foro realizado en Nueva York en 1994, Nathan Myrvald,
entonces vicepresidente de tecnología de Microsoft, señaló que
“dentro de veinte años, un pc realizará en treinta segundos las
tareas para las que hoy necesita 12 meses. Dentro de cuarenta años,
llevará a cabo en treinta segundos aquello para lo que hoy necesi-
taría un millón de años” (citado por Cebrián, 1998, p. 45). En gran
medida, esta situación se explica porque la revolución tecnológica
actual se basa en la integración —fruto de la convergencia, cuyo
producto principal es la modificación conjunta de la misma tecno-
logía— y no en la sustitución —en la cual una tecnología reemplaza
a otra— (Joel de Rosnay, 1997, citado por Cebrián, 1998).
¿Qué papel desempeñará el uso de materiales biológicos, como
las proteínas, en el almacenamiento y procesamiento de infor-
mación en los ordenadores orgánicos que ya se están diseñando?
Aquí lo más importante de resaltar es el papel que desempeñará
el ordenador como potenciador de la capacidad humana y como
extensión de la mente, aunque —y esto puede sonar a ficción— ya
se plantea la posibilidad futura, tal vez algo lejana, de almacenar
los recuerdos y la memoria para ser transmitidos y regrabados en
otros soportes orgánicos69 o no orgánicos.
Indudablemente, día a día, los humanos y los ordenadores se
imbrican más, tanto en términos relacionales como físicos. Y, al
parecer, algunos escritores de ciencia ficción lo han percibido70.
¿Será la ciencia un medio para liberar las pulsiones del hombre?, o
¿un mecanismo cada vez más efectivo para la eugenesia?

69 Documental “La eterna juventud”. Canal beca, 15 de abril de 2003, 9-10 p.m.
70 Dos ejemplos podrían ser: Dick (2000) —obra original escrita en 1968—
con “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” —Blade Runner— y
Gibson (1992) —obra original escrita en 1988— con Mona Lisa acelerada.

259
Jeffer Chaparro Mendivelso

Aunque hay quienes sugieren que de ninguna manera el orde-


nador es comparable a los procesos de la mente humana (Roszak,
1988), lo cierto es que en conjunto con las demás tecnologías de
la información y la comunicación han protagonizado un cambio
radical en la manera de entendernos, de aproximarnos a la com-
prensión del mundo y del Universo, de lo pequeño y lo grande, de
lo orgánico y lo artificial. Así, “las nuevas tecnologías de la infor-
mación, que aceleran el cambio en nuestras sociedades, fuerzan a
la humanidad a adaptarse a las nuevas relaciones en el espacio y en
el tiempo” (Hochleitner, en Cebrián, 1998, p. 9)71. De esta manera,
las tdic, como manifestación de la técnica y como mediadoras del
hombre con el entorno, alteran las relaciones espacio-temporales
de la vida humana y, a su vez, estas alteraciones implican serios
retos para la sociedad tanto a escala grupal como individual. El
hombre, entonces, tiende a extenderse relacionalmente mediante
las tdic, lo cual implica también su extensión espacial, algo así
como su ramificación territorial.

Cambios en la noción social del espacio-tiempo y retos


derivados de la imbricación de la sociedad y las tdic

Los retos que surgen y subyacen a la imbricación de las tdic


en la sociedad son muchos y variados. Los fenómenos que actual-
mente ocurren en el planeta plantean serios interrogantes, pro-
piciando el ahondamiento de los sentimientos de incertidumbre,
imprevisión, interrelación y complejidad inherentes a nuestros
días; más cuando, además del advenimiento de lo digital, otros fe-
nómenos diversos, como la problemática ambiental, la biotecno-
logía y el nuevo orden mundial —o nuevo imperialismo72— están

71 El autor señala que esta es una de las alusiones de la declaración final que
surgió de la conferencia anual del Club de Roma, celebrada en Washington
en 1997, cuyo tema central era “Cómo han de transformar la sociedad los
nuevos medios de información” (p. 7).
72 Tal como lo denominó David Harvey en la conferencia “Espacios de
insurgencia” ofrecida el 24 de marzo de 2003 en Barcelona, a la cual tuve la
oportunidad de asistir; Harvey (2003) —texto de la conferencia—. Véase el
libro: El nuevo imperialismo, Harvey (2006).

260
La sociedad y el ascenso del mundo digital

ante nuestros ojos. Muchas cosas no han cambiado de manera


genérica, como la pobreza, la excesiva concentración del poder,
la guerra y la dependencia económica y tecnológica. No obstante,
otras situaciones y fenómenos están emergiendo, por lo que se hace
necesario tratar de empezar a entenderlos porque de seguro que en
las próximas décadas —o siglos— remodelarán la morada primi-
genia del hombre, su ecúmene.
Las nuevas telecomunicaciones también hacen pensar a
muchos en nuevos escenarios urbanos (Chaparro, 2003a; Mal-
donado, 1998)73, situados entre la idea de control funcional, la des-
concentración y hasta la desaparición de las ciudades, lo cual ha
propiciado el ambiente para un debate que se mantiene aún vi-
gente. Una de las aseveraciones que se han hecho sobre el nuevo
papel del espacio en el marco de la era de la información, alega
que las nuevas posibilidades de las telecomunicaciones digitales
son la más clara evidencia de la muerte de la distancia, delineando
de paso el fin de la geografía (Mosco, 2000) —es bastante pro-
bable que las ideas de Marx hayan dado pie a esta alusión, cuando
sugiere que el capitalismo aniquila el espacio con el tiempo 74—.
Pero esta afirmación carece de cierta reflexión, ya que equivaldría
a equiparar distancia con geografía, lo cual es completamente
erróneo; además de no considerar otras dimensiones del espacio
—perceptúales, de sensación o imaginativas— más allá de su ex-
presión física (Mosco, 2000).
Además, este tipo de interpretaciones no consideran que los
avances en telecomunicaciones e informática indudablemente ge-
neran nuevas, o al menos modificadas, dinámicas sociales y con-
figuraciones territoriales, de manera coevolutiva. De la misma
manera, no tienen en cuenta la expresión espacial de los proce-
sos de innovación tecnológica, que, sin duda alguna, se dispo-
nen de forma excesivamente concentrada —como en el caso de las

73 Véanse los capítulos 3 y 5.


74 Marx, K. Grundrisse. New York: Random House, 1973, p. 539. Citado por
Mosco (2000).

261
Jeffer Chaparro Mendivelso

tecnópolis o medios innovadores75—, ni tampoco los mecanismos


de difusión del conocimiento. En otras palabras: las tdic alteran
en gran medida las relaciones socioterritoriales pero no eliminan
el espacio ni mucho menos la geografía. Con toda seguridad puedo
asegurar que las tecnologías digitales crean nuevas geografías,
nuevas configuraciones territoriales, y nuevas espacialidades —in-
cluso electrónicas, como las asociadas al ciberespacio76—.
Por otro lado, se reconoce que las redes electrónicas se están
constituyendo, diferencialmente, en nuestro enlace con el mundo,
en nuestra extensión —claro que ello aplica sustancialmente para
quienes se encuentran en cierto grado de vínculo a las tdic—. La
experiencia mediada por los sentidos tiende a disociarse porque
la conciencia sugiere que se puede estar casi en cualquier lugar,
mientras la corporeidad nos ata a un punto particular. Muchos
humanos tendemos, aunque tal vez no de la mejor manera, a ser
más sensibles a las situaciones o conflictos acaecidos en ámbitos
territoriales y escalares diversos. La nueva realidad digital, dadas
sus propiedades emergentes, está abriendo puertas —potenciales—
hacia la conciencia colectiva y la inteligencia en red de manera di-
ferencial, con implicaciones sociales y territoriales trascendentales.
Aunque ello está ocurriendo, otras situaciones menos alentadoras
y esperanzadoras son igualmente factibles —como el control social
digital al milímetro y al segundo—.
Todos los factores asociados a las tdic están modificando la
noción social del mundo y del lugar, del aquí y el allá, del otro y el
yo, del bit y lo orgánico, del espacio y el tiempo —que, por cierto,
son categorías ontológicas—. Por tanto, se hace necesario indagar en
los cambios de la percepción inducidos por las nuevas tecnologías,
relacionando e involucrando nociones diversas como unificación,

75 Tal como se puede constatar en Castells y Hall (1994) y en Caravaca


et al. (2002). También es pertinente comentar la coexistencia entre la
concentración de la innovación tecnológica y el proceso de dispersión
urbana en los principales entornos metropolitanos de los estados
desarrollados, tal como se comenta en Chaparro (2003b). Consúltese
también el capítulo 4.
76 Algunas alusiones al ciberespacio aparecen en el capítulo 7.

262
La sociedad y el ascenso del mundo digital

fragmentación, disociación, universalización, alteridad, eugenesia y


poshumanidad, por nombrar apenas algunas.
Las tdic se perfilan como un área interesante para la inves-
tigación social, de corte tanto empírico como teórico, tanto en la
vertiente comportamental como cultural, porque envuelven la so-
ciedad en conjunto y al individuo, lo global y lo local, el hoy y el
mañana. En definitiva: hombre-espacio-tiempo. Aunque también
involucra los imaginarios, la utopía, la ciencia y la ficción. Hay que
ser muy cuidadosos con los sueños, porque los avances tecnoló-
gicos están empezando a abrir la posibilidad de modificación o de
creación de casi cualquier cosa. ¿Qué deseamos realmente?
Todos estos fenómenos sociales y humanos emergentes forman
parte del ascenso y de la instalación del mundo digital.

263
Capítulo 7
La geografía y las tecnologías digitales
de la información y la comunicación:
¿hacia la cibergeografía?

Hay geógrafos —y otros profesionales— que se han formado


una imagen inadecuada de los multimedios y las tecnologías digi-
tales de la información y la comunicación (tdic), como Internet y
los videojuegos, porque los asocian frecuentemente al ocio y a la
pérdida de tiempo. La anterior, por supuesto, es una apreciación
bastante ligera y desproporcionada.
Es sumamente probable que muchos geógrafos no utilicen las
tecnologías digitales, como la cartografía automatizada o los sis-
temas de información geográfica (sig), porque carecen de la for-
mación básica para su uso o porque no se aventuran a explorar sus
potencialidades para la captura, la recolección, el procesamiento, el
tratamiento, la representación y la comunicación de la información
geográfica. Esto podría considerarse una forma de segregación o de
autosegregación en algunos casos; aunque no es adecuado perder
de vista que en las últimas décadas las formas de enseñanza y de
trabajo en geografía han cambiado, precisamente, a causa de la
irrupción de las tdic. En todo caso, ello plantea grandes dife-
rencias en torno al trabajo en geografía.

265
Jeffer Chaparro Mendivelso

Reconozco que las posibilidades de acceder a las tdic, y a In-


ternet como uno de sus mayores exponentes, es bastante desigual,
incluso para los geógrafos. Ello configura lo que he denominado
como “segregación digital” (Chaparro, 2007, 2008)1. No obstante,
uno de los desarrollos tecnológicos que más han afectado en las
últimas décadas a la geografía son los multimedios ligados a las tdic,
los cuales implican el uso de más de una opción de comunicación,
como el texto, la imagen —las figuras, los gráficos y los mapas—, el
sonido, la animación —dinámica—, el video (Olson, 1997) y la si-
mulación. Todo ello involucra fuertemente la interacción con el
ordenador o computador.
En varias universidades de Estados Unidos, en los últimos años
se ha impulsado una disciplina o campo de conocimiento emer-
gente que pretende ocuparse de la aplicación de la informática a la
creación de conocimiento en problemas específicos. Denominada
ciencia computacional, y diferente a la informática, esta línea ha
recibido contribuciones de diversas áreas del conocimiento, inclu-
yendo la geografía (Amstrong, 2000).
En la medida que la geografía no se integre de forma adecuada
ni realice aportes significativos, especialmente asociados al manejo
de la información espacial, otras disciplinas o campos de cono-
cimiento (re)desarrollarán o (re)inventarán muchos conceptos y
métodos conocidos y utilizados por los geógrafos. ¿Será que el pro-
blema de considerar simultáneamente las innumerables o infinitas
variables que definen el espacio geográfico se podrá saldar, al menos
en parte? No se sabe. Pero inquieta que un motor de búsqueda en
Internet llamado Google2, el más potente hasta ahora diseñado,
hacia inicios de la década de 2000 —es decir, en las primeras fases
de su desarrollo— ya utilizaba una fórmula matemática que com-
binaba 10.000 millones de variables (Martín, 2001).
El anterior desfile de ideas tiene el fin de exponer los múl-
tiples aspectos que emergen de las tdic. Este capítulo aporta a la

1 Véase el capítulo 2. La situación también ha sido definida desde la noción


de divisoria digital; véanse: Servon y Nelson (2001, p. 419); Castells (2001,
pp. 275-276).
2 Véase: http://www.google.com/.

266
La sociedad y el ascenso del mundo digital

incidencia de las tdic en el trabajo geográfico y en la geografía,


con la intención de pensar —e incluso debatir— posibles cambios
futuros en las formas de trabajar e investigar. Inicio con un recorrido
por el trabajo actual del geógrafo que utiliza las tdic, prosigo con
el análisis de algunos conceptos y paradigmas que emergen de su
uso, tales como ciberespacio o cibergeografía, y finalizo con los
nuevos retos que todo esto implica, especialmente en términos del
surgimiento de la geografía virtual y del trabajo geográfico en am-
bientes virtuales (Chaparro, 2002)3.

Incidencia de las tecnologías digitales en


el trabajo del geógrafo y en la geografía
¿Cuál es el grado de incidencia de las tdic en el trabajo actual
del geógrafo? Puedo iniciar el recorrido considerando que las tdic
han afectado al trabajo geográfico aplicado desde hace aproxi-
madamente cinco décadas, inicialmente en la producción carto-
gráfica automatizada (Goodchild, 2000) y, luego, con los sistemas
de información geográfica (sig) y otras innovaciones como los sis-
temas globales de navegación por satélite (gnss). También habría
que añadir la geomática, como una especie de subdisciplina de la
geografía en la que las tdic son fundamentales para la captura y
procesamiento de información espacial 4 .
Es adecuado tener presente que la línea de geografía física ha
sido la que, tradicionalmente, ha incorporado más en su trabajo
las innovaciones tecnológicas digitales, en especial en geomorfo-
logía, climatología, meteorología y biogeografía. Es probable que,
por aquella idea de rechazo a los planteamientos neopositivistas, la
vertiente humana en geografía —por llamarla de alguna manera—
ha sido algo renuente a la incorporación de las posibilidades tec-
nológicas emergentes. Pero esta noción ha ido cambiando en los

3 Una versión preliminar de este capítulo se presentó como comunicación en


el iv Coloquio Internacional de Geocrítica: “El trabajo”, realizado en mayo
de 2002.
4 Consúltese: Rosés (2004). Véase también la definición ofrecida en
Wikipedia, en http://es.wikipedia.org/wiki/Geom%C3%A1tica.

267
Jeffer Chaparro Mendivelso

últimos años, con muy buenos resultados 5. Las nuevas tecnologías


también han permeado la enseñanza de la geografía y las formas de
colaboración o trabajo en equipo, lo que en conjunto plantea nuevas
e innovadoras formas y posibilidades de trabajo en la disciplina.

La cartografía: su muerte o la necesidad de ajuste


El desarrollo de las tecnologías digitales ha afectado, y seguirá
afectando, profundamente a la cartografía, lo cual constituye un
reto tanto para los cartógrafos como para los geógrafos que utili-
zan este medio para comunicar sus trabajos y sus investigaciones.
Pero las posiciones son encontradas. Hay quienes sugieren que la
computarización está matando la cartografía —debe tenerse pre-
sente que el mapa, con todos sus avances, es una herencia milena-
ria, como mínimo griega (Capel y Urteaga, 1987)—; incluso, puede
estar desafiando la primacía del mapa como opción de comunica-
ción de la información geográfica. Esta idea surge fundamental-
mente por sus limitaciones comunicativas (Goodchild, 2000) y de
forma especial porque se considera como estático en términos tem-
porales y espaciales.
Mientras esto ocurre, otros consideran que los mapas están
empezando a ser vistos con otras perspectivas, a causa de la me-
diación de las tdic. Es bastante probable que más que la muerte de
la cartografía y los mapas estemos asistiendo a su mutación y, por
qué no, a su potenciación.
Los desarrollos recientes en la cartografía delinean una rup-
tura epistemológica, ya que representan formas de poder del co-
nocimiento y no simplemente permiten la comunicación, sino
también la visualización, entendida como la capacidad de los mapas,
gráficos e imágenes de hacer visibles relaciones espaciales (Cramp-
ton, 2001). Estos avances favorecen el encuentro entre la cartogra-
fía, recurrente y erróneamente caracterizada como ateórica, y la

5 Como ejemplo de ello, pueden consultarse las excelentes publicaciones


e investigaciones de Daniel Sui, quien es un geógrafo de origen chino,
radicado en Estados Unidos de América, y que actualmente trabaja en el
Departamento de Geografía de la Universidad de Texas A&M. Su currículo
está disponible en http://geog.tamu.edu/~sui/.

268
La sociedad y el ascenso del mundo digital

geografía humana reflexiva y crítica, aprovechando las convergen-


cias de tecnologías orientadas al uso de la información espacial y a
los hipermedios como posibilidad para su distribución y su socia-
lización. De allí que, de manera consecuente, emerjan varios retos,
entre los que se destacan la noción de virtualidad y los problemas
éticos asociados al manejo, acceso, distribución y privacidad de la
información territorial y espacial —que lógicamente también in-
cluye a la información personal—.
Cada vez más las bases cartográficas digitales y las tdic son
consideradas como formas de flujo de información que retan al-
gunas de las actitudes frente a la producción y la comunicación.
Pero ¿será absolutamente necesario hacer mapas en geografía?
Esto depende de muchos factores, como el fenómeno abordado, el
nivel de detalle, el enfoque, la calidad de la información y hasta la
perspectiva o tendencia teórica y epistemológica del investigador.
Aunque está claro que para hacer geografía no es indispensable
elaborar mapas, indudablemente para abordar ciertos fenómenos
lo más adecuado es mostrarlos o representarlos espacialmente.
Las tdic permiten construir representaciones cartográficas
muy refinadas, pertinentes e innovadoras, hasta el punto de ad-
mitir incluir importantes aspectos de las dinámicas territoriales.
Queda por cuestionar si los parámetros de diseño cartográfico se-
rán los adecuados. Además, si nos comunicamos visualmente de
forma adecuada, o si sabemos cómo en la actualidad se puede tra-
tar y representar la información geográfica 6.

Los sistemas de información geográfica


y la geografía aplicada
Los ordenadores entraron en el mundo de la geografía a ini-
cios de la década de 1960 y uno de sus principales impactos fue el
desarrollo de los sistemas de información geográfica (sig) (Good-
child, 2000), promovido, en gran medida, por la idea de entender

6 Este tipo de información también puede ser de gran importancia para otras
disciplinas o áreas de conocimiento, tanto desde la vertiente de las ciencias
sociales y humanas como desde las ciencias naturales y físicas, incluso para
las ingenierías.

269
Jeffer Chaparro Mendivelso

mejor nuestro mundo (Longley, 2000) y por la necesidad de mane-


jar y cruzar gran cantidad de información geográfica georreferen-
ciada, a bajo costo, con exactitud y de forma ágil. La información
geográfica se puede definir como los datos sobre cierto fenómeno
en un contexto espacio-temporal particular, asociados a la exac-
titud y la precisión, junto con los medios de adquisición, alma-
cenamiento y despliegue. Para el receptor, la comunicación de la
información geográfica se traduce en una reducción de la incerti-
dumbre sobre el mundo geográfico (Goodchild, 2000).
Los sig son una aplicación de las tdic que permiten evaluar o
valorar fenómenos espaciales. Las aplicaciones de las posibilidades
tecnológicas recientes, y sobre todo de los sig, son reconocidas fun-
damentalmente en las investigaciones sobre asuntos físico-bióticos
y ambientales7. Existen aplicaciones de sig para simular multitem-
poralmente procesos hidrológicos como el escurrimiento super-
ficial, la cobertura y la fusión de la nieve, la evapotranspiración y
otros fenómenos que pueden suplir de información a las áreas que
no la poseen, permitiendo evaluar la disponibilidad del recurso
agua (Knigth et al., 2001). Pero los sig no solo permiten manejar
información de corte físico-biótico; su potencialidad se extiende
igualmente al análisis de los cambios asociados a los procesos so-
cioculturales (Ott y Swiaczny, 1998). De manera especial, resaltan
sus posibilidades para la modelización y el análisis multivariado
de procesos histórico-geográficos, donde la temporalidad, por lo
general poco presente en los trabajos que emplean sig, adquiere
importancia por su notable papel en la comprensión de procesos
sociales, como las migraciones y el cambio de uso del territorio.
Cuando se paga con una tarjeta de crédito o se pide una pizza
por teléfono a domicilio, puede que una base de datos georreferen-
ciada relacione e incorpore esa información personal. Los sig han
sido utilizados para analizar las prácticas, tendencias y hábitos de

7 Esta tendencia ha variado en los últimos años. Ahora, las aplicaciones de


los sig para el análisis de los fenómenos sociales es relativamente amplia,
aunque no tanto como en otras líneas de investigación.

270
La sociedad y el ascenso del mundo digital

consumo. En el Reino Unido, algunas compañías han construido


bases de datos de almacenes que son relacionadas con la infor-
mación de los clientes para generar perfiles y estilos de vida, y
por consiguiente de consumo —lo cual puede asumirse como su-
mamente peligroso en cuanto al control social y, en consecuencia,
territorial 8 —. Incluso, se está considerando que el análisis de
estilos de vida utilizando los sig pueden reemplazar los análisis
geodemográficos convencionales (Longley, 2000).
El uso de imágenes de satélite y su cruce con información
demográfica mediante sig, ofrecen la posibilidad de crear pode-
rosas y detalladas bases de datos georreferenciadas —como Atlas
Market Quest, dna, Lifestyle Selector, Micro Vision, Niches, Prizm
y Solo, disponibles comercialmente desde hace una década apro-
ximadamente— que brindan la posibilidad de generar perfiles de
población, susceptibles de ser empleados en la orientación espe-
cífica de estrategias comerciales y de consumo; asimismo, como
referencia para tomar decisiones políticas y económicas, dirigidas
a grupos e individuos específicos (Curry, 1997).
Este tipo de información es creada, manejada y manipulada
por las industrias de comercialización, violando los principios
básicos de privacidad y anonimato favorecidos por los vacíos —y
vicios— legales en la materia. La posibilidad de generar exitosa-
mente estos perfiles de población para que funcionen como es-
trategia comercial, inducen a reflexionar sobre las nociones de
cultura y lugar; en el primer caso, porque los resultados de cruces
de variables poblacionales para generar agrupaciones o unidades
socioespaciales por perfiles de consumo causan admiración, y en el
segundo porque los individuos efectivamente tienden a responder
a estilos o preferencias no desligadas del conjunto social donde se
hallan inmersos. Es muy probable que este tipo de trabajos prác-
ticos generen nuevas posibilidades para el estudio de fenómenos
como la segunda transición demográfica.
En general, los satélites son utilizados para estudiar problemas
como el cambio climático global y la deforestación (Olson, 1997),

8 Respecto al control territorial mediante las tdic, véase el capítulo 5.

271
Jeffer Chaparro Mendivelso

pero ahora también se emplean con otros fines. Con las últimas
generaciones de sensores de satélites, que poseen una resolución
del orden de 1 a 2 metros, incluso de centímetros 9, el trabajo con-
cerniente a la ciudad se ha visto fuertemente beneficiado, ya que
se pueden distinguir de forma individual los edificios o construc-
ciones de los sistemas urbanos10. En la actualidad, los sensores re-
motos proporcionan importante información sobre la cobertura de
la superficie de la Tierra, mientras que las posibilidades de apli-
cación para interpretar su uso, es decir su utilización social, im-
plican necesariamente adelantar esfuerzos (Longley, 2000).
Los sig pueden permitir relacionar ágilmente la información
sociodemográfica y las unidades urbanas individuales generadas
por las imágenes de satélite, permitiendo abonar, al menos en buena
medida, los datos necesarios para discriminar y distinguir los usos
urbanos. En conjunto, todo ello provee los insumos necesarios
para pensar que es posible aproximarse, lógicamente con limita-
ciones, a la interpretación y clasificación socioeconómica a escala
mundial. Es más, investigadores han elaborado clasificaciones ba-
sadas en imágenes de satélite e información censal para pequeñas
áreas (Longley, 2000) y han encontrado en ello un estímulo para
repensar las formas como se concibe el desarrollo urbano.
La cuestión del tiempo en los sig preocupa cada vez más.
Muestra de ello es que, cada vez, los esfuerzos por incorporar las
nociones de espacio y tiempo de forma integrada en las investi-
gaciones son mayores. Una pesquisa en un sector de la ciudad de
Quebec, en Canadá, puede ofrecer algunas ideas al respecto. El tra-
bajo tenía como objetivo central el desarrollo y aplicación de una

9 El satélite comercial WordView-1, lanzado en septiembre de 2007, ofrece


imágenes con resoluciones de hasta 50 centímetros. El WordView-2 que fue
lanzado en 2009 ofrece resoluciones mayores de hasta 46 centímetros. Sobre
ello consúltese: Digital Globe (2008). Otros de los satélites comerciales
que toman imágenes de alta resolución son: Ikonos, Quickbird, Orbview
y Formosat. Existen muchos comentarios en torno a que algunos satélites
militares, desde hace varios años, poseen resoluciones bastante mayores a
las de los comerciales.
10 Sobre el uso de las imágenes de satélite de Google Earth para el estudio de la
morfología urbana, véase: Equipo Urbano (2007a, 2007b).

272
La sociedad y el ascenso del mundo digital

topología temporal en sig para generar una base de datos histórica


del uso del territorio que permitiera establecer medidas de cam-
bio espacio-temporal entre 1958 y 1993 (Marceau, Guindon, Bruel
y Marois, 2001). Algunos de los puntos centrales sobre la topología
temporal —relación entre las entidades y el tiempo— son la línea
de tiempo —pasado-futuro—, la relación de cambio de las entida-
des —aparición, desaparición, expansión, contracción, desplaza-
miento, sucesión, unión o fusión y disgregación o separación—, el
cálculo de la tasa de cambio entre dos o más momentos, la repre-
sentación gráfica de los cambios y los intervalos temporales utili-
zados en relación con la base de datos histórica —que puede afectar
la percepción de un fenómeno como cíclico o como lineal—. Entre
otros, la investigación permitió establecer —aspectos— los patro-
nes y tendencias espacio-temporales de sucesión de usos —rural a
residencial, rural a industrial, por ejemplo—. Este tipo de trabajos
muestra que la integración de información temporal a un sig ofrece
un nuevo espectro de posibilidades para entender la dinámica
y el comportamiento de fenómenos geográficos11.
Los sig también han permitido a disciplinas hermanas de la
geografía, como la historia, el manejo y cruce de información para
reconstruir cambios espaciales poblacionales y modificaciones del
uso del territorio (Bagg, 1997; Piotukh, 1996; Vladimirov, 1997),
ofreciendo una amplia e innovadora gama de posibilidades meto-
dológicas e investigativas. Una indagación específica en Zamalek,
una zona de la ciudad del Cairo, conjugó, mediante la utilización
de un sig, el manejo de imágenes de satélite de alta resolución
—1 metro— y cartografía histórica de 1929 —escala 1:1.000— para
comparar y establecer los cambios en el uso de las zonas agríco-
las y urbanas, en las construcciones de importancia histórica y en
el cauce del río Nilo (Stewart, 2001). Además, la investigación
contribuyó a la generación de una base de datos georreferencia-
da que puede apoyar procesos de planificación territorial y la

11 Las publicaciones especializadas sobre el uso de los sig —en general de las
tdic— en geografía y en las ciencias de la Tierra son muy amplias en la
actualidad. Entre otras revistas de acceso libre del ámbito iberoamericano,
recomiendo consultar: Mapping Interactivo (2008).

273
Jeffer Chaparro Mendivelso

delineación de medidas concretas para la preservación del patri-


monio histórico.
El trabajo con sig en geografía ha suscitado candentes reflexio-
nes12, debates y discusiones que han llegado al punto de examinar
si deben ser asumidos como una herramienta, como una ciencia o
como un intermedio (Pickles, 1997; Wright et al., 1997). Las posi-
ciones son variadas y las razones para justificarlas también. Hay
quienes consideran que representan para la geografía la llegada de
algo así como un nuevo positivismo o pospositivismo, caracteri-
zado por una excesiva veneración y confianza en los modelos y los
números; otros consideran que es una aplicación del conocimien-
to científico pero no una ciencia en sí misma, y otros creen que de-
pende de las creencias y convicciones personales.
Por varias razones, me inclino por asumir los sig como una
herramienta. Primero: el trabajo con los sig requiere de un profe-
sional, ya sea geógrafo, geólogo o demógrafo, que posea una visión
espacial de los fenómenos que se van a tratar y que sepa qué hacer
con dicha información; un sig por sí mismo no ofrece caminos
para relacionar información espacial y mucho menos para inter-
pretarla y proyectarla. Segundo: si se admite que una variada gama
de profesionales utilizan o pueden usar los sig en sus investiga-
ciones, y se asumen como ciencia, eso querría decir que la biología
y el urbanismo cuando los emplean se convierten en algo similar
a una disciplina equivalente, independientemente del problema de
investigación y del fenómeno que se va a tratar. Tercero: por su na-
turaleza, por lo general el trabajo con los sig requiere la asistencia
de un ingeniero de sistemas que pueda solucionar problemas aso-
ciados a transformaciones de formato, rendimiento de los equipos,
configuración del hardware y software y demás tareas que surgen
al trabajar con estos sistemas. Cuarto: algunas de las tareas, como
la digitalización y la tabulación de bases de datos, pueden ser rea-
lizadas por personas que no necesariamente son investigadores o

12 Un ejemplo de ello se encuentra en un artículo de Horacio Capel titulado:


“Quo vadis Geographia? La geografía española y los concursos para la
habilitación del profesorado universitario”. Capel (2003b).

274
La sociedad y el ascenso del mundo digital

profesionales, ya que en muchos casos se contratan individuos con


formación técnica o tecnológica. Por estas razones, entre otras, pre-
fiero asumir y compartir la posición que adopta los sig como una
herramienta, muy poderosa y versátil, y no una ciencia en sí misma.
¿Por qué en geografía se trabaja, relativamente, poco con los
sig si ofrecen un potencial considerable? ¿Será que se ha quedado
con la vieja idea, y excusa, de que para hacer geografía no es necesa-
rio hacer mapas y representaciones13? ¿Será que la formación clásica
u ortodoxa no ha permitido acercarse a los nuevos avances tecno-
lógicos y reconocer sus potencialidades? ¿Los computadores pro-
ducirán cierto miedo o repulsión en algunos geógrafos? Este es el
panorama de hoy. Se debería pensar que no se han terminado de ex-
plotar las potencialidades actuales de los sig cuando ya se avecinan
nuevos avances significativos. Adelantos que nos pueden acercar a
nuevas formas de trabajar en geografía.

Los sistemas globales de navegación por


satélite: ¿por fin sabemos dónde estamos?
En la guerra de Vietnam, muchos soldados se perdieron por
no orientarse adecuadamente, por no saber en qué lugar se encon-
traban. La guerra del Golfo fue muy diferente, esencialmente por
los avances tecnológicos, incluyendo el uso de los sistemas globales
de navegación por satélite (gnss)14; en la invasión a Irak 15, sobre

13 Esta aseveración es cierta, pero en ocasiones llevada al extremo puede ser


insostenible. Incluso, se puede convertir en una impostura.
14 Recomiendo consultar el artículo sobre los gnss en Wikipedia (2008).
15 Todas las justificaciones que dio el Gobierno de Estados Unidos, en cabeza
del genocida George Bush —quien debería estar en un manicomio—,
para intervenir militarmente a Irak fueron falsas: no había armas de
destrucción masiva ligadas a tecnologías nucleares; no se ha demostrado
fehacientemente la articulación de régimen de Sadam Hussein con la
organización Al Qaeda de Osama Bin Laden; entre muchas otras mentiras
y falsedades cocinadas desde la Casa Blanca y desde las grandes compañías
dedicadas a traficar con petróleo y armas. Se ha demostrado que el interés
central de la absurda invasión a Irak fue el dominio y el control territorial
ligado a un recurso estratégico para las compañías privadas de Estados
Unidos —y de sus aliados—. Consúltese: Gisbert (2003). Sobre otros
aspectos, ligados a la geografía, véase: Capel (2003a), en especial el capítulo
3: “La geografía después de los atentados del 11 de septiembre” (pp. 85-116).

275
Jeffer Chaparro Mendivelso

todo en la fase inicial, los bombardeos16 y los ataques con misiles


develaron una precisión hasta entonces nunca vista, ligada a los
gnss de alta precisión y a su articulación con tecnologías láser y
dispositivos electro-ópticos e infrarrojos17.
El sistema gnss denominado sistema de posicionamiento
global —global positioning system (gps)18— fue liberado a los con-
sumidores solo a partir de 1989 y nació, como muchas de las inno-
vaciones tecnológicas, con finalidades militares —en la actualidad
sigue siendo controlado, militarmente, por el Gobierno de los Es-
tados Unidos de América—. Además, sus aplicaciones son bastante
amplias. Se ha empleado en alquiler de automóviles, en cámaras
fotográficas para rotular el lugar de toma, en relojes, para seguir
la ruta de animales, como ayuda para el montañismo, en globos
aerostáticos y en embarcaciones (Pantaleoni, 2002), entre muchas
otras aplicaciones19 y usos tanto para actividades de ocio como
para el trabajo profesional. En esta última línea, destacan sus apli-
caciones en diferentes áreas del conocimiento como la arqueología,
la biología y la psicología (Parks, 2001), aunque su uso se extiende
a trabajos como la agricultura de precisión (Chaparro y Locatel,
2004; Goodchild, 2000; Locatel y Chaparro, 2004), donde se uti-
lizan sistemas ligados a los tractores y se toman decisiones basadas
en información geográfica detallada.
La posibilidad de conocer el punto en que nos encontramos
sobre la superficie del planeta depende de la triangulación que
puede efectuar el gps20 al reconocer algunos de los 24 satélites

16 Que incluyeron nuevos tipos, como la bomba electromagnética para


inutilizar sistemas informáticos y digitales —otra novedad fue la bomba
termobárica—. Sobre el uso de tecnología de punta en la guerra de Irak,
véase: Gisbert (2003).
17 Ibidem.
18 Global positioning system (gps, 2008).
19 En los últimos años, en especial en los contextos de Estados Unidos, Europa
y parte de Asia, los gps han tendido a masificarse en los automóviles
particulares y en muchas actividades cotidianas.
20 En los últimos años, se han conformado nuevos proyectos de sistemas de
posicionamiento global para hacer frente a la hegemonía —y monopolio—
del sistema gps. Entre las nuevas opciones, una de las más interesantes es la

276
La sociedad y el ascenso del mundo digital

—de los aproximadamente 3.000 en total (nasa, 2008a)21— que la


orbitan a una distancia que oscila entre 2.000 y 35.000 kilómetros
aproximadamente respecto a la Tierra (nasa, 2008a)22. Además
de las coordenadas del lugar, puede ofrecer información sobre los
puntos cardinales, altitud —aunque hasta ahora no es muy fiable
dada la complejidad que imprime el geoide terrestre— y la velo-
cidad de desplazamiento (gps, 2008). También es bastante versátil
al momento de seguir rutas previamente trazadas —por ejemplo,
en embarcaciones en mar abierto—. La información que ofrece ha
suscitado sugestivas aplicaciones en geografía. Se ha utilizado con
interesantes resultados en la investigación de los patrones de des-
plazamiento y comportamiento espacial de las personas, ya que,
según algunas concepciones, no son del todo subjetivos ni obje-
tivos, sino más bien ‘trayectivos’ (Parks, 2001).
El trabajo con los sistemas gnss ofrecen datos que le permiten
al geógrafo establecer la relación de las personas con el lugar, de-
velando topofilias, topofobias y toponeutras, o reconociendo pa-
trones de desplazamiento susceptibles de aplicación en el estudio
de las prácticas de consumo o en el diseño de rutas que apoyen y
guíen a los turistas, por ejemplo. Pueden utilizarse para optimizar
y ajustar infraestructuras de transporte acorde con las tendencias
de desplazamiento de la gente. ¿Será que el comportamiento es-
pacial de los niños difiere de los jóvenes y de los adultos?, ¿influirá
el género? ¿Qué relación existe entre la orientación intuitiva, los

constelación de satélites galileo de la Agencia Espacial Europea (esa). esa


(2008).
21 Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio
(National Aeronautics and Spacial Administration, nasa). La cantidad de
satélites que son lanzados desde la Tierra van en creciente aumento, en
gran medida porque cada vez son más indispensables para muchas de las
funciones relacionadas con la instalación del mundo digital. Se calcula que
en la actualidad existen alrededor de 8.000 satélites orbitando la Tierra, de
los cuales aproximadamente 5.000 están en desuso.
22 Ibidem. Esta distancia puede variar dependiendo de la órbita del satélite, la
cual puede ser principalmente geocéntrica y geoestacionaria —aunque se
están abriendo otras opciones para los satélites destinados a misiones fuera
de la Tierra, como es el caso de Marte y Venus—.

277
Jeffer Chaparro Mendivelso

mapas mentales, la memoria de desplazamiento y el desplaza-


miento real? ¿Qué pasaría si a alguien se le ocurre implantarle
un gps a todo aquel que haya cometido un delito —ello ya se ha
experimentado en España 23—? ¿Qué tal un gnss —o algo similar,
como un chip de localización— para todo humano que nazca?
¿Los humanos intentarán llevar sus mundos y rutas imaginarias
a la realidad? ¿El control socioterritorial estará, potencialmente, a
la vuelta de la esquina? El futuro no está escrito…, pero algunos
quisieran escribirlo por los demás.

La geomática: ¿nuevo campo de conocimiento?


La geomática 24 puede asumirse como resultado de la imbri-
cación entre las disciplinas interesadas en la Tierra —ciencias de
la Tierra—, incluyendo la geografía y la informática, es decir las
tdic. Dependiendo de la perspectiva adoptada, la geomática puede
considerarse como una especie de nueva disciplina o campo de co-
nocimiento, en la que los datos numéricos digitales en torno a la
información espacial son algo central:
Geomática es el término científico moderno que hace refe-
rencia a un conjunto de ciencias en las cuales se integran los me-
dios para la captura, tratamiento, análisis, interpretación, difusión
y almacenamiento de información geográfica. También llamada in-
formación espacial o geoespacial. El término ‘geomática’ está com-
puesto por dos ramas geo por Geoide, y matica por Informática, es
decir, estudio del Geoide o globo terrestre a través de la informática

23 El País, 15 de agosto de 2005: “Un sistema gps (posicionamiento global


por satélite) controla desde esta semana 24 horas al día a ocho presos por
agresión sexual que están de permiso. La Dirección General de Instituciones
Penitenciarias inicia así un proyecto anunciado el pasado febrero por
el ministro del Interior, José Antonio Alonso, ante el Congreso de los
Diputados. El sistema, creado por la empresa israelí Elmotek, ha sido
importado de Reino Unido, donde entró en funcionamiento en septiembre
pasado para controlar policialmente a presos condenados por malos tratos
y por pederastia”. Recomiendo consultar la noticia completa en http://www.
elpais.com/articulo/sociedad/Interior/controla/gps/presos/agresion/sexual/
salen/permiso/elpepisoc/20050815elpepisoc_4/Tes.
24 Véase, entre otros: Rosés (2004).

278
La sociedad y el ascenso del mundo digital

(tratamiento automático de la información). Este término na-


cido en Canadá ya es parte de las normas de estandarización iso
(Organización Internacional para la Estandarización) y está siendo
reconocido en Europa, Asia, África, América Central y del Sur,
como una nueva disciplina de la Geografía matemática. Otros orga-
nismos, en especial en los EE. UU., han optado por el término tec-
nología geoespacial.
El término fue acuñado en 1969 por Bernard Dubuisson e in-
tegraría a todas las ciencias de base y a las tecnologías usadas para
el conocimiento del territorio como la teledetección o percepción
remota, sistemas de información geográfica (sig), sistemas globales
de navegación por satélite (gnss) y conocimientos relacionados.
Según el oficio de la lengua francesa, la Geomática tiene por
definición oficial: Discipline ayant pour objet la gestion des données
à référence spatial et qui fait appel aux sciences et aux technologies
reliées à leur stockage, leur traitement et leur diffusion (“Disciplina
que tiene por objeto la administración, y estructuración de los datos
a referencia espacial e integra las ciencias y a las tecnologías ligadas
al almacenamiento, el tratamiento y la difusión”)25.

En general, se considera que la geomática —o ingeniería


geomática, para algunos— surgió hacia mediados de la década de
1980 en Canadá, en el seno de la Universidad Laval. En palabras del
Departamento de Ciencias Geomáticas26:
Issu de l’École d’arpentage créée en 1907, le Département des
sciences géomatiques, a su constamment adapter ses activités de
formation et de recherche. Dès 1986, il offre le premier programme
de géomatique au monde! Aujourd’hui, avec sa panoplie de pro-
grammes dont des nouveaux programmes de maîtrise en 2006, ses
nombreux groupes, centres et chaires de recherche, il est encore

25 Wikipedia, en http://es.wikipedia.org/wiki/Geom%C3%A1tica. Sugiero ver


todo el artículo.
26 Consúltese la información del sitio web del Département des Sciences
Geómatiques (2008) de la Universidad Laval: http://www.scg.ulaval.ca/page.
php?nom=departement. http://www.scg.ulaval.ca/, http://www.scg.ulaval.
ca/page.php?nom=departement.

279
Jeffer Chaparro Mendivelso

reconnu comme un agent de progrès et un leader dans le domaine


de la géomatique.
Le terme géomatique a été introduit officiellement à la Faculté
en 1986 et est maintenant largement utilisé à travers le monde. La
géomatique désigne les sciences, disciplines et technologies néces-
saires à la mesure, à l’observation de la Terre et à la délimitation du
territoire mais aussi celles liées à la transformation de ces mesures
en information utile à la société. Cartographie numérique, géodésie
et positionnement par satellites gps, systèmes d’information géo-
graphique, photogrammétrie, arpentage, hydrographie et télédé-
tection figurent parmi les disciplines étudiées en géomatique.

Desde cierta perspectiva, se podría plantear que la imbrica-


ción de las tdic en la geografía —sig, gnss, geomática— puede po-
ner en peligro a la misma geografía. La potencia que introducen las
tecnologías digitales está generando tal cambio que, para algunos,
la geografía sin tdic no es geografía. Tal vez, esta discusión deri-
vará en uno de los enfrentamientos teóricos y epistemológicos más
fuertes para la geografía, pero para ello se requería de dos condi-
ciones: 1) que quienes trabajan fuertemente con las tdic se aproxi-
men al recorrido histórico de la geografía para que no pequen por
ignorancia o por desconocimiento y 2) que los que trabajan bajo el
modelo instaurado hasta inicios del siglo xx no cierren los ojos, se
acerquen y reconozcan los fuertes impactos de las tdic en la geo-
grafía para que, tampoco, pequen por ignorancia o por desconoci-
miento. Una de las peores y más lesivas perspectivas académicas y
científicas consiste en la negación del otro o de los otros, en no re-
conocer los avances de las perspectivas contrapuestas y antagóni-
cas, en no enterarse —consciente o inconscientemente—. Frente a
la incursión de las tdic en geografía existe mucho de ello. La ins-
talación del mundo digital va a un ritmo tan acelerado y vertigi-
noso que no es fácil seguirla. Los bits se escurren entre los dedos
de las manos…
Si algunos geógrafos despistados o desactualizados creen que
el neopositivismo fue vencido por las corrientes radicales y mar-
xistas —críticas—, por el posestructuralismo y las perspectivas

280
La sociedad y el ascenso del mundo digital

posmodernistas, lamentablemente se tiene malas noticias para


ellos27. El neopositivismo mutó, o se convirtió, en algo que se podría
denominar como posneopositivismo28, claro que con la ayuda de
los bits. La geomática puede considerarse como prueba de ello.
La discusión y las reflexiones en torno a la geomática y las
tdic en geografía podrían alargarse mucho. No obstante, deseo
dejar sobre la mesa tres puntos: 1) Los avances técnicos digitales
son impresionantes y deben continuarse, claro que evaluando y fis-
calizando tanto sus oportunidades como sus riesgos —el beneficio
social debería estar siempre por encima del económico, en ello sí
hay un grave problema actual y futuro—. 2) El mundo digital en
instalación requiere de perspectivas teóricas, conceptuales, episte-
mológicas y hasta metodológicas para poder abordarlo, compren-
derlo e interpretarlo; no hay que permitir que toda la reflexión sea
hecha por quienes no les interesa la discusión teórica y se desvelan
por la técnica en sí misma. 3) Técnica —las herramientas ligadas
a las tdic— y teoría —epistemología— deben ir de la mano; una
queda coja sin la otra, las dos se dimensionan mutuamente, la des-
conexión entre las dos sería fatal tanto para la ciencia como para la
sociedad y el territorio. La técnica siempre debería estar, de forma
sinérgica, biunívoca y retroalimentadora, acompañada de la teoría
y de la reflexión.
En la comunidad geográfica falta mucho por reflexionar sobre
las diversas implicaciones derivadas de las tdic.

27 Recomiendo consultar la revista Solstice: An Electronic Journal of Geography


and Mathematics (2008), http://www.imagenet.org/.
28 Deseo resaltar que este concepto no existe en geografía —al menos no lo
he encontrado hasta el momento documentado—. En todo caso, considero
posible acuñarlo en el contexto actual de la revolución digital en la que nos
encontramos. Los debates teóricos y epistemológicos no han muerto, y por
consiguiente asumo adecuado que en algún momento se adelante este tipo
de discusiones al interior de la geografía teórica. Estoy seguro que ello
sería de gran interés y utilidad para reflexionar y discutir sobre el futuro de
la geografía, si es que se tiene confianza en que sobrevivirá
—indudablemente con mutaciones, como es propio en la ciencia y en el
conocimiento—. El debate queda abierto…

281
Jeffer Chaparro Mendivelso

Impacto de las tdic en otras


dimensiones de la geografía

Geografía y educación: ¿nuevas formas de enseñar?


Frente al criticismo, algo lineal y desfasado que recae sobre
el uso de las tdic en la enseñanza, incluida la geografía, se en-
cuentran situaciones que muestran claras ventajas para la edu-
cación. Desde hace varios años, la asistencia educativa basada en
ordenadores para clases de geografía, como estrategia alternativa
a las formas habituales de conferencia o lección, ha arrojado re-
sultados interesantes, caracterizados por una tendencia a mejores
rendimientos (Ruterford y Lloid, 2001), reflejados, principalmente,
en el trabajo en equipo, en el proceso cognitivo de la comprensión
y en la disminución de las diferencias entre los alumnos asociadas
al lugar de procedencia, lengua madre y sexo —las tdic pueden
segregar o integrar—. A la par, las tdic estimulan la discusión y el
interés por los fenómenos geográficos.
Particularmente, el uso mixto y complementario de nuevas
posibilidades comunicativas como el correo electrónico o e-mail,
el chat, la videoconferencia y el acceso a páginas y motores de bús-
queda —plataformas hipermediales—, han ofrecido resultados sa-
tisfactorios al momento de trabajar en grupo y a distancia, a la vez
(Mitchell y Reed, 2001). A inicios de la década de 2000, algunas
experiencias señalaban que el uso de la red mundial ofrecía resul-
tados más bien limitados al momento de enseñar mediante la es-
trategia basada en preguntas (Solem, 2001a), ya que para algunos
temas la información circulante no era la más adecuada. En con-
trapunto, otros planteaban que la red mundial ya ofrecía buenos
insumos para realizar actividades educativas, como, por ejemplo,
al momento de averiguar sobre los diversos impactos e implica-
ciones ambientales producidas por las compañías transnacionales
en los estados no desarrollados (Grossman, 2001). Hoy en día, estas
posiciones encontradas no son del todo ciertas, ya que la cantidad

282
La sociedad y el ascenso del mundo digital

de información específica ligada a los procesos educativos ha au-


mentado bastante, tanto en cantidad como en calidad 29.
Las tdic han afectado no solo las posibilidades comuni-
cativas de los niños y los jóvenes en torno a la geografía escolar
—educación primaria y secundaria—, sino también han impactado
1) en las metodologías de clase y 2) en las propuestas curriculares
de aprendizaje. Una muestra del primer caso consiste en el uso de
Google Earth (2008) con fines escolares (Eduteka, 2008)30:
Usted puede utilizar Google Earth Free en el aula de clase para:
• Observar la Tierra en tres dimensiones (como si la estuviera
viendo desde el espacio) y rotarla libremente utilizando el ratón.
• Seleccionar un territorio específico, aproximarse a él desde la at-
mósfera y observarlo desde diferentes alturas. A menor altura,
mayor es el nivel de detalle.
• Desplazarse libremente entre ciudades de diferentes países del
mundo, volar de un país a otro o de un continente a otro, cruzar
océanos y recorrer territorios extensos como desiertos y selvas.
• Conocer los nombres de todos los países y de sus ciudades princi-
pales, poblaciones, mares, lagos, volcanes, accidentes geográficos
más importantes, etc.
• Aproximarse a las ciudades y observar, con asombroso nivel de
detalle, calles, edificios, casas, monumentos, ríos, etc. Hasta el
momento, las fotografías de la mayoría de [las] ciudades de Sur-
américa tienen un nivel de resolución y detalle bajo. En el caso
de Buenos Aires, São Paulo y Ciudad de México, el nivel de reso-
lución es moderado.
• Observar dorsales oceánicas y las principales zonas de com-
presión y subducción de la Tierra.

29 Como muestra de ello, visítese el portal Colombia Aprende [http://www.


colombiaaprende.edu.co/html/home/1592/channel.html] del Ministerio
de Educación de Colombia, el cual contiene gran cantidad de información
para maestros y alumnos, que incluye recursos digitales escritos, imágenes,
sonido —radio—, videos —televisión educativa y creaciones de grupos
formados en audiovisuales—. Algunos de los recursos didácticos y
pedagógicos son denominados como objetos virtuales de aprendizaje (ova).
Ministerio de Educación de Colombia (men, 2008).
30 También véase: http://www.eduteka.org/GoogleEarth.php.

283
Jeffer Chaparro Mendivelso

• Observar e identificar tipos o formas de relieve en cualquier


lugar del mundo (nevados, volcanes, llanuras, cordilleras, valles,
altiplanos, etc.) y conocer la medida exacta de su altura sobre el
nivel del mar.
• Cambiar el ángulo de visualización de un territorio para poder ob-
servarlo en perspectiva.
• Visualizar meridianos, paralelos y trópicos.
• Conocer las coordenadas de cualquier punto de la Tierra con solo
ubicar el ratón sobre el sitio.
• Marcar sitios de interés y compartir información sobre ellos, a
través de Internet, con otras personas.
• Guardar imágenes y compartirlas con otras personas por medio
del correo electrónico.
• Medir la distancia entre dos sitios por medio de una línea recta o
trazando una trayectoria.

En el segundo caso, el de las habilidades de aprendizaje, con-


sidero relevante presentar una propuesta de habilidades de for-
mación en geografía, ligadas a la información y la comunicación
mediadas por las tdic (véase tabla 10).
Pasando al campo educativo superior, algunas investigaciones
han establecido que existe una relación entre la adopción de Internet
como estrategia de enseñanza a nivel universitario y la percepción en
relación con los beneficios que puede generar su vinculación (Solem,
2001b). Se ha encontrado que algunos profesores han acogido a
Internet como herramienta por decisión propia, mientras otros lo
han hecho por iniciativa institucional. También que, en general,
los miembros de facultades de geografía humana perciben pocas
ventajas derivadas de su uso; además, que existe una fuerte corre-
lación entre la edad y la incorporación de tdic, siendo los más jó-
venes los que se inclinan por su utilización.
Recurrentemente, las líneas geotécnicas —geografía física—
asumen que herramientas como la cartografía automatizada, los sig

284
Tabla 10. Propuesta de habilidades de información y comunicación en la geografía escolar

Habilidades de aprendizaje Herramientas del siglo xxi


para información, para comunicación, Ejemplo: productos del estudiante para acceder, procesar, manejar,
comunicación y alfabetismo procesamiento de integrar y comunicar información
en medios información e investigación
Información y alfabetismo Cintas de video o audio, En 4° grado (8 o 9 años) los estudiantes estarán en capacidad de:
en medios: películas, programas de -Acceder a información sobre sitios ubicados alrededor del mundo mediante una
-Acceder y manejar información televisión, cintas o videos, variedad de recursos mediáticos.
periódicos, libros.
-Integrar y generar información -Recoger datos originales tales como observaciones sobre el clima (estado del tiempo) en
Computadores, sistemas de el sitio de residencia y generar cuadros o gráficas para presentar/mostrar la información.
-Evaluar y analizar información
información geográfica (sig),
-Analizar y comparar información en una variedad de medios tales como fotografías,
sistemas de posicionamiento
mapas e imágenes tomadas a control remoto (fotografías aéreas e imágenes de satélite)
global (gps), sensores
para sacar conclusiones (ejemplo: describir cambios a través del tiempo).
remotos (fotografías aéreas
o imágenes satelitales). En 8° grado (12 a 14 años) los estudiantes estarán en capacidad de:
Software de bases de datos y -Descargar de Internet y guardar datos espaciales relevantes.
de hojas de cálculo, Internet -Generar conjuntos (sets) de datos originales utilizando herramientas tales como
y bibliotecas digitales. sistemas de posicionamiento global (gps) y el ingreso de datos espaciales a hojas
de cálculo.
-Realizar análisis visuales de imágenes obtenidas a control remoto (fotografías
aéreas o imágenes de satélite), mapas y otras representaciones gráficas de datos del
medioambiente que vayan de lo local a lo global, a escala.
En grado 11 (15 a 17 años) los estudiantes estarán en capacidad de:
-Identificar datos espaciales para estudio de la comunidad local, apropiados en escala
y proyección.
-Generar o crear nuevos conjuntos (sets) de datos y utilizarlos efectivamente en un

285
La sociedad y el ascenso del mundo digital

sistema de información geográfica (sig).


-Realizar análisis usando datos demográficos en un sistema de información geográfica
(sig) para analizar patrones de votación.

Fuente: Eduteka (2008).


Jeffer Chaparro Mendivelso

y los sensores remotos son compatibles y complementarios. Existen


docentes que han creado departamentos de geografía virtuales,
que han difundido prácticas innovadoras mediante redes de co-
municación (Solem, 2001b). Mientras otros maestros aún estiman
la enseñanza mediada por Internet como una pérdida de tiempo.
El debate está abierto. De todas formas, lo importante es que, en
general, se está empezando a asumir que Internet puede constituir
una útil herramienta para los objetivos y métodos de enseñanza
en geografía.
La discusión sobre las tdic en la educación, es otra de las
grandes líneas de debate que debería abrirse. En todo caso, el uso
de tdic en la instrucción, por sí misma, no debe considerarse un
objetivo central. Lo interesante sería establecer cómo su uso puede
realmente complementar y potenciar la enseñanza en la geografía.
¿Qué hacer con tanta información que bombardea a los jóvenes a
través de los medios de comunicación? El problema no es que entren
en contacto, sino que posean herramientas para poder asimilar, or-
denar, clasificar y discriminar información, y la geografía tiene un
papel importante en eso. Los multimedios permiten la posibilidad
de explorar y aprender, y existen productos que pueden demostrar
su utilidad, diferenciándose y, a la vez, complementando los medios
de comunicación convencionales (Olson, 1997). Probablemente, los
multimedios no ofrezcan más o menos conocimiento, pero lo que
sí se podría afirmar es que son más llamativos y agradables para
los jóvenes, en parte, porque implican mayor uso de los sentidos,
con lo que la imagen mental de la realidad se percibe de forma más
cambiante y multicausal.

El trabajo en equipo: ¿redes de colaboración?


La comunicación humana implica variadas formas mediadas
por los sentidos, y las tdic permiten ampliar sustancialmente el es-
pectro de la información ligada a la geografía. Por mucho tiempo nos
quejamos por la imposibilidad de intercambiar información, pero
ahora que podemos —mediante Internet, por ejemplo—, algunos
no lo hacen porque les parece desacreditar, demeritar o devaluar
su trabajo, probablemente porque fueron formados bajo un modelo

286
La sociedad y el ascenso del mundo digital

educativo asociado al aislamiento. También parece que algunos


desconocen —o no quieren reconocer— que las investigaciones
que utilizan tdic demuestran su complementariedad y poten-
ciación al momento de emplear, y en varias ocasiones innovar,
técnicas y metodologías híbridas de tratamiento y flujo de la infor-
mación geográfica31.
Los dramáticos cambios en las posibilidades comunicativas
tendrán, y de por sí ya tienen, un fuerte impacto en el trabajo in-
dividual y grupal. El desarrollo de Internet ha permitido que el
intercambio de datos entre organizaciones o actores sea más fácil y
más frecuente que antes, y el surgimiento de los metadatos ha favo-
recido la compatibilidad entre diferentes bases de datos (Longley,
2000). El ordenador ha facilitado el manejo de la información y,
ahora, mediante Internet también permite su comunicación y su
flujo, generando la creación de redes de colaboración32 .
Aunque, en un principio, los sig fueron diseñados para ser
utilizados individualmente, esta noción está cambiando porque
el trabajo y la investigación geográfica cada vez requieren de más
carga y responsabilidad en equipo, es decir, colaboración (MacEa-
chren, 2001). Los equipos de trabajo no siempre laboran en el
mismo lugar ni en el mismo momento. La complementariedad está
presente; sin embargo, esto remite a considerar los mecanismos y
estrategias que favorecen el intercambio de ideas e información
—como mapas e imágenes, además de voz y video— en grupos-
red. Emergen entonces características como la sincronía, asin-
cronía, instantaneidad y virtualidad en la cooperación. La noción
de inteligencia en red ligada a las tdic, que comenté en el capítulo
anterior, podría extenderse sin inconveniente alguno al trabajo
geográfico que emplea las nuevas posibilidades tecnológicas y

31 Un ejemplo de la fuerza que imprimen las tdic a la investigación


geográfica, puede observarse en el trabajo del geógrafo Daniel Sui —
mencionado en páginas anteriores—, en http://geog.tamu.edu/~sui/.
32 Un ejemplo de red de colaboración para la divulgación de la información
y la investigación en geografía en el ámbito iberoamericano, es Geocrítica
(2008), dirigida por Horacio Capel, http://www.ub.es/geocrit/menu.htm.

287
Jeffer Chaparro Mendivelso

comunicativas. Ese sería un punto interesante a trabajar en esta


disciplina o campo del conocimiento.

Convergencia tecnológica y geografía


Como se ha visto, el panorama de convergencia tecnológica
(Terceiro y Matías, 2001) le ofrece al geógrafo la posibilidad de em-
plear un sinnúmero de posibilidades de tratamiento y uso de la
información en su trabajo, ya que puede utilizar, simultáneamente,
imágenes de satélite, fotografías aéreas, fotografías digitales, gnss,
sig y sistemas cartográficos computarizados; además de integrar
las posibilidades de sonido y video. No puedo dejar de reconocer
que, en algunos casos, otros profesionales que manejan infor-
mación espacial, como los arquitectos o los geólogos, explotan
mejor las posibilidades que ofrece la convergencia tecnológica de-
rivada de las tdic.
No obstante, desde hace algunos años se están realizando es-
fuerzos en la geografía. Se ha comentado que las teorías y técnicas
de geometría fractal, por ejemplo, proporcionan una importante
base para medir y simular la estructura irregular que caracteriza
los sistemas del mundo real (Batí, 1995, citado por Longley, 2000;
Batty y Longley, 1994). Quienes desarrollan estas aproximaciones,
considerando macro y microconcepciones, están empezando a uti-
lizar las ideas asociadas a la teoría de la complejidad para crear nue-
vas teorías sobre la dinámica urbana que puedan ser utilizadas para
explicar, por ejemplo, cómo las actividades están localizadas en ni-
veles micro a través de las decisiones individuales, grupales e insti-
tucionales simultáneas (Longley, 2000)33.
Aunque todos no tengamos igual acceso a las tdic, cada día se
dispondrá de más información sobre el individuo y sobre la Tierra
en su conjunto. ¿Cómo manejar tanta información? ¿Se indiges-
tarán, nos indigestaremos? Imaginemos la información disponible
para los geógrafos dentro de cien años. ¿Trabajarán de la misma

33 En este plano, incluso teorías de corte social, como las propuestas por
Anthony Guiddens, apuntan a la identificación y valoración del papel de
lo micro en lo meso y en lo macro en términos del poder; véase: Delgado
(2003, pp. 143-152).

288
La sociedad y el ascenso del mundo digital

forma que lo hacemos hoy? ¿Surgirá la geografía virtual? ¿Otras


geografías? A mi modo de ver, los cambios en las tdic están tan
solo empezando. El geógrafo —y todos los profesionales en ge-
neral— debería estar pendiente de ello, porque, en parte, el futuro
de la disciplina está asociado a qué se haga con la información y
con el conocimiento. Algunos de esos cambios, por no decir que
los más importantes, son el surgimiento de la noción de ciberes-
pacio y la posibilidad de trabajar en ambientes virtuales.

El ciberespacio como concepto y paradigma geográfico


emergente: ¿entre espacios reales y virtuales?
El diccionario de la Real Academia Española (rae) define
el ‘ciberespacio’ como el “ámbito artificial creado por medios
informáticos”34 . En el contexto de la geografía se ha escrito:
[…] el ciberespacio permite la presencia física en un punto y
la telepresencia en otros. En él la distancia geográfica ya no es im-
portante y los conceptos de proximidad y distancia se modifican
profundamente. Lo más próximo no está ya más relacionado que
lo lejano, como ocurría tradicionalmente. A veces lo lejano está
más próximo a través de la conexión informática. La distancia geo-
gráfica adquiere otro valor o se convierte en poco significativa. Lo
que cuentan son las innumerables conexiones que se establecen y
los espacios de relación. (Capel, 2001, pp. 50-51)

Las tdic no solo han afectado el trabajo del geógrafo. De-


rivado de su uso y su dinámica, han suscitado el surgimiento de
nuevos conceptos y paradigmas geográficos. El uso de términos
como ‘ciberespacio’, ‘frontera electrónica’ y ‘superautopista de la
información’ implican un gran reto para los geógrafos: el esfuerzo
por incorporar tales perspectivas innovadoras del lugar dentro de
una estructura ontológica sensible a las preocupaciones geográficas
(Adams, 1998). Pocos geógrafos se han interesado por establecer las
relaciones entre el espacio geográfico y ese ciberespacio (Kitchin
y Dodge, 2002). Uno de los intentos de mayor aceptación (Batty,

34 http://www.rae.es/rae.html.

289
Jeffer Chaparro Mendivelso

1997) parte de definir la geografía virtual como el lugar y espacio


en nodos y redes formando una matriz, donde la intersección entre
nodo y lugar-espacio es la noción corriente de espacio geográfico;
el cruce entre nodo y espacio con ordenadores conforma la idea
de c-espacio; el encuentro entre redes de comunicación y el lugar
produce el ciberlugar; y el cruce entre espacio y redes de comuni-
cación el ciberespacio (véase figura 17). La reflexión en torno a los
espacios virtuales promovidos por las tdic está generando el sur-
gimiento de algunas ideas dentro del ámbito geográfico.

Lugar Espacio

Espacio Espacio computacional


Nodos

Lugar
Redes

Ciberlugar Ciberespacio

Figura 17. Geografía virtual


Fuente: Batty (1997).

¿Qué permitiría hablar de ciberespacio? Las técnicas matemá-


ticas combinatorias y la teoría de la estructuración se han aplicado
para identificar las características estructurales y las similitudes
de dos tipos de ámbitos comunicativos: las redes de computadores
y los lugares. En este contexto, el término ‘ciberespacio’ se utiliza

290
La sociedad y el ascenso del mundo digital

frecuentemente para indicar que las redes de ordenadores son una


realidad experiencial en un contexto social (Adams, 1998), defi-
niendo la idea básica de espacio virtual.
Respecto a las estructuras hay dos nociones en discusión. La
primera, basada en la teoría combinatoria sobre enlaces y nodos en
los sistemas de comunicación, sugiere que la estructura de algunas
redes de ordenadores es bastante similar a la de los lugares físicos.
En la segunda noción, la de estructura de interacción individual-
social, los lugares no se consideran como objetos estáticos, sino
como sistemas dinámicos de conexiones. De esta manera, las per-
sonas constituyen el lugar mediante la vida diaria, externalizando
aspectos como las rutinas, el conocimiento, las creencias y la au-
toridad, siendo simultáneamente afectadas por los sitios, de sen-
sación y de acción, que ellos y otros están conformando. Así, si un
lugar puede ser entendido en términos de relaciones sociales que
fundamentalmente son enlaces —de comunicación— entre nodos
—personas—, los lugares y los medios de comunicación man-
tienen una función equivalente (Adams, 1998). Las dos nociones
de estructura están estrechamente relacionadas y su comparación
permite el refinamiento del concepto de lugar virtual.
Desde una perspectiva relacional, simbólica y de represen-
tación, el ciberespacio35 es creado socialmente mediante el uso de
las tdic, y las personas tienen la posibilidad de adoptar diversas
facetas de la personalidad que habitualmente se manifiestan o se
reprimen. Es la posibilidad de mutabilidad de la identidad en la que
una mujer podría pasarse por hombre (Adams, 1998; Capel, 2001),
por un joven o por un anciano. Las personas pueden externalizar
sus ideas y, a la vez, internalizar o modificar aspectos o concep-
ciones de sí mismo.
Las prácticas que se desarrollan en el ciberespacio, entendido
como entorno digital de interacción, pueden ser llevadas a lugares
concretos en momentos específicos, convirtiéndose en realidad
—aunque la misma interacción electrónica es real—. Un estudio,
realizado hacia inicios de la presente década, sobre los individuos

35 Sobre estas dimensiones del ciberespacio desde la geografía, consúltense:


Crang, Crang y May (1999).

291
Jeffer Chaparro Mendivelso

que visitan las salas de conversación en línea para la juventud (Va-


lentine y Holloway, 2001), encontró que menos del 10% eran real-
mente personas jóvenes y que dos tercios eran adultos que se hacían
pasar por niños para introducirse en las fantasías del cibersexo36.
Situaciones como estas suscitan, con toda razón, el surgimiento
de visiones negativas frente a las tdic. Lo que cabría preguntarse:
¿hasta qué punto esto es un problema de las tdic?, ¿será más bien
un problema de las ambigüedades y las contradicciones inherentes
a la condición humana?, ¿las tdic estarán permitiendo que la tur-
bulencia del cerebro y de la conciencia llegue a otros planos hasta
ahora algo reprimidos por la prisión de la carne y el hueso? No se
sabe. Lo que quedan son retos investigativos.
El ciberespacio también produce miedo. Muchos discursos y
reflexiones sobre los niños y la juventud frente a las tdic, espe-
cialmente Internet, sostienen que existen riesgos y peligros consi-
derables asociados a su uso, con efectos individuales y familiares
(Valentine y Holloway, 2001), resaltando los asuntos de porno-
grafía, pedofilia y el odio racial y étnico que preocupan a muchos
padres. Sin embargo, esto depende de cómo se mire, porque In-
ternet también puede considerarse como una barrera, ya que las
relaciones establecidas electrónicamente no se dan frente a frente,
son distanciadas físicamente mediante las redes —lo cual podría
asumirse como una ventaja frente a las agresiones físicas, aunque
las psicológicas pueden ser muy potentes37 —.
En todo caso, estas situaciones tienen contraperspectivas,
porque en las relaciones sociales el cambio de la noción de grupo
a la de redes puede ser observada en muchos niveles. Internet es
un medio personal, que trasciende lo local, relaciona personas con
personas pero no frente a frente. Esa relación persona-persona se
presenta selectivamente entre redes sociales con ciertas afinidades,
donde puede desdibujarse el individuo en la medida que la relación
comience a adquirir el sentido de rol dentro de la comunidad.

36 Respecto a las modificaciones emocionales y afectivas derivadas de la


instalación del mundo digital, véase: Gubern (2000).
37 Sobre la cuestión afectiva y emocional de la mediación electrónica, véanse,
entre otros: Turkle (1997); Gubern (2000).

292
La sociedad y el ascenso del mundo digital

De esta manera, los cambios tecnológicos afectan las relaciones y la


estructura social en lugares concretos (Wellman, 2001). Entonces,
se podría decir que su uso ha transformado el ciberespacio en ci-
berlugares —esta relación ya la había señalado Michael Batty hace
casi dos décadas (Batty, 1997)—.
El ciberespacio está soportado en infraestructuras físicas
—cables submarinos, redes terrestres de fibra óptica, enlaces sate-
litales—, pero en realidad, su importancia está ligada a los espacios
relacionales que genera a diversas escalas, tanto de forma sin-
crónica como diacrónica. El ciberespacio es relacional, por tanto
muta constantemente, tanto en cuanto a los actores involucrados
como respecto a los vínculos establecidos.
Los avances en las tdic inducen a considerar que los con-
ceptos y aproximaciones al funcionamiento e interacción espacial
deben ser revisados o actualizados. Un caso es la movilidad, pues,
desde hace algunos años, en ciertos contextos territoriales algunos
trámites municipales (García, 2002) y consultas médicas (Estalella,
2002) pueden realizarse desde casa mediante Internet. Las nuevas
realidades y posibilidades requieren de geógrafos que empiecen a
ver el espacio geográfico con otras perspectivas. Hay quienes ya
lo están haciendo. La geografía humana del pasado intentó repre-
sentar la estructura espacial de la sociedad basándose en las no-
ciones de distancia y conectividad, nociones que deben revisarse
seriamente, sobre todo al asumir que las oportunidades de investi-
gación se pueden considerar ahora en función de tres componentes
del espacio geográfico: el espacio físico, el espacio híbrido y el es-
pacio virtual (Shen, 2000). En la actualidad, algunas actividades
sociales y económicas tienen lugar en el espacio virtual y muchas
oportunidades se han desplazado del espacio físico hacia él, al
igual que la distribución espacial y temporal de las actividades
humanas está mediada por las tdic. Si las nuevas tecnologías se
constituyen en medios de interacción social, la posición geográfica
podría también ser mirada desde el punto de vista de la diversidad
en términos de la accesibilidad y el uso de las tdic.
Las tdic, en especial el ciberespacio, también han servido
de punto de referencia o de inspiración para que escritores de

293
Jeffer Chaparro Mendivelso

ciencia-ficción —ciberficción— imaginen el futuro de las ciudades,


de la sociedad y de las formas de autoridad-regulación. También han
permitido que paquetes de software analicen esos textos —como
nudist 4.0—, arrojando bastante información sobre imaginativas
futuras formas espaciales, amenazas naturales y posibilidades de
espacialidades en-línea —online— que aparecen con regularidad
en dichos escritos y que responden al espacio e imaginarios cogni-
tivos de sus autores (Kitchin y Kneale, 2001). Espacio que, de una
u otra forma, está ligado y referido a sus experiencias en el mundo
real de hoy; además, puede incidir en la concepción y construcción
del futuro, aunque las múltiples variables que lo influyen lo hagan
una tarea probablemente limitada. Se debería considerar que, en
muchas oportunidades, la ciencia-ficción ha inspirado y precedido
realidades futuras (Nicholls, 1991). Es frecuente que la ficción seria
tenga mucho de ciencia. En realidad, ciencia y ficción se retroali-
mentan mutuamente.
Si el espacio es un concepto que aún sigue alimentando discu-
siones en el ámbito de la geografía —y que ya se ha posicionado en
otras disciplinas y áreas de conocimiento—, ¿qué hay que esperar
del concepto de ciberespacio? Consideramos que, pese a algunos es-
fuerzos teóricos y epistemológicos realizados, aún falta mucho por
abordar y ahondar en torno al ciberespacio. La noción de espacio es
muy compleja —en parte, porque es ontológica—, y la de ciberes-
pacio complejiza aún más el panorama. Por tanto, el ciberespacio
se erige como uno de los grandes retos teóricos de la geografía.
La convergencia tecnológica en geografía ha contribuido para
que se considere factible trabajar en lugares o entornos electrónicos
o digitales; es decir, en el ciberespacio, en lugares estrechamente li-
gados a la navegación, la exploración y la simulación mediante las
tdic. ¿Qué implicaciones tendrá todo ello para la geografía y para el
trabajo del geógrafo? A continuación algunas ideas en este sentido.

Retos para el geógrafo y para la geografía


El espectro de posibilidades de trabajo práctico en geografía me-
diado por las tecnologías digitales, y especialmente por las que per-
miten manejar información espacial, como he expuesto, es bastante

294
La sociedad y el ascenso del mundo digital

amplio y rico. Ya se considera posible trabajar desde la geografía en


otros contextos, en espacios virtuales, remotos. ¿Todo ello permiti-
rá reafirmar la idea de que a nuevas realidades nuevas geografías?
Por muchas razones afirmo que sí.

El trabajo en ambientes virtuales


Varios aspectos de la convergencia digital y del manejo de la
información geográfica permiten pensar en la posibilidad de que
en geografía se trabaje desde una perspectiva tecnológica virtual38.
Para iniciar, se puede considerar que el mapa es una abstracción de
la realidad y que su manejo, en cierta medida, permite el trabajo
virtual, porque se pueden tomar decisiones o analizar sus caracte-
rísticas sin estar directamente en el lugar representado. Los sig son
una posibilidad más avanzada, que puede potenciarse aún más por
la convergencia tecnológica, lo cual permitiría trabajar simulando
o modelando lugares y ya no solo abstrayéndolos.
La idea del trabajo virtual se reflejaba hace varios años en el
proyecto de Tierra Digital —Digital Earth— del Gobierno de los Es-
tados Unidos, con el que pretendían representar todo el planeta en
tres dimensiones, manejando inmensas cantidades de datos georre-
ferenciados orientados al descubrimiento y la exploración virtual
(Goodchild, 2000). Esta georreferenciación también tenía el inte-
rés de incorporar toda la historia social y física del planeta (Parks,
2001). ¿Con ello, la brecha aumentará y se fortalecerá, aún más, su
poder? Lo cierto es que las futuras generaciones tendrán la posibi-
lidad de registrar el cambio en la superficie del planeta mediante el
uso de la información que se ha podido, y que se podrá, adquirir y
manejar mediante tecnologías de información geográfica.
Algunos años después, al oscuro proyecto gubernamental
Digital Earth le salió al paso Google Earth que generó —y sigue

38 Según la rae (2008): “virtual. (Del lat. virtus, fuerza, virtud). 1. adj. Que
tiene virtud para producir un efecto, aunque no lo produce de presente,
frecuentemente en oposición a efectivo o real. 2. adj. Implícito, tácito.
3. adj. Fís. Que tiene existencia aparente y no real”. Considero que en el
marco de la instalación del mundo digital y de las tdic, la noción, la palabra
o el concepto ‘virtual’ debe revisarse y discutirse.

295
Jeffer Chaparro Mendivelso

generando— un gran revuelo en la comunidad científica interna-


cional, situación que ha trascendido a los planos económico y po-
lítico39. Entre sus principales características se encuentran —por
ahora—:
• La accesibilidad a las imágenes de satélite en formato abierto
—gratuito, sin pago40— mediante Internet.
• La posibilidad de visualizar prácticamente todo el globo, algo
nunca antes accesible a los ciudadanos del común —y tal vez
inimaginable, incluso en épocas recientes, para los más tecno-
optimistas y utópicos—.
• La factibilidad de emplear una escala dinámica que permite
hacer acercamientos y alejamientos de manera fácil y ágil —y
hasta algo vertiginosa—.
• El modelado del relieve terrestre —geoide—, que al ser cru-
zado con las imágenes de satélite permite hacerse una idea
relativamente cercana de las condiciones territoriales en tér-
minos de los aspectos físicos, ambientales y de construcción
social del espacio41.
• La disponibilidad de imágenes de alta resolución para algunas
zonas del planeta.
• La posibilidad de participación de los usuarios, los cuales
pueden añadir nombres de lugares, fotografías relacionadas,
sitios web y todo tipo de información digital disponible en
Internet.
• La incorporación de herramientas de diseño en 3d para cons-
trucciones —edificios, viviendas—, que pueden ser utilizadas
por los usuarios para diseñar sobre las imágenes de satélite.

39 Son muchos los reclamos de varios estados que consideran que su


seguridad nacional puede ser violada a causa de la información territorial
que contienen las imágenes de satélite de Google Earth.
40 Aunque hay otras versiones que implican pago, las cuales poseen más
funciones e información.
41 Respecto a las potencialidades de Google Earth para el estudio de las
ciudades y de la morfología urbana, véase: Equipo Urbano (2007a, 2007b).

296
La sociedad y el ascenso del mundo digital

Aunque falta mucho por reflexionar, incluso desde la academia,


sobre las diversas implicaciones de Google Earth, lo cierto es que
se constituye en una opción de modelamiento digital ligada a la
virtualización de la Tierra. El sistema no puede —por ahora— con-
siderarse del todo como un modelo de realidad virtual, en especial
porque la inmersión aún es muy limitada, pues lo que puede obser-
varse simula 3 dimensiones (3d), pero en realidad la interacción se
da en 2 dimensiones (2d), las que permite una pantalla. Pero ello
podría cambiar en algunos años. En todo caso, Google Earth es un
hito histórico muy importante en términos de la accesibilidad y la
visualización de gran cantidad de información territorial.
Pero todo esto no queda ahí. Existen otros sistemas accesibles
en formato libre mediante Internet menos conocidos pero muy re-
levantes. Uno de ellos es World Wind de la nasa (2008b)42, el cual
también permite visualizar la Tierra a partir de imágenes de sa-
télite. Aunque World Wind tiene grandes potencialidades pedagó-
gicas, está más orientado al uso científico, ya que permite utilizar
diferentes tipos de bandas del espectro electromagnético empleadas
en la toma de las imágenes de satélite, de tal manera que es posible
resaltar aspectos diferentes de la superficie terrestre: vegetación,
cuerpos de agua, humedad, relieve y urbanización, entre otros. Una
de las principales diferencias respecto a Google Earth consiste en
que sus imágenes son de baja resolución, con lo cual las aproxima-
ciones muy detalladas no son posibles; sin embargo, para escalas
regionales, World Wind ofrece grandes ventajas —precisamente
por la posibilidad de seleccionar las bandas de interés—. Por otra
parte, la colaboración en cuanto a compartir información también
es posible, pero está restringida al ámbito académico y científico.
Inevitablemente, algunas preguntas inquietantes surgen a esta
altura: si este tipo de opciones de información espacial y territorial
están en formato de libre acceso en la actualidad, ¿qué niveles de
información están siendo manejados por los sistemas de espionaje

42 Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (National


Aeronautics and Spacial Administration, nasa).

297
Jeffer Chaparro Mendivelso

y los organismos militares de los estados con afán imperialista 43 a


inicios del siglo xxi?, ¿qué cantidad de información manejan y pro-
cesan las empresas privadas involucradas —por ejemplo Google—?
Llegado este punto cabe preguntarse lo siguiente: ¿si con la
información disponible es posible realizar modelos virtuales de
la Tierra, será también factible modelar la Luna, el planeta Marte…
el Universo? La respuesta es sí. Y lo más interesante es que ya
existen programas de acceso libre que permiten visualizar terri-
torios extraplanetarios —en la medida que de una u otra forma ya
están mediados socialmente por los humanos, así sea en términos
de su representación digital—. En la actualidad es posible acceder
a representaciones digitales de la Tierra, la Luna, Marte, Venus y el
Universo conocido (véase tabla 11).

Tabla 11. Comparación entre los sistemas de representación digital Google y


World Wind (nasa)

Astro - espacio Sistema de acceso Visualización


Google Earth y Maps Representación 3d, mapa 2d
La Tierra
World Wind Representación 3d
Google Moon Mapa 2d
La Luna
World Wind Moon Representación 3d
Google Mars Mapa 2d
Marte
World Wind Mars Representación 3d
Venus World Wind Venus Representación 3D
Google Earth Mapa 2d de la bóveda celeste
Universo
World Wind Sloan Mapa 2d de la bóveda celeste
—conocido—
Digital Sky Survey
Fuente: elaboración propia.

Indudablemente, sistemas como los anteriores confirman que


ya se están creando espacios virtuales en los que una persona puede
desplazarse e interactuar con el entorno digitalizado (Capel, 2001),
incluso más allá del planeta Tierra. Es más, ya hay quienes plantean
el uso del término cyborg (Adams, 1998; Clark, 2003; Hakken,
1999)44 para referirse a un organismo en parte humano y en parte

43 Sobre el tema del imperialismo en la actualidad, abordado desde la


geografía, véase: Harvey (2006).
44 Véase también la parte final del capítulo 6.

298
La sociedad y el ascenso del mundo digital

máquina —como el ordenador o el teléfono móvil, si se asumen


como extensiones del ser humano— que trabaja con modernas
tecnologías que tienen semblante virtual —es decir, digital—. Me
atrevo a plantear que el geógrafo que trabaja asiduamente con sis-
temas digitales —sig, gnss, entre otros— puede ser considerado
un cyborg —o al menos un proto-cyborg—. Lógicamente, lo mismo
ocurre para varias profesiones —geólogos, biólogos, astrónomos,
economistas, médicos, entre muchos otros—.
Con este panorama, innegablemente las metáforas sobre el
lugar virtual se convierten en un desafío ontológico serio para la
geografía (Adams, 1998). Una de las cuestiones más interesantes
para los geógrafos es la consideración de que los espacios virtuales
pueden replicar o diferir de los espacios físicos (Crampton, 2001).
En efecto, como el alcance de las telecomunicaciones es —po-
tencialmente— global 45, se podría decir que los lugares virtuales
que ofrece Internet tienen cierta correspondencia con el espacio
real (Adams, 1998). Además, si las relaciones espaciales físicas
pueden ser duplicadas —replicadas, modeladas— en mundos
virtuales (Crampton, 2001) o digitales, ¿qué implica esto para las
nociones geográficas, espaciales, territoriales y paisajísticas de
la vida humana? Ubicuidad, efectividad, hipermovilidad, mul-
tiescalaridad, glocalidad, universalidad, confusión entre lo real y
lo virtual… Tantas ideas que surgen e inquietan forman parte de
todo lo que ya emerge de las tdic en cuanto al espacio de la huma-
nidad —incluyendo, por supuesto, los imaginarios sociales—.
Los niños y jóvenes ya se están sumergiendo —de forma di-
ferencial a causa de la segregación— en la simulación y en los am-
bientes virtuales mediante Internet y los juegos de video. Las nuevas
posibilidades de la información geográfica se convierten en un reto
para el geógrafo dado el volumen de datos susceptibles de manejar,
procesar y cruzar. ¿Estará el geógrafo de hoy en condiciones de uti-
lizar e integrar todas estas posibilidades de información para dar
cuenta de la estructura y la dinámica del territorio? Con la idea de

45 Incluso, se podría señalar que extraglobal.

299
Jeffer Chaparro Mendivelso

tratar de adentrar en esta compleja situación, ahora expongo qué se


está haciendo desde la geografía en esta línea.

Geografía y realidad virtual: ¿nuevas geografías?


Desde la última década del siglo xx, los proyectos de inves-
tigación conjuntos entre los sig y los sistemas de realidad virtual
han permitido el desarrollo de sistemas de información geográfica
de realidad virtual (sigvr) (Haklay, 2002). La realidad virtual se
refiere a la posibilidad de que un usuario, a partir de información
digital limitada, cambie la perspectiva de una imagen o represen-
tación en tres dimensiones —3D—, y cause la actualización de la
vista presentada (Fisher y Unwin, 2002). La realidad virtual es
considerada como una forma de interface hombre-ordenador, que
produce o genera una simulación a partir de información real 46,
en nuestro caso, geográfica. Difiere de una transformación car-
tográfica tradicional porque la naturaleza de la relación entre la
representación —mapa— y el usuario —imagen del mapa— está
completamente ligada. La realidad virtual permite en el trabajo
geográfico que la información del mundo real pueda ser mostrada
y explorada digitalmente, para que luego esa información pueda
aplicarse o utilizarse en la realidad (Brodlie et al., 2002).
La realidad virtual cubre un gran espectro de posibilidades de
interrelación hombre-ordenador, que va desde la interacción con
ambientes reales que permite la teleoperación hasta la vinculación
con mundos creados favoreciendo la simulación. Este espectro de
posibilidades ha permitido generar simuladores de conducción
de automóviles, de manejo de bicicletas, para la vigilancia de pa-
cientes, para el entrenamiento en neurocirugía y radiología y hasta
para cursos virtuales de trabajo de campo en geografía (Brodlie y
El-Khalili, 2002). La combinación de sistemas de realidad virtual
y sig han permitido generar tres tipos principales de interfaces

46 No obstante, ya se está planteando que los espacios simulados con


información no real —acorde con nuestro mundo físico— también deben
vincularse o asociarse a las nociones de realidad virtual desde la perspectiva
de nuevas realidades. Esto lleva a considerar que la virtualidad puede
asumirse como otra forma de realidad. En este punto el debate está abierto.

300
La sociedad y el ascenso del mundo digital

tridimensionales, que permiten hacer varios zoom, con posibili-


dades de vistas tipo plano, tipo modelo y tipo mundo real (Kraak,
2002), que es una perspectiva como la de cualquier persona que se
encuentra sobre la superficie. Los sistemas Google Earth y World
Wind pueden considerarse como manifestaciones actuales de la
combinación entre los sig y las representaciones virtuales.
La navegación y la simulación en los sistemas de realidad
virtual pueden permitir un mejor entendimiento de la superficie o
del terreno real (Wood, 2002), al igual que pueden emplearse para
comprender algunos aspectos de la estructura y escala de depen-
dencia inherentes a los modelos de superficie; también admiten
explorar los lugares en diversos momentos, ya sea simulando y vi-
sualizando condiciones del pasado o futuras acciones y situaciones
—ligadas a la planificación—. Han permitido, por ejemplo, si-
mular el impacto visual de las turbinas de viento en algunas zonas
del Reino Unido, antes de una posible intervención real (Miller,
Dunham y Chen, 2002). La realidad virtual es muy versátil porque
permite generar mapas en papel, fotomontajes con vistas de po-
sibles intervenciones territoriales, presentaciones de proyectos en
reuniones públicas y videomontajes que posibilitan hacer vuelos
panorámicos sobre la zona o zonas de interés (Miller et al., 2002).
En el modelamiento de espacios urbanos, varias técnicas y
fuentes de datos pueden ser utilizadas para colectar y medir ob-
jetos individuales —edificios, casas—, destacándose el trabajo de
campo, la fotogrametría y el uso de los gps. Más que simplemente
visualizar espacios, la realidad virtual puede permitir navegar a
través de las escenas, pudiendo así utilizarse para trabajar con in-
formación urbana, ya sea más abstracta o más específica (Moore,
2002), como el tráfico-comportamiento de peatones y los cambios
derivados de diversas intervenciones físicas. Los antecedentes de
los ambientes urbanos en realidad virtual están relacionados con el
desarrollo de programas de diseño en computador, la cartografía,
la simulación y los juegos de video como SimCity47 y Age of Em-
pires, entre muchos otros.

47 Véase el capítulo 5.

301
Jeffer Chaparro Mendivelso

Las imágenes panorámicas digitales —similares a las que


genera una cámara fotográfica— pueden emplearse para generar
modelos de realidad virtual al cruzarlas con información espacial,
lo que potencia una de las herramientas básicas del geógrafo: la ob-
servación (Dykes, 2002). Por su parte, el avance tecnológico en sen-
sores remotos, que incluye el incremento de las bandas espectrales
utilizadas, ofrece los medios para que sea posible el desarrollo de
modelos digitales de terreno en un continuo desde la escala con-
tinental hasta un nivel muy local (Brown, Kidner y Ware, 2002),
con vistas en forma de vuelo y la posibilidad de hacer zoom muy
detallados en sectores específicos.
La exploración de ambientes virtuales en la interface usuario-
3D puede permitir aportes al conocimiento de los principios de la
cognición espacial. Más allá, se está considerando la incorporación
de la dimensión temporal —4D—, que permitiría hacer simulaciones
multitemporales sobre diversos fenómenos cambiantes y dinámicos
(Brown et al., 2002). Los sistemas de realidad virtual también pue-
den servir de herramienta para entender el proceso cognitivo ligado
al mapeo y, consecuentemente, pueden ayudar a los discapacitados
o limitados visuales. Desde hace algunos años, los avances en la
materia, reconociendo la multisensorialidad y multidimensionali-
dad en la realidad virtual, han planteado producir mapas digitales
táctiles, que permitan navegar virtualmente en espacios no visibles
(Chessman y Perkins, 2002).
Los estados que más han innovado en esta área son Estados
Unidos, Reino Unido, Suiza, Alemania y Canadá (Haklay, 2002).
Los proyectos de investigación se han desarrollado en diferentes
áreas de interés, como el planeamiento urbano (29%), el medioam-
biente (22%), la visualización de datos (18%), la militar (11%), los sig
(8%), la arqueología (6%), la educación (3%) y la ecología (3%).
En otra línea, las potencialidades de la realidad virtual para
la educación en geografía son amplias, ya que la posibilidad de ge-
nerar múltiples representaciones y la interactividad con la infor-
mación estimula y permite una mejor comprensión de los datos
espaciales (Moore y Gerrard, 2002). Estos aspectos han permitido,
como ya he comentado, el desarrollo de cursos de campo virtuales,

302
La sociedad y el ascenso del mundo digital

donde los estudiantes deben atender objetivos educacionales espe-


cíficos trabajando desde un computador personal.
Es pertinente comentar que pioneros en geografía ya han plan-
teado, de forma decidida, que la realidad virtual y la simulación
digital de espacios han llegado a esta disciplina o campo de cono-
cimiento de forma directa, aunque embrionaria. Los geógrafos de
los próximos años y décadas tendrán, de una u otra forma, que fa-
miliarizarse con la digitalización del territorio más allá del mapa,
los gnss y los sig.
Además de la geografía, otras disciplinas o campos de cono-
cimiento se han beneficiado del modelamiento en realidad virtual.
Desde finales de la década de 1980, la arqueología la ha utilizado
para representar reconstrucciones de lugares y ambientes, contri-
buyendo a manejar y erigir una noción enriquecida de la mimesis
virtual (Guillings, 2002). En historia y arqueología ya es común su
uso para reconstruir y mostrar al público antiguas ciudades y lu-
gares que tienen importancia cultural, partiendo de la integración
de diversas fuentes de información que incluyen mapas antiguos,
datos sobre arquitectura, narraciones y textos, topografía del terreno
y fotogrametría avanzada. La presentación final puede incluir aún
más información, en forma de bailarines y cantantes de la época,
por ejemplo (Ogleby, 2002). Estos sistemas permiten virtualmente
recorrer lugares que existieron en otros tiempos, algunos muy le-
janos. También traen consigo varios retos para quienes reflexionan
sobre el espacio y para quienes lo representan. Las representa-
ciones, como los mapas, no son neutras, tienen poder porque ma-
nejan información que puede promover algún tipo de decisión y
porque comunican mensajes particulares (Kitchin y Dodge, 2002).
Si los mapas convencionales tienen una potente carga ideológica,
ello también se replica, tal vez de forma más aguda, en los entornos
virtuales y en las simulaciones digitales.
Una de las más importantes innovaciones con implicaciones
para la visualización ha sido el desarrollo del lenguaje de modela-
miento de realidad virtual (vrml), que permite utilizar Internet
para visualizar en red los modelos de realidad virtual. La integración
del vrml con los sig ha permitido trabajar en la visualización

303
Jeffer Chaparro Mendivelso

de los potenciales cambios producidos en las zonas rurales, in-


cluyendo vistas de posibles escenarios con diversas formas de
intervención y modificación del territorio (Lovett et al., 2002). Los
sistemas de realidad virtual no solo permiten navegar en mundos
representados, también admiten que mundos creados de forma
virtual, únicamente allí, enseñen sobre el nuestro. Es la retroali-
mentación entre la realidad y la abstracción; la realidad permite
abstraer y la abstracción admite pensar la realidad. Antes, la rea-
lidad virtual solo permitía navegar o explorar, ahora ofrece más.
Sus aplicaciones admiten la simulación, la experimentación y la
comunicación, y cada una de esas posibilidades puede ser pasiva
o activa (Batty y Smith, 2002). Lo que se conoce comúnmente en
realidad virtual es de corte pasivo, aunque la otra línea ya está sur-
giendo. Es el futuro virtual, en el que pueden existir ciudades en el
ciberespacio y en el cibertiempo. Efectivamente ya existen…
Los mundos virtuales han surgido —véase el capítulo an-
terior—. Ofrecen la posibilidad de colonizar espacio, de construir
estructuras, de diseñar, de interactuar con otros. Uno de ellos —pro-
bablemente el más antiguo, y que aún sigue activo— se llama Alpha
World (Activeworlds, 2008; Batty y Smith, 2002; Dodge, 2002), el
cual es un mundo construido mediante Internet, en el que muchas
personas pueden interactuar en tiempo real en un espacio que ex-
clusivamente es digital. En nuestro tiempo no solo existe la realidad
virtual en geografía, existe la geografía digital, hemos asistido a su
nacimiento y necesitamos teorías para aproximarnos a ella (Batty
y Smith, 2002). De ahí que surjan entonces implicaciones filosó-
ficas asociadas al espacio y su representación, entre otros motivos
porque las geometrías euclidianas se presentan en el ciberespacio,
al igual que otras geometrías podrían ser posibles allí (Chessman
et al., 2002). ¿Qué implicaciones tendrá todo esto en el trabajo del
geógrafo en el futuro?
¿Y qué es Alpha World? Es un sistema disponible en Internet
para la interacción social en tiempo real, accesible en forma de rea-
lidad virtual desde un ordenador común, fue abierto al público el
28 de junio de 1995 (Dodge, 2002). En algunos aspectos es bastante
diferente, pero en otros se parece mucho al mundo real. Se inició

304
La sociedad y el ascenso del mundo digital

en un espacio no colonizado que poco a poco ha sido parcelado,


apropiado y edificado; además, posee calles y casas que definen
densidades urbanas. Y hasta ha sido representado en forma de
imagen de satélite.
Sus habitantes se llaman Avatares —Avatars— y su aspecto
es parecido al de los humanos —aunque es conveniente aclarar
que algunos participantes deciden elegir estéticas diferentes, como
robots, animales, monstruos, incluso hasta vehículos y frutas.
Deambulan por ahí como turistas —de acceso gratuito pero con
limitaciones— o como residentes —con privilegios ligados a la
propiedad y la posibilidad de modificar su entorno y su propio as-
pecto—. El ciudadano virtual puede elegir su aspecto y su sexo, su
identidad virtual, adoptada por alguien real. Allí existen algunas
reglas de convivencia, pero también existe el vandalismo. Y no es
difícil atravesar muros, ni volar, ni teletransportarse.
Otro mundo virtual más reciente es Second Life (2008), el cual
ha generado todo un revuelo mediático y hasta económico. Puede
considerarse técnicamente más evolucionado que Alpha World,
pero en otros aspectos es menos atractivo —desde mi punto de
vista—, ya que replica el uso de dinero del mundo real, lo cual
convierte a sus Avatars en esclavos digitales del dinero virtual, en
consumistas de bits… En otras palabras: sus participantes dejan
el mundo real para replicar lo absurdo del dinero en un mundo
virtual. Con todo y lo paradójico, Second Life se erige como un
mundo virtual merecedor de investigaciones serias —geográficas,
antropológicas, sociológicas, artísticas, psicológicas, económicas,
políticas, históricas…—.
¿Qué implicaciones podrán tener estos espacios virtuales
para los ancianos solitarios o para los jóvenes misántropos? ¿Qué
impacto tendría la realidad virtual en una persona inválida o pa-
rapléjica, para quien el cuerpo es una prisión? ¿Podría servir tera-
péuticamente para tratar enfermedades mentales? No se sabe aún.
Pero para la geografía este tipo de espacios virtuales, existentes
únicamente en el ciberespacio, son muy sugestivos. Pueden sus-
citar la reflexión geográfica en la medida que crecen, tienen di-
versos usos, poseen estructuras y dinámicas espaciales, y también

305
Jeffer Chaparro Mendivelso

porque son entornos digitales —¿lugares?— de interacción social o


contextos humanos virtuales.
¿Cómo serán esos espacios virtuales dentro de algunos años,
dentro de cien o doscientos? ¿Qué sucederá cuando se puedan uti-
lizar a fondo los sentidos? ¿Cuál será el papel de la Internet ina-
lámbrica (Comín, 2001)? ¿Podrá llegar el punto de constituirse una
conexión total? ¿Qué ocurriría si algún día el cerebro logra conec-
tarse directamente a sistemas digitales —como ya lo han planteado
científicos y escritores de ciencia ficción 48—?
Hay que poner los pies sobre la tierra. Lógicamente, el mundo
real no desaparecerá. No obstante, otros mundos están surgiendo,
y puede que algunos geógrafos opten por trabajar en esa línea. O
mejor, en las dos.

La geografía y las tdic: ¿hacia la cibergeografía?


Este recorrido puede catalogarse como un pequeño estado del
arte ligado a la incidencia de las tdic en el trabajo del geógrafo y en
la geografía como campo disciplinar o de conocimiento. Detecto
que todas esas ideas en torno al manejo de las tecnologías digitales
en geografía y a sus posibilidades de proyección en el campo de la
geografía virtual, indudablemente se constituyen como la base de
una línea inmensamente rica, inquietante y prometedora. Desde
hace algunos siglos se ha pretendido explicar la complejidad de los
procesos socionaturales que ocurren en la superficie de nuestro
planeta; ¿esa utopía estará empezando a desvanecerse? Todavía es
temprano para decirlo. Pero no hay que perder de vista que el uso
de potentes ordenadores ha abierto el paso a la posibilidad de cru-
zar múltiples variables espaciales y sociales, es decir, territoriales.
De ninguna forma pretendo sugerir el uso de las tdic en
geografía como algo neutro y como la panacea; pero, en verdad,

48 Lo cual aparece en toda la obra de William Gibson. Recuérdese que el


término “ciberespacio” fue propuesto por Gibson en 1984 en su obra
Neuromancer. Entre sus obras más sobresalientes traducidas al español se
encuentran: Neuromante (2002d), Mona Lisa acelerada (1992), Luz virtual
(2002c), Idoru (2002b), Quemando cromo (2002e), Conde Cero (2002a) y
Todas las fiestas de mañana (1999).

306
La sociedad y el ascenso del mundo digital

sus posibilidades para el trabajo empírico, y por qué no teórico,


son muy significativas. Su utilización puede permitir establecer el
grado de asociación entre la información cuantitativa y cualitativa;
además, repensar las aproximaciones y los hallazgos. También
hay que reconocer que la información, en especial la geográfica,
y su uso puede contribuir a generar exclusión y aumento signifi-
cativo de las disparidades —segregación—, y ello también debe ser
motivo de reflexión, de análisis y de crítica —pero no ramplona—,
más al considerar el poder que todo ello puede generar, y que de
por sí ya genera.
Apenas he explorado limitadamente una pequeña parte de lo
que las tdic implican para el trabajo del geógrafo y para la disci-
plina en términos del manejo de la información digital. Es nece-
sario reflexionar más sobre ello, porque, en parte, el futuro tiene
que ver con esas posibilidades. Aunque sería adecuado asumir la
instalación del mundo digital con optimismo, también falta de-
tectar y perfilar sus penumbras, porque de seguro que las tiene
—o las podrá tener—. Tal vez las limitaciones se hallen en nuestra
imaginación y no en la realidad. Y las formas futuras de trabajo en
geografía quizá lo confirmen.
La información geográfica siempre ha estado ligada al poder, al
dominio y al control territorial. Frecuentemente los geógrafos han
estado involucrados, directa o indirectamente, al poder. Las tdic
están contribuyendo a nuevos órdenes geopolíticos en el mundo
—lo cual queda claro en parte de esta investigación—. ¿Los geógrafos
serán conscientes de ello? ¿Desaparecerá la geografía tal y como la
conocemos? ¿Se instalará un campo de conocimiento del espacio
del hombre vendido al control factual y a la simulación? ¿Aquella
bella, interesante y sugestiva línea de interés por el espacio del
hombre, por la ecúmene, quedará en los anales de la historia? ¿Sur-
girán nuevas geografías? ¿Geografías virtuales… cibergeografías?
Si por siglos la geografía ha estado preocupada por el espacio del
hombre, no es nada descabellado pensar que el interés —o al menos
parte— migre hacia el espacio del hombre mediado por las tdic.
En el campo de la geografía seguimos trabajando para en-
tender el espacio físico, el territorio, el paisaje, mientras ante
nuestros ojos, o nuestras pantallas, se despliega el ciberespacio…

307
Jeffer Chaparro Mendivelso

308
Capítulo 8
Ideas finales y líneas de investigación futuras
en torno a la instalación del mundo digital

No sobra señalar que las ideas finales alusivas a cada uno de


siete capítulos que conforman este libro se encuentran en el último
apartado correspondiente. Por tanto, considero que aquí es per-
tinente hacer énfasis en plantear los aspectos más generales aso-
ciados al conjunto de la investigación.
Es evidente la imbricación de las tdic en la sociedad y en el
territorio. En la investigación que aquí presento, la cual debe asu-
mirse como exploratoria, se han señalado tan solo algunas de sus
manifestaciones y características.
Uno de los aspectos trascendentales que reviste mayor atención
es la cuestión del acceso a las tdic, ya que pueden permitir mejorar
las condiciones sociales, así como podrían constituirse en un factor
de segregación, discriminación y ahondamiento de las disparidades
—ya bastante profundas— en el mundo. Esta es una de las líneas
más interesantes en la relación tecnología-sociedad-territorio; pues,
en buena medida, lo que suceda en los próximos años y décadas
estará soportado en las situaciones que ya se perfilan. Por tanto, la
planificación y las perspectivas de desarrollo deberían incorporar,

309
Jeffer Chaparro Mendivelso

en su justa medida, la instalación del mundo digital, de modo que


asuman su significativo papel como catalizador social y territorial.
Las tecnologías digitales de la información y la comunicación
(tdic) deben asumirse como un macrofenómeno de especial rele-
vancia, ya que afecta, de una u otra forma, directa o indirectamente,
a todas las actividades productivas. De la misma manera, las tdic
inciden en múltiples escalas geográficas, desde la macro hasta la
micro; además, están mediadas por estadios —no del todo lineales,
aunque sí es posible diferenciar cierta secuencialidad— que oscilan
entre el deseo por acceder a las tecnologías digitales hasta la gene-
ración de nuevo conocimiento e innovación tecnológica. Todo ello
está atravesado por tres grandes discursos: el público, el privado y
el disidente, alternativo o crítico —no sobra señalar que, por lo ge-
neral, los discursos público y privado responden a lógicas bastante
sincronizadas—. Lo anterior se está conjugando para generar es-
tructuras y dinámicas territoriales que, de la manera como se están
configurando, participarán —de por sí ya lo están haciendo— en la
consolidación de un mundo cada vez más segregado.
La inserción de las tdic en el territorio está derivando en
mutaciones considerables, algunas de las cuales están sentando
las bases para formas agudas de control territorial. Varios son los
ejemplos al respecto: la fuerte expansión de los modelos urbanos
con la asistencia de las telecomunicaciones; el control digital de
grandes zonas de producción agropecuaria a partir de la agro-
mótica o la ruramótica; la integración e interrelación de amplias
cadenas industriales mediadas por la telestesia y la teleasistencia;
el control de viviendas, barrios y grandes construcciones mediante
dispositivos domóticos e inmóticos; y la factibilidad potencial del
control de porciones de ciudades, de ciudades enteras o de redes
de ciudades mediante la urbamótica. De la forma en que en la ac-
tualidad se están aplicando las tdic, es bastante probable que en el
futuro deriven en formas masivas de control territorial y, de forma
paralela, en opciones de control social. Ello es sumamente peli-
groso e indeseable.
La tecnología por sí misma no implica un uso perverso o bon-
dadoso —aunque ciertamente muchas investigaciones demuestran

310
Ideas finales y líneas de investigación futuras…

que la guerra ha sido un factor jalonador—. El uso de la técnica, en


sentido genérico, está estrechamente vinculado a su apropiación
y a su difusión social, y en las tdic la subversión de los poderes
establecidos, los caminos alternativos, los atajos y el autoapren-
dizaje han sido, y son, motores. Este último aspecto introduce uno
de los asuntos más interesantes: la absorción y asimilación tecno-
lógica. Por ejemplo, en la cultura informática hacker y en el hackti-
vismo, especialmente en lo referente a Internet y los computadores,
siempre ha estado presente la colaboración entusiasta y la idea de
socializar el conocimiento y las posibilidades tecnológicas. Pero
asumir esta lógica requiere no pecar por desconocimiento o por
ignorancia, ya sea consciente o inconscientemente.
La difusión de la información y del conocimiento es otro de
los grandes retos ligados a las tdic. Las patentes y los derechos
de autor se están manejando y controlando de tal forma que no
contribuyen a la mejora de las condiciones sociales conjuntas, pero
sí a la toma de ventaja por parte de grupos muy poderosos. Frente a
esta situación, están surgiendo movimientos y corrientes que pro-
mueven el acceso libre a la información y la circulación no cata-
lizada de los bits. Propuestas como las asociadas al software libre
y a las licencias Creative Commons (cc) deben asumirse como una
esperanza al respecto. De la misma forma, los movimientos hack-
tivistas están proponiendo alternativas relevantes y sugestivas para
contribuir a disminuir las brechas y las diversas formas de segre-
gación derivadas del control de la producción y de la circulación de
la información y del conocimiento.
No es conveniente considerar a las tdic de forma aislada. La
vinculación entre la ciencia de punta —innovación tecnológica—
y los fundamentalismos religiosos de cualquier tipo —desde el
islamismo hasta el mismo catolicismo—, por ejemplo, es muy pe-
ligrosa. La sociedad de la desinformación y del desconocimiento
puede constituirse en el combustible de un mundo cada vez más
segregado, controlado, manipulado, fantaseado, ficcionado y di-
señado por las élites —mundiales y locales— que están definiendo
las rutas de la sociedad y del espacio, es decir, la configuración del
territorio. Ello no implica, necesariamente, asumir que existe una

311
Jeffer Chaparro Mendivelso

especie de plan diseñado al milímetro, pero sí considerar la fuerte


injerencia e influencia de quienes toman decisiones por encima de
la gente del común y con la —en ocasiones— ingenua complacencia
de los científicos. Nos adentramos casi a ciegas a un mundo donde
muy pocos toman decisiones trascendentales para los demás; es
por ello que la organización social de base y en red es cada vez más
necesaria para hacer contrapeso y resistencia. Aunque es necesario
el optimismo, al igual que las ideas de cambio y la utopía, en rea-
lidad el mundo digital que se está instalando tiene más bien una
tonalidad oscura.
Si el territorio se está modificando a causa de la irrupción de
las tdic, es necesario y adecuado asumir también que el cambio
es correlativo y coevolutivamente social. Entre las modificaciones
se destacan las perspectivas y visiones sociales del mundo y del
lugar, de la utopía, de los imaginarios y los sueños. Por otra parte,
algunas de las formas de interacción social están pasando a tener
un gran componente virtual; es decir, a darse a partir de la me-
diación digital en la que la presencia factual y los vínculos cara a
cara no son del todo necesarios. De ninguna manera esto permite
plantear un mundo en el que los encuentros personales directos
desaparezcan, aunque sí es posible denotar una tendencia hacia el
incremento de las formas de socialización mediadas por las tdic.
Este aspecto es bastante relevante, ya que la comunicación es la
base de las formas de organización social. Si la comunicación se
media cada vez más por las tdic, ello implica posibles mutaciones
en los tejidos sociales.
Otro de los aspectos relevantes, en términos sociales, está
ligado a la emergencia del cyborg, entendido como el humano que
utiliza, de forma aguda, objetos técnicos digitales para desem-
peñar varias de sus actividades cotidianas, como comunicarse
—mediante los teléfonos móviles e Internet—, trabajar —frente
a un computador u otro terminal digital—, recrearse —utilizando
los videojuegos o las variadas opciones de la web 2.0— o, incluso,
para corregir funcionamientos de su propio cuerpo —implantes para
asistir al corazón, al oído y, probablemente en poco tiempo, al ce-
rebro—. El asunto no queda ahí, puesto que la imbricación de las

312
Ideas finales y líneas de investigación futuras…

tdic en el cuerpo humano ya se está manifestando de forma in-


tensa en la guerra. Los soldados de los ejércitos hegemónicos de
hoy día —como los de Estados Unidos y los de la Unión Europea—
son modelos visibles de los proto-cyborgs de inicios del siglo xxi:
visores nocturnos y potenciadores de la visión, armas con dispo-
sitivos láser, comunicación en tiempo real a diversas escalas terri-
toriales, sistemas de posicionamiento global (gps), ordenadores
diminutos enlazados mediante sistemas inalámbricos, aparatos de
interceptación de frecuencias y dispositivos para escuchar a dis-
tancia, entre muchos otros, son ejemplos de los objetos técnicos
digitales que están siendo utilizados por estos humanos híbridos.
La velocidad de cambio, inmersa e inherente a las tdic, es un
gran desafío, pues las aproximaciones disciplinares aún no se han
acercado adecuadamente al fenómeno cuando ya han emergido si-
tuaciones contrastadas, imprevisibles y complejas. Las tecnologías
digitales tienen muchas caras y facetas, por lo que las aproxima-
ciones deberían, en lo posible, considerar la naturaleza cambiante
y multifactorial tanto de las mismas posibilidades técnicas como
sus efectos y sus manifestaciones sociales y territoriales.
La geografía misma está sufriendo cambios importantes. Las
formas de trabajo así lo denotan; por ejemplo, mediante el uso in-
tensivo de los sistemas de información geográfica (sig). Las modi-
ficaciones también pueden asociarse a la emergencia de conceptos
de especial trascendencia, como es el caso del ciberespacio. Incluso,
es posible que la geografía, de la forma en que la conocemos en la
actualidad, pueda desaparecer o diluirse dentro de lo que algunos
denominan como “geomática”; ello debe favorecer la discusión y la
reflexión. En todo caso, las tdic son un gran reto para la geografía,
no solo en términos teóricos, epistemológicos, conceptuales, meto-
dológicos y procedimentales, sino también en cuanto a los presu-
puestos y la concepción misma de su interés disciplinar —ello sin
desconocer la necesidad de la interdisciplinariedad y de la trans-
disciplinariedad—. Además, surgen también desafíos con relación
a su capacidad de ofrecer respuestas y alternativas a los problemas
asociados a la instalación del mundo digital. No cabe duda de que,

313
Jeffer Chaparro Mendivelso

desde múltiples perspectivas, las tdic se constituyen en un gran


reto para la geografía y para los geógrafos.
En cuanto a las posibles líneas de investigación, deseo señalar
algunas que considero relevantes:
• La articulación territorial en tiempo real mediante las tdic.
• Las comunidades virtuales y su expresión espacial.
• Los movimientos sociales e Internet.
• La globalización diferencial en función de la difusión y adopción
de las tdic.
• La difusión alternativa de la información y del conocimiento
mediante opciones contrapuestas a las lógicas hegemónicas.
• El uso de las tdic por las minorías sociales —como en el caso
de las comunidades aborígenes de América del Sur—.
• El control territorial y social.
• Las formas emergentes de guerra virtual.
• La relación sociedad-medio digital.
• La profundización conceptual en cuanto al ciberespacio y al
ciberterritorio.
• La ciudad, la urbanización y los entornos rurales mediados de
forma aguda por las tdic.
• La relación entre el arte, la ficción, los imaginarios y los mo-
delos emergentes de estructuración territorial.
• El homo-cyborg y su acción territorial.
• La geografía de los mundos virtuales.
• La utilización de los sistemas de información geográfica de
realidad virtual en el análisis geográfico.
• La naturaleza mediada por las tdic, bajo la lógica de la natu-
raleza virtualizada.
• La geopolítica de las tdic.
• La profundización en cuanto a la conceptualización teórica de
la noción asociada al “medio digital”.

A inicios del siglo xxi pueden identificarse, desde mi pers-


pectiva, tres macrofenómenos que están modificando de manera
rápida y aguda, aunque diferencial, la morada del hombre, es decir,

314
Ideas finales y líneas de investigación futuras…

el planeta. Estos son: 1) el cambio climático y ambiental, con impli-


caciones en todas las escalas geográficas y en todas las actividades
humanas, 2) la ingeniería genética y la biotecnología, que están al-
terando las formas de vida, los animales, las plantas, los alimentos,
las prácticas médicas y, en algún tiempo, hasta la estructura de la
familia —por ejemplo, a partir de los bancos de óvulos y de esperma
o con los bebés de diseño y la clonación humana— y al hombre
mismo —mediante la terapia génica, entre otras opciones— y 3) las
tecnologías digitales de la información y la comunicación. Lógica-
mente, lo anterior está mediado y catalizado por las estructuras de
poder, las dinámicas productivas, las ideologías e, incluso, por las
perspectivas de corte religioso. ¿Qué papel están desempeñando
las tdic en todo eso?, ¿cómo podrá la geografía abordar el reto que
tiene frente a sus ojos en términos disciplinares y técnicos?
En conjunto, las tdic están participando de forma decidida
en la remodelación y en la modificación de la Tierra del hombre,
de la Pachamama, de la ecúmene y del paisaje. Las tdic se están
constituyendo en catalizadores de la sociedad y del territorio, de
tal manera que ello incide y, a la vez, se manifiesta en las estruc-
turas y en las dinámicas territoriales.
Solo resta señalar que el mundo digital no es una mera utopía,
una ficción, pues ya lo estamos viviendo, aunque de manera dife-
rencial dependiendo del contexto territorial en el que nos encon-
tremos. No hay que perder de vista que el macrofenómeno de las
tdic se encuentra en una fase embrionaria. La revolución digital
apenas está comenzando. Es el exordio al mundo digital…

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1 En razón a que el horizonte temporal de la investigación abarca los años


2002 a 2008, es factible que algunos enlaces se encuentren desactivados para
el 2017. Ello responde a la dinámica natural de Internet y a la inflexibilidad
de algunos sistemas de referenciación que no admiten la inclusión del dato
preciso asociado a la fecha de consulta del recurso digital; el autor considera
que todos los sistemas de referenciación deberían incluir esta información.
Una posibilidad para acceder a información digital que en la actualidad no
se encuentra disponible por la fluidez de la red es Internet Archive: https://
archive.org/index.php

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353
Índice de materias

Actividades productivas, 11, 14, 29, 38, Ciudad compacta, 91


49, 50-56, 61, 84, 89, 97, 132, 231, 310 Ciudad difusa, 93, 94, 342
Agromótica, 190, 218-220, 310 Contraurbanización, 93-99, 103, 106, 319
Alta tecnología, 31, 38, 50, 52, 57, 60-61, Control territorial, 9, 24, 187, 189, 190,
78, 116, 128, 137-138, 144-152, 155, 160- 218, 221, 224, 225
161, 167-169, 174, 177, 182, 191, 211, 213, Convergencia tecnológica, 28, 92, 113,
240 131, 190, 247, 288, 294, 295
Ambientes virtuales, 267, 289, 295, 299, Cultura tecnopolitana, 157
302 Culturas adaptativas, 157
Automóvil, 97-98, 100-101, 103-107, 109- Cyborg, 18, 30, 228, 255, 256, 257, 298,
110, 114, 119, 125-126, 129, 168, 174, 211, 299, 312-314, 326, 333
224, 276, 300
Discurso, 17, 38, 51, 55, 80, 81, 82, 84, 86,
Bit(s), 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20-22, 26-30, 90, 113, 181, 239, 246, 255, 292, 310
35, 85, 88, 190, 235, 241, 254, 262, 280, Dispersión urbana, 9, 31, 91-93, 95-99,
281, 305, 311, 326, 330, 350 101, 103, 106-111, 114, 117, 118, 120, 123,
129, 132, 262, 325
Cartografía, 265, 268, 273, 284, 301, 324 Domótica, 9, 17, 32, 85, 187, 189-195, 197,
Ciberdemocracia, 17, 21, 24, 92, 114, 118, 200, 206, 207, 209, 213, 318, 319, 324,
120, 122, 228, 242, 347 327, 328, 333, 335, 336, 340, 345, 347, 352
Ciberespacio, 6, 17, 18, 22, 25, 27, 29, 30,
33, 120, 130, 187, 208, 228, 253, 262, 267, Economía digital, 47, 51, 148
289, 290, 291, 292, 293, 294, 304, 305, Educación, 17, 27, 38, 42, 43, 44, 45, 50,
306, 307, 313, 314, 322, 351 52-54, 57, 63, 64, 66, 68-70, 72, 73, 76,
Cibergeografía, 6, 9, 33, 265, 267, 306, 78, 85, 117, 132, 153, 216, 232, 241, 247,
307 282, 283, 286, 302, 318, 319, 320, 324,
Ciencia ficción, 18, 121, 187, 197, 205, 210, 326, 329, 330, 338, 341, 344, 350, 352
211, 218, 254, 259, 294, 306, 342

355
Jeffer Chaparro Mendivelso

Estadios técnicos comunicativos, 13, 23 Medio innovador, 31, 138, 143, 152, 153,
155, 156, 158, 160, 161, 163, 167, 170, 176,
Geomática, 221, 267, 278, 279, 280, 281, 181
313, 331, 345 Multiescalar, 9, 30, 37, 38, 49, 50, 180,
Globalización, 6, 11, 29, 30, 39, 45, 48, 51, 221, 250
58, 112, 143, 163, 166, 184, 232, 241, 242, Multiestadial, 9, 37, 38
244, 245, 250, 314, 319 Multisectorial, 9, 37, 38, 53
Glocal, 50
Parque científico, 21, 153, 154, 161
Inmótica, 32, 189, 209, 213, 215, 319 Parque tecnológico, 143, 154, 159, 161-163,
Innovación tecnológica, 9, 21, 28, 29, 31, 348
32, 38, 41, 50-52, 54, 55, 60, 61, 68, 74, Periurbanización, 94, 95, 327
76-78, 85, 126, 128, 129, 132, 135-140,
142-145, 148, 152, 153, 163, 166, 167, 169, Realidad virtual, 17, 20, 201, 208, 219,
170, 172, 174-178, 180-182, 185, 229, 233, 248, 253-255, 297, 300-305, 314
240, 261, 262, 310, 311, 318, 323, 324, 340 Redes de colaboración, 116, 286, 287
Inteligencia artificial, 173, 191, 209, 210, Redes informáticas, 29, 49, 54, 228
219, 231, 249, 251, 259 Redes técnicas, 100, 101, 183
Inteligencia en red, 17, 228, 249, 251, 262, Relaciones sociales, 19, 20, 32, 107, 163,
287 178, 179, 228, 237, 247, 291, 292
Internet, 19, 26, 27, 29, 30, 34, 40-45, 48, Revolución tecnológica, 15, 16, 18, 19, 66,
49, 52, 54-56, 62-68, 70-72, 75, 76, 79, 109, 259, 329
81, 83-86, 91, 98, 100, 107, 108, 112, 113, Ruramótica, 9, 32, 187, 189, 218-220, 310
116, 118, 119, 120-124, 130-132, 169, 170,
176, 177, 178, 179, 180, 183, 184, 192, 195- Segregación digital, 9, 27, 37-41, 43, 44,
202, 204, 207, 210, 215, 218, 228, 229, 46-56, 60, 61, 63, 70, 78, 80-85, 88, 89,
230, 232-239, 243-245, 247-251, 257, 90, 116, 123, 180, 184, 213, 218, 225, 233,
265, 266, 284-287, 292, 293, 296, 297, 250, 266, 319, 325
299, 303, 304, 306, 311, 312, 314, 317, 319, Sistemas de información geográfica, 20,
323-330, 332, 334, 336-338, 342, 343, 345, 59, 62, 217, 221, 251, 265, 267, 269, 279,
346, 348, 350, 351, 352 285, 300, 313, 314
Sistemas globales de navegación por
Localización industrial, 116, 139, 140, satélite, 267, 275, 279
142, 145, 318, 322, 323, 340, 344-346, Sociedad de la información, 6, 17, 39, 40,
348 52, 54, 55, 81, 82, 84, 108, 167, 228, 230,
231, 232, 233, 324, 329, 330, 331, 344, 352

356
Índice de materias

Sociedad del conocimiento, 17, 39, 40, Teleoperación, 192, 195, 206-208, 217,
52, 54, 55, 74, 81, 84, 136, 137, 228, 230, 300
231, 232, 318, 344 Telepresencia, 173, 289
Sociedad red, 22, 28, 45, 75, 229, 234, 235, Teletrabajo, 17, 54, 85, 92, 108, 118, 123,
236, 324 124, 125, 247, 320, 326
Suburbanización, 91, 95, 96, 327, 341 Transporte, 23-25, 31, 61, 91, 97, 99, 100,
101, 103, 108, 112, 113, 114, 119, 124, 125-
Técnica, 15, 22, 24, 26, 30, 37, 54-57, 64, 127, 131, 140, 155, 173, 175, 178, 217, 219,
65, 84, 164, 166, 171-173, 183, 228, 256, 221, 224, 225, 256, 277
260, 275, 281, 311, 335, 346
Técnicas comunicativas, 15, 22-24, 27, Urbamótica, 9, 32, 187, 189, 213, 216, 217,
29, 31 310
Tecnologías digitales de la información
y la comunicación (TDIC), 9, 11, 13, 27, Videojuego(s), 17, 46, 85, 113, 131, 199,
28, 38, 91, 92, 107, 127, 137, 151, 183, 227, 201-206, 209, 210, 216, 217, 239, 241,
265, 310, 315 254, 257, 265, 312
Tecnópolis, 74, 76, 77, 136, 144, 151, 154, Virtualización, 209, 211, 228, 243, 247,
158-161, 172, 240, 262, 324, 341, 343 252, 254, 297
Tecnópolo, 146, 155, 157, 159, 174, 181
Telecomunicaciones, 19, 26, 31, 42, 51,
62, 77, 81, 82, 84, 91, 92, 100, 102, 109,
111-120, 122-133, 145, 149, 150-152, 155,
159, 173, 176, 178, 183, 184, 192, 194, 200,
214, 221, 229, 231, 239, 261, 299, 310, 333,
335, 337, 351

357
Un mundo digital.
Territorio, segregación y
control a inicios del siglo xxi
e di ta d o p or e l C e n t ro E di t or i a l
de l a Fac u lta d de c i e n c i a s
h u m a n a s de l a u n i v e r s i da d
n ac io n a l de c ol om bi a , F or m a
pa rt e de l a bi bl io t e c a a bi e rta ,
c ol e c c ió n g e n e r a l , s e r i e
g e o g r a f í a . e l t e x t o f u e c om p u e s t o
e n c a r ac t e r e s m i n io n y f ru t ig e r .
s e u t i l i z ó pa p e l b o ok c r e a m de
6 0 g r a m o s y, e n l a c a r át u l a ,
C l a s s ic L i n e s N at u r a l W h i t e DE
2 16 g r a m o s . e l l i bro s e t e r m i n ó
de i m p r i m i r e n b o g o tá , e n
P ro c e di t or , e n a br i l de l 2 017.
456
Biblioteca Abierta La presente obra indaga las diversas maneras y formas cómo Un mundo digital Jeffer Chaparro Mendivelso

Extractivismos y postconflicto en Colombia:


retos para la paz territorial
las tecnologías digitales de la información y la comunicación
(tdic) han moldeado, de manera esencial e irreversible, el mundo
Territorio, segregación Geógrafo de la Universidad Nacional de Colombia,
mágister y doctor en geografía de la Universidad
Astrid Ulloa y Sergio Coronado contemporáneo. A varios lustros de su surgimiento, las tdic y control a inicios de Barcelona. Ha recibido diversas distinciones
académicas, entre las que se destacan el Grado de

· G eog rafí a ·
(editores) han afectado las formas de organización social y las actividades
Serie Perspectivas Ambientales en coedición con el cinep
productivas, modificando de manera definitiva la configuración del siglo xxi Honor de la Universidad Nacional de Colombia
(2000), la Medalla de los 40 años de la Facultad de
Semillas de historia ambiental territorial del planeta en diferentes escalas e influyendo Ciencias Humanas de la misma universidad (2006)
Stefania Gallini incluso los imaginarios individual y colectivo. En efecto, es un Co l e cc i ó n   g e n e r a l y el Premi Extraordinari de Doctorat (2009-2010)
(editora) ISBN 978-958-775-949-5 biblioteca abier ta de la Universidad de Barcelona. Ha escrito alrededor
fenómeno de tan enorme magnitud que se puede afirmar que
Serie Perspectivas Ambientales de 60 productos académicos e investigativos —
las tdic contribuyeron a la instalación y entronización de un principalmente artículos y capítulos de libros— sobre
Títulos en preparación mundo digital. La globalización, que para nada es homogénea y diversos temas geográficos tales como: cambio

Un mundo digital
Territorio, segregación
y control a inicios del siglo xxi
equitativa, se alimenta decididamente de la difusión y el uso de climático, dinámica fluvial y costera, educación,
Los límites de la triple frontera amazónica: encuentros 9 789587 759495 ciudad, patrimonio, cibergeografía, turismo,
tecnologías digitales, las cuales son la “punta de lanza” de la
y desencuentros entre Brasil, Colombia y Perú
Daniel Esteban Unigarro actual revolución tecno-científica-cultural. Su autor, el geógrafo Jeffer Chaparro Mendivelso comunidades alternativas, neorruralidad
y cine. Ha sido secretario de la Asociación Colombiana
Serie Antropología y docente universitario Jeffer Chaparro, presenta esta obra como de Geógrafos (acoge), miembro de la Asociación de
un desarrollo ulterior de su tesis doctoral, la cual fue dirigida Egresadas y Egresados de Geografía de la Universidad
De la ciudad hidalga a la metrópolis globalizada
Nacional de Colombia (aggun) y presidente del
John Williams Montoya por el connotado ensayista Horacio Capel, siendo este trabajo
Colegio Profesional de Geógrafos (cpg) de Colombia.
Colección Imago Mundi
acreedor al Premi Extraordinari de Doctorat de la Universidad Desde el 2003 es secretario del portal Geocrítica de
de Barcelona en 2011. la Universidad de Barcelona y a partir del 2006 es
Colección CES
director, junto con Horacio Capel, de Ar@cne. Revista
electrónica de recursos en Internet sobre Geografía
Cambio ambiental global, Estado y valor público: la cuestión
y Ciencias Sociales, de la misma universidad. En
socio-ecológica en América Latina, entre justicia ambiental
la actualidad es profesor asociado en dedicación
y “legítima depredación”
exclusiva del Departamento de Geografía de la
Andrea Lampis
Universidad Nacional de Colombia, en el cual es
(editor)

Jeffer Chaparro Mendivelso


director y líder del grupo de investigación Territorios,
Aprendizajes y Ciberespacios (tac); además,
Otros títulos
es el director de la línea de Ciencias Sociales del
Colombia. Bosquejo de su geografía tropical Instituto de Investigación en Educación de la Facultad
Ernesto Gulh de Ciencias Humanas.
2a. Edición, Vols. 1 y 2

Ordenar los territorios. Perspectivas críticas


Departamento de Geografía
desde América Latina
Facultad de Ciencias Humanas
Patricia Rincón Avellaneda y Alice Beuf
Sede Bogotá
(editoras)
En coedición con Ediciones Uniandes

caratula_un_mundo_digital.indd Todas las páginas 10/04/2017 07:03:56 p.m.

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