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El documento describe al docente como un transformador de otros cuyo trabajo es enseñar de manera artesanal, comprometiéndose con el proceso de enseñanza y aprendizaje. Un buen docente puede percibir el progreso de sus estudiantes y sentir satisfacción cuando logra una buena enseñanza. Sin embargo, también reconoce los límites de su capacidad para transformar a otros y acepta que no puede controlar todos los resultados ni saberlo todo.
El documento describe al docente como un transformador de otros cuyo trabajo es enseñar de manera artesanal, comprometiéndose con el proceso de enseñanza y aprendizaje. Un buen docente puede percibir el progreso de sus estudiantes y sentir satisfacción cuando logra una buena enseñanza. Sin embargo, también reconoce los límites de su capacidad para transformar a otros y acepta que no puede controlar todos los resultados ni saberlo todo.
El documento describe al docente como un transformador de otros cuyo trabajo es enseñar de manera artesanal, comprometiéndose con el proceso de enseñanza y aprendizaje. Un buen docente puede percibir el progreso de sus estudiantes y sentir satisfacción cuando logra una buena enseñanza. Sin embargo, también reconoce los límites de su capacidad para transformar a otros y acepta que no puede controlar todos los resultados ni saberlo todo.
EL DOCENTE COMO OBRADOR/TRANSFORMADOR/EMANCIPADOR DE OTROS
La Enseñanza puede considerarse como un oficio, cuyo centro de actuación
está en las almas de otros. La transformación de las personas en algo distinto a lo que eran es su destino, y así la enseñanza deviene en producción y los que enseñan, en productores o transformadores de otros. La Enseñanza puede caracterizarse como una artesanía, entendida como la habilidad de hacer algo bien, por el simple hecho de hacerlo de ese modo( Sennett, 2009ª). El trabajador con sentido artesanal se compromete en el trabajo por el trabajo mismo; en su mente, los detalles del trabajo cotidiano se conectan con el producto final; el trabajador puede controlar sus acciones en el trabajo. Hacer las cosas bien, poder hacerlas bien, recompensa y satisface. Poder enseñar, poder accionar, y hacerlo bien constituye una de las mayores recompensas de aquellos que trabajamos, que otros con otros y sobre otros. Quien enseña podría definirse como un productor de personas; y a esta particularidad se liga un componente valoración o vocacional. Hoy la autoridad hay que procurará día a día y se requieren recursos y destrezas para ejercer El oficio en organizaciones cada ves más complejas. El oficio requiere de pruebas y puestas a prueba de lo que se hizo. Por que el hacer o quehacer se fortalecen cuando los que enseñan se reconocen como hacedores de su trabajo; cuando pueden saber y apreciar lo que han producido. Los profesores pueden darse cuenta cuando han realizado una buena tarea y esta comprobación se centra, según Jackson, más en las reacciones inmediatas que los alumnos demuestran en la clase que en los resultados obtenidos mediante pruebas estandarizadas. El profesor percibe El progreso de sus estudiantes y que esa percepción constituye para el un indicador de éxito de su tarea. Cuando se trata de formar, educar o transformar a las personas y cuando se constata que ello ha ocurrido, el secreto, el truco, o la magia se potencian o magnifican. El acto pedagógico- como aquel que posibilita la transmisión- no puede estar programado por nadie, sostiene Meirieu. Es palpable, alumnos y maestros armonizan, la corriente fluye.. lo que ocurre en ese momento es “extraordinario”, contra todas las formas de fatalidad y a pesar de todas las dificultades objetivas.. Los alumnos aprenden, comprenden, progresan. Entre la grandeza del “Todo lo puedo” a la miseria del “No puedo nada”, la distancia en mínima. Asumir la grandeza del proyecto educar tiene un alto componente simbólico que engrandece a quien lo realiza pero produce, sentimientos de frustración, a medida que se concreta, ya que las consecuencias de la acción siempre serán insuficientes al tomar como parámetro semejantes expectativas. La obra y el obrar educativo implican ceder, entregar, incluso regalar al otro, sometiéndose al juicio que pudieran hacer los demás. Implican someterse a lo imprevisible que puede derivar de una acción que supone obrar con sujetos singulares, donde “ya no hay ningún objeto a fabricar, ningún objeto del que se tenga una representación anticipada que permita su elaboración y lo encierre, dentro de su resultado”. Cada uno, como docente, contribuye, obra y pone en ello toda su energía; para “comunicarle (al alumno) los saberes y los saber hacer más elaborados, ha de equiparse cuanto más mejor para que, cuando deba encararse solo al mundo, pueda asumir lo mejor posible las opciones personales, profesionales o políticas que tendrá que tomar”. Llama “pedagogo” al educador que persiga “la emancipación de las personas que le han sido confiadas, la formación progresiva de su capacidad de decidir por ellas mismas su propia historia, y qué pretende conseguirlo mediante determinados aprendizajes”.(Meirieu 2001) Ningún profesor está exento del fracaso y tiene que saber que no todo lo va a poder ni todo lo va a saber. En educación, como sabemos, no todas las acciones ni las decisiones producen los mismos efectos, ni aún en las mismas circunstancias. El docente suele experimentar comí milagrosas las modificaciones identificas como producto de accionar, sostuvimos. Afirma Meirieu, “creo preferible formar al niño en la capacidad de desprenderse de las influencias que recibe que pretender que no se ejerce ninguna”. El docente influye, acciona, por que esa es su responsabilidad y obligación, aunque reconoce los límites de esa influencia y de la transformación de los sujetos a quienes forma. En la tradición de los artesanos, recuerda Norbert Elias, era corriente que el padre, como si fuera el maestro, transmitiera al hijo sus conocimientos y habilidades de artesano, quizás con la esperanza de que algún día el hijo lo superara en el dominio del oficio. La Enseñanza implica tanto el procedimiento como los resultados y son estas aproximaciones las que más se acercan a las visiones que venimos presentando. Para Meirieu, enseñar es organizar la confrontación con el saber y proporcionar las ayudas para hacerlo propio. El profesor debe a la vez permitir a cada alumno abordar un saber que le sobrepasa y proporcionarle la ayuda necesaria para que lo interiorice. Al mismo tiempo debe solicitar el compromiso de la persona y poner a su disposición los recursos sin los cuales no podrá obtener buenos resultados en su aprendizaje. Dice también que la enseñanza no es ajena a lo que se produce. La “producción” del trabajo docente suele medirse mal, según las opiniones más críticas, que apuntan contra la evaluación estandarizada que intenta establecer una correlación directa entre el desempeño de los docentes y los resultados de aprendizajes obtenidos por los alumnos. Para enseñar hoy necesitamos de saberes y habilidades que nos permitan probar, experimentar, re-crear y seguir aprendiendo continuamente. Estar preparados para asegurar una transmisión lograda, para saber y poder hacerlo mediante la enseñanza, y hacerlo bien, más allá de las circunstancias, tiene menos que ver, según Sennett.
LOS LÍMITES DE LA TRANSFORMACIÓN
Encara la profesión y posicionarse como el responsable absoluto de las transformaciones de otros y de todos, es un contexto de alta competencia y desprotección para los individuos, tiene consecuentes personales y también