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APRENDIZAJE
INTRODUCCIÓN
El maestro como guía establece estrategias o técnicas esenciales que le permiten cumplir una
mejor metodología y buenos resultados educativos, es por ello que ante esta afirmación nos
hacemos la siguiente interrogante: ¿Cuál es el rol del docente de educación secundaria en el
proceso de enseñanza – aprendizaje en las escuelas? Consiste en utilizar los métodos adecuados
para lograr los aprendizajes signicativos. Por lo tanto, el objetivo de este ensayo es demostrar
que tal función y procedimientos utilizados son los más pertinentes para lograr, valga la
redundancia, dichos aprendizajes significativos.
Apoyándonos Ortiz (2007), nos describe algunas de las características del docente en su
desarrollo potencial:
El docente debe profundizar, descubrir lo que el estudiante conoce, cómo lo relaciona, qué
puede hacer con ayuda y qué puede hacer solo. Estas son exigencias esenciales para actuar en la
zona de su desarrollo potencial.
De manera que para crear conocimientos es preciso profundizar con el pensamiento en los
conocimientos que lo originaron, volver sobre los conceptos de los cuales se partió y tratar de
explicitarlos de manera detallada (p. 72).
Es menester del docente captar las habilidades de sus estudiantes, para potenciarlas y que por
medio de estas ellos puedan desarrollar sus capacidades, claro esta que esta tarea es ardua y muy
analítica, ya que de esta depende el buen desempeño del discente en su proceso de enseñanza –
aprendizaje, y sobre todo para un óptimo desenvolvimiento en la sociedad.
Asimismo Roeders (2005), habla sobre la tarea principal que el docente debe tener en cuenta
para la enseñanza:
Por cuanto para llegar a dicha realización, el docente también debe adquirir nuevas y renovadas
metodologías, es decir debe capacitarse, ya que de lo contrario caería, como se diría
coloquialmente, en saco roto todo su esfuerzo por potenciar las habilidades de cada uno de sus
estudiantes, los cuales dependen principalmente del manejo metodológico su maestro para
desarrollar y alcanzar dichas competencias y habilidades.
Por otro lado Gervilla (2006), indica que el rol del docente no es solo en transmitir contenidos
sino en hacer que haya construcción de aprendizajes:
“El papel de los maestros en la educación infantil no consiste en “transmitir” contenidos a los
niños para que los aprendan sino en facilitarles la realización de actividades y experiencias que,
conectando al máximo con sus necesidades, intereses y motivaciones, les ayuden a aprender y
desarrollarse. Esta actuación del niño sobre la realidad comporta un proceso de construcción de
significados que es la clave de su desarrollo y que realiza con el concurso de sus experiencias y
conocimientos previos y en la medida en que se siente motivado a implicarse en tal proceso. La
actividad escolar debe ser el resultado de una motivación auténtica que exija la participación del
alumno en su propia educación. Asi lograremos uno de los objetivos básicos de la etapa: que el
niño actúe de forma cada vez más autónoma en sus actividades habituales, adquiriendo
progresivamente seguridad afectiva y emocional y desarrollando sus capacidades de iniciativa y
confianza en sí mismo” (p.36-37).
Por cuanto antiguamente los docentes veían la educación como medio para transmitir una base
contenidos y hacer que los estudiantes aprendan de manera memorística haciendo de esta una
educación tradicional en la cual no se preocupaban por el aprendizaje que debía tener el niño
sino que se preocupaban en formar personas con una base conceptual. Hoy en día es de suma
importancia que el docente haga desempeñar en el niño un papel activo en el que poco a poco se
vayan construyendo aprendizajes que le sirvan para su vida futura; por lo cual este nuevo
aspecto es lo que se viene dando en muchas escuelas de educación infantil y por lo cual implica
mayores compromisos a nuevas demandas.
Por ello Morrison (2005) nos da algunos de los aspectos que debe tomar el docente actual para
mejorar el aprendizaje:
“Los maestros siempre han sido responsables de la clase y de la instrucción del programa. Pero
este papel se realiza ahora y se le da un papel mucho más prominente a lo que los maestros de
educación infantil hacen, por ejemplo, planificar lo que los niños aprenderán, guiarlos y
enseñarlos de forma que aprendan, evaluar lo que aprendan y adecuar el ambiente del aula para
que aprendan”(p.24).
Siempre es esencial que los docentes de educación inicial sepan planificar lo que enseñan y
saber guiar a los niños en su proceso de aprendizaje, todo esto ira de la mano siempre con un
adecuado ambiente del aula, ya que el ambiente es uno de los factores para que el estudiante no
caiga en aburrimiento o estrés.
El docente y el estudiante
Así mismo Ortiz (2007), nos menciona la interacción del docente y el estudiante, según el punto
de vista metodológico:
Desde el punto de vista metodológico, el profesor es un sujeto del proceso pedagógico, al igual
que el estudiante, quienes se encuentran en interacción mediante los procesos de actividad y
comunicación que se establecen en las diferentes situaciones problemáticas planteadas.
El estudiante no adquiere solamente mediante su propia actividad la experiencia histórico –
social, sino también en su interacción comunicativa con otras personas (p. 71).
Es necesario entender que tanto el docente como el estudiante son necesarios para el
aprendizaje, tomando en cuenta la interacción de ambos para un mejor proceso, los involucrados
tendrán que alternar y aportar sus conocimientos previos, que obviamente ayudara a un
aprendizaje significativo en el discente con la guía oportuna del pedagogo.
De esta manera Gervilla (2006), nos detalla la función psicoafectiva que debe tener como una de
las principales características del docente, en la enseñanza infantil:
“El profesor de educación infantil es el soporte psicoafectivo del niño. Esta función es compleja
y reviste una importancia extraordinaria, ya que se convierte en el blanco directo o indirecto de
su mundo emocional; tiene que saber cómo actuar, en cada momento, a fin de que el niño se
sienta apoyado, vaya diferenciando su mundo interno del externo y adquiriendo la autonomía e
independencia necesarias. Es pues, la creación de este clima psicoafectiva una de las principales
características inherentes al rol del educador infantil” (p.94).
El docente debe tener muchas funciones con los niños tales como inteligencia emocional,
asertividad, autoestima, pro actividad, etc.; pero una de las principales que debe poseer para
desarrollar una excelente enseñanza es la función de psicoafectividad, ya que cuando el niño
viene de casa con algún problema, en la escuela debe superar eso a través del maestro y contarle
todo lo que le está pasando, contar con su apoyo para así tratar de dar solución a eso en conjunto
con sus padres. El niño debe ver al maestro no solo como la persona a la cual obedecer y de la
cual aprender sino una persona en la cual pueda confiar y en la que pueda tener un amigo más.
Por su parte Decroly y Monchamp (2005), nos explican las comparaciones y asociaciones que
hace el niño de manera inconsciente:
Nos damos cuenta entonces que el niño a través de las actividades realizadas y dirigidas por el
docente son significativas, ya que estos pueden reaccionar y responder de manera autónoma, por
así decirlo, a ciertas actividades que corresponden a su entorno y medio social sin tanta
dificultad ni dudas.
Según Gervilla el aprendizaje significativo se da cuando el docente estimula a que el niño pueda
relacionar los aprendizajes nuevos con los que ya posee y es cierto ya que cuando un niño ya
tiene una experiencia ganada a través de su vida cotidiana, es mucho más fácil poder mejorarlos
con los nuevos aprendizajes.
Ante esta situación Morrison (2005) dice que hoy en día el niño es el protagonista en su
enseñanza y que se ha cambiado el enfoque que el docente tenía respecto a su aprendizaje:
Los maestros de hoy día son más responsables del aprendizaje de los niños. Previamente, el
énfasis estuvo en el proceso de escolarización. Los maestros eran capaces de explicar su papel
en los siguientes términos: “le enseñé a Mario como…”, hoy día, el énfasis está en: “¿qué ha
aprendido Mario?” y “¿aprendió Mario lo que necesitaba para estar en o por encima de este
nivel?” (p.24).
Cierto es que como se ha dicho antes, los maestros anteriormente tenían un enfoque muy
distinto al actual, ya que por ejemplo el docente de hace años atrás solo se preocupaba por los
contenidos y no por si el niño realmente aprendió; hoy en día es muy bueno que el maestro
tenga en cuenta esto para que se dé una buena enseñanza.
Para ello Calero (2005), nos describe la importancia del juego en el proceso de enseñanza:
La importancia del juego en la educación es grande, pone en actividad todos los órganos del
cuerpo, fortifica y ejercita las funciones psíquicas. El juego es un factor poderoso para la
preparación de la vida social del niños; jugando se aprende la solidaridad, se forma y consolida
el carácter y se estimula el poder creador (p. 22).
Estamos de acuerdo que el juego es esencial para el desempeño del niño de manera esencial, y
es este el que debemos tomar en cuenta para involucrar al niño en el aprendizaje, es decir tomar
el juego de manera educativa como una metodología, la cual resulte atrayente y efectiva para el
estudiante.
También nos explica Calero (2005), que la escuela tradicional no introdujo el juego en la
enseñanza:
Jean Piaget nos dice: “El juego es un caso típico de conducta desperdiciada por la Escuela
Tradicional, por parecer desprovisto de significado funcional” (p. 24).
Ante la afirmación de Jean Piaget, nos damos cuenta de lo esencial y fundamental del juego
como estrategia, método o técnica en la educación, la cual fue tomada en menos en los inicios
de la formación académica de los niños.
Reafirmando Calero (2005), nos dice que tanto maestros como docentes deben cultivar
destrezas y aptitudes en los niños:
Retomando nuevos criterios, urge que padres y maestro nos esforcemos en cultivar en los hijos
o alumnos, su cuerpo, sentimientos, acciones, hábitos, habilidades, destrezas, aptitudes,
valoración… (p. 35).
El aprendizaje no solo depende del docente y estudiante, también depende del apoyo
incondicional de los padres, son ellos quienes deben reforzar en casa lo aprendido en clases,
claro está esto no implica la inmiscución del padre en la enseñanza del docente, este debe
respetar el espacio que tiene este como formador.
Ante este punto de vista Gómez, Mir y Serrats (año), indican la importancia de la disciplina
como estrategia educativa:
La disciplina tiende a tomarse en algunas escuelas de forma rígida, es decir la toman más como
castigo, si a esta se la encausa de forma correcta los niños la tomaran de manera agradable,
beneficiando así la buena convivencia con las personas a su alrededor.
Tomando en cuenta a Ontoria, Gómez y Molina (2005), nos aclaran que el aprendizaje esté
influido por las nuevas tecnologías:
Los estudios realizados por la World Future Socity (Brockert y Braun, 1997:195-2009
confirman que el desarrollo del aprendizaje está influido [sic] por el progreso que supone la era
de las nuevas tecnologías, de tal manera que la escuela, como se concibe hoy resultara caduca y
obsoleta (p. 18).
Corresponde a los docentes que la tecnología utilizada como metodología de enseñanza sea
significativa y provechosa, y así esta quede impregnada en cada menor de manera que este la
vea más como herramienta académica, que como un medio de distracción inútil a su
aprendizaje.
Asimismo Decroly y Monchamp (2005), nos revelan la importancia de los ejercicios visuales
motores para la educación de niños pequeños:
A nuestro juicio, los ejercicios visuales motores son lo más importantes para la educación de los
niños pequeños…
Ocupan al sujeto de un modo activo, fijan la atención y la mantienen mediante la serie de las
excitaciones sensoriales de las que son el punto de partida y, por esto mismos, satisfacen más
que todos los otros (p. 37).
No cabe duda que el aprendizaje resulta más atractivo para el niño cuando es a través de
imágenes, y estas deben estar de acuerdo al tema tratado, así también ayudan a la retención
(memorización) e imaginación del infante.
La enseñanza intencional
Por ello Morrison (2005) nos explica qué es la enseñanza intencional y cuando se debe llevar a
cabo:
“La enseñanza intencional ocurre cuando los instructores enseñan con un objetivo, tienen claro
lo que enseñan y lo que hacen de forma que los niños adquieran conocimientos específicos y
habilidades. En este contexto los maestros pasan más tiempo durante el día enseñando y hacen
un esfuerzo consciente por implicarse en el proceso de aprendizaje de cada niño. Este proceso
de enseñanza intencional puede y debe ocurrir en un contexto centrado en el alumno. Además,
solo ocurre en ocasiones y propósitos específicos a lo largo de la jornada escolar” (p. 24).
Para el autor la enseñanza intencional es cuando cada docente tiene en claro su objetivo al
momento de enseñar y lo hacen de manera que demuestren sus habilidades pero esto se debería
dar en todo momento en que el docente enseñe al niño y no solo en ocasiones ya que cada
experiencia que el niño tiene debe convertirse en un aprendizaje.
Ante ello Silva (2004), nos menciona la importancia y ayuda que se le debe dar a un docente
para detectar niños con necesidades educativas especiales:
“La función del profesor será importante para la educación de aquellos niños con necesidades
educativas especiales, sobre todo si cumplen una labor considerable en la detección de los
primeros síntomas de una posible deficiencia. Para conseguir que el profesor de a sus alumnos
una educación adaptada a ellos, el centro escolar debe proporcionales los materiales curriculares
necesarios, así como la orientación y formación necesaria tanto a los profesores del aula como a
los profesores especializados, para realizar las adaptaciones curriculares y la adaptación y
elaboración del currículo de estos niños”(p.12).
Actualmente con la educación inclusiva los docentes necesitan tener capacitaciones y contar con
los materiales curriculares necesarios para lograr un aprendizaje significativo en los niños y
para tener una mejor enseñanza, ya que los niños especiales necesitan tener más atención por
parte del docente y sobretodo deben contar con una pertinente metodología.
EL ROL DEL ALUMNO EN EL PROCESO DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE.
El alumno que quiere, aprende
Sea cual sea, me atrevería a decir, la metodología docente. Aunque no todas sean iguales, la
verdad, porque unas favorecen más que otras. Dicho de otro modo, aprender requiere voluntad
sin que la voluntad lo pueda todo, una voluntad fuerte y humilde. Y el debilitamiento de la
voluntad, del hábito de estudio y trabajo, de la consideración del esfuerzo para alcanzar sus
metas, deviene en carencias notables en su aprendizaje. Sobre esta cuestión no se habla, quizá
no interese. Peor sería reconocer que es preferible una generación con una voluntad ausente.
Aplaudo a aquellos de mis alumnos que se esfuerzan cada día, incluso cuando no alcanzan las
metas esperadas y siguen intentándolo una y otra vez. Su esfuerzo es parte natural del
aprendizaje y de su formación.
Sin lugar a dudas. Pero cuando hablamos de motivación, las referencias se hacen al profesor
más que al alumno. Como si este, por mucho protagonismo que decimos que tiene, no tuviera
nada, absolutamente nada que aportar. O como si no fuera tarea primera, casi obligatoria, de la
familia. No queriendo ofender a nadie, se nota tremendamente en el progreso y desarrollo de los
alumnos el impacto que tiene el interés y trabajo que las familias hacen. Aplaudo a aquellos de
mis alumnos que van desarrollando esa responsabilidad personal y ellos mismos son su primera
motivación, estima y acicate.
Hablemos de lo que ocurre en las aulas y de la actitud de los alumnos hacia las normas. Porque,
si bien muchos padres comprenden en la adolescencia -si no antes- lo exigente que es
mantenerse firme y no ceder por comodidad, pensemos en un aula en la que hay 30 adolescentes
juntos, que se refuerzan mutuamente. En esta situación, las cosas no se dan en calma y, no pocas
veces, por mucho que se dialogue, llega el momento en el que el profesor debe imponerse. No
por su bien y su comodidad, sin por el propio alumno. Aplaudo a aquellos de mis alumnos, y no
son pocos, cuya buena educación hace tremendamente sencillo y fácil su aprendizaje. Son
personas y se comportan con la dignidad que corresponde a este título.
No me hace ninguna gracia el desorden en el que viven los jóvenes, dejando todo para el final o
como si diariamente no tuvieran nada que hacer. Tampoco entiendo que los padres se lo crean o
lo permitan. Todos los días se debe aprender algo nuevo y se puede hacer de muchas maneras.
La vida no se puede reducir a estudiar o no hacer nada. El orden cultiva un modo de estar en el
mundo, en muchas ocasiones decisivo. No diré nada respecto al móvil, como caso concreto,
pero imagino que la mayoría puede darse cuenta de lo que sucede cuando hay desorden.
Aplaudo a aquellos de mis alumnos que dejan el móvil fuera de la habitación cuando se ponen a
estudiar.
Una hora no es una hora igual para todos. Algunas personas aprovechan el tiempo mientras
otras pierden la mitad del tiempo al inicio y otra mitad al final. Así de sencillo. Quien es
cuidadoso con el tiempo, como con el orden, y sabe sacar provecho no deja para luego lo que
puede hacer ahora, reconoce que hay tiempo para unas cosas y para otras, sabe estar en cada
momento como corresponde. Una de las grandes tragedias de muchos jóvenes es acostumbrarse
a perder el tiempo hasta el final, hasta cuando ya no hay tiempo para nada. Otro de sus grandes
males es dilatar sus tareas como si por las tardes no tuvieran nada que hacer, salvo estar en la
habitación. Y otro, del que tendríamos que hablar largo y tendido, es dejarse interrumpir
incansablemente por las alertas del teléfono, por distracciones digitales. Aplaudo a los que
aprovechan su tiempo, porque sólo ellos saben lo que vale.
Es decir, el que tiene dudas. No el que dice estar perdido dos meses después de comenzar la
evaluación, sino el que atiende y pregunta lo que no sabe. El que tiene dudas, está centrado. El
que tiene dudas, impide su propia pérdida, su desconexión, su avance. No es tan fácil preguntar
en clase, sobre todo si no hay ambiente propicio para ello. Pero puedo decir que al profesor no
suelen incomodarle las dudas, porque no son ninguna pérdida de tiempo sino todo lo contrario.
Porque preguntar es situarse, dice dónde estamos, y espera una respuesta. Aplaudo la valentía de
quienes saben preguntar.
El que llega a casa, sin saber qué tiene que hacer o de qué va el tema, no aprende. Algunos
tienen que compensar en casa lo que no hacen en clase. Pero no suele darse. Repasar es dedicar
tiempo a asentar, fortalecer el conocimiento. Creo que es una actitud humilde, que no cree que
con una vez escuchado ya se tiene aprendido. Quizá en ese trabajo, tantas veces solitario, se
llegue a más de lo que pensamos. Aquí se construye mucho de la confianza persona, de su
resistencia, de su hábito y carácter. Es parte del aprendizaje, tanto o más que lo que sucede en
clase. Aquí el alumno puede adaptar, personalizar, hacer suyo auténticamente lo aprendido,
seguir cuestionándose, seguir su propio ritmo. Aplaudo a aquellos de mis alumnos que son
constantes en esta tarea.
Sin ánimo de ofender a nadie, ¡cuánto bien o cuánto mal pueden hacer las relaciones a cualquier
edad! A mis alumnos les planteo muchas veces esta cuestión. Si tienes un entorno de amigos
que facilita o que impide, que centra o que distrae. Son relaciones esenciales en las que deben
saber elegir. No sólo por lo que tengan los demás que aportarles a ellos, también por lo que
aportan a los demás. Acoger y respetar a los demás significa ayudarse mutuamente, no
condescender con falsas tolerancias o ceder a las presiones de los otros. Aplaudo a aquellos de
mis alumnos que no son veletas al viento, sino personas con principios, con criterio.
Seamos claros: uno de los grandes problemas de la educación es que el alumno no adquiere sus
propios hábitos y formas de estudio. Evidentemente, son diferentes, tienen que encontrar las
estrategias que mejor se adapten a sus necesidades. Y saber contrarrestar debilidades. Pero la
educación no termina en tener una habitación o en pasar horas delante de libro. ¡Mira que lo
repetimos veces, y no hay manera! Aplaudo a aquellos alumnos cuya actitud en clase crea buen
ambiente, clima propicio para las sanas relaciones y para el aprendizaje.