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Análisis Grafológico

Inclinación Regresiva

La “regresión” es una reacción defensiva contra las frustraciones, o contra la inseguridad,


contra la debilidad o impotencia, contra el miedo al fracaso o a la pérdida de algo. Puede ser
también un retorno o fijación de la afectividad hacia el pasado, incluso hacia el pasado
embrionario, hacia la madre, hacia la rememoriación de sucesos históricos personales o de la
colectividad,

A consecuencia de excesiva fatiga, de alguna enfermedad, de algún hecho frustrante que se


asocie a experiencias negativas de infancia, por causa de algún deterioro mental, el sujeto
puede retroceder, regresar, cronológicamente a estadios mentales o de madurez afectiva
que ya habían sido rebasados, en cuyo caso, la conducta del sujeto puede caer en una actitud
de inmadurez y tomar la forma de un egoísmo absorbente, de un acaparamiento o retención
del “objeto” (personas, cosas), incluso llegar al hurto o apropiación ilegítima, con
independencia de otros trastornos neuróticos o disociales.

La excesiva preocupación por sí mismo, por las propias necesidades e intereses, con olvido
de los demás, puede revestirse de cierta dureza, de frialdad y de autoritarismo despótico, si
el ambiente gráfico así lo expresa (ver fig. 37). Cuando en la primera infancia al niño no se le
satisface su necesidad de roce epidérmico con la madre, su necesidad de cariño y de
atención amorosa, estas vivencias frustrantes condicionan en el adulto la falta de confianza,
la merma en su autoestima y en su identificación consigo mismo. lo que hará que carezca de
un “sí mismo consistente” y, como consecuencia, desarrolle una conducta más o menos
neurótica y disocial. Cuando el sujeto está bajo los efectos de sentimientos o vivencias de
frustración, reales o fantaseadas, se incrementa la sensibilidad del Yo, la defensividad, la
desconfianza, la susceptibilidad ante lo que al sujeto le parece una desatención, una
marginación o un olvido. Esta inmadurez psicológica, puede degenerar en la necesidad de
reclamo, de reivindicación de derechos, generalmente excesivos, y a veces fantaseados
dando lugar a los celos, a la envidia, a los deseos de venganza incluso a las insidias verbales, a
la intriga y, en fin, a variados comportamientos asociales o neuróticos. Siempre es necesario
tener en cuenta la zona o zonas donde las regresiones se producen y la fuerza tensional y
dimensional de las miasmas así como el ambiente gráfico en que se encuentran.
En sentido general la escritura regresiva es indicadora de una atención centrada en los
propios problemas, intereses y necesidades, con despreocupación o falta de interés por todo
aquello que afecta a los demás (egoísmo, egocentrismo, narcisismo, etc.). El miedo a la
privación o a un tratamiento injusto por parte de los demás, exacerba la avidez, la necesidad
de guardar, de retener, de acaparar con ansiedad, diversas ventajas o cosas útiles, incluso
inútiles, para la vida del sujeto. La dureza de este significado estará en proporción con el
grado de angulosidad, de fuerza en el trazado y de inversión de las letras, así como con el
nivel positivo-negativo del conjunto. Este mismo miedo a la privación y la desconfianza
mantienen vigilante la atención del sujeto sobre todo aquello que cree que le corresponde,
adelantándose a reclamar derechos, a reivindicar lo que cree que le pertenece, sobre todo
en las cuestiones de dinero. El individuo resulta molesto a causa de sus constantes
inconformismos, reclamaciones y exigencias, muchas veces erróneas. En sentido positivo:
Concentración en sí mismo, reserva, retraimiento, capacidad abstractiva. Desarrollo
profundo de técnicas y de conocimientos relacionados con su profesión, que guarda
sigilosamente, pero que le hacen “imprescindible” en la parcela de trabajo de la cual se
ocupa. Selección cuidadosa de personas, objetos, ambientes, etc. con los que tiene relación.
Tendencia introvertida e introyectiva.

Forma Redondeada

disposición innata al placer de agradar y seducir, de atraer, de comunicar, de lanzar mensajes


cautivantes a los demás. Y, efectivamente, las actitudes complacientes y persuasivas, el
“savoir-faire”, la habilidad de saber decir y de saber hacer, es más propia del sujeto con
morfología venusiana, que en otros tipos de morfología corporal y psíquica más viriles. La
curva, es un modo suave de adaptación, de comunicación atractiva, de relación
complaciente, de afabilidad y comprensión, de empatía, de participación. Sincera o no, la
actitud del sujeto expresa el deseo, sentido o simulado del escritor, de facilitar un buen
entendimiento en un ambiente agradable, armonioso y cordial de ternura socializada. En
general, el predominio de la curva, puede ser un indicador de gustos refinados y artísticos, de
inclinación a los goces sentimentales y espirituales. Pero, también puede ser un indicador de
inclinaciones lúdicas y sensuales, de gusto por el lujo, por la comodidad y por el goce del
cuerpo (goces alimentarios, goces sensuales y sexuales tales como la inclinación tierna a
acariciar, mimar, tocar y ser, a la vez, acariciado y mimado). El sibaritismo corporal, el
narcisismo del cuerpo, puede estar interiorizado cuando el sujeto se coloca durante tiempo
excesivamente largo ante el espejo para contemplarse y recrearse en sí mismo (fig. 217).
Alcanza un nivel exhibicionista de tipo histeróide, cuando dominan los signos de extroversión
(fig. 174). En este caso, el sujeto utiliza como espejo a los demás y se contempla y recrea
observando la sorpresa, el asombro o la admiración que despierta en su

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entorno. Bajo el punto de vista motor o de movimiento, la curva es un movimiento fácil y


deslizante, que sigue, en unos casos, la dirección espontánea hacia el entorno, hacia el
contacto con el “objeto”, con los demás (necesidad de ternura, de comunicación, de
identificación afectiva, de busca de afinidades, etc.). Pero también esta inclinación puede ser
egoísta, es decir, puede deberse, solamente, a una necesidad del sujeto de sentirse centro
universal de todo interés y atención, dando significado a los términos psicológicos de:
egoísmo, egocentrismo, narcisismo, etc La curva engendra calor, unión, amor, placer,
afabilidad, empatía, etc., aunque la intención sea acaparadora y egoísta. En la curva,
podemos ver la confraternidad, la indulgencia y la dulzura, la gracia y la afabilidad indicadas
por Michon, que se hermanan con la armonía y sentido estético que le atribuye Crepieux,
con el esfuerzo sonriente, fácil y distendido de Saint Morand, con la adaptabilidad de
Teillard, con las aptitudes para las relaciones humanas que indica Klages y con la
disponibilidad a la comprensión de Moretti. Según nuestras conclusiones, la nota clave del
carácter, en los sujetos en quienes predomina la curva, es la “vanidad”. Hay dos tipos de
curva, la curva redonda y lenta (figs. 14, 69c, 109, 117a y 174) y la curva oval (figs. 55, 111,
114f y 115). Si reproducimos con la mano los gestos circulares de la escritura redonda y luego
los gestos en óvalo de la escritura redondeada, intentando dar la máxima velocidad a uno y
otro movimiento, veremos que la mano, la muñeca y el brazo, trabajan con mayor elasticidad
y facilidad y con mucho menos esfuerzo y mayor rapidez, cuando reproducimos, en el papel
o en el aire, las formas ovales. En la escritura “redonda”, el movimiento es de “rotación” y en
similitud con la Tierra, el sujeto gira sobre su eje, en torno al “sí mismo”. En la escritura
“redondeada” u oval, el movimiento es de “traslación”, y el sujeto gira en torno al “objeto”,
del mismo modo que la Tierra gira en torno al Sol a través de un movimiento elíptico. De esta
conclusión simbólica, se pueden extraer multitud de significados en torno a la vinculación
afectiva y a la dirección de los deseos, dirección “egocéntrica” en torno al propio cuerpo y a
sus necesidades y deseos, en el caso de la escritura redonda, Y dirección hacia el “objeto”, si
las escritura es redondeada u oval. Tanto la escritura redonda como la redondeada, tienen
sus aspectos positivos y negativos. La escritura redonda es un fiel testimonio del predominio
de la forma sobre el movimiento, signo propio de una emotividad tranquila, centrada en
torno a sí mismo y a la conservación de la materia. El sujeto de escritura redonda, se
alimenta bien y no gasta mas energía de la necesaria, es sibarita y comodón, tiene un
carácter estable en el que se repiten los hábitos de conducta tanto en la vida familiar como
social y profesional. La escritura redondeada, al ser más dinámica, es también más expresiva
de las vibraciones de la vida afectiva, de donde un abanico más amplio de matices en las
formas de reacción de la sensibilidad. La escritura redondeada, aporta una escala
psicoestésica mucho más rica en variaciones que la escritura redonda. Tanto en los
movimientos circulares (escritura redonda), como en los movimientos ovales (escritura
redondeada), debemos observar con mucha atención el rol de la presión y la magnitud
dimensional de la zona inferior. Hay personas muy sensuales que hacen lo posible por ocultar
o disimularlas apetencias del cuerpo (fig. 137a) tratando de compensar estas apetencias en
otros campos, convirtiéndose a veces en una especie de “verdugo de corazón de tórtola”
para su partenaire, sobre todo si el acortamiento dimensional de la zona inferior va seguido
de una presión desplazada. En otros casos las jambas se alargan y robustecen en la zona
inferior y al sujeto le es difícil prescindir de las excitaciones sensuales y sexuales que les
provoca el contacto con el entorno, esté no presente el “objeto”. Un caso monstruoso es el
del personaje de la fig. 162. Este individuo ofrecía ocuparse de los maridos encarcelados
durante la guerra, a cambio que las mujeres de estos presos accedieran a sus morbosos
deseos sexuales.

Rapidez Lenta

estabilidad emocional, de tranquilidad de carácter, de sentido realista, utilitario y práctico de


la vida, de juicio objetivo, reposado, realista y ecuánime. El sujeto de escritura lenta, tiende a
opinar sobre los hechos y las cuestiones más vitales, según vive y experimenta las cosas a
través de sus sentidos físicos. Tiene marcadas dotes de observación, mide, compara, clasifica,
relaciona y ordena los hechos y las cosas buscando semejanzas en experiencias anteriores.
Por tanto, sus juicios y razonamientos, llevan siempre el sello de lo que ha memorizado y de
lo que es más convienen a su seguridad, a su estabilidad, a su sentido práctico y utilitario de
la vida y a su deseo de “estar bien con todo el mundo”.

unas buenas dotes de observación y de memoria perceptiva. El juicio de estos sujetos, suele
ser una copia exacta de lo que viven en sus sentidos y sus razonamientos se fundan en una
especie de instinto vivencial de lo relativo y lo posible. Se les puede censurar su lentitud de
comprensión en los temas abstractos y en todo aquello que, de inmediato, no tienen
experiencia ni pueden apreciar a través de los sentidos (actividad intelectual e imaginación
un poco limitadas); pero en cuanto pueden memorizar conocimientos, se les podrá censurar
su empirismo, su convencionalismo, su rutina, su apego metodológico y escolástico en
aquello que conocen y experimentan, y quizá también, su oposición a innovaciones que aún
no tienen claras o asimiladas, etc., pero, fuera de su resistencia a lo no experimentado, no se
apasionan en nada ciegamente, ni les falta lo que llamamos corrientemente sentido común.
Dada la baja emotividad de los sujetos de escritura lenta y con predominio de la forma sobre
el movimiento, la actitud es tranquila y serena. Estos sujetos no reaccionan de modo agitado,
exaltado o angustiable ante las situaciones difíciles, ante lo inesperado o contradictorio. No
se sobresaltan o inquietan ante lo imprevisto. Contemplan la marcha de la vida y de los
acontecimientos sin acusar grandes señales de alarma o pérdida del autocontrol, por lo que
suelen ser buenos “mediadores” o “coordinadores”, muy aconsejables en las reuniones que
se han de discutir temas difíciles y con opiniones contradictorias. En sentido negativo, la
escritura lenta puede ser un indicador de retardo mental (oligofrenia), de torpeza, pesadez,
repetición de las mismas ideas o de las mismas historias. El sujeto vive apegado a los hábitos
y rutinas de cada día, sin deseo de modificación o innovación, sea por pasividad, por
inseguridad ante cualquier cambio, por inercia, por falta de empuje y de coraje, por pereza,
negligencia o abandono físico y moral. En los casos de escritura floja, blanda, pastosa,
descendente, etc., se puede inducir debilidad de voluntad y todas sus consecuencias. El
sujeto queda sin defensa y bajo la influencia y presión del ambiente circundante. Lo mismo
puede caer en la delincuencia, en la drogadicción, en el alcoholismo o en el suicidio, al
sentirse solo o “marginado”. La escritura lenta, con fallos de vitalidad, floja, blanda, pastosa,
descendente, descuidada, de formas poco estructuradas o inseguras, cuyo significado
general sería la ausencia

de capacidad de resistencia y la debilidad de voluntad, presenta, a veces, algunos ángulos o


triángulos esporádicos en algunas letras. Este signo contradictorio, refleja las frecuentes
actitudes de terquedad, de resistencia pasiva, rasgo dominante en las personas débiles, las
cuales sacrifican la adaptación con tal de seguir en aquellos hábitos de vida que se sienten
más o menos “cómodos” o que requieren un menor esfuerzo. Como decía Crepieux-Jamin:
”la testarudez es el único recurso de defensa que tienen las personas débiles”.

Dimensión Pequeña

En general, la escritura pequeña es un indicador de la reducción de las tendencias expansivas


o de comunicación del Yo con el Tú. El sujeto no quiere dejar en libertad muchos de sus
impulsos, los contiene, los frena o inhibo para evitar choques con la conciencia, para evitar
fracasos (timidez), o por simple inseguridad o falta de confianza en sí mismo para superar los
obstáculos o consecuencias de una expansión gratificadora o liberadora de las tensiones o
tendencias inconscientes. A la vez que una defensa en la actitud consciente, es también un
intento de dominio de la líbido, de las pulsiones instintivas, principalmente de la expansión
sexual, más o menos bloqueada. Esto explica la canalización de la líbido (energía sexual, no
genital) hacia los intereses intelectuales, como ocurre, por ejemplo, en los sujetos de las figs.
16, 27 y 29. Cuando la energía de las pulsiones instintivas, “la energía psíquica del
deseo”(según Lacan), es frenada, bloqueada o inhibida, actúan en el inconsciente los
mecanismos de defensa, encargados de la regulación de las tensiones energéticas. Mediante
estos mecanismos, el sujeto busca, por la sublimación, la expansión indirecta de esta energía,
en cuyo caso, veremos en el grafismo una zona inferior dimensionalmente reducida (ver las
tres figs. indicadas más arriba). El explayamiento compensador, generalmente queda al
descubierto, mediante el incremento dimensional y dinámico de la onda gráfica en otras
zonas, sobretodo en la zona superior. El sujeto, encuentra en la actividad y creatividad
intelectual, o en el cultivo del espíritu, su expansión gratificante. Explicada de este modo la
escritura pequeña, podemos comprender fácilmente la mayor parte de las interpretaciones
dadas por los diversos autores. Repliegue hacia la vida interior (introversión), concentración,
reflexión, control, previsión, sentido de la economía, analidad, etc. Si predomina el
movimiento sobre la forma, la escritura pequeña es un indicador de búsqueda analítica o
creativa en las ideas o en la aportación de nuevos puntos de vista sobre la comprensión,
sobre las aplicaciones de diversas técnicas, de diversos métodos o sobre la innovación de
teorías o procedimientos de tipo práctico. Si predomina la forma sobre el movimiento, la
actividad del sujeto se dirige principalmente a lograr una mayor objetividad, exactitud, orden
y control en todo aquello que le afecta. En este caso, el predominio de la forma debe darse
con buenos signos de orden y de proporción. Puede ser un ejemplo el del autor de la fig. 63.
Si es el espacio el que predomina (palabras y líneas más espaciadas de lo normal, fig. 95), el
sujeto no necesita la presencia de los demás para su expansión vital, sostiene más
comunicación consigo mismo que con los demás. El pensamiento se aísla de las impresiones
de los sentidos para rumiar sobre las cosas y para profundizar el “por qué” y el “para qué”,
importándole mucho menos el “como”, el “donde” y “con quién”. El sujeto tiende a la
abstracción y a considerar las cosas a mediano y largo plazo. Prevé las consecuencias
partiendo de algunos datos o experiencias del presente, pero no participa demasiado en
actividades comunes o de grupo. Prefiere vivir desarrollando sus ideas. En la clasificación de
Jung, estamos refiriéndonos a la función pensar introvertida. En el caso de la fig. 10, nos
referiríamos más a la función sentir introvertida. En sentido negativo y, en general, la
escritura pequeña señala la incapacidad para comprender, asimilar y producir cosas de gran
amplitud y envergadura o de cierta complejidad en relación con los aspectos sociales (campo
de conciencia estrecho). El temor al fracaso, la timidez, las dudas, la inseguridad y falta de
confianza en sí mismo; los frecuentes sentimientos de impotencia o de culpabilidad frente a
personas, obstáculos y dificultades inhiben al sujeto frente a la vida.

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Cuando la escritura es muy pequeña, se acentúa la analidad, la introyección (tendencia a


rumiar lo “vivido”), la tendencia a retener, a guardar, a conservar y “desear” aquello que
para el sujeto tiene un interés personal (avaricia). Para interpretar adecuadamente la
escritura pequeña, debemos tener en cuenta, además de lo ya indicado sobre el predominio
del movimiento, de la forma o del espacio en la onda gráfica, la relación que existe entre la
actividad y la emotividad. Si el “nivel de emotividad” es mucho más alto que el “nivel de
actividad”, la energía acumulada por la inhibición o las represiones, se vuelca hacia adentro,
hacia la vida interior y de modo perturbador. Las tensiones emotivas, en este caso, pueden
no estar suficientemente reguladas por los mecanismos de defensa, descargándose entonces
estas tensiones sobre el sistema nervioso vegetativo y sobre los órganos que controla. Esta
vía de descarga puede producir las llamadas “somatizaciones” o alteraciones en los órganos
viscerales: corazón, estómago, hígado, páncreas, próstata, órganos de la reproducción, etc.
De aquí los falsos ulcerosos de estómago, muchos cardíacos y otros pacientes neuróticos con
enfermedades psicosomáticas, difíciles de curar por medio de fármacos. Por el contrario,
cuando el “nivel de actividad” es igual o superior al “nivel de emotividad”, la energía de las
tensiones se vuelca, mediante la motricidad, hacia afuera, hacia el exterior (necesidad de
charla, de actividad, de realizaciones de todo tipo). Los espectáculos que promueven la risa a
carcajadas, la abreacción mediante el canto, el chillido y el deporte, suelen ser antídotos
eficaces y preventivos contra muchas neurosis.

Orden Legible deseos de ser entendida con claridad

Claridad de ideas , gusto por lo claro y correctoAvercion por lo complicado y confuso

Buena motricidad, dedicación y eficiencia en la realización de las tareas. Responsable

Clara

La claridad es el patrimonio principal de las funciones cognitivas, es decir de la percepción,


de la representación mental, de la memoria, del aprendizaje, del juicio y del razonamiento y
también del lenguaje escrito y verbal. La claridad, se refiere, pues, a todas aquellas
capacidades que permiten al sujeto conocer los objetos abstractos o concretos, definirlos
con precisión y ser consciente de sí mismo y de su medio ambiente. La claridad, supone tener
un pensamiento ordenado, claro, ponderado, luminoso y evidente, tener un criterio diáfano
sobre lo que es una cosa y lo que es otra, sobre lo que es “tuyo” y lo que es “mío”. El sentido
de la orientación en el espacio y en el tiempo es correcto (como se sabe, los sujetos
desequilibrados, sufren perturbaciones en la noción del tiempo y el espacio). La escritura
clara, con predominio de la forma, corresponde a sujetos que fijan preferentemente la
atención en los aspectos “formales” de la vida y de las cosas. Son adictos a las leyes, a las
normas, a los “semáforos sociales” y profesionales, al deber y a las obligaciones de todo tipo,
se adaptan bien a las disciplinas y métodos de trabajo, pero carecen de libertad para elegir
otro estilo de vivir

Presión desigual

Estos contrastes en la presión son muy sintomáticos. Reflejan variaciones o cambios


violentos en el humor, en el comportamiento, en la manera de descargar las
sobreexcitaciones

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emotivas. Es reflejo de una emotividad incontrolada y explosiva, de una reactivada


impresionable y exagerada en relación con las causas motivantes, aunque normalmente, el
comportamiento del sujeto en sus relaciones sociales, pueda ser muy correcto e incluso
refinado y distinguido. La interpretación de las desigualdades en la presión depende mucho
del dinamismo y fuerza de los trazos, de su nivel de desproporción y de la frecuencia de las
desigualdades. Hay que tener muy en cuenta el nivel de armonía y positividad que tenga el
ambiente gráfico para poder determinar la transcendencia e intensidad de la agresividad
(trazos acerados) la violencia explosiva (trazos masivos) y el grado y frecuencia de la
fusiformidad, que nos reflejará el tipo de contracción, irritación y descarga de los impulsos.
En la fig. 33, los regruesamientos violentos de los movimientos en flexión, parecen afectar a
un arco reflejo cerebral y espinal, determinante de la brusquedad explosiva con que el sujeto
quiere manifestar sus posturas, sus tomas de posición, sin avenirse a razones o
justificaciones de los demás en torno a realidades que el sujeto rechaza admitir. En la fig. 54
las hampas fusiformes se curvan con concavidad hacia la derecha. Cierto que es un signo de
excitación sensual, pero aquí la sensualidad, las apetencias de goce, sufren una
transformación y se subliman buscando el goce en las manifestaciones del espíritu. El sujeto
intenta olvidar su cuerpo, sus pulsiones instintivas primarias (acortamiento o simplificación
de las jambas. Ver, por ejemplo la simplificación dextrógira de la “g” de “larga” en la primera
línea). Sin duda, esta supercompensación de pulsiones instintivas a través de la sublimación,
puede producir obras de arte, como es el caso de este guionista de cine, pero las necesidades
sexuales y sensuales suelen pasar factura si no se las atiende en su forma natural y primaria :
trastornos sexuales y de conducta posibles. La presión desplazada (ver los regruesamientos
en la base de la zona media), las barras de las “t”, alternativamente masivas y aceradas y en
diagonal con la línea, la falta de aireación (jambas que se entremezclan con las líneas
subyacentes: escritura confusa), nos dan una imagen muy negativa de las cualidades de
carácter del autor de este grafismo. La inclinación a las perversiones o anomalías en la
sexualidad las podemos ver en la escritura de presión desplazada, en la retorcida forma de
las jambas y en el entremezclado de las jambas con las letras de la zona media de la línea
subyacente (el sujeto escribe ensuciando y mezclando de modo confuso elementos gráficos
significativos de la línea anterior, mezcla desordenadamente los impulsos instintivos con las
manifestaciones afectivas y los dones del espíritu). Las reacciones violentas y agresivas, más
o menos groseras, combaten (barras de “t” en diagonal, masivas y aceradas) los sentimientos
éticos, las ideas elevadas y el comportamiento honesto de las personas normalmente
evolucionadas. El sujeto es incapaz de concebir una sociedad que rechace la suciedad moral.
En la fig. 79, los regruesamientos en los trazos de flexión (alargamientos), contrastan con los
perfiles de las letras, con los movimientos de extensión. La escritura es angulosa, seca,
apretada, descendente. Los estados de insatisfacción e inconformismo (predominio de los
alargamientos norte-sur, sobre la estrechez y debilidad de los movimientos de expansión),
producen un tipo de carácter poco adaptativo, que nos recuerda al “apático” de Heymans-Le
Senne: intensa sensibilidad interiorizada, bloqueada por estados de ansiedad y por un
pesimismo casi constante que dificulta las relaciones armónicas con los demás. Estas
desigualdades de la presión son aquí un indicador de una emotividad muy alterada por el
desajuste existente entre la fuerte ambición (deseo de “ser”, de “tener” ternura y
comprensión, dominio sobre el entorno y otras aspiraciones desmedidas) y la gran
frustración y amargura que produce en el sujeto la hostilidad que él mismo provoca con sus
protestas de inadaptado, con su neurosis de insatisfacción. Finalmente comentamos los
regruesamientos de la figura 117a y b. En la fig. 117a, los apoyos fusiformes, los
espesamientos, son movimientos de la pluma recreados sobre un trazado muy curvilíneo
(escritura redonda), donde la sensualidad se desborda en una búsqueda sibarita del placer

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deseado. Como dicen Torbidoni y Zanin, “las emociones eróticas pueden transformarse en
pasión mórbida”. Aquí se deja de lado toda consideración ética y estética en los momentos
de excitación. Este transporte en éxtasis sensual y sexual es muy peligroso cuando son muy
evidentes los signos de sadismo como ocurre en la fig. 117b, cuyas jambas recuerdan, en su
zona final, la forma de los cuchillos de carnicero. Este fuerte sadismo va acompañado de una
actitud encubridora (escritura convencional) y de un fuerte egocentrismo y egoísmo
narcisista (ver los trazos sinistrógiros y en espiral invertida de los penachos de las “p” en la
zona media).

Dirección arco convexo

Signo propio de ciertos sujetos, muy imaginativos y eufóricos, pero sin fuerza de voluntad o
de resistencia para vencer obstáculos, problemas o dificultades en pos de los objetivos
deseados. Son sujetos que se ilusionan fácilmente por cualquier idea, proyecto o realización,
bien por haber escuchado a otros o por propia iniciativa, pero que son incapaces de
mantener el mismo entusiasmo de modo perseverante, llegando con la misma facilidad al
desánimo, a la pérdida de interés, incluso al abandono tan pronto tropiezan con las
dificultades. Esta inestabilidad, esta agresividad que se convierte finalmente en angustia,
suele ser propia de sujetos nerviosos, sugestionables y con propensión asténica, como, por
ejemplo, algunos nervioso-sanguíneos débiles, inconstantes e influenciables. Los sujetos que
tienen un vector “B” dominante, rara vez ceden al desánimo.

parecen ser un indicador de sujetos que inician objetivos llenos de entusiasmo de fervor y de
confianza en sí mismos, pero a medida que van surgiendo dificultades, problemas u
obstáculos en la realización de los objetivos, van perdiendo empuje, ilusión y renovación del
esfuerzo, sin que, a veces, lleguen a alcanzar de manera completa el objetivo en su totalidad

Continuidad cisura central

El impulso expansivo se detiene por una intuición previsora de reserva o prudencia. El sujeto
quiere asegurarse sobre el efecto externo de la expansión y guiar el pensamiento en la
dirección más adecuada para evitar un rechazo o fracaso en la reacción del entorno. El sujeto
siente la necesidad de verificar el efecto de su expansión en los demás o verificar, si se trata
de una tarea, lo que ya lleva hecho para comprobar la precisión o eficacia del trabajo
realizado (reflexión sobre lo manifestado o sobre lo ya realizado) (Ver escritura Agrupada).
En los cortes silábicos, Trillat quería reconocer una búsqueda inconsciente de sonoridad en el
interior de las palabras, en cuyo caso, los cortes obedecerían más a motivos afectivos que a
razones lógicas. En los cortes de todas las letras, escritura desligada, veía Trillat “un estado
de dispersión o desorden, en sentido negativo, o una excesiva timidez que inhibe toda
regularidad”. Finalmente, lo que nosotros denominamos “cohesión desigual” (irregularidades
en los movimientos de enlace de las letras), corresponde a estados de duda, inseguridad y
vacilación entre lo que el sujeto piensa y quiere y las condiciones que ofrece el entorno para
la realización de los objetivos deseados.

El sujeto se comunica bien con los demás, pero controla sus contactos, su participación y
colaboración social y profesional. Su adaptación puede ser normal, pero sin ceder más que
una parte de sí mismo, es decir, es sociable, pero sin perder su necesidad de reserva y de

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individualidad, su necesidad de tiempo libre para sí mismo, para sus hobbies o aficiones
personales, una vez que cumple con sus deberes sociales y de trabajo (ver Escritura
Agrupada: A09).

Los cortes o soluciones de continuidad en el enlace de las letras corresponden a la oclusión,


detención, o freno de los impulsos expansivos de unión, de amor, de amistad o
confraternización. El sujeto de escritura desligada, vive para sí mismo, no participa libre y
espontáneamente en los diálogos, en los proyectos o planes colectivos y, si lo hace, siempre
hay detrás de su postura un temor a quedar marginado, o a la hostilidad de los demás que le
fuerza a cooperar para no quedar aislado.

Estos cambios irrazonados en la cohesión, reflejan cierto caos interior, un desacuerdo o lucha
entre las tendencias conscientes e inconscientes, entre las necesidades de contacto externo
e interno, entre intuición y lógica, con los consiguientes disturbios en la afectividad y en la
sexualidad. Supone también cambios en la autoimagen, en el concepto que el sujeto tiene de
sí mismo. Unas veces se siente capaz de superar obstáculos y alcanzar metas y otras pierde la
confianza en sí mismo y se llena de inhibiciones, de renuncias o de desengaños. Con un buen
nivel positivo, el sujeto puede mostrar una gran sensibilidad de espíritu unida a buenas
facultades creadoras, aunque puede haber cierta discontinuidad en la acción y en el
desarrollo de las facultades. Si la escritura es combinada (ligaduras anormales), la emotividad
puede sublimarse y compensar, mediante la actividad mental, las deficiencias, disturbios
internos, o lagunas personales.

Con predominio del sentido negativo, puede indicar dificultades de adaptación, vida
sentimental frustrada o fracasada, desequilibrio entre las tendencias internas y las exigencias
del mundo circundante, sobre todo, cuando abundan las desigualdades en el coligamento, en
la dimensión, en la presión y en la inclinación, en cuyo caso estará presente la ambivalencia,
las luchas y conflictos internos, las insatisfacciones, las frustraciones, la inseguridad y la
irritabilidad.
La pastosidad en el trazado puede ser circunstancial a causa de una disminución de las
fuerzas vitales, por fatiga, estrés, enfermedad cualquier otra causa. Puede ser
temperamental y reflejar la pasividad, la tendencia al menor esfuerzo, el abandono a la
sensualidad, a los placeres de la mesa y de la bebida, la entrega a la “dolce vita” a la pereza y
al desaliento. Es necesario, pues, investigar la causa de la pastosidad antes de lanzarse a un
psicodiagnóstico. Cuando se trata de un signo habitual, no esporádico o circunstancial, el
sujeto adopta ante la vida y los problemas una actitud pasiva, no es luchador, no tiene brío
emprendedor, se resigna a lo que le toca realizar y siempre eligiendo la curva de menor
esfuerzo. Su falta de vigor físico y moral hace que se deje llevar por el entorno y se adapte
pasivamente a las personas y al ambiente que le rodean. Su voluntad flaquea si ha de hacer
algún esfuerzo especial para remontar dificultades, obstáculos o circunstancias adversas.
Prefiere pedir ayuda y que otros le solucionen sus problemas. W. Hegar decía que el sujeto
“afirma el objeto en vez de dirigirse contra él” (vive en simbiosis buscando el apoyo y la
benevolencia ajena). La escritura pastosa, se observa en estados de fatiga, surmenaje, en
casos de cardiopatía, de enfermedades pulmonares, de alcoholismo y de alienación mental.

Rubrica por arriba cubriéndola tachando el nombre

Ocultamiento, protección de la personalidad, conflictos en la infancia o adolescencia

Desconformidad consigo mismo

Sentimientos de culpa, autoagresión.

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