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Inclinación Regresiva
La excesiva preocupación por sí mismo, por las propias necesidades e intereses, con olvido
de los demás, puede revestirse de cierta dureza, de frialdad y de autoritarismo despótico, si
el ambiente gráfico así lo expresa (ver fig. 37). Cuando en la primera infancia al niño no se le
satisface su necesidad de roce epidérmico con la madre, su necesidad de cariño y de
atención amorosa, estas vivencias frustrantes condicionan en el adulto la falta de confianza,
la merma en su autoestima y en su identificación consigo mismo. lo que hará que carezca de
un “sí mismo consistente” y, como consecuencia, desarrolle una conducta más o menos
neurótica y disocial. Cuando el sujeto está bajo los efectos de sentimientos o vivencias de
frustración, reales o fantaseadas, se incrementa la sensibilidad del Yo, la defensividad, la
desconfianza, la susceptibilidad ante lo que al sujeto le parece una desatención, una
marginación o un olvido. Esta inmadurez psicológica, puede degenerar en la necesidad de
reclamo, de reivindicación de derechos, generalmente excesivos, y a veces fantaseados
dando lugar a los celos, a la envidia, a los deseos de venganza incluso a las insidias verbales, a
la intriga y, en fin, a variados comportamientos asociales o neuróticos. Siempre es necesario
tener en cuenta la zona o zonas donde las regresiones se producen y la fuerza tensional y
dimensional de las miasmas así como el ambiente gráfico en que se encuentran.
En sentido general la escritura regresiva es indicadora de una atención centrada en los
propios problemas, intereses y necesidades, con despreocupación o falta de interés por todo
aquello que afecta a los demás (egoísmo, egocentrismo, narcisismo, etc.). El miedo a la
privación o a un tratamiento injusto por parte de los demás, exacerba la avidez, la necesidad
de guardar, de retener, de acaparar con ansiedad, diversas ventajas o cosas útiles, incluso
inútiles, para la vida del sujeto. La dureza de este significado estará en proporción con el
grado de angulosidad, de fuerza en el trazado y de inversión de las letras, así como con el
nivel positivo-negativo del conjunto. Este mismo miedo a la privación y la desconfianza
mantienen vigilante la atención del sujeto sobre todo aquello que cree que le corresponde,
adelantándose a reclamar derechos, a reivindicar lo que cree que le pertenece, sobre todo
en las cuestiones de dinero. El individuo resulta molesto a causa de sus constantes
inconformismos, reclamaciones y exigencias, muchas veces erróneas. En sentido positivo:
Concentración en sí mismo, reserva, retraimiento, capacidad abstractiva. Desarrollo
profundo de técnicas y de conocimientos relacionados con su profesión, que guarda
sigilosamente, pero que le hacen “imprescindible” en la parcela de trabajo de la cual se
ocupa. Selección cuidadosa de personas, objetos, ambientes, etc. con los que tiene relación.
Tendencia introvertida e introyectiva.
Forma Redondeada
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Rapidez Lenta
unas buenas dotes de observación y de memoria perceptiva. El juicio de estos sujetos, suele
ser una copia exacta de lo que viven en sus sentidos y sus razonamientos se fundan en una
especie de instinto vivencial de lo relativo y lo posible. Se les puede censurar su lentitud de
comprensión en los temas abstractos y en todo aquello que, de inmediato, no tienen
experiencia ni pueden apreciar a través de los sentidos (actividad intelectual e imaginación
un poco limitadas); pero en cuanto pueden memorizar conocimientos, se les podrá censurar
su empirismo, su convencionalismo, su rutina, su apego metodológico y escolástico en
aquello que conocen y experimentan, y quizá también, su oposición a innovaciones que aún
no tienen claras o asimiladas, etc., pero, fuera de su resistencia a lo no experimentado, no se
apasionan en nada ciegamente, ni les falta lo que llamamos corrientemente sentido común.
Dada la baja emotividad de los sujetos de escritura lenta y con predominio de la forma sobre
el movimiento, la actitud es tranquila y serena. Estos sujetos no reaccionan de modo agitado,
exaltado o angustiable ante las situaciones difíciles, ante lo inesperado o contradictorio. No
se sobresaltan o inquietan ante lo imprevisto. Contemplan la marcha de la vida y de los
acontecimientos sin acusar grandes señales de alarma o pérdida del autocontrol, por lo que
suelen ser buenos “mediadores” o “coordinadores”, muy aconsejables en las reuniones que
se han de discutir temas difíciles y con opiniones contradictorias. En sentido negativo, la
escritura lenta puede ser un indicador de retardo mental (oligofrenia), de torpeza, pesadez,
repetición de las mismas ideas o de las mismas historias. El sujeto vive apegado a los hábitos
y rutinas de cada día, sin deseo de modificación o innovación, sea por pasividad, por
inseguridad ante cualquier cambio, por inercia, por falta de empuje y de coraje, por pereza,
negligencia o abandono físico y moral. En los casos de escritura floja, blanda, pastosa,
descendente, etc., se puede inducir debilidad de voluntad y todas sus consecuencias. El
sujeto queda sin defensa y bajo la influencia y presión del ambiente circundante. Lo mismo
puede caer en la delincuencia, en la drogadicción, en el alcoholismo o en el suicidio, al
sentirse solo o “marginado”. La escritura lenta, con fallos de vitalidad, floja, blanda, pastosa,
descendente, descuidada, de formas poco estructuradas o inseguras, cuyo significado
general sería la ausencia
Dimensión Pequeña
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Clara
Presión desigual
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deseado. Como dicen Torbidoni y Zanin, “las emociones eróticas pueden transformarse en
pasión mórbida”. Aquí se deja de lado toda consideración ética y estética en los momentos
de excitación. Este transporte en éxtasis sensual y sexual es muy peligroso cuando son muy
evidentes los signos de sadismo como ocurre en la fig. 117b, cuyas jambas recuerdan, en su
zona final, la forma de los cuchillos de carnicero. Este fuerte sadismo va acompañado de una
actitud encubridora (escritura convencional) y de un fuerte egocentrismo y egoísmo
narcisista (ver los trazos sinistrógiros y en espiral invertida de los penachos de las “p” en la
zona media).
Signo propio de ciertos sujetos, muy imaginativos y eufóricos, pero sin fuerza de voluntad o
de resistencia para vencer obstáculos, problemas o dificultades en pos de los objetivos
deseados. Son sujetos que se ilusionan fácilmente por cualquier idea, proyecto o realización,
bien por haber escuchado a otros o por propia iniciativa, pero que son incapaces de
mantener el mismo entusiasmo de modo perseverante, llegando con la misma facilidad al
desánimo, a la pérdida de interés, incluso al abandono tan pronto tropiezan con las
dificultades. Esta inestabilidad, esta agresividad que se convierte finalmente en angustia,
suele ser propia de sujetos nerviosos, sugestionables y con propensión asténica, como, por
ejemplo, algunos nervioso-sanguíneos débiles, inconstantes e influenciables. Los sujetos que
tienen un vector “B” dominante, rara vez ceden al desánimo.
parecen ser un indicador de sujetos que inician objetivos llenos de entusiasmo de fervor y de
confianza en sí mismos, pero a medida que van surgiendo dificultades, problemas u
obstáculos en la realización de los objetivos, van perdiendo empuje, ilusión y renovación del
esfuerzo, sin que, a veces, lleguen a alcanzar de manera completa el objetivo en su totalidad
El impulso expansivo se detiene por una intuición previsora de reserva o prudencia. El sujeto
quiere asegurarse sobre el efecto externo de la expansión y guiar el pensamiento en la
dirección más adecuada para evitar un rechazo o fracaso en la reacción del entorno. El sujeto
siente la necesidad de verificar el efecto de su expansión en los demás o verificar, si se trata
de una tarea, lo que ya lleva hecho para comprobar la precisión o eficacia del trabajo
realizado (reflexión sobre lo manifestado o sobre lo ya realizado) (Ver escritura Agrupada).
En los cortes silábicos, Trillat quería reconocer una búsqueda inconsciente de sonoridad en el
interior de las palabras, en cuyo caso, los cortes obedecerían más a motivos afectivos que a
razones lógicas. En los cortes de todas las letras, escritura desligada, veía Trillat “un estado
de dispersión o desorden, en sentido negativo, o una excesiva timidez que inhibe toda
regularidad”. Finalmente, lo que nosotros denominamos “cohesión desigual” (irregularidades
en los movimientos de enlace de las letras), corresponde a estados de duda, inseguridad y
vacilación entre lo que el sujeto piensa y quiere y las condiciones que ofrece el entorno para
la realización de los objetivos deseados.
El sujeto se comunica bien con los demás, pero controla sus contactos, su participación y
colaboración social y profesional. Su adaptación puede ser normal, pero sin ceder más que
una parte de sí mismo, es decir, es sociable, pero sin perder su necesidad de reserva y de
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individualidad, su necesidad de tiempo libre para sí mismo, para sus hobbies o aficiones
personales, una vez que cumple con sus deberes sociales y de trabajo (ver Escritura
Agrupada: A09).
Estos cambios irrazonados en la cohesión, reflejan cierto caos interior, un desacuerdo o lucha
entre las tendencias conscientes e inconscientes, entre las necesidades de contacto externo
e interno, entre intuición y lógica, con los consiguientes disturbios en la afectividad y en la
sexualidad. Supone también cambios en la autoimagen, en el concepto que el sujeto tiene de
sí mismo. Unas veces se siente capaz de superar obstáculos y alcanzar metas y otras pierde la
confianza en sí mismo y se llena de inhibiciones, de renuncias o de desengaños. Con un buen
nivel positivo, el sujeto puede mostrar una gran sensibilidad de espíritu unida a buenas
facultades creadoras, aunque puede haber cierta discontinuidad en la acción y en el
desarrollo de las facultades. Si la escritura es combinada (ligaduras anormales), la emotividad
puede sublimarse y compensar, mediante la actividad mental, las deficiencias, disturbios
internos, o lagunas personales.
Con predominio del sentido negativo, puede indicar dificultades de adaptación, vida
sentimental frustrada o fracasada, desequilibrio entre las tendencias internas y las exigencias
del mundo circundante, sobre todo, cuando abundan las desigualdades en el coligamento, en
la dimensión, en la presión y en la inclinación, en cuyo caso estará presente la ambivalencia,
las luchas y conflictos internos, las insatisfacciones, las frustraciones, la inseguridad y la
irritabilidad.
La pastosidad en el trazado puede ser circunstancial a causa de una disminución de las
fuerzas vitales, por fatiga, estrés, enfermedad cualquier otra causa. Puede ser
temperamental y reflejar la pasividad, la tendencia al menor esfuerzo, el abandono a la
sensualidad, a los placeres de la mesa y de la bebida, la entrega a la “dolce vita” a la pereza y
al desaliento. Es necesario, pues, investigar la causa de la pastosidad antes de lanzarse a un
psicodiagnóstico. Cuando se trata de un signo habitual, no esporádico o circunstancial, el
sujeto adopta ante la vida y los problemas una actitud pasiva, no es luchador, no tiene brío
emprendedor, se resigna a lo que le toca realizar y siempre eligiendo la curva de menor
esfuerzo. Su falta de vigor físico y moral hace que se deje llevar por el entorno y se adapte
pasivamente a las personas y al ambiente que le rodean. Su voluntad flaquea si ha de hacer
algún esfuerzo especial para remontar dificultades, obstáculos o circunstancias adversas.
Prefiere pedir ayuda y que otros le solucionen sus problemas. W. Hegar decía que el sujeto
“afirma el objeto en vez de dirigirse contra él” (vive en simbiosis buscando el apoyo y la
benevolencia ajena). La escritura pastosa, se observa en estados de fatiga, surmenaje, en
casos de cardiopatía, de enfermedades pulmonares, de alcoholismo y de alienación mental.