Revista trimestral publicada

por la Unesco
Vol. X X X V (1983), n.° 3

Redactor jefe: Peter Lengyel

Redactor jefe adjunto: Ali Kazancigil
Maquetista: Jacques Carrasco
Documentación fotográfica: Florence Bonjean

Corresponsales
Bangkok: Yogesh Atal personaje = renacuajo : dedo corvo =
Belgrado: Balsa Spadijer 1.000.000 100.000 10.000
Buenos Aires: Norberto Rodríguez
Bustamante
Canberra: Geoffrey Caldwell
Colonia: Alphons Silbermann
Delhi: André Béteille
(D <?
i i i
Estados Unidos de América: Gene M . Lyons
Harare: Chen Chimutengwende
Hong Kong: Peter Chen
Londres: Cyril S. Smith
loto = 1.000
<?
hebilla = 100
México: Pablo González Casanova
Moscú: Marien Gapotchka
Nigeria: Akinsola Akiwowo
Ottawa: Paul Lamy
Singapur: S. H . Alatas
Tokio: Hiroshi Ohta
Túnez: A . Bouhdiba
nn
Temas de los próximos números
La mujer en la vida pública
nn asa = 10 unidad = 1
La sociolinguística

Contratapa anterior, arriba: Signos numéricos

egipcios que datan de aproximadamente
el 3.500 A . c . Es corriente encontrarlos en
inscripciones y frescos, o transcriptos en cera.
Luego de la invención del papiro, el junco tallado y

\ -"3
la tinta, estos jeroglíficos fueron abandonados y
reemplazados por signos numéricos en escritura
cursiva, que iban de uno a nueve.
REVISTA INTERNACIONAL
DE
CIENCIAS SOCIALES

LA ECONOMÍA MUNDIAL:
TEORÍA Y REALIDAD 97

Victor Urquidi Introducción 440

Edmar L . Bacha Crítica del monetarismo del C o n o Sur 443
Sujamoy Chakravarty Comercio y desarrollo: algunos problemas
fundamentales 455
W . M . Corden Los efectos económicos de un sector floreciente 473
Dong Fureng Algunos problemas relativos a la estrategia de China
en sus relaciones económicas con el exterior 489
Branko Horvat L a economía mundial desde el punto de vista socialista 503
William D . Nordhaus Reflexiones sobre el monetarismo, el estancamiento
y otras exportaciones norteamericanas 531
H . M . A . Onitiri Teoría económica y política de desarrollo 547
Luigi Spaventa La relación entre los movimientos del tipo de cambio
y la inflación interior: círculos viciosos y poco
virtuosos de ayer y de hoy 557
Douglas Hague U n a visión global de la economía mundial: análisis
y conclusiones 579

El ámbito de las ciencias sociales

J. A . Laponce Ciencias políticas y geografía política: ámbitos
abandonados y campos a explorar 593
Peter Heintz, 1920-1983 603

Servicios profesionales y documentales

Calendario de reuniones internacionales 605
Libros recibidos 607
Publicaciones recientes de la Unesco 610
Introducción

Víctor L . Urquidi

Al establecerse en 1950, bajo los auspicios de mayor participación en sus reuniones de eco-
la Unesco, la Asociación Internacional de nomistas de todas partes del m u n d o , y por dar
Economía se propuso, entre otros objetivos, oportunidad a la presentación de puntos de
el de ampliar la comunicación entre los econo- vista y escuelas de pensamiento diversos. A su
mistas de distintas partes del m u n d o y de vez, sus temas de interés han variado desde la
contribuir al avance de la ciencia económica. teoría económica hasta la consideración de
H o y día, la Asociación cuenta con cincuenta y problemas de política económica (y en oca-
siete asociaciones o sociedades miembros, siones social) tanto de los países de economía
representativas de los economistas de sus de mercado altamente industrializados, c o m o
respectivos países, ocho de las cuales han de los de economía centralmente planificada y
ingresado a partir de de las naciones en vía de
1980. Constituye por lo desarrollo.
tanto un foro de significa- Víctor L . Urquidi es presidente del El 29 de diciembre
Colegio de México, Apartado Postal
ción para el intercambio 20-671, México D . F . , desde 1966. de 1982, con la colabora-
de ideas y la discusión de Fue presidente de la Asociación Inter- ción y auspicios de la
adelantos teóricos y resul- nacional de Economía entre 1980 y Asociación de Economía
tados de la investigación septiembre de 1983. Es miembro del de los Estados Unidos
Club de R o m a , del Consejo de la
entre economistas acadé- (American Economie
Universidad de las Naciones Unidas y
micos y entre los que de varias academias, consejos y funda- Association), la Asocia-
ejercen su profesión en ciones de América Latina. Entre sus ción Internacional llevó a
tareas de gobierno, en principales publicacionesfiguranThe cabo, durante el con-
organismos internacio- economic development of Mexico (co-
greso anual de las
autor, 1953), The challenge of deve-
nales o en actividades pri- lopment in Latin America (1964). "Allied Social Science
vadas. Los principales Associations" de los Esta-
medios de que dispone dos Unidos en la ciudad
la Asociación para tales de Nueva York, una reu-
fines son sus congresos mundiales trienales y nión especial dividida en dos sesiones y desti-
la serie de conferencias de mesa redonda que nada a presentar ante los participantes de ese
lleva a cabo con regularidad, con el coauspicio congreso, principalmente norteamericanos,
de sus asociaciones miembros u otras entida- algunos puntos de vista recientes, tanto en
des. Los resultados de estas reuniones se han materia de teoría c o m o de economía aplicada,
publicado principalmente en lengua inglesa, y sobre temas relacionados con la economía
en ocasiones en francés, español, ruso, polaco internacional.
u otras lenguas.1 L a Asociación invitó a ocho economistas
E n los últimos años la Asociación ha provenientes de distintas regiones del m u n d o ,
hecho un esfuerzo importante por lograr a su elección el tema específico a

•ANA
440 Víctor L. Urquidi

desarrollar. Los ponentes invitados fueron (en amplia que existe entre lo que se piensa o
orden alfabético): E d m a r Bacha, S . Chakra- discurre a nivel teórico y lo que es la realidad
varty, M a x Corden, D o n g Fureng, Branko de la economía internacional en que vivimos.
Horvat, William Nordhaus, H . M . A . Onitiri Admito que toda formulación teórica tiene
y Luigi Spaventa. La organización y la copresi- que ser un esfuerzo de abstracción, con el
dencia estuvieron a cargo de Víctor L . U r - propósito de explicar algún fenómeno o serie
quidi (del Colegio de México) y Franco Modi- de fenómenos. M a s lo que se explica c o m o
gliani (del Instituto Tecnológico de Massachu- teoría pasa con frecuencia a ser la base de
setts), presidente y vicepresidente, respectiva- interpretaciones y aun de recomendaciones de
mente, de la Asociación Internacional de política económica que —además de la carga
Economía. Sir Douglas Hague, director de las ideológica que casi siempre llevan— se apar-
publicaciones de la Asociación, participó en tan de manera importante y significativa de la
las discusiones y redactó el resumen y realidad. L a perspectiva económica mundial
las conclusiones que, junto con los ensayos de los últimos años refleja plenamente, a m i
de los ocho autores citados, aparecen en este juicio, el creciente divorcio entre la teoría
número de la Revista Internacional de Ciencias generalmente aceptada en los medios académi-
Sociales. cos y gubernamentales de los países de alta
Al dejar constancia del agradecimiento industrialización, tanto de economía de mer-
de nuestra Asociación a nuestros anfitriones cado como de economía de planificación cen-
norteamericanos, y en especial al profesor tral, y la problemática de los países en vía de
Gardner Ackley, presidente de la Asociación desarrollo. Llámese a esto la desintegración y
de Economía de los Estados Unidos durante descomposición del orden económico interna-
1982, y al profesor Sir Arthur Lewis, presi- cional, la transnacionalización y la interdepen-
dente electo de la misma para 1983, deseo dencia global de los fenómenos económicos, o
hacer notar también la importancia de que, la lucha por el poder de los dos grandes
aun dentro de las limitaciones de tiempo y del sistemas políticos, o de los países en desa-
carácter especial que manifiestan todos los rrollo frente a los países industrializados, el
grandes congresos c o m o el que se celebró en caso es que vivimos los economistas en un
Nueva York, se contara con una asistencia de m u n d o de perplejidad.
participantes de los Estados Unidos que permi- L o que con cierto eufemismo se nos
tió animar la discusión y plantear preguntas enseñaba, cuando éramos estudiantes, que
de gran interés. H a sido asimismo una oportu- eran consideraciones o factores "no económi-
nidad para que la Asociación de Economía de cos" —y, por lo tanto, ajenos a nuestras
los Estados Unidos y la Asociación Internacio- teorías o modelos— hoy resultan ser los
nal de Economía colaboraran en la considera- factores determinantes de las tendencias eco-
ción de temas de gran importancia actual, nómicas, tanto de las que se miden sintética-
c o m o lo han sido también otros que, con la mente por medio de las cuentas nacionales y
cooperación de asociaciones miembros de en particular por la progresión del producto
diversos países, se han examinado a través de interno bruto c o m o de las que se reflejan en el
los años. comercio, las inversiones y el financiamiento
N o sería éste. el lugar para añdir mis de la economía internacional. ¿ D e qué nos
propias reflexiones sobre la temática de nues- sirve hoy. día analizar los problemas, y reco-
tra reunión, y por lo demás el profesor Hague mendar soluciones, "como si n o " existieran
ha resumido admirablemente el contenido de graves desajustes estructurales e institucio-
los ocho ensayos y de la discusión. Sin nales en las principales economías del m u n d o
embargo, en m i larga experiencia de discu- y en las relaciones económicas internacio-
siones entre economistas, tanto a nivel acadé- nales, "como si n o " se destinaran sumas
mico interno c o m o en el plano internacional, desorbitadas de recursos reales a la defensa
m e ha preocupado la brecha a veces m u y nacional y al armamentismo irracional, " c o m o
Introducción 441

si no" se estuvieran produciendo toda clase de miento del subdesarrollo y sus consecuencias,
rigideces que han hecho inoperantes, o de muchas nuevas ideas anidaron en América
resultados imprevisibles, los grandes linca- Latina en los años cincuenta y dieron lugar a
mientos de política económica que hace una una escuela de pensamiento estructuralista
generación parecían viables en lo interno y en centrada en gran parte en la Comisión Econó-
lo internacional? mica para América Latina. Posteriormente,
Quizá no tengamos respuestas adecua- han surgido críticas a estas posiciones, desde
das, y se necesitaría de hecho que surgiera otros puntos de vista del subdesarrollo. E n
una ciencia de la sociedad, m á s que una años recientes, ideas emanadas de las teorías
ciencia económica a secas, que nos mostrara neoclásicas han contraatacado, en defensa de
el camino para lograr igualmente objetivos de los principios del equilibrio general y el mer-
crecimiento y desarrollo económicos, de justi- cado. Por otro lado, no es tan sólida como lo
cia social, de eficiencia y de armonización de fue en algún tiempo la posición partidaria de
intereses de todos los pueblos; habría, ade- la asignación de recursos, en el tiempo y en el
m á s , que tener en cuenta, con atención cada espacio, por medio de la planificación central.
vez mayor, los límites ecológicos del planeta, El m u n d o cada vez más interdependiente que
por un lado, y el papel ambiguo de la tecno- nos caracteriza indica, por lo menos, que no
logía moderna. se pueden cimentar la política económica
L a ciencia económica, por sí sola, no nacional e internacional, ni la política de
parece ser ya suficiente, ni siquiera como desarrollo, en recetas simples c o m o las que se
elemento orientador de base. E n verdad, escuchan con frecuencia en los medios acadé-
siempre ha estado sujeta a crítica y revisión, micos, en algunos gobiernos o aun en los
muchas veces c o m o respuesta a acontecimien- organismos internacionales.
tos de gran magnitud y consecuencia, c o m o la D e allí la importancia de que se recojan y
depresión mundial de los años treinta, o el estudien los análisis innovadores. A este pro-
surgimiento del estado-benefactor, o la multi- pósito pretende contribuir, modestamente, el
plicación del número de estados independien- presente volumen que ha auspiciado la Asocia-
tes después de la Segunda Guerra Mundial y ción Internacional de Economía, con la coope-
la generación de una conciencia mundial ración del Sector de Ciencias Sociales y sus
acerca del subdesarrollo y la dependencia. Aplicaciones de la U N E S C O . Los autores de
C o n espíritu crítico, todos podríamos encon- los ocho ensayos, y quienes participamos en la
trar la cita de algún autor de renombre, reunión en la que se presentaron, n o vemos
economista o no, que lo haya señalado. La con desesperanza ni la perspectiva económica
cita que tengo más a la m a n o es de Harold internacional ni la posibilidad de que se dise-
G . Moulton, que escribía en 1946 lo siguiente:ñen y ejecuten políticas económicas adecua-
das. Sin embargo, sería sensato advertir que
La teoría económica debiera ser revisada la ciencia económica no está todavía en condi-
continuamente a la luz de cambios estructu- ciones de traducirse en formulaciones de polí-
rales y de organización en un sistema econó- tica económica c o m o las que exigen la com-
mico que evolucione con rapidez. Sólo así pleja economía internacional de hoy y la del
podrá ser pertinente y ser útil a la sociedad. futuro, con sus desigualdades estructurales de
Por revisión quiero decir una renovación o base, sus tendencias asincrónicas y desestabili-
reparación general y a fondo, aun el aban- zadoras, y su perspectiva global constante-
dono de muchas doctrinas, y no simples mente sujeta a fuerzas e impulsos que no
salvedades, refinamientos o ampliaciones de obedecen a la m á s antigua de las nociones
ideas falsas profundamente arraigadas.2 económicas: la del mercado.
Si estos ensayos contribuyen, por otra
Treinta y siete años después, estas palabras parte, a abrir y extender el debate que en
siguen teniendo validez. C o n el descubri- muchas esferas existe ya — c o m o lo atestiguan
442 Víctor L. Urquidi

muchos de los volúmenes publicados por nues-
tra Asociación— se habrá justificado amplia-
mente el interés que la comunidad adadémica
internacional ha mantenido, a través del Con-
sejo Internacional de Ciencias Sociales y la
Unesco misma, por nuestra rama de la ciencia,
Séame permitido, por último, agradecer
al señor Peter Lengyel, redactor jefe de la
Revista Internacional de Ciencias Sociales, su
apoyo a la publicación de este número.

Notas

1. L a A I E llevó a cabo sus Macmillan de Londres. El Research and the Development

quinto y sexto congresos
mundiales en Tokio (1977) y en
México (1980), y entre 1981 y
1983 organizó diez mesas
redondas. Están en proceso de
edición los volúmenes
correspondientes en la casa
Séptimo Congreso Mundial se
celebrará en Madrid en
septiembre de 1983.
2. Harold G . Moulton, " S o m e
C o m m e n t s on Research
Methods", en Economic
of Economic Science and Public
Policy. Nueva Y o r k , National
Bureau of Economic Research,
1946, p. 52. El subrayado figura
en el original.
Crítica del monetarismo
del Cono Sur

Edmar L. Bacha

Introducción* Éxito m o m e n t á n e o :
crecimiento de la exportación
Este artículo se propone ofrecer un marco y entradas de capital
preliminar para el estudio de algunos aspec-
tos críticos de las políticas de estabilización L a tendencia antiexportadora de las estrate-
aplicadas por los regímenes militares en gias de desarrollo seguidas en América Latina
Argentina, Chile y Uruguay durante los años desde la Segunda Guerra Mundial hasta
1970 y comienzos del presente decenio. mediados de los años sesenta es un hecho
El artículo comprende tres partes princi- demostrado. Las políticas de incentivos fue-
pales. E n la primera sec- ron manipuladas de tal
ción se propone una inter- forma que llegó a ser
pretación del éxito inicial E d m a r L . Bacha es profesor de Eco- m u c h o m á s rentable pro-
de los gobernantes del nomía Política en la Pontificia Univer- ducir para el mercado in-
sidad Católica de Río de Janeiro, R u a
C o n o Sur en su intento Marqués de S ã o Vicente 225, C E P terior que para la expor-
de promover una afluen- 22453, Río de Janeiro. Colaborador tación. L a sustitución
cia de divisas a estos asiduo de revistas profesionales, ha de importaciones fue pro-
países. E n la sección si- escrito muchos libros sobre proble- tegida por restricciones
m a s económicos brasileños, entre
guiente se expone c ó m o cuantitativas, lo que en
ellos Models of Growth and Distribu-
estos dirigentes políti- tion for Brazil (1980, con Lance Tay- general dejaba sólo un
cos, interpretando erró- lor y otros). papel marginal al siste-
neamente el carácter de m a arancelario. A l mis-
las limitaciones económi- m o tiempo, el bajo nivel
cas de sus países, introdu- y la alta variabilidad del
jeron después, equivoca- tipo de cambio real, uni-
damente, la liberación de dos a la prioridad asigna-
importaciones en lugar de fomentar la da al abastecimiento del mercado nacional y a
exportación. El coup-de-grâce a su política fue sistemas fiscales y de crédito desfavorables,
también su propia obra ; su oneroso intento tendían a hacer poco rentables las exporta-
de conseguir la estabilización de los precios ciones n o tradicionales.
mediante la manipulación del tipo de cambio E n semejantes circunstancias, resultaba
se analiza en la última sección. insostenible pretender — c o m o algunos econo-

* Guillermo Calvo, René Cortázar, Carlos Díaz-Alejan- sables del productofinal.Expresamos igualmente nuestro
dro, Arminio Fraga, Roberto Frenkel y Franco Modigliani agradecimiento por la ayuda a la investigación recibida de
brindaron generosamente sus comentarios a un primer PNPE/IPEA y por la beca de viaje concedida por la
borrador de este trabajo, pero no debe hacérseles respon- Fundación Ford.
444
mistas latinoamericanos solían hacerlo— que
el crecimiento de las exportaciones estaba
limitado por la d e m a n d a exterior, cuando los
recursos domésticos tendían a permanecer
inactivos c o m o consecuencia de las políticas
fiscales y monetarias restrictivas adoptadas
periódicamente para mantener equilibrada la
balanza de pagos. E n realidad, las economías
latinoamericanas parecían sufrir u n tipo pecu-
liar de "desempleo clásico", en la medida que
cabe aplicar este término a economías en
desarrollo. Dentro de las estructuras económi-
cas existentes, la sustitución de importaciones
fue llevada hasta el límite, pero las escaseces
de divisas se mantuvieron, ya que aún se
requerían importaciones no competitivas de
materias primas, productos intermedios y
bienes de equipo para poder garantizar índi-
ces de crecimiento del P I B correspondientes
al pleno aprovechamiento de la capacidad
productiva. L a débil propensión a la exporta-
ción observada n o permitía generar suficientes
divisas, y, c o m o consecuencia, la inversión se
paralizaba y hacía su aparición el fenómeno
de una capacidad industrial n o utilizada.
El diagnóstico no ofrecía dudas para
quienes se abocaran a la tarea de calcular los
bajos niveles de rentabilidad de las exporta-
ciones que prevalecían en Latinoamérica.
Sólo las exportaciones tradicionales, basadas
en gran parte en los recursos naturales,
podían competir en los mercados exteriores.
Esta situación puede describirse c o m o "desem-
pleo clásico del Sur". E n la modalidad del
Norte, el empleo está directamente limitado
por los salarios reales excesivos. E n cambio,
- en América Latina los niveles de empleo y el
crecimiento de la capacidad se vieron restringi-
dos por la baja rentabilidad del crítico sector
de exportación.
El veredicto resultó correcto, a juzgar
por los frutos de los cambios de política
introducidos en las décadas de 1960 y 1970.
C u a n d o los países latinoamericanos empeza-
ron a aplicar políticas orientadas hacia el
exterior (por lo cual entendemos, esencial-
mente, la elevación del índice de beneficios
esperados de las actividades de exportación),
las exportaciones prosperaron, aumentando
Edmar L. Bacha
así su coeficiente de participación en el PIB
potencial y abatiendo la barrera que anterior-
mente limitaba la entrada de divisas y res-
tringía el ritmo de crecimiento de la produc-
ción en estos países. El crecimiento de las
exportaciones y el correspondiente aumento
de las reservas de divisas hizo subir el crédito
internacional de los países latinoamericanos,
lo que durante algún tiempo les facilitó el
acceso ilimitado al mercado de eurodólares.
A la promoción de las exportaciones se
sumaron diversos esfuerzos encaminados a
liberalizar las importaciones. E n los casos de
Brasil y Colombia, esto significó una reduc-
ción de las restricciones cuantitativas y u n
intento de hacer bajar moderadamente el
nivel general de las tarifas arancelarias, en
especial las m á s altas de la escala protectora.
C o m o el tipo de cambio real se mantuvo a
niveles relativamente favorables merced a u n
sistema de minidevaluaciones, estas reformas
arancelarias de Brasil y Colombia, si bien
racionalizaron u n tanto sus sistemas de protec-
ción, al parecer afectaron escasamente el
índice de beneficios en la mayoría de las
actividades de sustitución de importaciones.
Del Teorema de la
Simetría de Lerner mal aplicado
E n el C o n o Sur las intenciones eran diferen-
tes. E n palabras, cuando n o en los hechos, el
objetivo consistía en llegar a la completa
liberalización de las importaciones, permi-
tiendo a los mercados internacionales decidir
libremente qué actividades de sustitución de
importaciones permanecían en el país. Para
justificar estas medidas de liberalización se
hacían frecuentes referencias al Teorema de
la Simetría de Lerner. E n una economía
plenamente utilizada, con comercio equili-
brado y conforme a la teoría, el teorema es
efectivamente aplicable. M a y o r protección de
la industria relativamente m e n o s eficiente
significa mayor castigo para la industria con
ventaja comparativa. E n este m u n d o de equili-
Crítica del monetarismo del Cono Sur
Bienes de importación valiosos: tocadiscos tragamonedas y refrigerador en el momento de ser puestos a
salvo de las aguas crecidas del Amazonas. Douglas Botting/Panmage.
brio general es indiferente que se promuevan
las exportaciones o se liberalicen las importa-
ciones. E n la práctica, esto tiene una impor-
tancia considerable.
Si el diagnóstico de la sección anterior es
correcto, los países latinoamericanos se halla-
ban, inicialmente al m e n o s , en una situación
de "desempleo clásico del Sur". E n tales
circunstancias, reducir bruscamente las barre-
ras a la importación hubiera sido u n hecho
bastante insólito ya que, si los precios y los
salarios no fueran flexibles, las consecuencias
serían unos índices m á s altos aún de desem-
pleo. Está pues suficientemente claro q u e el
fomento de la exportación tenía que prevale-
cer sobre la liberalización de las importacio-
nes. M á s tarde, a medida q u e fueran a c u m u -
lándose divisas, podrían adoptarse políticas
fiscales y monetarias m á s liberales, elevando
los niveles nacionales de empleo manteniendo
al m i s m o tiempo el equilibrio de la balanza de
445
pagos. E n esta fase podría ser conveniente
liberalizar las importaciones para ayudar a
promover una distribución m á s racional de los
recursos en la economía.
Pero aun en este caso n o debe olvidarse
que los insumos complementarios de los
bienes de equipo y los productos intermedios
son renglones de gasto críticos en u n a eco-
nomía semiindustrializada en crecimiento.
Por este motivo, la entrada de importaciones
competitivas en el país tenía que supeditarse a
las perspectivas de la exportación. Tal vez
éstas fuesen suficientemente halagüeñas para
consentir la plena liberalización de las importa-
ciones. Sin embargo, los últimos acontecimien-
tos económicos internacionales han puesto
de relieve las limitaciones del supuesto de
"pequeño país". Las participaciones reducidas
en el mercado n o son u n a salvaguardia contra
el proteccionismo n o arancelario de los países
industriales ni contra las reducciones indiscri-
446
minadas de las importaciones que puedan
efectuarse en los países m e n o s desarrollados.
A d e m á s , aun en el caso del Brasil (cuya
participación en las importaciones mundiales
de productos industriales es inferior al 1%), el
comportamiento de las exportaciones de estos
productos elaborados en el periodo 1972-1980
se explica m u c h o mejor por medio de un
modelo econométrico de oferta y d e m a n d a
plenamente especificadas, que mediante una
simple ecuación que exprese la relación de la
oferta con los precios mundiales. 1 Esto con-
cuerda con la teoría de Linder, cada vez m á s
aceptada, según la cual las complejidades del
comercio mundial de productos manufactura-
dos no pueden ser captadas por modelos
puramente competitivos, sino que han de ser
formalizadas por lo menos c o m o casos de
competencia imperfecta.
D e lo expuesto se desprende que los
ingresos de divisas propiciados por las fluctua-
ciones de precios nacionales que favorecen al
sector de la exportación se presentan siempre
condicionados por el estado de la d e m a n d a
mundial total, aun en el caso de u n "pequeño
país". Si la d e m a n d a mundial se debilita, la
devaluación real necesaria para obtener u n
determinado rendimiento en divisas puede ser
m u y grande (incluso infinitamente grande).
Por eso, en u n m u n d o donde la d e m a n d a
exterior es a veces imperativa y condicio-
nante, puede justificarse el mantenimiento de
una cierta protección contra las importaciones
competitivas. C u a n d o las exportaciones se
restringen debido a políticas que distorsionan
los precios nacionales, el país sufre c o m o
consecuencia una mala asignación de recur-
sos. Pero cuando las exportaciones se ven
restringidas por el racionamiento de la
d e m a n d a mundial, se paga con el desempleo.
Este último costo será mayor para los países
en desarrollo a causa de la dificultad adicional
de desplazar recursos de las actividades de
exportación a las de sustitución de importa-
ciones, ya que el comercio intraindustrial
representa sólo una pequeña proporción de
sus relaciones económicas exteriores. C o m o la
probalidad de racionamiento de la d e m a n d a
exterior suele normalmente aumentar con la
Edmar L. Bacha
proporción de recursos domésticos dedicados
a las exportaciones, el libre comercio no es
necesariamente óptimo en los países en desa-
rrollo.
Pasando ahora a los hechos, conviene
observar ante todo que, aun en el C o n o Sur,
únicamente en Chile se llevaron las medidas
de liberalization de importaciones demasiado
lejos. E n Uruguay, u n análisis reciente afirma
que:
(. . .) hasta 1980 las actividades protegidas no
habían sido desplazadas por la competencia de las
importaciones, a pesar de que éstas se incrementa-
rion en rubros ya existentes en la producción
nacional. Más aún, la fase expansiva que caracte-
rizó el desarrollo industrial entre 1974 y 1980 fue
básicamente impulsada por las industrias protegi-
das. Por su parte, la reducción de la protección
nominal no se tradujo en una disminución de la
tarifa implícita, ni de la protección efectiva. E n
consecuencia, la evolución de los niveles de protec-
ción no explican la fase de expansión industrial.
[Macadar, p. 264].
El caso de Uruguay es digno de atención,
porque este país consiguió mantener un índice
de crecimiento del PIB sin precedente (5%
anual en 1974-1980, en comparación con 1,9
por ciento de 1968-1973 y 0 , 3 % de 1961-1968)
mientras aumentaba la parte correspondiente
a productos manufacturados. Este caso corro-
bora elocuentemente nuestra tesis de que el
factor crítico que explica la recuperación de la
capacidad de crecimiento después de las condi-
ciones de depresión experimentadas por las
economías latinoamericanas en la década de
los sesenta fue el fomento de la exportación y
no la liberalization de importaciones.
E n la Argentina, la reducción de las
barreras a la importación se llevó m á s lejos
que en Uruguay. Según Canitrot, los aran-
celes nominales protectores de productos
industriales (con exclusión de los que tenían
aranceles inferiores a 2 5 % antes de 1976)
descendieron por término medio de 9 4 % a
fines de 1976 a 3 5 % a fines de 1979 (con la
particularidad de que 7 0 % de la reducción
tuvo lugar en noviembre de 1976). N o obs-
tante, el margen de protección excedente se
mantuvo al parecer lo suficientemente alto
Crítica del monetarism*) del Cono Sur
Productos de exportación de poco valor: sacos de harina de pescado antes de ser expedidos, en Pisco,
P e r ú . Georg Gerster/Rapho.
c o m o para impedir una competencia efectiva
de las importaciones hasta los últimos meses
de 1979. E n esta fase, la política de constante
sobrevaluación del tipo de cambio real ini-
ciada en m a y o de 1978 "fue disminuyendo
progresivamente el margen de protección
excedente de las actividades de la industria
hasta hacerlo nulo, para la mayoría, hacia
fines de 1979. Recién entonces las empresas
sintieron verdaderamente el impacto de las
sucesivas reducciones arancelarias". (Canitrot,
pág. 183).
Por eso, tanto en la Argentina (desde
1979) c o m o en Uruguay (después de 1980), lo
que se halla en debate n o es la liberalización
de las importaciones c o m o tal, sino m á s bien
la manipulación del tipo de cambio. Volvere-
m o s sobre este punto en la sección siguiente.
Chile, en cambio, es el paradigma de la
liberalización de importaciones. A partir de
un nivel medio de 9 4 % en 1973, para 1979 los
aranceles se habían reducido a u n nivel uni-
447
forme de 1 0 % (excepto en la industria del
automóvil), lo que abrió empliamente las
puertas de la economía a la competencia de la
importación.
Este proceso perjudicaba a m á s de u n
sector industrial, c o m o observa Foxley [1982]
entre otros, pero lo sorprendente fue que la
industria chilena n o sólo n o desapareció,
c o m o algunos temían, sino que aparente-
mente logró crecer a ritmos m u y satisfactorios
a partir de 1976.
H a y aquí dos enigmas que explicar. Pri-
m e r o , ¿qué factores contribuyeron a mante-
ner la d e m a n d a de bienes de producción
nacional frente a la creciente competencia de
la importación y la cada vez m e n o r absorción
pública? Y segundo, ¿ c ó m o p u d o llevarse a
cabo esta expansión industrial sin provocar
una crisis por agotamiento de divisas ? N o
p o d e m o s dar respuestas empíricamente funda-
das a estos interrogantes. C a b e hacer, n o
obstante, algunas observaciones.
448
E n primer lugar, hemos de reiterar el
brillante comportamiento de las exportacio-
nes (incluido el cobre a partir de 1977),
que generaron una afluencia de divisas y un
aumento de la demanda global. A la expan-
sión de las exportaciones siguió una creciente
disponibilidad de capital extranjero, lo que
permitió cubrir provisoriamente, sin mayores
problemas, un déficit de cuenta corriente cada
vez más elevado.
L a segunda observación se refiere al
hecho de que, tras la profunda recesión de
1974-1975, la producción industrial subió con-
siderablemente hasta 1980, aunque la inver-
sión permaneció deprimida y el empleo en la
industria creció m u y poco. A l m i s m o tiempo,
aumentó significativamente la proporción de
importaciones en la producción de bienes
manufacturados, lo que parece indicar un
proceso de sustitución de factores productivos
nacionales por importados en la industria de
transformación, con diversas consecuencias.
Estadísticamente, es sobre todo llamativo el
hecho de que el crecimiento de la producción
industrial puede ser en parte ilusorio, ya que
no refleja una expansión proporcionada del
valor añadido nacional. L a circunstancia de
que el coeficiente del valor añadido en la
producción industrial disminuyera en 2 0 %
entre 1976 y 1979 subraya la importancia
cuantitativa de este aspecto.
Conviene destacar bien este punto, por-
que el decepcionante comportamiento del
empleo y la inversión frente al incremento de
la producción industrial ha desconcertado a
más de un observador del panorama chileno.
La hipótesis ya expuesta sobre la sustitución
de factores productivos nacionales por impor-
tados es intrínsecamente distinta del proceso
de sustitución contrario que tuvo lugar en
algunos países importadores de petróleo des-
pués de las bruscas alzas de los precios. E n
este último caso, siempre cabe esperar que la
elasticidad de sustitución sea baja, en determi-
nadas condiciones tecnológicas. E n el pri-
m e r o , en cambio, se trata del grado de
actividad fabril, n o del cambio técnico c o m o
tal. Al liberalizarse las importaciones, queda
abierta la opción de importar bienes en fases
Edmar L. Bacha
cada vez m á s adelantadas del proceso de
producción, dejando sólo los "últimos toques"
a los factores productivos nacionales. E n el
peor de los casos, la "fabricación" puede
llevarse a cabo enteramente fuera del país,
quedando la "comercialización" c o m o única
tarea que añadir dentro de las fronteras
nacionales. E n este caso extremo, la produc-
ción industrial estadísticamente registrada pue-
de permanecer constante o incluso aumentar,
mientras que el valor añadido nacional des-
ciende hasta cero.
L a persistencia de índices de desempleo
m u y elevados a pesar del aumento de los
niveles de producción sugiere que en Chile
tuvo lugar un proceso de este tipo. E n princi-
pio, una deflación salarial suficientemente
rápida debería haber resuelto este problema,
ya que, al empezar a bajar el coeficiente
salarial con relación al precio de las importa-
ciones, el proceso de sustitución de factores
productivos se habría detenido.2 C o m o solu-
ción alternativa, una moderación del proceso
de liberalización de importaciones podría ha-
ber desempeñado el mismo papel sin causar
tanto trauma social.
El fracaso
del modelo: la quimera
de la estabilidad de los precios
Brasil comparte con los países del C o n o Sur la
experiencia de haber tenido que efectuar, tres
o cuatro años después de la toma del poder
por los militares, una elección crítica entre el
fomento del crecimiento económico o una
política encaminada a conseguir la estabilidad
de los precios.
El golpe militar del Brasil se produjo en
abril de 1964. Tras un periodo inicial de
reorganización, el crecimiento económico se
reanudó en 1966. Sin embargo, la inflación,
que había quedado aparentemente contenida
en 1965, volvió a saltar del 29% anual en el
cuarto trimestre de 1965 al 39% en el segundo
trimestre de 1966. El gobierno respondió con
severas restricciones a la expansión del cré-
dito interno, pero esto devolvió la economía a
Crítica del monetarismo del Cono Sur
los cauces de la recesión. Sobrevino a conti-
nuación u n cambio en el poder, con la apari-
ción en escena d e u n nuevo equipo económico
encabezado por Delfim Netto, cuyas teorías
eran distintas d e las de Roberto C a m p o s y
G o u v ê a de Bulhões, que habían dirigido la
economía desde 1964. C a m p o s y Bulhões
creían en la "magia del m e r c a d o " y e n la
necesidad de u n periodo de recesión econó-
mica purificadora q u e redujera las expectati-
vas inflacionarias. Delfim Netto era h o m b r e
m á s pragmático y m u y identificado con los
intereses inmediatos de los industriales de S a n
Pablo.
Entre otras "ideas estructuralistas peregri-
nas", c o m o después escribiría C a m p o s [Simon-
sen y C a m p o s , p . 66], Delfim Netto consideró
que la reactivación de la inflación en 1966
estaba determinada por los costos [Delfim
Netto, 1967]. Procediendo según este diagnós-
tico, estableció rigurosos controles de los
precios directos y, manteniendo a raya los
convenios salariales, promovió la expansión
del crédito activo para las empresas, los
consumidores y el gobierno. L a política m o n e -
taria, en palabras de Mario Simonsen:
( . . . ) pasó a ser pasivamente dirigida con arreglo
al principio de que el crecimiento del producto real
no debe ser afectado por las crisis de liquidez
(. . . ) . Esto se tradujo en una expansión de los
medios de pago a tasas superiores a las que
normalmente aceptaría un adepto de la teoría
cuantitativa del dinero. E n realidad, la compatibili-
dad de esta política monetaria pasiva con la reduc-
ción de la inflación sólo fue posible porque el
gobierno inició una intensa política de control de
los precios.
L o que pasó después es bien sabido: el P I B
del Brasil creció a u n ritmo anual m e d i o del
1 1 , 2 % desde 1967 hasta 1973, con u n lento
descenso de la inflación q u e en 1972 n o
superaba ya el 1 8 % .
E n 1977, Argentina se hallaba en u n a
encrucijada semejante. Durante 1976, la infla-
ción había bajado m u y rápidamente, desde el
5 0 % a casi el 7 % mensual, pero después
e m p e z ó a mostrar u n a terca resistencia a
nuevos descensos. Entretanto se había ini-
ciado una fase d e expansión económica m u y
449
boyante, pero Martínez de H o z decidió q u e el
control de la inflación gozaba de prioridad
absoluta. Canitrot describe esta decisión en
tonos dramáticos:
Hasta junio de 1977 la economía pasaba por una
situación de auge. Las empresas trabajaban a plena
capacidad y lograban altos beneficios gracias a una
política expresa de represión de los salarios (. . . ) .
N o es imposible imaginar que esta situación
pudiera haberse prolongado y canalizado en un
proceso de rápido crecimiento, un milagro argen-
tino (. . . ) . El gobierno, sin embargo, desestimó
esa perspectiva, y decidió dar atención excluyente
al problema inflacionario. T o m ó decisiones expresa-
mente dirigidas a cortar el proceso de auge econó-
mico (. . . ) . Manifestó de ese m o d o su propio
orden de prioridades. Primero el disciplinamiento
social, sólo después el crecimiento. Puso también
en evidencia la intensidad de sus convicciones y la
fortaleza de sus propósitos de reforma social. E n el
servicio de un proyecto político, nacido de la
ideología liberal que compartía con las clases empre-
sarias y propietarias, no dudó en herir los intereses
inmediatos de los miembros de esas mismas clases y
con ello apostar casi íntegramente su capital polí-
tico. A partir de allí sólo el éxito podía justificarlo.
[Canitrot, p. 150].
Tras u n periodo en el q u e se siguió u n a rígida
política monetaria, determinante de u n apre-
ciable descenso en la producción industrial, se
adoptó u n a postura monetaria pasiva y las
medidas antiinflacionarias empezaron a cen-
trarse exclusivamente en el anuncio del curso
previsible del tipo de cambio. A esta decisión
contribuyeron varios elementos. Primero, el
creciente prestigio intelectual del m o n e t a -
rismo mundial y el enfoque monetario de la
balanza de pagos. S e g u n d o , u n a incapacidad
política de seguir controlando los salarios en
el contexto de u n a ideología económica que
aborrecía las medidas de control d e los pre-
cios. Tercero, u n a acumulación considerable
de reservas en divisas y la perspectiva de
acceso ilimitado a los mercados financieros
internacionales. Y cuarto, la posibilidad de
establecer u n a forma indirecta de disciplinar
la expansión del crédito interno y, de ese
m o d o , controlar el crecimiento del déficit del
presupuesto público.
Para apreciar bien a fondo este último
punto, hay que tener en cuenta q u e los
450
tecnocratas argentinos, a diferencia de sus
colegas chilenos, n o tenían carta blanca del
régimen militar para revisar las estructuras
económicas existentes. E n particular, su facul-
tad de controlar el gasto público y la expan-
sión del crédito interior estaba condicionada a
la aprobación de los militares. A h o r a bien, si
se eliminaban los controles sobre la balanza
de pagos en cuenta de capital, el sistema
financiero nacional pasaría a depender íntima-
mente de los mercados financieros internacio-
nales. D e ahí que cualquier intento de crea-
ción de crédito interno "excesivo" tendiera a
verse refrenado por una inmediata crisis de
divisas. L a austeridad monetaria pasaba a ser
la condición sine qua non de la estabilidad en
los pagos al exterior.
Este contexto esquizofrénico ayuda a
explicar la aparentemente absurda decisión de
Martínez de H o z d e liberalizar por completo
las corrientes de capital, aun antes de que las
corrientes comerciales llegaran a ser lo sufi-
cientemente libres para dar al m e n o s una
posibilidad de q u e la ley de precios únicos
contuviese la inflación que sufría el país.3
Canitrot se acerca a la explicación que
antecede cuando observa que:
El abandono de la política antiinflacionaria contrac- deuda exterior se acumula y la cuenta co-
tiva, iniciada en la segunda parte de 1977, no
resultó de la imposibilidad de controlar la oferta
monetaria en presencia de un mercado de capitales
abierto al exterior, sino de la negativa del gobierno créditos) c ó m o el "riesgo del cambio" (por el
a afrontar las consecuencias sociales y estructurales lado de la d e m a n d a ) aumentan constante-
de dicha política. Las Fuerzas Armadas habían
vetado desde un principio, invocando razones de
seguridad, toda política económica que significara
un alto nivel de desempleo.
E n nuestra opinión, Canitrot sólo tiene razón
en parte cuando afirma que los partidarios del
enfoque monetario triunfaron sobre los adep-
tos de la teoría cuantitativa porque ofrecieron
la estabilidad de los precios sin el costo
del desempleo. E n a m b o s modelos, el pleno
empleo es por lo c o m ú n un supuesto, n o una
conclusión. Si los precios y salarios nacionales
no son totalmente flexibles, tanto una política
de contracción monetaria c o m o otra que pre-
determine una escala móvil para el tipo de
cambio conducirán finalmente al desempleo.
Edmar L. Bacha
L a conclusión es inmediata si las corrientes de
capital se hallan bajo control gubernamental.
E n este caso, la distinción consistirá sólo en
ver qué elemento de la d e m a n d a global es el
que conduce a la contracción: la absorción
interior, cuando el crédito se restringe; las
exportaciones netas, cuando se aplica u n a
escala móvil con anuncio previo. El desem-
pleo sobreviene d e las dos maneras, pero la
cuenta corriente mejora con la primera mien-
tras que empeora con la segunda.
Considérese ahora el caso de las co-
rrientes de capital incontroladas. U n a de las
consecuencias del anuncio de una reducción
de las devaluaciones en el tipo de cambio en
circunstancias d e índices de inflación persis-
tente es un descenso del costo real esperado
de los créditos exteriores en m o n e d a nacional.
Si las corrientes de capital n o se controlan,
esta reducción esperada de los costos de
interés puede motivar u n a expansión de
la d e m a n d a interna financiada mediante el
endeudamiento externo, lo q u e , inicialmente
al m e n o s , puede compensar con creces el
descenso en las exportaciones netas. El
empleo puede entonces crecer en las primeras
fases de una política defijacióndel tipo de
cambio. Eventualmente, a medida que la
rriente se deteriora, tanto el "riesgo del país"
(por el lado de la oferta del mercado de
mente. Por a m b a s causas, el costo real espe-
rado de los créditos extranjeros e n m o n e d a
nacional empieza a subir.4 L a d e m a n d a
interna se contrae y el paro crece mientras se
prepara una crisis de divisas totalmente dis-
tinta de la q u e esperaban los adeptos del
monetarismo mundial.
E n la teoría cuantitativa, los costos en
desempleo son los m á s acuciantes. El enfoque
monetario aplaza el día de saldar cuentas a
costa de una deuda externa en constante
aumento. E n favor de los "viejos monetaris-
tas" cabe decir al m e n o s que, cuando se iban,
dejaban al país algunas reservas e n divisas,
que permitían recomenzar aplicando políticas
m á s razonables. E n cambio, las cuentas impa-
Crítica del monetarismo del Cono Sur 451

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50 •

1970 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980 1981

F I G . 1. Tipos de cambio: aumentados en función del índice de precios al por mayor de los Estados Unidos
y disminuidos por los índices salariales internos (1970=100)
452
gas parecen ser el único legado de los " m o n e -
taristas mundiales" una vez que han concluido
su trabajo.
El derrumbe del monetarismo mundial en
Argentina a comienzos de 1981 fue política-
mente m á s espectacular que el ocurrido en
Chile a mediados de 1982 o en Uruguay en
los últimos meses de este m i s m o año. Sin
embargo, es necesario destacar que, en los
tres casos, el resultado de las tentativas de
controlar la inflación interna mediante el
arbitraje de los precios internacionales fue
una significativa sobrevaluación del tipo de
cambio.
Esto se ilustra en la figura 1, en que se
exponen los índices de rentabilidad de las
exportaciones correspondientes a los tres
países. Dichos índices se han obtenido multi-
plicando el tipo de cambio nominal (pesos por
dólar) por el índice de precios al por mayor de
los Estados Unidos y dividiendo el producto
por la tasa salarial nacional. Los índices son
iguales a 100 en 1970, año que se considera
representativo de las relaciones de precios
vigentes antes de la implantación de las dicta-
duras militares en el C o n o Sur. 5 E n aras de
una mayor simplificación, puede tomarse 1977
para ilustrar los cambios de precios relativos
que tuvieron lugar durante la primera fase de
los nuevos regímenes. E n términos aproxima-
dos, en los tres países la rentabilidad de la
exportación en 1977 fue alrededor de un 50%
m á s alta que en 1970. Este hecho es fundamen-
tal para comprender el auge de la exportación
a que nos hemos referido.
Los experimentos de política guberna-
mental con los tipos de cambio activo se
iniciaron en 1978; en los tres casos pudo
observarse una constante y m u y significativa
apreciación real de la moneda nacional. C o m o
consecuencia, tanto las industrias de exporta-
ción c o m o las que competían con las importa-
ciones fueron haciéndose cada vez menos
rentables. Las consecuencias negativas para la
balanza comercial quedaron bastante claras
tanto en Argentina c o m o en Chile. E n este
último país, el desequilibrio de la balanza de
pagos, los trastornosfinancierosy la recesión
industrial iniciados en 1981 no impusieron un
Edmar L. Bacha
cierre de las operaciones con divisas c o m o en
Argentina, pero obligaron al Banco Central a
intervenir y condujeron a una inversión de las
políticas comerciales y cambiarias a mediados
de 1982.
Uruguay, de economía pequeña y estre-
chamente vinculado a Argentina, obtuvo
hasta 1980 grandes beneficios, en términos de
ingresos de divisas, de la sobrevaluación del
peso argentino, pues inició su propio experi-
mento de sobrevaluación del tipo de cambio a
un ritmo más lento que su principal asociado
comercial. A d e m á s , Uruguay no se atuvo
estrictamente a las reglas: el gobierno conti-
nuó fijando los salarios y la escala anticipada
del tipo de cambio móvil se ajustó mejor a la
situación de la balanza comercial. Los textos
no suelen prestar al caso de Uruguay toda la
atención que probablemente merece c o m o
ejemplo que desmiente el d o g m a ortodoxo: su
mayor duración parece estar vinculada al
enfoque menos doctrinario adoptado por los
uruguayos respecto a la intervención pública,
la liberalización del comercio y la manipula-
ción del tipo de cambio. 6
Conclusión:
nada defrauda tanto
c o m o el fracaso
¿Por qué nó funcionó el monetarismo mundial
en América Latina? E n gran parte, la res-
puesta es que la formación de precios y
salarios nacionales en economías en desa-
rrollo con elevados índices de inflación entra-
ña procesos sociales m á s intrincados de lo que
los monetaristas mundiales o locales están
dispuestos a aceptar. Ni siquiera bajo las
"ideales" condiciones políticas del C o n o Sur
la ley de precios únicos tuvo el vigor necesario
para reprimir estos procesos sociales internos.
L a ortodoxia pragmática sostiene que en
Argentina se perdió el control del déficit
público, y que, en Chile, las normas regulado-
ras de los índices salariales eran incompatibles
con la política cambiaria [McKinnon, 1982].
Uruguay, en cambio, mantuvo un presupuesto
equilibrado y no reguló con rigidez los índices
Crítica del monetarismo del Cono Sur 453

salariales. Sin e m b a r g o , el monetarismo m u n - asesores del Norte podrán esgrimir m u c h o s

dial también fracaso en ese país.
L a recesión mundial y la turbulencia
financiera internacional de los primeros años
ochenta n o pueden tampoco justificar los
fracasos del C o n o Sur. L a figura 1 demuestra
claramente q u e la raíz de sus dificultades de
balanza de pagos era interna: las últimas
circunstancias internacionales sólo contribuye-
ron a precipitar las crisis de divisas.
Los monetaristas del C o n o Sur y sus
argumentos para explicar el fracaso del
m o d e l o . Los teóricos participarán e n la polé-
mica, pero la historia sólo registrará el fiasco.
L a lección final es q u e la aplicación doctrina-
ria del enfoque monetario a la balanza de
pagos lesiona y perjudica a los países desarro-
llados,7 pero, e n el caso de economías en
desarrollo, puede ser francamente demole-
dora.
Traducido del inglés

Notas

1. Véase Mussi (1982).
2. René Cortázar m e indicó que
otra solución posible hubiera
sido reducir los tipos de interés
real nacionales, que desde 1974
se mantenían extremadamente
altos. Esto hubiera elevado la
capacidad de los productores del
país para competir con los
productosfinalesimportados,
consintiendo así un nivel más
alto de empleo industrial y una
recuperación de la balanza
comercial.
3. Este hecho ha inducido a
algunos observadores (por
ejemplo, McKinnon, 1982) a
sostener que uno de los defectos
de la política económica en
Argentina (en comparación con
Chile) consista en el "orden
equivocado de la liberalization
económica" (apertura financiera
antes de la libertad de
comercio). Esta interpretación
parece incorrecta, como lo
sugiere el hecho de que en
Uruguay, que es la experiencia
económica con mayor éxito
relativo del Cono Sur, las
corrientes de capital
internacional fueron liberadas a
partir de 1974, mientras se
mantuvieron importantes
restricciones al comercio hasta
elfinaldel experimento
monetaristas global en 1982.
4. Véase en Frenkel [1981] una
tentativa de construcción de un
modelo.
5. Las cifras se han establecido
a partir de los datos
suministrados por Canitrot
[1981], Ffrench-Davis y
Arellano [1981], Frenkel [1982],
Macadar [1981] y las
Estadísticas Financieras
Internacionales del F M I . Se han
omitido las cifras
correspondientes al periodo de
Allende en Chile (1971-1973),
ya que, durante su gobierno, el
sistema de precios no tuvo
incidencia en la asignación de
recursos.
6. Sobre estos puntos, véase
Macadar [1982], esp. p. 258-263.
7. C o m o lo sugiere la referencia
al "síndrome holandés," en el
artículo de Spaventa publicado
en el presente número de RICS.
454
Referencias
C A N I T R O T , A . 1981. "Teoría y
práctica del liberalismo: política
antiinflacionaria y apertura
económica en la Argentina,
1976-1981." Desarrollo
Económico, 21, (82), julio-
septiembre, p. 131-89.
D E L F I M N E T O , A . y otros. 1967.
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recente da economía brasileira."
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Asesor Conjunto de los
Ministerios de Hacienda y
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parte como apéndice de
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Desenvolvimento, Ministerio do
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FRENCH-DAVIS, R . ; ARELLANO,
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Edmar L. Bacha
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1974-1979." Journal of lessons from Chile and
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primavera de 1982. Buenos Política. (Tesis de licenciatura.)
Aires, C E D E S (mimeografiado).
SIMONSEN, M . H . ; C A M P O S ,
I . B . R . D . 1979. Uruguay: R . O . 1974. A nova economia
Economic Memorandum. brasileira. Rio de Janeiro:
Washington, D . C . Livraria José Olimpio Editora.
S P A V E N T A , L . , L a relación entre
M AC A D A R , L . 1982. Uruguay
1974-1980; ¿Un nuevo ensayo de los movimientos del tipo de
reajuste económico? cambio y la inflación interior:
Montevideo, Ediciones de la círculos viciosos y poco
Banda Oriental. (Estudios virtuosos de ayer y de hoy, en
C I N V E n.° 1.) este mismo número de RICS.
Comercio y desarrollo:
algunos problemas fundamentales

Sujamoy Chakravarty

Insuficiencias d e la tan aplicable a los individuos c o m o a las

naciones. A u n q u e se han añadido numerosas
teoría neoclásica del comercio
precisiones y matices a la formulación original
de Ricardo, prestigiosas autoridades han reco-
¿ C ó m o habría que analizar las relaciones nocido que la idea de fondo sigue siendo la
económicas entre las naciones para poner en m i s m a . Se ha sustituido la llamada "teoría del
claro las causas de las persistentes y crecientes valor del trabajo", desarrollada por Ricardo,
desigualdades en renta y en riqueza que por u n análisis del equilibrio general m á s
hallamos entre las mismas? Esta es, a m i m o d e r n o , y con el fin de dar m a y o r precisión
juicio, una de las preguntas primordiales con al concepto de "beneficios del comercio" se
que se enfrenta todo teó- han inventado técnicas
rico de las relaciones eco- para analizar la prospe-
Sujamoy Chakravarty es profesor de
nómicas internacionales.1 ridad de nuestro tiem-
economía política en la Facultad de
Por desdicha, el pen- Ciencias Económicas de Delhi. Ex p o , pero la estructura a m -
samiento que ha venido miembro de la Comisión de Planifica- pliada no contradice en
tomando cuerpo dentro ción del gobierno de la India, es autor m o d o alguno la proposi-
del ámbito de las teo- de The Logic of Investment Planning, ción central ricardiana de
Capital and Development Planing y
rías económicas general- Alternative Approaches to a Theory of que el "libre comercio"
mente aceptadas y al que Economic Growth: Marx Marshall, sostiene la eficiencia en
se ha reconocido una au- Schumpeter (1982). la producción mundial,
toridad casi canónica es, que a su vez lo favorece.2
a tal efecto, insuficiente. L a excepción señalada en
L a idea central en que se primer lugar por Bicker-
basa es que el "comer- dike, según la cual un
cio" es una actividad país determinado puede
mutuamente provechosa, prosperar desviándose
aunque no pueda medirse el beneficio que del libre comercio y recurriendo a su poder de
obtiene cada participante en una transacción, monopolio, ha suscitado un sinfín de comple-
ni estadística ni conceptualmente, sin hacer jos razonamientos, pero no puede decirse que
varias suposiciones gratuitas. Esto se debe a haya constituido u n argumento m u y impor-
que el comercio permite la especialización tante en el arsenal de razones dadas por los
adecuada en la producción y la libertad de gobernantes que se han desviado del "buen
elección en el consumo. L a demostración de camino", generalmente por motivos m u y dife-
esta proposición se remonta al teorema funda- rentes.
mental sobre la ventaja comparativa expuesto Los retos a la teoría clásica y sus prolon-
por Ricardo, quien estimaba que la lógica era gaciones modernas vinieron de quienes, en
456
David Ricardo (1772-1823) Colección Mansell D. R.
una forma u otra, defienden la tesitura de que
el libre comercio puede inhibir el crecimiento
de las "fuerzas productivas", valiéndonos de
la expresión introducida por F . List. Sin
embargo, en los últimos años se ha conside-
rado cada vez m á s que la frecuente polémica
entre "proteccionistas" y "partidarios del libre
comercio" puede analizarse con arreglo a la
lógica de lo "mejor después de lo óptimo".
A grandes rasgos, la conclusión ha sido
que gran parte de los argumentos que respal-
dan al proteccionismo se basa en una percep-
ción errónea, ya que las razones frecuente-
mente aducidas para apartarse del libre comer-
cio se ajustan mejor a las políticas de produc-
ción que combinan desgravaciones con subven-
ciones. C o n relación a la argumentación
basada en las economías monetarias externas,
de la que el argumento de la industria inci-
piente puede considerarse un ejemplo, se ha
estimado que las subvenciones constituyen
una solución m á s apropiada. Así, el resultado
Sujamoy Chakravarty
final del debate ha sido que, en general, el
mejor consejo que puede darse a los países es
que mantengan regímenes de libre comercio a
fin de potenciar al m á x i m o las rentas y el
empleo. 3 Se sostiene que, en igualdad de
circunstancias, esto llevará también a la elimi-
nación de las disparidades en niveles de renta
entre los países al favorecer la acumulación de
capital, que puede acelerarse mediante la
importación de capital extranjero.
Se ha encontrado a m e n u d o confirmación
empírica de esta conclusión en el rápido índice
de crecimiento obtenido por unos pocos
países que aplicaron políticas orientadas al
exterior, en contraste con el lento crecimiento
experimentado por países c o m o la India, que
han registrado índices de crecimiento relativa-
mente modestos.
Sin entrar por ahora en un análisis de
carácter empírico, quisiera someter a la consi-
deración del lector la siguiente hipótesis. Se
reduce a la observación de que el efecto del
Comercio y desarrollo: algunos problemas fundamentales
Alfred Marshall (1842-1924) D . R.
comercio sobre la orientación de crecimiento,
por no hablar de su efecto sobre los niveles de
vida, no puede determinarse correctamente
en el marco de los modelos convencionales.
E n general, esto n o implica que el argumento
tradicional que se emplea al asesorar a países
en desarrollo sobre políticas a aplicar sea
erróneo en sus propias premisas. Significa, en
cambio, que cuando se recurre al análisis
tradicional para recomendar el comercio
c o m o motor esencial de crecimiento, se están
sobrepasando los límites dentro de los cuales
se efectúa generalmente un análisis preciso.
Esto será obvio, sin duda, para cualquier
discípulo serio de Mili y de Marshall. E n su
Fiscal Theory of International Trade, Alfred
Marshall abogaba por el libre comercio en un
marco de razonamiento que ponía de relieve
no tanto la idea de la eficiencia distributiva,
que es (bien) captada por los modelos tradicio-
nales, sino la del progreso técnico que con-
duce a beneficios monopolísticos, situación
457
esta última llamada a desaparecer merced a
una rápida difusión de los conocimientos. E n
su defensa del comercio, se apoyaba en la
necesidad de mantener a un país constante-
mente informado respecto de los cambios
acontecidos en lo que en su tiempo se des-
cribía c o m o cambios en el "estado de las
técnicas", o, c o m o diríamos hoy, los cambios
en las "funciones de la producción".
Esta clase de lógica no está totalmente
ausente, del pensamiento contemporáneo,
pero no se halla integrada todavía en el
cuerpo de teoría principal que constituye la
base disponible para el trabajo de los especia-
listas.4
N o obstante, la influencia de factores
c o m o son los rendimientos crecientes y el
acceso diferencial a los conocimientos es vital
para el nexo comercio-crecimiento así c o m o
para el problema fundamental de las cre-
cientes desigualdades entre las naciones.5 Si
el saber es un factor decisivo cuya distribución
458
no es uniforme entre los diferentes países,
evidentemente una de las premisas básicas en
que se sustenta el modelo Hecksher-Ohlin,
ampliamente utilizado, pierde validez. Pero
las dificultades son aún mayores si se admite
que el saber no es una mercancía cuya produc-
ción y precio estén sujetos a las mismas leyes
que rigen a las demás mercancías. Por la obra
de A r r o w y otros, sabemos que los procesos
pertinentes a este respecto se caracterizan por
la presencia de importantes efectos externos
y/o de rendimientos crecientes a escala.6 Esto
quiere decir que no siempre existen los merca-
dos adecuados y/o que los mismos tienden a
dejarse monopolizar fácilmente. Además,
c o m o generalmente el saber aparece englo-
bado en los bienes de equipo, h e m o s de
contar con los efectos de escala en la produc-
ción de bienes de equipo, y también con los
términos y condiciones en que se venden estos
bienes.
E n conjunto, todo ello implica que los
países que carecen de saber técnico y de las
estructuras industriales correspondientes se
encuentran en considerable desventaja frente
a los que la poseen. Se quebranta de esta
manera uno de los postulados básicos en que
se apoya el paradigma convencional del comer-
cio, según el cual todos los participantes en
transacciones comerciales se hallan, en cierto
sentido esencial, situados simétricamente. Los
modelos de comercio clásicos de la variedad
del "vino" y el "paño" no alcanzan a captar
esta asimetría porque en dichos modelos, tal
c o m o se interpretan convencionalmente, no
se contempla ningún elemento de beneficio
acumulativo a lo largo del tiempo, c o m o
tampoco se reconoce la función del comercio
de bienes de equipo. E n el contexto del
m u n d o actual, sin embargo, los países m á s
pobres se ven obligados a comerciar con los
m á s ricos en un contexto considerablemente
modificado, donde el comercio de bienes
intermedios y de equipo desempeña u n papel
creciente y vital.
Es bien sabido que las innovaciones intro-
ducidas en los productos se verifican general-
mente en los "países ricos". Paul K r u g m a n ,
en un artículo sumamente estilizado pero m u y
Sujamoy Chakravarty
sugerente, ha puesto de manifiesto c ó m o ,
dada esta asimetría en la génesis del saber del
que nacen productos nuevos, aun con el
supuesto de un factor particular —el de la
m a n o de obra— que tiene igual rendimiento
cuando produce lo que él llama "bienes anti-
guos", la disparidad de los salarios se acrecen-
tará y conducirá a una persistence desigualdad
en la distribución de las rentas del m u n d o . 7 El
índice salarial relativo correspondiente al equi-
librio del sistema, cuando existe, entre los
países innovadores denominados Norte y los
países imitadores llamados Sur, dependerá
siempre de la proporción de dos parámetros
cruciales, el índice de aumento del número de
productos y la demora media con que la
producción imitativa comienza en el Sur.
Prosigue este autor mostrando que, bajo
determinado supuesto, los salarios relativos
resultarán ser "constantes", con una diferen-
cia fija en favor del país desarrollado, que
corresponde al ritmo de transferencia de tec-
nología. Este modelo, m u y sencillo, nos per-
mite enfocar en una forma totalmente distinta
el problema de la desigualdad entre los países,
en función de una asimetría fundamental que
sin duda alguna caracteriza a la situación
mundial.
N o obstante, existen limitaciones obvias
a esta particular manera de representar las
corrientes del comercio mundial, ya que sólo
con alguna justificación puede decirse que
tenga aplicación a lo que los teóricos del
comercio con inclinaciones empíricas descri-
ben c o m o bienes del ciclo de producción.
Evidentemente, n o todo el comercio es de
esta clase, y, en tal medida, el análisis puede
ser bastante engañoso. 8
E n segundo lugar, incluso con respecto a
esta categoría, aunque se atiende a uno de los
aspectos del problema del proceso acumula-
tivo, queda inexplicado un mecanismo de
difusión que también interviene y cuyos efec-
tos son totalmente beneficiosos. Por lo tanto,
los países del Sur estarán en mejor posición
cuanto más rápidamente se desarrolle y c o m -
plete el proceso de difusión.
Por el m o m e n t o , no sabemos m u c h o
acerca de las formas en que se desarrolla el
Comercio y desarrollo: algunos problemas fundamentales 459

proceso de difusión, o (lo que viene a ser lo

m i s m o en este modelo) c ó m o se produce en
realidad la transferencia de tecnología. Sí
conocemos, en cambio, algunos elementos.
U n o de ellos es que una parte sustancial
del saber tecnológico es coto reservado de
grandes sociedades comerciales del Norte,
que sólo están dispuestas a transferir dicho
saber c o m o parte de un "paquete completo".
Por este motivo, se plantean un sinfín de
problemas en cuanto a los efectos de la
"inversión extranjera" en la economía nacio-
nal de los países involucrados.
E n el contexto de las pautas de comercio
e inversión del siglo xix, Singer había ya
descrito una parte considerable de la inversión
extranjera conceptuándola c o m o "extranjera"
únicamente en sentido geográfico.9 Y estaba
esencialmente en lo cierto, aunque no han
faltado algunas voces discrepantes, especial-
mente las de quienes defendían una teoría del
beneficio comercial basada en la "venta de los
excedentes". E n el contexto actual, los pro-
ductos que atraen la inversión extranjera n o
pertenecen exclusivamente al sector de pro-
ducción primaria, sino en medida creciente a
la industria de transformación, donde puede
prosperar a causa de los salarios relativa-
mente m á s bajos, o bien gracias a las políticas
gubernamentales que hacen que la creación
defilialeso sucursales en el extranjero sea
m á s rentable para las direcciones de las
grandes compañías situadas casi siempre en
países del Norte. N i en un caso ni en otro
p o d e m o s dar necesariamente por supuesto
que se efectúa una transferencia efectiva de
tecnología. Será decisivo, pues, determinar
cuál es la mejor manera de acelerar el proceso.
U n segundo punto es el que se refiere a
las "innovaciones en los procesos", que m u y a
m e n u d o permiten, por su naturaleza, ahorrar
m a n o de obra o recursos materiales. Plantean
en el plano internacional lo que ya Wicksell
examinó en el contexto nacional, es decir el
efecto diferencial de la acumulación de capi-
tal, contrapuesta a la invención, sobre el
bienestar de la clase trabajadora. Trasladada
Estatua china de un comerciante portugués, que
al plano internacional, la argumentación se adorna actualmente un templo de Bangkok, sam
presenta c o m o sigue. Wagenaar/Camera Press.
460 Sujamoy Chakravarty

Las "naciones trabajadoras", término blema de cómo elevar los índices de ahorro en
con el que designo a las naciones que poseen los países en desarrollo. L o que quisiera
relativamente pocos recursos naturales, destacar aquí es que, independientemente del
escaso capital y abundante m a n o de obra, efecto producido sobre la proporción ahorros
caracterizadas por densidades de población globales-renta, debe tomarse en cuenta la
m u y altas, se enfrentan con el problema de influencia ejercida por la composición de u n
que sus oportunidades de empleo suelen verse consumo que incluye productos obtenidos con
afectadas por los cambios discontinuos que se uso intensivo de capital y recursos (los países
producen en las funciones de producción de desarrollados dedican abundantes recursos a
las naciones capitalistas. U n buen ejemplo de la realización de productos innovadores que
este fenómeno es la elaboración de productos reflejan su riqueza y su estructura de mercado
químicos sintéticos y de diversos procedimien- oligopolista) sobre la asignación relativa de
tos que permiten ahorrar m a n o de obra. El los escasos recursos de los países en desa-
comercio tradicional, aun cuando se le dína- rrollo. Raúl Prebisch, en reciente exposición,
mice en la forma convencional mediante la ha puesto de relieve este rasgo esencial de lo
acumulación de un capital homogéneo, no que él llama "capitalismo periférico", una
consigue acomodarse a esta realidad funda- realidad que los teóricos no pueden en m o d o
mental, que puede conducir al fenómeno del alguno pasar por alto.
"crecimiento empobrecedor" examinado por
Bhagwati en un contexto diferente.
Si la acumulación de capital y el progreso La teoría de la dependencia
técnico fuesen procesos disociables, posible-
mente podría sostenerse que el paradigma ¿Qué relación guarda nuestro análisis con los
original, aun modificado en medida considera- argumentos expuestos por los teóricos de
ble, sigue siendo válido; pero si se refuerzan la "dependencia" en América Latina y el
11
mutuamente, es necesario efectuar un cambio Caribe?
fundamental en el marco de análisis. Esto N o es mi propósito presentar aquí una
significa, concretamente, que la capitalización evaluación m u y detallada de dicha línea de
de un incremento inicial de la renta a partir de pensamiento que, en parte, supera el alcance
beneficios adicionales obtenidos gracias a los de este artículo. Sucintamente, el argumento
mejoramientos aportados por nuevos conoci- esencial de los teóricos de la dependencia
mientos, la diversificación en el sector de consiste en señalar que el marco de la eco-
producción de bienes de equipo, etc., condu- nomía internacional actual excluye la posibili-
cen a una situación en que losflujosde capital dad de un desarrollo autónomo dentro de lo
tienden a quedar confinados principalmente que ellos llaman la "periferia", expresión
en los países desarrollados. Este hecho tam- ampliamente utilizada para designar a los
bién contradice ciertas teorías neomarxistas países menos desarrollados. Por desarrollo
basadas en el supuesto de que las exporta- autónomo, generalmente,entienden un desa-
ciones de capital son el resultado de una rrollo que posea dinámica interna propia y no
presunta tendencia al descenso de la tasa de se limite a reflejar impulsos externos de
rentabilidad en los países "maduros". Es éste, crecimiento y di versificación. El desarrollo
a m i entender, un hecho de fundamental autónomo abarca mucho m á s que la mera
importancia para comprender la persistencia industrialización, objeto de muchos debates
de las desigualdades de renta entre las nacio- de primera hora por parte de la C E P A L bajo
nes. 10 la dirección de Prebisch. E n realidad, se
Por último, hemos de ocuparnos del considera que determinados tipos de industria-
fenómeno del efecto de demostración interna- lización, entre los que hay que contar no sólo
cional sobre el consumo, hace ya tiempo la industrialización orientada a la exportación
estudiado por Nurkse, con relación al pro- sino también algunas formas de sustitución de
Comercio y desarrollo: algunos problemas fundamentales 461

Fiebre especulativa provocada en 1720 por las perspectivas de un lucrativo comercio de ultramar: agiotaje
en Londres de las acciones de la Compañía de los Mares del Sur. La compañía fue creada en 1711 con la
esperanza de que la Guerra de la Sucesión española culminaría con un tratado que abriría la América
Española y el Pacífico al comercio, especialmente el de los esclavos. Sus acciones, que valían 128,50 en
enero de 1720, ascendieron a 1.000 en el verano y bajaron a 124 alfinaldel año, causando la ruina de
numerosos inversionistas. Grabado según una pintura de Matthew Ward, Tate Gallery, Londres. Paii*-
Edjmages.

las importaciones, son resueltamente propi-
cios al fomento de la dependencia. Los teóri-
cos de la dependencia atribuyen considerable
importancia a los problemas derivados de la
heterogeneidad estructural q u e , según ellos,
es consecuencia directa del contacto estable-
cido con los países desarrollados a través del
comercio y la inversión.12
L a importancia que los teóricos de la
dependencia otorgan al desarrollo autónomo
proviene de su postulado básico según el cual
el desarrollo dependiente tiene tendencia a
ser lento, e incluso cuando es rápido resulta
inestable y poco equitativo. Atribuyen u n
peso considerable a la necesidad de un creci-
miento impulsado por la d e m a n d a interior,
especialmente la demanda masiva, que abarca
no solamente bienes de c o n s u m o , sino tam-
bién bienes de equipo relacionados con la
producción de bienes salariales. E n este con-
texto, también hacen hincapié en la necesidad
de un rápido crecimiento de la producción de
alimentos y en el efecto perjudicial de la
estructura agraria existente, orientada hacia
los mercados exteriores.
Los teóricos de la dependencia conside-
ran que la producción, el consumo, el comer-
cio y la acumulación son fenómenos relaciona-
dos entre sí. L a dificultad que la mayor parte
de los analistas han experimentado con las
teorías de la dependencia es que, en las
cuestiones decisivas, la teoría n o parece pres-
tarse a hipótesis cuantitativamente verifica-
bles. Estas últimas n o son imprescindibles,
siempre y cuando el esquema interpretativo
sea suficientemente rico. A tal efecto, es
Asimetrías tecnológicas. Arriba: fábrica de conservas en Senegal. A la derecha: máquina para fabricar
circuitos integrados en miniatura de una de las mil trescientas empresas concentradas en Silicon Valley,
California. Bruno Barbey/Magnum. J. P. Laffont/Sygma.
Comercio y desarrollo: algunos problemas fundamentales
4*nf$í*iip^
preciso definir con exactitud la naturaleza de
las relaciones asimétricas que, al parecer,
determinan la aparición del síndrome de
dependencia. Dicho llanamente, los teóricos
de la dependencia deberían poder explicar
por qué Canadá, cuya economía es suma-
mente dependiente, es m u c h o m á s próspero
que todos los países de América Latina, Brasil
incluido. A este respecto, suelen invocarse
factores históricos, con lo que se va más allá
de las meras disimilitudes transversales. A u n -
que pertinente, esta referencia no alcanza a
ser una explicación completa, y m u c h o menos
una base para la acción futura.
Si bien al comienzo Prebisch tenía una
teoría, que podemos aceptar o rechazar, en la
que se oponía a un determinado sistema de
463
división internacional del trabajo y recomen-
daba otro, los teóricos de la dependencia no
presentan sugerencias m u y precisas. N o han
elaborado hipótesis sobre modelos de especia-
lización internacional que sean claramente
superiores al existente. Hablan de transferen-
cia de "excedentes" a través del comercio sin
vincularla necesariamente con el debate sobre
"las condiciones del comercio" iniciado por
Prebisch y continuado por Singer y otros. Por
este motivo, sus tesis son m á sflexibles,pero
también, en tal medida, menos consistentes.
La teoría de la dependencia tiene el
mérito de señalar las limitaciones de la indus-
trialización de sustitución de importaciones,
pero casi por las mismas razones, no parece
recomendar políticas orientadas a la exporta-
464
ción, abiertas al exterior. Los teóricos de la
dependencia no someten a debate las pautas
óptimas del comercio y el desarrollo porque
no creen que sea posible hablar con algún
sentido de la función de bienestar general en
una sociedad heterogénea. Por esa razón,
resulta difícil determinar dónde les gustaría
establecer el equilibrio entre las diferentes
consideraciones en presencia.
Los teóricos de la dependencia se diferen-
cian de las teorías del imperialismo asociadas
con los nombres de Lenin, Rosa Luxemburgo
y otros porque aportan una evaluación m u c h o
m á s detallada de la diferenciación y heteroge-
neidad internas que caracterizan a la eco-
nomía dependiente, y tampoco consideran el
problema en los términos de los tres exce-
dentes —de m a n o de obra, de capital y de
productos— sobre los que se basaron en gran
medida las teorías clásicas del imperialismo,
de H o b s o n en adelante. E n resumidas cuen-
tas, si bien los teóricos de la dependencia se
muestran mucho m á s abiertos con respecto a
los esquemas teóricos que utilizan para captar
la naturaleza multidimensional del proceso
del subdesarrollo, dan pie a la crítica en la
medida en que no han logrado todavía señalar
el punto exacto en que se inician y desarro-
llan las interacciones asimétricas entre las
naciones, así c o m o su mecanismo preciso. Su
principal contribución, hasta la fecha, ha sido
denunciar un fuerte entramado de intereses
entre las élites de origen local y los agentes
extranjeros, empeñados en transacciones
mutuamente lucrativas que excluyen a las
grandes masas de población del circuito del
crecimiento. D o s Santos ha puesto m u y en
evidencia el marco holístico que subyace en
gran parte de este pensamiento, en su lúcido
trabajo titulado "The Structure of D e p e n -
dency". 13
E n la declaración de Havelock Brewster
también se confirma este enfoque, en el
sentido de que las mediciones ortodoxas de
los coeficientes de importación y exportación,
la proporcionalidad de la inversión extranjera
respecto a la nacional o la proporción en que
se hallen la propiedad local y la propiedad
extranjera no se pueden aplicar para compren-
Sujamoy Chakravarty
der el fenómeno de la dependencia. E n lugar
de ello, prefiere utilizar una matriz de rela-
ciones recíprocas entre las funciones económi-
cas operativas. Concluye que esta matriz es de
tal naturaleza que, en situaciones de depen-
dencia, los planificadores no pueden controlar
la economía. Señala ciertas configuraciones
paradójicas que pueden surgir en algunas
economías dependientes y que contradicen la
teoría económica ortodoxa. D e b e admitirse,
sin embargo, que su construcción de una
matriz de funciones operativas responde a
un propósito m u y determinado y carece de
una "argumentación" económica bien articu-
lada.14
Tal vez no sea irrazonable, pues, concluir
que, aunque los teóricos de la dependencia
hayan rechazado el esquema de la industriali-
zación para substituir las importaciones bajo
los auspicios del Estado, y hayan señalado la
virtualidad desigualadora del crecimiento eco-
nómico orientado a la exportación, tan ensal-
zado por la mayoría de los autores neoclási-
cos, su principal contribución hasta ahora ha
sido sobre todo descriptiva. H a n aislado un
síndrome generalizado para someterlo a u n
examen más minucioso, en el que se incorpo-
ran consideraciones estrictamente económicas
a la matriz m á s amplia de las estructuras
sociales y políticas tal c o m o funcionan general-
mente en una economía poco desarrollada. L a
incapacidad de los teóricos de la dependencia,
que hasta la fecha no han logrado proponer
un análisis preciso del carácter asimétrico del
contacto en el espacio entre sociedades "ri-
cas" y "pobres", junto con el rápido creci-
miento experimentado por países en vías de
industrialización reciente, c o m o la República
de Corea, Taiwan y Brasil en los últimos años,
ha llevado a numerosos teóricos a descartar la
teoría de la dependencia c o m o algo "muerto".
Tal conclusión resulta exageradamente nega-
tiva por dos razones. E n primer lugar, no está
claro que la experiencia de los países reciente-
mente industrializados contradiga claramente
todas las proposiciones centrales de la teoría
de la dependencia. H a y c a m p o más que sufi-
ciente para diferencias de opinión m u y serias
respecto a este punto. Y en segundo lugar,
Comercio y desarrollo: algunos problemas fundamentales 465

Participaciones y "tendencias comerciales, 1950-81

D e 1950 a 1980. la (asa media de crecimiento anual del valor de Distribución dal comercio mundial por grupos1
lEn por ci «mol
las exportaciones mundiales fue del 12,3 por ciento en términos no-
minales y del 6,7 por ciento en términos reales. Esta última cifra
100
estuvo bienjjor encima del incremento de la producción mundial y
fue varias veces superior a la del crecimiento demográfico mundial.

•
Participación d e patos industriales en »I comercio mundial,
1960 y 1981
If n por ct#Mol
s
'G
Participación an las exportaciones mundiales
5 50
o
13SO X

Reino Unido 11,0 1 .

|-|
Francia 6,3 17.8 Estados Unidos —
Alemania 3 , 4 1,4 Japón
Italia 2.1
Otros países de la CEE 6,9
Otros países
37,1 Países no :
industriales 18,0 industriales S
1
i 50
t •
t
Reino Unido 6,7
12,7 Estados Unidos
Alemania 9,6
Francia 6,8 8,2 Japón
100
Italia 4,1
19 lO 1960 1970 1980 1981
Otros países da la CEE 8,l' 'Calculad* • »arlii da valora, an dalatat da CC u u
33.6 Países no
Otros países
industriales perses • •'•™ » Plises en desarrollo
industriales" 12,2' Patos

• industríele» • exportadores
de petróleo ' '
no petroleros

Participación en las importaciones mundiales Indices c o m e r c i e l e s d a países e n desarrollo n o petroleros

(IS7S- 100)
CEE 34,2' 1960

700
Reino Unido 12.3 16,0 Estados Unidos
Alemania 4 , 6
1,6 Japón

A
Francia 6,2
175
Italia 2 , 5

Otros países d e la CEE 9 ;

32,9 Países no 150
Otros países
industriales
industriales 15,3

125
Relación de intercambio -, /****+J\ ZéV. /

^ ^—* /^V^/C—-W
100
Reino Unido 6,3
Alemania 8,6
Francia 6,3
14,3 Estados Unidos

7,5 Japón 75
¡ff ^
Precios de productos primarios / mJ*—Valor unitario de
Italia 4 , 8 Ä ^—^. ^^. / • / exportación

Otros países d e la CEE 8,4' 50

32,1 Países n o
Otros países
industriales
industriales 12,7
?5
960' 1965 1970 1975 1981

IMF. tniMHwl FmaneiëlSímala Soppltmtnt M Tttél Siumtu. 1982.

Fuente: Finanza y desarrollo, marzo 1983.

aunque los teóricos de la dependencia n o pensarse que algunas de las hipótesis de la

hayan conseguido localizar el origen de la teoría de la dependencia podrán mantenerse,
relación asimétrica, no es posible sostener que mientras que otras tal vez tengan que reconsi-
las asimetrías carecen de importancia. Si, derarse o descartarse.
como ya lo he señalado en este artículo, la
principal fuente de asimetría se halla en la
esfera del saber y la tecnología, que hace de la Los problemas
explotación monopolística de los mercados de de la transferencia de tecnología
factores y de productos un aspecto inevitable
de la situación económica mundial, puede Si m i análisis puede considerarse como un
466
componente importante de cualquier explica-
ción empíricamente sostenible de la asimetría
que caracteriza a los países desarrolados y a
las naciones en vías de desarrollo, al parecer
se desprenderían varias consecuencias impor-
tantes, tanto para la realización de nuevos
análisis c o m o para la instrumentación de políti- m u y negativo sobre la "calidad" de los fac-
cas de gobierno.15
E n primer lugar, h e m o s de reconsiderar
el tradicional argumento de que los recién
llegados gozan de una ventaja relativa porque
pueden tomar lo que necesiten del acervo de
saber técnico acumulado. Pero ¿es siempre
"apropiado" el saber disponible, con relación
a las exigencias de los países poco desarrolla- un rápido crecimiento de los beneficios por
dos? Y aun cuando lo sea para determinados
sectores, ¿facilitan las estructuras actuales
una difusión beneficiosa? Estas preguntas
deben examinarse m á s en detalle.
U n a pregunta importantísima que surgió
en este contexto es si el mantenimiento de una rior, aplicado en particular por China hasta
política orientada al exterior es más favorable
a la transferencia tecnológica que su contra-
ria, la orientada principalmente al interior.
E n la actualidad, los gobernantes indios están
estudiando este problema con un influyente
grupo de economistas que abogan por la libre
importación de tecnología en el marco de
licencias llamadas "open general licenses".
E n las publicaciones relativas a este tema
pueden discernirse a grandes rasgos dos pun-
tos de vista sobre la cuestión, ambos basados
posiblemente m á s en u n razonamiento a priori agrupamientos económicos regionales. El
que en un análisis m u y atento y riguroso de
los factores correspondientes. U n a suposición
ampliamente aceptada entre los teóricos del
comercio liberal es que cuanto más "abierta"
sea la economía, mayor será la probabilidad
de que se efectúe la referida transferencia,
puesto que el saber, c o m o todos los demás
bienes, circula mejor cuando se le quitan
obstáculos y trabas. Pero considerando los
rasgos específicos del saber c o m o mercancía,
a los que aludimos brevemente antes, n o es
éste necesariamente el caso. Generalmente, el
saber productivo se introduce en una eco-
nomía abierta c o m o parte de una transferen-
cia global, c o m o elemento de la inversión
extranjera directa, y, según observaba Felipe
Sujamoy Chakravarty
Pazos hace algún tiempo, " L a principal debili-
dad de la inversión directa c o m o agente de
desarrollo es una consecuencia del carácter
completo de su contribución".16 C o m o lo
señalara enérgicamente Hirschman, esta situa-
ción ha producido en muchos casos un efecto
tores de producción locales. E n general, ha
significado que el efecto esperado de la trans-
ferencia tecnológica (que es el de mejorar el
rendimiento del capital y de la m a n o de obra)
no se haya apreciado en general o se haya
apreciado únicamente dentro de un pequeño
"enclave", aun cuando pueda haber acarreado
exportación, c o m o sucedió durante el periodo
1890-1914, y m á s recientemente durante la
década de 1960 y los primeros años de la de
1970. Sin embargo, el caso contrario de un
modelo de desarrollo orientado hacia el inte-
hace poco tiempo y también en cierta medida
en la India, no siempre ha producido los
resultados deseados. L a política seguida por
Japón, que permite importar tecnología aun-
que disociándola de la participación de capital
extranjero ha sido, al parecer, m u y prove-
chosa. Si bien esta política ofrece muchas
ventajas importantes, es improbable que la
mayoría de los países en desarrollo logren
beneficiarse con la adopción individual de tal
medida, a menos que obren en el marco de
agrupamiento regional puede mejorar la apti-
tud de negociación mientras permite que se
constituya una base diversificada de bienes de
equipo.17 E n el caso indio, la importancia de
la creación de un sector de bienes de equipo
se reconoció m u y pronto en el curso de la
planificación y, en cierta manera, fue el ele-
mento clave de la estrategia de desarrollo
económico propuesta por P . C . Mahalanobis y
seguida en líneas generales desde mediados de
la década de 1950.18 A u n q u e se han plan-
teado muchas preguntas respecto al aban-
dono, que esta política implica, del criterio de
la eficiencia estática en la distribución de
recursos y la consiguiente pérdida en el incre-
mento de la renta real, generalmente se
Comercio y desarrollo: algunos problemas fundamentales
concede que dicha política ha ayudado a la
India a adquirir una estructura industrial alta- aspectos negativos contrarrestarían a los posi-
mente diversificada junto con una elevación
considerable en el nivel y composición de la
especialización de su m a n o de obra. N o obs-
tante, otra consecuencia de esta política es
que, en varias esferas importantes, la tecno-
logía india n o es m u y moderna, lo que plantea
un problema serio desde el punto de vista de
la competitividad de sus exportaciones. Si se
considera importante que la India, en la etapa
presente, pase de una estrategia de creci-
miento de la demanda interior a un creci-
miento orientado a la exportación, esto puede
suponer realmente un inconveniente grave. Y
aun cuando descartáramos tal cambio de
r u m b o por injustificado en el contexto m u n -participación sustancial de capital, lo que n o
dial actual, siempre quedará pendiente la
cuestión de saber si sería sustancialmente
provechoso para la India, según los criterios
del bienestar tradicional, liberar canales para
la importación de tecnología, especialmente
cuando corresponden a sectores en los que
se produce una concatenación progresiva y
regresiva.
Albert Hirschman sugirió también hace
algún tiempo que, para impulsar el creci-
miento al m á x i m o , "los países en desarrollo en cambio, relativamente escasa, en buena
necesitarían una adecuada alternancia de aper- medida porque el desarrollo industrial indio
tura y aislamiento, de apertura al comercio y
el capital de los países desarrollados, seguida
por un período de nacionalismo y retraimien-
to".19 (La bastardilla es nuestra.)
¿Está Hirschman en lo cierto? Según el
criterio de la eficiencia intertemporal en la
distribución de recursos, n o parece que se
justifique semejante estrategia de alternancia
de políticas de importación de tecnología.
Habría que buscar los fundamentos analíticos
de la proposición de Hirschman en su teoría o
estrategia general —de la que la estrategia del
desarrollo es u n ejemplo específico— que n o
podemos examinar aquí, por m á s interesante
que sea.
Si la India tuviera que adoptar hoy la
política de Hirschman, ello significaría que
este país aplicaría una política de importación
relativamente liberal. Independientemente de
la actual situación mundial, los efectos de
467
semejante política podrían ser tales que los
tivos. Los aspectos dependerán en medida
considerable del grado de movilidad de los
recursos, y también de quién ordene y dis-
ponga la importación de tecnología y sus
condiciones.
Llegados a este punto, se torna necesario
echar una ojeada al papel que desempeñan las
sociedades transnacionales actualmente posee-
doras de una gran parte del saber tecnológico
existente.20 A u n q u e , c o m o nadie lo ignora,
en algunos casos están dispuestas a facilitar
tecnología otorgando la licencia correspon-
diente, existen muchas situaciones en las que
sólo estarían dispuestas a ello a cambio de una
implica que la tecnología pase a ser asequible
para los naturales del país receptor, aun
cuando se lleve a cabo una importante reubica-
ción de la producción.
M u c h o han escrito los economistas lati-
noamericanos sobre el funcionamiento de las
sociedades transnacionales y su efecto nega-
tivo sobre el proceso de crecimiento interno
de los países en desarrollo que las acogen. L a
literatura correspondiente en la India es,
depende de la iniciativa del sector público,
que en los ámbitos m á s importantes ha obte-
nido sus tecnologías de los países socialistas.
U n sector fuertemente sometido a la influen-
cia de las transnacionales es el de productos
químicos y farmacéuticos, que en repetidas
ocasiones ha sido objeto de críticas por parte
de la opinión pública.
Si la importación relativamente libre de
tecnología ha de efectuarse bajo la égida de
las sociedades transnacionales, esto implicará
no solamente una importante revisión de las
políticas seguidas hasta ahora, sino que ha de
considerarse seriamente si hay alguna probabi-
lidad de que en efecto conduzca a u n aumento
significativo del saber técnico adaptado al
contexto indio.
Llegados a este punto, se hace necesario
examinar con atención el carácter de las
innovaciones aportadas por las sociedades
468
multinacionales, ubicadas principalmente en
países desarrollados, especialmente su proba-
ble efecto sobre la utilización de los recursos
locales. E n líneas generales, se ha observado
que la mayor parte de tales innovaciones
tienden a hacer un uso intensivo de capital y
de energía, mientras que buen número de
ellas muestran también predisposición a redu-
cir el empleo de materias primas, c o m o el
yute, tan abundantemente cultivado en Asia.
Incluso en sectores c o m o la energía, la inclina-
ción general ha llevado hacia una producción
altamente centralizada, con fuerte inversión
en el transporte y la distribución.
A u n q u e el primitivismo tecnológico n o
puede constituir una respuesta para los países
en desarrollo, los problemas de la adaptación
de tecnología en direcciones m á s apropiadas
para las "dotaciones de factores" de los países
en desarrollo merecen consideración m u y
atenta. Sería m u y inoportuno dejar los proble-
m a s de la adaptación exclusivamente a los
tecnólogos. E n numerosos casos, debe modifi-
carse incluso el marco macroeconómico gene-
ral para que se preste al proceso de adapta-
ción.
Es bastante improbable que el confiar
solamente en las sociedades multinacionales
sea m u y útil para lograr este cambio de
ambiente, aun cuando haya esferas y procesos
en que puedan hacer contribuciones importan-
tes. Conviene referirse en este contexto a la
experiencia del Japón, que ha obtenido con
gran éxito altos niveles de crecimiento de la
productividad merced a un elevado y soste-
nido nivel de acumulación de capital, junto
con un mejoramiento tecnológico permanente.
Se ha descripto la estrategia japonesa en este
ámbito c o m o una estrategia de "absorción",
que ha consistido en importar tecnología
extranjera asociándola a una inversión nacio-
nal m u y sustancial en educación científica y
actividades de investigación y desarrollo por
parte de las compañías. El propio Estado ha
desempeñado un papel de primer orden en el
fomento de las innovaciones tecnológicas,
dictando pautas y medidas protectoras. Por lo
demás, la denodada competencia entre empre-
sas nacionales contribuyó en gran medida a
Sujamoy Chakravarty
reducir los costos. U n autor menciona un caso
extremo, en que, de las setenta y tres c o m -
pañías de la industria de motocicletas que
existían en 1955, sólo quedaban seis en 1965,
por obra de la enconada competencia econó-
mica. 21
Este último punto pone de manifiesto el
grave dilema que plantea la aplicación de una
política tecnológica dinámica con una orienta-
ción nacional introvertida. Para crecer rápida-
mente, sería necesario contar con una fuerte
competencia, pero, en presencia de impor-
tantes economías a escala, quizás sólo resulte
económicamente viable operar dentro de u n
sector específico recurriendo a un número
restringido de unidades de producción. Estas
unidades, si se las protege contra la c o m p e -
tencia extranjera, tienden generalmente al
letargo, porque, c o m o observó Hicks hace ya
tiempo, la mayor ventaja que ofrece un m o n o -
polio es acaso la de poder llevar una vida
tranquila. Sin embargo, en la actual etapa de
progreso, la existencia m i s m a de estas uni-
dades en una economía en vías de desarrollo,
que es decisiva para iniciar el proceso de
adquisición de conocimientos, se basa en que
ya gozan de cierta medida de protección. D e
esta manera parece establecerse un círculo
vicioso.
L a forma de romper este círculo vicioso
debiera suscitar mayor interés en los teóricos
de la economía política. L a destrucción crea-
tiva, en el sentido que le da Schumpeter,
parece ser una clave esencial para salir del
referido círculo. Para lograrla, se requerirían
mercados en rápido crecimiento y, para los
grandes países en desarrollo, quizás hagan
falta sobre todo excedentes agrícolas en
aumento acelerado, punto éste cuya importan-
cia ha destacado reiteradamente Kaldor. 22
E n cuanto a los países en desarrollo m á s
pequeños, tal vez debieran crear agrupamien-
tos económicos m á s amplios.
L a cuestión de elevar las tasas de creci-
miento de los excedentes agrícolas se halla
estrechamente relacionada con aspectos de la
organización económica en la agricultura y
plantea problemas complejos. Por otra parte,
guarda también relación con el clásico debate
Comercio y desarrollo: algunos problemas fundamentales 469

sobre las modalidades del comercio entre la
industria y la agricultura. E n la India, el
análisis ha sido abordado por Chakravarty y
Mitra entre otros.23 Pero también debe to-
marse en cuenta la dimensión internacional
m á s amplia q u e h a n estudiado y destacado
Lewis y Findlay.24 C o m o resultado d e este
debate, se h a fortalecido el argumento en
favor del aumento de la productividad del
cultivo de cereales c o m o u n condición previa
esencial para u n desarrollo industrial n o infla-
cionario, especialmente en u n país c o m o la
India, aunque Mitra parece otorgar m a y o r
importancia a la dinámica de clases subya-
cente.
H e m o s examinado aquí tan sólo aquellos
puntos analíticos q u e a nuestro juicio mere-
cían una atención especial desde el punto de
vista indio. Pero poca duda cabe d e que
m u c h a s de las cuestiones y comentarios
expuestos tienen u n alcance m á s amplio. E n
tal medida, bien puede considerarse este artí-
culo c o m o u n a contribución al debate, siem-
pre activo y fluctuante, sobre la relación entre
comercio y desarrollo.
Traducido del inglés

Notas

1. G . Myrdal examinó transferencias gratuitas se reconoce toda la importancia

minuciosamente esta cuestión en
su libro An International
Economy, donde pone en tela
de juicio la imparcialidad
ideológica inherente al esquema
teórico de equilibrio de la teoría
clásica del comercio. Si bien la
crítica de Myrdal toma su fuerza
analítica de sus trabajos previos
sobre el problema de los negros
americanos, sustenta al menos
una parte de su argumento con
referencias a la obra anterior de
R . Prebisch y H . W . Singer.
M u y recientemente,
K . J. Arrow puso de relieve
esta misma cuestión para ilustrar
una importante carencia del
sistema explicativo neoclásico.
Véase H . J. Arrow, "Limited
Knowledge and Economic
Analysis", discurso presidencial
ante la 86. a asamblea de la
American Economic
Association, American
Economic Review, vol. 62,
1974, p. 1-10.
2. Para pasar de la eficiencia,
noción tecnocrática, al
bienestar, es necesario modificar
la proposición. Hablamos
entonces de un aumento del
"bienestar potencial" y
presuminos que se efectúan las
adecuadas para compensar los
posibles cambios desfavorables
de la distribución de la renta.
3. J. Bhagwati y
V . K . Ramaswami, Seguidos
por numerosos autores,
contribuyeron
considerablemente a clarificar el
debate a este respecto. Para
ello, se remitieron a las obras
anteriores de Haberler y Hagen.
Véase J. Bhagwati, y
V . K . Ramaswami, "Domestic.
Distributions, Tariffs and
Optimum Subsidy", Journal of
Political Economy vol. 71,
1963, p. 44-50.
4. D e esta manera Hicks, sin
dejar de destacar la importancia
capital que reviste la teoría del
comercio para explicar el
problema del desarrollo de los
países poco desarrollados (véase
Capital and Growth, Oxford
O U P , 1965, p . 1), ha hecho
siempre hincapié en la
importancia de los rendimientos
crecientes a escala para analizar
el fenómeno del comercio entre
los países. E n cierto momento,
llegó al punto de decir : "es
imposible explicar el fenómeno
del comercio internacional si no
de los rendimientos crecientes
(las economías de gran escala)"
(véase Hicks, J. R . , Essays in
World Economics, Oxford,
1959, p. 183). Evidentemente
Hicks no ignora que las
elaboradas teorías del comercio
se han construido partiendo del
supuesto de los rendimientos
constantes a escala. L o que él
trata de destacar, y con justa
razón, a mi juicio, es que estas
teorías tienden a pasar por alto
algunos problemas
fundamentales de la interacción
entre comercio y crecimiento,
presentando así al comercio
como un "gran igualador". E n
un apéndice al mismo libro que
trata de los conocidos teoremas
de Samuelson sobre la
igualación factores-precios a
través del comercio, Hikes
señala el problema que crea el
comercio para numerosos países
en desarrollo. (Véase
J. R . Hikes, Essays in World
Economics, Oxford, O U P ,
1959, p. 267-269).
5. La llamada dinamización de
la teoría del comercio que
proviene de la extensión a una
economía abierta del tipo de
análisis generalizado a partir de
470
los modelos de crecimiento
bisectoriales inicialmente
elaborados por M e a d e , U z a w a y
otros para economías cerradas,
parece haber contribuido m u y
modestamente a mejorar
nuestra comprensión de la
dinámica del comercio. El
escepticismo inicial de Johnson a
este respecto parece justificado.
(Véase H . G . Johnson, "The
Theory of International Trade"
en P . A . Samuelson (dir.
publ.), International Economie
Relations, Londres, Macmillan,
1969, p. 55-66).
6. Véase Kenneth J. Arrow,
"Economies of Welfare and the
Allocation of Resources for
Invention", en The Rate and
Direction of Inventive Activity: beneficios atribuyéndolo a una
Economic and Social Factors,
Nueva York, N B E R , 1962,
p. 609-626. Véase también
K . J. Arrow, "Classificatory
Notes on the Production and
Transmission of Knowledge",
American Economic Review,
marzo de 1969, p. 23-35.
7. Véase Paul R . K r u g m a n , " A
Model of Innovation,
Technology Transfers and the
World Distribution of Incomes",
Journal of Political Economy,
vol. 87, 1979, p. 253-266.
8. Véase M . V . Posner,
"International Trade and
Technical Change", Oxford
Economic Papers, vol. 13, 1961,
p. 323-341. Este primer y
profundo análisis de la influencia
del cambio técnico en la génesis
de losflujosde comercio fue
continuado por dos corrientes
distintas de pensamiento, una
que trata de integrar el
fenómeno del cambio técnico al
paradigma de Hecksher-Ohlin, y
otra que no se preocupa mucho
por las consecuencias de la
teoría para las "historias"
neoclásicas. Respecto al último
enfoque véase, m u y
especialmente, el artículo de
T . Barker, "International Trade
and Economic Growth: A n
Alternative to the Neo-classical
Approach", Cambridge Journal
of Economics, vol. 1, 1977,
p. 153-172.
9. Véase H . W . Singer, "The
Distribution of Gains Between
Investing and Borrowing
Countries", The Strategy of
International Development,
Londres, Macmillan, 1975,
p. 43-57.
10. Entre las teorías marxistas
sobre el índice de rentabilidad
decreciente que conduce a la
exportación de capital y las
correspondientes teorías
neoclásicas, la semejanza es sólo
superficial. Mientras las teorías
neoclásicas predicen un
descenso en el índice de
disminución de la productividad
marginal del capital, los autores
de convicciones marxistas
hablan de una elevación de la
composición orgánica del capital
en las economías capitalistas
maduras. Ninguna de estas dos
teorías parece suficientemente
fundada, como lo han
demostrado recientes debates
sobre la teoría del capital, por
una parte, y sobre el "problema
de la transformación", por la
otra. Además, existen escasas
pruebas empíricas al respecto.
11. Son numerosas las
publicaciones relativas a este
tema. Podemos mencionar aquí
las siguientes contribuciones
esenciales de América Latina:
F. H . Cardoso y E . Faletto,
Dependency and Development in
Latin America, Barkely,
California, 1979; Celso Furtado,
Obstacles to Development in
Latin America, Nueva York,
Anchor Books, 1970; T . D o s
Santos, "The Structure of
Dependence", American
Economic Review, m a y o de
1970; O . Sunkel,
"Transnational Capitalism and
National Disintegration in Latin
America", Social and Economic
Studies, vol. 22, n.° 1.
Respecto al Caribe, véase la
contribución de autores que
Sujamoy Chakravarty
tratan de la "economía de
plantación pura" así c o m o de la
teoría general de la
dependencia. U n a base de
referencia m u y útil es el número
especial de Social and Economie
Studies, 1973. Merecen especial
mención los artículos de
N . Girvan y H . Brewster.
12. U n a distinción establecida
por algunos teóricos de la
dependencia es la que opone
dependencia "estructural" a
dependencia "funcional". L a
dependencia estructural es
consecuencia de un conjunto de
factores que no pueden
"remediarse", mientras que la
dependencia "funcional"
aparece a causa de la aplicación
de determinadas políticas, que
pueden modificarse.
13. Véase T . D o s Santos, "The
Structure of Dependence",
American Economic Review,
m a y o de 1970, p. 231-236.
14. Véase H . Brewster,
"Dependency Theory, A
Quantitative Assessment",
Social and Economic Studies,
1973.
15. Nuestra conclusión parece
concordar con la que formula
L . Pasinetti en su reciente y
sugestivo libro, Structural
Change and Economic Growth,
Cambridge, Cambridge
University Press, 1981. Así,
refiriéndose a los países más
pobres, escribe : "sólo
absorbiendo conocimiento
técnico podrán los países pobres
aumentar permanentemente su
riqueza" (p. 275). Véase
también su nota 16 en la misma
página 275, donde al parecer
estima que la diferencia a este
respecto es mucho m á s
importante que el egoísmo
manifestado por los países m á s
ricos.
16. Véase A . O . Hirschman,
" H o w to Divest in Latin
America and W h y " , en A Bias
for Hope, N e w Haven, Yale
University Press, p. 229.
Comercio y desarrollo: algunos problemas fundamentales
17. Véase Rosenberg Nathan,
"Capital G o o d s , Technology
and Growth", Oxford Economic
Papers, vol. 15, noviembre de
1963. Para una aplicación del
argumento relativo al contexto
del comercio, véase un artículo
de F . Stewart, "Capital G o o d s
in Developing Countries", en
A . K . Cairncross y M . Puri,
(dir. pub.), Essays in Honour of
H. W. Singer, Londres, 1976,
p. 120-139. Dieter Ernst señala
que, en 1970, aproximadamente
el 61 % de la producción
mundial de bienes de equipo se
realizaba en los países
capitalistas industrializados, el
36 % en los países socialistas de
Europa oriental y el 3 % en los
países en desarrollo. E n 1970, la
situación era m á s o menos la
misma que en 1960. Véase
D . Ernst, The New
International Division of
Labour, Technology in the Third
World, Nueva York, C a m p u s
Vertog, p . 59.
18. Se ha demostrado que en
determinadas circunstancias la
estrategia de Mahalanobis
puede realmente constituir una
estrategia óptima desde el punto
de vista intertemporal. Para un
examen m á s detenido de este
punto, véase S. Chakravarty,
Capital and Development
Planning, 1969, T h e M I T Press.
19. Véase Hirschman, A Bias
for Hope, 1971, N e w Haven y
Londres, Yale University Press,
p. 25-26.
20. Las publicaciones relativas a
las sociedades transnacionales
son numerosas. S . H y m e r fue
uno de los primeros que
presentó un enfoque
imaginativo de este tema que
tiene una considerable
importancia con relación al
problema del subdesarrollo.
Véase S. H y m e r , The
Multinational Corporation, A
radical Approach, Cambridge,
Cambridge University Press,
1979. Véase también la encuesta
de C . F . Diaz-Alejaniso, " T h e
Less Developed Countries and
Transnational Enterprises", en
The World Economic Order:
Past & Prospects, obra
publicada por S. Crassman y
E . Lundberg, Londres,
Macmillan, 1981.
21. K . Véase Oshima,
"Research and Development
and Economie Growth in
Japan", en Science and
Technology in Economie
Growth, obra publicada por
Williams, B . R . , Londres,
Macmillan, 1973, p. 310-323.
22. Véase N . Kaldor, " W h a t is
Wrong with Economic Theory",
471
Quarterly Journal of Economics,
1975 (reproducido en Further
Essays in Economic Theory,
1980, Duckworth). E s
interesante observar que Kaldor
considera que la teoría del
efecto multiplicador del
comercio exterior es la
contribución m á s duradera de
Keynes, aun cuando la idea sólo
estaba implícita en la propia
obra de este autor y fue
desarrollada por otros,
principalmente Harrod. Kaldor,
naturalmente, imprime al
argumento un giro distinto, m á s
adecuado a la cuestión del
desarrollo.
23. Véase S. Chakravarty,
Reflections on the Growth
Process in the Indian Economy,
Administrative Staff College of
India, Hyderabad, 1974. Véase
también A . Mitra, Terms of
Trade and Class Relations,
Londres, Frank Cass, 1977.
24. Véase W . A . Lewis, Aspects
of Tropical Trade, Estocolmo,
Almquist and Wicksell, 1969.
Véase también R . Findlay,
"The Fundamental
Determinants of the Terms of
Trade" en The World Economic
Order: Past & Prospects, obra
publicada por S. Crossman y
E . Lundberg, Londres,
Macmillan, 1981.
Los efectos económicos de
un sector floreciente*

W . M . Corden

Introducción parece m u y indicado hablar de "prosperidad"

alguna. Pero, c o m o se verá m á s adelante, el
análisis fundamental es aplicable a toda clase
E n este artículo, se examinan algunos traba- de cambios estructurales. Se han elaborado
jos recientes de economía internacional, relati- modelos útiles que no sólo sirven para expli-
vos a los efectos sobre el equilibrio general y a car hechos históricos, sino que los economis-
las implicaciones políticas de un auge repen- tas pueden recurrir a ellos cuando es necesa-
tino en el sector productor de bienes comercia- rio.
lizados de una economía. Se mencionan, por El término "síndrome holandés" (Dutch
ejemplo, las consecuencias de un rápido incre- disease) fue acuñado en 1975 cuando se dis-
mento de las exportacio- cutían intensamente los
nes de petróleo en un problemas que el petró-
W . M . Corden es profesor de eco-
país de la O P E P . Este leo del M a r del Norte
nomía política en la Universidad
tipo de expansión corre Nacional Australiana de Canberra. podía crearle a Reino
siempre el riesgo de origi- Entre 1967 y 1976, fue lector de Unido. 1 El descubrimien-
nar problemas a los que economía política internacional y to de los yacimientos de
se ha llamado —por una miembro del consejo universitario del gas natural de Schlechte-
Nuffield College en Oxford. E s autor
razón que daré m á s ade- de The Theory of Protection (1971),
ren en la década del se-
lante— el "síndrome ho- Trade Policy and Economic Welfare senta permitió a los Paí-
landés" (Dutch disease). (1974) e Inflation, Exchange Rates ses Bajos tener un tipo
Así, nos referimos hoy and the World Economy (1977,1981). de cambio real m á s alto
con alguna frecuencia a —determinado no tanto
una literatura del "sín- por la apreciación nomi-
drome holandés". Pero nal de su moneda cuanto
de este m o d o se otorga por los aumentos salaria-
un énfasis excesivo a las les nominales, superiores
dificultades asociadas con efectos básicamente a los de la República Federal de Alemania—
favorables, de suerte que quizás sea m á s
conveniente hablar de una economía de sector * Doy las gracias a John Black, John Flemming, Peter
Forsyth, Vijay Joshi, John Martin y Frances Ruane por
floreciente. sus comentarios, ast cano también a Peter Neary, con
E n alguna medida, esta literatura es pro- quien he intercambiado ideas y pareceres sobre el tema
durante tanto tiempo. El artículo se basa en un estu-
ducto de una época marcada por la elevación dio más completo titulado "Booming Sector and Dutch
de los precios del petróleo y por las expectati- Disease Economics : A Survey", que contiene análisis
vas favorables para los productores de petró- más detallados de los trabajos recientes y que se ha
publicado como Working Paper en Economics and Econo-
leo y sucedáneos. E n un periodo de recesión metrics, N . ° 079, Universidad Nacional Australiana, Can-
mundial c o m o el que estamos viviendo, no berra, noviembre de 1982.
474
que causó dificultades a las industrias de
exportación y dio origen a una recesión en la
industria manufacturera holandesa. D a d o que
las rentas obtenidas del gas natural tenían que
gastarse, éstas eran consecuencias inevitables,
aunque la forma concreta en que dichas rentas
se invirtieron realmente —aumento de los
gastos públicos, especialmente en servicios
sociales— no lo era. El "síndrome holandés"
no estriba tanto en la manera en que se gastan
tales ganancias, sino más bien en las conse-
cuencias que afectan al equilibrio general: los
efectos sobre la producción por sectores y
sobre los ingresos por factores. T a m p o c o
tiene que ver con una cuestión estrechamente
relacionada, pero que normalmente debe que-
dar disociada, y que es la del ritmo óptimo de
explotación de recursos naturales agotables.
La palabra "síndrome" (disease) puede deso-
rientar, ya que, si bien es posible que algunas
industrias declinen —proceso llamado "desin-
dustrialización" en el Reino Unido— otras
prosperarán, y en todo caso se acrecentará la
absorción total de bienes y servicios por la
economía. 2 Retomando un término que se ha
aplicado a Australia, es ésta realmente la
economía de un país afortunado, aun cuando
dicho país no siempre saque el mejor partido
posible de su buena fortuna.
Estos problemas se han discutido activa-
mente en Gran Bretaña a causa del petróleo
del M a r del Norte, y sobre todo bajo el
incentivo de un importante y m u y leído artí-
culo de Forsyth y Kay [1980] que, a partir de
un análisis empírico, estimaban que los efec-
tos del petróleo del M a r del Norte sobre la
economía del Reino Unido —incluida la nece-
sidad de desindustrializar— serían considera-
bles. Otro estímulo a este debate ha sido
también la enorme apreciación en términos
reales de la libra esterlina, que tuvo lugar en
1979 y 1980 y que pareció corroborar el tipo
de modelo empleado por Forsyth y K a y . 3
El modelo que vamos a examinar es
aplicable a muchos países y a diferentes
momentos. Los países exportadores de ener-
gía constituyen ejemplos obvios. Así, Barker
y Brailovsky [1981] ya han examinado estas
cuestiones con respecto a Canadá, México,
W. M. Corden
los países Bajos, Noruega y el Reino Unido.
A d e m á s , podemos evocar muchos casos en
que un auge sectorial de las exportaciones
tuvo efectos perjudiciales para el equilibrio
general sobre otros productores de bienes
comercializables. Permítaseme mencionar cua-
tro.
El auge registrado a partir de la década
de 1960 en los sectores tecnológicamente
avanzados de la industria manufacturera del
Japón ha tenido efectos negativos sobre los
sectores de producción de bienes comercializa-
bles menos dinámicos, incluida la agricultura.
El auge en la exportación de obligaciones y
dinero suizos condujo en la década de los años
setenta a un aumento del valor real del franco
suizo y tuvo un efecto negativo sobre las
industrias "ordinarias" suizas que trabajan
para la exportación y compiten con las impor-
taciones, con el resultado final de que se
intentara moderar dicho auge limitando los
movimientos de capital. Volviendo atrás en el
tiempo, al parecer el descubrimiento de yaci-
mientos de oro en Australia, en el decenio de
1850, tuvo algunos efectos del tipo del "sín-
drome holandés" sobre varias industrias aus-
tralianas, hecho éste reconocido en la época
por Cairnes [1859] y que historiadores austra-
lianos de la economía están estudiando actual-
mente. 4 Y remontándonos m á s atrás todavía,
las consecuencias que tuvo para la industria
española la afluencia de metales preciosos
americanos durante el siglo dieciséis pueden
interpretarse, al menos en alguna medida, en
términos de "síndrome holandés".5
El tema ha sido objeto de mucha aten-
ción por parte de economistas australianos,
primero c o m o consecuencia del crecimiento
del sector minero desde mediada la década de
1960 hasta comienzos de los años setenta, y
luego por el "auge de recursos" previsto para
los años ochenta.
El primer artículo australiano sobre este
asunto, que constituye una influyente contri-
bución teórica y empírica, fue el trabajo de
Gregory [1976]. Señalaba este autor que el
crecimiento anterior de las exportaciones de
minerales tuvo un efecto sobre la industria de
transformación australiana que compite con la
Los efectos económicos de un sector floreciente 475

Plataforma de perforación destinada al yacimiento petrolífero de Ninian, en el M a r del Norte, cuando era
terminada frente a las costas escocesas antes de ser remolcada. Freddie Mansfield/Camera Press.
476 W. M. Corden

importación al menos tan perjudicial c o m o el importaciones. L a producción de cada sector

de las sustanciales reducciones arancelarias está determinada por factores específicos (los
impuestas en 1973, y consideraba que los recursos naturales, el capital específico a corto
efectos sobre las exportaciones de productos plazo y la m a n o de obrafija)y por un factor,
agrícolas debieron ser aún más negativos. L a que llamaremos fuerza de trabajo, que es
"tesis de Gregory" llegó a ser un elemento móvil entre los tres sectores y pasa de uno a
importante en el debate australiano sobre las otro con objeto de igualar los salarios de las
implicaciones del esperado auge de los mine- tres fuentes de empleo. E n esta etapa, se da
rales posterior a la crisis mundial del petróleo por supuesto que el salario esflexible,para
(auge que sólo se manifiesta hoy en una escala que pueda mantenerse un nivel constante de
m u y modesta, recién en su etapa de inversión, empleo a escala nacional. Posteriormente se
y que en medida considerable se ha malo- abandonará este supuesto. D e igual manera,
grado debido a la reducción de expectativas las rentas son variables. E n esta etapa tam-
determinada por la recesión mundial). D e bién se da por supuesto que tanto el capital
esta manera, Australia descubrió a sus expen- como la fuerza de trabajo son internacional-
sas el problema del "síndrome holandés". mente inmóviles, de m o d o que la provisión de
Snape [1977] presentó entonces el primer factores de la nación es fija.
modelo riguroso del equilibrio general, que Habrá de tenerse en cuenta que las
tomaba en cuenta los productos no comerciali- referencias ulteriores a la " m a n o de obra" y al
zables y que prefiguraba los trabajos poste- "salario" aluden esencialmente al factor (o
riores de otros autores y del que ecribe el factores) móvil(es) y a su remuneración. Cada
presente artículo. Siguió luego una labor empí- sector también puede emplear una m a n o de
rica variada, y los economistas australianos obra específica, cuyo salario en cada caso
han publicado en este ámbito numerosos aparece incluido en lo que llamaremos renta.
estudios teóricos, empíricos y orientados Para simplificar, el conjunto de factores espe-
hacia la toma de decisiones políticas. cíficos de cada sector se tratará aquí como si
V o y a proceder ahora a un examen más fuese un factor único.
sistemático de los modelos y problemas rela- Se produce pues un auge en F , con el
cionados con el "síndrome holandés" (o sector efecto inicial de elevar los ingresos globales de
floreciente), empezando por el que llamaré los factores inicialmente empleados en este
modelo central (core model). sector. Este auge puede deberse a causas
diversas, mas por ahora es mejor suponer que
se ha producido en F o bien un inesperado
descubrimiento de nuevos recursos (esto es,
El modelo central:
un aumento en la oferta del factor específico),
efecto de gasto y efecto o un progreso técnico exógeno, neutral con
de movimiento de recursos6 relación a los factores (limitado al país consi-
derado). H a y así dos efectos, cuya diferencia-
H a y tres sectores, el sectorfloreciente(F), el ción es crucial y cuyas consecuencias deben
sector rezagado (R) y el sector protegido de la estudiarse con algún detalle.
competencia internacional (N). Los dos prime-
ros producen bienes expuestos a la competen- Efecto de gasto
cia en los mercados mundiales, donde han de
hacer frente a precios determinados. Estas es Es probable que se produzca un gasto adicio-
la "hipótesis del país pequeño". El sector nal en el sector protegido, N . Esto supone
floreciente y el rezagado pueden producir, por que por lo menos una parte de los ingresos
igual, bienes de importación y exportación. Se adicionales obtenidos en F se gastan, ya
supone que los productos importables de directamente por iniciativa de los propietarios
origen nacional son perfectos sustitutos de las de factores, ya indirectamente a través de la
Los efectos económicos de un sector floreciente
recaudaciónfiscaly los ulteriores desembolsos
del Estado. Se llega así a una elasticidad
positiva de la demanda en función del ingreso.
A precios constantes, esto conduce a u n
exceso en la demanda de N , por lo que los
precios de N aumentan con relación a los
precios de los sectores expuestos a la compe-
tencia.
Definiré aquí el tipo de cambio real c o m o
el precio relativo de los productos del sector
protegido con relación al de los productos de
los sectores expuestos. E n este caso, el resul-
tado es pues una apreciación en términos
reales. Esta última ocasionará una transferen-
cia de recursos de F y R hacia N y u n
desplazamiento de la demanda desde N hacia
F y R . Podemos imaginar que el tipo de
cambio nominal es fijo, de suerte que los
precios nominales nacionales de F y R tam-
bién lo son (al estar determinados —en nues-
tro supuesto de pequeño país— por los pre-
cios mundiales), teniendo que realizarse el
ajuste a través de un aumento en el precio
nominal de N . Otra posibilidad es que el
precio de N se mantenga constante, en cuyo
caso tendría que haber una apreciación nomi-
nal que hiciese bajar los precios nacionales de
F y R ; o bien podrían darse diversas combina-
ciones de variación en el tipo de cambio
nominal y en el precio de N . Este sencillo
modelo se centra en variables expresadas en
términos reales y no nominales.
L a conclusión m á s importante en esta
etapa es que la m a n o de obra se trasladará de
R a N , y la producción de R disminuirá. Si R
es una industria manufacturera, este proceso
es la desindustrialización. Naturalmente, las
rentas del factor específico en R bajarán. El
salario subirá en los sectores expuestos y
bajará en el sector N .
Si se gastara todo el ingreso adicional, la
balanza comercial no variaría. E n cambio, si
el gasto extra es inferior a dicho ingreso,
habrá un superávit de la balanza comercial
(con relación a la situación inicial).
E n resumen, ha habido un gasto extra en
N , que condujo inicialmente a un exceso en la
demanda de N y luego a una apreciación real
(es decir, un aumento del precio relativo de
All
N ) , lo que provocó una transferencia de
recursos hacia N para restablecer el equilibrio
de su mercado. E n efecto, la curva de la
demanda de N se ha desplazado hacia la
derecha en un movimiento paralelo a su curva
de oferta.
Efecto de movimiento de recursos
Por otra parte, el producto marginal del factor
móvil, llamado aquí m a n o de obra, se incre-
menta en F c o m o consecuencia del auge. Así,
con un salario constante en los sectores
expuestos, la demanda de m a n o de obra en F
aumenta, y atrae efectivos procedentes de R y
de N . Este efecto es, por lo tanto, doble:
a) el movimiento de m a n o de obra que se va
de R hace bajar la producción en dicho sector.
A este proceso puede llamársele desindustriali-
zación directa porque no afecta al mercado de
N y por ende n o requiere una apreciación del
tipo de cambio real; y b) la partida de la
m a n o de obra de N con un tipo de cambio real
constante (es decir, el desplazamiento hacia la
izquierda de la curva de la oferta de N ) , crea
un exceso de demanda que se suma al que ya
creó el efecto de gasto y determina una
apreciación suplementaria en términos reales,
y con ello intensifica el traslado de m a n o de
obra de R a N , de suerte que refuerza la
desindustrialización resultante del efecto de
gasto. Los dos efectos combinados, determi-
nantes de una transferencia de m a n o de obra
desde R hacia N , generan lo que puede
llamarse desindustrialización indirecta, es
decir, una desindustrialización inducida por la
apreciación en términos reales y que se añade
a la desindustrialización directa resultante del
desplazamiento de m a n o de obra desde R
hacia F .
Cabe destacar que el sector rezagado
puede estar produciendo bienes n o afectados
por el auge tanto para la exportación c o m o
para sustituir a las importaciones, y no tiene
por qué consistir solamente en industria de
transformación. E n Australia y Nigeria, por
ejemplo, uno de sus componentes importan-
tes produciría bienes agrícolas comercializa-
bles en el mercado mundial. El término "desin-
478
Sectorfloreciente:el bazar central de Dubai. Pierre Vauthey/Sygma.
dustrialización" puede pues resultar engañoso
(¡ya que uno de sus efectos importantes
podría ser la regresión de la agricultura!) y
sólo debería considerársele c o m o una sim-
plificación. M á s aún, si los productos están
sujetos a restricciones cuantitativas obligato-
rias, de suerte que sus precios nacionales no
están determinados por los del mercado m u n -
dial sino más bien por la demanda interior y
las condiciones de la oferta, deberán ser
tratados c o m o productos protegidos, aun
cuando sean virtualmente comercializables a
nivel internacional.
Tratándose del petróleo, es necesario
ampliar el modelo y suponer que la causa
determinante del auge es u n aumento del
precio mundial del producto del sector flore-
ciente. D e b e admitirse que el producto puede
exportarse, pero no importarse, de m o d o que
el alza de precio representa una mejora de las
W. M. Corden
condiciones del intercambio, cuya consecuen-
cia normal es el efecto de gasto. (Si es un bien
importable, el efecto de gasto será negativo).
C o n la condición de que no haya consumo
nacional de este producto, el análisis será
exactamente el mismo que cuando el auge es
originado por una mejora en la productividad,
neutral en cuanto a los factores: en a m b o s
casos, aumenta el valor de los productos
marginales, tanto del factor específico c o m o
del factor móvil, y este último produce el
efecto de movimiento de recursos. Si hay
consumo interior de este producto y se per-
mite que su precio nacional relativo suba a la
par del precio mundial, habrá que añadir al
análisis anterior efectos suplementarios de
distribución de la renta y asignación de recur-
sos.
También es posible que un incremento de
la producción de F no sea el resultado de un
Los efectos económicos de un sector floreciente
Sectorfloreciente:el primer banco con servicio para automovilistas, en Rio Vista, Texas. Su pista, detrás
de las ventanillas, es de 800 metros. Ben Ross/Camera Press.
alza de precios o de u n progreso técnico, sino
que sea consecuencia de u n a inversión ante-
rior, posiblemente destinada a la prospección.
E s el caso previsto para Australia, según el
análisis de Corden [1982]. El presente m o d e l o
puede abarcar u n caso d e esa índole, si
suponemos que conduce a una ganancia ines-
perada en forma de recaudación tributaria o
de elevación en las rentas d e los factores del
sector floreciente, aun contando con el pago
de la remuneración de la inversión. H a b r á , n o
obstante, u n efecto de gasto positivo; y si F
emplea factores capaces d e desplazarse d e
una industria a otra, habrá también u n efecto
de movimiento de recursos.
Variaciones
en torno al modelo central
El modelo central es sin duda m u y esclarece-
479
dor, pero puede naturalmente ser modificado
o perfeccionado de m u c h a s maneras, d e
suerte q u e ninguno de sus resultados puede
contemplarse c o m o inevitable.7
Por ejemplo, el sector rezagado podría
descomponerse en varias industrias distintas
—digamos manufacturas y agricultura, o
bienes exportables y bienes importables—
considerándose por separado los efectos sobre
cada una d e ellas (así c o m o sobre las rentas de
los factores específicos de cada industria). E s
perfectamente posible entonces que algunas
de estas industrias excluidas del auge conoz-
can una expansión real, aun cuando el sector
en conjunto se contraiga.
Otra variación posible sería la de permitir
la movilidad de m á s de u n factor entre por lo
m e n o s dos de los tres principales sectores. E n
realidad, se dan aquí varias posibilidades,
algunas de las cuales han sido exploradas por
480
Corden y Neary [1982], que conducen a toda
suerte de paradojas. Por ejemplo, el efecto
del movimiento de recursos podría conducir a
un aumento de la producción de R , es decir a
un progreso de la industrialización. Natural-
mente, esto puede ser contrarrestado por la
desindustrialización debida al efecto de gasto.
U n paso hacia el realismo es el de consen-
tir cierto grado de movilidad del capital a
nivel internacional. Considérese el caso sim-
ple en que cada sector emplea capital especí-
fico propio, pero cada una de las tres clases de
capital es móvil, en alguna medida, a escala
internacional. D e esta manera el capital no
circula entre las industrias, pero cada tipo de
capital posee cierto grado de movilidad inter-
nacional.
E n primer lugar, es preciso recordar lo
que sucedía con los tres tipos de rentas en el
modelo central, esto es, cuando la oferta del
factor específico (llamado ahora capital social)
erafijaen cada sector. Las rentas de R tenían
que bajar, las de F tenían muchas probabili-
dades de aumentar (y aumentaban forzosa-
mente si se computaban en términos de bienes
comercializables), mientras que las de N
podían seguir un curso u otro, pero se incre-
mentarían en caso de aumento de la produc-
ción de N . Supóngase ahora que, antes de que
se produzca la movilidad internacional del
capital, las rentas bajan en R y suben en F y
N , moviéndose la producción en la misma
dirección que las rentas.
La movilidad internacional del capital
ocasionará entonces un movimiento de capi-
tal, que saldrá de R pero entrará en F y N .
Esta aportación reforzará los efectos sobre la
producción pero moderará los efectos sobre la
recuperación del capital. L a desindustrializa-
ción será mayor, pero los efectos negativos
del auge sobre la rentabilidad en el sector
rezagado serán menores, debido a la salida de
capital. E n el caso de N , la movilidad del
capital dará mayor elasticidad a la curva de
oferta, ocasionando así un nuevo incremento
de la producción además de una moderación
de la apreciación real requerida para restable-
cer el equilibrio.
Cabría observar, por último, que el
W. M. Corden
modelo también puede ampliarse para que
incluya la movilidad internacional de la m a n o
de obra. Esto es a todas luces necesario si
queremos aplicarlo al caso australiano: la
fiebre del oro de la década de 1850 tuvo c o m o
secuela una enorme afluencia de m a n o de
obra a las colonias australianas, y tal ha sido
también la consecuencia de los auges registra-
dos en otros países.
El desempleo: enfoque
keynesiano y enfoque clásico
El desempleo keynesiano
H e m o s visto ya que la apreciación real que
suele acompañar a un auge podía alcanzarse
mediante una apreciación nominal o bien
mediante un aumento de los salarios nomi-
nales y del precio de N . L a política monetaria
es la que determina generalmente la particular
combinación nominal que lleva al resultado
real. El modelo que aquí consideramos atañe
esencialmente a los efectos reales y los aspec-
tos monetarios son accesorios. El "síndrome
holandés" está relacionado con la magnitud
de la apreciación real y no de la apreciación
nominal. U n a política de tipos de cambio fijos
asociada con un aumento de los salarios
nominales puede tener los mismos efectos
negativos sobre el sector rezagado que una
política antiinflacionaria asociada con una
apreciación nominal. Puede demostrarse, n o
obstante, que un auge es capaz de originar
desempleo a corto plazo, debido esencial-
mente a una falla de la política monetaria.
El equilibrio subsiguiente a todo auge o
expansión de un sector requerirá una aprecia-
ción del tipo de cambio real y un incremento
de la oferta monetaria real para responder a la
demanda de dinero ocasionada por el alza de
la renta real, al menos con una tasa de interés
real constante. Supongamos ahora que la
oferta monetaria nominal se mantiene cons-
tante (u obedece a un índice de crecimiento
ideal fijado antes de que el auge pudiera
preverse o esperarse) y que se produce una
rigidez keynesiana orientada a la baja en el
Sector rezagado: una fundición en Albany, estado de Nueva York. Mark Antman/Fotogram.
482
salario nominal o en el precio de N . Supone-
m o s así, por el momento, que hay una doble
rigidez en términos nominales. La cuestión
entonces es si la apreciación nominal que
exige el equilibrio exterior en la situación
subsiguiente al auge es mayor o menor que la
que se necesita para conseguir el aumento
requerido de la oferta monetaria real. (Una
apreciación acarrea el aumento en términos
reales de una oferta monetaria nominal dada
mediante una reducción de los precios nacio-
nales de bienes comercializables a nivel inter-
nacional). Si se mantiene el equilibrio de la
balanza exterior mediante un tipo de cambio
nominal, el país puede llegar a un exceso en la
demanda de N o bien con un posible exceso
en la oferta, que conduce al desempleo.
Éste podría ser un problema a corto
plazo, consecuencia de juicios políticos equivo-
cados, pero al parecer no constituye ninguna
amenaza seria a m á s largo plazo. Podría
resolverse con un aumento en la oferta m o n e -
taria nominal o, en ausencia de una buena
movilidad de capital internacional por medio
de una expansiónfiscal,que elevaría el tipo de
interés con una oferta monetaria nominal
dada.
El desempleo motivado por la
resistencia de los salarios reales
Si nos interesamos por algo m á s que el mero
corto plazo, parece cobrar mayor importancia
el riesgo de un desempleo "clásico" ocasio-
nado por la resistencia de los salarios reales,
es decir la paralización o rigidez a la baja de
los mismos. Podríamos considerar aquí dos
casos, m u y pertinentes ambos.
E n primer lugar, supongamos que, en el
plazo medio, ciertas categorías de m a n o de
obra son específicas del sector rezagado y
practican la resistencia del salario real
mediante una indexación formal o presiones
sindicales. Cuando algunos factores móviles
(que pueden ser otras categorías de m a n o de
obra) se ven forzados a salir de este sector, los
factores específicos no permiten que bajen sus
rentas por unidad (o sea, en este caso, los
índices salariales), de suerte que algunos de
W. M. Corden
ellos quedan sin empleo. El "síndrome holan-
dés" se manifiesta entonces en parte en u n
desempleo adicional de los factores específi-
cos del sector rezagado. Este desempleo se
agravaría si los trabajadores del sector reza-
gado reivindicaran aumentos de sus salarios
reales, con objeto de mantener sus salarios en
proporción con los que perciben los trabaja-
dores del sectorfloreciente,donde los meca-
nismos del mercado habrán propiciado un alza
de los salarios reales.
Considérese ahora el modelo central,
donde una sola categoría de m a n o de obra es
móvil entre los tres sectores, y donde el
salario real puede variar. H e m o s visto que el
auge hace subir el salario real en lo referente
a los bienes comercializables a escala interna-
cional y puede hacerlo bajar en el caso de los
bienes del sector protegido. N o hay duda de
que el efecto de gasto lo hará bajar por sí
mismo, mientras que el efecto de movimiento
de recursos tenderá a hacerlo subir. Suponga-
mos ahora que, globalmente, el salario se
reduce en el sector protegido (es decir, la
producción de dicho sector aumenta). Se
infiere entonces que, cuanto mayor sea la
proporción de bienes no comercializables en
la canasta familiar de los asalariados, m á s
probabilidades habrá de que el auge provoque
una baja del salario real "verdadero" (que
depende de las cargas que pesan sobre dicha
canasta). Consideremos luego el caso en que
el pleno empleo exige que el salario real
"verdadero" descienda e introduzcamos la
indexación o la resistencia de los salarios
reales. El auge producirá entonces necesaria-
mente desempleo. L a m a n o de obra expul-
sada de R no será totalmente absorbida por
N . Por ejemplo, si el tipo de cambio nominal
es constante, el alza del precio de N resultante
de la demanda adicional de sus productos
conducirá a un aumento en el salario nominal
suficiente para mantener constante el salario
real "verdadero", pero dicho aumento será
superior al que exige la preservación del pleno
empleo en el modelo central.
Los efectos económicos de un sector floreciente 483

La tributación política, frecuentemente se ven obligados a

y la resistencia del salario real aplicarla. Cabe señalar, antes de proseguir,
que toda decisión de no gastar la totalidad de
El auge mejora la situación económica de la los beneficios obtenidos con el auge moderará
nación en su conjunto. Si las rentas del factor la apreciación real y con ello los efectos
específico del sectorflorecientepasan directa- perjudiciales para el sector rezagado. Supon-
mente al Estado o si existe la posibilidad de gamos ahora que se ha tomado la decisión de
gravar fiscalmente una parte o la totalidad de gastar esos beneficios, teniendo en cuenta los
las mismas (como en el caso de los ingresos niveles óptimos de ahorro e inversión desde el
procedentes del petróleo en todo el m u n d o y, punto de vista del sector privado y de los
en menor medida, en el de los minerales gobernantes, pero que en dicha decisión n o
australianos), los beneficios adicionales obte- se han tomado en consideración los efectos
nidos con el auge pueden utilizarse bien para adversos sobre el sector rezagado. L a cuestión
subvencionar el empleo, bien para reducir los es si deben efectuarse nuevos ajustes en las
impuestos indirectos, con elfinde disociar la medidas adoptadas con elfinde tomarlos en
evolución del salario real verdadero y la de los cuenta, o sea, en realidad, para proteger al
salarios correspondientes a los dos produc- sector rezagado.
tos. V a n Wijnbergen [1982a] ha analizado y
expuesto esta cuestión. Si las reivindicaciones Argumentos en pro
sindicales en cuanto al salario real se refieren y en contra de la protección
explícitamente al salario después de efectua-
dos los descuentos fiscales, tomando así en Cabe reseñar tres argumentos posibles en
cuenta también las tasas del impuesto sobre favor de la protección.
la renta, los ingresos adicionales del Estado E n primer lugar, mencionaremos la ver-
pueden aplicarse a reducir el impuesto sobre sión un tanto conservadora del argumento
la renta de los asalariados, lo cual conduce sobre la distribución de la renta, según la cual
entonces a una reducción de los salarios deben evitarse, si es posible, las pérdidas del
previos a los descuentos tributarios. Otra ingreso real o de la renta de factores particu-
manera de obtener el mismo resultado (aun- lares causadas por una "conmoción" inespe-
que no sea necesariamente la más eficaz) sería rada c o m o es el auge, aun cuando para ello
utilizar los ingresos adicionales para financiar deban reducirse en mayor medida los benefi-
directamente la creación de empleos públicos. cios de otros factores.9
El mismo argumento puede aplicarse E n segundo lugar, está el argumento del
cuando el desempleo aparece específicamente empleo, cuando existe resistencia del salario
en el sector rezagado, c o m o antes se ha real en el sector rezagado.
descripto. E n efecto, los beneficios del auge Por último, cuando se espera que el auge
pueden invertirse para subvencionar al sector sea temporal, puede emplearse un argumento
rezagado. Pero esto sería una medida de relativo a la industria incipiente. E n ese caso,
protección ortodoxa, que paso a examinar a es posible que, por falta de protección,
continuación. el sector rezagado decaiga durante cierto
periodo y posteriormente necesite expandirse
de nuevo. El efecto del movimiento de recur-
sos facilitaría este proceso, y también lo haría
La protección del sector rezagado el efecto de gasto, a menos que el gasto se
mantuviera constante mediante la adecuada
Es natural que los poderes públicos traten de acumulación de activos exteriores durante el
proteger al sector rezagado, o a partes del auge. El argumento es que la recesión y la
mismo, de los efectos negativos de un auge. posterior recuperación del sector rezagado
A u n cuando no escojan realmente semejante conduciría a una descapitalización no óptima
484
durante el periodo de auge, así c o m o a una
falla del "aprendizaje en la acción", que
habría sido provechoso para el periodo subsi-
guiente al auge. 10
Es perfectamente posible rebatir cada
uno de estos argumentos en favor de la
protección. Para refutar el argumento conser-
vador sobre la distribución de la renta, puede
decirse que tal redistribución se consigue
mejor directamente, gravando fiscalmente el
factor del sectorflorecientepara subvencionar
con esa recaudación a los que pierden, y
también que, en cualquier caso, el conserva-
tisme difícilmente puede constituir una base
para una función de protección social. L a
refutación del argumento del empleo es que,
en primer lugar, sería mejor subvencionar
directamente el empleo, y, en segundo lugar,
que un periodo breve de desempleo puede ser
necesario para desencadenar una deseable
redistribución de recursos. Si ha de haber una
subvención o protección, deben cotejarse los
beneficios de la producción a corto plazo con
las pérdidas en la distribución de recursos a
largo plazo. E n la versión particular que le
damos aquí, el argumento de la industria
incipiente puede refutarse con las mismas
objeciones de aplicación general ; debe admi-
tirse la hipótesis o bien de los efectos exter-
nos, de la falta de información o previsión por
parte de los factores del sector rezagado, o
bien del funcionamiento imperfecto del mer-
cado de capitales. Pero, c o m o nos lo enseña
la teoría de la protección, si bien dados varios
supuestos plausibles pueden exponerse algu-
nos argumentos en favor de la intervención, al
menos c o m o medida a corto plazo, rara vez la
protección contra la competencia internacio-
nal constituye la mejor solución.
Supongamos ahora simplemente que se
desea proteger al sector rezagado hasta un
cierto punto, esto es, mantener su nivel de
producción y, con ello, elevar un tanto las
rentas de sus factores específicos. El mejor
método, dado el objetivo, sería subvencionar
directamente la producción del sector, quizá
financiándolo por medio de los impuestos
recaudados en el factor específico del sector
floreciente. N o propugno esto en absoluto,
W. M. Corden
sino que m e limito a analizar las implicaciones
de este tipo de política.
La protección del tipo de cambio
Es interesante considerar también las implica-
ciones de otros métodos m á s corrientes de
protección. El primero sería mantener el nivel
del gasto m á s bajo, adelantándose así de
algún m o d o a la apreciación real y con ello a
la desindustrialización indirecta, con lo cual
el superávit de la balanza de pagos sería
mayor.
E n la práctica, los gobiernos y los partida-
rios de la intervención del Estado piensan en
términos de dicha política. Generalmente, se
la considera c o m o una intervención en el
mercado de divisas "cediendo flexiblemente al
empuje del viento" y que modera en conse-
cuencia la apreciación nominal. Se admite que
el superávit resultante no conducirá a una
expansión monetaria y con ello a alzas de los
precios, de suerte que, con relación a una
situación en la que no hay protección, se
produce una depreciación real y no mera-
mente nominal. Para ello, es necesario neutra-
lizar los efectos monetarios de la intervención
en el mercado de divisas. E n un trabajo
anterior [Corden, 1981], he denominado "pro-
tección del tipo de cambio" una política de
manejo del tipo de cambio encaminada a
proteger los sectores expuestos a expensas del
sector protegido. L a neutralización, ya se
efectúe mediante operaciones de mercado
abierto o un superávit presupuestario, acarrea
la exigida reducción del gasto. L a principal
objeción a esta política, comparada con la de
subvención directa al sector rezagado, es que
conduce a una acumulación excesiva de acti-
vos exteriores. Protege además al sector flore-
ciente a expensas del sector protegido, lo
cual, al parecer, es innecesario.
La protección ordinaria
Otra política, que cuenta con numerosos parti-
darios, es la que consiste en elevar los aran-
celes e imponer cupos de importación o res-
tringir los ya existentes, es decir, en reforzar
Los efectos económicos de un sector floreciente 485

H o m b r e s sin trabajo anuncian sus profesiones en carteles y ofrecen sus servicios por u n dólar semanal
mientras desfilan en Times Square, N u e v a York, a comienzos de los años treinta. Keystone.
486 W. M. Corden

la protección "ordinaria".11 Esta política será
sin duda provechosa para la industria q u e
compite con la importación y permitirá lograr
el objetivo d e mantener las rentas de los
factores específicos de esa industria. Pero si el
tipo de cambio sigue siendo variable, y si se
mantiene el gasto al nivel q u e habría tenido
de no existir la motivación de la protección, el
beneficio de la industria competidora de la
importación n o se realizará necesariamente a
expensas del sector protegido, sino m á s bien a
expensas de las industrias de bienes exporta-
bles ajenas al auge y del sector floreciente.
Las industrias de exportación ajenas al
auge resultarán entonces doblemente daña-
das : primero por la apreciación real (que
será ahora m a y o r que antes) y luego por la
pérdida directa de recursos en beneficio del
sector de los bienes importables. E n realidad,
el efecto negativo sobre dicho sector se habrá
m o d e r a d o sólo intensificando el efecto nega-
tivo sobre las industrias de exportación ajenas
al auge. Harían falta argumentos m u y particu-
lares para dar u n a lógica a semejante política.
Si el interés principal es el de conservar los
ingresos o rentas reales, resulta evidente q u e
carece de lógica. El problema central estriba
en el efecto perjudicial sobre el sector reza-
gado en su conjunto y n o parece justificado
cargar todo el peso sobre u n a parte del m i s m o
con el fin de resguardar a la otra.
Traducido del inglés

Notas

1. La primera referencia 3. La aplicación del modelo al 5. Véase Forsyth y Nicholas

impresa que he podido
encontrar es el artículo "The
Dutch Disease" en The
Economist, 26 de noviembre
de 1977. p. 83-3, el que se
describe el caso de los Países
Bajos. U n a exposición más
completa de la experiencia
holandesa, referida por Michael
Ellman, puede hallarse en la
publicación de Barker y
Brailovsky [1981].
2. La regresión es relativa con
relación a lo que hubiese
ocurrido en distintas
circunstancias y siendo así no
tiene por qué considerársela
absoluta. Por otra parte, la
intervención de ciertas fuerzas
puede provocar una regresión
absoluta o relativa de la
industria de transformación en
cualquier caso el efecto del
"síndrome holandés" reforzará
entonces tales tendencias.
Reino Unido plantea ciertas
dificultades c o m o lo indican
Byatt y otros [1982] y el Banco
de Inglaterra [1982]. El modelo
analiza correctamente los
efectos de la producción de
petróleo del M a r del Norte con
determinados precios mundiales
del petróleo. Pero el Reino
Unido también se vio afectado
por el alza de precios. Y como
este país era inicialmente
importador de petróleo, esto fue
el equivalente de un "auge
negativo". Bajo el efecto
combinado de dicha alza de
precios y el descubrimiento del
petróleo del M a r del Norte, el
Reino Unido pasó de una
situación de importador neto a
la de exportador neto, un caso
de inversión de corriente
comercial.
4. Véase Maddock y McLean
[1982].
[1981].
6. Esta sección está basada en el
trabajo de Corden y Neary
[1982], parte II. Este tipo de
modelo se presentó por primera
vez en Snape [1977].
7. Esto se ha hecho en
numerosos trabajos, algunos no
publicados en el momento de
escribir estas líneas,
principalmente Snape [1977],
Corden y Neary [1982], Neary y
Purvis [1982], Long [1983],
Cassing y Warr [1982] y Bruno y
Sachs [1972]. E n varios escritos,
en particular Forsyth y Kay
[1980], Buiter y Purvis [1980] y
Bruno y Sachs [1982], se admite
la posibilidad de que el auge
tenga un efecto favorable en las
condiciones del comercio (como
algo distinto a una mejora
exógena de las condiciones de
comercio que provoca un
Los efectos económicos de un sector floreciente
boom). Esta posibilidad no la
examinamos aquí, ya que
mantenemos consecuentemente
el "supuesto de pequeño país"
con respecto al intercambio de
mercancías.
8. Neary [de próxima
publicación] que analiza en
detalle los aspectos monetarios
de un auge de recursos, expone
esta posibilidad. D e igual
manera, según Eastwood y
Venables [1982] hay una
apreciación immediata cuando
se descubre el petróleo, debido
a la expectativa de que el tipo de
cambio tendrá que apreciarse
una vez que se estabilice la
nueva situación (con relación a
la situación anterior al
descubrimiento del petróleo).
Pero el aumento del gasto recién
se produce m á s adelante. C o m o
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la oferta monetaria se mantiene
constante y la producción
nacional ajena al petróleo es
determinada por la demanda, el
efecto inmediato es
deflacionario. Esto es un intento
de explicar los hechos
registrados en el Reino Unido
en 1980. Naturalmente, la
deflación no es inevitable, ya
que siempre puede
incrementarse la oferta
monetaria.
9. Este es el concepto de la
"función conservadora de
protección social". Véase
Corden [1974, p . 107-112].
10. Véase van Wijnbergen
(1982b, 1982c), que expone este
tipo de argumento con
referencia a los países
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487
exportadores de petróleo y
analiza en detalle la distribución
óptima del capital en el tiempo
entre los sectores expuestos y el
sector protegido.
11. Esta cuestión se ha debatido
mucho en Australia. Tenía
cierta importancia en el
precursor artículo de Gregory
(1976), y el análisis que sigue
aparece m á s detallado en
Corden (1982). También los
proteccionistas de Cambridge en
el Reino Unido han propugnado
un aumento de la protección por
razones m u y diversas, siendo
una de ellas los efectos del
petróleo del M a r del Norte, y
este componente de sus
múltiples y cambiantes
argumentos podría analizarse
conforme a las líneas seguidas,
en el presente trabajo.
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Disease': A Disease After All?"
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Algunos problemas
relativos a la estrategia de China
en sus relaciones
económicas con el exterior

Dong Fureng

Desde la Tercera Sesión Plenária del X I relaciones económicas internacionales con

Comité Central h a n ocurrido significativos que hubo de enfrentarse la N u e v a China a raíz
cambios en la estrategia del desarrollo econó- de su creación en 1949; y b) nuestra errónea
mico de China. Estos cambios son especial- interpretación del principio de autosuficiencia.
mente profundos en el c a m p o d e las rela- Poco antes e inmediatamente después d e
ciones exteriores. El presente artículo tiene la fundación de la N u e v a China, lejos de
por objeto analizar algunos problemas pro- adoptar una estrategia d e aislamiento y auto-
pios de dicho ámbito. suficiencia, nos propusimos resueltamente
establecer relaciones económicas con otros
países. E n u n discuso pronunciado el 15 de
Del aislamiento a junio de 1949 en la R e u -
la estrategia d e nión Preparatoria de la
El Profesor Dong Fureng es secreta- N u e v a Conferencia C o n -
puertas abiertas rio general de la Unión China para la
sultiva Política, M a o
en materia de Investigación Económica, Instituto
de Ciencias Económicas de la Acade- Z e d o n g afirmó que: "El
desarrollo mia de Ciencias Sociales de China, 2, pueblo chino desea m a n -
económico Yuetan Bei Xiao Jie, Pekín. El obje- tener una cooperación
tivo de la Unión es el de coordinar la
amistosa con todos los
investigación universitaria al nivel
Durante m u c h o tiempo, nacional, provincial, municipal y de pueblos del m u n d o , de-
China aplicó una estrate- las regiones autónomas. La Unión sea reanudar y ampliar
gia de desarrollo econó- organiza investigaciones sobre los pro- el comercio internacio-
blemas nacionales e internacionales, nal, a fin de desarrollar la
mico autárquico o, lo que
promueve los intereses académicos y
es lo m i s m o , una estrate- evalúa la calidad de las investigacio- producción y fermentar
gia basada en la autosufi- nes universitarias. la prosperidad económi-
ciencia. Tal estrategia as- ca". El Programa C o m ú n
piraba a la completa auto- de la Conferencia Consul-
suficiencia en financiación, tecnología, m a n o tiva Política del Pueblo Chino, adoptado el
de obra, medios de producción, mercados, 29 de septiembre de 1949 en el primer congre-
etc., con miras a una economía cada vez so de la C C P P C , estipulaba: "China reanu-
m e n o s dependiente de fuentes externas. A u n dará y ampliará las relaciones comerciales'
cuando se emplearan recursos externos de internacionales con otros pueblos y gobiernos
forma m u y limitada, esto se hacía con la sobre la base de la igualdad y el beneficio
esperanza de reemplazarlos algún día por mutuo". Estas citas indican que el estableci-
recursos locales. miento de relaciones económicas con países
L a estrategia de aislamiento se adoptó extranjeros era una política básica de China.
c o m o consecuencia de dos factores: a) las Pero esta política n o pudo aplicarse. E n
490
octubre de 1950, los Estados Unidos y otros
países occidentales impusieron a China un
embargo y un bloqueo económico que trastor-
naron las relaciones económicas con muchos
países. Las relaciones comerciales chino-ame-
ricanas quedaron interrumpidas y las que
mantenía nuestro país con las naciones occi-
dentales europeas sufrieron u n grave dete-
rioro. E n tales condiciones, no había ya
probabilidad alguna de que China obtuviese
fondos de los países occidentales para la
construcción económica. L a única solución
posible era establecer relaciones económicas
con la Unión Soviética y otros países de
Europa oriental. A raíz de la Conferencia de
Ginebra de 1954 tuvieron lugar algunos cam-
bios. Las relaciones económicas entre China y
algunos países occidentales empezaron a resta-
blecerse y después aumentaron hasta cierto
punto, aunque todavía de manera m u y limi-
tada. E n 1960, la Unión Soviética retiró unila-
teralmente los especialistas que trabajaban en
China, anuló sus contratos económicos con
nuestro país, y dio por concluida la coopera-
ción bilateral en ciencia y tecnología. El
deterioro de las relaciones chino-soviéticas
causó graves perjuicios a las relaciones econó-
micas internacionales de China, obligando a
hacer cada vez mayor hincapié en la construc-
ción de la economía nacional a partir de
nuestros propios recursos, c o m o un medio de
llegar a la autosuficiencia. Durante la Revolu-
ción Cultural, de 1966 a 1976, por razones
bien conocidas, las relaciones económicas ex-
teriores de China sufrieron nuevas limitacio-
nes debidas a factores humanos. Entre 1968 y
1971 dejamos de introducir nueva tecnología
del extranjero. E n 1972 China estableció
relaciones diplomáticas con Japón y firmó
el Shanghai C o m m u n i q u é chino-americano..
E n 1975 se entablaron relaciones formales con
la C E E . Estas circunstancias estimularon los
contactos económicos exteriores, pero las con-
diciones nuevas y favorables que se esperaban
no se aprovecharon debido a la Banda de los
Cuatro, a la sazón en el poder.
N o cabe duda que China, c o m o la gran
nación socialista que es, debe adherir al
principio de independencia y autosuficiencia.
Dong Fureng
C o n nuestra inmensa fuerza de trabajo, ricos
recursos naturales y vasto mercado interior,
poseemos todos los medios que nos permiten
contar principalmente con nuestros propios
esfuerzos para elevar el país y desarrollar la
economía. El principio de independencia y
autosuficiencia es fundamental para la cons-
trucción económica. Sin embargo, ante la
adversa situación de las relaciones económicas
internacionales, cobró forma poco a poco en
nuestras mentes una errónea concepción de
este principio. L a ruptura de las relaciones
chino-soviéticas dio pábulo a la idea de contar
por entero con nuestra propia fuerza para
desarrollar una economía autosuficiente y, en
consecuencia, de adoptar una estrategia de
desarrollo económico basada en la autarquía.
Cuando la Banda de los Cuatro estaba en el
poder, llegó incluso a reprobar y tildar de acto
de traición la exportación de recursos natu-
rales, y a considerar los créditos extran-
jeros c o m o algo que lesionaba la soberanía y
humillaba el honor nacional; las inversiones
extranjeras, las empresas con participación
extranjera y la explotación conjunta de recur-
sos naturales de China se descartaban por
completo.
Los efectos combinados de todos estos
factores contribuyeron a configurar e imponer
la estrategia de la autosuficiencia durante un
periodo bastante largo; esta política guarda
cierta semejanza con la de sustitución de
importaciones adoptada por algunos países,
aunque en China se llevó al extremo máximo.
Por ejemplo, China desarrolló relaciones eco-
nómicas y comerciales con otros países, con la
intención de crear las industrias correspon-
dientes, especialmente industrias pesadas, uti-
lizando materias primas, energía, maquinaria
y bienes de consumo nacionales, en vez de
importarlos. E n otros términos, la importa-
nión de determinados productos tenía por
objeto sustituirlos en un futuro cercano por
equivalentes nacionales.
Esta estrategia de autarquía también se
asemeja a la de desarrollo orientado hacia el
interior que aplican algunos países, pero, de
igual m o d o , la versión china tomó un cariz
extremo. E n términos generales, la produc-
Algunos problemas relativos a la estrategia de China en sus relaciones económicas con el exterior
M o n e d a s chinas antiguas, en forma de objetos cotidianos de la época. Maiak/Camera Press.
ción nacional en China estaba destinada a
satisfacer la demanda interna; no estaba orien-
tada hacia el mercado mundial. Las exporta-
ciones se componían de aquellos productos de
los que había excedentes. E n algunas oca-
siones se exportaba con el fin de contrapesar
las importaciones, en cuyo caso debíamos
exportar ciertos productos pese a que tenían
una demanda interior m u y alta. Por decirlo de
otra manera, en aquellos días las exporta-
ciones sólo tenían por objeto obtener divisas
para importar bienes que China no estaba en
condiciones de producir, o cuya producción
era insuficiente. A u n cuando se aceptara la
financiación exterior, China no descuidó
nunca la constitución de una autarquía finan-
ciera, recurriendo lo menos posible a fondos
extranjeros para la producción y construcción
nacionales. Así, después de mediados los años
sesenta, cuando se reembolsaron antes de
su vencimiento las deudas contraídas con la
Unión Soviética, China no volvió a utilizar
491
fondos ni préstamos de gobiernos extranjeros
hasta fines de la década del setenta, con la
excepción de algunos créditos a corto plazo
negociados con los proveedores.
Esta estrategia tuvo efectos desfavora-
bles sobre la economía de China. Debido al
prolongado aislamiento del m u n d o exterior,
perdimos muchas oportunidades de beneficiar-
nos de algunas circunstancias internacionales
favorables. La brecha tecnológica entre China
y los demás países se ensanchó. Por falta de la
competencia del mercado internacional, los
productos nacionales fueron haciéndose cada
vez menos competitivos. Las limitaciones de
los mercados internos impedían mejorar cuali-
tativamente algunos productos industriales.
Al caer la Banda de los Cuatro en
octubre de 1976, la estrategia de aislamiento
y autarquía dio paso gradualmente a una
política de puertas abiertas encaminada a
ampliar nuestras relaciones tecnológicas y
económicas con otros países sobre una base
492
de igualdad y beneficios mutuos. Esta evolu-
ción se debió a que, por una parte, estimába-
m o s que desde fines de la década de 1960 se
habían producido cambios considerables en
las relaciones internacionales, de suerte que
China podía romper su aislamiento en condi-
ciones favorables. Por otra parte, denuncia-
m o s y criticamos las teorías económicas y las
pautas políticas de la ultraizquierda, que
habían prevalecido durante años. Pero seme-
jante cambio de estrategia planteaba una
serie de problemas económicos que deben ser
resueltos tanto en la teoría c o m o en la prác-
tica.
E n primer lugar, ¿implica este giro que la
política económica introvertida de China se
haya tornado hacia el exterior? N o creo que
daba considerarse de ese m o d o . L a política de
puertas abiertas n o ha cambiado la estrategia
previa de orientación hacia el interior; las
puertas sólo se han abierto a condición de que
ello sirva al desarrollo interno. China es u n
inmenso país de m á s de mil millones de
habitantes, con abundantes recursos naturales,
y los fondos para la construcción deben
extraerse principalmente de la acumulación
interna. L a obtención definanciaciónextran-
jera en diversas formas (inversión y opera-
ciones conjuntas, entre otras) es sin duda
importante, pero sólo puede desempeñar un
papel auxiliar. L a mayor parte de los recursos
que hacen falta en nuestro desarrollo econó-
mico pueden extraerse de fuentes nacionales.
Sólo un pequeño porcentaje del consumo
interno debe contar con las importaciones, en
tanto que las exportaciones deben representar
un porcentaje reducido del producto interno.
L a introducción de tecnología avanzada
extranjera es sin duda necesaria, pero m á s
importante aún es aprender de otros países y
crear la tecnología moderna requerida y apro-
piada teniendo en cuenta el enorme mercado
de China. Si es indispensable importar algu-
nos bienes de fabricación extranjera que están
m á s allá de la capacidad productiva nacional o
cuya oferta es insuficiente para satisfacer la
demanda interior, tales importaciones sólo
habrán de constituir una pequeña parte en la
oferta total del mercado chino. Y aunque los
Dong Fureng
productos de fabricación nacional deben desti-
narse en primar lugar a satisfacer la demanda
interna, también es importante elaborar pro-
ductos para la exportación sin dejar que este
proceso asuma excesivas proporciones. E n
estas circunstancias, se plantea la cuestión de
cuál es el verdadero alcance de la política de
puertas abiertas. E n una palabra, implica que
China no rechaza en m o d o alguno el recurso a
la financiación exterior y está dispuesta a
recurrir a ella activamente bajo condiciones
favorables y en las formas adecuadas, entre
las que no deben faltar la absorción de
inversiones extranjeras en China, la dirección
de operaciones conjuntas, la cooperación en
la explotación de recursos, etc. E n la planifica-
ción general de la producción de bienes bási-
cos hemos de tomar en cuenta n o sólo la
demanda interior, que debe ser siempre el
principio rector fundamental del mercado
nacional, sino considerar además cuidadosa-
mente las necesidades extranjeras con el fin
de contribuir a fomentar las exportaciones.
E n la planificación de las importaciones, debe-
m o s insistir en que se satisfaga primero la
demanda interior, sin perder de vista la expan-
sión de exportaciones tales c o m o las de pro-
ductos elaborados a partir de materias primas
importadas. L a forma de crear tecnología
nueva y avanzada con nuestras propias capaci-
dades y basándonos en lo aprendido del
extranjero es otro tema que tenemos que
anotar en nuestro programa de trabajo.
Emprenderemos actividades de cooperación
bilateral y multilateral en los ámbitos econó-
mico y tecnológico. Procuraremos obtener
m á s contratos de construcción en el extran-
jero y fomentar la cooperación laboral en
formas diversificadas. También contribuimos
modestamente a proporcionar ayuda econó-
mica y tecnológica a países del tercer m u n d o .
L a diferencia entre las políticas pasadas y
presentes estriba, por lo tanto, en el aban-
dono de una interpretación errónea de la idea
de autosuficiencia, llevada hasta el límite, y en
la apertura al exterior a fin de aumentar
unestra capacidad de autosuficiencia.
¿Supone este cambio que China ha aban-
donado su política comercial proteccionista y
Algunos problemas relativos a la estrategia de China en sus relaciones económicas con el exterior
Comercio de té chino en el siglo xix, por George Chinnery. snark/Edimed«.
su protección de la economía nacional? Esto
no es necesariamente cierto. "Proteger la
economía nacional" solía ser la consigna que
se utilizaba para justificar la política de aisla-
miento. Pero esto era comprender mal la
realidad. C o m o país en desarrollo, China
debe levantar su economía nacional y especial-
mente tiene que construir sus industrias. El
Estado debe tomar medidas para proteger el
desarrollo económico nacional. El aislamiento
autárquico no es la forma correcta de proteger
la economía nacional, porque, en primer
lugar, las industrias terminan por ser c o m o
flores de invernadero; en ausencia de la c o m -
petencia activa del mercado mundial, se con-
tentan con la tecnología, las variedades, las
calidades y los costos de producción existen-
tes. E n consecuencia, el progreso es lento o
incluso llega a estancarse. Pasado el tiempo,
aun aquellas empresas industriales exentas de
estos inconvenientes empiezan a marchar mal.
E n segundo lugar, la política de autarquía
493
aislaba a las empresas nacionales de la tecno-
logía avanzada extranjera, impidéndoles asimi-
larla, equiparse y desarrollarse. L o mismo
cabe decir en general respecto de la articula-
ción con los mercados exteriores y la utiliza-
ción de recursos, fondos y técnicas de direc-
ción extranjeros. La política de puertas abier-
tas no emplica de ninguna manera la libre
entrada de capital y productos foráneos, c o m o
tampoco significa el abandono de las medidas
protectoras de la economía nacional. Por el
contrario, debemos recurrir adecuadamente a
aranceles, controles de la importación, contro-
les de divisas y otras medidas, de m o d o que
podamos estimular la innovación de produc-
tos, mejorar la calidad y reducir los costos, sin
consentir que las medidas protectoras se cons-
tituyan en bastiones del atraso.
E n los intercambios económicos interna-
cionales se han producido grandes cambios
desde que China introdujo la estrategia de
puertas abiertas. Entre 1977 y 1979, el volu-
494
m e n total de importaciones y exportaciones
aumentó al ritmo de 27,4% anual, y en 1980 el
aumento fue superior al 2 0 % con respecto a
1979. Ajustadas a las fluctuaciones en los
precios, las importaciones y exportaciones
aumentaron a un ritmo de 17 % anual entre
1977-1979, mientras que en 1980 se registró
un aumento del 1 2 % con relación al año
precedente. E n 1981 se produjo un aumento
bruto de 2 9 % en comparación con 1980, lo
que representa un incremento neto de 11%
tras el ajuste de las fluctuaciones en los
precios. Desglosado, esto equivale a un
aumento bruto de las exportaciones de 35,6%
(aumento neto de 18% tras el ajuste) y de
23,1% para las importaciones (aumento neto
de 5%).
Sólo 100 países y regiones habían estable-
cido relaciones comerciales con China en
1976. L a cifra llegó a 174 en 1980 y a 182 en
1981. Ochenta y ocho países y regiones con-
cluyeron acuerdos o protocolos comerciales
con China en 1980. A fines de 1980, China
había firmado contratos de créditos en el
extrajero por un total de 20.000 millones de
dólares y se habían elaborado m á s de 360
proyectos de operaciones conjuntas con fon-
dos extranjeros por valor de 1.500 millones de
dólares. Pero preferimos creer que esto es
sólo un comienzo, ya que los contactos econó-
micos entre China y otros países distan toda-
vía mucho de ser suficientes. Por ejemplo, el
total de exportaciones de China sólo repre-
sentó 1% del total del comercio de exporta-
ción mundial, lo que es inferior incluso al 2 %
que se alcanzó en la década de 1950. El valor
total de las exportaciones en 1980 se estima en
6,4% del P N B . L a financiación extranjera
sigue siendo limitada: por ejemplo, hasta una
fecha reciente, los préstamos a plazo medio y
largo con tipos de interés bajos o exentos de
intereses facilitados por gobiernos extranjeros
y organizaciones financieras internacionales
sumaron solamente 2.440 millones de dólares.
D o s razones fundamentales impiden que la
situación mejore: por una parte, la estructura
económica de China no se adapta al fomento
de las relaciones económicas con el exterior;
por otra, no es suficientemente apta para
Dong Fureng
satisfacer las necesidades de unas relaciones
económicas favorables.
Para fomentar
las relaciones económicas con
el exterior hay que reformar la
estructura de nuestra economía
Durante la década de 1960 criticábamos la
teoría de la división internacional del trabajo,
presentada por cierto país c o m o necesaria y
correcta porque la razón oculta de esa teoría
era la intención de promover ciertos intereses
nacionales, practicando una división del tra-
bajo entre los miembros de la gran familia
socialista que los pondría en situación de
dependencia económica y los sometería al
control del jefe de familia. Esta teoría estaba
concebida además para evitar que los estados
miembros obtuviesen sus propios beneficios y
fomentaran sus lazos económicos con países
ajenos a la familia. Semejante división inter-
nacional del trabajo ha sido en realidad m u y
nociva y era m u y similar a la que propugnan
algunos países occidentales que practican el
neocolonialismo e intentan convertir a los
países en desarrollo en proveedores perma-
nentes de materias primas y m a n o de obra
barata, utilizándolos al mismo tiempo c o m o
exutorios para la inversión y c o m o mercados
para productos industriales invendibles. D e
esta manera, tales países se hubieran visto
obligados a orientarse hacia un modelo de
desarrollo basado en la exportación. M u c h o s
países en desarrollo piden hoy el estableci-
miento de un nuevo orden económico interna-
cional y un diálogo Norte-Sur. Protestan con-
tra el neoproteccionismo impuesto por algu-
nos países desarrollados para restringir las
importaciones de productos acabados y semia-
cabados; solicitan de los países desarrollados
que procedan a ajustes estructurales, etc.
T o d o esto representa una oposición a la
división internacional del trabajo, y China ha
apoyado siempre las justas reivindicaciones de
los países en desarrollo.
Al mismo tiempo que nos oponíamos a la
Algunos problemas relativos a la estrategia de China en sus relaciones económicas con el exterior
división internacional del trabajo tal c o m o la
entienden los hegemonistas, adoptamos la
orientación teórica opuesta, negando radical-
mente la existencia objetiva de esta división y
su capacidad de propiciar relaciones económi-
cas m á s estrechas entre los países; n o admitía-
m o s tampoco que China participara en la
división internacional del trabajo para aprove-
char sus ventajas comparativas, estimulando
así el desarrollo de su economía.
Esta equivocación teórica nos llevó al
error de establecer u n sistema económico e
industrial nacional relativamente amplio e
independiente sobre la base de una rigurosa e
intransigente autarquía.
Sin duda, un país grande c o m o China
debe participar en la división internacional del
trabajo según modalidades distintas de las que
convienen a países m á s pequeños. N o pode-
m o s desarrollar sólo una o dos industrias
principales, c o m o hacen algunos países peque-
ños, a fin de que ejerzan toda su influencia a
nivel internacional y sustenten la economía
nacional en su conjunto. Pero ni siquiera un
país grande puede esperar desarrollar su eco-
nomía sin recurrir a los intercambios interna-
cionales. C o n sus ventajas comparativas espe-
cíficas, China está obligada a participar en la
división internacional del trabajo con objeto
de obtener beneficios para sí misma. Así pues,
debe prestarse la debida atención a las estruc-
turas específicas de China y a las cambiantes
relaciones económicas internacionales, de
m o d o que China pueda mantener sus carac-
terísticas locales, utilizar sus fuerzas y superar
sus insuficiencias.
E n los últimos años, algunos círculos
económicos de China han debatido m u c h o la
cuestión de las relaciones económicas interna-
cionales. U n o de los problemas planteados es
si deben tomarse en consideración las venta-
jas y costos comparativos al establecer rela-
ciones económicas con el exterior. E n mi
opinión, sería incorrecto no considerar dichos
factores en el contexto. Si los descuidamos
nos sería imposible introducir la estrategia de
puertas abiertas en beneficio del desarrollo
económico nacional. Desde luego, no basta
con tomar en cuenta las ventajas y costos
495
comparativos. L a participación en la división
internacional del trabajo supone también redu-
cir el trabajo social y aumentar la productivi-
dad laboral. Por eso no debe descuidarse
nunca el análisis de costos-beneficios: éste
puede determinar lo que ha de producirse y lo
que ha de exportarse, lo que nos proporciona
mayores beneficios y lo que debe importarse
porque supera nuestra capacidad productiva o
porque resulta m e n o s beneficioso o incluso
desventajoso producirlo en el país.
Desde este punto de vista, estimamos
que nuestra actual estructura económica nece-
sita audaces reformas. E n efecto, la actual
estructura, con sus deformaciones, no sólo
obstaculiza el progreso económico de China,
sino que se encuentra mal preparada para
mantener las relaciones económicas exteriores
previstas, construida c o m o está sobre una
base de tendencia autárquica. E n términos
concretos, de los bienes de producción nacio-
nal recabados por el gobierno en 1980 para
la exportación, los productos primarios repre-
sentaron el 54% (27% correspondientes a
comestibles y materias primas agrícolas y
minerales, y 24% al petróleo); los productos
manufacturados representaron el 46% (com-
puesto por 34% correspondiente a productos
textiles, artesanales, de industria ligera para
usos cotidianos y 12% de productos de la
industria química y pesada, entre ellos 3 , 7 %
correspondiente a maquinaria). Esta composi-
ción de la exportación es desfavorable por-
que, con algunas excepciones c o m o el petró-
leo, los aumentos de los precios de la mayor
parte de los productos primarios son m u c h o
m á s lentos que los de los productos termina-
dos procedentes de países desarrollados.
Las exportaciones textiles se enfrentan con
mayores restricciones en muchos países. Se-
mejante pauta de las exportaciones está deter-
minada por la estructura económica. Durante
un largo período, la prioridad concedida a la
industria pesada causó graves perjuicios a la
agricultura y la industria ligera. Tradicional-
mente, los productos agrícolas han constituido
una parte significativa de las exportaciones
chinas, pero c o m o la producción agraria no
siempre ha podido satisfacer las demandas de
496
Hornos de acero fabricados artesanalmente como parte del ensayo de producción descentralizada que se
efectuó en los años sesenta en la municipalidad de Shiu-Shin. Henri Canier-Bresson/Magnum.
una población en rápido crecimiento, hay
pocas perspectivas de incrementar las exporta-
ciones. A l m i s m o tiempo que exporta produc-
tos agrarios, China también importa una
cierta cantidad de este tipo de bienes, princi-
palmente para satisfacer la d e m a n d a interna,
con algunas excepciones (como el algodón,
que se importa para ser transformado y reex-
portado). Por lo tanto, n o p o d e m o s contar
demasiado con la exportación de productos
agrarios para adquirir divisas con que comprar
la tecnología y el equipo industrial extranjeros
que necesitamos. Los productos de la indus-
tria ligera (incluidos los textiles) son otro
componente importante de las exportaciones
que por muchas razones resulta difícil a u m e n -
tar sustancialmente. E n primer lugar, la gran
d e m a n d a en el mercado interno aumenta
debido a la escasez de productos de la indus-
tria ligera. Por otra parte, el surtido, la
calidad y el diseño de estos productos no
satisfacen a los consumidores extranjeros, y
Dong Fureng
además hay que tomar en cuenta las cuotas de
importación. L a energía (petróleo y carbón)
representaba una parte importante de nues-
tras exportaciones totales, pero en los últimos
años han surgido dificultades análogas para
ampliar las exportaciones, ya que el país
experimentaba escaseces de energía. L a canti-
dad de petróleo exportado fue sólo 12% de la
producción total; de carbón, sólo 1% del total
extraído, y no p o d e m o s esperar que estas
cifras crezcan m u c h o en el futuro previsible.
L a industria mecánica, montada en principio
con la intención de satisfacer la d e m a n d a
nacional, especialmente las exigencias de la
industria pesada m i s m a , nunca ha sido ajus-
tada a las demandas del mercado internacio-
nal y las perspectivas de exportación. El
transporte, que es el atolladero de la eco-
nomía nacional, n o es apto para la expansión
de las exportaciones ni para el comercio
exterior. Las atrasadas instalaciones portua-
rias, la insuficiencia de amarraderos y la baja
Algunos problemas relativos a la estrategia de China en sus relaciones económicas con el exterior 497

capacidad de embarque y descarga son fac- de bienes en los que intervengan intensiva-
tores que impiden el progreso. Esta situación mente ambos factores con el fin de exportar-
demuestra que, sin reformar antes la estruc- los en el inmediato futuro. T e n e m o s que
tura económica, será difícil que China incrementar las exportaciones explotando
aumente progresivamente sus exportaciones e recursos naturales, hacer uso de nuestra colo-
importaciones. A l aplicar la política de puer- sal fuerza de trabajo y fomentar la exporta-
tas abiertas y efectuar los ajustes pertinentes ción de productos elaborados con materias
en la economía, nos dimos cuenta de tales primas provenientes del exterior, y fomentar
problemas y estamos haciendo cuanto pode- la cooperación en las industrias de servicios.
m o s para modificar la estructura económica A d e m á s , deben aprovecharse también las ven-
de China. tajas geográficas, los oficios tradicionales, las
A este respecto, las experiencias de otros actividades agrícolas complementarias, las
países en desarrollo, especialmente los recién especialidades locales y el cultivo de las diver-
industrializados, son m u y instructivas para sas formas de artesanía.
China. Desde hace un tiempo, algunos países Este cambio de estrategia nos ha obli-
recién industrializados exportan grandes canti- gado a considerar importantes problemas teó-
dades de productos industriales (de la indus- ricos. ¿Cuál es el objeto y el papel del
tria ligera en particular) que se han abierto comercio exterior? A l practicar el aislamiento
camino en algunos países desarrollados y han y la autosuficiencia, relegábamos el comercio
sustituido otros análogos fabricados en ellos, exterior al papel de un "suministro recíproco
lo que ha permitido a estos últimos orientar la para satisfacer las necesidades mutuas" y lo
producción y las exportaciones hacia produc- definíamos c o m o una forma de "remediar las
tos m á s elaborados, que exigen uso intensivo carencias ajenas con los excedentes propios".
de capital y de tecnología. Otros países en Esto quería decir que sólo podían expor-
desarrollo, que antes sólo exportaban produc- tarse productos nacionales cuando había exce-
tos primarios, han aumentado sus exporta- dentes; o que, de otro m o d o , la exportación
ciones de productos manufacturados. A l cabo se efectuaría posiblemente a expensas del
de m á s de treinta años de construcción econó- consumo nacional. Las exportaciones tenían
mica, la infraestructura industrial y la poten- que compensar las importaciones de bienes
cia tecnológica de China son superiores o que no podíamos producir en absoluto o cuya
incluso m u y superiores a las de muchos países producción era insuficiente. Las importacio-
en desarrollo y algunos de los recientemente nes servían para aliviar la escasez de produc-
industrializados, de suerte que existe u n vasto tos nacionales o para estimular su producción.
potencial para la exportación de productos Pero la intención era reducir paulatinamente
manufacturados. las importaciones hasta sustituirlas finalmente
C o n la reforma y ajuste económico estruc- por productos chinos. Por lo tanto, las impor-
tural reciente, sobre todo en la industria taciones eran limitadas. E n estas condiciones,
pesada, la exportación china de barcos, máqui- el comercio exterior desempeña efectiva-
nas herramientas y maquinaria textil a diver- mente el papel de u n "suministro recíproco
sos países (entre ellos algunos desarrollados) para satisfacer necesidades mutuas" y es un
ha aumentado de forma espectacular, lo que medio de "remediar las carencias ajenas con
la abierto nuevas salidas. E n 1978, China los excedentes propios", lo que significa que
exportó un solo carguero de 3.700 toneladas. elfinexclusivo del comercio exterior es satisfa-
E n los últimos tres años se firmaron contratos cer la demanda nacional. N o toma en cuenta
por 500.000 toneladas brutas, y ya se han la función que cumple en la reducción del
entregado siete buques de carga de m á s de trabajo social y en el aumento de su producti-
10.000 toneladas cada uno. E n vista de nues- vidad, y excluye además la necesaria conside-
tra riqueza de recursos naturales y m a n o de ración de los beneficios que pueden obtenerse
obra, es importante fomentar la producción del comercio exterior.
498
E n realidad, ateniéndose solamente a
estos dos criterios, no siempre una nación
logra satisfacer plenamente la demanda en los
mercados nacionales. L a exportación de pro-
ductos nacionales excedentes no es necesaria-
mente rentable, ya que el costo de producción
local de algunos de ellos es elevado y al
m i s m o tiempo son m á s baratos en el mercado
mundial: de esta manera su exportación
causa pérdidas. Otros productos, para los que
existe demanda en el mercado mundial y que
podrían producirse rentablemente en China,
no se producen o sólo se hace en cantidades
insuficientes para la exportación. E n cuanto a
las importaciones, si el criterio principal con-
siste simplemente en saber si los productos
pueden fabricarse en el país en cantidad
suficiente, sin prestar la menor consideración
a los costos comparativos, n o será posible
importar a precios ventajosos. Tales prácticas
han entorpecido el progreso del comercio
exterior y, c o m o se han desdeñado los benefi-
cios, se han perdido muchas oportunidades y
se han puesto trabas a la satisfacción de la
demanda interna. E s también una de las
razones por las cuales la actual estructura
económica de China no es apta para el desa-
rrollo de las relaciones económicas con el
extranjero. E n la actualidad estamos revi-
sando el papel del comercio exterior, pres-
tando la debida atención a los beneficios.
Reforma del sistema
económico y promoción de las
relaciones económicas con el
exterior
El actual sistema económico chino es una
estructura altamente centralizada cuyas tres
características principales son las siguientes:
a) la toma de decisiones está excesivamente
centralizada en los órganos económicos diri-
gentes centrales; las regiones y, en especial,
las empresas locales, carecen de los poderes
necesarios sobre la produción y la gestión; b)
la planificación altamente centralizada impide
el buen funcionamiento de los mercados; y c)
Dong Fureng
el funcionamiento de la economía depende
principalmente de medidas administrativas,
con escaso impulso de los intereses económi-
cos. E n las fases iniciales de la industrializa-
ción del país, este sistema tuvo una función
positiva, pero con el desarrollo de la eco-
, nomía, sus inconvenientes y desventajas se ha
hecho cada vez m á s flagrantes; cabe mencio-
nar, entre otros, la inflexibilidad de las opera-
ciones económicas, el bajo rendimiento, un
serio despilfarro, el divorcio entre la produc-
ción y la demanda, etc. L a aplicación de la
política de puertas abiertas destaca cada vez
más los efectos adversos de este sistema,
particularmente en los aspectos siguientes.
Cuando la toma de decisiones está excesi-
vamente centralizada en los órganos centrales,
las regiones y las empresas locales carecen de
la necesaria autonomía: en las relaciones
económicas con el extranjero, cada gestión
debe someterse, a través de la jerarquía
burocrática, a los niveles superiores compe-
tentes para obtener instrucciones y autoriza-
ción. Este procedimiento es largo y causa
demoras en la toma de decisiones, lo que
impide responder a tiempo a mensajes econó-
micos en rápido cambio. C o m o consecuencia,
se pierden muchas oportunidades magníficas y
se sufren cuantiosas pérdidas.
E n segundo lugar, c o m o el país entero se
administra mediante un sistema de planifica-
ción altamente centralizado, mal pueden las
fluctuaciones del mercado internacional tener
efectos sobre la producción y distribución
nacionales. Los bienes para exportación son
producidos por las empresas estrictamente de
acuerdo con los objetivos y metas centraliza-
dos por el plan. Sobrevienen así frecuentes
desajustes con respecto a las demandas del
mercado mundial, lo cual explica los grandes
depósitos de productos excedentes almacena-
dos para la exportación. Por otra parte, con
objeto de no apartarse de los cupos obligato-
riosfijadospor el Estado, las importaciones
reflejan enteramente el plan original, aun
cuando la situación cambie significativamente
en los mercados internacionales, sin dejar
margen alguno para efectuar ajustes a la luz
de tales cambios. Debido al aislamiento con
Algunos problemas relativos a la estrategia de China en sus relaciones económicas con el exterior 499

Tractores en Sining, provincia de Chinghai, cargados en u n tren con destino a zonas rurales. James
Adanson/Sygma.
500
respecto al mercado mundial, las empresas no
experimentan en China la presión de la compe-
tencia internacional. L a innovación es lenta,
lo que hace que los productos no reúnan
condiciones para arrostrar una competencia
seria.
E n tercer lugar, c o m o la intervención
administrativa predomina en las operaciones
de nuestra economía, en el sistema financiero
de "monopolio estatal de ingresos y gastos" y
en la rigidez del sistema de precios, las
empresas empeñadas en actividades de comer-
cio exterior no necesitan ni pueden intere-
sarse por su propia gestión y dirección. Viven
desligadas de sus propios intereses económi-
cos. Su única preocupación es producir con
arreglo al cupo proyectado; los departamen-
tos de comercio exterior compran todo lo que
producen de acuerdo con el cupo que figura
en los planes. Si los productos se ajustan o no
a las demandas del mercado mundial, si se
venden bien o mal o si rinden beneficios, son
problemas ajenos a las empresas. Las pérdi-
das o las ganancias no suponen diferencia
alguna para ellas. Fruto de este sistema son,
por lo común, unos enormes despilfarras y
pérdidas en el comercio con el exterior.
Se han iniciado ya algunas reformas preli-
minares y experimentales, y los problemas
que se han de resolver pueden exponerse en
pocas palabras.
Sin abandonar la planificación estatal uni-
ficada, la dirección de la política nacional y
los intereses del Estado c o m o un todo, el
gobierno debería delegar algunos poderes de
decisión a regiones y departamentos en situa-
ciones especiales, con el fin de promover su
iniciativa y darles plenas posibilidades de
acción. Las provincias de Fujian y Guang-
dong, que han recibido tales poderes y gozan
de la necesariaflexibilidad,gestionan por sí
mismas la mayor parte de sus exportaciones,
con excepción de algunos productos básicos.
E n tres municipalidades, Shanghai, Beijing y
Tienjin, se han establecido las sedes centrales
de sociedades facultadas para realizar opera-
ciones de comercio exterior. C o n la aproba-
ción del Estado, algunos sectores industriales,
provincias y ciudades han creado compañías
Dong Fureng
de importación-exportación que administran
sus operaciones comerciales y firman contra-
tos directamente con empresas extranjeras.
Algunas grandes empresas están autorizadas a
administrar la exportación de sus propios
productos y la importación de los bienes y
materiales necesarios. Para ser más concretos,
en la actualidad, bajo la dirección del Ministe-
rio de Relaciones Económicas y Comerciales
Extranjeras, las diez sociedades principales
que están subordinadas al Ministerio y sus
sucursales establecidas en provincias, ciuda-
des y regiones autónomas, realizan impor-
tantes operaciones de importación y exporta-
ción. A d e m á s , algunos ministerios centrales
del sector industrial han creado igualmente
compañías de importación-exportación que se
encargan de administrar sus propios asuntos y
operaciones. Teniendo en mente la gestión
unificada y con el fin de estimular al m á x i m o
la iniciativa de todos los interesados en la
exportación, las principales compañías de nivel
central y lasfilialeslocales adoptan diferentes
formas de administración de las exportacio-
nes. N o obstante, algunos productos básicos
son administrados globalmente y en c o m ú n
por sociedades de importación-exportación
(entre ellas las que pertenecen a ministerios
del sector industrial) o realizan operaciones
conjuntamente con firmas extranjeras. Las
filiales locales responden de las entregas en
cumplimiento de los contratos. Otros produc-
tos distintos de los básicos son administrados
por filiales establecidas en provincias, ciu-
dades y regiones autónomas, pero las oficinas
centrales se ocupan de la gestión de los
mercados, los compradores y la coordinación
de los precios. E m p e r o , las importaciones que
los ministerios centrales necesitan siguen a
cargo de las sedes centrales de las sociedades
o de las compañías de importación-exporta-
ción dependientes de los ministerios del sector
industrial. Las importaciones requeridas por
administraciones locales pueden adquirirse a
través de las regiones, excepto algunos artícu-
los principales que deben pasar por las ofici-
nas centrales de comercio exterior. Puesto
que algunos servicios administrativos, regio-
nes y empresas que realizan operaciones de
Algunos problemas relativos a la estrategia de China en sus relaciones económicas con el exterior 501

comercio exterior están facultados para tomar quinaria y Equipo) encargadas de controlar y
decisiones por sí mismos en materia de ges- dirigir conjuntamente la producción, la oferta,
tión, pueden responder m á s flexiblemente a el estudio de mercados y el comercio nacional
los cambios en los mercados mundiales y e internacional. Algunas de estas compañías
nacionales. N o puede negarse que tal descen- (como la Sociedad Nacional China de la Seda)
tralización ha motivado algún caos (por ejem- han sido ya desligadas de las organizaciones
plo, la competencia entre empresas vendedo- administrativas estatales correspondientes
ras), que ha dado oportunidades a las com- para convertirse en entidades independientes
pañías extranjeras, provocando algunas pérdi- dedicadas al comercio con el extranjero, y han
das. Este problema debe ser resuelto refor- ideado formas de vincular más estrechamente
zando la gestión y supervisión unificadas: la la producción y comercialización con los mer-
concesión de licencias de exportación para cados nacionales y mundiales. D e esta manera,
81 productos es una manera de abordar el simplificando los vínculos de la gestión y la
asunto. E n cuanto a la mejor forma de distribución, reduciendo los costos de distribu-
combinar la centralización con la descentrali- ción y aumentando laflexibilidad,estas empre-
zación, es m u c h o lo que aún queda por sas conjuntas han hecho positivas aportacio-
estudiar y resolver. nes al comercio con el exterior.
E n segundo lugar, tenemos que cambiar E n tercer lugar, es menester modificar el
el sistema de gestión basado en la administra- sistema de "monopolio estatal de ingresos y
ción y sustituirlo por la gestión conjunta de gastos". Los servicios y empresas que mane-
empresas industriales y comerciales, esto es, jan el comercio exterior deben recibir algunos
separar la organización administrativa de la incentivos materiales, y se les debe exigir
estructura económica con el fin de dar a las alguna responsabilidad por las pérdidas, a fin
diversas empresas y combinaciones de empre- de movilizar la iniciativa en el fomento del
sas un papel importante en el comercio exte- comercio exterior. Por ejemplo, se ha autori-
rior. El antiguo sistema, en el que las empre- zado a algunos regiones, servicios administrati-
sas que producían artículos para la exporta- vos y empresas que intervienen en opera-
ción y las que se ocupaban del comercio con el ciones de comercio exterior a retener cierto
extranjero estaban controladas por organiza- porcentaje de divisas, concediéndoles el dere-
ciones administrativas de nivel superior, tenía cho a emplear parte de los beneficios en la
c o m o consecuencia un divorcio entre la pro- promoción del comercio exterior, la produc-
ducción y la distribución, causa de muchas ción y otras iniciativas.
dificultades en las transacciones del comercio Entre las reformas que hoy están en
exterior. C o n las reformas experimentales de estudio figuran algunos problemas teóricos
los últimos años que ponen fin a la separación provenientes de la reforma del sistema econó-
entre la producción y la distribución, algunas mico. Por ejemplo, si es necesario compagi-
empresas industriales y comerciales han unido nar los precios del mercado internacional con
sus fuerzas de distintas formas con miras al los del nacional y, en caso afirmativo, qué
comercio exterior. Por ejemplo, los oficinas conexiones hay que establecer. Estamos firme-
comerciales de empresas industriales y de mente convencidos de que, con la reforma del
comercio exterior han concertado sus esfuer- sistema económico, los intercambios comer-
zos para estudiar y resolver en c o m ú n varios ciales y técnicos entre China y los países
problemas de producción y ventas a firmas extranjeros, basados en el principio de la
extranjeras, creando consorcios y compañías igualdad y el beneficio mutuo, no podrán sino
profesionales (como la Sociedad Nacional progresar y desarrollarse cada vez m á s armo-
China de la Seda y la Sociedad Nacional niosamente.
China de Importación y Exportación de M a - Traducido del inglés
Monumento a M a o Zedong levantado en una zona industrial. Marc Riboud/Magnum.
La economía mundial
desde el punto de vista socialista

Branko Horvat

Introducción un retraso creciente en su desarrollo econó-

mico.
Poco consuelo nos brinda la especulación
Poca duda cabe de que la economía mundial teórica de que estamos pasando por otra
se halla en una situación de gran confusión. depresión de Kondratieff, exactamente cin-
Ninguno de sus tres subconjuntos ha escapado cuenta años después de la anterior. T a m p o c o
a los efectos de una crisis profunda. El nos sirve de m u c h o el conocimiento de las
primero, el m u n d o desarrollado capitalista, se causas inmediatas: el fracaso del sistema
enfrenta con u n desempleo colosal que n o monetario mundial de Bretton W o o d s en
sólo reduce sustancialmente la utilización de 1971, las malas cosechas generalizadas de 1972
los recursos disponibles y la m á s que cuadruplica-
de m a n o de obra y capi- ción de los precios del
Branko Horvat es profesor de eco-
tal, sino que crea u n sen- petróleo en 1973, con la
nomía política en la Universidad de
timiento de profundo de- Zagreb, Trg. J. F . Kennedy 8, 41000 consiguiente aceleración
saliento. El segundo, el Zagreb, Yugoslavia. H a sido miem- de la inflación. Los re-
m u n d o de los países de bro de la Junta Federal de Planifica- medios keynesianos n o
economía de planifica- ción de Yugoslavia, del Comité Fede- han dado resultado en el
ral de Precios y Mercados y del Con-
ción central, está expe- sejo Económico Federal, y contri- primer m u n d o . L o único
rimentando una enorme buyó activamente a la fundación de la que la teoría económica
reducción del índice de O N U D I . Fue asesor económico en ha sido capaz de añadir
crecimiento y u n drástico Perú y Turquía, participando asi- a nuestro saber es la in-
mismo en misiones económicas en
deterioro de la eficiencia: vención de un nuevo tér-
Bangladesh, Brasil y Guyana. H a
el rendimiento del capital publicado veinte libros y doscientos mino: estanflación. L a
disminuye constantemen- artículos. medicina de la planifica-
te y el progreso tecnoló- ción administrativa n o
gico, medido según crite- fue m á s eficiente en el
rios convencionales, es considerablemente m á s segundo m u n d o . U n a serie interminable de
lento que en el primer m u n d o . Los objetivos reformas organizativas sólo sirvió para e m p e o -
de los planes de desarrollo ya n o se logran, rar la situación. Las dificultades internas de
pese a que son cada día m e n o s ambiciosos, y los dos m u n d o s , causadas por el carácter
el m á s importante —dar alcance y aventajar al anacrónico de las estructuras sociales y econó-
primer m u n d o — deja paso a la mera lucha micas, junto con los caóticos cambios aconteci-
por la supervivencia. El tercer m u n d o , el de dos en el panorama internacional, condujeron
los países m e n o s desarrollados, es víctima al derrumbamiento del antiguo orden econó-
directa de los problemas de los otros dos, a los mico mundial.
que se suman el hambre, las enfermedades y C o m o consecuencia de todo ello, asistí-
504
m o s hoy a una expansión del proteccionismo,
de lasfilosofíasde espíritu localista y de las
prácticas de empobrecimiento del vecino ;
presenciamos la intensificación de los rencores
nacionales, la agravación de los conflictos, la
restauración de la guerra fría y gastos mili-
tares exorbitantes. Vivimos en un m u n d o
bastante ingrato, irracional, explotador,
injusto y plagado de riesgos. ¿Podemos hacer
algo para salir de semejante situación?
N o m e propongo explorar las posibili-
dades de una transformación socialista del
m u n d o , n o sólo porque una tarea de esa
índole trasciende con m u c h o los límites de un
artículo, sino también porque un orden socia-
lista mundial sólo será posible una vez que las
partes integrantes del m i s m o , los Estados-
naciones, se hayan hecho socialistas. M i tarea
es m á s modesta. Pretendo observar el orden
económico mundial, dando por descontados
todos los apremios y dificultades existentes,
desde el punto de vista socialista.1
Socialismo equivale a equidad, solidari-
dad y racionalidad (de ahí su nombre de
socialismo científico). Estas tres característi-
cas son, por supuesto, contrarias a lo que
encontramos eh el m u n d o contemporáneo.
Pero también parecen ser valores ampliamen-
te compartidos que aportan el impulso necesa-
rio para el cambio. Organizaré mi análisis en
torno a ellos. Puede presumirse que la raciona-
lidad sirve a los intereses de todo ser h u m a n o .
Comenzaré pues por explorar la posibilidad
de una organización m á s racional de los
asuntos económicos mundiales. La equidad y
la solidaridad son importantes para los que
son débiles, explotados y rezagados. Estos
principios se aplicarán al estudio de los países
menos desarrollados y del creciente abismo
de desigualdad que los separa del resto del
m u n d o . Se comprobará finalmente que los
principios morales de equidad y solidaridad
contribuyen a la organización racional del
m u n d o . L a racionalidad inmoral y la morali-
dad irracional no constituyen asociaciones
capaces de mantenerse durante mucho tiempo.
El realismo ilustrado y el idealismo auténtico
obran de consuno. Siendo así, hay espacio
para una acción positiva.
Branko Horvat
Fortalecer el
sistema de las Naciones Unidas
Si algo es evidente respecto al m u n d o contem-
poráneo, es que ha llegado a constituir un
todo integrado e interdependiente. Todavía es
m u y heterogéneo, tiene por lo menos tres
subconjuntos m u y distintos, pero estos últi-
mos son también dependientes entre sí. Nin-
guno de ellos podría subsistir aislado. Se han
reducido enormemente las distancias de todas
clases: el globo terráqueo se ha contraído. Las
naciones poseen un patrimonio común, c o m o
el ecosistema, los océanos, el espacio ultrate-
rrestre, los recursos básicos, que requiere una
administración conjunta. Las naciones comer-
cian y se relacionan de muchísimas maneras,
lo cual exige el establecimiento de diversos
códigos normativos y de varias instituciones
reguladoras de alcance mundial.
Los intereses comunes y el referido patri-
monio se hallan muchas veces en conflicto con
la soberanía nacional. Se dice que ésta y
aquéllos son irreconciliables, y como el orden
mundial ha de basarse forzosamente en ambos,
se considera que sus cimientos son un tanto
vacilantes e inseguros.
Pero ¿es ecaso fundamentalmente dis-
tinta la situación dentro de una nación
moderna? U n a nación tiene intereses c o m u -
nes evidentes e indiscutibles, pero sus ciudada-
nos son soberanos en ciertos aspectos impor-
tantes. Se supone que gozan de soberanía
respecto al consumo, tienen la iniciativa en su
calidad de productores, disponen de integri-
dad legal (habeas corpus) y pueden tomar
parte en actividades políticas como personas
libres e iguales ante la ley, todo ello, natural-
mente, dentro de un marco de normas socia-
les, políticas y legales. U n sistema internacio-
nal puede constituirse de manera semejante.
Se presentará c o m o un sistema global o de dos
niveles cuyas partes integrantes o subsistemas
sean las naciones. El ciudadano al nivel nacio-
nal y la nación al nivel global son portadores
de soberanía. Entre una soberanía y otra
existen sin duda diferencias importantes. Pero
siempre hay diferencias cuando pasamos de
La economía mundial desde el punto de vista socialista 505

Solidaridad socialista: "Viva la III Internacional". Cartel de Dimitri M o o r , 1921. Editions Cercle d'An.
506
un sistema a otro. La cuestión esencial es que
un sistema se compone de un conjunto de
partes funcionalmente dependientes entre sí.
El diseño del sistema deberá ser de tal natura-
leza que las partes sean funcional y no disfun-
cionalmente interdependientes.
U n sistema puede concebirse de distintas
formas, y un diseño antiguo puede no ajus-
tarse a las necesidades modernas. Janez Sta-
novnik, secretario general de la Comisión
Económica de las Naciones Unidas para
Europa, ha descrito con acierto la evolución
escalonada del orden mundial: supranacional
o colonial en el siglo X I X , transnacional o
neocolonial desde entonces, y una etapa inter-
nacional que todavía debe construirse.2 El
término "internacional", en este contexto,
implica la ausencia de dominación y la existen-
cia de una soberanía nacional auténtica.
El mecanimo de que disponemos para
instaurar y dirigir un orden mundial internacio-
nal es, por supuesto, el sistema de las Nacio-
nes Unidas. Está compuesto por un conjunto
de órganos y organismos c o m o la Asamblea
General, el Consejo Económico y Social, el
Consejo de Seguridad, la O N U D I , la F A O , la
C N U C E D , la Organización Internacional del
Trabajo, la Unesco, la Organización Mundial
de la Salud, la Unión Internacional de Teleco-
municaciones, el Fondo Monetario Internacio-
nal, el Banco Mundial y otras. Tales institu-
ciones recuerdan en muchos aspectos el parla-
mento y los ministerios de relaciones exte-
riores, industria, agricultura, comercio, tra-
bajo, cultura y educación, salud y comunica-,
ciones. Los dos últimos, el F M I y el B I R F ,
desempeñan respectivamente el papel de
banco central y de banco para el fomento del
desarrollo. Dentro de esta estructura institu-
cional, empero, se hace notar la ausencia de
un gabinete ejecutivo y de ministerios de
hacienda y defensa. ¿Significa esto que todo
cuanto queda por hacer es añadir las tres
instituciones que faltan para establecer un
gobierno mundial?
La respuesta a esta pregunta es un no
categórico, si bien la idea de un gobierno
mundial se ha propuesto ya con alguna fre-
cuencia en el curso de los dos últimos siglos.
Branko Horvat
Son por lo menos dos las razones que jus-
tifican la respuesta negativa: la primera es que
un gobierno mundial perpetuaría el dominio
de las naciones económica y militarmente
fuertes, y en segundo lugar, que lisa y llana-
mente no es necesario.3
Así, puesto que un gobierno mundial no
es deseable, se busca una solución alternativa
a través de acuerdos voluntarios celebrados
en conferencias internacionales especiales..
Los estatutos que crean obligaciones perma-
nentes y, en particular, las instituciones habili-
tadas para adoptar decisiones, inspiran rece-
los por su carácter prefigurativo del gobierno
mundial, y son en consecuencia rechazados.4
Pero esto es una conclusión falsa, puesto que
existe obviamente una tercera posibilidad.
Para el buen funcionamiento del sistema,
hacen falta tres elementos esenciales : institu-
ciones con poder de decisión basadas en el
consenso, organismos técnicos dotados de un
alto nivel de competencia y encargados de
realizar tareas profesionales, y varios códigos
normativos. Todo cambio en los ordenamien-
tos internacionales tendrá que ser voluntaria-
mente negociado por las partes soberanas y
sólo será obligatorio para aquellas que ratifi-
quen el convenio correspondiente. U n a vez
que un número suficiente de naciones se
hayan adherido al nuevo pacto, llegará éste a
ser universalmente aplicable. Desde luego, las
sanciones por inobservancia no serán impues-
tas por ninguna policía, sino que tendrán
c o m o base la reprobación moral y la pérdida
de los beneficios derivados de la regulación
internacional. E n casos de incumplimiento
especialmente graves, el Estado en desa-
cuerdo puede ser expulsado de una o m á s
instituciones de la O N U , y, en casos extre-
m o s , de la Asamblea General. E n las comuni-
dades llamadas primitivas —que no tenían
noción alguna de gobierno ni de Estado— la
expulsión era sinónimo de muerte. E n el
interdependiente m u n d o moderno, el hecho
de no poder participar en ordenamientos
internacionales equivale prácticamente al sui-
cidio nacional. Los beneficios siempre traen
aparejadas obligaciones y responsabilidades.
Para que un sistema económico moderno
La economía mundial desde el punto de vista socialista
Banco sencillo: un cambista en A d e n . Michaud/Rapho
funcione, es al parecer indispensable que
cuente con el siguiente conjunto mínimo de
instituciones:
1. U n banco central que efectúe los reajustes
a corto plazo.
2. U n fondo de desarrollo que permita apro-
vechar plenamente todos los recursos dispo-
nibles a largo plazo.
3. U n erario que recaude rentas para interven-
ciones en el mercado y fuera del mercado.
4. U n a organización de planificación que coor-
dine todas las actividades con arreglo a
estimaciones anticipativas.
5. U n tribunal que resuelva los conflictos
entre las partes.
A d e m á s de las instituciones y funciones enu-
meradas, y aunque de importancia algo menor,
507
cabe mencionar la gestión de las ofertas de
alimentos y materias primas, cuyas variacio-
nes, tanto en términos absolutos c o m o relati-
vos, frente a una demanda inestable, causan
violentasfluctuacionesde los precios.
Permítaseme ahora traducir el anterior
esquema general en el marco del sistema de
las Nacionales Unidas.
El Fondo Monetario Internacional es el
candidato obvio a la función de banco central
mundial. C o m o cualquier otro banco central,
debe ser un prestamista de último recurso.
Pero a diferencia de otros bancos centrales,
no efectúa operaciones con bancos comer-
ciales; ayuda, en cambio, a los bancos cen-
trales nacionales. E n este papel, contribuye a
establecer el equilibrio de las balanzas de
508
pagos de las entidades nacionales que compo-
nen la economía mundial. Para ello, debe
disponer de una m o n e d a legal con el fin de
poder ofrecer la liquidez necesaria para las
transacciones financieras internacionales. Los
derechos especiales de giro ( D E G ) represen-
tan un posible medio de pago legal. Para que
lleguen a ser la m o n e d a mundial, el "oro
papel", los D E G habrán de intercambiarse
c o m o cualquier otra moneda. E n la actuali-
dad, los D E G están circunscritos al sistema
de los bancos centrales nacionales. El paso
siguiente consistirá en asegurar su libre
entrada en el mercado monetario internacio-
nal. Podría asignárseles una función m á s
haciéndolos intervenir en la financiación del
desarrollo.
Permítaseme observar de pasada que una
m o n e d a nacional única, c o m o el dólar de los
Estados Unidos, difícilmente podrá servir de
m o n e d a mundial en el futuro. E n primer
lugar, el crecimiento de la economía mundial
ha sido mucho m á s rápido que el de la
economía norteamericana, y aunque esta
última sigue siendo la economía nacional más
poderosa, ya no domina la economía mundial;
las exportaciones y reservas monetarias de
otros países avanzados son, tomadas en con-
junto, varias veces superiores a las de Estados
Unidos. Por otra parte, la economía mundial
no puede continuar dependiendo de las velei-
dades de una política económica nacional
particular, y además no puede esperarse que
cubra los déficits de esa economía. E n tal
sentido, la suspensión de la convertibilidad
del dólar en oro en 1971 representó no sólo el
final de un ordenamiento internacional deter-
minado, sino el fin de una era. E n el período
de transición, se unieron al dólar otras m o n e -
das de las naciones económicamente m á s
poderosas para desempeñar el papel de
reserva mundial, lo cual, hasta ahora, sólo, ha
demostrado tener efectos desestabilizadores.
Finalmente, una gestión ordenada de las finan-
zas mundiales exigirá la sustitución del oro
por una moneda de reserva única internacio-
nalmente reconocida. El hecho de que su
distribución no surta efecto o bien se emplee
para transferir recursos reales a los países más
Branko Horvat
rezagados (lo que representaría una inversión
absoluta de las prácticas por las cuales el
crecimiento del país m á s rico fue financiado
por el resto del m u n d o ) dependerá de la
medida en que prevalezcan una buena c o m -
prensión de los intereses propios y los princi-
pios socialistas de equidad y solidaridad.5
Pero de todos modos, la solución será el fruto
de una negociación entre naciones soberanas
y libres.
E n la actualidad, existe una serie de
fondos de las Naciones Unidas, por ejemplo el
Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola,
el Fondo para el Desarrollo de la Capitaliza-
ción y el Fondo Rotatorio para la Explotación
de Recursos Naturales. Podríamos añadir la
Asociación Internacional de Fomento, que
otorga préstamos sin intereses, y la Corpora-
ción Financiera Internacional, creada para
estimular la empresa privada, asociadas
ambas al Banco Internacional de Reconstruc-
ción y Fomento. Existen también fondos fidu-
ciarios especiales c o m o los fondos destinados
a las actividades en materia de población y el
fondo para la fiscalización del uso indebido de
drogas. Pero fondos de esta clase no pueden
desempeñar el papel de un fondo mundial de
desarrollo ni cuantitativamente ni desde el
punto de vista de sus orientaciones fundamen-
tales. N o obstante, son sumamente útiles y no
deben sustituirse, sino únicamente comple-
mentarse. E n realidad, el fondo de desarrollo
puede considerarse c o m o un sistema consoli-
dado y coherente de fondos diversos para
fines varios. E n este caso, fondos presupuesta-
rios (como los de Unicef) deben separarse de
los fondos para desarrollo en sentido estricto.
L a Comisión Brandt ha propuesto recien-
temente la creación de un fondo mundial de
desarrollo. Este es sin duda un paso bien
encaminado, pero debería ampliarse aún m á s
su función. El desarrollo requiere inversión,
para lo cual se precisan tres decisiones distin-
tas: distribución regional de la inversión con
el fin de lograr un desarrollo económico
armonioso de todas las regiones; distribución
entre las industrias con el fin de crear estructu-
ras industriales adecuadas que adapten la
oferta a la demanda; y decisiones sobre el
La economía mundial desde el punto de vista socialista
nivel absoluto de inversión con objeto de
utilizar todos los recursos disponibles. Las
tres series de decisiones se han enumerado
por orden de importancia para la economía
mundial. Las decisiones de la primera cate-
goría son las que afectan a las relaciones entre
países m á s o m e n o s desarrollados. La correc-
ción de los desequilibrios estructurales reviste
igual importancia para los países desarrolla-
dos y para los m e n o s desarrollados. A u n q u e
los primeros disponen de m u c h o capital y
gozan de fácil acceso al mercado internacional
de capitales, en cierto m o d o es bastante difícil
hallar actividades de sustitución para las indus-
trias textiles ineficientes, crear puestos de
trabajo alternativos para agricultores exce-
dentes y llevar a cabo ajustes estructurales.
U n fondo internacional, respaldado por u n a
coordinación internacional de los ajustes
estructurales, podría facilitar las cosas y contri-
buir sustancialmente a la eficiencia mundial.
Las decisiones relativas al nivel óptimo de
inversión exigen un alto grado de perfecciona-
miento en la organización económica y, por el
m o m e n t o , tendrán que depender simplemente
de los recursos disponibles.
Las operaciones del sistema de las Nacio-
nes Unidas son actualmente financiadas por
las contribuciones voluntarias y convenidas
que aportan los Estados Miembros. Este
m o d o de financiamiento seguirá funcionando
en el futuro, pero existen sobradas posibili-
dades para que los recursos así aportados
se complementen mediante alguna forma de
impuesto recaudado por un Tesoro de las
Naciones Unidas.
Es improbable que el impuesto sobre la
renta, elemento esencial de las estructuras
fiscales nacionales, pueda aplicarse en fecha
m u y próxima a nivel internacional. Pero exis-
ten muchas otras fuentes posibles de ingresos
fiscales, siendo las m á s importantes las siguien-
tes:
1. Impuesto a la utilización del patrimonio
c o m ú n . Si todos los participantes económi-
cos fuesen iguales y si el patrimonio c o m ú n
de la humanidad fuera ilimitado, tal tributa-
ción carecería de sentido. C o m o no es el
caso, dicho impuesto se justifica plena-
509
mente. Puesto que son los países avanza-
dos los que aprovechan en mayor medida el
patrimonio c o m ú n , la transferencia de
recursos lograda mediante la imposición
fiscal restablecería en cierto m o d o el equili-
brio.
a) Explotación de la fauna marina m á s allá
de las aguas territoriales (200 millas
marinas a partir de la línea costera de
cada nación). L a captura de ballenas y
focas ya está regulada por convenios
internacionales. Se pagaría además un
impuesto internacional, que podría con-
tribuir asimismo a evitar las matanzas
generalizadas.
b) Utilización de los recursos del espacio
c o m o son el espectro electromagnético
a través del cual se transmiten las ondas
de radio y el haz de órbitas en que se
sitúan los satélites y las plataformas
espaciales. El primero está ya m á s que
saturado, en tanto que el segundo se
halla aún bastante vacío (con el nivel
actual de la tecnología, se cuentan ya
alrededor de 1.500 canales posibles, y
en el año 2000 no se utilizarán más de
200), pero, en ambos casos, los dere-
chos de usufructo se otorgan gratuita-
mente al primero que lo solicita. El
90% de los derechos de usufructo vigen-
tes se distribuyen entre el 10% de las
naciones m á s ricas.6
c) Transporte marítimo y vuelos interconti-
nentales.
d) Explotación futura de los fondos mari-
nos y de la Antártida.
2. Gravamen sobre el éxodo de profesiona-
les. Se ha estimado que, por ejemplo, los
costos de educación de los inmigrantes
altamente especializados procedentes de
países m e n o s desarrollados, que afluyeron
en la década de 1960 a los Estados Unidos,
el Reino Unido y Canadá eran m á s eleva-
dos que la ayuda prestada a estos países
por los tres primeros durante el mismo
período.7
3. Descuento tributario total a los contri-
buyentes nacionales que hayan aportado
fondos para la ayuda exterior.8
510
4. Participación de las Naciones Unidas en los
impuestos nacionales sobre licores y tabaco.
5. Impuesto sobre los armamentos, aplicables
por igual a países desarrollados y menos
desarrollados, y que virtualmente traería el
beneficio secundario de reducir la carrera
armamentista. E n el 7.° periodo extraordi-
nario de sesiones de la Asamblea General,
la Unión Soviética propuso que el gasto en
armamentos de los miembros permanentes
del Consejo de Seguridad se redujese ini-
cialmente en un 10%, y que parte de los
ahorros resultantes se destinase al desa-
rrollo de los países menos desarrollados.
La Comisión Brandt sugirió la creación de
un impuesto sobre las exportaciones de
armas. También es una posibilidad gravar
los presupuestos militares. L a Carta de los
Derechos y Deberes Económicos de los
Estados insta a todas las naciones a fomen-
tar el desarme general y completo, y a
asignar una fracción sustancial de los recur-
sos liberados a una ayuda adicional a los
países menos desarrollados. El hecho de
que ninguna de estas propuestas o recomen-
daciones haya sido aceptada hasta ahora no
debe desanimar la realización de nuevos
esfuerzos. Después de dos guerras m u n -
diales, la paz ha llegado a constituir u n bien
internacional altamente valorado. Y si los
impuestos sobre armamentos pueden acer-
carnos un poco más a la paz, serán sin duda
utilizados. Puesto que el gasto militar m u n -
dial es 30 veces superior a la transferencia
neta de recursos financieros de los países
ricos a los países pobres, ésta será una
fuente potencial bastante importante de
ingresosfiscalesinternacionales.
6. Contribuciones voluntarias. E n 1970, la
Asamblea General de la O N U hizo un
llamamiento a todos los países desarrolla-
dos para que, en el transcurso de la Segun-
da Década de Desarrollo, aportasen a los
países menos desarrollados un caudal neto
de recursosfinancierosequivalente por lo
menos al 1% del P N B , del cual un 0,7% se
encauzaría en forma de asistencia oficial al
desarrollo. El cumplimiento de este propó-
sito fue decepcionante: en 1970, el caudal
Branko Horvat
ascendía al 0,52%, en 1979, a sólo u n
0,39%. Unicamente los países de la O P E P ,
Suécia, Noruega y los Países Bajos sobrepa-
saron el objetivo propuesto. Los países del
Consejo de Asistencia Económica M u t u a
( C A E M ) sólo tranfirieron el 0,12% de su
P N B . Pero estas cifras no son razón para
desesperar. Mientras haya algunos países,
por lo menos, que toman sus responsabili-
dades en serio, otros seguirán el ejemplo
en su m o m e n t o .
La creación de un erario de las Naciones
Unidas implicaría una multilateralización de
la ayuda. Se considera generalmente que la
ayuda multilateral es m á s eficiente y m á s
deseable que la ayuda bilateral. Ello, empero,
no es razón para desalentar esta última.
Puesto que es m á s probable que el Reino
Unido preste ayuda a la India y a Pakistán
que, digamos, a Bolivia; Francia a sus asocia-
dos francófonos de Africa y la Unión Sovié-
tica a Mongolia, Afganistán o Vietnam, que a
muchos otros países; la explotación de tales
preferencias bilaterales puede incrementar sus-
tancialmente el volumen total de ayuda. E n
realidad, no veo razón alguna por la que el
sistema del descuento tributario no habría de
trasplantarse a la tributación internacional,
dando con ello un amplio margen de libertad
—e incentivos— a los donantes para que
elijan las formas de ayuda y los receptores de
la misma.
Hace doce años, en una conferencia inter-
nacional, propuse por primera vez la creación
de una organización mundial de planificación
dentro del sistema de las Naciones Unidas. 9
La idea no fue m u y bien acogida. Los porta-
voces del m u n d o desarrollado sostuvieron que
el proyecto era impracticable porque las gran-
des potencias no renunciarían a su facultad de
influir sobre los asuntos mundiales. También
se dijo que la planificación central monolítica
era a la vez peligrosa e ineficaz (Robinson,
Ohlin). M a h m u d U1 H a q , hablando desde el
punto de vista del tercer m u n d o , calificó la
idea de poco atractiva, utópica e inaceptable.
Concluyó que "los países subdesarrollados
deberían tener la posibilidad de desarrollarse
a su manera, con arreglo a sus propias etapas
La economía mundial desde el punto de vista socialista
Negocios para todas las clases sociales: interior de un banco, pintura al óleo de Jean Bétaud (1849-1936).
H . Roger Viollet.
de desarrollo, sin sujetarse a modelos de
desarrollo preestablecidos por u n organismo
central."10 C o m o h e nacido y m e he educado
en u n país en desarrollo, comparto totalmente
su opinión. Pero m e habían comprendido m a l ,
tal vez porque la denominación q u e empleé
p u d o desorientar y confundir.
L a planificación, c o m o la democracia, es
una palabra con m u c h o s significados. C o m o la
planificación se aplicó por primera vez en la
U n i ó n Soviética, se t o m a casi siempre c o m o
paradigma la planificación centralizada, buro-
crática y autoritaria tal c o m o se practica en
dicho país. Pero ése n o es el tipo de planifica-
ción que puede aplicarse a escala mundial. L o
que hace falta es previsión, anticipación y
coordinación. El autoritarismo administrativo
no tiene cabida en este contexto.
El sistema d e las Naciones Unidas h a
alcanzado tal grado de complejidad que la
coordinación se h a convertido e n u n factor
511
decisivo. N o es d e extrañar, pues, q u e a los
pocos años de m i propuesta, u n grupo de 25
expertos, encabezados por A l N o o r K a s s u m
de Tanzania y designado expresamente por
la 2 9 . a A s a m b l e a General, llegaran a una
conclusión análoga a la m í a . 1 1 El grupo
preconizaba u n a revitalización del Consejo
Económico y Social que se convertiría en el
principal foro económico del m u n d o . El C o n -
sejo contaría con la asistencia del Departa-
m e n t o para el Desarrollo y la Cooperación
Económica Internacional de las Naciones Uni-
das, q u e es una suerte de oficina d e planifica-
ción con dos sectores, la dirección general de
desarrollo y la investigación y gestión política.
Se le adjuntaría u n Comité asesor sobre
cooperación económica y desarrollo en el que
figurarían los jefes ejecutivos del F M I , B I R F ,
C N U C E D , O N U D I , OIT, F A O , Unesco y
O M S , y los secretarios generales d e las comi-
siones económicas regionales. D e esta manera,
512
la organización mundial de planificación se
compondría de una oficina de planificación
profesional, el E C O S O C c o m o cuerpo polí-
tico facultado para la toma de decisiones y los
jefes de las diversas organizaciones y comi-
siones de las Naciones Unidas.
Si planificación significa una coordinación
previa y concertada de las actividades econó-
micas, una organización mundial de planifica-
ción estaría encargada de mejorar las modali-
dades actuales del desarrollo económico inter-
nacional en los cuatro ámbitos fundamentales:
lafinanciacióndel desarrollo; la estabilización
de los movimientos de mercaderías; la promo-
ción y estabilización de los intercambios
comerciales; el asesor amiento y la asistencia
en la ejecución de programas. C o n este fin,
la organización tendría que emprender las
siguientes actividades (y reproduzco, aquí,
textualmente m i escrito de 1970):
a) Coordinación de las actividades de las
organizaciones internacionales existentes.
Por coordinación se entiende u n plan de
acción convenido en común por todas
ellas. La organización mundial de planifica-
ción también serviría de centro de inter-
cambio de información.
b) Elaboración de previsiones y programas de
desarrollo para las Naciones Unidas y sus
organismos especializados. Las juntas na-
cionales de planificación podrían afiliarse
a la organización mundial y de esta manera
la planificación mundial se realizaría en
una forma auténticamente democrática, y
toda la información estaría al alcance de
todos los interesados. N o debe tampoco
subestimarse el valor de semejante coope-
ración c o m o medio de educación política.
c) Asesorar y prestar servicios en el c a m p o
del desarrollo, ya sea a petición de los
interesados o bien por iniciativa propia.
La organización mundial de planificación
debería llegar a ser el organismo al que
todo gobierno pudiese acudir con plena
confianza en todo m o m e n t o en d e m a n d a
de consejo y ayuda. L a mayor parte del
trabajo efectivo sería realizado probable-
mente por entidades situadas fuera del
ámbito de la organización mundial, pero
Branko Horvat
una organización de esta naturaleza debe-
ría poder encauzar eficientemente las peti-
ciones.
d) Proponer la distribución de recursos dispo-
nibles entre las regiones y los países. Tal
programa de distribución entraría en vigor
una vez aprobado por el E C O S O C .
e) Evaluar los resultados obtenidos por los
receptores de la ayuda y controlar el
comportamiento de los países donantes.
Para inspirar confianza y funcionar de manera
eficaz, una organización mundial de planifica-
ción debería gozar de autonomía administra-
tiva, presentar un alto grado de competencia
profesional y calidad intelectual, y poseer
recursos financieros suficientes. L a primera
condición es cuestión de organización, la
segunda depende esencialmente del éxito de
la investigación, la tercera sería posible m e r -
ced a las aportaciones de un Tesoro de las
Naciones Unidas.
E n los dos últimos decenios se ha produ-
cido un súbito florecimiento del derecho eco-
nómico internacional, tanto privado c o m o
público. Forman parte del m i s m o las normas
de arbitraje y diversos reglamentos (para
sociedades transnacionales y para la transfe-
rencia de tecnología). El derecho internacio-
nal requiere la mediación de un tribunal
internacional. El que ya existe en L a H a y a es
un posible candidato. D e más está decir que
los tribunales nacionales serían reemplazados
por u n tribunal internacional siempre que las
partes, privadas o públicas, así lo estipulasen.
U n a vez que los ciclos económicos inter-
nacionales se hayan, si n o eliminado, al m e n o s
sometido a alguna forma de control, la tarea
de estabilizar la circulación de los alimentos y
las materias primas será m u c h o más sencilla.
Con las modificaciones adecuadas, podría
recurrirse a los mecanismos nacionales (exis-
tencias reguladoras, financiación compensato-
ria12) para estabilizar los ingresos por exporta-
ción y a un fondo c o m ú n , tal c o m o lo ha
propuesto la C N U C E D . Por supuesto, las
dificultades que quedan por resolver son consi-
derables, y hasta la fecha las negociaciones
Norte-Sur no han sido precisamente un éxito.
Sin embargo, las acciones parciales son siem-
La economía mundial desde el punto de vista socialista
Entrega de oro al Banco de Francia en 1928. Edimedia.
pre mucho m á s difíciles y m e n o s eficientes
que las medidas negociadas c o m o parte inte-
grante de un programa general coherente.
Los esfuerzos por introducir cierto orden
en las tendencias entrópicas de las relaciones
económicas internacionales se enfrentan a
m e n u d o con la objeción de que inhiben la
libre circulación de los productos básicos, el
capital y la m a n o de obra. E n un simposio
internacional, celebrado con ocasión del
7.° periodo extraordinario de sesiones de la
Asamblea General en 1975, el Primer Minis-
tro de los Países Bajos, J. den Uyl, señalaba
que el sistema mundial actual no es en abso-
luto un sistema de libre empresa y mercados
libres. Al principio de un comercio libre y en
expansión se opone la imposición de cuotas
arancelarias bajas sobre las materias primas y
altas sobre los productos industriales, que
bloquea la industrialización de los países
pobres. Podría añadirse que lafilosofíadel
libre comercio del G A T T ha sido violada por
los países desarrollados en todo m o m e n t o con
513
féwím'
el proteccionismo agrario y toda clase de
medidas protectoras recientes, de suerte que
ni los países ricos obran ya de concierto. Se
habla de libre circulación de capital, pero la
creación de capital y los sistemas de crédito
han estado dominados por los Estados Unidos
y Europa. E n vez de que haya libre circula-
ción de tecnología, el sistema de patentes ha
restringido su uso a loss países ricos. Y las
materias primas no son ya fácilmente asequi-
bles. "Esto demuestra —concluía J. den
Uyl— que el sistema económico internacional
no es tan libre c o m o suele decirse, y que
nuestra opción no se plantea entre un sistema
libre basado en la libertad de empresa y una
economía totalmente planificada. Nuestra
opción verdadera es entre nuestro sistema
actual, dirigido y manipulado en gran medida
en beneficio de los países ricos, y un sistema
encaminado a resolver los problemas de la
distribución de la propiedad y la renta, de la
escasez de los recursos naturales y de la
degradación del medio ambiente. 13
514
Las pruebas acumuladas en los años trans-
curridos desde que se hizo la anterior declara-
ción exigen su rectificación en un solo punto:
el sistema actual obra contra los intereses de
todos, incluso de los países ricos.
Salvar el abismo
Hace dos siglos, el abismo que separaba a los
países ricos de los países pobres, medido en
términos de producto per capita, era inferior
a 2:1. H o y es de 39:1, con tendencia a seguir
ampliándose.14 L a revolución industrial, ini-
ciada a finales del siglo xvin en Europa,
colocó a un pequeño número de países en la
órbita del crecimiento, mientras que la mayor
parte del m u n d o se quedaba en el estanca-
miento, sufriendo incluso a veces regresión
económica.
C u a n d o la diferencia entre ricos y pobres
en una sociedad nacional alcanza el punto
crítico, la estabilidad interna corre peligro,
sobreviene una violenta guerra de clases, la
economía se desorganiza y perturbaciones
sociales de toda índole interrumpen el curso
normal de la vida nacional. Las consecuencias
perturbadoras de las grandes diferencias inter-
nacionales en la distribución de la riqueza no
son m e n o s peligrosas para la vida normal, y
aun para la supervivencia misma, de la socie-
dad mundial. E n el mejor de los casos,
resultan costosísimas; en el peor, pueden
llevar a u n desenlace fatal. E n un m u n d o cada
vez m á s pequeño, c o m o es el nuestro, nadie
puede vivir en un espléndido aislamiento, y
serían contadísimos los que podrían evitar ser
víctimas en una seria conflagración mundial.
A u n q u e desencadenadas por causas distintas,
las dos guerras mundiales son un recordatorio
suficiente. M a l puede permitirse la humani-
dad una tercera guerra planetaria sin arriesgar
su existencia misma.
Poco a poco va extendiéndose la concien-
cia de que todos tenemos intereses en juego
en u n m u n d o civilizado en el que se reduzcan
considerablemente las diferencias entre nacio-
nes ricas y pobres, en el que se enderecen los
viejos entuertos que tanto han debilitado a la
Branko Horvat
mayoría de los países y en el que todos los
pueblos puedan sentirse cómodos. E s racio-
nal, pues, el deseo de hacer algo al respecto.
Los principios socialistas de equidad y solidari-
dad n o hacen sino reforzar nuestros motivos,
y contribuyen asimismo a sistematizar nuestro
enfoque,15 c o m o ya señalábamos en la intro-
ducción.
E n m a y o de 1974, a petición de Argelia,
se convovó el 6.° periodo extraordinario de
sesiones de la Asamblea General de las Nacio-
nes Unidas, en cuyo transcurso se aprobó la
Declaración sobre el establecimiento de u n
nuevo orden económico internacional. Este
acontecimiento anunciaba el albor de una
nueva era. L a Declaración basaba el nuevo
orden económico internacional en los siguien-
tes principios:
1. Igualdad soberana de los Estados, autode-
terminación y no injerencia.
2. Plena soberanía sobre los recursos natu-
rales, con el derecho a nacionalizar empre-
sas privadas.
3. Supervisión de las actividades de las socie-
dades transnacionales.
4. Relación equitativa entre los precios de los
productos exportados por los países m e n o s
desarrollados y los precios de los productos
importados por ellos.
5. Trato preferencial no recíproco para los
países menos desarrollados.
6. U n a transferencia adecuada de recursos
reales a los referidos países.
7. Promoción de la transferencia de tecno-
logía a los mismos.
Los dos primeros principios representan una
suerte de derecho constitucional amparado
por una constitución mundial aún no escrita.
Los demás están vinculados a la equidad y la
solidaridad. A efectos de exposición, tradu-
ciré equidad por igualdad de posiciones d e ,
partida y solidaridad por ayuda. Esto nos
permitirá efectuar un análisis del contenido de
la Declaración de 1974. D e ello se despren-
derá que existen dos canales principales para
el fomento del desarrollo: a) dar acceso a los
mercados y asegurar la equidad en los inter-
cambios, dos condiciones previas indispensa-
bles para la expansión del comercio: y b)
La economía mundial desde el punto de vista socialista 515

promover la transferencia real de recursos, tardará en manifestarse un proceso de polari-

incluida la transferencia de tecnología. zación. E s fácil explicar este fenómeno en
términos de economías externas y de rela-
ciones interestructurales. C u a n d o se cons-
Igualdad de posiciones de partida truye una tercera fábrica en un lugar donde ya
hay dos funcionando, ésta podrá utilizar la
El sistema político de una nación es configu- infraestructura de transportes, comunicacio-
rado por quienes tienen el poder. D e m o d o nes y servicios sociales disponible, la m a n o de
semejante, son las grandes potencias las que obra especializada, las instalaciones de repara-
moldean el orden mundial, para su beneficio ción, etc. Todos estos efectos externos pue-
propio. L a Pax Britannica dejó paso a la Pax den ser cruciales para una nueva firma. Por
Americana, la cual se halla en vías de ser otro lado, la existencia de casillas vacías en la
desplazada por la Pax Trilateralis y la Pax tabla de relaciones interestructurales de
Soviética en u n m u n d o contemporáneo cor- una región subdesarrollada hace que cada
tado en dos. 16 E n Bretton W o o d s se impusie- aumento en la producción sea precedido y
ron los puntos de vista norteamericanos; el acompañado por compras de bienes de equipo
G A T T se constituyó c o m o u n club de países y bienes intermedios procedentes de la región
ricos que permaneció al margen del sistema desarrollada. Así se acelerará el crecimiento
de las Naciones Unidas y no cambia sino m u y de esa región desarrollada, con efectos multi-
lentamente y con grandes dificultades; el plicadores sorprendentes. Incluso si la región
Banco Mundial tiene siempre u n presidente desarrollada hace una transferencia financiera
norteamericano (aunque esto es más un sím- neta y gratuita a la otra región, la producción
bolo de prestigio que la exigencia de intereses aumentará m á s en la primera que en la
reales); el Fondo Monetario Internacional segunda. Los ricos se enriquecen hasta
está dominado por el voto de un pequeño cuando practican la filantropía.17
número de países ricos; los mercados financie- Ahora bien, si tal es el caso cuando
nos internacionales están controlados por los ambas regiones forman parte de una eco-
mismos países; las sedes centrales y las activi- nomía nacional única con fronteras concretas,
dades de investigación de las sociedades trans- un sistema fiscal y presupuestario común e
nacionales (que dominan el comercio interna- intereses nacionales comunes, el hecho de que
cional y representan una quinta parte de la se traspasen las fronteras nacionales no puede
producción mundial) se hallan localizadas en menos que agravar la situación. Las barreras
países ricos, y así sucesivamente. Este estado arancelarias y n o arancelarias y otros tipos de
de cosas sólo podrá modificarse m u y lenta- prácticas restrictivas, el poder financiero in-
mente y por medios políticos. A tal efecto, los comparablemente mayor de las compañías
países en desarrollo han creado varias organi- con sede en países desarrollados, la parciali-
zaciones que velan por sus intereses. El foro dad de las instituciones internacionales y las
privilegiado para la democratización de la marcas registradas hacen sumamente difícil el
vida política del m u n d o es, por supuesto, la acceso al mercado mundial para los recién
Asamblea General de las Naciones Unidas. llegados. D e tal suerte que la igualdad formal
A u n q u e la decisión política es sin duda un de las partes involucradas y la libertad formal
factor crucial, n o m e es posible desarrollar del comercio (que es básicamente la filosofía
aquí el tema. Volvamos, pues, nuestra aten- del G A T T , por ejemplo) implican una desi-
ción a los aspectos económicos propiamente gualdad real y unas auténticas distorsiones del
dichos. comercio. 18 Para establecer la igualdad de
Si se permite que una economía nacional posiciones de partida, será preciso instituir
funcione por su cuenta, según los cánones del preferencias unilaterales sin reciprocidad.
laissez-faire, las diferencias regionales inicia- A d e m á s , las sociedades transnacionales gigan-
les de desarrollo tenderán a aumentar y n o tes deben someterse a un control internacio-
516
nal, y hay que eliminar las prácticas restricti-
vas. Las Naciones Unidas han dado ya el
primer paso en esa dirección.19
L a segunda consecuencia importante de
las casillas vacías en las tablas de relaciones
interestructurales nacionales es la falta
de exportaciones diversificadas. Los países
menos desarrollados obtienen alrededor
del 80% de sus ingresos de la exportación
vendiendo solamente 12 productos básicos.
C o m o la elasticidad de la demanda de tales
productos es bastante reducida, sus precios
tienden a fluctuar sustancialmente. Por idén-
tica razón, y dado que las necesidades de
divisas no pueden ser satisfechas por otras
fuentes, sus precios tienden a ser bajos y a
quedar a la zaga de los precios de exportación
de los países desarrollados. El posible reme-
dio se halla en regular la variación de los
precios,20 la financiación compensatoria y las
existencias reguladoras. E s innecesario m e n -
cionar aquí los numerosos trabajos técnicos
escritos con relación a este tema. Baste decir
que se han elaborado los planes de estabiliza-
ción adecuados para las economías nacionales
y que también a nivel mundial es técnica-
mente factible instaurar regímenes análogos.
Por último, aun cuando el comercio inter-
nacional funcionara conforme al modelo teó-
rico de la competencia perfecta, subsistiría el
problema del intercambio desigual. Tal c o m o
demuestra Arghiri E m m a n u e l , 2 1 con motivo
de las diferencias en los índices salariales
nacionales, causadas por diferencias en los
niveles de desarrollo, los países más desarro-
llados se apropian de grandes cantidades de
trabajo (o sea, ingresos) pertenecientes a los
países pobres, a través del comercio interna-
cional. Ir rezagado en el desarrollo significa
que los salarios son bajos, lo cual afecta al
conjunto de a la estructura del coste. Los
países menos desarrollados exportan dos cla-
ses de productos básicos: bienes que escapan
a la competencia, c o m o son por ejemplo los
frutos tropicales, y bienes competitivos, c o m o
son los textiles con uso intensivo de m a n o de
obra. Los países desarrollados defienden sus
mercados internos imponiendo aranceles ele-
vados sobre los productos elaborados con uso
Branko Horvat
intensivo de m a n o de obra, y se apropian de
los excedentes de los países pobres compran-
do a bajo precio sus productos específicos no
competitivos. Los teoría económica y nuestros
principios exigirían la abolición de los aran-
celes sobre los productos elaborados con uso
intensivo de m a n o de obra. Pero además,
debería imponerse algún tipo de impuesto o
derecho sobre las exportaciones no competiti-
vas para nivelar las diferencias salariales entre
los pobres y los ricos.22 Este derecho sobre la
exportación podría recaudarse bien a escala
nacional, o bien por intermedio de un Tesoro
de las Naciones Unidas.
Llegamos así a una conclusión m u y sen-
cilla. Para igualar las posiciones de partida,
los países desarrollados deben retirar todas las
barreras arancelarias y no arancelarias para
las importaciones procedentes de las zonas
menos desarrolladas del m u n d o 2 3 y efectuar
asimismo una cierta transferencia neta de
recursos. L a protección arancelaria no puede
retirarse de la noche a la mañana, ya que esto
causaría serios perjuicios a las antiguas indus-
trias de los países desarrollados. Así, en lugar
de retirar los aranceles inmediatamente, pue-
den mantenerse mientras las utilidades sean
restituidas a los países exportadores m e n o s
desarrollados. E n los países con precios regla-
mentados ( C A E M y otras economías planifica-
das), esto implicaría la devolución de la dife-
rencia entre los precios de importación y los
precios nacionales. D e esta manera, los paí-
ses desarrollados tendrían un incentivo econó-
mico para reducir lo antes posible los aran-
celes que gravan productos procedentes de
países menos desarrollados. El proceso de
ajustes a nivel mundial puede acelerarse
mediante la intervención de planificación y del
fondo para el desarrollo de las Naciones
Unidas.
Hasta el m o m e n t o he examinado única-
mente dos elementos de la economía mundial:
el desarrollado y el menos desarrollado.
Puesto que el número de países desarrollados
es relativamente pequeño y las diferencias
económicas entre ellos no son demasiado
grandes, pueden ser considerados c o m o un
grupo homogéneo. N o así el sector m e n o s
La economía mundial desde el punto de vista socialista
"A propósito del petróleo". F. Behrendt, Het Parmi, Amsterdam.
desarrollado del m u n d o . Por razones que se
explican en otro trabajo,24 existe una correla-
ción no lineal m u y acusada entre el nivel de
desarrollo y la tasa de crecimiento. El análisis
de la correlación ofrece un criterio sencillo y
directo que permite clasificar a los países
menos desarrollados en cuatro grupos distin-
tos por orden ascendente de desarrollo:25
1. Los países más pobres, en la etapa inicial
de su desarrollo, con economías casi estan-
cadas medidas según la renta per capita. El
abismo que los separa del resto del m u n d o
está ampliándose constantemente.
2. Los países en desarrollo que ya "despega-
ron" pero todavía no dan alcance a los que
llevan ventaja.
3. Los países en vías de rápida industrializa-
ción (como los de Europa meridional,
algunos del C A E M y partes aisladas de
América Latina y el Extremo Oriente) que
alcanzan elevadas tasas de crecimiento y
están poniéndose a la altura de los m á s
avanzados, a veces aceleradamente. Japón
estaba en este grupo, pero desde entonces
517
feassarf^-
ha dado alcance a los más adelantados y
actualmente se encuentra en el grupo 5.
4. Los países que poseen materias primas de
excepcional importancia, c o m o es el caso,
actualmente, del petróleo. El grupo de la
O P E P debe clasificarse, pues, por sepa-
rado. Los países incluidos en este grupo no
son necesariamente más desarrollados que
los del grupo 3, pero los elevados benefi-
cios obtenidos con el petróleo les proporcio-
nan ingresos enormes que pueden utilizar
para un rápido crecimiento.
Se dice a veces que una clasificación
c o m o ésta no es conveniente porque socava la
solidaridad entre los países menos desarrolla-
dos. Pero tal razonamiento no parece tener
m u c h o sentido. Si se aplica el principio de
equidad, habrá de aplicarse universalmente, si
los países desarrollados (que podemos desig-
nar aquí c o m o grupo 5) deben abrirse y
retirar unilateralmente todas las barreras que
condicionan el comercio con otros grupos, el
mismo principio rige para todos los demás
grupos que componen la lista. Dicho de otra
518
manera, todo trato preferencial otorgado por
los países situados arriba de la lista debe ser
distribuido a cada uno de los países situados
por debajo de ellos. Tal es el significado
contemporáneo de la vieja cláusula "nación
más favorecida". Sólo los pobres del m u n d o
están exentos de la obligación de conceder
preferencias no recíprocas.
Estos nos lleva al problema de la auto-
nomía colectiva. A u n q u e la partida del desa-
rrollo no puede jugarse sin países desarrolla-
dos, es m u c h o lo que los menos desarrollados
pueden hacer por sí mismos para mejorar su
suerte. D e especial importancia es la planifica-
ción del desarrollo regional administrada por
grupos de países menos desarrollados vecinos.
E n muchas líneas de producción, la escala
de rentabilidad de la capacidad productiva
es a m e n u d o sustancialmente mayor que la
magnitud del mercado en un país pobre.
Debido a diversas circunstancias, la capacidad
excedente no siempre puede emplearse en
exportaciones remuneradoras. Así, una condi-
ción previa vital para el desarrollo rápido es
la integración económica regional orientada
hacia una utilización óptima de las capaci-
dades de producción. Se ha intentado ya
lograrlo varias veces hasta ahora, pero los
resultados no han sido satisfactorios; la expli-
cación se halla, quizás, en las limitaciones
nacionalistas y en el escaso sentido de respon-
sabilidad de los gobiernos. El 6.° periodo
extraordinario de sesiones de la Asamblea
General de las Naciones Unidas y de la
C N U C E D han recomendado la creación de
asociaciones de productores para que organi-
cen conjuntamente la comercialización, regu-
len los movimientos de productos básicos,
aumenten las rentas por exportación y mejo-
ren las condiciones del tráfico comercial.
Actualmente existen ya asociaciones de pro-
ductores de bananos, bauxita, cobre, cacao,
caucho, té, estaño, tungsteno, fosfatos y café.
La Asamblea del Grupo de los 77 celebrada
en Manila aceptó la propuesta de instituir un
programa de cooperación económica entre
países menos desarrollados. Fuera de las acti-
vidades de cooperación ya mencionadas, se
hizo hincapié en la necesidad de crear empre-
Branko Horvat
sas multinacionales en ámbitos c o m o la avia-
ción, los transportes marítimos, los seguros y
la banca, así c o m o de promover la ayuda
financiera brindada por los Estados exporta-
dores de petróleo a otros países menos desa-
rrollados. Las ideas están ahí, pero al parecer
se demora un tanto su puesta en práctica.
La ayuda
A u n cuando se eliminasen las barreras al
comercio y al crecimiento y se transfiriesen
algunos recursos con objeto de igualar las
condiciones de partida, las diferencias en el
nivel de vida seguirían siendo considerables.
La solidaridad exige que se ayude a las
naciones menos desarrolladas a acelerar su
crecimiento económico. A tal efecto, se pre-
cisa una importante transferencia de recursos
reales.
E n este contexto, cabe distinguir dos
tipos de recursos : el saber científico y tecnoló-
gico y los mediosfinancieros.La transferencia
de conocimientos puede efectuarse mediante
una mejor asistencia técnica y facilitando la
transferencia de tecnología. E n principio, ésta
es la misón del P N U D y de la O N U D I . Las
transferenciasfinancieraspodrían realizarse a
través de un fondo para el desarrollo, y en
determinadas condiciones éstas podrían ser
sustituidas por transferencias de recursos
reales (por ejemplo, alimentos).
La transferencia de recursos se realiza
fundamentalmente con fines de inversión. L a
inversión para el desarrollo puede clasificarse
en dos categorías : inversión en infraestructu-
ras sociales (escuelas, hospitales y, posible-
mente, la red de transportes que sólo m u y
lentamente rinde beneficios) e inversión direc-
tamente productiva. L a asistencia al desa-
rrollo consiste en transferencias unilaterales,
préstamos preferenciales y préstamos comer-
ciales. La primera categoría es esencialmente
una subvención presupuestaria ; las otras dos
representan préstamos al desarrollo. Las sub-
venciones pueden utilizarse para financiar la
infraestructura social y los préstamos para la
inversión directamente productiva.
La economía mundial desde el punto de vista socialista
C o n relación a la transferencia de recur-
sos, nos permitimos exponer los siguientes
criterios. Si se desea tratar a un hombre,
dondequiera que haya nacido, c o m o corres-
ponde a un ser h u m a n o , debe gozar de
alimentación adecuada, 26 asistencia médica y
educación. Estas tres exigencias se satisfarían
en principio con las subvenciones presupuesta-
rias (transferencias unilaterales) administra-
das acaso por el Unicef, la O M S y la Unesco.
Existe también otra razón que avala este
enfoque. Si conseguimos educar a las pobla-
ciones y mantenerlas en buen estado de salud,
pronto hallarán ellas mismas las vías y los
medios para generar un crecimiento rápido.
E n los países más pobres (grupo 1), la inver-
sión en la red de transportes también requiere
subvenciones presupuestarias, ya que de no
ser así, tales países pronto se ven abrumados
por un agobiante servicio de la deuda, que
tiene efectos negativos sobre el crecimiento.
Según estudio de la O N U , cuando un país
alcanza una renta per capita de aproximada-
mente 400 dólares de Estados Unidos (en
precios de 1960), se acerca m u c h o a los
niveles de salud y educación característicos de
la civilización contemporánea, niveles que se
miden teniendo en cuenta el promedio de
años de vida, la tasa de mortalidad infantil, el
valor calórico de los alimentos consumidos, la
calidad de la alimentación, la proporción de la
inscripción escolar y el porcentaje de analfabe-
tismo.27 E n otras palabras, en un determi-
nado nivel de desarrollo, no m u y alto, un país
medio consiguefinanciarsus servicios sociales
con su propia renta y entonces no necesita
recibir más subvenciones.
E n general, los países del grupo 1 depen-
derán en gran medida de» las subvenciones y
los préstamos sin intereses; el grupo 2, suplirá
en cierta medida las subvenciones por présta-
m o s con condiciones m u y favorables y finan-
ciará otras necesidades del desarrollo merced
a préstamos obtenidos en condiciones modera-
das; el grupo 3 no necesita subvenciones, y la
mayor parte de los prestamos pueden concer-
tarse en condiciones comerciales corrientes,
mientras que los países del grupo 4 aparecen
como exportadores netos de capitales. El
519
volumen de la financiación necesaria, así
como su distribución, pueden determinarse
aplicando el criterio de una reducción progre-
siva de la desigualdad. Esto significa que los
cuatro grupos menos desarrollados deberán
tener un crecimiento sustancialmente m á s
rápido que el quinto grupo, el de los países
desarrollados. El significado concreto que
cabe atribuir al término "sustancialmente"
tendrá que ser determinado mediante negocia-
ciones políticas.28
C o n fondos para infraestructura social
asegurados, con grandes cantidades de divisas
a su disposición, con mercados extranjeros
cada vez m á s amplios capaces de aportar
ingresos suficientes para amortizar las deudas,
y con acceso a unafinanciacióndel desarrollo
otorgada en función de los resultados obteni-
dos, la mayor parte de los países menos
desarrollados deberían estar en condiciones
de acelerar su crecimiento en forma considera-
ble y de empezar a suprimir la degradante
distancia que separa a los ricos de los pobres.
La eliminación de dicha distancia es una
responsabilidad de la comunidad internacio-
nal entera. Ningún grupo puede ser eximido.
E n este contexto, la postura adoptada por los
países del C A E M (los cuales no son histórica-
mente responsables de la brecha existente y
por lo tanto no están obligados a brindar
ayuda, o al menos lo están menos que otros)
requiere un comentario. Esta postura aparece
claramente en la declaración de Andrei Gro-
m y k o , representante soviético, ante el 6.°
periodo extraordinario de sesiones de la A s a m -
blea General: "Nunca aceptaremos, ni en
teoría ni en la práctica, el falaz concepto de la
división del m u n d o en países 'pobres' y 'ricos',
concepto que pone a los países socialistas en
pie de igualdad con otros Estados que tanta
riqueza extrajeron de los países que se halla-
ban bajo el yugo colonial. Los autores del
concepto no sólo están ocultando la diferencia
fundamental que existe entre socialismo e
imperialismo, sino que al m i s m o tiempo desa-
tienden completamente la cuestión de c ó m o y
a expensas de quién pudo llegarse a un nivel
tan alto de dependencia."29
La declaración no es históricamente co-
520 Branko Horvat

Desigualdad de las posiciones de partida. Arriba: alimentación anual de una familia británica media
compuesta por dos adultos y tres niños. Dicha alimentación incluye 100 kg de azúcar, 2.165 huevos,
700 litros de leche, 500 litros de cerveza y 50 kg de manzanas. A la derecha: preparación de comida cerca
d e la planta Siderúrgica d e D u r g a r p u r , en la India. Andrew Davidson/Camera Press. Terry Fincher/Camera Press.

rrecta, no es aceptable ni tiene nada que ver
con el socialismo. E n cuanto a responsabili-
dad histórica, la Rusia zarista también fue
una de las grandes potencias imperialistas, la
República Democrática Alemana es en parte
heredera de otra de dichas potencias, y hasta
Hungría explotaba sin misericordia a las nacio-
nes que estuvieron antaño bajo su dominio. 30
E n el periodo transcurrido entre las dos
guerras, Alemania, Hungría y Bulgaria eran
aliados fascistas que causaron incontables
desgracias. Y el predecesor del C A E M , el
C O M E C O N , causó un daño inmenso a Yugos-
lavia. Así, los países del C A E M no tienen
mejores antecedentes históricos que los
demás. Por otra parte, no todas las naciones
avanzadas tienen un pasado colonial (ni los
escandinavos ni los canadienses lo tienen, por
ejemplo) y sin embargo aceptan brindar la
parte de ayuda que les corresponde. Por
último, si encontramos en la calle un hombre
apaleado y maltrecho, lo socorreremos sin
mirar quién haya sido el causante de sus
sufrimientos. Puesto que el Consejo de Asis-
tencia Económica Mutua cuenta con países
miembros de diversos niveles de desarrollo,
el potencial económico del grupo es m á s
modesto que el de los países capitalistas
avanzados, y en consecuencia sus obligaciones
económicas internacionales son menores. N o
obstante, su cupo en las exportaciones de
países menos desarrollados, de sólo el 5 % , y
la transferencia de recursos, de sólo un 0,12%
del P N B , se hallan obviamente m u y por
debajo de sus obligaciones internacionales.
A d e m á s , semejante grado de aislamiento es
perjudicial para sus propias economías.
Preciso es también apelar, sin embargo, a
La economía mundial desde el punto de vista socialista
un tipo de responsabilidad diferente, la que
incumbe a los propios países menos desarrolla-
dos. Estos últimos tienen derecho a la ayuda
internacional siempre y cuando la utilicen en
forma responsable. Ser pobre no implica nece-
sariamente ser decente. Poco sentido tiene
cerrar la brecha entre países ricos y pobres a
nivel internacional si, al mismo tiempo, está
aumentando la diferencia entre ciudadanos
ricos y pobres dentro de las fronteras naciona-
les. Si la ayuda internacional va a llenar los
bolsillos de los ministros y otros miembros de
la clase dominante, es a todas luces contrapro-
ducente.
E n el marco nacional, los ciudadanos son
soberanos y fundamentalmente responsables
de sus actos,, y esto mismo rige entre las
naciones (Estados). Los Estados tienen que
merecer la asistencia internacional. (Los pro-
521
gramas de asistencia médica, educativa y de
envío de alimentos no están sujetos a criterios
de merecimiento. Aquí es el sufrimiento de
seres humanos el que reclama la acción solida-
ria). Si se ayuda a un régimen totalitario, ello
equivale a prolongar su dictadura. Si se ayuda
a una economía que presenta una extrema
desigualdad en la distribución de la renta, es
c o m o prestar apoyo a la explotación de clase,
ayudar a los ricos a enriquecerse aún m á s
mientras se mantiene a los pobres en la
miseria. Si se ayuda a naciones que empren-
den guerras contra sus vecinos, ello no sólo
significa malgastar recursos, sino que contri-
buye a alentar a los agresores. Todo esto no
tiene nada que ver con la solidaridad ni con la
responsabilidad internacional. E n realidad,
los casos mencionados contradicen una y otra.
Mientras que los criterios financieros
522
para los préstamos concedidos por el F M I y el
Banco Mundial han sido definidos con gran
detalle, no se dispone aún de criterios válidos
respecto a la admisibilidad en el sentido social
más amplio. L a labor en este ámbito apenas
se ha iniciado. Los riesgos son evidentes: los
criterios pueden ser mal empleados para impo-
ner valores y preferencias particulares. Pero
no tiene por qué suceder tal cosa. Las condi-
ciones de admisibilidad pueden estipularse
adecuadamente en términos de protección de
los derechos humanos, sociales, políticos y
económicos. D a d o que varios convenios de las
Naciones Unidas sobre derechos humanos y
deberes de los Estados han obtenido un apoyo
casi unánime, existe un alto grado de con-
senso respecto a las normas mínimas que un
Estado contemporáneo debe respetar para
que pueda considerársele civilizado. Dichas
normas pueden definirse en términos m u y
precisos y comprobarse de manera objetiva.
Cabe incluir así, entre las referidas condi-
ciones, la reforma agraria, la igualación en la
distribución de la renta y la reducción de los
gastos de armamento, al igual que el control
de la inflación, la reducción de los déficits de
las balanzas de pagos y el pago puntual de los
intereses. Los Estados que no cumplan con
tales requisitos pueden quedar excluidos de
los programas de asistencia internacional, con
lo que permanecerán rezagados en su desa-
rrollo y habrán de sometersefinalmentea una
reforma. D e esta manera, la ayuda al desa-
rrollo contribuirá también a elevar los niveles
de moralidad internacional.
La solidaridad internacional, c o m o cual-
quier otra forma de solidaridad humana, es un
principio ético. Sólo podrá ejercerse si se
considera al m u n d o c o m o una comunidad
moral. Para que no quede todo en un piadoso
deseo, el derecho internacional y el sistema de
las Naciones Unidas habrán de ser fortaleci-
dos y sustancialmente ampliados.
¿Es éste un proyecto viable?
Por su naturaleza misma, un programa de
desarrollo institucional a largo plazo no puede
Branko Horvat
ser ejecutado de inmediato. E s posible que
algunos de sus elementos no parezcan realis-
tas si se consideran aislados. Sin embargo,
c o m o partes de un programa coherente, resul-
tan ser no sólo realistas, sino insoslayables. El
realismo se pone claramente de manifiesto si
ya puede advertirse la presencia de todas las
partes constituyentes, aunque sólo sea en
forma rudimentaria. E n este artículo, hemos
procurado incorporar al análisis únicamente
aquellos elementos evolutivos que ya están
presentes.
Todo programa, sea cual fuere su concep-
ción, depende de la voluntad de pasar a la
acción. A tal efecto, la evaluación realista de
los intereses comunes, desempeña un papel
crucial. Es evidente que un m u n d o interdepen-
diente tiene en común importantes intereses
directamente relacionados con la superviven-
cia. Al presentar el argumento fundamental
del proyecto R I O , Jan Tinbergen escribía:
" C o m o consecuencia de los grandes cambios
tecnológicos y ecológicos, la interdependencia
de todas las partes del globo ha aumentado
hasta el extremo de que hoy día ya sólo puede
tomarse c o m o meta del orden a establecer y
de las políticas a seguir el bienestar de la
humanidad en su conjunto, incluidas las gene-
raciones futuras."31
La dependencia de los países avanzados
respecto de las importaciones de materias
primas y petróleo (que suele ser del 80-100%)
es un tema que se evoca con frecuencia y se
conoce bien. Así, el primer m u n d o halla un
interés vital en la oferta segura y sostenida de
dichos productos. Por otra parte, el 75% de
todas las exportaciones de los países menos
desarrollados se destina a los mercados de los
países avanzados. Por consiguiente, la estabili-
dad y la expansión de tales mercados son
vitales para el tercer m u n d o . Si su expansión
se detiene (lo que en efecto ya ha ocurrido),
las condiciones del comercio perjudican a los
países menos desarrollados, y las propuestas
de la C N U C E D respecto al control del precio
de los productos básicos quedan sin aplicación
en la práctica. Los aumentos de la productivi-
dad son inútiles, puesto que su único efecto es
el de reducir los precios de las exportaciones.
La economía mundial desde el punto de vista socialista
?â%«^'""
. • - nr
Retrato de un ideal económico teórico: un mercado en Autun, Borgoña, hacia 1890. H. Roger vioiiet.
A u n q u e los países avanzados comercian
principalmente entre ellos mismos, una expan-
sión del comercio en otros mercados sería sin
duda beneficiosa. Por este motivo, es de
desear que las economías del tercer m u n d o
crezcan y prosperen para que sean capaces de
absorber importaciones adicionales. A d e m á s ,
c o m o h e m o s visto, también las donaciones
gratuitas generan una demanda adicional m á s
elevada en la economía del donante que en la
del receptor de la subvención. Por otra parte,
cuanto m á s rápido es el crecimiento del seg-
mento avanzado de la economía mundial,
mayores son las posibilidades de transferencia
de recursos reales que permitirá acelerar el
desarrollo del segmento menos desarrollado.
E n u n m u n d o estancado, la brecha se perpe-
túa. Las transferencias pueden vincularse a
dispositivos que aseguren una justa participa-
ción de todos los donantes en los beneficios
523
3SSiátifl
"§.!' W « '
del comercio. U n a subvención presupuestaria
utilizada para financiar una alimentación ade-
cuada puede ayudar, al absorber sus exce-
dentes, a los productores agrícolas de Estados
Unidos, Canadá y otros países y disminuir, al
m i s m o tiempo, la presión competitiva que
afecta a los agricultores europeos. El segundo
m u n d o puede sacar provecho de una expan-
sión general del comercio, pues un aumento
de sus ingresos en divisas debido al incre-
mento de las exportaciones a países m e n o s
desarrollados le permitiría aumentar las impor-
taciones de alta tecnología de los países m á s
desarrollados.
El argumento de la eficiencia conduce a
conclusiones similares. Las viejas industrias
con uso intensivo de m a n o de obra son una
carga para los países avanzados y pueden ser
sustituidas por importaciones m á s baratas pro-
cedentes del tercer m u n d o . Los elevados
524
_L
Aide au Tiers-Monde !
¡ A y u d a al tercer m u n d o ! Wolter en Développement et coopération, 1980.
gravámenes que pesan sobre el arroz en Japón
y sobre el trigo y la carne en Europa aumen-
tan innecesariamente el coste de la vida. ¿Por
qué tienen que cultivar remolacha azucarera
los países europeos cuando resulta m u c h o más
barato importar azúcar de caña de los países
tropicales? ¿ Y por qué los países avanzados
tienen que gastar cada año mil millones de
dólares en investigaciones encaminadas a
crear sustitutos de los productos agrícolas
tropicales cuando estos productos están dispo-
nibles?32 Es evidente que si se eliminaran las
barreras impuestas al comercio, los costos
podrían reducirse sustancialmente, el comer-
cio se incrementaría en forma considerable y
todas las partes interesadas obtendrían benefi-
cios sustanciales. Cabe mencionar asimismo el
aspecto ecológico de la eficiencia. L a contami-
nación atmosférica, que ya constituye una
seria amenaza en las regiones altamente indus-
trializadas, podría reducirse si las materias
primas se elaborasen y transformasen en su
lugar de procedencia, con efectos beneficiosos
para la industrialización de los países exporta-
dores menos desarrollados.
Branko Horvat
Pocos serán probablemente los que se
opongan a la realización de un esfuerzo inten-
sivo para llevar a cabo el desarrollo internacio-
nal, pero muchos argumentarán que es utó-
pico, sencillamente porque no se dispone de
suficiente dinero. H a y al menos tres respues-
tas posibles a esta objeción. L a transferencia
de recursos requerida representa sólo una
fracción de los gastos militares mundiales que,
c o m o ya se ha dicho, son 30 veces superiores
al importe total de las sumas destinadas a
todos los programas de ayuda exterior.33 Si
pudiera llegarse a un acuerdo por el que se
reducirían los gastos militares y se utilizarían
los recursos así liberados para el desarrollo
económico internacional, todo el m u n d o ten-
dría algo que ganar. Por otra parte, si se
toman c o m o referencia las exportaciones de
capital ocurridas en el siglo X I X , los Estados
Unidos deberían repetir el Plan Marshall dos
veces por año para igualar los préstamos
otorgados al exterior por Gran Bretaña en el
mismo siglo, si se calculan en proporción a la
renta nacional.34 Y en tercer lugar, cierto
número de países transfieren a través de la
La economía mundial desde el punto de vista socialista
ayuda o el comercio más del 1% del P N B , lo
cual constituía el objetivo de la Segunda
Década de Desarrollo. Así pues, la ayuda al
desarrollo es viable, y podría hacérsele mucho
más viable aún. Añádase a esto el sistema
tributario internacional anteriormente pro-
puesto y la aplicación de los D E G a la
financiación del desarrollo y no tendremos
razón alguna para ser pesimistas. La comuni-
dad internacional dispone también de algunos
medios para ejercer presiones cuando sea
necesario. La pertenencia a la Organización
de las Naciones Unidas podría depender del
cumplimiento de las obligaciones de coopera-
ción económica.
Por último, 24 millones de parados en
Europa y América, con las capacidades inutili-
zadas correspondientes, representan una mani-
festación extrema de las irracionalidades del
sistema actual. Las deudas de los países
menos desarrollados, que ascienden a 600.000
millones de dólares de los Estados Unidos,
que difícilmente podrán reembolsarse y que
sólo pueden malograr todos los esfuerzos de
desarrollo, constituyen la otra cara de la
misma moneda. El desempleo recurrente y las
crisis financieras son, naturalmente, viejos
males capitalistas. Pero muchos males de
antaño ya no se toleran, especialmente
cuando se dispone de los remedios adecua-
525
dos. 35 N o es ni conveniente ni necesario
poner a las naciones menos desarrolladas en
la situación de parientes pobres que mendigan
favores. Tampoco lo es pedir a los ciudadanos
de los países ricos que voten por la caridad
internacional. Beneficiarios y donantes están
hoy asociados en el desarrollo. Las peticiones
y concesiones tienen que ser reemplazadas
por responsabilidades internacionales clara-
mente definidas. El m u n d o ha alcanzado una
etapa en la que colmar la brecha y restablecer
el funcionamiento correcto de la economía
mundial representan dos aspectos del mismo
proyecto de futuro. Ni la acentuación de las
diferencias internacionales ni la crisis econó-
mica mundial pueden persistir impunemente. 3 *
Y con esto llegamos a nuestra conclusión.
El m u n d o contemporáneo parece hallarse
estructurado de tal forma que la solución de
orientación socialista, o, c o m o algunos prefie-
ren llamarla, la solución humanista (puesto
que el socialismo es el humanismo definesdel
siglo veinte) sea no sólo deseable, sino tam-
bién necesaria. Necesaria porque es racional.
Los enfoques moralistas y realistas conducen
a la misma conclusión. Y es que, en realidad,
¿hay otra alternativa viable a largo plazo si se
desea seguir viviendo en un m u n d o civilizado?
Traducido del inglés
526
Notas
1. Para una teoría completa de
la economía socialista véase mi
trabajo Political Economy of
Socialism, Sharpe, Nueva York,
1982. Las posibilidades de
transformación socialista se
examinan allí con relación a
cada uno de los tres segmentos
del m u n d o .
2. J. Stanovnik, Mednarodni
gospodarski sistem, Drá. zalozba
Slovenije, Ljubljana, 1982,
p. 414.
3. D e hecho, la O N U no va en
la dirección de un gobierno
mundial. Basta observar con
atención el m o d o c o m o
funcionan sus "ministerios".
T o m e m o s c o m o ejemplo el
"ministerio de agricultura": la
F A O proporciona asistencia
técnica, el Fondo Internacional
para el Fomento de la
Agricultura facilita fondos y el
Programa Mundial de la
Alimentación es una empresa
conjunta de las Naciones Unidas
y la F A O destinada a
proporcionar asistencia
alimentaria a países menos
desarrollados con elfinde
ayudarles a llevar adelante
proyectos de desarrollo, en
tanto que el Consejo Mundial de
la Alimentación, organizado
c o m o un cuerpo interministerial,
tiene la función política de
supervisar el conjunto de las
actividades realizadas en el
ámbito considerado.
4. Stanovnik es uno de los que
expresan tales opiniones: " L a
idea de un gobierno mundial, de
un banco central mundial o de
una organización mundial del
desarrollo (propuesta por la
Comisión Brandt) no es
congruente con el principio de la
plena soberanía nacional". " L a
idea (...) de una tributación
fiscal a nivel mundial es el
primer paso hacia un gobierno
mundial. Y un gobierno mundial
(...) significa regresar a
relaciones hegemónicas de
dominación" (Op. cit., p . 416 y
510).
5. H a y por lo menos tres
posibilidades: a) asignación de
una parte de D E G a los
organismos internacionaes de
desarrollo; b) asignación de
D E G a miembros del fondo, con
el compromiso asumido por los
beneficiarios más ricos de
transferir parte de los D E G a
organizaciones de desarrollo; y
c) aumento de las cuotas de
D E G para los países menos
desarrollados.
6. Véase P . M . Wijkman,
"Managing the Global
C o m m o n s " , International
Organization, 1982, 534.
7. Konzorcij Instituía,
Medjunarodni ekonomski
poredak, Belgrado, 1981, p. 81.
8. Los primeros en proponer
este sistema fueron Hirschman y
Bird en su ensayo "Foreign Aid
—The Critique and Proposal",
Essays in International Finance,
n.° 169, Princeton University,
julio de 1968, p . 15-16
9. B . Horvat, "The G a p
between Rich and Poor Nations
from the Socialist Viewpoint",
in G . Ranis (dir. publ.), The
Gap Between Rich and Poor
Nations, Macmillan, Londres,
1972, p . 96-111.
10. Ibid., p . 117.
11. A New United Nations
Structure for Global Economic
Co-operation, Publicaciones de
las Naciones Unidas, n.° E
75.11.A.7, 1975.
12. Las existencias reguladoras
pueden estabilizar la oferta,
pero no crear demanda allí
donde no existe. L a financiación
compensatoria puede estabilizar
Branko Horvat
los precios al productor, pero no
mejorar y ni siquiera preservar
las condiciones del intercambio
si no progresa la demanda. Por
ello, el sistema adoptado es de
importancia secundaria, siendo
en cambio decisiva la expansión
del comercio.
13. 7." periodo extraordinario
de sesiones de la Asamblea
General, Naciones Unidas,
Nueva York, 1975, p . 16-17.
14. I. Dragiöevic, Novi
medjunarodni ekonomski
poredak i Jugoslavia, F V T ,
Zagreb, 1982, p. 105.
15. Se dice a veces que la misión
reformadora de los países menos
desarrollados del m u n d o es
análoga a la de la clase
trabajadora en la sociedad
nacional. Cualesquiera que sean
las ideas, los deseos o los rasgos
morales de los trabajadores
tomados individualmente, las
necesidades existenciales de los
trabajadores c o m o clase hacen
de ellos la base y el motor de la
transformación socialista. D e
m o d o semejante, los países
menos desarrollados no
representan necesariamente
ideales de virtud h u m a n a y ética
social: algunos tienen regímenes
políticos y sistemas sociales
aborrecibles. Sin embargo,
constituyen una clase de países
para los cuales el mejoramiento
de los niveles éticos, políticos y
económicos internacionales es
vital, ya que éstas son
condiciones previas
indispensables para su
supervivencia c o m o nación y la
emancipación de su población.
16. Es de esperar que ésta sea
una etapa de transición hacia un
m u n d o verdaderamente
internacional.
17. Veamos dos ejemplos. Las
diferencias regionales en
La economía mundial desde el punto de vista socialista
términos de producción per
capita entre el norte y el sur de
Yugoslavia son de 2:1. Si se
gastan en el sur 100 millones de
dinares, la producción del norte
aumentará en 123 millones y la
del sur en sólo 105 millones de
dinares (B. Horvat,
Medjusektorska analiza, Nar.
novine, Zagreb, 1962, p. 173).
Chenery llegó a conclusiones
análogas en Italia. Aquí la
inversión inicial de
150.000 millones de liras en el
sur generó un aumento de renta
de 160.000 millones en el norte
industrial y de sólo
131.000 millones de liras en el
sur subdesarrollado ( H .
Chenery, P . Clark, Interindustry
Economics, Wiley, Nueva York,
1955, p. 314-318).
18. Puesto que más de la mitad
de las exportaciones
manufacturadas del tercer
m u n d o corresponden a
operaciones comerciales
realizadas dentro de una misma
compañía —observa Lance
Taylor— las transnacionales
tutelares puedenfijarfácilmente
sus precios internos para
obtener beneficios en el país que
estimen más conveniente sin
dejar de satisfacer todas las
disposiciones del G A T T
respecto al comercio no
discriminatorio ("Back to
Basics", World Development,
1982, p. 327-336).
19. El Plan General de
Preferencias, negociado
inicialmente en Tokio en 1973
bajo los auspicios del G A T T ,
preconizaba el otorgamiento por
los países ricos de concesiones
arancelarias unilaterales. L a
cuarta reunión de la C N U C E D
solicitó su ampliación, de suerte
que las exportaciones de los
productos manufacturados y
semimanufacturados efectuadas
por países menos desarrollados
pudiesen entrar exentas de
derechos en los mercados de los
países desarrollados. El
convenio firmado en L o m é
en 1975 entre los nueve
miembros de la C E E y 46 países
en desarrollo de Africa, el
Caribe y el Pacífico, disponía el
acceso con franquicia a los
mercados de la C E E , sobre una
base de no reciprocidad, para
todos los productos industriales
y casi todos los productos
agrícolas procedentes de los 46
países citados. A d e m á s , se creó
un fondo de estabilización para
moderar lasfluctuacionesde los
beneficios en divisas obtenidas
con la exportación de una
docena de productos primarios.
E n la O N U , se crearon una
comisión y un centro encargados
de supervisar las operaciones de
las sociedades transnacionales.
Puesto que tres cuartas partes
de las actividades de dichas
sociedades se llevan a cabo en
los países desarrollados, la
O C D E redactó un reglamento
que, teóricamente, estos últimos
deben respetar. Posteriormente,
también se adoptó un
Reglamento de la O N U en el
m i s m o sentido. E n 1980, la
Asamblea General aprobó una
resolución que ratificaba un
"Conjunto de reglas y principios
equitativos adoptados en forma
multilateral para controlar las
prácticas comerciales
restrictivas". L a Resolución está
principalmente dirigida contra
las prácticas de las
transnacionales que restringen el
acceso de terceros a los
mercados.
20. Los países desarrollados se
oponen al reajuste de precios, o
sea al establecimiento de un
vínculo entre los precios de
exportación y los de los
productos industriales
importados, que además
difícilmente puede funcionar si
la oferta excede la demanda.
Puesto que la restricción de la
oferta mediante la creación de
cártel no es precisamente
deseable (ni siquiera realista), se
preferirá la expansión del
comercio como mejor solución.
A d e m á s , c o m o los países
527
desarrollados también exportan
materias primas y los países en
desarrollo las importan, este
sistema de reajustes, aún
cuando llegase a funcionar, sólo
tendría efectos limitados.
21. A . Emmanuel, "Unequal
Exchange", Monthly Review,
Nueva York, 1972.
22. Los derechos de
exportación harían subir los
precios, y unos precios más altos
sólo generarán mayores
beneficios por exportación si las
elasticidades de la d e m a n d a son
suficientemente bajas y la oferta
se mantiene igual o inferior a la
demanda. Cabe mencionar,
empero, otro obstáculo de
naturaleza totalmente distinta.
E n 1971, los productores de
bananos de América Central
( U P E B ) impusieron un derecho
a la exportación. Las
transnacionales (United Brands,
Standard Fruit y Del Monte)
respondieron con un boicot, y el
intento de los productores de
bananos de aplicar la teoría de
E m m a n u e l quedó frustrado.
23. E s esta una condición
necesaria pero no suficiente. El
Convenio de L o m é , por
ejemplo, no mejoró la situación
de 46 países en desarrollo en el
mercado de la C E E . Las razones
fueron: a) una reducción del
arancel exterior c o m ú n de la
C É E ; b) la aplicación del Plan
General de Preferencias; y c) la
exención para algunos productos
agrícolas del acceso a la
franquicia de derechos, la
aplicación de normas restrictivas
en cuanto al origen y de una
cláusula de salvaguardia (J.
Moss, J. Ravenhill, "Trade
Developments during the First
L o m é Convention", World
Development, 1982,
p. 841-856). Por otra parte, el
acuerdo comercial preferencial
de la C E E con los países
mediterráneos en la década
de 1960 y comienzos de los años
setenta fomentó las
exportaciones de productos
528
textiles de estos últimos a los
mercados de la C E E (R.
Pombret, "Trade Effects of
European Community
Preferences to Mediterranean
Countries", World
Development, 1982, p. 857-862).
24. B . Horvat, "The Relation
between Rate of Growth and
Level of Development", Journal
of Development Studies, 1974,
p. 382-394.
25. Clasificaciones semejantes
se hicieron luego m u y
corrientes. Por ejemplo, al
grupo 1 se le llama países
menos adelantados, y la
Asamblea General y el
E C O S O C catalogaron, en 1971
y 1976, veintinueve de ellos;
otro tanto hizo la cuarta reunión
de la C N U C E D en 1976. A los
países del grupo 3 suele
denominárseles países
recientemente industrializados.
El estudio I N T E R F U T U R E S de
la O C D E (1979) clasifica a los
países menos desarrollados en
cuatro grupos que son
prácticamente los mismos.
26. Por ejemplo, hoy es ya bien
sabido que la deficiencia de
proteínas en los primeros años
de vida tiene un efecto
perjudicial sobre el ulterior
desarrollofísicoy mental. La
desnutrición prenatal causa
retraso y lesiones del cerebro.
27. Report on the World Social
Situation, Naciones Unidas,
Nueva York, 1961, p. 41.
28. U n a meta que a m i juicio es
razonable, aunque no alcanza a
cubrir los objetivos deseados,
sería la de cerrar la brecha a un
ritmo que permita al grupo
menos desarrollado acercarse,
en el transcurso de una
generación, al grupo m á s
desarrollado, al punto que la
distancia que los separe pueda
desaparecer en el lapso de una
generación más. E n otras
palabras, al cabo de treinta años
el grupo de los más pobres sería
capaz de alcanzar en el
transcurso de los siguientes
treinta años el nivel de
desarrollo logrado en ese
momento por el grupo m á s
avanzado. Algunos miembros
del grupo más pobre pueden,
desde luego, alcanzar esta meta
mucho más rápidamente
conforme a sus propios
esfuerzos.
29. T o m a d o de J. Sh. Singh, A
New International Economic
Order, Praeger, Nueva York,
1977, p. 10. El gobierno
soviético publicó posteriormente
una declaración análoga: "no
hay justificación alguna —ni
puede haberla— para las
peticiones dirigidas a la Unión
Soviética y a otros Estados
socialistas, como son por
ejemplo las peticiones de los
países menos desarrollados
dirigidas a los Estados
capitalistas desarrollados, entre
otras la petición de una
contribución obligatoria de un
cierto porcentaje del producto
nacional como ayuda económica
a dichos países menos
desarrollados" (Pravda, 5 de
octubre, 1976).
30. Por ejemplo, Hungría
explotó brutalmente a Croacia
durante el medio siglo anterior a
la primera guerra mundial. El
valor de los recursos saqueados
y el perjuicio causado por el
retraso en el desarrollo pueden
calcularse sin grandes
dificultades. Sin embargo, como
croata no tengo intención de
presentar una factura
(reajustada en función de una
tasa de actualización
conveniente) a los húngaros, ni
estarían ellos en condiciones de
satisfacerla.
31. J. Tinbergen, "Reshaping
the International Order
(RIO)", D o c . SID X V / 1 7 .
32. F M I - B I R D , The Problem of
Stabilization of Prices of
Primary Products (Parte I), A
Staff Study, 1969, p. 26.
Branko Horvat
33. Hace doce años eran sólo 25
veces mayores.
34. B . Higgins, Economic
Developement, Norton, Nueva
York, 1968, p. 197.
35. Si existiera el marco
adecuado de instituciones y
políticas de las Naciones Unidas,
la enorme deuda de los países en
desarrollo, imposible de
reembolsar en la actualidad,
podría tratarse de la siguiente
manera. Los mayores deudores
son los países de
industrialización reciente c o m o
Brasil (80.000 millones de
dólares de los Estados Unidas),
México (40.000 millones),
Yugoslavia (20.000 millones),
Argentina, Rumania y algunos
otros. Estos países pueden
exportar pero no encuentran
mercados: los países con poder
adquisitivo no compran sus
exportaciones y los que las
necesitan no tienen divisas para
pagar. C o m o en todas las crisis,
el dinero es escaso, y se
necesitaría una liquidez
adicional. El F M I debería crear,
pues, la cantidad necesaria de
D E G . (En realidad, las cosas
tomaron el rumbo contrario: la
proporción de D E G en las
reservas mundiales que no sean
el oro descendió del 8% en 1972
al 4% en 1981).La nueva
moneda mundial se repartiría
entre los organismos apropiados
de la O N U , que comprarían
exportaciones a los deudores
viables y las destinarían a los
diversos programas mundiales y
a los países menos
desarrollados, a los que se
distribuirían los productos en
forma de ayuda gratuita. C o m o
consecuencia, los deudores
podrían reembolsar sus deudas y
estimular sus economías
estancadas; los banqueros
evitarían elriesgode una
quiebra del sistema financiero
internacional; los países en
desarrollo obtendrían ayuda y
créditos concesionarios y
acelerarían su crecimiento; las
La economía mundial desde el punto de vista socialista
naciones desarrolladas sacarían
provecho de una expansión
general de los mercados,
incluido el suyo propio; la crisis
económica mundial se
atenuaría, el paro se reduciría, y
el aumento de la producción
compensaría con creces el
aumento de la liquidez. C o n una
economía mundial bien regulada
todo el m u n d o halla, pues, su
beneficio.
36. E n este contexto, Henry
Kissinger expresó claramente el
punto de vista de una gran
potencia, en su discurso ante la
Reunión Ministerial de la
O C D E en París, en 1975:
"Estos problemas exceden con
m u c h o las consideraciones
económicas. El estancamiento
económico engendra la
inestabilidad política. E n las
naciones del m u n d o
industrializado, la crisis
económica supone una amenaza
para algo m u c h o m á s importante
que nuestra renta nacional.
A m e n a z a a la estabilidad de
nuestras instituciones y a la
estructura misma de nuestra
cooperación en el ámbito de los
problemas políticos y de
529
seguridad. Los gobiernos no
pueden actuar con firmeza
mientras sus economías se
paralizan y se ven confrontadas
a crecientes presiones
interiores e internacionales con
respecto a la distribución del
beneficio económico. E n
semejantes condiciones, la
aptitud de actuar con
resolución, para hacer frente a
nuestros problemas nacionales o
internacionales, vacilará sin
duda alguna". Cita tomada de
Singh, op. cit., p . 14.
Reflexiones sobre
el monetarismo, el estancamiento
y otras exportaciones
norteamericanas

William D . Nordhaus

El hecho nuevo más importante acontecido en entre teoría macroeconómica y práctica polí-
la economía de los Estados Unidos es la tica. Esta confusión ha hecho saltar en peda-
interacción entre teoría y práctica política que zos el consenso sobre la política de gobierno,
ha permitido que la profunda recesión per- ha engendrado un sinfín de teorías mal funda-
sista sin dar pasos sustanciales para estimular mentadas, y ha dado pie a la experimentación
la recuperación. social con ideas desatinadas, todo lo cual ha
C o m o consecuencia de una combinación legado a la región y al m u n d o una economía
de fuerzas, suscitadas unas por la acción de estancada sin el menor acuerdo en cuanto al
gobierno y exógenas otras, la economía m u n - m o d o de reanimarla. Esta cadena de hechos
dial ha descarrilado y está en un callejón sin intelectuales constituye la principal interac-
salida. Es insólito com- ción de los Estados Uni-
probar que no se hace dos con la economía del
ningún esfuerzo para res- William D . Nordhaus es profesor de m u n d o en el m o m e n t o
Economía Política de la cátedra
catarla sino que, por el actual.
"John Musser", de la Cowles Founda-
contrario, hay un grupo tion for research in Economics, Uni- Examinaremos a
que sostiene que esta si- versidad de Yale, B o x 2125 Yale continuación cuatro pun-
tuación es conveniente, Station, N e w Haven, Connecticut tos básicos: en primer
06520. Es autor de varios libros, entre
pues la economía puede lugar, un análisis del mal
ellos Invention, Growth and Welfare
con ello atemperarse. (1969) y The Efficient Use of Energy funcionamiento de la eco-
Otro grupo aduce que los Resources (1979), así como muchos nomía; segundo, una
esfuerzos por recuperarla artículos sobre m u y variados temas breve descripción del
desencadenarán un pro- económicos. desacuerdo general en
ceso que inevitablemente cuanto a teoría macroeco-
la hará descarrilar de nómica; tercero, la apari-
nuevo. Otro m á s , en cam- ción y consecuencias del
bio, asegura que el tren monetarismo; por últi-
saldrá por sí m i s m o del bache. E n medio de la m o , formularemos una modesta proposición
confusión reinante nada se hace, y el tren se para devolver la salud a la economía global.
hunde cada vez más en el lodo.
E n este artículo nos ocuparemos de los
recientes cambios de la economía norteameri- El deterioro
cana que han permitido la persistencia de tal de los resultados económicos
situación. A nuestro juicio, el hecho m á s
notable no se relaciona con la recesión de U n o de los hechos increíbles de la pasada
estos últimos años sino con un profundo década fue la celeridad con que se d e s m e m b r ó
cambio intelectual: la creciente confusión el consenso neokeynesiano. Las ideas neokey-
532
nesianas fueron ampliamente aceptadas por
economistas profesionales y políticos hasta
alrededor de 1970. Personalmente, en oca-
siones m e cuesta admitir mis propias inclina-
ciones keynesianas reaccionarias.
U n a de las razones del retroceso de la
teoría keynesiana reside en los mediocres
resultados económicos registrados en los Esta-
dos Unidos en los últimos años. El cuadro 1
muestra la evolución económica de los Esta-
dos Unidos antes y después de 1973, año que
constituye una línea divisoria. Los principales
objetivos de la política macroeconómica son
el rápido crecimiento del ingreso, la produc-
ción y el consumo, un elevado índice de
empleo, estabilidad de los precios o inflación
baja, y equilibrio de la balanza de pagos.
C o m o lo indica el cuadro 1, la evolución
económica durante la pasada década ha sido
desalentadora. El crecimiento real de la pro-
ducción, la renta y el consumo bajó entre la
mitad y dos tercios. Los índices de desempleo
subieron m á s de dos puntos. L a tasa de
inflación se triplicó, y los términos de inter-
cambio se deterioraron considerablemente
después de más de una década de estabilidad.
Poca duda cabe de que los deficientes
C U A D R O 1. Evolución de las principales
magnitudes económicas de los Estados Unidos,
1960-1982
1960-73 1974-82
Tasa de crecimiento1
P N B real 4,2 1,8
C o n s u m o real 4,2 2,5
Ingreso nacional real2 4,5 1,6
Tasa de desempleo 3 4,9 7,2
1,5
Tasa d e inflación 3,2 9,0
Variación de los términos
de intercambio1'4 -0,1 -2,7
1. Las tasa de crecimiento son medias geométricas, expre-
sadas en porcentaje anual.
2. Las cifras del ingreso nacional están leflacionadas
mediante el índice implícito de los precios del consumo.
3. Medias anuales.
4. Proporción entre el precio implícito de las exporta-
ciones y el precio implícito de las importaciones, 1960 = ria en los últimos años ha incrementado
100.
5. índice de los precios pagados por el consumidor.
Fuente: Economic Report of the President,1982; previ-
siones del D R I para 1982.
William D. Nordhaus
resultados económicos han sido una causa
importante de la ruptura del consenso. C o m o
a los mensajeros que traían malas noticias, se
ha enviado a los keynesianos al destierro
intelectual.
E n realidad, no se sabe con certeza
dónde y c ó m o tuvo su origen el creciente caos
que aflige a los mercados. E n el cuadro 2 se
pone de manifiesto la inestabilidad de algunas
variables exógenas, de las prácticas políticas y
de los objetivos correspondientes a tres sub-
periodos (1961-1972,1973-1979 y 1979-1982).
E n general, las medidas utilizadas son las
desviaciones típicas mensuales o trimestrales
de los cambios experimentados por las varia-
bles.
Entre las variables exógenas, puede apre-
ciarse un claro aumento en la inestabilidad
desde 1973. El incremento de la inestabilidad
es mayor entre las variables referentes a los
precios (precios de las importaciones y de las
materias primas), pero se manifiesta en todas
las variables exógenas salvo las exportaciones.
Entre las variables de la práctica política,
la inestabilidad es heterogénea. El gasto
público se ha hecho m u c h o más estabilizador,
notablemente a partir de 1973, sobre todo en
lo que concierne a la variable clave del gasto
real y el superávit de pleno empleo, que
se han tornado m u c h o más estables con el
tiempo.
El comportamiento de las variables finan-
cieras es particularmente insólito. C o m o vere-
mos más adelante, los tipos de interés han
experimentado fluctuaciones m u c h o m á s
bruscas y la inestabilidad de las magnitudes
monetarias ha aumentado moderadamente
desde el Acuerdo Cuantitativo de 1979.
La pérdida de estabilidad de la economía
se refleja claramente en las variables-obje-
tivo, que se han hecho más inestables a partir
de 1973 debido, probablemente, a cambios
tales c o m o la aparición de la O P E P y la
flotación de los tipos de cambios. A d e m á s , la
orientación cuantitativa de la política moneta-
también, desde 1979, aunque modestamente,
la inestabilidad de las principales variables-
objetivo.
Reflexiones sobre el monetarismo, el estancamiento y otras exportaciones norteamericanas 533

C U A D R O 2 . Indicadores de la inestabilidad de las Por lo tanto, es claro que la creciente

principales variables macroeconómicas en los inestabilidad de la economía de los Estados
Estados Unidos
Unidos tiene causas diversas. Las fuentes más
Periodos
importantes de este proceso fueron los precios
de las importaciones y las variables financie-
1973 a 1979
1961 a
1979 (2o
ras. Las variables fiscales tradicionales (el
1972 gasto público, por ejemplo), los stocks y las
(2o sem.)
sem.) a 1982 exportaciones no parecen haber tenido un
efecto desestabilizador más acentuado.
Variables exógenas
Si la economía es claramente m á s inesta-
Exportación (T) 100 70 70
ble, ¿hay pruebas de que la ciencia económica
Inversión de las empresas
(T) 100 134 115 es cada día menos capaz de abordar y explicar
Variación de los el m u n d o nuevo? ¿Son menos exactas las
stocks/PNB (T) 100 137 135 predicciones de los economistas?
Precios de la Se trata de un problema extraordinaria-
importaciones (T) 100 414 379
Precios de las materias
mente complejo pero, en términos generales,
primas ( M ) 100 259 131 los hechos parecen demostrar que la predic-
ción va mejorando moderadamente con el
Variables de la política
económica
tiempo, aunque n o haya alcanzado aún un
Tipo de interés d e los
grado de exactitud m u y notable. El cuadro 3
bonos del Tesoro ( M ) 100 172 588 permite comparar los errores de predicción
Reservas propias ( M ) 100 117 190 correspondientes a tres subperiodos con los
M a s a monetaria ( M l ) ( M ) 100 110 219 errores debidos a la simple extrapolación.
M a s a monetaria ( M 2 ) ( M ) 100 114 125
Puede comprobarse que, con el tiempo, la
Gasto Federal real
Total (T) 100 77 63 predicción del P N B real mejora levemente, y
Bienes y servicios (T) 100 76 126 que la inflación es virtualmente imprevisible.
Excedente de pleno La misma tendencia hacia predicciones m á s
e m p l e o / P N B (T) 100 41 16 exactas puede observarse en la previsiones,
Resultados de las m u y coincidentes, del National Bureau por
variables-objetivo Economie Research y la American Statistical
P N B real (T) 100 148 155 Association.
Producción industrial ( M ) 100 139 147
Inflación: Deflactor del
C U A D R O 3. Errores de predicción, 1962-81
PNB (T) 100 121 120
Inflación: índice de
P N B real Inflación
precios al c o n s u m o ( M ) 100 156 165
Desempleo: Total ( M ) 100 125 131 Previsión Extra- Previsión Extra-
Desempleo: Varones del C E A polación del C E A polación
adultos ( M ) 100 146 178
1962-68 1,3 2,0 0,5 0,4
1969-76 0,8 2,6 1,4 2,0
1977-81 0,7 1,4 0,8 0,8
Fuente: Manuscrito inédito de Goeffrey Moore.
Nota: C o m o medida de la inestabilidad se ha tomado la
desviación típica de los cambios ocurridos en las variables
en los subperiodos correspondientes. E n la mayoría de las
variables se han tomado logaritmos antes de calcular los
cambios, con las excepciones siguientes: "variación de los La parálisis política
ííocfa/PNB" (medidas ambas magnitudes en términos
reales), el tipo de interés de los bonos del Tesoro a tres
meses, la tasa de desempleo y la proporción entre el Comoquiera que interpretemos los resultados
excedente de pleno empleo y el P N B .
La indicación (T) expresa que las cifras correspondientes del antiguo consenso keynesiano, es innegable
son trimestrales; la ( M ) , que las series son mensuales. que hoy reina una completa confusión entre
534 William D. Nordhaus

los macroeconomistas. C o m o observábamos monetaristas creen que los precios se adaptan

en u n escrito anterior, los economistas consti- de manera relativamente rápida a las perturba-
tuyen hoy un ejército acosado y desmorali- ciones de la oferta o la demanda, de m o d o
zado, bombardeado por las críticas a sus que cualquier trastorno brusco de la d e m a n d a
predicciones fallidas, agotado por las intermi- global provoca brutales variaciones de los
nables batallas contra la inflación crónica, precios antes que modificaciones de la produc-
confundido por las discrepancias que dividen ción. Las principales implicaciones de las
a sus líderes intelectuales, desconcertado y sin ideas monetaristas son: la improcedencia de la
saber en qué dirección retirarse. D e las ceni- políticafiscal,la utilidad de las normas m o n e -
zas de la derrota se alza una nueva cohorte de tarias estables y el costo relativamente bajo de
teorías contrapuestas, una variopinta colec- las políticas desinflacionarias.
ción de ideas rescatadas del pasado y de E n segundo lugar de importancia figura
fantásticos arbitrios para el futuro. L a nueva actualmente la escuela de las expectativas
legión de teóricos (monetaristas, partidarios racionales o doctrina macroeconómica neo-
de la regulación de la oferta, profetas de clásica. Este grupo sostiene, primero, que las
las expectativas racionales, proteccionistas y expectativas miran hacia el futuro y no, mecá-
defensores del patrón oro) vociferan tanto nicamente, hacia el pasado. L a segunda y m á s
que el público, los dirigentes políticos y hasta controvertida premisa es que todos los merca-
los propios analistas n o saben ya a quién dos se equilibran en u n plazo m u y corto, lo
escuchar. que equivale a decir que los precios son
C o m o consecuencia de esta confusión perfectamente flexibles.
intelectual, la política económica de los países Estos dos supuestos ofrecen un surtido
industriales se encuentra hoy aquejada de una m u y variado de proposiciones relativas al
parálisis que le impide adoptar decisiones y comportamiento y la práctica política. U n o de
tomar medidas. Dicha parálisis obedece a tres sus primeros resultados fue sugerir que la
causas: la inercia económica, la timidez exce- curva de Phillips es vertical, tanto en el corto
siva y las restricciones institucionales. c o m o en el largo plazo.
El m á s importante de estos nuevos aspec- U n a consecuencia m á s general fue el
tos es, por supuesto, la inercia económica, "teorema de la ineficacia política", que afirma
cuyas raíces se encuentran tanto en el moneta- que las medidas económicas conocidas con
rismo c o m o en la nueva macroeconomia clá- anticipación afectan sólo a los precios y n o a
sica (o escuela de las expectativas racionales). la producción real. Según este punto de vista,
El monetarismo moderno es tan conocido pues, la producción efectiva n o se desvía
que no requiere m á s que una breve digresión. nunca de su equilibrio o de su nivel potencial
Según la estricta visión monetarista, la veloci- a largo plazo, excepto en caso de perturba-
dad de circulación del dinero es rígida res- ciones imprevistas. L a división de la produc-
pecto al tipo de interés, de m o d o que el P N B ción entre precios y cantidades es u n caso
nominal es determinado por la m a s a u oferta extremo con respecto al pensamiento keyne-
monetaria (aunque la definición de "la" oferta siano, ya que transfiere a los precios el 100%
monetaria es m u y fluctuante). L a política de los cambios anticipados en el gasto del
fiscal afecta a la composición pero n o al nivel P N B nominal. Desde este punto de vista, la
del P N B nominal. El multiplicador del dinero deflación es un proceso fácil y nada costoso
es grande y estable, mientras que los multipli- que implicaría simplemente una reducción
cadoresfiscalesson nulos. anunciada y creíble de la demanda global.
El otro principio admitido, aunque con E n términos de normativa política gene-
mayores reservas, por los monetaristas es su ral, el argumento básico de estas dos escuelas
peculiar idea del proceso inflacionario. Junto es que la política económica discrecional es
a los demás paradigmas no keynesianos afines desestabilizadora. Esta idea se expresa del
a la concepción walrasiana del mercado, los m o d o m á s claro en la segunda de dichas
Reflexiones sobre el monetarismo, el estancamiento y otras exportaciones norteamericanas
Mejorando el rendimiento: aparato tayloriano para el control de la productividad individual de un herrero,
en los años veinte, H . Roger vioiiet.
escuelas, que sostiene q u e las medidas políti-
cas conocidas c o n antelación son contrarres-
tadas por la acción d e los participantes en el
m e r c a d o , en tanto q u e las medidas imprevis-
tas sólo añaden agitación e inestabilidad a la
economía. C o m o consecuencia d e la conside-
rable influencia d e estos grupos, h o y es intelec-
tualmente respetable afirmar q u e la acción
política m á s conveniente consiste en engarse
de brazos, es decir, abstenerse d e toda clase
de medidas fiscales o monetarias discreciona-
les.
U n a segunda faceta de la inercia política
contemporánea es lo que podríamos llamar
"keynesianismo tímido". El incremento de las
críticas formuladas por monetaristas y adep-
tos d e las expectativas racionales n o h a conver-
tido a los antiguos keynesianos. E l auge d e la
nueva pléyade d e teóricos q u e contienden e n
535
la palestra, unido a la triste experiencia d e los
intentos d e estabilizar las economías occiden-
tales e n los últimos años, h a vuelto taciturnos
e inseguros a m u c h o s keynesianos. E n los
Estados U n i d o s , por ejemplo, ante unas cifras
de desempleo q u e n o se conocían desde la
G r a n Depresión, se h a n alzado m u y pocas
voces d e m a n d a n d o medidas anticíclicas reacti-
vadoras. Antes bien, e n u n a actitud q u e sólo
podría calificarse d e surrealista, m u c h o s ex
keynesianos reclaman h o y u n a reducción d e
los estímulos fiscales.
U n último aspecto d e la actual parálisis
política es la presencia d e obstáculos institucio-
nales q u e coartan la reacción de los gobier-
nos. El conjunto m á s notable d e trabas d e
esta índole se encuentra h o y en el teatro
europeo, región d o n d e las barreras institucio-
nales impiden hacer frente a la recesión en
536 William D. Nordhaus

curso mediante políticas monetarias y fiscales. El auge monetarista

E n el aspectofiscal,la principal barrera
es la gran dificultad para obtener una expan-
sión fiscal coordinada en Europa. Natural- Durante el último decenio se ha registrado
mente, cada país puede dar pasos para reducir una virulenta proliferación de teorías económi-
los impuestos o incrementar el gasto, provo- cas caracterizades por la taumaturgia y la
cando una modesta expansión económica inte- charlatanería. N o obstante, el m á s importante
rior. Si bien estas medidas pueden ser útiles de los nuevos enfoques de la política econó-
en los países mayores, particularmente en la mica ha sido la adopción de la más antigua y
República Federal de Alemania, ni siquiera respetable tradición del monetarismo.
la "locomotora alemana" podrá avanzar a Y a hemos descrito brevemente el punto
menos que otros países aunen sus fuerzas en de vista monetarista, y las diferentes fases del
la expansión. U n a expansión en solitario, ascenso monetarista en los Estados Unidos
c o m o la que se proponía en Francia el son bien conocidas. Tras un largo período en
gobierno de Mitterrand en el verano de 1981, que se debatieron las virtudes respectivas de
conduce a un deterioro de la balanza de pagos las políticas monetaria yfiscal,se extendió la
y a dificultades en los mercados de divisas. adhesión a las normas monetaristas rígidas. El
Así, el carácter descentralizado de la política "Brumário" tuvo lugar en octubre de 1979,
fiscal en Europa, junto a un alto grado de cuando la Reserva Federal adoptó su pro-
apertura al exterior y de rigidez en los salarios grama cuantitativo.
reales, impone fuertes barreras a la aplicación A continuación reseñaremos algunos de
eficaz de una política fiscal. los elementos y consecuencias de una política
Desafortunadamente, desde la creación más monetarista.
del sistema monetario europeo en 1978, el
recurso a la política monetaria con fines 1. Al examinar las estrategias monetarias,
anticíclicos se ha hecho también m u c h o m á s debe abordarse en primer lugar el problema
difícil. C o m o los países tienen que defender de la determinación de los objetivos políticos
sus tipos de cambios dentro de estrechos adecuados. Indiscutiblemente, elfinúltimo de
márgenes de fluctuación, los tipos de interés toda política deberá consistir en alcanzar un
han de aplicarse en gran medida a defender la equilibrio del paro, la inflación y el creci-
paridad de los tipos de cambio. E n esas miento, unido a objetivos subsidiarios en los
condiciones, a cualquier país le resulta difícil mercadosfinancieroy de divisas.
recurrir a una política monetaria para la Sin embargo, consideramos que en el tu-
estabilización interna. Al igual que en el caso multo intelectual antes descrito, así c o m o
de la política fiscal, si todos los países que frente a los grandes problemas de responsabili-
participan en el sistema monetario europeo se dad que más adelante se examinan, la Reserva
pusiesen de acuerdo para aplicar una política Federal de los Estados Unidos se ha alejado,
monetaria coordinada, puesto que la m o n e d a con sus medidas, de losfinesúltimos correctos
unitaria europea es flotante con relación al de una política monetaria. Sus metas a medio
dólar, sería m u c h o m á s fácil fijar un rumbo plazo (intentar mantenerse dentro de los obje-
independiente hoy día que durante el período tivos monetarios fijados) son técnicamente
de Bretton W o o d s . Hasta la fecha, la coordi- imperfectas y demasiado ambiciosas. Los obje-
nación de la política monetaria ha tenido poco tivos monetarios de los Estados Unidos, extre-
éxito y, c o m o consecuencia, las fuerzas del madamente "ambiciosos", han limitado consi-
mercado y la políticafinancierade los Estados derablemente el crecimiento de la produc-
Unidos han determinado en medida considera- ción. Así, el crecimiento de 6,6% del dinero
ble los tipos reales de interés en Europa, en sentido estricto ( M I ) desde fines de 1979,
que han aumentado de m o d o particularmente más el ritmo normal de crecimiento (efec-
inmoderado e inoportuno. tuada la corrección con arreglo a los tipos de
Reflexiones sobre el monetarismo, el estancamiento y otras exportaciones norteamericanas 537

La reserva de oro más importante del m u n d o , en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York. Los
lingotes se pesan por lotes que valen aproximadamente un millón y medio de dólares de los Estados
Unidos. Ormond Gigli/Camera Press.
538 William D. Nordhaus

interés) de 2 % , deja el margen justo para un reducir la eficacia de la política fiscal. A d e -

crecimiento anual del P N B nominal de sólo m á s , si los ciclos económicos típicos son m á s
8,5%. Con un índice de inflación inamovible cortos, las demoras inherentes a la política
de 8 % durante los 3 últimos años, los referi- fiscal, más largas que en la monetaria, le
dos objetivos no procuran virtualmente nin- restan eficacia c o m o agente estabilizador.
gún crecimiento en la producción con tipos Pero la razón principal del deterioro de la
estables de interés. E n estas condiciones, política fiscal, particularmente bien demos-
no es sorprendente que los Estados Unidos trado durante el año 1982, es su intensa
hayan visto un alza de los tipos de interés politización y la duración (quizás incluso la
junto al estancamiento de la economía desde prolongación) de los plazos que normalmente
1979. se requieren para decidir. E n parte, el pro-
A menos que se acepte la idea neoclásica blema se debe a que la política de estabiliza-
de que la estructura de la economía es suma- ción se ha granjeado mala fama, c o m o antes
mente sensible a la intervención política (idea hemos visto. También puede imputarse, en
en total contradicción con el comportamiento parte, al nuevo ciclo presupuestario del C o n -
de la economía n ofinancieraa lo largo de los greso, vigente desde 1974. El Ejecutivo ela-
últimos 10 años), semejante enfoque presenta bora el presupuesto afinesdel otoño, digamos
graves deficiencias. Se impone, francamente, de octubre a diciembre del año O, y se pro-
una manera m á s sensata de dirigir la política mulga durante el año 1, por un período que
fiscal y monetaria. A partir de las previsiones abarca el último trimestre del año 1 y los
actuales, deberíanfijarseincrementos fiscales nueve primeros meses del año 2 . Así la
o monetarios que lleven la demanda global demora interior rutinaria de la políticafiscales
por el camino apropiado hacia una meta de 1,3 años (de diciembre del año O a abril
establecida. E n general, tal enfoque exigirá del año 2).
prestar atención constante a los cambios Naturalmente, las demoras reales varia-
estructurales y requerirá frecuentes ajustes en rán según la dirección y las necesidades. A
respuesta a las perturbaciones que puedan m e n u d o se ha observado (1975 y 1977) c ó m o
afectar a los sectores real y financiero. L a se da curso a medidas de estímulo mientras las
solución que consiste sencillamente en poner propuestas de restricciónfiscalactiva pierden
los relojes en hora y olvidarlos n o es sin duda vigencia (1967 o 1982). E n algunas circuns-
la mejor. tancias (por ejemplo, las propuestas fiscales
del Presidente Carter de enero de 1978), los
2. N o es probable que esta fórmula suscite plazos en el Congreso son tan largos que
controversias entre los neokeynesianos, pero cuando se aprueba finalmente el proyecto de
la división del trabajo en la estabilización ley, la tendencia de la política económica ha
entre la política monetaria y lafiscalexige m á s cambiado del estímulo a la restricción... ¡Lo
reflexión y estudio. L a ironía estriba en que que se dice una política a contrapelo!
los monetaristas se apoderaron de la política La política monetaria ha cobrado impor-
monetaria justo en el m o m e n t o en que el tancia porque n o padece el problema de las
activismo monetario resultaría más necesario largas demoras. Si se cuenta con personal
que en el pasado. experto y competente, el diagnóstico de la
El aumento de la utilidad de la política economía suele ser eficaz. Las autoridades
monetaria en los Estados Unidos se debe monetarias pueden actuar con prontitud, y la
fundamentalmente a que la políticafiscalha demora externa no es sustancialmente m á s
perdido progresivamente sus ventajas. U n a de larga que en el caso de la política fiscal.
las razones de este deterioro.es intrínseca, a La moraleja es clara: la política moneta-
saber, que el movimiento hacia una economía ria es el único instrumento viable para respon-
abierta caracterizada por mercados de capital der a los ciclos cortos (cero a dos años) de la
libres y tipos flexibles de cambio tiende a actividad económica. L a políticafiscalpuede
Reflexiones sobre el monetarismo, el estancamiento y otras exportaciones norteamericanas
ser eficaz para establecer la dirección a medio
plazo, en periodos de expansión excepcional,
c o m o a mediados de la década de los sesenta,
o en períodos de estancamiento, c o m o a
mediados de los setenta o actualmente. Pero
las demoras inherentes a esta política son
demasiado largas para que pueda aplicarse
con provecho en los ciclos cortos.
Sin embargo, la paradoja salta a la vista.
E n el preciso m o m e n t o en que la política
monetaria es la única clave para conseguir la
estabilización efectiva, se encuentra prisio-
nera de una ideología que "desvía" la atención
de variables "improcedentes" c o m o los tipos
de interés o el desempleo.
3. U n tercer problema, planteado por la
forma en que se dirige actualmente la política
monetaria, surge c o m o consecuencia de los
nuevos procedimientos de operación. Por
efecto de las graduales incursiones del pensa-
miento monetarista en la teoría y la práctica
económica, la Reserva Federal se ha tornado
gradualmente hacia técnicas m á s "cuantitati-
vas". El paso m á s importante se dio poco
después de la llegada de Paul Volcker a la
presidencia del Consejo del Sistema Federal
de Reserva. El 6 de octubre de 1979 la
Reserva Federal adoptó nuevos procedimien-
tos de operación, que llamaré "acuerdo cuanti-
tativo" ya que significa un pacto entre dicha
institución y sus críticos, partidarios de las
teorías monetaristas y cuantitativas. El ele-
mento clave del acuerdo cuantitativo era un
cambio en los procedimientos de operación
cotidianos de la Reserva Federal. C o m o Ste-
phen Axilrod explica: "El procedimiento de
control monetario adoptado por la Reserva
Federal en octubre de 1979 suponía el recurso
a las cifras de las reservas (reservas propias no
procedentes de préstamos,fijadasdía a día)
c o m o medio de controlar la oferta monetaria.
Antes de esta fecha, las operaciones cotidia-
nas de la Reserva Federal se basaban en el
control de la tasa de rendimiento de los
fondos federales (el tipo de interés interbancá-
rio de la víspera) c o m o recurso para cubrir los
objetivosfijadosen materia de oferta moneta-
ria. El cambio al nuevo procedimiento, que
539
significaba que las fluctuaciones diarias en el
rendimiento de los fondos públicos reflejarían
libremente las variaciones que la demanda de
reservas experimentase en el mercado, se
realizó en un esfuerzo por hallar una manera
m á s fiable de controlar la oferta monetaria a
largo plazo".1
Las actas del Comité Federal de Mercado
Abierto ( F O M C ) indican que este organismo
estaba bien informado de las implicaciones del
acuerdo cuantitativo: " L a mayor parte de los
miembros respaldó con firmeza el cambio en
la forma de dirigir las operaciones de mercado
abierto hacia un enfoque que daba prioridad a
la oferta del volumen de reservas bancarias
que se estimase compatible con el crecimiento
que se quisiera infundir a las variables moneta-
rias globales, permitiendo al mismo tiempo
que la tasa de rendimiento de los fondos
federales fluctuase m u c h o m á s que antes
(. . . ) . El comité había previsto que el cambio
a un sistema de operación que daba prioridad
al volumen de reservas se traduciría en un
incremento automático y en mayores fluctua-
ciones en la tasa de rendimiento de los fondos
federales."2
C o m o pronosticaría el análisis económico,
el movimiento hacia el control cuantitativo del
dinero condujo a una mayor inestabilidad de
su precio, o sea, de los tipos de interés. C o m o
vemos en los cuadros 2 y 4 , la variabilidad de
los cambios mensuales de los tipos de interés
en los Estados Unidos se multiplicó por 6 en
el caso de los fondos a corto plazo y por u n
factor de 2,5 a 4 en el largo plazo.
L a mayor inestabilidad para los fondos a
corto plazo ya estaba prevista, c o m o lo indica
la cita del Comité de Mercado Abierto. Pero
el ingente incremento de los tipos de interés a
largo plazo (Cuadro 4) sorprendió a muchos
observadores, así c o m o también la mayor
inestabilidad del crecimiento de las masas
monetarias. Estos cambios, junto a la agrava-
ción de la inestabilidad de todas las variables
referentes a la producción, hacen pensar que
la política monetarista no calmó las expectati-
vas sino que, por el contrario, las desestabi-
lizó. E n resumidas cuentas, el aumento de la
inestabilidad que se observa en todas las
540 William D . Nordhaus

variables del Cuadro 2 plantea serias dudas A nuestro entender, el ascenso de la

sobre la validez de los argumentos económi-
cos que condujeron a la revolución mon'eta-
rista en el último decenio.
4. L a consecuencia principal de la revolución
monetarista ha consistido en el enorme
ascenso de los tipos de interés de la renta fija
desde 1979. E n cuanto al capital corporativo,
las tasas de interés real iniciaron la escalada
en los primeros años de la década de 1970 y,
en todo caso, su ascenso estaba ya afianzado
en 1978 (véase la figura 1). Desde luego, ese
destacado incremento de la rentabilidad real
del capital y las acciones, tasadas a su valor de
mercado, fue reflejo del importante descenso
de los depósitos " Q " en el decenio pasado.
La evolución del interés real de los valo-
res de renta fija, parece deberse a un fenó-
m e n o m u y distinto del anterior. E n parte,
sería natural suponer que el ascenso del
interés real devengado por las obligaciones y
similares refleja el incremento, de carácter
m u c h o m á s general, que los rendimientos
reales experimentaron en los diez últimos
años (figura 1). Pero ocurre que el marcado
ascenso del rendimiento real de los fondos de
rentafijan o data sino de 1979.
rentabilidad real de las obligaciones desde
1979 debe considerarse c o m o el resultado
conjunto de una política monetaria restrictiva
y del aumento del riesgo de las obligaciones.
C o m o se hizo observar anteriormente, los
objetivosfijadosa la política monetaria desde
1979 han sido sumamente restrictivos, y lógica-
mente puede esperarse u n aumento d e los
tipos de interés del cuasi dinero, por ejemplo,
de los instrumentos del mercado monetario y
de los pagarés a corto plazo.
Ahora bien, también ha aumentado el
precio de los fondos a largo plazo, llegándose
a la paradójica situación de que actualmente,
cuando la mayoría de las personas e institu-
ciones que intervienen en el mercado creen
que los tipos de interés se mantendrán esta-
bles, las tasas de largo plazo son superiores en
3 puntos a las de corto plazo.
U n a de las razones que podrían explicar
ese ascenso de los tipos de interés a largo
plazo consiste en que el acuerdo cuantitativo
de 1979 incrementó m u c h o el riesgo de los
títulos de rentafija.Según cálculos que h e m o s
publicado en otro artículo, desde 1979 el
coeficiente "beta" del rendimiento de las

C U A D R O 4. Inestabilidad de los tipos de interés a largo plazo, las obligaciones y los tipos de interés a corto
plazo*

Corto Plazo

Fondos Bonos del

federales Tesoro

a) Enero 1961 - Die. 1978 0,33 0,27

b) Enero 1971 - Die. 1978 0,43 0,40
c) Enero 1971 - Set. 1979 0,21 0,28
d) Enero 1980 - Die. 1981 1,89 1,55
Proporción de inestabilidad día 5,70 5,70

Largo Plazo Obligaciones

Tesoro a Aaa Baa
20 años

a) Enero 1961 - Die. 1978 26,6 17,9 16,1 44,8

b) Enero 1971 - Die. 1978 30,0 18,3 18,5 49,1
c) Enero 1979 - Set. 1979 14,2 15.5 14,0 35,1
d) Enero 1980 - Die. 1981 85,4 72.6 41,8 56,4

Proporción de inestabilidad día 3,2 4,1 2,6 1,3

* La inestabilidad se define como la media móvil de tres meses de los rendimientos mensuales
Reflexiones sobre el monetarismo, el estancamiento y otras exportaciones norteamericanas 54

A B
• •
* ••
•••
< • ••
1965
•
••

••
••
1970 ••
••
••
••
•
1975
••••
•••:..
••
••
1980

-4,0 -2,0 0 2.0 4.0 6,0 8,0 10,0 12,0 14,0 16,0

FIG. 1. Rendimientos reales en los Estados Unidos, 1960-1982. Tasas de rendimiento reales de los bonos
del Tesoro a un año (A) y de todos los capitales de las sociedades anónimas (B). En este último caso, la
tasa de rendimiento está calculada sobre la cotización del mercado y no sobre el coste de reposición del
capital. Los datos de 1982 son estimaciones del autor. Las cifras de años anteriores proceden del Economic
Repon of the President, 1982.

obligaciones a largo plazo es m a y o r que la E s importante comprender que en el

correspondiente a los títulos de renta varia- acuerdo cuantitativo se combina u n a política
ble. Ante este ingente aumento de la inestabi- cuantitativa estratégica con otra de carácter
lidad de las obligaciones (buena parte de la táctico. Desde 1979, la Reserva Federal ha
cual no resulta diversificable a largo plazo) era tomado m u y en serio, aunque n o rígida-
inevitable que se incrementase la prima de mente, sus objetivos en materia de oferta
riesgo que se paga por las obligaciones a largo monetaria, haciendo caso omiso al parecer de
plazo y que disminuyese la diferencia de las consecuencias de ese objetivo estratégico
rendimiento entre los títulos de rentafijay los sobre la "economía real". A l m i s m o tiempo,
de renta variable; y en efecto, esa diferencia c o m o se señaló, la Reserva Federal ha modi-
se ha reducido moderadamente desde octubre ficado su técnica, fijando cada m e s sus objeti-
de 1979. vos en cuanto a las reservas, en lugar de
El diagnóstico expuesto en los párrafos fijarlos, c o m o lo hacía antes, en el c a m p o de
anteriores ofrece consecuencias importantes los tipos de interés.
para los aspectos "técnicos" de la política C a b e formular aquí una observación
monetaria, que se refieren a elegir el mejor acerca de un punto m u y importante, aunque
procedimiento operativo para alcanzar los no siempre bien comprendido, a saber, que no
objetivos finales mencionados anteriormente; existe ninguna necesidad económica de vincu-
por ejemplo, las técnicas operativas de uso lar el uso estratégico de los objetivos cuantita-
diario ¿deben destinarse a las reservas propias tivos con su empleo técnico. L a Reserva
no tomadas en préstamo, a otros agregados Federal podría atenerse al objetivo moneta-
macroeconómicos, a los tipos de interés o a rista de no rebasar sus propios límites sirvién-
una combinación de todas estas variables? dose de una combinación cualquiera de objeti-
542 William D . Nordhaus

vos referentes a los tipos de interés y a las C U A D R O 5. Transmisión de la inestabilidad d e los

reservas, y de hecho esa era la técnica que se tipos de interés en los Estados Unidos a las
variables internacionales*
empleaba antes de octubre de 1979. Análoga-
mente, si se juzga que la mejor manera de Inestabilidad
regular la oferta monetaria consiste en fijar
(a) (b) (c) =
unos objetivos referentes al nivel de reservas, 1976-78 1980-81 (b)/(a)
la Reserva podría emplear esos objetivos a
manera de técnica operativa, aun conser- 1. Tipo de interés
vando como fin último el de conseguir una en los Estados Unidos 0,16 0,82 5,2
determinada tasa de crecimiento nominal del 2. Tipos de interés
en otros países
P N B . E n realidad, el empleo de un objetivo Alemania (Rep. Fed. de)
cuantitativo con fines dobles ha desestabili- (marco) 0,068 0,33 4,9
zado al mismo tiempo los fines técnicos y Japón (yen) 0,15 0,24 1,6
fundamentales de la política económica. 3. Descuentos en el
mercado de futuros
Alemania (Rep. Fed. de)
5. U n a de las consecuencias de que Estados (marco) 0,22 0,84 4,0
Unidos haya adoptado una política moneta- Japón (yen) 0,46 0,82 1,8
rista reside en las repercusiones de este hecho 4. Tipo de cambio
fuera del país. E n efecto, los elevados tipos de al contado
Alemania (Rep. Fed. de)
interés reales de Estados Unidos se han difun- (marco) 0,85 1,5 1,8
dido en el extranjero. E n Europa, por ejem- Japón (yen) 0,86 1,3 1,5
plo, los tipos reales han subido casi tanto 5. Tipo de cambio
c o m o en los Estados Unidos. La transmisión a plazo
Alemania (Rep. Fed. de)
automática de las variaciones de los tipos de
(marco) 0,85 1,4 1,7
interés en el extranjero ha sido m u c h o menos Japón (yen) 0,87 1,2 1,4
intensa que durante el período de Bretton
W o o d s , pero en todo caso ha tenido fuerza
suficiente para arrojar una nueva ducha fría
* La inestabilidad se define aquí como la desviación
sobre las ya enfriadas economías de Europa y típica, no afinada, de la tasa de variación de los tipos
Japón. de cambio o de los tipos de interés, medidos semanal-
Sería interesante saber si en el extranjero mente. E n el caso de los tipos de interés y del mercado
de descuento, se ha tomado como unidad la variación
los tipos de interés han registrado una inestabi- x(t) - x(t-l), en porcentaje anual; en el caso de los tipos
lidad análoga a la de los Estados Unidos. La de cambio, la unidad es la variación proporcional
[x(t) - x(t-l)] / x(t-l), en porcentaje semanal.
ecuación de la relación entre los tipos de
interés y los tipos de cambio nos dice que, en
un mercado de capital abierto, la mayor es todavía m u y inferior a la de los Estados
inestabilidad de las tasas de interés en los Unidos.
Estados Unidos se traducirá en una inestabi- La tercera línea expresa que la mayor
lidad de los tipos de interés en el extranjero, parte del aumento de inestabilidad ha sido
de los tipos de cambio para las operaciones al trasladada hacia adelante, en forma de tasas
contado o de los tipos de cambio para las de descuento o de primas, lo que podría
operaciones a plazo. E n el Cuadro 5 se cifra deberse tanto a los movimientos de los tipos
la inestabilidad de los tipos de cambio y de de cambio al contado como a las oscilaciones
interés, según datos semanales, antes y des- de las tasas de cambio a plazo. Las líneas 4
pués de 1979. y 5 indican que la inestabilidad de los tipos de
La segunda línea del cuadro revela que cambio al contado y a plazo ha aumentado
en el extranjero la inestabilidad de los tipos de moderadamente desde 1979, siendo algo
interés ha crecido mucho, más en la Repú- mayor el reajuste en el primer caso. Así,
blica Federal Alemana que en Japón, aunque pues, en tanto que el fuerte y duradero
Reflexiones sobre el monetarismo, el estancamiento y otras exportaciones norteamericanas 543

En nombre de los once millones de desocupados de los Estados Unidos de América, uno de ellos
emprende una larga marcha a través del país. Greg Fisher/Sygma.

ascenso de los tipos de interés reales en los
Estados Unidos se h a transmitido en gran
parte a los tipos d e interés reales de Europa y
Japón, que también aumentaron considerable-
mente, la inestabilidad de los tipos de interés,
m u c h o m a y o r en Estados Unidos, se ha trans-
mitido sólo en parte a los tipos d e interés y las
tasas de cambio extranjeras. E n todo caso,
esta agitación indeseada en los mercados
financieros es sin duda una de las causas de la
hostilidad de otros países hacia la actual
política monetaria de Estados Unidos.
6. U n último punto que es preciso comentar
respecto a la conducción de la política moneta-
ria consiste en el contexto político general en
que se desenvuelve. Para algunos, el acuerdo
cuantitativo podría considerarse fundamental-
mente c o m o una argucia política. Según este
punto de vista, la Reserva Federal sabe que el
monetarismo carece de toda justificación inte-
lectual, y q u e , en el mejor d e los casos,
c o m o solución óptima, la Reserva Federal
emplearía los procedimientos académicos
esbozados en párrafos anteriores parafijarsus
objetivos. A h o r a bien, según esa opinión, el
procedimiento óptimo adolece de dos inconve-
nientes, a m b o s de orden político. E n primer
lugar, el Congreso n o permitirá q u e la
Reserva se arrogue la facultad de determinar
el equilibrio apropiado entre inflación, desem-
pleo y producción. E n segundo lugar, la
política monetaria adecuada requiere a
m e n u d o el aumento de los tipos de interés,
medida poco preciada en el escenario político.
A h o r a bien, escudándose tras la ideo-
logía monetarista, la Reserva hace m e n o s
incisivas esas dos críticas. Dirán que, al fijar
unos objetivos monetarios, n o están tomando
ninguna decisión de competencia del poder
legislativo, sino q u e se limita a aplicar u n a
regla neutral. A d e m á s , la Reserva " n o tiene
la culpa" de los tipos de interés, que son
consecuencia de la lentitud con q u e el C o n -
544
greso resuelve las cuestiones fiscales, de
alguna maniobra especulativa o de otras extra-
vagancias no monetarias.
Sería difícil n o mostrarse comprensivos
ante el dilema político en que se debate la
Reserva Federal. Pero en una cuestión tan
importante c o m o es el empleo del principal
instrumento estabilizador de que dispone la
nación, esa comprensión no puede tomarse
por acuerdo. Si la Reserva es incapaz de
operar c o m o no sea escudándose tras posturas
irracionales, y si a consecuencia de ello la
economía se ve inmersa en una prolongada
recesión, es necesario preguntarse si n o exis-
ten otras soluciones institucionales.
U n a de ellas podría buscarse en el
acuerdo institucional previsto en la ley H u m -
phrey-Hawkins, según la cual los tres princi-
pales agentes económicos intentarán coordi-
nar sus objetivos y las medidas de política
práctica. Pero, en la práctica, este mecanismo
ha demostrado carecer de todo valor y no se
ha observado ningún cambio apreciable en el
comportamiento de la economía desde que
dicha ley entró en vigor.
Otro cambio m á s profundo consistiría en
remodelar la Reserva Federal misma. E n
efecto, poniéndola bajo la autoridad del
Tesoro o situando representantes del go-
bierno en su Junta de Directores o en el
Comité de Mercado Abierto, al menos se
atenuaría el problema de la responsabilidad.
A d e m á s , al unificar la responsabilidad ejecu-
tiva, esta solución permitiría coordinar mejor
la políticafiscalcon la monetaria.
Es m u y probable que esos cambios tan
radicales asusten a los mercados financieros,
pero también es verdad que cualquier cosa les
espanta. L o que importa dilucidar es si, ante
los cambios que está experimentando la reali-
dad, las responsabilidades cada día mayores
de las autoridades monetarias, la creciente
vinculación con la economía internacional, la
menguante eficacia con que se utiliza la polí-
ticafiscal,no ha llegado la hora de replantear
el lugar que ocupa en nuestro esquema d e m o -
crático o administrativo esta institución que
actualmente desempeña un papel fundamen-
tal en el terreno de la política económica.
William D . Nordhaus
Una sencilla
propuesta para el decenio 1980
Del análisis realizado en estas páginas se
deduce un punto de vista sobre lo que podría
ser una política económica internacional sen-
sata para los próximos años.
H a y que reconocer, a la luz de las obser-
vaciones formuladas a propósito de la ruptura
del consenso entre los economistas, que la
probabilidad de alcanzar un acuerdo sobre un
programa de este tipo es tan remota c o m o la
de que las múltiples religiones del m u n d o
convengan en elegir al Papa por dirigente
espiritual. A ú n así, la reflexiones que siguen a
continuación podrían ser útiles c o m o marco
de referencia a los dirigentes políticos cuando
deban abordar los problemas concretos. Por
lo demás, es necesario que las políticas econó-
micas se ajusten a las exigencias del m o m e n t o
y a la estructura institucional de cada país.
E n primer término, es menester revisar
las perspectivas de crecimiento económico
para los próximos años. El lento crecimiento
en los países industriales desde 1973 es el
precio del intento de franquear los obstáculos
impuestos por la crisis de la energía y la
inflación. Pero quizá haya llegado el m o m e n t o ,
c o m o decía el senador Aiken en 1968 refirién-
dose a la política norteamericana en Vietnam,
de proclamar la derrota de la inflación y
comenzar a avanzar.
Sería imprudente empeñarse en restable-
cer las elevadas tasas de crecimiento y los
bajos índices de desempleo de las décadas
de 1950 y 1960; las economías de nuestros
países tienen todavía m u c h o camino que reco-
rrer antes de llegar a ese grado de dinamismo.
Por lo tanto, podríamos sugerir que los países
industriales se fijen u n objetivo de creci-
miento algo superior a su capacidad potencial;
un índice de 4 a 5 % n o parece excesivo.
Si se admite que es posible iniciar ahora
una recuperación a plazo medio, la segunda
cuestión que se plantea se refiere a las medi-
das de política económica m á s adecuadas para
iniciar este proceso. Desde cualquier punto de
vista, la fórmula m á s conveniente parece ser
Reflexiones sobre el monetarismo, el estancamiento y otras exportaciones norteamericanas 545

Innovación tecnológica de alta densidad de capital: robot "funcionoide" con la fuerza suficiente para
levantar un camión, expuesto en Los Angeles en marzo de 1983. BÍII Nation/Sygma.

la de recurrir a la política monetaria para
provocar una expansión económica m á s rá-
pida. Los Estados Unidos, cuya estructura
financiera ostenta el predominio, tendrían que
asumir la iniciativa. Esa política exigiría redu-
cir los tipos de interés real, a corto y a largo
plazo, a una cifra cercana a cero, es decir,
m u y inferior al 5-7% que ha imperado du-
rante los últimos tres años. Esa política n o
sólo provocaría una expansión inducida por la
inversión, sino que favorecería además la
expansión equilibrada de los demás países.
E n u n tercer grupo de medidas prácticas,
los principales países deberían abandonar la
actual ideología monetarista y las técnicas
operativas de la misma índole. L a adopción
coordinada de objetivosflexiblesen cuanto a
los tipos de interés reduciría la gran inestabili-
dad de esas tasas que se observa en los
cuadros 2 y 3. A d e m á s , de esta manera
podrían armonizarse mejor las políticas finan-
cieras de los distintos países, pues la discusión
estaría basada en una unidad métrica c o m ú n
para todos ellos, a saber, el tipo de interés, y
no en esas unidades místicas e incongruentes
que son las masas monetarias.
El abandono de la política financiera
monetarista y lafijacióncoordinada de objeti-
vos internacionales definidos en términos de
tipos de interés real, tendría además por
efecto una reducción apreciable de una parte
de la inestabilidad de los tipos de cambio, al
menos, la que se debe a la inestabilidad de los
tipos de interés. N o s parece que sería conve-
niente replantear la adhesión a la flotación
pura de los tipos de cambio, al laissez faire,
laissez tomber, y preguntarse si no ha llegado
el m o m e n t o de emprender u n programa de
intervención coordinado por una dirección
internacional.
¿Son algo m á s que meras fantasías estas
ideas? N o nos caben dudas de que, conside-
546 William D. Nordhaus

rando el estado de anarquía en que se encuen- cuestiones fundamentales de la macroecono-

tra actualmente el análisis económico, sería mía, (a saber, ¿tienen importancia las medi-
m u y difícil ponerse de acuerdo sobre u n das prácticas de la política económica?, ¿tiene
programa coordinado de recuperación. El importancia el déficit?, ¿se equilibran los
naufragio de la profesión económica ha disper- mercados por sí mismos?), poca esperanza
sado a los sobrevivientes en un sinnúmero de nos queda de ponernos de acuerdo acerca de
islotes sin vínculos entre sí. Mientras no la necesidad y los medios de la recuperación
avancemos m á s en la resolución de algunas económica. „ , . , . . . ,,
° Traducido del ingles

Notas

1. Stephen Axilrod, "Monetary procedures", Federal Reserve 2. Federal Reserve Bulletin,

policy, money supply and the Bulletin, enero de 1982, p. 19. diciembre de 1979, p. 94 s.
Federal Reserve's operating
Teoría económica
y política de desarrollo

H . M . A . Onitiri

El 24 de diciembre de 1982, u n periodista del Hados y, m á s aún, los hambrientos y desposeí-

New York Times nos deseó una Navidad que dos en las regiones menos desarrolladas del
no podía ser menos feliz. Escogió la Noche- planeta—, atrapados en las garras de la peor
buena, tradicionalmente eufórica y bulliciosa, recesión conocida desde la década de 1930, la
para recordarnos la situación del m u n d o en Nochebuena de 1982 no fue particularmente
que nos disponíamos a beber y bailar, remi- "una noche inolvidable".
tiéndonos al sombrío cuadro de la economía Entretanto, a medida que la recesión se
global presentado en un reciente estudio del agravaba, los economistas continuaron formu-
Institute for International Economics: "El lando recomendaciones contradictorias en
comercio mundial está declinando. Los pre- torno a los medios que pueden llevarnos a una
cios de los productos bási- recuperación. E n reali-
cos están en los niveles dad, la crisis que existe
H . M . A . Onitiri, economista nige-
reales m á s bajos alcanza- en el pensamiento econó-
riano, trabaja actualmente en el Pro-
dos en 30 años. Las ren- grama de las Naciones Unidas para el mico parece m u c h o m á s
tas per capita disminuyen Desarrollo, 1 United Nations Plaza, profunda que la que pa-
en América Latina y en Nueva York N Y 10017. Anterior- dece la economía m u n -
el Africa subsahariana, y mente fue director del Instituto de dial, y no sería sorpren-
Investigaciones Sociales y Económi-
el crecimiento se ha dete- cas de Nigeria, en Ibadán, y contri- dente que ésta alcanzara
nido incluso en las diná- buyó a la redacción de varias obras, a recobrase antes de que
micas economías de Asia entre otras Problems of Economic los economistas logren
oriental. Las quiebras de Development (1965), African Primary volver a tener la iniciati-
Products and International Trade
empresas son numerosas va e influir en la realidad
(1965) y Capital Movements and Eco-
y se multiplican, los re- nomic Development (1967). económica de nuestro
escalonamientos y rea- tiempo.
condicionamientos de la Esto explica por qué,
deuda son frecuentes y la en los últimos años, han
amenaza de un derrumbamiento financiero proliferado un sinfín de publicaciones escritas
cobra una importancia cada vez mayor." 1 por economistas que reflejan dudas e incerti-
L a fiesta no dejó de celebrarse por eso, dumbres sobre la utilidad de esta disciplina
de la misma manera que la gente siguió para hallar una solución a los problemas de
bailando a bordo del Titanic la noche en que hoy, y al m i s m o tiempo está cundiendo un
el lujoso y desafortunado transatlántico se movimiento de economistas del tercer m u n d o
acercaba m á s y m á s a un desastre que con m á s dispuestos a fomentar nuevas ideas y modelos
precaución e ingenio se hubiera podido evitar. de desarrollo m á s adaptados a las circunstan-
Pero para millones de seres humanos de todo cias locales.2
el m u n d o —los parados en los países desarro- Esta infortunada situación del m u n d o es
Teoría económica y política de desarrollo 549

consecuencia de los fracasos registrados e n
m u c h o s frentes, y q u e h o y h a n t o m a d o la
forma de tres crisis fundamentales, a saber:
1) la crisis d e la gestión y la estabilización
económica e n los países desarrollados; 2) la
crisis del desarrollo internacional derivada de
la incapacidad de instaurar ordenamientos y
mecanismos necesarios para estabilizar la eco-
nomía mundial y para u n a gestión global del
desarrollo económico del m u n d o , y 3) la crisis
de desarrollo económico que padecen los
países en desarrollo y q u e es consecuencia en
parte de la debilidad de la economía mundial
y en parte del fracaso de m u c h o s países que
n o h a n sabido ordenar sus prioridades y
movilizar sus recursos de la m a n e r a m á s
eficiente. L o m á s notable es que estos fracasos
se revelan e n u n a época en que los espectacu-
lares adelantos de la ciencia y la tecnología
ofrecen al m u n d o inmensas posibilidades para
hacer frente a problemas y desafíos en casi
todas las esferas de la actividad económica.
L a crisis de estabilización económica en
los países desarrollados es quizá la m á s crítica,
por cuanto también explica e n parte los fraca-
sos registrados en los otros dos frentes. H a y
muchas razones para esto. E n primer lugar,
los países desarrollados han justificado fre-
cuentemente su renuencia a contribuir con
m a y o r generosidad a los programas internacio-
nales o a incrementar la ayuda bilateral invo-
cando sus propios problemas internos, c o m o
la inflación, el paro y los focos de pobreza. E n
segundo lugar, los argumentosfilosóficosen
cuanto a si la estabilización de la economía
de los países desarrollados debe abordarse
mediante u n a intervención del poder público
o confiando principalmente en los mecanismos
del mercado se han hecho a m e n u d o extensi-
vos a los problemas mundiales y a los de los
países en desarrollo. Por ejemplo, los intentos
de estabilizar los mercados internacionales d e
productos básicos mediante acuerdos entre
productores y consumidores h a n hallado fre-
cuente resistencia por parte de los países
desarrollados, q u e sostienen q u e tales m e d i -
das estorbarían el libre juego d e la oferta y la
d e m a n d a en los mercados mundiales; por el
m i s m o motivo, se h a sugerido con frecuencia
a los países e n desarrollo q u e la iniciativa
privada serviría m u c h o mejor a su progreso
económico y social que el confiar en la inter-
vención del Estado y en las empresas públi-
cas. 3
Por dichas razones, ni los países. e n
desarrollo ni aquellos q u e creen e n la viabili-
dad de los conciertos globales para la gestión
de la economía mundial deben ignorar, tanto
los problemas prácticos de estabilización de la
economía d e los países desarrollados c o m o los
debates intelectuales que siempre h a n a c o m -
pañado a estos problemas. D e m á s está decir
que el m o d o en q u e se resuelva la actual crisis
teórica respecto al problema d e la estabiliza-
ción de la economía de los países desarrolla-
dos afectará inevitablemente al r u m b o del
pensamiento económico durante m u c h o s años,
lo que tendrá necesariamente repercusiones,
para bien o para m a l , en los países e n
desarrollo. Todas las ideas viejas (clásicas,
neoclásicas, keynesianas y postkeynesianas,
etc.) se están poniendo rigurosamente a
prueba, y es dudoso que siquiera el monéta-
risme, tan e n boga antes d e la recesión,
sobreviva a la presente crisis. E n realidad,
quizá n o sea exagerado suponer q u e estamos
entrando e n u n periodo de fluidez de pensa-
miento, e n q u e los economistas deberían
sentirse libres para desprenderse de las viejas
ideas y de las actitudes preconcebidas, y estar

Mercaderes europeos del siglo xvni en un puesto de comercio de Dahomey (actual Benin). El recinto
central, reservado a los franceses, cuenta con locales para alojar al personal y los sirvientes, un almacén,
una herrería, un huerto y una bodega. A la derecha está la morada de los ingleses y al frente la de los
holandeses. Los portugueses ocupaban el edificio de la izquierda. El amplio patio con un árbol que se ve a
la derecha pertenece al serallo del rey africano que residía en la zona inferior. L a municipalidad está
situada en la zona superior, a izquierda y derecha. El gran hoyo que se observa en el centro se debe a la
excavación de materiales de construcción. E n primer plano, el director francés transportado en un
palanquín y seguido por un dignatario africano en una hamaca cubierta. Bibliothèque Nationale. Caboue-Edimages.
550
dispuestos a reexaminar opciones y modelos
previamente desechados c o m o impracticables.
El m o m e n t o parece ser particularmente propi-
cio para que prosperen nuevas líneas de
pensamiento, sin duda m á s libres de prejui-
cios ideológicos que hasta la fecha. E n reali-
dad, quizá estemos acercándonos ya al surgi-
miento de una nueva ciencia económica, m á s
adaptada a los problemas prácticos con los
que nos enfrentamos hoy en la dirección de
los asuntos económicos nacionales así c o m o
en la organización de las relaciones económi-
cas internacionales. Si las actuales políticas
fracasan, c o m o al parecer ocurre, el apremio
mismo de los acontecimientos favorecerá sin
duda maneras m á s realistas de abordar las
cuestiones económicas nacionales e internacio-
nales, y una mayor disposición a reexaminar
una m á s amplia gama de opciones para formu-
lar políticas económicas en ambos planos.
E n los países en desarrollo, la crisis ha
presentado muchas facetas. A la crisis de la
gestión económica interior ya referida se
suma la crisis de ideas, m u y a m e n u d o ideas,
contradictorias importadas junto con la ayuda
exterior. Tres cuestiones importantes suelen
plantearse a este último respecto. L a primera
es hasta qué punto deben los países en desa-
rrollo confiar en la " m a n o invisible" del sis-
tema de precios y en qué medida deben interve-
nir activamente sus gobiernos en la dirección
de los asuntos económicos, estableciendo regu-
laciones y controles directos o mediante una
participación directa en el proceso de produc-
ción. Esta cuestión alude también a los papeles
que han de asignarse respectivamente a los
sectores privado y público de la economía. E n
segundo lugar, aunque de igual importancia,
están las cuestiones relativas a las estrategias
de desarrollo que, en los últimos años, presen-
tan nuevas perspectivas respecto del empleo,
la distribución de la renta y las necesidades
fundamentales. Por último, la situación creada
por la prolongada dependencia respecto de
una economía internacional inestable, plantea
con frecuencia graves problemas incluso a
aquellos países en desarrollo capaces de dirigir
sus economías nacionales con una eficiencia
notable.
H. M. A, Onitiri
La perspectiva histórica
La situación de crisis tiene profundas raíces en
la experiencia histórica de los países en desa-
rrollo. Las consecuencias de las estructuras
económicas y sociales que muchos de ellos
heredaron al salir de regímenes coloniales o
neocoloniales fueron subestimadas por n u m e -
rosos economistas especializados en el desa-
rrollo, e incluso por algunos de los gobiernos
de países que accedieron recientemente a la
independencia.
Junto con la toma de conciencia de la
magnitud de las tareas a realizar, se ha
despertado un interés creciente por la eco-
nomía del desarrollo que empezó a difundirse
cuando, después de la segunda guerra m u n -
dial, un número considerable de países pasó
de la dominación colonial a la independencia
política. Dicho interés cristalizó en dos direc-
ciones principales. E n primer lugar, algunos
aprovecharon la oportunidad para especular
sobre las condiciones del crecimiento econó-
mico y los caminos de acceso al m i s m o ,
prestando poca o ninguna atención a las
condiciones reales de las que los países en
desarrollo acababan de salir. D e este m o d o se
difundió la creencia de que modelos de desa-
rrollo económico concebidos para los países
más avanzados podían aplicarse fácilmente a
la situación de los países en desarrollo. Otros,
en cambio, se oponían a este parecer, lla-
m a n d o la atención sobre la difícil situación en
que se hallaban los países en desarrollo des-
pués de la independencia y las medidas espe-
ciales que habría que tomar para corregir los
desequilibrios estructurales que habían here-
dado. Este último grupo aportó una considera-
ble contribución intelectual a los primeros
esfuerzos realizados por las Naciones Unidas
para movilizar la opinión internacional y
promover medidas especiales de ayuda a los
países en desarrollo.
Las publicaciones recientes sobre la eco-
nomía del desarrollo todavía reflejan estos
enfoques. El primero ha conducido a modelos
matemáticos complejos y elegantes, muchos
de los cuales presentan la debida coherencia
Teoría económica y política de desarrollo
Cargadores en el delta del Níger. Hassner/Ifot.
interna, pero que, en su mayoría, adolecen de
dos defectos básicos: a) numerosos países en
desarrollo no pueden elaborar aún las estadís-
ticas que tales modelos exigen para alcanzar
un nivel mínimo de crebilidad; y b) aunque
los modelos suelen dar la impresión de que se
comportan como el m u n d o real, m u y rara vez
sucede que el m u n d o real se comporte c o m o
los modelos. 4 El segundo enfoque ha abierto
nuevas perspectivas cada vez más atentas a
factores c o m o el desarrollo de los recursos
humanos, el empleo, las necesidades funda-
mentales y el desarrollo rural.5
La importancia de la cooperación interna-
cional para el desarrollo se reconoció m u y
pronto, y se abrigaron grandes esperanzas de
que los países desarrollados harían amplias
transferencias concesionarias para ayudar a
resolver los principales problemas de reestruc-
turación de las naciones en desarrollo. Los
acontecimientos frustraron aquellas esperan-
zas. Los países desarrollados, en general, han
respondido en forma reservada y limitada a la
demanda de ayuda multilateral, y en los
últimos tiempos han mostrado marcada prefe-
rencia por sus propios programas de • ayuda
551
bilateral, vinculados en amplia medida a sus
exportaciones y sus expertos, así c o m o a su
propia ideología acerca de los rumbos que el
desarrollo debe seguir. Se han rechazado
todos los argumentos en pro de un enfoque
del estilo del Plan Marshall; en los primeros
días, las propuestas en favor de un Fondo
Especial de las Naciones Unidas para el
Desarrollo Económico ( S U N F E D ) quedaron
arrumbadas, perdiéndose así la oportunidad
de encarrilar a los países en desarrollo desde
una infraestructura más sólida.
Enfrentados con la creciente marea de
esperanzas que animaba a sus pueblos, perju-
dicados por la insuficiencia de su infraestruc-
tura y por la inestabilidad de los mercados de
los contados productos básicos que proporcio-
naban el grueso de sus ganancias en divisas, y
agobiados por la escasez de m a n o de obra
calificada y por la mala gestión, numerosos
países en desarrollo se encontraron en una
situación bastante desesperada, en la que se
sentaron las bases de un fracaso generalizado
de los planes de desarrollo y una acumulación
de frustraciones y descontento.
La inestabilidad política, secuela inevita-
552
ble de los procesos de transición hacia nuevas
sociedades y de los esfuerzos por consolidar la
independencia política, agravó situaciones
que ya estaban al borde del desastre econó-
mico, traduciéndose todo ello en un grado de
inestabilidad poco envidiable que se ha invo-
cado frecuentemente para disminuir, en vez
de aumentar, el flujo de la ayuda internacio-
nal.
Tal situación, mientras ponía a los políti-
cos de los países en desarrollo ante opciones
difíciles, ofrecía a los economistas material
abundante para la especulación. C o m o bien
ha explicado Paul Streeten, "lo notable en
estas disquisiciones iniciales es la proliferación
de ideas, críticas y reservas, que contrasta
vivamente con la visión monolítica de la
existencia de un paradigma único."6 Había,
por supuesto, diferentes matices en las opi-
niones, pero la división esencial era la que se
establecía entre izquierda y derecha, m á s
tolerante la primera con respecto a la interven-
ción del poder público, mientras que la
segunda insistía en que la política económica
debía seguir principalmente las normas del
mercado libre. Las realidades de la política
sobrepasaron todas estas discusiones, ya que
muchos países en desarrollo se vieron atrapa-
dos en la guerra de ideologías contrarias, lo
que a m e n u d o se traducía en penosos desplaza-
mientos del esfuerzo desde una base ideoló-
gica a la otra.
A comienzos de los años setenta, cuando
se evaluaron los resultados del primer decenio
de desarrollo patrocinado por las Naciones
Unidas, se hicieron evidentes las limitaciones
del enfoque hasta entonces aplicado. Resul-
taba manifiesto que, dadas las circunstancias
particulares de los países en desarrollo, u n
aumento del crecimiento económico por sí
solo no bastaba, y que debía prestarse m á s
atención a la distribución de los frutos de ese
crecimiento, al desarrollo rural, a la promo-
ción del empleo, a las necesidades fundamen-
tales, etc. Por los demás, la insuficiencia de la
ayuda internacional había llegado a ser tan
obvia que la Comisión Pearson7 hizo un
nuevo llamamiento a la comunidad internacio-
nal para que incrementase su apoyo a la
H . M. A. Onitiri
cooperación. Las nuevas perspectivas de
desarrollo inspiraron nuevas reflexiones a
investigadores académicos y organizaciones
internacionales, y de ellas surgieron diversas
ideas respecto al m o d o de ampliar los benefi-
cios del proceso de desarrollo por medio de
promover el empleo, de asistir a la pequeña
industria, de atender las necesidades básicas y
de realizar programas especiales en favor de
los grupos m á s desvalidos.8
Mientras tanto, los países en desarrollo
se sentían ya suficientemente desilusionados
con los resultados de dos décadas de "coopera-
ción internacional" c o m o para ponerse a bus-
car vías alternativas basadas en una mayor
autonomía y en un aumento de la cooperación
entre ellos, lo cual se tradujo en cierta formali-
zación de las relaciones Sur-Sur y en el
fomento de reflexiones teóricas respecto al
alcance y consolidación de tales relaciones.
Dichas reflexiones son todavía bastante recien-
tes, pero dos de los problemas esenciales que
todo enfoque tendría que resolver son ya
manifiestos. El primero es el poder adquirido
por las sociedades transnacionales en las
estructuras de producción de los países del
Sur, y el segundo, el eterno problema de
c ó m o distribuir los beneficios de la coopera-
ción entre países situados en distintos niveles
de desarrollo.9
Las consecuencias del fracaso
A medida que evolucionaban estas crisis, las
publicaciones se multiplicaban y diversifica-
ban. Por cierto, no han escaseado las ideas en
la esfera de la gestión global de la economía.
Por el contrario, se han propuesto un sinfín de
ideas y proyectos para instaurar nuevos orde-
namientos y mecanismos para una gestión
global del desarrollo mundial. Si bien las
publicaciones procedentes del sistema de las
Naciones Unidas con relación al nuevo orden
económico internacional y los informes de las
Comisiones Pearson y Brandt 10 han defen-
dido la tesis de la gestión global del desarrollo
mundial de la manera m á s convincente, lo
cierto es que el m u n d o n o ha dado un solo
 •í
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"i VT- 1 ! • MB: ; . . . ' ¡
' A ,£. t--. -os«»"* i
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Embotellamiento: troncos de árbol a la espera de ser cargados en el puerto de Lagos. Georg Gerster/Rapho.
554
paso para traducir estas ideas en programas
concretos. M á s aún, en las dos importantes
esferas del comercio y la ayuda, se ha regis-
trado cierto retroceso en los últimos años.
Las implicaciones del fracaso en este
frente son m á s profundas de lo que general-
mente se admite. D a d o s los problemas estruc-
turales con que tantos países en desarrollo se
enfrentan, la eficacia de las medidas internas
que en ellos se tomen depende forzosamente,
entre otras cosas, de los ordenamientos m u n -
diales destinados a estabilizar los mercados de
productos básicos y a ayudar a los países m á s
pobres, especialmente a mejorar y ampliar las
infraestructuras económicas y sociales indis-
pensables para el desarrollo. E s esta conside-
ración la que llevó a la Comisión Brandt a
proponer u n programa especial para dichos
países. L a Comisión recomendaba que:
"Debe iniciarse un programa de acción, con medi-
das de emergencia y previsiones a largo plazo, para
ayudar a las regiones de pobreza de Africa y Asia y
especialmente a los países menos desarrollados.
Entre dichas medidas se contarían grandes proyec-
tos regionales de aprovechamiento de aguas y
suelos; el suministro de asistencia sanitaria y la
erradicación de enfermedades endémicas como la
fiebre de los ríos, la malaria, la enfermedad del
sueflo y la esquistosomiasis; proyectos de repobla-
ción forestal; el fomento de la utilización de la
energía solar; la prospección de petróleo y mine-
rales, así como apoyo a la industrialización, el
transporte y otros elementos de la infraestruc-
tura."11
El fracaso registrado en el frente mundial ha
limitado asimismo la capacidad de los países
en desarrollo para explorar mejor las nuevas
perspectivas relacionadas con el empleo y
las necesidades fundamentales. Quizá pueda
decirse que, al parecer, los mismos economis-
tas han subestimado generalmente el apoyo
internacional que tales programas reque-
rían.12 E n su reciente informe sobre el Africa
subsahariana, el Banco Mundial recomendaba
niveles de ayuda sustancialmente m á s altos
para esa región durante la próxima década.
Sin embargo, aunque invitaba a los países a
fomentar la producción destinada a la exporta-
ción, n o hacía suficiente hincapié en la estabili-
zación de los mercados mundiales de produc-
H. M. A. Onitiri
tos básicos, elemento indispensable para el
éxito de tal esfuerzo.13
L a incapacidad de tomar en cuenta las
difíciles condiciones iniciales desde las que
muchos países en desarrollo emprendieron el
camino del desarrollo se evidencia particular-
mente en los trabajos de evaluación de los
progresos efectuados en la agricultura y de
análisis de la protección de la industria. S o n
éstas dos cuestiones que h a n sido amplia-
mente tratadas por los especialistas. C o n
relación al desarrollo agrícola, en los primeros
trabajos se hacía hincapié en los incentivos:
sólo si se les paga mejor, los agricultores
producirán m á s . N o se manifestaba interés
por la debilidad y la insuficiencia de la infraes-
tructura, que deberá mejorarse sustancial-
mente si se quiere que los precios constituyan
un incentivo eficaz. Esto es aún m á s cierto con
respecto a la producción agrícola destinada al
consumo interior en las zonas subtropicales
húmedas. Bajo los regímenes coloniales, se
daba preferencia a la investigación y las
infraestructuras relacionadas con los produc-
tos agrícolas para la exportación. Los alimen-
tos de primera necesidad se producían con
tecnologías primitivas e ineficientes, y las
respuestas de los campesinos al incentivo de
los precios eran necesariamente limitadas. L a
investigación teórica llevada a cabo en los
últimos años sesenta para evaluar dichas res-
puestas arrojó resultados m u y discutibles,
debido en parte a dificultades estadísticas.
Pero una vez mejoradas las condiciones (más
carreteras secundarias, nuevos sistemas e ins-
talaciones de riego, mejores semillas, crédito
agrícola, construcción de graneros y silos,
etc.) los agricultores se comportaron c o m o los
de cualquier otro lugar; produjeron m á s en
respuesta al incentivo de los precios y a u m e n -
taron la producción comercializable a medida
que obtenían mayor acceso a los mercados. 1 4
La industrialización en condiciones de
fuerte protección es otro ámbito donde el
efecto de las difíciles circunstancias iniciales
se ha subestimado con frecuencia. Algunos
economistas se han apresurado a señalar los
efectos nagativos de la protección sobre la
prosperidad nacional en general y m u y espe-
Teoría económica y política de desarrollo 555

cialmente sobre el sector agrícola. Pero la zación de la economía de los países desarrolla-
razón por la cual la protección, con el argu- dos, son pocos los que señalan que la política
mento de la "industria incipiente", duró m á s de rentas podría ser un arma valiosa en un
de lo que podía justificarse, es que, en parte, arsenal de medidas destinadas a mantener un
existen serios problemas de infraestructura crecimiento constante y altos niveles de
(energía, agua y comunicaciones) que elevan empleo sin imponer presiones excesivas sobre
los costos domésticos y hacen necesaria la los precios nacionales. L o s países en desa-
protección permanente, situación que prevale- rrollo no pueden evitar, desde luego, la regula-
cerá hasta que se eliminen tales obstáculos.15 ción de las rentas c o m o un medio de mantener
bajo el nivel de costos nacionales, no sólo el
coste de los productos exportables, sino tam-
Nuevas perspectivas bién los costos unitarios de los servicios (asis-
tencia sanitaria, educación, etc.) que tanto
E n los últimos diez años se han publicado interés tienen en hacer llegar a la inmensa
artículos excelentes acerca de las nuevas pers- mayoría de sus poblaciones.
pectivas entrevistas en el c a m p o de la planifica- Las dificultades con que tropieza la aplica-
ción del desarrollo, con las cuales se podría ción de una política de rentas son con frecuen-
hacer llegar sus beneficios a círculos m á s cia de carácter político. E n muchos países en
amplios de la población. L a serie de publica- desarrollo, la diferencia de ingresos que existe
ciones de la O I T sobre el empleo y algunos entre la élite y los trabajadores urbanos es tan
estudios del Banco Mundial sobre las necesi- grande (varias veces superior a la que se
dades fundamentales han sido especialmente registra en los países desarrollados) que gene-
esclarecedoras. L o mismos cabe decir de cier- ralmente los trabajadores de la ciudad obtie-
tos trabajos realizados por el Instituto d e nen los aumentos que reclaman y, cuanto
Investigación de las Naciones Unidas para el m á s consiguen, m á s se ensancha la brecha
Desarrollo Social.16 Este laudable esfuerzo, que existe entre su renta y la renta media de
sin embargo, no condujo a la definición de las las zonas rurales, lo que trae consecuencias
adecuadas medidas políticas que permitirían perjudiciales para el desarrollo agrícola. U n a
alcanzar las metas de esas nuevas perspecti- política de rentas acertada restringiría el alza
vas. E n realidad, esto último exigiría u n de los costes y precios nacionales y limitaría la
enfoque de la planificación del desarrollo necesidad de efectuar devaluaciones sucesivas
radicalmente nuevo y una política de rentas de la m o n e d a , m u y especialmente en aquellos
países cuyas exportaciones todavía consisten
aplicada con el m á x i m o rigor para modificar el
equilibrio de poder económico entre los diver- principalmente en productos primarios.
sos grupos sociales. L a economía del desarrollo ha llegado
E n líneas generales, los autores que han hoy a constituir u n a profesión de primer
escrito sobre las nuevas perspectivas h a n orden, y cabe esperar que las publicaciones
rehuido el análisis de estos difíciles problemas sobre la materia seguirán multiplicándose;
de opción y, en consecuencia, pueden haber pero otro tanto harán las cuestiones que se
dado la impresión a muchos países en desa- plantean respecto a su mayor o menor utili-
rrollo de que las nuevas metas pueden alcan- dad. Sin embargo, también es lícito esperar
zarse sin reformas políticas radicales. Si los que, al asumir una participación cada día
beneficios del desarrollo han de hacerse llegar mayor en las investigaciones sobre desarrollo
a círculos m á s amplios de las poblaciones, una económico, los eruditos y las instituciones de
condición indispensable será una política de los países en desarrollo sean capaces de adap-
rentas aplicada con todo rigor. Desafortunada- tar dicha investigación a las características de
mente, la política de rentas se ha granjeado su entorno. A l intensificar la investigación a
mala fama entre los economistas, y es de nivel local, al hacer mayor hincapié en la
notar que, en el actual debate sobre la estabili- labor interdisciplinaria y al realizar m á s estu-
556 H. M. A . Onitiri

dios sobre las implicaciones de las nuevas
perspectivas de desarrollo, es evidente que
adaptarán mejor la investigación científica a
los problemas locales. Por otra parte, queda
todavía un extenso c a m p o de estudio con
relación a las estrategias mundiales, y a tal
respecto la cooperación entre instituciones de
países desarrollados y naciones en desarrollo
sería particularmente fructuosa.
Traducido del inglés

1. Véase Leonard Silk,
"Economic Scene —Strains
Global, Voices Bitter", New
York Times, 24 de die. de 1982,
p. D 2 .
2. Véase, por ejemplo, Thomas
Balogh, The Irrelevance of
Conventional Economics,
Londres, Weidenfeld y
Nicolson, 1982; y Daniel Bell e
Irving Kristol (dir. publ.) The
Crisis in Economic Theory,
Nueva York, Basic Books Inc.,
1981.
3. C o m o se hace, por ejemplo,
en el informe del Banco
Mundial, Accelerated
Development in Sub-Saharan
Africa - An Agenda for Action,
Washington, D . C , Banco
Mundial, 1981.
4. Para una crítica acertada de
los modelos matemáticos en este
contexto, véase Thomas Balogh,
op. cit., y P. T . Bauer, Dissent
on Development, Londres,
Weidenfeld y Nicolson, 1971.
5. Véase, por ejemplo, la Series
on Employment de la O I T y los
recientes estudios realizados por
el Programa de Empleos y
Calificaciones Técnicas para
Africa (JASPA) de la O I T ,
Addis Abeba.
6. Paul Streeten, Development
Perspectives, Londres,
MacMillan, 1981, p. 103.
7. Partners in Development,
informe de la Comisión sobre
Desarrollo Internacional
(Presidente: Lester B . Pearson),
Nueva York, Praeger, 1969.
8. Véase la nota 5.
9. Para este problema, véase el
estudio realizado por
Constantine V . Vaitsos, "Crisis
in Regional Economic Co-
operation (Integration) among
Developing Countries: A
Survey" en Paul Streeten y
Richard Jolly (dir. publ.),
Recent Issues in World
Development - A Collection of
survey articles, Pergamon Press,
1981.
10. North-South - A program
for Survival (informe de la
Comisión Independiente sobre
Problemas de Desarrollo
Internacional, presidida por
Willy Brandt), Estados Unidos
CIT Press, Cambridge, 1980.
11. Ibid.,p. 282.
12. Recientes estudios sobre
Zambia y la República Unida de
Tanzania, realizados por J A S P A
(véase la nota 5), han prestado
una cierta atención a las
implicaciones de la ayuda
extranjera para la estrategia de
las necesidades fundamentales.
También examina el problema
Paul Streeten, op, cit., p. 357-
361.
13. Véase la nota 3.
14. Se ha criticado el Informe
del Banco Mundial por las dos
razones indicadas (op. cit.).
15. Institudo de Investigaciones
de las Naciones Unidas para el
Desarrollo Social.
La relación entre los
movimientos del tipo de cambio y
la inflación interior: círculos viciosos
y poco virtuosos de ayer y de hoy

Luigi Spaventa

Introducción examinado la hipótesis de los círculos viciosos

se separó rápidamente el trigo de la paja: se
identificaron con prontitud los problemas ver-
El tema de la influencia mutua entre los daderamente pertinentes, y se descartaron los
movimientos del tipo de cambio y la inflación que no venían al caso. E n la tercera parte
interior alcanzó gran popularidad en Europa examinaremos algunos de estos resultados.
en los años que siguieron a la flotación de las Los acontecimientos de la segunda mitad
m o n e d a s . L a experiencia del Reino Unido e de la década de 1970 fueron una réplica
Italia, en un extremo, y de la República suavizada y mitigada del drama que varios
Federal de Alemania y Suiza, en el otro, países europeos conocieron con m a y o r o
parecía abonar la opinión m e n o r intensidad en la
de que la influencia de la década de 1920. Algunas
depreciación de la m o n e - Luigi Spaventa es profesor de eco- de las preguntas y res-
nomía en la Universidad de R o m a .
da sobre la inflación inte- puestas formuladas por
Actualmente goza de una licencia, y
rior volvería a producir es miembro del Parlamento. Es miem- la profesión económica
una nueva depreciación, bro del Consejo de Investigaciones en esos dos periodos
m a y o r inflación y así suce- del Instituto Universitario Europeo muestran una semejanza
en Florencia y del Consejo del Centro notable y, pese a la
sivamente, en un proceso
de Estudios Políticos Europeos en
acumulativo. E s verdad Bruselas. Es asimismo autor de diver- m a y o r precisión y elegan-
que esa hipótesis "solía sos artículos relativos a la teoría y la cia de las teorías actua-
describirse en u n estilo práctica de la economía. Dirección: les, n o es posible escapar
periodístico" fríamente Via Giovanni Battista de Rossi 29, a la sensación del déjà
00161 R o m a .
recibido por los econo- vu. E n la segunda parte
1
mistas profesionales, pe- del presente trabajo re-
ro la índole de la descrip- m e m oraremos algunas
ción n o quita valor a la de las aportaciones de
influencia de esas hipótesis sobre los círculos aquel periodo a la ciencia económica.
políticos y las decisiones de los diversos países. Por otra parte, p o d e m o s preguntarnos si
E n la primera parte de este artículo examina- los modelos teóricos modernos han dado
remos brevemente los principales problemas respuesta satisfactoria a los problemas de
que derivan de la hipótesis de la causalidad política económica práctica planteados en el
acumulativa entre los tipos de cambio y los decenio de 1970 y otros, aún m á s graves, que
precios nacionales o interiores, y prestaremos nos acucian actualmente. L a respuesta es m á s
especial atención a las consecuencias prácticas que dudosa. El temor al castigo ha restado a
que puedan deducirse de los casos europeos. los países inclinación a embarcarse en espi-
E n la bibliografía profesional que ha rales viciosas. Pero tal vez la búsqueda de la
558 Luigi Spaventa

Los cambistas constituyen uno de los temas preferidos de los pintores de la escuela holandesa y flamenca.
El célebre cuadro de Quentin Metsys (1466-1530), arriba, muestra con precisión de reportaje una escena
habitual: la mujer hojea un libro religioso ilustrado. A la derecha, Marinus van Roejmerswae-
len (1493-1567) ha retratado personajes rapaces de U ñ a S afiladas. Louvre, París. Giraudon. Musée des Beaux Arts,
Nantes. Giraudon.

virtud les haya metido en otra trampa, en la se enumeran algunos de los temas involucra-
que las espirales inflacionistas han sido susti- dos en esta controversia.
tuidas por el reajuste acumulativo de las E n primer lugar, cabe preguntarse si las
magnitudes económicas, c o m o brevemente variaciones del tipo de cambio pueden consti-
demostraré en la conclusión del presente tuir una fuente independiente de inestabilidad
artículo. que preceda v cause presiones inflacionarias
internas, las cuales, a su vez, provocarán
nuevas variaciones en el tipo de cambio.
Los t e m a s principales y su Según esta opinión, el tipo de cambio no sólo
relación con la política práctica puede apartarse del equilibrio por motivos
distintos a la política interna del país cuya
L a hipótesis de la existencia de una causalidad m o n e d a se está depreciando, sino que la
acumulativa entre el tipo de cambio exterior y perturbación exterior inicial que la desequili-
los precios interiores, tal c o m o fue enunciada bra puede adquirir un movimiento propio.
en los años que siguieron a la flotación, era A u n si se reconoce que los movimientos
una construcción sin rigor teórico, a la que se del tipo de cambio no son una fuente primi-
podían aplicar condiciones m u y diversas y de tiva e independiente de perturbación, sino
la que cabía deducir heterogéneas consecuen- sólo una causa inmediata, no dejan de presen-
cias para la política práctica.2 A continuación tarse otros problemas. E n primer lugar, las
variaciones del tipo de cambio que siguen a
una perturbación inicial generan un proceso
multiplicador de los primeros efectos. E n
segundo lugar, queda por ver si este proceso
es capaz de producir una inestabilidad diná-
mica en el sentido técnico, en una sucesión
interminable de inflación interior y deprecia-
ción exterior. Pero aunque no sea éste el caso,
procede preguntarse cuánto va a durar el
proceso hasta que alcance el equilibrio, si la
diferencia entre la situación inicial y la final
afectará sólo a las variables nominales, y
cuáles serán las repercusiones reales que se
produzcan en el periodo de transición.
U n a cuestión relacionada con ésta, aun-
que teóricamente independiente, es si el efecto
inflacionario que el tipo de cambio produzca
en los países cuya moneda se dévalua se verá
compensado por un efecto contrario en los
países cuya moneda se revalúa. L a "hipótesis
del trinquete" sostiene que ese movimiento
contrario no se produce 3 y que, en consecuen-
cia, los tipos de cambio flexibles son en
general más inflacionarios que los fijos.
Pero hay además otros temas que guar-
dan relación íntima con las medidas de polí-
tica económica. E n primer lugar ¿qué puede
hacerse para amortiguar el mecanismo de
transmisión? Este punto se refiere especial-
mente al reajuste de los salarios. E n segundo
lugar hay que preguntarse si conviene opo-
nerse a la depreciación o devaluación
mediante las intervenciones en el mercado de
divisas. L a respuesta afirmativa a esta pre-
gunta implica que la depreciación del tipo de
cambio no haría otra cosa que agravar los
efectos de la perturbación.
También existe otro argumento de peso
560
que, si bien ha recibido m e n o s atención, no
por ello ha dejado de surtir poderosos efectos
políticos. Si la devaluación de la m o n e d a es
causa de inflación, podría suponerse que su
revaluación surtirá el efecto contrario: el de
amortiguar las presiones inflacionarias, sean
de origen interno o externo. Luego, el des-
censo de la tasa de inflación favorecería una
nueva revaluación de la m o n e d a , creando así
un círculo virtuoso. Según este punto de vista,
el tipo de cambio es el objetivo inmediato
para alcanzar el fin último de la estabilidad de
los precios; y si se trata de una economía
abierta pequeña, la forma m á s rápida de
alcanzar ese fin consistiría, al parecer, en ligar
su m o n e d a a una divisa m á s fuerte que se esté
revaluando. Este punto de vista se basa princi-
palmente en la importancia de los efectos
beneficiosos que los precios de importación
relativamente bajos (en m o n e d a nacional)
puedan surtir sobre la tasa de inflación inte-
rior.4 Por último, otra tesis sostiene que un
tipo de cambio elevado y ascendente consti-
tuye un aliciente para elevar la productividad,
ya que obligará a las empresas que producen
bienes para el comercio exterior a incremen-
tar su eficiencia y a modernizar sus instala-
ciones.
V e a m o s ahora algunos ejemplos del
reflejo que estas cuestiones han tenido sobre
los debates y las decisiones políticas.
El gobierno de los Estados Unidos se ha
mostrado por lo general receloso de toda
argumentación que entrañe una crítica de los
tipos de cambioflexibles,c o m o ocurre en la
tesis del círculo vicioso. E n 1976, la secretaría
de la O C D E presentó al grupo de trabajo
3 del Comité de Economía Política un docu-
mento donde se simulaban los efectos de una
perturbación exterior sobre los precios, los
costes y los tipos de cambio, demostrando que
los efectos acumulativos podrían ser m u y
grandes en algunos países.
Este inofensivo ejercicio suscitó una res-
puesta virulenta de la delegación de los Esta-
dos Unidos, que llegó a calificar la tesis del
círculo vicioso, enunciada incluso en la ver-
sión moderada que le dio la secretaría, de
"falacia del tipo de cambio fijo";s afirmaba
Luigi Spaventa
que las variaciones del tipo de cambio depen-
den de las diferencias preexistentes entre las
tasas de inflación; que el aumento de la
inflación que se atribuye a la devaluación no
es sino el resultado de la abolición de los
subsidios que se pagaban a las importaciones
a través de la intervención en el tipo de
cambio; negaba la posibilidad de que el tipo
de cambio rebasara con frecuencia los límites;
y descartaba la intervención en el tipo de
cambio c o m o "esfuerzos evidentemente inú-
tiles para combatir los juicios emitidos por el
mercado".
Estas argumentaciones, y sus contrarias,
se repetirán una y otra vez en la disputa entre
Estados Unidos y otros países acerca de las
oscilaciones de plazo medio y la variabilidad a
corto plazo en el tipo de cambio, especial-
mente desde que Estados Unidos decidió
abandonar la intervención en el mercado de
divisas.
L a actitud europea siempre ha estado
bajo la influencia de alguna interpretación en
términos de círculo vicioso, de los efectos
derivados de la devaluación de la m o n e d a
propia. Así, por ejemplo, en la República
Federal de Alemania se ha considerado y
empleado a m e n u d o la reevaluación de la
m o n e d a c o m o instrumento de la política anti-
inflacionista,6 al tiempo que la devalua-
ción encontraba n o poca resistencia porque
"aumenta la inflación importada, eleva el
coste de las importaciones y reduce las divisas
generadas por las exportaciones". E n m o m e n -
tos de gran déficit de la balanza de pagos, se
ha preferido "una política de estabilización
interior sistemática que aumente la capacidad
de competencia de las empresas alemanas
(. . .) y trate de frenar las importaciones de
inflación ( . . . ) mediante la estabilización del
tipo de cambio hasta donde sea posible".7 N o
es de extrañar, pues, que al tiempo que el
dólar se revalúa considerablemente desde
mediados de 1980, la popularidad del sistema
de cambios flotantes haya disminuido conti-
nuamente: la flexibilidad de los tipos de
cambio tal vez sea "inevitable en la práctica",
pero las fluctuaciones grandes y frecuentes
son perjudiciales para el crecimiento y ejercen
La relación entre los movimientos del tipo de cambio y la inflación interior: círculos viciosos y poco virtuosos de ayer y de hoy
influencia negativa (o positiva, habría que
decir) sobre la inflación, ya que "los efectos
de la devaluación se reflejan con gran rapidez,
por lo general, en los precios y los costes,
mientras que los efectos de la revaluación
suelen sentirse con retraso".8
Algunas economías europeas pequeñas
de han visto seducidas con frecuencia por la
idea de que, regulando adecuadamente el tipo
de cambio, lograrían conjurar las presiones
inflacionarias y fomentar la estabilidad econó-
mica aun dentro de un m u n d o en inflación.
Bélgica, el caso más destacado en este aspec-
to, ha jugado esta carta con tenacidad hasta
hace m u y poco tiempo, ligando el franco
belga al marco alemán (con lo que la moneda
belga se revalorizo un 15% en 1975 y 1979) y
oponiéndose enérgicamente dentro del Sis-
tema Monetario Europeo a cualquier cambio
de las paridades que entrañase un descenso
del valor del franco.9 E n 1974-1975, Suécia
ingresó en la "serpiente" monetaria europea,
en un esfuerzo por conciliar la política anticí-
clica con la lucha contra la inflación.10 E n
1973, Noruega revaluó su m o n e d a para "re-
chazar los impulsos inflacionarios procedentes
del extranjero.11
La creación del Sistema Monetario Euro-
peo (SME) y sobre todo la adhesión de
algunos países se debió en gran parte a la
esperanza de evitar en el futuro el recurso a
las espirales viciosas y de alcanzar la estabili-
dad monetaria interior mediante u n compro-
miso formal en lo relativo a los tipos de
cambio, c o m o ocurrió en efecto en Italia12 e
Irlanda. E n este último país se impuso la
opinión de que "para reducir la tasa de
inflación irlandesa" era necesario, c o m o condi-
ción previa, vincular la m o n e d a nacional a
otra más fuerte que la libra esterlina.13
El caso británico es algo peculiar en este
aspecto. L a decisión británica de n o adherir
al S M E se debió fundamentalmente al temor
de perder libertad de movimientos en la
dirección de su política económica. El
gobierno laborista temía que sus objetivos de
mantener altos la producción y el empleo
internos quedasen sujetos a condicionamientos
exteriores. Luego resultó que la pertenencia
561
al S M E habría sido incompatible con la volu-
minosa revalorización que la libra conoció,
bajo el gobierno conservador, c o m o conse-
cuencia inmediata de la política monetaria
restrictiva y que sirvió, a su vez, c o m o pode-
roso agente reductor de la tasa de inflación.14
La adhesión al S M E habría supuesto, pues,
una traba demasiado estrecha para el Reino
Unido, aunque en un sentido opuesto (al
invertirse la estrategia económica interior) al
que motivó en un principio la decisión britá-
nica.
Algunas de las cuestiones mencionadas
en los párrafos anteriores fueron ya objeto de
discusión en Europa en los decenios de 1920
y 1930, y ahora haremos una breve referencia
a aquel periodo.
Visión retrospectiva
El debate acerca de la relación causal entre las
variaciones de los precios interiores y las del
tipo de cambio es ya antiguo en la bibliografía
europea y adquirió s u m a oportunidad con la
hiperinflación producida en algunos países
entre el final de la guerra de 1914-1918 y los
primeros años de la década de 1920, y con la
evolución del franco francés entre 1922 y
1926. Pasar revista a todas las opiniones que
entonces se expresaron excedería los límites
del presente artículo,15 que en este aspecto
no aspira sino a recordar algunas de las
conclusiones que entonces fueron aceptadas
en la corriente teórica principal y que tienen
interés para examinar otras situaciones poste-
riores.
Contra la opinión de algunos autores
alemanes y franceses de la época, 16 se hizo en
primer lugar hincapié en que el mero hecho
de que una variable se m u e v a antes o después
que otra en el tiempo no permite sacar
conclusiones acerca de la causalidad entre los
precios y los tipos de cambio. A d e m á s , se
reconoció ampliamente que los movimientos
de esas dos variables tienen influencia mutua
y que las diferencias demasiado grandes tien-
den a desatar la actuación de fuerzas correcto-
ras. Pero también se hizo resaltar q u e , ade-
562
m á s dei carácter recíproco de los efectos, el
"razonamiento general" no permite deducir
"ninguna otra relación causal verdadera entre
ambas oscilaciones", salvo en el caso extremo
en que los precios interiores o nacionales se
cotizasen en m o n e d a extranjera. E n general,
las variaciones de los precios y del tipo de
cambio son "productos comunes de unas mis-
m a s condiciones antecedentes"17 y c o m o tales
"guardan una relación funcional entre sí".18
C o n algunas reservas que expondremos
m á s adelante, la condición antecedente
c o m ú n que inicia el movimiento de los precios
y del tipo de cambio es la inflación de la masa
monetaria: aumento del papel moneda en
circulación (provocado principalmente por el
déficit presupuestario) y del crédito. L o que
mantiene en marcha el proceso son los sucesi-
vos aumentos de la masa monetaria: "para
que la devaluación del tipo de cambio modi-
fique los precios internos es preciso que la
emisión de papel moneda sea continua".19
Las objeciones que "eminentes financieros y
políticos" alemanes opusieron a esta tesis se
basaban en dos argumentos, a saber: 1) que
el valor oro de la m o n e d a en circulación había
disminuido radicalmente; y 2) que el aumento
del valor nominal era m u c h o menos rápido
que el de los precios, sobre todo en el periodo
final de la hiperinflación.20 L o mismo podía
decirse de Francia en 1924-1926. 21 Ahora
bien, estas objeciones no resisten un análisis
basado en la dinámica del proceso.
E n primer lugar, en la influencia mutua
entre las variaciones del tipo de cambio y las
de los precios "cualquiera de estas dos partes
puede ser m á s fuerte que la otra y atraerla
hacia su lado; dependerá de la situación
concreta de cada caso".22 E n los años inme-
diatamente siguientes a la guerra de 1914-
1918, el tipo de cambio de varias monedas
osciló con m u c h o retraso en relación con los
movimientos de los precios interiores del país
respectivo; y es que en aquel tiempo "estaba
arraigada la creencia de que la devaluación de
las monedas europeas era un fenómeno pura-
mente transitorio ( . . . ) y que esas monedas
volverían antes o después a sus paridades de
preguerra, a las paridades que se considera-
Luigi Spaventa
ban inherentemente normales y naturales", de
m o d o que las sucesivas depreciaciones alenta-
ban la entrada de capital extranjero.23
Pero si esas expectativas faltan o son
precisamente las contrarias, el tipo de cambio
suele preceder a los precios y fluctuar con
mayor amplitud en torno a la tendencia. Ello
se debe a que los mercados en que se forman
unos y otros precios (los tipos de cambio y los
precios de los productos) son de naturaleza
diferente. Bresciani-Turroni24 insiste m u c h o
en la distinción que se hace últimamente entre
mercados al mejor postor y mercados de
contratos: " E n la fase primitiva de la deprecia-
ción existía un sistema de precios interiores,
cuya rigidez ofrecía gran contraste con las
bruscas variaciones del tipo de cambio y
tendía a devolver este último a su posición de
equilibrio". E n otra fase posterior y m á s
aguda, los precios y los sueldos y salarios "se
hacían cada vez m á s sensibles a las variaciones
del tipo de cambio" y "se movían con el
menor soplo del mercado de divisas". E n esa
fase "ya no existía (. . .) u n sistema de
precios interiores que representase una espe-
cie de centro de gravedad para las oscilaciones
del tipo de cambio". 25
E n el curso del proceso inflacionario
resulta difícil distinguir las causas primitivas
de los movimientos acaecidos en los precios y
en los tipos de cambio. El ascenso de los
precios no sólo requiere el incremento de la
masa monetaria sino que, y esto es lo m á s
importante, aumenta al m i s m o tiempo la
velocidad de circulación, aguijoneada por las
expectativas de que la moneda siga deprecián-
dose. 26 A d e m á s , no sólo la inflación presente
sino también "la inflación prevista (del dinero)
produce efectos sobre el tipo de cambio a
través de la especulación y de las expectativas
generales, incluso antes de influir material-
mente sobre los precios interiores".27
También hay otra forma en que la masa
monetaria puede hacerse endógena con res-
pecto a los movimientos de los precios y de los
tipos de cambio, un mecanismo de gran impor-
tancia para los problemas actuales y cuyo
ejemplo m á s claro tal vez sea el del caso
francés de la década de 1920.
La relación entre los movimientos del tipo de cambio y la inflación interior: círculos viciosos y poco virtuosos de ayer y de hoy 563

ÍÒomatned—nationautzj.
Assignat
NATIONAUX»
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ICX AT I>E CINQUANTE tíi'. -

Asignados (notas de pago no convertibles) que en 1789 emitió el gobierno revolucionario francés para
evitar la bancarrota. Su reembolso se basaba en el producto de la venta de los bienes de la iglesia y de otros
valores inmuebles nacionalizados. Pero como señala Thiers, "la baja del asignado comenzaba primero en la
bolsa, con relación al numerario y a todos los valores transferibles. Luego se producía con relación a las
mercaderías, que se tornaban más caras en nagocios y mercados. N o obstante, el precio de las mercaderías
no ascendía tan rápidamente como el numerario, porque los mercados están lejos de la bolsa, porque no
son sensibles y porque, por otra parte, los comerciantes no podían ponerse de acuerdo tan velozmente
como lo hacen los especuladores reunidos en una sala". (Tomado de Histoire de la Révolution française).

Francia salió de la guerra con u n a deuda
pública m u y grande, que aumentó aún m á s en
los años sucesivos a causa de los grandes
déficit que el presupuesto arrojó hasta 1922,
pero que se redujeron paulatinamente en años
posteriores hasta que en 1926 el presupuesto
quedó equilibrado. L afinanciaciónn o moneta-
ria de los déficit resultó fácil hasta 1923, de
m o d o que entre 1920 y dicho año n o aumentó
la cantidad de m o n e d a en circulación. Pero "a
medida que disminuía el déficit presupuesta-
rio, crecían los males monetarios del país",28
incrementándose desmedidamente la m o n e d a
en circulación y m u c h o m á s aún los precios y
el tipo de cambio con respecto al dólar. L a
amenaza que constituía la deuda pública en
circulación, unida a los cortos plazos de venci-
miento, fue u n o de los factores que m á s
influyó en esta evolución. A medida que los
bancos y el público en general transferían sus
fondos a otros valores m á s atractivos, la
suscripción neta se higo negativa, y el intento
de emitir obligaciones de largo plazo con que
sustituir los bonos del Tesoro, de corto venci-
miento, desembocó en el fracaso. El mercado
se agitó, y la pérdida de confianza en los
fondos públicos se vio agravada por factores
políticos, tales c o m o el temor a u n impuesto
sobre el capital o a la consolidación for-
zosa que podría dictar u n nuevo gobierno de
izquierda. L a m a s a monetaria creció debido a
que el gobierno se vio obligado a tomar
crédito del Banco Central, y la velocidad de
circulación aumentó con rapidez porque, ante
564
el fracaso de la tentativa de controlar la masa
monetaria, la crisis de confianza se agravó. L a
mayor velocidad de circulación y el aumento
de la masa monetaria, junto a la inflación y
depreciación resultantes, "reflejaba la falta de
confianza y provenía, en su mayor parte, de la
intervención del público, es decir, de la deci-
sión de no reinvertir sus fondos en papeles del
Estado". 29
Los economistas que han estudiado el
fenómeno europeo del decenio de 1920 coinci-
den en que la especulación fue en general
desestabilizadora,30 y en que era inevitable
que la masa monetaria y la velocidad se
conviertiesen en variables endógenas en
cuanto se pusiese en marcha el proceso de
inflación y depreciación. También coinciden
estos autores en afirmar que el proceso no
habría podido continuar su curso sin cierta
acomodación de las variables monetarias. Las
diferencias de interpretación se centran en
otros puntos. Así, por ejemplo, Bresciani-
Turroni y Haberler piensan que, en principio,
habría sido posible controlar la masa moneta-
ria y que este era el verdadero remedio.
Otros, como Nurkse, entienden que existía el
peligro de que con un sistema de tipos de
cambioflotantesse produjesen "movimientos
acumulativos que se agravasen por sí mis-
m o s " , que la política crediticia interior no
basta para terminar con la inestabilidad y que
la condición prioritaria consiste, por tanto, en
estabilizar directamente el mercado de divi-
sas, aunque esa estabilización "requiere una
política crediticia adecuada". 31
E n el decenio de 1970 se observó un
retorno a Bresciani y Haberler. Pero los
hechos derivados de la flotación de los cam-
bios, tal c o m o se han manifestado en los
últimos cinco años, tal vez estén inclinando
hacia Nurkse el péndulo del pensamiento
económico. 32
Examinados, pues, los hechos y teorías
del pasado, veamos a continuación algunas
opiniones actuales.
Luigi Spaventa
Respuestas teóricas y
resultados d e la política práctica
D a d a la popularidad que alcanzó la hipótesis
del círculo vicioso tras laflotaciónde los tipos
de cambio, se han realizado algunos intentos
para ver si la causalidad de doble dirección
(de los tipos de cambio a los precios interiores
y de éstos a los tipos de cambio) puede
demostrarse mediante las pruebas de causali-
dad. 33
Ahora bien, se ha objetado que los
resultados de estas pruebas carecen de sen-
tido. Los precios y los tipos de cambio son
variables endógenas de un modelo más gene-
ral de la economía y, además de su interac-
ción, ambos se ven afectados por las varia-
ciones de las condiciones interiores del país y
por las perturbaciones externas, en una forma
y magnitud que dependerán de los parámetros
de las funciones correspondientes. A d e m á s ,
c o m o los mercados financieros funcionan de
manera distinta que los mercados de produc-
tos (y de m a n o de obra), la velocidad de
reacción de esas dos clases de variables será
normalmente distinta, de m o d o que el hecho
de que los tipos de cambio varíen antes que
los precios puede provocar una "ilusión ópti-
ca".34
La esencia de estas objeciones reside en
afirmar que la cuestión del círculo vicioso
debe examinarse c o m o parte de un modelo
más general que tenga en cuenta el comporta-
miento "de los sindicatos, las empresas, los
bancos centrales y los especuladores de divi-
sas"35 y que las pruebas empíricas de carácter
parcial tienen m u y poca utilidad.
Los modelos que se ocupan de los círcu-
los viciosos son una subespécie de los modelos
macroeconómicos de economía abierta. E n
las observaciones que siguen m e limitaré a
considerar algunos aspectos de los primeros,
sin pretender adentrarme en otros temas teóri-
cos de mayor amplitud.
Si bien es cierto que los resultados teóri-
cos, en este terreno como en otros, son
sumamente sensibles "a los cambios plausibles
que. se introduzcan en los supuestos",36 algu-
La relación entre los movimientos del tipo de cambio y la inflación interior: círculos viciosos y poco virtuosos de ayer y de hoy 565
Manera tradicional japonesa de contar grandes cantidades de billetes.
nos resultados se mantienen invariables cua-
lesquiera que fueren las condiciones impues-
tas.
E n primer lugar, la devaluación del tipo
de cambio siempre ejerce un efecto impor-
tante al reducir el gasto y al cambiar la
composición de ese mismo gasto. E n efecto,
el aumento de los precios de los productos
importados eleva el nivel interior de los pre-
cios y reduce, por tanto, las disponibilidades
monetarias reales. Por otra parte, el desplaza-
miento de la demanda hacia los bienes de
producción nacional elevará la demanda de
dinero.37 Este efecto se verá reforzado si se
postula que la autoridad monetaria ejerce una
función de reacción, de m o d o que esa autori-
dad aumente o m e r m e la masa monetaria
según que el tipo de cambio experimente una
desviación negativa o positiva de su valor de
equilibrio.38
Paolo Koch.
E n segundo lugar, se supone que el tipo
de cambio, que se forma en un mercado al
mejor postor, tiene una velocidad de adapta-
ción mayor que los precios y salarios, que
se determinan mediante contrato. Por consi-
guiente, una perturbación inicial, c o m o
podría ser el aumento de la masa monetaria
nacional, provocará en primer lugar la depre-
ciación del tipo de cambio, y más tarde, en
fases sucesivas, el aumento de los precios y
salarios y nuevas depreciaciones. Las perturba-
ciones monetarias no harán cambiar los valo-
res de largo plazo de las variables reales; pero
los precios, los salarios nominales y el tipo de
cambio variarán todos en proporción. D e aquí
se desprende que el proceso depreciación-
inflación desencadenado por una perturbación
inicial no puede continuar ad infinitum, sino
que ha de converger a unos valores de equili-
brio a menos que la autoridad monetaria,
566
tratando de mantener la producción en el
nivel momentáneamente más alto que alcanzó
tras el aumento inicial de la masa monetaria,
continúe aumentando esta última. Por último,
aunque el tipo de cambio se m u e v e más aprisa
que los precios y pudiera rebasar su nuevo
valor de equilibrio, durante el proceso de
reajuste difícilmente se puede atribuir a los
movimientos del tipo de cambio la responsabi-
lidad de la espiral desencadenada por la
perturbación inicial.
El análisis teórico actual n o pierde méri-
tos ni elegancia si se reconoce que estos
resultados son en gran parte similares a los
que obtuvieron los autores que estudiaron las
décadas de 1920 y 1930, citados en páginas
anteriores. El análisis actual es tal vez más
preciso y mejor fundamentado, pero es quizá
también más rígido y carente de ese pulso
vital que la teoría denota cuando se combina
con el análisis de los hechos concretos.
V e a m o s ahora algunas de las característi-
cas más importantes y peculiares de los estu-
dios actuales.
Basevi y de Grauwe [1977] presentan un
modelo estático con movilidad del capital, con
una regla de intervención y con una función
de reacción a la masa monetaria; se supone
que la paridad del poder adquisitivo (PPA) se
mantiene a largo plazo. C o n este modelo los
autores pretenden demostrar la superioridad
de la regla de intervención basada en la P P A ,
acorde con las propuestas de O P T I C A . 3 9
Estos autores definen los círculos viciosos (o
virtuosos) c o m o aquellas situaciones en que
"los países terminan en una posición m á s
avanzada que la normalmente considerada
por la teoría habitual de la formación del tipo
de cambio". E s decir, el modelo conduce a
una situación "pasada de raya" pero no pro-
duce círculos viciosos (en el sentido de los
autores) a menos que la masa monetaria
aumente a corto plazo y además los precios
seanrígidosa la baja. Las situaciones viciosas,
caracterizadas por unos precios más altos, un
tipo de cambio depreciado y mayor desem-
pleo, son producidas por dos respuestas erró-
neas a la perturbación externa: el aumento
inicial, a corto plazo, de la masa monetaria y,
Luigi Spaventa
en seguida, la decisión de retornar al nivel
anterior de la masa monetaria cuando el nivel
de precios es ya superior al de antaño.40
Rodríguez [1978] propone u n modelo sin
flujos de capital y con un equilibrio en el
mercado que queda asegurado por los niveles
apropiados de las disponibilidades monetarias
reales y del tipo de cambio real. Si la persisten-
cia del déficit presupuestario provoca una
continua expansión monetaria (el dinero es el
único activo financiero de la economía), el
resultado, con u n sistema de cambios fijos,
es una serie de devaluaciones seguidas por
aumentos de precios; mientras que, si los
tipos de cambio son flexibles, el tipo de
cambio real se mantendrá constante y la tasa
de inflación variará m u y poco.
El modelo de Bilson es el intento más claro
de dilucidar la cuestión del círculo vicioso. E n
este modelo, la adaptación de los precios y sala-
rios es lenta, pero el capital (y este supuesto es
decisivo) goza de movilidad absoluta. L a polí-
tica monetaria es ineficaz a largo plazo, ya que
no puede alterar los valores de equilibrio de las
variables reales. Pero la expansión de la masa
monetaria, junto con la inflación y la deprecia-
ción, ocasionará algunos avances de corto plazo
en la producción, con un salto inicial que pronto
se esfumará para retornar a los valores de equili-
brio. Bilson presenta un indicador de la eficacia
de las medidas políticas, z,
G(z)=f\y(t)-y]dt,
o
donde y (t) es el volumen de producción en el
m o m e n t o t a consecuencia de la política z, e y
es el nivel de equilibrio. El autor descubre
que los parámetros del mercado del dinero
surten sobre G (z) un efecto prácticamente
despreciable, siendo m u y fuertes, por el con-
trario, los efectos negativos de una mayor
apertura al exterior y de una mayor velocidad
de adaptación de los precios y salarios.
El aumento (transitorio) de la produc-
ción, debido a la mejora (también transitoria)
de la capacidad competidora de la economía,
podría inducir a adoptar una política moneta-
ria de expansión, siempre que la adaptación a
los valores de equilibrio no sea demasiado
rápida. Pero Bilson reconoce que, si el
La relación entre los movimientos del tipo de cambio y la inflación interior: eirados viciosos y poco virtuosos de ayer y de hoy
público puede prever esa política, se produci-
rán repercusiones inmediatas en los salarios,
los precios y el tipo de cambio, y los efectos
reales serán insignificantes. D e este m o d o
surge la argumentación del círculo vicioso, y
las autoridades, ante la alternativa de aceptar
altas tasas de inflación y depreciación con una
producción estancada o un elevado desempleo
motivado por la contención del crecimiento de
la masa monetaria, "se sienten atrapados en
un círculo del que parece imposible esca-
par". 41 C o m o remedio, Bilson propone ligar
la reducción gradual del crecimiento de la
masa monetaria a una políticafiscalexpansiva
o a estímulos a la oferta global. L a expansión
de la demanda elevaría el nivel de equilibrio
de la renta y, al incrementar la demanda de
dinero, reduciría los precios, los salarios y el
tipo de cambio, al tiempo que elevaría los
márgenes de beneficio y el precio de los
bienes de producción nacional en compara-
ción con los importados.
Del análisis de Bilson se derivan impor-
tantes consecuencias para la política econó-
mica. L a conclusión de que los valores de
equilibrio de las variables reales en el largo
plazo no están influidos por una determinada
medida tal vez sea de escaso interés para las
autoridades económicas: el corto plazo teó-
rico en el que se cosechan algunos éxitos
puede resultar bastante largo, y el largo plazo
quizá esté fuera del horizonte cronológico de
los autores de la política económica. El índice
de eficacia que Bilson aplica a las medidas
políticas puede ser útil también para determi-
nar en qué parámetros deben tratar de influir
las autoridades económicas para acrecentar
los beneficios a corto plazo de determinada
medida. Por otra parte, la salida que Bilson
ofrece al dilema de las medidas se presta a
varias críticas. Según ha demostrado Sachs
[1980], la argumentación de Mundell-Fleming
puede no cumplirse en una economía donde
los salarios reales sonfijos,pues la expansión
fiscal podría originar la depreciación del tipo
de cambio. A d e m á s , el aumento de la deuda
pública puede suscitar expectativas de expan-
sión futura de la masa monetaria, que afec-
tarían rápidamente el comportamiento de los
567
precios y salarios. Por último, para que el
remedio propuesto por Bilson sea eficaz, es
preciso que el déficit que resulte en la cuenta
corriente de la balanza de pagos sea compen-
sado por un superávit incipiente en la cuenta
de capital y, además, que el aumento de la
deuda en circulación no haga variar el tipo de
interés. Estas condiciones descansan en el
supuesto de la perfecta movilidad del capital y
desdeñan la influencia que la balanza de pagos
corrientes puede ejercer sobre el tipo de
cambio.
E n el análisis efectuado por M . E . Bond
[1980] se modifica el modelo de Bilson para
tener en cuenta una adaptación lenta de la
composición de las carteras de valores a las
diferencias que se produzcan en los tipos de
interés. Por consiguiente, el tipo de inte-
rés desempeña un papel algo distinto en el
modelo de esta autora, donde además los
flujos de capital sirven de enlace entre la
balanza de pagos corrientes y el tipo de
cambio. N o obstante, dejando de lado el
funcionamiento diferente del mecanismo de
reajuste o adaptación, los resultados son m u y
parecidos a los del modelo de Bilson.
E n el modelo de Wallich y Gray [1980] se
estudian los efectos de una perturbación exte-
rior sobre distintos supuestos en cuanto a la
indexación de los salarios y a la respuesta que
dé la política económica interior. Si la res-
puesta a una perturbación monetaria exterior
es simétrica, la economía no se modificará; en
una economía totalmente indexada (donde los
salarios sonflexiblesa la baja) la producción
no experimentará ninguna perturbación y las
autoridades estabilizarán los precios y, por lo
tanto, el tipo de cambio; y en una economía
no indexada, las autoridades responderán a
los cambios de la demanda de dinero con los
correspondientes cambios de la oferta. Estabi-
lizar la producción-en respuesta a una pertur-
bación real positiva (o negativa) puede desem-
bocar en unos círculos viciosos (o virtuosos)
que serán tanto m á s explosivos cuanto m á s
indexada esté la economía. Si la autoridad
económica se preocupa únicamente por las
desviaciones negativas (y no por las positivas)
de la producción con respecto a su nivel de
568
equilibrio, se incurrirá en círculos viciosos
c o m o consecuencia de repetidas perturbacio-
nes monetarias (independientemente de que
la economía esté indexada o no) o de una
perturbación real, que será tanto más perjudi-
cial cuanto m á s indexada esté la economía.
Las respuestas asimétricas a los movimientos
de los precios, en las que se desdeñan los
movimientos de la producción y la política
reacciona únicamente al ascenso de los pre-
cios, causarán, por el contrario, círculos
virtuoso".42 El país más susceptible de pade-
moneda y descenso de los precios. E n el caso
de respuestas simétricas "es el azar, m á s que
la fortaleza moral, el que determina que el
país caiga en un círculo vicioso o en otro
virtuoso".42 El país más susceptible de pade-
cer las formas extremas de círculo vicioso es
aquel que recibe perturbaciones reales de
considerable magnitud negativa y que trata de
mantener la producción en su nivel anterior,
pese a que la economía esté indexada en alto
grado.
El interés del modelo de Wallich-Gray
reside en sus consecuencias políticas. Ahora
bien, esas consecuencias se apoyan en la
distinción entre perturbaciones reales y pertur-
baciones monetarias; en un m u n d o en que
ambas están relacionadas entre sí, los dilemas
son inevitables y las prescripciones en materia
de política económica resultarán borrosas.
Algunos de los resultados de Wallich y
Gray son análogos a los que se obtienen de
otros modelos distintos, que se ocupan única-
mente de la determinación de la producción
nacional y no consideran explícitamente los
mercados de activos financieros. Así, por
ejemplo, Modigliani y Padoa-Schioppa [1977]
presentan un modelo de una economía total-
mente indexada y una política monetaria
pasiva. Si esa economía es cerrada, cualquier
intento de elevar la producción por encima del
nivel inequívocamente determinado por el
salario real desembocará en la inflación. E n
una economía abierta con tipo de cambio fijo,
ese intento provocará el déficit de la balanza
de pagos corrientes, que no se podrá financiar
durante m u c h o tiempo mediante entradas de
capital; por consiguiente, se producirán sucesi-
Luigi Spaventa
vas devaluaciones seguidas de inflación. Si los
tipos de cambio sonflexibles,la inflación será
continua. E n el caso deflotaciónregulada, se
presentará un "ciclo infernal", con deprecia-
ciones súbitas y cuantiosas seguidas de inten-
tos de aplicar una política económica restric-
tiva que pronto se verá desbaratada por las
presiones políticas.43
Todos los análisis de las situaciones de
círculo vicioso coinciden en que la amplitud y
la persistencia de los efectos producidos por
las perturbaciones externas y las reacciones de
las medidas políticas dependen del valor de
los parámetros que figuren en las funciones
respectivas de los distintos mercados. Bond y
Goldstein han acopiado innumerables datos
empíricos sobre el caso, que corroboran las
tendencias que cabría esperar. L a influencia
de los tipos de cambio sobre los precios de las
importaciones es grande, y aún mayor en las
pequeñas economías abiertas. Otro tanto
ocurre con los efectos del ascenso de los
precios de importación sobre el nivel nacional
de los precios. E n todos los casos estudiados,
la curva de Phillips ha adquirido mayor pen-
diente, y el retraso que media entre una
política monetaria relativamente expansio-
nista, la depreciación del cambio exterior y la
inflación interior de precios y salarios parece
haberse acortado, sobre todo en los países
donde la indexación de los salarios es habi-
tual. Los efectos de las curvas en forma de J
pueden ser mayores en las economías abiertas
pequeñas, las cuales quedan, por consiguiente,
m á s expuestas que las economías grandes a
padecer el síndrome de los círculos viciosos.
Estos resultados del análisis son más bien
de carácter cualitativo. Los modelos economé-
tricos completos dan con frecuencia resulta-
dos que se contradicen con las conclusiones
teóricas. Incluso, en muchas ocasiones, m o d e -
los distintos de una misma economía dan
resultados dispares y se prestan para apoyar
diferentes recomendaciones de política econó-
mica. Por ejemplo, dos modelos de la eco-
nomía italiana expresados en tiempo continuo
[Gandolfo y Padoan, 1981 y 1982; Tullio,
1980] coinciden en que la devaluación del
cambio exterior permitirá mejorar en el corto
570
plazo la balanza de pagos corrientes. Sin
embargo, esos dos modelos difieren en cuanto
a los efectos J, los efectos que se siguen a lo
largo del tiempo sobre el PIB, la inflación y
los salarios reales, y difieren también en
cuanto a la función equilibradora de los flujos
de capital. Así, pues, la advertencia de G a n -
dolfo y Padoan 4 4 sobre el peligro de sacar
recetas apresuradas de los meros ejercicios
teóricos, por m u y refinados que sean, es una
recomendación m u y de tener en cuenta y no
sólo en el caso italiano.
La cuestión de los círculos virtuosos ha
recibido menos atención que la de los vicio-
sos, acaso porque el vicio sea m á s interesante
que la virtud. E n todo caso, la hipótesis del
comportamiento dinámico virtuoso es menos
interesante en sí y más difícil de definir en
términos absolutos. Si un país disfruta ya de
una razonable estabilidad en los precios ¿por
qué va a emprender una política que engendre
un proceso de caída de los precios nacionales
y de ascenso del tipo de cambio, que no
tardaría en traducirse en una m e r m a de la
producción? O consideremos, por otra parte,
el caso de una perturbación exterior. Si esa
perturbación afecta a todos los países por
igual (el aumento del precio del petróleo, por
ejemplo) y si la respuesta es la misma en
todos ellos en lo que respecta a medidas de
política económica y a comportamiento de los
precios y salarios, los tipos de cambio entre
los países afectados no variarán en absoluto,
aunque todas las tasas de inflación interior
sufran variaciones. Pero si las respuestas plas-
madas en las medidas de política económica y
en los salarios difieren de un país a otro,
entonces pueden aparecer círculos viciosos en
algunas de esas naciones y, a consecuencia de
ello, la moneda de los países virtuosos se
revalorizará frente al exterior y su inflación
relativa interior disminuirá. Pero llamar a esto
un círculo virtuoso parece abusar del sentido
de las palabras. Dejando aparte el caso de la
perturbación que afecte a un solo país (el
descubrimiento de un recurso natural, por
ejemplo), cuyo estudio cae por completo
dentro de lo que en la bibliografía se ha dado
en llamar el caso del "síndrome holandés",45
Luigi Spaventa
toda perturbación de la situación de un país
ha de venir de algún otro lugar, y si esa
perturbación produce una revaluación de la
m o n e d a del país "virtuoso", es que en alguna
parte se están produciendo sucesos "viciosos".
D e la tesis del círculo virtuoso se ha
deducido, c o m o consecuencia política, la posi-
bilidad de utilizar el tipo de cambio c o m o
atajo para llegar antes a la estabilidad de los
precios, basándose en la creencia o la espe-
ranza de que una m o n e d a que se está revalori-
zando servirá a la vez de "zanahoria y palo"
para hacer avanzar al burro de la economía:
zanahoria, al ofrecer precios de importación
m á s bajos, y palo, al obligar a los costes
interiores y a la política económica nacional a
alinearse con los del extranjero. Sin embargo,
la experiencia de la realidad ha sido en
general decepcionante. Tras la crisis del petró-
leo, Suécia fracasó en el intento de ligar su
m o n e d a al marco alemán y aplicar al m i s m o
tiempo una política anticíclica;46 otro tanto
ocurrió en Noruega y Finlandia.47 Bélgica
logró mantener baja la tasa de inflación, pero
a un coste m u y alto en términos de produc-
ción, empleo y desindustrialización. E n efecto,
en este país, a medida que los salarios y los
precios de los bienes y servicios que no
intervenían en el comercio exterior crecían
m u c h o más de prisa que los relacionados con
el comercio extranjero, el empleo industrial
descendía más de 20% entre 1973 y 1979, la
tasa de beneficio industrial disminuía brusca-
mente y la balanza de pagos corrientes pasaba
de tener en 1972 el mayor superávit de todos
los países de la C E E a padecer el mayor
déficit en 1980. 48
El caso británico es algo distinto a este
respecto. L a abultada revalorización del tipo
de cambio de este país se logró mediante una
política monetaria tan restrictiva que tuvo
mayor peso que el petróleo del m a r del
Norte. 49 Esa revalorización sirvió de instru-
mento para reducir la tasa de inflación, pero
al mismo tiempo, al restar capacidad competi-
dora a la industria, fue uno de los factores
principales que causaron la profunda recesión
de la economía británica. E n un plano m á s
teórico, Buiter y Miller [1982] han demos-
La relación entre los movimientos del tipo de cambio y la inflación interior: círculos viciosos y poco virtuosos de ayer y de hoy 571
La monnaie française, alegoría al óleo de L e Quesne, 1901. H. Roger vioiiet.
trado que la política monetaria restrictiva
hace que el tipo de cambio se dispare súbita-
mente a valores exagerados, lo que, si los
costes permanecen aletargados, permite que
la tasa de inflación se reduzca, tanto por el
efecto directo del nuevo tipo de cambio como
por el descenso de la producción. Ahora bien,
en cuanto el tipo de cambio abandone los
valores exageradamente altos, la inflación
recuperará al menos parte del terreno per-
dido. Estos autores llegan a la conclusión de
que si "para conseguir efectos inmediatos
sobre el núcleo de la inflación los objetivos
monetarios han de mermar sobremanera la
capacidad de competencia, ese método no
constituye una forma eficiente de reducir la
inflación", ya que existen otras opciones
menos costosas en cuanto a la producción.50
Observaciones
finales: los círculos
viciosos de la década de 1980
La bibliografía surgida recientemente en
torno al tema de los círculos viciosos (o con
mayor exactitud, en torno a las condiciones
que pueden causar una constante influencia
mutua entre la depreciación del tipo de cam-
bio y la inflación) tiene indudablemente sus
méritos. Cierto que algunas de las ideas
fundaméntales deberían ser bien conocidas (y
acaso no lo eran tanto) gracias a otros traba-
jos m u y anteriores; pero en todo caso, se
aclararon algunos problemas y se colocaron
en sus justos términos algunos de los debates
relativos a la política económica.
D e todas maneras, al pasar revista a las
cuestiones discutidas en aquella bibliografía,
cabe preguntarse hasta qué punto aquellas
discusiones siguen teniendo validez hoy día.
¿ N o se habrán quedado anticuados los proble-
572
mas? ¿ O las soluciones? O ambas cosas a la
vez?
Es cierto que algunos países parecen
haber aprendido a su propia costa la lección
de la década de 1970 y que hoy ya n o se
repiten los episodios de aquellos años. N o es
probable, por ejemplo, que Italia y el Reino
Unido reincidan en los errores de política
económica en que incurrieron en 1973-1974 y
1975-1976. A d e m á s , algunos países se han
aplicado a reducir los efectos del tipo de
cambio sobre los precios, principalmente dis-
minuyendo la indexación de la economía. Por
el contrario, se ha perdido mucha confianza
en la posibilidad de emplear el tipo de cambio
c o m o instrumento gratuito para estabilizar
los precios; basta recordar que Bélgica tuvo
que devaluar su m o n e d a dentro del S M E . E n
general, el comportamiento de los países
desde los últimos años del decenio de 1970 se
ha ajustado a las recomendaciones de la teoría
económica m u c h o m á s que en periodos ante-
riores. Pero es difícil pensar que este sea el
motivo principal de la pérdida del interés
(como al parecer ha ocurrido) por la conside-
ración teórica de estas cuestiones concretas.
Después de todo, los problemas con que hoy
nos enfrentamos, individual y colectivamente,
se diferencian más por la forma que por el
contenido de los que imperaban en la década
de 1970. C o m o en los últimos años las "pertur-
baciones" exteriores han desempeñado un
papel m u y destacado, cabría esperar que los
estudios dedicados expresamente a considerar
los efectos de esas perturbaciones nos ayuden
a comprender lo que ha ocurrido en la eco-
nomía mundial. Sin embargo, tampoco es de
extrañar que n o haya sucedido así.
L a imagen del m u n d o que se encarna en
los modelos económicos es la de unas eco-
nomías que en esencia se distinguen sola-
mente en que algunas pueden desviarse del
recto y estrecho camino que las otras siguen,
mientras que las diferencias de magnitud no
afectan más que a la escala de las consecuen-
cias de las políticas desviacionistas. Esas eco-
nomías tienen unos niveles de equilibrio a
largo plazo para la producción, los cuales no
suelen verse afectados por la dinámica de
Luigi Spaventa
corto plazo que sigue a una perturbación .y
hacia los que el sistema tiende a retornar
espontáneamente. El corto plazo es cualquier
espacio de tiempo que medie entre la pertur-
bación y el inevitable retorno al camino de
equilibrio, retorno que sólo una política
errada puede evitar. E n esos modelos existen
unos tipos de cambio de equilibrio a largo
plazo, siempre conocidos por especuladores
bien informados y ansiosos de recoger el
beneficio máximo. Las funciones de d e m a n d a
de dinero son estables e independientes de lo
que ocurra en el sistema, y el gobierno es
capaz de controlar plenamente la masa m o n e -
taria, mediante decisiones discrecionales o
siguiendo una función de reacción perfecta-
mente definida.
N o se puede reprochar a la teoría que se
base en unos supuestos excesivamente sim-
plificados. L o que ocurre es que, con los
mismos supuestos y con el mismo esquema
teórico, unas veces se obtendrán respuestas
útiles a unos problemas concretos y otras
veces, en un contexto diferente, las soluciones
obtenidas carecerán de validez.
N o s estamos dando cuenta ahora de que
muchas veces "no tenemos una idea acepta-
ble, ni en la teoría ni en otros planos
menos rigurosos, de hasta qué punto el valor
actual del tipo de cambio representa un equili-
brio";51 y, además, las pruebas empíricas han
demostrado "que los actuales modelos estruc-
turales empíricos son incapaces de predecir o-
siquiera explicar los movimientos de los tipos
de cambio. S2 Desde supercherías creíbles
hasta peregrinas creencias respecto a las
expectativas, hoy ya se reconoce la posibilidad
de que los tipos de cambio se desvíen de
manera persistente del curso dictado por las
reglas de la economía. S3
Esos movimientos tan amplios de los
tipos de cambio, de índole bien distinta a los
exagerados saltos que hallamos en los m o d e -
los habituales y algo m á s parecidos a los que
Nurkse analiza, tienen efectos reales m u y
importantes, pueden desplazar toda una fun-
ción matemática y son capaces de menoscabar
la eficacia de las medidas de política econó-
mica. Si las perturbaciones se repiten una y
La relación entre los movimientos del tipo de cambio y la inflación interior: círculos viciosos y poco virtuosos de ayer y de hoy 573

otra vez, los valores que las variables t o m a n
en el equilibrio d e largo plazo terminarán
cambiando. L o s modelos q u e sirven de base a
las expectativas acaso se hagan diferentes al
referirse a mercados distintos, en los que el
horizonte de tiempo será también diferente en
cada caso. E n consecuencia, tal vez las m e d i -
das de política monetaria surtan efectos asimé-
tricos, manteniendo la neutralidad en una sola
dirección.54
T e n e m o s luego el problema d e la interde-
pendencia y de las asimetrías e n la dependen-
cia m u t u a de los países. H o y e n día se admite
que "los tipos d e cambio flexibles nos dejan
con tanta interdependencia, o incluso m á s ,
que el régimen d e cambio fijo"55 y p u e d e n ,
por tanto, originar agudos conflictos de intere-
ses. Si u n país grande aplica continuamente
una política monetaria restrictivai los países
pequeños n o tienen m á s opción que escoger
entre u n a inflación m a y o r o u n a producción
m e n o r . Estos países menores, bien adoctrina-
dos por la bibliografía sobre los círculos
viciosos y por la experiencia proporcionada
por tales círculos, se sienten impelidos a
imitar la política del país grande y a cumplir
las recomendaciones expresadas en el Econo-
mie Report of the U.S. President: " C o m o
n o r m a general, u n a manera d e conseguir la
compatibilidad entre las medidas de política
económica consiste e n q u e los países adopten
voluntariamente el m a n d o monetario de un
país grande cuyo objetivo declarado sea el de
estabilizar los precios" (subrayado en el origi-
nal). El vicio y la virtud se convierten en
conceptos m u y relativos. El patrón de medida
de la virtud es el q u e dicte el país grande: a
m e n o s que todos los d e m á s países estén dis-
puestos a enfrentarse a los riesgos de u n vicio
relativo, todos ellos habrán d e soportar y
transmitirse entre sí los altísimos costes de la
virtud. E n el intento de evitar los efectos
inflacionarios de la conmoción causada por la
política de los países mayores, todos los
d e m á s endurecen su política monetaria y
huyen c o m o pueden del déficit presupuesta-
rio, con el resultado de que todas las eco-
nomías reciben y transmiten conmociones rea-
les. L o s efectos de corto plazo sobre la
producción y la inversión se combinan entre sí
y, si el proceso dura demasiado tiempo, el
"valor de equilibrio a largo plazo" de las
variables q u e d a reducido a u n concepto
carente de sentido.
Es posible q u e todavía nos hagan falta
una teoría de los círculos viciosos y unas
recetas para salir d e ellos. Pero tendrá que ser
una teoría diferente.
Traducido del inglés

Notas

1. Basevi y de Grauwe, 1977.
2. Véanse, por ejemplo, los
pasajes citados en
Bilson [1979]; unos, del
discurso pronunciado por
M Clappier, gobernador
del F M I por Francia, en la
reunión de 1976 de dicho
organismo; otros, de la memoria
del Banco Nacional de Bélgica
correspondiente a 1976. El
cuidadoso análisis realizado en
los dos informes de
O P T I C A [1976; 1977], donde
se proponía la creación de una
Moneda Europea Paralela y de
una regla basada en la paridad
del poder adquisitivo (PPA)
para regular los tipos de cambio,
no es una excepción a este
aserto, ya que dicho análisis
versaba sobre la cuestión, afín a
ésta pero distinta, de si las
variaciones del tipo de cambio
pueden tener efectos reales
sobre la economía y, en caso
afirmativo, durante cuánto
tiempo. Lo mismo puede decirse
de cierto número de trabajos
europeos que se examinan en los
informes citados.
3. Se trata de la argumentación
de Mundell-Laffer, según la cual
el principio de la unicidad del
574
precio se impone mediante el
ascenso del precio de
exportación, en el país cuya
m o n e d a se deprecia, con tanta
fuerza y rapidez que no deja
margen para que el precio de
importación disminuya en el país
cuya moneda se revalúa. Esta
argumentación tiene c o m o
variante la de la rigidez del
precio en la moneda revaluada.
Para m á s detalles sobre esta
cuestión véase Corden [1977,
cap. V ] , donde el autor hace
observar con justicia que el
problema tiene mucha menos
importancia cuando las tasas de
inflación son positivas en todos
los países. U n examen crítico de
la cuestión puede verse en
Goldstein [1980]. Chiesa y
Valcamonici [1980], sostienen
que la elevada elasticidad de los
precios industriales con respecto
al tipo de cambio sirve de
justificante teórico al
comportamiento asimétrico de
los precios: la simetría
significaría que las empresas
aplican la estrategia de beneficio
máximo cuando la moneda se
deprecia y la estrategia de
máxima participación en el
mercado cuando la m o n e d a se
réévalua.
4. Según Godstein [1980,
p. 18], existe una incongruencia
básica entre la hipótesis del
trinquete y el círculo vicioso.
Pero ello es cierto en la hipótesis
extrema del trinquete y en el
caso en que las tasas de inflación
sean nagativas. A d e m á s , la
objeción es inaplicable cuando
se produce una perturbación
externa que, como en el caso del
aumento del precio del petróleo,
afecta por igual a todos los
países de un grupo determinado.
E n este caso, los países
"virtuosos", a diferencia de los
"viciosos", podrán evitar que se
acelere su tasa de inflación.
5. Véase O C D E [1976a; 19766].
6. Así ocurrió especialmente
en el periodo 1972-1976;
véase Izzo y Spaventa [1981,
p. 92 y s.].
7. Deutsche Bundesbank [1979,
p. 41].
8. Deutsche Bundesbank [1981,
p.74]
9. Véase de Grauwe [1982].
10. Véase Izzo y Spaventa p. 88.
11. Isachsen [1982].
12. El banco central italiano
abrigó serias dudas a este
respecto, y fue gracias a su
insistencia por lo que Italia
obtuvo una banda de fluctuación
más amplia (el 6%, en lugar
del 2,5%) que los otros países
del S M E .
13. Walsh [1982, p. 167 y s.].
14. Véase Niehans [1981], y
Buiter y Miller [1981].
15. U n examen más general es
el de Angell [1926], y para los
detalles de la bibliografía
alemana véase sobre todo
Ellis [1934, parte III]. E n un
trabajo de D e Ceceo [1983],
publicado cuando el presente
artículo estaba ya terminado, se
examina detalladamente todo el
debate del decenio de 1920 y
años anteriores, haciendo
referencia exhaustiva a la
bibliografía alemana.
16. Sobre todo Helfferich,
Havenstein y Aftalion. Las
opiniones de estos autores se
comentan en
Bresciani-Turroni [1931; 1937,
p. 44, 144-145, y 156 y s.].
17. Angelí, 1926, p. 447^48.
18. Haberler, 1937, p. 60.
19. Bresciani-Turroni, p. 145.
Véase también Angelí, loe. cit.,
y Haberler [1937]. Por esta
misma razón Haberler, 1980,
tachaba la teoría de los círculos
viciosos de "cómoda para los
políticos en los países de
economía inflacionaria y
moneda débil".
Luigi Spaventa
20. Véase Bresciani-Turroni,
p. 155 y s., donde se ofrecen
además datos comparativos.
21. Véase Nurkse, en Sociedad
de Naciones [1946, p. 36-37].
22. Angelí, p. 197.
23. Nurkse, en Sociedad de
Naciones [1944, p. 113].
24. P . 102-103 y 133-134 y la
bibliografía citada. Bresciani
cita al industrial alemán von
Siemens, quien decía que
"cuando el tipo de cambio
mejoró, la naturaleza humana
retardó la adaptación de los
precios", palabras dignas de ser
meditadas por quienes
mantienen que larigidezde los
precios es un supuesto ad hoc.
Véase también Angelí, p. 293.
25. Bresciani-Turroni, p. 144.
26. Bresciani-Turroni, cap. IV;
Haberler [1937], loe. cit.;
Nurkse, en Sociedad de
Naciones [1946, p. 36-37].
27. Angelí, p. 293.
28. Nurkse, en Sociedad de
Naciones [1946, p. 36]. Algo
m u y parecido ocurrió en
Bélgica. E n Nurkse, loe. cit.,
cap. 5, se analiza con detalle "el
problema de la deuda flotante".
29. Nurkse, loe. cit., p. 37.
Véase también Angelí, p. 445.
Es ésta una excelente ilustración
del paradigma de
Sargent-Wallace según el cual
reducir la inflación presente
puede ocasionar más inflación
en el futuro o incluso más
inflación ahora; véase Sargent y
Wallace [1981].
30. A d e m á s de Nurkse, véase
también Bresciani-Turroni,
p. 100 y s.; y Angelí, loe. cit.
31. Nurkse, en Sociedad de
Naciones [1944, p. 118 y s.].
32. Véase Dornbusch [19826].
33. Véase Falchi y Michelangeli
[1977], y K a w a y [1980].
La relación entre los movimientos deltipode cambio y la inflación interior: círculos viciosos y poco virtuosos de ayer y de hoy
34. Goldstein, p . 25. Véase
también Bilson.
35. Bilson, p. 6.
36. Sweeney y Willett [1977,
p.4].
37. Véase especialmente
Bilson; y B o n d [1980].
38. Este es el resultado de la
regla de intervención enunciada
en Basevi y de G r a u w e [1977],
en la que incluso se considera la
posibilidad de esterilizar por
completo esos movimientos. E n
Bilson la función de reacción de
la autoridad monetaria abarca
las desviaciones que el tipo de
cambio y la producción
experimenten respecto a sus
niveles de equilibrio. E n Wallich
y Gray [1980], la función de
reacción comprende además las
desviaciones del nivel interior de
precios.
39. Véanse los dos informes de
O P T I C A [1976; 1977].
40. E n Basevi y de G r a u w e
[1978], se expone la versión del
modelo referida a dos países. E n
de Grauwe, Steinherr y Basevi
[1980] se examina la dinámica de
una versión m á s sencilla, con
objeto de estudiar las
propiedades de la regla
propuesta por O P T I C A . Sobre
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1978. "Vicious and Virtuous
los posibles efectos
desestabilizadores de la regla de
intervención basada en la P P A ,
véase Dornbusch [1982a].
4 1 . Bilson, p . 2 6 .
42. Wallich y Gray, p . 61.
43. Modigliani y
Padoa-Schioppa comentan y
critican con detalle diversas
propuestas hechas en el terreno
de la política práctica para
resolver el problema de que el
nivel del salario producto sea
demasiado elevado. Estos
autores llegan a la conclusión de
que para que esas propuestas
(reducción de los impuestos
indirectos o de las cuotas de los
seguros sociales) sean eficaces,
las mismas han de desembocar
siempre en un salario real
menor. K o r k m a n , 1978,
propone otro modelo, "sólo
real" y de plazo m á s largo, de un
ciclo de devaluaciones en una
economía bisectorial.
44. Véase Gandolfo y
Padoan, 1981.
45. Véase el artículo de
W . M . Corden en este m i s m o
volumen.
46. Véase Izzo y Spaventa.
47. Véase Isachsen.
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48. Véase de G r a u w e .
49. Véanse los convincentes
argumentos aducidos en este
sentido por Niehans y por Buiter
y Miller [1981].
50. Y a en 1951, cuando tras el
gran aumento de los precios de
las materias primas se produjo
una opinión favorable a la
revalorización de las monedas,
Hinshaw analizó la tesis de que
"la revalorización no es sólo una
técnica anti-inflacionaria eficaz
sino que (. . .) es además un
proceso más o m e n o s indoloro".
Hinshaw puso en duda la
eficacia y la eficiencia de esos
movimientos, salvo en algunos
casos particulares.
51. Dornbush [19826].
52. Méese y Rogoff [1981].
53. Véase el análisis hecho en
Dornbush [1982Ò].
54. Así lo hace observar Bolto
[1982]: una política monetaria
restrictiva y persistente tendrá
efectos negativos sobre la
inversión y por tanto sobre el
volumen de producción
correspondiente a la plena
capacidad, mientras que el
aumento de la masa monetaria
eleva la inflación.
55. Dornbush [1982c].
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the European Monetary System,
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Una visión global
de la economía mundial:
análisis y conclusiones

Douglas Hague

Introducción mistas parecen tener demasiado poco que

decir. . . o lo dicen demasiado tarde.

Casi todos los países del m u n d o padecen

actualmente dificultades económicas diversas,
y naturalmente esta situación se reflejó en las
Características
ponencias presentadas en la reunión conjunta de la disciplina económica
A I E / A E A que se celebró recientemente en
Nueva York. Las dificultades aludidas en Esto es, hasta cierto punto, inevitable. Las
dichas ponencias evocaban principalmente, interpretaciones de los hechos económicos
sin embargo, los proble- actuales son apropiadas y
m a s que se plantean en el esclarecedoras sólo en la
Sir Douglas Hague, C B E , es miem-
m u n d o real, en la prác- medida en que se basan
bro del Claustro de Profesores del
tica m á s que en la teoría, Oxford Centre for Management Stu- en la teoría, q u e , por su
c o m o consecuencia del dies, Kennington, Oxford, O X 1 5 N Y naturaleza m i s m a , podrá
hecho de que virtualmen- y director de publicaciones de la Aso- explicar a lo s u m o hechos
te todos los países expe- ciación Internacional de Economía. recientes, pero no actua-
Desde 1979 forma parte del grupo de
rimentan un crecimiento asesores del Primer Ministro britá- les. C o m o ha dicho Sir
económico m á s lento que nico. Entre sus publicaciones se cuen- John Hicks, "el presente
el de las décadas de 1950 tan A Textbook of Economic Theory es fugaz; apenas tiene
y 1960. E n los Estados (en colaboración con A . W . Stonier, uno tiempo de pensar en
1953-73), Managerial Economics
Unidos y en algunos paí- él cuando ya es pasado." 1
(1969) y muchos volúmenes de actas
ses de Europa Occidental de conferencias de la A I E . La teoría económica
se han registrado, inclu- tiende pues a reflejar los
so, tasas de crecimiento hechos del m u n d o real,
económico negativas du- m á s que a anticiparlos.
rante al m e n o s parte del periodo transcurrido U n a buena teoría explica la realidad, raras
desde 1979. veces la predice.
Estas dificultades son apremiantes, sin L a predicción es particularmente difícil
duda, y volveré sobre ellas m á s adelante. Pero en épocas en que las tendencias de evolución
mi propósito abarca la teoría tanto c o m o la y las relaciones fundamentales de la economía
práctica. E n conjunto, los artículos de este mundial están cambiando radicalmente, c o m o
número plantean u n o de los problemas m á s sin duda ocurre actualmente. Conviene recor-
fundamentales que afectan a la economía dar que cuando Keynes publicó su análisis de
política, y es que, con respecto a demasiadas las causas de la gran depresión, en 1936, esta
cuestiones importantes de h o y , los econo- depresión llegaba a su término. Y cuando su
580
análisis había logrado amplia difusión y se
había impuesto c o m o parte de la doctrina
generalmente admitida, la gran depresión
había pasado a la historia. D e igual manera,
hoy, la incertidumbre con relación al futuro
económico es mayor que en tiempos m á s
prósperos. Sería sorprendente que la teoría
económica hubiera anticipado los hechos. D e
todas formas, aunque sin duda abordan pro-
blemas de todo m o m e n t o , a m i juicio los
artículos que anteceden n o abordan realmente
los problemas actuales de la economía m u n -
dial.
U n a razón importante de que así sea
estriba en las características particulares de la
ciencia económica. E n Causality in Econo-
mics, Hicks considera acertadamente que la
economía es una disciplina situada "en la
periferia de las ciencias", pero también "en
los confines de la historia; al mirar a la vez
hacia unas y hacia otra, se encuentra en una
posición clave."2
L a razón de que la economía se encuen-
tre sólo en la periferia de la ciencia es que en
tal disciplina, la experimentación científica
satisfactoria es imposible. C o m o lo especifica
el propio Hicks, "la ciencia experimental, por
su naturaleza m i s m a , está fuera del tiempo
histórico; para que un experimento sea signi-
ficativo, tiene que ser indiferente la fecha en
que se haga o se repita". Para muchos científi-
cos, "la totalidad de la historia registrada
(. . .) está en el presente. Pero el presente del
economista es nuestro presente, el día en que
estamos viviendo, o la hora que está sonando
mientras escribimos."3 E n parte c o m o conse-
cuencia de esto m i s m o , "el grado de certeza
que puede atribuirse a cualquier predicción o
explicación económica es considerablemente
inferior al de las previsiones científicas."4
Pero la economía difiere también de la
historia, en el sentido de que se interesa tanto
por el futuro c o m o por el pasado, aunque el
pasado sea el punto de partida obligatorio
para el economista. "El pasado es el que le
proporciona sus datos, los datos que utiliza
para formular sus generalizaciones; posterior-
mente emplea estas generalizaciones c o m o
bases para efectuar predicciones y para dar
Douglas Hague
consejos en materia de "planificación". E n el
trabajo puramente histórico, este último ele-
mento n o interviene, o lo hace solamente en
segundo plano; aunque es fácil mencionar
historiadores que desean extraer del pasado
lecciones para el presente y para el futuro,
lecciones que pueden estar implícitas m á s que
explícitas, pero que en principio no difieren de
las que toma el economista (. . . ) . El historia-
dor se interesa por el pasado en su relación
con el presente; el economista se interesa por
el presente, y sólo se interesa por el pasado
en la medida en que afecta al presente."5
E n este contexto, recuerdo siempre una
sagaz observación efectuada hace algún
tiempo por Hicks.
Está muy bien que tengamos teorías sobre fenóme-
nos económicos que se repiten constantemente,
como la formación de los precios, el equilibrio de
las balanzas de pagos internacionales, incluso el
auge y la decadencia de determinadas industrias.
Pero el crecimiento a largo plazo de una economía
no es un fenómeno que se repite; no se reproduce
en diferentes naciones, cuyo crecimiento forma
parte de la evolución indivisible del mundo. N o
podemos basarnos en lo sucedido en los Estados
Unidos durante un determinado periodo para esta-
blecer leyes del desarrollo económico. Todo lo que
podemos esperar conseguir con nuestros análisis es
una mejor comprensión de lo acontecido en los
Estados Unidos en ese momento. Merece la pena
construir modelos teóricos con el fin de mejorar
nuestro conocimiento de tales fenómenos. Pero el
teórico, en su calidad de tal, es sólo un fabricante
de herramientas; la explicación de lo ocurrido es
asunto del historiador, no suyo.6
La economía moderna, y especialmente la
previsión económica actual, recurre en gran
medida a la ciencia econométrica. L a econo-
metria es, en este sentido, una suerte de
historia matemática: Keynes la llamó "alqui-
mia estadística", aunque, sin duda, en u n a
etapa m u y temprana de su desarrollo.7 L a
predicción económica trata de extrapolar
hechos pretéritos hacia el futuro. E n sus
modelos econométricos, las ecuaciones r e m o n -
tan y estudian el curso de la historia y, sobre
el supuesto de que las relaciones económicas
del pasado no variarán en el futuro, predicen
los hechos del m a ñ a n a .
N o puede sorprendernos que la "edad de
Una visión global de la economia mundial: análisis y conclusiones 581

La industrialización a toda máquina: fundición de cobre en Swansea, País de Gales, 1862. Grabado
realizado según un dibujo de Durand-Brager. Roger vioiiet.

oro" de las décadas de 1950 y 1960 fuese
también u n a edad d e oro para los previsionis-
tas económicos. Las relaciones económicas
existentes en los países desarrollados eran lo
suficientemente estables c o m o para que resul-
tase relativamente fácil formular predicciones
optimistas. T a m p o c o es sorprendente q u e ,
inmediatamente después de la primera "crisis
del petróleo" de 1973-74, los pronósticos
econométricos resultasen s u m a m e n t e difíciles.
Las relaciones económicas dentro de los
países desarrollados se habían modificado
demasiado profundamente, y el pasado era
una guía m e n o s significativa para predecir el
futuro.
L a economía (incluida la econometria)
deberá aprender a emplear mejor lo que
Hicks llama "doble visión" del historiador.
Según él, "el historiador m i s m o trabaja en u n
m o m e n t o concreto, en el que todo lo sucedido
antes de ese m o m e n t o pertenece y a al pasado,
y lo que haya de suceder después todavía se
halla en el futuro; n o obstante, tiene que
trasladarse mentalmente a otras fechas, con
pasados y futuros distintos a los del m o m e n t o
en que él trabaja. ( . . . ) para el economista,
consciente c o m o es de que estudia el pasado
para esclarecer el presente, esa doble visión es
una necesidad. Necesita siempre mirar al
pasado de las dos maneras, desde el punto de
vista de ese pasado y desde el suyo propio; o
bien, c o m o h a aprendido a decir, ex ante y ex
post"9
U n importante reto con que se enfrentan
hoy los economistas es alcanzar esta "doble
visión". Otra exigencia es lograr que la teoría
económica sea lo m á s pertinente posible.
La evolución de
las estructuras económicas
Quiérase o n o , todos s o m o s hoy observadores
del principal conflicto que plantea la teoría y
582
también, a decir verdad, la práctica econó-
mica, el que opone a monetaristas y keynesia-
nos. Los keynesianos creen que la meticulosa
manipulación de la demanda mediante medi-
dasfiscales(lo que los economistas llaman "la
afinación") es el principal requisito de una
política económica eficaz. Sus ideas acerca de
c ó m o debe contrarrestarse la recesión que
actualmente aqueja a todos los grandes países
industriales siguen atribuyendo un papel pri-
mordial al aumento del gasto público. Ni
siquiera el propio Keynes insistió m u c h o en
esto en la década de 1930, y en cambio hizo
hincapié en la necesidad de la inversión pri-
vada. Y fuera cual fuere la opinión de Keynes
en la actualidad, es casi seguro que él mismo
no sería keynesiano.
Los monetaristas temen que el elevado
gasto público se financie sólo mediante la
creación de excedentes monetarios, lo que
conduce a la inflación. Y como también dudan
de la capacidad de políticos y funcionarios
para "afinar" con éxito la economía, los
monetaristas prefieren un enfoque no interven-
cionista. Se limitarían a fijar y anunciar de
antemano una determinada tasa anual de
aumento de la oferta monetaria, y se aten-
drían incondicionalmente a ella. C o m o ha
dicho el economista norteamericano Charles
Kindleberger, Milton Friedman pretende que
establezcamos reglas sencillas en materia de
política monetaria y luego "tiremos la llave".9
E n el debate entre keynesianos y moneta-
ristas, tomaría el partido de los monetaristas,
aunque no de manera incondicional. Pero lo
que quisiera destacar es lo erróneo de tal
debate. Si m e viese obligado a colocarme una
etiqueta (lo que parecer ser de rigueur entre
los economistas en nuestros tiempos) m e
definiría como estructuralista.
Creo que los problemas económicos
actuales más serios no están relacionados con
la demanda, y que el punto débil tanto de los
monetaristas c o m o de los keynesianos es que
no sólo están preocupados sino obsesionados
con la demanda. Al parecer, no quieren
reconocer que una libra esterlina, u otra
unidad monetaria cualquiera, permite com-
prar hoy un conjunto de bienes y servicios
Douglas Hague
m u y distinto del que se compraba hace diez
años. Y que comprará una cesta diferente
dentro de diez años m á s . A d e m á s , los artícu-
los contenidos en ese conjunto no tendrán
necesariamente la misma procedencia.
Soy estructuralista en el sentido de que
creo que están produciéndose cambios m u y
importantes en la estructura de la economía
mundial. Es mucha laflexibilidadque a todos
se nos exige para adaptar nuestras economías
a la estructura cambiante de la economía del
m u n d o . E n cuanto a los teóricos, existe una
necesidad análoga de elaborar una teoría
económica que preste más atención a la evolu-
ción de las estructuras económicas y, sobre
todo, de referir teorías y debates a los hechos
económicos internacionales y no sólo a los que
se producen en los Estados Unidos o en
Europa Occidental. U n o de los aspectos de la
conferencia de Nueva York que m e preocupa-
ron fue la poca o ninguna disposición de los
economistas norteamericanos a tomarse m u y
en serio las tendencias económicas que se
manifiestan fuera de su país.
Las reuniones de Nueva York
U n enfoque que siguiera estas líneas no sería
menos desalentador con respecto a la evolu-
ción económica del m u n d o actual. Pero esta-
ría más a tono con la realidad. Albert Hirsch -
m a n señalaba en Nueva York que diversos
hechos (el descubrimiento de gas natural en
los Países Bajos, la explotación de minerales
en Australia y de petróleo en Nigeria y la
imposición de un tipo de cambio alto en
Bélgica) se interpretan c o m o manifestaciones
del "síndrome holandés" (o de otra clase).
Pero Hirschman observaba con razón que es
imposible, por ejemplo, tener una apreciación
general de los tipos de cambio. Por definición,
si unos tipos de cambio suben, otros deben
bajar. Las dificultades de Bélgica deben de
haber sido provechosas para otros países.
H o y , cuando hablamos de "síndrome", exage-
ramos por contraste la importancia de los
"milagros" de la economía mundial en los
años sesenta.
Una visión global de la economía mundial: análisis y conclusiones
Industria ligera a comienzos del siglo xx: planta para la fabricación de latas de conserva en los Estados
U n i d o s . H . Roger Viollet.
Las ponencias presentadas en Nueva
York, inevitablemente (y en realidad no sin
intención) dan prioridad a las experiencias y
actitudes de las regiones o países de donde
proceden los autores. A l comentar esto, Víc-
tor Urquidi sugirió que los economistas de los
países menos desarrollados deberían quizá
poner m á s de relieve las características cam-
biantes de sus economías, c o m o por ejemplo,
sua dotaciones de recursos o sus sistemas
políticos. Sin embargo, c o m o ya lo he indi-
cado, no m e pareció que esta tendencia fuese
considerablemente m á s marcada e n Nordhaus
y Spaventa. Si, c o m o yo creo, el cambio
estructural es la raíz de gran parte del males-
tar económico actual del m u n d o , son los
factores estructurales los que debemos iden-
tificar y cuya influencia tendremos que inter-
pretar.
Finalmente, las ponencias de Nueva
583
York reflejaban m u y claramente la experien-
cia de las principales regiones económicas del
m u n d o , o sea: 1) los Estados Unidos, país
cuya economía es altamente desarrollada pero
no por ello m e n o s dinámica, característica
compartida con el Japón, algo m e n o s desarro-
llado. 2) Europa Occidental, región sometida
a una fuerte presión (algunos dirían asedio),
especialmente por parte de las países del
Pacífico. E n Europa es donde varios países de
industrialización reciente, junto con el Japón,
compiten severamente tanto en el terreno de
las industrias m á s antiguas c o m o la del acero y
la construcción naval, cuanto en el de otras
m á s nuevas c o m o la electrónica y en todas las
actividades de la llamada tecnología de la
información. 3) El m u n d o socialista, donde
las economías planificadas padecen el m i s m o
tipo de problemas que las economías de
mercado desarrolladas, pero donde los sin to-
584 Douglas Hague

mas difieren, siendo los más evidentes el lentoinfluencia importante en el m u n d o sea un

crecimiento económico y el fuerte endeuda- fenómeno m á s bien temporal. Evidente-
miento exterior, antes que el desempleo. mente, es cierto que si observamos la explota-
ción del petróleo y el desarrollo de la industria
4) El tercer m u n d o , con respecto al cual se
destacaron los problemas diversos de la India, fabril incipiente en el golfo, repararemos en
América Latina y Africa. Tal vez sus proble- que gran parte de la m a n o de obra empleada
mas fueron presentados c o m o demasiado dife- procede del exterior, especialmente de Pakis-
tán y la India. Estos hechos pueden dar pie a
rentes de los del resto del m u n d o . Por ejem-
plo, Chakravarty, en particular, no prestó a un interesante capítulo en un estudio sobre las
implicaciones económicas de las migraciones,
mi juicio suficiente atención a los logros de los
nuevos países industriales del Pacífico, cues- pero, hoy por hoy, los países del golfo apenas
tión ésta sobre la que volveré más adelante. participan en la corriente principal del desar-
M e inclino también a considerar a China rollo industrial del m u n d o , y su debilidad
demográfica absoluta y militar relativa contri-
c o m o país del tercer m u n d o antes que como
nación socialista, porque D o n g Fureng buye a la inestabilidad internacional.
explicó que China se enfrenta actualmente Tal vez se haya pasado por alto el papel
con problemas m á s similares a los que se que desempeñaron los países del golfo en la
plantean en los demás países del tercer m u n d o
desestabilización del sistema monetario m u n -
que a los que afectan a los países socialistas dial a partir de 1973. Diez años después, este
europeos. factor parece haber causado problemas m á s
serios al resto del m u n d o que los que provocó
el desplazamiento del poder adquisitivo origi-
El papel de los países nado por el alza del precio del petróleo. Sin
del Golfo Pérsico duda alguna, cuando se produjo dicha alza
en 1973, se desviaron hacia los países petrole-
La única ponencia que no cuadraba en esta ros grandes cantidades de disponibilidades,
clasificación geográfica fue la de Corden, antes desembolsadas y por tanto ganadas en
quien analizó las diversas manifestaciones del Occidente. Por cierto, muchos de ellos ahorra-
llamado síndrome holandés". Sin embargo, ron más de lo que gastaron, y, en la medida
aun él al examinar los efectos que la explota- en que hicieron gastos, los dedicaron a artícu-
ción de recursos minerales recién descubiertos los distintos de los que los países occidentales
tiene sobre los demás sectores de una eco- intercambiaban entre ellos (sobre todo mate-
nomía, quitaba importancia a los países de la rial militar), antes que a bienes de consumo
O P E P del Oriente Medio, especialmente a los duraderos. N o obstante, cuando miramos
del Golfo Pérsico. Quizá esté en lo cierto. atrás, se destacan dos observaciones.
Fuera de Arabia Saudita y O m á n , que cuen- E n primer lugar, es evidente que los
tan con formidables posibilidades de desa- países desarrollados lograron aumentar sus
rrollo económico, la mayor parte de los pro- exportaciones a los países productores de
ductores de petróleo del golfo son países petróleo en la medida suficiente para eliminar
pequeños. Pueden tener, al menos temporal- la mayor parte del déficit de balanza de pagos
mente, un enorme poder económico, pero que les impuso la O P E P . Esto fue un logro
c o m o ha señalado Henry Kissinger reciente- asombroso, cuando consideramos que los
mente, el hecho de que dispongan de poder países desarrollados consumen casi el 80% de
económico, únicamente, los coloca en una la producción mundial de petróleo. Volviendo
situación sumamente insólita. E n el trans- a mi tema principal, se produjo así un cambio
curso de la historia, el poder económico se ha estructural considerable en la distribución del
dado normalmente en conjunción con pobla- gasto mundial y de las exportaciones de los
ciones numerosas y poderío militar. E s posi- países desarrollados.
ble que el auge del golfo c o m o fuente de Aunque éste fue sin lugar a dudas un
Una visión global de la economía mundial: análisis y conclusiones
logro magnífico por parte de los países desa-
rrollados, tuvo dos consecuencias m u y graves.
E n primer lugar, significó que el déficit
impuesto inicialmente a los países desarrolla-
dos por el aumento del precio del petróleo no
volvió a los países de la O P E P , sino que se
transfirió en gran medida a los que el Banco
Mundial llama "países en desarrollo no pro-
ductores de petróleo". Pero aun así, no fue
éste el efecto más grave del alza de los precios
del petróleo. El m á s importante fue el que
afectó al sistema monetario mundial, más que
a la estructura de la actividad económica
mundial. Al parecer, inicialmente cada una de
las dos alzas de los precios del petróleo
(1973-74 y 1978-79) aumentó el superávit de
la balanza de pagos corriente de los países de
la O P E P llevándolo a una cifra que oscila
alrededor de los 70.000 millones de dólares
(precios de 1975). Y digo "al parecer" porque
existen fundadas sospechas de que los inte-
reses correspondientes a los fondos árabes
depositados en Europa y América del Norte
se contabilizan en las estadísticas sobre
balanza de pagos de tal forma que la magnitud
del superávit está hoy considerablemente
subestimada, quizá en 60.000 millones de
dólares al año. Esto significa que la estima-
ción conocida, si no realmente falsa, es por lo
menos engañosa.
Según la estimación conocida, después
del alza de precios de 1973-74, el superávit
de la O P E P se consumió de tal suerte que, en
1978, había virtualmente desaparecido. Esto
sucedió en parte a causa de la inflación
relativamente rápida registrada en los países
industriales, y en parte también porque, pese
a los temores de que los principales produc-
tores de petróleo no pudieran absorber m á s
que una fracción de sus ingresos extraordina-
rios en importaciones adicionales, dichas
importaciones aumentaron realmente. En con-
secuencia, al parecer el superávit de balanza
de pagos de la O P E P había prácticamente
desaparecido en 1978. Pero podríamos equi-
vocarnos al creer que después de la reconstitu-
ción de ese superávit en 1979-80, el nuevo
proceso de erosión esté produciéndose tan
rápidamente c o m o parece.
585
Existen otras pruebas que corroboran
esta tesis. E n 1981, por ejemplo, el comercio
mundial aumentó algo más rápidamente de lo
que los vaticinadores económicos habían anti-
cipado, y esto ocurrió gracias principalmente
a las importaciones de bienes efectuadas por
la O P E P en los países desarrollados, supe-
riores a lo previsto, tal vez porque el superávit
de la O P E P era también mayor de lo que se
suponía. A d e m á s , los economistas se intere-
san continuamente en las existencias tanto
c o m o en las corrientes. Hasta ahora hemos
considerado únicamente el movimiento de
fondos hacia la O P E P , representado por los
enormes superávit de sus balanzas de pagos.
A u n cuando miremos confiados la celeridad
con que estos fondos han sido y serán reabsor-
bidos en el futuro, y ya he indicado por qué
podríamos equivocarnos si así lo hiciéramos,
queda todavía otro factor que es un motivo de
preocupación. Se trata del volumen de las
existencias de capitales actualmente en manos
de la O P E P . A u n cuando los superávit actua-
les de los países de esta organización sufran
una erosión bastante rápida, los fondos de la
O P E P son ya m u y cuantiosos, y, a menos que
se eviten absolutamente nuevas alzas de los
precios del petróleo en el futuro, es probable
que se incrementen todavía más de cuando en
cuando. Así, el valor global de los activos
exteriores adquiridos por la O P E P en el
periodo 1974-80, aun estimado en términos
m u y conservadores, se calcula en unos
400.000 millones de dólares. Esto no significa
necesariamente que el m u n d o vaya a experi-
mentar el tipo de problema que de manera tan
alarmante presenta The Crash of '79,10 pero
la posesión de recursos tan considerables da
efectivamente a los países de la O P E P la
capacidad de desestabilizar el sistema moneta-
rio mundial, una capacidad que ni ellos ni
ningún otro grupo semejante de países relati-
vamente subdesarrollados había tenido nunca
hasta ahora. Y sin embargo, no es éste el peor
aspecto de la situación.
Lo más preocupante es tanto la enorme
magnitud de los fondos de la O P E P como la
medida y la forma inadecuada en que hasta
la fecha se han depositado dichos fondos.
586
Nos referimos a los haberes en eurodólares u
otros tipos de depósitos exteriores a corto
plazo. E n vez de aportarfinanciacióna largo
plazo para el desarrollo industrial o agrícola,
en la O C D E o en los países en desarrollo no
productores de petróleo, estos fondos confirie-
ron a los grandes bancos comerciales del
m u n d o tal liquidez que estos últimos se vieron
obligados a prestar dinero en gran escala a los
gobiernos de los países socialistas y a los
países del tercer m u n d o . E n realidad, se ha
argumentado con razón que la rápida acumula-
ción de los déficit en estos países en desarrollo
no productores de petróleo era una consecuen-
cia, y no la causa, de los préstamos en gran
escala efectuados por dichos bancos privados
a través de los mercados de monedas euro-
peas. N o había pues garantía alguna de que
estos fondos se destinaran a un desarrollo
económico fructuoso. Por ejemplo, una parte
considerable se invirtió en la compra de
material militar. Los países en cuestión logra-
ron no sólo mantener, sino incluso acelerar su
crecimiento, incrementar sus importaciones y
al mismo tiempo aumentar sus reservas de
divisas. C o m o es sabido, países c o m o México
y Argentina se han visto empujados, en conse-
cuencia, a situacionesfinancierasextremada-
mente difíciles. A u n en el caso de que la
comunidadfinancierainternacional logre salir
de esta difícil situación sin perjuicios excesi-
vos, la estructura total del sistema fianciero
mundial ha quedado debilitada, especialmente
porque han existido m u y escasas relaciones
directas entre prestamistas ( O P E P ) y prestata-
rios (países menos desarrollados no produc-
tores de petróleo). L o más grave es que no
hubo reducción alguna de la liquidez de la
deuda mundial. Estos factores constituyen sin
duda la causa de algunos de los problemas
debatidos en Nueva York, como por ejemplo,
la inestabilidad del tipo de cambio y los
problemas de endeudamiento de algunos paí-
ses latinoamericanos. L o único que, por mi
parte, intento hacer aquí es completar aque-
llas partes del cuadro que las ponencias de
Nueva York dejaron en blanco, exponiendo
mi propio punto de vista sobre los problemas
más importantes causados, a mi juicio, por los
Douglas Hague
aumentos del precio del petróleo. M á s ade-
lante comentaré asimismo los demás puntos
expuestos y debatidos en las ponencias presen-
tadas en Nueva York.
Los problemas
de los Estados Unidos
Con relación a los Estados Unidos, Nordhaus
presentó un análisis francamente keynesiano,
que indujo a F. Modigliani a sugerir que no
había tara ni achaque en la economía nortea-
mericana (y acaso en la mundial) que no
pudiera curarse por obra de keynesianos
competentes y la desaparición de la O P E P .
Tal vez le sorprendería descubrir, en el
m o m e n t o en que escribo estas líneas (enero
de 1983), que el segundo deseo de Modigliani
podría m u y bien verse cumplido. Soy m á s
escéptico, en cambio, respecto a la validez del
primero.
Es evidente que en la aplicación de la
política monetaria, tanto en Europa Occiden-
tal c o m o en Estados Unidos, se han cometido
errores, con las consecuencias indicadas por
Nordhaus para los Estados Unidos. Pero en
mi opinión eso no justifica una entrega tan
incondicional y precipitada a la política keyne-
siana c o m o la que Nordhaus parece preconi-
zar. E n un nivel m á s teórico, comparto su
inquietud en cuanto a las tasas de interés
reales que prevalecen últimamente. C o m o
Keynes en los años treinta, dudo que un
m u n d o en grave recesión pueda recuperarse
con tasas de interés reales m u y superiores a
cero. D e todos modos, debería intentarse
lograr dicha recuperación manteniendo al
mismo tiempo tasas de crecimiento de la
oferta monetaria relativamente bajas. A d e -
más, m e temo que Nordhaus ignora muchos
de los factores estructurales cuya incidencia
m e parece tan importante. Bacha demuestra,
en su interesante estudio sobre los problemas
que se plantean al introducir una política de
reducción de la oferta monetaria en América
Latina, que la aplicación del monetarismo es
mucho más fácil en la teoría que en la práctica.
E n primer lugar, está la cuestión del ciclo
Una visión global de la economía mundial: análisis y conclusiones
Hacia la transformación cualitativa: mecánica de alta precisión en Nueva York, 1919. H. Roger vioiiet.
económico a largo plazo. Durante muchos
años, la mayor parte de los economistas
consideraron que la idea de q u e el m u n d o
sufre las consecuencias de un ciclo largo o de
Kondratieff no tenía ningún fundamento, o
que, en el peor de los casos, era una broma.
H o y n o estamos ya tan seguros de ello. Lord
Kaldor indica que "en la actualidad nos halla-
m o s en la 'segunda etapa' del cuarto ciclo de
Kondratieff, o sea u n largo período de rece-
sión que normalmente dura alrededor de
veinticinco anos, c o m o en 1820-1846, 1873-
1896, 1921-1946."" Pese a las dudas antes
mencionadas, hoy yo coincidiría con Kaldor.
También convendría con él en que nadie
"conoce a ciencia cierta la o las causas verda-
deras del ciclo de Kondratieff", pero que sí se
sabe que ha "dominado el panorama econó-
mico mundial a lo largo de los últimos doscien-
tos años, desde el comienzo m i s m o de la
revolución industrial."11 Kondratieff m i s m o ,
aunque afirmaba que el ciclo "largo" era
inherente a la naturaleza esencial del capita-
587
lismo, advertía que no debía verse en él un
fenómeno causado por ciclos agrícolas o gue-
rras, ni tampoco la consecuencia de ciclos
determinados por la introducción de grandes
inventos o innovaciones. Se distinguía así
claramente de Schumpeter, quien estimaba
que las olas de innovación eran la causa
fundamental de los auges económicos. T a m -
bién es interesante, y conforme con estos
puntos de vista, el hecho de que ninguna de
las dos guerras mundiales de este siglo parece
haber desplazado la distribución en el tiempo
de los puntos de inflexión críticos previstos
por Kondratieff.
Por su parte, Kaldor estima que "la
explicación m á s plausible parece ser que estos
ciclos son fundamentalmente u n reflejo de los
ciclos del pensamiento y de las preferencias
humanas, y que el mejor m o d o de explicar su
duración es por el hecho de que se considera
normalmente que u n periodo de 25 años es el
mejor cómputo de la duración de una genera-
ción h u m a n a " . 1 3
588
L a existencia del ciclo de Kondratieff,
según Kaldor, es hoy m e n o s controvertida por
los economistas que hace diez años. Sin
e m b a r g o , sus causas distan todavía m u c h o de
ser evidentes. A la luz de los debates de
N u e v a Y o r k , empero, señalaré dos factores
que n o son ajenos a la actual recesión.
E n primer lugar, es evidente q u e el
periodo 1950-1973 fue una "edad de oro"
para los países desarrollados, especialmente
los de Europa Occidental. Por lo d e m á s , ésta
fue en gran parte la edad de oro del automó-
vil. D u d o que hayamos pensado lo suficiente
en la escala de actividad económica impulsada
por el automóvil. Tuvimos que levantar fábri-
cas para producir materiales básicos c o m o el
acero o el caucho, y producir componentes.
Tuvimos que crear la capacidad de producción
necesaria para construir los propios automó-
viles en todo el m u n d o desarrollado, así c o m o
buques-cisternas, camiones-cisternas y esta-
ciones de servicio para surtir el combustible.
H u b o que construir carreteras por las que
pudiesen rodar. A d e m á s , se construyeron
centros comerciales destinados a los automovi-
listas. D e n o haber sido por el auge que t o m ó
el automóvil, parece inconcebible que la acti-
vidad económica de los años cincuenta
hubiera crecido tan rápidamente c o m o lo
hizo. C u a n d o se produzca la próxima reactiva-
ción general de la economía mundial, n o
podrá ya basarse en el automóvil, por lo
m e n o s en los países desarrollados. Sin duda
continuará desarrollándose esta industria en
el tercer m u n d o , pero la experiencia reciente
hace dudar que las necesidades automovilísti-
cas del tercer m u n d o puedan ser satisfechas
en gran medida por Europa Occidental o los
Estados Unidos. E n cuanto a Japón, c o m o de
costumbre, ya es otra historia.
D e lo antedicho se desprende que la
próxima reactivación general de la economía en
Europa Occidental y los Estados Unidos ten-
drá que basarse en u n factor que ocupe el
lugar del automóvil. C a b e esperar, tal vez,
que la revolución en la información propor-
cione ese nuevo estímulo, pero, a m i m o d o de
ver, la revolución en cuestión puede permitir
m á s bien el ahorro de capital. Se dice que las
Douglas Hague
fibras ópticas pueden transmitir mil veces m á s
mensajes por minuto que u n cable telefónico.
También observamos que las minicomputado-
ras son hoy m á s baratas que las máquinas
calculadoras hace veinte años. Puede que para
una reactivación realmente importante de la
economía mundial haya que esperar el desa-
rrollo de fuentes de energía alternativas, de la
biotecnología . . . o de cualquier otra cosa
de la que la mayoría de nosotros n o h e m o s
oído hablar todavía. Pese a las ideas de
Kondratieff, m i opinión es que parece bas-
tante improbable que tengamos otra "edad de
oro" sin u n a nueva ola de innovación en la
m i s m a escala que la que acompañó al auto-
móvil.
Kaldor pone también otro factor en re-
lieve. Citando al economista finlandés Pekka
Korpinen, quien sugiere que los problemas de
inflación con que se enfrenta el m u n d o d e h o y
son inevitables en el contexto del ciclo largo,
dice:
"Smith (1776) y Ricardo (1817) escribían durante
un periodo prolongado de alza inflacionaria ( . . . )
mientras que Tooke (1826-57) y Keynes (1936)
hicieron sus contribuciones principalmente durante
períodos deflacionistas. D e igual manera, el nuevo
monetarismo se puso en boga en una etapa de
aceleración de la inflación. E n la práctica, la
aplicación de una política monetaria parece resul-
tar eminentemente deflacionista cada cincuenta o
sesenta años (décadas de 1820, 1880, 1920, 1980)
(. . . ) . Después de un periodo prolongado de
crecimiento lento, elevado índice de paro y aumen-
tos relativamente importantes de los salarios reales,
una nueva expansión basada en innovaciones y en
la política económica puede comenzar y mante-
nerse durante un periodo considerable, antes de
que la situación vuelva a diagnosticarse como
"inestable". Si nuestra teoría es correcta, el pleno
empleo y la estabilidad de los precios pueden
coexistir en el capitalismo sólo durante periodos
pasajeros. E n la mayoría de los casos, se produce o
un elevado desempleo o una aceleración de la
inflación. A veces, estos dos vicios inherentes al
sistema de libre mercado se manifiestan al mismo
tiempo.14
E n segundo lugar, deben considerarse los
cambios estructurales sobrevenidos en los
Estados Unidos; que guardan relación con el
ciclo largo y que representan el progreso
natural de la economía hacia la sociedad
Una visión global de la economía mundial: análisis y conclusiones 589

M . »-<
*"&«.

,^FW^^. :

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Desindustrialización: fábrica abandonada en el norte d e Francia. Thierry Girard/Rush.

590 Douglas Hague

postindustrial. E n tercer lugar está la cre- pública reajustable con miras afinanciaruna
ciente competencia, en ciertas industrias (las importante necesidad de financiación del sec-
del acero y el automóvil) que ejercen el Japón tor público. Se han debatido intensamente la
y los nuevos países industriales. Y por último, medida y la forma en que debe permitirse a
el hecho de que la energía (especialmente el las industrias nacionalizadas tomar sus présta-
petróleo) ya no sea abundante ni barata mos dentro o fuera de ese ámbito de necesi-
explica en parte la disminución del ritmo de dad prioritaria. Y o creo que debemos despla-
crecimiento de la economía occidental desde zar mucho más el debate keynesiano / moneta-
1973, aunque hemos observado que la inciden- rista hacia una consideración de la composi-
cia de la crisis del petróleo no ha sido la ción de la cartera de valores, como en efecto
misma en el resto el m u n d o . ha hecho ya James Tobin. , s Por lo que he
podido observar, la obra de Tobin ha sido
insuficientemente apreciada incluso por los
Keynesianos y monetaristas: propios economistas. Los "hombres de la
¿adversarios irreconciliables? práctica" apenas si han reparado en su existen-
cia. Para ellos, sin embargo, tal desplaza-
E n un nivel más teórico, también merece la miento en el debate esclarecería los puntos
pena destacar que la división entre keynesia- sobre los que keynesianos y monetaristas se
nos y monetaristas quizá no sea tan rígida hallan realmente en desacuerdo. E n el peor de
c o m o la presenta Nordhaus. Parece indudable los casos, reduciríamos sustancialmente dicho
que cuando se produzca entre ellos algún desacuerdo.
grado de aproximación, lo que es inevitable,
será porque se hará resaltar más la composi-
ción de las carteras de valores. U n o de los Implicaciones
defectos del análisis keynesiano era que no para Europa Occidental
valoraba suficientemente la necesidad de equi-
librar los préstamos tomados por los sectores C o m o los Estados Unidos representan una
público o privado con un aumento adecuada- parte tan considerable de la economía m u n -
mente dosificado de los títulos de la deuda en dial (aproximadamente el 30% del PIB de los
el conjunto de la cartera de activos financieros países de la O C D E ) , la ponencia de Nordhaus
(en comparación con los activos reales). Pero tenía importantes implicaciones para todos
keynesianos y monetaristas habían dado m u y nosotros. Europa Occidental se enfrenta sin
poca atención a esta cartera de valores. Los duda con un periodo de reajustes estructu-
monetaristas no han estudiado suficiente- rales especialmente severos en el ciclo largo,
mente el papel que desempeñan otros activos en el movimiento hacia la sociedad postindus-
financieros fuera del dinero. Y los keynesia- trial y, no lo olvidemos, en la creciente
nos se desentienden con excesiva frecuencia competencia por parte de los países de
del problema en sí. reciente industrialización. L a competencia es
La experiencia adquirida al aplicar políti- grave tanto en industrias antiguas c o m o las de
cas "monetaristas" en los últimos años (en textiles, construcción naval o del acero, c o m o
particular en el Reino Unido) ha demostrado en otras más recientes, c o m o las del automó-
la importancia no sólo de encontrar los vil y la tecnología de la información. H e m o s
medios adecuados para medir la oferta m o n e - de observar asimismo que uno de los mayores
taria, sino también la necesidad de hallar los cambios estructurales acontecidos en Europa
instrumentos de la deuda capaces de financiar Occidental ha sido una marcada expansión del
aquella parte del déficit público que la expan- comercio con otros países occidentales euro-
sión monetaria no permite cubrir, según la peos, con los Estados Unidos y con el Japón.
teoría monetarista. El Reino Unido, por ejem- Esto puede atribuirse en parte a la reducción
plo, ha introducido por primera vez la deuda de los aranceles, en parte a la creación de la
Una visión global de la economía mundial: análisis y conclusiones
C E E y en parte a la creciente tendencia de las
compañías multinacionales a fomentar la espe-
cialización en productos (o componentes) par-
ticulares en países determinados. Muchos de
estos componentes (o mercancías) se comer-
cializan luego dentro de la O C D E .
Muchos economistas (entre ellos, he de
admitirlo, yo mismo) apoyaron la adopción de
tipos de cambio variables a comienzos de los
años setenta, porque parecía que facilitaría el
reajuste estructural. Para mí, por lo tanto, el
punto más notable de la ponencia de Spaventa
fue su reconocimiento de que el régimen de
los tipos de cambio variables ha dejado a
nuestras economías en una situación de inter-
dependencia c o m o la del sistema de Bretton
W o o d s . Esto significa en la práctica, como lo
ha demostrado la experiencia reciente en
Francia y el Reino Unido, que la política
monetaria nacional debe reflejar fielmente la
de los Estados Unidos. Por este motivo, el
trabajo de Nordhaus es tan importante para
todos nosotros.
El tercer m u n d o y los
países de reciente
industrialización
El desaliento observado en la reunión de
Nueva York era especialmente profundo
entre los representantes del tercer m u n d o ,
como lo muestra la interesante ponencia de
Onitiri. Pero el desaliento no es universal.
C o m o ya hemos reseñado, los países de indus-
trialización reciente, sobre todo los del Pací-
fico, crecieron rápidamente en los años
setenta a pesar de la crisis del petróleo de
1973-74. L a segunda crisis del petróleo los
dividió en dos grupos. Los países pequeños,
que a m e n u d o son simples "ciudades Estados"
del Pacífico, se han defendido bien y al
parecer siguen prosperando. Pienso en Singa-
pur, H o n g K o n g , Taiwan y la República de
Corea. E n realidad, Taiwan espera alcanzar el
nivel de vida de los Estados Unidos en el año
2000. Otros países, c o m o Argentina y México,
se encuentran en dificultades, debidas en
particular a las razones antes mencionadas.
591
A u n así, en conjunto, los referidos países
parecen destinados a superar a la mayoría de
los países de la O C D E en lo referente al
crecimiento del PIB durante lo que resta del
siglo, haciéndolo en parte a sus expensas.
Recomiendo el análisis del "Nuevo orden
económico" que hace Branko Horvat, aunque
no comparto todos sus puntos de vista. Insisto
en que el tercer m u n d o ya no es monolítico.
La India sigue constituyendo un enigma,
y finalizo con ella porque continúo perplejo
por un aspecto de la ponencia de Chakra-
varty. Comparto su opinión sobre la dificultad
de transferir innovación y saber científico-
técnico a los países menos desarrollados.
Pero, ¿es realmente correcto, hoy en día,
seguir insistiendo en la universalidad de las
"persistentes y crecientes desigualdades"
entre paísesricosy países pobres? En particu-
lar, m e pregunto por qué Chakravarty quita
importancia al éxito manifiesto de los países
de industrialización reciente, especialmente
los del Pacífico, y más todavía, el éxito del
Japón. Países de esta clase, c o m o Singapur,
H o n g Kong, Taiwan y la República de Corea
son sin duda demasiado pequeños y d e m a -
siado diferentes en otros aspectos para ser
estrictamente comparables con la India. Su
enorme éxito quizá no sirva para demostrar
que, sean cuales fueren las circunstancias, hoy
puede ener lugar una reducción sensible de la
brecha que separa a los países ricos y los
países pobres.
Pero, desde luego, el Japón es un ejem-
plo importante que la India debe estudiar, si
no imitar. Muchos argumentarían aquí que el
mayor desafío para la India (y a decir verdad
también para China) está en encontrar los
medios de reproducir los resultados del Japón,
adaptando los métodos de este país a una
cultura distinta. Tal vez sea ésa la cuestión
clave. ¿Es que los problemas que tiene la
India para alcanzar el desarrollo económico
no se deben acaso, en gran medida, a su
cultura, su sociedad y sus actitudes respecto a
la burocracia? ¿ Y no son éstos también los
problemas de China? A d e m á s , como sugirió
Corden en Nueva York, ¿no encierra una
lección para la India el hecho de que el éxito
592 Douglas Hague

del Japón haya estado estrechamente relacio-
nado con la expansión del comercio?
H e reseñado ya el fracaso de los sistemas
de tipos de cambio flotantes para liberarnos
de la interdependencia económica que antes
asociábamos demasiado con el sistema de
Bretton W o o d s . Este último ha pasado a la
historia, y las economías "abiertas" del
m u n d o siguen tan interdependientes c o m o
siempre. Pero de la interdependencia y del
comercio relativamente libre que la fomenta
se desprenden beneficios tanto c o m o desventa-
jas. Mientras el m u n d o continúe luchando por
adaptarse a los cambios estructurales q u e
h e m o s evocado, n o sería prudente volver
demasiado la espalda a los beneficios q u e
ofrece el comercio. 16
Traducido del inglés

Notas

1. Sir John Hicks, Causality in
Economics, Oxford, Blackwell,
1979, p. 3.
2. Ibid., p. 4.
3. Ibid., p. 3.
4. Ibid., p. 2.
5. Ibid., p. 4.
6. J. R . Hicks, "Thoughts on
the Theory of Capital: The
Corfu Conference", Oxford
Economic Papers, 1960, p. 132.
(New Series.)
7. J. M . Keynes, Collected
Writings, vol. 14, 1973, p. 320.
8. Hicks (1979), op. cit., p. 10.
9. C . P . Kindleberger y
Andrew Shonfield North
American and Western European
Economic Policies, Londres,
Macmillan, 1971, p. 516.
10. Paul Erdman, The Crash of
'79, Londres, por Sphere Books.
11. Nicholas Kaldor,
"Economic Prospects of the
1980s", Economic Notes, Monte
dei Paschi di Siena, 1982, vol. 2 ,
p. 83.
12. Ibid., p. 83.
13. Ibid., p . 84.
14. "Crises and Long Cycles".
Resumen en inglés de Kriisit Ja
Pitkat Syklit, Helsinki, 1981,
p. 195.
15. Véase, por ejemplo, James
Tobin, Asset Accumulation and
Economic Activity, Oxford,
Basil Blackwell, 1980, aunque
ésta es una obra más bien
teórica (pero breve).
16. Este es un tema demasiado
amplio para que podamos
examinarlo aquí con detalle.
Tampoco son tan claros y
definidos los puntos de
controversia como parece
desprenderse de lo antedicho.
Llámanos la atención del lector
hacia un volumen de la
Asociación Internacional de
Ciencias Económicas: Karl
Jungenfeit y Douglas Hague
(dir. publ.) Structural
Adjustment in Developed Open
Economies, Londres,
Macmillan, de próxima
publicación, y especialmente el
capítulo 5, por Jagdish
Bhagwati, titulado "Structural
Adjustment and International
Factor Mobility: Some Issues".
Ciencias políticas
y geografía política: ámbitos
abandonados y c a m p o s
a explorar*

J. A . Laponce

La geografía política atrae nuevamente la con la perspectiva de una disciplina cuyo tema
atención de los especialistas en ciencias políti- principal es la asimetría del poder.
cas. El Congreso Mundial de la Asociación
Internacional de Ciencias Políticas de 1976
escogió c o m o tema "El tiempo, el espacio y la Ciencias políticas,
política" y a partir de ese año, un comité de geografía y ciencias sociales
investigación de la referida asociación, bajo la
presidencia conjunta de un experto en cien- ¿ C ó m o medir las deudas intelectuales que
cias políticas y de un geógrafo, ha organizado tienen entre sí las diferentes ciencias sociales?
varios seminarios sobre temas c o m o "centro y D e las múltiples formas que habría de hacer
periferia", "zonas fronte- tales cuentas, nos queda-
rizas", "geografía electo- remos con una sola: la de
J. A . Laponce es profesor de ciencias
ral", "redes personales y las citas y referencias,
políticas en la División d e Ciencias
obstáculos espaciales", Políticas de la Universidad de C o l u m - que consiste en contar el
"ciudades capitales", bia Británica, Vancouver, C a n a d á . número de veces que
"lengua y territorio" ; Fue Presidente de la Asociación Inter- una revista científica
pero el principal esfuerzo nacional de Ciencias Políticas entre determinada cita las revis-
1973 y 1976. Actualmente, se dedica
de aproximación y reacti- a la investigación e n materia de idio-
tas de otras disciplinas.
vación ha venido de la m a s y política. Para que la operación
geografía, c o m o atesti- resulte económica sin
gua la creación de la re- ser superficial, definire-
vista Political Geography m o s cada disciplina por
Quartely en 1982. Esta dos de sus publicaciones
aproximación entre las m á s prestigiosas, una
dos disciplinas es de buen de los Estados Unidos
augurio para las ciencias de América y la otra
políticas, que después de la segunda guerra * La primera versión de esta ponencia se presentó en el
mundial habían desvalorizado m u c h o el papel simposio de geografía política organizado por el Departa-
del espacio en las relaciones políticas.** mento de Geografía de la Universidad de Ginebra los días
14 y 15 de octubre de 1982.
Propondremos aquí una explicación de * * Decir que las ciencias políticas han ignorado sistemáti-
dicha desvalorización antes de hacer un inven- camente el papel de los factores geográficos sería sin
embargo abusivo, como atestiguan los trabajos de Deutsch,
tario de algunos de los ámbitos de investiga- Rokkan, Russett, Kristof, Merritt y Henrikson entre
ción que n o se han abordado o se han otros. E n cuanto a los vínculos existentes entre la geo-
abandonado, y que convendría aprovechar o grafía y la política aplicada, siguen siendo mucho más
dinámicos en América Latina que en América del Norte o
rehabilitar. Tal inventario se presentará desde en Europa. Véanse las obras de Meira Mattos [1975],
el punto de vista de las ciencias políticas, o sea Golbery [1967] y Pittman [1981], entre otros.
594 J. A . Laponce

del Reino Unido, ya que estos países son,
en materia de ciencias políticas sin ninguna
duda, y respecto al conjunto de a las cien-
cias sociales m u y probablemente, aque-
llos que cuentan con la mayor producción
de publicaciones científicas [Laponce,
1980].
Las revistas escogidas para el análisis
figuran en el cuadro 1. E n cada una de estas
revistas, elegiremos al azar diez artículos por
año (1975 y 1981) y haremos el balance, para
cada artículo, de las disciplinas que aparecen,
en forma de revistas científicas, en las referen-
cias de dicho artículo. Si, por ejemplo, cinco
de los artículos de Man contienen por lo
menos una referencia cada uno a una revista
de historia, mediremos con la cifra cinco el
nivel de la deuda de importación de Man
hacia la historia. Si uno de estos cinco artícu-
los contuviera referencias a una veintena de
revistas históricas diferentes en vez de a una
sola, no por ello dejaría la deuda de estar
determinada por la cifra cinco, puesto que no
tratamos de hacer la cuenta de un autor
particular sino la de una disciplina. E n una
publicación anterior [Laponce, 1980] se descri-
ben, en forma de vínculos de importación y
exportación, los resultados de un análisis
semejante correspondiente al año 1975; estos
datos aparecen en el cuadro 1, complementa-
dos con evaluaciones efectuadas m á s reciente-
mente con relación a 1981. Entre 1975 y 1981,
la densidad del intercambio interdisciplinario
se ha incrementado sustancialmente, pero
tanto en un año c o m o en otro los lazos entre
la geografía y las ciencias políticas siguen
siendo m u y débiles. Si, en 1981, la geografía
importa de las ciencias políticas un poco m á s
de lo que importara en 1975, estas últimas, en
cambio, tanto en 1981 c o m o en 1975, igno-
ran la geografía.
Se vislumbran dos razones principales
para esta ignorancia. L a primera es que las
ciencias políticas contemporáneas se han

C U A D R O 1 - Importaciones y exportaciones dentro de las ciencias sociales en 1975 y 1981 1

Disciplina importadora
Disciplina
1975 1981
Cien. Cien. Hist.
Soc. Hist. Psic. Econ. Geog. Antr Soc. Psic. Econ. Geog. Antr.
Pol. Pol.

Ciencias políticas - 6 1 2 1 1 7 3 3 2
Sociología 9 3 1 3 3 7 4 3 1 2 6
Historia 2 3 1 3 5 3 1 5
Psicología 5 5 2 1 4 3 6 3 4
Economía 4 2 2 2 1 3 8 5 5 1
Geografía 3 1 1 2
Antropología 3 3 2 3 1 1

1. E n cada casilla del cuadro el máximo es 20. La clasificación de las revistas por disciplinas se ha efectuado con arreglo
al índice de Ulrich [1982]. Las medidas que aquí se usan están explicadas en el texto del artículo.
Fuentes: Las revistas escogidas para el análisis de las vinculaciones entre las siete disciplinas de las ciencias sociales que
figuran en el cuadro son las siguientes:
Estados Unidos de América Reino Unido
Journal of Personal and Social Psychology British Journal of Psychology
American Economic Review Geographical Journal
Annals of the American Association of Geographers Man
American Anthropologist Economic Journal
American Journal of Sociology Sociology
American Political Science Review Political Studies
American Historical Review History

Ciencias políticas y geografia política: ámbitos abandonados y campos a explorar
desarrollado m u y rápidamente después de la
segunda guerra mundial, y sobre todo en
América del Norte, en una época de comuni-
caciones constantemente aceleradas y cada
vez más fáciles; en una época, por tanto, en
la que esta aceleración y esta facilidad
han podido hacer pensar que la tecnología
moderna minimizaba la fricción del territorio
respecto a la movilidad de los hombres, de las
cosas y de las ideas, a tal extremo que podían
ignorarse sus efectos. Los especialistas en
ciencias políticas, al igual que los sociólogos,
se dedicaron entonces a describir los obstácu-
los culturales, económicos e institucionales
que separan a esos hombres, esas cosas y esas
ideas.
Existe también probablemente otra razón
que explica tal estado de cosas, y es que las
ciencias políticas tienen sólidas raíces en el
derecho, y el "astro" en torno al cual gravitan
sus análisis y sus teorías fue siempre y sigue
siendo la nación-Estado. El especialista en
ciencias políticas, contrariamente al geógrafo
que razona en términos de relaciones entre
centros de interés distribuidos en el espacio,
hace partir sus análisis de la idea de un
continente. Sistemáticamente, el primero
piensa en "institución" antes de pensar en
"relación"; pone su mira en un Estado, un
partido político, un grupo de presión, y se
pregunta qué tienen esas entidades de intere-
sante, ya en su organización interna, ya en su
acción política. Este movimiento del pensa-
miento que va del continente al contenido
tiene frecuentemente su punto de partida
dentro de algún tipo de fronteras espaciales
(una alianza internacional, un Estado, una
municipalidad, por ejemplo) pero este espacio
se trata m á s c o m o un marco del análisis que
c o m o un efecto de valor constante o una
variable cuya influencia se deseara determinar.
E n el transcurso de los años cincuenta y
sesenta, al incorporar los estudios llamados de
comportamiento, las ciencias políticas rompie-
ron el institucionalismo asfixiante pero sin
acercarse por ello a la geografía, todo lo
contrario. Antes de que los sondeos de opi-
nión pasaran a constituir el método preferido
de acopio de datos de las ciencias políticas, el
^
595
analista del comportamiento individual, redu-
cido c o m o se veía al método llamado "ecoló-
gico", no tenía otro remedio, al m o d o de
André Siegfried, François Goguel o Mattei
D o g a n , que pasar por el m a p a geográfico o su
equivalente, con el fin de poner en relación
características individuales que sólo a nivel de
conjuntos territoriales podían ser unidas y
articuladas entre sí. Los sondeos han tornado
supérflua esta dependencia que al menos tenía
la ventaja de invitar a la reflexión geográfica.
Es sintomático que la Revue française de
science politique sea la única, entre las gran-
des revistas de ciencias políticas, donde aún se
encuentran frecuentemente mapas geográficos.
E n la American Political Science Review no
aparecen prácticamente nunca, c o m o tam-
poco en la Revue canadienne de science politi-
que, Political Studies y la British Journal of
Political Science.
Mientras que los estudios por sondeo
desprendían al individuo del espacio que lo
rodea, puesto que él m á s que el grupo consti-
tuía la unidad de análisis preferida, en sentido
contrario otra tendencia, que desplazaba la
unidad hacia la aglomeración, tenía paradóji-
camente el mismo efecto en el ámbito de las
relaciones internacionales. A partir de los
años sesenta, el análisis sistémico invitaba
efectivamente a tratar las relaciones entre los
Estados, no ya en forma de relaciones bilate-
rales, sino según las características globales
del sistema al que dichos Estados pertenecían.
U n a totalización de esta naturaleza ha surtido
el efecto, casi siempre, de sacar al Estado de
su matriz espacial. Se han hecho esfuerzos por
explicar las crisis y las guerras, no ya c o m o si
se tratara de conflictos específicos en torno
a territorios o recursos determinados, sino
c o m o accesos de fiebre que sólo se pueden
explicar por el desequilibrio del conjunto del
sistema. Este enfoque, inconscientemente bio-
lógico, ha tenido m u y a m e n u d o por efecto,
no sólo el elevar a categoría de sistema lo que
no era m á s que conjunto, sino que ha llevado
también a mezclar, fundir y confundir medi-
das inconexas, al punto de que no se sabía ya
distinguir lo que era efecto espacial, econó-
mico, cultural o gubernamental.
596
Si las ciencias políticas posteriores a la
segunda guerra mundial se hubieran desarro-
llado principalmente en Francia, donde la
influencia de Siegfried seguía siendo impor-
tante, tal vez su evolución habría sido distinta.
Al haberse desarrollado en los Estados Uni-
dos, nación de poderío imperial que pretendía
pasar por descolonizadora y pensaba en térmi-
nos de "mercado e ideología" m á s que de
"territorio y frontera", las cosas han resultado
ser c o m o son. Y hasta en la propia Francia, el
enfoque de Siegfried, al m e n o s el de su
Cuadro de Francia Occidental, se ha tornado
netamente minoritario.
Tierras sin cultivo
y solares por edificar
El inventario de lo que convendría hacer o
rehacer en la esfera de la geografía política ha
sido establecido ya por algunos geógrafos,
principalmente por Taylor [1982] y Gottmann
[1982], pero al parecer no se ha hecho desde
el punto de vista específico de las ciencias
políticas.
T o m a r e m o s , c o m o punto de partida de
nuestras observaciones, una definición de
estas ciencias algo distinta de la m á s corriente
propuesta por Easton [1953], definición según
la cual las ciencias políticas tendrían por
objeto el estudio del reparto imperativo de los
bienes y de los valores, ya sean estos cultu-
rales, sociales, económicos o de otra índole.
Por nuestra parte, preferimos concebir las
ciencias políticas c o m o el estudio de la comuni-
cación, la cooperación y los conflictos que
engendran la creación, el mantenimiento y la
modificación de las jerarquías sociales.
Comunicación y geografía política
Los modelos cibernéticos utilizados por Karl
Deutsch para estudiar el nacionalismo
[Deutsch, 1956] poseen una base espacial
evidente, puesto que tienen por efecto deter-
minar las fronteras territoriales y sociales de
una nación por medio de la curva de nivel de
J. A. Laponce
menor densidad de comunicación que separa
a los grupos humanos. Este modelo, frecuente-
mente citado, ha tenido importantes repercu-
siones sobre geografía política, en los trabajos
de Merritt [1964; 1965] sobre la América
colonial y las dos Alemanias contemporáneas,
en los de Russet [1967] sobre el regionalismo
en las relaciones internacionales [véase tam-
bién Cantori, 1970], en los de Etzioni y Haas,
entre otros, sobre la integración europea
[Etzioni, 1962; Haas, 1964] y en compila-
ciones de datos del tipo World Handbook of
Political and Social Indicators de Taylor y
Hudson. Pero el modelo de Deutsch dista de
haber sido explotado c o m o habría podido y
debido serlo. A partir de los datos estadísticos
que recogen los estados, los organismos inter-
nacionales y los grandes bancos, es posible
elaborar una geografía detallada de la comuni-
cación económica. Los datos del tipo World
Handbook sobre densidades de las comunica-
ciones, telefónicas o postales, nos permiten
medir igualmente algunas densidades de c o m u -
nicación social, pero son poquísimos los datos
de que disponemos sobre la comunicación
estrictamente política. Carecemos de estudios
espaciales sobre la toma de decisiones, de
mediciones sobre el "quién escribe, quién
habla, a quién, de qué, dónde, cuándo". U n a
geografía de la decisión política revelaría sin
duda lo que Fifer [1979] llama espacios perdi-
dos, desaprovechados, que el sistema político
no incorpora o incorpora m u y mal, a veces en
beneficio propio, otras en su detrimento.
Claval [1982] observa que el papel de la gran
ciudad c o m o centro de decisión se ha visto
reducido por el teléfono, el ordenador y el
satélite que permiten a las periferias tener un
acceso rápido a los recursos del centro.
Sin embargo, en una época de comunicación
"demasiado" fácil, ¿no hay tendencia a prote-
gerse de la superabundancia de mensajes
mediante la búsqueda de la comodidad que
ofrecen el grupo pequeño y el diálogo cara a
cara? Las redes personales no espaciales que
mejor funcionan, ¿no tienen casi siempre un
origen espacial m u y concreto? Las redes tele-
fónicas, postales y del télex ¿no son frecuente-
mente simples recreaciones, a distancia, de
Ciencias politicas y geografia política: ámbitos abandonados y campos a explorar
relaciones que tienen sus orígenes en el con-
tacto personal directo? ¿No existe acaso una
tendencia evidente, en el m o m e n t o en que nos
vemos en peligro de perdernos en el gran todo
no espacial, a querer recobrar la pequeña
tribu próxima y amigable, sobre todo si, c o m o
sucede en política, la desconfianza asoma
siempre a flor de piel? L a geografía de las
pequeñas y las grandes tribus de que se
rodean los dirigentes políticos está todavía
por hacer [Claval, 1980]; es una geografía que
debería situar a los dirigentes n o sólo en su
entorno físico sino también en sus mapas
mentales [Henrikson, 1980], que se organi-
zan alrededor de centros vitales que pueden
ser m u y distintos del que define el entorno
administrativo o político donde se opera.
Convendría elaborar esta geografía no sólo al
nivel de los grandes conjuntos territoriales,
sino también, a veces, al nivel de unidades de
trabajo muchísimo más pequeñas. Considere-
m o s por ejemplo el caso de la capital federal
canadiense. La localization de sus ministerios
es reveladora. Los ministerios de segunda
categoría, los que se ocupan de la cultura y las
comunicaciones, están situados del lado de
Quebec en la frontera de una capital que
cubre las provincias de Ontario y de Quebec,
mientras que los ministerios importantes,
hacienda, relaciones exteriores, economía,
están situados del lado de Ontario. ¿ C ó m o se
ha llegado a esta división? ¿Cuáles son sus
consecuencias? A d e m á s , en el señó mismo de
cada uno de estos ministerios, y para compren-
der mejor las decisiones que en ellos se
toman, ¿no convendría disponer de una geo-
grafía que, en determinados casos, debería
hacerse por plantas o pisos? Estamos dema-
siado acostumbrados a pensar en la geografía
en términos de terreno más que de territorio.
E n numerosos rascacielos de Ottawa, Nueva
York o Toronto hay más habitantes por piso
que en muchos pueblos de los que se ha hecho
una geografía detallada. Conocemos, a gran-
des rasgos, la geografía de la Casa Blanca de
Washington, pues las revistas ilustradas popu-
lares norteamericanas como Time o News-
week le otorgan con razón importancia, pero
tales geografías son raras. Sería interesante
597
disponer de otras semejantes sobre Canadá,
Francia o la U R S S .
Estos pocos ejemplos (podríamos dar
muchos más) tienen c o m o fin ilustrar la mala
costumbre adquirida por los especialistas en
ciencias políticas de pensar en la comunica-
ción fuera de su contexto territorial. Ahora
bien, el espacio es otra forma del tiempo, que
no puede comprimirse o anularse sino a costos
m u y variables que conviene determinar; y el
tiempo, en la decisión política, desempeña un
papel de primer plano, aunque m u y variable,
ya que existen sistemas políticos impacientes y
otros, por el contrario, que se toman su
tiempo o lo despilfarran sin más. U n a geo-
grafía de la comunicación entre dirigentes
políticos mediría estas diferencias.
Cooperación y geografía política
Bajo influencias tan diversas c o m o las de
Marx y Pareto, las ciencias políticas europeas
siguen dando preferencia a la noción de
conflicto en su estudio de los fenómenos
políticos; el pensamiento norteamericano, en
cambio, al menos hasta una época reciente,
prefería las nociones de consenso y de homeos-
tasis. Los trabajos de Riker [1962], especial-
mente su teoría de las coaliciones, y las
experiencias en laboratorio de G a m s o n [1961]
han recordado al especialista en ciencias políti-
cas de América del Norte que la mayor parte
de la actividad del político consiste en formar
coaliciones de las que pretende que sean
victoriosas y resulten lo menos costosas posi-
ble; por lo tanto, son coaliciones que se basan
más en la cooperación limitada que en el
consenso o el conflicto.
El estudio de estas coaliciones continúa
realizándose en función de datos geográficos
en dos esferas: la esfera de las relaciones
internacionales y la de los estudios del compor-
tamiento electoral.
E n el estudio de las elecciones es donde
mejor se conserva la tradición de geografía
política que data de antes de la segunda
guerra mundial. Sin embargo, aun en estos
estudios, el espacio físico es tratado m u y a
598
m e n u d o como simple marco de información
antes que c o m o causa o efecto. El estudio de
los efectos de vecindad (¿es uno influido por
la opinión política de sus vecinos?) no consti-
tuye más que una proporción m u y baja de los
estudios políticos de las elecciones [Wolsten-
croft, 1981]. L a teoría psicológica de la opi-
nión individual nos dice sin embargo que el
individuo tiende a aproximar sus opiniones a
las del grupo que le encierra en una red de
comunicación estrecha. Por esta razón, las
grandes encuestas de opinión realizadas por el
Survey Research Centre de la Universidad de
Michigan tomaron en cuenta, desde comien-
zos de la década de 1970, los datos ecológicos
que permiten situar a cada persona entrevis-
tada en el medio donde reside; pero, desafor-
tunadamente, estos datos raramente se explo-
tan en forma sistemática. El modelo básico
del análisis de la preferencia política no es el
de un individuo camaleón que tomaría los
colores del medio h u m a n o en que se encuen-
tra, sino más bien el de un individuo racional
cuyas opiniones estarían determinadas por
una fórmula en que dominan, por una parte,
los intereses económicos, y, por la otra, los
apegos sentimentales a la familia y al grupo
étnico. Por atenerse demasiado exclusiva-
mente a este segundo modelo, los investiga-
dores han excluido posibilidades de estudios
fructuosos sobre las relaciones entre el indivi-
duo y el medio que le rodea. Carecemos de
estudios sobre el sujeto que, sin cambiar de
profesión, cambia de residencia y, con ello, de
medio ambiente político. ¿Ajusta dicho sujeto
sus preferencias a las de su nuevo medio, y si
lo hace, al cabo de cuanto tiempo? U n o de los
raros estudios existentes sobre este fenómeno
[Eulau, 1980] mide diferencias apreciables
según el número de horas pasadas en la
oficina y en el hogar.
Fuera de las relaciones internacionales y
del comportamiento electoral, la geografía de
la cooperación política es casi inexistente.
Baste con repetir, a este respecto, lo que
decíamos a propósito de la comunicación,
añadiendo no obstante que es esencial, en
toda geografía de la comunicación política,
distinguir la comunicación neutral de la que es
/ . A. Laponce
fuente de cooperación o de conflicto. A l
principio, las mediciones de la densidad de
comunicación llevadas a cabo bajo la influen-
cia de los modelos de Karl Deutsch no distin-
guían estas diferentes categorías. El propio
Deutsch, en sus obras más recientes [Deutsch,
1970], insiste en la necesidad de hacer esta
distinción cuando recomienda medir la cova-
riancia de los efectos de la comunicación
sobre el iniciador y el receptor, efectos que en
realidad pueden ser positivos, negativos o
neutros. También aquí nos faltan casi siempre
datos esenciales, que podrían obtenerse a
partir de estudios de opinión sobre muestras
aleatorias de los sujetos y de su entorno.
Ahora bien, generalmente los sondeos de
opiniones y de actitudes políticas tratan de
identificar las fuentes de información (prensa,
radio, familia, amigos, etc.) que influyen en el
votante en periodo electoral, pero sin hacer
una geografía de estos estímulos en función
de la ubicación espacial de los comunicantes y
de los efectos positivos, neutros o negativos
de los mensajes que intercambian.
La geografía d e los conflictos
Es en la esfera de las relaciones internacio-
nales donde mejor se ha mantenido en las
ciencias políticas la tradición del estudio espa-
cial de los conflictos. M a s no por ello es
menos cierto que el análisis sistémico que da
preferencia a las mediciones globales del
sistema internacional (nivel de armamento,
número de víctimas, etc.) tiende a relegar a
un segundo plano las relaciones m á s elemen-
tales de contigüidad y de distancia. E n forma
de totales y de medias, los índices sistémicos
hacen a m e n u d o un "puré de Estados" en el
que se pierde la noción de objetivos, de
medios individuales y de territorio. Es signi-
ficativo que, de los ocho manuales universita-
rios de introducción a las relaciones internacio-
nales utilizados en América del Norte [Mor-
genthau, 1950; Organski, 1968; Modelski,
1972; Coplin, 1974; Sterling, 1974; Rosenau,
1976; Holsti, 1977; Russe« y Stars, 1981],
solamente dos (Rosenau y Russett) utilizan
Ciencias politicas y geografía política: ámbitos abandonados y campos a explorar 599

mapas geográficos, y sólo tres de ellos (Mor- política entre ciudades y zonas rurales se
genthau, Rosenau y Coplin) contienen en su atribuye corrientemente a la mentalidad cam-
sumario términos con resonancia geográfica pesina y a la mentalidad urbana. Existen sin
(geografía, ecología, etc.). E s revelador asi- embargo numerosas publicaciones de carácter
mismo que en los índices de estas mismas empírico [Somers, 1969] que, sin recurrir al
obras las palabras clave space, territory, dis- análisis de las mentalidades, muestran los
tance, geography, ecology, location no remi- efectos de la densidad sobre el comporta-
tan m á s que a 74 páginas sobre un total de miento de los individuos y de los grupos.
más de 4.950. Ahora bien, las ciencias políticas no disponen
L a comparación con autores franceses es de los datos necesarios para relacionar las
sorprendente: ni A r o n [1966], ni Merle [1964], diferentes formas de apropiación del espacio
ni Renouvin y Duroselle [1964] emplean con los comportamientos y las actitudes políti-
mapas geográficos en sus textos, pero Renou- cas. Consideremos por ejemplo el caso de los
vin y Duroselle inician su análisis con un conflictos linguísticos [Laponce, 1980; 1981].
capítulo sobre la geografía, y las palabras Para medir las superposiciones de las lenguas
clave con resonancia ecológica o geográfica de en contacto, y por ende en estado de conflicto
su índice remiten a 40 páginas de texto sobre potencial, el investigador debe acudir casi
las 376 que tiene la obra, mientras que en siempre, a falta de mejores fuentes, a los
Aron y en Merle, las proporciones son respec- datos de los censos oficiales que sitúan las
tivamente de 48/787 y 89/423. Así pues, según lenguas en los lugares donde "duermen", no
estas medidas cuantitativas, que no por ser en los puntos donde se encuentran. L a pobla-
bastante rudimentarias son menos revelado- ción diurna y la población nocturna de ciu-
ras, la falta de interés por la geografía caracte- dades c o m o Bruselas o Montreal son m u y
riza sobre todo al texto universitario nortea- diferentes. Los estudios sobre la apropiación
mericano, que es el más frecuentemente utili- del espacio por los animales "territoriales"
zado en la enseñanza de las relaciones interna- indican que el intruso es tanto más violenta-
cionales. mente rechazado cuanto más profundamente
penetra en el territorio que le es ajeno. Al
parecer, el hombre procede de igual manera y
Conflicto y densidad la intensidad de los conflictos que producen
las superposiciones territoriales entre las len-
André Siegfried, en su descripción de los guas guardan relación con la forma en que los
partidos de Francia occidental, decía que el individuos de idiomas distintos se apropian el
suelo, según sea poroso o no, según conserve espacio físico. Para comprender tales conflic-
el agua próxima a la superficie o la deje tos, los lingüísticos y los de otra clase, sería
filtrarse a mayores profundidades bajo tierra, preciso saber, pues, por dónde pasan las
favorece el habitat disperso o el habitat fronteras que separan la "morada propia" de
concentrado, y que esta concentración diferen- "la de los demás", fronteras que con muchí-
ciada toma las formas políticas del radicalismo sima frecuencia no corresponden a los marcos
o del conservatismo. Esta formulación se administrativos que utilizan los censos ni a la
encuentra bastante a menudo en las compara- delimitación de circunscripciones electorales
ciones que se hacen entre la cultura política efectuada por autoridades públicas con fines
del campo y la ciudad, o m á s aún, entre la bien distintos que el de comprender la diná-
cultura política de los suburbios obreros y la mica social. El efecto del encuentro entre un
de los barrios ricos; pero el elemento de anglófono y un francófono en una ciudad
geografía física que en Siegfried servía de c o m o Montreal será probablemente m u y dis-
causa primera se ha visto relegado por sus tinto según este encuentro se produzca en un
sucesores, al plano secundario de las explica- lugar de trabajo o en un lugar de esparci-
ciones culturales. L a diferencia de tendencia miento, y según que este lugar sea "de uno
600
Utilización de las
estructuras espaciales
confinesde
Aspectos
funcionales
Comunicación
Cooperación
Conflicto
F I G . 1. Estructuras espaciales y jerarquía política
m i s m o " o "del otro", o bien se trate de u n
terreno neutro. El efecto de la lengua utili-
zada en la comunicación en este hipotético
encuentro será sin duda m u y diferente en
función de la naturaleza del terreno donde se
produzca. L a geografía de estos terrenos y de
estos encuentros está todavía por hacer.
Conclusión
Si se estima conveniente que para su propio
beneficio, las ciencias políticas reanuden el
trabajo de investigación en ámbitos que tien-
den a ser dejados de lado (geografía de las
relaciones internacionales y geografía electo-
ral en particular), en estas dos esferas habrá
que restituir las funciones d e variables,
dependientes o independientes, al territorio y
J. A . Laponce
Características de las
estructuras espaciales
Aspectos
no funcionales
a la distancia; o dicho d e otra m a n e r a , abando-
nar la idea de q u e lo geográfico es el marco y
lo político el cuadro. E n términos m á s gene-
rales, habría q u e utilizar u n m o d e l o de análi-
sis de lo político en el que el espacio estuviera
siempre presente.
Este m o d e l o podría tomar la forma d e
respuestas a las preguntas siguientes: suponga-
m o s que u n individuo, una institución o u n a
fuerza social determinada (clase social o
grupo étnico, por ejemplo) tenga c o m o fin la
creación, el mantenimiento o la modificación
de una jerarquía determinada; ¿cuáles serán,
en función d e estos objetivos, las estructuras
espaciales que este individuo, esta institución
o esta fuerza social tendrá a su disposición
para alcanzar sus fines por m e d i o de rela-
ciones de comunicación, de cooperación y d e
conflicto (figura 1)? Puede darse el caso, por
Ciencias políticas y geografía política: ámbitos abandonados y campos a explorar

ejemplo, de que algunas estructuras espa- de la geografía física y las de la geografía

ciales establecidas con un fin conflictual hayan
de ser utilizadas para la colaboración, o q u e
espacios delimitados en función d e una colabo-
ración pasada continúen estructurando la
comunicación o el conflicto de u n periodo
posterior. Dicho de otra m a n e r a , convendría
que el especialista en ciencias políticas conside-
rase los efectos de las rigideces espaciales (las
h u m a n a ) sobre la evolución de las jerarquías,
y ello con arreglo al carácter funcional o no
funcional de lo que Raffestin [1980] llama las
cuadrículas del poder, o, m á s específicamente,
el poder de las autoridades para estructurar
las comunicaciones, las coaliciones y los con-
flictos confinesjerárquicos.
Traducido del inglés

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Yale University Press. Review, p. 540-561.
Peter Heintz (1920-1983)
El sociólogo suizo Peter Heintz falleció en
Zurich el 15 de marzo de 1983, privando así a
la comunidad científica internacional de uno
de sus miembros m á s eminentes.
Nacido en Davos, Peter Heintz cursó sus
estudios en Zürich y en Colonia, donde fue
asistente en el seminario de sociología, y
obtuvo su doctorado en 1950 con una tesis
sobre P . J. Proudhon. Dedicó sus primeras
investigaciones a las teorías relativas al anar-
quismo y la revolución, así c o m o a los proble-
mas de la personalidad española, bajo la
influencia de los años de juventud que vivió
en Barcelona, entre 1934 y 1939. M u y pronto,
empero, volvió su atención hacia los proble-
mas del desarrollo, y aceptó un puesto de
experto de la Unesco en Costa Rica y Colom-
bia (1956), siendo luego profesor de socio-
logía en la Facultad Latinoamericana de Cien-
cias Sociales ( F L A C S O ) en Santiago de Chile
(1958), y por último director de dicha institu-
ción entre 1960 y 1965. E n el intervalo de las
funciones que desempeñó en América Latina,
enseñó en Colonia, pero en 1966 fue n o m -
brado profesor de una nueva cátedra de
sociología en la Universidad de Zurich, y allí
fundó el Instituto Sociológico de la misma
universidad, del que fue director, y que se
convirtió en el centro de investigaciones socio-
lógicas m á s importante y prestigioso de su
país. También enseñó en diversas universi-
dades de los Estados Unidos de América.
Desde 1966 fue profesor en la Fundación
Bariloche, San Carlos de Bariloche, Argen-
tina, y desde 1972 fue miembro de la comisión
nacional suiza para la Unesco, convirtiéndose
en presidente de su sección de ciencias socia-
les en 1981. Participio en varias Conferencias
Generales de la Unesco en calidad de m i e m -
bro de la delegación suiza.
La larga lista de publicaciones de Peter
Heinz abarca temas tan diversos c o m o la
delincuencia juvenil, los prejuicios sociales, la
sociología de la educación, las comparaciones
interculturales, el comportamiento, la teoría
sociológica y el desarrollo. Sus obras fueron
publicadas en alemán, español, francés, inglés
y otros idiomas. Seis artículos suyos se repro-
dujeron en nuestra revista entre 1957 y 1982.
Su contribución m á s original la hallamos en
sus precursores análisis de la evolución de la
sociedad mundial desde la segunda guerra
mundial, que fueron iniciados en los años
sesenta con trabajos sobre América Latina y
profundizados, entre otros, en The Future of
Development (en colaboración con Suzanne
Heintz, 1973), Die Weltgesellschaft im Spiegel
von Ereignissen (La sociedad mundial a la luz
de los acontecimientos, 1982) y Ungleiche
Verteilung, Macht und Legitimität (Distribu-
ción desigual, poder y legitimidad, 1982).
Siguiendo el curso de sus intereses, Peter
Heinz presidió un seminario sobre "La diversi-
dad y la evolución de las imágenes de la
604
sociedad mundial", organizado por la comi-
sión nacional suiza para la Unesco en Zurich
en noviembre de 1980; las ponencias presenta-
das en dicho seminario fueron publicadas, con
una Introducción de Peter Heintz, en nuestro
n.° 91 bajo el título "Imágenes de la sociedad
mundial" (n.° 1, 1981).
Peter Heintz había proyectado en 1982
crear a la memoria de su esposa, fallecida
aproximadamente un año antes que él, una
fundación para el fomento de las investiga-
ciones científicas sobre la sociedad mundial.
Estaba preparando un largo viaje a Africa,
cuando una enfermedad fatal interrumpió su
fecunda carrera científica. Peter Heintz será
recordado c o m o el hombre de una gran curio-
sidad intelectual e intereses variados, como el
investigador imaginativo, el docente, el anima-
dor y el colega de gran generosidad. C o m o
teórico, demostró tener un indiscutible
talento para aprehender los datos empíricos y
ordenarlos en modelos coherentes y significati-
vos. Evitó todos los dogmatismos y se m a n -
Peter Heintz (1920-1893)
tuvofiela una concepción abierta yflexiblede
la sociología en sus investigaciones relativas a
asuntos locales tanto como internacionales.
U n o de sus colaboradores en el Instituto
Sociológico de Zurich, Hans-Peter Meier-
Dallach, recuerda en el artículo de homenaje
que le dedicó, publicado en Tages-Anzeiger el
18 de marzo de 1983, bajo el título "La
sociología c o m o forma de vida", que Peter
Heintz había declarado en una de sus confe-
rencias que quienes se proponen dedicarse a
la sociología deberían aprender a dominar y a
tolerar los conflictos. "Su personalidad refle-
jaba estas dificultades, pero también la fascina-
ción que ejerce la sociología sobre la sociedad
contemporánea". Cabe esperar que otros con-
tinuarán las investigaciones que Peter Heintz
consideraba fundamentales para comprender
los procesos mundiales, a cuyo esclareci-
miento tanto contribuyó este ejemplar ciuda-
dano del m u n d o .
P. L .
Servicios
profesionales y
documentales

Calendario de reuniones internacionales

La redacción de la RICS no dispone de información adicional sobre estas reuniones.

1983

4-10 de die. Hong-Kong Consejo internacional sobre los problemas de alcoholismo y

de toxicomanía: 2 . a Conferencia del Pacífico sobre las drogas
y el alcoholismo
Hong-Kong Council of Social Service, Duke of Windsor Social
Service Building, 15 Hennessy Road, Hong-Kong

28-30 de San Francisco International Association of Professional Relations: reunión

diciembre anual
IAPR, 7226 Social Science Building, University of Wisconsin,
Madison, Wisconsin 53706 (Estados Unidos de América)

1984

4-8 de Lisboa 15.° Congreso mundial de Rehabilitation International (Tema:

junio Información, concientización y comprensión para la integra-
ción de las personas impedidas en la sociedad)
Rehabilitation International, 432 Park Avenue South, New
York, N. Y. 10016 (Estados Unidos de América)

6-10 de Washington, D . C. Federación Internacional de Sociedades de Investigaciones

agosto Operacionales: conferencia trienal internacional
IFORS, Bygning 349, 2800 Lyngby (Dinamarca)

4-9 de sept. México Unión Internacional de Ciencias Fisiológicas: 23.° congreso

Prof. Holtzmann, Secretary General IUPS, Hogg Foundation,
University of Texas, Austin, Texas 78712 (Estados Unidos de
América)
606

9-15 de sept. Berlín Federación Internacional de la Vivienda, el Urbanismo y la

Ordenación del Territorio: congreso (Tema: Posibilidades y
problemas económicos y técnicos de la rehabilitación urbana)
FIHUAT, 43 Wassenaarseweg, 2596 CG La Haya (Países
Bajos)
Libros recibidos

Generalidades, Conde, Rosa (comp.). Familia y Presses universitaires de France,

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* Si U d . desea adquirir un título de la presente lista, sírvase tener en cuenta las indicaciones siguientes: ä) los títulos editados por la Unesco cuyos
precios están indicados pueden obtenerse ya sea dirigiéndose a la Oficina de Publicaciones de la Unesco, Servicio Comercial ( P U B / C ) , 7 place de
Fontenoy, 75700 París, ya al distribuidor nacional respectivo; b) los títulos editados por la Unesco quefiguransin precio pueden obtenerse gratuitamente
en la Unesco, División de Documentos ( C O L / C ) ; c) las coediciones pueden adquirirse directamente en las librerías de importancia.
Los números aparecidos

A partir de 1978 esta Revista se ha publicado regularmente en español. Cada número está consagrado a un
tema principal.

Vol. XXX, 1978 N . ° 3 El trabajo

N . ° 4 Acerca del Estado
N . ° 1 La territorialidad: parámetro político
N . ° 2 Percepciones de la interdependencia
mundial Vol. XXXIII, 1981
N . ° 3 Viviendas humanas: N . ° 1 La información socioeconómica:
de la tradición al modernismo sistemas, usos y necesidades
N . ° 4 La violencia N . ° 2 En las fronteras de la sociología
N . ° 3 La tecnología y los valores culturales
Vol. XXXI, 1979 N . ° 4 La historiografía moderna
N . ° 1 La pedagogía de las ciencias sociales:
algunas experiencias Vol. XXXIV, 1982
N . ° 2 Articulaciones entre zonas urbanas 91 Imágenes de la sociedad mundial
y rurales 92 El deporte
N . ° 3 Modos de socialización del niño
93 El hombre en los ecosistemas
N . ° 4 En busca de una organización racional
94 Los componentes de la música
Vol. XXXII, 1980
Vol. XXXV, 1983
N . ° 1 Anatomía del turismo
N . ° 2 Dilemas de la comunicación: 95 El peso de la militarización
¿ tecnología contra comunidades ? 96 Dimensiones políticas de la psicología
Publicaciones de la Unesco: agentes de venta

Albania: N . Sh. Botimeve Nairn Frasheri, T I R A N A . Birmânia: Trade Corporation no. (9), 550-552
Merchant Street, R A N G O O N .
Alemania (Rep. Fed. de): S. Karger G m b H , Karger
Buchhandlung, Angerhofstr. 9, Postfach 2, D-8034 Bolivia: Los Amigos del Libro: casilla postal 4415,
G E R M E R I N G / M Ü N C H E N . "El Correo" (ediciones ale-L A P A Z ; Avenida de las Heroínas 3712, casilla 450,
mana, española, francesa e inglesa): M . HerbertCOCHABAMBA.
B a u m , Deutscher Unesco-Kurier Vertrieb, Besaits-
trasse 57, 5300 B O N N , Para los mapas científicosBrasil: Fundação Getúlio Vargas, Serviço de Publi-
solamente: G e o Center, Postfach 800830, 7000 cações, Caixa postal 9.052-ZC-02, Praia de Bota-
S T U T T G A R T 80. fogo 188, Rio D E J A N E I R O RJ (GB).

Alto Volta: Librairie Attie, B . P . 64, O U A G A D O U - Bulgaria: Hemus, Kantora Literatura, bd. Rousky
G O U . Librairie catholique "Jeunesse d'Afrique", 6, S O F U A .
OUAGADOUGOU. Canadá: Renouf Publishing Company Ltd., 2182
Angola: Distribuidora Livros e Publicações, caixa St. Catherine Street West, M O N T R E A L , Que.
postal 2848, L U A N D A . H3H1M7.
Antillas francesas: Librairie " A u Boul Mich", 66, Colombia: Instituto Colombiano de Cultura, carera
avenue des Caraïbes, 97200 F O R T - D E - F R A N C E (Mar- 3 A n.° 18-24, B O G O T Á .
tinica). Comores (República Federal Islámica): Librairie
Antillas holandesas: C . C . T . V a n Dorp-Eddine MASIWA 4, rue Ahmed Djoumoi, B.P. 124,
N.V., P . O . Box 200, W I L L E M S T A D (Curaçao, MORONI.
N.A.).
Congo: Librairie populaire, B.P. 577, B R A Z Z A -
Arabia Saudita: Dar Al-Watan for Publishing VILLE, POINTE N O I R E , L O U B O U M O , N K A Y I , M A K A -
and Information, Olaya Main Street, Ibrahim Bin BANA, O W E N D O , OUESSO, I M P F O N D O .
Sulaym Building, P . O . Box 3310, R I Y A H D .
Costa de Marfil: Librairie des Presses de l'Unesco,
Argelia: Institut pédagogique national, 11, rue Ali- Commission nationale ivoirienne pour l'Unesco,
Haddad (ex-rue Zaâtcha), A L G E R . Société natio- B.P. 2871, A B I D J A N .
nale d'édition et de diffusion ( S N E D ) , 3, boulevard
Zirout Youcef, A L G E R . Office des publications Costa Rica: Librería Trejos, S . A . , apartado 1313,
universitaires ( O P O ) , 29 rue A b o u Nouas, Hydra, SAN JOSÉ.
ALGER. Cuba: Ediciones Cubanas, O'Reilly n.° 407, L A
Argentina: Librería El Correo de la Unesco, E D I - H A B A N A . Solamente El Correo de la Unesco:
L Y R S . R . L . , Tucumán 1685, 1050 B U E N O S A I R E S . Empresa C O P R E F I L , Dragones n.° 456 e/Lealtad
y Campanario, L A H A B A N A 2.
Australia: Educational Supplies Pty. Ltd., P . O .
Box 33, Brookvale 2100, N . S . W . Publicationes Checoslovaquia: S N T L , Spalena 51, P R A H A I (expo-
periódicas: Dominie Ptyl. Ltd., P . O . Box 33,sición permanente). Zahranicni literatura, 11 Sou-
Brookvale 2100 N . S . W . Subagente: United Nations kenicka, P R A H A 1. Para Eslováquia solamente:
Association of Australia, P . O . Box 175, 5th floor, Alfa Verlag, Publishers, Hurbanovo nam. 6, 89331
Ara House, 28 Elizabeth street. E A S T M E L B O U R N E BRATISLAVA.
3000. Hunter Publications, 5 8 A Gipps St.,
C O L L I N G W O O D V I C T O R I A 3066. Chile: Bibliocentro Ltda., Constitución n.° 7,
casilla 13731, S A N T I A G O (21), Librería La Biblio-
Austria: Buchhandlung Gerold and Co., Graben teca, Alejandro I 867, casilla 5602, S A N T I A G O 2.
31, A-1011 W I E N .
China: China National Publications Import Corpo-
Bangladesh: Bangladesh Books International Ltd.,
ration, West Europe Department, P.P. Box 88,
Ittefaq Building, 1 R . K . Mission Road, Hatkhola,
BEUIN.
DACCA 3.
Bélgica: Jean D e Lannoy, 202, av. du Roi, 1060 Chipre: " M A M " , Archbishop Makarios, 3rd Ave-
B R U X E L L E S . C O P 000-0070823-13. nue, P . O . Box 1722, N I C O S I A .

Benin: Librairie nationale, B . P . 294, P O R T O N o v o ; Dinamarca: Munksgaard Export and Subscription

Ets. Koudjo G . Joseph, B . P . 1530, C O T O N O U . Service, 35 N0rre S0gade, D K 1370 K O V E N H A V N K .
614

Ecuador: Publicaciones periódicas solamente:Haití: DI- Librairie " A la Caravelle", 26, rue Roux,
N A C U R Cía. Ltda., Santa Prisca n.° 296 y Pasaje B . P . 111, P O R T - A U - P R I N C E .
San Luis, oficina 101-102, casilla 112-B, Q U I T O . a
Libros solamente: Librería Pomaire, Amazonas 863,Honduras: Liberia Navarro, 2. avenida n.° 201,
Q U I T O . Todas las publicaciones: Casa de la Cultura C o m ay agüela, T E G U C I G A L P A .

Ecuatoriana, Núcleo del Guayas, Pedro Moncayo y Hong Kong: Federal Publications (HK) Ltd., 2 D
9 de Octubre, casilla de correo, 3542, G U A Y A Q U I L . Freder Centre, 68 Sung Wong Toi Road, Tokwa-
Egipto: Unesco Publications Centre, 1 Talaat Harb wan, K O W L O O N . Swindon Book C o . , 13-15 Lock
Street, C A I R O . Road, K O W L O O N . Hong Kong Government Infor-
mation Services, Publication Section, Baskerville
El Salvador: Liberia Cultural Salvadoreña, S . A . , House, 22 Ice House Street, H O N G K O N G .
calle Delgado n.° 117, apartado postal 2296, S A N
SALVADOR. Hungría: Akadémiai Könyvesbolt, Váci u. 22,
B U D A P E S T V . A . K . V . Konyvtárosok Boltja,
España: Mundi-Prensa Libros S.A., apartado 1223, Népkoztársaság utja 16, B U D A P E S T VI.
Castelló 37, M A D R I D 1. Ediciones Líber, apar-
tado 17, Magdalena 8, O N D Á R R O A (Vizcaya). India: Orient Longman Ltd.: Kamani Marg, Bal-
D O N A I R E , Ronda de Outeiro 20, apartado de lard Estate, B O M B A Y 400038; 17 Chittaranjan Ave-
correos 341, L A C O R U Ñ A . Liberia Al-Andalus, nue, C A L C U T T A 13; 36 A Anna Salai, Mount Road,
Roldana 1 y 3, SEVILLA 4. Librería Castells, Ronda M A D R A S 2; 5-9 41/1 Bashir Bagh, H Y D E R A B A A D
Universidad 13, B A R C E L O N A 7. 500001 (AP); 80/1 Mahatma Gandhi Road, B A N G A -
LORE-560001; 3-5-820 Hyderguda, HYDERABAD-
Estados Unidos de América: Unipub, 1180, Ave. of 500001. Subdepósitos: Oxford Book and Stationery
the Americas, N E W Y O R K , N . Y . , 10036. Para "El C o . , 17 Park Street, C A L C U T T A 700016, y Scindia
Correo" en español: Santillana Publishing Company House, N E W D E L H I 110001; Publications Unit,
Inc., 575 Lexington Avenue, N e w York, N . Y . Ministry of Education and Culture, Ex. A F O
10022. Hutments, Dr. Rajendra Prasad R d . , N E W
D E L H I 110001.
Etiopía: Ethiopian National Agency for Unesco,
P.O. Box 2996, A D D I S A B A B A .
Indonesia: Bhratara Publishers and Booksellers, 29
Filipinas: The Modern Book C o . , 992 Rizal Ave- JI. Oto Iskandardinata III, J A K A R T A . Gramedia
nue, P . O . Box 632, M A N I L A 2800. Bookshop, Jl. Gadjah Mada 109, J A K A R T A . Indira
P.Y., Jl. Dr. Sam Ratulangie 37, J A K A R T A PUSAT.
Finlandia: Akateeminen Kirjakauppa, Keskuskatu
1, 00100 HELSINKI 10; Suomalainen Kirjakauppa Irán: Commission nationale iranienne pour
O Y , Koivuvaarankuja 2, 01640 V A N T A 64. l'Unesco, avenue Iranchahr Chomali n.° 300, B . P .
1533, T É H É R A N . Kharazmie Publishing and Distri-
Francia: Librairie de l'Unesco, 7, place de Fonte- bution C o . , 28 Vessal Shirazi Street, Enghélab
noy, 75700 PARIS; C C P Paris 12598-48. Avenue, P . O . Box 314/1486, T É H É R A N .
Gabon: Librarje Sogalivre, LIBREVILLE, PORT Irlanda: The Educational Company of Ireland
GENTIL, FRANCEVILLE.
Ltd., Ballymount Road, Walkinstown, D U B L I N 12.
Ghana: Presbyterian Bookshop Depot Ltd., P . O . Tycooly International Publ. Ltd., 6 Crofton Ter-
Box 195, A C C R A . Ghana Book Suppliers Ltd., race, D u n Laoghaire C o . , D U B L I N .
P . O . Box 7869, A C C R A . The University Bookshop
Islândia: Snaebjörn Jonsson & Co., H . F . Hafnars-
of Ghana, A C C R A . The University Bookshop of
traeti 9, R E Y K J A V I K .
Cape Coast. The University Bookshop of Legon,
P . O . Box, 1, L E G O N . Israel: A . B . C . Bookstore Ltd., P . O . Box 1283, 71,
Grecia: Grandes librairies d'Athènes (Eleftherouda- Allenby Road, T E L A V I V 61000.
kis, Kauffman, etc.); John Mihalopoulos & Son Italia: L I C O S A (Librería Commissionaria Sansoni
S . A . , International Booksellers, 75 Hermou Street, S.p.A.), via Lamarmora 45, casella postale 552,
B . O . B . 73, T E S A L Ó N I C A . 50121 F I R E N Z E .

Guadalupe: Librairie Papeterie Carnot-Effigie, 59
rue Barbes, P O I N T - A - P I T R E .
Guatemala: Comisión Guatemalteca de Coopera-
ción con la Unesco, 3. a avenida 13-30, zona 1,
apartado postal 244, G U A T E M A L A .
Guinea: Commission nationale guinéenne pour
l'Unesco, B . P . 964, C O N A K R Y .
Jamahiriya Arabe Libia: Agency for Development
of Publication and Distribution, P . O . Box 34-35,
TRIPOLI.
Jamaica: Sangster's Book Stores Ltd., P . O . Box
366, 101 Water Lane, K I N G S T O N .
Japón: Eastern Book Service Inc., 37-3 Hongo 3-
chome, Bunkyo-Ku, T O K I O 113.
Publicaciones de la Unesco: agentes de venta 615

Jordania: Jordan Distribution Agency, P . O . B . 375, Niger: Librairie Mauclert, B . P . 868, N I A M E Y .

AMMAN.
Nigeria: The University Bookshop of Ife. The
Kenya: East African Publishing House, P . O . Box University Bookshop of Ibadan, P . O . B o x 286,
30571, N A I R O B I . I B A D A N . The University Bookshop of Nsukka. The
University Bookshop of Lagos. The A h m a d u Bello
Kuwait: The Kuwait Bookshop Co. Ltd., P . O . Box University Bookshop of Zaria.
2942, K U W A I T .
Noruega: Todas las publicaciones: Johan Grundt
Lesotho: Mazenod Book Centre, P . O . M A Z E N O D . T a n u m , Karl Johans Gate 41/43, O S L O 1. Universi-
Líbano: Librairies Antoine A . Naufal et frères, tets Bokhandelen Universitetssentre, P . O . B . 307,
B . P . 656, BEYROUTH.
Blindem, O S L O 3. "El Correo" solamente: A / S
Narvesens Litteraturtjeneste, Box 6125, O S L O 6.
Liberia: Code and Yancy Bookshops Ltd., P . O .
Box 286, MONROVIA.
Nueva Caledonia: Reprex S A R L , B . P . 1572,
NOUMEA.
Leichtenstein: Eurocan Trust Reg., P . O . Box 5,
SCHAAN. Nueva Zelandia: Government Printing Office,
Bookshops: Retail Bookshop-25 Rutland Street,
Luxemburgo: Librairie Paul Brück, 22, Grand- Mail Orders-85 Beach Road, Private Bag C . P . O . ,
Rue, LUXEMBOURG. A U C K L A N D ; Retail-Ward Street, Mail Orders-P.O.
Box 857, H A M I L T O N ; Retail-Cubacade World
Madagascar: Commission nationale de la Républi- Trade Center, Mulgrave Street (Head Office) Mail
que démocratique de Madagascar pour l'Unesco, Orders-Private Bag, W E L L I N G T O N ; Retail-159 Here-
B . P . 331, ANTANANARIVO. ford Street, Mail Orders-Private Bag, C H R I S T -
Malasia: Federal Publications, Sdn. Bhd., Lot 8238 C H U R C H ; Retail-Princes Street, Mail Orders-P.O.
Box 1104, DUNEDIN.
Jalan 222, Petaling Jaya, S E L A N G O R , University of
Malaya Co-operative Bookshop, K U A L A L U M P U R
Países Bajos: Libros solamente: Keesing Boeken V . ,
22-11.
Postbus 1118, 1000 B C A M S T E R D A M . Publicaciones
Mali: Librairie populaire du Mali, B . P . 28, periódicas solamente: D & N - F A X O N B . V . , P . O .
BAMAKO. Box 197, 1000 A D A M S T E R D A M .

Malta: Sapienzas, 26 Republic Street, V A L L E T T A . Pakistán: Mirza Book Agency, 65 Shahrah Quaid-
e-azam, P.O. Box 729, L A H O R E - 3 .
Marruecos: Todas las publicaciones: Librarie " A u x
Panamá: Distribuidora Cultural Internacional, apar-
belles images", 281, avenue M o h a m m e d - V , R A B A T
tado 7571, zona 5, P A N A M Á .
(CCP 68-74). Librairie des écoles, 12 Avenue
Hassan II, C A S A B L A N C A . "El Correo" solamente Paraguay: Agencia de Diarios y Revistas, Sra.
(para los docentes): Commission nationale maro- Nelly de García Astillero, Pte. Franco n.° 580,
caine pour l'Unesco, 19, rue Oqba, B . P . 420, A S U N C I O N .
A G D A L R A B A T (CCP 324-45).
Perú: Liberia Studium, Plaza Francia 1164, apar-
Mauricio: Nalanda C o . Ltd., 30 Bourbon Street, tado 2139, L I M A .
PORT-LOUIS.
Polonia: Ars-Polona-Ruch, Krakowskie Przedmies-
Mauritania: G R A . L I . C O . M A . , 1, rue du Souk X , cie 7, 00-068 W A R S Z A W A ; ORPAN-Import, Palac
Ave. Kennedy, N O U A K C H O T T . Kultury, 00-901 W A R S Z A W A .
Portugal: Dias & Andrade Ltda, Livraria Portugal,
México: S A B S A , Insurgentes Sur n.° 1032-401,
rua de C a r m o 70, L I S B O A .
M É X I C O 12, D . F . Librería "El Correo de la Unesco",
Actipán 66, Colonia del Valle, M É X I C O 12, D . F . Puerto Rico: Librería " A l m a Mater" Cabrera 867,
Río Piedras, P U E R T O R I C O 00925.
Mónaco: British Library, 30, boulevard des M o u -
lins, M O N T E C A R L O .
Reino Unido: H M S O Publications Centre, 51 Nine
Elms Lane, L O N D R E S S W 8 5 D R ; Government
Mozambique: Instituto Nacional do Livro e do Bookshops: Londres, Belfast, Birmingham, Bristol,
Disco (INLD), avenida 24 de Julho 1921, r/c e Edinburgh, Manchester; Third World Publications,
1.° andar, M A P U T O . 151 Stratford Road, B I R M I N G H A M B U 1 R D . Para
los mapas científicos únicamente: McCarta Ltd., 122
Nicaragua: Librería Cultural Nicaragüense, calle 15 King's Cross Road, LONDRES WC1X 9DS. Para
de Septiembre y avenida Bolívar, apartado n.° 807, ordenar pedidos: H M S O , P.O. Box 276, LONDRES,
MANAGUA. SW8 5DT.
616

República Arabe Siria: Librairie Sayegh, Immeuble
Diab, rue du Parlement, B . P . 704, D A M A S .
Republica de Corea: Korean National Commission
for Unesco, P . O . Box Central 64, S E O U L .
República Democrática Alemana: Librairies interna-
tionales ou Bachhaus Leipzig, Postfach 140, 701
LEIPZIG.
República Dominicana: Librería Blasco, avenida
Bolívar n.° 402, esq. Hermanos Deligne, S A N T O
DOMINGO.
República Unida del Camerún: Le Secrétaire géné-
ral de la Commission nationale de la République
unie du Cameroun pour l'Unesco, B . P . 1600,
Y A O U N D E . Librairie aux Messageries, Avenue de
la Liberté, B . P . 5921, D O U A L A ; Librairie aux
Frères Réunis, B . P . 5346, D O U A L A ; Librairie des
Éditions Clé, B . P . 1501, Y A O U N D E ; Librairie Saint
Paul, B . P . 763, Y A O U N D E .
República Unida de Tanzania: Dar es Salaam Book-
shop, P . O . Box 9030, D A R E S S A L A A M .
Rumania: I L E X I M , Export-import, 3 Calea "13
Decembrie", P . O . Box 1-136/1-137, B U C A R E S T .
Senegal: Librairie Clairafrique, B . P . 2005, D A K A R .
Librairie des 4 vents, 91 rue Blanchot, B . P . 1820
DAKAR.
Seychelles: N e w Service Ltd., Kingstate House,
P . O . Box 131, M A H É . National Bookshop, P . O .
Box 48, M A H É .
Sierra Leona: Fourah Bay, Njala University and
Sierra Leone Diocesan Bookshop, Freetown.
Singapur: Federal Publications (S) Pte Ltd., Times
Jurong, 2 Jurong Port Road, S I N G A P O R E 2261.
Somalia: Modern Book Shop and General, P . O .
Box 951, MOGADISCIO.
Sri Lanka: Lake House Bookshop, Sir Chittampa-
lam Gardner Mawata, P . O . Box 244, C O L O M B O 2.
Sudáfrica: Van Schaik's Bookstore (Pty.) Ltd.,
Libri Building, Church Street, P . O . Box 724,
PRETORIA.
Zaire: Librairie du C I D E P , B . P . 2307, K I N S H A S A .
Sudán: Al Bashir Bookshop, P.O. Box 1118, Commission nationale zaïroise pour l'Unesco, C o m -
KHARTOUM. missariat d'État chargé de l'éducation nationale,
Suécia: Todas las publicaciones: A / B C . E . Fritzes
Kungl, Hovbokhandel, Regeringsgatan 12, Box Zimbabwe: Textbook Sales (PVT) Ltd., 67 Union
16356, S-103 27 S T O C K H O L M 16. "El Correo" sola- Avenue, S A L I S B U R Y .
mente: Svenska FN-Förbundet, Skolgränd 2, Box
15050, S-10465 Stockholm. (Postgiro 184692). Para
las publicaciones periódicas solamente: Wennergven-
Williams A B , Box 3004, 9-104 25 S T O C K H O L M .
Suiza: Europa Verlag, Rämistrasse 5, 8024 Z U R I C H .
Librairie Payot, 6, rue Grenus, 1211 G E N È V E 11.
Suriname: Suriname National Commission for
Unesco P . O . Box 2943, P A R A M A R I B O .
Tailandia: Nibondh and C o . , Ltd., 40-42 Charoen
Krung Road, Siyaeg Phaya Sri, P . O . Box 402,
B A N G K O K . Suksapan Panit, Mansion 9, Rajdam-
nern Avenue, B A N G K O K . Suksit Siam Company,
1715 R a m a IV Road, B A N G K O K .
Togo: Librairie évangélique, B . P . 378, L O M É .
Librairie du B o n Pasteur, B . P . 1164, L O M É . Librai-
rie universitaire, B . P . 3481, L O M É .
Trinidad y Tabago: National Commission for
Unesco, 18 Alexandra Street, St. Clair, T R I N I D A D
W.I.
Túnez: Société tunisienne de diffusion, 5, avenue
de Carthage, T U N I S .
Turquía: Haset Kitapevi A . S., Istiklâl Caddesi
n.° 469, Posta Kutusu 219, Beyoglu, I S T A M B U L .
Uganda: Uganda Bookshop, P . O . Box 145, K A M -
PALA.
URSS: Mezhdunarodnaja Kniga, M O S K V A G-200.
Uruguay: Edilyr Uruguaya, S . A . , Maldonado 1092,
MONTEVIDEO.
Venezuela: Librería del Este, avenida Francisco de
Miranda, 52, Edificio Galipán, apartado 60337,
C A R A C A S . L a Muralla Distribuciones S . A . , 4 . a
avenida de los Palos Grandes, entre 3. a y 4. a
transversal, Quinta, "Irenalis", C A R A C A S 106.
Yugoslavia: Jugoslovenska Knjiga, Trg Republike
5/8, P . O . B . 36, 11-001 B E O G R A D . Drzavna Zalozba
Slovenije, Titova C . 25, P . O . B . 50-1, 61-000
LJUBLJANA.
B . P . 32, K I N S H A S A .

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Se ruega utilizar los bonos de libros de la Unesco para adquirir obras y periódicos de carácter educativo,
científico o cultural. Para toda información complementaria, por favor dirigirse al Servicio de Bonos de la
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Vol. X X X V (1983), n.° 3

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des sciences sociales
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Edición inglesa: International social science
journal
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Se pueden reproducir y traducir los

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Toda correspondencia relativa a la presente

revista debe dirigirse al redactor jefe
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