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EL O C C I D E N T E
EN P E L I G R O
PROLOGO DE
NARCISO PERALES Y HERRERO
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ED IC IO N E S ACERVO
Apartado 5319
BA RCELO NA
T ítu lo de la obra original:
L 'O C C I D E N T E N P É R IL
Versión española de
J O S E M .‘ A R O C A
Â
va
In d u stria s G ráficas G AS A, S . L . - S a lv á , 26 - B A R C E L O N A
ÍNDICE
Prólogo ........................................................................................ I
LIBRO PRIMERO
La Invasión Comunista
I E l Azote Comunista o el nuevo Azote de Dios . . . 11
II La Sociedad L i b e r a l ............................................................. 23
El M arxism o-Leninism o en Acción
III Visiones P r o f é t i c a s ............................................................. 35
IV La E strategia y los Objetivos . . . . . . . 38
V Logística: Los M e d io s............................................................. 44
VI Táctica, o los Métodos . 53
LIBRO SEGUNDO
L a o s ................................................................... 164
Tailandia-Viet Nam del S u r ........................... ...... . · · 166
I n d i a ............................................................ 187
P a k i s t á n ............................................................................................. 167
Japón .................................................................................................... 168
E i Oriente M e d io ................................................................................170
A r g e l i a ..........................................................................■ · 176
LIBRO TERCERO
El c a m in o de l a s a l v a c ió n
ANEXOS
ANTOLOGÍA DOCTRINAL
E l autor
A rg e lia
L a m arch a de la historia,
L u te ro y D escartes
L os continuadores
T ientes d el d e re c h o y d e la m o ra l, q u e d a n d o e n p ie s o la m e n te u n a
a cc ió n a b ra z a d a a l d in a m is m o d e la v id a ” .
Liberado el hombre de las lim itaciones im puestas por una doc
trina revelada por Dios e interpretada por la Iglesia con la D ivi
na asistencia; autorizado a seguir sus propias interpretaciones
de los Sagrados Textos con Lutero y, más tarde, a buscar otra
interpretación del universo con Descartes, y, sucesivam ente, a in
ventar un dios y una doctrina con las diversas escuelas raciona
listas o, a adm itirlo como un postulado de la razón práctica con
Kant, faltaba que el hombre sustituyera a Dios y después que lo
negara. La sustitu ción la hace Comte con su “religión de la
hum anidad”. La existen cia de Dios carece de importancia para
Comte, la in teligen cia hum ana debe dirigirse hacia la utilidad, es
decir, hacia la mejoría continua de su condición; los dem ás objeti
vos in telectuales serán clasificados com o curiosidades inútiles.
Comte considera la moral cristiana como una estructura necesaria
al buen orden de la sociedad positiva y creyó poder m antenerla
poniendo en lugar de Dios la “hum anidad” y en lugar de la ca
ridad cristiana “el altruism o hum anitario”; la exaltación de la
ciencia al altar de la hum anidad constituye uno de sus más du
raderos errores.
La negación de Dios corresponderá a u n genio poderoso y e x
traviado, satánicam ente soberbio; “amigos, quiero abriros m i
corazón, si existiesen dioses ¿cómo iba a soportar yo no ser Dios?
4luego, no hay dioses!, decía N ietzsche en “A sí hablaba Zarathus-
tra”. N ietzsch e quería úna diabólica subversión en la que el hom
bre, el “superhom bre”, sería el elem ento culm inante. Dios le so
bra, es más, le puede y, como dice Franca, “no niega la divinidad
con la fuerza de argum entos racionales, sino que lo elim ina con
un gesto de orgullo satánico”. “Ahora Dios ha muerto ¡¡hombres
superiores, este Dios fue vuestro mayor peligro!!” Pero ¿por qué
esa furia blasfema? N ietzsche lleva a sus postreras consecuencias
el individualism o de sus antecesores. Es más coherente que ellos
y más apasionado. La exaltación del hombre alcanza los más altos
trém olos en sus escritos. Cree, como Kant, que el hombre goza
de las prerrogativas de una autonomía absoluta; como Feuerbach
que la idea de Dios “aliena al hombre, le coarta, le dism i
nuye; com o Comte piensa que no vale la pena exam inar si
Dios existe, pero lo niega y lo combate para liberar al hombre
YIH BERNARD LEF BVRB
— a los m áxim os ejem plares del tipo hum ano— de toda coacción
interior y exterior y encuentra en la virtud, en la práctica de la
doctrina religiosa el mayor obstáculo “com o si la humildad, la cas
tidad, la pobreza, en una palabra, la santidad no hubieran hecho
más daño a la vida que otras cosas horribles”. Corolario lógico de
su interpretación del mundo “¿queréis saber el nombre de este
mundo? E ste m undo es la voluntad de poder y nada m ás”. E xal
tación del hombre en el estado de la naturaleza, porque es, en efec
to, en este estado en el que todo le era perm itido y el im pulso vital
carecía de frenos o lim itaciones; es en este estado donde, in evita
blem ente, prevalece el “mejor derecho”, basado en la fuerza, origen
y justificación del derecho, cuando la moral no existe y tam bién
consagración de la libertad del fuerte, que presupone la esclavi
tud del débil “un pueblo es la vuelta que da la naturaleza, para
producir seis o siete grandes hom bres”, dirá en “Más allá del
B ien y del M al”. Para los demás, la moral de esclavos —la obe
diencia, la laboriosidad, la hum ildad— “porque la esclavitud per
tenece a la esencia de una cultura”.
H egel y F euerbach.
M arx
el ser y la nada, pero como dice Ousset “¿qué significa nueve veces
de cada diez, esta otra fórmula aceptada, sin embargo, universal
m ente, “todas las opiniones son buenas?” ¿qué significa que adm ita
m os como ideas igualm ente buenas las contrapuestas en filosofía,
en política, en sociología o en la vida ordinaria, sino que no vem os
diferencias entre unas y otras?
Las ideas no se valoran en relación con una medida objetiva,
sino por su espontaneidad, “ideas sinceras”, o por su capacidad
motora, “ideas fuerzas”. Las palabras se emplearán no en su ver
dadera acepción, sino según su u tilid a d dinám ica. “El m arxista
em plea las palabras pueblo, progreso, libertad, fascismo, demo
cracia, etc., sólo para poner fuerzas en m ovim iento, pero sin que
tengan para él nin gún sentido real. “Pero ¿no ocurre lo m ism o
con los teóricos del antim arxism o al uso? ¿Qué sentido tienen
realm ente las palabras de civilización cristiana, de libertad o
de democracia para los corifeos del capitalism o, sino también la de
m ovilizar las opiniones en favor de una tesis que no tiene nada
que ver con la democracia, la libertad o el cristianism o, y sí, en
cambio, con sus propios y sucios intereses? N o sirven —las pala
bras— para expresar el pensam iento. Sirven para la acción” ¿pero
no es el culto de la acción el signo de la “civilización m oderna”?,
¿pero no constituye un verdadero elogio, quizás el más deseado,
el calificativo de hombre dinámico? ¿pero no es lo esencial en
n u e str a so c ie d a d , la eficacia, el esfuerzo, la resistencia, la acti
vidad, sin ninguna referencia a los fines que pueden darle sen
tido? ~~
Sin duda, la destrucción de los conceptos úe la verdad y el
ser, no son obra del marxismo, como tampoco lo es el m aterialismo,
que de ser un fenóm eno aislado con H eráclito en la filosofía grie
ga fue ganando adeptos en el curso de los siglos, hasta difundir
se como norma práctica de la mayoría en nuestro tiem po no en
una casualidad que el térm ino “ateo práctico” sea del siglo pasa
do. En realidad el “espíritu m oderno” ofrece dos soluciones lógi
cas a la hum anidad: una, el anarquismo; otra, la tiranía.
Nadie negará que si no hay un Ser suprem o y una Ley Divina,
y una Verdad inmutable; si el bien y el mal se intercam bian y se
identifican, nin gún hom bre podrá obligar a cum plir un precepto
im aginado por él o por otros hombres, como no sea m ediante el
uso de la fuerza. Ahora bien, ¿quiénes aceptarán la coacción, sino
XVI BERNARD LEFEVRE
L a ev o lu ció n d e la econ om ia
poner una nación, sin recurrir a las im portaciones. Pero tam bién
depende, m uy directam ente, el n ivel de vida de una buena parte
de la población, relacionado en proporción inversa, con el grado de
industrialización del mismo.
La propiedad territorial sigue estando inspirada en el concep
to romano. E n esos países, el campo se divide entre pequeños agri
cultores — mal preparados técnicam ente, y escasam ente dotados
de recursos— y grandes terratenientes, tradicionales o nuevos,
que a menudo desconocen las tierras que poseen, cuya explotación
ceden a verdaderos agricultores, en condiciones insoportables,
aunque el em pleo de capitales en labores campesinas, suele ser
m enos remunerador que su utilización en otras actividades. Con
secuencia de ello es que en este últim o tipo de propiedades, tam
poco se em plean los conocim ientos y recursos técnicos de que se
disponen, por razones análogas a las atribuidas en el caso de los
pequeños propietarios cultivadores.
Una sociedad moderna no debería descuidar las fuentes de su
subsistencia; pero tampoco podrá imponer, contra sus dom inado
res capitalistas, norm as de aplicación forzosa realm ente eficaces.
Y así ten em os el espectáculo bien conocido de la labor de los cam
pesinos — que constituyen, en los países atrasados o sem iatrasa-
dos, la mayor parte de la población— obligados a fecundar, con
su esfuerzo, tierras in cultivables por su propia naturaleza o por
la falta de m edios técnicos que la saquen de su agotam iento de
siglos, com plem entando los abonos empleados parcam ente, con
su sudor necesaria y generosam ente derramado, y verem os tam
b ién el m enoscabo del pobre resultado producido, o del m ísero
jornal que perm ite el producto, unas veces por el capitalism o finan
ciero que anticipó los créditos precisos; otras por el capitalis
mo rural por el que, en virtu d de ciertos títulos, inscritos en el
registro de la propiedad, unos señores que no saben acaso dónde
están sus fincas, que no entienden de su labranza — como dijera
José A ntonio— han obtenido el derecho a cobrar unas ciertas
rentas a los que están en esas fincas y las cultivan.
Ciertamente, no es éste el caso en todos los países capitalistas.
E n otros, en los que el cultivo de la tierra es más remunerador,
se produce la invasión del campo por el capitalism o financiero im
pulsado por sus leyes expansivas. E l resultado es, fatalm ente, la
conversión de los agricultores en siervos de la gleba bajo el signo
ÉL O C C ID E N T E E N P E L IG R O XXXM
E l ciclo c u m p lid o
E l C om u n ism o
L a R e v o lu c ió n n ec esa ria
Cárcel de la S a n té-P A R IS
Agosto-octubre 1960
ADVE RT ENC IA
P A R IS
N a v id a d de 1960
Ί
LIBRO PRIMERO
EL AZOTE COMUNISTA
O
EL NUEVO AZOTE DE DIOS
(1) E l plan de P latón recibe actualm ente una com pleta aplicación en las
Com unas Populares chinas; m ás adelante tendrem os ocasión de m ostrar hasta
qué punto ese experim ento representa una violación de la naturaleza.
12 BERNARD LEFEV RE
1) C ritica de la so c ie d a d lib e ra l
de la naturaleza, son las células del cerebro hum ano que segregan
el pensam iento, son los fenóm enos económicos, sociales y políticos.
La H istoria no es más que una sucesión de conflictos entre fuerzas
económ icas opuestas, y basta consultar en todo instante el estado
de esas fuerzas en m ovim iento para saber dónde nos encontram os
y cuál es el sentido de la Historia. Puesto qué nada es estable, no
existe una verdad absoluta que im ponga de una vez y para siem
pre; todo es m ovim iento; el error de hoy puede ser verdad mañana;
la revolución es perm anente. La confrontación de tesis y de antí
tesis conduce a las sín tesis, las cuales, convertidas en nuevas tesis
y confrontadas con otras antítesis, dan lugar a nuevas sín tesis,
etcétera. H ay que adquirir consciencia de ese m ovim iento, adentrar
se resueltam ente en la corriente de la H istoria y actuar del modo
que exige el m om ento presente.
Según Marx, la realeza, con su concepto de una econom ía na
cional, lucha contra la nobleza y su econom ía de tipo feudal. La
revolución significó el triunfo de la burguesía sobre la nobleza.
La m áquina a vapor perm itió el desarrollo de la potencia indus
trial y del capitalism o. La naturaleza liberal de ese capitalism o
hace posible, en virtud del juego de la oferta y la demanda, lo
m ism o en el plano del trabajo que del beneficio, la concentración
del capital en unas cuantas manos; por una progresión continua,
algunos poseedores acabarán por reunir el capital de todo un país
y, siguiendo el m ism o proceso, de todo el mundo. A l m ism o tiem po,
los avances del m aqum ism o harán desaparecer a los obreros cali
ficados y los sustituirán con peones mal pagados, sin interés ni
amor por su trabajo. De este modo se irá formando un proletariado
cada vez m ás importante.
D el m aterialism o dialéctico histórico procede aquella caracte
rística espiritual típicam ente m arxista que consiste en n o c r e e r
en n in gu n a v e r d a d d e fin itiv a y e s ta b le , y en e s ta r d is p u e s to a
c am biar de te sis d e acu erdo con las circu n sta n cia s, con el o b je tiv o
p r o p u e sto y con el in te r é s de la rev olu ción . Una dialéctica que
responde plenam ente al lugar com ún de “hay que vivir con la épo
ca; estar al día”. ¡Cuántas personas son m arxistas sin saberlo!
EL O C C ID E N T E EN P E L IG R O 15
3) P ro le ta riz a c ió n
4) D ic ta d u ra d e l 'proletariado
6) S oc ie d a d sin clases
LA SOCIEDAD LIB E R A L
E l s is te m a c a p ita lista no es in tr in s e c a m e n te
m a lo , p e ro ha sido vicia d o
D esde com ienzos del siglo x ix hasta nuestros días, el arma fa
vorita del liberalism o ha sido la secularización del espíritu público.
Con el pretexto de la libertad, y alegando una falaz tolerancia, com
pletam ente dogmática por otra parte, se respeta la libertad de
creencias y de conciencia de los demás, no ya solam ente para no
violar el santuario íntim o de la persona humana, sin o ta m b ié n y
so b re tod o p o rq u e se co n sid eran to da s las creen cias com o igu al
m e n te v á lid a s en el te rre n o o b je tiv o y se n ieg a la p o s ib ilid a d de
acceso d e l h o m bre a u n a v e r d a d ab so lu ta (1).
Em bebido de ese laicism o doctrinal agresivo, aunque disfra
zado de tolerancia cívica, de neutralidad, el liberalism o establece
la escu e la laica ob ligatoria, separando y rechazando la parte es
piritual de toda enseñanza válida. Se espera, con esta m aquiavélica
acción, descristianizar progresivam ente a Francia a través de va
rias generaciones y abrir de este modo el cam ino al m aterialism o.
E n determ inados períodos, la lucha anticristiana adquiere u n ses-
EL MARXISMO-LENINISMO E N ACCION
i
EL M ARXISMO-LENINISMO E N ACCION
EL M ARXISMO-LENINISMO E N ACCION
A) L o s m e d io s e sp e c ífic a m e n te ru sos.
E l din ero
L as escu elas
L a s em iso ra s de radio
4 /
50 BERNARD LEFEVRE
EL MARXISMO-LENINISMO E N ACCION
sis comunistas; con sus serm ones, con sus escritos, con sus confe
rencias públicas e incluso con la acción directa, apuñalan por la
espalda a los defensores de Occidente. ¿Han pensado alguna vez
que al asociarse a las campañas montadas para expulsar a Francia
de Africa ayudan ai com unism o internacional a establecerse en
aquel Continente? Campañas contra las torturas... contra el ejér
cito... contra los campos de reagrupam iento de las poblaciones m u
sulmanas (1 )... contra el colonialism o... campañas para la paz a
cualquier precio en Argelia (una paz que perm itirá la instalación
del com unism o)... campaña para la ayuda a las redes de apoyo al
F. L. N ... cam pañas para la insubordinación y la deserción de
nuestros soldados.
Los organism os del Estado no dejan indiferentes a los bolche
viques, los cuales infiltran en ellos a sus espías; el M inisterio de
Asuntos Exteriores es objeto de atenciones especiales. Recorde
mos el escándalo que se produjo en ocasión de la huida a Rusia
de Burguess y Mac Lean, funcionarios filosoviéticos del Foreign
Office inglés, y, más recientem ente, de dos agen tes norteam erica
nos del servicio de espionaje.
Los sindicatos libres no escapan a la infiltración sistem ática,
pues, como dice Lenin en “La enferm edad infantil del Comunis
mo”, “hay que saber utilizar todas las estratagem as, utilizar el
engaño, adoptar procedim ientos ilegales, callarse, a veces velar
la verdad con el exclusivo fin de penetrar en los sindicatos, per
manecer en ellos y llevar a cabo la tarea com unista”.
A veces, la colonización total de agrupaciones inicialm ente in
dependientes perm ite a los m arxistas-leninistas beneficiarse del
prestigio original de esas agrupaciones, como ocurre con la Liga
de los Derechos del Hombre.
En los países subdesarrollados, los com unistas explotan al
máximo las cuerdas nacionalistas y anticolonialistas, dejando en un
segundo térm ino los tem as económ icos o sociales utilizados en
otras partes; fundan organizaciones criptocom unistas, las cuales
se presentan bajo la apariencia de m ovim ientos nacionalistas, o
infunden sangre nueva, por m edio de la infiltración, a las organi
zaciones que puedan existir. Bajo su dirección avisada, com petente 1
B) E je s y T e m as de p ro pa ga n da
1) A d o r m e c e r la v ig ila n c ia d e l m u n do libre
2) S o ca va r el o rd en n a tu ra l
3) E x p lo ta r los s e n tim ie n to s h u m an os
(1) Y co m o su ced e ahora con la activid ad an ticom u n ista d e l gen eral W alk er
y d e la J o h n B irch S o ciety .
EL O C C ID E N T E EN P E L IG R O 73
; -l·
los cam pesinos bien cebados y la m iseria de los suburbios urbanos, í
o, por el contrario, según las circunstancias, la vid a fácil de las
ciudades y el penoso trabajo del campesinado; enfrentan al p eq u e-;
ño com ercio en vías de concentración contra los tr u s ts planifica-
dores, o al obrero-víctima contra el com erciante ganancioso; compa
ran la seguridad del funcionario y la inseguridad del proletario, o ;
bien la m ediocridad de ese m ismo funcionario y la brillante existen- }
cia de las profesiones liberales.
E n resumen, no existe un solo sentim iento que no sea utilizado,
siem pre que conduzca a que las clases sociales se detesten entre :
sí y a que unos hom bres envidien a otros. J
ï
C) M o d a lid a d e s d e la A c c ió n j
(1) L a h istoria d e esto s ú ltim o s años n o s dem uestra q u e esa solu ció n h a
sido siem pre transitoria y efím era en lo s ca so s en q u e h a sid o aplicada: In d o
nesia, Indochin a, India, B irm ania, T ú n ez, M arru ecos, T erritorio s d e la an tigu a
A. O. F y de la an tigu a A. E . F ., M adagascar...
78 BERNARD LEFEVRE
3) F r e n te s P op u la res
(1) S in llegar a una fu sió n com p leta d e lo s ejército s n a cio n ales, p u ed e con
siderarse la posib ilid ad de u n a coord in ación d e esos ejércitos en lo s terrenos
estratégico, táctico y logístico.
EL O C C ID E N T E EN P E L IG R O 81
E l te rro ris m o ru ra l
5 A te n ta d o a la p e rso n a h u m an a
Sabemos que, por principio, los m arxistas-leninistas consideran
al individuo como una herram ienta, un instrum ento al servicio
de su política. Para ellos no significan absolutam ente nada los con
ceptos de dignidad humana, de caridad, de fraternidad. E l opio ro
tundamente prohibido en los países m arxistas es la base, en China,
de una floreciente industria, cuya producción, destinada a Occiden
te, se dedica al “reblandecim iento” de una sociedad que el com unis
mo se propone conquistar. Por añadidura, los im portantes recur
sos de ese comercio enriquecen al campo com unista a costa de sus
futuras víctim as.
Cuando un enem igo del m arxism o-leninism o se hace m olesto,
especialmente si se trata de un tránsfuga, los com unistas no va
cilan en liquidarle físicam ente, llegando incluso, si es necesario, a
realizar sus “hazañas” en tierra extranjera. Recordemos los famo
sos raptos del Profesor Trouchnovitch, de K utiepof, y Miller, y los
asesinatos de Trotsky, Reiss, K rivitsky, Nin, Bang-Jansen, etc., sin
hablar de las liquidaciones cotidianas de m odestos traidores de la
base.
Pero lo que resulta todavía más repulsivo es el “acondiciona
miento” de poblaciones enteras por el terrorism o y la violación de
las conciencias, de acuerdo con las técnicas del “lavado de cerebro”
perfeccionadas por los leninistas y de un modo especial por Mao
Tse Tung.
Oigamos a ese propósito, citados por J.-R. Tournoux en “Secre
tos de E stado” (1), unos fragm entos de una conferencia del capi-
(1) P ió n , editor.
94 BERNARD LEFEVRE
L a s tr e s fases
7
98
2.
BERNARD LEFEV RE
i
EL O C C ID E N T E EN P E L IG R O 99
H' ■
f
LIBRO SEGUNDO
LA EX PA NSIO N COMUNISTA
E l C om u n ism o a n te s de la R e v o lu c ió n
de O ctu bre
M ARX
L E N IN
E l C om u n ism o, d esd e la R e v o lu c ió n de
O ctu bre h as ta la seg u n d a g u erra m u n d ia l
R U S IA
las horas más sombrías de la guerra civil. E l estado mayor fue de
capitado. E l m ariscal T ugachevsky y ocho generales, todos ellos
“héroes de la guerra civ il”, fueron juzgados a puerta cerrada, sin
testigos ni defensores, y ejecutados en un plazo de 48 horas.
En 1938 se incoó proceso a otros 21 acusados, 18 de los cuales
fueron ejecutados, entre ellos Bujarin, R ykov y Yagoda.
“Veinte aos después de la Revolución, no quedan m ás dirigen
tes del Partido, de la época de Lenin, que Trotsky (en Méjico) y
Stalin. H an desaparecido la m ayor parte de los colaboradores ín ti
mos de Stalin, m iembros del Politburó y de los organism os centra
les, casi todos los 80 m iembros del Consejo de la Guerra, 30.000
víctimas eñ el ejército y en la marina, todos lo s jefes sucesivos
de la G. P. U., la m ayoría de los embajadores, los que pusieron en
marcha los planes quinquenales, los últim os su pervivientes de la
Internacional Comunista, los dirigentes de todas las repúblicas
federadas. Liuchkov da testim onio de la ejecución de 40.000 per
sonas en el transcurso del período en que fue votada “la Consti
tución más dem ocrática del m undo”. La m ayor parte de los m iem
bros de la com isión que preparó aquella Constitución han desapa
recido. E n 1938, el “correo socialista” calculaba en siete m illones el
número de los detenidos en los campos de concentración. Según
las estadísticas de la policía, en cinco años fueron detenidas 37 m i
llones de personas (“E l M arxism o-Leninism o”, Cité Catholique).
Desde la im plantación del com unism o en Rusia, una ola revo
lucionaria se extendió por toda Europa y estuvo a punto de sum er
girla.
MONGOLIA
A L E M A N IA
H U N G R IA
A U S T R IA
PO LO N IA
IT A L IA
F R A N C IA
CH IN A
LA EX PA NSIO N COMUNISTA
E l co m u n ism o d e sp u é s de la se g u n d a g u erra m u n d ia l
E L R E PA R TO D E L MUNDO
(1) A l m ism o tiem p o, una d elegación francesa, encargada d e estab lecer una
coord in ación m ilita r en tre lo s d o s ejército s, esperaba ser recibida.
EL O C C ID E N T E EN P E L IG R O 123
* *
* * *
R U S IA
P A I S E S B A L T IC O S
Y U G O S L A V IA
(1) «Le liv re rouge d e l’E g lise p ersécu tée», d e A lbert G alter (E d. F leu ru s).
9
130 BERNARD LEFEV RE
B U L G A R IA
A L B A N IA
i sbi li
EL O C C ID E N T E EN P E L IG R O 131
R U M A N IA
C H E C O S LO V A Q U IA
I
132 BERNARD LEFEV RE
P O L O N IA
H U N G R IA
A L E M A N IA
GRECIA
F R A N C IA
(1) N o «quizás», sin o seguro; acuerd os V in ograd ov-D e G aulle, según los
cu a les lo s m a q u is com u n istas se pondrían a d isp osición d e l gen eral D e Gaulle,
a l producirse la liberación, a con d ición d e qu e D e G au lle ro m piera co n la con
tin u id ad republicana asegurada por e l E sta d o francés, nacio nalizara la s industrias
cla ves, la P rensa , la s com paflías de seguros y acep tase la form ació n d e un Frente
P opular.
EL O C C ID E N T E EN P E L IG R O 141
den (1). A medida que Francia era liberada por el avance de los
*. ejércitos aliados se produjo, en efecto, una floración de autorida-
;des improvisadas, com ités, policías, tribunales... a las cuales el
Dhierno pudo a duras penas im ponerse m ás tarde. Se desconoce la
cifra exacta de las personas asesinadas o ejecutadas sumarísima-
mente durante aquel período. E l m inistro del Interior entonces
en funciones ha dado, en el curso de una conversación privada, la
cifra de 130.000 (Coronel P assy). E l enem igo había encontrado
cómplices: denunciantes, propagandistas, policías, verdugos, aca
paradores de m aterias primas. La cólera contra ellos era m uy
grande. P ero e n tr e las v íc tim a s d e a qu ella “liq u id ac ió n ” se en
contraban u n gra n n ú m e ro de p e rso n a s señ alad a s sim p le m e n te
por su p o sició n social, “s u fo r tu n a o su s o pin ion es c o n se rv a d o ra s ”.
”Todo el m ecanism o de la revolución de 1944-46, la más vasta
y 3a más profunda después de la revolución de 1789, se encuentra
allí. Simula considerar el “vichysm o” como un bloque, de modo
que comprometa a una am plia parte del país, acusándola de com
plicidad con los que se habían abandonado o vendido. Se crearon
tribunales de excepción: Tribunal Supremo, Tribunales de Justi
cia, Tribunales Cívicos, Comités de depuración; se votaron leyes
de excepción, se estableció una jurisprudencia excepcional. Pero
liabía que pensar en las consecuencias.
”No se detiene, al salir de una cárcel alemana, a un m ariscal
en quien el país se había acostumbrado a ver la encarnación de la
devoción de la patria, sin sembrar la duda en m uchas almas. No se
expulsa del ejército a m iles de oficiales por haber obedecido a sus
jefes sin sacudir el espíritu militar. N o se expulsa de la policía,
ríe la diplomacia, de la adm inistración, a docenas de m illares de
funcionarios íntegros y disciplinados sin entregar la adm inistra
ción a los partidos. N o se m ezcla a tantas personas honradas con
los malvados sin afectar al sentido moral y al sentido cívico...
”Lo más grave, quizás, es que la revolución de 1944 ha engen
drado un gran desorden en los espíritus y en las conciencias. Un
pueblo no puede contem plar im punem ente y en tan pocos años
a unos hombres tratados alternativam ente como héroes y como 1
i
EL O C C ID E N T E EN P E L IG R O 143
IT A L IA
C H IN A
10
146 BERNARD LEFEV RE
❖ ❖ *
COREA
INDOCHINA
la guerra que nos hacía Ho Chi Minh con m edios cada vez más po
derosos, una com plicidad cada vez mayor de la población y una
ayuda exterior inagotable. E l m ovim iento revolucionario del Yiet
M inh se extendió más y más; las poblaciones civiles fueron “traba
jadas” de acuerdo con las tácticas subversivas comunistas; las gue
rrillas se hicieron más fuertes, su armamento se perfeccionó. La
lucha se sostenía en nombre de la independencia y contra el impe
rialism o francés.
E n 1950, el cuerpo expedicionario francés se había reforzado,
pero, debido a la política de los “p e tits p a q u e ts ” seguida por París,
no dispuso nunca de los medios suficientes para im poner una de
cisión definitiva, y por primera vez sufrió serios reveses en Cao
Bang y en Langson, donde Giap hizo num erosos prisioneros, los
cuales pasaron largos años en los campos de “reeducación” marxis-
ta del Tonkin; m uchos de los prisioneros perdieron su vida en aque
llos campos.
La guerra adquirió un aspecto feroz, inhumano; el ejército fran
cés tuvo entonces que sostener una lucha larga, dura, agotadora,
contra un adversario escurridizo que se beneficiaba de la ayuda de
la población civil y se m ovía entre ella como pez en el agua. Pro
m ociones enteras de St. Cyr desaparecieron en el combate, en los
arrozales y en la jungla.
La moral se resquebrajó. Los soldados tuvieron pronto la certeza
de que se batían por una causa perdida de antemano; los políticos
de París se mostraban ineptos, en el mejor de los casos; algunos
hablaban de salir de Indochina “de puntillas”; los m edios necesa
rios para la victoria no era facilitados. Y, lo que es más grave, el
ejército llegó a la conclusión de que su sacrificio servía de tapadera
a los provechosos negocios de los financieros, de los prevaricadores
y de los traficantes de piastras. Comprendió que su lucha era una
lucha inútil. Los propios franceses de la metrópoli, instigados por
los com unistas, se negaban a participar en sus sufrim ientos, e in
cluso los desaprobaban. Los refuerzos que salían de Francia tenían
que hacerlo de noche, por m iedo a los motines; en las fábricas y
en los puertos, los sabotajes destinados a impedir “la sucia guerra"
de Indochina se multiplicaban; la sangre recogida por la oficina de
higiene social no era concedida a los heridos; una prensa vendida
a la traición y tolerada por el poder lo cubría todo de fango.
Desorientado, sin ideal, convertido en m otivo de irrisión, amar·
EL O C C ID E N T E EN P E L IG R O 155
IN D O N E S IA
Pero, como reacción contra los progresos de los com unistas, cuya
influencia en el país crecía sin cesar, el M asjumi no tardó en adop
tar una actitud violentam en te anticom unista, la cual se m ateriali
cen una rebelión m ilitar, apoyada inm ediatam ente por las gran
des compañías occidentales (disidencia en Sumatra en diciembre de
1956 y enero de 1957 de los coroneles H ussein en el centro de la
isla y Simbolon en el norte). E n las zonas insurrectas, los com unis
tas fueron perseguidos y detenidos.
Las dificultades de Sumatra iban a orientar a Indonesia en
una nueva dirección; fundam entalm ente, abrieron un foso entre el
Masjumi, que los rebeldes querían llevar al poder, y Sukarno, que
deseaba practicar una política de unión nacional y se negaba “a
ignorar las fuerzas y los votos de 6 m illones de ciudadanos comu
nistas”.
Hatta, compañero de Sukarno durante la liberación, dim itió la
vicepresidencia de la República, y los m inistros pertenecientes al
Masjumi renunciaron a sus cargos en enero de 1957.
Sukarno formó entonces un gobierno de frente popular sin el
Masjumi, pero con los com unistas, y se alineó decididam ente en la
'‘democracia dirigida” proclamando la ley marcial.
Después de un atentado contra Sukarno, que tuvo lugar el 30
de noviembre de 1957, los com unistas decidieron elim inar las úl
timas estructuras capitalistas; desencadenaron una huelga insu
rreccional, con ocupación de las grandes compañías holandesas y
expulsión de su personal; todas las em presas ocupadas fueron na
cionalizadas, especialm ente las compañías de navegación; luego
les llegó el turno a las plantaciones holandesas y a los bienes per
tenecientes a las compañías extranjeras.
En el curso del año 1958 el Gobierno reem prendió la lucha con
tra los rebeldes de Sumatra, a los cuales acabó por reducir.
En realidad, parece que la democracia popular está a la vista
y que Sukarno está destinado a convertirse en el Benes de un
“golpe de Praga” indonesio (1).
A pesar de toda la tristeza que puede experim entarse al evo
car una evolución que hubiese podido ser dirigida de otro modo,
la moraleja resulta aleccionadora: los norteam ericanos han hecho
todo lo posible para que los holandeses se marcharan y para ocu-
B IR M A N IA
11
162 BERNARD LEFEV RE
M A L A S IA ]
(1) L os acon tecim ien tos que han ten id o lugar en B irm a n ia en e l curso del
añ o 1962, y esp ecia lm en te la elim in ació n de U -N u , d em asia d o am igo d e los
com u n ista s, a raíz d e un golp e de estado organizado por m ilita res m á s neutra
lista s, h acen prever la in m in en cia d e una acción d ecisiv a d e l com unism o.
EL O C C ID E N T E EN P E L IG R O 1 6 3
V IE T N A M D E L N O R T E
T IB E T
LAOS
T A I L A N D I A -V I E T N A M D E L S U R
ía s estru cturas leg a les d el país. A sí n o s encontram os, en vísp era d e este verano
d e 1962, con q u e e l ejército la osia n o h a d esaparecido p rácticam en te, absorbido
por lo s dos cla nes, m ien tras e l P a th e t L ao ocupa y adm inistra e l norte del
país, am enaza d irectam en te V ien tia n y se d ispone a apoderarse d el sur. N o rtea
m érica, considerando perdid a la partida en L aos, h a d ecid id o abandonar e l país
al com u n ism o y rep legarse sobre T ailan d ia , donde en la actu alid ad está desem
barcando tropas. P ero, de esp ald as al mar, ¿sabrá defen der m ejor qu e lo hizo
en e l pasa do lo que le qued a de la P en ín su la In dochina? S i no ca m bia su s ob
jetiv o s de guerra y su s m étodos, dudam os de que pued a salvar a T a ila n d ia y al
V ie t N a m del Sur.
EL O C C ID E N T E EN P E L IG R O 167
sión política hábilm ente dirigida por agen tes “V ietcong” infiltra
dos en las aldeas y los p u eb lo s...” (1 ).
IN D IA
P A K IS T A N
JA PO N
U n n eo-colon ialism o
M ientras Norteam érica pierde uno tras otro todos sus merca
dos de Asia, la penetración económica com unista se extiende cada
día más. E l últim o viaje de Kruschev al Sudeste asiático fue muy
significativo a ese respecto. 1
E L O R IE N T E M E D IO
Pero entregó la lim osna con tal torpeza, con tanta propaganda y
con tan condescendiente superioridad, que ,un periodista libanes
pudo escribir: “Los norteam ericanos han conseguido realizar la
hazaña de que el dólar resulte más hum illante que la bayoneta del
genegalés.” (Citado por J. P. A lem en L e M oy en O rien i, P. U. F.
editor.)
A pesar de su fracaso en el terreno de la ayuda económica, los
norteamericanos trataron de coaligar políticam ente al Oriente Me
dio, en el marco de un Pacto defen sivo dirigido contra la Rusia
soviética. En febrero de 1955 se firmó en Bagdad el Pacto de coo
peración mutua entre Turquía y el Irak (las dos bajo la protección
de los anglo-norteam ericanos); Inglaterra se adhirió al Pacto en
marzo de 1955, Pakistán lo hizo en septiem bre, e Irán en octubre
del mismo año. Bajo la presión de Inglaterra, que dominaba al
ejército del país (1), Jordania se adhirió también al Pacto; pero
unos días después lo repudió como consecuencia de una revolución
nacionalista, la cual, aunque sofocada por el rey H ussein, obtuvo
la expulsión de Glubb Pachá y puso fin a la dom inación directa de
Inglaterra, aunque ésta conservó una influencia oculta.
Siria, donde se enfrentaban los partidarios y los enem igos del
Pacto, es decir, los am igos de Norteam érica y los de Rusia, se con
virtió en un verdadero campo de intrigas. Sin embargo, acabó
por rechazar el Pacto, en febrero de 1956. Con Siria, todo el m undo
nacionalista árabe rechazaba el proyecto de alianza antisoviética
que no le afectaba.
El Líbano se m antuvo a la expectativa.
En cuanto a Egipto, se colocó decididam ente en cabeza del na
cionalismo árabe; la lucha antibolchevique no formaba parte de
sus objetivos; para Egipto, los verdaderos problemas eran la crea
ción de la Unidad Arabe bajo su dirección, la lucha contra el im
perialismo económ ico occidental, y la destrucción del Estado de
Israel, al cual no perdonaba la derrota m ilitar que le había infli
gido a raíz de la partición de Palestina, en 1948.
La U. R. S. S., en su acción en el Oriente Medio, em pezó por
sufrir reveses inm ediatam ente después de la segunda guerra m un
dial, cuando lanzó al partido Tudeh a la conquista del Irán, desde
las bases del Azerbaidján y del Kurdistán (1945-1946). E l ejército 1
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EL O C C ID E N T E EN P E L IG R O 173
* * *
A R G E L IA
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178 BERNARD LEFEV RE
N a c im ie n to d e la re b e lió n
cada vez más, sino tam bién alm acenar una gran cantidad de re
servas, de las cuales v iv e aún parcialm ente.
No obstante, si sólo entraran en juego esas causas estricta
mente m ilitares, en estos m om entos la rebelión estaría com ple
tamente aplastada; los rebeldes se hubieran rendido. En realidad:
1 ) H em os puesto en acción unos efectivos considerables:
500.000 hombres desde hace varios años, incluidos diversos auxi
liares: harkis, grupos de autodefensa, unidades territoriales. No
hay que olvidar, en comparación, que la conquista de Argelia se
llevó a cabo con un ejército que no sobrepasó los 100.000 hombres.
2) Hemos sabido adaptarnos a la guerra del rebelde: creación
de los comandos de caza, valor y flexibilidad de nuestras tropas de
intervención. Al “cuadrillaje”, que dejaba la noche al enemigo, se
añade ahora la persecución incansable del adversario (unidades
operacionales).
3) H em os sabido utilizar a fondo los m edios m odernos de en
lace (radio), de observación (aviación ligera) y de com unicación
(motorización, h elicóp teros).
En resum en, en una guerrilla de tipo "clásico", habríamos ven
cido hace ya m ucho tiem po. E n efecto, si tenem os en cuenta que
las fuerzas rebeldes no han ascendido nunca a más de 20 ó 30.000
hombres; si consideram os que hem os matado o puesto fuera de
combate a 145.000 rebeldes (declaración del general De Gaulle del
10 de noviem bre de 1959), es decir, de 5 a 7 v eces los efectivos
enemigos, llegarem os a la conclusión de que un com batiente re
belde tiene un 100 % de posibilidades de ser m uerto o hecho pri
sionero al final de su prim er año de combate. Incluso teniendo en
cuenta el fatalism o m usulm án, la afición del rebelde a esa clase
de guerra, ninguna moral resistiría a aquellas perspectivas si no
intervinieran otros elem entos. E ntre ellos, debem os poner en pri
mer lugar a la guerra subversiva que nos hace el F. L. N.
La gu erra s u b v e r s iv a d e l F . L. N .
Otro elem ento fundam ental explica igualm ente la absurda to
zudez del adversario: n u e s tr a s va cila cio n e s p o lític a s. E stas han
contribuido por una parte a h in ch ar la moral de los rebeldes, y
EL O C C ID E N T E EN P E L IG R O 189
(1) L a «loi-cadre», votad a por e l P a rla m en to fra ncés a p rin cip io s de 1958,
a propuesta d e l m in istro d e A rgelia, R obert L acoste, organizó e l territorio ar- i
gelin o en u n a federación d e d ep arta m en to s sem ia u tó n om os, d o ta d o s ca da uno de j
e llo s d e u n gob iern o y d e asa m bleas locales; p ero to d os eso s territorios perma- j
n ecía n n o obstante den tro d el m arco d e la so beranía francesa. A d ecir verdad. |
a q u ella estru ctura no era m á s q u e una etap a h a cia la in d ep en d en cia. N a d ie se j
engañó acerca d e su significado, y la vo ta ció n d e la «loi-cadre» fu e u n a de las ¡
cau sas directas d e la insurrección d e l 13 de m a y o d e 1958. E l é x ito d el moví- j
sideran que, en virtud d e la s circun sta n cia s esp ecia les e n que se en cu en tra Ar
gelia, e l v o to d e la s p o b la c io n e s e n e l r e fe r é n d u m tr a d u c ir á e s e n c ia lm e n te y p o r
e n c im a d e to d o s u v o lu n ta d d e q u e A r g e lia y e l S a h a r a s e a n d e f i n it iv a y s o le m
n e m e n te in te g r a d o s e n la m a d r e p a tr ia , P or lo tanto, ap ela n a l esp íritu cív ico
de to d os y recom ien d an a la s p ob la cion es qu e perm anezcan so lid arias d e l E jér
c ito en su ta rea d e pacificación, v otan d o «sí» e n e l referéndum . L o s h ab itan tes
de este p a ís, se a cu a l se a su origen, dem ostrarán a l m u n d o su vo lu n ta d in q u e
brantable e irrevocable d e ser para siem p re franceses.»
E se texto, d e cu y a patern idad m e en orgullezco, n o h a c ía a lu s ió n n i a u n a
C o n s titu c ió n , n i a u n h o m b r e .
(1) L o s je fe s m ilita res p oco exp erto s en p o lítica se alegraron d e poder
descargarse d e resp on sab ilid ad es qu e n o s e creían cap aces d e asu m ir. P o r otra
parte, qued aron «im presionados» por e l p restig io d el gen eral D e G aulle.
194 BERNARD LEFEV RE
L a p r e n sa d e r r o tis ta y su a ctu a c ió n
3) D ando s ie m p re la cu lpa a F r a n c ia :
A raíz de la detención de Ben Bella y de sus cóm plices, en el
caso Sakhiet, durante las campañas anteriores a las reuniones de
la O. N. U. , -----
4) R ec la m a n d o la n egociació n a cu alq u ie r p rec io , y esto desde
el com ienzo de la rebelión (1 ).
L a s in te rv e n c io n e s e x tra n je ra s
M A R X IS T A S
P A IS E S A L IA D O S
los financieros que creyeron poder substituir una hegem onía polí
tica demasiado evidente por u n neocolonialism o económ ico oculto.
La lucha planteada entre el Congo B elga del N orte y el del Sur
(K atanga), es la réplica exacta de las batallas a que se entregara]
o se entregan todavía rusos y norteam ericanos en las dos Coreas,
en los dos V iet Nam, en las dos Chinas, en los dos Laos y, de un
modo más solapado, en los países neutralistas de Asia, del Oriente
Medio y de Africa.
* * * s
del Sudeste A siático y del Mundo L ibre”, como dijo en 1951 el ma
riscal De Lattre.
’’Más tarde, en 1956, Francia y Gran Bretaña trataron, en Suez,
de oponerse a la expansión hacia el Oeste del panarabism o e s t i m a
lado por el comunism o.
”E1 Mundo Libre no comprendió el alcance de aquellas tentati
vas, las cuales fueron sendos fracasos.
’’Ahora, la línea de defensa, la últim a, pasa por A rgelia”.
LIBRO TERCERO
EL CAMINO D E LA SALVACION
i
L O S C A M P O S C A T A L A U N IC O S
L A C R U Z A D A A N T IB O L C H E V IQ U E
Ca p í t u l o P r im e r o
(1) E l com p lejo ofen siv o atóm ico, o ejército d e in gen ieros «oprime-botones»,
d eb e su stitu ir p au la tin am en te, a partir de 1961, a la s un id ad es convencionales
q u e lu ch an en A rgelia.
EL O C C ID E N T E EN P E L IG R O 211
* * *
■das las cosas del gran círculo negro donde trabajaba, muda, la
m ano del demonio, se mezclaron, y sobre la tierra reinó un gran
S ile n c io .* * ,_=—
¿P u e d e e s pe r a r s e r a z o n a b l e m e n t e a l g u n a c o s a ?
E l h om bre
L a S o cie d a d
La célula fa m ilia r
Las co m u n id ad e s de tra b a jo
u nos hacia los otros resulta im posible llevar a cabo una obra que
exige la participación de todos. E l orden natural nos revela que
la cooperación de las clases sociales en las com unidades de tra
bajo es la verdadera ley de vida, ya que la lucha de clase
conduce inexorablem ente a la rum a y a la destrucción de la
hum anidad.
Las asociaciones en com unidades de trabajo ofrecen una mul
titud de posibilidades. Las fórm ulas son m uy variadas, desde las
que reúnen a un reducido núm ero de hom bres hasta las que
engloban a un considerable efectivo de trabajadores, desde las que
n ecesitan un pequeño núm ero de gestos profesionales sencillos
hasta las que utilizan m últiples com petencias especializadas.
La organización de esas distintas com unidades de trabajo no
puede hacerse siguiendo un esquem a uniform e. Resulta indispen
sable conocer a cada uno de esos cuerpos, que agrupan a los
hom bres según las diferentes ramas de la actividad profesional a
las cuales se dedican, una independencia absoluta para que pue
dan estructurarse ellos m ism os, sin injerencias extrañas, ya que
sólo ellos tien en com petencia para hacerlo...
Libertad de organización y autonomía de gestión de las co
m unidades de trabajo son tam bién principios resultantes de la
estricta observancia del Orden Natural.
L a s c o le c tiv id a d e s locales
L a C om u n ida d n acion al
Las C om u n idades fe d e ra le s
1) L a N ac ió n
2) E l B ie n C om ú n
3) E l P oder
LA MISION D E L PO D ER
LA MISION DEL PODER
E l R ein a do de C risto R e y
La ju s tic ia social in te r io r
Las E lite s
para evitar una lu ch a fratricida sin esp eran za. S u rendición s e llev ó a cabo c o n
todos lo s honores; sa lieron d e la s barricadas co n la cabeza erguid a an te lo s
destacam entos d e p aracaid istas q u e le s p resentaban arm as.
E l segu n d o acto revolu cionario, sign ificativo d e la exten sió n y la hondura
de la resisten cia a l ab andono, fu e m u ch o m á s grave; e sta lló bruscam en te co n
una ten ta tiv a de g o lp e d e E sta d o m ilitar q u e tu v o efecto en A rgel, e l m es d e
abril d e 1961, a cargo d e a lg u n os reg im ien to s d e p aracaid istas bajo la auto ri
dad de gen erale s y coron eles p restig io so s (C halle, Z eller, G ardy, Jouhaud, S a la n ,
Argoud, L ach eroy, B ro iza t y G ard es). D e sp u é s d e hab er triu nfado por esp a cio
de cuatro días, e l m o v im ien to s e h u n d ió a cau sa d e la in d ecisión d e l resto d e l
ejército, d e la d eterm in ación d e D e G aulle, d e la ap atía d e la m etrópoli; p ero
todas esa s cau sas n o hubieran p revalecid o s i e l gen eral C h a lle h u b iese acced id o
a asociar la s m a sa s a rgelin as a l g o lp e d e fu erza m ilita r, ta l com o s e lo p id ió e l
general Sala n. U n am p lio m o v im ien to popular h u b iese h ech o saltar por la borda
todas la s vacila cio n es y to d o s lo s escrú pulos; pero la acció n lim ita d a d e a lg u
nos regim ien tos h izo m ed itar a d em asia d os op ortu n ista s c iv ile s y m ilita res.
L os gen erales C h alle y Zeller, poco prep arad os para la guerra rev olu cionaria,
se en tregaron d esp u és d e su fracaso, en ta n to q u e lo s gen erale s Sala n, J ou h au d y
Gardy, lo s coro neles y lo s je fe s d e la resisten cia c iv il decid ieron proseguir la lu
cha y se refugiaron en la cla n d estin id a d para crear la O rganización d e l E jército
Secreto (O .A .S .).
B a jo la autoridad d el gen eral Sala n , lo s je fe s d e l E jército S ecreto em p ren d ie
ron la ta rea d e estructurar, a n te la p ersp ectiv a d e u n a prolongada lu ch a cla n
destina y revolu cionaria, la ca si to ta lid a d d e lo s europeos d e A rg elia, a s í
como a lo s m u su lm an es partidario s d e la A rg elia F rancesa; em pezaron rá
pidam ente a dificu ltar la v id a d e to d o s lo s fu ncion arios, d e tod os lo s m ilitares,
de to d os lo s n otab les q u e hab ía n escogid o e l colaborar con la p o lític a de tr a i
ción d e l G obierno. D e sd e en to n ces, sold a d o s y o ficia les d el ejército regular d e
sertan d iariam en te para unirse a la O. A. S ., m ien tras otros perm an ecen en su s
unidades a fin d e sa tisfacer la s n ecesid a d es m ilita res d el m a q u i s y paralizar
las operaciones contra e l E jército S ecreto ord en ad as por e l Gobierno. L o s g en e
rales S ala n y J ou h au d h an podid o, d esd e lu ego, ser cap turados, v íctim a s pro pi
ciatorias d e la ven gan za d e aq u ello s c u y a traició n h an p u esto d e m an ifiesto .
Pero e l v a cío d ejad o por su au sen cia h a sid o in m ed ia ta m en te llen a d o y la ba
talla continúa.
H o y , la lu ch a h a adquirido u n carácter terrible, sangrien to, despiadado; lo s
traidores son ju zgad os y p a sad os por la s arm as. L a v io len cia es la m en ta b le,
desde lu ego. P ero, ¿quién tie n e la cu lpa? A partir d e lo s acuerdos d e E via n , el
Gobierno fra ncés entreg a m etó d ica m en te A rgelia a l F . L. N . y preten d e dar al
Ejército, an tes d e su sa lid a d e A rgelia, la m isió n d e destruir a la O. A . S. A sí,
pues, por orden de P arís, oficia les fran ceses s e disponen , e n colaboración co n
los en em igos d e ayer, a p erseguir a su s cam aradas d e prom oción q u e han ju
rado defen der e l territorio nacio n al. ¡S itu ació n esp an tosa en tre la s esp antosa s!
¡Situación in sosten ib le!
¿Q uiénes son lo s cu lp ab les? ¿L os q u e u tiliza n la vio len cia p o r q u e t i e n e n l a e s
p a l d a a p o y a d a e n l a p a r e d y n o p u e d e n h a c e r o t r a c o s a , o lo s que h a n creado
las in ad m isib les con d icion es d e e se dram a? L a situ ació n , por otra parte, es ta n
16
242 BERNARD LEFEVRE
(1) E l com u n ism o in tern acio n al s e en cu en tra agitad o actu alm en te por una
crisis in terna, e s evid en te: la autoridad d e M oscú sobre to d o s lo s p a íses del
m u n d o com u n ista era ayer in d iscu tib le; hoy, s e v e p u esta m á s y m á s en en tre
d ich o por la m an ifesta ció n d e l fen óm en o n acio n alista ; p a íses q u e por otra parte
h an adopta do lo s con cep to s filosóficos y la s estructuras d e v id a d e l m arxism o-
len in ism o, se n iegan a obed ecer cieg a m en te la s directrices d e M oscú , llegando
a veces h a sta e l cism a; ta l es e l caso d e A lb ania, d e Y u gosla via, y d e la
pro pia C hina, qu e h an crea do p rácticam en te u n os com u n ism os n a cio n a les y
p reten d en participar en la defin ición d e la estrategia d e l m o v im ien to m arxista.
S in em bargo, lo s p a íses ca p ita lista s com etería n u n error confiando d em asia d o en
esa crisis, y a qu e la s repúblicas com u n ista s perm an ecen sold ad as en e l terreno
id eológico: la even tu alid ad d e guerras in testin as, y esp ecia lm en te la d e u n en
fren tam ien to ruso-chino, no se presentará rea lm en te hasta que se h a y a produ
c id o la derrota d e l ca p ita lism o in ternacional.
E L O C C ID E N T E E N P E L IG R O 245
ANTOLO G IA DO CTRINAL
îi
31
i
PRINCIPIO S DOCTRINALES Y POLITICOS
RETO RN O A L A S F U E N T E S
A g o sto de 1959
Il
L A D E M O C R A C IA ,
V E H IC U L O D E L C A P IT A L IS M O Y
T U M B A D E O C C ID E N T E
Con los periódicos, los partidos políticos y por m edio del su
fragio universal inorgánico, se hacen elegir hom bres de paja en
cantidad suficiente para m ediatizar el Estado, apoderarse de los
m edios de inform ación, controlar los engranajes económicos
prom ulgar las leyes que consoliden y consagren el imperio capita
lista.
¿Cómo puede u n ciudadano cualquiera, poco enterado de los
grandes problemas de su país, aislado por el sufragio universal de
las realidades de su horizonte cotidiano, votar con conocimiento
de causa, de u n modo distinto al que le aconsejan la radio que es
cucha y el periódico que lee o el partido político al cual pertenece
por razones sentim entales?
A veces, cuando las injusticias capitalistas se hacen demasiado
flagrantes y la cólera ruge, se bloquean las olas de fondo median
te la astuta desvirtuación de una ley electoral o una hábil par
ticipación de circunscripciones, y se paraliza a los dirigentes de
los grandes sindicatos tendiéndoles puentes de oro y ofreciéndo
les cargos en los consejos de adm inistración.
E l hombre de la calle ha comprendido todo esto hasta tal pun
to, que los dom ingos señalados para votar prefiere irse de caza o
de pesca, ya que estim a que los dados están trucados y que, haga
lo que haga, el sistem a continúa siendo el mismo. Los fantoches
que ocupan los primeros planos pueden cambiar — piensa— , pero
el director de orquesta es siem pre el m ism o y la m úsica que se
toca, de elección en elección, es siem pre una variación del mismo
tema.
¿De qué serviría hacer la Europa en esas condiciones? Senci
llam ente, se haría sobrevivir un poco más a un sistem a moribun
do, se edificaría una frágil construcción destinada a hundirse en la
catástrofe que destruirá al capitalism o. A susta pensar que en
esa Europa nivelada no existirá ya ningún país capaz de oponer
el dique de su determ inación y de sus ancestrales virtu des milita
res a la invasión com unista...
¡No! A ntes de pensar en edificar una Europa capitalista, mate
rialista e invertebrada, reconstruyam os unas sólidas patrias cris
tianas, desembarazadas de los mitos pandemocráticos, unas patrias
que hayan encontrado de nuevo el camino de las tradiciones y de
los valores eternos. Tiem po habrá, después, para edificar una Euro
pa que esté a la altura de las tareas de mañana, la más importan
EL O C C ID E N T E EN P E L IG R O 257
17
I II
O R D E N C O R P O R A T IV O O C O M U N IT A R IO · -
Hay que exam inar toda la historia. Compararemos las diversas so
ciedades que han podido sucederse, estudiarem os la línea evolu
tiva de las civilizaciones, sus relaciones recíprocas, sus transicio
nes, y tendrem os en cuenta no solam ente el progreso, material,
sino especialm ente el perfeccionam iento moral y espiritual de las
mejores de entre ellas; establecerem os los m otivos que hacen que
algunas sean superiores a otras, e in tu ire m o s las ca ra c te rístic a s
in m u ta b le s de las so c ie d a d e s qu e tie n d e n h acia e l m a y o r p e r fe c
cion a m ien to.
D el m ism o modo, cuando analicem os la verdadera naturaleza
del hombre tomado aisladam ente, evitarem os estudiar únicam en
te al hombre sen su al y al hombre inteligen te: tendrem os tam
bién en cuenta al hombre bueno y al hombre santo, puesto que
existen. E l asceta en su desierto o en su m ontaña puede a m enudo
asombrar, pero atrae siem pre el respeto más profundo, dem ostra
ción de que se siente de un modo confuso una jerarquía de los
valores.
C a ra cte rística s fu n d a m e n ta le s de la
N a tu r a le z a H u m an a
1. a F in a lid a d
2. a E m in e n te d ig n id a d de la N a tu ra le za H u m a n a
Todos los seres hum anos poseen una m isma dignidad, sea cual
sea su condición: la dignidad de la naturaleza humana.
Pero, si bien todos los hom bres son fundam entalm ente iguales
en dignidad, por el hecho de su calidad de hombre, la experiencia
260 BERNARD LEFEV RE
3. a J erar qu ía
4. a L a s lib e r ta d e s
5.a L a p ro p ie d a d p r iv a d a
C a ra cte rísticas fu n d a m e n ta le s
d e las so c ie d a d e s
R e p ú b lic a o M on arqu ía
4) R e s p e to a la m isió n d e l h o m bre
P R O Y E C T O D E D E C L A R A C IO N D E L A S L E Y E S
FUNDAM ENTALES
D E L A SO C IE D A D F R A N C E S A
S ección I
modo que el hombre está hecho, hasta cierto punto, por la So
ciedad.
La Sociedad y el hombre tienen deberes recíprocos uno hacia
otro.
A r t. 2. — La libertad concedida in distintam ente a la verdad y
al error, al bien y al mal, sólo conduce a rebajar todo lo que hay
de noble, de sano, de generoso, y abrir el camino al crimen y a la
turbamulta de las pasiones.
A r t. 3. — No existen más libertades que las definidas, lim ita
das y ejercidas en el orden. N in gún hombre ni ningún grupo pue
de gozar de la libertad pura y sim ple sin oprimir a los demás y,
al desorganizar la sociedad o al violar las leyes de la naturaleza,
oprimirse a sí mismo.
A r t. 4. — Toda doctrina de autoridad exclusiva es falsa.
Toda doctrina de libertad exclusiva es falsa.
La autoridad y la libertad tienen cada una su propio dominio
y deben completarse.
A r t. 5. — Organizar es diferenciar: en consecuencia, es jerar
quizar.
A r t. 6. — Cuanto más se eleva uno en la sociedad, más deberes
tiene; el superior debe ejercer su mando, no con miras egoístas,
sino para realizar sus funciones y tam bién en beneficio de los que
dependen de él.
A r t. 7. — Los hom bres son iguales en su calidad de hombres.
Son desiguales por constitución individual y por función social. A
problemas diversos, soluciones diversas; la igualdad no es la ju s
ticia, sino que la justicia está en el igual respeto a los diversos de
rechos.
A r t. 8. — La paz es obra de la justicia.
No debe haber orden sin justicia. No puede haber justicia sin
orden.
A r t. 9. — Toda sociedad está basada y toda civilización se per
petúa en la familia creadora y sostenedora del hombre, tanto en
lo físico como en lo moral.
Tanto vale la familia, tanto valen el hombre, la sociedad y la
civilización.
Si el Estado falta a la familia, la fam ilia no tarda en faltar a
la Nación.
A r t. 10. — La propiedad es atributo natural de la persona h u
270 BERNARD LEFEV RE
mana, de la fam ilia y de los demás grupos sociales. Perm ite las
m ejores sín tesis del in terés y del deber; a través de ella quedan
mejor asegurados el placer del esfuerzo, el espíritu de inicia
tiva y la responsabilidad, la seguridad y la independencia.
Francia, por sus cam pesinos, sus artesanos y sus profesiones
liberales, es esen cialm en te un país de trabajadores propietarios.
Toda reforma que los proletarice es nociva. Toda reforma que con
ceda a los proletarios el acceso a los beneficios de la propiedad es
buena.
A r t. 11. — La propiedad apoya a la familia, la fam ilia apoya a
la propiedad.
A r t . 12. — La propiedad no es un derecho absoluto. Sus modali
dades vien en dictadas por su función social, así como por las ne
cesidades de la naturaleza. E l orden económico exige que la auto
nomía de la propiedad esté lim itada por disciplinas sociales.
A r t. 13. — Francia es un país de antigua civilización cristiana,
cuya influencia sufren incluso los que reniegan de ella.
A unque asegurando a sus hijos una entera libertad de concien
cia, la Francia que se reconoce esencialm ente cristiana consagra
un hecho que la honra y adquiere un timbre de sabiduría cívica.
A r t. 14. — Para el bien común, el cristianism o acepta leyes y
ordenanzas, pero reconoce leyes morales superiores a lo arbitra
rio de las leyes y de las voluntades humanas.
Para el bien común, el cristianism o acepta sin cesar las nece
sarias reformas, y a veces grandes cambios, pero quiere verlos
aplicados bajo el im perativo del Amor y no bajo el im perativo del
odió.
Para el bien común, el cristianism o reconoce derechos a la
sociedad, pero nunca el de tratar a la persona hum ana como si
fuera una cosa.
S ección I I
D e la C o n stitu c ió n p o lític a
2. — D e l in te r é s g en era l
3 . — D e la e s tr u c tu r a fran c esa
4. — D e los P o d e re s
S e cc ió n I I I
D e la J u stic ia social
S ección I V
ELEM ENTOS
D E U N A C O N S T IT U C IO N C O R P O R A T IV A
L a O rgan ización R e g io n a l
A g o sto d e 1959
E L P R O B L E M A D E L A V IO L E N C IA E N L A A C C IO N
R E V O L U C IO N A R IA
P O L IT IC A D E L « C U L P A B L E N E C E S A R IO »
debía ser la que pagara la s culp as de to d os n uestros m ales, a pesar de que ha
bría b astado leer la s o cta v illa s distrib uidas regularm en te a lo s ciu dadanos para
saber qu e nunca se a p eló a l crim en y a la vio len cia . (D e ig u a l m odo, sería
in exacto creer q u e cierto s aten tad os qu e en la m etróp oli sirv en a la causa guber
n am en tal, em an an d e d ich a organización; e l silen cio q u e se ha h ech o sobre el
aten tad o d e Isy -les-M o lin ea u x e s prueba de ello .)
— P o r haber d escon ocid o la verdad.
— P o r n o hab er den u n cia d o la causa d e un m a l que h o y p on e en peligro la
vid a m ism a d e nu estra nación.
— P or haber acep ta d o la p o lítica d e l «cu lpable necesario» en lu gar d e infor
m arse san am en te, y d e tratar d e conocer ín tim a m en te e l dram a q u e se represen
ta aquí.
— P o r haber con d en ad o a n tes d e haber satisfech o a la verdad y a la justicia,
co n sid eram os q u e la Ig le sia d e F ran cia com parte con e l P od er u n a p arte de la
resp onsabilidad en lo s a con tecim ien tos q u e en sa n grien ta n ca d a v e z m á s esta
tierra.
L a vio len cia jam ás ha resu elto nada, d ecía e l P apa, y n oso tros estam os con
v en cid o s d e ello m á s q u e n a d ie aquí, donde sab em os e l p recio d e la violencia.
P ero la v io len cia n o n a ce jam ás esp ontáneam ente; e s la rea cción de u n amor
q u e se v e rehusa do d e u na ju sticia que se v e herida, d e u n a verdad que se ve
burlada. L o q u e h o y la Ig le sia d e F rancia parece rehusarnos e s su am or. Y lo
q u e e l G obierno n o s h a reh usa do y a es la ju sticia y la verdad. N o conden ad, pues,
esta v io le n c ia an tes d e hab er den u n cia d o la s cau sas q u e la h an m otiv ad o.
— P ara h acerlo, e s p reciso u na in d ep en d en cia d e ju icio y u n a lib erta d de
ex p resión qu e h o y n o existen .
— P ara h acerlo, e s preciso estar con ven cid os d e que su b yacen te en e ste drama
está e l com unism o, q u e obra para disgregació n d e u n m u n d o en e l q u e había
p u esto su h u ella e l cristia n ism o y d el q u e d esea u na in d ep en d en cia q u e será el
so m etim ien to a l partido: la reacción d e M oscú y d e lo s E sta d o s s a té lite s des
p u és d e E v ia n d eb ería esclarecern os s i n o estu v iéra m o s cegad os por la pro pa
gan d a y la P rensa.
— P a ra hacerlo es p reciso saber, y nosotros m ism o s som os testig o s d e ello,
q u e la rea cció n v io len ta de la co m unidad europea es u n a le g ítim a d efen sa fren
te a la s p rovocacio nes o la s agresiones que se callan . N o so tro s h em o s vivido
la s jo m a d a s d e Orán, la s jo m a d a s d e lo s centros d el «blejd», y sa b em os bien que
la cólera no h a brotado m á s q u e porq ue an tes hubo atentados, agresion es y vio
len cias. L a le g ítim a d efen sa e s un derecho; en cierto s clim a s sico ló g ico s to m a as
p ecto d e guerra.
C A L U M N IA Y M E N T IR A
vosotros, porque para nosotros se trata d e nuestra vida. P ro clam ad, pues, la
verdad, den u n cia d la m entira, la arbitrariedad, la in ju sticia y creed q u e en n o
sotros no h a y od io alguno, sin o só lo e l su frim ien to d e vern os desfigurados, ca -
lica tu riza d o s y traicio n ad os por aq u ello s m ism o s qu e deb erían com prendernos, e s
clarecern os y anim arnos en una lu ch a d ifíc il p ero cristiana: la d e volv er a
poner la unid ad , la co m prensió n y e l am or a llí don d e otros quieren la ruptura, e l
desprecio y e l od io, p u esto q u e n oso tros sa b em os a q u í que la in d ep en d en cia d e
la q u e s e h ab la será una etap a h a cia la propagació n d e la revolu ción m arxista.
T en em o s tam b ién n ecesid a d d e v u estras o racio n es y d e la s de nu estros h er
m anos d e F rancia. E xcu sán d on os por esta carta, q u e quisiera servir a la verdad
y a la paz, os rogam os creer en n uestros sen tim ien to s resp etu osos y cristian os.
D octor J a rsaillon , p resid en te d io cesan o d e la A cció n Católica, grupo m a s
culino. S eñ orita B la n c, p resid en ta d io cesan a d e la A cció n C atólica, grupo fe
m en in o. B ourrat, p resid en te d io cesan o d e ACI. S eñ ora R aoux, p resid en ta d io
cesan a de ACI. Señ or T ey ta u d , p resid en te d io cesan o d el Centro C ristiano d e
P atron os d e E m p resas F rancesas. Señ or Brun, p resid en te d io cesano d el S o co
rro C atólico. D octor R ou sset, p resid en te d io cesan o d e lo s m éd icos ca tó lico s (Sari
C osm e y S a n D a m iá n ). Señ or B rau lt, p resid en te d el C onsejo C en tral d e la s
C on ferencias de S a n V icen te d e P aú l.» (P y resa .)
19
290 BERNARD LEFEVRE
G E N E R A L ID A D E S
E C O N O M IA C A P I T A L IS T A
E C O N O M IA M A R X I S T A
20
306 BERNARD LEFEVRE
E C O N O M IA C O M U N IT A R IA
P r in c ip io s g e n e ra le s
A plic ac io n e s p rá c tic a s
II) L o s m e d io s de P ro d u cc ió n
C O N C L U SIO N
! * í F ebrero 1962
PROBLEMAS INTERNACIONALES
E L P R O B L E M A C O L O N IA L Y A R G E L I A
L A S C O M U N ID A D E S F E D E R A L E S
E l im p e r io co rp o ra tiv o
E l P ro b le m a C olonial
* * *
* * *
EL O C C ID E N T E EN P E L IG R O 319
De modo que los dos m otivos fundam entales que hacen im po
sible a los ojos de nuestros gobernantes una integración con ca
tegoría de asim ilación son, concretam ente, uno económico, otro
político.
Por lo que respecta al problema económico, estim am os que la
promoción social de la com unidad m usulm ana es u n d e b e r n a cio
n a l hacia unos patriotas que por dos veces volaron en socorro de
la madre patria invadida, sin poner precio a su sangre. ¿Se cono
ce suficientem ente en la m etrópoli el papel decisivo de las tro
pas argelinas en las dos guerras mundiales?
Si este argum ento, que a nuestros ojos es esencial, no bastara
a convencer, podríamos añadir para conocim iento de los “hom bres
de negocios”, que, en el fondo, la ayuda m etropolitana no sería
m ás que un préstam o a largo plazo, reem bolsado con creces gracias
a las riquezas naturales de Argelia y del Sahara. Y podríamos aña
dir, para tranquilizarles, que en Argelia se comprende perfecta
m ente que la prom oción social sólo puede ser realizada por eta
pas sucesivas, am pliam ente escalonadas en el tiempo.
E n cambio, el problema político m erece una seria atención, ya
que es m uy delicado. Pero, antes de abordarlo, debem os in sistir
en la futilidad de toda solución de autonom ía interna. E n el m o
m ento en que los hechos dem uestran, una vez más, en el Africa
negra francesa, que “la autonom ía in terna” o “la independencia
en la interdependencia” no pueden constituir m ás que soluciones
transitorias, en el m om ento en que la Comunidad Francesa se
desintegra, ¿vamos a hacer entrar en ella a Argelia?
Por otra parte, ¿se ha tenido en cuenta que “la Argelia arge
lina unida a Francia” y apoyada por una 3.a fuerza m usulm ana,
que además no existe, no acabaría con la guerra n i con el terroris
mo? N o parece que las altas esferas hayan digerido suficiente
m ente la experiencia indochina. La solución Bao Dai no im pidió
que continuase la guerra, que el V iet Minh la ganara y que la in de
pendencia total triunfara...
Pero, volvam os a los m otivos de orden político que hacen re
chazar a m uchos la integración de Argelia, así como los argum en
tos que puedan oponérseles.
E l sufragio universal y la ley del número, cuya absurdidad h e
21
322 BERNARD LEFEVRE
:Jt * *
* * *
E L PROBLEM A DE EU RO PA
N O M O R IR E M O S P O R L A E U R O P A C A P I T A L IS T A
M A N IF IE S T O D E L A S uF O R C E S N O U V E L L E S ” F R A N C E S A S
PREAMBULO
PUNTO 1
DIOS
No discutim os a Dios.
Francia es un país de antigua civilización cristiana, cuya in-
fluencia sufren incluso los que reniegan de ella.
La religión de la inm ensa m ayoría de los franceses es la reli
gión católica. Por lo tanto, aunque asegurando a todos una abso
luta libertad de conciencia y sin ser por ello clerical, el Orden N u e
vo será un Orden Católico.
PUNTO 2
E L H OM BRE
PUNTO 3
N I M A R X IS M O N I C A P IT A L IS M O
PUNTO 4
E L ORDEN NUEVO
PUNTO 5
D E F E N S A D E L B I E N CO M U N
con las naciones cuyos intereses y tradiciones son sim ilares a los
suyos, en especial los países latinos y Alem ania.
PUNTO 6
J U S T IC IA S O C IA L
PUNTO 7
T A C T IC A
D IR E C T R IC E S
4T