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de Alejo Calatayud

Rebelión de Cochabamba a la cabeza de Alejo


Calatayud
En el marco de las primeras de las rebeliones del siglo XVIII. Aprovechando un
vacío en la fuerza pública en la Villa de Oropeza (Cochabamba), mestizos, indios y
criollos incluyendo algunos religiosos se reunieron en el cerro de San Sebastián
encabezados por el artesano mestizo Alejo Calatayud, e ingresaron la ciudad
ondeando una bandera roja, gritando consignas como “viva el Rey, muera el mal
gobierno” expresando su descontento por las medidas del virrey Castelfuerte, que
intentaban aumentar los ingresos de la corona ampliando el impuesto tributario. La
gente del desfile apedreó las casas de quienes consideraban contrarios a sus
aspiraciones. Asaltaron la cárcel pública, y victimaron a 18 miembros de una milicia
que marcho para proteger los bienes de las autoridades.

LA PRIMERA SUBLEVACIÓN fue en


Cochabamba
Cochabamba fue clave en la lucha por la independencia y la libertad del Alto
Perú, pues en sus fértiles valles se libraron muchas batallas por alcanzar la
libertad de la Corona española. Muy poco se ha escrito de los primeros
levantamientos en esta región –anteriores y posteriores a 1730–, así como de
sus protagonistas.
Casi cien años antes de la conocida gesta heroica del 14 de septiembre de
1810, se suscitaron fricciones constantes entre la población originaria y los
colonizadores. Con los años, estos problemas, que se creía que irían
disminuyendo, se mantuvieron, pero sin representar grandes conflictos, pero
tampoco fueron simples levantamientos o tumultos. ”Durante la época
colonial, en los momentos decisivos de la historia latinoamericana, la
contribución de Cochabamba fue contundente por la sublevación de Alejo
Calatayud (1730), el alzamiento indígena (1780-1782) y la guerra de la
independencia (1809-1825)”, escribe la historiadora Ítala de Mamán.
En noviembre de 1730, se dio la revuelta armada, la más decidida hasta ese
entonces contra el dominio español. Los cholos de la Villa Oropesa, hoy
Cochabamba, liderados por el platero Alejo Calatayud, lograron algo
imposible para su época: establecer un gobierno de criollos.
Según De Mamán, la sublevación liderada por Calatayud figura como una de
las más importantes gestas precursoras de la independencia, no sólo en la
Audiencia de Charcas –hoy Bolivia–, sino también en América. En el
imaginario de los intelectuales del siglo XIX, esta gesta fue tan importante, al
punto de aludirla en una estrofa del Himno a Cochabamba donde se establece
que “fue el primero en la lucha marcial”.
En la sociedad colonial de 1730, paralelamente a la producción de cereales en
lo que era la Villa de Oropesa se dio una dinámica artesanal, trasmitida de
padres a hijos por generaciones, de tejidos, vidrio y de pólvora desarrollada
por los mestizos. Esta condición, unida al sincretismo cultural, generó una
particular percepción de la situación política.
En este medio se crio Alejo Calatayud, que nació alrededor de 1700, era hijo
de Juan Calatayud y Agustina Espíndola Prado. Para 1730, estaba casado con
Teresa Ramona Zambrana Villalobos. Algunos historiadores lo describen
como “un hombre despierto, enérgico y resuelto, con algunos aprendizajes
elementales –leer y escribir– que le dio el catolicismo, cualidades con las que
se fue ganando el respeto y simpatía del círculo de plateros y de los artesanos
en general.
La sublevación de Calatayud respondió a la presencia del revisitador de la
provincia de Cochabamba, Manuel Venero de Valera, comisionado por el
Virrey de Lima José Armendáriz, Marqués de Castelfuerte, para empadronar a
los indios para extender el universo de la población tributaria, que incluyó a
los mestizos y criollos quienes estaban exentos del pago de tributos. “La crisis
crónica de las finanzas de la corona española inducía a extremar los esfuerzos
para incrementar las arcas reales”.
Ante la designación de Armendáriz, el pueblo cansado de tanto abuso se
organizó al mando de Calatayud, que situó su campamento con tres mil
hombres, en el cerro de San Sebastián, izando bandera colorada y a las voces
de ¡Muera el Rey! ¡Muera el mal gobierno!
Valero, anoticiado de la situación, huyó a Oruro, dio parte a Potosí y a la
Audiencia de Charcas de los sucesos, que envió refuerzos a Cochabamba al
mando de Juan Matías Gardogue y Meseta. El amanecer del 30 de noviembre
de 1730, “los insurrectos alzados en masa los derrotaron; el pueblo se
desenfrenó en las represalias, y sólo al celo del cura de la Matriz, Francisco
Urquiza, la contuvo. Reunido en cabildo, propuso una Capitulación.
Se acordó, entre otros, la creación de un nuevo gobierno local (gobierno de
criollos), sin desconocer la autoridad de la Real Audiencia de Charcas, ni del
Rey de España, y que los criollos en adelante nombrarían los cargos público y
que ningún español sería Corregidor. Hechos impensables en esa época y que
se dio por primera vez en América, que un mestizo sea ungido como
autoridad. Así José Mariscal Guerrero fue designado alcalde y Francisco
Rodríguez Carrasco (compadre de Calatayud) registrador.
Instaurado el nuevo gobierno de los criollos, Calatayud fue traicionado por las
nuevas autoridades y apresado en la casa de Rodríguez Carrasco, a la que fue
invitado a un simulado banquete. El caudillo fue trasladado a una cárcel,
donde fue ajusticiado con la pena de garrote. El 31 de enero de 1731, apareció
colgado en una horca en la Plaza de Armas; posteriormente, su cuerpo
trasladado a la colina de San Sebastián, donde fue descuartizado. Su cabeza
fue enviada a Chuquisaca para exhibirla en una picota en la plaza; pero lo
curioso es que la noche del 19 de marzo desapareció misteriosamente y el palo
en el que estaba fue arrojado a las puertas de la Real Audiencia.
Ante la ejecución de Calatayud, el pueblo se sublevó, primero en Tarata,
liderado por Tomas Gamboa, y luego en Pocona, dirigido por Diego
Amburgo, ambos fueron ajusticiados. José de la Fuente, hombre de Calatayud
y platero como él, corrió la misma suerte.
Varios cabecillas: Cotrina, Gamboa, Amburgo y –más tarde– Nicolás Flores,
partidarios de Calatayud, también fueron sacrificados por el traidor Rodríguez
Carrasco. Ferrer y Santos Padilla fueron también ahorcados, por prender
pasquines contra el régimen, señala José Macedonio Urquidi (“Nuevo
compendio de la historia de Bolivia”).
El 14 de agosto de 1731, Nicolás Flores acaudilló un motín reuniendo gente
de los alrededores de la Villa de Oropesa y de Quillacollo, fracasó en su
intento de atacar la ciudad y huyó al norte, fue apresado en Sicasica y
ejecutado en Cochabamba.

La Insurrección del paraguay fue un movimiento también conocido como "la


insurrección de los Comuneros o la Revolución de los comuneros de Paraguay" que sucedió
entre los años 1717 hasta 1735, este movimiento consistió en un levantamiento armado que
se llevo a cabo en el Virreinato de la Nueva Granada que propugnaba la supremacía popular
(los criollos) a través de los cabildos frente a la autoridad real (dominio teocrático de los
jesuitas).

La insurrección del Paraguay entre 1717 y 1735 es conocido en la literatura histórica como el
primer movimiento emancipador de Sudamérica.

Tuvo lugar entre los años 1717 y 1735 en el Paraguay.


Dicha emancipación estuvo basada en las doctrinas del teólogo español Francisco de Vitoria,
que fomentaba la supremacía del pueblo a través de los cabildos frente a la autoridad real.

El sustento de la insurrección emancipadora se ubicaba en la rivalidad entre el dominio


teocrático de los jesuitas y el poder de los criollos del Paraguay.

Las consecuencias de la resurrección fueron gravísimas, los comuneros fueron mandados a la


horca, se prohibieron todas aquellas reuniones públicas y el autoritarismo aumentó
exorbitantemente.

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Rebelión de los comuneros

El comunero Francisco de Medina.

La rebelión de los comuneros,[1] también denominada insurrección o levantamiento


de los comuneros, fue un movimiento armado gestado en el Virreinato de la Nueva
Granada en marzo de 1781, en el marco de las múltiples respuestas que se generaron al
avance del reformismo borbón en América durante el gobierno de Carlos III. Tuvo su
epicentro en la localidad de El Socorro, perteneciente a lo que hoy es el departamento
de Santander, Colombia. La insurrección se desencadenó por la implementación de
reformas fiscales y económicas en el novel virreinato que implicaron una mayor carga
fiscal sobre la población, el avance sobre ciertos privilegios y exenciones y la
restricción del cultivo de tabaco, que afectó sensiblemente a los productores locales.
Medidas que alimentaron un clima generalizado de descontento que cristalizó en la
insurrección y se dirigió especialmente contra las autoridades locales que
implementaron las reformas.[2]
Índice

El Visitador RegenteEditar
Para garantizar los cobros se hizo la figura del Visitador Regente, que en principio debía
ser un jefe administrativo del virrey, pero que en la práctica iba más allá. Los primeros
nominados eran funcionarios muy de la confianza de la Corona (especialmente de sus
ministros). La regencia de la Nueva Granada se entregó a Juan Francisco Gutiérrez de
Piñeres. La actitud en búsqueda de ingresos fiscales emprendida por este regente
provocó en 1781 la rebelión de los Comuneros. Gutiérrez resucitó el antiguo impuesto
de la Armada de Barlovento o impuesto a las ventas que afectaba severamente a las
gentes de la región de Guanentá en el actual departamento de Santander.
La insurrección de 1781Editar
Aunque ya en 1752 y entre 1764 y 1767 habían estallado motines contra el monopolio
del aguardiente fueron las medidas tomadas a fines de la década de 1770 las que
provocaron que el nuevo levantamiento tomara una magnitud sin precedentes.
En 1779 una fuerza de 1.500 indígenas se rebelaron pero resultaron dispersados.[3][2]
En los últimos meses de 1780 hubo motines contra los guardas de la renta del tabaco
en Simacota, Mogotes y Charalá, pero la cabeza del movimiento fue la ciudad
del Socorro, en donde el 16 de marzo de 1781 Manuela Beltrán rompió el edicto
referente a las nuevas contribuciones a los gritos de “viva el Rey y muera el mal
gobierno. No queremos pagar la armada de Barlovento”. Los Comuneros reunidos en
El Socorro recibieron el Manifiesto Comunero que llegó de Simacota, escrito por Fray
Ciriaco de Archila, dominico que vivía en su convento de Santa Fé de Bogotá.
En sus comienzos los protagonistas visibles eran los pobres, tanto mujeres como
hombres. Las revueltas comenzaron luego a ser dirigidas por personas un poco mejor
ubicadas social y económicamente (comerciantes, carniceros, pequeños agricultores) y
la rebelión tomó forma. La presión logró que algunos hombres de prestigio se
comprometieran en ella. También se incorporaron indígenas, liderados por Ambrosio
Pisco, un cacique rico. Ellos agregaron al pliego de demandas la devolución de tierras
tomadas a las comunidades amerindias.
Como general de los insurrectos fue elegido el terrateniente Juan Francisco Berbeo,
regidor local, en asocio de Salvador Plata, Antonio Monsalve, y Francisco Rosillo,
quienes constituyeron la junta llamada “El Común” de donde les vino el nombre de
“Comuneros”. Se reunieron en el Socorro cerca de 4.000 hombres que marcharon en
dirección a Santafé (hoy Bogotá).[4]
En el camino se agregaron voluntarios de otras poblaciones hasta completar un cuerpo
de 18.000 ó 20.000 hombres[5] y en el Puente Real (hoy Puente Nacional), cerca
a Vélez, se encontraron con la pequeña tropa enviada desde Santafé a órdenes de José
Osorio y del capitán Joaquín de la Barrera, quienes no pudieron interrumpir el avance
de los comuneros y, mientras el regente Gutiérrez de Piñeres salía en precipitada marcha
hacia Cartagena de Indias para buscar la protección del Virrey Flórez, el gobierno
acordó impedir la llegada comunera a Santafé y designó como legatarios negociadores
al oidor Vasco y Vargas y al alcalde don Eustaquio Galavís. El arzobispo (y después
virrey) Antonio Caballero y Góngora ayudó en las negociaciones con su presencia y sus
discursos a la muchedumbre.[6]
Las capitulaciones de ZipaquiráEditar
A mediados de mayo de 1781 el arzobispo Caballero y Góngora accedió a la firma del
documento (aunque él mismo no rubricó lo pactado con los comuneros, sino que lo
hicieron el alcalde Galavís y el oidor Vasco)[7] que fue llamado las Capitulaciones de
Zipaquirá. Este nombre se le dio por estar el documento dividido en capítulos y no
porque la firma de los insurrectos significara de algún modo una rendición de su parte.
Entre otros, los puntos más destacados del documento fueron:
 Derogación o disminución de los impuestos que no habían sido consultados con la
población. De forma unánime, se exigió la eliminación del tributo de la Armada de
Barlovento, y la disminución en las tarifas de las contribuciones sobre el tabaco y el
aguardiente.
 Devolución de algunos resguardos y minas de sal a los indígenas, reducción de la tarifa
de sus tributos y la derogación del diezmo.
 Restitución de los criollos en algunos cargos públicos que habían sido ocupados por los
españoles después de las reformas borbónicas.
 Eliminación del tributo que debían pagar los negros libertos.

Un sector del movimiento representado por los criollos, en su mayoría, aceptó las
capitulaciones y regresaron tranquilamente a sus casas. Sin embargo algunos miembros
de la revuelta, encabezados por José Antonio Galán, desconfiaron de la celeridad con
que fueron aceptadas las condiciones por parte de los negociadores y el arzobispo y
prosiguieron la lucha.
En una reunión posterior de las autoridades de Santa Fe se acordó la nulidad de las
Capitulaciones, y el Virrey desde Cartagena ordenó la captura de Galán y la de los
demás comuneros que aún proseguían con el movimiento. En febrero de 1782 Galán fue
apresado y ejecutado junto a Lorenzo Alcantuz y a otros comuneros.

El movimiento comunero fracasó pero dejó en claro a los criollos la desconfianza que
debían tener frente a las autoridades españolas. Las Capitulaciones de Zipaquirá no
fueron más que un instrumento de las autoridades coloniales para ganar tiempo mientras
se reforzaba la capital con tropas enviadas desde Cartagena. Sin embargo el movimiento
demostró la debilidad del gobierno español y sacó a la luz las profundas contradicciones
en las que se encontraba la sociedad granadina de finales del siglo XVIII.

La comisión de negociadores parlamentó con los jefes de los sublevados en El Mortiño


(cerca de Zipaquirá, Cundinamarca), quienes presentaron un pliego de 35 demandas. La
comisión decidió acceder a todas las demandas y se firmaron unas capitulaciones que
fueron aprobadas por la Audiencia. En ellas se rebajaban ciertos impuestos, se
suprimían otros, se atenuaban sus recaudos y se convenía en dar preferencia a
los americanos sobre los españoles para algunos cargos en los que éstos eran mal vistos.
También se acordó perdonarles toda falta a los comuneros.
La negociación finalizó con un juramento ante los Evangelios y una misa solemne
presidida por el Arzobispo Caballero y Góngora, quien procedió a convencer a los
insurrectos de marchar a sus hogares.

En las Capitulaciones de Zipaquirá, que Berbeo y los Comuneros negociaron con la


comisión oficial, encontramos presentes la defensa de las tradiciones jurídicas de los
pueblos, el reclamo por la supresión y por la rebaja de los impuestos, la libertad de
cultivo y de libre comercio del tabaco, la mejora de los caminos y de los puentes, el
acceso de los americanos a los altos puestos administrativos, la devolución de los
resguardos y de las salinas a los indígenas, así como otras reivindicaciones semejantes.
Incumplimiento de las capitulacionesEditar
El virrey Manuel,Antonio,Flórez, quien se encontraba en Cartagena de Indias,
desconoció las capitulaciones bajo el argumento de que habían sido firmadas bajo
amenaza, y envió el regimiento fijo desde esa ciudad para implantar la autoridad
en Santa fé. Todo volvió a su antiguo estado. Un grupo de comuneros al mando de José
Antonio Galán decidió levantarse de nuevo. En represalia, él y sus compañeros Isidro
Molina, Lorenzo Alcantuz, y Manuel Ortiz, recibieron castigos ejemplares.
Galán fue ejecutado en enero de 1782 junto con los otros tres jefes comuneros; se les
quitaron los pies, las manos y la cabeza y éstas fueron expuestas en jaulas en
las plazas públicas de la capital virreinal y de los pueblos más activos de la rebelión.
Sus descendientes fueron declarados infames, todos sus bienes fueron confiscados y sus
hogares destruidos y regados con sal. El cacique Ambrosio Pisco fue encarcelado en
Cartagena y pese a que luego fue indultado, nunca pudo volver al interior del país. Otros
dirigentes fueron sentenciados a sufrir 200 latigazos, vergüenza pública y prisión
en África. Muchos campesinos sin tierra fueron enviados a Panamá, donde perecerían
por cuenta de las inclemencias del malsano clima tropical. Las pocas penas impuestas a
los participantes más ricos fueron mucho menos horrendas; algunos simplemente fueron
encarcelados en Cartagena y después fueron indultados. Mucha gente se dispersó a las
zonas periféricas por temor a las represalias.
Levantamientos en otros lugaresEditar
En junio de 1781 fue muerto por un levantamiento en Pasto motivado por la imposición
del "Estanco", don José Ignacio Paredo, teniente gobernador de Popayán. Igualmente se
sublevaron Neiva, Guarne, Tumaco, Hato de Lemos (La Unión), Casanare y Mérida con
los Comuneros de Los Andes como reflejo del movimiento en Socorro.
La revuelta también se extendió a la región de Antioquia con los comuneros de Guarne,
con los de Sopetrán y Sacaojal, quienes pedían también el libre cultivo del tabaco. Los
de Guarne solicitaban igualmente que se reconociera el derecho de mazamorreo (lavar
el oro en las arenas de los ríos), como también que en el valle de San Nicolás de
Rionegro no gobernaran los forasteros en el ramo de la justicia. Es de notar la casi
simultánea emergencia de movimientos con reivindicaciones semejantes en casi toda la
Sudamérica española, incluyendo el movimiento de Túpac Amaru II.[cita requerida]
Consecuencias del movimientoEditar
Fuera del aspecto económico, que tuvo como fin la lucha contra los impuestos, la
revuelta abarcó aspectos sociales y políticos, ya que una de las estipulaciones
contenidas en la capitulación era la preferencia de los americanos para la provisión de
ciertos empleos, lo que implicaba ya una cierta alteración importante en el régimen
colonial. Por otra parte, también se aspiró a rehabilitar la raza indígena,
y Galán proclamó la libertad de los esclavos en las minas cerca de Mariquita (Tolima).
Este fue uno de los cargos por los cuales se condenó a muerte a los sublevados.
Pese a sus reivindicaciones coyunturales y a su declaración en pro de la autoridad real el
movimiento comunero ha sido visto por varios autores como un anticipo de
la Independencia americana, en la medida en que aquel fue una expresión de furia
popular contra los funcionarios españoles y también una aspiración a tener gobiernos
con participación criolla.
Movimientos preindependentista. Insurreccion de Jose Leonardo
Chirino, Conspiracion de Gual y España y Analisis de la Carta de
Jamaica.
1. 1. Movimientos Libertadores del Siglo XVIII. UNIVERSIDAD YACAMBU. Historia
Socioeconómica de Venezuela. Sequera Maria. C.I: 15.427.974 Prof.: Leonardo
Castillo. Cabudare, 08/10/2013.
2. 2. Movimientos Preindependentista. • Los movimientos de independencia de
Venezuela comienzan en 1.770 y culminan en 1.824. Durante la época colonial se
venía dando un proceso de cambios debido a las rivalidades existentes entre las
clases sociales. Se negaban los atributos de las personas, se mantenían privilegios
y discriminaciones, especialmente a través de la esclavitud, se desconocía la
igualdad y la libertad. Por mencionar algunos de los Movimientos
Preindepententista están:  El Levantamiento de los Comuneros.  Revuelta de
Juan Francisco de León.  Insurrección de José Leonardo Chirino.  Conspiración
de Gual y España.  Insurrección de Pírela.  Intentos de Francisco de Miranda.
3. 3. Insurrección de José Leonardo Chirinos. Las Causas de este movimiento fueron:
• El excesivo cobro de impuestos por España. • La persecución a los
contrabandistas. • El maltrato a los esclavos.
Insurrección de José Leonardo
4. 4.

Chirinos. Desarrollo del Movimiento. • Este levantamiento fue


escenificado en la serranía de Coro por un conjunto de esclavos e indígenas. Tuvo
por objeto la abolición de la esclavitud y la abolición de los numerosos impuestos,
así como el establecimiento de un régimen inspirado en el haitiano (la Asamblea
Nacional francesa había otorgado la ciudadanía a los hombres libres de color en
1792). Rápidamente sofocado por las fuerzas del gobierno, su jefe, José Leonardo
Chirino, fue apresado, condenado y descuartizado.
5. 5. Este movimiento, de hondas raíces sociales, llamó la atención de las
autoridades coloniales sobre las diferencias existentes y las injusticias,
particularmente en lo tocante al cobro de impuestos a las clases humildes. Aunque
fracasó, no fue estéril, porque a la postre se redujeron los impuestos y se cobraron
con sentido más humano. Además esta insurrección es considerada por los
historiadores como el primer movimiento preindependentista de Venezuela, que
abrió el paso para a otros movimientos para la Independencia. Insurrección de
José Leonardo Chirino. CONSECUENCIAS
6. 6. Conspiración de Gual y España. • La
necesidad de libertad de comercio y producción. • Declaración de los derechos de
libertad, igualdad, propiedad y seguridad. • Igualdad entre las clases sociales. • La
abolición de la esclavitud. • Y la eliminación del tributo indígena. PRINCIPALES
CAUSAS.:
Conspiración de Gual y España
7. 7.

DESARROLLO. La conspiración de Gual y España se extendió


hasta Caracas, logro incorporar abogados, comerciantes, curas y pedagogos
quienes en secreto difundieron un programa. Consistía en destituir a las
autoridades españolas y formar un estado independiente con las provincias de
Tierra Firme (Caracas, Cumaná, Guayana y Maracaibo). El 13 de julio de 1797, las
autoridades coloniales descubrieron una conspiración y detuvieron a los
conspiradores, los que posteriormente, logran escaparse.
8. 8. Conspiración de Gual y España Se difunden
copias de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la
Revolución Francesa, y los documentos para el alzamiento. Al ser descubierta la
conspiración, el Capitán General, Pedro Carbonell, ordenó el arresto de las
personas comprometidas y la Audiencia procedió a enjuiciar a los responsables. la
Audiencia analizó las causas dé la conspiración y dictó una serie de medidas para
detener a los culpables y prevenir la repetición de hechos semejantes.
DESARROLLO.
9. 9. Conspiración de Gual y España Algunas
personas fueron condenadas a la pena de muerte, otras sufrieron penas de,
destierro y confinamiento. El tribunal amenazaba con castigos a quienes ocultaran
a los responsables de la circulación de dichos papeles y ofrecía recompensas a
quienes denunciaran a los comprometidos. Los nobles criollos de Caracas
ofrecieron al Rey sus personas y bienes, y formaron rápida mente dos compañías
armadas, a su costa, para defender el régimen. CONSECUENCIAS.
10. 10. LA CARTA DE JAMAICA. En La Carta de Jamaica, expone la idea de unir toda
Sudamérica, de Chile hasta México. A Bolívar le preocupa su pueblo, cuando
hablaba de la masacre, mediante la palabra exterminio que segó una octava parte
de la población. Profetizar sobre el tipo de gobierno era difícil, por las condiciones
en que estaba la patria, para un pueblo gobernar es una tarea ardua. A N A L I S I
S
11. 11. LA CARTA DE JAMAICA. Toda idea de relativa al porvenir de este país me
aparece aventurada . Dice Bolívar. Tomando en cuenta las condiciones que estaba
la patria, la existencia política era nula .La política debió manejarse con cuidado, se
presume. Sobre todo se realizó énfasis sobre los invasores. La disertación se hace
enfática, diciendo, que el pueblo a ese tiempo estaba en una situación de
servidumbre. El pueblo es esclavo cuando el gobierno, por su esencia o por sus
vicios, huella y usurpa los derechos del ciudadano o súbditos. A N A L I S I S
12. 12. LA CARTA DE JAMAICA. La preocupación de Bolívar eran, que el pueblo esté
preparado para manejar un poder grande, le preocupaba la anarquía y desear un
buen gobierno. Prácticamente el destino de la patria de la que tanto hablaba
Bolívar estaba en sus gobernantes. Se erigió un gobierno democrático, federal,
declarando previamente los derechos del hombre, manteniendo el equilibrios de
los poderes y estatuyendo leyes generales a favor de la libertad civil de imprenta y
otras; finalmente se constituyo un gobier

La tentativa de negros y mulatos de Maracaibo de 1799,


es un acontecimiento histórico que hace referencia a la llamada sublevación de Maracaibo.

La sublevación de Maracaibo ocurre a finales del año 1799 en el cual los negros y mulatos de
este estado intentaron rebelarse contra el Imperio español en estos buscaban crear una
República independiente que pudiera ser regida por sus propias leyes en la cual se tuviera total
dominio de la Administración en cuanto al intercambio de viajeros y comerciantes.

La ciudad de Maracaibo buscaba la sublevación y la reivindicación de la clase parda con


respecto a los nobles y blancos Criollos.

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