0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
10 vistas7 páginas
Este documento presenta un resumen de la primera clase de un curso de problemas filosóficos. Explica que el curso no seguirá un enfoque cronológico sino que se centrará en cuatro problemas filosóficos relacionados con las teorías psicológicas: el problema del conocimiento, de la identidad, de la libertad y de la normatividad. También describe la relación entre filosofía y ciencia, señalando que las teorías científicas se basan en compromisos metafísicos que surgen de problemas filosó
Este documento presenta un resumen de la primera clase de un curso de problemas filosóficos. Explica que el curso no seguirá un enfoque cronológico sino que se centrará en cuatro problemas filosóficos relacionados con las teorías psicológicas: el problema del conocimiento, de la identidad, de la libertad y de la normatividad. También describe la relación entre filosofía y ciencia, señalando que las teorías científicas se basan en compromisos metafísicos que surgen de problemas filosó
Este documento presenta un resumen de la primera clase de un curso de problemas filosóficos. Explica que el curso no seguirá un enfoque cronológico sino que se centrará en cuatro problemas filosóficos relacionados con las teorías psicológicas: el problema del conocimiento, de la identidad, de la libertad y de la normatividad. También describe la relación entre filosofía y ciencia, señalando que las teorías científicas se basan en compromisos metafísicos que surgen de problemas filosó
Este texto quiere ser un resumen de lo que tratamos en
la primera clase de nuestro curso de filosofía UAI.
Lo primero que hicimos fue presentar el programa. Y
sobre el punto dijimos que el nuestro no iba a ser un curso de filosofía, por lo menos en el siguiente sentido: el estudio de la filosofía supone, en realidad, el estudio de la historia de la filosofía. Supone una cronología. Y eso ocurre solamente con la disciplina filosófica: estudiar filosofía es estudiar su propia historia. Fíjense que no se puede afirmar lo mismo de ninguna otra disciplina. Ni siquiera de la historia. Estudiar historia no es estudiar historia de la historia. Eso sería hacer meta historia. Reflexionen un poco al respecto. Estudiar medicina, o psicología, o física no es estudiar historia de la medicina, de la psicología o de la física, aunque, al estudiar esas carreras, uno pueda cursar, eventualmente, alguna materia que se refiera a la historia de la disciplina. No. Se trata, más bien, de estudiar unas técnicas que permiten transformar el cuerpo, la mente o la materia, respectivamente.
Diríamos, en este sentido, que la filosofía no tiene
tarea. Por lo menos a priori. Que no tiene tarea dada de antemano. Que no hay un modo de ser filósofo. Que hay, más bien, filósofos, es decir, pensadores que se inscriben en un larga tradición de pensamiento, que aparecen en el mundo en algún momento, que leen a los filósofos que los precedieron, que interpretan esa tradición de algún modo y que, en consecuencia, se dan una tarea a sí mismos, alguna, como si se dijeran: puesto que este es el diagnóstico, la interpretación, la lectura que yo hago de los autores que me precedieron, esta es la tarea filosófica que me doy a mí mismo. Les pido que recuerden esta idea nuestra de definir a un filósofo a partir del diagnóstico, por llamarlo de algún modo, que hace de la tradición filosófica que lo antecede y de la tarea que, en consecuencia, se da a sí mismo. Y de cómo esas tareas que los filósofos se han dado a sí mismos a lo largo del tiempo han ido configurando la historia de la filosofía, esto es, la filosofía misma. Les pido ahora que lo recuerden porque vamos a utilizar esa caracterización de los filósofos y de su tarea filosófica más adelante, cuando tengamos que caracterizar a los autores que vamos a leer en el curso.
Cada filósofo inventa, entonces, su tarea, entendiendo
la tradición de un cierto modo. Y al hacerlo, lo dijimos, contribuye a darle un ser a la filosofía, un sentido a la tarea filosófica que, en principio, no tendría en sí misma y a priori. Al elegirse como el filósofo que quiere ser, cada filósofo hace de la filosofía lo que él cree que la filosofía debe ser.
Pero volvamos a nuestro curso. En general, cuando uno
piensa en un curso de filosofía piensa, entonces, en una presentación general de los autores y de sus textos capitales en orden cronológico, por períodos. Así, por ejemplo, al estudiar la filosofía antigua lo que hacemos es leer los textos de los filósofos presocráticos, luego leemos a Sócrates en los textos de su discípulo Platón, luego a Aristóteles, discípulo de Platón, etcétera. Es decir, hacemos una revisión cronológica de los autores, de las obras y de las ideas.
Este no es un curso cronológico, ya lo dijimos, y, en
ese sentido, no es un curso de filosofía. Es, más bien, un curso de problemas filosóficos. Lo que vamos a hacer es ocuparnos de algunos problemas filosóficos específicos que en general han sido tratados por diversos filósofos. Y eso, ¿por qué? Simplemente, porque ustedes no van a ser filósofos y, en consencuencia, no se les va a exigir, cuando desarrollen su actividad, que conozcan la historia de la filosofía, que es lo que se le exigiría a un filósofo, pero sí que tengan un conocimiento teórico profundo de la psicología, de las teorías psicológicas.
¿Y qué clase de problemas vamos a tratar? En breve
vamos a mencionarlos explícitamente y a referirnos a cada uno de ellos, pero antes hagamos el esfuerzo de caracterizarlos de un modo general. Los problemas filosóficos que nos van a ocupar son los que tienen alguna relación con las teorías psicológicas que ustedes van a estudiar durante su carrera. Y, ¿cómo debemos pensar esa relación? ¿Cómo se relacionan, de un modo general, las teorías científicas y los problemas filosóficos? ¿No son, la ciencia y la filosofía, ámbitos distintos del conocimiento? ¿No pensamos el hacer ciencia o el hacer filosofía como dos haceres diferentes, uno centrado en la empiria, en el mundo de los sentidos, en lo que se ve, se oye y se toca, en los experimentos, y el otro en la mera especulación, en el puro pensamiento? Sí, y conviene que pensemos esos dos ámbitos así, pero, al mismo tiempo, queremos pensar la relación que existe entre las teorías científicas y la filosofía, porque de eso se trata nuestro curso.
Ustedes tienen que pensar que detrás de toda teoría
científica, antes de toda teoría científica, hay lo que podríamos llamar los compromisos metafísicos de la teoría en cuestión. Eso, ¿qué quiere decir? Quiere decir que para poder construir una teoría científica determinada, que apunta a transformar la realidad de algún modo –curar enfermedades, obtener energía de la materia, disminuir la angustia, viajar al espacio– hay que partir de algunos presupuestos sobre la realidad, de algunos supuestos básicos, incomprobables en términos empíricos, acerca de qué cosas hay en la realidad, por ejemplo, o cómo está conformado el universo. Esos supuestos son muy generales y son anteriores a la teoría misma, en el sentido de que constituyen su condición de posibilidad. Si nos los suponemos, entonces no hay teoría.
¿Qué ejemplo podemos pensar para entender qué es
un compromiso metafísico? ¿Se acuerdan del largo ejemplo que presentamos en clase, el de la física nuclear, o atómica, y el atomismo griego? Nos preguntábamos cuáles podían ser los compromismos metafísicos de una teoría científica como la física nuclear, y la pregunta nos llevó a entender que el compromiso metafísico básico, necesario, anterior a la teoría misma era que debíamos presuponer la existencia, puramente especulativa, de los átomos y, lo vimos también, la consecuente existencia del vacío. El ejemplo nos sirvió para entender cabalmente el aspecto metafísico de esos compromismos y, al mismo tiempo, el aspecto de compromiso lógico que tienen esos presupuestos. (Llegados a este punto los insto a que vean el video en el que me refiero a ese ejemplo).
Hagamos una aclaración antes de seguir: los
problemas filosóficos no tienen solución. O tienen más de una, lo que es equivalente a pensar que en realidad no la tienen. Pero el adoptar una u otra de esas soluciones es una decisión de quien está pensando en el problema. Lo único que uno puede hacer con un problema filosófico, entonces, es adoptar un modo u otro de entenderlo, y, en consecuencia, de "solucionarlo". Pero esos modos diversos son, en general, antitéticos. Esto es, opuestos, excluyentes. No pueden adoptarse a la vez, eso sería incurrir en una contradicción lógica.
Si volvemos un instante a nuestro ejemplo de la
división material, diríamos que, o bien uno considera que la división material en este mundo alcanza un límite, esto es, que existen los átomos y su consecuencia lógica, el vacío, o bien considera que no, que la materia es indefinidamente divisible, continua, y que, en consecuencia, el vacío no existe. Diríamos, entonces, que en el primer caso uno adoptaría, respecto del problema filosófico de la división material, un compromiso metafísico –una "solución"– atomista, y que en el segundo estaría adoptando un compromiso metafísico aristotélico, por llamarlo de algún modo.
Bueno, hemos explicado todo lo anterior para poder
decir lo que vamos a decir ahora. ¿De qué problemas nos vamos a ocupar en el curso? Y bien, nos vamos a ocupar de los problemas filosóficos que tengan como compromisos metafísicos, esto es, como "soluciones", a los compromisos metafísicos típicos de las teorías de la psicología. Digámoslo otra vez. Dadas las diversas teorías de la psicología, en tanto que aspiran a ser teorías científicas, antes que ellas, actuando como sus presupuestos, como sus condiciones de posibilidad, deben existir determinados compromisos metafísicos, típicos. Esos compromisos deben haber surgido, a su vez, de determinados problemas filosóficos, al adoptar una u otra forma de considerar esos problemas. Y bien, es precisamente de esos problemas de los que nos vamos a ocupar.
¿Para qué? Para que luego, cuando ustedes escuchen
decir que determinada teoría es racionalista, o empirista, por ejemplo, entiendan de qué se está hablando. Para que cuando estudien, por ejemplo, una teoría que explique el funcionamiento de la mente, ustedes puedan reconocer, a partir de sus presupuestos filosóficos, que la teoría es, digamos, neocartesiana, y entonces recuerden: Descartes tenía éstos y aquéllos problemas, ¿los tendrá también esta teoría? ¿Los habrá resuelto? Apuntamos así a un conocimiento profundo de las teorías.
Antes de pasar a la segunda parte de esta primera
clase, nombremos los cuatro problemas filosóficos de los que vamos a ocuparnos en el curso:
1. El problema del conocimiento.
2. El problema de la identidad. 3. El problema de la libertad. 4. El problema de la normatividad o de la vida moral. Seguimos en la segunda parte.
Parménides y el problema de la metafísica: Consideraciones para un esclarecimiento del sentido de τὸ ἐόν a partir del Proemio y la Vía de la Verdad en el Poema περὶ φύσεως