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Primera clase: curso de problemas filosóficos /

(Primera parte)

Este texto quiere ser un resumen de lo que tratamos en


la primera clase de nuestro curso de filosofía UAI.

Lo primero que hicimos fue presentar el programa. Y


sobre el punto dijimos que el nuestro no iba a ser un
curso de filosofía, por lo menos en el siguiente sentido:
el estudio de la filosofía supone, en realidad, el estudio
de la historia de la filosofía. Supone una cronología. Y
eso ocurre solamente con la disciplina filosófica:
estudiar filosofía es estudiar su propia historia. Fíjense
que no se puede afirmar lo mismo de ninguna otra
disciplina. Ni siquiera de la historia. Estudiar historia no
es estudiar historia de la historia. Eso sería hacer meta
historia. Reflexionen un poco al respecto. Estudiar
medicina, o psicología, o física no es estudiar historia
de la medicina, de la psicología o de la física, aunque,
al estudiar esas carreras, uno pueda cursar,
eventualmente, alguna materia que se refiera a la
historia de la disciplina. No. Se trata, más bien, de
estudiar unas técnicas que permiten transformar el
cuerpo, la mente o la materia, respectivamente.

Diríamos, en este sentido, que la filosofía no tiene


tarea. Por lo menos a priori. Que no tiene tarea dada
de antemano. Que no hay un modo de ser filósofo. Que
hay, más bien, filósofos, es decir, pensadores que se
inscriben en un larga tradición de pensamiento, que
aparecen en el mundo en algún momento, que leen a
los filósofos que los precedieron, que interpretan esa
tradición de algún modo y que, en consecuencia, se dan
una tarea a sí mismos, alguna, como si se dijeran:
puesto que este es el diagnóstico, la interpretación, la
lectura que yo hago de los autores que me precedieron,
esta es la tarea filosófica que me doy a mí mismo. Les
pido que recuerden esta idea nuestra de definir a un
filósofo a partir del diagnóstico, por llamarlo de algún
modo, que hace de la tradición filosófica que lo
antecede y de la tarea que, en consecuencia, se da a sí
mismo. Y de cómo esas tareas que los filósofos se han
dado a sí mismos a lo largo del tiempo han ido
configurando la historia de la filosofía, esto es, la
filosofía misma. Les pido ahora que lo recuerden porque
vamos a utilizar esa caracterización de los filósofos y de
su tarea filosófica más adelante, cuando tengamos que
caracterizar a los autores que vamos a leer en el curso.

Cada filósofo inventa, entonces, su tarea, entendiendo


la tradición de un cierto modo. Y al hacerlo, lo dijimos,
contribuye a darle un ser a la filosofía, un sentido a la
tarea filosófica que, en principio, no tendría en sí
misma y a priori. Al elegirse como el filósofo que quiere
ser, cada filósofo hace de la filosofía lo que él cree que
la filosofía debe ser.

Pero volvamos a nuestro curso. En general, cuando uno


piensa en un curso de filosofía piensa, entonces, en una
presentación general de los autores y de sus textos
capitales en orden cronológico, por períodos. Así, por
ejemplo, al estudiar la filosofía antigua lo que hacemos
es leer los textos de los filósofos presocráticos, luego
leemos a Sócrates en los textos de su discípulo Platón,
luego a Aristóteles, discípulo de Platón, etcétera. Es
decir, hacemos una revisión cronológica de los autores,
de las obras y de las ideas.

Este no es un curso cronológico, ya lo dijimos, y, en


ese sentido, no es un curso de filosofía. Es, más bien,
un curso de problemas filosóficos. Lo que vamos a
hacer es ocuparnos de algunos problemas filosóficos
específicos que en general han sido tratados por
diversos filósofos. Y eso, ¿por qué? Simplemente,
porque ustedes no van a ser filósofos y, en
consencuencia, no se les va a exigir, cuando
desarrollen su actividad, que conozcan la historia de la
filosofía, que es lo que se le exigiría a un filósofo, pero
sí que tengan un conocimiento teórico profundo de la
psicología, de las teorías psicológicas.

¿Y qué clase de problemas vamos a tratar? En breve


vamos a mencionarlos explícitamente y a referirnos a
cada uno de ellos, pero antes hagamos el esfuerzo de
caracterizarlos de un modo general. Los problemas
filosóficos que nos van a ocupar son los que tienen
alguna relación con las teorías psicológicas que ustedes
van a estudiar durante su carrera. Y, ¿cómo debemos
pensar esa relación? ¿Cómo se relacionan, de un modo
general, las teorías científicas y los problemas
filosóficos? ¿No son, la ciencia y la filosofía, ámbitos
distintos del conocimiento? ¿No pensamos el hacer
ciencia o el hacer filosofía como dos haceres diferentes,
uno centrado en la empiria, en el mundo de los
sentidos, en lo que se ve, se oye y se toca, en los
experimentos, y el otro en la mera especulación, en el
puro pensamiento? Sí, y conviene que pensemos esos
dos ámbitos así, pero, al mismo tiempo, queremos
pensar la relación que existe entre las teorías científicas
y la filosofía, porque de eso se trata nuestro curso.

Ustedes tienen que pensar que detrás de toda teoría


científica, antes de toda teoría científica, hay lo que
podríamos llamar los compromisos metafísicos de la
teoría en cuestión. Eso, ¿qué quiere decir? Quiere decir
que para poder construir una teoría científica
determinada, que apunta a transformar la realidad de
algún modo –curar enfermedades, obtener energía de
la materia, disminuir la angustia, viajar al espacio– hay
que partir de algunos presupuestos sobre la
realidad, de algunos supuestos básicos,
incomprobables en términos empíricos, acerca de qué
cosas hay en la realidad, por ejemplo, o cómo está
conformado el universo. Esos supuestos son muy
generales y son anteriores a la teoría misma, en el
sentido de que constituyen su condición de posibilidad.
Si nos los suponemos, entonces no hay teoría.

¿Qué ejemplo podemos pensar para entender qué es


un compromiso metafísico? ¿Se acuerdan del largo
ejemplo que presentamos en clase, el de la física
nuclear, o atómica, y el atomismo griego? Nos
preguntábamos cuáles podían ser los compromismos
metafísicos de una teoría científica como la física
nuclear, y la pregunta nos llevó a entender que el
compromiso metafísico básico, necesario, anterior a la
teoría misma era que debíamos presuponer la
existencia, puramente especulativa, de los átomos y, lo
vimos también, la consecuente existencia del vacío. El
ejemplo nos sirvió para entender cabalmente el aspecto
metafísico de esos compromismos y, al mismo tiempo,
el aspecto de compromiso lógico que tienen esos
presupuestos. (Llegados a este punto los insto a que
vean el video en el que me refiero a ese ejemplo).

Hagamos una aclaración antes de seguir: los


problemas filosóficos no tienen solución. O tienen
más de una, lo que es equivalente a pensar que en
realidad no la tienen. Pero el adoptar una u otra de
esas soluciones es una decisión de quien está pensando
en el problema. Lo único que uno puede hacer con un
problema filosófico, entonces, es adoptar un modo u
otro de entenderlo, y, en consecuencia, de
"solucionarlo". Pero esos modos diversos son, en
general, antitéticos. Esto es, opuestos, excluyentes.
No pueden adoptarse a la vez, eso sería incurrir en una
contradicción lógica.

Si volvemos un instante a nuestro ejemplo de la


división material, diríamos que, o bien uno considera
que la división material en este mundo alcanza un
límite, esto es, que existen los átomos y su
consecuencia lógica, el vacío, o bien considera que no,
que la materia es indefinidamente divisible, continua, y
que, en consecuencia, el vacío no existe. Diríamos,
entonces, que en el primer caso uno adoptaría,
respecto del problema filosófico de la división material,
un compromiso metafísico –una "solución"– atomista, y
que en el segundo estaría adoptando un compromiso
metafísico aristotélico, por llamarlo de algún modo.

Bueno, hemos explicado todo lo anterior para poder


decir lo que vamos a decir ahora. ¿De qué problemas
nos vamos a ocupar en el curso? Y bien, nos vamos a
ocupar de los problemas filosóficos que tengan como
compromisos metafísicos, esto es, como "soluciones", a
los compromisos metafísicos típicos de las teorías
de la psicología. Digámoslo otra vez. Dadas las
diversas teorías de la psicología, en tanto que aspiran a
ser teorías científicas, antes que ellas, actuando como
sus presupuestos, como sus condiciones de posibilidad,
deben existir determinados compromisos metafísicos,
típicos. Esos compromisos deben haber surgido, a su
vez, de determinados problemas filosóficos, al adoptar
una u otra forma de considerar esos problemas. Y bien,
es precisamente de esos problemas de los que nos
vamos a ocupar.

¿Para qué? Para que luego, cuando ustedes escuchen


decir que determinada teoría es racionalista, o
empirista, por ejemplo, entiendan de qué se está
hablando. Para que cuando estudien, por ejemplo, una
teoría que explique el funcionamiento de la mente,
ustedes puedan reconocer, a partir de sus presupuestos
filosóficos, que la teoría es, digamos, neocartesiana, y
entonces recuerden: Descartes tenía éstos y aquéllos
problemas, ¿los tendrá también esta teoría? ¿Los habrá
resuelto? Apuntamos así a un conocimiento profundo de
las teorías.

Antes de pasar a la segunda parte de esta primera


clase, nombremos los cuatro problemas filosóficos
de los que vamos a ocuparnos en el curso:

1. El problema del conocimiento.


2. El problema de la identidad.
3. El problema de la libertad.
4. El problema de la normatividad o de la vida moral.
Seguimos en la segunda parte.

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