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ACCIÓ N MERO DECLARATIVA DE CERTEZA.

PRUEBAS DE LA ACCIÓN
Ahora bien, en relació n a la dificultad probatoria que ha existido para demostrar la
existencia del concubinato, dicho problema se ha visto aminorado con la
promulgació n de la nueva Ley Orgá nica del Registro Civil (2010), toda vez que con el
referido instrumento normativo se contempla la admisió n de la formalizació n
voluntaria de la unió n estable de hecho ante el funcionario competente, bien por vía
de reconocimiento o por vía de la constitució n. La Ley Orgá nica del Registro Civil
(2010), señ ala en su artículo 3 lo siguiente: 
Artículo 3 de la Ley Orgá nica del Registro Civil: Deben inscribirse en el Registro Civil
los actos y hechos jurídicos que a continuació n se mencionan: 3.- El reconocimiento,
constitució n y disolució n de las uniones estables de hecho. 
De acuerdo con la disposició n anterior, se puede inferir que las uniones estables de
hecho se registrará n en virtud de: la manifestació n de voluntad efectuada entre un
hombre y una mujer, expuesta de manera conjunta, de conservar una unió n estable de
hecho, conforme a los requisitos establecidos en la ley, se registrará en el libro
correspondiente, adquiriendo a partir de este momento plenos efectos jurídicos, sin
detrimento del reconocimiento de cualquier derecho anterior al registro. 
Así mismo la decisió n judicial que declare o reconozca la existencia de una unió n
estable de hecho, será insertada en el Registro Civil. Con la mencionada disposició n
normativa cuentan entonces, los integrantes de la pareja de hecho con un título al
igual que sucede en el matrimonio. 

5. EFECTOS DEL CONCUBINATO: La Sala de Casació n Civil del Tribunal Supremo de


Justicia, en expediente nú mero AA20-C-2011-000039, en reciente sentencia de fecha 5
de abril de 2011, con ponencia de la Magistrada Dra. ISBELIA PÉ REZ VELÁ SQUEZ, al
referirse a los efectos del concubinato, señ aló lo siguiente: 

“Así, el concubinato es reconocido en derecho y produce, segú n la constitució n


vigente, cada uno de los efectos del matrimonio en cuanto le sean aplicables. Sin
embargo, calificar una relació n de hecho entre un hombre y una mujer como
concubinaria, no resulta de la simple afirmació n de uno de los sujetos que se postula
en tal cará cter, ya que el concubinato es toda una institució n jurídica que requiere
llenar ciertos presupuestos para afirmar su existencia. Tales presupuestos son: 1) La
notoriedad de la comunidad de vida, consistente en la apariencia de vida de los
concubinos que comporte confundir su convivencia con la vida llevada por los
có nyuges, es decir, lo concubinos deben vivir como marido y mujer; 2) Unió n
monogá mica, que implica que el concubinato debe estar conformado por un solo
hombre y una sola mujer, con obsequio reciproco de fidelidad; 3) El concubinato esta
conformado por individuos de diferente sexo, es decir, entre un hombre y una mujer,
no siendo posible reconocer efectos jurídicos a las uniones estables de hecho
existentes entre sujetos del mismo sexo; 4) Cará cter de permanencia, este cará cter,
con importancia neurá lgica para la determinació n de esta institució n, esta
determinado por la intenció n de los concubinos en formar una unió n estable y
perseverante, evidenciá ndose de las manifestaciones externas de los sujetos, el deseo
de vivir y compartir junto el uno al otro, por lo que un affaire o romance temporal, no
podría considerarse elemento suficiente para determinar la permanencia, no obstante
la concurrencia de los presupuestos antes mencionados; 5) Ausencia de
impedimentos para contraer matrimonio, que se aplican mutatis mutandis al
concubinato. 

OMISSIS… 

La presunció n de la comunidad concubinaria también surge de la ley, siempre que se


demuestren los extremos requeridos por el artículo 767 del Có digo Civil. En una
situació n de hecho que produzca consecuencias jurídicas por sí misma una vez
establecida, no existe la necesidad de que éstas se declaren por una determinació n del
juez, en materia de jurisdicció n voluntaria, para instrumentar su realizació n, y así se
establece”. (Lo destacado y subrayado fue efectuado por este Tribunal). 

Para que el concubinato surta los efectos jurídicos del matrimonio este no puede
surgir de la simple afirmació n de uno de los sujetos que se postula como tal, sino que
deben existir ciertos presupuestos que creen tal institució n jurídica, asimismo la
presunció n de la comunidad concubinaria puede surgir de la ley, siempre que se
demuestren los extremos requeridos por el artículo 767 del Có digo Civil. 
¬¬6. CRITERIOS JURISPRUDENCIALES: La Sala Constitucional del Tribunal Supremo
de Justicia, en sentencia de fecha 15 de julio de 2005, con cará cter vinculante,
estableció respecto a la interpretació n que le fuera solicitada del artículo 77
constitucional, en 25 numerales, lo siguiente: 

“El artículo 77 constitucional reza “Las uniones estables entre un hombre y una mujer
que cumplan los requisitos establecidos en la ley producirá n los mismos efectos que el
matrimonio”. 
(…omissis…) 
“El concubinato es un concepto jurídico, contemplado en el artículo 767 del Có digo
Civil, y tiene como característica –que emana del propio Có digo Civil- el que se trata de
una unió n no matrimonial (en el sentido de que no se han llenado las formalidades
legales del matrimonio) entre un hombre y una mujer solteros, la cual está signada
por la permanencia de la vida en comú n (la soltería viene a resultar un elemento
decisivo en la calificació n del concubinato, tal como se desprende del artículo 767 de
Có digo Civil y 7, letra a) de la Ley del Seguro Social).” 
“Se trata de una situació n fá ctica que requiere de declaració n judicial y que la califica
el juez, tomando en cuenta las condiciones de lo que debe entenderse por una vida en
comú n.” 

(…omissis…) 

“Unió n estable de hecho entre un hombre y una mujer”, representa un concepto


amplio que va a producir efectos jurídicos, independientemente de la contribució n
econó mica de cada uno de los unidos en el incremento o formació n del patrimonio
comú n o en el de uno de ellos, siendo lo relevante para la determinació n de la unió n
estable, la cohabitació n o vida en comú n, con cará cter de permanencia, y que la pareja
sea soltera, formada por divorciados o viudos entre sí o con solteros, sin que existan
impedimentos dirimentes que impidan el matrimonio. 
(…omissis…) 
En primer lugar considera la Sala que, para reclamar los posibles efectos civiles del
matrimonio, es necesario que la “unió n estable” haya sido declarada conforme a la ley,
por lo que se requiere una sentencia definitivamente firme que la reconozca. 

OMISSIS… 

Siguiendo indicadores que nacen de las propias leyes, el tiempo de duració n de la


unió n, al menos de dos añ os mínimo, podrá ayudar al juez para la calificació n de la
permanencia, ya que ese fue el término contemplado por el artículo 33 de la Ley del
Seguro Social, al regular el derecho de la concubina a la pensió n de sobrevivencia. 

OMISSIS… 
Extinguida la relació n, la ley, al menos en el concubinato, reconoce la condició n de ex
concubino como lo hace el artículo 42 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la
Familia. 
En cuanto al deber de socorrerse mutuamente, contemplado para los có nyuges en el
artículo 137 del Có digo Civil, la Sala considera que este sí existe en cualquier tipo de
unió n, ya que si legalmente las uniones (o al menos el concubinato) generan derechos
–como los alimentarios- los cuales normalmente corresponden a los có nyuges
mientras dure el matrimonio, los componentes de estas uniones de hecho deben tener
también esos derechos, como luego se explica, y ello se corresponde con el deber de
socorro mutuo comentado. 
(…OMISSIS…) 
Diversas leyes de la Repú blica otorgan a los concubinos derechos patrimoniales y
sociales en diferentes á reas de la vida, y esto, a juicio de la Sala, es un indicador que a
los concubinos se les está reconociendo beneficios econó micos como resultado de su
unió n, por lo que, el artículo 77 eiusdem, al considerarlas equiparadas al matrimonio,
lo ló gico es pensar que sus derechos avanzan hasta alcanzar los patrimoniales del
matrimonio, reconocidos puntualmente en otras leyes. 

(…OMISSIS…) 

Al aparecer el artículo 77 constitucional, surgen cambios profundos en el régimen


concubinario del artículo 767 del Có digo Civil, ya que existiendo la unió n estable o
permanente, no hay necesidad de presumir, legalmente, comunidad alguna, ya que
ésta existe de pleno derecho –si hay bienes- con respecto de lo adquirido, al igual que
en el matrimonio, durante el tiempo que duró la unió n…..” 

(…omissis…) 

Queda en los términos expuestos, resuelta la interpretació n solicitada, y dado el


cará cter vinculante de la misma, conforme a lo establecido en el artículo 335 de la
Constitució n, se ordena la publicació n del presente fallo en la Gaceta Oficial de la
Repú blica, sin perjuicio que desde que entró en vigencia la Constitució n de la
Repú blica Bolivariana de Venezuela, los derechos de los concubinos han quedado
reconocidos constitucionalmente. Así se decide.” (Lo subrayado y destacado
corresponde al Tribunal) 

En el mismo sentido la Sala de Casació n Civil, en sentencia de fecha trece de marzo de


dos mil seis, en el expediente Exp. N° 2003-000701, con ponencia de la Magistrada
DRA. ISBELIA PEREZ DE CABALLERO, señ aló : 

“Conforme al criterio establecido por la Sala Constitucional, que esta Sala acoge en los
términos aquí descritos, el concubinato es una situació n fá ctica que requiere de
declaració n judicial; por tanto, estamos en presencia de una circunstancia que debe
ser calificada y decidida por el juez, “...tomando en cuenta las condiciones de lo que
debe entenderse por una vida en comú n...”. Para lo cual las partes o los terceros
interesados, está n obligados a presentar sus alegatos y pruebas que demuestren la
existencia de la comunidad.” 

¬7. ALEGATOS QUE PUEDE FORMULAR LA PARTE DEMANDADA EN CONCUBINATO:


segú n el Dr. Arístides Rengel Romberg, obra citada, Volumen III, pá gina 120 y Sig.,
tales defensas consisten en las siguientes: 

Contradicció n: 
a) Contradicció n de la demanda en forma genérica, sin alegar hechos nuevos ni
excepciones de hecho. 
b) Contradicció n de la demanda porque el derecho reclamado no existe: 
Bien porque un hecho posterior lo extinguió (hecho extintivo); 

Por la existencia de un hecho impide sus efectos jurídicos (hecho impeditivo). 


c) Contradicció n de la demanda porque si bien existe actualmente el derecho alegado
por el actor, el demandado alega otro derecho que se opone al anterior y lo anula en
todo o en parte. 
d) Contradicció n de la demanda por falta de cualidad o interés en el actor o en el
demandado para intentar o sostener el juicio, o por haber cosa juzgada, o caducidad
de la acció n establecida en la ley, o por prohibició n de la ley de admitir la acció n
propuesta, o cuando só lo es admitida por determinadas causales que no sean de las
alegadas en la demanda. 

8. DE LOS REQUISITOS DE LA UNIÓ N CONCUBINARIA: El Dr. Gilberto Guerrero


Quintero, en su obra “EL CONCUBINATO EN LA CONSTITUCION VENEZOLANA
VIGENTE”, Tribunal Supremo de Justicia, colecció n estudios jurídicos N° 22, añ o 2008,
se refirió a la sentencia esgrimida por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, parcialmente transcrita ut supra, tocante a la estabilidad y requisitos de la
unió n more uxorio, de la siguiente manera: 

“1.1 LA ESTABILIDAD EN LA UNION DE HECHO: 


En cuanto al primer requisito relativo a la estabilidad de la unió n de hecho, ... La
Constitució n se refiere al adjetivo “estable” que denota permanencia. “Se aplica a lo
que no está en peligro de caer, de descomponerse, de cambiar o de desaparecer”, que
se mantiene de modo indefinido, sin conclusió n o terminació n sine die. Por eso, la
“estabilidad de la unió n de hecho”, en su sentido material significa la solidez,
seguridad y firmeza de la misma, y en orden al tiempo que la unió n de hecho se
mantenga de modo indefinido, es decir, que no sea casual, transitoria u ocasional. Lo
contrario desdice del requisito de la estabilidad como elemento esencial para la
calificació n de la unió n de hecho a los efectos a que se refiere el artículo 77 de la
Constitució n Nacional. 

(…omissis…) 
1.1.1 COHABITACIÓ N: 

Constituye la convivencia en la misma habitació n o techo…NO significa, por tanto, que


ambos convivientes tengan hogares separados, o vivienda separadas, sino la misma
vivienda, el mismo hogar; y por eso mismo se habla de cohabitació n, es decir,
“Habitació n comú n”, el hecho de vivir juntos, en el mismo techo y lecho. El lecho no es
má s que el lugar que se utiliza para dormir o descansar. El lecho convivencial es una
sola cama en la misma habitació n; y permanente (que dure sin modificació n); en el
mismo lecho y la có pula carnal de ser esta posible (el debito conyugal), pues cohabitar
es el hecho de vivir juntas varias personas, pero que en la acepció n má s restringida,
vulgar y general equivale a có pula carnal. La có pula carnal no es un requisito
fundamental, pues la ley no lo exige, aun cuando obviamente se entiende que la
convivencia puede conducir a la misma, pero no determina o caracteriza la
cohabitació n. 

OMISSIS… 

La cohabitació n implica esa vida en comú n –vivir juntos- a que se refiere la ley, o el
compartir en los diversos aspectos de su vida interpersonal. Significa ademá s la
comunidad de lecho o la existencia entre los convivientes de relaciones sexuales o, al
menos, la apariencia de ellas, pues se supone la vida dentro de la cual mantienen sus
relaciones. 
1.1.2 PERMANENCIA: 
OMISSIS... 

La idea de permanencia es consustancial a ese tipo de unió n y de allí que las uniones
transitorias no guardan relació n con el concepto de la unió n more uxorio, aun cuando
se tengan hijos. La unió n, segú n afirma Claudio Belluscio, requiere continuidad, o sea,
permanencia en el tiempo, para que sea reputada como concubinato; por lo cual
quedan excluídas las uniones meramente circunstanciales. La permanencia, como la
define la Real Academia Españ ola, consiste en una duració n firme, consistente,
perseverante, estable e inmutable. 

(…OMISSIS…) 

…La idea de convivencia more uxorio implica permanencia por lo que excluye el trato
sexual de cohabitació n accidental o circunstancial. 
(…omissis…) 

1.1.3 SINGULARIDAD: 
¿”…la singularidad interpareja exige que entre los integrantes exista ú nica
convivencia, que significa la no pluralidad de relaciones con regularidad, es decir, con
una tercera persona de sexo distinto, o con otras, pues se rompería el cará cter
singular de la unió n fá ctica en orden a su estabilidad. 

OMISSIS… 

De no cumplirse con la fidelidad se incurriría en la inobservancia de un requisito


establecido en la Ley, dentro del principio a que se contrae el artículo 77 de la
Constitució n venezolana vigente. 
1.1.4 NOTORIEDAD: 

OMISSIS… 

La notoriedad constituye uno de los requisitos de la unió n concubinaria, pues la


comunidad de lecho o habitació n y de vida entre los convivientes, debe trascender de
la esfera íntima de los mismos y ser conocida, como un hecho, por la mayoría de los
sujetos que integran una colectividad en un tiempo y de un lugar determinados,
puesto que sin esta notoriedad mal podría hablarse de una apariencia de estado
matrimonial. 

OMISSIS… 

La existencia impeditiva obliga al juzgador a decidir qué resulta relevante para la


determinació n de que la unió n concubinaria alegada no es estable y no cumple con los
requisitos establecidos en la Ley a los efectos del artículo 77 constitucional, pues el
impedimento dirimente constituye un obstá culo que establece la Ley para el ejercicio
de la capacidad matrimonial. En tales circunstancias la unió n de hecho no producirá
los mismos efectos que el
matrimonio. http://merida.tsj.gob.ve/decisiones/2012/marzo/962-12-10239-.html

REQUISITOS DE LA ACCIÓN.

Ahora bien, el artículo 16 del Código de Procedimiento Civil, señala lo

siguiente:
 
“…Para proponer la demanda el actor debe tener interés actual.
Además de los casos previstos en la Ley, el interés puede estar
limitado a la mera declaración de la existencia o inexistencia de
un derecho o de una relación jurídica. No es admisible la
demanda de mera declaración cuando el demandante puede
obtener la satisfacción completa de su interés mediante una
acción diferente.”. (Subrayado y Negrita de la Sala).
 

De la interpretación literal de la parte final de la citada norma, las

acciones mero declarativas que no satisfagan completamente el interés del

accionante no son admisibles, en virtud del principio de economía procesal, pues

nada hace un tribunal al conocer de una acción que no logra su objetivo, como es

declarar la certeza sobre un derecho o una relación jurídica que se tiene como

incierta, o ventilar un proceso que sólo pretende preconstituir una prueba para un

juicio posterior. Por tanto, la satisfacción completa del interés del actor deviene

en condición necesaria para la admisibilidad de dicha demanda, que de no

cumplirse estaría prohibida por la ley, es decir, por el mismo artículo 16 del

Código de Procedimiento Civil.

En tal sentido, esta Sala, en sentencia Nº 323 de fecha 26 de julio de

2002, Expediente Nº 01-590, en el juicio de Arcángel Mora contra Ana Ramona

Mejías Ruiz, que ratifica el criterio sostenido en fallo Nº 495 de fecha 15 de


diciembre de 1988, caso Sergio Fernández Quirch contra Alejandro Eugenio

Trujillo Pérez y otro, Expediente Nº 88-374, expresó:


 
“...el ejercicio de las acciones de certeza está sujeto a
determinados requisitos, que permitan a los jueces determinar su
admisibilidad. En efecto, según el texto citado no basta que el
objeto de dichas acciones esté limitado a la declaración de la
existencia o inexistencia de un derecho, sino que además que el
demandante no pueda obtener la satisfacción completa de su
interés mediante otra acción diferente, para que puedan dar
origen válidamente a un proceso. En este sentido, la propia
exposición de motivos del Código de Procedimiento Civil,
presentado a las Cámaras Legislativas el 17 de noviembre de
1975, aclara el alcance y significado de los límites impuestos a
las acciones mero declarativas. Así expresa en dichas exposición
de motivos.
“...notable significación han atribuido los proyectistas a la
consagración de una norma expresa sobre el interés que deben
tener las partes para obrar en juicio y a la posibilidad de las
demandas de mera declaración, que hoy es sólo un principio
doctrinal y jurisprudencial deducido del artículo 14 vigente.
Se establece así en el artículo 16 del proyecto, que para
proponer la demanda el actor debe tener un interés jurídico
actual, y que este interés puede estar limitado a la mera
declaración de la existencia o inexistencia de un derecho o de
una relación jurídica.
Sin embargo, a fin de no dejar a la interpretación
jurisprudencial el alcance y límites de esta demanda de mera
declaración, se acoge en el proyecto la limitación aconsejada
por la mejor doctrina, según la cual no es admisible la
demanda de mera declaración cuando el demandante pueda
obtener la satisfacción completa de su interés mediante una
demanda diferente...”. (Subrayado de la Sala).
 
 

De acuerdo con lo anterior, por razones de economía procesal se

justifica la inadmisibilidad de pretensiones que se agotan en el reconocimiento de


un derecho subjetivo, cuando es posible obtener la satisfacción plena de ese

derecho mediante el ejercicio de una acción diferente. Por tanto, el demandante

no podrá reclamar mediante una acción mero declarativa que se declare el

derecho de propiedad y la nulidad de un contrato de compra venta de un tercero

sobre el mismo bien inmueble.

En el caso concreto, esta Sala observa que la parte actora interpuso una

acción mero declarativa para que se declare: “…1.- Que son ciertos los hechos

narrados en este libelo y que, en consecuencia, vendió al ciudadano EUSEBIO

RAMÓN MAYZ VERA el inmueble constituido por una casa-quinta (Quinta

Matachú) identificada con el Nº 09-31, situada en la Avenida Sur-1 de la

Urbanización Los Naranjos, Primera Etapa, Jurisdicción del Municipio Baruta

del Estado Miranda, con los linderos, medidas y demás datos identificatorios que

se mencionaron al comienzo de este libelo, y que el precio de la venta fue pagado

por nuestro representado en diferentes partidas mediante entregas y depósitos

bancarios que se detallaron en los cuadros insertos al libelo, 2º) Que, como

consecuencia de lo anterior, se declare la nulidad de la venta efectuada al

ciudadano ELIO RAFAEL VALENZUELA PRIETO mediante documento

protocolizado en la Oficina de Registro Público del Estado Miranda bajo el Nº

2010.2084, asiento registral 1 del inmueble matriculado con el Nº


243.13.19.1.1103 correspondiente al Libro de folio real del año 2010, en virtud

de que nuestro representado es el único propietario del identificado inmueble

objeto del presente juicio por haberlo adquirido con anterioridad,…”, (vto del

folio 9 de la pieza 1 de 1).

Ahora bien, es evidente que lo pretendido con dicha acción, es que el

órgano judicial declare la certeza del derecho de propiedad del inmueble

constituido por la casa-quinta, y la nulidad del contrato de compra venta del

mismo bien inmueble realizado por el demandado con el ciudadano Elio Rafael

Valenzuela Prieto, y así lo mantengan en posesión del precitado bien inmueble,

con base en la nulidad absoluta del segundo convenio de conformidad con el

artículo 1.141 del Código Civil.

Bajo estas premisas, la Sala estima conveniente realizar el análisis de

la situación planteada a la luz de lo preceptuado en el artículo 341 del Código de

Procedimiento Civil, el cual establece:


 
“…Presentada la demanda, el Tribunal la admitirá si no es
contraria al orden público, a las buenas costumbres o a alguna
disposición expresa de la ley. En caso contrario, negará su
admisión expresando los motivos de la negativa. Del auto del
Tribunal que niegue la admisión de la demanda, se oirá apelación
inmediatamente, en ambos efectos…”.
 

De acuerdo con todo lo expresado, el juez ante quien se intente una

acción mero declarativa deberá, en aplicación del artículo 341 del Código de

Procedimiento Civil, respecto a la prohibición de la ley de admitir la acción

propuesta, observar si la mencionada demanda cumple con el requisito exigido

por el artículo 16 eiusdem, es decir, que no exista una acción distinta que

satisfaga completamente el interés del actor, pues de lo contrario, por razones de

celeridad procesal, dicho tribunal deberá declarar la inadmisibilidad de la

demanda.

Siendo así, la acción de mera certeza propuesta por el demandante no

cumple con el requisito exigido por el artículo 16 del Código de Procedimiento

Civil, pues existe en nuestro ordenamiento jurídico otra acción de distinta

naturaleza que permite al actor satisfacer completamente su interés, como es la

acción de nulidad absoluta del contrato de compra venta, razón por la cual

correspondía a los jueces de instancia declarar inadmisible la demanda intentada

por el ciudadano Eusebio Ramón Mayz Vera, por prohibición expresa del

artículo antes mencionado. Así se decide.

 
Descrito todo lo anterior, es necesario acotar lo que reiteradamente ha

sostenido este Supremo Tribunal que no le está permitido a las partes ni aun al

juez, alterar las formas procesales con las cuales el legislador ha revestido la

tramitación de los juicios, no obstante ello, como ya quedó suficientemente

descrito, en el sub iudice no se mantuvo a las partes en igualdad de condiciones

respecto a sus derechos y facultades, asunto éste que tampoco fue corregido en su

oportunidad para procurar la estabilidad del juicio y garantizar a los litigantes el

ejercicio pleno y efectivo de su derecho a obtener la tutela jurisdiccional efectiva,

y así consagrar el contenido de los artículos 26, 49, numeral 1º y 257 de la

Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scc/junio/165100-RC.000355-4614-2014-13-

493.HTML

CAUSAL DE INADMISIBILIDAD

CASACIÓN DE OFICIO
 

En uso de la facultad que asiste a esta Sala de hacer pronunciamiento

expreso para casar el fallo recurrido, con base en las infracciones de orden público

que ella encontrase y que no hubiesen sido denunciadas, de conformidad con lo

establecido en el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil, se observa:

 
El artículo 341 del Código de Procedimiento Civil, dispone que el tribunal

admitirá la demanda “si no es contraria al orden público, a las buenas costumbres o a

alguna disposición expresa de la Ley”. De lo contrario debe negar su admisión

expresando los motivos de su negativa. Ahora bien, el artículo 16 del mismo código

señala lo siguiente:

 
“Para proponer la demanda el actor debe tener interés actual.
Además de los casos previstos en la Ley, el interés puede estar
limitado a la mera declaración de la existencia o inexistencia de un
derecho o de una relación jurídica. No es admisible la demanda de
mera declaración cuando el demandante puede obtener la
satisfacción completa de su interés mediante una acción diferente .”
(Subrayado de la Sala)

De conformidad con la parte final de la citada norma, las acciones

merodeclarativas que no satisfagan completamente el interés del accionante no son

admisibles, ello en virtud del principio de economía procesal, pues nada hace un

tribunal al conocer de una acción que no logra su objetivo, como es declarar certeza

sobre un derecho o una relación jurídica que se tiene como incierta, o ventilar un

proceso que sólo pretende preconstituir una prueba para un juicio posterior. Por tanto,

la satisfacción completa del interés del actor deviene en condición necesaria para la

admisibilidad de dicha demanda, que de no cumplirse estaría prohibida por la ley, es

decir, por el mismo artículo 16 del Código de Procedimiento Civil.

 
En tal sentido, esta Sala, en sentencia No. 495 de fecha 15 de diciembre de

1988, caso Sergio Fernández Quirch contra Alejandro Eugenio Trujillo Pérez y otro,

Expediente No. 88-374, expresó:

 
“...el ejercicio de las acciones de certeza está sujeto a determinados
requisitos, que permitan a los jueces determinar su admisibilidad. En
efecto, según el texto citado no basta que el objeto de dichas acciones esté
limitado a la declaración de la existencia o inexistencia de un derecho, sino
que además que el  demandante no pueda obtener la satisfacción completa
de su interés mediante otra acción diferente, para que puedan dar origen
validamente a un proceso. En este sentido, la propia Exposición de
Motivos del Código de Procedimiento Civil, presentado a las Cámaras
Legislativas el 17 de noviembre de 1975, aclara el alcance y significado de
los límites impuestos a las acciones mero declarativas. Así expresa en
dichas Exposición de Motivos.
 
“...notable significación han atribuido los proyec-tistas a la
consagración de una norma expresa sobre el interés que deben tener
las partes para obrar en juicio y a la posibilidad de las demandas de
mera declaración, que hoy es sólo un principio doctrinal y
jurisprudencial deducido del artículo 14 vigente. Se establece así en
el artículo 16 del Proyecto, que para proponer la demanda el actor
debe interés jurídico actual, y que este interés puede estar limitado a
la mera declaración de la existencia o inexistencia de un derecho o
de una relación jurídica.
 
Sin embargo, a fin de no dejar a la interpretación jurisprudencial el
alcance y límites de esta demanda de mera declaración, se acoge en
el proyecto la limitación aconsejada por la mejor doctrina, según la
cual no es admisible la demanda de mera declaración cuando el
demandante pueda obtener la satisfacción completa de su interés
mediante una demanda diferente...”

 
 

De acuerdo con todo lo expresado, el juez ante quien se intente una acción

mero declarativa deberá, en aplicación del artículo 341 del Código de Procedimiento

Civil, respecto a la prohibición de la ley de admitir la acción propuesta, observar si la


mencionada demanda cumple con el requisito exigido por el artículo 16  eiusdem, es

decir, que no exista una acción distinta que satisfaga completamente el interés del

actor, pues de lo contrario, por razones de celeridad procesal, dicho tribunal deberá

declarar la inadmisibilidad de la demanda.

En el caso concreto, esta Sala observa que la parte actora interpuso una

acción mero declarativa para obtener los siguientes pronunciamientos: a) Que entre él

y la demandada existió una relación concubinaria desde marzo de 1985 hasta junio de

1994; b) Que durante dicha unión ambos adquirieron un inmueble; y, c) Que el

cincuenta (50%) por ciento del referido bien le pertenece al actor. Ahora bien, es

evidente que lo que se pretende con dicha acción es preconstituir una prueba que

podrá usarse en un juicio de partición de comunidad, con base en la cuota parte que

éste alega tener sobre un inmueble.

Siendo así, la acción de mera certeza propuesta por el formalizante no cumple

con el requisito exigido por el artículo 16 del Código de Procedimiento Civil, pues existe en

nuestro ordenamiento jurídico otra acción que permite al actor satisfacer completamente su

interés, como es la partición y liquidación de la comunidad concubinaria. Por tanto, la

demanda intentada es inadmisible por prohibición expresamente del artículo 16 eiusdem.

Todas estas razones conducen a la Sala a casar de oficio y sin reenvío el

fallo recurrido, ya que se hace innecesario un nuevo pronunciamiento sobre el fondo,

de conformidad con el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil y, en


consecuencia, declara inadmisible la demanda incoada por la parte actora,

ciudadano Arcángel Mora, contra la ciudadana Ana Ramona Mejías Ruiz, por infracción

directa de los artículos 341 y 16 in fine, del Código de Procedimiento Civil,

anulándose en consecuencia el mencionado auto de admisión de fecha 12 de junio de

2000, proferido por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y

del Tránsito de la Circunscripción Judicial del estado Táchira, así como todas las

actuaciones posteriores al mismo. Así se decide.

http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/Julio/RC-0323-260702-01590.htm

ACCIÓN MERO DECLARATIVA DE CERTEZA

REQUISITOS PARA LA PROCEDENCIA.


La Sala de Casació n Civil del Tribunal Supremo de

Justicia, en Sentencia N° 419 de fecha diecinueve

(19) de junio de dos mil seis (2006), con ponencia

del Magistrado LUÍS ANTONIO ORTIZ HERNÁ NDEZ,

estableció , entre otras situaciones de inter é s

procesal, la inadmisibilidad de las acciones mero

declarativas cuando exista una acció n distinta que

satisfaga completamente el inter é s del actor, a

saber:

‘… De conformidad con la parte final de la citada

norma, las acciones mero declarativas que no

satisfagan completamente el inter é s del


accionante no son admisibles, ello en virtud del

principio de economía procesal, pues nada hace

un Tribunal al conocer de una acci ó n que no logra

su objetivo, como es declarar certeza sobre un

derecho o una relació n jurídica que se tiene como

incierta, o ventilar un proceso que s ó lo pretende

preconstituir una prueba para un juicio posterior.

Por tanto, la satisfacci ó n completa del interé s del

actor deviene en condició n necesaria para la

admisibilidad de dicha demanda, que de no

cumplirse estaría prohibida por la Ley, es decir,

por el mismo artículo 16 del Có digo de

Procedimiento Civil…(omissis)…’.

Por otro lado, la Sala de Casaci ó n Civil del Tribunal

Supremo de Justicia en sentencia de fecha diecis é is

(16) de junio de dos mil seis (2006), Expediente Nº

05-0572, estableció :

‘…el Juez ante quien se intente una acci ó n mero

declarativa deberá , en aplicació n del Art. 341 del

C.P.C., respecto a la prohibici ó n de la Ley de


admitir la acció n propuesta, observar si la

mencionada demanda cumple con el requisito

exigido por el Art. 16 ejusdem, es decir, que no

exista una acció n distinta que satisfaga

completamente el interé s del actor, pues de lo

contrario, por razones de celeridad procesal,

dicho tribunal deberá declarar la inadmisibilidad

de la demanda…’

De los criterios jurisprudenciales se puede inferir

que no es admisible la demanda de mera declaraci ó n

cuando el demandante puede obtener la satisfacci ó n

completa de su interé s mediante una acció n

diferente.

Respecto a este tipo de pretensiones, el tratadista

Arístides Rengel Romberg, en su Tratado de Derecho

Procesal Civil Venezolano, se ñ aló lo siguiente:

‘...La pretensió n de mera declaració n o

declarativa, o de declaraci ó n de simple o mera

certeza, como tambié n se la denomina, es aquella

en la cual no se pide al Juez una resoluci ó n de


condena a una prestació n, sino la mera

declaració n de la existencia o inexistencia de una

relació n jurídica. Aquí no se trata del

incumplimiento de una obligaci ó n o trasgresió n

del derecho, sino de la declaraci ó n de una relació n

jurídica que existe con anterioridad a la sentencia,

pero que se encuentra en estado de

incertidumbre.

En general se admite que esta forma de tutela

jurídica tiende a conseguir la realizaci ó n má s

acabada del orden jurídico objetivo y la

protecció n de los derechos subjetivos de los

ciudadanos, sin esperar a que el equilibrio que

aquel orden establece y ordena respetar se halle

de hecho menoscabado y roto, porque el da ñ o

puede originarse tanto de la falta de una

prestació n como de la incertidumbre del derecho.’

En atenció n a lo anterior, quien decide observa que

el solicitante en cuestió n, como ya se dijo,

fundamenta su pretensió n de declaratoria de


incumplimiento de un contrato y de la existencia

dañ os y perjuicios, en primer té rmino, en el artículo

1.167 del Có digo Civil, vale decir, aquel referido a la

ejecució n del contrato o la resolució n del mismo con

dañ os y perjuicios., y en segundo lugar en el art ículo

1.264, del Có digo Civil, referido a la responsabilidad

del deudor de dañ os y perjuicios en caso de

contravenció n.

Ahora bien, uno de los requisitos para interponer la

acció n mero declarativa, es el hecho de que el

accionante pueda sufrir un da ñ o o perjuicio si no se

consigue la declaració n del ente administrador de

justicia, pero considerando previamente como

elemento de inadmisibilidad, que el actor pueda

conseguir la satisfacció n completa de su interé s

mediante una demanda diferente.

Sin embargo, con respecto a la prohibici ó n de

admitir la acció n contemplada en el artículo 16 del

Có digo de Procedimiento Civil, cuando el

demandante puede obtener la satisfacci ó n completa


de su interé s mediante una acció n diferente, es

diá fano y concreto tal precepto normativo, en raz ó n

de que si es factible la interposici ó n de una acció n

distinta que pueda satisfacer de forma íntegra al

interé s del proponente, no podría admitirse la acció n

declarativa.

Una de las condiciones requeridas para que pueda

darse la acció n declarativa, se refieren a que el actor

debe tener un interé s jurídico actual, ya que no hay

acció n sino hay interé s, por lo tanto, ninguna

demanda puede dejar de expresar el objeto de las

razones en que se fundamenta, a fin de que su

contexto demuestre el interé s jurídico actual, porque

la pretensió n del actor no puede en ning ú n caso ser

contraria a derecho, ni tampoco desprovista de

fundamento jurídico, ya que de lo contrario la acci ó n

no prosperaría.

En este mismo orden de ideas, otra condici ó n para

que pueda darse la acció n mero declarativa, es el

interé s en obrar. Este interé s en obrar consiste en


una condició n de hecho tal, que el actor sufrir ía un

dañ o sin la declaració n judicial. Esta condici ó n de

hecho no consiste en una violació n del derecho que

es el presupuesto corriente de las sentencias de

condena, sino má s bien de la incertidumbre del

derecho ante la opinió n comú n por lo que se precisa

no solo que el derecho sea satisfecho por el obligado,

sino tambié n que sea cierto como derecho en la

sociedad.

Dicho lo anterior, al aplicar la concepci ó n

establecida en el artículo 16 del Có digo de

Procedimiento Civil, al caso bajo estudio, nos

encontramos que el actor pretende el

reconocimiento de una relació n jurídica y de un

incumplimiento de contrato por parte de la

demandada, así como los dañ os y perjuicios

derivados de dicho incumplimiento, que para su

protecció n le acuerda la legislaci ó n venezolana, lo

cual implicaría só lo una declaració n en abstracto y el

proceso no puede servir para resolver una cuesti ó n


abstracta, porque la sentencia consiste en la

definició n de una cuestió n concreta que constituya la

razó n de una pretensió n o una contestació n, por ello

el Có digo de Procedimiento Civil consagr ó la

inadmisibilidad de la misma cuando se puede

obtener la satisfacció n completa de su interé s

mediante una acció n diferente.

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