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Jesús puso el ejemplo perdonando a los que lo maltrataron (Lucas 23:33, 34). Lo que Jesús
enseñó sobre este tema está de acuerdo con lo que enseñan las Escrituras Hebreas, también
conocidas como el Antiguo Testamento, sobre amar a los enemigos (Éxodo 23:4, 5;
Proverbios 24:17; 25:21).
“Amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen” (Mateo 5:43, 44).
El amor puede hacer que nuestros enemigos cambien. La Biblia nos aconseja que
tratemos a nuestros enemigos con amabilidad porque así amontonamos “brasas
ardientes sobre su cabeza” (Proverbios 25:22). Esta metáfora hace referencia al proceso de
fundir minerales para extraer metales preciosos. De la misma manera, el “calor” de
nuestra amabilidad puede llegar a “derretir” el enojo de esa persona y sacar lo mejor de
ella.
“Bendigan a los que los maldicen” (Lucas 6:28). “Bendecimos” a nuestros enemigos
cuando les hablamos con amabilidad y con consideración, incluso cuando ellos nos
insultan. La Biblia dice: “No devuelvan […] insulto por insulto. Al contrario, devuelvan una
bendición” (1 Pedro 3:9). Este buen consejo nos ayudará a romper el ciclo del odio.
“Oren por los que los insultan” (Lucas 6:28). No hay que devolver “mal por mal” a
quienes nos insultan (Romanos 12:17). Mas bien, hay que pedirle a Dios que los perdone
(Lucas 23:34; Hechos 7:59, 60). En vez de vengarnos, dejemos que Dios, que siempre actúa
con justicia perfecta, decida qué hacer con esa persona (Levítico 19:18; Romanos 12:19).
“Amen a sus enemigos, traten bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen y oren
por los que los insultan” (Lucas 6:27, 28).
Lo que algunos creen: El que ama a un enemigo es porque en realidad está de acuerdo con
las cosas malas que hace.
La verdad: La Biblia muestra que se puede amar a alguien sin estar de acuerdo con las cosas
malas que hace. Por ejemplo, Jesús rechazaba por completo la violencia, pero oró por los que
lo ejecutaron (Lucas 23:34). También odiaba la maldad y el pecado, pero estuvo dispuesto a
dar su vida por pecadores (Juan 3:16; Romanos 6:23).
a En su libro The Rise of Christianity (La aparición del cristianismo), Ernest Barnes dijo: “Un repaso cuidadoso de
toda la información de que disponemos [demuestra] que, hasta el tiempo de Marco Aurelio [emperador de Roma
del año 161 al 180 de nuestra era], ningún cristiano se hizo soldado; y ningún soldado, después de llegar a ser
cristiano, permaneció en el ejército”.
Éxodo 23:5: “Si ves que el burro de alguien que te odia ha caído bajo su carga, no lo dejes
allí. Tienes que ayudar a esa persona a liberar al animal”.
Significado: Les demostramos amor a nuestros enemigos cuando les ofrecemos ayuda.
Proverbios 24:17, 18: “Cuando caiga tu enemigo, no te pongas contento, y, cuando
tropiece, que no se alegre tu corazón; de lo contrario, Jehová b lo verá y no le gustará”.
Significado: Si les pasa algo malo a nuestros enemigos, a Dios no le gusta que nos
alegremos, ni siquiera si es solo por dentro.
Lucas 6:28: “Bendigan a los que los maldicen y oren por los que los insultan”.
Significado: Hay que hablarles con bondad y respeto a los que nos odian y a los que nos
tratan injustamente, y hay que pedirle a Dios que los perdone.
1 Pedro 2:23: “Cuando lo estaban insultando, [Jesús] no les devolvió sus insultos. Cuando
estaba sufriendo, no los amenazó. Más bien, se puso en manos del que juzga con
justicia”.
Significado: Jesús dejó las injusticias en manos de Dios.