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El amor que fomenta el espíritu santo se rige por un principio mucho más elevado que el que manifiestan las

personas en general, pues se basan por la norma de la reciprocidad. O sea: “Si me tratas bien, yo también lo haré”. Pero
ese no es un amor de verdad, no es un amor sacrificado, sino un simple intercambio de favores.
Jesús destacó la diferencia en el Sermón del Monte (léase Mateo 5:43-48).
43
” Ustedes oyeron que se dijo: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo’. 44 pero yo les digo que amen a sus
enemigos y oren por los que los persiguen. 45 así demostrarán que son hijos de su Padre que está en los cielos,
ya que él hace salir su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos e injustos.
Al demostrar nuestro amor a ese grado, como discípulos de Jesús imitamos el ejemplo perfecto de Dios.
En vez de pagar a los demás con la misma moneda, los vemos y tratamos como lo hace Jehová. Y como dijo
Cristo le mostramos amor a nuestros enemigos.
El ejemplo de Pablo y Silas ejemplifica bien como se manifiesta esta clase de amor, el relato de Hechos 16:19-34
Muestra como luego que son presos, golpeados y puestos en grilletes en un calabozo, por el carcelero que posiblemente
también había participado en semejante golpiza, cuando son liberados milagrosamente no pensaron en hacer daño a
esta persona y ajustar cuentas con él, al contrario, Movidos por un amor abnegado y sincero interés, lo ayudaron sin
demora, gracias a lo cual abrazó la verdad junto con toda su casa (Hech. 16:19-34).

Como seguidores de Jesús, además, nos amamos como él nos amó, lo que quiere decir que inclusive estamos
dispuestos a sacrificarnos por nuestros hermanos. ¿Hasta qué punto? (1 Juan 3:16). “estamos obligados a entregar
nuestras almas por nuestros hermanos” Al igual que Jesús, tenemos que estar dispuestos a morir los unos por
los otros si es necesario.

En tiempos de persecución, preferimos sacrificar nuestra vida antes que traicionar a nuestros hermanos
espirituales y poner en peligro la suya. Así manifestamos amor verdadero entre nosotros.

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