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Testigos de Jehová

Biblioteca  Revistas  La Atalaya  |  Agosto de 2014

LA BIBLIA LES CAMBIÓ LA VIDA   8

Tenía una guerra contra la injusticia y la violencia


Relatado por Antoine Touma

AÑO DE NACIMIENTO: 1960

PAÍS: LÍBANO

OTROS DATOS: EXLUCHADOR DE KUNG FU

MI PASADO:
Soy de Rmeich, un pueblo del Líbano cerca
de la frontera con Israel. Crecí durante la
guerra civil. Todavía están frescas en mi
memoria las explosiones de minas, que
dejaban sin extremidades a víctimas
inocentes. La vida era muy difícil; vivíamos
rodeados de delincuencia y violencia.

Mi familia pertenecía a la Iglesia Maronita,


una de las iglesias católicas de Oriente.
Éramos 12 en casa, de modo que mi padre
siempre estaba trabajando para darnos lo
necesario, mientras que mi madre se
encargaba de llevarnos a la iglesia. Con el
tiempo, me di cuenta de que tanto la Iglesia
como la sociedad le estaban dando la
espalda a los más desfavorecidos.

Cuando llegué a la adolescencia, me


enamoré del kung fu. Entrenaba muy duro.
Con el tiempo dominé las técnicas de
golpear con manos y pies y el manejo de las
armas propias de las artes marciales.
Pensaba que, aunque no podía detener la
guerra, al menos intentaría detener a la
gente violenta. Así que siempre que veía a
dos personas peleando, intervenía de
inmediato. Era muy impulsivo y me enojaba
con facilidad. En todo el sur del Líbano me
tenían miedo, pues estaba luchando mi
propia guerra contra la injusticia y la
violencia.

En 1980 me inscribí en un club de kung fu


de Beirut. Ni las bombas ni los proyectiles
que caían todos los días me impedían ir a
entrenar. Lo único que hacía era comer,
dormir y vivir como Bruce Lee, un actor
estadounidense de ascendencia china que
era campeón de kung fu. Me peinaba como
él, caminaba como él y hasta gritaba como él al pelear. Nunca sonreía.

LA BIBLIA ME CAMBIÓ LA VIDA:


Mi sueño era practicar kung fu a nivel profesional en China. Un buen día, mientras estaba
entrenando en preparación para mi viaje a China, alguien llamó a la puerta. Yo tenía puesto
mi traje negro de kung fu y estaba empapado en sudor. Cuando abrí, vi a un amigo mío con   9
dos testigos de Jehová. Querían hablar conmigo de la Biblia, pero les dije que yo de eso
no sabía nada. Jamás imaginé que en aquel momento mi vida cambiaría para siempre.

Los Testigos me enseñaron con la Biblia que ningún hombre puede eliminar la violencia y la
injusticia. Me explicaron que esos problemas existen por culpa del Diablo (Revelación
[Apocalipsis] 12:12). Me impresionaron mucho la paz que transmitían y la convicción con la
que me hablaron. También me conmovió saber que Dios tiene nombre (Salmo 83:18).
Además, me leyeron 1 Timoteo 4:8, que dice: “El entrenamiento corporal es provechoso para
poco; pero la devoción piadosa es provechosa para todas las cosas, puesto que encierra
promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir”. Esas palabras tuvieron un gran efecto
en mi vida.

Lamentablemente perdí el contacto con los Testigos, pues mi familia les dijo que no volvieran.
De todos modos decidí dejar el kung fu y empezar a estudiar la Biblia. A mis hermanos no les
gustó la idea, pero yo me había propuesto encontrar a los Testigos para que me enseñaran
más.

Los busqué por todos lados, pero no lograba hallarlos. En ese período, mi padre murió
repentinamente y sufrí otras desgracias familiares. Todo esto me deprimió mucho. Trabajaba
en una empresa de construcción, y cierto día uno de mis compañeros, llamado Adel, me
preguntó por qué estaba tan triste. Entonces me habló de la esperanza de la resurrección
que está en la Biblia. Resultó que Adel era Testigo. Durante nueve meses me dio clases
bíblicas. Fue muy amable y paciente.

A medida que estudiaba, me fui dando cuenta de que tenía que cambiar... y fue difícil hacerlo.
Me enfadaba con facilidad, pero la Biblia me enseñó a controlar mi mal genio y ser menos
impulsivo. Por ejemplo, en Mateo 5:44 está el siguiente consejo de Jesús: “Continúen amando
a sus enemigos y orando por los que los persiguen”. Y Romanos 12:19 advierte: “No se
venguen, [...] porque está escrito: ‘Mía es la venganza; yo pagaré, dice Jehová’”. Gracias a
estos y otros versículos fui desarrollando una personalidad más pacífica.

QUÉ BENEFICIOS HE
OBTENIDO:
Aunque al principio mi familia no quería que
estudiara con los Testigos, ahora los
respetan. De hecho, uno de mis hermanos
se hizo testigo de Jehová y mi madre
defendió nuestras creencias hasta que
murió.

Jehová me ha bendecido con una


extraordinaria y fiel esposa, Anita. Juntos
dedicamos la mayor parte del tiempo a la
evangelización. Desde el año 2000 vivimos
en Eskilstuna (Suecia), donde damos clases
de la Biblia a las personas de habla árabe.
No puedo evitar pensar en las personas que
son víctimas de la violencia. Pero me llena
de paz y alegría comprender por qué hay
tanto sufrimiento y saber que Dios pronto lo
eliminará (Salmo 37:29).

A mi esposa y a mí nos encanta servir a Jehová y hablarle a la gente de él

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