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SEÑOR

TRANSF RMAME
Lección 25

OBSTÁCULOS PARA NUESTRO


CRECIMIENTO ESPIRITUAL

TEXTO CLAVE:
«El que fue sembrado en pedregales es el que oye la
palabra y al momento la recibe con gozo, pero no tiene
raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción
o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza»
(Mateo 13:20-21).

INTRODUCCIÓN
En la parábola del «sembrador que salió a sembrar», Jesús enseñó
que no todos los cristianos que inician el viaje de la fe llegarán a
alcanzar la madurez completa. De hecho, solo la semilla que cayó
en buena tierra (que representa a aquellos que reciben la Palabra
con corazón bueno y dispuesto) alcanzó la madurez y produjo fruto
(Mateo 13:23). Por medio de la «semilla que cayó en pedregales» y
la que «cayó entre espinos», Jesús enseña que algunos de los que
inician el viaje de la fe no llegarán a producir fruto para su gloria.

La diferencia básica entre las semillas que produjeron frutos y las


que no, es que algunas siguieron creciendo, mientras que otras
no. Un grupo sucumbió ante los obstáculos y el otro grupo venció
todos los obstáculos. En cuanto a los factores que obstaculizan el
crecimiento cristiano, podríamos hacer una lista infinita. En esta
lección, estudiaremos lo que la Biblia enseña sobre los factores que
pueden obstaculizar o impedir el crecimiento espiritual y sobre cómo
podemos vencerlos.

1. En la parábola del sembrador, Jesús se refirió a las cosas que


impiden el crecimiento y la madurez espirituales. DISCUTE cada
una de las categorías de «oyentes» mencionadas en la parábola,
y haz una lista de las cosas que obstaculizan el crecimiento
espiritual.

LEE: Mateo 13:1-9; 18-23.


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NOTAS:

Parte de la semilla cayó junto al camino. Este grupo representa a


aquellos que son fríos e indiferentes al Evangelio. Estos ni siquiera
intentan tener fe, por lo tanto no consideraremos este grupo en
nuestro análisis sobre el crecimiento espiritual.

Parte de la semilla cayó entre pedregales. La interpretación


que Jesús le dio a esta parte de la parábola es que «El que fue
sembrado en pedregales es el que oye la palabra y al momento
la recibe con gozo, pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta
duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa
de la palabra, luego tropieza» (Mateo 13: 20-21). A partir de una
lectura superficial de la parábola, es muy fácil interpretar que las
cosas que impiden el crecimiento espiritual de los representados
por la «semilla que cayó junto al camino» son la aflicción o la
persecución que enfrentan a causa de la Palabra. Sin embargo,
este no es el caso. Ellos no son los únicos que enfrentan estos
desafíos en su experiencia. La tribulación y la persecución
aparecen en el camino de todos los que escuchan la Palabra.
Según el apóstol Pablo, como cristianos, «nos gloriamos en las
tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia»
(Romanos 5:3). Como Jesús mencionó en la parábola sobre
los que oyen su Palabra y la ponen por práctica, no importa
la condición de la casa (que representa nuestras vidas), los
ríos vendrán y las lluvias descenderán. Pero lo que determina si
permaneceremos o caeremos es el nivel de nuestra experiencia
con el Señor (véase Mateo 7:24-29). Por lo tanto, no debemos
concluir que la persecución y las tribulaciones le llegan a una sola
clase de cristianos. De manera que es la experiencia de los que
«cayeron junto al camino», y no la tribulación y la persecución, lo
que les impide crecer y producir frutos en el Señor. Su experiencia
espiritual está descrita en estas palabras: «no tenía profundad
de tierra», «no había mucha tierra» y «no tenía raíz» (Mateo 13:5-
6). En sus vidas no había suficiente lugar para que la semilla (la
Palabra de Dios) echara raíz y produjera fruto. La tierra (donde se
planta la semilla) representa el corazón (véase Mateo 13:19).

Parte de la semilla cayó entre espinos. La experiencia de la


semilla que cayó entre espinos es un poco diferente de la que

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cayó entre pedregales. Su problema, a diferencia de la semilla


caída en terreno pedregoso, no es falta de tierra, sino los
espinos que permiten que crezcan en sus vidas. Jesús describió
su experiencia en estas palabras: «parte cayó entre espinos, y
los espinos crecieron y la ahogaron». Luego él mismo proveyó la
interpretación: «el que fue sembrado entre espinos es el que oye
la palabra, pero las preocupaciones de este siglo y el engaño de
las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa» (Mateo
13:7, 22 el énfasis es nuestro).

Aquí se presenta la experiencia de alguien que sí crece


espiritualmente, probablemente mucho más que el oyente
representado por la semilla caída en terreno pedregoso. Sin
embargo, su problema no consiste en que descuide su vida
devocional, o que no la valore. No es que no tengan un deseo
genuino de crecer en el Señor y de hacer su obra. El problema
es que no son lo suficientemente cuidadosos como para impedir
que las cosas malas crezcan en sus vidas. El problema con la
semilla que cae en terreno pedregoso es que no hay suficiente
crecimiento, pero el problema con los representados con la
semilla que cayó entre espinos es que, además de la buena
semilla, también se permite que crezcan los espinos.

En esta parábola, los espinos representan los hábitos pecaminosos


o los pecados acariciados. La experiencia espiritual de estos
oyentes es eventualmente erosionada por otros intereses
igualmente absorbentes. Por lo tanto, como Cristo señaló,
«Ninguno puede servir a dos señores, porque odiará al uno y
amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro» (Mateo
6:24). Este tipo de oyente eventualmente se aferra a los pecados
que permite que permanezcan en su vida y termina alejándose
de Dios. Según el apóstol Pedro, «el que es vencido por alguno
es hecho esclavo del que lo venció» (2 Pedro 2:19). Elena de
White escribió que «ciertamente es triste la condición de los
que habiéndose cansado en el camino, permiten al enemigo
de las almas que les arrebate las virtudes cristianas que habían
desarrollado en sus corazones y en sus vidas» (Hechos de los
apóstoles, p. 425).

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2. ¿Qué solución ofrece la Biblia para asegurar que no seamos


obstaculizados o vencidos en nuestro crecimiento en la gracia?

LEE: Lucas 8:15; Mateo 13:23; Juan 8:30-31; Juan 15:1-5.


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NOTAS:
La versión que Lucas provee de esta parábola da algunos
detalles adicionales acerca de cómo el oyente representado
por la semilla que cayó en buen terreno logró producir frutos.
Se nos dice: «Pero la que cayó en buena tierra son los que con
corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con
perseverancia» (Lucas 8:15). Según este pasaje, la fórmula para
el éxito en vencer todos los obstáculos consiste en (1) recibir la
Palabra con un corazón bueno; y (2) después de haber recibido
la Palabra, retenerla. Luego Dios se encarga de la obra de
producir frutos en nuestras vidas. En otras palabras, la clave para
vencer consiste en que, después de venir a Cristo, necesitamos
permanecer en el taller. Jesús dijo «Permaneced en mí» (Juan
15:4); «Permaneced en mi palabra» (Juan 8:31); «Perseverad
hasta el fin» (Mateo 10:22). Pablo dice, «retengamos firme hasta el
fin nuestra confianza del principio» (Hebreos 3:14); «No perdáis...
vuestra confianza» (Hebreos 10:35); «Permaneced fundados
y firmes en la fe, sin moveros de la esperanza del evangelio»
(Colosenses 1:23).

Para algunos cristianos, el problema no es que no sepan lo que


deben hacer, sino que son presas de la distracción. Sabemos que
a fin de crecer espiritualmente, necesitamos leer nuestra Biblia,
orar, asistir a la iglesia, obedecer al Espíritu Santo y ejercer fe.
Sin embargo, algunas veces nos distraemos por muchas cosas
aparentemente importantes que olvidamos prestar atención a
las cosas que realmente son las más importantes (Lucas 10:38-42).

Además, también es posible descarrilarse. Satanás nos conduce


al pecado y para cuando regresamos al camino, comenzamos
a dudar de si hacer las cosas «correctamente» puede en verdad
protegernos de las tentaciones. Comenzamos a pensar que el

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éxito en la vida cristiana es tan escurridizo que nadie puede


realmente alcanzar tal éxito, cuando el problema real es que nos
hemos descarrilado o distraído. No es que hayamos dejado de
hacer lo correcto (aquello que contribuye a nuestro crecimiento),
sino que no hemos perseverado haciéndolo. Dejamos de
cuidarnos de las distracciones.

REFLEXIÓN
Esta es mi palabra de aliento para ti, querido líder. No solo que
entiendas lo que se requiere para crecer espiritualmente, sino
que también lo pongas en práctica y perseveres haciéndolo.
Deja que Dios se encargue del milagro del crecimiento. Solo
mantén tus ojos en el horizonte. Mantén tus ojos en lo único que
es constante en este mundo—Jesucristo, el Hijo de Dios. «Estado
persuadido de esto, que el comenzó en vosotros la buena obra
la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Filipenses 1:6).

PUNTOS DE ORACIÓN
• Por sabiduría y fortaleza para discernir y vencer todo lo que
pueda distraernos en la vida espiritual.
• Que permanezcamos en Cristo continuamente.

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