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DIEZ TESIS SOBRE LA PERSONA

(textos extraídos de La voluntad de sent ido de Vikt or Frankl)

1. La persona es un in-dividuum: una totalidad. Es indivisible aún en


procesos psicológicos patológicos severísimos.

Masif icación, fanatismo son alteraciones del espírit u. Cuando el hombre se


decentra desde lo espirit ual, se desarma como hombre.

Cuando el sínt oma se convierte en el sent ido de la vida el hombre se encapsula,


se evade. Descubrir el sent ido de la vida implica "autodist anciamiento" para
elevarse, descubriendo así su propia dignidad. Por eso hay pacientes que necesit
an desenmascarar el sínt oma mientras que otros no necesit an hacerlo.
También el sínt oma puede ser vist o desde la simbólica y desde la vivencia.

actitud de vida no e lo mismo que actitud de víctima

protagonist a partido, escindido

Siempre que nos referimos a la personalidad, la asociamos, involuntariamente,


a otro aspect o, que se entrecruza con el concepto de persona: el concepto de
persona de «individuo». Y ést a es ya la primera tesis que present amos aquí:

“ La persona es un individuo: la persona es algo que no


admite part ición, no se puede subdividir, escindir, porque es
una unidad. Ni siquiera en la l lamada esquizof renia, la locura
disociat iva, se l lega realmente a una división de la persona.
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Aun con relación a ot ros est ados patológicos nunca se habla
en clínica psiquiát rica de división de la personal idad. Hoy en
día ni siquiera se habla de
«doble conciencia», sino más bien de conciencia alternat iva. Sin
embargo, durante la época en que Bl euler acuño el término
esquizof renia, no t enía ante sí la imagen de una persona
dividida, sino más bien una disociación de ciert os complej os
asociat ivos, una posibil idad en la que se creía en ese t iempo”

*Ponencia int roductoria a un debate ent re los profesores


Dr. P. Il detons Bet chart (Sal zburgo), Dr. Alios Dempf (Munich)
y Dr. Leo Gabriel (Viena) en el marco de las Jornadas de Escuel
as Superiores de Sal zburgo.

2. La persona es una totalidad. No sólo no se puede partir sino tampoco


agregar.

“ La persona no es sól o un in-dividuum, sino t ambién in-summabil


e: quiero decir sol amente no se puede part ir sino t ampoco se
puede agregar, y eso porque no es sól o unidad sino que es t
ambién una t otalidad. Como t al, t ampoco puede incorporarse
del t odo en clasif icaciones incluyentes, como son, en la masa, en
la clase o en la raza: t odas est as «unidades» o «totalidades»,
que represent an j erarquías en que se engloba al hombre, no
son ent idades personal es, sino a lo sumo pseudopersonal es. El
hombre que cree asimil ar a ellas, en realidad, sol amente se
hunde en ellas; si se asimil a a ellas en cuanto persona, se
abandona a sí mismo.
En cambio lo orgánico, en contraposición a la persona,
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puede part irse y amalgamarse. Por lo menos, es lo que
comprobamos y nos enseñaron los conocidos experimentos de von
Drish que usó para ellos huevos de erizo de mar. Sí, más que eso:
la part ición y la capacidad de amalgamarse hast a son condiciones
y supuest os de algo así como la propagación. De ello se deduce,
ni más ni menos, que la persona, como t al, no puede programarse
por sí misma, sól o el organismo se propaga a part ir del organismo
de los padres; la persona, la mente personal , la exist encia espirit
ual, no puede ser programada por el hombre”

3. Cada persona es absolut amente un ser nuevo.

Es desde lo espirit ual desde donde t rasciende la persona. Hominización

Ver El hombre doliente p. 144/ 145 Hominización ontogénica (=/ = f ilogénica)


plantea el origen de las condiciones de la exist encia. ¿De dónde viene lo espirit
ual? Est a pregunta no t iene una simple respuest a. Toma la idea del
cilindro. Lo espirit ual sost iene. Descubrirlo es como correr velos. En el valor
vivencial el hombre también t rasciende lo espirit ual. No engendramos a un ser
humano sino que los padres colaboramos prest ando la exist encia.. Milagro
siempre nuevo el de la hominización. Es ontogénesis no fologénesis. No
bast a con el momento f ilogenético sino es ontogenético para que se de la f
ilogénesis t iene que actuar la Providencia. No se crea por serie: cada uno es un
nuevo ser. Act o de creación el hombre es imagen y semej anza de Dios.

“ La Persona es absol utamente un ser nuevo. Ref lexionemos: el


padre después del coit o pesa unos gramos menos y la madre
después del parto pesa unos kilos menos, en cambio el espírit u
demuest ra aquí ser un verdadero imponderable. ¿ Acaso,
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cuando su hij o nace, un nuevo espírit u, se vuelven más pobres
de espírit u los padres? ¿ Acaso ellos, cuando en su hij o aparece
un nuevo «tú», un nuevo ser que puede l lamarse a sí mismo:
«yo», pueden ellos entonces l lamarse un poco menos «yo» a sí
mismos?. Ya vemos: con cada persona que viene al mundo, se
insert a en la exist encia un nuevo ser, se le t rae a la realidad;
pues la exist encia espirit ual no puede programarse, no puede
pasarse de padre a hij os. Lo único programable son los ladrillos,
pero no el const ructor”

4. La persona es espirit ual heuríst ica y


facultativa a modo de invest igación como posibil idad el hombre se
contrapone con otras si el org. psicof ísico se opone a lo esencias:
factum espiritual trascendencia

En cualquier sit uación límite est á la posibil idad de t rascender, de oponerse a


los sínt omas, a la sit uación. Luego, t iene la posibilidad de contraponerse. (=/ =
en Jarspers la sit uación límite se impone) para Frankl el hombre puede
contraponerse. Aunque no suf ra se contrapone.

En el arte creativo, en la contemplación hay entrega, no hay contraposición.. Para


poder descubrir el sent ido del suf rimiento para elevarse a la plenitud implica un
proceso de contraposición
Cont raposición no sólo es rebeldía sino que lo espirit ual quiere t rascender, hay
que ver si yo lo permito o no. Exist ir implica para Frankl "est ar por encima
de..." También pudo haber exist ido la contraposición.

“ La persona es espirit ual. Por su carácter la persona espirit ual


se halla en cont raposición heuríst ica y facult at iva con el
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organismo psicof ísico. Ést e, el organismo, es la t otalidad de los
órganos, es decir de los inst rumentos. La función del organismo
–l a misión que debe l lenar para la persona que lo l leva (y a la
que l leva)- es, por lo t anto, inst rumental, y, más al lá,
expresiva la persona necesit a de su organismo para actuar y
expresarse. Como inst rumento que es en est e sent ido, const it
uyente un medio para un f in y, como t al, t iene valor ut il it ario.
El concepto al de valor ut il it ario es el concepto de dignidad;
pero la dignidad pertenece sól o a la persona, le corresponde
naturalmente, independientemente de t oda ut il idad social o
vit al.
Sól o quien pasa por alt o est o y quien lo olvida puede considerar
la eutanasia j ust if icable. Quien sabe de la dignidad
incondicional de cada persona, t ambién t iene absol uto respet o
ante la persona humana, aun ante el enfermo, t ambién ante el
incurable y ante el insano irreversibl e. Real mente no exist e
enfermos «del espírit u», pues el espírit u, la persona espirit ual
misma, no puede enfermarse, y permanece allí, det rás de la
psicosis, aún cuando la mirada del psiquiat ra apenas la puede
dist inguir. Yo he calif icado est o, alguna vez, como el credo
psiquiát rico: est a fe en la cont inuidad de la persona espirit
ual aun det rás de los sínt omas de la enfermedad psicót ica;
pues si no fuera así, decía yo, no t endría sent ido para el médico
curar el organismo psicof ísico, «repararlo». Por supuest o quien
sol amente ve est e organismo y pierde de vist a la persona que
se halla detrás, deberá est ar pronto a dest ruir el organismo
irreparable, ya que no t iene ut il idad: de la dignidad de la
persona que no t iene relación con est e organismo no sabe nada.
La modalidad médica represent ada por un médico que piensa así
es la de un «técnico médico»; pero est e t ipo de médico, el

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puramente t écnico y con t al pensamient o muest ra que para él
el hombre enfermo es meramente un «hombre máquina».
No sól o la enfermedad afecta únicamente al organismo psicof
ísico pero no a la persona espirit ual, sino t ambién el t rat
amiento. Sea dicho est o respect o al problema de la
leucotomía. Tampoco el bist urí del neurociruj ano, o como se le
dice hoy, psicociruj ano, logra t ocar la persona espirit ual. Lo
que la leucotomía puede lograr (o causar) es inf luir sobre las
condiciones psicof ísicas baj o las que permanece la persona
espirit ual, y, siempre que sea indicada la operación en cuest
ión, las condiciones a la larga mej orarán. Así la indicación de
est a int ervención depende del cálculo que se haga ent re el mal
mayor y el mal menor; hay que considerar si el handicap que
provocaría la operación es menor que el causado por la
enfermedad. Sol amente entonces se j ust if ica la int ervención.
Final mente incumbe a t oda act ividad médica la necesidad
inevitable de sacrif icar, es decir, pagar con un mal menor, para
«comprar» las condiciones baj o las cuales la persona pueda
realizarse y lograr plenitud sin est ar l imitada y encerrada por la
psicosis.
Uno de nuest ros propios enfermos había suf rido de una grave
enfermedad compul siva y había sido t ratado durante muchos
años, no sól o con psicoanál isis y con psicol ogía individual sino t
ambién con shocks insul ínicos, de cardiazol y con elect
roshocks sin resul do¹. Ent onces, después de mis propios
ensayos inút iles en psicot erapia, indicamos la leucotomía que
resul t ó un éxit o sorprendent e. Pero dej emos que hable la
enferma: «Me va mucho mej or, puedo volver a t rabaj ar como en
el t iempo cuando est aba sana : las ideas obj et ivas est án, pero
me puedo defender de ellas. Antes, por ej emplo, no podía leer
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de t anta compulsión; tenía que leer todo como diez veces;
ahora ya no necesito repetir nada.»
¿Qué pasaba con sus intereses estéticos? –acerca de los cuales
varios autores afirman que desaparecen -: «Para la música
vuelvo a tener, por f in, un gran interés.» ¿Qué sucedía con su
interését ico? La enferma mostró gran compasión e inspirada por
ese sent imiento expresó el deseo de que se ayude a otros
enfermos de la misma manera que a ella. Y luego le preguntamos
si se sent ía dist int a de alguna manera: «Yo vivo ahora en ot ro
mundo, no puede expresarse con palabras; antes el mundo para
mí, era sól o un vegetar, pero no una vida, est aba demasiado
atormentada; t odo eso se ha ido; lo poco que surge t odavía, lo
puedo superar rápidamente.» (¿Ust ed considera que sigue
siendo ust ed misma?)
«Yo soy dist int a ahora.» (¿Cómo?, ¿en qué sent ido?) «Ahora
vale la pena vivir.» (¿Cuándo volvió a ser ust ed misma?) «Ahora,
después de la operación; t odo es mucho más natural que
entonces; antes t odo era compul sión; t odo lo que exist ía para
mí era obsesión; ahora t odo es más bien como debe ser;
encuentro el camino de vuelta; antes de la operación no era un
ser humano, sino una calamidad y para mí misma; ahora ya me
lo dicen los demás, que est oy completamente dist int a.» A la
pregunta directa sobre si había perdido su yo contest a lo siguient
e: «El yo lo había perdido; debido a la operación volví a mí
misma, a mi persona.» (Est a expresión había sido
cuidadosament e evit ada durante el int errogatorio.) Por lo
t anto, est a persona había alcanzado el est ado humano,
había logrado ser «ella misma»².
No es sol amente la f isiol ogía la que no l lega hast a la persona, sino
que t ampoco la psicol ogía lo logra –por lo menos cuando ha
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caído en el psicol ogismo. Para lograr divisar a la persona o por lo
menos ubicarla en su categoría, se necesit ará más bien una
noología.
Es sabido que hubo una vez una «psicol ogía sin alma». Ya est á
superada hace t iempo; pero a la psicol ogía de hoy no
puede evit ársel e reproche de que la mayoría de las veces
es una psicol ogía sin espírit u. Est a psicol ogía sin espírit u es,
como t al, no sól o ciega para la dignidad de la persona, como lo
es para la persona misma, sino t ambién ciega para los valores,
ciega para aquellos valores que son el correlato mundano del
ser personal : para el mundo de los sent idos y los valores como
cosmos; ciega para el logos.
El psicol ogismo proyect a los valores del ámbito espirit ual hacia
el plano del alma, donde se vuelve plurivalentes; sobre est e plano,
ya sea el de la psicol ogía, ya el de patología, no se pueden dist
inguir ent re las visiones de una Bernandet t e y las alucinaciones
de cualquier hist érica. Suel o hacérsel o comprender a los est
udiantes de la facultad cuando les señal o el hecho de que la
proyección bidimensional circular de una esf era, un cil indro y un
cono no permite dist inguir de qué se t rata. En la proyección
psicol ógica, la conciencia se t ransf orma en un super yo o en la
«int royección» de la imagen paterna, y Dios se t ransf orma en la
«proyección» de est a imagen, cuando, en realidad, est a int
erpretación psicoanal ít ica es, en sí misma, una proyección,
a saber: una proyección psicol ogíst ica”

5. La persona es exist encial.


Signif ica que la persona no es fáctica ni pertenece a la facticidad.
Ser exist encial implica ser facult at ivo es la posibilidad del hombre para t
rascender y decidirse (libertad).
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Just amente porque el hombres es un ser facultativo es que en psicot erapia se
apela a ello. Su elección es la más valiosa. El terapeuta no la da sino que ayuda
a descubrir la posibilidad para que el paciente pueda t rascender y decidir.
Para ello el terapeuta apela a est o facultativo que est á en el hombre, que exist
e de acuerdo a su propia posibilidad.

El hombre se contrapone a los exist enciales: la culpa, el suf rimiento y la


muerte (TT + t ríada posit iva)

Lo facultativo, en sit uación se sínt oma no se ve pero est á. Est o implica, para
el terapeuta, creer 100 % en el hombre, allí est á la persona. Facult at ivo:
Capacit ado para. Llegar allí implica para el terapeuta un lugar de mayor t
ranquilidad, de menor ansiedad, más humanismo, menos intelectualist a, se
reflexiona desde la exist encia y no sobre la exist encia.

La posibilidad más concreta es que el paciente apele a su dignidad de


persona.
¿hacia dónde se orienta? La vida, los valores, la reputación, la creatividad. Es
persona porque la persona es exist encial. La persona la va a desarrollar. Oj o la
posibilidad también puede est ar orientada hacia la muerte, porque el hombre se
orienta hacia el valor o el disvalor. En lo terapeútico se t rabaj a para que se
ordene hacia la vida.

Aunque nadie elige un valor por sí mismo. El hombre siempre est á buscando un
bien, aún en el suicidio, ya que no elige obj et ivamente por la muerte, elige
porque considera que es lo mej or para él.

Aclaración en Psicoanál isis y Exist encialismo entender dest ino por fáctico.

Voluntad de sentido: intencionalidad que la persona t iene hacia el valor.


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El sent ido est á dado por el valor.Valor de situación  Valor (objetivo)

Para mi universal
Valor vivencial

decido desde mi libertad


para y cont ra qué

El valor no es una impronta moral, es un bien que busca ser actualizado en una
escala j erárquica natural. Luego, lo más valiosos para mi es aquello que me
ayuda a encontrar sent ido. Pero la voluntad de sent ido  esf uerzo para
encontrar sent ido de la exist encia.

En cambio, lo que no cambia nunca es la misión: es el sent ido con mayúsculas,


es el gran sent ido Para Jung a la misión la precede la visión. Implica una escala
de valores. Para Frankl la visión se da en la dimensión pre-lógica e intuit iva. En lo
más profundo del Ser, en lo más intuit ivo. Pre-lógica en el ej e del cilindro es
quien le muest ra, es la conciencia. Es la guía para descubrir en un golpe de vist a
el hombre puede descubrir la posibil idad. Ahí descubre su sent ido y cuando
ahonda en el sent ido (= vocación: llamado que no varía) la Misión. (La
presencia ignorada de Dios) Para Frankl est á en el carácter dialogal de la
conciencia. Jung habla de la huella arquetípica que est á en la visión.

El llamado est á en el ej e del cilindro, luego la Logoterapua que ahonda en lo


religioso, desde lo más profundo del Ser.

“ La persona es exist encial: con est o se signif ica que no es fáct


ica ni pertenece a la fact icidad. El hombre, como persona, no es
un ser fáct ico sino un ser facultat ivo; él exist e de acuerdo a su
propia posibil idad para la cual o contra la cual puede decidirse.
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Ser hombre es ante t odo, y como siempre vuelvo a decir, ser
profunda y f inalmente responsabl e. Con eso t ambién se signif ica
que es más que meramente l ibre: en la responsabil idad se
incluye el para qué de la l ibertad humana – aquello para lo que el
hombre es l ibre -, a favor de qué o cont ra qué se decide.
En cont raposición al psicoanál isis, la persona est á, desde el
punto de vist a de un análisis exist encial y t al como he t rat
ado de bosquej arla, no determinada por sus inst int os sino
orientada hacia el sent ido. En oposición a la ópt ica psicoanal ít
ica, la analít ica exist encial, no aspira al placer sino a los valores.
En la concepción psicoanal ít ica de que el hombre est a impul
sado por el sexo (l ibido) y en la concepción de la psicol ogía
individual según la cual est á condicionado social mente (a t
ravés de un sent ido de comunidad), no vemos ot ra cosa que
una modalidad deficiente de un fenómeno

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más primigenio: el del amor. El amor es siempre la relación entre un yo
y un t ú, de cuya relación, desde el punto de vista psicoanalítico, no
queda más que el «ello» de la sexualidad, mientras que en la visión de la
psicol ogía individual queda una socialidad ubicada, yo diría, en el «se».
Si el psicoanálisis ve a la existencia humana como dominada por
una voluntad de placer, y la psicología individual la ve como
determinada por la voluntad de poder, el análisis exist encial,
cambio, la ve como gobernada por una voluntad de sent ido. El la
conoce no sól o la «lucha por la vida» y, t rascendiéndol a, la
«ayuda mutua» (Pet er Kropokin), sino el esfuerzo por encontrar
el sent ido de la existencia – y ayuda mutua en esta lucha -.
Concretamente, la ayuda en esta lucha es aquello que l lamamos
psicoterapia: es esencial mente una medicina de la persona (Paul
Tournier). De allí que en la psicoterapia no se trata, finalmente,
de un cambio en la dinámica efectiva o en la energía inst int iva,
sino de un cambio de actitud existencial”

6. La persona es yoica .
Tiene sus raíces en lo espirit ual y est o es en lo más profundo del Inconscient e.
La esencia es = al yo, est á en lo más profundo del Inconscient e Espirit ual. A
est e le concierne la Fe inconscient e y lo religioso inconscient e, como innata
relación inconscient e y a menudo reprimida del hombre con la t rascendencia.

Trascender es salir de uno mismo para encontrarse con otro y también incluye
a Dios (TÚ).

Quien es ateo igual t iene la conciencia de Dios, su religiosidad est á reprimida


porque no llega al Tú pero sí est á la conciencia

En el A. E. Dios est á obrando en cada persona pero cada uno es libre para
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abrirlo o no. Psicot erapia al alcance de t odos.

Alfried Längle comienza desde el valor vivencial y luego al valor t rascendent al.

Cont rapone: antagonismo noopsíquico. Est e contraponerse es facult at ivo


Puede darse o no la contradicción hay que ver cuándo y en qué circunst ancias.
En est e contraponerse se incluyen los dos credos psiquiát ricos. Ej el depresivo
que se entrega cuando empieza a contraponerse "más allá del sint oma"  que
empieza a trascender a los condicionamientos y se empieza a preguntar ¿qué me
est á diciendo est a depresión? Cómo puedo aprender de est o que me pasa? Así
se apela a lo espirit ual.
Hay un antagonismo en el hombre pero que no siempre se contrapone:
antagonismo noo-psíquico. Se contrapone pero también se autodist ancia del
conflicto. En ese autodist anciamiento es que puedo verme en sit uación.
Desplazamient o corporal con las manos: sínt oma cambia por sent ido, luego
est oy descubriendo un valor y est o no implica intelectualizar.

“ La persona es yoica, o sea no responde al ello, no se halla baj o


la dict adura del ello, una dict adura en que Freud pudo haber
pensado cuando af irmó que el yo no era amo en su propia casa.
La persona, el yo no puede derivar del ello por lo inst int ivo, ni
dinámica ni genét icamente; el concepto del yo inst int ivo hay
que rechazo por ser completamente cont radictorio. Con t odo,
la persona –t ambién ella- es así mismo inconscient e y
precisament e, es allí donde t iene sus raíces espirit uales
(...) es no sól o facult at iva sino obligadamente inconscient e.
En el origen, fundamentalmente el espírit u es irref lej o y por
eso, ej ecución puramente inconscient e. Así que debemos dist
inguir muy cuidadosament e ent re el inconscient e inst int ivo, el
mismo con que el psicoanál isis t iene que ver, y el inconscient e
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espirit ual. Al inconscient e espirit ual la fe inconscient e, la
religiosidad inconscient e como innata relación inconscient e, y a
menudo reprimida del hombre con la t ranscendencia. Es mérito
de C. G. Jung haberla aclarado; sin embargo, el error que
cometió consist ió en localizar est a religiosidad inconscient e
donde se localiza la sexual idad inconscient e: es decir en el
inconscient e inst int ivo, en el “ ello” . Para la fe en Dios y a Dios
mismo no se me arrast ra, sino que debo decidirme por El o
contra El ; La religiosidad es del yo o no exist e en absol uto.”

7. La persona brinda unidad y totalidad

Vimos que en el cilindro, en la unidad lo espirit ual es el ej e que integra las


otras dos dimensiones del ser, por eso dice "brinda"

Cilindro es la ontología dimensional, se manej a el espacio. En el tema de la


exist encia, en cambio, se manej a el t iempo. Exist encia  ser que es en toda su
dimensión

“ La persona no es sol o unidad y t otalidad en si misma ( ver


puntos 1 y 2), sino que la persona brinda unidad y t otalidad: ella
present a la unidad f isico-psicquico-espirit ual y la t otalidad
represent ada por la criat ura hombre. Est a unidad y est a t
otalidad sól o est a brindad, fundada y dispensada por la
persona; se const it uye, se

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funda y garant iza sol amente por la persona.Nosot ros, los
hombres, conocemos a las personas espirit ual sol o en coexist
encia con su organismo psicof isico. El hombre, entonces,
represent a, un punto de int eracción un punto de t res niveles
de exist encia [*]; lo f ísico, lo psíquico y lo espirit ual pues es
unidad o t otalidad pero dentro de esa unidad y t otalidad, lo
espirit ual del hombre se cont rapone a lo f ísico y lo psíquico.
Precisament e en est o consist e lo que una vez l lamé
antagonismo noo-psiquico. Mientras que el paralelismo psicol
ógico es obligado, el antagonismo no psíquico es facult at ivo: es
siempre sol o u8na posibil idad simpl e poder; por supuest o un
poder al que siempre hay que volver apelar; y es el medico
quien debe apelar: siempre de nuevo se t rat a de apelar al poder
de resist encia del espírit u, como lo he designado cont ra la – sol
o aparentemente- poderosa psicof isis. Just amente, la
psicot erapia no debe desoír est a l lamada, lo he denominado
el segundo credo, el credo psicot erapeutico: la fe en est a
capacidad del espírit u del hombre, baj o
cualquier circunst ancia y condiciones, de
desapegarse de lo psicof isico y ubicarse a una dist ancia
fecunda. Si no valiera la pena – de acuerdo con el primer credo,
el psiquiát rico- ´ reparar´ el organismo psicof ico, por
no ser una persona ínt egramente espirit ual la que, a pesar
de su enfermedad, espera recuperarse, entonces nosot ros – de
acuerdo con el segundo credo- no est aríamos en condiciones de
apelar a lo espirit ual en el hombre para que of rezca su poder
de resist encia a lo psicof isico, pues no se daría el antagonismo
noo-psiquico

[*] Así como se habla de niveles, t ambién podría hablarse de


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dimensiones. Por como la dimensión espirit ual pertenece solo
al hombre, es la verdadera dimensión, de la exist encia humana.
Si se proyecta al hombre desde el ámbito espirit ual, que le
corresponde nat uralment e, al plano de lo merament e
psíquico, o f ísico, se sacrif ica no solo una dimensión, si no j
ustamente la dimensión humana. C. F. Paracel so “ solo lo
elevado del hombre es el hombre”

8. La persona es dinámica

Hipost asear es dar sut ancia  pasarse a otro nivel de la sust ancia. Lo fáctico
cuando lo espirit ual t iene otro nivel , implica cambiarla de dimensión. Se
puede salir de lo espirit ual sin hipost asear.

Dinámica  intencionalidad, signif ica que el hombre descubre valores y lo


hace con el autodist anciamiento "crecimiento desde el valor" a partir de una sit
uación de suf rimiento. Luego descubrir el valor es descubrir un sent ido. En est o
consist e la dinamis en la intencionalidad hacia el tú y el Tú. Est o refuerza el
carácter dialogal

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con la sit uación, con uno y con el otro. En El hombre doliente dice Frankl "el
Espírit u se define como pura dinamis"

Autodist anciamiento: es "verse en sit uación" e  un giro desde la actitud.


Cuando giro el sínt oma se desplaza (t rasciende) y así veo el sent ido. Aunque
no es necesario tener sínt omas, también puede ser una duda ¿por qué a mí?
¿para qué? A partir de un vínculo, una relación, un encuentro, me sient o
enriquecido porque me pude ver.

(Película Tierra de Sombras libro de Lewis. La pena observada)

Cada uno puede sabe el sent ido de la sit uación. Ot ras veces se necesit a el
proceso que equivale a un t iempo interno para poder descubrir el sent ido. Hay
un momento exist encial en la sit uación límite paciente no ve el ¿para qué? y
se quedan en el
¿por qué a mi?

Dentro de la corriente Fenomenológica se incluyen dist intos recursos pero lo


primero es ver que tengo una persona frente a mi que me dice yo suf ro y me
pregunta ¿por qué a mi? En ese momento exist encial yo sólo est oy como
terapeuta, comienza una relación yo-tú "est oy acá para acompañarte"
Es una pura dinamis, en la que est oy "j unto al otro" ambos est amos
siendo
(dasein). Compart o su llanto y el otro percibe que yo est oy.

El carácter dialógico est á también dado en el diálogo con la conciencia y el


diálogo con Dios. En el exist ir, Ex-ist ir  salir de sí mismo y se enfrenta.
Diálogo con uno mismo  en relación con, porque se habla del yo t rascendent e.

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“ La persona es dinámica: j ust amente por su capacidad
de dist anciarse y apartarse de lo psicof isco es que se manifiest a
lo espirit ual. Per ser dinámica no debemos hipost asiar a la
persona espirit ual, y por eso no podemos calif icarla de subst
ancia, por lo menos no en el sent ido corriente. Ex- sist ir signif
ica sal irse de sí mismo y enfrentarse de sí mismo, y eso lo
hace la persona espirit ual en cuanto se enfrente como
persona espirit ual, así misma como organismo psicof isico. Sól o
est e autodist anciamiento de sí mismo como organismo psicof
isico, const it uye a la persona espirit ual como t al, como espírit
u. Únicamente cuando el hombre entabla un diálogo con sigo
mismo se desglosa lo espirit ual de lo psicof isico.”

9. El animal no es persona.
Sección aúrea también en el cilindro donde cada parte contiene y da unidad a las
otras. el paso previo ( La Presencia ignorada de Dios)

Sentido-------Suprasentido

t rasciende
el hombre en acto de
Fe t rasciende en Dios
pero el hombre t iene que
dar el paso previo.

La Fe entendida como Fe en el valor que da sent ido, allí est á la presencia de


Dios para Frankl. También es importante la Fe en el hombre, la Fe en la
persona, la Fe en la vida. Cada uno desde su libertad verá hacia donde va a
llegar (moral t rabaj o, etc. son todos valores), pero Dios est á present e.

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“ El animal no es persona, puest o que no es capas
de t ranscenderse y enfrentarse a si mismo. Por ello el animal
no posee el correlato para ser persona, no t iene un mundo sino
un medio ambiente. Si t rat amos de ext rapolar la relación
animal- hombre, respect ivamente medio ambiente-mundo l
legamos al mundo superior. Si queremos determinar la relación
del medio ambiente (est recho) del animal al mundo (más
amplio) del hombre y de ést e, ot ra vez a un mundo superior
(omniabaracante) se nos ofrece como una comparación la
sección áurea. De acuerdo a ella la parte menos es la parte
mayor, como la parte mayor al t odo. Tomemos el ej emplo de un
mono a quien se le aplican inyecciones dolorosas para obtener un
suero. ¿Podría comprender el mono por qué debe suf rir? Dent ro
de su medio ambiente no es capaz de seguir las ref lexiones del
hombre que lo incluye en sus experimentos. Pues no es admitido
al mundo humano, un mundo de sent idos y valores. No puede l
legar a el, no alcanza su dimensión: pero, ¿no debemos
considerar que el mundo humano es t ranscendido por un mundo
cuyo sent ido, un sent ido superior, le puede ser dado sol amente
por el dolor? Del mismo modo que un animal desde su entorno no
puede entender el mundo humano, el hombre t ampoco puede
aprehender el mundo superior, excepto por un int ento de
alcanzarlo, de present irlo por la fe. Un animal domest icado no
sabe las razones por la que el hombre lo usa ¿cómo puede saber
el hombre qué sent ido t rascendent e como t otalidad?

10. La persona no se comprende a sí misma sino desde el punto de


vist a de la t rascendencia. Es una llamada.
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La intencionalidad en el valor es la t rascendencia. Por eso es una l lamada. Es una
llamada a la conciencia (órgano de sent ido que muest ra el bien y el mal) (La
presencia ignorada de Dios)

Inconscient e Espirit ual: símbolo del oj o en el punto ciego, punto donde el hombre
puede ver y descubrir el sent ido pero siempre guiado por la conciencia. El punto
ciego del oj o es la unión del derecho con izquierdo con el nervio óptico para
interiorizar la imagen implica "poder ver" poder ver un valor. (Ante el vacío
exist encial)

En el corazón de la Logoterapia est á el hombre religioso y el marcapasos de ese


corazón es la conciencia. Honest o: actitudes del corazón, contemplar lo genuino en
nosot ros. Se apela a lo genuino para que t rascienda (=/ = Psicoanálisis donde se
desenmascara sínt omas)

Voluntad de sent ido implica intencionalidad. La conciencia muest ra como un f lash.

“ La persona no se comprende a sí misma sino desde el puntos de


vist a de la t rascendencia. Más que eso: el hombre es t al, sól o en la
medida en que se comprende en la t rascendencia, t ambién es sol o
persona en la medida que la t rascendencia lo hace persona: resuena
y reverbera en él la l lamada de la t rascendencia. Est a l lamada de
la t rascendencia lo recibe en la conciencia.
Para la logoterapia, la religión es y no puede ser ot ra cosa que un
t ema, nunca una posición básica. La Logoterapia deber manej arse
más acá de la fe en la revelación y responder al int errogante por el
sent ido desde más acá de ala bifurcación que divide la visión del

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mundo de t eist a y ateist a. Si de est e modo no int erpreta el
fenómeno de la fe, no como una fe en Dios, sino en el sent ido más
amplio de una fe en el sent ido, entonces es absol utamente legit imo
que se ocupe del fenómeno de la fe. Se at iene al parecer de Alber
Einst ein que dice que “ preguntar por el sent ido de la vida signif ica
ser religioso” .
El sent ido es una pared det rás de la cuál no podemos ret roceder y
que , simpl emente, t enemos que aceptar, est e sent ido últ imo
debemos aceptarlo, por que ya no podemos averiguar nada más allá
de el dado que al int entar responder al int errogante por el sent ido
de la exist encia, la exist encia del sent ido ya se presupone. En
resumen, la fe de hombre en un sent ido, es a la manera kant iana
una categoría t rascendent al. del mismo modo que sabemos desde
Kant que de alguna manera no t iene sent ido int errogarse sobre
categorías del espacio y t iempo, simpl emente por que no podemos
pensar, y por eso, t ampoco podemos preguntar sin presuponer el
espacio y el t iempo del mismo modo, la exist encia del hombre es
desde siempre un exist ir de acuerdo a un sent ido aunque sea
desconocido. Exist e algo como una premonición del sent ido, una
premonición y un present imiento del sent ido, t ambién subyace en la
base de la l lamada “ voluntad de sent ido” de la logoterapia. Si lo
quiere o no, si lo sabe o no, el hombre cree en un sent ido mientras
respira. Hast a el suicida cree en un sent ido, aunque no sea en el de
la vida del seguir viviendo, es al menos en el del morir. Si no
creyera en ningún sent ido, no podría mover ningún dedo y por eso
no podría proceder al suicidio” .

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