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Supuesto de Neutralidad y Epistemología Vincular.

(segunda parte)

Publicado en:
MALPARTIDA, A. D., y MALPARTIDA, A. R . 1999. Supuesto de neutralidad y
epistemología Vincular (segunda parte). En: Winnicot polémico y actual Tomo I,
ponencial del VII Encuentro Latinoamericano sobre el pensamiento de Donal W.
Winnicot, Buenos Aires.

Daniel Malpartida
malp.daniel@gmail.com

Alejandro Malpartida
alejandro.malpartida@gmail.com




Antes de dar inicio a un proceso psicoanalítico, incluso antes de las entrevistas, un


psicoanalista debiera preguntarse una ves más, lo que es la neurosis para el psicoanálisis
actual, sino que es la neurosis de acuerdo al modelo teórico y técnico que maneje. Debiera
preguntarse cuales son sus aproximaciones actuales y que aspectos de la técnica y de la
teoría ha dejado de lado y porqué.

Hoy un analista debiera tener presente su coparticipación en el imaginario social y


consecutivamente extender su reflexión hacia el imaginario profesional que ha de
compartir. (Carlinsky, l999).

Es a partir de algunas interrogantes que un pequeño gran grupo de pensadores lograron


generar un cuerpo teórico y técnico que ha cuestionado desde la epistemología varios
supuestos básicos del denominado psicoanálisis clásico. Estos psicoanalistas ubicaron el
trabajo psicoanalítico dentro de un proceso que a nuestro entender es el sustento de la tarea
analítica, esto es la relación, el vinculo, la reciprocidad, la observación y la contra-
observación.

Winnicot el más destacado dentro del Interland europeo encontró en París a sus más
eminentes ensayistas, tales como Pontalis, Manoni, Andree y Green. Otro de los grandes
pensadores fue Deveraux (1994) quién destaco probablemente antes que ningún otro, la
reciprocidad entre observador y sujeto observado así como los efectos concomitantes sobre
uno y otro.

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Dentro del psicoanálisis latinoamericano debemos mencionar a Liberman y a su grupo de
trabajo quienes abordaron rigurosamente los procesos antes indicados dedicando artículos
referidos a las configuraciones vinculares.

llegados a este punto, puntualizaremos que es la relación analista-analizando y los


conceptos de neutralidad y singularidad del analista quienes guiaran el presente trabajo.

El Mito del Analista Impersonal

El científico impersonal, dueño de una objetividad a toda prueba y de un razonamiento libre


de afectos y de prejuicios es ante todo una fantasía de la ciencia clásica y de un gran
segmento de la ciencia oficial actual. Esta idea de científico (o de analista impersonal) se
sigue desde el naturalismo romántico hasta el reduccionismo sociobiológico actual y es
tributaria clara de las bases del pensamiento cartesiano.

El cartesianismo y la imagen disyunta del mundo respecto del llamado mundo natural ha
sido y sigue siendo en gran medida el estilo argumental clásico en ciencia y dentro del
psicoanálisis. Quiere decir que las formas contrarias de un mismo eje argumental pueden
ser replicadas por miles. Así el sujeto y el objeto bajo esta óptica son entidades a priori, el
azar es un argumento de la medida de máxima indeterminación, el caos es el nombre de una
regularidad no bien determinada etc. En consecuencia, este es un mundo dual pero
determinado en el objeto, o para expresarlo mejor, en la objetividad del sujeto. A su vez la
supuesta objetividad permite la validación de los argumentos contra referente de
experiencia, cosa que tautológicamente corrobora la objetividad del sujeto pero que es
ciertamente, un predicado del objeto.

Es esta concepción del mundo, que supieron enseñarnos y que nos esforzamos diariamente
por aprender, la relación, el vínculo, la reciprocidad como filosofía no tuvo lugar. Para la
mayoría de los corpus científicos este es un mundo dado, de objetos o de realidades que
dimanan al investigador quien elucubra interacciones, transacciones y coacciones entre
otras formas de acción.

Sin embargo si hablamos de relación, debe enfatizarse el hecho de que ella esta conectada a
la experiencia como temporalidad e historia. En tal situación y circunstancia, no hay
posibilidad de una experiencia “ahistorica” (sin historia, fuera de la historia). La
irreversibilidad surge entonces como condición de la experiencia y no ya solo como
reformulación de los conceptos clásicos en termodinámica. Desde la relación, la
irreversibilidad se traduce como la lógica de la historia y esto es así porque es la lógica de
lo vivo, (Paci, l954).

Si cualquier comunicación debe entrar en el espacio relacional de la naturaleza humana y


como tal en el proceso de experiencias e historia, la realidad surge entonces de esa situación
histórico existencial y es comprensible y ordenable solo en el interior de tal situación. Dejar
de lado la relación y el carácter de emergente de la experiencia en toda toma de decisión, es
tener la creencia de que los argumentos científicos son acontextuados en su significación,
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que lo “aprocesal” (sin proceso) y “ahistorico” es lo que caracteriza al sujeto de la relación
y que en ello se basa su carácter de objetividad y de validación argumental.

El mito del analista impersonal surge entonces de aquella visión que disocia el entorno lo
que nos lleva directamente a la problemática dentro fuera, realidad psíquica versus realidad
fáctica situación que al llegar al final del siglo entra–a un debate crucial, para un
psicoanálisis que aguarda del reencuadre epistemológico y como consecuencia el teórico y
técnico, la razón de ser de su presente y su futuro.

Hoy en día parece más satisfactorio dar cuenta de un doble juego de pertenencia y
participación. El juego tiene lugar en ese escenario que es el setting, la zona donde ocurren
fenómenos consecutivos. En efecto dos personas, entran en relación, la relación globaliza
sus inconscientes, sus preconcientes, sus consientes, el paradigma cultural del que forman
parte y no debe dejar de mencionarse el anudamiento significativo desde el nacimiento a
sus respectivos sistemas de parentesco.

El setting es el campo bipersonal de Baranger y Baranger (1969), la zona donde analista y


analizando van abriendo y generando un método de trabajo, de experimentación, de
aprendizaje recursivo y es el lugar donde se descubre, circula y se comunica conocimiento.
Puede afirmarse que se trata de una relación cognitiva. Inmerso en tal experiencia resulta
inaceptable la posibilidad de permanecer “intocable, inalterable, impersonal o neutral”.

Uno de los resultados más eficaces de la teoría relacional y luego de la técnica


psicoanalítica es que no recorta al paciente colocándolo en la antípoda de su propia
psicopatología.

Supuesto de Neutralidad y la Presencia Real del Analista,

Para nosotros, el concepto de relación va directamente ligado al concepto de singularidad


del analista, término esbozado por Freud en l905 y que espera ser extendido pues es una
palabra clave que determina en gran medida las técnicas futuras. La singularidad presenta
desde luego aspectos explícitos, como implícitos de la persona del analista que deben ser
estudiados. Otro término que podemos proponer es el del analista como estímulo. ¿Somos
conscientes de ese valor y lo que solemos provocar en nuestros analizandos?

En todo caso analista y analizando en el proceso recursivo planteado están entramados por
los códigos, los avatares pasados y presentes de su cultura. Un ejemplo puede concurrir a
aclarar este ultimo punto, en el sentido de lo que significa pertenecer, en un momento dado,
a una situación inevitable.

En los hechos de violencia terrorista que asoló al Perú desde el año 1980 hasta los
primeros años de la década de los 90, era tal la presión de la violencia que provenía del
entorno que esta irrumpió en el setting psicoanalítico. Este hecho y situación llevo a
replantear incluso en los más adversos la noción clásica de “pureza del setting”. Este es otro
supuesto básico que difícilmente podría resistir un comparendo epistemológico como el que
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estamos planteando, ya que parte como hemos dicho de una disociación que puede leerse
así; “realidad externa versus realidad interna”.

La realidad de la forma que se enuncie, desde la más ingenua hasta la más abstracta o
crítica ha estado, está y estará en el marco de trabajo analítico. El punto en discusión es que
se la ha recortado sobre la base de la oposición que predica externo versus interno. La
realidad puede internalizarce como formas del Yo, ideal del Yo, super Yo, procesada por
el mundo subjetivo de las mil y una forma posibles que la subjetividad pueda darle. El
punto radica en no negarla en no negar la percepción del analizando ni la del analista.

Mucho podríamos decir, pero bastará para nuestros fines, agregar que tal recorte ha servido
a la consolidación universal de una defensa profesional, ya que ubica al psicoanalista en
ejercicio, fuera del campo de la acción, erigiéndose para nosotros como un sujeto
inimaginable que con su subjetividad ejerce la no acción, la neutralidad. Sin embargo, ha
ido mediando los pasajes de los interno y de lo externo, reglando lo objetivo de lo
subjetivo, llegando a producir al menos en el discurso escrito a un “no sujeto” pero que
“interpreta”.

En rigor, si observamos detenidamente el consultorio que tuvo Freud en Viena y


posteriormente en Londres, evidenciamos en ambos que, su espacio, su campo de trabajo,
su setting, reflejaba manifiestamente sus intereses, sus gustos estéticos y en consecuencia
grandes aspectos de su persona, es decir que incluía con transparencia su singularidad
como persona y luego de analista. Era un setting libre de prejuicios. Al contrario
recordamos a Meltzer proponiendo la asepsia total como si esto fuera posible, cuando en
verdad ni siquiera es posible en una sala de criocirugía. Insistía además en sus seminarios
que nunca había que darle la espalda al analizando y afirmó con orgullo que en su consulta
no tenía mayor decoración, excepto una mariposa dibujada en una lámpara.

Posiciones por el estilo podrían seguir enumerándose, solo recordaremos aquí como un
analista didacta nos informaba en sus seminarios de técnica psicoanalítica que el no daba la
mano a sus pacientes, técnica aprehendida a su ves de su propio analista didacta. Lo
anterior no es más que la ausencia de sentido común, sumido en un supuesto artificio
técnico de ’índole reduccionista o más bien de un realismo ingenuo.

Deveraux (op.cit) fue muy preciso al señalar que nuestros analizando aprenden mucho de
nosotros, por la sencilla razón que la naturaleza de la ocultación (supuesto de neutralidad)
revela indirectamente la forma de lo ocultado, debido al testeo permanente, hora tras horas
días tras día, mes tras mes, año tras año que realiza el analizando del vinculo que él tiene
con su analista.

Ahora y en consecuencia diremos que el “psicoanalista nunca es invisible”, esto una


obviedad, pero tan solo aparente. En primer lugar, debemos ser cocientes del efecto de alto
nivel del estimulo, de lo que puede desencadenar el analista, en y sobre su analizando.
Recíprocamente ya lo habíamos señalado el analizando va captando y procesando las
perturbaciones que como analizando activa en su analista.

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Este encuentro de los dos actores en la escena que es el setting trae el signo de una
violencia inaugural, para decirlo con Aulagnier y Catoriadis (1988); “es un encuentro con
lo desconocido”, incluso si analizando y analista puedan ya haber configurado ese
encuentro en el plano imaginario. Es inevitable, cualquier ficción es superada cuando lo
que se relaciona son dos cuerpos, dos mundos psíquicos a través de los afectos y del
discurso en ese lugar que llamamos setting.

En este sentido es muy pertinente mencionar aquí el trabajo de Lancelle (1997) titulado “La
perturbación del paciente en relación con la adecuación del analista”. Para el autor
cuenta antes que nada lo que en conjunto le sucede al paciente con su analista y viceversa,
el modo en que este recibe y responde al analizando. Lo que al final nos lleva la misma
conclusión, el analista no puede ser un “No-Yo” que ejerce todo tipo de acciones.

Debemos seguir con el segundo predicado que es complementario del anterior y que dice
“el analista no es ni puede ser un espejo o pantalla”. Técnica de reflejar, o aparecer
intocable. Si seguimos la descripción objetual, lo primero que debe decirse es que un reflejo
no es el rayo que incide.

La pareja analítica esta atravesada y en relación por franjas fantasmáticas, imaginarias,


simbólicas y reales. Están inmersos en una red de comunicaciones y metacomunicaciones
recíprocas, podemos llamar a este fenómeno filigrana comunicacional sea tipo consiente e
inconsciente.

Estos dos actores forman una complexión comunicacional con los factores antes señalados
a los que podemos agregar la oferta pulsional reciproca, que afecta de un lado la
transferencia del analizando y la contratransferencia del analista de forma total o parcial. El
participar de una epistemología relacional va junta a un tipo de analista que en su técnica,
en su paradigma profesional desdice de los recortes y de las oposiciones a ultranza y se
condice con las reverberaciones que produce el analizando en él.

Winnicott y la Singularidad del Analista: Viñeta Clínica

“Llega a mi consultorio un viernes- el día en que se saca provecho del trabajo de toda la
semana-. En esta paciente hay una clara pauta semanal, y este viernes se caracterizaría
por la calma después de la tormenta, incluida alguna preparación para el fin de semana.
En el caso de esta paciente, ciertas cosas tiene que permanecer siempre iguales. Las
cortinas han de estar corridas, la puerta de la habitación cerrada, pero sin llave, de modo
que pueda entrar directamente. La disposición de los objetos en el cuarto debe ser siempre
la misma, aunque hay algunas variaciones que corresponden a la relación trasferencial.
En el momento que hablo, el objeto constante se halla situado en una determinada posición
sobre el escritorio y tengo acumuladas junto a mi algunos papeles esperando que ella me
los pida de vuelta.” .

“Este viernes a despecho de mi meticulosa inspección previa del cuarto, he dejado los
papeles encima del otro objeto en ves de colocarlos a mi vera. La paciente entra y ve estas
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modificaciones y cuando yo llego a la escena, me encuentro con la catástrofe. Desde el
mismo instante que entro a la habitación veo lo ocurrido y sé que tendré mucha suerte si
podemos recuperarnos de la catástrofe en una cuantas semanas.” .

Sigue diciendo Winnicott “Quizá - esto ilustre en que forma una paciente se sensibiliza
con respecto al encuadre y sus detalles. En otro análisis tal vez haya modificaciones
permanentes, el paciente las advertirá o no, serán o no importantes, pero no provocaran
una catástrofe. Esta paciente, en cambio, no podía hacer otra cosa frente a sus reacciones
que dejar que se produjeran. Tras su reacción inicial que fue irrazonable al máximo,
empezó a volverse razonable y a la postre termino preguntándome que tenía ella para que
la gente se condujera tan mal. Me pidió que habláramos en definitiva sobre esto ¿Qué
había hecho ella para que yo cometiese tal error? Un error que quebró por entero el
proceso analítico y la evolución de ella y arruinó la labor de toda la semana?.”
(Winnicott, 1993:125).

Winicott explica que converso sobre este punto con la paciente, con un resultado favorable,
que no siempre se dará. Lo destacable para nuestro estudio es lo que Winicott le dijo, vale
decir la acción que tomo frente a lo ocurrido.

“Ese día en particular, pude decirle a la paciente que, por lo que yo sabia, ese error
catastrófico que yo había cometido tenía una motivación inconsciente. Imaginaba -le dije-
algunas de las razones que me llevaron a cometerlo, pero en mi opinión, era un problema
mío y no una reacción ante algún aspecto de ella”. (Winnicott, op.cit)

A continuación la paciente y el analista trabajan con el material y una serie de


explicaciones e interpretaciones que la paciente va entendiendo. Al final Winnicott le dice
“Lo Cierto Es Que Yo Soy Así, y Si Usted Continua Conmigo Comprobará Que Vuelvo a
Hacer Cosas Similares Con Una motivación Inconsciente, Porque Así’ Soy yo”.
(Winnicott, op.cit: 126)

En efecto como él dice se salvo por un pelo sin engañar a nadie, tan sólo declarando sus
imperfecciones.
Lo primero es que incluye el concepto de singularidad del analista tanto en su dimensión
fenoménica como implícita. El concepto de singularidad como lo hemos dicho fue tan s—lo
esposado por Freud, ya en l905 y trabajado por algunos analistas.

En segundo lugar su declaración es útil al paciente en la medida que lo saca de la culpa


obsesiva contra sí mismo. Lo que consecutivamente estabiliza la relación haciéndola más
manejable.

El tercer punto, es que él esta diciendo a su paciente que el analista puede equivocarse
como cualquier otro ser humano, de tal modo que reduce la omnipotencia del analista
frente a su analizando.

En cuarto lugar la declaración del analista permite una corrección de parte del paciente de
lo que percibía del analista, lo que es en sí mismo terapéutico. Se trata de no negra la
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percepción del paciente, escudándose en el silencio o en el exceso de neutralidad. Por el
contrario le esta diciendo a su paciente, si es verdad, usted percibió bien. Ahora que esa
percepción esté a su ves determinada por su elección subjetiva no cabe ninguna duda.

El quinto punto es que puede asumirse que este tipo de intervenciones abren nuevos
camino a la relación por un lado y a la transferencia por otro. El ocultamiento del analista
en la neutralidad excesiva puede en verdad tomarse como un rasgo patológico entro del
proceso analítico y colocar, en el ejemplo anterior, al paciente en la antípoda de su propio
delirio, en la confusión, o en la sensación de locura. El silencio y la neutralidad le hubieran
dado este mensaje a la paciente. "Usted esta loca, esta delirando, usted percibe mal la
realidad, Ud. es artificiosa". Todo lo anterior y más a partir del acto silencioso del
analista. En verdad aquellos que hemos trabajado a–os supervisando sabemos que es as’.
Sabemos de las catástrofes que generan los silencio de los analistas cuando se protegen en
el supuesto de neutralidad sin tomar en cuenta, su propia singularidad, su propia capacidad
de estimulo para con el analizando. Aquí cabe decirle al analista. "Usted también percibe
mal la realidad" o "su neutralidad es patológica"

El sexto ítem es que la intervención de Winicott incluyendo su singularidad vale no solo


para los pacientes ubicados en la psicoptalogía de los bordes, sino para cualquier otro
paciente calificado como neurótico. Pues no son pocas las veces que ocurren estos
episodios en un análisis de larga duración, donde el analista comete estos errores para
entender que pueden ser utilizados en beneficio del análisis sin este cuenta con una teoría
basada en la relación que incluye la singularidad del analista. El no admitir tal fenómeno
implica dejar fuera la realidad individual, social y cultural que ambos compartan.

En l969 Los Baranger incluyeron la singularidad real del analista en lo que ellos
denominaron el campo de trabajo.

Declaraciones Sobre la regla de "abstinencia" o "Neutralidad".

Lo primero que diremos que ambas reglas están impregnadas de realismo ingenuo, de
naturalismo romántico en el mejor de los casos. Intimidad y compromiso son el binomio y
los requerimientos centrales de nuestra tarea. Si apuntamos a ser críticos podemos afirmar
y de acuerdo a las nuevas propuesta que ambas reglas encuentran su anclaje en la
omnipotencia de una teoría y de una practica que desdice del vinculo, que nos deriva a la o
omnipotencia del analista. Recordemos para dejar hitos en el camino, la siguiente cita de
Winnicott: “La psicoterapia tiene lugar en la superposición de dos campos de juego, el del
paciente y el terapeuta. La psicoterapia tiene que ver con dos personas que juegan juntas.
Significa que los dos van diseñando por intermediación de la experiencia de intercambio
un tipo de juego que los distinguirá de otros juegos terapéuticos. Si el juego se detiene, es
el profesional quien indica la forma de retomarlo y seguir jugando.” (Winnicott, op.cit)

Al estudiar los casos consignados Freud no se tiene la impresión de que la atmósfera fuese
manifiestamente neutral, austera o rígida y lo mismo vale como ya señalamos para el
consultorio donde él trabajaba. Freud concibió una situación experimental adecuada a su
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modelo teórico, el del psicoanalista cómodamente sentado en lo que Leclaire (1990) llama
"el desvergonzado sillón del analista". La experiencia freudiana incluía el supuesto de no
observación del analizando, si bien es cierto que es una convención aceptada por los
analistas, no es menos cierto que a esta alturas de la investigación no podemos engañarnos
en la premisa de que el analizando no nos observa y que incluso no nos interpreta.

Sobre el mismo punto, Greenson (1976) pensaba que si bien Freud subrayaba en sus
escritos los aspectos de privación de la situación analítica, lo hacía porque el peligro mayor
era que los analistas cedieran a la presión y reaccionaran y actuaran con sus pacientes.
Greenson afirmaba que el proceso analítico se complicaba-refiriéndose a su alianza de
trabajo - si el analista tomaba demasiado literalmente las dos propuestas freudianas, el
analista como espejo y la regla de abstinencia.

Fenichell (fide Greeson, 1976) insistía en que el analista debía ser humano y le espantaba el
que muchos pacientes suyos se manifestaran sorprendidos por su naturalidad y franqueza.

Loewald (1960), da un paso más al afirmar que son necesarias las satisfacciones legítimas
del mismo modo que son fundamentales la actitud y las intenciones terapéuticas del
profesional.

Para Carlinsky (op.cit), la abstinencia a ultranza lleva a la negación o al ocultamiento de la


singularidad real del analista, la que provoca una sensación de artificialidad, irrealidad e
incomodidad, lo que atenta contra la motorización vivencial del recuerdo.

Nosotros pensamos que el supuesto de Neutralidad llevado al limite se traduciría


directamente en el analizando como exceso de aflicción y frustración lo que por
encadenamiento desemboca en análisis interruptus o en análisis interminables y que puede
ubicar al analizando en una posición masoquista. Por lo demás la neutralidad que puede ser
una defensa del analista atenta directamente contra la posibilidad de un vinculo terapéutico.

La relación analítica se caracteriza por poner en juego dos situaciones, dos aspectos
mutuamente contradictorios que deben complementarse y que deben tolelarse, como diría
Winicott respecto a la paradoja y que demandan una ardua labor afectiva y mental tanto al
analista como al analizando. Es una relación asimétrica, dispareja y es realmente necesario
que así sea -ya lo sabemos-, donde el poder del analista reside en su conocimiento y en el
hecho absolutamente comprobable de que él centraliza la información. A su vez los
analizandos se quejan de tanto en tanto de esta relación de desigualdad, protestan y ponen
en tela de juicio el método por considerarlo injusto. Ante esta evidencia un primer grupo de
analistas estará dispuesto a comprometerse en el análisis de las quejas. Un segundo grupo
optara por escudarse en el supuesto de neutralidad, en el mito de analista impersonal.
Nosotros pensamos que el analizando tiene derecho en este caso a una explicación de
porqué las reglas son así en la relación analítica.

Lo anterior significa que no es posible el trayecto por el dolor que se le propone al


analizando y que es la propuesta central e Irreductible del Psicoanálisis sin explicarle al
analizando el porqué lo hacemos así.
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La neutralidad excesiva, la neutralidad como soporte y ocultamiento, fue una más de las
utopías de la llamada modernidad, que caen frente a las nuevas formulaciones en ciencia
que no predican de un modelo disociante (Malpartida y Malpartida, l986).

Insistir en la neutralidad del psicoanalista a ultranza se presta aun a otras discusiones de


fondo: ¿Cómo podemos ser neutrales si al hablar de la conducta, de las fantasías, de lo
simbólico, de lo imaginario, de los transferencial y contratransferencial,? ¿podemos
simultáneamente dar cuenta de aspectos de nuestra propia conducta tal y cómo ocurre en las
supervisiones? En otro capitulo trataremos de la neutralidad como patología.

La mejor interpretación psicoanalítica parte de los afectos, del mundo subjetivo del analista,
estudiamos dentro de nosotros las perturbaciones del analizando al permitir que estas
ingresen a nuestra dimensión de sujetos analistas y es entonces cuando trabajamos con
mayor calidad y eficiencia.

El problema de la posición neutral del analista requiere de una exhaustiva revisión y


reformulación. Nueva valoración y ubicación en el corpus teórico y técnico del
psicoanálisis. Pensamos que el falso criterio de neutralidad o la neutralidad exagerada - la
neutralidad patológica - ha sido la causa manifiesta de los equívocos, distorsiones y
prejuicios en la observación, en el registro y por ende en las interpretaciones de los datos.

Ya no es posible caer en el realismo ingenuo, en valernos contradictoriamente de la


neutralidad, de un objetivismo basado en nuestra subjetividad, en la posición omnipotente
de que como observadores, no somos observados o contraobservados, influidos,
mediatizados por nuestros analizandos.

Bibliografía Citada:

Aulagnier, P. y C. Castoriadis (1988). La violencia de la interpretación. Amorrortu


Editores. Buenos Aires.

Baranger, W. y M. Baranger (1969). Problemas del campo analítico. Kargieman,


Buenos Aires.

Carlinsky N. (1999). La singularidad real y la función analítca. Trabajo Presentado


en el 41 Congreso Psicoanalítico Internacional. Santiago de Chile, 25-30 de julio.

Deveraux G. (1994). De la ansiedad al método. En: Las ciencias del comportamiento.


Siglo XXI Editores. México.

Greenson R. (1976). Técnica y práctica del psicoanálisis. Siglo XXI Editores.


Mexico.

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Lancelle G. (1995). La perturbación del paciente en relación con la adecuación del
analista. Presentado En La Asociacion Psicoanal’tica Chilena, marzo de 1995.

Liberman D. (1995). Del cuerpo al símbolo. Editorial Ananke. Santiago de Chile.

Leclaire S. (1990). Matan a un niño. Amorrortu Editores. Buenos Aires.

Loewald , H.W. (1960). On The Terapeutic action of psycho-analysis. Psycho - Analitic.


41:16-33.

Malpartida D. y A. Malpartida (1996). Supuesto de neutralidad y epistemología vincular,


primera parte. Quinto encuentro Latinoamericano sobre el pensamiento de Donald
Winicott. Teoría, técnica y clínica. Lima.

Paci, E. (1954). Tempo e relatzione. Edit. Taylor-Torino, Torino.

Winnicott D. (1993). Exploraciones psicoanaliticas I. Editorial Paidos. Buenos Aires.

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