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En la educación es imposible ser efectivos si no somos afectivos. Prof.

Pérez Esclarín

LUIS BIGOTT y la contribución a la pedagogía contra hegemónica. Es decir, una pedagogía


emergente, alternativa e intercultural

Para transformar nuestra manera de actuación y convertirnos en maestras o maestros amorosos,


debemos identificar los componentes que caracterizan la pedagogía del amor, entre los que
destacan: la afectividad, la alegría, la espiritualidad, la tolerancia, la motivación, el asombro, la
expresividad

Si en verdad, este valor o sentimiento se trabaja en las aulas de clases, la sociedad podría
experimentar cambios reales, y se vería el sentido verdadero del ser humano, que no es más que
valorar a sus pares, como así mismo.

Por otra parte, el amor en la pedagogía, no solo se debe tomar como una mera teoría, este
debe ser promovido por el ejemplo, que a su vez va a evitar situaciones mal vistas, y se enfocará
en situaciones que afiancen los valores, la moral y la ética.

En este sentido, los docentes deben ser modelos para los estudiantes, ya que así se puede
influenciar más en los estudiantes. Para esto, los docentes deben valorar a los estudiantes y creer
ellos, sin discriminar y a su vez motivar y ayudar a superar las dificultades.

Lograr todo esto, requiere de una reflexión profunda por parte de los encargados de dirigir
las aulas de clases; en este caso los docentes. Son los docentes, los que deben promover un
ambiente alegre, pues se ha formado para enfrentar problemas. Por tanto un docente debe ser
proactivo, que impulse el trabajo desde el ejemplo, invirtiendo su tiempo con dedicación,
demostrando y fomentando los valores.

Con aplicación de estos enunciados, las aulas de clases y los estudiantes, y los mismos
docentes, promoverán un ambiente propicio, para que la enseñanza-aprendizaje se dé como un
acto atractivo; donde las estrategias, técnicas, contenidos, y evaluaciones se desarrollaran sin
inconvenientes, puesto que todos se sentirán a gusto en el entorno escolar, evitando así, la
competencia, la discriminación, la repitencia, exaltando de esta manera el valor de cada
estudiante como persona y al docente como formador.

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