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Mi relación con Dios es buena, ha ido madurando con el tiempo, y este crecimiento va
creando en mí, mayor confianza en la Providencia de Dios; claro que hay que reforzar
aspectos como la oración, para que sea más y de mejor calidad.
He experimentado que la Palabra de Dios es sabiduría de vida y por ello no puedo
prescindir de ella, y la busco por diversos medios: ya sea en la Santa Misa o en el Evangelio
del día por Medios Electrónicos.
Me confieso con frecuencia, pues al estar en contacto con la Palabra de Dios crea en mí,
una conciencia mayor del bien y el mal. Prestando mi servicio en el Ministerio de Música
en mi Capilla logro otra forma de comunicación y alabanza con Dios por medio del canto.
Todos los días al salir de casa y ver como viene naciendo el sol, sentir en mi rostro su calor,
al ir en carretera y ver las flores sus colores, los cerros y montañas siento la grandeza de
Dios y pienso que solo alguien con tanto amor y perfección puede ser el creador y le digo:
“Gracias mi Señor”.
Ha sido un reto para mí, eliminar prejuicios sobre personas o cosas; pero he ido
avanzando en ello: cuando pienso que no soy perfecta, que me equivoco y que me
gustaría ser tratada con misericordia y que primero debo ser yo quien aplique la
misericordia.
Ciertamente no soy una persona reservada, me gusta hablar mucho aún cuando estoy en
silencio, callar el pensamiento es lo más difícil para mí, y debo reconocer que muy poco he
avanzado en ello.
Si alguien necesita de mí, siempre hago hasta lo imposible por acudir al llamado. Me gusta
ser servicial y útil para los demás; aunque a mi esposo e hijos no les gusta mucho, pues
piensan que ese tiempo que dedico, es de ellos.
Mi relación con la Virgen María es muy especial, desde que las Hermanas Religiosas me
enseñaron a amarla, descubrí en ella a una aliada, que es mujer como yo y amada por Dios
y que también es madre. Me gusta rezar el Santo Rosario, en él encuentro paz y esperanza
en los momentos de turbación. Es un bálsamo para nuestros hermanos difuntos; por ello,
no desdeño la invitación a rezar por el eterno descanso de un familiar o vecino, ya sea por
aniversario o “levantada e Cruz”.
Con respecto a mi cuerpo nunca estuve del todo conforme, aceptarme tal cual soy ha sido
una lucha en la cual aún me encuentro; no obstante, agradezco todos los días a Dios la
salud con la que me bendice, pues gracias a ella puedo trabajar, viajar con la catequesis y
ser una mujer independiente para trabajar por mi familia y servir a mis hermanos. Pero
debo reconocer que no cuido mucho de ella, pues cuando llego a tener algún malestar
siempre pospongo mi atención, dando a otras cosas la prioridad.
Desde pequeña tuve un carácter fuerte y por consiguiente no conté con la simpatía de
muchas personas. Con el tiempo y la catequesis lucho por lograr la mansedumbre, caigo y
me levanto por la gracia de Dios.
Procuro ser honesta conmigo misma y si tengo que reconocer defectos lo hago. Sé pedir
perdón cuando es necesario. Así mismo, reconozco mis cualidades, aunque no me es fácil
pues soy insegura. No me acepto con mis defectos, pues me causan mucho problema,
pues me pesan demasiado. Soy coherente con lo que digo y hago la mayoría de las veces.
Mis sentimientos más frecuentes son de agradecimiento a Dios, he dejado de preguntar
¿Por qué a mi? Procuro estar mas serena aun cuando las cosas están muy difíciles y confió
más en Dios. No hay sentimientos más fuertes que yo, pues he aprendido a perdonar y
dejar ir lo que me hace daño. No ha sido siempre, pues aún me gana el ímpetu y puedo
llegar a ser hiriente. Me considero una mujer libre para dar lo que tengo y dispuesta a
recibir lo que los demás me quieran compartir.
Tengo un deseo muy fuerte para Evangelizar, ya que corre dentro de mí una emoción muy
especial de hablar de aquél a quien ya conozco y amo. Compartirlo y decirles a todos
sobre lo maravilloso, misericordioso y generoso que es; que nos ama y quiere estar con
nosotros. Por eso, cuando canto y alabo al señor, sacio esa gran necesidad de
comunicarlo. Estoy segura de tener un verdadero espíritu de servicio en mi apostolado,
sobre todo porque tengo disposición de ir a lugares lejanos, a ésos a donde nadie quiere o
puede ir. Estoy convencida que el Trabajo en equipo es ideal para el logro de objetivos y
metas. Encomiendo a Dios las necesidades materiales y espirituales con las meditadoras
con quien comparto la catequesis. Hago oración por las vocaciones, pero siento que me
falta reforzarla.
Con respecto a las cosas que no puedo cambiar, me cuesta ser tolerante. En algunos casos
he llegado a ignorarlas, pues no he encontrado la manera de manejarlas; y para no entrar
en confrontación he recurrido a tener momentos de silencio.