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MI TESTIMONIO

Mi nombre es Abel Carpiña Rivera. Y hoy día veo como es que Dios tiene el control de todo, que
todo tiene un propósito, y que cuando nuestro Dios escoge a sus ciervos, por mas escusas que
podamos presentar, así como Moisés al ser enviado a presentarse frente a faraón, no podemos
evadir el llamado Dios.

Tengo la gran bendición de haber nacido en una familia creyente, y aunque eso no garantiza que
uno permanezca en los caminos del Señor, de manera personal, si es un gran ejemplo ver a mis
padres trabajar en el ministerio. Mi padre Marcos Carpiña Zamora, fue pastor de la Iglesia Jesús es
el Camino, en el estado de México. Hoy adorando a nuestro Señor Jesucristo en su presencia. Mi
madre Eunice Rivera Vázquez, que actualmente es presidenta de la Sociedad Femenil Nacional de
Proyectos. Son un gran referente personal para seguir en el camino del Señor y servirle con esa
misma devoción.

Soy el hermano mayor de dos hermanos más; Rubén Carpiña Rivera, que es anciano y tesorero. Y
de Rosa Belem Carpiña Rivera, maestra de escuela dominical. Ambos trabajando en la Iglesia Jesús
es el Camino.

Dios me ha bendecido al formar una hermosa familia con mi esposa Josefa García Antonio. Y
disfrutar de dos coronas en nuestras vidas, Josué Abimael Carpiña García y Abdiel Jaziel Carpiña
García.

Reconocí al señor Jesucristo como mi salvador a la edad de 8 años. En el año de 1991 en la Iglesia
Emaús, durante una escuela Bíblica. Ubicada en Ciudad Cuauhtémoc Ecatepec estado de México.
Al pasar algunos años, aproximadamente a mis 12 años, con el apoyo y oportunidad del pastor
Alberto Pérez Otero y su esposa Cristina Santos. Empecé a tener oportunidades para poder dirigir,
en los cultos de oración. Esa semilla y esas participaciones que desde temprana edad pude
realizar, terminarían de germinar años mas tarde.

A la edad de 18 años, y al no contar con jóvenes en mi Iglesia Local, decidí salir a buscar un lugar
en el cual pudiera congregarme con algunos jóvenes. Fue entonces que con el permiso de mi
padre y Pastor Marcos Carpiña, empecé a visitar algunas de las Iglesias de la región, para poder
convivir con jóvenes cristianos. Después de algunos meses, y con motivo de una acción de gracias
que mis padres relazaron por haber terminado mi bachillerato, llego un grupo de Jóvenes
invitados por mi padre, acompañados por el hermano Juventino Becerra, participaron con un par
de cantos, y me agrado la convivencia junto a ellos, identificándose como los jóvenes de una
misión en Tacubaya, Al sur de la ciudad.

Sin saberlo, Dios me estaría preparando para ser apoyo en este grupo de jóvenes. Después de un
breve tiempo decidí visitar esta misión. Contando con el permiso de mi pastor, empecé a
congregarme en la conocida misión de Tacubaya, al ir integrándome en esta misión, conocí al
hermano Lucas Bowyer. Quien estaba como responsable directo de esa misión, poco a poco Dios
me permitió ir apoyando en la organización junto a los jóvenes que ahí se reunían, logramos
organizar la dirección de los cultos, quienes impartirían las meditaciones y devocionales, así como
también organizar la limpieza de ese establecimiento. Fue en este grupo que conocí a la que
después de unos años sería mi esposa en el año de 2009. Seguimos apoyando en esta misión,
ahora como matrimonio joven, compartíamos experiencias con los demás muchachos, y aunque
con falta de experiencia, Dios nos uso para poder impartir consejería precisamente a otros
matrimonios también jóvenes como nosotros.

Un poco antes de que esta misión se cerrara, tuvimos una platica junto a los jóvenes que estaban
como lideres, en presencia del hermano misionero Lucas Bowyer, sin saber que en esos momentos
Dios nos estaría realizando la primera llamada para estar a su servicio, pero como primeros
responsables en este caso de una misión. Tal vez por temor, quisa por falta de crecimiento
espiritual o por falta de compromiso, rechazamos esa gran responsabilidad de quedar como
encargados y de seguir animando a los jóvenes que aun asistían en este lugar ya que muchos se
habían casado y cambiado de lugar de residencia y algunos pocos continuaban ahí, ahora entiendo
era un enorme privilegio. Un par de meses después, la misión se cerró.

Pero al igual que Jonás, no nos podemos escapar de sus designios, y su voluntad se cumple.
Después de haber cerrado la misión de Tacubaya, decidimos regresar e integrarnos nuevamente a
la Iglesia Jesús es el Camino. En la cual después presentar nuestra carta por pare del hermano
Juventino Becerra hacia el pastor Marcos Carpiña, nos integramos nuevamente, apoyando en los
eventos como la convención nacional, confraternidades, clausuras y todo en lo pudiéramos apoyar
ahora como matrimonio. Fue así como llego el tiempo en el cual Dios espeso a trabajar en mi vida,
si bien antes me negué a servirle, ahora sería el momento en el cual no habría forma de pasar la
estafeta a alguien más. El 25 de noviembre del año 2018, daría un paso muy importante en mi vida
espiritual, y ese seria aceptar el cargo como anciano de la Iglesia, ahora iniciaría una etapa nueva,
procure involucrarme mas en lo relacionado a la iglesia, y apoyar sin la necesidad de recibir una
encomienda. Pero nuestro Señor aun esperaba más de mí, ahora veo que no era suficiente lo que
hacía, que había algo que me hacía falta, y no era la disposición, tampoco las ganas, me hacía falta
mirar las necesidades de los demás hermanos. Y tal como lo dice en las escrituras, Jehová dio, y
Jehová quito; sea el nombre de Jehová bendito.

Antes de llegar a cumplir dos años como anciano de la Iglesia, Dios llamo a mi padre a su
presencia, el 18 de Junio del 2020. No recuerdo ese momento con dolor, sino todo lo contrario,
veo en ese acontecimiento la misericordia de mi Señor, y el como él es bondadoso con sus siervos
cuando se entregan a su ministerio. Porque mi padre nos decía, me gustaría que cuando me llame
el Señor, no sufra, que se algo rápido, sin dolor, no me gustaría llegar a viejo y darles carga y
molestia, y Dios se lo concedió, cuando fue llamado por el creado, no fue de viejo, no estuvo en el
hospital, no sufrió. En ese momento comprendí, que servir a Dios de corazón es un privilegio, que
en verdad el corazón entregado 100% al Señor no es en vano.

Después de esa fecha, con el apoyo de los ancianos, quede momentáneamente al frente de la
iglesia, aun en pandemia, animando a los hermanos, organizando los cultos, y viendo que muchos
de los hermanos no podían salir por enfrentar molestias físicas por enfermedad, decidimos iniciar
las trasmisiones. Después de mas de un año, en el mes de septiembre del año 2021, reanudamos
los cultos presenciales. En una junta realizada con los lideres de la Iglesia en el mes de Abril ya del
año 2022, la Iglesia decido que quedara como pastor interno. Siendo instalado por el pastor
Alberto Pérez Otero y el pastor Bersain González, en ese mismo mes de Abril del año 2022.
La manera en la cual miraba a la iglesia cambio totalmente, Dios me guio hasta ese momento y me
coloco en una posición que me permitió desprender totalmente la venda de los ojos, ver la
necesidad de los hermanos no fue la misma, si bien orar es un recurso esencial del creyente y que
a través de ella podemos pedir por los hermanos, comprendo ahora que también lo es el
conversar con ellos de sus necesidades, que no es solo saludarles y decirles Dios te bendiga, sino
estar con ellos en medio de sus problemas. Que no solo es pedir que sean resueltas sus
necesidades, sino que la bendición de Dios esta en el dar, y no en recibir, que no importa lo grande
de un apoyo o ayuda que se pueda compartir, si no el deseo de mostrar que estamos para ellos.

Ahora entiendo que el discipular no es solo el leer y memorizar, sino estar juntos en el crecimiento
de la fé. Cuidar de la Iglesia de Cristo es mantenernos en unidad, fraternidad, crecer juntos
espiritualmente, no dejar que ninguno se quede atrás. Sino como el buen pastor ir por la oveja y
traerla al redil. Entiendo que no hay descanso, mientras un miembro del cuerpo de Cristo no se
sienta bien. Porque si algún miembro por mas pequeño que este sea falla, no funcionamos
correctamente, mostrar verdaderamente el amor unos a otros tal y como Dios nos ha amado.

Aun me falta mucho por aprender, me falta mucho por alcanzar, mucho por crecer. Pero se que
Dios aun trabaja en mí, y que en el seré perfeccionado.

Las luchas podrán llegar, los problemas no faltarán, pero yo y casa, serviremos a Jehová.

Dios bendiga mi ministerio como esposo, como padre, como responsable de la iglesia, y como
miembro del comité regional del estado de México. Dios bendiga a cada siervo que día a día
trabaja en la mies del Señor.

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