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Estimados estudiantes para empezar a compartir con ustedes el desarrollo de este módulo, en primer término les propongo

que lean y disfruten del siguiente párrafo de Marcelo Percia -Psicoanalista, escritor, formador  contemporáneo Argentino -
que nos puede  ayudar a anticipar una noción sobre la temática central de la asignatura:  la subjetividad.

En estos escritos propongo pensar el diálogo como trabajo de recepción y experiencia de demora. Y pienso que en ese diálogo,
en ocasiones, obra una invención. Y que la subjetividad (también) se inventa...

Percia M. Una subjetividad que se inventa

Como plantea el autor en el párrafo anterior, pondremos el acento en el diálogo y en la subjetividad como una invención,
como una creación más que como una esencia o substancia determinada.

La intencionalidad de este primer módulo es compartir con ustedes algunas cuestiones que se encuentran en debate en
torno a nociones construidas en el discurso de la Modernidad. Dichas nociones, alrededor de la categoría Sujeto, que
organizaron el discurso de las ciencias humanas y sociales durante mucho tiempo, en la actualidad son puestas en discusión y
deconstrucción.

Los invito a que se dispongan a transitar por un campo de problematizaciones teóricas -como dice Percia, a una experiencia de demora en las palabras- alreded
mencionados.

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Como eje conceptual integrador, se plantea la subjetivación en el territorio político y en particular se busca realizar una
crítica a las concepciones esencialistas.

En el recorrido de este módulo intentaremos hacer un ejercicio de pensamiento que nos permita resolver los siguientes.

Unidad 1. La cuestión del sujeto en discusión

Los invito en este primer tramo del módulo a que puedan hacer un ejercicio cognitivo de  identificar y  luego  poner en
discusión y debate algunas nociones propias sobre subjetividad ,  que se fueron construyendo a partir  del sentido común, la 
experiencia o  formación  teóricas previas.

Me interesa que la actividad que a continuación les propongo, la resuelvan desde sus creencias, nociones previas, sentido
común y representaciones.

Los invito a ver el video Hoy Bailaré del músico y compositor León Gieco.

Disponible en: https://www.youtube.com/results?search_query=hoy+bailare+leon+gieco

Espero que hayan disfrutado del mensaje que propone León Gieco en esta canción y podido empezar a evocar nociones
alrededor de la subjetividad a partir del lenguaje estético .Por ahora las mantendremos en suspenso para introducirnos en un
breve desarrollo que contextualice la temática planteada.

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A continuación los invito a realizar la Actividad 1.

El concepto de sujeto puede ser abordado desde distintas disciplinas, teorías y discursos, requiere de una mirada múltiple
que pueda incluir la complejidad de sus significados. Para aproximarles algunos de los sentidos más relevantes se opta por
destacar algunas cuestiones que aportan el Psicoanálisis y la Filosofía Política Contemporánea que luego, con la lectura, van a
poder profundizar.
 
En primer lugar, no nacemos sujetos sino que nos hacemos sujetos, es decir que la subjetividad se va construyendo en un
amplio y complejo proceso que se da en una determinada cultura y en el vínculo con un otro significativo (un semejante). Es
decir que la constitución subjetiva se despliega y juega en términos de una relación- de identificación- del sujeto con otros
(presentes o ausentes reales o imaginarios).

En segundo lugar, el psicoanálisis destaca la dimensión deseante, es decir que nos caracterizamos por ser inacabados,
incompletos y que esa misma condición es la que nos moviliza a la búsqueda, la imaginación, la creatividad de aquello que
falta o está ausente.

En tercer lugar, el Sujeto se encuentra incluido en una cultura que regula, ordena y ofrece o no instancias donde el deseo
pueda expresarse y en este proceso el sujeto se transforma en un sujeto social y ético.

Finalmente, la subjetividad, es decir, la existencia singular de cada sujeto, su posición y la relación que mantiene con el
mundo, es una producción histórica no solo por el proceso que implican los tiempos de constitución, sino que es efecto y
producto de determinada época política, social y cultural.

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A continuación los invito a seguir el recorrido sobre la noción de sujeto que se realiza en el capítulo: Yo, tú,
él, ¿quién es el sujeto?, perteneciente al libro titulado “De Sarmiento a los Simpson cinco conceptos para
pensar la educación contemporánea” de los autores Caruso M y Dussel.

En el capítulo mencionado se hace un rastreo sobre sentidos y significados alrededor de la categoría de sujeto desde distintas
perspectivas teóricas. La invitación entonces es a leer y poder complejizar estas nociones iniciales que expresaron frente a las
diversas figuras del video de León Greco.

Para pensar los procesos de intervención con sujetos estigmatizados con relación al delito,  resulta interesante alejarse de
una perspectiva ontológica que está  preocupada por definir  qué es un sujeto, cuál es su ser, substancia o esencia y más bien
acercarse a la idea que nos planteaba Percia en la frase inicial  sobre la subjetividad como una invención. En particular
sabemos que la invención se realiza a través de discursos, prácticas y experiencias que pueden ser subjetivantes; (libres,
autónomas) o de sujeción (ataduras, dominaciones).

El capítulo resulta muy interesante porque los autores realizan un recorrido epistemológico sobre la noción de sujeto y
subjetividad y las distintas concepciones contemporáneas vigentes. Al leerlo se van a encontrar con que se mencionan
concepciones ingenuas del sujeto, usos sintácticos y también concepciones políticas, filosóficas de Laclau, Michel Foucault y
Badiou.- y también psicoanalíticas.

Su desarrollo comienza con un pensamiento muy significativo en el epígrafe para lo que queremos abordar y dice así:

Yo me convierto en piedra y mi dolor persiste. Y si cierro los


Ojos, ¿cómo saber si lo que tengo es realmente dolor?
¿Qué clase de sufrimiento puede imputársele a las piedras?
... pensar sobre los sujetos es un poco "imaginar lo que no puede serlo",
Como imaginar las piedras con conciencia.
Y sin embargo, ¿por qué no? Wittgenstein

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Desde el inicio se está sosteniendo una posición que va a ir ligando la noción de subjetividad a la consciencia de sí y a ciertos
registros sensibles como lo son el dolor y sufrimiento.

Los principales enunciados que se plantean en el texto y a los que tendrían que prestar atención son:

 El sujeto es una construcción explicativa de la constitución de redes de experiencias en los


individuos y en los grupos.

 El sujeto se constituye y eso implica, de forma central, la relación entre libertad y necesidad.

 La identidad del sujeto contemporáneo no está garantizada, porque es un espacio de confrontación


y de historia.

 El sujeto es la distancia entre la decisión y una estructura sobre la cual no se pueden tomar
decisiones.

 El sujeto se produce con relación a las estructuras pero no depende totalmente de ellas.

 Por último cabe destacar que en todo el capítulo van a encontrar una postura que critica a las
características que se definían del sujeto en la modernidad y un planteo respecto a cómo se lo
piensa actualmente.

A continuación les propongo realizar la Actividad 2.

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Luego de este primer tramo trabajado sobre las nociones de sujeto y subjetividad se les sugiere una
segunda denominada Adiós a las esencias del Capítulo 1: Entre Adolescentes Jóvenes y Adultos del
libro Entre Adolescentes y Adultos en la Escuela de Daniel Korinfeld y otros. La intención es seguir
alejándonos aún más de la idea de sujeto de la modernidad definido como una esencia y de carácter
universal, y acercarnos a una noción que se construye y se constituye en la tensión entre la estructura y los
acontecimientos, entre lo que está determinado y lo emergente.

Les propongo que consideren cómo se recuperan las nociones de subjetividad, sujeto, yo que habitualmente se
entremezclan, se confunden para seguir complejizando los significados y sentidos que fueron construyendo a partir de los
aportes de la primera lectura sugerida (Yo, tú, él ¿quién es el sujeto? de los autores Caruso y Dussel).

Les anticipo algunas cuestiones con las que se van a encontrar. En El adiós a las esencias los autores plantean que se
encuentran en crisis los modelos teóricos de la modernidad que fueron eficaces en contextos relativamente estables y que
lograron estandarizar los comportamientos sociales a través de diferentes instituciones: familia, escuela, fábricas, ejército y
que generaron formas colectivas de domesticación. El haber construido una idea universal de sujeto impidió el acceso a la
particularidad, singularidad y diversidad, es decir, a lo que se considera como acontecimiento y que no se cristaliza en un
modelo o estructura.

En esta línea de pensamiento toman como ejemplos las categorías conceptuales de infancia, adolescencia y juventud, y
expresan que se pueden  situar  históricamente a partir de las revoluciones burguesas, y que más que etapas naturales o
vitales, son un invento moderno, resultado de un conjunto de prácticas – educativas , jurídicas  y de salud – promovidas por
el estado burgués. La emergencia de sujetos que se clasifican por edades (infancias adolescencias, juventud) es, consecuencia
de relaciones de poder, del desarrollo de las fuerzas productivas , de las exigencias  que fueron imponiendo las incipientes
sociedades burguesas para preparar a los individuos  en su integración efectiva a la vida social y productiva.

En el texto se sostiene que la principal institución responsable de producir subjetividad moderna fue y es la escuela que al
distribuir a los sujetos por edades, agruparlos, y promoverlos de año en año de manera establecida y estandarizada, inventa
y produce un tipo de infancia, adolescencia y juventud. Esta separación del mundo de los adultos ha colaborado en el
desarrollo de atributos y particularidades para una misma edad, en la producción de formas propias de vivir. A niños,
adolescentes y jóvenes se les atribuían rasgos cualidades y características psicológicas propias, en función de una norma
social.

Las instituciones a su vez se encontraban en un contexto más amplio, que en el texto se analiza, como un modelo capitalista
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industrial y su maquinaria simbólico-cultural que produjeron subjetividad, con su actividad de producción económica,
cultural y social. Adolescencias y juventudes se van constituyendo como categorías, a la par que se va alargando cada vez
más el proceso de adquisición de saberes y prácticas para su incorporación al mercado de trabajo.

Alrededor de la adolescencia y de la juventud, se va construyendo, un cierto imaginario social, entendido como el conjunto
de imágenes, signos –cuyo origen es generalmente inconsciente-, que tiñe la relación de los sujetos con el mundo de los
otros y de los objetos.

La principal tesis que sostienen los autores es que es necesario que la pregunta esencialista sobre, por ejemplo: ¿Qué es la
adolescencia?, ¿Qué es la juventud?, se reemplace, por ¿Cuál es el imaginario social que existe acerca de ellas?
El imaginario social se relaciona con las lógicas de poder y con las expectativas que la sociedad tiene en relación con su
adolescencia y juventud y que puedan ser aceptadas y legitimadas como propias por los sujetos que transitan por esa etapa
vital. El proceso mencionado no es mecánico sino que surgen fuerzas que pueden tener sentidos contrarios: reforzar lo
existente, conservando las actuales estructuras, o promover su trasformación.

Considero que lo más interesante es la claridad con la que proponen alejarse de una perspectiva ontológica y de una lógica
sustancialista que se preocupa por la configuración identitaria del ser, de lo Uno y más bien aproximarse a cómo se
establecen los procesos de subjetivación de niños, adolescentes, jóvenes y adultos.

En esta dirección proponen que todos los procesos de transformación y constitución de la subjetividad se puedan pensar por
fuera de las esencias y más bien en un Entre que va a poner en relación el adentro con el afuera, o más bien no va a marcar
una frontera entre el adentro y el afuera del sujeto sino que habría una interrelación constante entre sistemas. Desde esa
perspectiva conceptual el sujeto no es lo dado biológicamente ni una estructura psíquica aislada, sino que adviene y deviene
como una configuración única e irrepetible en el intercambio con el ambiente y el entorno social y cultural humano.

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 La noción de subjetividad permite integrar:

 lo idéntico y lo diferente,

 la estructura y el acontecimiento,

 lo individual y lo social,

 lo público y lo privado.

En el texto, la subjetividad no es otra cosa que una producción histórica de las significaciones imaginarias que instituyen
formas de vivir la existencia humana; sería el conjunto de sentidos, significaciones y valores que produce una determinada
cultura y la forma de apropiación por parte de los sujetos y los efectos sobre sus acciones prácticas.

Lo que llamamos subjetividad, es el proceso a través del cual el ser humano se constituye como tal. Ingresando al mundo
simbólico, cultural y regido por el lenguaje, no hay sujeto sin sociedad, ni sociedad sin sujeto. Los procesos de acogida al
mundo humano y los recorridos posteriores que se transitan a lo largo de la vida van cambiando de acuerdo con las épocas y
produciendo diferentes formas de vivir, de producir subjetividad. Las instituciones sociales son las que instituyen la forma de
organizar la subjetividad. En la modernidad, la familia y la escuela fueron las principales agencias de subjetivación. En la
actualidad comparten o se ven desplazadas con los discursos mediáticos y las tecnologías de la información y la
comunicación.

En la actualidad la subjetividad socialmente instituida es mercantil y está en tensión con la subjetividad estatal debilitada,
subjetividad que se configura como consecuencia de los poderes hegemónicos, pero también con la existencia de un plus
singular como efecto de los procesos de subjetivación. Frente a la subjetividad mercantil, socialmente instituida como
hegemónica, surgen otras formas de habitar el espacio y el tiempo: Un campo de cierta autonomía respecto de las formas
dominantes. En este sentido, la subjetivación sería el revés de la subjetividad instituida.

Subjetivación

Se denomina subjetivación a la operación capaz de intervenir sobre la subjetividad y el lazo social instituidos. La subjetivación
como la subjetividad es una operación pero de otro estatuto. Se trata de una operación crítica sobre la subjetividad instituida.
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No hay posibilidad de subjetivación sin ese plus indeterminado producido por la instauración de una subjetividad
determinada. La operación critica que llamamos subjetivación es aquella que se produce sobre la subjetividad instituida desde
el plus que ha producido como efecto no anticipado (Grupo doce, 2001:21).

La subjetivación estaría relacionada con ese plus de resistencia y creatividad singular que los sujetos, los grupos y las
comunidades pueden darse para vivir su vida de manera diferente a las socialmente instituidas por los poderes hegemónicos
de las sociedades capitalistas con las tecnológicas, globalizadas y desiguales. El proceso de subjetivación es la acción de dar
sentido, de significar y poner una marca de origen (firmar) un proceso de metabolización.

La subjetividad es materia que se produce en el intercambio entre otros sistemas (intrapsíquico), por el intercambio con los
otros (intersubjetivo), por el intercambio con el medio (transsubjetivo). Su actividad por ser intercambio entre sistemas es
inacabada. Mientras hay vida, hay vida psíquica, y consecuentemente, posibilidades de producción subjetiva. La misma está
en red con el cuerpo, con la historia, con el medio, con la cultura, con la genealogía. No determinada ni fijada (aunque no sin)
el deseo del Otro, con los otros (Grasssi y Cordova, 2012: 20).

El concepto de identidad también se construyó desde un paradigma sustancialista, esencialista y surgió como intento de
articulación entre lo individual y lo social, pero terminó explicándose en sí mismo, como una entidad cerrada verdadera y
única. El individuo fue considerado un ser autónomo racional, consciente, libre, capaz de determinarse a sí mismo. Por lo
contrario, es la noción de sujeto la que cuestiona esta concepción de individuo como indiviso, homogéneo y cerrado en sus
propios límites.

Si bien el concepto de Identidad será trabajado en la segunda unidad, cabe señalar que pensar la constitución subjetiva en
términos de entramado se diferencia de la noción de identidad como forma que adoptó la subjetividad bajo la racionalidad
moderna siguiendo el modelo identitario: esencialista, fija, estable, unitaria, autónoma, autentica, privada, independiente
e histórica.

La construcción del sujeto se configura alrededor de un proceso de unión a los otros, es decir de pertenencia pero al mismo
tiempo de separación con los otros, o sea de diferencia. Identidad y diferencia des-sutancializadas.

Los procesos de subjetivación representan un momento constitutivo de los procesos de sentido y significación que rompen
con la pretendida homogeneización y lógica clasificatoria. Si hay subjetivación, hay condiciones y experiencias de carácter
contra hegemónico, distintas formas de resistencia en las que sujetos llamados adolescentes y jóvenes construyen procesos
de subjetivación alternativos con su propios saberes, relaciones de poder y estéticas.
 
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A esta altura conviene aclarar que subjetividad no es sinónimo de sujeto.

El sujeto es un organismo vivo perteneciente a una especie. Es una configuración única e irrepetible, una organización
corpórea con un aparato psíquico anclado en una civilización particular. El sujeto es entendido como singularidad constituida
a través de marcas, inscripciones e identificaciones. La denominación sujeto del inconsciente, instituida por el psicoanálisis,
marca la relación del sujeto con el deseo, es decir sujeto del deseo inconsciente, sujeto constituido a partir de una  falta
estructural  que produce su división , de allí sujeto barrado.

Sujeto tampoco es igual a Yo. Para el psicoanálisis se trata de una instancia del aparato psíquico, una construcción que se
produce de manera inconsciente a partir de la relación que el sujeto establece con los otros y su cuerpo. La primera tópica
freudiana es determinante al dividir el aparato psíquico en los sistemas conscientes, preconscientes e inconscientes. El
aparato psíquico se presenta de manera estructural como: heterogéneo, escindido y dividido. Entonces como existe un
modelo de sujeto escindido, el yo deja de ser un todo coherente, tendría una dimensión inconsciente a través de la cual pone
en funcionamiento sus propias defensas. Las defensas inconscientes del yo no se eligen libremente sino que sencillamente se
cumplen.
El yo es la instancia encargada de inscribir y dar continuidad a la existencia a través del tiempo. El yo como denominación que
marca el paso por la vida y el yo, definido por Freud como un yo corporal. El cuerpo es un cuerpo erógeno, libidinal. La
relación yo cuerpo es ineludible. Los cambios corporales imponen al psiquismo un trabajo de ligazón constante. Nacemos y
nos construimos a través de un trabajo incesante que tiene gran impacto en los primeros años de vida del sujeto. Los
procesos madurativos a nivel neurológico endocrino y psicológico, permiten reconocer una sucesión de eventos que se
articulan a través de intercambios con el medio ambiente social, cultural y natural.

El registro de un yo, asiento de la identidad, solo será posible desde la otredad. Hay yo porque hay otros. El proceso de
identificación es justamente la operatoria psicológica por la cual el yo establece relaciones con los otros, hace lazo.

Para comprender la dinámica del psiquismo, sintéticamente podríamos decir que la identificación, desde una perspectiva
psicoanalítica, se despliega en dos sentidos: un lugar en el que se identifica, la imagen, y el lugar desde donde se identifica la
posición social y cultural.
El primero, de orden imaginario, está asociado, con lo que se conoce como ideal del yo. La dialéctica de lo imaginario parte
del sujeto que establece una relación libidinal con su imagen, ante la cual queda fascinado, lo que resulta en una primera
unificación libidinalmente investida. Este proceso se constituiría a partir de una primera inscripción de satisfacción que, a su
vez, sería la matriz generativa de la fantasmática del sujeto. Y precisamente lo fantasmático es la cualidad distintiva en la
mediatización de la relación del sujeto con el mundo.

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Ese yo ideal sería el molde de unidad primera del sujeto. A partir de allí y sobre ese sostén se van hilvanando las
identificaciones posteriores.
Vale puntualizar que la identificación primaria produce alienación enajenación. El sujeto se ve, se reconoce, allí donde no
está, en esa imagen. El reconocimiento de esa imagen permitirá adquirir atributos de permanencia. De identidad, de
sustancia. Sin embargo, ese logro tendrá su contracara en tanto condicionará el psiquismo a la fijeza, a la inmovilidad.
La tensión conflictiva del narcisismo en la que queda el sujeto es, por un lado, permanecer encerrado, cristalizado en una
imagen de sí mismo y, por otro, perder esa adquisición, perder esa unidad  y correr el riesgo  de volver a precipitarse en una
fragmentación
El segundo sentido es del orden simbólico y se relaciona con lo que se conoce como ideal de yo. El proceso de identificación
primaria ocurre en un mundo cultural y simbólico. Es decir el niño nace en un mundo de simbolizaciones, nace en una trama
de significaciones que determina lugares, lugares sociales que en la modernidad, e están asociados con la institución familia /
rodulfo 1989)

Siguiendo con la disquisición entre sujeto y subjetividad, Denise Najmanovich, sugiere una distinción:

El sujeto no se caracteriza solamente por su subjetividad, sino por ser al mismo tiempo capaz de objetivar,
es decir de convenir, de acordar en el seno de la comunidad, de producir un imaginario común y por tanto
de construir su realidad lo que los positivistas llamaban el mundo objetivo es para las ciencias de la
complejidad una construcción imaginaria compartida, un mundo simbólico creado en la interacción
multidimensional del sujeto con el mundo del que forma parte. El mundo en el que vivimos es un mundo
humano, un mundo simbólico, un mundo construido, en nuestra interacción con lo real, con lo que está
afuera del lenguaje, con el misterio que opone resistencia a nuestras creaciones y a la vez es la condición de
posibilidad de las mismas (2006).

Las cualidades de la subjetividad no forman parte de una esencia sino que se construyen en el entre, son efectos de los
procesos de intercambio intra e intergeneracionales como factores que producen identidad y diferencia.

Se reubica y revaloriza el lugar de la diferencia como factor de creación y cambio.

Allí donde la diferencia es pensada como negativo de la identidad, en el mismo movimiento en que se distingue la diferencia,
se instituye la desigualdad. No se trata de la mera diferencia, sino de diferencias desigualadas, se sostienen así muchos siglos
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de dispositivos de discriminación, exclusión estigmatización o exterminio. Hablar de diferencias desigualadas supone pensar
que la construcción de una diferencia se produce dentro de los dispositivos de poder, de género, de clase, de etnia,
geopolíticos.

No se constituye primero una diferencia y luego una sociedad injusta que desiguala, y no se trata de describir diferencias o
desigualdades sino de construir categorías que puedan visibilizar y enunciar  la producción reproducción de los dispositivos
biológicos que configuran, en un mismo movimiento, esa diferencia y esa desigualdad (Fernández 2009).

Se los invita a continuación a realizar la primera parte de la evaluación parcial.

Unidad 2. Deconstrucción del concepto de identidad

En la unidad 1 hicimos una aproximación por las nociones de sujeto y subjetividad. En esta unidad, en el mismo sentido les
propongo concentrarnos en la noción de Identidad. 
Sujeto, subjetividad, identidad son nociones que las descomponemos y separamos con el fin de profundizar en cada una de
ellas pero por supuesto están íntimamente relacionadas.

A lo largo de esta unidad vamos a ir trabajando tres cuestiones fundamentales: una será describir algunas particularidades de
la construcción de identidades en el contexto del discurso actual, otra reconocer a la noción de "Diferencia" no como lo
opuesto a identidad sino como constitutiva de la configuración de identidades y finalmente recuperaremos el aporte del
enfoque narrativo para la comprensión de las identidades.

Uno de los autores más relevante sobre la problemática teórica de la identidad es, Stuart Hall quien plantea que:

"Las identidades son los nombres que le damos a las formas diversas en que somos posicionados por, y nos posicionamos

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dentro de las narrativas del pasado" (1993, Hall, Stuart).

Acordamos  con el autor  cuando en sus  diversos trabajos  plantea que  la identidad no es algo fijo, cristalizado, inalterable 
sino  más bien  es una construcción histórica y social  que se ve interpelada por numerosos discursos  que le asignan y
atribuyen sentidos y.. “se despliega y juega en términos de una relación, la del sujeto con otros (presentes o ausentes, reales o
imaginarios)”... (1993, Hall, Stuart).

La constitución de las Identidades colectivas se ve actualmente interpelada por los cambios en las condiciones de existencia y
la crisis de los espacios sociales. En el contexto socio histórico actual de multiculturalismo y diversidad cultural, y de género,
es importante interrogarse sobre si:
¿Es posible, en esta nueva realidad, seguir pensando en una identidad cristalizada en esencia y construida alrededor de un
ideal?
¿Cómo pensar hoy desde diversos planos la Construcción de la identidad?
¿Por qué se hace necesario debatir la problemática de la Identidad?

Los interrogantes anteriores y todos los que ustedes seguramente se estarán formulando sirven como disparadores para
iniciar una reflexión sobre la temática.

En esta unidad al igual que en la primera realizaremos una crítica de la noción de Identidad tal como se concebía en el
discurso de la modernidad:

Crítica a la Identidad como Esencial, Natural, Ahistórica, Fija, Única, integral.


 
Y más bien proponemos a la identidad como Existencia construida histórica inestable plural diversa.

1. La identidad en discusión

A continuación presentaremos algunas nociones que consideramos relevantes en el debate teórico actual y que son
recuperadas y en diálogo con el texto ¿Quién necesita la Identidad? de Stuart Hall, entre otros aportes también del

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Psicoanálisis y del pensamiento de Laclau y Foucault.

El autor, siguiendo a Derrida, J. en la noción de deconstrucción retoma la cuestión de la identidad y propone delimitar un
conjunto de problemas del que emerge la irreductibilidad del concepto. Dice el autor: “Las identidades son los nombres que
le damos a las formas diversas en que somos posicionados por, y nos posicionamos dentro de, las narrativas del pasado"
(1993, Hall, Stuart).

Podríamos considerar que la idea central del texto es cuestionar la Identidad como algo natural y reflexionar acerca de la
misma como un proceso de construcción social que presentaría las cualidades de ser: relacional, estratégica y posicional.
Estas cualidades que más adelante detallaremos nos permiten, desde un comienzo, demarcar la dimensión política que
incluye el concepto de Identidad.

Resulta interesante la recuperación de algunos debates teóricos relevantes respecto a la temática desde: el Psicoanálisis en
la línea que inaugura Sigmund Freud y continúa Jacques Lacan, la perspectiva política culturalista de Laclau y el pensamiento
filosófico y político critico de Michel Foucault.

Cabe destacar que no perseguimos como objetivo en esta unidad profundizar las perspectivas mencionadas sino presentar
algunas categorías teóricas a modo de herramientas que permitan ir dilucidando los interrogantes que se plantean en torno a
la necesidad de la identidad, para luego poder pensar las identidades que se construyen en el contexto de encierro.

En este sentido se advierte que la Identidad como construcción conceptual se convierte en una noción central y de alguna
forma cobra una fuerza inusitada al intentar reencontrar la unidad que el sujeto ha perdido en el concepto de identificación –
tal como mencionamos en la unidad anterior- planteado por el Psicoanálisis.

Entonces para que tengan en cuenta, existe una primera asociación semántica entre Identidad e Identificación. Las
identidades se pensaban como aquello que le daba unidad al Ser humano, pero el concepto de identificación planteado por
Freud, pone en crisis esa unidad

¿Por qué el concepto de identificación viene a romper con la unidad ilusoria?

De la complejidad de la temática anunciada nos interesa destacar dos aspectos del proceso identificatorio, por un lado su
carácter parcial y por el otro su cualidad inconsciente. Freud plantea que los sujetos no se identifican “absolutamente” al
modelo ideal, por lo tanto las identificaciones son parciales y aún en el caso de las identificaciones “totales” al objeto amado,
el sujeto se encuentra en una posición de ambivalencia “amor – odio” con relación a ese objeto, lo que deja siempre un
margen para cuestionar las figuras significativas que se presentan en la escena de la vida.
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Es importante agregar que estas operaciones de constitución de las identificaciones, en pocas ocasiones se metabolizan
como racionales y conscientes. En un sentido descriptivo podemos afirmar que los procesos identitarios se manifiestan en
actos no siempre reconocidos como propios, lo que los define como inconscientes, al menos en alguna medida.

Afirmar una cualidad inconsciente en la formación subjetiva significa reconocer en el sujeto, la producción de una división:
por un lado el sujeto no es consciente de su “ser” semejante al otro amado o significativo y por otro lado la operación de
identificarse establece un objeto de conocimiento particular: el yo del sujeto. En este acto cognitivo puesto en juego por el
sujeto frente al otro –con el que ha de identificarse- se manifiesta la característica fundamental de la constitución del objeto
de conocimiento: su incompletud, su insuficiencia (soy yo en la medida en que desconozco eso que el otro no incluye en su
reconocimiento)

La extensión de esta ilusión –que en sí misma constituye radicalmente la ilusión de la conciencia- a toda especie de
conocimiento, está motivada por el hecho de que el objeto de conocimiento será en lo sucesivo construido, modelado a
imagen de esa relación con la imagen especular, y precisamente por eso el objeto del conocimiento es insuficiente... Lacan, J.
(1963)

Seminario Inédito: “La angustia”.

Tal vez les  resulte un tanto  compleja  la comprensión de los planteos del Psicoanálisis, pero lo más importante para la
formación que están recibiendo ustedes es comprender que las identificaciones - el vínculo inconsciente que mantenemos
con figuras significativas- nunca son totales (salvo en  una primera fase de conformación del psiquismo llamada  estadio del
espejo o en casos de algunas perturbaciones) y por lo tanto, son procesos insuficientes, incompletos,  nos dejan huellas que
se transforman y no determinan una identidad de manera total.

Ahora bien estas nociones del psicoanálisis en torno a las identificaciones parciales e inconscientes son resinificadas por Hall,
S. como estratégicas y posiciónales.

Estratégicas porque le permiten al sujeto relacionarse con los otros en el despliegue de acciones y prácticas; y posicionales
en tanto constituirían una “definición” subjetiva adoptada por este en su relación a los otros significativos. En este sentido,
podríamos pensar que estas cualidades del “acto de identificarse”, le posibilitan al sujeto relacionarse desde determinada
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definición e insistimos: le incorpora a la noción de identidad una dimensión política e histórica.

La dimensión histórica de la identidad refiere a los procesos y los usos de herramientas de la cultura, fundamentalmente el
lenguaje como constitutivo de la subjetividad. Se estaría planteando entonces, un proceso de llegar “a ser” más que “ser”
como algo esencial. Lo importante sería “no quiénes somos o de dónde venimos sino lo que podríamos llegar a ser, cómo
hemos sido representados y cómo esto influye en cómo podríamos representarnos” texto de Hall, S. mencionado.

Hasta aquí podemos decir que las identidades son construidas dentro y no fuera de las representaciones,
dentro y no fuera del discurso, generadas en escenarios históricos e institucionales específicos, dentro de
formaciones y prácticas discursivas específicas a partir de estrategias enunciativas específicas. Emergen
dentro del juego de modalidades particulares de poder y por lo tanto son más el producto de las huellas de
diferencias y exclusiones que los indicios de una unidad idéntica a sí misma y constituida naturalmente.
Remarcamos entonces este aspecto de las identidades construidas a través y no fuera de las diferencias.

En su desarrollo, las identidades pueden funcionar como punto de identificación y acoplamiento solo debido a su capacidad
de exclusión, de dejar afuera y hacer que el exterior resulte rechazable. La unidad que la noción de identidad trata como
funcional no es algo natural, sino que se presenta como una forma de cierre construida por el sujeto a partir de su necesidad
de relacionarse y diferenciarse de los otros.

 
Para Laclau - tal como mencionamos en la primera unidad - el mecanismo de identificación, ubica al sujeto en el terreno de
lo político. Utilizando algunos elementos de Lacan  sostiene que el Yo es un conjunto de  sucesivas identificaciones
imaginarias  (históricas y contingentes) cuya función es el reconocimiento  de la posibilidad de completud, la ilusión de cierre,
es la ilusión  del Yo, así el acto de identificación  se realiza como función de relleno: un movimiento que involucra  una
función de determinación activada por el fracaso en la constitución de una unidad objetiva, es decir en una identidad
completa estable y permanente.
 
A lo anterior hay que agregarle que solo pueden asumirse aquellas identificaciones del imaginario que constituyen el yo, si
son ratificadas por el otro como referente de lo simbólico. Por lo tanto, queda claro que es un funcionamiento de
internalización y a la vez de alienación: un sujeto que se aliena en una identidad –como- objetividad, que es parte de un
sistema de diferencias. Pero a su vez en todo acto de identificación existe un fracaso en la constitución de una identidad

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total, ya que cada significante no representa todo el objeto, deja un residuo. Esto tiene efectos de mala recepción.
Distorsiones y excesos que apuntan a una constitución incierta y contingente.

En relación con lo anterior se puede entender la inevitabilidad del fracaso de cualquier identidad cristalizada, así como la
continua ansiedad que emerge desde esa incertidumbre. Esta condición inestable de la Identidad, la incompletud manifiesta
de la sociedad, instala la temática en el terreno de lo político.

Para Laclau, “la constitución de una Identidad social es un acto de poder” y destaca que la unidad que las identidades
proclaman es construida dentro del juego de poder y exclusión y es el resultado no de una totalidad natural, sino de un
proceso de cierre naturalizado y sobre determinado. De esta manera asume una posición antiesencialista y cuestiona la
esencia positiva del concepto al sostener que toda “...  Identidad es relacional y se manifiesta al mostrar sus diferencias con
otras Identidades. Es solo en la medida en que el amo es diferente del esclavo que su Identidad como Amo se constituye”.
Esta mirada avanza en la afirmación del carácter constitutivo de lo “negativo” en la formación de toda identidad, vale decir
que ella implica siempre una demarcación en donde la negación de su opuesto se establece como diferencia y permanece
indispensable.

En este debate se recupera el pensamiento de Michel Foucault en los distintos momentos de su obra. Este autor destaca la
importancia del método arqueológico y la necesidad de realizar una historización de la categoría del sujeto. La tentativa de
M. Foucault consiste básicamente en el desplazamiento de todo paradigma antropológico. En otras palabras el compromiso
de su indagación consiste en poner de relieve cómo se produjeron y cómo pudieron formarse esas sujeciones antropológicas.
La apuesta metodológica consiste en evitar lo más posible los universales de la antropología; es decir, la pregunta no sería
“¿qué es el hombre?” sino “¿cómo nos constituimos como sujetos en la historia de la humanidad?”.

Para el autor las formas de individualización son históricas y contingentes, por lo tanto, arbitrarias y modificables. En este
sentido, la indagación que plantea el autor tiene como horizonte la posibilidad de interrogar conjuntos prácticos de
experiencias no como límites favorables para el desarrollo de la identidad, la autoconciencia o la autodeterminación, sino
reconocerlos como mecanismos de producción de la experiencia de sí.

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En la experiencia de sí, se trata de investigar las prácticas por las cuales los individuos son llevados a
prestarse atención a ellos mismos, a descubrirse y a declararse como sujetos que hablan, que desean, que
trabajan y en definitiva que viven.

Este modo de plantear la cuestión del sujeto le permite a Foucault evitar también el sujeto (filosófico) consciente y
constituyente al modo de Descartes, para tomar el estudio de las prácticas concretas a través de las cuales el sujeto se
constituye dentro de un campo de conocimiento. De esta manera, descarta toda Teoría del Sujeto, como la de la
fenomenología o el existencialismo, a fin de poder llevar a cabo el análisis de las relaciones que pueden existir entre la
constitución del sujeto, o de las diferentes formas de sujeto, las prácticas de poder y la relación de sí consigo mismo.

Luego del desarrollo anterior, resulta conveniente por la complejidad del texto y los distintos autores,
prestar atención a la síntesis y poner el acento en recuperar las siguientes ideas que se constituyen en
conceptos y enunciados principales del texto:

- la necesidad de una revisión crítica de las “narrativas clásicas” y las formaciones discursivas  de la
modernidad para pensar la Identidad desde nuevos territorios conceptuales que ponen en cuestionamiento
la idea de una configuración universal y natural y abren paso a la pluralidad  de modos de subjetivación,
históricos, de género, de clase, de etnias.

-La identidad de los sujetos siempre se despliega y juega en términos de una relación con los otros
(presentes o ausentes, reales o imaginarios).

-Existen mecanismos por los cuales los sujetos se identifican con las posiciones a las que son convocados.

-La identificación es un proceso de articulación y no una absorción. Puede existir un sobre-determinación o


falta, pero nunca una correspondencia como totalidad.

-Los sujetos modelan, estilizan, negocian, se resisten, producen esas posiciones y nunca lo hacen

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completamente de una vez y para siempre.

-La identidad no es nuestra esencia que permanece idéntica y estable a lo largo de nuestra vida sino que
está sujeta a cambios y transformaciones.

-Es importante la identificación que se produce desde temprana edad y a lo largo de toda la vida pero
articulada a procesos históricos y sociales que al decir de Foucault producen prácticas de sí y configuran
identidad.

-Las relaciones de poder que intervienen en los modos históricos de subjetivación y como estos modos de
subjetivación son estratégicos para el disciplinamiento de cada sociedad.
           
-Sostener la cualidad posicional, estratégica, contingente, relacional de la constitución identitaria.

A lo planteado hasta aquí se le podría agregar que una deconstrucción implica:

 Abandonar las ideas de individuo persona y personalidad entre otras categorías. Estas categorías teóricas se
utilizaron en la formación para definir características del “ser humano” y se naturalizaron dejando, casi siempre, en
un plano de invisibilidad, las múltiples condiciones de su producción.

 Revisar la creencia de que la identidad es: independiente, verdadera, privada, única y anterior a los procesos de
socialización. Estas creencias (que provienen de distintas tradiciones) nos han llevado a sostener posiciones respecto
a que el sujeto se presenta como una entidad que obra de forma autónoma, libre y en evolución a lo largo de la vida.

 Comprender que estas ideas y creencias hegemónicas permiten a su vez, la construcción de sus opuestos o reversos:
el infantilismo, la irracionalidad y la emocionalidad como características inferiores o fallidas y las consecuentes
situaciones, en la práctica, en relación a intervenciones disciplinarias e institucionales. Lo que aun tendría mayor
efecto de gobernabilidad de la subjetividad es que las ideas hegemónicas al instalarse como “verdades identitarias o
identidades verdaderas”, permiten excluir y normalizar.

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Por lo contrario, si estas características del individuo moderno, autónomo, libre  en desarrollo evolutivo y auténtico las
analizamos como un producto de prácticas históricas concretas ( entre ellas el saber experto de las disciplinas y la propia
escolarización y prácticas institucionales) y de regulación social, lo que se consideraba como un evento “mental” o
“comportamental”, como propiedades autónomas de los individuos, pasan a ser consideradas construcciones situadas socio-
históricamente  y emergentes en los procesos sociales.

En este sentido, reconocemos que uno de los mayores problemas es el uso de las categorías binarias, de marcada tradición,
en el campo de las ciencias sociales y humanas que se han naturalizado en los procesos de formación no solo en lo que atañe
a definir los atributos que  definen la identidad, sino  también para  proponer bajo qué relaciones debemos  pensarlas.

Un ejemplo de esto es el uso de tradicionales localizaciones de pares de oposiciones para pensar la identidad: individuo –
sociedad, mente –cuerpo, exterioridad-interioridad, cultura-naturaleza, razón-pasión, público –privado, estructura-
acontecimiento. Este listado podría continuarse con otras categorías incorporadas recientemente en el léxico pedagógico:
global-local, exclusión-inclusión, educabilidad-educabilidad, igualdad-diferencia, nativo- extranjero.

Por lo contrario, consideramos que, tal como lo plantea Guattari y como lo vamos a desarrollar en la próxima unidad –para
conceptualizar al sujeto, no se trataría de [...] ningún retorno a los tradicionales sistemas de determinación binaria,
infraestructura material- superestructura ideológica. Los diferentes registros semióticos que concurren a engendrar
subjetividad no mantienen relaciones jerárquicas obligadas, establecidas de una vez para siempre...de hecho la subjetividad
es plural y polifónica, para retomar una expresión de Bajtin. No conoce ninguna instancia dominante de determinación que
gobierne a las demás instancias como respuesta a una causalidad unívoca”.

Se trataría entonces, no de incorporar nuevas informaciones, “palabras estelares”, sino de analizar las relaciones de
producción que estos pares ordenadores -en este caso de la identidad- mantienen con nuestras propias representaciones. En
otras palabras, un trabajo crítico sobre las categorías construidas, las representaciones y las relaciones usadas para regular
discursivamente la subjetividad; implicaría iniciarse en su permanente problematización.

Para cerrar provisoriamente retomamos el pensamiento de M. Foucault quien si bien nos muestra cómo la ética de la
subjetividad está ligada a los procedimientos del poder, también sostiene que donde hay poder hay resistencias locales,
inesperadas y creativas. Por lo anterior la propuesta es analizar, no solo las prescripciones como efecto del poder central,
sino también los modos locales, invisibles y sutiles  de operar en los intersticios,  tal como es el caso  de los discursos y las
prácticas diversas que se despliegan en los contextos de encierro… por ejemplo las prácticas educativas, laborales y artísticas.

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A continuación los invitamos a realizar la Actividad 3.

Pasamos ahora al segundo tema dentro de esta unidad que tiene que ver con la relación entre Identidad y diferencia.

Hasta aquí hemos desarrollado y puesto en discusión conceptos que han pervivido durante mucho tiempo en el campo de las
Ciencias Humanas en particular aquellos que establecían una compartimentación entre las categorías del sí mismo y del otro
de manera tal que por este efecto se creaba una noción de la Identidad: absoluta, universal que lograba una estabilidad en
el tiempo que era sustancial, esencial y ahistórica.

Por otra parte, intentamos plantear la necesidad de revisión crítica de las formaciones discursivas  de la Modernidad- donde
el sujeto no aparece ya como esencia ni como totalidad y unidad - para pensar desde nuevos territorios que abren paso a la
cualidad posicional, estratégica, contingente, relacional de la constitución identitaria.

También hemos querido mostrar que algunos términos como interioridad, mismidad, Identidad, son algunas de las nociones
que aspiraron abarcar la invención de la subjetividad destacando que esos proyectos unificantes podían fracasar.

Ahora, en este apartado, proponemos un desplazamiento de significados con relación a la   configuración de la Identidad.

Este movimiento sería desde:

 la noción de Identidad definida como aquello idéntico a sí mismo al cual se le opondría su par  antitético; lo diverso
como  aquello  que  queda excluido del sí mismo-,  hasta

 la idea de la Identidad constituida a partir de y por la diferencia.

Una  de las nociones que tal vez resuene más en nuestra memoria es aquella definición de la psicología clásica que unía el
concepto de Identidad con tres procesos y resultados que el sujeto para Ser “maduro”, “adulto” debía lograr: componer
una  unidad  alrededor de un núcleo que integraba los distintos aspectos  del “ser”, una mismidad, es decir sentirse uno
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mismo, recortado en el espacio y claramente diferenciado de los otros y una continuidad  temporal  que le daba coherencia a
lo largo de su vida.

Este modo de ser fijo, cristalizado e inalterable si bien no aparece de manera tan frecuente en nuestro lenguaje cotidiano y
académico parecería que emerge disfrazado, nuevamente cuando se trata de pensar la tan instalada problemática de la
Diversidad.

Si el sujeto se constituye idéntico a sí mismo, en continuidad estabilizada en el futuro como un punto de llegada y logro de
integración, se excluye la diferencia, lo discontinuo y lo múltiple. Los otros quedan instalados en el afuera como Diverso,
como una alteridad diferente.  Bajo esta definición de “lo diverso” nunca somos “nosotros”, siempre son los “otros”.
Entonces la diversidad como discurso parecería ser una política que administrando y gobernando las diferencias se torna, al
decir de Skliar, C, C nuevamente una esencia.

De otro modo si pensamos que la Identidad es construida históricamente a partir de discursos, también se puede sostener
que la “diferencia “se construye histórica y culturalmente y aparece en el lenguaje como “Diversidad”.
 
Este breve planteo nos habilitaría para poner nuevamente bajo sospecha la definición, naturalizada de Identidad y el modo
controlador/ ordenador, clasificador que nombra al “otro”. Y, de este modo, iniciar un nuevo camino hacia la necesidad de
pensar la pluralidad, histórica, de género, de clase, de etnias en los modos de subjetivación.

Un pensador contemporáneo que trabaja distintas temáticas con relación a los conceptos de: Diferencias,
alteridad, diversidad, es Carlos Skliar, por lo que les sugiero mirar y escuchar una de sus ponencias
titulada "Estar Juntos" donde plantea algunos de los dilemas de la inclusión de las diferencias.

Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=ufnkarXZsXA

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A continuación los invitamos a realizar la segunda parte de la evaluación parcial de la asignatura.

Luego del recorrido anterior que resitúa al concepto de Identidad en el territorio de lo subjetivo, lo histórico y lo político,
intentaremos especificar algunas condiciones en la producción de la Identidad a partir del aporte de la perspectiva de la
Narrativa.

El tercer tema que habíamos planteado alrededor de la construcción de la Identidad es su relación con la Narrativa.

Recuperamos la narrativa, porque intenta la transformación de las identidades y la modificación de los valores recibidos
reconociendo la importancia de la revisión que permite, de la experiencia de sí.

La “narración”, como mecanismo de comprensión de sí mismo y de los otros, puede articular ideas sobre identidad, sobre
auto comprensión del sujeto y sobre las relaciones y prácticas sociales, vale decir sobre los espacios donde se producen, se
interpretan y se medían historias singulares.

Para comprender con mayor claridad la importancia que tiene el lenguaje y la narración de historias en la constitución del
sujeto cabe aclarar que en lo narrado se condensan historias de Identificaciones a la manera de una trama que emerge en el
relato.

Algunos ejes teóricos orientativos para que ustedes presten atención son:

Las relaciones de poder intervienen en la interpretación y auto-interpretación de sí mismo, es decir en la construcción de


identidades.

Las identidades como narrativas - la inestabilidad constitutiva de toda identidad las identificaciones como rellenos de una
identidad inestable y nunca acabada

Procesos identificatorios en las tramas narrativas


El tiempo de nuestras vidas como tiempo narrado. La experiencia y el sentido interpretativo del acontecimiento. 
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Identificaciones como tramas que articulan acontecimientos de la propia vida. .  
 
Abriremos brevemente algunas cuestiones que nos sitúen en la perspectiva teórica de la narrativa siguiendo algunos escritos
de Jorge Larrosa: Narrativa, Identidad y Desidentificación en el libro La Experiencia de la lectura, donde plantea parte de la
siguiente tesis:

...el sentido  de lo que somos o, mejor aún, el sentido  de quienes somos,  depende de las historias que
contamos  y que nos contamos y en particular de aquellas construcciones narrativas  en  la que cada uno de
nosotros es, a la vez, el autor, el narrador   y el carácter principal, es decir, de las autonarraciones o historias
personales. Por otra parte esas historias están construidas en relación con las historias que escuchamos y
que leemos y que, de alguna manera, nos conciernen. Por último, esas historias personales que nos
constituyen están producidas y mediadas en el interior de determinadas prácticas sociales más o menos
institucionalizadas...”.

Lo dicho por el autor, nos proporciona un nuevo argumento para abandonar la idea clásica de Identidad como esencia del
ser, para pensarla ahora como una invención o fabricación que producimos a partir de las historias que contamos. Es el
propio Sujeto el que se inventa a partir de los recursos del lenguaje que dispone, del diálogo con otras “voces” y de las
prácticas sociales e instituciones en las que participa.

El siguiente fragmento de Marcelo Percia extraído de su libro Una subjetividad que se inventa se puede tomar como un
ejemplo de lo que venimos planteando sobre Narrativa e Identidad que se denomina Vos SOS la ocasión y los invito a leerlo:

¿Cómo decir quién soy? ¿Contar una historia, trazar biografías? ¿Confesar secretos, desnudar intimidades? Lo que soy es
también mi modo de estar en la invención de lo que soy. Y la invención es un acto que necesita complicidad. Y la complicidad
es un esbozo amoroso. Nos separamos. Te pierdo y, al perderte, pierdo la posibilidad de inventarme en este diálogo. Pierdo la
ocasión de estar en tus palabras. Inventarme en tu recepción. Y me siento extraño sin tu presencia. (Percia M. De Narrativas e
Invenciones)

Los invito a pensar sobre alguna resonancia, efecto o huella que el texto le haya producido.

Ahora bien, si el sentido de lo que somos está en las historias que contamos y nos preguntamos: ¿Cómo pueden ser leídas
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estas historias narradas?

Nuevamente Larrosa nos propone la necesidad de incluir tres planos de análisis:

 El plano hermenéutico: el sujeto es impensable fuera de la interpretación y de la significación que le otorga a sus
experiencias.

 El plano semiológico: un texto es impensable en su significado fuera de la relación con otros textos.

 El plano pragmático político: el ser humano está en un mundo en el que el discurso funciona socialmente, en un
conjunto de prácticas discursivas que implican juegos de poder.

Estos tres planos teóricos presentados se encuentran íntimamente implicados en los textos narrativos del sujeto. El sí mismo
se construye en textos narrativos personales, bajo ciertas relaciones de intertextualidad y en lugares sociales e institucionales
en los que esos textos se producen. Estos lugares, instituciones y prácticas forman parte del texto y no son solo contexto; es
donde se reproducen, se medían, se evalúan y se utilizan las historias.

En lo narrado se pueden ver: las tramas de identificaciones que aparecen; trazos de las historias que contamos; las historias
ejemplares que elegimos, en los libros que leemos, en las frases que guardamos, en los personajes donde nos miramos. Para
Larrosa “Las historias ejemplares son esas historias con relación a las cuales nos vemos compelidos a pensar la nuestra y no
necesariamente para imitarlas. Son aquellas historias que de alguna manera, nos conciernen, aquellas historias, con relación
a las que construimos lo que para nosotros significa vivir”.

En aquello que contamos en los acontecimientos que son significados como experiencia se pone en juego una temporalidad
diferente al tiempo continuo y lineal. Al respecto Percia plantea:

A favor de la Invención
Ni represión en el presente. Ni sobreimpresión del pasado en el presente. Inventar el pasado no significa falsear lo ocurrido
sino hacer ocurrir lo ocurrido. Invención de una subjetividad. Enunciación de otros posibles (acallados, abortados o
inexistentes en la memoria).
 
Considero importante para más adelante pensar la construcción de las identidades en los contextos de encierro y
comprender que los sujetos al construir historias siempre ponen en juego muchas voces, las distintas voces que son y somos
nosotros y las voces de los demás. Entonces la historia de los sujetos y nuestra historia es siempre una historia polifónica.

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Esta Polifonía o pluralidad de voces es condición de la constitución Identitaria.

Al respecto, Marcelo Percia, en un diálogo permanente entre la literatura - poesía, ensayo- y el Psicoanálisis, despliega en su
libro, fragmentos de voces que nos hablan de esta pluralidad. En uno de ellos denominado “Existencia Plural”, analizando un
poema de Oliverio Gironda, nos cuenta sobre esta pluralidad:

Escribe allí en primera persona. Dice que no tiene personalidad. Que es un coctel. Un conglomerado. Una manifestación de
personalidades. Y dice que estar con sí mismo es rodearse de una aglomeración. ¡Imposible lograr un momento de tregua, de
descanso! ¡Imposible saber cuál es la verdadera! …que aunque se ve forzado a convivir con todas ellas, no se convence de que
le pertenezcan. Tiene en su propia existencia una vivencia promiscua. Son personalidades inconfesables. ¿Habré de permitir
que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide
cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora? Y habla de su cuerpo como hospedaje. Y dice que alguien en él se indigna.
Y como no puede negar esas personalidades, por lo menos espera que se oculten, se replieguen o tengan un poco de tacto. Y
dice que entre ellas hay peleas, conflictos y discusiones que no terminan nunca. Y que lo ideal sería contemporizar.  Hacer
convivir gustos distintos. Y que no. Si alguna tiene una ocurrencia que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra
proponiéndome un paseíto por el cementerio. Y vive tironeado. Indeciso. Y Feliz de estar vivo entre tantas posibilidades. El
hecho de  tomar la menor determinación  me cuesta un tal cúmulo de  dificultades, antes de cometer un acto insignificante 
necesito poner tantas personalidades de acuerdo , que prefiero  renunciar a cualquier cosa  y esperar que se extenúen 
discutiendo lo que han de hacer con mi persona , para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas todas juntas  a la mierda.
Girondo tiene simpatía por lo contradictorio. Sin olvidad contratiempos e inconveniencias.
El autor concluye diciendo que... la posibilidad de sentir y pensar en un cuerpo plural es prueba de existencia   

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A continuación se los invita a realizar la Actividad 4.

Unidad 3: Producción de subjetividades

Para poder profundizar el itinerario que venimos realizando incorporamos la idea de producción de subjetividad planteada
desde la perspectiva de Félix Guattari y Gilles Deleuze.
En esta unidad pretendemos relacionar el concepto de subjetividad e Identidad con los agenciamientos o mecanismos de
producción - económicos, sociales, culturales y políticos de una época y de este modo ampliar las nociones de subjetividad e
identidad a partir de nuevos saberes sobre la producción de subjetivación.

En el texto Micropolítica. Cartografías del deseo (Disponible


en : https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/Micropol%C3%ADtica-TdS.pdf) de Félix Guattari y Suely Rolnik, se
puede rastrear la noción de subjetividad y producción de subjetividad. En el libro, los autores presentan una noción de
producción de subjetividad ligada a la cultura y haciendo una crítica a los modelos sociales y políticos.

Para el autor la cultura en tanto esfera autónoma solo existe en el nivel de los mercados de poder y de los mercados
económicos. Lo que caracteriza a los modos de producción capitalistas es que no funcionan únicamente en el registro de los
valores de cambio, valores que son del orden del capital, sino que también funcionan a través de un modo de control de la
subjetivación, que lo llama «cultura de equivalencia» o «sistemas de equivalencia en la esfera de la cultura». Desde este
punto de vista el capital funciona de modo complementario a la cultura en tanto concepto de equivalencia: el capital se
ocupa de la sujeción económica y la cultura de la sujeción subjetiva. Sujeción subjetiva no se refiere solo a la publicidad para
la producción y el consumo de bienes. La esencia capitalista está en que no se reduce al campo de lo económico: está
también en la toma de poder sobre la subjetividad.

En esta dirección la cultura de masas es un elemento fundamental de la «producción de subjetividad capitalístico» la cultura
de masas produce individuos: individuos normalizados, articulados unos con otros según sistemas jerárquicos, sistemas de

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valores, sistemas de sumisión. No se trata de sistemas de sumisión visible explícitos, sino de sistemas de sumisión
disimulados y no es que esos sistemas son «interiorizados» o «internalizados», que implicaría una idea de subjetividad como
algo dispuesto para ser llenado. Al contrario, lo que hay es simplemente producción de subjetividad. No solo producción de
la subjetividad individuada —subjetividad de los individuos—sino una producción de subjetividad social que se puede
encontrar en todos los niveles de la producción y del consumo. Para el autor la gran fabricación de subjetividad se da en un
plano inconsciente y produce incluso aquello que sucede con nosotros cuando soñamos, fantaseamos, nos enamoramos,
deseamos.

Guattari propone que todo lo que se ha convenido en llamar «trabajadores sociales» —periodistas, todo tipo de psicólogos,
asistentes sociales, educadores, animadores, gente que desarrolla cualquier tipo de trabajo pedagógico o cultural en
comunidades de periferia, en los barrios de viviendas sociales, etc. — actúan de alguna manera en la producción de
subjetividad y se cuestiona: ¿Pero quién no trabaja en la producción social de subjetividad?

Sueley Rolnik coautora del texto propuesto plantea que son muchos los autores que se dedican al análisis de los procesos de
subjetivación característicos del capitalismo, así como al análisis de las implicaciones políticas de tales procesos y expresa que
esos autores consideran tales procesos como una cadena de montaje subjetiva diseminada por todo el cuerpo social, que
propaga una violencia diferente de aquella que es más directa y perceptible, de las relaciones de dominación y de
explotación.

Lo que le parece original en el trabajo que Deleuze y Guattari es el reconocimiento de que la producción de subjetividad es la
industria de base del sistema capitalista y también la sensibilidad de estos autores para plantear puntos de ruptura de ese
dispositivo complejo de producción de la subjetividad, entre los que se situarían, según ellos, muchos de los movimientos
sociales de la actualidad. Por último, y lo más destacable, es el reconocimiento de tales puntos de ruptura que serían focos
de resistencia política de mayor importancia, ya que atacan la lógica del sistema, no como abstracción, sino como experiencia
vivida.

Un aporte interesante del texto mencionado es que nos permite hacer algunas rupturas y diferenciaciones entre términos
que usamos habitualmente como sinónimos, por ejemplo usar indistintamente   los conceptos de individuo y
de subjetividad.

Para el autor los individuos son el resultado de una producción en masa, es decir algo serializado, registrado y modelado, por
el contrario, la subjetividad no es susceptible de totalización o de centralización en el individuo.
Una cosa es la individuación del cuerpo, otra la multiplicidad de los agenciamientos de subjetivación: la subjetividad está
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esencialmente fabricada y modelada en el registro de lo social.  Guattari realiza una crítica a Descartes, quien quiso unir la
idea de subjetividad consciente a la idea de individuo (unir la conciencia subjetiva a la existencia del individuo) y eso influyó
en la concepción de toda la historia de la filosofía moderna. Para el autor y eso es muy relevante para la intervención, los
procesos de subjetivación son fundamentalmente descentrados con relación a la individuación.

Un hecho subjetivo es siempre engendrado por un agenciamiento de niveles semióticos heterogéneos. Por ejemplo para el
autor, el discurso del Psicoanálisis es un engendramiento histórico de las modelizaciones del inconsciente y corresponde a un
fenómeno que produce una territorialización del sujeto diferente a la concepción moderna producida por Descartes.

Es importante, para analizar los sujetos en contextos de encierro, pensar que el modo por el cual los individuos viven la
subjetividad puede oscilar entre dos extremos: una relación de alienación y opresión, en la cual el individuo se somete a la
subjetividad se ata a como la recibe, o una relación de expresión y de creación, en la cual el individuo se apropia de los
componentes de la subjetividad, produciendo un proceso que él llama de singularización.

Acordamos con la perspectiva de Guattari en que no existe una subjetividad del tipo «recipiente» donde se colocarían cosas
esencialmente exteriores, que serían «interiorizadas». Tales «cosas» son elementos que intervienen en la sintagmática de la
subjetivación inconsciente. Son ejemplos de «cosas»: cierta manera de utilizar el lenguaje, de articularse con el modo de
semiotización colectiva (sobre todo de los medios de comunicación de masas).

Es interesante advertir en el texto que en oposición a la máquina de producción de subjetividad aparece la idea de que es
posible desarrollar modos de subjetivación singulares, aquellos que se denominan «procesos de singularización»: que serían 
aquellas maneras de rechazar todos los modos de codificación preestablecidos, todos los modos de manipulación y de
control a distancia, y rechazarlos para construir modos de sensibilidad, de relación con el otro, de producción, de creatividad
que produzcan una subjetividad singular. El autor plantea una singularización existencial que coincida con un deseo, con un
determinado gusto por vivir, con una voluntad de construir el mundo en el cual nos encontramos, con la instauración de
dispositivos para cambiar.

¿Serán posibles modos de singularización existenciales diferentes a los prestablecidos por el dispositivo de seguridad y
control?

Se plantea que Las máquinas de producción de subjetividad varían según las épocas y contextos sociales, económicos y
políticos. En los sistemas Tradicionales, por ejemplo, la subjetividad es fabricada por máquinas más territorializadas, en
relación a una etnia, una corporación profesional, una casta. En el sistema capitalista, (capitalismo mundial integrado) la
producción es industrial y se da a escala internacional. La producción de subjetividad es la materia prima de la evolución de
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las fuerzas productivas en sus formas más «desarrolladas» (los sectores de vanguardia de la industria). La subjetividad es la
materia prima del propio movimiento que anima la actual crisis mundial, como si fuera una especie de voluntad de potencia
productiva que sostiene y se sostiene a través de las revoluciones científicas y biológicas, de la incorporación masiva de la
telemática, de la informática y de la ciencia de los robots, a través del peso cada vez mayor de los equipamientos colectivos y
de los medios de comunicación de masas.

Lo que resulta interesante, y es de mucha relevancia para el trabajo de intervención situado, es que  presta atención ya no a
las grandes estructuras determinantes  como por ejemplo el registro de las ideologías  y de la consciencia de clase  sino que
las trasformaciones y  mutaciones  se producen a escala  de la subjetividad , es decir no funcionan solo en el registro de las
ideologías, sino en el propio corazón de los individuos, en su manera de percibir  y sentir el mundo, de articularse con el
tejido urbano, con los procesos del trabajo, con el orden social que soporta esas fuerzas productivas.

Vale decir que impacta todo lo que llega por medio del lenguaje, transmitido por la familia y por los equipamientos que nos
rodean. No son solo ideas o significaciones por medio de enunciados, así como tampoco se reduce a modelos de identidad o
a identificaciones con las figuras familiares, sino que para el autor se trata de... sistemas de conexiones directas entre las
grandes máquinas productivas, las grandes máquinas de control social y las instancias psíquicas que definen la manera de
percibir /se.

Estos sistemas de conexión se asocian a nociones diferentes; territorialización, sobe codificación, agenciamientos Para el
profesional de lo social, todo dependerá de su capacidad de articularse con los agenciamientos de enunciación que asuman
su responsabilidad en el plano micropolítico. La subjetividad es producida por agenciamientos de enunciación o de
semiotización.

Lo que en otra etapa u otros pensadores   denominarían ideología o efectos de la ideología en los sujetos, esta línea teórica  
se denomina subjetivación o producción de subjetividad. La noción de ideología, así como la noción de cultura, para
Guattari, no permiten comprender la función, literalmente productiva, de la subjetividad.

La ideología permanece en la esfera de la representación,  por lo contrario  la producción esencial del


Capitalismo Mundial Integrado - prefiere hablar de CMI y no de globalización-   no es solo la de la
representación, sino la de una modelización de los comportamientos, la sensibilidad, la percepción, la
memoria, las relaciones sociales, las relaciones sexuales, los fantasmas, los  imaginarios, en definitiva no

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solo produce la conciencia del sujeto sino también  su  sensibilidad y deseo

Con producción de subjetividadse refiere a los modos de expresión que pasan no solo por el lenguaje, sino también por
niveles semióticos heterogéneos. Por lo tanto, no se trata de elaborar una especie de referente general, una estructura
general de significantes del Inconsciente al cual se reducirían todos los niveles estructurales específicos.

Se trata de hacer exactamente la operación inversa, considerar puntos de singularidad plurales y heterogéneos.

Los equipamientos colectivos, con los cuales no solamente nos referimos a los de la acción sanitaria o de higiene mental
(como los ambulatorios y los centros de salud) o los de la vida cultural (Como las escuelas y las universidades), sino también
los medios de Comunicación de masas— tienden a ganar una importancia desmedida. Dichos equipamientos tienen por
función integrar factores humanos, infrahumanos y extrahumanos, situando en una articulación real instancias tan
diferentes.

Consideramos fundamental el giro conceptual que aportan estos autores para superar las dicotomías individuo, sociedad o
mundo interno y mundo externo, sujeto y contexto porque por ejemplo dejaríamos de hablar del orden capitalístico como si
solo fuera proyectado en la realidad del mundo y no en la realidad psíquica produciendo esquemas de conducta, de acción,
de gestualidad, de pensamiento, de sentido, de sentimiento, de afecto, etc.
Incide en los montajes de la percepción, de la memorización y en la modelización de las instancias intrasubjetivas...produce
los modos de las relaciones humanas hasta en sus propias representaciones inconscientes: los modos en los cuales las
personas trabajan, son educadas, aman, hablan... y eso no es todo. Fabrica la relación con la producción, con la naturaleza,
con los hechos, con el movimiento, con el cuerpo, con la alimentación, con el presente, con el pasado y con el futuro —en
definitiva, fabrica la relación del hombre con el mundo y consigo mismo.

Finalmente, y relacionado con el término producción, parece importante diferenciar que para el autor no hay un
determinismo social, cultural, económico, en la formación de la subjetividad sino que plantea que existen maneras singulares
de vivir. En este sentido, hace una distinción muy clara entre los términos: Identidad y singularidad.

La singularidad es un concepto existencial y la identidad es un concepto de referenciación, de circunscripción de la realidad a


cuadros de referencia, que pueden ser imaginarios. En otras palabras, el autor hace una crítica a los procedimientos para
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conformar la identidad porque es   aquello que hace pasar la singularidad de las diferentes maneras de existir por un solo y
mismo cuadro de referencia identificable.

Cuando se vivencia la propia existencia, la vivimos con las palabras de una lengua que pertenece a muchos; la vivimos con un
sistema de intercambios económicos que pertenece a todo un campo social; la vivimos con representaciones de modos de
producción totalmente serializados. No obstante la singularización produce que vivamos en una relación totalmente singular
con ese entrecruzamiento. El problema es que la sociedad capitalista no favorece los procesos de singularización sino las
Identidades fijas que circunscriben los modos de identificación a la propia subjetividad dominante.

Los procesos de singularización —simplemente poder vivir, sobrevivir en un determinado lugar, en un determinado


momento, ser nosotros mismos— no tienen nada que ver con la identidad. La noción de «identidad cultural» tiene
implicaciones políticas y micropoliticas muy complejas porque lo que anula es toda la riqueza de la producción semiótica de
una etnia, de un grupo social o de una sociedad

Luego de este recorrido por la primera unidad sobre subjetividad, la segunda unidad sobre identidad y
finalmente por la tercera referida a producción de subjetividad les propongo que elaboren la tercera parte
de la evaluación parcial.

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