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La Ordenación Sacerdotal
Michael Davies ofrece un aná lisis exhaustivo del Rito de Ordenació n del Rito
Nuevo en su libro The Order of Melchisedech . Demuestra exhaustivamente que el
Rito Nuevo imita el Rito Anglicano de Ordenació n de Cranmer de 1662 que el Papa
Leó n XIII citó como causa para declarar inválidas las ordenaciones anglicanas.
Michael Davies no concluye que el nuevo Rito de Ordenació n sea invá lido, pero otros
autores citan su investigació n para afirmar que las ordenaciones del Rito Nuevo son
tan invá lidas como el Rito Anglicano que imita.
Por si acaso, se pierde el punto principal de las observaciones del Obispo del
Nuevo Rito al pueblo en cuanto a su consentimiento, él usa un lenguaje florido para
decir, "Siéntense y cá llense". En el Nuevo Rito, el Obispo actú a como el ú nico
propietario de un negocio que necesita satisfacer a los clientes que pagan mientras
les niega el acceso a sus operaciones y registros internos.
La ironía de este dictado del Nuevo Rito es que la mayoría de los cató licos
modernos aceptan la calumnia de que la Tradició n Cató lica es "autocrática" e
"indiferente" hacia los laicos, y aceptan la mentira de que el Nuevo Rito es
"democrático" y "solícito" con los laicos. La Iglesia del Nuevo Rito es famosa por
promover la participació n de los laicos en la puesta en escena litú rgica, y la Iglesia
ha entregado la gestió n de las escuelas parroquiales, las universidades y otros
ministerios a los laicos para llenar el vacío causado por el colapso de las vocaciones
religiosas. Ademá s, la Iglesia del Nuevo Rito es famosa por doblar las reglas en un
esfuerzo por ser "popular". Incluso los autó cratas má s notorios proporcionan pan y
circo y doblan las reglas para ser populares. Muy a menudo la gente confunde la
popularidad con la bondad. Un procurador romano en particular, un autó crata, es
famoso por haber doblado las reglas para apaciguar a una turba que exigía la
crucifixió n de un hombre inocente.
Los cató licos tradicionales consideran que la declaració n de Pedro enseñ a que
todos los cató licos bautizados tienen la responsabilidad de difundir el evangelio,
no que sean capaces de realizar los sacramentos.
En la segunda parte del discurso, el Rito Tradicional nos dice lo que hace el
sacerdote tradicional: ofrecer el sacrificio, bendecir, gobernar, predicar y
bautizar. Estos deberes son diferentes de los deberes del Nuevo Rito de predicar,
sostener y celebrar. Observemos el orden; ofrecer el sacrificio es la prioridad.
Otros cristianos pueden bendecir, gobernar, predicar y bautizar, pero sólo el
sacerdote puede ofrecer el sacrificio.
El siguiente pá rrafo del Nuevo Rito también evita cualquier intenció n de celebrar
la Eucaristía como un sacrificio: “Celebraréis la liturgia y daréis gracias y
alabanzas…”
Lutero redefinió la ofrenda de la Misa como só lo “agradecimiento y alabanza.” El
resto de los deberes de los sacerdotes suenan bastante agradables: “llevar a los
hombres y mujeres (políticamente correcto) a Dios, perdonar los pecados, dar gracias
y alabanza, rezar por todo el mundo (políticamente correcto), aliviar y consolar a los
enfermos, alegría y amor, unificar la familia del hombre (políticamente correcto), y
servir a todos, especialmente a los que están perdidos.”
La ú nica cosa que el Nuevo Rito no enumera (sic) en la lista de los deberes de los
sacerdotes es cambiar el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo como
una ofrenda sacrificial a Dios.
El discurso del Rito Tradicional habla en detalle sobre el cará cter personal de
los sacerdotes. El Rito Tradicional advierte a los candidatos que deben acercarse al
sacramento con gran temor y cuidado.
Deben ser constantemente conscientes del carácter sagrado de sus deberes al
tratar con cosas sagradas.
El Rito Tradicional insiste en que su pasado se caracterice por una sabiduría
eminente, un carácter recto y una vida virtuosa de larga duració n.
En cambio, el Nuevo Rito no amonesta a los sacerdotes con ningú n detalle sobre
la castidad, la mortificació n, el vicio o la concupiscencia en el pasado, el presente o el
futuro. El Nuevo Rito nunca insinú a que la mala conducta de un sacerdote tenga
alguna consecuencia, y mucho menos la condena del Señ or.
Recordemos que al principio del Rito Tradicional, el interdicto canó nico exigía,
bajo pena de excomunión, que los candidatos no tengan impedimentos pasados o
presentes para recibir las Ó rdenes Sagradas. A continuació n, el Obispo interroga a
los ministros y, finalmente, al pueblo. Habiendo examinado todas las fuentes
posibles de informació n, el Rito Tradicional no necesita má s examen de los
candidatos.
5. Promesa de Obediencia.
En cambio, el Nuevo Rito se limita a rezar para que Dios “derrame los dones del
cielo” sobre los candidatos. En el Nuevo Rito, los candidatos se limitan solamente a
recibir los dones.
El Nuevo Rito elimina los doce signos de la cruz que había en el Rito Tradicional.
Desde el Bautismo hasta la Ordenació n, el Nuevo Rito elimina la mayoría de los
signos de la cruz de todos los sacramentos. Por alguna razó n, los Ritos nuevos
muestran consistentemente menos consideración por la Santísima Trinidad y
especialmente por el Espíritu Santo. Má s adelante veremos que el Nuevo Rito
elimina el Veni Creator, un antiguo himno al Espíritu Santo.
7. La Oración Solemne.
En la Oración Solemne, los dos ritos proporcionan algunas pequeñ as pistas que
muestran los deberes del sacerdote y la relación del sacerdote con los fieles, el
obispo y con Dios. La mayoría de los evidencias se encuentran en las diferencias de
las palabras.
Nuevamente vemos que el Nuevo Rito toma un texto claro pero le infunde
ambigüedad. En primer lugar, el Nuevo Rito agrupa el sacrificio y el culto, mientras
que el Rito Tradicional sitú a claramente la ofrenda del sacrificio por encima de
otros ritos sagrados. En segundo lugar, el Nuevo Rito deja de lado las palabras clave
“ofrenda” y “salvación” para deteriorar aú n má s la naturaleza distintiva del
sacrificio como en la Misa.
El Nuevo Rito también tiene una serie de frases del nuevo orden mundial que no
está n presentes en el Rito Tradicional: la creciente familia del hombre, la familia de
las naciones, el mundo entero, todos los hombres y mujeres, el pueblo cristiano. Es
probable que algunas de las frases tengan la intenció n de promover el ecumenismo.
En cambio, el Rito Tradicional habla exclusivamente de la Iglesia como pueblo
de Dios con la misió n de evangelizar hasta los confines de la tierra.
8. La Forma Esencial del Sacramento.
Como hemos visto en otros sacramentos, las palabras esenciales (forma) nos
hablan de las otras cuatro partes esenciales del sacramento: ministro, sujeto,
materia e intención. Otras palabras no esenciales en los ritos proporcionan el
contexto para definir con mayor precisió n el ministro, el sujeto, la materia y la
intenció n.
En la Ordenació n, el ministro es el Obispo, el sujeto es el candidato y la
materia es la imposición de manos.
En ambos ritos, la intención es otorgar (o conferir) la dignidad del
sacerdocio. A primera vista, la forma esencial de los dos ritos parece ser la misma.
Sin embargo, el problema es la intención. Los dos ritos utilizan las mismas
palabras, pero lamentablemente los dos ritos discrepan fundamentalmente sobre el
significado del sacerdocio.
El Rito Tradicional utiliza la palabra “consagrar’ siete veces, y cada uso tiene el
significado de cambiar la naturaleza de la cosa. En el discurso del Obispo, el Rito
Tradicional afirma que los obispos, sacerdotes, diá conos y subdiá conos son
consagrados en el sentido de cambiados por Dios. El hombre que puede actuar in
persona Christi tiene una naturaleza diferente a la del hombre que no puede hacerlo.
El Nuevo Rito utiliza consagrar una sola vez en el Examen de Candidatos: “¿Está s
decidido a consagrar tu vida a Dios por la salvació n de su pueblo?” El candidato no
tiene el poder de cambiar su propia naturaleza; por lo tanto, este uso del Nuevo Rito
de consagrar es diferente del sentido del Rito Tradicional de cambiar la
naturaleza de algo. En este caso, consagrar significa “dedicar” como en “está s
decidido a dedicar tu vida.”
Una vez má s, vemos que el Rito Tradicional está má s preocupado por lo que el
sacerdote llega a ser, y el Nuevo Rito está má s preocupado por lo que el sacerdote
hace.
En el Rito Tradicional los sacerdotes aceptan, a través de las manos del obispo,
el poder de Dios para ofrecer el sacrificio a Dios.
En el Nuevo Rito el sacerdote recibe, a través de las manos del obispo, los dones
del pueblo para ofrecerlos a Dios. Este texto del Nuevo Rito sugiere que el sacerdote
actú a como un mero intermediario entre el pueblo y Dios para intercambiar dones,
mientras que el Rito Tradicional enseñ a que el sacerdote tiene el poder dado por
Dios para ofrecer el sacrificio.
Los dos ritos tienen actitudes profundamente diferentes hacia los fieles difuntos.
El Rito Tradicional enseñ a en dos ocasiones que se ofrecen misas por los
difuntos, en esta Presentació n de la Hostia y en la Exhortació n Final. La Tradició n
aprecia a los fieles difuntos.
El Nuevo Rito nunca menciona a los difuntos o el deber del sacerdote en la
caridad hacia los muertos. Recordemos que el Nuevo Rito también elimina todas las
referencias del Rito Tradicional a la vida del sacerdote después de la muerte: el cielo
o la condenació n.
El Nuevo Rito no tiene más texto específico para la Ordenació n; continú a con la
Misa.
13. Responsorio.
En cambio, el Rito Tradicional reconoce la promesa con “La paz del Señor esté
siempre con vosotros.” La paz del Señ or, consecuencia de la obediencia a Dios, es
más importante que la obediencia al obispo.
El Nuevo Rito presume que las ó rdenes del obispo está n siempre identificadas con
la voluntad de Dios. La historia muestra que, en ocasiones, los obispos, los concilios
e incluso los papas cometen errores humanos.
Con el orden apropiado de obediencia después de la ordenació n, el Rito
Tradicional enseñ a que necesitamos mantener nuestras prioridades: Dios
primero, el obispo después.
A veces incluso la caridad y la lealtad requieren que un subordinado hable para
evitar que el superior cometa un error.
El Rito Tradicional anima a los sacerdotes a usar el buen juicio, y el Nuevo Rito
anula el juicio.
Esta exhortación final del Rito Tradicional es, a mi parecer, entrañ able.
Se puede ver el afecto paternal cuando el obispo les dice a los nuevos sacerdotes
que “reflexionen sobre lo que acaba de suceder”.
Luego les recuerda de nuevo la prioridad: agradar a Dios todopoderoso. Y reza
para que los nuevos sacerdotes beneficien de la gracia de Dios.
De nuevo, el Rito Tradicional refuerza la lecció n de que la relació n entre el
sacerdote y el obispo trasciende la relació n transaccional de gerente-empleado...
Por ú ltimo, el obispo pide un favor a los nuevos sacerdotes: “¿Puedo pedirles...?
que celebren tres Misas.” La gente pide favores a sus amigos.
El obispo pide a los sacerdotes que, en la primera Misa, se acuerden del Espíritu
Santo, que actuará a través del nuevo sacerdote.
La segunda misa es para honrar a María, la Madre del Sumo Sacerdote y por
extensió n madre de todos los sacerdotes. (El Rito nuevo nunca menciona a la
Virgen María en el rito de ordenació n)
La tercera Misa es por los fieles difuntos, porque el Rito Tradicional, a diferencia
del Rito nuevo, nos enseñ a a querer a nuestros difuntos.
Luego, el obispo cierra la ordenació n pidiendo a los nuevos sacerdotes que recen
por él.
CONCLUSIONES
El nuevo rito de ordenación del Papa Pablo VI, introducido en junio de 1968,
redefinió la vocación sacerdotal. Redefinir no es una conclusió n demasiado fuerte.
El texto muestra claramente que el Rito nuevo eliminó por completo la clara
definició n del sacerdote del Rito Tradicional y la sustituyó por un lenguaje
contradictorio o ambiguo.
El poder de actuar in persona Christi para consagrar el pan y el vino y perdonar
los pecados es demasiado importante para dejarlo a la imaginación como en el Rito
nuevo.
El recién ordenado del Rito nuevo no tiene el consuelo de un lenguaje tan claro
como en el Rito Tradicional. En el Rito nuevo, el recién ordenado puede preguntarse
legítimamente si realmente tiene el poder de consagrar o el poder de perdonar
pecados.
El Rito Tradicional y el Rito nuevo presentan cada uno una visión diferente de
la relació n del sacerdote con el obispo, los laicos e incluso con Dios.
El Rito Tradicional presenta una relación familiar en la que el obispo anima a
los laicos y a los ordenandos a usar el juicio, y parte de ese juicio es hacer de la
voluntad de Dios la prioridad. El obispo trata al nuevo sacerdote como a un hijo
mayor al que se le confía el cuidado de la familia extensa.
El Rito Tradicional enseñ a que la obediencia al obispo es claramente
secundaria a la conformidad con la voluntad de Dios.
El Rito Tradicional utiliza palabras como “ayudante” en lugar de “trabajador.” El
obispo demuestra afecto paternal al pedir un favor a sus nuevos sacerdotes.