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Todo fiel católico que se da cuenta que posee una biblia mala, debe deshacerse de ella y
esforzarse por conseguir cuanto antes una Biblia buena.
Leer biblias malas conlleva el doble peligro de leer textos adulterados ofensivos a Dios y
asimilar errores en los comentarios malos de las mismas.
Por el contrario, leer una Biblia verdaderamente católica conlleva muchas gracias y
bendiciones.
La Iglesia otorga indulgencias a todos los fieles que leen la Santa Biblia por lo menos
media hora diaria.