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Evaluación del recién nacido
VALENCIA P. WALKER
PUNTOS CLAVE
• La detección oportuna de problemas significativos del recién nacido
ayuda a prevenir enfermedades graves.
• Es esencial adoptar un enfoque sistemático para obtener En la sala de recién nacidos normales, el objetivo principal es
los antecedentes prenatales y neonatales.
• La evaluación inicial del recién nacido aporta mucha información significativos que pueden causar morbilidad grave si no se detectan de
para la evaluación previa al alta y los planes de tratamiento.
• Se requiere un nivel adecuado de vigilancia para detectar al recién
nacido patológico «que se esconde» entre los saludables.
• Un desafío persistente de la exploración del recién nacido es
la necesidad de que sea eficiente, completa y muy minuciosa,
pero que transmita, a la vez, una actitud de tranquilidad reconfortante.
• La repetición de la evaluación de recién nacidos normales
y la transmisión de tranquilidad reconfortante nunca debe promover de presentación y hallazgos.
la complacencia.
E
ste capítulo considera la evaluación médica del recién nacido
aparentemente sano en los primeros días de vida. En consecuen­
cia, se pondrá el acento en problemas frecuentes, variaciones
de lo normal y anomalías sutiles. Asimismo, se describen algunos
hallazgos clínicos que sugieren enfermedad grave, pero su inclusión
no busca presentar un diagnóstico diferencial completo ni una guía
para el tratamiento. En otros capítulos de este libro se describen con
mayor detalle los hallazgos físicos pertinentes a enfermedades y sistemas
orgánicos específicos, la evaluación del recién nacido dismórfico y los
estudios de laboratorio de utilidad.
Evaluación inicial del recién nacido: elementos
clave
1. Obtenga los antecedentes (prenatales, del parto, familiares y socia­
les).
2. Practique una exploración física.
3. Evalúe y considere la repercusión de los factores de riesgo significa­
tivos, los antecedentes y los hallazgos de la exploración física.
4. Determine la necesidad de un plan de estudios o seguimiento
adicional según esté indicado.
5. Brinde educación y asesoramiento a los padres/tutores legales.
Para completar estas tareas, se requiere habilidad y experiencia. Para
ser breves, llamaremos pediatra a la persona que evalúa al recién nacido.
En algunas instituciones, la evaluación sistemática la realiza un pediatra
general, un médico de familia o una enfermera pediátrica, y el neonató­
logo ingresa en la sala de recién nacidos sanos solo como consultor. En
otras instituciones, el neonatólogo tiene responsabilidad directa de los
pacientes de la sala de recién nacidos, así como de los de la unidad de
cuidados intensivos neonatales (UCIN). Independientemente de qué
© 2019. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos
Descargado para David Kenn Aguilera Mosquera (davidkennsito@hotmail.com) en University of the Americas de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 12,
2021. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2021. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados.
profesional sanitario sea el principal responsable de la evaluación de los
recién nacidos, esta persona debe desarrollar y mantener competencia
en la evaluación del recién nacido sano, una tarea que requiere su
propio conjunto particular de habilidades.
identificar a la pequeña minoría de recién nacidos con problemas
manera oportuna. Esto incluye el reconocimiento y la consideración
de problemas psicosociales (p. ej., maternos, familiares o comunita­
rios) que pueden incidir de manera adversa en recién nacidos tanto
«normales» como «en riesgo». Este objetivo se debe cumplir sin perder
de vista que la vasta mayoría de los recién nacidos de la sala de recién
nacidos son completamente saludables, pese a las amplias variaciones
Anamnesis
Al obtener los antecedentes del recién nacido, el pediatra se puede
considerar fácilmente un periodista de investigación. Se necesitan
múltiples fuentes de información para completar la «recopilación de
datos» inicial, por ejemplo:
1. Antecedentes médicos y obstétricos de la madre.
2. Curso del embarazo actual.
3. Antecedentes sociales y familiares (maternos y paternos).
4. Otras fuentes de información:
a. Registros de visitas prenatales y estudios de laboratorio ambu­
latorios.
b. Registros de las hospitalizaciones previas y actual de la madre.
c. Registro del parto.
d. Registros del recién nacido creados por enfermeras y otros miem­
bros del personal.
e. Comunicaciones directas del obstetra, la matrona y las enferme­
ras.
f. Entrevistas con la madre y otros miembros de la familia.
En la era de transición de los registros sanitarios escritos a los elec­
trónicos, hay que ser cauto acerca de la «información perdida» o la
información errónea «trasladada» de manera inadvertida entre docu­
mentos. Lo ideal es que existan sistemas que garanticen que el pediatra
responsable del recién nacido sea informado directa y oportunamente
acerca de afecciones de alto riesgo. De todos modos, el pediatra tiene
una responsabilidad independiente de utilizar la información dis­
ponible en la historia clínica materna para valorar posibles problemas
de alto riesgo. La tabla 25.1 presenta un resumen de los antecedentes
prenatales y neonatales relevantes esperados.
Es esencial adoptar un enfoque sistemático para la obtención y el
registro de los antecedentes, de manera que nunca se presuponga que se
conoce la información importante cuando esta, en realidad, se ha per­
dido o cuando pasa inadvertida y, por ende, no se tiene en cuenta. Esto
tiene particular importancia cuando la recopilación de la información
289
290 PA RT E V I I Asistencia básica del recién nacido

TABLA  Componentes de una anamnesis prenatal Si bien la anamnesis y la exploración física son actividades dis­
25.1 y neonatal de urgencia tintas que se describen en apartados separados de la documentación
del pediatra, estas no se realizan en forma aislada. El conocimiento de
Categoría Componentes problemas, episodios y factores de riesgo específicos debe instar a una
Identificación materna Edad, primigesta, paridad, semanas
exploración más dirigida o detallada de la región corporal o el sistema
de gestación orgánico pertinente.
Ejemplo clínico: recién nacido de madre diabética nacido con
Antecedentes médicos Enfermedad significativa, medicaciones fórceps en quien se observa distocia de hombros.
maternos Acción del pediatra: exámenes cefálico, clavicular y neurológico
Embarazo actual Feto único o múltiples fetos
más detallados.
Por el contrario, el interrogatorio específico derivado de hallazgos
Resultados pertinentes de pruebas de la exploración física a menudo permite obtener información que no
y estudios analíticos fue aportada en forma voluntaria en la anamnesis sistemática previa,
Crecimiento fetal (RCIU, GEG; hidropesía)
como antecedentes familiares de una anomalía específica.
Ejemplo clínico: ritmo anormal auscultado en la exploración,
Parto (período Rotura de membranas (duración) con resultados del electrocardiograma de control sospechosos de un
de dilatación) intervalo QT corregido prolongado.
Líquido amniótico (oligohidramnios/
polihidramnios; sanguinolento; purulento;
Acción del pediatra: interrogar a los padres respecto de antece­
meconial; olor fétido) dentes familiares de muerte súbita, síncope o muerte prematura en el
período neonatal/lactancia presuntamente secundaria a síndrome de
Signos de infección (fiebre materna, muerte súbita del lactante.
leucocitosis, taquicardia, dolor Dado el potencial de morbilidad y muerte de la sepsis neonatal de
a la palpación uterina) inicio temprana, se debe valorar la presencia o ausencia de factores
Trazado fetal (taquicardia, desaceleraciones, de riesgo de este cuadro como parte de la evaluación inicial de todo
etc.) recién nacido.
Los factores de riesgos de sepsis de inicio temprano son los siguientes:
Parto (período Indicación de urgencia (desprendimiento • Prematuridad (< 37 semanas de gestación) o bajo peso de naci­
expulsivo) prematuro de placenta; preeclampsia, miento (< 2.500 g).
sufrimiento fetal/intolerancia al parto) • Rotura prolongada de membranas (≥ 18 h).
Vía del parto • Temperatura corporal materna de 38 °C o más alta, dolor a la
palpación uterina, líquido amniótico purulento o de olor fétido,
Método de anestesia (general frente a local) leucocitosis materna o desplazamiento a la izquierda de la fórmula
Fármacos administrados leucocítica, o taquicardia materna.
• Colonización vaginal materna con estreptococos del grupo B, a
GEG, grande para la edad gestacional; RCIU, restricción del crecimiento intrauterino. menos que se haya administrado profilaxis intraparto adecuada o
que las membranas fetales permanecieran intactas hasta el parto por
cesárea (CDC, 2010).
• Infección urinaria materna por estreptococos del grupo B (la infec­
ción urinaria por Escherichia coli también es un posible factor de
se interrumpe o desarticula debido a la necesidad de una intervención riesgo).
inmediata para estabilizar a un recién nacido. Por ejemplo, el pediatra • Mala tolerancia del feto al parto.
llamado para asistir a un parto de urgencia de un feto con sufrimiento • Necesidad no explicada de reanimación en el momento del parto.
fetal debe centrar la recopilación de información, en esos únicos y • Transición intrauterina demorada/«lenta» (advertida por la persis­
pocos minutos disponibles, en lo que es directamente relevante para tencia de signos vitales anormales después del parto).
preparar la reanimación. Después de finalizar la evaluación inicial, es importante documentar
Tanto en el recién nacido estabilizado que es enviado a la habitación los antecedentes, los hallazgos de la exploración física y los resultados
con la madre como en el recién nacido en estado crítico que ingresa en de los estudios de laboratorio obtenidos. Esta información se utiliza
la UCIN, se debe regresar con rapidez al enfoque sistemático para la para elaborar la valoración y el plan de asistencia del recién nacido. Una
recolección y el registro de los antecedentes. Por ejemplo, si la madre no vez documentados, la valoración y el plan también se convierten en
tiene un resultado negativo documentado de la prueba para infección parte de los antecedentes en progreso del recién nacido. Asimismo, es
por hepatitis B, el pediatra puede verificar el estado de hepatitis B importante saber que la evaluación inicial aporta mucha información
de la madre, de manera que se pueda administrar vacuna contra la para la evaluación previa al alta, en particular si esta es practicada por
hepatitis B dentro del período recomendado de 12 h posteriores al dos pediatras. Para la evaluación previa al alta, ya se habrán documen­
parto. Por otra parte, en el recién nacido sano, la recopilación de los tado y revisado los antecedentes prenatales y perinatales, de manera que
antecedentes en el momento del encuentro inicial después del parto el pediatra puede dirigir su atención a los antecedentes aparecidos en
hará hincapié en los antecedentes prenatales (incluidos antecedentes el intervalo (obtenidos, en su mayoría, de los registros de enfermería
maternos y familiares), el parto y la transición neonatal, la iniciación y los padres). El conocimiento de esta información es crucial para
de la alimentación y cualquier síntoma o problemas parentales que determinar si el recién nacido puede recibir el alta para regresar a su
hayan manifestado desde el nacimiento. hogar de manera segura.
Durante la evaluación inicial, se espera que el pediatra identifique
lo siguiente: Consideraciones sobre la exploración física
1. Factores de riesgo de problemas médicos que pueden aparecer en
los primeros días de vida (p. ej., sepsis materna de inicio temprano, Independientemente de lo experimentado que sea el pediatra, toda
hiperbilirrubinemia grave). exploración de un recién nacido contribuye a su apreciación de
2. Factores de riesgo de problemas psicosociales que pueden imposi­ los amplios límites de variación de las afecciones frecuentes y benignas
bilitar el alta para volver al hogar de manera segura. observadas. Asimismo, aumenta el grado de comodidad del pediatra

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para mantener un nivel de atención adecuado a fin de detectar al recién
nacido patológico «que se esconde» entre los sanos. Las exploraciones
físicas repetidas continuamente refinan y fusionan la eficiencia y la
minuciosidad del pediatra.
La exploración del recién nacido sano implica una exploración
física completa, en el sentido de que se examinan todas las partes del
cuerpo. Sin embargo, no resulta práctico explorar de manera exhaus­
tiva y documentar en forma explícita todos los posibles hallazgos.
Afortunadamente, existen múltiples oportunidades para realizar una
exploración y anotar los hallazgos pertinentes, por ejemplo:
1. Parto.
2. Ingreso en la sala de recién nacidos.
3. Evaluación dirigida/orientada a problemas.
4. Encuentro de seguimiento diario.
5. Alta del hospital o visitas domiciliarias o ambulatorias de control.
Exploración al nacer y actuación en la sala de partos
En el momento del nacimiento, la atención se centra en la iniciación de
la estabilidad respiratoria y cardiovascular adecuada. En el capítulo 24
se analiza con más detalle la verificación de la adaptación exitosa frente
a la necesidad de reanimación concurrente. Por lo general, el recién
nacido cuyo estado permanece inestable o que presenta anomalías
importantes que son evidentes en la inspección inicial será trasladado a
una UCIN para evaluación y tratamiento adicionales. De todos modos,
es razonable que el pediatra presente en el parto intente la siguiente
valoración breve según sea factible:
1. Presencia de características dismórficas macroscópicas.
2. Auscultación de un soplo cardíaco posiblemente patológico.
3. Permeabilidad del ano.
El recién nacido cuyo estado se estabiliza después del parto, con
intervención o sin ella, es evaluado de inmediato para determinar
si puede permanecer con la madre. Esta exploración se centra en
determinar la adecuación de la transición cardiorrespiratoria y en
inspeccionar al recién nacido para detectar anomalías congénitas que
pueden indicar la necesidad de ingreso en una UCIN o en una unidad
de observación/cuidados intermedios. Estas últimas inspecciones com­
prenden lo siguiente:
1. Introducción de un catéter fino a través de ambas fosas nasales para
evaluar una posible atresia de coanas del recién nacido.
2. Introducción de un catéter delgado hasta el estómago para evaluar
una posible atresia esofágica del recién nacido (con fístula traqueo­
esofágica o sin ella).
3. Evaluación de imperforación anal/permeabilidad anal del recién
nacido.
En los partos habituales de recién nacidos sanos, esta exploración
también puede ser realizada por el obstetra o la enfermera-matrona.
Si está presente el pediatra, una exploración ampliada puede servir
como exploración de ingreso en la sala de recién nacidos. Sin embargo,
se suelen tomar en consideración prácticas que fomentan el vínculo
inmediato del recién nacido y la madre durante la «hora dorada» de
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transición después del nacimiento, así como los primeros intentos de
lactancia materna.
Exploración al ingresar en la sala de recién nacidos
En el recién nacido sano, esta exploración se practica una vez que
el recién nacido finaliza la transición, en general a las 24 h del naci­
miento. En este momento, la exploración física completa tiene por
objeto detectar de manera eficiente problemas que, al principio,
no eran evidentes, o que es probable que sobrevengan pronto. Se
le vuelve a recordar al pediatra que la identificación de factores de
riesgo de los antecedentes o la detección de síntomas o anomalías
exige la expansión adecuada de la exploración básica (en los casos
indicados) para prestar mayor atención a las áreas relevantes para el
diagnóstico diferencial.
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CAPÍTULO 25 Evaluación del recién nacido 291
Evaluación dirigida u orientada a problemas
Cuando se llama al pediatra para evaluar a un recién nacido debido a
síntomas o problemas específicos, es natural que la exploración se centre
en los aspectos relevantes para dichos problemas. Dado el carácter
notoriamente inespecífico de muchos síntomas neonatales, aun la
exploración dirigida requerirá un enfoque amplio a fin de aportar
información adecuada para el diagnóstico diferencial potencialmente
extenso.
Visita de seguimiento diaria
La exploración de seguimiento diario del recién nacido puede ser
abreviada, pero siempre debe depender de su estado general. Las áreas
de atención activa deben incluir el estado neurológico y cardiorres­
piratorio, el estado de hidratación, los patrones de alimentación y
evacuación del recién nacido, y la evaluación de ictericia.
Exploración al recibir el alta de la sala de recién nacidos
La exploración de alta, aunque de alcance similar a las evaluaciones ini­
ciales, tiene un énfasis ligeramente modificado, basado en lo siguiente:
1. Información adicional proporcionada durante la observación en el
hospital.
2. Determinación de si el recién nacido está preparado para los cui­
dados habituales en el hogar.
La exploración de alta consiste en una exploración física completa.
Sin embargo, suele ser innecesario repetir una búsqueda de anomalías
físicas que no cambian con el tiempo (p. ej., exploración de la cavidad
oral para detectar fisura palatina o de los ojos para detectar reflejos
rojos retinianos) si no se identificaron antes. Si un pediatra diferente
realiza la exploración de alta, a menudo es más eficiente repetir toda
la exploración que verificar las exploraciones previas practicadas por
distintos pediatras. En los ingresos hospitalarios de 24 h o menos, es
adecuada una exploración de ingreso-alta combinada.
Realización de la exploración
Abordaje de la exploración del recién nacido
Un desafío persistente de la exploración del recién nacido es la necesidad
de mantener la eficiencia, la minuciosidad y un alto grado de atención,
mientras se transmite, a la vez, una actitud de tranquilidad reconfor­
tante. La impresión de tranquilidad adecuada refleja la realidad de que
la abrumadora mayoría de los recién nacidos de la sala neonatal son
sanos. De todos modos, la repetición de la evaluación de recién nacidos
normales y la transmisión de tranquilidad reconfortante nunca deben
promover la complacencia.
Aunque un examinador experimentado puede detectar nume­
rosas anomalías solo por reconocimiento de patrones, incluso un
experto puede pasar por alto hallazgos importantes si no se atiene
al enfoque disciplinado y sistemático que aquí se recomienda. Sin
embargo, el deseo de asegurarse de que ningún aspecto esencial de
la exploración sea omitido o descuidado se debe equilibrar con la
tolerancia del recién nacido a la manipulación. A veces parece más
fácil evitar omisiones si el pediatra practica siempre la exploración
en la misma secuencia. Lamentablemente, un abordaje rígido que
no se adapta al estado y la actividad de cada recién nacido puede
determinar una exploración inadecuada, que es ineficiente, inexacta
e innecesariamente estresante para el recién nacido, los padres y el
examinador.
Entorno
El entorno en que se practica la exploración puede afectar de manera
significativa a la fiabilidad de los resultados/hallazgos por los efectos
sobre el examinador o el recién nacido. Se debe priorizar un entorno
óptimo para la exploración y mantenerlo lo más posible. Cuando
esto no es factible, el examinador debe ser consciente de las limi­
292 PA RT E V I I Asistencia básica del recién nacido
taciones causadas por un entorno inadecuado y ajustar el enfoque
de la exploración para compensarlo, disponer el traslado del recién
nacido o diferir determinadas partes de la exploración cuando sea
apropiado.
Las consideraciones ambientales importantes son las siguientes:
1. Iluminación.
2. Temperatura.
3. Ruido de fondo.
4. Otras distracciones (altura/posición incorrectas de la cama, falta de
material adecuado, consultas de los padres o enfermeras, etc.).
5. Estado fisiológico del recién nacido (hambre, llanto, etc.).
Por lo general, se examina al recién nacido en una cuna térmica
en la sala de partos o en la sala de recién nacidos, o en una cuna en
la habitación de la madre. Una cuna térmica abierta permite el mejor
acceso y posibilita mantener caliente al recién nacido mientras se
encuentra totalmente desnudo durante la exploración. Sin embargo,
la exploración se suele practicar con el recién nacido en una cuna, y se
inicia con el recién nacido vestido por lo menos con camisa y gorro,
y envuelto en mantas.
En estas condiciones, la exploración de un recién nacido sano se
puede realizar en la cuna, pero la secuencia de exploración se debe
modificar para minimizar el tiempo que el recién nacido permanece
totalmente desnudo. El examinador debe extremar el cuidado para ase­
gurarse de que la exploración sea completa y que, en algún momento
de la exploración, se visualice toda la superficie cutánea.
Realizar la exploración en presencia de los padres permite que el
examinador muestre cómo responde el recién nacido a la manipu­
lación y que señale de inmediato cualquier hallazgo que exija una
explicación o una información tranquilizadora. La observación de la ex­
ploración puede estimular a los padres para que formulen preguntas
que, de lo contrario, no se les ocurrirían hasta más adelante, y brinda
al médico una oportunidad inmediata de educación adicional. Por
otra parte, las interrupciones de los padres y otros miembros de la
familia pueden interferir en el hilo de pensamiento del examinador,
con el riesgo de distracción y omisiones inadvertidas.
En salas de recién nacidos grandes con gran carga de trabajo, quizá
sea más práctico que el pediatra examine a una serie de recién nacidos en
la sala y, luego, informe de los resultados de la exploración a los padres
de cada uno. Lo ideal es mostrar hallazgos específicos a los padres en
tiempo real si es adecuado. Independientemente de si los padres están
presentes durante la exploración, sus resultados deben ser comunicados
de inmediato. Los padres pueden estar ansiosos respecto de hallazgos
que el pediatra considera de escasa consecuencia, y viceversa. La comu­
nicación rápida y sensible de los hallazgos de la exploración ayuda a
que los padres ganen confianza, mientras que la comunicación diferida
o deficiente puede afectar a la relación de los padres con el médico y
el hospital.
Evaluación de la edad gestacional
Si la estimación obstétrica de la edad gestacional (EG) es dudosa o
no parece fiable, se puede calcular la EG del recién nacido sobre la
base de criterios de la exploración física. Esto es importante para
determinar información muy relevante y pertinente que incidirá
en el tratamiento y la asistencia; por ejemplo, la valoración de si el
paciente es pequeño o grande para su EG. Ninguna característica
individual es una guía fiable de la EG, pero se han evaluado de
manera extensa sistemas de puntuación que utilizan múltiples carac­
terísticas de madurez física y neuromuscular (Amiel-Tison, 1968;
Dubowitz et al., 1970). Es probable que la puntuación de Ballard sea
la más ampliamente usada en la práctica contemporánea (Ballard
et al., 1991). Se pueden observar descripciones detalladas y una
demostración en vídeo de este examen en http://www.ballardscore.
com. Asimismo, los pediatras pueden optar por utilizar http://www.
medcalc.com/ballard.html como ayuda para calcular la puntuación
de Ballard.
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Determinación de medidas clave
La exploración física del recién nacido comprende las mediciones
del peso, la talla y el perímetro cefálico, que se deben comparar con
datos de crecimiento estandarizados (fig. 25.1) para determinar si el
recién nacido es pequeño (por debajo del percentil 10), de tamaño
adecuado o grande (por encima del percentil 90) para su EG (Batta­
glia y Lubchenco, 1967). En recién nacidos de menos de 37 semanas
de gestación, corresponde considerar la referencia a los gráficos de
crecimiento de Fenton (fig. 25.2).
Se pueden revisar los signos vitales proporcionados por enfer­
mería (temperatura corporal, frecuencia cardíaca y frecuencia res­
piratoria), pero el pediatra también debe controlar la frecuencia
cardíaca y la frecuencia respiratoria en el momento de la explo­
ración. En los recién nacidos sanos no se mide de manera sis­
temática la presión arterial, pero esta se debe controlar en las
cuatro extremidades si los antecedentes o la exploración sugieren
un problema circulatorio.
De las técnicas convencionales de exploración física del recién
nacido, la observación a menudo es subestimada y pasada por
alto. La palpación y la auscultación también son importantes,
aunque la percusión tiene una aplicación relativamente limitada.
La exploración sistemática del recién nacido sí incluye maniobras
de examen de las caderas y la investigación de diversas respuestas
reflejas.
Por lo general, solo se necesita un estetoscopio, un oftalmoscopio y
una cinta métrica. Para determinados propósitos, resulta útil una fuen­
te de luz para transiluminación. La oximetría de pulso puede mejorar la
detección temprana de cardiopatía congénita crítica. En septiembre de
2011, Kathleen Sebelius, Secretary of Health and Human Services
de EE. UU., sugirió agregar la detección sistemática de cardiopatías
congénitas mediante oximetría de pulso al Recommended Uniform
Screening Panel para recién nacidos antes de que reciban el alta de un
hospital o un centro obstétrico (Martin et al., 2013). Varios estados
ya han promulgado leyes para que esta práctica se convierta en una
norma asistencial en el período neonatal inicial. Por lo general, el
cribado es realizado por personal adecuadamente capacitado 24-48 h
antes del alta.
Observación inicial
Antes de acercarse o tocar al recién nacido, el pediatra debe pararse y
observarlo en un estado de calma y tomar nota de lo siguiente:
1. Estado de vigilia o sueño.
2. Color de las partes visibles de la piel y mucosas.
3. Frecuencia respiratoria y cualquier sonido audible o signos de mayor
trabajo respiratorio.
4. Tono y postura.
5. Actividad espontánea.
6. Cualidad del llanto y simetría de la cara al llorar (si fuera aplica­
ble).
7. Impresión general de si el recién nacido está sano o enfermo.
Estas observaciones aportan información valiosa y se deben repetir
de manera intermitente durante toda la exploración para compararlas
con las impresiones iniciales del pediatra. Estar en sintonía con el
estado y las respuestas del paciente puede facilitar mucho la explora­
ción física y volverla menos estresante para el recién nacido, además
de ahorrar tiempo al examinador. Por lo general, el recién nacido
responde con mayor lentitud a un estímulo que un niño mayor o
un adulto, y la respuesta tiende a no permanecer localizada en la
zona del estímulo.
Ejemplo clínico: tocar con suavidad la cara o una extremidad de
un recién nacido dormido o solo aflojar una manta suele causar algún
movimiento inicial limitado de la zona tocada, seguido, tras una ligera
demora, de una onda de movimiento que se extiende para abarcar todo
el cuerpo y que se puede acompañar de un despertar parcial.
 CAPÍTULO 25 Evaluación del recién nacido 293

• Figura 25.1  Gráficos de crecimiento de la OMS para niñas (A) y niños (B) nacidos a término, a
las 37 semanas de gestación o después. CDC, Centers for Disease Control and Prevention; OMS, Or­
ganización Mundial de la Salud. (Tomado de WHO Child Growth Standards [http://www.who.int/child-
growth/en].)

Acción del pediatra:
1. A menudo, aguardar algunos segundos para que desaparezca por
completo esta onda de respuesta antes de volver a mover o tocar
otra vez al recién nacido permite que el recién nacido se calme y
permanezca quieto.
2. Es probable que proceder al examen y, en consecuencia, propor­
cionar un nuevo estímulo poco después del primero (y antes de
que los movimientos secundarios hayan dejado de propagarse)
mientras el recién nacido está parcialmente despierto refuerce la
estimulación inicial, y lo despierte por completo y provoque una
crisis de llanto.
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del tórax para controlar la respiración y los ruidos cardíacos. También
se puede investigar la presencia de ruidos hidroaéreos abdominales.
Si el recién nacido ya está llorando o se despierta y comienza a llorar
de forma enérgica, se puede diferir la auscultación en favor de otras
partes de la exploración. Una vez completadas estas, se puede calmar
y consolar al recién nacido para completar la auscultación cuando este
recupere un estado de reposo tranquilo.
Al examinar pacientes, se debe recordar que los recién nacidos son
sensibles a la temperatura. Idealmente, se debería exponer a todo el
recién nacido durante la exploración para inspeccionar alteraciones
cutáneas y características dismórficas. Sin embargo, resulta beneficioso

Con una serie de interacciones delicadas, bien espaciadas, el exami­
nador a menudo puede completar partes importantes de la exploración
sin despertar al recién nacido. Con el recién nacido dormido o en
estado de vigilia tranquilo, el examinador en general comenzará por
descubrir el tórax. Según el tipo de prenda de vestir que use el recién
nacido, lo mejor puede ser levantar primero la camisa o el vestido
solo lo suficiente para deslizar por debajo el estetoscopio. El llanto o
el movimiento de la tela bajo el estetoscopio pueden enmascarar con
facilidad los ruidos cardíacos y los soplos suaves, si están presentes.
Esto puede ser agravado por la frecuencia respiratoria relativamente
rápida de los recién nacidos en comparación con los adultos y los niños
mayores. Por lo general, se ausculta primero la región precordial. Si el
recién nacido permanece tranquilo, se pueden auscultar otros lugares
desvestir en forma parcial al recién nacido por partes a medida que pro­
gresa la exploración para favorecer el mantenimiento de la temperatura
y, por lo demás, cumplir este objetivo.
Ejemplo de la secuencia de la exploración
1. Observación (¿el recién nacido está enfermo o sano?).
2. Auscultación de la pared anterior del tórax y el abdomen (si el
recién nacido está tranquilo y coopera).
3. Inspeccione y palpe la cabeza (la región posterior de la cabeza y el
cuello se inspeccionarán más tarde).
4. Rote con suavidad la cabeza hacia uno y otro lado (y advierta
cualquier limitación de la amplitud de movimiento).
5. Inspeccione cada oído cuando la cabeza se encuentra girada.

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294 PA RT E V I I Asistencia básica del recién nacido

• Figura 25.2  Gráficos de crecimiento de Fenton para niñas (A) y niños (B) nacidos a las 37 semanas
de gestación o antes. (Tomado de WHO Child Growth Standards [http://www.who.int/childgrowth/en].)

6. Palpe el cuello y las regiones claviculares (para detectar masas o
crepitación).
7. Determine las características generales de la forma y simetría
faciales.
8. Confirme la presencia o la ausencia de hallazgos anormales que
afecten la piel, los ojos, la nariz, la boca y la cavidad oral.
9. Valore el patrón respiratorio.
10. Inspeccione y palpe la cara anterior del tórax y el abdomen (inclui­
do el ombligo).
11. Abra el pañal y palpe los pulsos femorales.
12. Explore los genitales y el perineo.
13. Inspeccione las extremidades inferiores para investigar una postura
anormal y verifique la alineación, la prensión plantar y el reflejo
de Babinski (empiece por colocar los pulgares en las plantas de los
pies, con los dedos alrededor de la región posterior de los tobillos).
14. Realice las maniobras de Barlow y Ortolani.
15. Coloque las extremidades inferiores en flexión y abducción, en
posición de patas de rana, para tener una vista completa del perineo
y el ano. Evalúe la posición adecuada del ano y su permeabilidad.
16. Inspeccione los genitales retrayendo con suavidad los labios mayo­
res, en las niñas, o deprimiendo la piel en la base del pene, en los
niños. Inspeccione y palpe el escroto y los testículos. Vuelva a
ajustar el pañal.
17. Realice una observación despejada de la forma general, la simetría
y los movimientos de los brazos y las manos (desnudo).
18. Palpe con suavidad cada extremidad superior en su totalidad
comenzando con una mano de cada hombro del recién nacido y,
luego, deslizándola hacia las manos de este para detectar cualquier
tumefacción o soluciones de continuidad.
19. Con el recién nacido en decúbito supino, rote la cabeza para inves­
tigar el reflejo tónico cervical asimétrico de cada lado.
20. Inspeccione las manos, los dedos, las uñas y las palmas. Si el recién
nacido tiene cerrada la mano con firmeza, no intente abrir los
dedos. En cambio, flexiónele la muñeca con suavidad hasta 90°,
lo que causará la relajación natural de los dedos. Inspeccione las
palmas y, después, investigue el reflejo de prensión palmar.
21. Sin soltar las manos del recién nacido, se puede realizar después la
maniobra de tirar para sentarlo. El pediatra coloca la mano detrás
de la cabeza y el cuello del recién nacido para brindarle apoyo
a medida que lo baja con suavidad hacia la cama. Cuando la
cabeza y los hombros del recién nacido están a algunas pulgadas
de la cama, el examinador deja caer con rapidez la mano para
investigar el reflejo de Moro. (Se puede alertar a los padres acerca
de esta parte de la exploración para evitar angustia/ansiedad
innecesarias.)
22. A continuación, coloque las manos a cada lado del tórax, bajo los
brazos a la altura de los hombros, y eleve al recién nacido a una
posición vertical. Advierta la fuerza y el tono de los músculos del
hombro.
23. Baje al recién nacido, todavía en posición vertical, e intente pro­
vocar los reflejos de bipedestación y marcha.
24. Gire al recién nacido a una posición prona, suspendido sobre
la mano del examinador. Observe su postura y tono, y provoque la
respuesta de incurvación. (También en este caso es útil explicar
por adelantado estas acciones a los padres que pueden estar obser­
vando.)
25. Inspeccione la espalda del recién nacido, desde el vértice de la
cabeza hasta el sacro (baje el pañal si es necesario).

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26. Vuelva a colocar con suavidad al recién nacido de espaldas en la
cuna y vístalo por completo. Si el recién nacido ha llorado durante
las partes más activas de la exploración, intente calmarlo con éxito
envolviéndolo.
27. El examen del reflejo rojo se puede realizar en este momento o en
cualquier momento adecuado cuando los ojos se abren de forma
espontánea.
La secuencia previa presume un recién nacido sano con hallazgos
dentro de los límites normalmente aceptados. En caso de cualquier
hallazgo anormal o cuestionable, se justifican otras investigaciones, y
se deben documentar los resultados. En ocasiones puede ser preferible
diferir partes de la exploración. Corresponde documentar con clari­
dad cualquiera de estas decisiones o limitaciones de la exploración, y
mencionar explícitamente la necesidad de una nueva exploración en
el plan de asistencia.
Exploración física detallada
Piel
Para examinar la piel de un recién nacido, la iluminación debe
ser adecuada y constante. Lo mejor es la luz natural. Durante la
exploración, se deben apagar las luces de fototerapia. Incluso si la ex­
ploración cutánea se realiza simultáneamente con evaluaciones regio­
nales del cuerpo, es importante realizar un registro específico
de los hallazgos cutáneos en una documentación independiente,
en particular si se observan alteraciones. El tamaño, la forma, la
localización, la distribución y la evolución temporal de las lesiones
son importantes para el diagnóstico diferencial. La documentación
debe establecer con claridad cómo se obtuvieron las mediciones de
las lesiones/hallazgos cutáneos para facilitar la reproducibilidad por
otros examinadores.
Se debe inspeccionar toda la superficie cutánea durante el curso de
la exploración y prestar atención a lo siguiente:
1. Color.
2. Humedad.
3. Temperatura.
4. Textura.
5. Propiedades de elasticidad.
6. Patrón y profundidad de los surcos cutáneos.
7. Presencia y carácter de cualquier lesión.
Las uñas y el pelo (considerados faneras) se inspeccionan junto con
la piel, y se presta atención a hallazgos similares:
Para las uñas:
1. Color.
2. Tamaño.
3. Forma.
4. Presencia de lesiones.
Para el pelo:
1. Patrón de crecimiento.
2. Color/cambio de color.
3. Textura/cambios de textura.
4. Distribución del cabello y el vello corporal.
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¿Qué afecta al color de la piel del recién nacido?:
1. Pigmentación cutánea básica del recién nacido.
2. Adecuación de la perfusión tisular.
3. Concentraciones de hemoglobina oxigenada y desoxigenada en la
circulación local.
4. (Opcional): tinción interna de la piel por sangre extravasada o
moléculas pigmentadas, como bilirrubina; tinción externa por
exposición intrauterina a meconio o posnatal por aplicación cutánea
de sustancias extrañas.
En caso de policitemia (concentraciones excesivas de hemoglo­
bina), se observa un color rojo oscuro o púrpura (plétora) de la piel.
La palidez puede ser causada por anemia o hipoperfusión. En gene­
ral, la mejor manera de evaluar la oxigenación central consiste en
observar el color de la lengua y la mucosa oral, porque el color de
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CAPÍTULO 25 Evaluación del recién nacido 295
los labios puede inducir a error. La detección visual de la cianosis
central requiere alrededor de 5 g de hemoglobina desaturada por
100 ml de sangre y puede no ser evidente en presencia de anemia
significativa.
La acrocianosis (cianosis de la región peribucal, las manos y los
pies) es frecuente en las primeras 24 h posparto o si el recién nacido
está frío. Se debe a la hipoperfusión relativa de esas regiones, que
determina mayor extracción de O2 por los tejidos y un aumento de la
concentración de desoxihemoglobina. Como el color de la piel depende
de la perfusión, este puede ser un indicador sensible de la perfusión
sistémica. Sin embargo, el color periférico del recién nacido puede
variar de manera marcada y rápida con la actividad y la temperatura
ambiente local.
La piel marmórea (moteado transitorio de la piel de las extremidades
y el tronco) también es un hallazgo cutáneo frecuente en los recién
nacidos como respuesta al frío. De todos modos, si el moteado no se
resuelve con el calentamiento, corresponde considerar otros trastornos,
por ejemplo, hipotiroidismo.
El cambio de color en arlequín es una asimetría transitoria llamativa,
pero infrecuente de color y perfusión, en el que un lado del cuerpo
presenta vasodilatación, con una clara línea de demarcación en la
línea media.
En los recién nacidos, la ictericia se caracteriza por un color
amarillo anaranjado de la piel causado por aumento de las concen­
traciones de bilirrubina no conjugada. Cuando está presente, la
ictericia aparece primero en la cara y, luego, progresa en sentido
distal con concentraciones de bilirrubina crecientes. Sin embargo,
la inspección visual no es un medio fiable para determinar la grave­
dad de la hiperbilirrubinemia no conjugada ni para distinguirla de
la hiperbilirrubinemia conjugada patológica. Más aún, incluso
examinadores expertos tienen dificultad para valorar visualmente a
recién nacidos con ictericia de poblaciones diversas desde el punto
de vista étnico. Por ejemplo, la ictericia se puede subestimar en
recién nacidos afroamericanos y latinos, y sobrestimar en recién
nacidos asiáticos, debido a las variaciones de la pigmentación de
la piel.
El eritema neonatal se suele manifestar por un período transitorio de
eritema generalizado observado algunas horas después del nacimiento.
Por lo general, lo observan los padres, a menudo durante un baño o
un llanto enérgico. Tiende a resolverse en el término de minutos a
1 h y parece estar asociado con la finalización exitosa de la transición
neonatal de la circulación. Rara vez recidiva con la misma intensidad
después del primer episodio (Fletcher, 1998).
Tanto el desarrollo como el movimiento influyen en los surcos
cutáneos:
1. Aumento de surcos: constricción del movimiento fetal (p. ej., feto
casi a término).
2. Ausencia de surcos en las palmas o plantas de un recién nacido a
término o casi a término: considere falta prolongada de movimiento
secundaria a un trastorno neuromuscular.
3. Efecto del edema: estira la piel y enmascara los pliegues y surcos
cutáneos normales; la presión suave causa depresiones en la piel; la
distribución del edema es influenciada por la gravedad y se modifica
con la posición del paciente. El linfoedema (como en el síndrome de
Turner) tiende a acentuar los surcos cutáneos y está menos afectado
por la gravedad (Fletcher, 1998).
Las lesiones y los traumatismos yatrógenos (intrauterinos o durante
el parto) son frecuentes. Los hallazgos cutáneos son cicatrices por lesión
de una aguja de amniocentesis; laceraciones menores y abscesos por
electrodos fetales o muestreo de gases en la sangre fetal; laceraciones
por bisturí durante la cesárea, y equimosis y abrasiones por aplicación
de fórceps o ventosa.
El traumatismo también se puede deber a presión externa sobre
el feto durante el parto, en particular sobre prominencias óseas. Esto
puede provocar necrosis grasa subcutánea, un cuadro infrecuente
296 PA RT E V I I Asistencia básica del recién nacido
• Figura 25.3  Aplasia cutánea congénita. Las lesiones suelen ser ais­
ladas. Se pueden observar dos lesiones adyacentes cerca del vértice:
una ampollosa y una membranosa. (Tomado de Rudolph AJ. Atlas of the
Newborn. Vol 4. Hamilton, Ontario, Canada: BC Decker; 1997:30.)
que se postula que obedece a lesión hipóxica de la grasa, y que se
manifiesta por placas y nódulos subcutáneos, firmes (Cohen, 2008).
Por lo general, las lesiones se resuelven espontáneamente después
de varios meses, pero pueden presentar inflamación y fluctuación.
En ocasiones, se asocian con aparición más tardía de hipercalcemia
significativa.
La aplasia cutánea congénita es una lesión focal caracterizada por
la ausencia congénita de algunas o todas las capas de la piel (fig. 25.3).
Puede aparecer en forma esporádica, pero se puede asociar con defec­
tos cromosómicos u otras malformaciones (Kos y Drolet, 2008).
La mayoría de la veces se localiza en el cuero cabelludo, cerca del
vértice, y se puede suponer, erróneamente, que se debe a una lesión
traumática.
En el cuadro 25.1 se resumen algunos trastornos cutáneos frecuentes
e infrecuentes observados en el recién nacido. Por fortuna, la mayoría
de los hallazgos cutáneos detectados durante el examen de un recién
nacido sano suelen ser benignos.
Si durante la exploración se observan lesiones inusuales o poco
familiares que exceden la experiencia del pediatra, se debe coordinar la
consulta con un subespecialista apropiado, y se debe iniciar cualquier
estudio adicional adecuado.
El eritema tóxico neonatal (conocido también como eritema
tóxico o «e. tóx.») es el exantema más frecuente del recién nacido,
observado hasta en el 70% de los recién nacidos a término (Howard y
Frieden, 2008; Lucky, 2008). La lesión característica es una pápula eri­
tematosa o una pústula abultada de 1-2 mm de diámetro, rodeada por
una zona irregular de eritema que es ligeramente más grande, 1-3 cm
de diámetro (fig. 25.4). En ocasiones está presente en el momento del
nacimiento, pero, en general, se observa por primera vez al día o a
los 2 días de vida. Si bien se localizan predominantemente en la cara,
pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, excepto en las palmas de
las manos y las plantas de los pies. Pueden seguir apareciendo lesiones
nuevas durante alrededor de 1 semana, mientras se resuelven, a la vez,
las lesiones más antiguas. Cuando son extensas, las lesiones se pueden
agrupar o tornarse casi confluyentes. Por lo general, se puede arribar al
diagnóstico por el aspecto solo, pero un raspado de la pústula revelará
un infiltrado casi exclusivo de eosinófilos si se requiere la confirmación
en casos atípicos.
La melanosis pustulosa neonatal transitoria es una manifes­
tación cutánea benigna y autolimitada definida por la aparición de
lesiones cutáneas que evolucionan en tres fases distintas (Howard y
Frieden, 2008; Lucky, 2008; fig. 25.5). Inicialmente, aparece una
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• CUADRO 25.1  Causas frecuentes e infrecuentes
de lesiones cutáneas en neonatos
Lesiones pustulosas, vesiculopustulosas y vesiculoampollosas
• Frecuentes o benignas: eritema tóxico neonatal, melanosis pustulosa
neonatal transitoria, miliaria cristalina, miliaria rubra, ampollas por succión,
acné neonatal (pustulosis cefálica benigna)
• Infecciosas: herpes simple, varicela, pustulosis estafilocócica, impétigo
ampolloso, candidiasis congénita, sífilis, sarna
• Crónicas o recurrentes: epidermólisis ampollosa, mastocitosis,
hiperqueratosis epidermolítica, acropustulosis de la lactancia
• Signo de Nikolsky positivo: epidermólisis ampollosa, epidermólisis
estafilocócica aguda
• Otras: incontinencia pigmentaria
Nódulos y placas
• Frecuentes o benignos: acné miliar, perlas de Epstein, nódulos de Bohn,
hiperplasia sebácea
• Amarillos: nevo sebáceo, xantogranuloma juvenil
• Marrones o negros: nevo pigmentado congénito, nevo epidérmico
• Otros: necrosis grasa subcutánea, quiste dermoide, fibroma,
miofibromatosis infantil, hamartomas, tumores malignos, leucemia
Lesiones papuloescamosas y escamosas
• Frecuentes o benignas: descamación fisiológica
• Recién nacido sano: dermatitis atópica, dermatitis de contacto, dermatitis
seborreica, dermatitis candidiásica local, psoriasis
• Recién nacido enfermo: acrodermatitis enteropática, histiocitosis de células
de Langerhans, sífilis
• Otras: síndromes de ictiosis, descamación laminar del recién nacido, recién
nacido arlequín
Erosiones y ulceraciones
• Frecuentes o benignas: ampollas por succión, lesión traumática
(p. ej., electrodo en el cuero cabelludo, erosiones del pañal, reacción
a adhesivos)
• Otras: aplasia cutánea congénita, herpes simple, epidermólisis ampollosa,
necrólisis epidérmica tóxica
Alteraciones pigmentarias
• Frecuentes o benignas: manchas mongólicas, melanosis pustulosa neonatal
transitoria, manchas café con leche aisladas
• Hiperpigmentación: manchas mongólicas, melanosis pustulosa neonatal
transitoria, manchas café con leche, lentigos, incontinencia pigmentaria
• Hipopigmentación: mácula en hoja de fresno, nevo despigmentado,
piebaldismo, albinismo
• Purpúricas o eritematosas: petequias, hematopoyesis dérmica (lesiones
en «bollo de arándanos»), lupus eritematoso neonatal
Lesiones vasculares y linfáticas
• Frecuentes o benignas: nevo simple o parche asalmonado, petequias
en la parte de presentación, hemangioma pequeño
• Otras vasculares: hemangioma complicado, malformación vascular, mancha
en vino de Oporto
• Linfáticas: higroma quístico, linfoangioma, linfoedema
Tomado de vídeos tutoriales y demostraciones de la University of Utah (Paul Larsen, University of
Nebraska, College of Medicine, y Susanne Stensaas, University of Utah School of Medicine).
vesicopústula superficial. Luego, esta se romperá y dejará un borde
fino de escamas alrededor de una pústula destechada. No hay eritema
asociado (a diferencia del eritema observado en el eritema tóxico). El
estadio final es una mácula hiperpigmentada que desaparece de forma
gradual y puede ser descrita como pecas. En la exploración cutánea se
pueden observar simultáneamente diferentes estadios. Este cuadro es
más frecuente en recién nacidos afroamericanos, pero también se reco­
 CAPÍTULO 25 Evaluación del recién nacido 297

noce en recién nacidos de color de diverso origen étnico. En algunos
casos solo se observa el segundo o el tercer estadios en el momento del
nacimiento, y se supone que el estadio inicial se ha producido durante
el embarazo.
La miliaria cristalina sobreviene tras la obstrucción superficial de
los conductos sudoríparos y provoca pequeñas vesículas claras como
• Figura 25.4  Eritema tóxico neonatal con máculas eritematosas, ron­
chas y pústulas. En este ejemplo predominan las pústulas. A veces
se observan zonas parcheadas o confluentes de eritema sin pústulas.
(Tomado de Eichenfield LF, Frieden IJ, Esterly NB, eds. Neonatal Dermato-
logy. 2nd ed. Philadelphia: Saunders; 2008:88.)
© Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito.
el cristal que se asemejan a gotitas de agua (fig. 25.6). Clásicamente
se observa cuando los recién nacidos viven en climas cálidos o están
febriles. Las vesículas son frágiles y se pueden eliminar con facilidad
limpiando la piel con un paño húmedo suave (Howard y Frieden, 2008;
Lucky, 2008).
La miliaria rubra, denominada también sudamina o sarpullido por
calor, se debe a la obstrucción de los conductos sudoríparos en niveles
más profundos de la capa epidérmica. Este tipo de «exantema»
suele aparecer después de la primera semana de vida. Se menciona
en este contexto porque, en ocasiones, puede manifestarse por un
exantema pustuloso que remeda los hallazgos cutáneos causados
por infecciones dermatológicas estafilocócicas, candidiásicas o por
herpes simple.
Las ampollas y los callos por succión son causados por succión
enérgica de una mano o antebrazo en el útero. Desde el punto de vista
visual, pueden ser bastante impresionantes y causan una ampolla tensa
llena de líquido. Una vez que la ampolla se rompe, se forma una erosión
o un callo. La mayoría de las veces, la lesión es solitaria (a veces, bilate­
ral) y no muestra inflamación. Esto es similar a la almohadilla o callo
que puede aparecer en los labios del recién nacido como consecuencia
de la lactancia vigorosa y frecuente.
La pustulosis cefálica neonatal («acné neonatal») se puede observar,
en ocasiones, en el momento del nacimiento. Sin embargo, el inicio de
aparición medio es a las 2-3 semanas de vida (Howard y Frieden, 2008;
Lucky, 2008). Se caracteriza por pápulas y pústulas eritematosas, infla­
matorias, localizadas fundamentalmente en las mejillas, con extensión
por la cara y hacia el cuero cabelludo (fig. 25.7). A veces es difícil
distinguirla de manera fiable de la miliaria rubra. Afortunadamente,
ambos son cuadros benignos. Por consiguiente, no se justifica el diag­
nóstico definitivo ni biopsias.
Las infecciones que debutan con lesiones cutáneas son bastante
infrecuentes en el período neonatal inmediato, pero deben considerarse

• Figura 25.5  Melanosis pustulosa neonatal transitoria. El primer estadio consiste en pequeñas
pústulas superficiales, sin inflamación (A). Se pueden observar escamas que bordean la localización
de una pústula (lo que representa el segundo estadio), sin pústulas evidentes, en el momento del
nacimiento (B), o en el período posnatal después de que se hayan roto las pústulas (C). En el estadio
final persisten pequeñas máculas hiperpigmentadas (D), que desaparecen gradualmente en semanas o
meses. (Tomado de Eichenfield LF, Frieden IJ, Esterly NB, eds. Neonatal Dermatology. 2nd ed. Philadelphia:
Saunders; 2008:89.)

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298 PA RT E V I I Asistencia básica del recién nacido

• Figura 25.6  Miliaria cristalina. Las pequeñas vesículas transparentes

remedan gotitas de agua, sin signos de inflamación. (Tomado de Rudolph
AJ. Atlas of the Newborn. Vol 4. Hamilton, Ontario, Canada: BC Decker;
1997:13.)
• Figura 25.7  Pustulosis cefálica neonatal (acné neonatal). Se observan
pápulas y pústulas pequeñas y rojas en las mejillas y la frente, con cierta
extensión al cuero cabelludo. No hay comedones. (Tomado de Eichenfield
LF, Frieden IJ, Esterly NB, eds. Neonatal Dermatology. 2nd ed. Philadelphia:
Saunders; 2008:90.)

• Figura 25.8  Candidiasis congénita. El exantema puede ser una erupción eritematopustulosa difusa
(A) o puede tener una distribución difusa pero pústulas definidas (B). En recién nacidos prematuros se
puede observar una dermatitis eritematosa difusa similar a una escaldadura (no se muestra). (Tomado
de Eichenfield LF, Frieden IJ, Esterly NB, eds. Neonatal Dermatology. 2nd ed. Philadelphia: Saunders;
2008:214.)

en el diagnóstico diferencial, sobre todo en recién nacidos que pueden
ser ligeramente prematuros:
1. La candidiasis congénita suele aparecer inmediatamente después
del nacimiento (en el primer día de vida). Es una erupción papulo­
vesicular que progresa a pústulas, seguida de formación de costras
y descamación (fig. 25.8). Las lesiones pueden ser generalizadas y
pueden localizarse en cualquier parte del cuerpo, incluidas las pal­
mas de las manos y las plantas de los pies (Darmstadt et al., 2000;
Carder, 2008).
2. La candidiasis oral y la dermatitis del pañal candidiásica son dis­
tintas de la candidiasis congénita. Estas infecciones no se observan
inmediatamente después del nacimiento, sino que pueden aparecer
en la primera semana de vida. Las infecciones cutáneas superficiales
por Staphylococcus aureus también pueden presentarse durante este
marco temporal.
3. Es improbable observar herpes simple neonatal en los primeros días
de vida, a menos que haya antecedentes de una rotura de mem­
branas muy prolongada. Sin embargo, se debe considerar siempre
que se observan vesículas en el recién nacido. Las lesiones cutáneas
de herpes simple comienzan como pequeñas vesículas de 2-4 mm
sobre una base eritematosa. Después de 1-3 días, las lesiones se
tornan pustulosas y forman una escara (Friedlander y Bradley, 2008;
fig. 25.9). Por lo general, las lesiones mucosas son ulceraciones
superficiales.
4. Las lesiones cutáneas «en bollo de arándanos» de la rubéola y la
infección por citomegalovirus (CMV) congénitas son causadas por
hematopoyesis dérmica. Cuando son provocadas por infección, es
improbable que estas lesiones se encuentren aisladas. Los recién
nacidos afectados suelen tener múltiples estigmas de infección
congénita, como retraso de crecimiento, microcefalia y hepato­
esplenomegalia. Sin embargo, se podría incluir por separado la his­
tiocitosis congénita en el diagnóstico diferencial de esta lesión
cutánea.
5. Rara vez se observan los hallazgos cutáneos de la sífilis congénita,
pero clásicamente afectan a las palmas de las manos, las plantas de
los pies, y las regiones peribucal y anogenital (Dinulos y Pace, 2008;
Howard y Frieden, 2008).
Otra dificultad es la presentación variable del exantema sifilítico. Este
puede adoptar formas papuloescamosas, vesiculoampollosas, maculo­
eritematosas, anulares o polimorfas. Sin embargo, la descamación

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• Figura 25.9  Herpes simple. A. En este recién nacido, los primeros
signos de infección por herpes fueron vesículas erosionadas en la
comisura labial. B. Vesículas herpéticas en la cara, el cuero cabelludo
y el oído de un recién nacido con dificultad respiratoria y hepatitis.
(Tomado de Cohen B. Pediatric Dermatology. 3rd ed. Philadelphia: Mosby;
2005:36.)
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• Figura 25.10  Descamación de las palmas de las manos (A) y las plantas de los pies (B) de un recién
nacido con sífilis congénita. (Tomado de Rudolph AJ. Atlas of the Newborn. Vol 4. Hamilton, Ontario,
Canada: BC Decker; 1997:108.)
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CAPÍTULO 25 Evaluación del recién nacido 299
limitada a palmas y plantas, sin exantema ni descamación en otra
localización, es muy sugestiva de sífilis congénita (fig. 25.10). Dado
el resurgimiento de la sífilis en algunas áreas urbanas, el examinador
perspicaz debe mantenerse atento a esta presentación infrecuente de
la sífilis congénita.
El acné miliar (milia), las perlas de Epstein y los nódulos de
Bohn son, todos ellos, formas de quistes de inclusión epidérmica
(Lucky, 2008; fig. 25.11):
1. El acné miliar aparece en la cara y el cuero cabelludo en pequeñas
cantidades. Consiste en pápulas lisas, firmes, blancas, sin eritema
asociado. Puede estar presentes en el momento del nacimiento o
aparecer algo más adelante. Por lo general, se resuelve el término
de algunos meses.
2. Las perlas de Epstein son quistes de inclusión más grandes, que
suelen aparecer como lesiones individuales definidas. Las localiza­
ciones frecuentes son la parte central del paladar duro, el prepucio,
y la superficie ventral del pene y el escroto.
3. Los nódulos de Bohn también son quistes de inclusión más grandes
hallados en el borde alveolar de la cavidad oral.
La hiperplasia sebácea afecta la mayoría de las veces a la cara, en
especial a la nariz y el labio superior. Se caracteriza por láminas de
pápulas lisas, de color amarillo blanquecino, con separación regular de
los folículos afectados y ausencia de eritema circundante (fig. 25.12). La
estimulación hormonal intrauterina con andrógenos causa esta hiper­
trofia de las glándulas sebáceas. Después del nacimiento, el cuadro se
resuelve de manera gradual en varias semanas.
En recién nacidos a término de 1-2 días de vida se suele observar
descamación fisiológica, sobre todo en las manos y los pies. Esta es
más pronunciada en algunos recién nacidos posmaduros (nacidos
después de 41 6/7 semanas). La piel seca, engrosada, se agrieta y des­
cama intensamente y, luego, se normaliza de forma espontánea sin
intervención en alrededor de 1 semana. En general, no se confunde
con las ictiosis (trastornos hereditarios raros de la queratinización) que
se manifiestan en el período neonatal (Irvine y Paller, 2008).
300 PA RT E V I I Asistencia básica del recién nacido
• Figura 25.11  A. Quistes de inclusión epidérmica. El acné miliar suele
observarse en la cara, pero puede aparecer en cualquier parte del cuer­
po. B. Las perlas de Epstein se localizan en la línea media del paladar
duro, la mayoría de las veces cerca de la unión con el paladar blando. C. Los
nódulos de Bohn se observan a lo largo de los márgenes gingivales
y en la parte lateral del paladar. Los quistes de la lámina dental (no se
muestran) son inclusiones similares localizadas en la cresta del borde
alveolar. (Tomado de Fletcher MA. Physical Diagnosis in Neonatology.
Philadelphia: Lippincott-Raven; 1998:124 [A], y Eichenfield LF, Frieden IJ,
Esterly NB, eds. Neonatal Dermatology. 2nd ed. Philadelphia: Saunders;
2008:503–504 [B, C].)
• Figura 25.12  Hiperplasia sebácea. Se observan láminas de pequeñas
pápulas foliculares blanco-amarillentas, sin inflamación, en la nariz.
(Tomado de Eichenfield LF, Frieden IJ, Esterly NB, eds. Neonatal Dermato-
logy. 2nd ed. Philadelphia: Saunders; 2008:87.)
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Las ictiosis comprenden la ictiosis en arlequín (causada por muta­
ciones del gen ABCA12) y la descamación laminar del recién nacido
(«recién nacidos colodión»), que aparece envuelto en una piel brillante
y engrosada que remeda colodión, un fenotipo asociado con una serie
de trastornos ictiósicos.
La melanocitosis dérmica congénita («manchas mongólicas») son
zonas maculosas de color gris pizarra, gris azulado, negro azulado o
marrón oscuro. El aspecto característico se debe a melanocitos presentes
en la dermis y no en la localización habitual: la unión dermoepidérmi­
ca. La mayoría de las veces aparecen en la zona lumbar y las nalgas, pero
pueden observarse en otras superficies extensoras. La pigmentación
tiende a desaparecer en varios años, pero puede persistir sin resolver­
se (Gibbs y Makkar, 2008; Lucky, 2008). Son frecuentes en recién
nacidos asiáticos del este, africanos del este, nativos estadounidenses,
afroamericanos y polinesios, y no deben confundirse con equimosis
secundarias a traumatismo no accidental.
La melanocitosis dérmica en la región de la primera y segunda
divisiones del nervio trigémino se denomina nevo de Ota. El nevo de
Ito es una lesión similar que aparece en el cuello, la parte superior de
la espalda y los hombros, en la región de los nervios supraclavicular
posterior y cutáneo braquial lateral. A diferencia de la melanocitosis
dérmica congénita, estos nevos no disminuyen su pigmentación con
el tiempo. En raras ocasiones, puede aparecer un melanoma maligno
o nevos malignos en su interior.
Las manchas café con leche son máculas de color marrón par­
duzco que aparecen en cualquier parte del cuerpo. Son frecuentes
como hallazgo aislado y, por lo general, benignas. Sin embargo,
pueden ser marcadores de otras afecciones (Gibbs y Makkar, 2008).
La presencia de seis o más manchas café con leche de más de 5 mm
de diámetro se considera evidencia presuntiva de neurofibromatosis
de tipo 1. Múltiples manchas café con leche de gran tamaño con
bordes irregulares pueden ser una manifestación del síndrome de
McCune-Albright.
El nevo simple («placa asalmonada») es una lesión vascular benigna
que consiste en máculas o parches eritematosos localizados con frecuen­
cia en la nuca («picotazo de cigüeña») o en los párpados y la glabela
(«besos de ángel»). Con frecuencia algo menor, aparece en la nariz y el
labio superior (Lucky, 2008; fig. 25.13). Las lesiones son causadas por
capilares dilatados de la dermis superior, con piel suprayacente normal.
Por lo general, las lesiones faciales desaparecen o se resuelven por com­
pleto en el término de 1-2 años, pero el 25-50% de las localizadas en
el cuello persisten durante toda la vida (Lucky, 2008).
No es infrecuente ni preocupante observar petequias después del
parto vaginal de un recién nacido sano en la parte de presentación (es
decir, la parte del feto más cercana al estrecho superior del canal de
parto al inicio del parto) o en otras zonas del recién nacido sometidas
a presión localizada durante el parto. Una circular de cordón ajustada
puede provocar extensas equimosis y petequias en toda la cabeza. En
cambio, las petequias difusas son anormales y sugieren trombocitopenia
o disfunción plaquetaria.
Los hemangiomas son tumores vasculares blandos, compresi­
bles, de color rosado rojizo, compuestos por células endoteliales en
proliferación. Se detectan hemangiomas pequeños en el momento del
nacimiento o poco después en el 1-3% de los recién nacidos a término
sanos, y se tornan evidentes en el 10% de los recién nacidos al mes
de vida (Cohen, 2005). Los hemangiomas son más frecuentes en las
recién nacidas (2:1) que en los recién nacidos (9:1). La incidencia es
mucho más alta (22-30%) en los recién nacidos prematuros que pesan
menos de 1.000 g, pero solo es ligeramente más alta (15%) en los que
pesan 1.000-1.500 g (Amir et al., 1986; Enjolras y Garzon, 2008).
Los hemangiomas infantiles suelen presentar un período de creci­
miento de 6-12 meses, seguido de involución espontánea. Alrededor
del 25% presentan regresión a los 2 años de edad; el 40-50%, a
los 4 años de edad; el 60-75%, a los 6 años de edad, y el 95%, en
la adolescencia (Cohen, 2005). Antes de que el hemangioma se

• Figura 25.13  Las placas asalmonadas se suelen observar en la gla­
bela, los párpados, la nariz o el labio superior, ya sea de forma aislada o
en todas estas localizaciones (A), y en la nuca (B). (Tomado de Eichenfield
LF, Frieden IJ, Esterly NB, eds. Neonatal Dermatology. 2nd ed. Philadelphia:
Saunders; 2008:95.)
vuelva evidente, la exploración cuidadosa puede revelar una lesión
precursora que se manifiesta por telangiectasias rodeadas de una zona
de palidez, o puede haber máculas y parches pálidos, eritematosos o
similares a equimosis. En cambio, las malformaciones vasculares son
lesiones no proliferativas, que suelen estar presentes en el momento
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del nacimiento.
El fenómeno de Kasabach-Merritt se produce en asociación con
determinados tipos de tumores vasculares de gran tamaño que causan
secuestro de plaquetas y trombocitopenia grave. No se asocia con el
verdadero hemangioma de la lactancia (Enjolras y Garzon, 2008).
Las manchas en vino de Oporto son malformaciones capilares
evidentes en el momento del nacimiento como parches rosados o rojos
que crecen proporcionadamente con el niño y persisten durante toda
la vida (Enjolras y Garzon, 2008). Por lo general, el color rosado-rojo
inicial evoluciona a un matiz rojo más oscuro o púrpura con la edad.
Alrededor del 10% de las manchas en vino de Oporto localizadas en
la región inervada por el ramo oftálmico (V1) del nervio trigémino
(fig. 25.14) se asocian con convulsiones, malformaciones arteriales
cerebrales y alteraciones oculares, que se suelen denominar síndrome
de Sturge-Weber (Enjolras et al., 1985).
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CAPÍTULO 25 Evaluación del recién nacido 301
• Figura 25.14  Este recién nacido con síndrome de Sturge-Weber
presenta una mancha en vino de Oporto en la distribución del ramo
oftálmico del nervio facial. (Tomado de Cohen B. Pediatric Dermatology.
3rd ed. Philadelphia: Mosby; 2005:49.)
Cabeza
La cantidad de cabello del recién nacido es muy variable, pero las altera­
ciones de distribución, textura y patrón piloso pueden ser informativas
y deben ser documentadas. Por lo general, el cabello forma un solo
espiral en el vértice, pero se observan espirales dobles en alrededor del
5% de los recién nacidos. La posición anormal o la presencia de más
de dos espirales pueden ser un marcador de desarrollo cerebral anormal
(Smith y Gong, 1974).
El tumor del parto (caput succedaneum) es una tumefacción ede­
matosa difusa del cuero cabelludo causada por presión durante el
parto, que causa acumulación de líquido externa al periostio. Es
blando y depresible, tiene bordes difusos, no está limitado por líneas
de sutura y se localiza, la mayoría de las veces, sobre el vértice. Por lo
general, está presente en el momento del nacimiento, y se resuelve
en varios días.
El cefalohematoma es causado por una hemorragia subperióstica.
Forma una masa lateral firme, definida, que no cruza líneas de sutura.
A veces no es evidente hasta varias horas después del parto y, a menudo,
aumenta de tamaño en las primeras 12-24 h. Por lo general, continúa
siendo palpable durante 2-3 semanas, y también puede aparecer un
borde calcificado.
El hematoma subgaleal no está limitado por el periostio y puede
causar una pérdida masiva de volemia debido al gran espacio poten­
cial para la acumulación de hemorragia. Según el volumen de sangre
acumulado, el hematoma se puede palpar como una masa firme o fluc­
tuante con bordes mal definidos, que se pueden extender al cuello o a
la frente. Los hematomas subgaleales de gran tamaño son infrecuentes,
pero se asocian con alta morbimortalidad. Es razonable considerar el
ingreso en la UCIN para observación y evaluación.
Se debe practicar la inspección y la palpación del cráneo para inves­
tigar su tamaño, forma y características generales. Siempre se debe
medir y representar en un gráfico de crecimiento adecuado el perímetro
cefálico (perímetro occipitofrontal máximo) (v. fig. 25.2). La medición
del perímetro cefálico está sujeta a error y, a menudo, es significati­
vamente influenciada por el modelado del cráneo durante el parto.
302 PA RT E V I I Asistencia básica del recién nacido

Se debe repetir si el resultado parece discordante con el examen visual o

con el peso y la talla del recién nacido –una vez resuelto el modelado–.
Se debe examinar el tejido blando del cuero cabelludo para detectar
tumefacción, equimosis y otra evidencia de lesión relacionada con el
parto y lesiones yatrógenas (aplicación de una ventosa, colocación de
electrodos fetales, muestreo de sangre fetal y laceraciones con un bis­
turí durante la cesárea).
El cráneo del recién nacido está compuesto por varias placas óseas,
separadas por suturas y fontanelas, de manera que el cráneo se deforma
de manera apropiada durante el parto. Se debe palpar toda la superficie
del cráneo para identificar la localización y el tamaño de las principa­
les fontanelas y valorar soluciones de continuidad. En condiciones
normales, el tejido blando que cubre una fontanela debe ser plano;
una fontanela abultada o protuberante sugiere aumento de la presión
intracraneal. Es frecuente hallar una discontinuidad palpable en una
sutura debido al desplazamiento vertical de un hueso del cráneo res­
pecto del hueso vecino (modelado). En algunos casos, un hueso puede
cabalgar verdaderamente sobre el otro, pero esto se debe distinguir del
desnivel de una fractura de cráneo desplazada.
La craneosinostosis es la fusión prematura de una o más de las
suturas craneales y causa diversas formas anómalas del cráneo según
qué suturas estén afectadas (Fletcher, 1998; Volpe, 2008). La fusión
de la sutura sagital da por resultado un cráneo angosto alargado en la
dimensión anteroposterior (escafocefalia o dolicocefalia). La fusión de
las suturas coronales causa un cráneo ensanchado que está acortado
en la dimensión anteroposterior (braquicefalia). El cierre unilateral
de una sutura coronal o lambdoidea provoca una deformidad oblicua
(plagiocefalia frontal u occipital, respectivamente). El cierre de una
sutura metópica genera un cráneo triangular, con una frente angos­
ta, prominente (trigonocefalia). Según el momento de la fusión, el
cráneo mostrará una forma anómala en el momento del nacimiento
o se volverá visiblemente deformado más adelante. Por lo general, la
sutura fusionada tiene una elevación o relieve palpable, que se debe
distinguir del desplazamiento de una sutura normal causada por
modelado. En ausencia de craneosinostosis o suturas cabalgadas, se
puede verificar la movilidad normal en la sutura mediante la aplica­
ción suave de presión alternante sobre los huesos a cada lado de la
línea de sutura.
La craneotabes (o craneomalacia) es un reblandecimiento del cráneo
que afecta, la mayoría de las veces, a los huesos parietales cerca del
vértice. La presión suave sobre el hueso involucrado provoca un colapso
súbito, con retroceso al liberar la presión, similar al colapso de una
pelota de pimpón cuando es apretada. Por lo general, se ha atribuido
a resorción ósea localizada o interferencia en la osificación causada
por presión prolongada sobre el cráneo del feto por la pelvis materna,
pero en algunas poblaciones se puede asociar con carencia materna de
vitamina D (Yorifuji et al., 2008).
Los encefaloceles pueden ser pequeñas masas de tejidos blandos o
protrusiones del encéfalo y/o las membranas que lo rodean en el occi­
pucio o en la línea media de la frente cerca del puente nasal. Por otra
parte, los encefaloceles de gran tamaño y los posibles defectos graves
del tubo neural serán evidentes.
Cara
Corresponde observar la cara y las expresiones faciales durante toda
la exploración. Es útil visualizar la cara de frente, de perfil y mirarla
desde la parte superior de la cabeza. Las características importantes
para analizar son la simetría, y los tamaños relativos, el espaciamiento
y la orientación de las facciones. Se debe observar la expresividad
de la cara, tanto en reposo como durante el llanto. Se debe prestar
atención específica a los oídos, los ojos, las cejas, los párpados, la nariz
y las fosas nasales, los labios, el paladar y la boca. Se deben describir las
anomalías advertidas con la mayor precisión posible. Las mediciones de
las facciones no forman parte del examen habitual de los recién nacidos,
y lo ideal es realizar la comparación con nomogramas de referencia para
presuntas dismorfias en consulta con un genetista.
• Figura 25.15  Anatomía del oído externo. (Tomado de Fletcher MA.
Physical Diagnosis in Neonatology. Philadelphia: Lippincott-Raven;
1998:285.)
Orejas
El oído externo es una localización relativamente frecuente de ano­
malías menores. Se desarrolla a partir del primero y segundo arcos
branquiales. La mayor parte del pabellón auricular deriva del segundo
arco branquial. El tercer arco aporta el trago, el antitrago y la pared
anterior del conducto (fig. 25.15). Se debe observar la posición y la
orientación de cada oreja, así como el tamaño, la forma y la estructura
del hélix, además de cualquier signo de traumatismo. Se palpa la
oreja para valorar la firmeza y elasticidad del cartílago, y para detectar
cualquier masa o alteración de la textura. Se investigan apéndices,
depresiones y trayectos fistulosos en la piel cercana a los pabellones
auriculares. Es frecuente observar variaciones menores de la forma de
la oreja y el lóbulo, que en general solo tienen significación estética.
Una oreja caída se caracteriza por el plegamiento hacia abajo del
hélix superior causado por el desarrollo insuficiente del tercio supe­
rior del pabellón auricular. Sin embargo, esto se debe distinguir del
plegamiento causado por la posición intrauterina. La oreja en copa
es una oreja protuberante con una concha excesivamente cóncava.
La microtia implica una oreja gravemente displásica y malformada
que, a menudo, se asocia con anomalías del oído medio y otras mal­
formaciones.
En EE. UU. se realiza un cribado de hipoacusia en más del 95%
de los recién nacidos poco después del parto mediante investigación
automatizada de la audición antes del alta hospitalaria (American
Academy of Pediatrics, 2007; US Preventive Services Task Force, 2008).
La prueba de cribado es eficaz y permite la detección temprana de
hipoacusia. Sin embargo, existen problemas respecto de qué con­
ducta adoptar en el caso de los recién nacidos que se pierden para el
seguimiento. Además, se están llevando a cabo estudios que evalúan
la participación de las pruebas para el CMV con cribado universal de
la audición, dado que la infección por el CMV (aun en recién nacidos
asintomáticos) puede ser responsable del 20-30% de los casos en los
que se diagnostica hipoacusia neonatal.
Ojos
Como parte de la inspección de la cara, se debe valorar el tamaño, la
separación y la orientación de los ojos, los párpados y las cejas:

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1. Microftalmía: todo el ojo es pequeño.
2. Microcórnea: posible hallazgo aislado en un ojo por lo demás
normal.
3. Hipertelorismo: separación excesivamente amplia entre las órbitas
óseas.
4. Telecanto: desplazamiento lateral de los cantos mediales, que dan
la falsa impresión de hipertelorismo.
5. Hipotelorismo: asociado a menudo con holoprosencefalia, trisomía
13 y otras alteraciones genéticas.
6. Hendiduras palpebrales descendentes: los cantos mediales son más
altos que los cantos laterales.
7. Hendiduras palpebrales ascendentes: los cantos laterales son más
altos que los cantos mediales.
8. Ptosis: difícil de detectar de manera fiable en el recién nacido (a
menos que sea intensa o unilateral); puede ser congénita o puede
ser causada por traumatismo o inflamación.
9. Los episodios transitorios de desconjugación de la mirada son
frecuentes en recién nacidos por lo demás sanos, pero la desviación
persistente de los ojos requiere seguimiento.
10. La obstrucción de ambos extremos del saco lagrimal provo­
ca un mucocele (o dacriocele), que se manifiesta como una
masa subcutánea azulada que puede ser confundida con un
hemangioma o un encefalocele. En ocasiones, los mucoceles
se pueden extender a los conductos nasales y causar dificultad
respiratoria.
La exploración sistemática de la esclerótica, la córnea y las
porciones internas del ojo del recién nacido se suele ver limitada
por el edema palpebral considerable presente en los primeros
días de vida. Si no es posible visualizar en forma adecuada las
córneas ni las conjuntivas durante la abertura espontánea de los
ojos o con retracción palpebral delicada, en general es preferible
diferir la exploración adicional hasta que remita el edema.
11. Coloboma: defecto congénito del ojo en formación; puede afec­
tar a alguna de las estructuras oculares internas o a todas ellas.
Los colobomas del iris (a menudo de localización inferomedial y
causantes de una pupila en forma de ojo de cerradura) son el tipo
más frecuente visible en la exploración externa. En la exploración,
se debe retraer el párpado inferior de cada ojo, de manera que sea
visible toda la pupila, si no toda la córnea. Cuando se observan
colobomas, se aconseja la evaluación oftalmológica de las estruc­
turas internas del ojo.
12. Glaucoma: las córneas turbias representan glaucoma hasta que se
demuestre lo contrario, y exigen evaluación oftalmológica inme­
diata aunque no haya agrandamiento evidente de la córnea y el
globo ocular (buftalmía).
13. Las hemorragias subconjuntivales son frecuentes en los recién
nacidos, en particular después del parto vaginal. No indican trau­
matismo a menos que se observen otros hallazgos, de manera que
es útil documentar su presencia.
En todos los recién nacidos se debe explorar el reflejo rojo de
los ojos antes del alta de la sala de recién nacidos. Este es normal
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cuando los reflejos de los dos ojos visualizados tanto individual como
simultáneamente son equivalentes en color, intensidad y transparencia,
y no existen opacidades ni manchas blancas dentro del área de cada
reflejo rojo o de ambos (American Academy of Pediatrics, 2008). Los
problemas que se pueden detectar mediante la exploración del reflejo
rojo son cataratas, opacidades del humor acuoso y vítreo, y alteraciones
retinianas, incluidos tumores y colobomas coriorretinianos. Los puntos
oscuros en el reflejo rojo, una notoria disminución del reflejo o la
asimetría de los reflejos son una indicación para la derivación inmediata
a un oftalmólogo con experiencia pediátrica (American Academy
of Pediatrics, 2008). La exploración del reflejo rojo es vital para la
detección temprana de anomalías que amenazan la visión y, quizá,
la vida, como el retinoblastoma. Lamentablemente, la sensibilidad de la
exploración sistemática del reflejo rojo para la detección de retinoblas­
toma es baja, y la mayoría de dichos tumores son detectados primero
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CAPÍTULO 25 Evaluación del recién nacido 303
por miembros de la familia, pese al cribado sistemático (Abramson
et al., 2003).
Nariz
Se debe evaluar el tamaño, la forma y la simetría de las fosas nasales,
la columela, las alas nasales, y el puente, la raíz y la punta para inves­
tigar deformidades. Las asimetrías de la nariz causadas por compresión
intrauterina son frecuentes y deben ser diferenciadas de cuadros más
graves, como desviación del tabique (prenatal o traumatismo de parto),
fractura nasal u otras deformidades.
La introducción de un catéter más allá de la nasofaringe a través
de cada narina suele descartar atresia de coanas, pero no garantiza que
los conductos nasales sean del tamaño adecuado para la respiración
normal. Se puede evaluar la calidad y el volumen del flujo aéreo a
través de cada fosa nasal auscultando con la campana del estetoscopio
(u observando la deflexión de un pequeño trozo de algodón colocado
bajo la fosa nasal). Los recién nacidos, que son respiradores nasales
obligados, deben respirar sin problema con la boca cerrada a través
de cada fosa nasal por separado. El examinador puede valorar esto
ocluyendo brevemente cada fosa nasal con la punta del dedo. En caso
de atresia o estenosis unilateral, el recién nacido mostrará signos de
dificultad cuando se ocluya la fosa nasal permeable. Puede haber aleteo
nasal persistente como síntoma único o inicial de dificultad respiratoria
leve, o este se puede acompañar de quejido y retracciones. Está indicada
la intervención adecuada.
Boca y cavidad oral
Se deben inspeccionar los labios, la región peribucal y la cavidad oral
tanto en reposo como durante el llanto. Se debe evaluar la forma del
pliegue nasolabial (philtrum) cuando la boca está relajada, porque
el estiramiento del labio superior durante el llanto puede dar una
falsa impresión de pliegue nasolabial plano sugestivo de síndrome
alcohólico fetal. En el período neonatal inmediato, la cianosis peribucal
es frecuente y benigna en recién nacidos normales. En cambio, la
cianosis de la lengua y las mucosas siempre es patológica y exige inves­
tigación inmediata. Un recién nacido bien hidratado tendrá las mucosas
húmedas y brillantes por saliva. La atresia esofágica o la alteración de
la deglución pueden causar un exceso de secreciones orales. El frenillo
lingual desplazado en sentido anterior o excesivamente corto, que li­
mita la protrusión o elevación de la lengua, puede causar dolor a la
madre durante las tomas, con las consiguientes dificultades para la lac­
tancia materna.
Por lo general, no se requieren instrumentos para el examen de la
cavidad oral. Las perlas de Epstein, los nódulos de Bohn y los quistes
de la lámina dental (v. fig. 25.11) son hallazgos frecuentes y benignos.
En los recién nacidos, las amígdalas suelen ser apenas visibles. Con
cierta corrección de la posición de la cabeza, se observa todo el paladar
y gran parte de la faringe, en especial si el recién nacido llora. Durante
el llanto, el paladar blando se eleva simétricamente si el IX y el X pares
craneales (PC) están indemnes. La úvula es corta, pero muy móvil. La
úvula bífida puede ser un hallazgo aislado, pero se debe descartar una
fisura palatina submucosa.
Después de la inspección, se debe palpar la cavidad oral con un
dedo enguantado para valorar la forma y la integridad del paladar, y
detectar dientes natales y masas. Aunque la fisura del labio y el paladar
anterior son fáciles de ver, la palpación reduce la probabilidad de que
un pediatra no advierta una fisura aislada del paladar posterior. La
palpación puede desencadenar el reflejo de succión, lo que se puede
aprovechar para valorar la fuerza y la coordinación de la succión. Por
lo general, no se provoca un reflejo nauseoso en recién nacidos sanos,
pero se debe hacer si el recién nacido presenta depresión neurológica
o dificultad deglutoria.
Cuello
En general, es conveniente combinar la palpación del cuello para
investigar linfoadenopatías y masas con la palpación de las clavículas.
304 PA RT E V I I Asistencia básica del recién nacido
Se debe visualizar y palpar toda la superficie cutánea del cuello mien­
tras se rota la cabeza y se retrae la piel para abrir los surcos y pliegues
cervicales. Al mismo tiempo, se evalúa la amplitud de movimiento de
la cabeza y el cuello.
El tortícolis muscular congénito en el momento del nacimiento se
suele acompañar de un tumor fibroso palpable (fibromatosis cervical)
en el músculo esternocleidomastoideo acortado. Las causas no mus­
culares de tortícolis son tumores de la fosa posterior o la columna
cervical y malformaciones de la columna cervical.
El síndrome de Klippel-Feil se caracteriza por un cuello corto, línea
posterior de implantación del cabello baja y movilidad limitada de la
parte superior de la columna. En la trisomía 21, y en los síndromes
de Turner y Noonan, se puede observar piel redundante o un cuello
membranoso. Los higromas quísticos son masas fluctuantes blandas (en
general, unilaterales) que se transiluminan. En la región lateral también
se observan quistes o fístulas de la hendidura branquial, desde la altura
de la mastoides hasta el centro del músculo esternocleidomastoideo. Los
quistes del conducto tirogloso se localizan en la línea media y la parte
alta del cuello o bajo el mentón. La desviación laríngea o traqueal res­
pecto de la línea media o el aumento de tamaño de la glándula tiroides
justifica un nivel de evaluación más alto. Rara vez, un neuroblastoma
puede manifestarse por una masa cervical y signos compatibles con
síndrome de Horner.
Pared torácica
Al valorar el estado respiratorio, no se deben ignorar la piel, los
tejidos blandos ni las estructuras óseas del tórax. Se debe observar
la posición de los pezones y la presencia de pezones accesorios. Alre­
dedor del 5% de los recién nacidos a término presentan galactorrea
transitoria, como resultado del efecto persistente de las hormonas
maternas (Madlon-Kay, 1986). Son frecuentes las variaciones de
la forma de la apófisis xifoides (una apófisis xifoides prominente o
bífida es un hallazgo benigno que se vuelve menos pronunciado con
el tiempo). El esternón levemente deprimido (tórax en embudo) o
uno protuberante (tórax en quilla) pueden no tener ninguna con­
secuencia clínica, pero deben ser registrados. Un tórax pequeño en
forma de campana en un recién nacido con dificultad respiratoria
puede reflejar hipoplasia pulmonar o un trastorno del crecimiento
esquelético. El aumento del diámetro anteroposterior del tórax
(tórax en barril) puede deberse a un aumento del volumen intrato­
rácico causado por atrapamiento aéreo secundario a aspiración de
meconio o neumotórax. Se puede percibir crepitación en el sitio de
una clavícula o costilla fracturada. La crepitación también puede ser
causada por disección de aire en el tejido subcutáneo por neumotórax
o neumomediastino, pero este es un acontecimiento improbable en
un recién nacido asintomático.
Pulmones y respiración
La exploración respiratoria se inicia con la observación del color de la
piel y las mucosas, la frecuencia respiratoria, el patrón respiratorio y el
trabajo respiratorio. Es improbable hallar problemas respiratorios en
un recién nacido que presenta color rosado centralmente y respira sin
dificultad a una frecuencia normal.
En el recién nacido sano, el abdomen se expande con suavidad
con cada contracción del diafragma, mientras que el tórax se retrae
ligeramente.
La frecuencia respiratoria del recién nacido es muy variable cuando
este está despierto y se modifica con la actividad, por ejemplo, la ali­
mentación y el llanto. La asociación con problemas respiratorios es más
clara en caso de taquipnea durante el sueño que de taquipnea durante
la vigilia. Durante una exploración de la frecuencia respiratoria, se debe
determinar si hay taquipnea o hipopnea evidente. Como las pausas
breves y los períodos cortos de respiración rápida son frecuentes en
recién nacidos normales, la medición exacta de la frecuencia respiratoria
requiere una valoración de 60 s como mínimo, preferiblemente cuando
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el recién nacido está dormido o por lo menos no está llorando. Durante
el llanto, se valoran la calidad y la energía de la vocalización, y se
observa al recién nacido para detectar cambios del color y la perfusión.
La cianosis central que aparece durante el llanto puede indicar patología
cardíaca o respiratoria y requiere mayor evaluación. La cianosis que se
resuelve durante el llanto se puede deber a atresia/estenosis de coanas,
apnea o hipoventilación.
Los signos clásicos de dificultad respiratoria neonatal son aleteo
nasal, quejido y retracciones. En el período neonatal inmediato son
frecuentes el aleteo nasal y el quejido leve, pero estos deben resolverse
a los 15-20 min del nacimiento. La dificultad respiratoria creciente
causada por disminución de la distensibilidad pulmonar suele carac­
terizarse por una progresión de la gravedad de estos síntomas clásicos.
Por lo general, la frecuencia respiratoria disminuye a medida que
aumenta el trabajo respiratorio indicado por la aparición de quejido
y retracciones crecientes. Cuando la dificultad respiratoria es leve, el
quejido intermitente a una frecuencia respiratoria más baja puede
alternar con períodos de taquipnea leve. A medida que empeora
el quejido, la fase espiratoria se torna más prolongada. La duración del
quejido, más que su intensidad, se correlaciona con la gravedad de
la dificultad. El quejido leve intermitente puede malinterpretarse
como llanto o canto. El ritmo del quejido y su aparición al final de
la espiración son características que ayudan a distinguirlo de otras
vocalizaciones. Las retracciones requieren un esfuerzo inspiratorio
enérgico y menor distensibilidad pulmonar, y pueden estar ausentes o
ser menos notorias que lo esperable en un recién nacido con depresión
neuromuscular.
La congestión nasal, la obstrucción de la vía respiratoria y las secre­
ciones aéreas pueden provocar ruidos audibles sin un estetoscopio. La
respiración nasal ruidosa o congestionada y los estornudos intermiten­
tes no asociados con infección de las vías respiratorias superiores son
frecuentes en los primeros días de vida. Un llanto ronco indica una
alteración que afecta las cuerdas vocales. Como ya no se practica de
manera sistemática la intubación de recién nacidos vigorosos nacidos
con líquido amniótico meconial (Halliday y Sweet, 2001), la ronquera
o el estridor causado por traumatismo de las cuerdas vocales se ha vuelto
menos frecuente. El estridor inspiratorio se debe al estrechamiento o la
obstrucción parcial de las vías respiratorias superiores. La presencia y la
intensidad del estridor dependen del esfuerzo respiratorio, así como del
grado de estenosis de la vía respiratoria, de manera que el estridor suele
empeorar en caso de inspiración enérgica durante el llanto. El estridor
durante el llanto en un recién nacido sin dificultad respiratoria cuando
está tranquilo a menudo se debe a laringotraqueomalacia (en general
benigna). El estridor que está presente durante la respiración tran­
quila o durante toda la inspiración y la espiración apunta a una obs­
trucción más significativa de la vía respiratoria, que requiere mayor
evaluación.
Una breve auscultación torácica del recién nacido que presenta
color rosado centralmente y respira sin dificultad en aire ambiente
suele ser suficiente para corroborar que el murmullo vesicular es lim­
pio y que la entrada de aire bilateral es adecuada e igual. En el recién
nacido, el murmullo vesicular no está bien localizado, y el recién na­
cido podría no permanecer quieto mucho tiempo, de manera que, en
general, es más útil delinear la calidad del murmullo vesicular que
intentar comparar múltiples sitios. La detección de ruidos anormales,
como estertores, sibilancias o roncus, exige mayor valoración. Si
está indicada una exploración más detallada, se deben auscultar los
cuatro cuadrantes principales en el plano anterior, a ambos lados,
y en la parte superior e inferior de la espalda, en forma bilateral.
La hernia diafragmática que se manifiesta en el período neonatal
causa dificultad respiratoria considerable. Rara vez, se detecta una
pequeña hernia diafragmática por la presencia de ruidos hidroaéreos
en el tórax de un recién nacido asintomático. En los recién nacidos
es anormal la tos espontánea, causada la mayoría de las veces por
infección o aspiración.

Aunque rara vez se practica, la percusión del tórax puede ser útil
para estimar la posición del borde superior del hígado. Asimismo,
se puede utilizar para detectar un derrame pleural de gran tamaño
o consolidación pulmonar, pero los recién nacidos con estos cua­
dros presentarán otros signos de dificultad respiratoria, de manera
que el diagnóstico se basará en los estudios por la imagen y no en la
exploración física. La transiluminación puede ser útil para respaldar un
diagnóstico rápido de neumotórax en un recién nacido con dificultad
respiratoria, pero no es fiable para detectar un pequeño neumotórax
que provoca síntomas mínimos.
Los signos respiratorios son indicadores sensibles, pero inespecífi­
cos, de enfermedad en el recién nacido. Las alteraciones respiratorias
(incluida la apnea) pueden acompañar a patología de muchas etiolo­
gías diferentes. Las causas frecuentes de dificultad respiratoria sutil o
leve detectadas en la evaluación sistemática son retención de líquido
pulmonar fetal (taquipnea transitoria del recién nacido), neumotórax
espontáneo, sepsis neonatal, neumonía, aspiración de meconio o
líquido amniótico y cardiopatía congénita. Cualquier recién nacido
con dificultad respiratoria debe ser trasladado a la UCIN o a la sala de
recién nacidos de observación para una evaluación, monitorización y
tratamiento adicionales.
Aparato cardiovascular
La evaluación del aparato cardiovascular tiene dos objetivos principales:
1. Valorar el estado actual de la circulación.
2. Detectar signos de cardiopatía congénita, en particular las formas
críticas que dependen del conducto arterioso que pueden provocar
deterioro clínico rápido en el período neonatal.
Si bien la detección de cardiopatías es importante, es más frecuente
que los hallazgos circulatorios patológicos en el recién nacido se deban
a otros problemas, como sepsis, hipovolemia, anemia e hipogluce­
mia. El aparato cardiovascular presenta marcados cambios después
del nacimiento que implican la transición a la respiración de aire, la
reducción progresiva de la resistencia vascular pulmonar y el cierre del
conducto arterioso. Estos cambios afectan a la exploración física de
recién nacidos sanos y de quienes tienen una cardiopatía congénita. La
cronología después del parto siempre es una consideración importante
en la interpretación de la exploración.
Asimismo, la valoración del aparato cardiovascular exige prestar
atención al comportamiento y la actividad general del recién nacido,
los signos respiratorios, el color de la mucosa bucal, y la temperatura,
el color y la perfusión de todas las regiones del cuerpo. Por lo general,
estas características se inspeccionarán en diferentes momentos durante
el curso de la exploración, pero deben revaluarse con el examen cardíaco
y torácico si se sospechan alteraciones cardiovasculares.
La valoración del pulso se realiza de la siguiente manera:
1. Frecuencia. El pulso del recién nacido sano en reposo es, en prome­
dio, de 120-130 latidos/min, con alta variabilidad. La taquicardia
sinusal transitoria durante el llanto enérgico es frecuente, pero la
taquicardia persistente (≥ 160-180 latidos/min) exige mayor inves­
tigación. En recién nacidos a término sanos, hemodinámicamente
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estables, es frecuente una frecuencia cardíaca baja durante el sueño
(80-100 latidos/min).
2. Ritmo. En ocasiones, hay extrasístoles aisladas en recién nacidos
por lo demás sanos; estas suelen ser benignas.
3. Características. Los pulsos de un recién nacido sano pueden ser
difíciles de palpar (en particular, los femorales) y se obliteran fácil­
mente con la presión. Los «pulsos normales» reciben un grado
de 2 en la escala tradicional de 0 a 4. Si se detecta una disminución
o un retraso de los pulsos femorales respecto de los braquiales, la
medición de la presión arterial en las cuatro extremidades puede
revelar un gradiente de presión arterial causado por coartación
aórtica. Si el conducto arterioso permanece permeable, los pulsos
y las presiones arteriales normales en las cuatro extremidades no
descartan una coartación. Se pueden palpar pulsos saltones con un
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CAPÍTULO 25 Evaluación del recién nacido 305
conducto arterioso persistente una vez que la resistencia vascular
pulmonar ha descendido lo suficiente para permitir un cortocircuito
de izquierda a derecha significativo. Los pulsos uniformemente
débiles sugieren un estado de bajo gasto cardíaco, que se suele
acompañar de signos de hipoperfusión.
El precordio se explora mediante inspección, palpación y ausculta­
ción. En recién nacidos normales se puede observar un latido precor­
dial, en especial durante la actividad, pero la prominencia visible en la
región precordial más un latido cardíaco aumentado en la palpación
sugiere cardiomegalia o un estado hiperdinámico. El desplazamiento
del latido cardíaco a la derecha puede darle al pediatra un indicio de
dextrocardia o de desplazamiento del mediastino. Los frémitos rara vez
son palpables en el recién nacido.
La mayoría de los ruidos y soplos cardíacos auscultados en el recién
nacido son relativamente agudos, de manera que, al principio, se suele
usar el diafragma del estetoscopio, y la campana se puede utilizar para
la evaluación adicional de ruidos graves si es necesario:
1. R1 se produce por el cierre de las válvulas mitral y bicúspide, habi­
tualmente es único en los recién nacidos, y se ausculta de manera
óptima en la región precordial.
2. R2 se produce por el cierre de las válvulas aórtica y pulmonar, y suele
auscultarse de manera óptima en la parte superior del borde esternal
izquierdo. Si se presta atención, es posible reconocer un ligero des­
doblamiento del segundo ruido y su variación con la respiración.
3. R3 y R4 son anormales en el recién nacido.
4. En algunos recién nacidos normales se pueden auscultar clics (chas­
quidos) de eyección sistólicos en las primeras horas posteriores al
parto, pero estos son anormales después de este período (John­
son, 1990).
El momento, la localización, la intensidad, la radiación, la calidad
y el tono son características importantes de los soplos cardíacos que
pueden ayudar a distinguir soplos fisiológicos de soplos patológi­
cos. Con exploración reiterada, se pueden detectar soplos cardíacos
hasta en el 60% de los recién nacidos durante las primeras 48 h
(Johnson, 1990). La mayoría de las veces, estos soplos son soplos de
eyección sistólicos transitorios y suaves (grado I o II). Por lo general,
se atribuyen al flujo a través del conducto arterioso en vías de cierre
o a un aumento del flujo a través de la válvula pulmonar a medida
que desciende la resistencia vascular. En algunos recién nacidos se
pueden auscultar soplos sistólicos vibratorios que remedan el soplo
de Still. Un soplo detectado durante una exploración sistemática del
recién nacido que no es evidentemente fisiológico requiere mayor
evaluación.
La detección de un soplo sospechoso es la razón más frecuente de
evaluación adicional en un recién nacido asintomático por lo demás
sano. Sin embargo, la ausencia de un soplo no descarta cardiopatía
congénita (p. ej., transposición de las grandes arterias y defecto del
conducto auriculoventricular). La disminución o la desaparición de
un soplo puede ser un signo ominoso que acompaña el deterioro
clínico asociado con el cierre del conducto arterioso en un recién
nacido con un flujo pulmonar o sistémico dependiente del conducto
arterioso.
Los soplos patológicos detectados en las primeras horas posparto
suelen ser causados por obstrucción del tracto de salida ventricular,
como estenosis aórtica o estenosis pulmonar. Son soplos de tipo in
crescendo-decrescendo (grado II o III). Este tipo de soplo también puede
ser causado por estenosis subaórtica asociada con miocardiopatía hiper­
trófica en un recién nacido macrosómico de una madre diabética. Por lo
general, los soplos asociados con defectos que provocan cortocircuitos
de izquierda a derecha aparecen después de algunos días, cuando la
resistencia vascular pulmonar ha descendido lo suficiente. Los soplos
holosistólicos (que incluyen y enmascaran el primer ruido cardíaco) que
se auscultan poco después del nacimiento son causados, la mayoría de
las veces, por insuficiencia de las válvulas auriculoventriculares, mien­
tras que el cortocircuito de izquierda a derecha a través de un defecto
306 PA RT E V I I Asistencia básica del recién nacido
del tabique interventricular causa un soplo holosistólico que suele
aparecer solo después de 1-2 días. Los soplos diastólicos son raros en
los recién nacidos. En general, un soplo continuo en un recién nacido
representa una comunicación aortopulmonar o una fístula arterio­
venosa. La auscultación de un soplo, con suma frecuencia en la cabeza
o el hígado, puede revelar la localización de una fístula arteriovenosa
extratorácica.
Abdomen
La exploración abdominal comienza con la observación de la configu­
ración, la plenitud y el movimiento respiratorio de la pared abdominal
Las anomalías importantes de la pared abdominal, como onfalocele,
gastrosquisis, síndrome del abdomen en ciruela pasa y extrofia vesical,
serán evidentes en la inspección inicial en la sala de partos y pueden
diagnosticarse en el período prenatal. Un onfalocele pequeño pue­
de provocar solo un ligero ensanchamiento del ombligo y la parte
proximal del cordón umbilical (fig. 25.16). Si no se detecta un onfa­
locele de este tipo después del parto antes del pinzamiento y el corte
del cordón umbilical, se puede lesionar el intestino en su interior. Lo
mejor es contar los vasos umbilicales en la sala de partos en el cordón
recién cortado.
El abdomen del recién nacido varía de plano a moderadamente
protuberante, con variación sustancial según la alimentación, y la
eliminación de gas y meconio. La distensión abdominal marcada
hace pensar en la posibilidad de ascitis considerable, una masa de
gran tamaño o una obstrucción intestinal. Una obstrucción proxi­
mal (p. ej., atresia esofágica o atresia duodenal) no causa distensión
abdominal. En el recién nacido con dificultad respiratoria causada
por una hernia diafragmática se puede observar un abdomen hundido
o escafoideo.
Se debe inspeccionar el ombligo para investigar tinción meconial,
signos de infección, eliminación visible de orina causada por un uraco
permeable y la rara aparición de palidez y edema. A 1-2 días des­
pués del nacimiento es frecuente un ligero enrojecimiento de la piel
periumbilical, debido a la irritación por la pinza del cordón, que se debe
diferenciar de una onfalitis o celulitis. Se deben auscultar los ruidos
hidroaéreos antes de proceder a palpar el abdomen si el recién nacido
está durmiendo o descansando con tranquilidad.
La palpación inicial debe ser suave y superficial para detectar
cualquier signo de dolor en la palpación y hepatomegalia o espleno­
megalia. Se debe distinguir el dolor en la palpación de la tendencia
del recién nacido a contraer los músculos abdominales en reacción al
tacto de los dedos del examinador, que suelen estar más fríos que la
• Figura 25.16  Pequeño onfalocele que podría lesionarse si se pinzara
el cordón demasiado cerca de su inserción. (Tomado de Rudolph AJ. Atlas
of the Newborn. Vol 4. Hamilton, Ontario, Canada: BC Decker; 1997:109.)
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piel del recién nacido. Si el examinador mantiene un suave contacto
de los dedos en el mismo lugar, la diferencia de temperatura desapa­
rece con rapidez, y, en general, el recién nacido se relajará y permitirá
que el examinador prosiga sin problemas. En el recién nacido sano,
el borde hepático puede estar a la altura o ligeramente por encima
del reborde costal derecho, o se puede palpar 1-2 cm por debajo de
este. El bazo rara vez es palpable, a menos que esté agrandado. La pal­
pación suave del hemiabdomen inferior puede detectar una vejiga
aumentada de tamaño, que es la causa más frecuente de una masa ab­
dominal mediana en los recién nacidos. La palpación profunda para
detectar pequeñas masas o agrandamiento de los riñones se realiza
con más facilidad después del nacimiento, antes de la alimentación
significativa y cuando el recién nacido se encuentra tranquilo. Sin
embargo, puede practicarse un examen satisfactorio aun en un recién
nacido que llora manteniendo los dedos en posición y aumentando
de manera gradual la profundidad de la palpación cada vez que el
recién nacido relaja brevemente los músculos abdominales para ins­
pirar entre el llanto. Es útil sostener el flanco con una mano mientras
se palpa el abdomen para detectar el riñón con la otra, o palpar el
abdomen con el pulgar mientras se sostiene el flanco con los dedos
de la misma mano.
La percusión del abdomen no tiene particular utilidad en la explo­
ración habitual, pero a veces puede servir para determinar los límites
de un hígado o una vejiga aumentados de tamaño.
Genitales y perineo
Por lo general, la inspección breve después del parto es suficiente para
identificar al recién nacido como de sexo masculino o femenino. (En el
capítulo 97 se analizan en detalle la evaluación y el manejo del recién
nacido con genitales ambiguos.) En los recién nacidos tanto de sexo
masculino como de sexo femenino, una tumefacción o bulto blando en
la región inguinal se puede deber a una hernia inguinal. Por lo general,
el bulto aparece o aumenta de tamaño durante el llanto, y es fácil de
reducir con presión suave cuando el recién nacido se relaja.
Se inspecciona el perineo para localizar el ano y valorar el tono del
esfínter anal. La ausencia de un orificio anal normal debe detectarse
como parte de la evaluación inicial en la sala de partos. Sin embargo,
la observación externa de un ano en apariencia normal no garantiza
su permeabilidad interna. Esta se confirma de manera óptima por la
eliminación normal de meconio.
Los genitales se exploran principalmente por inspección, com­
plementada por palpación, con el recién nacido en posición supina,
en patas de rana.
En el recién nacido de sexo masculino, el prepucio suele cubrir
toda la cabeza del pene, que es adherente al glande. El orificio uretral
suele estar escondido por el prepucio y no es necesario visualizarlo si
el prepucio está intacto. Por lo general, el prepucio es incompleto en
caso de hipospadias, lo que permite detectar con facilidad la posición
anormal del orificio uretral.
La incurvación congénita, una angulación ventral de la cabeza del
pene, puede acompañar a la hipospadias o aparecer de forma aislada.
La incurvación puede no ser advertida, a menos que el examinador
enderece el pene mediante la retracción suave de la piel a lo largo del
eje del pene hacia su base. En los recién nacidos con una almohadilla
abundante de grasa subcutánea en la base del pene, esta maniobra
también ayuda a evitar la falsa impresión de que el pene es corto.
El goteo de orina o un chorro débil hacen sospechar disfunción
vesical u obstrucción uretral.
Se palpan el saco escrotal y las regiones inguinales para localizar los
testículos y valorar su tamaño. Por lo general, los pliegues escrotales
aparecen alrededor de las 36 semanas de gestación y cubren todo el
escroto al llegar al término. El agrandamiento del saco escrotal se debe,
la mayoría de las veces, a un hidrocele. La transiluminación puede
ayudar a distinguir un hidrocele de tumefacción causada por torsión
testicular congénita u otras masas. Puede haber ruidos hidroaéreos
audibles en un escroto aumentado de tamaño por una hernia inguinal.

En la recién nacida, el examinador debe retraer con suavidad los
labios mayores en sentido lateral para permitir una visualización
completa. Corresponde observar el tamaño y la posición de los
labios menores, el clítoris, la uretra y el orificio vaginal. La promi­
nencia relativa de los labios menores es normal en recién nacidas
prematuras.
La fusión labial parcial y un aumento del tamaño del clítoris pueden
representar virilización causada por hiperplasia suprarrenal congénita o
alteraciones endocrinas relacionadas. La horquilla posterior debe estar
a por lo menos 1 cm del orificio anal.
El aumento del tamaño del útero por hidrometrocolpos puede
causar una masa perineal protuberante. Los apéndices vaginales y el
flujo vaginal mucoide son frecuentes en el momento del nacimiento y
se deben a la exposición a estrógenos maternos. En recién nacidas sanas,
es frecuente un flujo vaginal ligeramente sanguinolento (seudomens­
truación) durante la primera semana de vida.
Espalda
La espalda se inspecciona para investigar asimetría o posición anormal
de los hombros, las costillas y las caderas. Se inspecciona la rectitud de
la columna, y se palpa la integridad y la alineación de las apófisis
espinosas. A menudo, los defectos importantes del tubo neural, como
un teratoma sacrococcígeo de gran tamaño, se detectarán en el período
prenatal o serán evidentes en la inspección inicial en la sala de partos.
En la exploración sistemática se debe inspeccionar de manera cuida­
dosa la región lumbosacra para detectar depresiones profundas o poco
habituales de la piel que cubre el sacro, trayectos fistulosos, ovillos de
pelo inusuales y pequeñas masas, como un lipoma o hemangioma.
Cualquiera de estos hallazgos se puede asociar con espina bífida oculta
o fijación de la médula espinal.
Sistema musculoesquelético
Se debe observar la postura, la masa muscular y los movimientos
del recién nacido. Corresponde registrar toda tumefacción o dolor
en la palpación localizado. Por lo general, las malformaciones de las
extremidades o esqueléticas importantes se reconocerán durante la
inspección inicial en la sala de partos, pero pueden pasar inadvertidas
anomalías menores, como dedos supernumerarios, sindactilia o hipo­
plasia ungueal. La limitación del movimiento de una extremidad
puede ser causada por traumatismo (la mayoría de las veces, fractura de
húmero o de clavícula) o por una anomalía intrínseca de la articulación
o la extremidad. Las fracturas de clavícula, aunque en general no
requieren tratamiento, son lo bastante frecuentes para que se deban
examinar específicamente las clavículas en todo recién nacido. La
crepitación y el dolor en la palpación en el sitio de una fractura de
clavícula se pueden detectar con mayor facilidad si el examinador
palpa la clavícula con una mano mientras emplea la otra para elevar
y rotar el hombro homolateral.
En una primera exploración no siempre es fácil diferenciar entre
deformidades de las extremidades causadas por posición intrauterina y
malformaciones. En los recién nacidos, es frecuente la leve incurvación
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hacia dentro de las piernas y los pies (genu varum). El pie equinovaro
congénito (pie zambo) es improbable si el pie girado en sentido interno
puede ser llevado con facilidad a una posición neutra. Cabe esperar que
la angulación del pie se normalice en forma espontánea.
Caderas.  La valoración de displasia evolutiva de la cadera (DEC)
es un componente importante de la exploración de todo recién nacido,
dado que se estima una incidencia de alrededor de 1 cada 1.000 nacidos
vivos. Los factores de riesgo de DEC son antecedentes familiares,
presentación pelviana en el tercer trimestre, sexo femenino, exploración
anormal de las caderas en el momento del nacimiento y envoltura
incorrecta de las extremidades inferiores (Mulpuri et al., 2015; Shaw
y Segal, 2016). La DEC puede no estar presente al nacer. Por consi­
guiente, la vigilancia de DEC debe continuar durante toda la lactancia,
hasta que el niño camine, con el objetivo de prevenir la presentación
tardía de DEC (después de los 6 meses de edad).
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CAPÍTULO 25 Evaluación del recién nacido 307
El examen de las caderas del recién nacido comienza con la inspec­
ción general. Esta implica prestar atención a la postura de reposo y los
movimientos espontáneos. Corresponde observar cualquier asimetría o
posición inusual de las extremidades inferiores. Los pliegues cutáneos
glúteos o femorales asimétricos pueden ser signos de luxación de cadera
unilateral. En niños mayores, una luxación unilateral también puede
provocar una aparente desigualdad de la longitud de las extremidades
inferiores, observada con estas en extensión (signo de Thomas) o con los
pies planos sobre la cama y las rodillas flexionadas (signo de Galeazzi).
Una limitación de la amplitud de movimiento, en particular de la
abducción, es un indicio que permite detectar luxaciones unilaterales
o bilaterales.
Luego, el examinador puede proceder a practicar las maniobras de
Barlow y Ortolani. Es esencial explorar cada cadera por separado. Se
debe aplicar fuerza mínima para realizar una u otra maniobra. La luxa­
ción de la cabeza femoral durante la maniobra de Barlow o su reubicación
durante la maniobra de Ortolani provoca lo que se denomina resalte
(clunk). El elemento clave que define el resalte es una sensación defi­
nida de movimiento brusco de la cabeza femoral cuando pasa sobre el
borde del acetábulo y cae dentro o fuera de este. Una cadera luxada o
luxable presenta el resalte distintivo, mientras que una cadera sublu­
xable se caracteriza por una sensación de relajación o deslizamiento
sin un resalte definido (Committee on Quality Improvement, 2009).
Ambas maniobras se realizan con el recién nacido en decúbito supino
y comienzan con las extremidades inferiores sostenidas en rotación
neutra y las caderas flexionadas hasta no más de 90°.
La maniobra de Ortolani es la prueba más importante para deter­
minar luxación de cadera en un recién nacido. En esta maniobra se
colocan los dedos índice y medio del examinador en el trocánter mayor,
y el pulgar en la cara interna del muslo cerca de la rodilla. La otra mano
estabiliza la pelvis. El examinador practica una abducción suave de la
cadera rotando el pulgar hacia afuera mientras levanta la cadera en
sentido anterior con los dedos. Se percibe una sensación definida de
movimiento cuando la cadera luxada posteriormente se reubica durante
la abducción (visite http://www2aap.org/sections/ortho/ y desplácese
hacia abajo hasta el vídeo de Barlow-Ortolani).
Una maniobra de Ortolani positiva es una indicación de deri­
vación a un ortopedista. No se requiere necesariamente un examen
ecográfico. Los recién nacidos con maniobra de Barlow positiva en
la exploración neonatal o a las 2 semanas pueden mostrar resolución
espontánea. Sin embargo, estos recién nacidos deben ser sometidos
a exámenes de control secuenciales como parte de la vigilancia de
DEC (Shaw y Segal, 2016). En los recién nacidos con hallazgos
equívocos de la exploración, los pediatras deben permanecer atentos
a otros signos de alerta, como asimetría de pliegues, limitación de
la abducción y discrepancia aparente o verdadera de la longitud
de las extremidades inferiores. Persiste la controversia respecto de
cuándo se deben realizar otros estudios diagnósticos. Se puede indicar
cribado ecográfico selectivo en todo recién nacido (sexo masculino o
femenino) si hubo hallazgos preocupantes en la exploración neonatal
inicial y/o en pacientes con factores de riesgo significativos (p. ej.,
antecedentes familiares, presentación pelviana en el parto, envoltura
inadecuada), porque un examen ecográfico después de las 6 semanas
de edad o radiografías a los 4-6 meses de edad pueden ayudar a
detectar DEC clínicamente silenciosa en el lactante de «alto riesgo»
(Shaw y Segal, 2016).
Exploración neurológica
El sistema nervioso se valora durante el curso de la exploración general
del recién nacido y mediante algunas maniobras específicas para inves­
tigar reflejos neonatales. Como las respuestas de los recién nacidos
sanos varían según el estado de vigilia y la tolerancia a una exploración
prolongada es limitada, no se debe esperar una respuesta perfecta a
cada maniobra.
La exploración sistemática del recién nacido incluye valoración
de la vigilia, la actividad espontánea, la postura, el tono y la fuerza
308 PA RT E V I I Asistencia básica del recién nacido
muscular, el control de la cabeza y las respuestas a la manipulación del
recién nacido. Cuando la exploración plantea una duda, puede resultar
más útil repetir determinadas partes más adelante para esclarecer los
hallazgos si el paciente está, por lo demás, estable.
El recién nacido típico estará despierto durante varias horas después
del parto, pero suele tornarse «somnoliento» y desinteresado por la
alimentación durante el resto de las primeras 24 h. Si sigue resultando
fácil despertar al recién nacido y los hallazgos de la exploración conti­
núan siendo por lo demás normales, es probable que la alimentación
mejore el segundo día.
La vigilia, el tono y la actividad son componentes importantes de
toda la exploración:
1. Los recién nacidos normales se despiertan con facilidad y perma­
necen despiertos durante el resto de la exploración habitual, con
cambios entre estados de vigilia tranquila, vigilia activa y llanto.
El llanto es enérgico cuando el recién nacido está alterado, pero
un recién nacido debe ser capaz de consolarse por sí mismo o ser
consolado cuando lo abrazan, succiona o se alimenta.
2. La disminución de la vigilia, el tono o la actividad espontánea son
indicadores sensibles, pero inespecíficos, de enfermedad (p. ej.,
sepsis neonatal, metabolopatías congénitas), más que sugestivos de
una alteración neurológica. Un recién nacido que está estuporoso
o es difícil de despertar es patológico y requiere mayor evaluación,
así como un recién nacido inusualmente irritable o inconsolable.
3. La disminución del tono o la vigilia que aparece más de 24 h des­
pués del nacimiento en un recién nacido previamente vigoroso es
anormal y exige investigación rápida de sepsis u otros problemas,
como metabolopatías que pueden provocar signos neurológicos por
acumulación de metabolitos tóxicos.
La valoración sensitiva se basa en la observación de la fuerza y
cualidad de los movimientos del recién nacido en respuesta a la mani­
pulación durante la exploración y a la estimulación local específica,
como investigación de los reflejos de prensión palmar y plantar, reflejo
de búsqueda y reflejo de succión. Es evidente que esto es necesario,
porque el recién nacido no puede contestar preguntas ni responder
voluntariamente a órdenes.
La valoración de la visión se limita a la observación de lo siguiente:
1. Miosis y respuesta de parpadeo a la luz (respuestas subcorticales).
2. Atención visual del recién nacido. Es esperable que un recién nacido
a término sano fije visualmente y siga la cara del examinador, pero
esto puede requerir un tiempo considerable.
La valoración auditiva puede realizarse observando las respuestas
conductuales del recién nacido al sonido de una campana u otros
sonidos. Sin embargo, esto solo detecta hipoacusia bilateral intensa y
ha sido reemplazado de manera eficaz en la exploración sistemática del
recién nacido por pruebas auditivas automatizadas (American Academy
of Pediatrics, 2007; US Preventive Services Task Force, 2008).
La valoración de la función motora se basa en la observación de la
postura y los movimientos espontáneos del recién nacido, sus respues­
tas generales a la estimulación y manipulación, y la investigación de
reflejos específicos. El signo de la bufanda, el retroceso del antebrazo,
la ventana cuadrada de la muñeca, la maniobra talón-oreja y el ángulo
poplíteo son medidas del tono y la flexibilidad que suelen calificarse
en la valoración de la EG (Dubowitz et al., 1970; Ballard et al., 1991).
En posición de reposo normal, los codos, las caderas y las rodillas
están fuertemente flexionados en el recién nacido a término sano.
Se valoran de manera sistemática el tono activo y la fuerza de
los grupos musculares de la extremidad superior mediante la inves­
tigación de la prensión palmar y la tracción del brazo durante la
maniobra de tirar para sentarlo. El tono activo y la fuerza de los
grupos musculares de las extremidades inferiores se valoran durante
la exploración general de las caderas y los pies, y mediante la inves­
tigación de la reacción de sostén, el reflejo de marcha, el reflejo de
Babinski y el clono de tobillo.
Los flexores del cuello se pueden evaluar durante la maniobra con­
vencional de tirar para sentarlo o por la elevación de los hombros para
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llevar al recién nacido a una posición sedente. Los extensores del cuello
se pueden evaluar inclinando al recién nacido hacia adelante desde una
posición sedente o junto con el tono del tronco al suspender al recién
nacido en una posición prona con la mano del examinador bajo el tórax
(maniobra de suspensión ventral).
Durante la exploración, se debe observar cualquier asimetría y
prestar atención a las características cualitativas, como movimiento de
relativa suavidad frente a movimiento espasmódico o tembloroso. La
inquietud inusual puede ser un signo de hipoglucemia o hipocalcemia,
sobre todo en recién nacidos de madres diabéticas, recién nacidos
pequeños o grandes para su EG, o recién nacidos expuestos a opiáceos
u otros fármacos durante el embarazo que presentan abstinencia.
La restricción pasiva de una extremidad debería inhibir los movi­
mientos nerviosos de una extremidad, pero puede no detener las con­
tracciones rítmicas de la actividad convulsiva. Los signos de convul­
siones neonatales son los siguientes:
1. Movimientos clónicos.
2. Postura tónica.
3. Movimientos estereotípicos repetitivos de la cara o las extremidades.
4. Desviación ocular horizontal tónica o sacudidas nistagmoides.
5. Mirada fija o parpadeo.
6. Apnea (distinta de la apnea de la prematuridad, en particular en un
recién nacido a término).
7. Cambios sin causas reconocidas de la frecuencia cardíaca o la presión
arterial.
Es infrecuente observar una convulsión real durante una exploración
sistemática del recién nacido, pero es posible que llamen al pediatra para
evaluar a un recién nacido con un informe de movimientos inusuales.
En el recién nacido por lo demás sano que está totalmente des­
pierto y reactivo, es improbable que los movimientos espasmódicos
o bruscos que son provocados por estimulación (p. ej., sobresaltos),
que pueden ser suprimidos por restricción pasiva (p. ej., nerviosismo)
y que no se acompañan de cambios neurovegetativos ni cambios del
estado de vigilia correspondan a convulsiones. Los episodios transito­
rios de desconjugación de la mirada tampoco son inusuales en recién
nacidos normales, en particular cuando están conciliando el sueño o
despertándose.
Reflejos neonatales.  Los reflejos neonatales o arcaicos que se suelen
investigar durante la exploración sistemática del recién nacido son el
reflejo de Moro, el reflejo tónico cervical asimétrico, la incurvación del
tronco (reflejo de Galant), los reflejos de prensión palmar y plantar, el
reflejo de Babinski, y los reflejos de colocación y marcha.
El reflejo de Moro se puede investigar después de la maniobra tirar
para sentarlo, reclinando al recién nacido hasta que solo queda un
ligero espacio entre el cuello y la cama y permitiendo, después, que
el recién nacido caiga hacia atrás de manera súbita. Alternativamente,
se puede provocar mediante el método de la «caída»: el examinador
levanta por completo al recién nacido de la cama, sostiene la cabeza y
el tronco con ambas manos y lo mantiene en posición supina, y luego
desciende con rapidez al recién nacido alrededor de 10-20 cm. El
reflejo de Moro completo consiste en una rápida abducción bilateral
de los brazos y extensión de los antebrazos con abertura completa de
las manos, seguidas de un regreso más lento de las manos hacia la línea
media, con flexión de los dedos.
El reflejo de sobresalto es similar al reflejo de Moro, pero sin exten­
sión o abertura de las manos completas, y puede producirse en forma
espontánea o ser provocado por un ruido o movimiento súbito.
El reflejo tónico cervical asimétrico demuestra de qué manera
la posición del cuello incide en el tono de las extremidades. Esto se
debe recordar durante la observación de los movimientos espon­
táneos del recién nacido, porque puede causar una falsa impresión
de asimetría si no se tiene en cuenta la posición del cuello. Para
investigar el reflejo tónico cervical asimétrico, rote 90° la cabeza del
recién nacido hacia un lado durante 15 s mientras lo mantiene de
espaldas con los hombros horizontales. En una respuesta completa,
se flexionará el brazo y la pierna homolaterales, con la consiguiente
 CAPÍTULO 25 Evaluación del recién nacido 309

postura en «esgrimista». Luego, se repite la prueba con la cabeza

rotada hacia el otro lado. La observación de la respuesta completa
es tranquilizadora, pero su ausencia no es necesariamente anormal
(también son frecuentes las respuestas parciales y unidireccionales).
En cambio, una respuesta inusualmente sostenida o exagerada es
anormal.
El reflejo de incurvación del tronco se investiga con el recién nacido
sostenido en suspensión ventral por el examinador que realiza una
estimulación táctil ligera que desciende por la espalda de un lado y,
después, del otro. La respuesta normal consiste en que el recién nacido
incurve enérgicamente la columna, con la concavidad hacia el lado
estimulado.
Los reflejos de bipedestación, colocación y marcha se investigan
con el recién nacido sostenido en posición vertical. Para investigar
la reacción de bipedestación, el examinador desciende verticalmente
al recién nacido hasta que ambos pies tocan la superficie de la cama
o la mesa. La respuesta positiva, que en general se observa tras una
ligera demora, consiste en la extensión parcial de las caderas y las
rodillas, como si el recién nacido intentara pararse y soportar su
peso. La reacción de marcha se investiga cuando el examinador
desciende al recién nacido de manera que uno de los pies toque
la superficie e inclina ligeramente al recién nacido hacia adelante.
El recién nacido debe flexionar ese miembro inferior y extender el
otro, como al dar un paso. El examinador investiga la reacción de
colocación levantando al recién nacido para que el dorso de un pie
quede en contacto con la parte inferior de una mesa o el borde de
la cuna. En una respuesta positiva, el recién nacido levanta el pie y
lo coloca en la parte superior. • Figura 25.17  Posición de la mano y del brazo en un recién nacido con
El reflejo de Babinski consiste en la flexión dorsal del dedo gordo parálisis de Erb que afecta a C5, C6 y C7. (Tomado de Fletcher MA. Physi-
cal Diagnosis in Neonatology. Philadelphia: Lippincott-Raven; 1998:450.)
del pie y la separación de los otros dedos en respuesta a la estimulación
táctil lateral del pie (observado normalmente en recién nacidos).
La presión firme sobre la planta del piel desencadena el reflejo mediado por el VII PC (dos tercios anteriores de la lengua) y el IX
plantar. PC (tercio posterior), no se evalúa durante la exploración sistemática.
Por lo general, no se investigan los reflejos tendinosos profundos La atención visual, la capacidad de fijación y seguimiento, el cierre
durante la exploración sistemática del recién nacido sano, pero son de los párpados en respuesta a la luz y el reflejo fotomotor necesitan el
útiles como parte de una exploración más completa si se sospechan nervio óptico (II PC). El reflejo fotomotor también investiga el nervio
alteraciones neurológicas. Los reflejos pectoral, bicipital, braquiorradial, oculomotor (III PC). El III, IV y VI PC controlan los movimientos
aductor del muslo, aductor cruzado, rotuliano y aquíleo son los inves­ extraoculares.
tigados con más facilidad (Volpe, 2008). El clono de tobillo puede La investigación de búsqueda o una mueca facial en respuesta al
investigarse mediante la dorsiflexión rápida del pie, que en un recién toque de la cara investiga la porción sensitiva del nervio trigémino
nacido a término sano no debe provocar más de alrededor de cinco (V PC). La porción motora del V PC controla los músculos de la
movimientos de extensión y flexión alternante con rápida reducción masticación, que intervienen en la fase de cierre mandibular de
de la intensidad. la succión y se valoran cuando el recién nacido muerde el dedo del
Lesión del plexo braquial.  Si bien no es común, la lesión del examinador.
plexo braquial es una de la alteraciones neurológicas más frecuentes En los recién nacidos es difícil valorar la mirada vertical, pero, en
halladas en el recién nacido por lo demás sano y afecta a alrededor general, se puede verificar la mirada horizontal en ambas direcciones
de 0,5-2 por cada 1.000 nacidos vivos. A menudo, hay antecedentes mediante la observación de los movimientos oculares espontáneos
de un parto difícil por distocia de hombro. La lesión del plexo o mediante la prueba de rotación. El examinador realiza la prueba de
braquial puede ser aislada o combinarse con fracturas de la clavícula rotación girando en el lugar mientras tiene al recién nacido en posición
o el húmero. Los hallazgos típicos de la parálisis de Erb consisten vertical y le sostiene la parte posterior de la cabeza.
en una incapacidad de abducir y rotar externamente el hombro, Si las funciones vestibulares están indemnes, el recién nacido gira­
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flexionar el codo y supinar el antebrazo, debido a la lesión de C5-C6
(Volpe, 2008). Si está afectada C7, la extensión de la muñeca y los
dedos también son débiles (fig. 25.17). Una lesión distal del plexo
braquial que afecte a C8-D1 causa debilidad de la flexión de la
muñeca y los dedos.
Pares craneales.  Durante la exploración sistemática, la observación
y las maniobras permiten, por lo menos, la valoración parcial de todos
los PC (Volpe, 2008), excepto el nervio olfatorio (I PC), que no se
investiga de rutina. El reflejo corneal se puede investigar tocando la
córnea con un trocito de algodón estéril, pero esto tampoco forma
parte de la exploración habitual del recién nacido. De modo similar,
el examinador puede investigar el reflejo maseterino o mandibular
colocando el índice de una mano sobre el mentón relajado del recién
nacido y aplicándole golpecitos suaves con el índice de la otra mano,
pero esto tampoco se realiza en forma habitual. Por último, el gusto,
rá la cabeza en la dirección de la rotación o, si se sujeta la cabeza, girará
los ojos en esa dirección. También se puede recurrir a la maniobra de
ojos de muñeca para valorar el VIII PC. La porción auditiva del VIII
PC se valora de manera óptima mediante respuestas evocadas auditivas
del tronco encefálico, en lugar de las respuestas conductuales a la
estimulación auditiva.
El V, VII, IX, X y XII PC participan, todos, en la succión y deglu­
ción normales.
El nervio facial (VII PC) es necesario para fruncir los labios al
succionar, así como para la expresión y el tono facial normales. La
posición intrauterina o las lesiones por fórceps que comprimen el
nervio facial son causas frecuentes de debilidad facial unilateral en
el período neonatal (fig. 25.18).
El IX y el X PC son necesarios para la deglución normal y el reflejo
nauseoso. El XII PC participa en la acción de ordeño de la lengua

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310 PA RT E V I I Asistencia básica del recién nacido

• Figura 25.18  Debilidad facial unilateral en dos recién nacidos. Existe una leve asimetría facial con
aplanamiento de los pliegues nasolabiales en reposo (A y C) y asimetrías más evidentes de la cara y el
cierre de los ojos durante el llanto (B y D). La debilidad se localiza en el lado izquierdo del recién nacido
en A y B, y en el lado derecho del recién nacido en C y D. (Tomado de Fletcher MA. Physical Diagnosis
in Neonatology. Philadelphia: Lippincott-Raven; 1998:457.)

durante la succión y la deglución. El XI PC interviene en la función
del esternocleidomastoideo y se valora evaluando la flexión y la rotación
externa de la cabeza. Como los recién nacidos normales suelen tener
escaso control de la cabeza, a veces resulta difícil detectar una alteración,
a menos que sea unilateral. De todos modos, una anomalía asimétrica
de un esternocleidomastoideo es causada más a menudo por tortícolis
que por disfunción del XI PC.
Lecturas recomendadas
Libros
Cohen B. Pediatric Dermatology. 3rd ed. Philadelphia: Mosby; 2005.
Eichenfield LF, Frieden IJ, Esterly NB, editors. Neonatal Dermatology.
2nd ed. Philadelphia: Saunders; 2008.
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Recursos online
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http://www.ballardscore.com.
Examen neurológico del recién nacido anómalo: http://library.med.utah.
edu/pedineurologicexam/html/newborn_ab.html.
Exámenes de Barlow y Ortolani. Disponible en: http://www2.aap.org/
sections/ortho/.
© Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Examen neurológico del recién nacido sano: http://library.med.utah.edu/
pedineurologicexam/html/newborn_n.html.
Examen neurológico pediátrico. Disponible en: http://library.med.utah.
edu/pedineurologic-exam/html/home_exam.html. Un tutorial con
demostraciones en vídeo y descripciones realizado por P. D. Larsen
y S. S. Stensaas.
Lehmann CU, Cohen BA. Dermatlas: una herramienta educativa colabo­
rativa online. The Internet Journal of Dermatology 1, 2002. Disponible
en: http://dermatlas.med.jhmi.edu/derm/.
La bibliografía completa utilizada en este capítulo puede consultarse online
en www.expertconsult.com

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Palabras clave
Recién nacido
Nacimiento
Congénito
Valoración
Evaluación
Cribado
Exploración física

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