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César Oswaldo Ibarra

Celina A. Lértora Mendoza


Editores

XVIII Congreso Latinoamericano de Filosofía Medieval

Respondiendo a los Retos del Siglo XXI


desde la Filosofía Medieval

ACTAS

Ediciones RLFM
Buenos Aires
CÉSAR OSWALDO IBARRA
CELINA A. LÉRTORA MENDOZA
(Coordinadores)

XVIII Congreso Latinoamericano de Filosofía Medieval


Respondiendo a loas retos del Siglo XXI
desde la Filosofía Medieval

Actas
Respondiendo a los retos del siglo XXI desde la Filosofía Medieval :
XVIII Congreso Latinoamericano de Filosofía Medieval : Actas /
César Oswaldo Ibarra ... [et al.]. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de
Buenos Aires : Celina Ana Lértora , 2021.
Libro digital, PDF

Archivo Digital: descarga y online


ISBN 978-987-88-0973-1

1. Filosofía Medieval. I. Ibarra, César Oswaldo.


CDD 180.9

Todos los trabajos han sido sometidos


a evaluación interna y externa

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Voltolina (h. 1300) Liber ethicorum des Henricus de Alemannia
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© 2021 Ediciones RLFM


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Buenos Aires
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Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723


CÉSAR OSWALDO IBARRA
CELINA A. LÉRTORA MENDOZA
(Coordinadores)

XVIII Congreso Latinoamericano


de Filosofía Medieval

Respondiendo a los retos del Siglo XXI


desde la Filosofía Medieval

Actas

Buenos Aires
Editorial RLFM
COMISIÓN ACADÉMICA

Revisora de los trabajos

Jorge Ayala (España)


Luis Bacigalupo (Perú)
Enrique Corti (Argentina)
Ricardo da Costa (Brasil)
Carlos Arthur R. do Nascimento (Brasil)
Josep Puig Montada (España)
Georgina Rabassó (España)
Rafael Ramón Guerrero (España)
Walter Redmond (EEUU)
María Leonor Xavier (Portugal)
La moral probabilista y su debate en el virreinato peruano:
Avendaño y Lope del Rodo

Lizardo David Silva Guevara


PUCP, Lima - Perú

1. Introducción

Imaginemos que tenemos la siguiente pregunta: ¿Qué pasaría si tenemos una


disyuntiva moral ante la cual tenemos dos o varias posibilidades? Alguna es en favor
de la libertad, alguna otra en favor de la ley. Esta disyuntiva la formularon varios
autores del barroco, lo cual derivó en varias corrientes morales que intentaron
resolverla.

Yo me centraré en la corriente filosófica del probabilismo (del latín probabilis)


que sostiene que es lícito seguir la opinión moral menos probable, en casos de duda
moral. ¿Por qué se sostiene esto y cómo afecta la esfera de la praxis?

2. Origen

Para responder esto, deseo considerar primero el origen de tal término: Bartolomé
de Medina, fray dominico tiene comentarios a los escritos de Tomás de Aquino en los
cuales fundamenta la tesis probabilista de esta manera (en 1572): “Si est opinio
probabilis, licitum este eam sequit, licet opposita probabilior sit” (Si hay una opinión
probable, es lícito seguirla, aunque la opuesta sea más probable) 1.

Esto lo menciona en q. 19 a. 6 de su Expositio in Primam Secundae angelici


doctoris Divi Thomae a propósito de cierto pasaje del aquinatense (S.T. I-II) que
refleja una postura propuesta también en el De Veritate, dónde menciona que “Nullus
ligatur per praeceptum aliquod misi mediante scientia illius praecepti” (Nadie está
obligado por precepto alguno sino mediante el conocimiento de dicho precepto)2.

1 Bartolomé de Medino, Expositio in Primam Secundae Angelici Doctoris Divi Thomae,


Salamanca, Salmaticae Typis haeredum Mathiae Gastij, 1578, q. 19 a. 6 (p. 309)., q. 19 a. 6 (p.
309),
2 Tomás de Aquino, De veritate q. 17 a. 3.

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Así, la interpretación de Bartolomé de Medina sobre aquél pasaje da como


resultado la acción de seguir una opinión probable sine reprehensione et
vituperatione por más de que la opinión contraria sea aún más probable. Pero
entonces, ¿qué se entiende por opinión probable? Considerar que la palabra probable
no alude a probabilidad, como entenderíamos en nuestro castellano contemporáneo,
sino a la susceptibilidad de ser probada, justificada, argumentada. Así, una opinión
probable la entiende Bartolomé Medina como una opinión que cumpla con dos
condiciones: 1) que sea una opinión mantenida por sabios varones, 2) una opinión
apoyada por buenos argumentos.

Esta postura tendrá muchos detractores a futuro, que la identificarán con el


laxismo moral, sin embargo hay una justificación para tal idea y es la siguiente: Donde
no hay certeza moral, solo hay opinión, por ende todas las opiniones son probables,
pero independientemente de si la opinión que se siga sea más o menos probables,
finalmente son inciertas al ser opiniones y no objeto de certeza. Por tanto, sería lícito
seguir cualquier opinión.

Esta postura tuvo un origen confesional jesuita, e también un origen incluso


retórico romano, muchísimo tiempo antes que Domingo de Soto o que el mismo Santo
Tomás ¿Por qué menciono que hubo un sentido confesional original y otro retórico?
El probabilismo tuvo una proto-concepción desde la tradición jesuita que recibe
influencia de la retórica romana. Primero, en la Roma antigua, Cicerón (en Rhetorica
ad Herenium) sostiene una propuesta retórica de marco epistemológico dividida en
seis partes: I) probabilidad, II) comparación, III) signo, IV) presunta prueba, V)
comportamiento subsecuente, y VI) prueba confirmatoria. E. Bacigalupo nos
menciona lo siguiente:

“Cicero (or whoever the author of Ad Herenium was) defines it by its function.
Through probability, a conjecture about a deed is proven by persuasively
showing a motive and the way of life of the person who carried out the deed” 3.

3Luis Bacigalupo, “The reasonable ways of probabilism – a briefing on its essentials”, Roberto
Hoffmeister Pich – Alfredo Santiago Culleton, Scholastica Colonialis: Reception and
development of baroque scholasticism in latin america in the sixteenth to eitghteenth
centuries, Barcelona-Roma, Fédération International des Instituts des Études Médiévales,
2017: 75-85, p. 76.

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La probabilidad en Ad Herenium, estará presente en toda aquella conjetura capaz


de mostrar el motivo y estilo de vida de quien realizó el acto (analizado en juicio) y
deberá probarse persuasivamente.

¿A quién se debe de persuadir? En la Antigüedad romana de Cicerón se persuadiría


al juez; sin embargo, en el Barroco para el jesuita que recibe la tradición retórica se
persuadirá al confesor acerca de la moralidad de una acción dudosa. Los jesuitas, al
recibir esta tradición retórica ciceroniana, transformaron el sentido jurídico original
en herramienta para posteriormente predicar de manera persuasiva sobre cierto
conocimiento moral. Mejor dicho, esta herramienta es para persuadir sobre cierta
creencia u opinión, siempre y cuando la verdad no sea suficiente para poder persuadir
sin retórica. De este modo, “persuasion n does not produce knowledge, or truth –i.e.
the scientifically adquired understanding of a fact. Persuasion produces only rhetorica
understanding at best”4.

Esto significa que aquella creencia, sobre la que no hay un conocimiento


científicamente certero, se puede enseñar por medio de la persuasión siempre que se
considere objeto de contingencia u opinión, y no de certeza. Este es el caso de la
acción moral, para el probabilismo.

Posteriormente, Francisco Suárez (en De bonitate et malitia humanorum actuum)


establecerá la aprobación al probabilismo dentro de la orden jesuita; además de
introducir dos aspectos novedosos: el uso de principios para persuadir a la conciencia,
y la aplicación del probabilismo a la esfera jurídica –vínculo de la ley con la
obligación5. De ello surgiría, como consecuencia, la postura suareciana de que no haya
propiamente obligación para quien no conozca la ley o su promulgación

Por eso, en el orden del conocimiento existe una verdad capaz de ser aprehendida,
sin embargo desde el orden moral existe contingencia que permite que se favorezca la
libertad de acción. Por ejemplo, en el caso de la aplicación de este sistema moral a la
interpretación del derecho indiano fue muy provechoso. ¿Cómo así? Puesto que con

4 L. Bacigalupo, ob. cit., pp. 76-77.


5 Como se menciona en Roberto Hofmeister Pich, “On the footsteps of Suárez’s Probabilistic
thought in morality and law; Diego de Avendaño S.J. (594-1688) on right conscience and legal
obligation”, Mario Santiago de Carvalho – Manuel Lázaro Pulido – Simone Guidi, Francisco
Suárez: Metaphysics, Politics and Ethics, Coimbra, Coimbra University Press, 2017: 353-382,
p. 364.

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el surgimiento de los virreinatos en América, las capitulaciones habían perdido poder


y el derecho real dentro del orbe del Nuevo Mundo implicaba también seguir máximas
que venían de una práctica consuetudinaria y que se tomaban como lícitas en el sentido
en que con ellas se flexibilizaban las normas reales. Esta confluencia que origina el
derecho indiano, el derecho español que parte de la lex romana y el elemento
consuetudinario indiano, hace que tenga que hacerse no solo cierta flexibilización
acorde al contexto (casuismo), sino que se considere un elemento práctico antes que
de acercamiento a la certeza de la verdad. Así, el orden del entendimiento (de la
verdad) es diferente al orden de la moral. No se busca, entonces, aprehensión
intelectual de la verdad, sino un “entendimiento intersubjetivo”.

Esta idea probabilista posiblemente haya estado en la mente de pensadores


contemporáneos de Bartolomé de Medina, sin embargo es él quien la formula por
primera vez explícitamente. Pero esto no basta para poder entender el arraigo de la
moral probabilista. ¿Por qué se volvió tan popular entonces? Pues generaba una
utilidad para los dominicos (y posteriormente para los jesuitas también): eran un
método práctico en casos de duda moral.

3. Diego de Avendaño

De Avendaño (1594-1698), autor jesuita de origen Sevillano pero que culminó sus
estudios de Teología en Perú y se desarrolla su vida tanto apostólica como docente en
Perú: enseñó teología y filosofía en el Colegio Máximo de San Pablo, y Filosofía
prima en la universidad de San Marcos y en la universidad de Chuquisaca.

En el Thesaurus Indicus, sostiene, y siguiendo a Bartolomé de Medina, que donde


no hay certeza, solo existe la opinión. Abiertamente se declara suscriptor del
probabilismo en su defensa de los indios contra la idea de que tengan ellos que trabajar
en las minas.

¿Cómo así? Pues Avendaño es contrario a la opinión de que las normas del derecho
indiano que avalan el trabajo de los indígenas en las minas sean lícitas, puesto que son
intrínsecamente improbables (según la naturaleza del asunto, en este caso, del
indígena como hombre para la libertad), pero también extrínsecamente improbables
(motivos extrínsecos a la naturaleza pero que la afectan, como la salud dañada del
indígena). Sus detractores, por el contrario, solo considerarían la probabilidad
extrínseca basándose en autoridad, no en el sentido de falacia, por lo que es una

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opinión probable, elegible, y por ende acatable. Así, aunue se oponga a la norma de
la autoridad, la acata (debemos acordarnos que acatar no es lo mismo que cumplir).

Por ello, en Avendaño encontramos una defensa hacia las opiniones menos
probables, pues todas son igual de probables; pero no existe un desacato hacia la
autoridad y su opinión, puesto que toda opinión es finalmente probable incluso la
menos probable.

“La [hoja de] coca puede venderse, pues es algo indiferente y tradicional; de
hecho se expone a la venta en tabernas públicas […] la venta es lícita muy a
menudo [“pues ellos frecuentemente usan la coca como medicinal”], pero no
siempre […] en relación al tributo que se prevé se invertirá en el culto a sus
dioses”6.

De este modo, por ejemplo y siguiendo la característica casuística del


probabilismo de Avendaño, la hoja de coca podría prohibirse por ley debido al uso
religioso que se hace de ésta, pero existe el siguiente problema: tiene un uso bueno, el
cual es el medicinal, y además ello generaría mucha discordia, por lo tanto es lícito
seguir la opinión jurídica de no prohibirla.

De este modo, tanto el autor sevillano, como la línea de la moral probabilista,


reconducen la moral al campo de la contingencia, de la praxis, y lo sacan del campo
del conocimiento teorético. Hay que considerar que la moral originalmente ha estado
ligado a la praxis, como sostiene Ballón. En la ética aristotélica, por ejemplo, el
conocimiento teórico es sobre lo necesario, sobre lo que no puede ser de otro modo;
pero en el campo de la moral la disquisición no da un resultado moral de necesidad,
como el caso del término medio –sino que cambia de acuerdo con la situación: son
resultados contingentes. Sin embargo en el medioevo, la ciencia moral fue desplazada
al campo teórico con el avance del cristianismo, y de esta manera liga las acciones a
cierta adecuación a una ley que es ontológicamente de origen divino y reflejada en el
alma humana por la razón. Pero con algunos eventos, por ejemplo el descubrimiento
del nuevo mundo o el establecimiento del derecho indiano, el probabilismo resulta
emergente para poder lidiar con estos eventos, lo que trae como consecuencia una
recolocación de la moral en el campo de lo contingente. Así, la ciencia moral se
distancia de la ciencia teórica del entendimiento, es decir, el traslado de ésta desde la
esfera del conocimiento hasta la esfera de la opinión.

6 Diego de Avendaño, Thesaurus Indicus, Navarra, EUNSA, ed. fac. 1668. Título 1, n. 144.

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Por último, siguiendo a José Carlos Ballón, “Se podría decir de una manera
metafórica que, en cierto modo, todos seguimos siendo probabilistas en el Perú actual,
tanto en nuestras conductas morales, como en nuestros juicios jurídicos y políticos” 7.

4. Lope del Rodo

En el siglo XVIII el pensador del virreinato peruano Pedro Vallejo –cuyo


seudónimo por el que es conocido es Lope del Rodo –presentará una crítica contra
este sistema moral defendido por Diego de Avendaño un siglo atrás. Su crítica, la cual
se debe a que Lope del Rodo es un defensor del probabiliorismo, se puede encontrar
en La idea sucinta del probabilismo (1772).

¿Qué es el probabiliorismo? Este término proviene de la palabra latina


probabilior que significa “más probable”. Como indica su nombre, el probabiliorismo
sostiene que ante duda moral, es lícito seguir la que convenga a la libertad siempre y
cuando esta opinión sea la más probable. Así, un probabiliorista no considera que
todas las opiniones morales puedan ser equiparadas, sino que considera que es
moralmente correcto seguir aquella que tenga mayor justificación (aunque nunca se
llegue a la certeza), es decir, la que se acerque más a la verdad.

Con el probabilismo, se puede perder la simetría del sujeto con la verdad del
mundo objetivamente conseguible por el entendimiento; y como consecuencia, se
genera la distinción entre la esfera del entendimiento y la esfera de la moral.

De acuerdo con el probabiliorista peruano, y citando las palabras de Fr. Antonio


de Córdova: “Se debe seguir lo más probable. Se debe seguir lo más seguro si ambas
opiniones son opuestas”. Entonces, se debe considerar la distinción probabilista de la
ley eterna en: ley directa y ley reflexa. Mientras que la existencia de la ley eterna en
su acción de hacer partícipe al hombre de ésta por parte de la ley natural, a aquello se
conoce como ley directa; por otro lado, la ley reflexa aludiría a la manera lícita de
reaccionar hacia la primera ley si ésta dejase de cumplirse por algún motivo. Como
consecuencia, se avala el actuar de quien ha quebrantado la primera ley.

7José Carlos Ballon, “El Thesaurus Indicus de Diego de Avendaño”, José Carlos Ballón, La
complicada historia del pensamiento filosófico peruano. Siglos XVI y XVII. Tomo segundo,
Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2011: 281-298 p. 298.

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Pero no solo la ley refleja tiene una crítica, sino que Lope del Rodo menciona que
“nadie obra contra su propio juicio, por lo tanto, es ilícito seguir la opinión benigna
menos probable”8. Por esta misma razón, no se puede tener por más probable aquella
voluntad que con el apoyo del intelecto y la razón se ha juzgado como menos
verdadera.

¿Qué consecuencia tiene el uso de la moral probabilista, de acuerdo con Lope del
Rodo? Pues genera un laxismo moral, es decir, actuar de acuerdo con opiniones
morales que han preferido la libertad de la voluntad antes que la adecuación del
entendimiento a la verdad. Es decir, es una moral orientada al gusto de lo más útil –o
de mayor libertad –en lugar de lo más verdadero: es laxa. Por tanto, y siguiendo a Del
Rodo en su crítica, sería también licito dejar lo más probable por lo que más guste o
plazca. Como consecuencia, los probabilistas, sobre todo los reflexistas (quienes
tienen predilección por la ley reflexa) generan una incongruencia al hacer que lo
ilegítimo se vuelva legítimo. En consecuencia, si con una ley Dios mandase a no matar
y mentir, contradictoriamente con otra ley mandaría a mentir y matar al que ignora tal
primera prohibición.

Esta paradoja se ilustra con el ejemplo de una persona que fue persuadida por su
confesor para que restituya una cantidad de dinero, pero en el camino encuentra un
libro de Teología Moral, en donde encuentra su caso y descubre que no tiene
obligación moral alguna de restituir el dinero, por lo que vuelve a su casa sin
restituirlo.

Así, la ley destruiría lo que obliga. Por tanto ya no hay obligación hacia la ley, ni
tampoco habría pecado formal ni material. Así, habría una triple arista: la moral, la
jurídica, y la teológica.

De la arista moral, complementaré aludiendo a la defensa de los pobres que


constituye un laxismo moral. La defensa sostendría lo siguiente: al pobre le es lícito
robarle al rico en necesidad grave y extrema. La arista teológica aludida por el autor
probabiliorista de esta postura moral: la desaparición del pecado. Entonces, frente a
la acción de una persona que obre conforme a la opinión menos probable –y resulta
ésta ser falsa –ya no constituiría pecado. Por ende, los actos malos no son ya malos

8 Lope del Rodo, La idea sucinta del probabilismo. Lima, Imprenta Real Calle de Palacio, 1772,

p. 69.

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sino que generan división: actos originalmente ilícitos que son buenos, y actos
originalmente ilícitos que son malos.

Por ejemplo, Dios manda a no mentir pues considera que mentir es malo, sin
embargo de acuerdo con la división anterior, la mentira estaría dividida en mentiras
malas y mentiras buenas. De esto se concluye que la mentira está prohibida por Dios
pero que él mismo manda a mentir en los casos en que el hombre piense de manera
errónea que está obligado a mentir. De este modo, Dios terminaría resultando laxo, y
permite aquello que él mismo prohíbe, es decir, que gusta de aquello que aborrece.

Por lo tanto, Lope del Rodo concluye en que el probabilismo genera tal
incongruencia de elegir una opinión probablemente falsa teniendo otras opiniones más
probablemente verdaderas, y hacer de esta opinión falsa una regla que genera que la
voluntad y el gusto sean mayores que la razón y la prudencia. No en vano, menciona
el autor peruano, que San Agustín sostiene que es pecado cierto el hacer aquello sobre
lo que se tiene duda de si es pecado o no. Con ello se explicaría por qué el sínodo de
Francia, en 1700, censuró al probabilismo sentenciando que “Se debe seguir lo que es
más seguro y únicamente seguro, no como consejo sino como obligación”; a lo que
finalmente le siguió la censura Pontífice: no es licito seguir la opinión que solo
probablemente es probable.

5. La Antorcha Luminosa

Por último, tenemos un último referente que quisiera considerar en la discusión de


la moral probabilista dentro del virreinato peruano: el escrito anónimo titulado La
Antorcha Luminosa, escrito en defensa del probabilismo. Si bien tal escrito es
anónimo, es probable que el autor de él sea Francisco Ruiz Cano (1732-1772), quien
también ejerció el cargo de marqués de Soto Florido, aunque tal autoría no se sepa
con certeza.

En esta defensa del probabilismo, no se considera que la esfera del conocimiento


y la esfera de la moral estén escindidas. Sucede todo lo contrario, se sostiene que
existe un fundamento natural para el actuar moral en el ámbito de la praxis. En el
probabilismo clásico, aquél defendido por Diego de Avendaño por ejemplo, existía el
problema de que tanto la opinión más probable moralmente como la opinión menos
probable moralmente eran susceptibles de ser tomadas en cuenta, lo que significa que
había una homologación de opiniones. Aquello era consecuencia de considerar a la
esfera del conocimiento como algo distinto de la esfera de la moral, y podía traer como

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RESPONDIENDO A LOS RETOS DEL SIGLO XXI DESDE LA FILOSOFÍA MEDIEVAL

consecuencia el que no haya una verdad moral objetiva al no haber tampoco un


fundamento objetivo que la garantice. Sin embargo, en la postura dentro de la
Antorcha Luminosa sí encontramos un fundamento natural, lo que significa que
recolocar a la moral dentro de la esfera del conocimiento en tanto que verdad objetiva
y rechazar que ésa sea de característica contingente. Así, la probabilidad de una
opinión moral tendrá como referente objetivo este fundamento natural.

A esto deseo agregar un ataque hacia el probabiliorismo enunciado bajo el


siguiente concepto: la falacia probabiliorista. ¿En qué consiste tal falacia? Como
debemos recordar, el probabiliorismo sostiene que se debe seguir la opinión (que
favorezca la libertad siempre y cuando sea) más probable moralmente; sin embargo
el autor de La Antorcha Luminosa sostiene que se ha confundido lo que es una opinión
probable de una opinión probada. La primera, como sabemos, consiste en una
opinión que puede sostenerse, es decir, argumentarse o justificarse por argumentos de
hecho o derecho, sin embargo el hecho de que una opinión sea más probable
[probabilior] no equivale a que sea la más probada, puesto que las pruebas o
testimonios a favor de tal opinión pueden ser mayores en número pero no
necesariamente más relevantes. De este modo, una opinión más probable no equivale
a que sea una opinión más probada.

Entonces, ¿cuál sería el atractivo del probabilismo ante tal falacia? Pues, una
opinión probabilista (de menos o de más probabilidad) puede estar más o mejor
probada que la opinión probabiliorista (es decir, la opinión más probable). Así, el
probabilismo no solo ofrece una mayor libertad sino incluso un atractivo de corte
epistémico-moral para determinar el acto moralmente correcto.

6. Conclusión

El probabilismo nace, junto con otras corrientes (entre ellas el probabiliorismo y


el equiprobabilismo9) para poder responder ante el dilema moral que plantean tanto
las opciones del laxismo y el tuciorismo. Postura moral controversial desde su génesis
con la tesis de Bartolomé de Medina, sin embargo, a pesar de la prohibición de
enseñarse o practicarse en 1666, no es abandonada, sino que cobra vigencia durante

9 El equiprobabilismo es una postura moral que sostiene que se debe seguir la opinión moral
que convenga a la libertad siempre y cuando sea igual de probable que la opinión opuesta. Esta
postura, junto con la postura probabilista y la probabiliorista, fueron posturas morales
intermedias entre el laxismo moral y el tuciorismo.

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RLFM - XVIII CONGRESO LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL

el virreinato peruano a modo de revival o renacimiento e increíblemente posterior a


su prohibición debido a su utilidad de carácter proto-intersubjetivo que relaciona el
mundo y la ley hispana con el mundo andino y sus costumbres, así como pauta de
aplicación del Derecho Indiano.

Dentro de los probabilistas en el Virreinato del Perú, he destacado a Diego de


Avendaño (si bien es nacido segoviano pero radicado en Perú) por presentar una
postura probabilista que no solo defiende la doctrina misma sino que le sirve para
analizar jurídicamente si son lícitas ciertas normas aplicadas a los indígenas en el
virreinato (como la potencial prohibición de la hoja de coca o las leyes sobre el trabajo
en las minas), como consecuencia de la adecuación reflexa de las normas de la Corona
Española a la realidad del mundo indígena en el virreinato. Por otro lado, he destacado
al limeño Lope del Rodo (Idea sucinta del probabilismo) como antagonista debido a
su crítica hacia el probabilismo como postura moral laxa que prefiere la libertad (falsa
opinión moral u opinión moral menos verdadera) a la opinión más verdadera y que
sucede alrededor de la época de su prohibición por el Concilio Limense, así como la
prohibición de la orden jesuita a la que pertenece y defensora de tal doctrina moral.

Por último, el Concilio Limense censura al probabilismo, motivado por las críticas
a esta postura moral y por razones políticas desde la España Borbona por miedo a las
ideas tiranicidas. Sin embargo, resurge oposición a tal condena, como la expuesta en
La Antorcha Luminosa (anónimo), o el rechazo expuesto en un Opúsculo perdido10
del padre Manuel de Alday, obispo de Santiago, en rechazo al control que el Concilio
Limense pretendía hacer de la orden jesuita y de sus influencias filosófico-
probabilistas.

Retomo la opinión de José Carlos Ballón: “el Perú sigue siendo probabilista en
cierto sentido”. Y amén de ello, es deber peruano estudiar esta corriente a fondo, tanto
por la importancia histórica en la discusión filosófica de nuestra nación, como también
por la utilidad jurídica y moral en su actualidad contemporánea.

10 Opúsculo del cual se ha encontrado una copia que es publicada y estudiada en René Millar
Carvacho, “El opúsculo perdido del Obispo Alday sobre la potestad del VI Concilio Limense
(1772-1773) para condenar el probabilismo”, Boletín de la Academia Chilena de la Historia,
2, N, 120, 2011: 7-70.

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