Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Contratos en general
Según se establece en la norma, dicha conversión es posible en los casos en los que la
ley no imponga para el contrato una forma determinada bajo sanción de nulidad, como
ocurre, por ejemplo, con las donaciones de inmuebles, de muebles registrables y de pres-
taciones periódicas o vitalicias (art. 1552 CCyC).
No se trata de una consecuencia que se vaya a dar automáticamente ante cualquier caso
en el que una de las partes no otorgue el acto. Lo establecido por la norma requiere de
un proceso judicial en el que se dé oportunidad al obligado a ser oído y de ejercer ple-
namente su derecho de defensa, de dar las razones por las que entiende que no están
dadas las condiciones para el otorgamiento del acto, o de dejar expuesta su reticencia,
en caso de no mediar ellas. En este último supuesto, el juez deberá intimarlo a cumplir
dentro de un plazo razonable y solo en caso de no hacerlo el obligado, actuará en su
representación.
Tal procedimiento podrá ser seguido siempre que se encuentren cumplidas las contra-
prestaciones debidas entre las partes o que se asegure su cumplimiento al tiempo del
otorgamiento del acto. De no verificarse tal situación, el contrato deberá darse por re-
suelto, con las consecuencias que de ello derivan.
Capítulo 8. Prueba
1. Introducción
La producción de efectos jurídicos se encuentra condicionada a la existencia de hechos
aptos para provocarlos; si el presupuesto fáctico se encuentra controvertido, la prueba
resulta necesaria, esencial. De lo que se trata en este capítulo es de la prueba relativa a
la existencia y alcances de un contrato; no del cumplimiento o incumplimiento de sus
prestaciones, sino de la cuestión relativa a su existencia y efectos.
La ley, con un enunciado menos casuístico que el de su antecesora, abre aquí amplias
posibilidades probatorias, no limitadas a los medios de los que actualmente se dispone
sino a cualquier otro que en el futuro puedan generarse por los avances científicos y
tecnológicos; al tiempo que establece un límite razonable a la posibilidad de acreditar un
vínculo contractual por medio de testigos.
Es claro que la prueba del contrato será necesaria solo en caso de darse controversia con
relación a su existencia.
El régimen general impone que las pruebas sean suministradas por la parte que invoca la
existencia de un determinado hecho; pero en materia contractual debe tenerse en consi-
deración quién se encuentra en mejores condiciones de aportar elementos que permitan
al juez evaluar el conjunto de circunstancias en las que se pudo haber celebrado o no un
contrato; para lo que puede aplicarse una distribución de pruebas como la prevista en
el art. 1735 CCyC para los supuestos de daño, teniendo en consideración la situación de
cada parte contratante y el razonable balance de la relación.
2. Interpretación
2.1. Medios de prueba
para la acreditación de la existencia de un contrato
Según lo establecido en el art. 1019 CCyC, los contratos pueden ser probados por todos
los medios aptos para alcanzar una razonable convicción según las reglas de la sana crí-
tica y con sujeción a lo que disponen las leyes procesales.
Dado que el dictado de las normas procesales es potestad propia de cada provincia
o de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por tratarse de materia no delegada en el
gobierno federal, la regulación específica de la cuestión relativa a cómo se producirá la
prueba queda sujeta a la regulación local, aun cuando es claro que, en razón del principio
establecido en el art. 31 CN, la norma de derecho común da una amplitud que, en modo
alguno, puede ser limitada por la local, más allá de los supuestos de excepción que la
propia ley sustantiva enuncia.
Tal evaluación según reglas lógicas autoriza a tener en consideración tanto pruebas di-
rectas como las que surgen de la elaboración de presunciones basadas en indicios direc-
tamente probados por algún medio admisible y lícito.
La disposición es lógica, pues si bastara la prueba testimonial para tener por acreditado
un contrato, podrían tener lugar maniobras de sujetos que, en asociación ilícita, coordi-
naran su conducta para invocar, algunos, la existencia de un contrato que otros, cómpli-
ces, permitirían probar con sus falsas declaraciones, elaborando una estafa destinada a
generar obligaciones a un tercero que nunca contrató. Por ello, el criterio de valoración
de la prueba debe ser en tales casos sumamente estricto y requerir de otros indicios o
elementos convictivos sólidos y relevantes.
Por lo dicho, la prueba testimonial tiene, en los casos en los que es de uso instrumentar
el acuerdo, una eficacia subordinada a la existencia de otros elementos probatorios coin-
cidentes o concordantes.
1. Introducción
Como ya se ha señalado, a menudo el derecho impone determinadas formas a observar
por las partes en la celebración de un contrato, cuestión generalmente vinculada con razo-
nes de orden público. En ocasiones, como ocurre con la donación de inmuebles, de cosas
muebles registrables y de prestaciones periódicas o vitalicias (art. 1552 CCyC), la forma es
impuesta como requisito de validez del contrato y, sin ella, él no puede considerarse exis-
tente; en otras, es impuesta a los fines probatorios, como ocurre, por ejemplo, en los casos
de locación de cosa inmueble o mueble registrable o de una universalidad que incluya in-
muebles o muebles registrables o de parte material de un inmueble (art. 1188 CCyC); en los
contratos bancarios (art. 1380 CCyC); en el de agencia (art. 1479 CCyC, último párrafo); en
el de fianza (art. 1579 CCyC); en el de cesión de derechos cuando no se refiere a actos que
deben otorgarse por escritura pública (art. 1618 CCyC); el de transacción (art. 1643 CCyC);