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Volitivo

La actividad volitiva es justamente una forma particular, especial y desarrollada de la actividad


voluntaria.
Para conocer la naturaleza y esencia de la actividad volitiva desde el punto de vista psicológico,
se debe partir de la idea inicial de que todo fenómeno psíquico, a la vez que constituye un
reflejo de la realidad, posibilita regular la actividad del sujeto en esa misma realidad.
Al ser la actividad volitiva una expresión o manifestación de la regulación inductora, constituye
una manifestación de la esfera afectiva del hombre y, en particular, de su esfera motivacional.
En este sentido, según Rubinstein, la voluntad como conjunto de deseos organizado de
determinada manera, que se manifiestan en la conducta, en la regulación de las acciones,
concierne a la regulación inductora, no a la ejecutora, que es de la que se trata cuando se
diferencian las acciones y los movimientos voluntarios de los involuntarios. En el plano de la
regulación inductora, la voluntad denota el paso de las necesidades, como estímulos de acción
inmediata, a los motivos o incentivos de la conducta conscientes, aceptados por el hombre,
valorados desde el punto de vista de las normas e intereses sociales.
La actividad volitiva, la voluntad, no es algo extraño y ajeno a los restantes fenómenos de la
psiquis humana; no es ninguna esencia interior contrapuesta a la realidad, ya que la voluntad
es un nivel de desarrollo de la propia esfera motivacional del ser humano, que en el proceso de
interacción con la realidad, regula su actividad.
Se define entonces por actividad volitiva una forma especial, superior y desarrollada de la
actividad voluntaria del hombre, caracterizada por la realización de esfuerzos para vencer
obstáculos, tanto externos como internos, avalados por la reflexión y toma de decisión del
sujeto.
Con el uso del término «actividad» se comprende precisamente la naturaleza de que lo volitivo
discurre o transcurre como un proceso provocado por un motivo encaminado hacía un objetivo.
Cuando en este proceso, como es frecuente por el carácter sumamente complejo de la vida
social del hombre, el motivo y el objetivo no coinciden (lo que ocurre cuando en la realización
de una actividad es necesario alcanzar objetivos parciales que no tienen un motivo particular,
sino que se nutren del motivo general de la actividad para el logro del objetivo parcial, a través
del cual se aspira a alcanzar el objetivo, o fin general o motivo-fin), se está refiriendo en ese
momento a una acción volitiva.
En este caso, la actividad en que se enmarca la acción como componente de la misma no tiene
que ser necesariamente de naturaleza volitiva, aunque sí voluntaria, en la que para alcanzar
algunos de los objetivos parciales, la actuación tiene que alcanzar el nivel volitivo de
regulación.
Cuando el motivo y el objetivo coinciden, como ocurre cuando el papel del objetivo general lo
realiza un motivo consciente, que se convierte, debido a este carácter consciente, en un
motivo-fin o motivo-objetivo, entonces se habla de actividad volitiva En este caso, pueden
ocurrir dos situaciones: una, que la actividad esté compuesta por una sola acción y, por lo
tanto, acción y actividad se funden, por lo que se denomina todo el proceso actividad volitiva; la
otra, que la actividad esté formada por diversas acciones de naturaleza volitiva y que, por
consiguiente, la actividad en su conjunto sea también volitiva.
En términos generales, la actividad volitiva tiene una estructura cuyas fases se corresponden
con la fase de aparición del motivo y el establecimiento del objetivo o fin, la de reflexión, la de
decisión y la de ejecución. El establecimiento de este proceso, expuesto simplificadamente,
puede ser en realidad muy complejo. El individuo, con un adecuado desarrollo de su voluntad,
en aras de objetivos socialmente valiosos, debe ser capaz de vencer la resistencia interna de
sus conflictos motivacionales. En el transcurso de la actividad volitiva, este conflicto de motivos
puede presentarse, pero en realidad, la existencia o no de conflicto motivacional, no constituye
una característica necesaria de la actividad volitiva.
Esta no es un simple proceso lineal, sino que puede sufrir detenciones, regresiones,
desviaciones y hasta omisiones de fases.
Es necesario saber cómo se instaura lo volitivo en el nivel de regulación psíquica que es la
personalidad. En dependencia de las condiciones concretas en que transcurren las actividades
del hombre durante su vida, puede ocurrir la consolidación y generalización de las
manifestaciones de la actividad volitiva, la cual conduce a la formación de cualidades voIitivas
de la personalidad. Estas cualidades se expresan cuando el sujeto realiza distintas actividades
al alcanzar el nivel volitivo.
Entre las cualidades volitivas de la personalidad se destacan: la independencia, la decisión, la
perseverancia y el autodominio.
La independencia consiste en que el sujeto puede determinar su actuación a partir de sus
propias motivaciones y conocimientos, es capaz de regular su conducta por sí mismo, tomando
en consideración las circunstancias en que tiene que actuar y las influencias externas que
inciden sobre él, pero sin dejarse llevar por ellas.
La decisión se caracteriza porque el sujeto se muestra seguro de sí y de lo que hace, tiene
iniciativa y no padece de dudas o vacilaciones injustificadas o innecesarias. El individuo
decidido es aquel que toma sus decisiones y se propone cumplirlas con firmeza, trazándose
con claridad las formas de su actuación.
La perseverancia significa que el sujeto mantiene con la misma intensidad su actuación, que no
se deja amilanar fácilmente por los obstáculos externos e internos que se le pueden presentar
en el transcurso de su actividad, por lo que es una persona resistente a los embates de las
frustraciones y las privaciones.
El autodominio consiste en el control que el sujeto posee sobre sí. Esta cualidad se evidencia
en el poder de la persona para el dominio y la afrontación donde, gracias a un esfuerzo volitivo,
distintas manifestaciones de su personalidad podrían afectar su actuación, como, por ejemplo,
motivos contrarios a los que orientan su actividad volitiva, planteamiento de objetivos
incompatibles con el que se propone alcanzar, vivencias afectivas que podrían desorganizar su
actuación, etc.

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