Está en la página 1de 8

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA

VICE-RECTORADO ACADÉMICO
DIRECCIÓN ACADÉMICA
PSICOLOGÍA GENERAL

La actividad y la comunicación en el proceso de formación de la personalidad.


Ensayo

Asignación del Bloque II


Participante: Rosmen J. Brito C. Cédula: 19.367.480
Caracas abril de 2023
INTRODUCCIÓN

El estudio de la personalidad es un elemento central ya que es la expresión más genuina del


ser humano como ser social, por su carácter activo y transformador, y por su papel
autorregulador y regulador, vista la personalidad en su condición integrada entre lo cognitivo
y lo afectivo. Es obvio que cuando se habla de la existencia de una esfera cognitiva y afectiva
se está haciendo referencia a lo psicológico y en específico a la personalidad, por ser esta la
principal manifestación del hombre en su implicación en el medio.

El estudio del hombre y su personalidad no se refiere a reducirlo en unos procesos


psicológicos, sino que estos pueden manifestarse a niveles superiores de integración con una
incidencia significativa en el desarrollo exitoso de determinada actividad. Esos procesos
psicológicos nunca operarían de forma independiente, sino que operarían con un carácter
diferente como parte de una configuración cualitativamente superior.

El término personalidad es la expresión psicológica integrada del hombre y sus


manifestaciones en las distintas actividades de la vida social y en su implicación en el medio.
La personalidad desempeña un papel esencial la comunicación y viceversa.

A continuación, daremos una breve descripción del papel que tienen la actividad y la
comunicación como estándares psicológicos esenciales en el desarrollo de la personalidad, y
a su vez como nivel superior de regulación del comportamiento humano describiendo los
procesos psicológicos básicos para su desarrollo.
DESARROLLO

La personalidad y la comunicación

Una característica esencial de la personalidad es su integridad; en la cual se puede identificar


dentro de su estructura dos dimensiones: ejecutora e inductora. La personalidad se traduce
en percepciones, pensamientos, inteligencia, educación, experiencia, motivaciones,
emociones, sentimientos, deseos y vivencias. Su comportamiento es el producto de las
acciones en actividades, como soluciones, planes, logros y cumplimientos, y todo ello incide
en la comunicación. Hoy día es generalmente reconocido que el éxito en el desarrollo de una
actividad no depende sólo de poseer determinados conocimientos y habilidades, sino que es
necesario también la disposición, la orientación y el despliegue de la energía necesaria para
alcanzar los objetivos propuestos.

El éxito en el desarrollo de una actividad es la resultante del conjunto de factores


interrelacionados, cuyo producto final no es una adición de las partes integrantes; no obstante,
es necesario en el estudio del hombre realizar abstracciones para poder valorar la influencia
relativa en el desempeño alcanzado en el desarrollo de una actividad. Cuando se emplea el
término personalidad se está haciendo referencia a la expresión psicológica integrada del
hombre y a sus manifestaciones en las distintas actividades de la vida social en su implicación
en el medio.

Las aspiraciones, que expresan la orientación de la personalidad en el propósito de alcanzar


objetivos futuros y dentro de estas los ideales, como la concepción de un modelo de actuación
del sujeto que incluye sus principales acciones futuras y las intenciones manifestadas en los
planes y proyectos de acción que orientan la conducta del sujeto; la autovaloración que es la
formación motivacional en su nivel regulador superior en la que el sujeto valora cualidades
y las orienta en función del logro de determinados objetivos. Todo esto va unido a la voluntad,
como expresión de la constancia, la perseverancia, la independencia, la decisión, la fuerza y
el autodominio en la orientación del sujeto para alcanzar un objetivo.

La autoconciencia facilita la percepción, el conocimiento, y representación de la otra persona


e interviene en la comunicación del sujeto a través valoraciones que hace de sí mismo y de
las demás personas. En la comunicación se da el enriquecimiento de personalidad a través de
valoraciones, juicios, deducciones, puntos de vista y de los otros, lo que hacen crecer y
desarrollar su propia subjetividad.

No todas las personas se comportan igual en el proceso comunicativo, eso dependerá de la


personalidad a través de los conocimientos, habilidades, capacidades, equilibrio emocional,
competencias y situaciones que se hallen. En la comunicación, las personas valoran,
sintetizan, elaboran y generan las ideas, concepciones, experiencias e información, expresan
emociones, sentimientos, intereses, motivaciones, que recibe e intercambian normas y
valores al afrontarse con la vida. La comunicación puede favorecer el desarrollo de la
sensibilidad de las personas a través de la personalización de las situaciones y las influencias
de la realidad, sobre todo, cuando se refiere a la subjetividad de otras personas. Es importante
caracterizar la personalidad de interlocutores para hacer más eficaz la comunicación.

Los procesos psicológicos básicos del desarrollo de la personalidad

Estos procesos tratan de aquellas etapas mentales que permiten a la persona tomar conciencia
de sí misma y de su entorno, se refieren a la manifestación conductual y permiten la
adaptación del comportamiento a las situaciones y exigencias del ambiente en el que te
encuentras a cada momento.

Los procesos psicológicos básicos es la parte más elemental de estos procesos, el


complemento necesario para todas aquellas funciones biológicas que permiten la vida. A
continuación, mencionaremos algunos que, bajo criterios investigados para la elaboración
del presente ensayo los definimos como:

Percepción: Se encarga de evaluar y entender cualquier estimulo sensorial que se tenga en


el cuerpo, de esta manera, el cerebro logra entender qué es lo que sucede a su alrededor o
incluso, en su interior (hambre, sueño, sed, etc.).

Aprendizaje: Se puede decir, que esta es la parte que se encarga de entender que ciertas
conductas o actividades, generan ciertos resultados.

Lenguaje: Este proceso es el encargado de hacer posible que el ser humano se pueda
comunicar con otros seres.
Pensamiento: Es complejo definir este proceso, esto se debe a la inmensidad y complejidad
del mismo. Sin embargo, se puede decir en pocas palabras, que el pensamiento es el proceso
que aparece antes de actuar ya que permite evaluar riesgos y recompensas.

Atención: Se encarga de estimular ciertas partes del cerebro, para que este se enfoque en una
determinada actividad o suceso.

Memoria: Es la encargada de almacenar imágenes de situaciones vividas, para


posteriormente mostrarlas, cuando el individuo así lo desee.

Motivación: La motivación se encarga de hacer que el cuerpo tenga la energía suficiente


para realizar una determinada actividad.

Emoción: Las emociones se encargan de dirigir la actitud de un individuo. Además, estas


permiten que el mismo pueda actuar de forma rápida y eficaz, frente a ciertas situaciones que
hagan actuar a las emociones.

La regulación inductora y ejecutora.

Estudiar la personalidad supone poder explicar el porqué del comportamiento humano toda
vez que la personalidad interviene en la orientación, dirección y autorregulación del
comportamiento, de modo estable, activo, integral y más complejo. El carácter sistémico de
la personalidad, deriva de la disímil integración de los contenidos que la componen, en
diversas configuraciones psicológicas de modo simultáneo. Son como puntos de integración
de contenidos y funciones que, en constante dinamismo, caracterizan las configuraciones
esenciales en cada línea de expresión de la subjetividad.

Entonces, la regulación implica la modulación del pensamiento, la motivación, la atención y


el comportamiento, mediante el uso de mecanismos específicos y de estrategias de apoyo,
que, visto de este modo, la regulación inductora determina hacia donde, con qué intensidad,
por qué un determinado comportamiento; mientras que, por otro lado, la regulación ejecutora
precisa como debe ser el comportamiento de acuerdo con las condiciones en que se encuentra
el individuo.

La regulación ejecutora es consecuencia; entre sus dimensiones tenemos dos categorías


esenciales: intrínsecas y extrínsecas; se observa que algunas están más asociadas al
pensamiento abstracto del hemisferio izquierdo y otras al pensamiento concreto del
hemisferio derecho. En la regulación intrínseca encontramos: pensamiento: imaginación,
atención, clasificación, análisis, inducción, deducción, generalización, conclusión,
planificación, decisión, entre otros.

La regulación inductora es causa, el motivo de la actividad, entre sus dimensiones esenciales


encontramos: sujeto, objeto, necesidades, problemas, misión, y visión. El motivo es parte
esencial de la función reguladora, el mecanismo que libera las energías psicológicas
potenciales, para la regulación ejecutora; entre sus dimensiones esenciales encontramos:
sujeto, objeto, necesidades, problemas, misión, visión, etc.

Desarrollo de la personalidad y su relación con el comportamiento humano

El hombre en el desarrollo de las diferentes actividades en su implicación en el medio no sólo


conoce, sino que en esa interacción manifiesta determinadas actitudes hacia las demás
personas, objetos y fenómenos, los que a su vez inciden en la orientación de la actividad.

El carácter inductivo de la personalidad constituye lo afectivo y regulativo en la


comunicación. Las características y rasgos personales como unidades psicológicas aisladas
no determinan el éxito en el desarrollo de una actividad. La personalidad es una conjugación
de elementos cognitivos y afectivos; por eso se ha reiterado que determinadas cualidades
adquieren influencia sobre el comportamiento, a partir de su integración funcional. La
afectividad es la cualidad de las personas de expresar sus emociones, sentimientos y
vivencias a través la satisfacción e insatisfacción tanto verbal como extra verbalmente.

En la esfera afectiva es importante determinar cuáles son las cualidades favorables para el
desempeño de una actividad y la posible presencia de alteraciones significativas de la
personalidad que entorpezcan el desarrollo de la comunicación y del proceso laboral. Estos
elementos de carácter cognitivo o afectivo se valoran a partir de determinadas síntesis
integradoras en función del desempeño, pero no es ocioso conocer el nivel en que se
manifiestan estas unidades porque pueden adquirir un carácter significativo dentro de una
síntesis.
CONCLUSIONES

En conclusión, nacemos con ciertas características propias, que con el paso del tiempo y con
un conjunto de factores como son el origen ambiental, la cultura, la familia, la educación
recibida, etc., se van desarrollando y definiendo, estructurando y cambiando con el paso de
los años. En este proceso intervienen de forma significativa ejerciendo una gran influencia
las figuras de los padres, los amigos, profesores.

Como hemos visto a lo largo del presente ensayo, nuestro comportamiento se muestra, en
cierta manera, consistente con el tiempo, con lo cual podríamos concebir los rasgos como
agrupaciones de conductas específicas que se presentan habitualmente.

Un rasgo de personalidad contiene las características de estabilidad y durabilidad y en esto


se diferencia de un estado, que es una situación puntual, con un inicio y fin. Por ejemplo, es
muy distinto que estemos nerviosos porque mañana presentamos un examen, hayamos
tomado mucho café o hayamos discutido, a que seamos nerviosos.

Es muy importante tener esto presente, ser específicos, de hecho, muchas terapias trabajan
en esa diferenciación. Cuántas veces habrás escuchado que te llamen apático, enojón,
nervioso, antisocial, alma de la fiesta, entre otros, en función de una situación específica. Las
personas nos asemejamos o diferenciamos no en función de nuestros estados, sino
dependiendo de nuestros rasgos.

Los rasgos no son independientes, en realidad se relacionan entre sí en mayor o menor


medida y esta relación puede cuantificarse mediante un índice estadístico llamado
correlación. Este tipo de relación entre los rasgos hace posible su agrupación en entidades
superiores llamadas tipos o dimensiones. Así, por ejemplo, tenemos tipos como el de la
extraversión, que englobaría rasgos de sociabilidad, vitalidad, actividad, dominancia,
búsqueda de emociones, etc. Es importante no concebir estos tipos de manera opuesta sino
en un continuo o grado, en función de la medida en que poseemos los distintos rasgos que
constituyen ese tipo en concreto.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

- Leóntiev, A.N. (1981). Actividad, Conciencia y Personalidad. Editorial Pueblo y


Educación Ciudad de La Habana, Cuba (1974).
- http://www.psicoactiva.com/infantil/default.htm.
- Domínguez Rodrigo, Manuel. El origen del comportamiento humano.
- Gordon, Ira J. El maestro y su función orientadora: conceptos sobre el desarrollo
humano y aplicación en el aula.

También podría gustarte