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Acción Perfectamente Voluntaria y acción imperfectamente voluntaria

La acción es perfectamente voluntaria cuando la persona advierte lo que hace y

consciente plenamente en su acción. Al faltar alguno de estos requisitos la acción es

imperfectamente voluntaria.

Dicha imperfección puede originarse de dos modos:

Causas o situaciones diversas (como la semi-somnolencia, la ebriedad parcial etc.) que

obstaculizan o impiden la normal realización psicológica del juicio intelectual implicado

en toda actividad de voluntad.

Imperfección del movimiento de la voluntad hacia su objeto, que puede originarse en

acciones que se presentan como ambivalentes, que poseer caracteres de deseabilidad de

diverso género, e incluso de signo contrario (a la vez positivo y negativo). Por ejemplo,

una acción reprobable y placentera al mismo tiempo, o correcta y dolorosa al mismo

tiempo.

Acción y omisión
La omisión se da tanto en el caso en que la persona toma interiormente la decisión

positiva de no hacer (acto elícito), como en la omisión de toda acción (no se toma

ninguna decisión, lo que equivale a la tacita decisión de no hacer). En ambos casos la

persona es responsable porque las cosas tomen un curso que ella podría haber impedido.

El concepto de omisión es éticamente relevante en situaciones que exigen un

comportamiento que no se realiza.

Es emblemática, en ese sentido, la reflexión de Santo Tomas de Aquino sobre la

corrección fraterna, en ocho artículos de la Suma Teológica. La corrección fraterna es

un deber contemplar varios elementos de la situación concreta en su aplicación. En


ciertas situaciones son destinatarios de la misma no apenas quienes incurren en un

comportamiento incorrecto, sino también terceros, que resultan perjudicados o incluso

llegan a ser víctimas del mismo.

Es necesario aclarar, ante algunas interpretaciones contemporáneas, que la corrección

no es una especie de venganza sublimada de la sociedad, representada por la autoridad

instituida, contra algunos individuos que escapan a lo que se tiene por comportamiento

correcto.

Obviamente, la omisión no es un problema ético apenas para quien ejerce la autoridad,

sino para todos.


El objeto indirecto de la voluntad

El objeto indirecto de la voluntad es una consecuencia de la acción que no interesa ni querida


de ningún modo, ni como fin ni como medio, pero que es prevista y permitida cuanto que está
inevitablemente ligada a lo que se quiere.

EJEMPLO
Paciente con leucemia.

Una persona que sufre leucemia y tiene que


someterse a un tratamiento de quimioterapia,
puede prever que quedará calva como
consecuencia del tratamiento.

Valoración: la calvicie, en ese caso. no es querida


ni como medio ni como fin

de la acción. No hay vínculo causal entre la calvicie


y la cura de la enfermedad, que es el objeto de la voluntad.

La consideración de los dos tipos de finalización (estructural e intencional) de la _ voluntad


también aporta un enriquecimiento a esta evaluación ética, ya que en el caso I'., de la primera
mujer, en el cual la esterilización es efecto indirecto de la acción, puede ser que interiormente
ella desee la esterilización. Nos encontramos ante un acto ilícito " moralmente f11310, que se
sitúa en el nivel del deseo pero que no se traduce .,- exteriormente en el nivel del querer, ya
que no constituye el motivo que informa la acción, en la hipótesis de que la operación se
realice porque es absolutamente necesaria para conservar la salud (Cf. Rodríguez puño, 1993:

VALOR MORAL: REFERENTE DEL JUICIO ETICO

EL VALOR COMO DATO ORIGINARIO DE NUESTRA ACCIÓN MORAL Y DEI JUICIO ÉTICO

Puede afirmarse que el valor es el bien considerado de manera abstracta, en la forma de una
esencia buena o valiosa, sin referencia inmediata a ningún bien u objeto valioso individual.

Por ejemplo, la honestidad puede ser considerada como un valor

La metafísica permite reconocer que todas las cosas que existen, por el simple hecho de existir,
poseen una bondad ontológica. De igual modo, se puede afirmar que todas las cosas y
acciones poseen un valor intrínseco.
El objetivo de la voluntad

El objeto de la voluntad humana es toda actividad o cosa concreta en la que el hombre


ve brillar de alguna manera a razón de bien, que son por eso objeto de la voluntad, al ser
vistas como convenientes o apetecible.

Una bondad ontológica es por eso que los metafísicos afirman que el ser y el bien son
convertibles.
la simple existencia de algo ya implica un bien intrínseco. Esta bondad ontológica es
fundamento de la llamada bondad psicológica que, al ser poseída por algo, ejerce sobre
la sensibilidad humana, y consecuentemente sobre la voluntad, (que sufre su influjo), un
poder de atracción que puede llegar a ser de gran intensidad.

Este algo, dotado de bondad, abarca también el universo de la actividad humana.

además de la bondad ontológica y psicológica existe la bondad moral, que es la que más
interesa en la ética. No todo lo que es bueno en el punto de vista ontológico y
psicológico será un bien moral. Esto sucede porque el punto de vista moral introduce el
criterio de educación a la naturaleza humana o esencia de la persona humana.

En este caso el sentido del deber tiene que prevalecer sobre el poder de atracción que
ese bien psicológico ejerce sobre el.

Sin lo que arriba llamamos razón de bien y que tiene como fundamento último la
bondad ontológica, la voluntad humana simplemente no se movería. La obtención de
aquello que la inteligencia identifica como un bien para la persona se vuelve así fin de la
acción. Fin en el que la persona no descansará hasta llegar a poseerlo.

Este fin se divide en:


Fin Próximo
Fin Intermedio
Fin Último

Al afirmar que toda acción humana es finalizada, estructuralmente orientada a un bien,


es importante explicitar la dinámica interna sujeto a la oración. Con esto enlazamos el
tema de la finalidad con la distinción hecha entre actos lícitos e imperados. La dinámica
o posicionamiento interior abarca dos tipos de acción ilícita. En el primer tipo de
voluntad ilícita, el sujeto apenas asume una actitud interior.
En su segundo tipo de actividad ilícita, el sujeto no asume apenas una actitud interior,
sino que dicha actitud se traduce en un proyecto de acción.

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