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imperfectamente voluntaria.
diverso género, e incluso de signo contrario (a la vez positivo y negativo). Por ejemplo,
tiempo.
Acción y omisión
La omisión se da tanto en el caso en que la persona toma interiormente la decisión
positiva de no hacer (acto elícito), como en la omisión de toda acción (no se toma
persona es responsable porque las cosas tomen un curso que ella podría haber impedido.
instituida, contra algunos individuos que escapan a lo que se tiene por comportamiento
correcto.
EJEMPLO
Paciente con leucemia.
EL VALOR COMO DATO ORIGINARIO DE NUESTRA ACCIÓN MORAL Y DEI JUICIO ÉTICO
Puede afirmarse que el valor es el bien considerado de manera abstracta, en la forma de una
esencia buena o valiosa, sin referencia inmediata a ningún bien u objeto valioso individual.
La metafísica permite reconocer que todas las cosas que existen, por el simple hecho de existir,
poseen una bondad ontológica. De igual modo, se puede afirmar que todas las cosas y
acciones poseen un valor intrínseco.
El objetivo de la voluntad
Una bondad ontológica es por eso que los metafísicos afirman que el ser y el bien son
convertibles.
la simple existencia de algo ya implica un bien intrínseco. Esta bondad ontológica es
fundamento de la llamada bondad psicológica que, al ser poseída por algo, ejerce sobre
la sensibilidad humana, y consecuentemente sobre la voluntad, (que sufre su influjo), un
poder de atracción que puede llegar a ser de gran intensidad.
además de la bondad ontológica y psicológica existe la bondad moral, que es la que más
interesa en la ética. No todo lo que es bueno en el punto de vista ontológico y
psicológico será un bien moral. Esto sucede porque el punto de vista moral introduce el
criterio de educación a la naturaleza humana o esencia de la persona humana.
En este caso el sentido del deber tiene que prevalecer sobre el poder de atracción que
ese bien psicológico ejerce sobre el.
Sin lo que arriba llamamos razón de bien y que tiene como fundamento último la
bondad ontológica, la voluntad humana simplemente no se movería. La obtención de
aquello que la inteligencia identifica como un bien para la persona se vuelve así fin de la
acción. Fin en el que la persona no descansará hasta llegar a poseerlo.