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¿Revolución académica? Visión sistémica y tendencias en la educación superior. Dr.


Antonio L. Cubilla1

Introducción

Se ha hablado y escrito sobre la crisis en la educación superior paraguaya y, últimamente,


señalado a la proliferación de las nuevas universidades como el problema principal. Los
esfuerzos de referentes y la autoridad educacional están, estimo, erróneamente centrados en
esta cuestión, que, sin negar su importancia, representa la parte visible de un complejo proceso
de mayor alcance y universalidad.

La realidad política es que nuestra sociedad, poco crítica en cuestiones de cultura, admite
y sostiene el nuevo modelo de universidades privadas al preferirlas sobre las públicas (65 % de
la matrícula nacional en universidades privadas. (D. Rivarola).
Observando las tendencias internacionales antes y después del reporte de la Unesco
sobre educación superior en 1998, resumidas en el trabajo del profesor Philip Altbach (Trends in
Higher Education: tracking an academic revolution, 2006), observamos que tal problemática
también aparece en otras sociedades pero asociada a una serie de otros cambios avasallantes
que han modificado la facies letárgica de la educación superior. El fenómeno es complejo,
sistémico y global, y de tal impacto que pudiera calificarse como el advenimiento de una nueva
revolución académica. La visión tradicional de la universidad está cambiando tan profundamente
que su perfil es probable que ya no sea el mismo en un futuro mediato.
El detonante, que puede verse como algo negativo o positivo, es la masificación
estudiantil, la aparición de nuevas carreras, y las exigencias de la nueva sociedad del
conocimiento y la creatividad. Si bien en Paraguay unos pocos (1 a 5 %) culminan la odisea
educativa de casi 20 años, ese poco no encuentra lugar en el sistema de universidad pública.
Qué sería si tuviéramos como en otros países a 30 % o más de los estudiantes en esa condición.
Existe una expansión humana y estructural que sobrepasa la capacidad académica, económica
y administrativa de las instituciones en casi todos los países, pero al mismo tiempo estudiantes
que antes no accedían a la universidad ahora tienen la oportunidad de hacerlo. ¿Acaso esto no
representa un progreso? No todos lo ven de esta manera.

Otro evento nuevo y parte de esta revolución es el impacto de las tecnologías de la


información y la comunicación. De meros instrumentos de canalización del conocimiento, se
convierten en poderosos argumentos intelectuales cuando se imbrican con la capacidad de
generar conocimientos. La investigación científica básica o aplicada es hoy en gran parte
dependiente de la digitalización y no se puede volver atrás porque la sola mente humana ya no
es suficiente para evaluar y cuantificar la complejidad de las nuevas disciplinas de investigación.
Agregando a la complejidad, persisten los viejos problemas de la relación entre el acceso de los
estudiantes y la calidad educativa. Porque no puede negarse que existe una necesidad de admitir
a un mayor número de estudiantes y que el aumento masivo de estudiantes actúa como factor
de deterioro de la calidad de enseñanza. No se discute la necesidad de mejorar o instalar la
excelencia o la calidad educativas, pero no existe acuerdo para definirlas ni medirlas.

Nueva revolución académica. Ha habido significativas revoluciones académicas en la historia


de la universidad, algunas poco conocidas como la aparición de la meritocracia en la Universidad
jesuítica de Viena en el siglo XVIII. Por primera vez, se consideró la producción intelectual del
docente (publicación de libros) como el principal mérito para elegir profesores (Academia
Carisma in the origins of the research university, Wm. Clark).
Pero la más renombrada es la revolución humboldtiana en Berlín, en 1810, donde
formalmente se instaló la investigación como actividad principal de la universidad y la misión
preferente del profesor.

1
Diario ABC. (19/05/2012) En: http://www.abc.com.py/edicion-impresa/suplementos/cultural/revolucion-academica--vision-sistemica-y-
tendencias-en-la-educacion-superior-403578.html
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La tercera revolución fue norteamericana al dar lugar no solo a la investigación básica o


fundamental en la universidad, sino introducir la investigación de valor práctico o aplicado más
cerca de los problemas de la sociedad y diversificar las disciplinas universitarias inaugurando el
concepto de mega universidad o multiversidad (Kerr, The uses of the university). Esta
democratización o deselitización académica previno la anquilosis del modelo de Humboldt, que
sobrevivió parcialmente en el modelo americano (y canadiense) y se expandió a otras
universidades europeas y el Japón, y más recientemente a otras de China, India, Corea,
Australia, México, Brasil y Chile.

La diferencia entre estas revoluciones tan fundamentales para preservar un ethos


específico de la universidad como sitio de investigación y la nueva revolución es que esta es
mucho más global, afecta muchos más países y millones de estudiantes en el mundo. Su
característica principal es la masificación y la variabilidad de las ofertas educativas, y el objetivo
final es el acceso universal. Es decir, en lugar de la universidad ser una torre de marfil disociada
de los problemas de la comunidad, a la que se accede con dificultad, se han modificado las
facilidades para el acceso de un mayor número de estudiantes, y este esfuerzo dirigido por las
fuerzas del mercado resultó en una diversificación de modelos universitarios que hoy son
múltiples y de variada calidad y objetivos.

Se han identificado tres estadios de acceso a la universidad en el desarrollo evolutivo de


la educación superior: de elites, de masas y universal (Trow, M. 2006). No creo que nuestro país
pueda aún ingresar a esta tipología. No existen instituciones de élite, quizás se perciba una
incipiente pero aún limitada masificación y ciertamente el acceso no es universal. Esa parece ser
una tendencia y aunque países poco desarrollados como el nuestro aún mantienen un bajo
porcentaje de acceso a la universidad, en la mayoría de los países el nivel de participación ha
aumentado considerablemente. Dice Altbach que la lógica de la masificación es inevitable e
incluye una disminución de los niveles de excelencia académica. Sin embargo, y al mismo
tiempo, muestra un efecto beneficioso en el sentido de que determina una mayor movilidad y
ascenso social para clases menos favorecidas, una diversificación de la financiación así como
de las disciplinas ofertadas. A nivel de la problemática social de casi todos los países,
especialmente aquellos con poco desarrollo, se adiciona un nuevo reto que es ofrecer una
oportunidad de educación superior a segmentos de la población especiales o marginados.

Sociedad de la creatividad. Un componente crucial de la nueva revolución o su misma causa


es la emergencia de la sociedad del conocimiento, término de Unesco (1990) originado en la
denominada sociedad de la información posindustrial (Bell, D, 1973, Castells, M. 2009) y el de la
economía del conocimiento. Áreas centrales son el crecimiento exponencial de los servicios y de
campos noveles como los de la biotecnología, la informática y la nanotecnología. La fuerza
laboral requiere hoy de habilidades especiales que pueden ser obtenidas solamente mediante
educación superior relativamente avanzada.
Otro hecho es que la movilidad de los trabajadores modernos altamente calificados se ha
incrementado a tal punto que un porcentaje importante trabaja o estudia en países que no son
los suyos. Numerosos compatriotas calificados están ocupando altos cargos en compañías de
servicios en el mundo global. Además, la sociedad del conocimiento (este, ahora disponible para
casi todos, ya no es suficiente) se ha reconvertido a la sociedad de la creatividad y son aquellas
culturas que sepan canalizar la capacidad inventiva de sus ciudadanos las que progresan. El
conocimiento y el pensamiento científico son, como las humanidades, parte de la cultura de los
pueblos. Por eso en esta revolución perduran y se justifican las grandes universidades de
investigación. Es porque se ha revalorado en la sociedad de la creatividad la misión de la
investigación científica como actividad fundamental no solo de algunas universidades, sino de
otras instituciones públicas o privadas.
Se discute como nunca el lugar donde debe generarse así como la propia epistemología
del conocimiento, porque el apoyo de la ciencia se ha vuelto crucial para el desarrollo sustentable
de los pueblos y para esto es necesario conocer dónde y cómo se produce el conocimiento. Una
tensión intelectual no resuelta es la paradoja del derecho a la autonomía o libertad académica
para investigar que requieren los estudios fundamentales y la obligación política impuesta a los
científicos por el Estado o las empresas que su ciencia sea relevante, lucrativa o pertinente
socialmente. Entendiendo que el conocimiento útil muchas veces deviene del básico y no es
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totalmente predecible, las políticas de Estado de apoyo a la ciencia deben dirigirse a fomentar
las ciencias básicas fundamentales así como las aplicadas con igual rigor.

Investigación científica e isomorfismo académico. La investigación científica más que nunca


es necesaria en las sociedades que pretenden modernidad. También continúa su misión central
en las universidades de investigación, pero ahora, además de la básica o fundamental, puede ir
dirigida a disciplinas o áreas más específicas que tienen que ver con la exigencias del mercado
laboral y la sociedad o de la generación de productos útiles para el bienestar, la salud o el lucro.
La investigación científica tiende cada vez más, aun en las sociedades desarrolladas, a
concentrase en pocas instituciones y están altamente internacionalizadas, considerando que sus
métodos y temas de estudio son de alcance e interés global.

Una nueva visión más práctica acorde con la realidad actual sería ya no pretender
introducir la investigación en todas las instituciones de enseñanza superior. El profesor Levy ha
denominado a la tentación de pretender que todas las universidades alcancen este ideal como
el isomorfismo académico. Es que la investigación y, sobre todo, los grandes descubrimientos
científicos otorgan un prestigio inigualable a la institución. Pero una respuesta directa a la
masificación es justamente lo contrario, la necesidad de la creación de sistemas académicos
diferenciados con misiones universitarias diversas. El que todas las universidades paraguayas
sean de investigación hoy es una gran utopía, ni alcanzable ni necesaria, se debe admitir. Hemos
pretendido desde nuestro trabajo en el Congreso la transformación de las universidades hacia el
modelo de las universidades de investigación. Especialmente hemos propuesto que una
universidad, la más tradicional y de lejos la mejor dotada, la Nacional, se convierta por
transformación interna en una institución de investigación. Ha habido algunos esfuerzos aislados
como el salario diferenciado para investigadores en la UNA pero son insuficientes. Una
transformación total hoy sabemos no es posible por la resistencia y conservadurismo extremo de
algunos intelectuales, políticos y notoriamente, directivos y docentes de la universidad (Cambio
y resistencia en la educación superior. Comisión Bicameral para la Reforma de la Educación
Superior, José Nicolás Morínigo y col. 2006). Pero el país, que ya ha logrado en cierta manera
institucionalizar una incipiente comunidad de científicos con el Programa de apoyo a la
investigación del CONACYT (PRONI) sigue necesitando de por lo menos una universidad o gran
instituto de investigación que debe construirse como una nueva institución y no como reforma de
una anterior que persiste en otro modelo. Puede además estimularse que las universidades, por
sus propias características y contar con docentes investigadores de prestigio, desarrollen un área
específica de investigación, es decir, como decía el profesor Garrett, tengan su propio DNA de
investigación y así alcancen la excelencia.

Tendencias para el futuro inmediato en la educación superior.

Una característica de esta nueva revolución académica es la diversidad debido a la


especialización y diferenciación de las instituciones de enseñanza superior. Pueden aventurarse
algunas tendencias en la educación superior global de nuestro país para los próximos años:

1- Con un mayor número de científicos nucleados en el Proni-Conacyt o el programa de apoyo


financiero a los investigadores de la UNA, más la repatriación de científicos paraguayos que
abundan en el exterior, se podrá inaugurar una nueva universidad o gran instituto de
investigación.

2- El modelo clásico de universidad de docencia y profesionalista al estilo latinoamericano


permanecerá pero será modificado y mejorado de acuerdo a las presiones de las autoridades
educacionales o la sociedad.

3- Las universidades privadas lucrativas, las privadas sin fines de lucro y las públicas sin niveles
mínimos de calidad serán eliminadas o más probablemente transformadas mediante cambios
significativos (inducidos por alguna agencia de acreditación que trabaje y funcione) en mejores
instituciones y alguna puede alcanzar nivel de élite.
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4- Aparecerán nuevos tipos de universidades dirigidas a alumnos o disciplinas especiales, más


focalizadas e inmersas en la problemática laboral, social o cultural; por ejemplo, escuelas
técnicas vocacionales superiores o escuelas “culturales” no profesionales superiores, o las
universidades campesinas o populares.

5- El número de estudiantes universitarios aumentará y se expandirán los diversos sistemas de


educación superior, no sólo el de las universidades clásicas de docencia o de investigación.

6- La población estudiantil será progresivamente mixta y diversificada, con mayor número de


estudiantes internacionales, de mayor edad, continuarán los docentes y alumnos de tiempo
parcial, y habrá más lugar para las minorías tradicionalmente segregadas como las campesinas
y las indígenas nativas.

7- Mientras no se enfoque con seriedad el tema de la desigualdad social y la pobreza urbana y


rural, continuará el debate sobre políticas de acceso a la universidad de las minorías no
privilegiadas, con educación primaria y secundaria deficientes, y las soluciones no serán simples.
La culpa del bajo nivel educativo y falta de acceso de este segmento de la población no es de la
universidad exclusivamente. Deberá existir una revolución en los niveles de educación pre
universitaria como posible o única solución. Mientras no se revolucione la mediocre formación
docente pública urbana y rural y no se eleve el perfil intelectual del maestro mediante una mejor
selección y un seguimiento meritocrático, deberá existir un esfuerzo deliberado para equiparar el
bajo conocimiento obtenido en medios educativos precarios para que estos ciudadanos puedan
acceder con igualdad al sistema educativo superior.

8- Existirá una mayor especialización en la profesión académica y aparecerán nuevas áreas de


estudio.

9- Debido a la creciente masificación, la demanda de profesores aumentará de tal modo que será
imposible mantener una excelencia profesional académica y se seguirá recurriendo al
inadecuado sistema de profesores taxi que no trabajan a tiempo completo.

10- Se observará una coexistencia de universidades, facultades e institutos diversificados en su


misión, infraestructura y niveles de excelencia, rankeados nacionalmente de acuerdo a su
calidad. Una universidad de investigación será suficiente y/o la creación de institutos de
investigación de excelencia. Estos serán necesarios para la generación de nuevos conocimientos
en distintas disciplinas, solución de problemas de la sociedad y para la formación de ciudadanos
en disciplinas de alto contenido científico que requiere la sociedad del conocimiento, ya instalada
en el mundo. El Estado se hará cargo principalmente de la financiación de la investigación.

11- El mejoramiento universitario partiendo de la realidad deberá ser sistémico porque los
componentes de la nueva revolución están interrelacionados: masificación, expansión,
diversidad (de modelos, carreras, docentes y alumnos), necesidad de investigación científica,
insuficiencia de fondos económicos, lo que incide necesariamente en los niveles de la calidad
académica.

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