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E studio
Tema 1
La Constitución Española
1.1 Principios generales
1.2 Las libertades y los derechos de los ciudadanos
1.3 Organización política y territorial del estado
LA BANDERA (Art. 4)
La bandera constituye, por tradición, uno de los elementos más significativos del Estado
español. Su regulación constitucional se contiene en el artículo 4 de la Constitución según
el cual:
«1. La bandera de España esta formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y
roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas.
2. Los Estatutos podrán reconocer banderas y enseñas propias de las Comunidades
Autónomas. Estas se utilizarán junto a la bandera de España en sus edificios
públicos y en sus actos oficiales».
La bandera de España que consagra la Constitución de 1978, es la bicolor, roja y amarilla,
instaurada para la Marina por Carlos III en 1785, convertida en bandera nacional en 1843 y
que se ha mantenido desde entonces (con el paréntesis 1931-1939 de la Segunda
República, cuando se incluyó la franja morada).
El conjunto normativo regulador de la bandera nacional está integrado, — además de por el
citado artículo 4 de la Constitución —, por la Ley 39/1981, de 28 de octubre, por la que se
regula el uso de la bandera de España y el de otras banderas y enseñas — conocida como
Ley de Banderas — y el Real Decreto 441/1981, de 27 de febrero, por el que se establecen
los colores de la Bandera de España, que serían sus normas de cabecera. Y también por la
Orden Ministerial 1276/1980, de 26 de abril, sobre concesión de la Enseña Nacional a
unidades de las Fuerzas Armadas, el Real Decreto 2335/1980, de 10 de octubre, por el que
se regula el uso de la Bandera de España y otras banderas y enseñas a bordo de los
buques nacionales, la Orden DEF/1445/2004, de 16 de mayo, por la que se establece el
procedimiento para que los españoles puedan solicitar y realizar el juramento o promesa
ante la Bandera de España, la Disposición final décima de la Ley 39/2007, de 19 de
noviembre, de la Carrera Militar, que regula el juramento o promesa de los españoles ante
la bandera de España, el art. 6 de las Reales Ordenanzas para las FF. AA. de 2009 y los
arts. 4 a 7 del Real Decreto 684/2010, de 20 de mayo, por el que se aprueba el
Reglamento de Honores Militares, que son disposiciones de carácter más técnico o
sectorial.
La Ley 39/1981, de 28 de octubre, regula el uso de la bandera de España y el de otras
banderas y enseñas. Su artículo 1 dice literalmente: «La bandera de España simboliza la
nación; es signo de la soberanía, independencia, unidad e integridad de la patria y
representa los valores superiores expresados en la Constitución».
A continuación, en su artículo 2, se recuerdan los colores constitucionales y se regula el
tratamiento preferente o único de la bandera, según los casos, en los organismos oficiales.
Así el citado artículo establece que «la bandera de España, de acuerdo con lo preceptuado
en el artículo cuarto de la Constitución española, está formada por tres franjas horizontales,
roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas» y que
«en la franja amarilla se podrá incorporar, en la forma que reglamentariamente se señale,
el escudo de España».
En el artículo 3, se establece que la bandera de España «deberá ondear en el exterior y
ocupar el lugar preferente en el interior de todos los edificios y establecimientos de la
Administración central, institucional, autonómica, provincial o insular y municipal. La
bandera española será la única presente en los edificios, acuartelamientos, buques,
aeronaves y cualesquiera otros establecimientos militares».
El tono imperativo con el que ha sido redactado este precepto ha permitido al Tribunal
Supremo pronunciarse en su Sentencia de 14 de abril de 1988 sobre la cuestión nuclear de
cuándo y cómo debe ondear la bandera nacional en los edificios y establecimientos de las
Administraciones Públicas estatales conforme a la Ley de Banderas: «La expresión “deberá
ondear” que utiliza el legislador, formulada en imperativo categórico, viene a poner de
relieve la exigencia legal de que la bandera de España ondee todos los días y en los
lugares que expresa, como símbolo de que los edificios o establecimientos de las
Administraciones Públicas del Estado son lugares en donde se ejerce directa, o
delegadamente, la soberanía y en ellos se desarrolla la función pública en toda su amplitud
e integridad, sea del orden que fuere, de acuerdo con los valores, principios, derechos y
deberes constitucionales que la propia bandera representa, junto con la unidad,
independencia y soberanía e integridad del Estado Español. Por ello, la utilización de la
Bandera de España en dichos edificios o establecimientos debe de serlo diariamente como
manifestación, frente a los ciudadanos, del contenido que simboliza y representa…».
Continúa precisando el fundamento jurídico 2º de la citada Sentencia: «La Ley distingue y
regula dos diferentes situaciones en las cuales debe ondear la Bandera de España. La
primera en el exterior de los edificios y establecimientos de las Administraciones del
Estado, en los que la bandera debe ondear diariamente con carácter de permanencia, no
de coyuntura, no de excepcionalidad sino de generalidad y en todo momento. Por ello, el
legislador a lo largo del art. 3 utiliza siempre las expresiones gramaticales en sentido
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imperativo «será la única que ondee» (párrafos 2 y 3) «se colocará» (punto 4) «se
enarbolará» (punto 5) para expresar una idea o un contenido normativo de naturaleza
permanente y no esporádica, frente a la regulación que efectúa en los artículos 6º y 7º que
es coyuntural, accidental o eventual. Por ello regula el lugar que debe ocupar cuando
concurra con otras, especificando le corresponde el lugar destacado, visible y de honor, y
preeminente respecto de las otras, así como que el lugar preeminente y de máximo honor
será la posición central cuando el número de banderas sea impar y siendo par, de las dos
posiciones que ocupan las del centro la del lado izquierdo del observador».
El artículo 4 preceptúa que «en las Comunidades Autónomas, cuyos Estatutos reconozcan
una bandera propia, ésta se utilizará juntamente con la bandera de España en todos los
edificios públicos civiles del ámbito territorial de aquélla». Dicho tratamiento se amplía
también a los Ayuntamientos y Diputaciones provinciales, sin hacer mención alguna a su
ámbito territorial (art. 5), lo que denota la especial sensibilidad que provoca el uso de las
banderas y enseñas autonómicas, a las que se pretende encerrar en los territorios
autonómicos. En todo caso, la bandera de España ocupará siempre un lugar destacado,
visible y de honor, no pudiendo tener un tamaño inferior a las demás banderas utilizadas
(art. 6).
La atribución competencial a la Comunidad Autónoma de la potestad para determinar sus
banderas implica la imposibilidad de disposición de las mismas por otra Comunidad
Autónoma, de manera que dicho símbolo no puede ser utilizado sin el consentimiento de la
comunidad a que corresponden.
El artículo 7 se refiere a la colocación de la bandera junto a otras enseñas internacionales
especificando que «cuando la bandera de España deba ondear junto a la de otros Estados
o naciones lo hará de acuerdo con las normas y usos internacionales que rigen esta
materia en las relaciones entre Estados, así como con las disposiciones y reglamentos
internos de las organizaciones intergubernamentales y las conferencias internacionales».
El artículo 8 persigue que partidos políticos, sindicatos, asociaciones y entidades privadas
no utilicen la bandera española como parte integrante de sus símbolos identificativos, a fin
de evitar la apropiación de la bandera por aquéllos, como ha estado sucediendo con los
partidos ultraderechistas. Obsérvese que, a pesar de la existencia de partidos nacionalistas
o regionalistas, no se extiende este precepto a las banderas autonómicas, quizá porque no
se ha hecho un uso abusivo y excluyente por los partidos presentes en las Comunidades
históricas.
El artículo 9 de la citada Ley 39/1981 dispone que «las autoridades corregirán en el acto las
infracciones de esta Ley, restableciendo la legalidad que haya sido conculcada». En este
sentido, no cabe cuestionar el carácter de autoridad del Delegado del Gobierno, cuya
legitimación para actuar, por otro lado, aparece reconocida, en relación con la materia que
ahora nos ocupa, en la jurisprudencia del Tribunal Supremo.
Finalmente hay que destacar lo ordenado en el artículo 10 de la Ley 39/1981 al referirse a
las ofensas referidas a las banderas del Estado (la de España y las autonómicas). El citado
artículo 10.1 dispone: «Los ultrajes y ofensa a la bandera de España y a las contempladas
en el artículo 4 del presente texto [las autonómicas] se castigarán conforme lo dispuesto en
las leyes».
Así, el ultraje y la ofensa a la bandera se castiga en el artículo 543 del Código Penal, el
cual establece que «las ofensas o ultrajes de palabra, por escrito o de hecho a España, a
Según dispone el artículo 5 de la Constitución «la capital del Estado es la villa de Madrid».
Con esta escueta formulación se reconoce una realidad que data de más de cuatro siglos
desde que en 1561 Felipe II eligiera su capital permanente y que más recientemente
confirmó la Constitución republicana de 1931 en su artículo 5 al decir que «la capitalidad de
la República se fija en Madrid».
La fijación de la capitalidad del Estado en un punto determinado del territorio nacional
supone la ubicación en él de todas las instituciones fundamentales: Corona, Cortes
Generales, Gobierno, Tribunal Supremo, Tribunal Constitucional, Tribunal de Cuentas y de
los órganos y dependencias correspondientes. Es, por tanto, una exigencia del Estado
contemporáneo, la concentración de las instituciones y órganos dada su estructura y
funcionamiento y las características de su correspondiente burocracia en un punto concreto
del territorio estatal.
El artículo 5 dice «la capital del Estado...», no habla de capital de España y tampoco ha
empleado la expresión «la capital del Reino o de la Monarquía» como réplica al artículo 5
de la Constitución de 1931 que declaraba: «La capital de la República...» , en ello ha
influido sin duda la organización territorial del Estado configurado con fuertes elementos au-
tonómicos: Estado Autonómico, Estado de las Autonomías, para preferir la expresión: «La
capital del Estado...».
El citado artículo 5 ha elegido la identificación de la capital utilizando «es» antes que «se
fija» como hizo la Constitución de 1931, lo que parece impedir, más rotundamente, el
cambio de la sede de los poderes públicos.
Algunos autores contemplan la posibilidad de desplazar provisionalmente la capitalidad en
circunstancias especialísimas (guerra, invasión extranjera, rebelión, etc.). Se han dado
dichas circunstancias en nuestra historia nacional pasada y reciente: Cádiz cuando la
guerra de la Independencia; Valencia y Burgos como capitales de la España republicana y
de la franquista en la Guerra Civil.
Por último cabe observar que el citado artículo 5 llama «villa» a Madrid, expresión castiza,
costumbrista y/o con raigambre histórica en el sentido de población que goza de algunos
privilegios.
No terminan ahí, sin embargo, las referencias que a lo largo del Texto constitucional se van
sucediendo en torno a la participación de los sindicatos y las asociaciones empresariales
en la vida económica y social. Algunas de las numerosas alusiones que efectúa la Norma
Fundamental sobre la materia tratada son las contenidas en el art. 37.1 CE sobre el
derecho de autonomía colectiva; la participación en la Seguridad Social y en los
organismos públicos cuya función afecte a la calidad de vida o bienestar general (art. 129.1
CE); la participación en la empresa (art. 129.2 CE); el derecho a adoptar medidas de
conflicto colectivo (art. 37.2 CE), y la participación de los sindicatos y de las asociaciones
empresariales en la planificación económica (art. 131.2 CE).
Para saber qué misiones tienen encomendadas las Fuerzas Armadas, debemos seguir el
tenor literal del artículo 8.1 de la Constitución y el de la citada Ley Orgánica 5/2005, de 17
de noviembre, de la Defensa Nacional.
En suma cabría hablar de tres misiones declaradas por la Constitución en su artículo 8.1.
Estas funciones son: garantizar la soberanía e independencia de la patria, defender la
integridad territorial y defender el ordenamiento constitucional.
último, el tercer párrafo enumera los principios que caracterizan al Estado de Derecho,
como son los de legalidad, jerarquía normativa, publicidad de las normas, irretroactividad
de las normas no favorables o restrictivas de la libertad, la seguridad jurídica, la
responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos. Todos estos
principios son los verdaderos soportes de toda la estructura constitucional y no son simples
principios programáticos, sino que tienen un especial valor normativo. El citado artículo
dispone literalmente lo siguiente:
«1. Los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del
ordenamiento jurídico.
2. Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y
la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas;
remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación
de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.
3. La Constitución garantiza el principio de legalidad, la jerarquía normativa, la
publicidad de las normas, la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no
favorables o restrictivas de derechos individuales, la seguridad jurídica, la
responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos».
Al ordenar el artículo 9.1 la sujeción de los poderes públicos a la Constitución y al resto del
ordenamiento jurídico, se hace una clara alusión a que la actuación administrativa debe
estar amparada en una cobertura legal previa.
El artículo 9.2 tiene un contenido más amplio siendo uno de sus aspectos esenciales el
reconocimiento de la igualdad material. Así, la configuración del Estado como social exige
la intervención de los poderes públicos para que la igualdad de los individuos sea real y
efectiva. De esta forma, el Estado social de Derecho reinterpreta la igualdad formal propia
del Estado liberal de Derecho e incorpora el principio de igualdad material con la finalidad
de conseguir una equiparación real y efectiva de los derechos sociales de los ciudadanos.
Pues bien, junto con el principio de igualdad formal proclamado en el artículo 14, la
Constitución española recoge esta concepción del principio de igualdad material en el
artículo 9.2.
El artículo 9.3 recoge los principios del ordenamiento jurídico, principios que como ha
señalado el Tribunal Constitucional en diversas Sentencias (por ejemplo, en la STC
27/1981, de 20 de julio), no son compartimentos estancos sino que, al contrario, cada uno
de ellos cobra valor en función de los demás y en tanto sirva para promover los valores
superiores del ordenamiento jurídico que propugna el Estado social y democrático de
Derecho.
Los derechos fundamentales y libertades públicas recogido en el Título I, “de los derechos
y deberes fundamentales”, están regulados en la Sección Primera, del Capítulo II, que
comprende los artículos 15 a 29 del texto constitucional, y constituyen el núcleo central
de la declaración constitucional de derechos, que gozan del máximo nivel de protección
jurídica, y para los cuales existe un garantía añadida de reserva de Ley Orgánica para el
desarrollo normativo de los mismos. Por su vulneración se puede acudir al recurso de
amparo ante el Tribunal Constitucional.
Pero esta sección viene precedida del anuncio expreso del principio de igualdad de todos
los españoles (Art. 14 “Los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer
discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra
condición o circunstancia personal o social.”) con que se inicia el Capítulo, con las mismas
garantías anteriormente indicadas.
Tienen tal consideración todos aquellos que resultan consustánciales con la esencia misma
la persona, y constituyen una protección directa de los componentes físicos y morales de
esta.
Derecho a la vida (Art., 15) “Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral,
sin que, en ningún caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o
degradantes. Queda abolida la pena de muerte, salvo lo que puedan disponer las Leyes
penales militares para tiempos de guerra”.
Oscar Castellón Ruz
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LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA
El derecho a la vida y a la integridad personal son pues, no sólo los primeros derechos
desde un punto de vista lógico, sino también los primeros desde la perspectiva de su
enunciado y tratamiento constitucional. Este derecho a la vida del Art. 15, se proyecta
sobre cuestiones tan controvertidas y polémicas, como la pena de muerte, el aborto, la
eutanasia y el suicidio.
La sentencia 120/1990, de 28 junio, sobre la huelga de hambre los presos del Grapo, ha
venido a marcar esa declaración y la posición del Tribunal Constitucional en la materia.
Por otra parte, dentro del derecho a la vida se incluye el derecho a la integridad física y
moral que garantiza el Art. 15 mediante la “prohibición al sometimiento de torturas…”. La
protección de este derecho tiene un antecedente remoto en la Constitución de 1812, y es
materia de especial relevancia en acuerdos internacionales, unos de ámbito global como la
Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. y otros de ámbito europeo como el
Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades
Públicas de 1950, y el “Convenio Europeo para la prevención de la tortura y de las penas o
tratos inhumanos o degradantes” de 1987.
Derecho a la libertad y seguridad (Art. 17). Toda persona tiene derecho a la libertad y a
la seguridad. La detención preventiva no podrá durar más tiempo que el estrictamente
necesario para la realización de las averiguaciones tendentes al esclarecimiento de los
hechos, y en todo caso, en el plazo máximo de 72 horas, el detenido deberá ser puesto en
libertad o a disposición de la autoridad judicial. Toda persona detenida debe ser informada
de forma inmediata, y de modo que le sea comprensible, de sus derechos y de las razones
de su detención, no pudiendo ser obligada a declarar. Se garantiza la asistencia de
abogado al detenido en las diligencias policiales y judiciales, en los términos que la Ley
establezca. La ley regulará un procedimiento de habeas corpus para producir la inmediata
puesta a disposición judicial de toda persona detenida ilegalmente. Así mismo, por ley, se
determinará el plazo máximo de duración de la prisión provisional.
El <habeas corpus> es una institución propia del derecho anglosajón, de antigua tradición,
pero que tampoco es extraño al derecho histórico español, donde también gozaba de cierta
raigambre y cuyo procedimiento se encuentra reguladlo en España por Ley Orgánica
6/1984, de 24 de mayo.
Mantienen una estrecha relación con los derechos de ámbito personal, formando un
conjunto en el que el individuo se mueve libremente.
Art. 18.2 Derecho a la inviolabilidad del domicilio.- Ninguna entrada o registro se podrá
hacer sin consentimiento o resolución judicial, salvo caso de flagrante delito.
La idea de domicilio que se recoge en este artículo hay que entenderla en sentido amplio y,
la prohibición de entrar en sentido estricto, con independencia de que esto produzca o no
consecuencias o daños.
Art. 18.4 La Ley limitará el uso de la informática para garantizar el honor y la intimidad
personal y familiar de los ciudadanos, garantizando el pleno ejercicio de sus derechos.
A tenor de lo que se deduce de ello, se podrían conceptuar estos derechos, como derechos
relativos ya que, su protección viene delimitada por las leyes y los usos sociales y será el
juzgador el que acabará determinando la esfera de protección de cada uno de ellos.
Este derecho cuenta con una restricción que afecta a la libre circulación, en los
desplazamientos de extranjeros por España, que se encuentra básicamente regulada por la
Ley de Extranjería, pero que ha sido ampliamente justificada por el Tribunal Constitucional
al entender que este derecho “no es imprescindible para garantizar la dignidad humana.
Se incluyen aquí una serie de derechos que el individuo posee por su condición de una
determinada comunidad política.
Estos derechos no son ilimitados, tiene los límites referidos al derecho al honor, intimidad,
propia imagen y protección de la juventud y la infancia.
A la hora de ponderar, el juzgador, debe tener en cuenta que se observen unas reglas
mínimas, moderación en las expresiones, buena fe, veracidad entendida como contraste de
la información, carácter público o no de los personajes, relevancia de los hechos, etc.
Derecho de reunión pacífica y sin armas (art. 21), El ejercicio de este derecho no
necesitará autorización previa. Cuando se trate de reuniones en lugares públicos o
manifestaciones se dará comunicación previa a la autoridad, que solo podrá
prohibirla cuando existan razones fundadas de alteración del orden público, o peligro
para personas o bienes.
El derecho de reunión está regulada por la Ley Orgánica 9/1983, de 15 de julio, y a través
de ella podemos saber cuales son sus características, (mas de 20 personas, con una
finalidad determinada, etc.), y que tipo de actos quedan fuera de la misma, (en el propio
domicilio, por razones familiares, la de partidos políticos, sindicatos, etc.)
• Son ilegales las asociaciones que persigan fines o utilicen medios tipificados
como delitos.(Art. 22.2)
• Los ciudadanos tienen derecho a participar en los asuntos públicos directamente o por
medio de representante, libremente elegidos en elecciones periódicas por sufragio
universal. (Art. 23.1)
DERECHOS JURISDICCIONALES
Tutela Judicial efectiva (Art. 24).- Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela
efectiva de jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que
en ningún caso pueda producirse indefensión. (Art. 24.1)
Del Art. 24.2 se deducen dos ideas, derecho a la tutela efectiva y a la no indefensión.
culpable, (la culpabilidad o inocencia de un acusado debe deducirse del propio proceso) y
el derecho a la presunción de inocencia, (la carga de la prueba debe de pesar sobre la
acusación, sin que nadie tenga que probar su propia inocencia)
La ley regulará los casos en que, por razón de parentesco o de secreto profesional no se
estará obligado a declarar sobre hechos presuntamente delictivos.
Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la
reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzados, El condenado a
pena de prisión tendrá derechos, entre otros, al acceso a la cultura y al desarrollo integral
de su personalidad.
Se recogen en este apartado una serie de derechos que tienen por objeto reequilibrar las
situaciones de desequilibrio que se producen en el marco de la sociedad de cualquier
Estado.
Libertad de sindicación (Art. 28.1) Todos tienen derecho a sindicarse libremente. La Ley
podrá limitar o exceptuar el ejercicio de este derecho a las Fuerzas o Institutos armados o a
los demás Cuerpos sometidos a disciplina militar y regulará las peculiaridades de su
ejercicio para los funcionarios públicos. La libertad sindical comprende el derecho a fundar
sindicatos y a afiliarse al de su elección, así como el derecho de los sindicatos a formar
confederaciones y a fundar organizaciones sindicales internacionales o afiliarse a las
mismas. Nadie podrá ser obligado a afiliarse a un sindicato.
La huelga se presenta por tanto como un instrumento de presión de los trabajadores contra
la patronal y no contra la sociedad en su conjunto, por lo que no tiene cobertura legal la
huelga política.
La constitución establece una “reserva de ley” para cualquier regulación que se pretenda
sobre la materia. No obstante estos derechos, sin necesidad de desarrollo legislativo, son
inmediatamente exigibles ante jueces y tribunales, y esto es así porque su regulación
constitucional le confiere unas notas características que los definen, los identifican frente a
otros derechos, y establece sus elementos esenciales aun cuando no hayan tenido
desarrollo reglamentario alguno.
Además de las garantías que, con carácter general se recogen para todo lo dispuesto en el
Capítulo Segundo, las libertades y derechos recogidos en la sección primera, y lo dispuesto
en el Art. 14, gozan de un sistema de garantías privilegiado, por el que “cualquier
ciudadano podrá reclamar ante los tribunales la tutela de sus derechos y libertades,
por un procedimiento basado en los principios de preferencia y sumariedad, o en su
caso a través del recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional. Este recurso
será aplicable también a la objeción de conciencia reconocida en el artículo 30 (Art.
53.2)
Para el desarrollo o regulación de este tipo de derechos, existe una reserva de ley, en este
caso agravada, solo puede salir del Parlamento, mediante reserva de Ley Orgánica.
Por último, la Constitución Española, en el Capítulo V, artículo 55, regula lo dos supuesto
en que se puede producir la suspensión de los derechos y libertades. En el apartado 1º, la
suspensión general, en los supuestos relacionados con el estado de excepción, en
situaciones de crisis que ponen en peligro la seguridad interior o exterior del propio Estado,
y que no pueden ser solventadas por procedimientos ordinarios de policía o defensa.
Aunque pueda sorprender, el fin último de esta suspensión de derechos está en la defensa
de la propia constitución, evitando la imposición de la fuerza y facilitando la vuelta a la
normalidad democrática, y por que no podemos olvidar que, el propio estado de excepción,
constituye una situación jurídica excepcional, ya que es a través del derecho como se entra
en ese estado.
b) Políticas. Si es cierto que España fue el primer Reino unificado de Europa, no es menos
cierto que las diferencias entre los pueblos que la integran crearon, a lo largo de la historia,
profundas e importantes divergencias en torno al grado de poder que conservaban éstos
frente al poder central. La solución vino por la creación de esta formula mixta donde se
establece el principio de unidad, pero al mismo tiempo, se reconoce el principio de
autonomía de nacionalidades y regiones.
Artículo 138 –
• El Estado garantiza la realización efectiva del principio de solidaridad consagrado en
el Art. 2 de la Constitución, velando por el establecimiento de un equilibrio
económico, adecuado y justo entre las diversas partes del territorio español y
atendiendo en particular a las circunstancias del hecho insular.
Artículo 139
• Todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte
del territorio del Estado.
• Ninguna autoridad podrá adoptar medidas que directa o indirectamente obstaculicen
la libertad de circulación y establecimiento de las personas y la libre circulación de
bienes en todo el territorio español.
Hemos de entender que las diferencias entre las Comunidades Autónomas y los Municipios
y las Provincias, a pesar de estar enunciados todos ellos como sujetos de la autonomía son
profundamente divergentes. A modo de resumen diremos que:
Las Comunidades Autónomas tienen personalidad jurídica propia independiente del Estado
siendo auténticas entidades de derecho público y no simples órganos del estado o de su
administración.
Los municipios y provincias también tienen autonomía para la satisfacción de sus fines,
pero diferencia de las comunidades autónomas tan sólo se trata de autonomía
administrativa y financiera.
PRINCIPIOS GENERALES
El estado autonómico se caracteriza en nuestro Derecho por una serie de principios. Como
hemos señalado, el artículo 2 de la Constitución establece los principios de unidad,
autonomía y solidaridad. Otros han sido formulados por la doctrina en la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional.
Principio de constitucionalidad
La Constitución, artículo 9.1, establece que “los ciudadanos y los poderes públicos están
sujetos a la Constitución y al ordenamiento jurídico”.
Las autonomías por tanto también están sujetas a la Constitución. Sus normas que
respetar el principio de jerarquía normativa debido a la constitución, las relaciones entre
Estado y las comunidades autónomas también deben someterse a la ordenación de la
constitución, quedando derogadas todas aquellas disposiciones que se opongan a ella. De
este modo, como veremos, cuando una comunidad autónoma incumpla las obligaciones
que la Constitución y otras normas les impongan, el gobierno podrá acordar las medidas
necesarias para el cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del
interés general.
Principio de unidad
Es el principio más básico de los que informan el estado autonómico. Nuestro constituyente
enunció una única soberanía, la indisoluble unidad de la Nación, que se atribuye sólo al
pueblo español.
Oscar Castellón Ruz
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LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA
Principio de autonomía
La autonomía supone la atribución de una serie de competencias a favor de ciertos entes,
con carácter general, para la gestión de sus respectivos intereses. El Tribunal
Constitucional reitera que “la autonomía es una potestad dentro del Estado, de naturaleza
política y no simplemente administrativa, pero diferente a la noción de soberanía”.
Principio de solidaridad
Se articula entre las distintas nacionalidades y regiones, así como entre éstas y la Nación
española. El principio de solidaridad va unido al de unidad y de autonomía. Es un factor de
equilibrio entre las nacionalidades y regiones y la unidad de la nación española y tiene por
finalidad evitar los desequilibrios en el desarrollo autonómico.
Principio de igualdad r
Recogido en el artículo 1.1 y 14 de la Constitución y reiterado por la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional, es uno de los principios esenciales de nuestro sistema autonómico.
Se traduce en:
• Igualdad jurídica básica de los ciudadanos
• Igualdad jurídica básica de las Comunidades Autónomas
Principio de cooperación
A diferencia del principio de solidaridad con el que se halla íntimamente relacionado, el de
cooperación no se menciona expresamente en la Constitución, ni se recoge tampoco de
forma unánime por toda la doctrina. El Tribunal Constitucional argumenta que se encuentra
implícito en la misma esencia de la organización territorial del Estado.
Principio de no federabilidad
El artículo 145.1 de la Constitución establece que “en ningún caso se admitirá la federación
de Comunidades Autónomas”. Si se permite lógicamente la potestad de suscribir convenios
entre ellas. Pueden ser de dos tipos:
• Los convenios específicos de cooperación, más relevantes, que imponen una previa
autorización de las Cortes.
PROCESO DE CREACIÓN
Territorios habilitados
Los territorios que pudieron ejercer el derecho a constituirse en Comunidades Autónomas
se establecen en el artículo 143 de la Constitución. De este modo pudo ser ejercitado por:
Las Cortes Generales, mediante ley orgánica, podrán, por motivos de interés nacional:
La consecuencia final de la opción ejercida por los territorios, es decir, las consecuencias
de optar por una u otra vía, se traducen en el nivel de competencias que pudieron alcanzar
las recién constituidas Comunidades Autónomas. Si la vía de acceso era la vía rápida la
Comunidad podía acceder a las competencias establecidas en el artículo 148 de la
Constitución y también a competencias establecidas en el artículo 149. Si por el contrario la
opción se ejercía sobre la vía lenta, las competencias adoptadas del artículo 148, solo
podrían ampliarse una vez hubieran transcurrido cinco años y previa reforma del Estatuto
de Autonomía.
Estos requisitos deberían ser cumplidos en el plazo de seis meses desde el primer acuerdo
adoptado al respecto por alguna de las Corporaciones locales interesadas.
Por tanto, tras la aprobación del proyecto de Estatuto, debía remitirse éste a las Cortes
Generales para su aprobación como ley orgánica, con lo que quedaba completado el
proceso.
VÍA ESPECIAL
La iniciativa del proceso autonómico debe ser adoptada, además de por las Diputaciones o
los órganos interinsulares correspondientes, por las tres cuartas partes de los Municipios
de cada una de las provincias afectadas que representen, al menos, la mayoría del censo
electoral de cada una de ellas y dicha iniciativa sea ratificada mediante referéndum por el
voto afirmativo de la mayoría absoluta de los electores de cada provincia en los términos
que establezca una ley orgánica.
- Presidente del Consejo, elegido por la Asamblea de entre sus miembros, a quien
incumbe la dirección del Consejo de Gobierno, la representación máxima de la
comunidad autónoma y la ordinaria del Estado en ella.
LA ASAMBLEA LEGISLATIVA
Todas las comunidades autónomas gozan de potestad legislativa y de una Asamblea al
margen de cómo hayan accedido a dicha autonomía, salvo los casos peculiares de Ceuta y
Melilla.
Características comunes
e) Autonomía reglamentaria.
i) Las funciones de las asambleas parlamentarias autonómicas son semejantes a las de las
cortes generales y podemos diferenciar las siguientes:
- Función presupuestaria
- Función legislativa
ÓRGANOS EJECUTIVOS
Como indicábamos, el artículo 152.1 de la Constitución señala que la organización
institucional básica será un consejo de gobierno con funciones ejecutivas, administrativas, y
un presidente, elegido por la asamblea de entre sus miembros y nombrado por el Rey, al
que corresponde la dirección del consejo de gobierno, la suprema representación de la
respectiva comunidad autónoma y la ordinaria del Estado en aquélla. El Presidente y los
miembros del consejo de gobierno serán políticamente responsables ante la Asamblea.
El Presidente
El presidente es el órgano más relevante del ejecutivo autonómico.
Será elegido por la Asamblea de entre sus miembros, siendo nombrado por el Rey,
pudiendo resaltar las siguientes fases:
El Consejo de Gobierno
Las funciones que desempeña el consejo de gobierno son plurales pudiéndose clasificar en
dos grupos:
Los instrumentos utilizados son los clásicos de cuestión de confianza y moción de censura.
Sus competencias están delimitadas en el artículo 152.1 de la Constitución, siendo las más
sobresalientes del conocimiento de los recursos de casación, revisión y actos
extraordinarios de supuestos de derecho común en el ámbito de la comunidad.
Constará además de los Presidentes de Sala y de los Magistrados que determine la ley
para cada una de las salas y en su caso de las acciones que puedan crearse dentro de
ellas.
ENTIDADES
Las Entidades que forman la Administración Local, se clasifican en la Ley 7/ 1985, de 2 de
abril, reguladora de las bases del régimen local en entidades locales territoriales y no
territoriales.
2. La Provincia.
2. Las Comarcas u otras Entidades que agrupen varios Municipios, instituidas por las
Comunidades Autónomas de conformidad con esta Ley y los correspondientes
Estatutos de Autonomía
Su contenido en es siguiente.
Artículo 140
La Constitución garantiza la autonomía de los municipios. Estos gozarán de personalidad
jurídica plena. Su gobierno y administración corresponde a sus respectivos Ayuntamientos,
integrados por los Alcaldes y los Concejales. Los Concejales serán elegidos por los vecinos
del municipio mediante sufragio universal igual, libre, directo y secreto, en la forma
establecida por la ley. Los Alcaldes serán elegidos por los Concejales o por los vecinos. La
ley regulará las condiciones en las que proceda el régimen del concejo abierto.
Artículo 141
1. La provincia es una entidad local con personalidad jurídica propia, determinada por
la agrupación de municipios y división territorial para el cumplimiento de las
actividades del Estado. Cualquier alteración de los límites provinciales habrá de ser
aprobada por las Cortes Generales mediante ley orgánica.
Art. 142 Las Haciendas locales deberán disponer de los medios suficientes para el
desempeño de las funciones que la ley atribuye a las Corporaciones respectivas y se
nutrirán fundamentalmente de tributos propios y de participación en los del Estado y de las
Comunidades Autónomas.
Potestades
En su calidad de Administraciones Públicas de carácter territorial, y dentro de la esfera de
sus competencias, corresponden en todo caso a los Municipios, las Provincias y las Islas:
• Las potestades reglamentaria y de autoorganización.
• Las potestades tributaria y financiera.
• La potestad de programación o planificación.
• Las potestades expropiatoria y de investigación, deslinde y recuperación de oficio de sus
bienes.
• La presunción de legitimidad y la ejecutividad de sus actos.
• Las potestades de ejecución forzosa y sancionadora.
• La potestad de revisión de oficio de sus actos y acuerdos.
• La inembargabilidad de sus bienes y derechos en los términos previstos en las leyes; las
prelaciones y preferencias y demás prerrogativas reconocidas a la Hacienda Pública para
los créditos de la misma, sin perjuicio de las que correspondan a las Haciendas del Estado
y de las Comunidades Autónomas.
Todo ello, podrá ser de aplicación a las Entidades territoriales de ámbito inferior al
municipal y, asimismo, a las Comarcas, Áreas Metropolitanas y demás Entidades locales,
debiendo las Leyes de las Comunidades Autónomas concretar cuales de aquellas
potestades serán de aplicación.
Capacidad jurídica
Para el cumplimiento de sus fines y en el ámbito de sus respectivas competencias, las
Entidades locales, de acuerdo con la Constitución y las leyes, tendrán plena capacidad
jurídica para adquirir, poseer, reivindicar, permutar, gravar o enajenar toda clase de bienes,
celebrar contratos, establecer y explotar obras o servicios públicos, obligarse, interponer los
recursos establecidos y ejercitar las acciones previstas en las leyes.
Funciones y control
Las Entidades locales sirven con objetividad los intereses públicos que les están
encomendados y actúan de acuerdo con los principios de eficacia, descentralización,
desconcentración y coordinación, con sometimiento pleno a la Ley y al Derecho.
Los Tribunales ejercen el control de legalidad de los acuerdos y actos de las Entidades
locales.
Competencias
Las competencias de las Entidades locales son propias o atribuidas por delegación.
Las competencias propias de los Municipios, las Provincias, las Islas y demás Entidades
locales territoriales solo podrán ser determinadas por Ley.
Las competencias atribuidas se ejercen en los términos de la delegación, que puede prever
técnicas de dirección y control de oportunidad que, en todo caso, habrán de respetar la
potestad de autoorganización de los servicios de la Entidad local.
Las Provincias y las Islas podrán realizar la gestión ordinaria de servicios propios de la
Administración autonómica, de conformidad con los Estatutos de Autonomía y la legislación
de las Comunidades Autónomas.
Principios de relación
La Administración Local y las demás Administraciones Públicas ajustarán sus relaciones
recíprocas a los deberes de información mutua, colaboración, coordinación y respeto a los
ámbitos competenciales respectivos.
Regulación normativa
La normativa principal en materia de Administración Local es la siguiente:
El análisis de su contenido principal se recoge en los temas específicos a los que nos
remitimos para su estudio.