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CANARA / 9 de Julio del 2004

Fondos de Inversión y Cultura Financiera


Juan Manuel Villasuso

En los últimas semanas se han observado algunos nubarrones que enturbian el quehacer del
sector financiero nacional y que preocupan a muchos ahorrantes. Las pérdidas de capital de los
fondos de inversión es una de ellas.

Las razones que explican esta disminución del valor de esas inversiones son variadas y tienen
que ver con las reglas que rigen el mercado financiero, las cuales en muchos casos son
desconocidas, o fueron malinterpretadas, por los propios participantes, ahorrantes e
inversionistas.

Muchas personas que colocaron sus recursos en estos colectivos patrimoniales, que son
administrados por entidades financieras, creyeron que la naturaleza de su operación era similar a
la de realizar un depósito en una cuenta de ahorro o comprar un certificado a plazo. No tenian
clara conciencia de que la participación en un fondo de inversión conlleva asumir directamente
los diferentes riesgos asociados: disminución del precio, devaluación, insolvencia, falta de
liquidez o deficiencias administrativas.

Es por ello que a un gran número costarricenses los tomo por sorpresa que se produjera una
pérdida de capital motivada por la disminución del valor de su participación. Muchos creian que
al igual que en una cuenta de ahorro o un certificado a plazo, ellos le estaban prestando su
dinero al banco o entidad financiera que recibía el depósito. No entendieron que ese operador
era solamente un intermediario que gestionaría sus recursos adquiriendo títulos en el mercado
financiero, y que esos títulos estaban expuestos a los vaivenes y fluctuaciones de la oferta y la
demanda.

Esta reacción de sorpresa, irritación y dolor de personas que lamentablemente vieron disminuir
su capital se explica en gran medida por la carencia de información y la falta de una cultura
financiera. A pesar de que en las dos últimas décadas se han producido cambios fundamentales
en el sector financiero costarricense, no sólo en cuanto a la apertura del mercado, sino también
en lo concerniente al perfeccionamiento en materia de regulación y el desarrollo de una gran
variedad de nuevos instrumentos, lo cierto es que no se ha logrado crear, particularmente entre
los pequeños ahorrantes, una cultura financiera que les permita discernir adecuadamente en
cuanto a riesgo, rentabilidad y valor de sus inversiones bursátiles.

Resulta indispensable que las entidades públicas y los operadores privados hagan un esfuerzo
por brindar información que contribuya a crear una cultura financiera nacional. Los ahorrantes,
por su parte, deben informarse mejor antes de colocar sus recursos. En última instancia son ellos
los que asumen el riesgo, para bien y para mal.

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