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El primer elemento que podemos comparar es con la Didajé cuando nos advierte de los

falsos profetas que no vienen hablando en nombre de Dios sino de sí mismo y


aprovechándose de la generosidad de las comunidades “Ahora bien, todo apóstol que venga
a vosotros, sea recibido como el Señor. Sin embargo, no se detendrá más que un solo día. Si
hubiere necesidad, otro más. Mas si se queda tres días, es un falso profeta. Al salir el
apóstol, nada lleve consigo, si no fuere pan, hasta nuevo alojamiento. Si pide dinero, es un
falso profeta” (Didajé 11.4-6; BAC 65:89). Por tanto, San Agustín va advertir este primer
peligro cuando un pastor se apacienta a sí mismo y no a las ovejas, dice al respecto “Él me
ayudará a hablar la verdad, si no digo cosas de mi propia cosecha. Pues si hablara de lo
mío, sería un pastor que me apaciento a mí mismo, no a las ovejas”. Buscan sus propios
intereses y no los de Jesús. Todo el que está al frente de otros de manera que halla su gozo
en estarlo, y busca su honor y sólo mira por sus intereses, se apacienta a sí mismo y no a las
ovejas.  Se echa en cara de los pastores que se apacientan a sí mismos y no a las ovejas, lo
que aman y lo que descuidan. Y dice que otros apóstoles como él se sirvieron de este
derecho, no usurpado, sino otorgado” (sermón 146, 3). Sin embargo, los fieles y la Iglesia
esperan que los pastores vivan a plenitud el don recibido en la Ordenación Sacerdotal: lo
que se ha recibido gratis darlo gratis.
El segundo elemento es la comodidad para hacer frente a la necesidad y el favor del honor
y la alabanza. Estaría San Agustín en contraposición en la forma en que San Ireneo y San
Ciprino entendían el episcopado como una cuestión de honor y no un ministerio que
requiere de una entrega pastoral de la comunidad para ejercer la primacía unidad de la
Iglesia. Primero reconoce que el obispo es un hombre mortal como los demás sufre el peso
de la carne, si se le honra o se le vé como una cuestión de honor, se le cubre su enfermedad
(pecado). Porque el pastor no busca sus propios intereses sino los de Jesucristo. El Papa
Francisco en la ordenación de dos obispos recordada que el episcopado no es una cuestión
de honor como querían los discípulos uno a la derecha y el otro a la izquierda, ya que ser
obispo significa servir y con este servicio salvaguardareis vuestra vocación y seréis
auténticos pastores en el servicio, no en los honores, no en la autoridad, no en el poder. No,
en el servicio, siempre en el servicio (Homilía, 17 de octubre de 2021).
El tercer elemento que encontramos con los pastores es que en el testimonio de los Padres
debían gozar de buena fama, es decir, hombres que lleven una buena vida cristiana. Ante
esto al inicio del sermón San Agustín recuerda que los pastores antes de ser Superiores son
cristianos deben llevar una vida en Cristo, luego dice también que, los pastores no pueden
vivir con la fe cristiana y el comportamiento por otro lado, deleitándose en los espectáculos
públicos, en las fiestas, saturarse de vino; de esta manera viven mal, dándoles así mal
ejemplo. Además, el pastor da muerte a la oveja robusta cuando la escandaliza con sus
actos. El Papa Benedicto XVI decía al respecto que con los abusos y escándalos por parte
de algunos los pastores han desconcertado a sacerdotes y laicos, y han hecho que muchos
cuestionen la fe de la Iglesia (Benedicto XVI, La Iglesia y los abusos sexuales, 2019).
Ante esto es necesario recordar que un pastor con su mal testimonio de vida lleva a muerte
la fe de las ovejas y es un día a día en la Iglesia.
El cuarto elemento que encontramos para el sacerdocio es la herejía del no autentico
sacerdote, en el caso de Agustín la lucha de la secta donatista. Que los compara con lo
lobos que roban las ovejas, las rebatan los leones cuando estas no están con su pastor y se
adhieren a pastores que no son pastores, el extravío es fatal: se entregan a bestias
depredadoras que desean saciarse con su muerte (sermón 46, 16). San Agustín reconoce
que estas herejías nacen por la soberbia y se consolidan en el error y prometen falsas
esperanzas falsa salvación. Cosa que para la vida de la Iglesia ha sido terrible más en estos
últimos tiempos que pastores que han caído en los errores han hecho rancho aparte para
cautivar a sus seguidores.
El quinto elemento consiste en que Dios aparta las ovejas de los malos pastores se refiere a
la expresión “haced lo que dicen, pero no hagáis lo que ellos hacen” no son ellos los que
apacientan sino Dios y quieran o no para llegar a robar la lana, deben anunciar la Palabra de
Dios. San Agustín resalta que la obra de la predicación y los sacramentos para apacentar las
ovejas no viene del mismo hombre sino de parte de Dios.
El sexto elemento que encontramos que no solo hay malos pastores sino también existen
buenos pastores y pastizales que las ovejas pueden acudir con toda confianza. Invita a
rechazar todo cuanto extraño porque se debe reunir en el monte de la Sagrada Escritura allí
se encontrarán las delicias de vuestro corazón no hay nada extraño y venenoso.
Un séptimo elemento que es hay un único pastor, Cristo y todos los pastores buenos están
en él. Gozan de la voz de él. Cristo apacienta significa: apacentar con Cristo, apacentar en
Cristo y no apacentarse así mismo fuera de Cristo. San Agustín resalta que todos los
pastores son única cosa en Cristo único pastor y, por tanto, hay una sola voz del único
pastor de modo que los fieles las oigan y sigan al único pastor y no otros pastores.
Ahora San Agustín se remite al sermón de las ovejas, en ese sermón el hiponense va a
destacar los siguientes elementos.
Primero que las ovejas deben reconocer que Dios es misericordia y siempre va a estar en
disposición para escucharnos, que somos sus ovejas porque nos creo en su propio rebaño. A
pesar de las tribulaciones Dios esta con nosotros. Segundo que Dios corrige a sus ovejas
díscolas y les promete la gran alegría de pertenecer a su rebaño y la preocupación que se
nos promete: escuchar la voz del pastor, ya que estamos en ese tiempo y no en el de juzgar.
¿cómo habla el pastor? Por medio de los mandamientos.
Después se resalta que Dios se goza de los pecados si al cometerlos no hay castigo dice San
Agustín que cuando ven que obran el mal y que nos acaece nada malo, no solo se
complacen de sus malas acciones, sino que hasta Dios se complace de ella; hasta tano
llega la maldad, que el malvado, al despreciar tales acciones, juzga que Dios es semejante
a él. Ante esto refuta que todos debemos temer que, ofendiéndole, no encontremos lo que
esperamos, sino que experimentemos lo que despreciamos.
También se ve que el Hiponense resalta que en la vida las ovejas deben vivir con los
machos cabríos, no juzgándolos sino tolerándolos, y recuerda la estrofa del Padre Nuestro
“perdónanos nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Por tanto,
se debe trabajar en tener limpia la conciencia con la confesión si la conciencia lo exige y le
recuerda que estas en pecado, es necesario para que Dios venga a ti cuando lo invoques he
encuentre limpio el lugar de habitar.
Por otra parte, San Agustín invita a que no vanagloriarse de la buena rectitud de vida ante
los demás, ni dejar que se enturbie el agua ni tomar del agua turbia, sino al contrario que la
humildad sea el testimonio de la vida cristiana para que los que no están en el rebaño se
sientan motivados por el ejemplo. Al respecto dice: pues si nuestra gloria es para
gradarnos a nosotros mismos, y de hecho nos complacemos en nosotros, sepamos que
quien se agrada a sí mismo agrada a un insensato.

1. quienes no pueden hacer lo que hizo Pablo, es decir, sustentarse con el trabajo de sus
manos, acepten la leche de las ovejas, hagan frente a su necesidad, pero no descuiden
las ovejas en su debilidad. No busquen lo dicho como si se tratase de su salario, dejando
la impresión de que anuncian el evangelio para remediar su necesidad y penuria, antes
bien ofrezcan la luz de la verdad a los hombres que necesitan recibirla.
2. El pueblo no está capacitado para dar recompensa a aquellos que le sirven por amor del
Evangelio. Estos han de esperar la recompensa de donde los otros la salvación.
3.  Quien da leche ofrece alimento; quien da lana otorga un honor. Son las dos cosas que
esperan obtener del pueblo quienes se apacientan a sí mismos, no a las ovejas: un
salario para hacer frente a la necesidad, y el favor del honor y de la alabanza. He aquí
por qué puede bien entenderse el vestido como honor: cubre la desnudez. Todo hombre
es débil. Y cualquiera que está al frente de vosotros, ¿qué es sino lo mismo que
vosotros? Lleva el peso de la carne, es mortal, come, duerme, se levanta; nació, morirá.
Si piensas lo que es en sí mismo, verás que es un hombre; sin embargo, tú, honrándolo
como si fuera un ángel, cubres su debilidad.
4.

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