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FUNDACIÓN UNIVERSITARIA CERVANTES-SAN AGUSTÍN

ASIGNATURA: MORAL ESPECIAL


DOCENTE: ALEJANDRO DE JESÚS GARCÍA DURÁN.
ANÁLISIS DE CASOS
FR. CARLOS PUENTES PAYA, O.S.A.
1. Leer detenidamente:
La madre de Andrés ha estado siempre muy pendiente de su educación. Desde el primer
momento ha procurado que no le faltara nada, tanto en lo material como en lo espiritual.
Escogió para él el colegio que según sus referencias mejor cuidaba la formación humana y
cristiana. Siempre ha estado pendiente de lo que hacían sus hijos y con quién salían. Se
esforzaba más si cabe viendo que su marido, un prestigioso médico, estaba muy absorbido
por su trabajo, de forma que apenas podía estar con su familia, y cuando lo estaba, adoptaba
una postura pasiva debido, sobre todo, al cansancio. De hecho, Andrés había dicho alguna
vez que apenas conocía a su padre.
Un día, Andrés habla con su madre y le dice que ha decidido dedicar su vida por entero a
Dios, y que lo comenta con ella antes de dar el paso por ser su madre. Ante la sorpresa de
Andrés, su madre reacciona violentamente. Le dice que “ni lo piense”, y, gritando que
“quién le ha metido esas ideas en la cabeza”. Añade que tiene que obedecerla “porque es su
madre”, que con 15 años es demasiado pequeño para pensar una cosa así, y que no puede
tomar esa decisión “porque todavía no sabe nada de la vida”; “cuando seas mayor haces lo
que te dé la gana, pero ahora ni hablar”. Andrés se queda desconcertado.
A partir de ese momento se suceden los acontecimientos. Al cabo de pocos días, su madre
traslada a Andrés de colegio, pasándole a uno con prestigio, pero en el que no se cuida nada
la formación cristiana. Aprovecha el traslado para prohibir a su hijo que siga saliendo con
sus anteriores amigos. Andrés va dándose cuenta de que se han relajado prohibiciones
anteriores: ya no le importa a su madre que el fin de semana vuelva tarde por la noche a
casa, y poco -o por lo menos, menos que antes- lo que pueda ver por la televisión. Cuando
llegan las vacaciones, lo envía al extranjero para aprender idiomas, y se encuentra con que
el sitio es un internado mixto donde el ambiente moral es francamente bajo.
Pasado el desconcierto inicial, Andrés se enfada por esa reacción de su madre, pues le
parece injustificada. Piensa que eso le pasa por portarse bien y contarle las cosas. Se dice a
sí mismo que su vida es suya, y se distancia de su madre. Cada vez que ésta le dice algo,
Andrés le lleva la contraria, y si le pide o le manda algo, discute y grita. Se da incluso el
caso, con los ánimos encrespados, de llamar a su madre “imbécil” y alguna otra cosa peor
sonante.
Andando un día por la calle, Andrés se encuentra con uno de sus antiguos amigos, y le
cuenta todo lo que ha pasado. En ese momento, se da cuenta de algo que no había detectado
antes: cuando más furioso y díscolo estaba con su madre, antes acababa cediendo en lo que
ella quería, y peor se portaba, dejándose llevar en la práctica por sus planteamientos. Ve
con cierta envidia a su amigo, contento, como siempre, a diferencia de él, que -entonces lo
percibe con claridad- se está echando a perder. Debe cambiar su conducta, aunque en
principio no tiene claro cómo. De momento, al menos, decide dos cosas: serenarse y volver
a hablar con su amigo para que le ayude a salir de esa situación, pues él solo se siente
incapaz.
2. Responder a las siguientes cuestiones:

a. ¿Cumplía bien el padre de Andrés con sus deberes familiares? ¿Por qué?
Sin duda alguna que el padre de Andrés no estaba cumpliendo a cabalidad con sus deberes
familiares, pues, si bien trabajaba arduamente para proveer a su familia de las cosas
necesarias para su bienestar material, había olvidado una dimensión sumamente importante
y necesaria para la vida espiritual y la santificación de cada uno de los miembros del hogar
a su cargo; el ejemplo de vida cristiana y la enseñanza de valores, a sus hijos, que no se
pueden recibir en otro lugar, ni con otra persona diferente a él; pues esa fue la
responsabilidad que adquirió cuando decidió, por vocación, formar una familia; la de
educar, junto a su esposa a los hijos en la caridad cristiana, y no dejar toda esta tarea en
manos de su esposa, pues el bienestar material y espiritual de los hijos, al igual que el
cultivo de los valores, es responsabilidad directa de ambos padres.
¿Es justificable su conducta?
La conducta del padre de Andrés no es justificable; porque a pesar de ser una conducta
fundamentada en la responsabilidad, pues por medio de su trabajo brindaba a su familia la
estabilidad necesaria para una forma de vida adecuada, no tenía en cuenta el
acompañamiento que exige, por parte de los padres, la educación cristiana de los hijos, de
manera que su actuar simplemente se limitaba a satisfacer las necesidades temporales de su
familia, olvidando la preparación necesaria que él debía brindar a sus hijos, para que en
ellos creciera la virtud cristiana y por ende, pudiesen encontrar el camino hacia Dios. En
definitiva, el padre de Andrés solamente tuvo en cuenta el sostenimiento temporal de su
familia, pero olvidó procurar el bienestar espiritual de su hijo.
¿Hacía bien su madre en redoblar sus esfuerzos tratando de suplirle, o
debería más bien esforzarse en implicarle en esos asuntos?
La madre de Andrés no hacía bien tratando de suplir la responsabilidad afectiva y espiritual
que el padre debía asumir con su hijo, pues desde el momento mismo en que un hombre y
una mujer deciden ante Dios formar una familia, los dos se hacen responsables de la crianza
material y espiritual de sus hijos; esto implica una ayuda y sostenimiento mutuo en la
edificación de los hijos; por ende, no es cuestión de sustituir, sino de aportar, cada uno
desde su originalidad y función, a la edificación y unidad de la familia. Por lo tanto, la
mejor opción que tenía la madre era la de motivar al padre de Andrés a participar más
activamente en la vida de su hijo.
b. ¿Tiene algún límite la obediencia a los padres?
La obediencia a los padres debe ser incondicional, pues el mismo Jesucristo se hizo
obediente a su Padre, hasta el punto de renunciar a su propia voluntad y solamente hacer la
voluntad del Padre; además, según el catecismo de la Iglesia católica, (cf. n. 2196) honrar a
padre y madre es el único mandamiento que lleva consigo una promesa de Dios, “larga
vida” por eso el someterse a la autoridad de los padres es cumplir a cabalidad la caridad que
exige la ley de Dios. De manera que los hijos deben, desde la perspectiva cristiana, respetar
este precepto divino que es el primero de los que se refieren al amor al prójimo.
¿Tenía Andrés que obedecer a su madre respecto de su decisión? ¿Por qué?
Teniendo en cuenta que el sometimiento a los padres es un precepto divino y que el mismo
Jesucristo se sometió a sus padres terrenos, a pesar de tener la clara convicción de que
debía estar pendiente de los asuntos de su Padre Eterno, Andrés tenía que obedecer a su
madre, aunque esto implicara aplazar la decisión que él ya había tomado de dedicar su vida
a Dios, porque la autoridad de su madre fue otorgada por Dios mismo, de manera que por
medio de la obediencia a ella, se manifestara la obediencia a Dios.
¿Cómo juzgas los argumentos que su madre da a Andrés?
Los argumentos de la madre de Andrés son parcialmente válidos, porque por una parte, ella
tiene razón al advertirle a su hijo que ella es su madre y que por lo tanto debe obedecer a
sus órdenes, más sabiendo que el es un niño que todavía depende de la sociedad familiar
para su subsistencia; pero la madre de Andrés actúa mal cuando olvida un aspecto
importante, el deber de caridad que tiene para con su hijo, el cual advierte que ella debe ser
consejera de su hijo en cuanto a la vocación a la que es llamado por Dios, pero de ninguna
manera debe coaccionar la respuesta que ella considera apropiada para su hijo; pues la
vocación profesional responde a la naturaleza del hijo, nace con él y en su ejercicio se
descubre la voluntad de Dios; y si esta vocación está orientada a la entrega total a Dios, el
respeto a tal decisión debe ser mucho más radical.
¿Por qué crees que reacciona así?
El actuar de la mamá de Andrés es el claro reflejo de un cristiano que cree en Dios, que
participa de la vida sacramental de la Iglesia y que enseña el amor de Dios a su familia,
pero que desafortunadamente, al llegar el momento de la prueba, el momento de demostrar
una entrega total a la voluntad de Dios; los bienes, lo honores y las riquezas que ofrece el
mundo le impiden dar testimonio radical y sucumbe, terminando por anteponer sus ideas,
sus deseos, su egoísmo y su voluntad por encima de lo que Dios desea; teniendo como
consecuencia una incoherencia grave entre lo que predica y enseña y lo que hace. De nada
vale preocuparse por administrar una buena educación cristiana a los hijos, si ésta no se
fundamenta en la voluntad de Dios, que a veces no coincide con lo que el hombre desea en
su corazón.
c. ¿Cómo valoras moralmente el comportamiento de la madre?
Moralmente el comportamiento de la madre es inadecuado o ilícito, porque el hecho de que
se preocupe por el bienestar corporal y espiritual de su hijo, no es motivo para interferir en
lo que Dios ha decidido para él, que en este caso es el servicio en el altar; de manera que
ella no está cumpliendo con sus deberes de caridad, porque está anteponiendo su propia
voluntad a la voluntad de Dios manifestada en el llamado a la vocación sacerdotal. Lo más
prudente que pudo haber hecho la madre es respetar la decisión de su hijo y acompañarlo, a
pesar de que no entendiera nada, tomando como ejemplo el actuar de María y de José, los
padres del Niño Jesús, que a pesar de no entender lo que quería decir su hijo cuando decía
que debía estar en los asuntos de su Padre, guardaron en su corazón esta situación y no
impusieron su voluntad sobre la misión que debía realizar nuestro Señor.
¿Comete algún pecado grave?
La madre toma una posición equivocada respecto de la vocación de su hijo, por eso
considero que sí comete un pecado grave porque, en definitiva, no altera la voluntad de
Dios sobre su hijo, la cual se cumplirá con su consentimiento o sin él; pero su forma de
reaccionar provoca que su hijo, al sentirse confundido por sus acciones, se aleje de la
práctica de los valores cristianos que ella misma a sembrado en su corazón, corriendo el
grave riesgo de caer en las cosas negativas que ofrece el mundo; de manera que la actitud
de la madre, que en últimas es una clara manifestación del egoísmo de su corazón, lleva a
su hijo a experimentar en su vida, la desesperanza y el peso del pecado.
¿Son pecados sólo contra el 4º mandamiento, o también contra algún otro?
Yo pienso que son pecados contra el cuarto mandamiento únicamente, pues en aquella
historia se observan las falencias que tienen los miembros de la familia, tanto el padre como
le madre y el hijo, en la comprensión plena de lo que implica pertenecer a una sociedad
familiar acogida por Dios y de las responsabilidades y deberes que cada miembro tiene
desde su posición; de modo que, aunque siempre una padre o una madre deseen lo que ellos
creen mejor para su hijo, deben entender que por encima de su voluntad va a estar la
voluntad de Dios; y en el caso de los hijos, a pesar de tener plena convicción de lo que se
quiere en la vida, hay que respetar y valorar la opinión de los Padres, esto no quiere decir
que ellos tomen decisiones tan importantes como un proyecto de vida, pero que sientan que
su presencia en la vida de los hijo es importante.
¿Cómo juzgas moralmente cada una de las medidas que toma?
Cada una de las medidas que toma la madre son erradas, pues como se dijo anteriormente,
con ellas está eliminando cada uno de los valores cristianos que ella misma había
promovido anteriormente, contradiciendo su actuar antes y después de que su hijo le
contara que quería ser sacerdote; por ejemplo, el cambio de colegio, la relajación de las
reglas de la casa, la exposición a los peligros del mundo etc., son cosas que una madre
cristianamente responsable y coherente no va a hacer, pues esto afecta la vida espiritual de
su hijo y le hace pensar que todo lo que aprendió anteriormente no tiene validez o
importancia.
d. ¿Cómo valoras moralmente el comportamiento de Andrés?
El comportamiento de Andrés es inadecuado, teniendo en cuenta que, a pesar de sufrir la
ausencia de su padre en su formación humana y cristiana, ha tenido a su madre que siempre
ha estado pendiente de sus situaciones de vida y le ha brindado la oportunidad de formarse
en un colegio que lo capacita en los valores cristianos; de modo que no es justificable, por
muy mucha convicción vocacional que tenga, el faltarle al respeto a su madre; de manera
que su actuar, es evidentemente una falta contra el cuarto mandamiento, y por ende un
pecado.
¿Comete algún pecado comportándose así con su madre?
Definitivamente Andrés comete pecado al faltarle al respeto a su madre, pues por muy
convencido que estuviera de su vocación, debe comprender que la autoridad de su madre es
válida ante Dios y que por lo tanto debe ser respetada; pues eso hace parte del deber de
caridad que él tiene para con sus padres; su obediencia, amor y atención hacia sus padres no
son conceptos negociables.
¿Está justificada su reacción por la conducta de su madre?
La reacción de Andrés no puede justificarse de ninguna manera, porque el hecho de que
estuviera convencido de su vocación, no era suficiente para irrespetar a su madre, pues ante
todo debía saber que a ella le debía agradecimiento, no solo por su formación, sino por su
misma vida, y aunque su madre estuviese equivocada, él debía seguir guardando las
virtudes que había aprendido y no abalanzarse sobre el pecado del mundo.
Afortunadamente reaccionó y no dejó que la semilla de la caridad que había recibido se
perdiera, antes bien supo comprender y corregir lo que estaba haciendo mal.

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